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KARL ABRAHAM LUMEN* HORME WyHv ag Tay s ODINITD SISITYNVODOISd IGION'* NANT Este libro ofrece los principales trabajos de Karl Abraham, uno de los fundadores del psicoandlisis. Los treinta y tres trabajos que com- prende este volumen cubre un amplio panorama para el analista de_ hoy en dia y presentan algunas de las historias clinicas mas intere- santes de todos los tiempos. Cabe destacar que gran parte de la teo- rfa y de la practica actual, asi como los fundamentos de los estudios del desarrollo infantil y de la formacién del caracter, se basan en es- tas contribuciones de Abraham. Karl Abraham, amigo y colaborador de Freud desde 1907, fue presidente de la Asociacién Psicoanalitica de Berlin, la mas importan- te luego de la de Viena, desde su fundaci6n en 1910, hasta su muer- te, cuando también era presidente de la Asociacién Psicoanalitica Internacional. Abraham se destaca por su extraordinaria madurez, su optimismo y su coraje, que hicieron de él uno de los mas efectivos voceros del psi- coandlisis en sus dificiles comienzos. Combina una rica experiencia clinica, tanto en psicopatologia como en psiquiatria clinica, con un agudo poder de observacién y de certero juicio critico. La importancia fundamental de sus observaciones y la claridad y precisién con que las expresa, dan a sus obras un valor permanente. Su labor como maestro fue admirable, y entre sus discipulos se cuentan figuras del relieve de Melanie Klein, Helene Deutsch, Edward Glover, Theodor Reik... “De todos aquellos que me han seguido a través de los oscuros senderos del trabajo psicoanalitico, sdlo un nombre (Ferenczi) puede estar a /a altura del de Abraham.” Sigmund Freud ISBN 950-618-066-0 7 89506180669 9 KARL ABRAHAM PSICOANALISIS CLINICO Introduccién biografica por ERNEST JONES Presentacién de la edicién castellana: Dra. Marie Langer LUMEN « HORME Viamonte 1674 (1055) 49-7446 / 375-0452 / 814-4310 / FAX (54-1) 375-0453 Buenos Aires + Republica Argentina Titulo del original inglés: SELECTED PAPERS OF KARL ABRAHAM, M. D. Editado por ‘The Hogarth Press London Lid. Versién castellana de DANIEL RICARDO WAGNER 3.ted. 1994 ISBN: 950-618-066-0 Copyright de todas las ediciones en castellano por EDICIONES HORME S. A. E: Castillo 540 Buenos Aires ‘Queda hecho el depésito que previene la ley 11.723 IMPRESO EN LA ARGENTINA INDICE Presentacién de la edicién castellana, por Marie Lange Estudio introductorio, por Ernest Jones . Capitulo I — La experimentacién de traumas sexuales como una forma de actividad sexual (1907) 3 Posdata oo... . 47 Capitulo If — Las diferencias psicosexuales entre la histeria y la demencia precoz (1908) '. 48 Capitulo TIT — Las relaciones psicolégicas entre la sexualidad y el alcoholismo «1908) Capitulo IV — Estados de suefio histéricos (1910) 68 Caso A. 68 Caso B. 7 Caso C . 380 Cao D . 82 Caso E . 83 Caso F : : a 86 Capitulo V — Observaciones sobre el psicoandlisis de un caso de fetichismo del pie y del corsé (1910) . 5 Capitulo VI — Notas sobre la investigacién y tratamiento psicoanaliticos de la locura manfaco-depresiva y condiciones asociadas (1911) 104 Capitulo VIE — Un complicado ceremonial encontrado en mujeres neuréticas (1912) : . 1g Capitulo VILL — Efectos psiquicos producidos en un nifio de nueve afios por Ja observacién de las relaciones sexuales entre sus padres (1913) . 12d Capitulo IX — Restricciones y transformaciones de la escopotilia en los psico- neurdticos; con observaciones acerca de fenémenos andlogos en la psicologia de los pueblos (1918) ....seeeeeeeeeee fees 128 1, Fotofobia neuxética , 130 IE. Otras formas de trastornos neuréticos relacionados 0 con oli instinto escopotilico 45. KARL ABRAHAM Pag. ILL, Sobre la significacién de 1a oscuridad en 1a psicologia de las neu- rosis . - . 162 IV. Notas sobre la psicologia de la duda y las cavilaciones, con para- lelos extra{dos de la pricologia de los pueblos 156 V. El origen de las fobias al sol y a los fantasmas a partir del tote- tismo infantil . 170 ‘Capitulo X — Un fundamento constitucional de ta ansiedad motriz (1918)... 178 Capitulo XI — El ofdo y el conducto auditive como zonas erdgenas (1913) ... 185 ‘Capitulo XII ~ La primera etapa pregenital-de la libido (1916) . 189 Capitulo XI — Ejeculatio praccox (IGM) o.oo... cece 213 1. La uretra como zona erégena dominante 213 TE. Los impulws mausculinos activos y sus modificaciones 217 ULL EI narcisismo como fuente de resistencias sexuales . Capitulo XIV — El gasto de dinero en los estados de ansiedad (1917) .. Capitulo XV — Una forma particular de resistencia neurética contra el método Psicoanalitico (1919) 281 Capitulo XVI — La aplicabilidad del tratamiento psicoanalitico a los pacientes de edad avanzada (1919) .... 238 Capitulo XVII — La valoracién narcisista de los procesos excretorios en los suefion y en la neurosis (1920) 243 Capitulo XVIII — Contribucién a una discusién sobre el tic (1921) 247 Capitulo XIX — La atafa como slmbolo de Jos suefios (1922) . 250 Post-scriptum, 254 Capitulo XX — Una teorfa infantil sobre el origen del sexo femenino (1923) 258 Capitulo XXI — Una teorfa sexual infantil no observada hasta ahora (1925) 256 Capitulo XXII — Manifestaciones del complejo de castracién femenino (1920) 259 Capitulo XXIII — Contribuciones a la teorla del cardcter anal (1921)... Capitulo XXIV — La influencia del erotismo oral sobre la formacién del ca- réeter (1924) Capitulo XXV — La formacién del cardcter en el nivel genital del desarrollo de Ja tibido (1925) ceeeeececctees - 3il Capitulo XXVI — Un breve estudio de 1a evolucién de la libido, considerada a la Juz de Jos trastornos mentales (1924) ........020cseesseeeeeeneeee eee 319 PARTE I. Los estados man{aco-depresivos y los niveles pregenitales de la libido .. Introduccién I. Melancolia y neurosis obsesiv: anal-sidica de la libido PSICOANALISIS CLiNIcO Pag. Il. La pérdida del objeto y Ia introyeccién en el pesar normal de Ia fase oral de la libido . IV. Notas sobre la psicogénesis de la melancolla V. El prototipo infantil de 1a depresién melancélica . ‘VI. Manta VIL. La terapéutica psi depresivos .. PARTE Il. Origenes y desarrollo del amor objetivo ibliografia de las publicaciones cientificas .. Bibliograffa ...... PRESENTACION DE LA EDICION GASTELLANA EN xL ASo 1926 murié Karl Abraham, hombre dotado y capaz, de gran diversidad de intereses dentro del psicoandlisis, el campo al cual dedicé su vida. Formaba parte integrante del pequefio nticleo de cientificos que se reunié alrededor de Sigmund Freud, cuando éste, ya seguro de la base de su ciencia, salid de su aislamiento. También Ernest Jones pertenecia a este nucleo. El prélogo que acompaiia tanto Jos “Selected papers” de. Abraham, como la presente edicién de este libro, fue escrito por él in memoriam de su amigo, Ha sido una idea feliz de los editores tomar a esta publicacién como prdlogo, porque nadie podria haber sido tan apto para ponernos en contacto con Karl Abraham y enterarnos de sus altos valores cientificos y humanos como Ernest Jones, amigo y colaborador y, en afios muy posteriores, bid- grafo fiel de Freud. Sus palabras servirén ahora de nuevo para pre- sentar la persona de Karl Abraham y dar a los lectores un criterio adecuado sobre los distintos escritos incluidos en este volumen. A mi me cabe vincular esta puesta al dia, hecha casi un cuarto de siglo atras, con la actualidad viva, y ubicar a Karl Abraham en el “aqui y ahora” del psicoandlisis, si me permiten el término técnico. Al lamentar Ja gran pérdida que el movimiento psicoanalitico sufrié por la muerte de Abraham, Jones nos habla de nuestra época. Pre- dice que dentro de veinte afios podria llegar un momento critico para él psicoandlisis, cuando éste se incorporara a las demés ciencias. Entonces, dice, necesitara mucha vitalidad para preservar su esencia, y no correr el peligro de ser absorbido. Y necesitard también de hom- bres de base firme y de valor cientffico, como Karl Abraham. No ocurrié lo que temia Jones. Porque los psicoanalistas supieron defender y extender lo esencial det psicoandlisis y especialmente los analizados de Abraham desempefiaron un papel importante en esta tarea, Basta recordar los mds talentosos --Melanie Klein, Edward Glo- ver, Helene Deutsch— para demostrar que él siguid viviendo a través de sus discipulos. Efectivamente, el psicoandlisis, debido al valor de sus conceptos, ha tenido una difusién enorme y muchas de sus ideas fueron absorbidas por las diferentes ramas de las ciencias del hombre. Pero simultaneamente se desarrollé con todo vigor la ciencia del psi- coanilisis, sin perder su esencia y evolucionando en sus conceptos bdsicos. Precisamente en esa evolucién la obra de Abraham ha sido fundamental. 8 KARL ABRAHAM En la medicina moderna el psicoanalisis logré ocupar su legitimo lugar a través de la “medicina psicosomatica”. Es un campo vasto y muy prometedor tanto en sus aspectos tedricos como terapéuticos. Pero para poder orientarnos, comprender y ubicar al enfermo “psicosoma- tico”, necesitamos como guia el esquema del desarrollo de la libido elaborado por Abraham, y utilizamos conceptos basados en sus estu- dios sobre relaciones objetales tempranas. Otra adquisicién médica muy importante del psicoandlisis es su aplicabilidad como terapéutica en las psicosis y en Ia compresién que ofrece de los mecanismos y el contenido del trastorno mental. En este campo Abraham, junto con Freud, ha sido pionero y sus investigacio- nes sobre los estados maniaco-depresivos siguen siendo fundamentales. El psicoandlisis no nos ensefia solamente cémo se producen y qué significan Ios distintos trastornos psicolégicos y psicofisicos, sino tam- bién aclara su origen y cémo pueden ser evitados. Asi logré, por su valor preventivo, revolucionar la pedagogia y la puericultura. Como método terapéutico puede aplicarse a nifios de las mds distintas eda- des, reparando dafios ya hechos y devolviéndoles la posibilidad de un desarrollo sano, También ahi los trabajos de Abraham sobre los primeros estadios del desarrollo infantil han sido de importancia fundamental. Sirvieron de base para los estudios posteriores de Me- Janie Klein. En el prélogo de su libro, ya cldsico, “El Psicoandlisis del Nifio”, Melanie Klein agradece a su “maestro, que tenia la facul- tad de inspirar a sus alumnos para que pusieran lo mejor de si mismos al servicio del psicoandlisis"; recalca que él “comprendia totalmente las grandes posibilidades tedricas y prdcticas del andlisis de los nifios” y afirma que sus propias conclusiones son un desarrollo natural de Jos descubrimientos de su maestro. La obra de Karl Abraham se caracterizaba por la diversidad de sus aspectos y enfoques. Tendré que dejar de lado sus demas aporta- ciones, el lector las encontrard en este libro. En la fecha de la muerte de Karl Abraham el psicoanilisis era casi_desconocido en América Latina. Su centro indiscutible era el Viejo Mundo. En la actualidad, debido a factores politicos, .pero también a Ia gran receptividad y capacidad de aceptar y elaborar ideas nuevas que es caracteristico de Jos paises jévenes, menos atados por un pensamiento académico y tradicional, esta situacién cambié fundamentalmente; el psicoandlisis ha echado raices en América La- tina. Aparte de los numerosos especialistas, formados por las distintas asociaciones psicoanaliticas, que se dedican en pleno a su ciencia, ésta ha entrado en las distintas facultades médicas: y de humanidades y pertenece, en general, al esquema referencial:del hombre culto. Por eso la traduccién de la obra de Karl Abraham al castellano, idioma muy querido por él, llena una neccsidad. Se pone asi al alcance det piblico un material cientifico de gran valor. Marie LANGER ESTUDIO INTRODUCTORIO? StN NINGUNA duda, de todos los golpes que la ciencia del psicoanilisis ha sufrido hasta ahora, Ja muerte de Karl Abraham es el mds cruel y severo. En una oportunidad anterior hemos perdido a causa de su fallecimiento a un presidente de una sociedad local, y echamos de menos a varios otros colaboradores cuyos nombres viviran siempre en nuestra memoria. Golpes de otra clase han afectado en diversas ocasiones al movimiento psicoanalitico, uno de los cuales involucré Ja pérdida de un presidente de la Asociacién Psicoanalitica Interna- cional, por una causa que no fue su muerte. Pero, con todo el respeto debido a Ja memoria de nuestros otros colegas fallecidos, ninguno de ellos significé para el psicoandlisis tanto como Karl Abraham; pues él fue al mismo tiempo un maestro de su teoria y practica, un pionero en sus aportes a nuestro creciente conocimiento, un lider y organiza- dor de Ia especie mds rara, as{ como un leal amigo y colega de todos. Algunas de las razones por las cuales es tan grave la pérdida que hemos sufrido se haran evidentes en el siguiente informe acerca de su vida y actividades. Los principales acontecimientos de la vida de Abraham, consi- derada en su exterior, son éstos: Nacié en Bremen el $ de mayo de 1877, de modo que tenia cuarenta y ocho afios cuando murid. Pro- venia de una vieja familia judia que habia residido durante mucho tiempo en las ciudades hansedticas del norte de Alemania; tenia un hermano mayor, pero ninguna hermana. Asistié a la escuela secun- daria en su ciudad natal, y en 1896 ingresd a la carrera de Medicina. En sus afios escolares posteriores Abraham desarrollé una gran afi- cién a la filologia y la lingiiistica comparada. Si hubiera tenido la oportunidad de hacerlo hubiera preferido dedicarse enteramente a esos estudios, y su interés por ellos persistié durante toda su vida. Poseia ciertamente un talento poco comun en este sentido. Ademgs de su lengua materna podia hablar en inglés, espatiol, italiano y algo en reto- roménico; analizé pacientes en los primeros dos idiomas citados, y su comunicacién en el Congreso Internacional de Psicologia de Oxford fue pronunciada (no escrita) en inglés. Tenia también un considerable conocimiento del danés, el holandés y el francés, y sin duda estaba acostumbrado en su infancia a escuchar los dos primeros. Se sentia 1 Publicado en el “International Journal of Psychoanalysis”, Abril de 1926. 10 KARL ABRAHAM completamente cémodo con los clasicos, y aprovechd Avidamente la oportunidad que le brindaron los estudios escolares de sus hijos para revivir su familiaridad con aquéllos. Ninguno de los presentes en el Congreso de La Haya, en 1920, olvidard el asombro con que lo escu- chamos decir un discurso en un latin que tuvo que ser puesto al dia para tal ocasién. Prosiguié sus estudios de Medicina en Wurzburg (ciudad hacia Ja cual conservé un gran afecto; de ahi quizd su eleccién como sede del Congreso Psicoanalitico Aleman), Berlin, y Freiburg-im-Breisgau. Obtuvo su doctorado en 1901 en Ja ultima de las Universidades nom- bradas. Durante estos estudios se interesé principalmente por la biologia, hecho que tuvo profunda influencia sobre su labor ulterior y sobre su concepcién cientifica general. Fue durante su estadia en Freiburg cuando por primera vez conocié Suiza, pais que después preferiria a todos los demas. Le gustaba el pueblo suizo y su modo de vida, pero eran ciertamente las altas montafias, que contrastaban tanto con su escenario natal, Ia principal atraccién para él. Tan pronto como tuvo oportunidad se convirtié en un alpinista entusiasta, y realizé varias ascenciones de importancia. Como Segantini, quien murié inmediata- mente antes de Ja primera visita de Abraham a Suiza, y por cuya personalidad estaba éste tan vivamente interesado, preferia la Alta Engadina a todos los otros Iugares del mundo, y alli volvié repetidas veces, Sus ultimas vacaciones, cuando aquella convalecencia en la que todos teniamos puestas tantas esperanzas, las pasé alli, en el vera- no de 1925, y fue capaz de emprender atin en esas circunstancias as- cenciones bastante arduas. Haba acariciado durante mucho tiempo la idea de construir una “villa” en ese lugar (cerca de Sils Maria), y la iiltima carta que escribié fue una carta de negocios relacionada con ese proyecto. En Freiburg concibié el deseo de obtener un cargo en Burghélzli, en parte para estar en su amada Suiza, en parte porque lo habla impresionado la obra del profesor Bleuler en psiquiatria, y la esti- maba mas que a la de cualquier otro psiquiatra. Sin embargo, tuvo que esperar algunos atios para satisfacer este deseo, y asi, en abril de 1901 acepté el cargo de asistente en ei Asilo Municipal de Berlin, en Dalldorf. Conservé siempre el mayor respeto por quien fuera su jefe alli, el profesor Liepmann, y dos contribuciones cientificas suyas que datan de esa época se refieren al campo especial de Liepmann, el de la afasia y la apraxia. Trabajé cerca de cuatro avios en Dalldorf, adquiriendo asi una buena formacién en psiquiatria clinica; pero en diciembre de 1904 tuvo la felicidad de obtener un nombramiento en Burghdlzli, con el titulo de Asistente en la Clinica Psiquidtrica de la Universidad de Ziirich. Aqui su atencién se orienté en seguida en una direccién mas definidamente psicolégica, y gracias a Bleuler y Jung tomé conocimiento de las obras de Freud. Su primera contribu- PSICOANALISIS CLINICO ooh cién al psicoandlisis data de este periodo, y fue un trabajo (9)? leido ante la reunién anual de la Sociedad Psiquiatrica Alemana, en Frank- furt. Por una triste coincidencia su ultima aparicién en publico la hizo en un suburbio de la misma ciudad, dieciocho afios después, cuando presidié el Noveno Congreso Psicoanalitico Internacional. En esa época ocurrié también un acontecimiento que fue la causa principal de la felicidad y alegria de vivir tan caracteristica de Abra- ham, y que fue ampliamente responsable de la energia y sincero gozo con los que se entregaba a su trabajo. La obtencién del nombramiento en Ziirich coincidié con su compromiso; y dado que su posicién alli mejoré firmemente, pudo casarse en el mes de enero de 1906. Su eleccién de consorte fue extraordinariamente afortunada, pues encon- tré una camarada que compartié totalmente su vida y poseyé una aptitud para la felicidad semejante a la suya. Tuvieron una hija en Zurich, a fines de 1906, y pocos afios después un hijo, en Berlin. Abraham esperaba poder trabajar permanentemente en Suiza, pero la experiencia pronto le demostré que era muy remota la posibilidad de que un extranjero realizara alli una carrera psiquidtrica regular, de modo que tuvo que pensar en otro lugar. Su decisién de abando- nar Suiza fue indudablemente apresurada por la atmésfera incémoda que resultaba de la tensién entre Bleuler y Jung. Por lo tanto renun- cid a su cargo en noviembre de 1907, En el mismo mes encontré por primera vez a Freud, durante una visita que le hizo a éste en Viena; la Ultima vez que los dos se encontraron fue en agosto de 1924, en Semering, Las conversaciones que alli tuvicron lugar dieron temprano fruto en un importante trabajo (11) ai que tendremos ocasién de referirnos. Las relaciones personales asi establecidas florecieron en una amistad que permanecié sin sombras hasta el fin. Abraham per- tenecia al pequefio grupo que visitaba regularmente al profesor Freud durante la estacién de las vacaciones; en cierta oportunidad él orga- nizé una excursién del grupo por una regién, el Harz, que conocia bien. En diciembre de 1907 Abraham se establecié en Berlin y comenzé a practicar la psiquiatria privadamente. Algo lo ayudé al principio el profesor Oppenheim, un pariente politico, y trabajé durante un tiempo en la clinica neurolégica de éste; pero sus actitudes divergen- tes respecto a las teorias de Freud pronto provocaron el distancia- miento de ambos hombres. Una asistencia mds duradera fue la que le presté el Dr. Wilhelm Fliess, a quien Abraham conocié pocos afios después, y por el que scntia un gran respeto; fue Fliess quien tomé a su cargo principalmente el tratamiento de Abraham durante su ul- tima enfermedad. Abraham fue por tanto el primer verdadero psicoanalista de Alemania, pues dificilmente podria Hamarse asi a los pocos hombres —Muthmann, Warda, etc.— que sdlo habian seguido parcialmente las 2 Los ntimeros entre paréntesis se refieren a la bibliografia de Abraham. 12 KARL ABRAHAM teorfas de Freud. Comenzé de inmediato a interesar a otros médicos en la tarea, mediante reuniones privadas y disertaciones que efectud en su propia casa, Sin embargo, de aquellos que logré interesar en esa época, s6lo uno, el Dr. Koerber, ha perseverado hasta la actualidad. Intenté también durante algunos afios presentar el tema en Jas reunio- nes de diversas sociedades médicas, donde mostré un gran coraje y pertinacia al enfrentar solo una oposicién enconada y aun violenta. Pese a esas cualidades, no obstante, y a su caracteristico optimismo, inclusive Abraham tuvo finalmente que reconocer la futilidad de tal empresa. Pero las nubes comenzaron a abrirse. En el otofio de 1909 se le unié en Berlin el Dr. Eitingon, quien también habia trabajado en Burghélzli, y desde entonces cn adelante Abraham tuvo un colega de sus mismas ideas. La Asociacién Psicoanalitica Internacional fue formalmente esta- blecida en marzo de 1910, y la Sociedad Psicoanalitica Berlinesa fue fundada en el mismo mes. Fue la primera filial de la Asociacién In- ternacional que se constituyé, y la siguieron las sociedades de Viena y Ziirich, en abril y junio respectivamente; ambas ciudades, por su- puesto, tuvieron grupos informales afios antes que Berlin. De los nueve miembros originales (en los que estaba incluido el Dr. Warda, que fue el primer médico que apoyé independientemente las teorias de Freud) , sélo dos permanecen todavia en Ia Sociedad, los Drs. Eitingon y Koerber. Més adelante diremos algo acerca de Io que significé Abra- ham para la Sociedad Berlinesa, pero podemos mencionar ahora al- gunos hechos. Ocupé la presidencia de la Sociedad desde su funda- cién hasta su muerte. Se consagré generosamente y dedicé sus mejo- res esfuerzos a ella; siempre ponia sus intereses por encima de toda otra cosa. Su asistencia, su guia y su critica fueron incesantes. Casi todas sus obras principales fueron comunicadas en primer lugar a la Sociedad. En total, leyé ante ella no menos de cuarenta y seis comu- nicaciones durante los quince afios de su presidencia, en varios de los cuales no se pudo disponer de él debido a la guerra o a enfermedad; doce comunicaciones fueron presentadas en un solo afio (1923). Su aptitud para la ensefianza y el adiestramiento de analistas encontrs aplicacién también fuera de las actividades de 1a Sociedad. Condujo varios andlisis de adiestramiento, y entre sus discipulos mas destaca- dos podemos mencionar a Helene Deutsch, Edward Glover, James Glover, Melanie Klein, Sindor Radé y Theodor Reik. Sin embargo, se suscitaron obvias dificultades al ser analizados por el presidente de Ja Sociedad analistas locales, de modo que fue un alivio para Abra- ham el que se solucionara este problema brillantemente cuando se invité a venir a Berlin, con un nombramiento oficial en relacién con este aspecto de los trabajos, al Dr. Hans Sachs. Por otra parte, Abra- ham se dedicé sin reservas ala preparacién de cursos de conferencias, prestando a este respecto inestimables servicios en Berlin. El primer curso que dio con el auspicio de la Sociedad fue uno de cuatro sema- PSICOANALISIS CLINICO 13 nas, en marzo de 1911; de entonces en adelante desempefié un papel prominente en todas las series presentadas por la Sociedad, y mds tarde por el Lehrinstitut. Abraham también se mostré activo en la fundacién y sostenimiento del Policlinico de Berlin, aunque en menor proporcién que Eitingon. Desde el comienzo de sus tareas, en 1920, fue un miembro prominente de la Comisién para la Educacién de Psicoanalistas. En este campo se ocupé de la seleccién de candidatos adecuados, del adiestramiento de algunos de los seleccionados, parti- cularmente los del extranjero, y de una colaboracién general en mate- ria de organizacién. Su tiempo estaba, por supuesto, demasiado soli- citado como para que pudiera cumplir tareas cotidianas en el mismo Policlinico. De un modo semejante, fue estrecha la relacin de Abraham con la Asociacién Internacional. Fue uno de los cinco o seis miembros que asistieron a todos los congresos realizados hasta el momento. El pri- mer Congreso, efectuado en abril de 1908, aunque fue organizado en realidad por el.Dr. Jung, fue prevalentemente austro-hingaro en cuan- to a sus asistentes; Abraham fue uno de los tres “forasteros” que ha- blaron en él (siendo los otros dos Jung y el que esto escribe). Leyd un trabajo en cada uno de los Congresos, con excepcién del ultimo, en el cual se vio impedido de hacerlo por su mala salud y por sus deberes de presidente; éste es un “record” slo igualado por el profe- sor Freud y el Dr. Ferenczi. Los ocho trabajos en cuestién se cuentan entre las mds valiosas de sus contribuciones al psicoandlisis, y a todos los mencionaremos al considerar su obra cientifica. En el Congreso de Munich de 1913 y después de él, Abraham dirigié la oposicién contra Jung, y luego de que el ultimo renunciara, el Congreso Ase- sor de la Asociacién designéd a Abraham para actuar como Presidente provisional hasta que pudiera realizarse el préximo Congreso, Hizo todos los preparativos para uno que se hubiera debido reunir en Dresden, en septiembre de 1914, y cuando se reunié finalmente en Budapest, en septiembre de 1918, lo presidié de acuerdo con sus facul- tades provisionales. En el Séptimo Congreso, en 1922, fue nombrado Secretario de la Asociacién Internacional, y en el Octavo, en 1924, fue finalmente elegido Presidente, en medio de grandes aplausos. Fue re- elegido por unanimidad en el Noveno Congreso, realizado en el afio siguiente. Abraham estuvo en la junta editorial del “Zentralblatt” y del “Zeitschrift” desde el comienzo de. esos periddicos, y en 1919 fue uno de los editores del ultimo. Sin embargo, su actividad estaba aqui limi- tada a los problemas de politica general de la publicacion, y el aporte de articulos y criticas originales. Cuando el Dr. Jung renuncié como director del “Jahrbuch”, lo sucedieron los Drs. Abraham y Histsch- mann, quienes publicaron el Volumen VI, en 1914. Hubieran conti- nuado desempefiando esas funciones, sin duda, si no se hubiera deci- dido dejar de publicar el “Jahrbuch”. . 4 KARL ABRAHAM Durante casi todo el curso de Ja guerra Abraham presté servicios en Allenstein, Prusia Oriental, donde fue médico jefe del puesto psi- quidtrico del Vigésimo Cuerpo de Ejercito. La experiencia alli adqui- rida le permitié hacer una contribucién a la psicologia de la neurosis de guerra (57), y dos de sus trabajos més valiosos (52, 54) también datan de este periodo. La guerra le dejé un desastroso legado de mala salud, Jo que fue muy posiblemente la causa primaria de’ su muerte. Hacia el fin de su servicio contrajo una grave disenteria, de la que le costé un gran esfuerzo desprenderse. Aun después sufrid ataques recu- rrentes, de los cuales el ultimo fue en la primavera de 1924. Entonces parecié que su salud estaba perfectamente restablecida. En mayo de 1928 inhalé accidentalmente un pequeio cuerpo extrafio; éste estaba presuriiblemente infectado, pues luego de una quincena sufrié un alarmante ataque de bronconeumonia séptica, que poco después de- mostré ser fatal. Le dejé una bronquiectasis local que nunca desapa- recié6 por completo. Una convalecencia de varias semanas en la En- gadina fue segaida por el esfuerzo de presidir el Congreso de Homburg, Jo cual fue evidentemente demasiado para él. En el otofio, no obs- tante, parecia estar mejor, ¢ inclusive intenté hacer un resumen de su obra. Pero su estado empeord, se presentaron oscuras complicacio- nies, y en noviembre tuvo que ingresar en un hospital. Una quincena més tarde se sometid a una seria operacién que no produjo el efecto esperado. ‘Decayé gradualmente, y finalmente sucumbié en el dia de Navidad de 1925. En toda su larga y penosa enfermedad nunca mani- festé duda alguna acerca del desenlace, y hasta el mismo final estaba pletérico de planes optimistas. Su tenacidad para vivir, su fuerza de voluntad y su poder de recuperacién fisica eran extraordinatios, y asombraron a los médicos que to atendian. Varias veces parecié im- posible que un ser humano pudiera sobrevivir al espantoso esfuerzo que el mal impuso a su cuerpo, pero su voluntad y su coraje rehusa- ron rendirse hasta que ces6 de respirar. Para obtener una visién fresca y unitaria de las obras cientificas de Abraham, acabo de releerlas en su totalidad, y registraré aqui mis impresiones. Se comprender4 que en una estimacién personal de este cardcter general no se emprenderd ningiin intento de resumir o criti- car en detalle las obras mismas. Las observaciones que se ofrecerén. pueden ser divididas bajo los encabezamientos de cantidad, calidad y contenido. Abraham no fue un escritor copioso, y el monto real de lo que escribié es menor de lo que hubiera podido esperarse a partir de la impresién que tenemos acerca de su importancia. Sus publicaciones impresas, excluyendo a las comunicaciones meramente verbales, con- sisten de cuatro pequefios libros, que contienen en total menos de 800 paginas, y cuarenta y nueve otros trabajos que suman cerca de 400 pa- ginas; ademds hay por lo menos un trabajo péstumo. Muchos de PSICOANALISIS CLINICO 15 aquéllos sélo tienen una o dos paginas, y solamente cinco exceden las veinte paginas. El hecho recién mencionado debe atribuirse sin duda al que fue el rasgo més saliente de los escritos de Abraham, a saber, una notable concisién. Abraham nunca- desperdiciaba una palabra para decir lo que tenia que decir; cada frase estaba impregnada de significado, y este significado era expresado con una lucidez ajena a toda ambigiiedad. Tenia un intenso sentido de lo concreto; se atenia estrictamente a sus datos clinicos y nunca incurria en hipétesis remotas. Estas cuali- dades, junto con un grado de objetividad poco comin, eran también de gran valor para el examen de la obra de otros autores. Los juicios criticos colectivos que escribié (15, 16, 51, 73) fueron modelos de lo que deben ser tales cosas y son de valor permanente para la répida orientacién del estudiante de psicoandlisis; las mismas cualidades se observan en las numerosas criticas que escribié para el “Zentralblatt” y el “Zeitschrift”, que no estén inclufdas en la bibliografia. Abraham era un maestro en fa exposicién, y sobresalia especialmente en el difi- cil arte de presentar las historias de casos. Es bien sabido cudn arduo es hacer un informe de los casos de otro analista, el cual puede resul- tar tan incompleto como para ser inutil o tan largo y confuso como para ser tedioso. El estilo fliido y suelto de Abraham, combinado con su sentido de lo esencial, le permitian iniciar al lector en el meollo de un caso en una o dos paginas, y los datos clinicos con los cuales apoyaba sus conclusiones eran siempre tan interesantes como instruc- tivos. Pocos escritores psicoanaliticos Jo han igualado en el don de un estilo claro y atractivo, don tanto mds valioso para tratar temas tan complicados. Pasando ahora a la naturaleza y contenido de los escritos de Abraham, debemos tener constantemente presente, al estimar su im- portancia, la fecha en la que fueron redactados. Es una prueba de la general exactitud de su obra el que una parte tan grande de ella haya sido incorporada 2 nuestro saber cotidiano, de modo que no resulta facil apreciar lo novedosa que fuera en su oportunidad. Sus escritos corresponden, de una manera general, 2 cuatro grupos. En primer Iu- gar estdn aquellos trabajos innovadores a los que ya se ha hecho refe- Tencia; entre ellos pueden ser mencionados los que tratan de la psico- logia de la demencia precoz (11), los aspectos sexuales del alcoho- lismo (12), la influencia de las fijaciones incestuosas en la eleccién de pareja (13), y su libro sobre los suefios y los mitos (14). En segundo lugar, hay cierto ntimero de estudios nitidos y acabados, cldsicos que podemos releer siempre con deleite y provecho; tales son sus ensayos sobre las fantasias de los suefios en la histeria (17), Segantini (30), Amenhotep (84), las transformaciones de la escoptofilia (48), la eya- culacién prematura (54), las neurosis de guerra (57), y el complejo de castracién en las mujeres (67). En tercer lugar tenemos sus obras més. originales, que constituyen una valiosa y permanente contribu- 16 KARL ABRAHAM cién, a nuestro conocimiento; dentro de ellas, concedemos una posicién conspicua a sus investigaciones sobre ¢l estadio pregenital de desarro- Mo (52) junto con sus dos libros sobre la evolucién de la libido (105) y la formacién del caracten (106) , respectivamente. El cuarto y wltimo grupo comprenderia un gran numero de trabajos breves que siempre contienen datos que ilustraron, confirmaron o expandieron nuestro conocimiento de la teoria y practica del psicoandlisis. Al examinar los escritos de Abraham en conjunto, llama nuestra atencién especialmente su cardcter notablemente polifacético. Abarcan todo el campo del psicoanilisis, y hay pocos sectores de él que ellos no esclarezcan. Aun acerca de los aspectos del psicoandlisis sobre los que escribié menos, por ejemplo Ja homosexualidad, la interpretacién de los suefios, y la educacién, hay implicito en sus otras obras lo sufi- ciente como para mostrar que estaba completamente familiarizado con tales problemas. La diversidad de sus escritos hace conveniente dividirlos en grupos diferentes, para cuyo propésito hemos elegido cinco encabezamientos principales. 1. Nifzz (incluyendo Ia sexualidad infantil). Los dos primeros trabajos psicoanaliticos de Abraham versaron sobre Ios traumas infan- tiles (9, 10) y desde el primero se preocupé por sefialar los aspectos dindmicos de la reaccién individual ante el trauma. Demostré cémo el reiterado padecimiento de ataques sexuales constituye en algunos nifios una forma regular de su actividad sexual, un aspecto del pro- blema totalmente ignorado por los crimindlogos, e inclusive por los psicdlogos. Respecto al mismo asunto, con referencia especial a las neurosis traumdticas, se ocupé de los impulsos inconcientes que se dirigen contra el propio yo (dafo o muerte), tema que reaparece muchas veces en sus obras. Estos impulsos, que describiriamos actual- mente en términos de hostilidad contra el ego o contra algdin objeto repudiado que ha sido incorporado dentro del ego, fueron atribuidos por Abraham al masoquismo inconciente. Pasamos ahora de sus primeros escritos a algunos de sus wltimos, que pueden muy bien ser considerados los més importantes. Me refie- ro a su obra sobre el estadio pregenital de! desarrollo de la libido. Ya en 1913, el titulo de una comunicacién a la Sociedad Berlinesa (41) nos revela que estaba interesado en la interrelacién de los instintos de nutricién y sexual, y en 1916 publicé una de las dos mds brillantes contribuciones que hiciera al psicoandlisis (52). Con la ayuda de un sorprendente material de casos, que contenia ejemplos de h4bitos orales infantiles que persistian hasta una edad en la cual su natura- leza erética podia ser establecida fuera de toda duda por la introspec- cién directa, confirmé completamente las conclusiones de Freud acerca del erotismo oral. Adoptando los términos freudianos “pregenital” y “canibalistico”, enriquecié considerablemente nuestro conocimiento de esta fase del desarrollo, en particular en lo que ataiie a los fenéme- nos de la vida ulterior que derivan de ella. Notables a este respecte PSICOANALISIS CL{NIco Ww son las importantes relaciones que establecié entre el erotismo oral por una parte, y el suefio y el hablar por Ja otra. Muchos trastornos de la alimentacién fueron derivados de una fuente semejante. Abraham distinguié entre los casos donde se ha efectuado una disociacién de - Tas dos formas de actividad de la boca (de la nutricién y erdtica), que estan en un principio tan estrechamente unidas, y aquellos en los cuales esa unién ha persistido; y destacd que los adultos que se chu- pan el dedo, etc., pertenecen a la primera categoria, es decir, se en- cuentran eh una etapa del desarrollo mds avanzada que la persona que sufre trastornos neuréticos de la funcién nutricia. Los aspectos clinicos de este trabajo, sobre la locura maniaco-depresiva, seran men- cionados mas adelante. La continuacién de esta obra, que tomé la forma de un libro pu- blicado recien el afio pasado (105), posee tal tiqueza de pensamiento e investigacién que ningtin resumen podria hacerle justicia. Es la mds importante contribucién de Abraham al psicoanilisis. En ella sub- divide las tres principales etapas del desarrollo de la libido, en seis: oral (1, de'succién; 2, de morder) ; anal-sddica (1, destructiva y expul- sora; 2, de control y retencién); genital (1, fdlica; 2, adulta). Nin- na de esas subdivisiones fue enteramente original de su parte, pero él modo detallado y explicito en que las analizé y mostré la relacién precisa entre unas y otras, constituye una obra maestra que debe ocupar siempre un lugar destacado en Ia literatura psicoanalitica. En colaboracién con van Ophuijsen aclaré los problemas de la relacién del nifio con su objeto en el nivel de la alimentacién (incorporacién, expulsién, ete.), y arrojé mucha luz sobre los oscuros problemas de la vida sexual pregenital. Entre otras contribuciones al estudio de la nifiez pueden mencio- narse sus trabajos sobre el papel que juegan los abuelos en Ia fanta- sia infantil (40), los efectos del coito escuchado accidentalmente (425 véase también 43, Sec. ii), la actitud narcisista de los nifios respecto de los procesos excretorios (63), y una serie de interesantes observa- ciones sobre las teorias sexuales infantiles (83, 94, 110); los numeros 38, 85 y 98 también pertenecen a este grupo. 2. SexvAuwap. El interés de Abraham por el desarrollo pregeni- tal era paralelo al que mostraba por los instintos a partir de los cuales evoluciona la sexualidad adulta. En un trabajo temprano sobre un caso de fetichismo del pie y del corsé (18), demostré cémo Jos impul- sos osfresioldgnico, escoptolagnico y sadista pueden sufrir un complejo proceso de entrelazamiento y desplazamiento que produce una perver- sién manifiesta. Su trabajo aislado mas largo se refirié a las restricciones y trans- formaciones que puede sufrir el impulso escoptofilico (48). Utilizan- do un rico material de casos para fundar sus conclusiones, se ocupé de las diversas formas de ansiedad relacionadas con la funcién visual, de otras perturbaciones de esa funcién, y de las enfermedades neur6- 18 KARL ABRAHAM ticas dei mismo érgano visual. Hizo derivar el temor neurético a la luz de desplazamientos de una actitud ambivalente respecto a los ér- ganos genitales de los padres, y especialmente del padre; en relacién a esto fueron descritos un caso de histeria y dos de demencia precoz, registrando los resultados terapéuticos. Otros temas de! mismo trabajo son el dolor en fos ojos y otros sintomas oculares neuréticos, el signi- ficado simbélico de Ia oscuridad (que se describird Iuego) , las fobias telacionadas con los fantasmas y el sol, y varios problemas correspon- dientes al psicoandlisis aplicado, que serén mencionados en su opor- tunidad. Un sagaz trabajo escrito durante la guerra resolvié muchos pro- blemas relativos a la eyaculacién prematura (54). Ilustrando nueva- mente sus aseveraciones con su amplia experiencia clinica, demostrd cémo este sintoma resulta de una falla en la evolucién del erotismo uretral. Sin embargo, no es simplemente una fijacién en esta forma de crotismo, puesto que no sucede en la masturbacién, pero depende de algtin aspecto de la relacién con el objeto. La cobardia caracterfs- tica de ese estado, y el temor de lastimar a las mujeres, indican un éadismo reprimido. Tales pacientes tienen una sobreestimacién narci- sista del pene en cuanto érgano urinario; desean exhibir fa miccién ante Ja mujer, y debido a su supuesto desprecio por esa accidn, ellos reac- cionan de una manera hostil con el impulso de ensuciarla. Una de- cepcién afectiva respecto a la madre, y Ja consiguiente hostilidad con- tra ella, provee la clave de la situacién, como sucede tan a menudo en los problemas que Abraham estudié. Otro trabajo muy valioso se refiere a la otra cara de esta actitud, esto es, a Ja hostilidad de las mujeres contra los hombres, tal como se manifiesta en lo que Abraham denominé el complejo de castra- cién femenino (67). Esta contribucién, que es extraordinariamente rica y sugestiva, constituye la base de nuestro conocimiento de un tema oscuro, y ha abierto ya la puerta para importantes investigaciones ul- teriores. Luego de considerar los diversos modos en que Ia nifia puede reaccionar ante la creencia de que ha sido castrada, la sustitucién del deseo de tener un pene por el de tener un hijo (confirmada por la ultima contribucién de Freud sobre el tema, en el Congreso de Hom- burg), y asi siguiendo, Abraham distinguié dos tipos neurdticos, 2 los que, sin embargo, evidentemente no se debe separar de manera muy tajante. Ellos resultan respectivamente, de la represién del deseo de apoderarse del miembro masculino en una direccién positiva, y del deseo de vengarse castrando al hombre; Abraham los Ilamé tipos del cumplimiento del deseo y de la venganza, respectivamente. Com- paré esas neurosis con las expresiones mas explicitas en Ja formacion del cardcter, correspondiendo ef primer tipo a la homosexualidad fe- menina, y el segundo a la reaccién sddica arcaica. El impulso moti- vador en este ultimo es el de morder el pene del hombre, o por lo menos disminuir su potencia decepcionindolo con la frigidez y com PSICOANALISIS CLINICO 19 otros complicados modos de hostilidad que lo colocarfan en una situa- cién capaz de provocar desdén. Esta actitud culmina légicamente en un marcado menosprecio del pene, y de los hombres en general. Abra- ham mostré la relacién del complejo con diversos s{ntomas neuréticos, tales como vaginismo, enuresis, conjuntivitis neurética, etc., y sefialé también Jos numerosos modos en los que puede influir sobre las mu- jeres en cuanto a la eleccién del objeto. Por ultimo, demostré como esas mujeres pueden transmitir a sus nifios sus reacciones determina- das por el complejo. : Las contribuciones de Abraham en Ia esfera de Jas relaciones amo- rosas en el sentido usual, son menos extensas. En uno de sus primeros trabajos (13) demostré cémo los matrimonios entre. parientes son a menudo la expresién de una fijacién incestuosa, hecho de importancia en cuanto a Ja transmisién de las tendencias neuréticas. Respecto a este asunto destacé también (al mismo tiempo que Ferenczi) el papel que juegan tales fijaciones en la etiologia de la impotencia psiquica y la frigidez. Vio otra manifestacién de esta fijacién en la desmedida tendencia a la monogamia, Algunos afios después publicé una contra- parte de este estudio en la que consideré la manifestacién inversa de la exogamia neurética (45). La fijacién incestuosa fue el tema de varios otros trabajos (por ejemplo, 20, 22, 28, 53, 97, 98, 107, 112), y por supuesto, fue tomada muy en cuenta en toda su obra psicoana- litica. Otros trabajos sobre tépicos puramente sexuales son dos sobre el sadismo (21 y 33), uno sobre el conducto auditivo como zona eré- gena (46), dos sobre el erotismo anal (48 y 70), que serdn mencio- nados después, y varios articulos breves (66, 86, 88, 89, 103). 3. Temas ciinicos. Como podia esperarse de un clinico de la talla de Abraham, sus contribuciones en esta esfera son de especial importancia. La primera digna de nota sefialé un punto decisivo en nuestro conocimiento de la psicologia de la demencia precoz (Il) y de la diferencia entre neurosis y psicosis en general. Es un motivo de asombro el que un psiquiatra profesional como él nunca hay2 vuelto al tema; presumiblemente eso se debié a que su interés en este campo se concentré en el intento de develar otras psicosis. Colegas celosos, en Ziirich, lo acusaron injustamente de no reconocer de un modo suficiente su deuda con Jung respecto a este trabajo, pero los hechos demostraron claramente que Jung nunca acepté la principal idea expuesta en aquél, y que, como el mismo Abraham reconocia, surgié de una conversacién con Freud (la primera que sostuvieron) . La idea en cuestién era la de que las perturbaciones de las funciones del ego pueden ser puramente secundarias respecto a las perturbacio- nes en Ia esfera de la libido, en cuyo caso seria posible aplicar la teoria de Ja libido de Freud a la dilucidacién de la demencia precoz. Luego de considerar la relacién entre Ia sublimacién y la transferencia Abraham sefialé que la capacidad para ambos procesos esté dismi- 20 KARL ABRAHAM nuida en la demencia precoz, y que la llamada demencia es simple- mente ¢] resultado de ese estado de cosas. En ella la libido se aparta de los objetos —lo opuesto de la histeria, donde hay una exagerada catexia en el objeto— y se aplica al propio yo. De esto derivé las ilu- siones de persecucién y megalomania, siendo Ia wltima una expresién de una sobreestimacién sexual autoerdtica (de to que. después se deno- mind narcisismo). En contradiccién con la histeria, la peculiaridad psicosexual de Ia demencia precoz reside en un desarrollo inhibido en el nivel autoerético, con la consiguiente tendencia a regresar a ese nivel, La contribucién mas sistematica de Abraham a la psicopatologia, y probablemente también la mds importante, la constituyen sus tres obras sobre la locura maniaco-depresiva. El brillante ensayo de Freud en el mismo campo, y su notable manera de encontrar la clave central de los problemas, han oscurecido parcialmente, sin duda, la reputa- cién que Abraham merecia, como sucede siempre que el genio y el talento se colocan lado a lado; y esto fue probablemente realzado por una circunstancia puramente accidental: “Trauer und Melancholic” fue escrita en un momento en que no podia hacerse referencia en la obra a algunas contribuciones valiosas que Abraham habia hecho recientemente (52), aunque, debido a Jas condiciones de guerra, aqué- Ia no se publicé en realidad hasta un afio después que las tltimas. Ninguna obra de Abraham revela sus cualidades cientificas, asi como sus limitaciones, mejor que ésta sobre la locura manfaco-depresiva. Fue éste también el estudio que evidentemente lo fascind mds que ningun otro, aunque es probable, como lo sugieren en realidad los titulos de dos de los tres trabajos, que estaba mds interesado en la luz que esa enfermedad arroja sobre ciertos estadios tempranos del desarrollo de Ja libido, que en los problemas clinicos como tales. En su primer trabajo sobre el tema (‘“‘Ansitze”, etc., 26), que fue leido en el Congreso de Weimar en 1911, Abraham partié de Ia supo- sicién de que Ja depresién debe tener con el pesar una relacién similar a la de la ansiedad con el miedo, y legé a la conclusion de que Ja desesperanza de la vida es el resultado de una renunciacién a la meta sexual. Narré seis casos, en todos los cuales encontré rasgos tanto clinicos como psicolégicos muy semejantes a los de la neurosis obse- siva. Asi, los pacientes exhibieron muchas caracteristicas de esta ultima en el Hamado intervalo libre, y en ambos estados hay una paraliza- cién mutua de los instintos de amor y de odio. En la locura maniaco- depresiva la libido manitiesta predominantemente una actitud de aver- sién. Es como si el paciente dijera: “No puedo amar a causa de mi odio; el resultado es que soy odiado, cosa que me deprime y me hace odiar en retribucién” (reaparicién del sadismo reprimido) . El senti- miento de culpa y pecado corresponde al odio reprimido. La ilusién de pobreza es una expresién del mismo hecho (dinero = amor). En Ja mania los complejos superan a las inhibiciones y el paciente retorna PSICOANALISIS CLINICO 21 al estado libre de cuidados de la infancia. Abraham informé sobre los efectos benéficos de sus esfuerzos terapéuticos, considerando que jus- tifican la esperanza de que le tocard al psicoandlisis liberar a la psi- quiatria de la pesadilla del nihilismo terapéutico. Su tratamiento de estos problemas clinicos es mds incidental en su segunda contribucién (“Untersuchungen tiber die fritheste prigenitale Entwicklungsstufe der Libido”, 52), pero no menos importante. Reco- nocié aqui claramente la fijacién oral en la melancolia, y pudo expli- car sobre esa base varios rasgos clinicos. As{, el rechazo del alimento se debe a Ja regresién a la vieja asociacién de la nutricién con el erotismo oral, como ocurre también con el temor a la inanicién. Pudo formular ademis la distincién entre la locura maniaco-depresiva y la neurosis obsesiva, estrechamente ligada a ella, en términos de la orga- nizacién pregenital de la libido. En la ultima, con su fijacién anal- sddica, la actitud hacia el objeto és una de dominio, mientras que en la primera es una de aniquilacién por medio del engullimiento (dlti- ma etapa oral). El rasgo mds notable de la melancolia, los intensos autorreproches y el menosprecio de si mismo, fueron considerados por Abraham como autocastigo inducido por el horror ante los impulsos canibalisticos reprimidos. En esto acerté parcialmente, pues cierto numero de ellos emana de ese modo de una conciencia culpable, pero no hizo la observacién mucho mas importante, de lo que Freud dijera que “no era de ningtin modo dificil de percibir’, a saber, que estos reproches estén principalmente dirigidos contra la imagen del objeto amoroso perdido, que ha sido erigida dentro del ego. En un trabajo posterior describié su dificultad para comprender el punto cuando lo leyd en el ensayo de Freud, y dio una explicacién personal de su inhibicién; no es probable, sin embargo, que la explicacién fuera completa. Para un hombre como él, de rigidas normas éticas, era evidentemente més facil aceptar el hecho de que una persona se in- flinja un severo sufrimiento como castigo por haber tenido descos hostiles dirigidos contra un objeto amoroso, que creer que tal persona esta todavia torturando la imagen de ese objeto. Su tercer estudio del problema, y el mas completo (105), presté gran atencién al trascendental ensayo de Freud, y Abraham pudo con- firmar en detalle todas las conclusiones de Freud y aun ampliar algu- nas de ellas, Identificéd la incorporacién del objeto, que Freud habia sefialado, con el impulso de engullir que data de la etapa oral, y a este respecto desarrollé algunas consideraciones interesantes acerca del proceso de introyeccién en general. Los hechos de que en el intervalo libre el melancélico puede avanzar hasta un nivel obsesivo (esto es, anal-sédico), y de que una diferencia esencial entre los dos estados consiste en que el melancélico abandona su relacién con el objeto mientras que el neurético obsesivo la conserva (Freud), lo Hevd a Ja conclusién de que la fase anal-sddica debe tencr dos subfases (véase supra) . Sugirié que la linea de demarcacién entre estas dos subfases 22 KARL ABRAHAM puede ser de gran importancia prictica en psiquiatria en cuanto indi- ca el punto donde se establece una verdadera relacién objetiva, sefia- lando asi una de las principales distinciones entre la neurosis y la psicosis. Buscé Ja etiologia de la locura maniaco-depresiva en un ero- tismo oral constitucionalmente fuerte, con una fijacién especial en este nivel causada por graves decepciones en relacién con la madre; distinguiéd entre decepciones de este cardcter que ocurren antes, du- rante y después de la etapa edipica. El odio del melancélico se dirige principalmente contra la madre, pero en un pasaje posterior Abra- ham destacé que en parte estd originalmente referido al padre, ha- biendo en esta perturbacién una tendencia poco habitual a invertir el complejo de Edipo. Este rasgo, y la ambivalencia respecto a ambos padres, conducen a complicadas formas de introyeccién; Abraham pudo distinguir entre los reproches que emanan del objeto amoroso introyectado contra el yo y los que dirige el yo contra la imagen del objeto; los ultimos son, por supuesto, los mas caracteristicos e im- portantes. Abraham trazé un interesante paralelo entre la melancolia y los procesos del pesar arcaico que elucidara Roheim. Arrojé ademas mucha luz sobre el oscuro tema del curioso curso que sigue la locura manfa- co-depresiva. Consideré a la incorporacién del objeto en Ia fase oral como siendo parcialmente determinada por un intento de preservarlo de la aniquilacién, y sostuvo que entonces, una vez que el ataque sidico se ha disipado, Ja imagen del objeto amoroso es nuevamente expelida, por Ia via anal. Hizo una descripcién de lo que Uamé la “depresién primaria” de la infancia, precursora de la melancolfa, y sugirid que los pacientes maniacos que no han sido alectados prece- dentemente por la melancolfa, estén tratando todavia de desembara- zarse de su depresién primaria y del exacerbado deseo sexual que sucede al padecimiento de una afliccién, como se comprueba especial- mente en las ceremonias primitivas. En un trabajo temprano sobre los estados de suefio histéricos (17), Abraham puso este sindrome, descrito por Léwenfeld, en relacién con la obra de Freud sobre los ataques histéricos, y derivé su génesis de las fantasias de masturbacién que han sufrido una represién. Tales pacientes se demoran en el estadio del placer preliminar porque el placer final est& asociado con la ansiedad. Narré seis casos de este tipo. En uno de ellos pudo hacer remontar el sindrome de la macrop- sia a una regresién a la nifiez. Su estudio de ese estado proporcioné un eslabén entre la sugestién alégena y heterégena, en cuanto pudo mostrarse que Jos ataques ocurren o bien muy esponténeamente o en presencia de personas por quienes los pacientes se sienten influidos hipnoticamente. Varios de los trabajos cortos de Abraham tuvieron por tema las fantasias, y su bello andlisis del tipo de fantasia de salvacién del padre (76), es ‘especialmente digno de mencién a este respecto, PSICOANALISIS CLINICO 23 Abraham publicé dos trabajos sobre la ansiedad locomotriz (39 y 44), uma afeccién de Ja que él mismo habia padecido ligeros sinto- mas en edad temprana. Sefialé que puede demostrarse el origen sexual de la ansiedad mediante su reconversién terapéutica, cuando los mis- mos pacientes encuentran un placer desusado en los actos de locomo- cién (tanto activos como pasivos). En el mismo trabajo (44) esclare- cié el frecuente sintoma del “temor del temor” relaciondndolo con la represién de la “anticipacién del placer”. Su experiencia en Ja guerra le permitié confirmar independien- temente la teoria que habia sido propuesta por el presente autor respecto al origen narcisista de los Hamados casos de “shock de gue- rra” (87), como también lo hizo Ferenczi poco después. Gon frecuen- cia se critica el cardcter supuestamente subjetivo del trabajo psicoana- litico, pero esto debe ser citado como una demostracién experimental de lo contrario. Enfrentados con problemas enteramente nuevos, obser- vadores de diferentes paises, completamente separados entre si por las condiciones de guerra, los investigaron y arribaron sustancialmente 2 las mismas conclusiones. En una consideracién de la obra de Ferenczi sobre el tic, Abra- ham ‘presenté la interesante sugestion de que éste representa un sintoma de conversién en el nivel anal-sddico, que debe compararse con los sintomas de la histeria de conversién que se desarrollan en el nivel falico (72). Las contribuciones de Abraham sobre temas terapéuticos fueron pocas pero importantes, La principal fue por cierto su estudio de un especial y dificil tipo de reaccién caracteristica de algunos pacien- tes (58). Ellos son en su mayoria neurdticos obsesivos que exhiben un alto grado de desafio narcisista y que tienden a evitar la transferencia identificdndose con el! analista. Insisten en conducir ellos mismos su andlisis, tendencia que Abraham relacioné con reacciones anal-sddicas. La prohibicién de la masturbacién formal juega un papel importante en la etiologia de tales casos. Abraham hizo valiosas observaciones sobre la técnica terapéutica especial que es necesaria para tratar este dificil tipo. Su trabajo sobre el tratamiento psicoanalitico en la edad avanzada (62) puede ser citado para corroborar que la prognosis de- pende més de la edad de la neurosis (esto es, de la edad que tenia el paciente cuando Ia neurosis se hizo grave) que de la edad real del paciente. Sin embargo, en los casos de mayor edad son necesarias medidas especiales, tales como una més activa presién y ayuda por parte del analista. A este respecto puede mencionarse también la cla- ridad con que ilustré el concepto de Freud de no estimular a los pacientes para que escriban sus suefios antes del andlisis (37). Final- mente, la obra de Abraham sobre el tratamiento de los pacientes psi- céticos es todavia Ia mejor que poseemos, y debemos considerarlo ciertamente como un precursor en este dificil campo. Mostré un raro grado de escepticismo y honestidad critica en la exposicién de los 24 KARL ABRAHAM resultados obtenidos por él (26, 105), y sugirié criterios utiles (por ejemplo, los sintomas transitorios) para determinar qué proporcién de un cambio dado en el estado mental puede ser atribuida a los esfuerzos ierapéuticos del médico. Demostrd que Ja locura mantaco- depresiva, en los casos favorables, puede ser radicalmente afectada por el psicoandlisis, y tenia muchas esperanzas de un progreso ulterior en esta direccién. : Abraham mostré un especial interés por los problemas del alco- holismo y Ia aficién a las drogas. Casi los tinicos trabajos que escribid en su dias preanaliticos, aparte de aquellos que fueron evidentemente inspirados por los intereses de su maestro, versaron sobre los efectos de la ingestién de drogas (3 y 4). Su temprano trabajo sobre las rela- ciones entre el alcoholismo y Ja sexualidad (12) demostré Ia natura- leza esencial de la conexién entre ambos, y fue el fundamento de todo nuestro conocimiento posterior del tema. En realidad, la tnica con- wribucién posterior importante que se ha hecho al respecto se ocupé de la relacién inherente entre alcoholismo y homosexualidad, la cual, de un modo curioso, sélo fue sefialada por Abraham a propésito de las mujeres. Dejé de percibir, también, la base homosexual de las ilusiones alcohélicas de celos, atribuyendo éstas tinicamente al despla- zamiento de la culpabilidad sobre la pareja. Mostrd, sin embargo, que lo que se persigue con la bebida es un aumento temporario de la potencia sexual contrarrestando las represiones y sublimaciones y libe- rando en especial los impulsos componentes, y ademds que el alcohol traiciona luego a quien lo usa al disminuir su potencia. Revelé tam- bién 1a identificacién inconciente del alcohol con el semen, y la jeringa con el falo. En Ja misma contribucién insistié en Ja relacién que existe entre la morfinomania y la sexualidad reprimida, como lo hizo también en pasajes posteriores (17, s. 14; 52, s. 84), donde sefialé la base oral del fumar y de la morfinomania. Las numerosas comunicaciones cortas sobre temas clinicos (24, 31, 32, 86, 49, 55, 68, 71, 90, 91, 104, E11) contienen en su mayoria . notables observaciones y sugestiones. Puede comprobarse que el inte- rés de Abraham por la neurosis obsesiva parece haber sido mayor que el que Je despertara la histeria. Se esté preparando un trabajo clinico sobre las ensefianzas de Coué (115) en base a notas dejadas por Abraham, del cual no pudo disponerse en el momento de escribir esto, y seri publicado al mismo tiempo que este obituario. 4, ‘Temas Generates. Con mucho, el trabajo més importante de un cardcter general con el que Abraham contribuyera al psicoandlisis, fue su investigacién sobre caracterologia. Dos de los tres estudios fue- ron publicades por separado, y Iuego los tres unidos en un solo volu- men (106). En su ensayo sobre el caracter anal Abraham amplié el ya considerable trabajo que se habia hecho sobre el tema, y afiadié varias observaciones muevas de un notable valor clinico y caracterolé- PSICOANALISIS CLINICO 25, gico. Debemos destacar especialmente los dos tipos que él distinguiera, el de excesiva docilidad y el de desafio respectivamente, los cuales pueden presentarse en la misma persona. Mostré también cémo reac- cionan ambos tipos en la situacién analitica: el ultimo presenta una resistencia muy semejante a aquélla, caracteristica que él habia descrito en otro lugar (68, véase supra), mientras que el primero, por el con- trario, insiste en que el analista haga todo el trabajo; en ambos casos el resultado es una negativa a producir asociaciones libres. También se ocupé, de un modo esclarecedor, de los detalles de Ja regresion del nivel genital al anal. El segundo ensayo, sobre el papel que juega el erotismo oral en la formacién del cardcter, fue una de las mds originales contribuciones de Abraham al psicoandlisis. Los efectos indirectos del erotismo oral en la vida posterior se produce en gran medida a través de Ja relacién entre aquél y el erotismo anal, y ayui suostré Abraham cudn primor- dial es la relacién triangular entre las funciones de adquirir, poseer y gastar, cuya economia varia grandemente entre diferentes personas. La gratificacién directa del erotismo oral esta naturalmente permi- tida en un amplio grado en t! adulte, de modo que la sublimacién €s menos importante que respecio a otras zonas erdgenas. La forma mds tfpica de sublimacién parece ser el rasgo caracterolégico del opti- mismo, que el mismo Abraham poseia en un alto grado; contrasta con la seriedad y pesimismo de ciertos tipos anales, especialmente aquellos asociados con tempranas decepciones de la gratificacién oral. Si esta decepcién ocurre durante la segunda fase del estadio oral (la de morder), entonces el efecto posterior se caracterizar4 por una gran ambivalencia, debida a la persistencia de Ja actitud canibalistica y hostil hacia la madre. Abraham arrojé mucha luz sobre el génesis y la interrelacién de otros rasgos referidos a desplazamientos del erotis- mo oral, en particular la voracidad, la frugalidad, Ia avaricia y la impaciencia. El tercer ensayo de esta serie trata del “cardcter genital”, y por Io tanto se ocupa de los problemas de la normalidad. Abraham re- chaz6 todo intento de erigir nérmas absolutas a este respecto, y por cierto insistié extensamente en la imposibilidad de hacer tal cosa, pero sin embargo, nos ofrecié un punto de vista valioso al investigar cuales de los rasgos pregenitales son los wltimos en ser abandonados. Descubrié que el modo mas riguroso de probar la normalidad genital consiste en averiguar en qué medida el individuo ha superado su narcisismo y Ja actitud de ambivalencia que atraviesa la mayoria de Jas etapas anteriores. En su estudio de la importancia que tienen los sentimientos de origen genital desviados de su objetivo para una relacién satisfactoria con el mundo exterior, Abraham se extendid sobre Ja suprema necesidad de amor en la infancia, y sobre los efectos perjudiciales que puede ocasionar el que el nifio reciba demasiado poco de este pabulo indispensable. 26 KARL ABRAHAM Con referencia a esto mismo, debe mencionarse quizis a los inten- tos que hizo Abraham para resolver los problemas de {a afliccién (105) . Consideré que también tienen una relacién importante con fas acti- tudes orales, Mientras que Freud destaca el gradual y penoso aparta- miento de uno mismo del objeto amado ante Jas exigencias' de la realidad, Abraham presté més atencién a la incorporacién de la ima- gen de este objeto, y la considerd producida por el mecanismo oral. (No obstante, es dudoso que sea éste un proceso regular en la “ope- racién aflictiva”.) Como una contribucién general al psicoandlisis debemos también mencionar las numerosas implicaciones sociales contenidas en la obra de Abraham sobre el complejo de castracién femenino (67, véase supra). Estas tendrén en el fucuro gran importancia sociolégica, y cuando sean mds completamente elaboradas no se olvidaré el papel que jugé Abraham al indicarlas. Las contribuciones de Abraham a nuestro conocimiento del sim- bolismo individual fueron bastante extensas, y actualmente han sido incorporadas en su mayoria al cuerpo general de la ciencia. Entre ellas debe destacarse: la casa y el jardin como simbolos de la madre, Ja nueva casa como simbolo del nifio o la mujer extrafios (25 y 96); Ja vibora como simbolo del pene paterno, con ¢] temor de la muerte como una manifestacién del temor al padre (32); la araiia como simbolo de la madre temida (80); su bello andlisis del camino bifur- cado en relacién con la saga de Edipo, as{ como el del mimero tres (76 y 82); y la oscuridad (0 cualquier cosa misteriosa y oscura) como un simbolo del seno materno (incluidas las entrafias) (43). Abraham confirmé la observacién de Stekel acerca de la signifi- cacién de los nombres personales (28), aunque afiadié poco de nuevo sobre el punto. Hizo también varias contribuciones a la psicopatolo- gia de la vida cotidiana, tanto a través de sus escritos clinicos como en unas pocas notas especiales (por ejemplo, 78, 79, etc.) . 5. PSIcOANALIsIs APLICADO. La primera obra de Abraham en este campo fue de importancia histérica (14), pues abrié el camino para gran parte de la investigacién ulterior efectuada en la aplicacién del psicoandlisis a la mitologia, por Otto Rank, Theodor Reik, y otros. Fue principalmente inspirada, desde luego, por el andlisis de Edipo del “Traumdeutung”. Justificando el intento de relacionar Jos suefios y los mitos sobre la base de que ambos son productos de Ia fantasta humana, mostré las conexiones de largo alcance que hay entre ellos. En los dos Ia esencia de la fantasia es el cumplimiento de los deseos, y éstos en ambos casos son inconcientes ¢ infantiles. El egocentrismo del individuo en unos corresponde al egocentrismo del pueblo en los otros. Los fenémenos de la censura, la represién y la formacién de neologismos son comunes a ambos, como lo son también los mecanis- mos de condensatién, desplazamiento y elaboracién secundaria. Ilustré estas conclusiones presentando algunos andlisis de sueiios conjunta- PSICOANALISIS CLINICO 27 mente con un interesantisimo estudio del mito de Prometeo y de la leyenda de los manjares divinos; incidentalmente sefiaié con claridad el cardcter sexual de ellos, soma, néctar y ambrosia. Indicé, haciendo buen uso de sus conocimientos filolégicos, las semejanzas entre los puntos de vista etimoldgico y psicoanalitico, y mostré cémo nuestro conocimiento del simbolismo puede derivar tanto de la investigacién en un campo como en él otro. Su conclusién final fue que “los mitos son reliquias de la vida mental infantil de los pueblos, y los suefios son los mitos del individuo”. También insistié en la validez universal del determinismo en la vida mental. El libro esta escrito con extraor- dinaria habilidad, e ilustra la lucidez y la simplicidad de Abraham en su mejor momento. Aunque su contenido esté ahora plenamente asimilado en los circulos psicoanalfticos, es todavia un placer releerlo y disfrutar con la capacidad de exposicién que Abraham posefa en tan alto grado. La siguiente obra de Abraham en este campo también tomé la forma de un libro, un interesante estudio del pintor suizo Segan- tini (80). Fue casi la primera vez que se intentaba analizar la perso- nalidad de un pintor, y poner en detallada correlacién las tendencias inconcientes de aquél ‘con su eleccién del tema, la composicién y el modo de presentacién. Demostré la enorme influencia que la madre del pintor ejercié tanto sobre su vida como sobre su obra, y pudo investigar en detalle la actitud ambivalente de amor y odio que el pintor profesé hacia ella; una vez mds tenemos un estudio de Ja “ma- dre perversa”. Las paginas finales de este libro contienen una notable anticipacién de Freud del instinto de muerte, en la investigacién de Jos motivos inconcientes que conducen a la autodestruccién. Ei interés de Abraham, en este estudio, estaba evidentemente dirigido hacia la psicologia del artista mas bien que a la psicologia del arte en s{ misma, pero en un trabajo posterior (100), nunca impreso desgraciadamente, se ocup6 de la cuestién de las tendencias del arte moderno conside- radas desde el punto de vista psicoanalitico. El anilisis que hizo Abraham de Amenhotep TV (Akenatén) (34) es, no sélo de un gran interés en si mismo, sino digno de nota por ser la primera ocasién en que se mostré de qué modo ¢l conocimiento psicoanalitico puede contribuir a la elucidacién de problemas pura- mente hist6ricos. Intentar el psicoandlisis de alguien que murié hace unos veintitrés siglos puede haber parecido una empresa desesperada, pero el concienzudo estudio de Abraham no tiene nada de hipotético, y las conclusiones que obtuvo serdn dificilmente impugnadas. Akena- tén, “el primer gran hombre en el reino espiritual que Ja historia ha registrado”, fue un precursor de los maestros cristianos de la doctrina del amor, y un revolucionario ético que reservé su odio sdlo para su padre. Abraham pudo mostrar de qué modo todas las innovaciones, Ja iconoclastia y las reformas de Akenatén pueden ser directamente atribuidas a Jos efectos de su complejo de Edipo. 28 KARL ABRAHAM La amplia educacién y el conocimiento general de Abraham fueron bien aprovechados en muchos de sus estudios psicoanaliticos. En su detallada investigacién de la escoptofilia (48, véase supra), expuso sus conclusiones generales con el auxilio de una masa de ma- terial mitoldgico y folklérico. Su identificacién de las creencias y temo- res respecto al sol y a los fantasmas respectivamente, fue un logro notable de este trabajo, y en él también indicé claramente la ambi- valencia de los motivos que Hevan al desplazamiento del padre hacia los cielos (exaltacién y relegacién a una distancia). En el mismo tra- bajo hizo una contribucién practica a nuestro conocimiento de la sublimacién en la ciencia, la filosofia y Ia religién, demostrando cémo Ia ardiente dedicacién a la solucién de interrogantes que no pueden tener respuesta, tales como los relativos al fin de la vida, a la dura- cién de la vida, y al destino de Ja vida después de la muerte, es en gran medida el resultado del desplazamiento inconciente de pregun- tas que no deben ser contestadas 0 no se osa contestar. EI mismo amplio conocimiento encuentra expresién en varios tra- bajos mds breves en el campo del psicoandlisis aplicado, tales como aquellos sobre la significacién de los ritos del “dia de la expi cién” (64), Ja secta Tusa de los cultores del yoni (25), el sagaz andli- sis de los detalles de la leyenda de Edipo (76 y 82), y muchos otros (29, 56, 59, 64, 84). El ultimo trabajo publicado por Abraham (95), un interesantisimo estudio de un bribén con el que habia trope- zado, fue una’ meditada contribucién a uno de los principales proble- mas de la criminologia. Resumen. Al intentar resumir en pocas palabras las caracteristi- cas esenciales de la obra escrita de Abraham, elegiriamos su cardcter polifacético, que se ha puesto en evidencia en la resefia que se acaba de hacer, y el alto promedio general de excelencia que mantuvo en sus escritos; dificilmente algo de lo que escribié haya sido de valor meramente efimero, y toda su obra se destacéd por Jas valiosas cuali- dades de sobriedad, cauto escepticismo y buen juicio. Esta uniformidad de la calidad puede quizds estar en relacién con un importante rasgo del modo de pensar de Abraham, a saber, su perspectiva consecuentemente bioldgica. Esto proporcioné un fondo estable en toda su obra y un criterio para juzgar la probabilidad inherente 0 validez de cualquier conclusion general. Podemos per- mitirnos la reflexién de que de todos los muchos modos como se echardé de menos a Abraham en el psicoandlisis, aquél que puede muy bien tener las consecuencias ms importantes para el futuro, es- tard en relacién con este mismo rasgo. El psicoandlisis no ha legado todavia al punto més critico de su desarrollo, aunque ha sobrevivido exitosamente algunos preliminares. Eso suceder4, y muy probablemen- te dentro de los préximos veinte aiios, cuando se plantee seria- mente Ja cuestién de incorporar al psicoandlisis al cuerpo general de la ciencia. Entonces se presentard la prueba mds severa para la joven PSICOANALISIS CLINICO 29 ciencia, pues mucho dependerd de la alternativa de que sea absorbida por un proceso de aceptacién parcial y continua atenuacién o de que despliegue Ja vitalidad suficiente para presetvar sus cualidades esen- ciales y comunicarlas a Jas otras ramas de la ciencia con las que estard en contacto. Precisamente en esta tarea que esta delante de nosotros hubieran sido indudablemente de singular valor las cualidades carac- terfsticas de Abraham, pues él posefa una amplia y sana perspectiva de Ja ciencia y de la vida en general combinada en un grado raro con una concentrada visién de la profundidad de las verdades psico- analiticas. Al estudiar sus contribuciones originales nos Mama Ja atencién la preponderancia de temas que se refieren a los estadios pregenitales de desarrollo, incluyendo el autoerotismo y Ios instintos componen- tes, y al elemento del odio reprimido, especialmente respecte a Ja madre, El iiltimo. tema aparece una y otra vez en sus obras, y sul con mucho en extensién a sus contribuciones en Ja esfera del amor, la transferencia, y problemas semejantes. Es asimismo notable que un clinico de primer orden como él, un hombre para quien el punto de vista clinico era siempre el dominante, contribuyé menos a nuestro conocimiento de problemas puramente cl{nicos, tales como los de las neurosis de transferencia o aun las psicosis (pese a su obra sobre la ocura manjaco-depresiva, que fue la de mayor importancia en ese campo) , que al de los problemas genéticos del desarrollo de la libido. Es probable que se lo recuerde més por sus contribuciones en el campo genético que por aquelias que hizo en el terreno clinico. Si tuviéramos que seleccionar la obra individual mds importante de Abraham, aunque sin olvidar nunca la variedad de sus valiosas contribuciones a todos Jos aspectos del psicoanilisis, elegiriamos pro- bablemente aqueclla sobre el erotismo oral. Alli describié con todo detalle sus diversas manifestaciones, reconstruyé claramente su desarro- No interno y su evolucién en fases libidinales sucesivas, estudié su relacién con el amor y el odio, demostré su importancia clinica res- pecto al alcoholismo, la ingestin de drogas, y especialmente, la locura maniaco-depresiva, y —en ultimo lugar, pero no el de menor signifi- cacién— nos proporcioné una reveladora descripcién del importante papel que juega en Ia formacién del cardcter. Quizd la mas notable leccién en psicologia que debamos a Abraham sea la gran importan- cia del periodo de succién, y las funestas consecuencias que el anta- gonismo suscitado contra la madre durante este periodo puede tener en la vida posterior. Queda algo por decir acerca de Ia personalidad de Karl Abraham, sobre su valor personal para el psicoandlisis. Hemos intentado presen- tar una estimacién objetiva de lo que han significado y significan para el desarrollo de nuestro conocimiento los escritos cientificos de Abraham, pero su valor para el psicoandlisis trasciende ampliamente 30 KARL ABRAHAM aun eso. Puede tenerse una vislumbre de su naturaleza mediante una sola consideracién: en cuanto él fue el punto de apoyo central del avance del psicoanalisis en Berlin, y en toda Alemania, su influencia convirtié insensiblemente a Berlin, en muchos aspectos importantes, en el centro de todo el movimiento psicoanalitico internacional. Com- prender el secreto de este logro es conocer a Abraham. Pues la posicién dominante que alcanzé dentro del psicoandlisis no fue en Jo més minimo el resultado de alguna ambicién o esfuerzo personal; ella pro- vino enteramente de la consecuencia automatica de su valor intrinseco, y alli reside la grandeza del hombre. Algunos hombres han nacido para ser Ideres. Est4 dentro de su naturaleza el comandar a otros. Abraham no era de este tipo. Hasta el mismo fin, como me Jo dijera en el Congreso de Homburg, le parecié algo extratio ocupar una posicién prominente; ello era, segtim sus pala- bras, ajeno @ su naturaleza, y no le tesultaba facil aprehender y aceptar el hecho evidente. Su influencia sobre sus compafieros y el importante papel que desempefié no surgieron de algim deseo de eminencia, sino de cualidades sélidas, de un sobresaliente valor que no podia dejar de ser reconocido. ¢Cudles eran esas cualidades? Sélo puede responderse a esta pregunta resolviendo una antino- mia. Entre los rasgos de carcter de Abraham eran prominentes una tefrescante juventud y un optimismo sanguineo. Ahora no son rasgos que inspiren comtinmente una confianza implicita, ni se aviene gene- ralmente con cualidades tales como el cauto escepticismo y el juicio sobrio y sereno, que hemos destacado cuando consideramos el trabajo cientifico de Abraham. Sin embargo, ambas descripciones son profun- damente ciertas. Comprender esta paradoja es obtener la clave de la personalidad de Abraham. Aun en las cualidades que dieron a Abraham su gran encanto personal y social habia indicios de otras mds vigorosas que formaban Ta base de su cardcter, Era singularmente joven, e inclusive amucha- chado cuando las circunstancias eran apropiadas; aunque podia ser en ocasiones decididamente ingenioso, su mds caracteristica forma de humor era un sereno regocijo, a menudo muy sutil. Esto le otorgaba a su personalidad, tan encantadora para las mujeres y atractiva para los hombres, una frescura y vigor que siempre hacian de él un com- paiiero 0 colega estimulante. Su comportamiento era invariablemente jovial, cortés y amistoso, Pero no habria que jactarse de estas cuali- dades. Detrds de ellas habia una firmeza impermeable a los halagos femeninos o masculinos. Podia permitirse ser condescendiente y fle- xible en su trato con los demas, precisamente porque se controlaba tan completamente; sabiendo que él no podria ser indebidamente influido ni desde el exterior mi desde su interior, era confiado en toda situacién. Esta completa confianza arraigaba fundamentalmente en el dominio de si. PSICOANALISIS CLENICO 31 Lo mismo es cierto respecto a uno de sus rasgos mds caracteristi- cos, lo que sus amigos denominaban su incurable optimismo. Siempre se mostraba esperanzado, pese a que las perspectivas fueran tediosas o siniestras, y su animacion, junto con la confianza que la acompa- fiaba, contribuyeron a menudo materialmente a producir un desenlace mas feliz de lo que parecia posible al principio. Como regla ese opti- mismo era muy adecuadamente equilibrado por un agudo sentido de la realidad, de modo que su efecto era meramente vigorizante, pero una o dos veces en su vida le jugé una mala pasada, estropeando lo que era en toda otra circunstancia una perfeccién de estabilidad. La capacidad de Abraham para la reserva tenia que ser discerni- da en la sencilla escrupulosidad de su modo de ser. Sin embargo, pro- bablemente inclusive pocos de sus amigos sabian cudn honda era. Sélo percibian que habia en algun Jugar de él una barrera mds alld de la cual nose debia penetrar. Para los fines de la vida, Abraham habfa conseguido una organizacién mental singularmente estable, pero las mismas profundidades no debian ser sondeadas, quid ni siquiera por él mismo. Nadie podifa conocerlo bien sin darse cuenta de que él era uno de esos hombres que estén dotados con muy excepcionales poderes de sublimacién, y que habia logrado un grado extraordinariamente avan- zado de desarrollo emocional e instintivo. No fue una casualidad que fuera él quien nos ensefiara el que es quizds el mejor criterio del completo desarrollo mental: la superacién del narcisismo y de la am- bivalencia. Pues no conoceremes muchos hombres que salgan tan bien parados como él de esta rigurosa prueba. Abraham habia podido trasmutar sus tendencias egocéntricas en una notable medida, con el resultado de que pudo dedicarse entera- mente a la unica meta de su vida, a saber, el progreso del psicoandlisis. Con una excepcién aislada, cuya naturaleza confirma la regla, era imposible percibir en él huella alguna de ambicién personal; la excep- cién fue un deseo bastante extrafio de Iegar a ser profesor en la Uni- versidad de Berlin, lo cual estaba obviamente ligado al prestigio del psicoandlisis, Sus colegas de Berlin son quienes mejor saben cudn completamente se identificéd con los intereses de la Sociedad berlinesa, desde el momento en que la fundé, en marzo de 1910, hasta el de su ultimo acto de presencia alli, el 9 de mayo del afio pasado. Sus raros dones de maestro, investigador y conferenciante fueron indispensa- bles para el desarrollo de la Sociedad, pero de un valor todavia mayor fueron sus cualidades de lider, de las cuales tenemos que hablar aun. Su transmutacién del interés puramente personal, junto con su nativa perspicacia intelectual, otorgaron a Abraham una capacidad poco usual para percibir problemas, personalidades y acontecimientos de un modo distante y objetivo. Esto da razon en gran medida de la notoria sobriedad de su juicio, pero tuvo ademds otro valor. Le con- cedié una desenvoltura social y unas maneras cordiales que le hicieron 32, KARL ABRAHAM posible aproximarse a sus compafieros con una franqueza poco comtn, de modo que nadie tomaba a mal cualquier cosa que él tuviera que decirle. Todas las criticas que deseaba hacer eran inmediatamente transferidas desde cualquier base personal a una puramente objetiva, y esta actitud rara vez dejé de conseguir su efecto de apaciguar las emociones y conducir a una consideracién reflexiva del asunto, Cortés- mente firme y, cuando habfa tomado una decisién, inflexible, nunca fue de ningin modo impositivo; su calma decisién le otorgaba por si misma autoridad. Era un colega encantador para trabajar con él, como yo tuve amplia ocasién de comprobarlo cuando estuvimos aso- ciados en el Ejecutivo Central de la Asociacién, asi como en mu- chas otras circunstancias. Siempre era accesible para cualquier idea que se le presentara, y uno podia contar con que ella no serfa refrac- tada por ningtin elemento subjetivo; su respuesta ante cualquier proposicién seria, clara, concisa y concreta, Todas estas cualidades hacian de él un drbitro admirable en disputas personales o cientifi- cas. Por tanto, una gran parte de la cordura de su juicio y de su sagacidad para Jas relaciones humanas procedian de su capacidad para la objetividad impersonal. La ambivalencia era algo totalmente extrafio a la naturaleza de Abraham, tanto intelectual como emocionalmente. Parecia estar por completo desprovisto de odio. A veces no le gustaban ciertos indivi- duos, generalmente con el fundamento impersonal de que consideraba sus actividades como dafiinas para la causa del psicoanilisis; pero aun entonces nunca he sabido que odiara a nadie. Algunas veces se mostraba inclusive curiosamente olvidadizo en cuanto a la fuerza de las emociones hostiles en otras personas; lo he visto razonar ale- lente con alguien que estaba ardiendo de ira y resentimiento, ignorando dulcemente en apariencia esa emocién, y Heno de confianza en que una exposicién serena. podria cambiar la situacién. En la controversia, aun estando acalorado, era inflexible, pero nunca per- dia los estribos. Abraham podia agradar con su encanto, ayudar con gusto y generosidad, amar devotamente; podfa resistir tercamente y Juchar con valentia; pero no podfa odiar. En consecuencia, aunque ocasionalmente suscitaba criticas y oposicién, nunca provocaba aver- sion: tenia oponentes, y por supuesto, rivales celosos, pero no ene- migos. La profyunda sensacién de confianza de Abraham estaba por lo tanto fundada en su equilibrio mental. Con su organizacién mental de gran estabilidad y su autodominio seguro y firme, que inclusive se inclinaba ligeramente hacia 1a austeridad, podia libremente dar rienda suelta a sus tendencias innatas, sabiendo que ellas sélo lo con- ducirian a donde él deseara. Cuando decimos que Abraham era un miembro de la sociedad normalmente desarrollado, estamos utilizando palabras que, aunque parezcan frias al no iniciado, son ricas en sig- nificacién para todo psicoanalista. PSICOANALISIS CLiNICO 33 Ahora podemos ver cudn inevitable era que Abraham fuera un guia en el psicoanilisis, y por qué tuvo tanto éxito en esa posicién. Su incansable energia y su comportamiento de intrépida confianza, siempre fresca e imperturbable, eran tonificantes para los demas, y les inspiraban la seguridad necesaria para cumplir tareas diliciles. Su aguda perspicacia le permitia criticar de un modo peculiarmente frio toda inexactitud o exuberancia, y ejercer una influencia moderadora sobre las divagaciones de la imaginacidn. Su actitud constantemente he- nevolente y al mismo tiempo impersonal hacia posible expresar tales criticas sin herir ni descorazonar a la persona afectada. Su buena disposicién y cordialidad, junto con su general optimismo, lo incli- naban a hacer resaltar siempre los mejores rasgos de la obra de un colega, y 2 modificar insensiblemente sus aspectos débiles cuando la comentaba, presentandola as{ bajo la luz més favorable. El resultado era que obtenia siempre lo mejor de sus colegas y discipulos. Y en toda circunstancia era evidente para ellos que tenian en Abraham un punto de reunién, una piedra de toque de objetividad, a la cual rara vez apelaban en vano. Este wltimo rasgo nos conduce a lo que era, en mi opinisn, la més sobresaliente de todas las cualidades de Abraham, su intrepidez y su integridad. Que él desplegé un coraje tenaz cuando se vid rodea- do por la hostilidad, en sus solitarios dias de precursor, es algo gene- ralmente sabido, si bien se necesita haber tenido una experiencia similar para apreciar plenamente lo que eso significa. Pero pocos saben que hubo evidencias ain més notables de su valiente desprecio de las consecuencias penosas; en mas de una coyuntura importante de su vida he sabido que arriesgé la amistad de aquellos que le eran mas caros al adoptar una decisién que le parecia ser la unica ade- cuada, aun cuando sabia que podia prestarse facilmente a graves mal- entendidos, + Pues Ja integridad estaba para Abraham antes que ninguna otra cosa. La honestidad de propésitos estaba tan arraigada en su natura- leza que invariablemente y sin vacilar hacia lo que entendia que era justo, y nunca se desvié de su curso. Este alto grado de integridad producia en quienes estaban préximos a él tal sensacién de certeza y seguridad que los inducfa a confiar en é como en una roca. Entre la agitacién de las emociones personales y el fragor de las tendencias discordantes, Abraham se mantuvo siempre firme, una estabilidad central rodeada por remolinos. Y éste fue su mayor valor para el psicoandlisis. Kar! Abraham fue verdaderamente “un preux cheva- lier” de Ia Ciencia, “sans peur et sans reproche”. ERNEST Jones Carireto 1, LA EXPERIMENTACION DE TRAUMAS SEXUALES COMO UNA FORMA DE ACTIVIDAD SEXUAL (1907)? La Teoria original de Freud sobre la etiologia de Ja histeria ha su- frido importantes alteraciones en el curso del tiempo. Como él mismo Jo ha sefialado, sin embargo, permanecen sin cambio dos puntos i portantes de ella, a saber, Ia sexualidad y el infantilismo, cuya signi ficacién éf ha investigado ms y més profundamente. Entre otras cosas, el problema de los traumas sexuales-en la ju- ventud ha sido afectado por las alteraciones que ha sufrido la teoria general de la sexualidad y de las neurosis. Durante algin tiempo Freud consideré que esos traumas eran la fuente primordial de los fenédmenos histéricos, y supuso que se los podia encontrar en todos los casos de histeria. Pero no pudo mantener esta teoria en su forma ‘original. En el trabajo al que nos hemos referido, asigna un papel secundario a los traumas sexuales de Ia juventud, y postula la pre- sencia de una constitucién psicosexual anormal como fa causa pri- maria de una neurosis. Esta opinién estA de acuerdo con el hecho de que no todos los nifios que han experimentado un trauma sexual padecen luego una histeria. Segin Freud, los nifios que tienen pre- disposicién para la histeria reaccionan de un modo anormal ante las impresiones sexuales de todo tipo, a causa de su disposicién anor- mal. Yo he demostrado recientemente que los traumas sexuales infan- tiles también se presentan en Ja psicosis ‘; y propuse la teorfa de que el trauma no puede ser considerado !a causa de la enfermedad, sino que ejerce una influencia sobre la forma que ella asume. Me mani- festé de acuerdo con la hipétesis de Freud acerca de una constitucién psicosexual anormal del paciente. No obstante, esta hipdtesis sélo nos hace avanzar un paso, y s¢ detiene ante una segunda y mds importante dificultad. Ella explica por cierto por qué un trauma sexual en la infancia tiene tanta signi- ficaci6n en la historia de muchos individuos. Por otra parte, subsiste 2 (Bibliogratia de Abraham, N° 10). 8 "Mis opiniones sobre el papel que desempefia la sexualidad en Ja etiologia de las neurosis” (1905). 4 (CE NO 9, B.A). 36 KARL ABRAHAM el problema de por qué tantos neuréticos y psicsticos pueden presen- tar un trauma sexual en los recuerdos de su infancia. Si podemos resolver este problema habremos obtenido alguna informacién, por Jo menos en cuanto a la naturaleza de Ja constitucién anormal cuya existencia hemos supuesto. En este trabajo intento profundizar mds en esta cuestién, Tra- taré, especialmente, de fundamentar la teoria de que en un gran nu- mero de casos el nifio desea inconcientemente el trauma, y de que tenemos que considerar a éste como una forma de la actividad sexual infantil. Todo el que se interese por la psicologia infantil habré obser- vado que mientras un nifio resiste la tentacién o seduccién, otro cederé facilmente a ella. Hay nifios que dificilmente opondran alguna resistencia a la invitacién de una persona desconocida a seguirla; hay otros que reaccionan de la manera opuesta en las mismas circunstan- cias. Los obsequios y las golosinas, o Ja mera expectacién de ellos, influyen sobre los nifios de modos muy diferentes. Ademds, hay niiios que muy definidamente provocan a los adultos en un sentido sexual. En relacién con esto, son muy instructivos los informes de las causas judiciales contra personas acusadas de conducta inmoral dirigida a nifios. En dos casos en los que un demente senil habia ultrajado a un nifio pude enterarme de que el nifio se habia comportado de un modo provocativo; y en varios otros casos tengo buenas razones para sospechar circunstancias similares. Inclusive entre hermanos y hermanas se encuentran sorprendentes diferencias a este respecto. Conozco muchos casos de esta clase. En una familia de varias her- manas, por ejemplo, una se dejé tentar por una persona extrafia que Ia inducia a seguirla; y en otra ocasién, mientras jugaba con un nitio mayor que ella, lo siguié a una habitacién distante y Ie permitié besarla. Sus dos hermanas mostraban la tendencia opuesta. Esta nifia, de quien podrian relatarse muchos episodios semejantes, exhibia ras. gos neuréticos aun en la infancia, y mds tarde padecié una pronun- ciada histeria. Este ejemplo no es excepcional sino tipico. Por el momento podemos decir, de un modo muy general, que ciertos nifios aceptan mds facilmente que otros seducciones sexuales o de otro tipo, y podemos utilizar este hecho para clasificar a los traumas sexuales, pese a su diversidad, en dos grupos. Podemos distinguir entre los traumas sexuales que toman al nifio de improviso y aquellos que él mismo ha provocado, o que son debidos a tentacién o seduccién, o que 1 pudo haber previsto o evitado de algin modo. En el primer grupo, no hay motivos para suponer una complacencia por parte del nifio; en el segundo, no podemos evitar el suponer que hubo una complacencia de tal especie. Pero no todos los casos pertenecen a uno u otro de estos dos grupos. Si se produce una agresién sexual inesperadamente, la persona atacada puede defenderse en forma activa y en serio, 0 puede someterse ante el ataque. En el ultimo caso en- PSICOANALISIS cLiNico 37 contramos nuevamente un asentimiento, esto es, una concesién por parte de la persona atacada. Podriamos decir que esa persona sucum- be ante una “vis haud ingrata”, para usar una expresién del derecho romano. El tema de la “vis haud ingrata” siempre atrajo la atencién de los legisladores, especialmente cuando forma parte de las regulaciones para el castigo de los crimenes sexuales. La Jey mosaica, por ejemplo, Jo ha tenido cuidadosamente en cuenta. En el Deuteronomio, xxii, 23-27, leemos: "23. Si una damisela, que es virgen, es prometida a un esposo, y un hombre la encuentra en la ciudad, y se acuesta con ella; “24. Entonces, los arrojaréis a ambos fuera de las puertas de la ciudad, y los lapidaréis con piedras hasta que mueran; la damisela, porque no gritdé, estando en la ciudad; y el hombre, por haber hu- millado a la mujer de su préjimo: de modo que apartaréis el mal de entre vosotros, “25. Pero si un hombre encuentra a una damisela prometida en el campo, y el hombre Ia fuerza y se acuesta con ella: entonces sélo él hombre que yacié con ella morira: “26. Pero a la damisela no le haréis nada; no hay en ella nin- gtin pecado merecedor de Ia muerte: pues como cuando un hombre se evanta contra su préjimo, y lo mata, igual es esta cuestién. “97, Pues él Ja encontré en el campo, y la damisela prometida grité, y-no habia nadie para salvarla.” Haré referencia también a la excelente pequefia historia narrada en el “Quijote”, que ha citado Freud *: Una mujer levé a un hombre ante el juez y lo acusé de haberla despojado de su honor por la fuerza. Sancho la indemnizé con una bolsa Ilena de dinero que tom6 del acusado; pero Iuego de que ella se hubo ido dio permiso al hombre para que la siguiera y le sacara Ja bolsa. Ambos volvieron luchando; y la mujer se jacté de que el villano no habia podido arrebatarle la bolsa. Al punto Sancho dijo: “$i hubieras luchado para conservar tu virtud con la mitad del coraje que has desplegado para conservar tu bolsa, este hombre no hubiera podido despojarte de aquélla.” Es verdad que estos ejemplos se refieren a adultos; pero veremos Tuego que a este respecto no hay diferencia entre los niffos y las per- sonas maduras. La ley mosaica hace depender ¢1 castigo de la muchacha de que ella haya pedido auxilio o no, esto es, de que ella haya hecho todo Jo que podia hacer para impedir el hecho 0 no. He examinado los casos que publiqué anteriormente con referencia a este punto*; y he encontrado que en todos ellos el trauma pudo ser evitado. Los 8 “Zur Psychopathologie des Alltagslebens", Zweite Auflage, p. 87. @ (No 9, B.A). 38 KARL ABRAHAM nifios pudieron haber pedido ayuda, disparar, u ofrecer resistencia en lugar de ceder a la seduccién. Y pude establecer la misma cosa en varios otros casos. Lo que nos confirma en nuestra sospecha de complacencia por parte del nifio, no es s6lo su conducta mientras el ataque se prepara- ba y mientras se levaba a cabo, sino luego de haber sucedido. Al indicar que los histéricos sufren de “reminiscencias", Breuer y Freud han _ya Iamado la atencién sobre el hecho de que cuando nifios ellos no hablaron a sus parientes de su trauma sexual, sino que lo guar- daron en secreto; y ellos hicieron eso no solamente mientras la im- presién estaba fresca en sus espiritus sino que lo reprimieron en el inconciente de modo tal que no pudieron recordarlo voluntariamente. He hallado™ una conducta similar en nifios que luego padecieron demencia precoz; aunque en ese momento no investigué ei problema con mas detenimiento. Es algo notable que un nifio que-ha experimentado un trauma sexual lo mantenga en secreto ante sus padres, pese a la emocién asociada con él. Pues un nifio que, por ejemplo, ha sido perseguido y golpeado por otro, ird a quejarse a su madre. Se opondra proba- blemente la objecién de que la gazmofierfa tradicional le impide al nifio hablar de eso, dado que naturalmente ha sido educado para evitar hablar de todo lo que se relacione con el sexo. Esta objecién, sin embargo, no es valida, Para comenzar, a un nifio no lo turban las consideraciones convencionales cuando esté bajo el efecto de una violenta emocién. Y ademds, no todos los nifios en absoluto se com- portan de ese modo cuando han tenido una experiencia sexual. Daré dos ejemplos para ilustrar esta diferencia. El primero es éste: Una cafieria de agua debia ser reparada en el sétano de una casa, Vino un operario y pidié 1a Iave del sétano. Una mujer que estaba viviendo en la casa le dijo que bajara las escaleras y que le enviaria la Mave. £1 bajé, y la pequefia hija de la mujer le levé [a Have. El hombre entré en el sétano y volvié a salir poco después. La nifia estaba esperando en la escalera poco iluminada para Ievar la Ilave de vuelta, Antes de que se diera cuenta de lo que sucedia, el hombre intenté un acto indecente. La nifia, aterrorizada, corrié esca- leras arriba y le conté inmediatamente a su madre lo que habia su- cedido. El hombre fue perseguido y arrestado. Un caso que yo he publicado anteriormente puede servir como segundo ejemplo, Una nifia de nueve afios fue seducida por un vecino para que lo siguiera dentro de un bosque. Ella lo siguié de buen grado. Entonces él intenté violarla. Fue sdlo cuando éste casi habia conseguido su propésito que la nifia consiguié liberarse. Corrié a su casa, pero no dijo nada de lo que habia pasado; ni nunca después hablé de ello a su familia. . T Loc. cit, PSICOANALISIS CLINICO 39 La conducta de estas dos nifias después del trauma fue muy dis- tinta. @Por qué? Comparemos primero Ia conducta de los nifios en ‘otras ocasiones. Un nifio que, por ejemplo, se ha lastimado durante un juego que se le habia prohibido jugar, ocultar4 el dolor, y no buscara consuelo en su madre como har{a normalmente. La razén es clara: el nifio ha sucumbido a la atraccién de hacer algo prohibido, y tiene luego la sensacién de que el accidente ha sido culpa suya. Esta sensacién de culpabilidad en los nifios es extraordinaria- mente sensible. E] siguiente episodio de la infancia de una dama es una ilustracién interesante del problema en discusién. Estaba cierto dia fuera de su casa, recogiendo flores con un amigo, cuando apare- cid un hombre extrafio y les habl6, pidiéndole que fueran con él y diciendo que les mostraria donde podrian encontrar flores mds her- mosas. Fueron algun trecho con él. Pronto ella comenzé a tener cs- crépulos acerca de ir mds alld con el extrafio, y repentinamente se volvié y eché a corer. Su amigo hizo lo mismo. Ahora bien, aunque no habia sucedido nada entre el hombre y los nifios, excepto que habian caminado juntos una cierta distancia, la dama recordé defi- nidamente haber experimentado una gran repulsién a hablar de ello en su casa en ese tiempo. Lo mantuvo absolutamente en secreto ante su familia, e inclusive nunca después hablé de eso a su amigo. EI silen- cio de la nifia s6lo puede explicarse por un sentimiento de culpa. Ella tenia evidentemente una sensacién més o menos clara de que Ja culpa no estaba sdlo del lado del seductor, sino también del lado de la persona que se deja seducir. La misma explicacién se compagina evidentemente con Jos dos ejemplos que hemos dado antes. Una de las nifias fue tomada com- pletamente por sorpresa, y se encontré en una situacién que ella no habia buscado, Era su madre quien la habia enviado al sétano. Nadie podia hacerle reproches, y por lo tanto inmediatamente encontré pa- labras para decirle a su madre Io que habfa pasado. La otra nifia, por el contrario, habia permitido que la sedujeran. Habia seguido al vecino dentro del bosque y le habia permitido recorrer un buen camino en la consecucién de su propésito antes de liberarse de él y echar a correr. No ¢s motivo de asombro el que esta nifia haya guardado secreto acerca del hecho. Es la obtencidn de placer presente en toda actividad sexual lo que constituye la tentacién. Freud ® distingue entre una anticipacion del placer y una satisfaccidn del placer en todo acto sexual. La pri- mera puede ser obtenida de un modo fisico mediante la estimulacién tactil de zonas erégenas de] cuerpo; o puede ser provocada por otros estimulos sensoriales, por ejemplo, mediante impresiones visuales; 0, finalmente, de un modo puramente mental, por medio de imagenes, por ejemplo, por la tensién y excitacién de la situacién. Es dificil 8 “Drey Abhandlungen zur Sexualtheorie” (1905). 40 KARL ABRAHAM establecer cudl de las dos clases de placer desempejia el papel mds importante en los nifios. Sin duda hay marcadas diferencias indivi- duales a este respecto. En algunos de los casos que he observado me parecié como si Ja infrecuencia y secreto de la situacién, esto es, la aventura como tal, fueran fa principal atraccién para el nifio. Por otro lado, debo referirme nuevamente a los casos en que los nifios provocan directamente a Jos adultos para Ia realizacién de actos se- xuales. Aqui tenemos que suponer evidentemente un deseo ‘para Ja satisfaccién del placer, ademas. Cuando el nifio cede ante el trauma es debido a que su libido, se est4 esforzando por obtener una anticipacién o una satisfaccién del placer sexual. Este hecho de Ja obtencién de placer es el secreto que el nifio guarda ansiosamente; eso solo explica su sentimiento de culpa y los acontecimientos psicolégicos que suceden a un trauma sexual. Me referiré aqui a la teoria de Freud acerca de las primeras fases de Ja sexualidad. Freud ha destruido eficazmente el mito de un periodo de latencia sexual que se extenderia hasta la pubertad. Sabemos por sus investigaciones que Jas primeras huellas de actividad sexual apa- recen muy temprano, y que durante algtin tiempo son de cardcter autoerdtico. Sigue una etapa en la cual el nifio ‘se vuelve hacia el “amor-objetivo”; pero su objeto sexual no necesita ser del sexo opues- to. Ademas de los impulsos heterosexuales y homosexuales se expre- san otros impulsos, de cardcter sddico y masoquista. Por eso Freud habla de una etapa polimorfo-perversa. Todos estos tempranos im- pulsos del nifio se originan en el inconciente, y naturalmente no se presentan a Ja conciencia en su forma verdadera; ellos tienden hacia un fin sexual definido sin que el nifio sea claramente conciente de esta tendencia. Para un nifio predispuesto a Ia histeria o a la demen- cia precoz una experiencia sexual es un objetivo sexual de esta clase. Padece el trauma como consecuencia de una tendencia inconciente. Si hay un deseo inconciente subyacente, la experimentacién de un trauma sexual en. la infancia es una expresién masoquista del impulso sexual. Representa, por Jo tanto, una forma de la actividad sexual infantil. En la esfera de la sexualidad, como en cualquiera otra, se dan todos los grados de transicién entre lo normal y lo anormal, No obs- tante, considero que en general debemos tomar como un tipo normal de actividad sexual a todo deseo de excitacién sexual que conduzca al sometimienco a traumas sexuales. Es un hecho Mamativo el que nos encontremos con eso precisamente en Ia‘ historia temprana de individuos neuréticos 0 enfermos mentales, en cuya vida posterior se descubren_numerosas anormalidades sexuales. En la época en que yo estaba intentando ® aplicar la teoria de Freud de Ia base psicosexual de la histeria a la demencia precoz, habfa determinado ya aproxi- © (No 9, B.A) PSICOANALISIS CLINICO 4 madamente los aspectos en Jos cuales era anormal la sexualidad de los nifios que luego sucumbieron a esas enfermedades. Llegué a la conclusién de que su desarrollo sexual era precoz y su misma libido cuantitativamente anormal, y de que su imaginacién estuvo prema- turamente ocupada en temas sexuales hasta un grado anormal. Esta idea puede ser expresada ahora més claramente. Podemos decir que Jos nifios que pertenecen a esta categoria manifiestan un deseo anor- mal de obtener un placer sexual, y en consecuencia de ¢so sufren traumas sexuales. Si observamos ahora qué sucede con las imagenes asociadas con el trauma en la mente del nifio, encontraremos nuevas evidencias para apoyar nuestra opinién. Un sentimiento de culpa no puede ser tole- rado por su conciencia en mayor medida que por Ja de los adultos. Por lo tanto intenta enfrentar los recuerdos desagradables de un modo u otro, para eliminar su efecto perturbardor. Ellos son segre- gados del resto del contenido de la conciencia y de allf en adelante tienen una existencia separada como un “complejo”. Es diferente el caso de aquellos nifios que han sufrido un trauma sexual sin haber sido de ningun modo responsables de él. Estos nifios pueden hablar libremente; no necesitan expulsar de su campo de conciencia el recuerdo de ese suceso. El proceso de eliminacién de las ideas desagradables de la con- ciencia es el mismo en la histeria y en la demencia precoz (o en personas que sufriran luego una u otra de esas enfermedades). Es mds, podemos observar ese proceso diariamente en personas sanas. Pero mds tarde o més temprano resulta que la represién es sélo una medida provisional. Sin duda, el complejo puede permanecer en el inconciente un largo tiempo; pero algdin dia sucede algun hecho andlogo al trauma sexual primario y el material reprimido es puesto en actividad. Luego sigue su conversién en sintomas de histeria o demencia precoz. En la demencia precoz existe, ciertamente, otra posibilidad, a saber, de que pueda originarse en fuentes endégenas una nueva ola del mal y que este material sea elaborado en sintomas. Freud ha Hamado también nuestra atencién hacia otros mecanis- mos que sirven fundamentalmente al mismo propésito que la repre- sién. Uno consiste en la trasposicién de una emocién a ideas indife- rentes. Si eso sucede, se desarrollan sintomas obsesivos. Como la repre- sidn, este proceso de trasposicién ocurre en la demencia precoz del mismo modo que en las “neurosis”. Un ejemplo del primer tipo son los embarazos imaginarios que son tan comunes en la demencia pre- coz, y que en su génesis psicoldgico son enteramente semejantes a los embarazos histéricos. Un ejemplo del segundo tipo es el hecho de que en muchos casos de demencia precoz en Jos cuales el diagnéstico es muy claro, las ideas obsesivas son la caracteristica mds prominente de la enfermedad. La histeria y la demencia precoz tienen por lo 42 KARL ABRAHAM tanto dos métodos en comin para expresar un sentimiento de culpa sexual. En la demencia precoz se dispone ademas de un tercer método. Este consiste en presentar una ilusién de haber pecado, y de despla- zarla hacia un conjunto de ideas indiferente. No puedo en este lugar citar mds elementos de las historias de casos para mostrar que las ilusiones de pecado estén basadas en gran medida en autorreproches con un contenido sexual. Me refer{ en un trabajo anterior 1° al hecho de que muchos pacientes relacionan, més tarde o més temprano, una ilusién de pecado con el hecho de que en su juventud no han sido sinceros y no han dicho nada 2 sus familiares sobre alguna experien- cia sexual que han tenido, Ellos desplazan su sentimiento de culpa, que est4 en realidad asociado al haberse sometido sin resistencia a un trauma sexual, al “pecado” mucho mas venial de haber sido des- honestos. A mi me parece que este mecanismo psiquico del desplaza- miento sobre una idea menos inquietante estd estrechamente relacio- nado con el proceso de trasposicign que es subyacente a la formacién de ideas obsesivas. No obstante, el resultado es diferente. En un caso se forma una idea obsesiva; en otro, una ilusién. En este lugar, sélo puedo mencionar incidentalmente otros mecanismos, también descu- biertos por Freud, que son de un cardcter similar y sirven a los mis- mos fines. Est4, por ejemplo, el muy comin proceso de “desplaza- miento” que ocurre en Ia histeria y en la demencia precoz, y también en Jos suefios. Un ejemplo de él es el desplazamiento de una sensacién genital a la boca. De este modo, Ia historia posterior del complejo y las formas consecutivas que asume, apoyan la teorfa propuesta anteriormente respecto a a naturaleza de los traumas sexuales en la juventud. Los nifios que luego sufrirén de histeria o demencia précoz muestran cierta peculiaridad que es, sin embargo, muy explicable desde nuestro punto de vista y que sostiene nuestra opinién de que el inconciente acepta el trauma sexual. Esta peculiaridad es el hecho de que con mucha frecuencia ellos no han experimentado meramente un solo trauma. Podria esperarse que un nifio que se ha quemado evitaré el fuego, esto es, evitard toda repeticién © aun la mera posibilidad de una repeticién del trauma sexual, puesto que ademés de placer la expe-- riencia Ie causé dolor u otras sensaciones desagradables, sea directa © indirectamente. La observacién, sin embargo, prueba lo contrario. Individuos que en una ocasién han sufrido un trauma sexual, del cual fueron parcialmente culpables por su conducta complaciente, y que les proporcioné al mismo tiempo un placer, manifiestan una tendencia a exponerse a nuevos hechos de ese cardcter. Si sufren un segundo trauma, lo asimilan en su inconciente al primer trauma, que ya ha sido reprimido, El trauma adicional opera de un modo auxiliar en la perturbacién del equilibrio psiquico, y la enfermedad 10 (CE._NO 9, B. A) PSICOANALISIS CLiNIco 43 comienza, sea bajo la forma de histeria o de demencia precoz, segan la disposicién congénita de la persona. La tendencia a experimentar reiteradamente traumas sexuales es una singularidad que podemos observar a menudo en los histéricos adultos. Podriamos hablar inclusive de una didtesis traumatofilica, la cual, ademds, no est4 limitada a los traumas sexuales. Los histé- ricos son esas interesantes personas a quienes siempre les estd suce- diendo alguna cosa. Las mujeres histéricas, especialmente, tropiezan continuamente con aventuras. Son molestadas en la via publica, son victimas de ataques sexuales ultrajantes, etc. Es parte de su natura- leza la compulsién a exponerse a influencias traumaticas externas. Hay en elias una necesidad de mostrar que estén constantemente so- metidas a una violencia exterior. En esto reconocemos una forma exagetada de una caracteristica psicolégica general de las mujeres ++, Ei hecho de que en Ja histeria declarada también se encuentra en los adultos una tendencia a experimentar traumas, es una valiosa evi- dencia en apoyo de la hipétesis de que personas de este tipo tienen una tendencia semejante en la infancia. En su “Psychopathologie des Alltagslebens”, Freud ha IMamado nuestra atencién hacia el hecho de que Ja conducta torpe, las equivo- caciones, los dafios contra si mismo, los accidentes y sucesos similares de Ia vida cotidiana son debidos con frecuencia a un propésito incon- ciente por parte del sujeto. He citado anteriormente una anécdota relatada por Freud que muestra que los “accidentes” sexuales pue- den provenir también de un deseo inconciente. Esta teorfa de Freud proporciona, ademds, un sostén muy importante a mi opinién de que los traumas sexuales infantiles del tipo que he especificado son causados por un deseo inconciente del nifio, Para justificar mi utili- zacién de los resultados de Freud daré algunos ejemplos extraidos de mi propia experiencia, como confirmacién de la correccién de sus conclusiones. Una muchacha de diecinueve afios fue derribada en Ja calle por un soldado que pasé trotando en su caballo. Cuando esto sucedié era completamente de dia, y la via publica era amplia y recta, La mu- chacha quedé inconciente por un momento, pero no sufrié ninguna lesién fisica grave. Poco después aparecicron sintomas de la llamada neurosis traumdtica. La historia anterior de la muchacha era la siguiente: desde su infancia habia pasado por las mds variadas experiencias de cardcter _deprimente. Para comenzar, habia sido testigo de peleas entre sus pa- dres. Cuando éstos se separaron, ella fue asignada a su madre. Sin 31, Podemos citar, incidentalmente, los suefios de muchachas y wiujeres sanas en los que ellas son apufialadas o asesinadas por un hombte, Freud ha demostrado que estos suefios deben ser considerados como representaciones simbélicas de un deseo sexual. En este suefio, el hombre es el atacante y la paciente adopta una actitud pasiva; no es culpable ni siquiera del acto sexual simbélico. “ KARL ABRAHAM embargo, no le gustaba su madre, que era una persona ineducada, sin ningun refinamiento. Era afecta a su padre, quien pese a ser un simple artesano realizaba actividades literarias: Cuando la nifia tuvo doce afios se escapé de al lado de su madre y se fue con su padre. Era una de las mejores alumnas de su escuela, y comenzé a escribir poesfas muy precozmente. Querfa llegar a ser una maestra de escuela, deseo que parecia haberse originado en la admiracién que sentia por cierto maestro, tanto como en su propia inclinacién. Como su padre carecia de los medios adecuados para enviarla a un colegio apropia~ do, tuvo que abandonar la escuela prematuramente y emplearse como sirvienta en un lugar tras otro. Se sentia muy desdichada por no poder satisfacer su deseo de obtener una educacién o ingresar a una esfera social mds elevada. Permanecid en esa situacién durante un afio y medio. Luego intenté mejorar su posicién aprendiendo taqui- graffa y mecanografia; pero sus recursos econémicos se agotaron an- tes de que pudiera conseguir ese propésito, y tuvo que it a trabajar a una fabrica, donde la asociacién con mujeres ineducadas no era de ningiin modo de su gusto. Habla estado en malos términos con su madre desde que habia creido justificada la sospecha de que su hermana menor era el fruto de una relacién ilicita de su madre antes del divorcio. Estaba muy sola, especialmente dado que su mis- mo’, padre se preocupaba muy poco de ella. Tenia que hacer un trabajo que odiaba y vivir en una esfera social ingrata. Su hermana menor, a quien mantenia con su salario para permitirle aprender un oficio, respondié a su sacrificio con la ingratitud. Todas estas circunstancias, y ademds, probablemente, un amor desdichado, tuvie- ron un efecto tan deprimente sobre ella que perdié todo interés por ja vida. Con anterioridad inmediata al accidente escribié algunas poesias en las que expresaba su hastio de la vida. Luego ocurrié el accidente ya mencionado. Cuando, como en este caso, una persona no encuentra més pla- cer en la vida, y en su mente se presenta con evidencia el pensa- miento de que seria preferible morir a seguir viviendo en tales con- diciones; y cuando esa persona sufre un accidente en circunstancias que sugieren que éste podria haber sido evitado, entonces considero que estamos justificades al suponer que hay una intencién suicida inconciente. La muchacha no se arrojé deliberadamente ante el ca- ballo, Eso hubiera sido un suicidio conciente. Pero ella no percibié con la suficiente claridad la posibilidad de apartarse. Freud dio ya esta explicacién en casos semejantes de suicidio o. intentos de sui- cidio que superficialmente parecian ser accidentes. Es digno de men- cién que el estado de la muchacha mejoré mucho cuando se le pro- porcionéd una ocupacién que correspondia a su complejo, y cuando se hicieron estuerzos para conseguirle una mejor posicién. La siguiente historia del accidente que sufrié una dama que padecia de demencia precoz, muestra qué extrafios, pero sin embar- PSICOANALISIS CLINICO 45 go eficaces, son los medios que emplea el inconciente para alcanzar sus fines. La paciente sufria principalmente una ilusién de pecado que era el resultado de una larga practica masturbatoria. Declaré que su masturbacién podia atribuirse a un accidente que habia tenido varios afios antes, cuando resbalé y cayé de tal modo que se golped la regién genital contra la esquina de una mesa. Su descripcién del accidente hizo imposible imagindrselo de otro modo que el resultado de un propésito inconciente. En ese momento la paciente sentfa evi- dentemente una excitacién sexual que no podia satisfacer de una manera normal. Luché contra e] deseo de masturbarse. Pero la gra- tificaci6n que su conciencia le prohibia obtener, se la procuré el in- conciente a través del “accidente”. Otra paciente habia sentido desde su infancia un afecto extra- ordinariamente fuerte por su hermano. Cuando hubo crecido, media a todo hombre tomando como norma a su hermano. Se enamoré, mds tarde, pero el asunto terminé mal. Poco después de ¢so, mientras estaba todavia muy deprimida, se vio por dos veces en serio peligro debido a su descuido durante una partida de alpinismo, Como era una buena alpinista, el hecho de que cayera dos veces en lugares faciles y seguros constituyé un misterio para sus amigos. Se supo des- pués que en esa época estaba jugando con ideas de suicidio. Luego de su desdicha amorosa volvidé a dirigir todo su afecto a su hermano, quien poco después se comprometié. En seguida de esto ella cayé enferma con demencia precoz, (Probablemente la enfermedad se ha- bia desarrollado gradualmente.) En Ja etapa inicial de depresién intenté arrojarse por una ventana, algo semejante sin duda a sus caf- das durante Ia ascensién. En el asilo su estado mejoré muy lenta- mente, hasta que al fin le fue posible pasear por el parque con un acompajiante. Se estaba cavando una zanja en el jardin, y ella acos- tumbraba cruzarla por un puente de tablones, aunque hubiera podido facilmente saltar sobre ella. En esa época se le comunicé la fecha en que se casaria su hermano. Hablaba continuamente de esa boda. En el dia anterior a ella, cuando habfa salido a caminar como de costumbre, salté sobre la zanja en lugar de cruzarla por el puente, y lo hizo tan desmafiadamente que se torcié un tobillo, Mas adelante, también, estos percances ocurricron tan frecuentemente que hasta la persona que la acompafiaba comenz6 a sospechar que habia algo de intencional en ellos. En estos accidentes menores su inconciente estaba expresando, evidentemente, la intencién de cometer un suicidio. Los sucesos de esta clase aparecen bajo una luz totalmente dis- tinta tan pronto como sabemos algo acerca de las circunstancias que los preceden y acompafian. Cuanto mds se somete tales acontecimien- tos al andlisis psicolégico, tanto mds lugar nos vemos obligados a dar a la significacion de la volicién inconciente. Por supuesto, no puede trazarse a este respecto una divisin estricta entre el propésito con- ciente y el inconciente. 46 KARL ABRAHAM Los neurdticos adultos y los enfermos mentales nos ofrecen ejem- plos muy interesantes de frecuentes experiencias traumaticas (no sélo de cardcter sexual). En este punto debemos hacer una pequefia digre- sin, referida a un campo vecino de interés. El hecho de que una histeria traumatica es a menudo una “histeria de pensién”, esta fuera de duda. Es el deseo del paciente de obtener una compensacién Jo que impide que sus sintomas desaparezcan. Si el paciente ha mejo- rado, y en consecuencia se presenta la amenaza de una reduccién o de un total retiro de la pensién, los sintomas que habian desapare- cido 0 se habian amenguado volverdn a aparecer 0 se agudizaran nue- vamente. Aqui obtenemos una visién de los numerosos modos en que rl psiquismo inconciente es capaz de realizar deseos sin que éstos se hagan concientes de ninguna manera. No es infrecuente que per: sonas que acaban de tener un accidente padezcan otro, a menudo insignificante, que sucede en el momento oportuno pata apoyar su pedido de una pensién. He notado que esto ocurre con mucha fre- cuencia entre una clase de gente especialmente dispuesta a la histe- ria, a saber, los obreros polacos empleados segiin la Ley de Compen- sacién de los Trabajadores Alemanes. Es bien sabido que esas perso- nas defienden sus reclamos de pensién con particular tenacidad, y que sus sintomas traumatico-histéricos perduran con excepcional fir- meza. El ntimero de obreros polacos que solicitan pensiones debido a mds de un accidente es sorprendentemente grande. La tendencia a reforzar el primer accidente mediante un segundo, se manifiesta inclusive en casos en que la persona ha sido internada por sus sintomas histéricos, y por lo tanto no tiene oportunidad de sufrir otro accidente en el trabajo. Un trabajador italiano sobre el que recientemente tuve que dar una opinién, habia sido lastimado por una grampa de hierro que cay6 sobre su cabeza desde un anda- mio. Lo induje a contarme sus suefios. Me dijo repetidas veces que en su suefio alguien lo habfa golpeado en la cabeza con un bastén, o que le habia ocurrido algtin otro accidente. Su inconciente deseaba claramente mantener vivo el complejo del sintoma traumatico, y daba expresién a este deseo en sus suefios. El hecho de que éstos fueran acompafiades por ansiedad no va contra esta hipétesis, si aceptamos la teoria de los suefios de Freud. Considero que de tal modo los muy frecuentes suefios angustiosos de personas que han sufrido accidentes estin de acuerdo con la teoria de Freud de} cumplimiento del deseo. El inconciente es incansable en sus esfuerzos por dar expresién a un complejo. Se preocupa por que el valor afectivo del trauma sufride no se pierda, y de tiempo en tiempo vuelve a presentar el hecho 2 la memoria por medio de un suefio angustioso. La observacién tanto de adultos como de nifios, y el andlisis de los suefios de personas sanas, asi como los casos de neurosis y enfer- medad mental, y los sintomas de la histeria y la demencia precoz, nos Hevan a la conclusién de que detris de los traumas sexuales, espe- PSICOANALISIS CLinico 47 cialmente de los infantiles, y también de otros traumas, hay a menudo un propésito inconciente en la parte aparentemente pasiva. Hemos atribuido a supuestas anormalidades en su sexualidad infantil el he- cho de que personas que Iuego padecen de histeria o demencia precoz muestran en su juventud una propensién anormal a los traumas sexuales; y hemos considerado esa conducta como una forma de acti- vidad sexual infantil anormal. De este modo la teoria original de Freud ha sufrido una importante alteracién. Los traumas sexuales infantiles no desempefian ningun papel en la etiologia de la histeria y la demencia precoz. El padecimiento de tales traumas indica més bien que el nifio tiene ya una disposicién para la neurosis o la psico- sis en la vida posterior. En lugar de una significacion etioldgica, el trauma sexual infantil recibe ahora una significacién formativa, y po- demos comprender cémo es capaz de trazar un curso definido a la enfermedad subsiguiente, y de determinar el cardcter individual de muchos sintomas, Nuestras investigaciones han puesto nuevamente ante nosotros Ja sugestiva semejanza entre Ia sintomatologia de la histeria y la de la demencia precoz. Todavia no hemos arribado a la solucién de las diferencias que sin duda existen entre Jas dos enfermedades. Estas deberdn buscarse en su mayoria en la esfera psicosexual, y constitui- ran el tema de una investigacién ulterior. Pospara (1920) Este trabajo, que fue escrito en 1907, contiene ciertos errores en su interpretacién de Jas teorias de Freud. En el momento de escribir- lo, yo habfa comenzado sélo recientemente a interesarme en el mé- todo psicoanalitico. Considero preferible sefialar este hecho de un modo general a efectuar las correcciones necesarias en cada lugar del texto, especialmente dado que esos errores no invalidan los resultados de mis investigaciones. Capiruto II LAS DIFERENCIAS PSICOSEXUALES ENTRE LA HISTERIA Y LA DEMENCIA PRECOZ (1908) * Ex mérovo psicoanalitico nos ha permitido reconocer importantes analogias en las estructuras de la histeria y de la demencia precoz 28. En este trabajo serd suficiente mencionar las més conspicuas. Los sintomas de ambas enfermedades se originan en complejos sexuales reprimidos. En ambos casos, impulsos normales y también perversos pueden determinar la formacién de sintomas. Los medios de expre- sién empleados por ambas enfermedades son los mismos en una me- dida considerable. (No necesito referirme mds que al simbolismo sexual.) Pero a pesar de estas caracteristicas comunes, hay una, antitesis fun- damental entre las dos afecciones, segtin el consenso de todos los observadores, Hasta el presente, sin embargo, ellos no la han definido satisfactoriamente. Sélo han descrito diferencias de grado, y éstas po- nen de manifiesto una vez més la semejanza entre ambas formas patolégicas. Dado que ciertas caracteristicas importantes comunes ‘a Ja histeria y Ja demencia precoz son de naturaleza psicosexual, cabe preguntarse donde termina esta analogia. De tal modo, al tratar de descubrir ias diferencias fundamentales entre las dos enfermedades, nos vemos Ilevados nuvevamente a la esfera psicosexual. Los “Drei Abhandlungen zur Sexualtheorie” (1905), de Freud, nos ofrecen una base para una investigacién de esta clase, y especial- mente sus hipétesis sobre la sexualidad infantil, las perversiones se- xuales, y el impulso sexual de los neuréticos. Las consideraciones ted- ricas que voy a proponer respecto a Ja sexualidad de los enfermos mentales crénicos, se apoyan en las teorias sexuales de Freud 14. 32, (NP 1, B. A) 18° Véase particularmenté, de Jung, “Uber die Psychologie der Dementia Precox” (1907). 14 Muchas de las ideas expuestas en este trabajo que van mds alld de las teorlas publicadas de Freud, Jas debo en primer lugar a comunicaciones orales y esctitas del mismo Freud. Y también he podido formular con mayor claridad algunos puntos gracias a discusiones con el Prof. Bleuler y el Dr. Jung, durante el curso de mi trabajo en la Clinica Psiquidtrica de Zurich. PSICOANALISIS CLENICO 49 Los primeros impulsos sexuales del nifio estén relacionados, segin Freud, con una sola zona erégena: la boca. Durante los primeros afios de su vida otras partes del cuerpo asumen la funcién de zonas erégenas, ademds de la zona oral. Las mds tempranas expresiones de su libido son de indole autoerética. En esta etapa el nifio no conace todavia ningun objeto sexual fuera de s{ mismo. En el subsiguiente periodo de desarrollo se vuelve hacia un amor Pero esto no tiene inmediatamente una direccién fija y definida hacia personas del sexo opuesto. Hay varios instintos componentes en el nifio, y en el curso normal de los acontecimientos uno de ellos, el heterosexual, adquiere y retiene la posicién de supremacia; mientras que la energia derivada de los otros instintos componentes es apartada del uso sexual y aplicada a importantes fines sociales. A este ultimo proceso se le Nama sublimacién. Puede decirse de un modo general que los senti- imientos de repugnancia se originan en la sublimacién de los compo- nentes homosexuales; la vergiienza en Ja sublimacién de la escopo- filia y exhibicionismo infantiles; y el horror, la piedad y sentimientos similares en la sublimacién de componentes sddicos y masoquistas. - Todo el desarrollo psicosexual del nifio no consiste en aprender a transferir su libido a personas del sexo opuesto y a convertir los restantes instintos componentes en sentimientos sociales. Tanto la transferencia sexual como la sublimacién de la energia sexual van mucho mds all4 de estos limites; y ambos procesos se producen nor- malmente de un modo conjunto y arménico. Las actividades artisti- cas 15, cientificas y, en cierta medida, muchas otras tareas profesiona- les, dependen de los procesos de sublimacién. Personas con una libido insatisfecha convierten con frecuencia su energia sexual disponible en una actividad febril en su trabajo, o dirigen su excedente libidinal hacia actividades sociales, y encuentran en ellas su satisfaccién. Esta es la fuente principal de donde surgen el interés por la alimentacién y el cuidado de los nifios, por la caridad publica, por las sociedades protectoras de animales, etc. La conducta social del hombre depende de su capacidad para la adaptacién. Esta es, sin embargo, una transferencia sexual sublimada. Un “rapport” mental positivo o negativo se produce entre personas que han estado juntas durante algun tiempo, y se expresa en senti- mientos de simpatia o antipatia. Es la base de los sentimientos de amistad y armonia mental. La conducta de un ser humano en la vida social esté enteramente de acuerdo con la manera en que reacciona ante los estimulos sexuales. En ambos casos una persona dada se manifiesta de facil o dificil acceso, basta o refinada en su modo de ser, contentadiza 0 exigente en sus preferencias. Lo que designamos en el comportamiento de una persona como envarado, torpe o des- majiado, y en el de otra como donairoso, diestro, etc., son signos 35 Cf. Rank, “Der Kinstler, Ansdtze zu einer Sexualpsichologie”, (1907). 50 KARL ABRAHAM de una menor o mayor capacidad de adaptacién, esto es, capacidad de transferencia. En el psicoandlisis utilizamos la transferencia con fines terapéu- ticos, como lo hacemos en todas las formas de tratamiento psiquico '* ‘La sugestién, cuyos efectos se constatan en su més alto grado en la hipnosis, es una forma muy marcada de transferencia sexual. El hombre transfiere su libido no sdlo a objetos animados sino también a objetos inanimados. Mantiene una relacién personal con casi todos los objetos de su contorno, y esta relacién se origina en su sexualidad. En mi monografia “Traum und Mythus”??, he tra- tado esta cuestién en detalle, y aqui mencionaré solamente unas po- cas consideraciones esenciales sobre este tema. Nuestro idioma ale- mdn concede un género a los objetos inanimados, porque los com- para al macho o Ia hembra en razén de caracteristicas definidas. “El ser humano sexualiza al universo”, dice Kleinpaul 18, El simbolismo sexual del lenguaje, que volvemos a encontrar en los suefios y en los trastornos mentales, se origina’en la misma fuente. Tenemos evi- dentemente una relacién personal, que és muy semejante a la atrac- cién sexual, con los objetos de los que nos hemos prendado durante el uso, o debido a su valor estético. La direccién que manifiesta nuestro gusto en la eleccién de objetos se adectia completamente a nuestra eleccién del objeto sexual. Hay muchos grados diferentes en este tipo de afeccién a objetos. Muchas personas casi no tienen necesidades a este respecto, mientras que otras estdn totalmente bajo el dominio de su pasién por ciertos objetos. Con una delicada per- cepcién’ de estas relaciones psicolégicas, el idioma aleman denomina a un hombre que no retrocede ante ningtin sacrificio en la conse- cucién de un objeto deseado, un “Liebhaber” (amante, aficionado) , compardndolo asi al hombre que ama a una mujer. El tipo mds no- table de “Liebhaber” es el coleccionista. El valor excesivo que atri- buye al objeto que colecciona corresponde completamente a la so- breestimacién de su objeto sexual por parte del amante. Una pasion de coleccionista es frecuentemente un sustituto directo de un deseo sexual; y en ese caso, detr4s de la eleccién de los objetos coleccio- nados s¢ oculta a menudo un delicado simbolismo. El ansia de co- leccionar de un soltero disminuye con frecuencia después de que se ha casado; y es bien sabido que el interés por coleccionar varia en los diferentes periodos de la vida. El impulso sexual del neurdtico se distingue del de la persona normal, en primer lugar, por la excesiva fuerza de su deseo. Ade- mas, el neurdético carece de armonia interna. Sus instintos compo- 16 Cf. Freud, “Fragmento del andlisis de un caso de histeria” (1905). Tam- bién Sadger, “Die Bedeutung der psychoanalytisches Methode nach Freud” (1907). i (Ne 14, B. A) 18 Kleinpaul, “Stromgebiet der Sprache”, p. 468. PSICOANALISIS CLENICO 51 nentes estén incompletamente subordinados al heterosexual; y existe, por otra parte, una tendencia a reprimir este ultimo instinto. Ideas asociadas con las actividades sexuales normales le ocasionan asco y repugnancia. Durante toda su vida un instinto componente se est# oponiendo a otro, y el excesivo deseo de alguna cosa lucha con un extremo rechazo de ella. De este conflicto trata de evadirse el neu- rético en la enfermedad. Con el comienzo de su neurosis, el material reprimido llega a su conciencia y se gonvierte en sintomas histéricos. La conversion sirve como una descarga de los impulses reprimidos, que pueden ser normales pero son especialmente de naturaleza per- versa. Los sintomas son en si mismos actividades sexuales anormales. Ademas de los periodos de enfermedad en sentido estricto, la libido neurética se manifiesta en una intensificacion de la transferencia. La catexia del objeto es anormalmente elevada; y se muestra una ten- dencia mayor que la normal hacia Ja sublimacién. A la luz de este conocimiento podemos comparar la conducta psicosexual de las personas que padecen de demencia precoz con la de las personas normales y las neuréticas. Con tal fin seleccionare- mos algunos tipos del amplio grupo de enfermos mentales crénicos que, de acuerdo con Kraepelin, clasificamos como casos de demen- cia precoz. Tmaginémonos en un hospital psiquidtrico, Vemos delante nues- tro a un paciente que sufre una forma grave de la enfermedad, y se encuentra en una etapa avanzada de ella. Esta parado en una es- quina del cuarto, o corre infatigablemente. Mira fija y ociosamente delante de él, tiene alucinaciones, murmura un par de palabras, y gesticula de un modo extrafio. No habla con nadie y evita a todo el mundo. No tiene ningiin deseo de ocuparse en algo, descuida su apariencia, come ruidosamente, est4 sucio, se embadurna con excre- mentos y se masturba abiertamente sin sentir vergiienza. Es como si sus vecinos no existieran para él. Pasamos abota a un caso menos grave, que exhibe sin embargo fundamentalmente la misma conducta, aunque no en un grado tan extremo. El también es insociable y reservado, y tiene ideas perse: cutorias y de grandeza. Su conducta y manera de hablar son pecu- liares, afectadas y poco naturales. Se queja amargamente por su in- ternacién, pero expresa estas quejas, como toda otra, sin la emocién correspondiente. Toma conocimiento de los sucesos del mundo ex- terior, pero no se interesa realmente por ellos. Hard algin pequefio trabajo mecanico, pero él no le proporcionara ninguna satisfaccién. Hay aqui otro paciente cuya enfermedad no exhibe sfntomas muy marcados, y que no necesariamente ha sido declarado enfermo mental. Se siente con facilidad agraviado por los demas, no se eva bien con sus parientes, no hace amigos ni los desea. No siente necesidad algu na de relaciones humanas, y esta desprovisto de tacto y de los senti- mientos més delicados. No podemos entablar relaciones amistosas 52 KARL ABRAHAM con. él. Quiz posee una inteligencia mayor que Ia normal, pero todo lo que hace por lo general no tiene valor. Sus producciones intelec- twales son generalmente peculiares y poco naturales, violan las leyes del buen gusto y carecen de una sensibilidad normal. Todas estas formas de la enfermedad 1® tienen en comin las mismas anomalias en lo que concierne a la vida emocional del -pa- ciente. (Pues las diferencias son slo uma cuestién de grado; una forma benigna puede convertirse en grave, y una grave puede exhi- bir considerables atenuaciones) Mientras que las ideas de las per- sonas sanas son acompafiadas por sentimientos adecuados, tal asocia- cién emocional falta en estos pacientes. Pero puesto que hemos atri- buido toda transferencia de emociones a 1a sexualidad, debemos Ilegar a Ja conclusién de que la demencia precoz destruye la capacidad de la persona para Ja transferencia sexual, esto es, para el amor objetivo. La primera inclinacién sexual inconciente del nifio se da hacia sus padres, y especialmente hacia el del sexo opuesto, También se produce una fuerte transferencia entre hermanos y hermanas en la misma familia. Al mismo tiempo, no obstante, se presentan sentimien- tos de rebelién y odio, particularmente entre miembros del mismo sexo. Estos sentimientos sucumben ante la influencia de la educa y de otros factores exdgenos de represién. Bajo condiciones normales, hay entre padres e hijos una relacién afectuosa y un sentimiento de unidad. En los histéricos encontramos a menudo este sentimiento morbosamente exagerado respecto a una persona, y transformado en violenta aversin respecto a otra. En los que padecen de demencia precoz falta generalmente tal sentimiento familiar; y encontramos en su lugar indiferencia, o una_pronunciada hostilidad, que se convier- ten en ilusiones de persecucién. Un paciente con buena educacién, cuya madre nunca habia inte- rrumpido sus tiernos cuidados durante la larga enfermedad de su hi pese a su frialdad respecto a ella, reaccioné ante Jas noticias de su muerte con la observacién: “2Es eso lo ultimo?”. Del mismo modo, se comprueba cotidianamente que padres afectados por Ia demencia pre- coz dejan de sentir todo afecto por sus hijos. Tuve sujeto a mi observacién a un joven en quien este trastorno mental se habia desarrollado muy tempranamente. En su primera infancia, mostraba una transferencia tan marcada hacia su madre, que a los tres afios exclamé cierta vez: “Mam, si ta mueres me golpearé Ja cabeza con una piedra, y entonces yo también estaré muerto.” No le permitia a su madre estar por un solo momento con su padre. In- sistia en que sélo ella lo Ievara de paseo, la vigilaba celosamente, y era rencoroso con su hermano. Habia mostrado desde la infancia una 38 Al utilizar las denominaciones “‘leve" y “grave”, no hay nada implicito acerca del proceso morboso de la enfermedad, sino sobre sus efectos practicos (sociales) . PSICOANALISIS CLINICO 53 tendencia anormal a la contradiccién. Su madre decia de él que ya en esa época era “el espititu que siempre niega” 2°. No se asocié con otros muchachos, sino que se adhiri6 a su madre solamente. A los trece afios era tan incontrojable en su hogar, que sus padres tuvieron que confiarlo a otras manos. Desde el momento en que su madre lo Mev a su nuevo hogar y luego se fue, cambié completamente. El excesivo afecto y ternura hacia su madre se convirtieron en senti- mientos de absoluta frialdad. Escribié cartas ceremoniosas, formales, en las que nunca la mencionaba. Desarrollé gradualmente una seria psicosis alucinatoria en la que el proceso de declinacién de su vida afectiva se hizo mds y mds evidente. La investigacién psicoanalitica ha demostrado que en los enfer- mos mentales un afecto excesivo se convierte a2 menudo en violenta hostilidad. Este apartamiento de la libido de un objeto sobre el cual fue anteriormente transferida con particular intensidad, es irrevocable en la demencia precoz. En los recuerdos que se presentan en los casos de demencia pre- coz, se nos dice con gran frecuencia que el paciente ha sido siempre callado e inclinado a cavilar, que nunca se ha asociado con nadie, que ha evitado la compafifa y las diversiones, y que nunca ha estado realmente alegre como las demds personas. Estos individuos en reali- dad nunca han tenido una capacidad adecuada para transferir su libido al mundo externo. Son ellos quienes constituyen el elemento insociable en Ios asilos. Sus palabras carecen de contenido afectivo. Hablan de las cosas mas sagradas y de meras trivialidades en el mismo tono de voz y con los mismos gestos. Sélo se produce una reaccién afectiva, y a veces muy violenta, si la conversacién roza algun com- Plejo. Los pacientes que sufren de demencia precoz son en cierto sen- tido muy sugestionables, y esto puede parecer que contradice la idea de una débil transferencia sexual. Su sugestibilidad, sin embargo, es muy diferente de la de la histeria. A mi juicio, consiste simplemente en que ellos no luchan contra ésta o aquélla-influencia, pues en el momento son demasiado indiferentes para oponerse (la “obediencia automatica” de Kraepelin). La perturbacién de su capacidad para la atencién es de gran importancia a este respecto. Creo, por lo tanto, que esta sugestibilidad es simplemente una ausencia de resistencia. Pero se convierte muy facilmente en resistencia. El negativismo de la demencia precoz es la mds completa antitesis de la transferencia. En contraste con Ia histeria, estos pacientes son accesibles a la hipnosis solo en un grado muy escaso. Al intentar psicoanalizarlos comproba- mos nucyamente la ausencia de transferencia. Por eso en este tipo 20 “Der Geist der stets verneint” (esto se dice de Melistofeles en cl Fausto de Goethe, parte 1). a4 KARL ABRAHAM de enfermedad el psicoandlisis rara vez es tomado en consideracién como procedimiento terapéutico. Podemos observar la falta de transferencia en estos pacientes de muchos modos. Nunca los vemos realmente contentos. No tienen sen- tido del humor; su risa es irreal o convulsiva, o groseramente erdtica, pero nunca cordial. Y a menudo significa, no que ellos estén de buen 4nimo, sino que un complejo ha sido tocado. Este es el caso, por ejemplo, de la risa estereotipada del paciente que sufte alucinaciones, pues éstas siempre estén relacionadas con su complejo. El compor- tamiento de tales pacientes es torpe y envarado; muestra con gran claridad su falta de adaptacién 2 su ambiente. Kraepelin habla muy significativamente de una “pérdida de Ja gracia” en ellos. Han per- dido la necesidad de hacer que su contorno sea cémodo y alegre. Su apego a sus actividades y ocupaciones desaparece de 1a mismna manera que su apego a la gente. Con rapidez se abstraen en s{ mismos; y, cosa que me parece especialmente caracteristica, no saben lo qué es el aburrimiento. Es verdad que la mayoria de estos pacientes que estan internados en instituciones pueden ser educados para hacer un trabajo bastante util, ejerciendo una sugestién constante en tal sentido; pero no encuentran ningun placer en lo que hacen, y tan pronto como cesa la sugestién lo dejan de lado. Una aparente excepcién es la de aquellos pacientes que trabajan desde la mafiana temprano hasta bien entrada Ja noche sin necesitar ningim descanso ni distraccién. Tan infatigable industriosidad se origina invariablemente en un com- plejo. Un paciente que yo conozco, por ejemplo, se muestra extraor- dinariamente activo en la huerta del asilo, porque considera a todo el fundo propiedad suya. Otro, un hombre anciano, trabaja incan- sablemente en el fregadero de su seccién, y no permite que nadie lo ayude. Esto se debe a que él oye a duendes que hablan desde el agua del vertedero, quienes cierta vez le profetizaron que se reuniria con ellos si antes de su muerte lavaba otras 100.000 piezas de loza. Este octogenario no se interesa en nada mds que en su trabajo, el cua] ejecuta con el acompafiamiento de ceremonias secretas. Estos pacientes no tienen ya ningdn interés real por objetos, o por sus propiedades; y nada de lo que los rodea ejerce atraccién al- guna sobre ellos, Es verdad que con frecuencia expresan un deseo intenso de algtin objeto, pero si lo obtienen no les produce ningiin efecto, También es cierto que muestran una gran preocupacién por ciertas cosas, pero en su oportunidad queda en evidencia que no tie- nen con ellas ningtin lazo afectivo real. Cierto paciente coleccionaba en gran mimero piedras comunes; decia que eran: piedras preciosas, y les atribuia un enorme valor. La gaveta donde las guardaba se rompié finalmente debido a su peso. Cuando las piedras fueron reti- radas, el paciente protesté contra esta interferencia en sus derechos; pero no se lamenté por sus tesoros perdidas, sino que coleccioné nuevas piedras. Ellas servian lo mismo como simbolo de sus supuestas PSICOANALISIS CLINICO 55 riquezas. La muy frecuente mania destructiva de los pacientes se debe en parte, indudablemente, a que no hallan placer en los objetos. En muchos casos la perturbacién mental afecta no sélo a las sublimaciones sociales mas elevadas que se desarrollan gradualmente durante el curso de toda la vida, sino también a aquellas que se ori- ginan en la primera infancia, tales comp la vergiienza, la repugnan- cia, los sentimientos morales, la piedad, etc. Una investigacién cuida- dosa demostraré probablemente que estos sentimientos estan en alguna medida destruidos en todos los casos de demencia precoz; y en todos los casos graves es muy evidente que eso sucede. Las manifestaciones mds pronunciadas de tal proceso son el ensuciarse con excrementos, el beber orina, la falta de higiene, etc. todas las cuales indican la pérdida de los sentimientos de repugnancia; mientras que una con- ducta erética importuna, tal como el exhibicionismo, implica una pérdida de los sentimientos de vergitenza. Nos recuerdan la conducta de los nifios que todavia no muestran repugnancia por los excremen- tos, ni sentimientos de vergiienza por la desnudez. Otra manifestacién es la libertad con que muchos pacientes hablan de las intimidades de su vida anterior. Rechazan los recuerdos solamente cuando han per- dido valor 6 interés para ellos. Su actitud respecto a los actos crueles cometidos por ellos mismos manifiesta con ia mayor claridad que han perdido todo sentimiento de piedad. Cierta vez vi a un paciente pocas horas después de haber matado a tiros a un vecino inocente, y herido gravemente a su esposa. Hablaba muy calmosamente de los motivos del hecho y de este ultimo, y al mismo tiempo comla tran- quilamente los alimentos que habian sido puestos ante él. Hasta aqui, podemos reconocer dos grupos de fenémenos en la demencia precoz; uno en el cual la libido del paciente se aparta de los objetos animados ¢ inanimados, y otro en el cual éste ha perdido los sentimientos que surgen con la sublimacién. Vemnos as{ que esta enfermedad implica una cesacién del amor a objetos 24 y de Ia subli- macién. Sdlo nos es conocida una condicién sexual semejante, a saber, la de Ja primera infancia; la denominamos, con Freud, “autoerotis- mo”. También en este periodo falta el interés por objetos y Ja subli- macion, La caracteristica psicosexual de la demencia precoz es el re- greso del paciente al autoerotismo, y los sintomas de su enfermedad son una forma de actividad sexual autoerdética. Esto no quiere decir, por supuesto, que todo impulso sexual de estos pacientes sea autoerdtico. Pero significa que toda atraccién ha- cia otra persona esté, por decirlo asi, recubierta con el enfermizo matic del autoerotismo. Cuando una paciente parece tener muy in- tensos sentimientos amorosos y los expresa con gran violencia, nos sorprende al mismo tiempo su singular carencia de pudor al mani- 21 Un paciente bajo mi observacién se trataba a s{ mismo de “usted” en sus numerosos escritos; pues é1 era el nico objeto por el que se interesaba. 56 KARL ABRAHAM festarlos. 11 pérdida de sentimientos de vergiienza, que son un efecto de ta sublimacién, es un paso en la direccién del autoerotismo. Ade- mds, vernos que tales pacientes se enamoran de alguien de un modo stbito e indiscriminado, y luego, con la misma rapidez, cambian a esa persona por otra. En todo asilo hay siempre algunas mujeres que se enamoran de quienquiera sea su médico en el momento; y pronto tienen la ilusién de que estin comprometidas o casadas con él, se imaginan embarazadas por obra de él, y ven un signo de amor en cada palabra que él dice. Si el médico se va, su sucesor toma muy pronto su lugar en la vida afectiva de estas pacientes. En consecuen- cia, ellas todavia pueden dirigir su deseo sexual hacia una persona, pero ya no son capaces de ningiin apego duradero a ella, Otras pa- cientes alimentan durante afios un amor imaginario, que sdlo existe en sus cabezas; y probablemente nunca han visto siquiera a su objeto sexual. En la vida real se apartan de todo contacto humano. Para abreviar, hay siempre alguna evidencia de su actitud autoerética, En aquellos casos que debido a una amplia disminucién de los sintomas dan impresién de una cura, la deficiente capacidad para un interés continuo en el mundo externo es, por Io general, el rasgo morboso més claramente visible. EI paciente cuya libido se ha apartado de los objetos, se ha colo- cado a si mismo contra el mundo. Se encuentra solo, y enfrenta a un mundo que le es hostil. Parece como si sus ideas de persecucién 2 estuvieran dirigidas especialmente contra la persona hacia la cual ha- bia en otro tiempo transferido su libido en un grado apreciable. En muchos casos, por Io tanto, el perseguidor sera su objeto sexual original. E] autoerotismo de la demencia precoz es la fuente, no sélo de Jas ilusiones de persecucién, sino también de la megalomania. En condiciones normales, cuando dos personas han transferido mutua- mente su libido, cada una de ellas sobreestima el valor de la otra, a quien ama. (Freud lama a esto “sobreestimacién sexual”.) El enfer- mo mental transfiere sobre 1 solo, en cuanto es su unico objeto sexual, toda la libido que la persona sana vuelca sobre todos los objetos vi- vientes e inanimados de su contorno, y en consecuencia su subreest: macién sexual estd dirigida hacia él solamente y asume enormes di- mensiones. Pues éi es su mundo entero. El origen de la megalomania en la demencia precoz es por lo tanto una sobreestimacién sexual reflejada o autoerdtica, una sobreestimacién que es dirigida hacia eb propio ego’. Iusiones de persecucién y megalomania estén por eso 22. El apartamiento de Ia libido del mundo exterior es ta base para la for- macién de las ilusiones de persecucién en general. En este lugar no puedo exten derme sobre los otros factores que deben ser considerados a este respecto. 28 Considero a la sobrestimacién sexual autoerdtica como la fuente de la megatomania en general en la demencia precoz. La idea especial en la que ella puede cobrar forma est4 determinada por un particular deseo reprimido. PSICOANALISIS CLINICO 57 estrechamente relacionadas. Toda ilusién de persecucién esté en la demencia precoz acompafiada por megalomanta. E] aislamiento autoerdtico del paciente del mundo exterior, no sélo afecta su conducta reactiva sino también su actitud receptiv: Se cierra a las percepciones sensorias de la realidad que fuyen hacia 1. Su inconciente produce percepciones de naturaleza alucinatoria, y éstas corresponden a deseos reprimidos. Lleva asi tan lejos su autoais- lamiento que en cierta medida excluye al mundo exterior. Ya no le da nada, ni acepta nada de él. Se concede a si mismo el monopolio para el abastecimiento de impresiones sensoriales. El paciente que no tiene interés por e! mundo externo, que vege- ta en una completa absorcién en si mismo, y cuya expresién apatica Je da una apariencia de total insensibilidad, parece a Ja observacién ordinaria estar desprovisto de actividad emocional o mental. Es ha- bitual utilizar el término “demencia” para este estado. Pero la misma expresién se usa para la condicién que se presenta en otras psicosis, en Ja demencia epiléptica, paralitica y senil. Las dos condiciones son en realidad de un cardcter muy diferente, y cs s6lo su efecto —la dis- minucién de la capacidad mental— lo que es igual en ambas, y aun esto sélo hasta cierto punto. Por lo tanto, al utilizar el término “de- mencia”, debemos tener presente este hecho. Sobre todo, debemos cuidarnos de no caer en el error comin de llamar a las ilusiones “idiotas” porque son absurdas; si lo hacemos, deberiamos calificar del mismo modo a los hondamente significativos absurdos que se presentan en Jos’ suefios. Tanto la demencia paralitica como la senil destruyen completamente ias facultades mentales del paciente, y ocasionan gruesos sintomas de deterioro mental; mientras que la demencia epiléptica conduce a una vida ideacional monétona y extra- ordinariamente empobrecida, y a una extrema dificultad para la com- prensién. Estas enfermedades pueden Hegar a ser estacionarias por algun tiempo, pero en general son progresivas. En la demencia pre- coz, por otro lado, la demencia se basa en una “obstruccién” del sentimiento. EI paciente refrena sus facultades intelectuales en todo caso, aunque Io contrario ha sido postulado con frecuencia, nunca fue demostrado. Pero como consecuencia de este “bloqueo” autoerd- tico, el paciente no recibe ninguna impresién nueva, y reacciona ante el mundo exterior sea de una manera anormal o bien de ninguna manera. Pero en cualquier momento pueden tener lugar atenuacio- nes, € ir inclusive tan lejos como pata que apenas quede alguna sos- pecha de un defecto mental. La “demencia” de la demencia precoz, es un fenémeno autoerd- tico en el cual el paciente carece de reacciones afectivas normales respecto al mundo exterior. Los dementes epilépticos u orgdnicos, en cambio, reaccionan con sentimientos muy intensos, en cuanto son capaces de comprender lo que esté pasando. EI epiléptico nunca se muestra indiferente; manifiesta una superabundancia de afecto, tanto 58 KARL ABRAHAM en el amor como en el odio. Transfiere su libido sobre personas y objetos en un grado extraordinario, y siente hacia sus familiares tanto gratitud como afecto. Encuentra placer en su trabajo, y se aferra con tenacidad a.su propiedad, conservando cuidadosamente cada frag- mento de papel, y nunca deja de contemplar sus tesoros con gran satisfaccién. E] autoerotismo es también el rasgo que distingue a la demencia precoz de la histeria. En el primer caso, la libido se aparta de los objetos, en el otro, la catexia de los objetos es excesivamente alta. Por un lado hay una pérdida de Ja capacidad para Ia sublimacién, por el otro un aumento de esa capacidad. Si bien podemos 2 menudo reconocer las caracteristicas psicose- xuales de la histeria en los nifios, los sintomas patolégicos mds graves por lo general sdlo se desarroilan mucho més tarde. No obstante, algunos de estos casos manifiestan francos signos de la enfermedad inclusive en la infancia. Concluimos de esto que la constitucién psi- cosexual de Ja histeria es congénita. La misma conclusién vale para Ja demencia precoz. Con mucha frecuencia encontramos en los recuer- dos que los pacientes fueron siempre raros y sofiadores, y que nunca se asociaron con nadie. Mucho antes del estallido real de la enfer- medad eran incapaces de transferir su libido, y por Jo tanto todas sus aventuras amorosas transcurrieron en el reino de la fantas{a. Muy probablemente, apenas exista algin caso que no exhiba estas caracte- risticas. Tales personas son también especialmente propensas al ona- nismo. En consecuencia, nunca han superado completamente su auto- erotismo infantil. El] amor a objetos no s¢ ha desarrollado entera- mente en ellas, y cuando la enfermedad se hace manifiesta yuelven nuevamente al autoerotismo. La consitucién psicosexual de la demen- cia precoz se basa, por lo tanto, en una inhibicién del desarrollo. Los pocos casos que muestran en la nifiez fenémenos psicéticos en una forma abierta, corroboran esta hipdtesis de un modo Ilamativo; pues ellos exhiben claramente una persistencia patolégica en el autoero- tismo. Uno de mis pacientes habfa mostrado un pronunciado negati- vismo a la temprana edad de tres afios. Cuando se lo lavaba, cerraba el pufio y no permitia que le secaran los dedos. Se condujo del mismo modo siendo un escolar de cinco afios. En su tercer afio, el mismo paciente no podia ser inducido durante meses a evacuar el vientre, y su madre tenfa que rogarle todos los dias que abandonara ese ha- bito. Este ejemplo muestra una fijacién anormal a una zona erdgena, un tipico fenémeno autoerdtico. El joven paciente mencionado con anterioridad, quien aparté bruscamente su libido de su madre a los trece afios, también se habia comportado de una manera negativista en su primera infancia. La inhibicién del desarrollo psicosexual de una persona no sélo se expresa en su incapacidad para superar completamente su auto- erotismo, sino también en una persistencia anormal de sus instintos PSICOANALISIS CLINICO 59 componentes. Esta caracteristica, que merece una investigacién aparte y detallada, sélo puede ser ilustrada en este lugar mediante un ejem- plo tomado del paciente acerca de cuyo comportamiento negativista y autoerdtico ya he hablado. A la edad de veintisiete afios, su médico tuvo cierta vez que alimentarlo mediante una sonda estomacal debido a que él se negaba a comer. Concibié esta medida como un acto de pederastia, y desde ese momento consideré a su médico como a un perseguidor homosexual. Este ejemplo saca a luz el componente ho- mosexual, con desplazamiento desde Ja zona anal hacia otra zona erdgena (“desplazamiento desde abajo hacia arriba”, de Freud), y muestra al mismo tiempo el origen erdgeno de una idea de perse- cucién. Una persistencia anormal de los instintos componentes es tam- bién caracteristica de las neurosis, y manifiesta que también en ellas se han sufrido inhibiciones en el desarrollo. Pero en estos casos estd ausente la tendencia autoerstica. En la demencia precoz, el trastorno tiene raices mucho mas profundas; una persona que nunca ha dejado atrés completamente el estadio primario de su desarrollo psicosexual, es empujada mds y mds hacia la etapa autoerética a medida que la enfermedad progresa. Una gran parte de las manifestaciones patolégicas de la demencia precoz serian, segin mi opinién, explicables, si postulamos que el paciente tiene una constitucién psicosexual anormal dirigida al auto- erotismo, Tal hipdtesis haria innecesaria la recientemente discutida teorja de la toxina. Es naturalmente imposible tratar en un solo trabajo todos los numerosos fendmenos de la enfermedad que pueden ser atribuidos a una tal inhibicién del desarrollo; y atin una obra mds larga no podria hacerlo, pues el andlisis de las psicosis sobre la base de las teorias freudianas todavia estd en su infancia. Y sin embargo el mé- todo de Freud nos dard, segiin creo, algunos conocimientos que no son obtenibles de otro modo. Lo que me he propuesto principalmente en este trabajo es encontrar un diagndéstico diferencial entre Ia de- mencia precoz, la histeria y las neurosis obsesivas. Me parece, ademas, que la investigacién psicoanalitica podré atacar el problema de la génesis de las diversas formas de ilusiones. Quizds ese método ayude también a elucidar las perturbaciones intelectuales que se comprue- ban en el cuadro clinico de la demencia precoz, perturbaciones que en el presente estamos todavia lejos de comprender. Carfruto TIL LAS RELAGIONES PSICOLOGICAS ENTRE LA SEXUALIDAD Y EL ALCOHOLISMO (1908) * Es un HEcHO indiscutido que, generalmente hablando, los hombres son més inclinados a beber alcohol que las mujeres. Aunque en mu- chos paises las mujeres ingieren alcohol diariamente, como cosa comin y corriente, del mismo modo que los hombres, y aunque en muchos lugares se ve a menudo en las calles a mujeres embriagadas, sin em- bargo el alcohol no esté nunca asociado con Ja vida social de las mujeres en la medida en que lo esti con la de los hombres. Hay amplios circulos en los cuales ser un bebedor empedernido es consi- derado como un signo de hombria, e inclusive como una cuestién de honor, La sociedad nunca exige de esta manera que las mujeres in- gieran alcohol. Entre nosotros es costumbre mis bien condenar la bebida como poco femenina; y no es nunca un motivo de jactancia entre mujeres normals, como Jo es entre los hombres. Me parece que vale la pena investigar si esta diferencia en la actitud de los hombres y las mujeres hacia el alcohol descansa en diferencias sexuales. Pero tal investigacién debe partir de las nuevas concepciones de ia constitucién psicosexual de hombres y mujeres, tal como han sido formuladas especialmente en las obras de Freud **. Es un hecho biolégico que el cuerpo humano contiene los érga- nos genitales de los dos sexos en una forma rudimentaria. En el curso de su desarrollo normal, uno de los dos conjuntos de érganos es suprimido o asume otras actividades, mientras que el otro prosigue su evolucién hasta que es capaz de ejecutar sus funciones propias. Un proceso andlogo tiene lugar en la esfera psicosexual. También aqui la diferenciacién de los sexos procede de un estado original de bisexuali- dad. En la infancia, las expresiones de los instintos sexuales son toda- via muy parecidas en varones y mujeres. Hemos aprendido, particularmente debido a las investigaciones de Freud, que de ningén modo faltan las actividades sexuales en la nifiez, Solamente la funcién de la procreacién no aparece todavia; ese instinto encuentra su forma definitiva sélo gradualmente. Segin 24 (NP 12, B. A) 28 “Drei Abhandlungen zur Sexualtheorie”, 1905. PSICOANALISIS CLINICO él Freud, Ia libido infantil carece de unm objeto; ella es “autoerdtica”. Obtiene gratificacién por la excitacién de ciertas partes del cuerpo que sirven de zonas erdgenas. Sin embargo, no toda la energia sexual del nifio, durante el periodo anterior a la pubertad, es empleada en la consecucin de placer autoerético. Una gran parte de ella es repri- mida fuera de la conciencia. No se la aplica ya a fines sexuales, sino que asume importantes funciones sociales. Este concepto de “repre- sin”, introducido por Freud, es indispensable para la comprensién de muchos procesos psicoldgicos, tanto normales como patoldgicos. La desviaci6n de ideas y sentimientos sexuales reprimidos hacia esferas sociales es designada por nosotros, de acuerdo con Freud, “sublima- cién”; y este proceso sitve para establecer las barreras que refrenan los instintos sexuales de ambos sexos, Al arribar a Ja madurez, el varén, como la mujer, adquieren las marcadas caracteristicas corporales y fisicas de su sexo; y en la esfera psicosexual comienza el importante proceso de la busqueda del objeto. La libido se dirige ahora hacia el otro sexo. Pero Ia libido feme- nina y masculina se diferencian no sélo en este aspecto, sino en otro que nos interesa especialmente aqui. La sexualidad femenina muestra una mayor tendencia a la represién y a la formacién de resistencias. En las mujeres, Ja represién sexual infantil es fuertemente reforzada en la pubertad. Esto origina la mayor pasividad del instinto sexual en la mujer. La libido masculina es de un cardcter' mds activo. Supera mediante sus componentes agresivos las resistencias psiquicas que encuentra en su objeto sexual. En el lenguaje alemdn, dos expre- siones caracterizan Jas diferencias psicosexuales entre los sexos. Se dice que en el amor el hombre “hace una conquista”; la mujer, “se entrega” a él. El alcohol acttia sobre el instinto sexual suprimiendo las resis- tencias y aumentando la actividad sexual. Estos hechos son general- mente conocidos, pero por lo connim no se investiga su naturaleza real. Cuanto més estudiamos el tema, més complejo se nos aparece el instinto sexual. Ademds del amor heterosexual “normal”, él incluye varios impulsos “perversos”. En el nifio, vemos esos impulsos en un estado de completo caos; pues aquél es un ser “polimorfo-perverso” (Freud). Los “‘instintos-componentes” son sélo gradualmente subordi- nados al heterosexual. Sucumben ante la represién y la sublimacién, y de ellos se originan la vergiienza y la repugnancia, los sentimientos morales, estéticos y sociales, la piedad y el horror, la devocién filial del nifio hacia sus padres y el carifioso cuidado de los padres por sus hijos. También las actividades artisticas y cientificas se basan en una gtan medida en la sublimacién de las energias sexuales*, De estos 26 CE Freud, “Drei Abhandlungen zur Sexualtheorie”, y Rank, “Der Kiins- tler, Ansatze zu einer Sexualpsychologie” (1907) . 62 KARL ABRAHAM productos de la sublimacién dependen nuestra vida social y nuestra entera civilizacién. No hay uno solo de ellos que no sea suprimido 0 debilitado por efecto del alcohol. En los individuos normales, el componente homosexual del ins- tinto sexual sufre una sublimacién. Entre los hombres, los sentimien- tos de unién y amistad se despojan de toda sexualidad conciente. Et hombre de sentimientos normales se siente repelido por todo contacto fisico que implique ternura con otra persona de su mismo sexo. Y varios sentimientos semejantes de repugnancia 0 asco, que se origi- nan en la misma fuente, podrian ser mencionados. El alcohol suspen- de esos sentimientos. Cuando los hombres beben, se besan y se aca- rician mutuamente sus cuellos; se sienten unidos por lazos especial- mente estrechos, son prontamente Hevados a las lagrimas por este pensamiento, y con gran rapidez pasan a usar al hablarse el intimo “i” (“Du”), Cuando estén sobrios, esos mismos hombres diran de una tal conducta que es “afeminada”. Sucesos recientes han provo- cado muchas controversias acerca de la “amistad anormal” entre los hombres. La presencia de tales sentimientos, que en esa situacién son estigmatizados como morbosos © inmorales, puede ser observada por cualquiera durante los arrebatos alcohdlicos. En toda cantina hay un elemento de homosexualidad, Los componentes homosexuales que han sido reprimidos y sublimados por la influencia de la educacién, se hacen inconfundiblemente evidentes bajo la influencia del alcohol. Freud fue el primero que dio la debida importancia al par de instintos componentes que se manifiestan en la escopofilia y el exhi- cionismo respectivamente. Estan estrechamente asociados con la curiosidad sexual, y su sublimacién produce los sentimientos de vergiienza. En los primeros aiios de su vida el nifio no tiene tales sentimientos; tiene que aprender primero a sentir “turbacién”. Si la sublimacién no tiene Iugar, se suscita una perversién (voyeurismo y exhibicionismo). Ahora bien, el sentimiento de vergitenza no se asocia unicamente con la desnudez corporal, sino que establece im- portantes barreras en las relaciones sociales, la conversacién, etc. Son precisamente esas barreras Jas que caen ante la accién del alcohol. El chiste obsceno, que segin e] brillante andlisis de Freud ?7 repre- senta una exposicién en sentido psicolégico, estd inseparablemente asociado con el disfrute del alcohol. Forel 28 ha descrito de un modo magistral cémo el coqueteo adquiere formas soeces y repugnantes bajo la influencia del alcohol. Hay otro par de instintos componentes que también representan contrapartes activa y pasiva, Uno impulsa al individuo a dominar a su objeto sexual, el otro, a someterse a su voluntad. Los sentimientos de piedad, de horror, etc. derivan de la sublimacién de estas tenden- 2t Freud, “Der Witz und seine Beziehungen zum Unbewussten” (1905). 28 Forel, “Die sexuelle Frage”,

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