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Polémicas intelectuales,
debates políticos
Las revistas culturales en el siglo XX
ISBN 978-987-3617-83-6
1. Estudios Culturales. 2. Historia Cultural. I. Prislei, Leticia II. Leticia Prislei, dir.
CDD 306
Presentación 11
Leticia Prislei
Capítulo 1
La primera década de Nosotros: interrogaciones acerca
de los intelectuales, Latinoamérica y la política 27
Leticia Prislei
Capítulo 2
Arielismo, Reforma Universitaria y socialismo bolchevique.
La revista Ariel (1919-1931) 49
Natalia Bustelo
Capítulo 3
La búsqueda de una voz propia: experimentación
y conflictos en la vanguardia de los años veinte.
El caso de la revista Martín Fierro 87
Karina Vasquez
Capítulo 4
Políticas de la revista Sur: formas retóricas
de una identidad “liberal” 119
Mauro Donnantuoni Moratto
Capítulo 5
Sexto Continente: una apuesta por una tercera
posición latinoamericanista en la cultura peronista 149
Daniel Sazbón
Capítulo 6
El semanario Marcha entre los años cincuenta
y sesenta. Entre Montevideo y Buenos Aires,
el paisito y la región 193
Ximena Espeche
Capítulo 7
¿El CEFyL del relevo? La revista Centro durante
el posperonismo 213
Luciano Barreras
Capítulo 8
Debates y rupturas en el nacimiento
de Pasado y Presente 239
Alexia Massholder
Capítulo 9
Polémica en Pasado y Presente. Acerca del diálogo
entre cristianos y marxistas 281
Leticia Prislei
Capítulo 10
Cristianismo y Revolución o cómo situarse
entre las vanguardias y el pueblo 299
Leticia Prislei
Capítulo 11
Antropología 3er Mundo y Envido. Las revistas del nacional-
populismo universitario en los años setenta 321
Miguel Faigón
Capítulo 12
Un epílogo para los años setenta. Controversia y la crítica
a las organizaciones revolucionarias 355
Matías Farías
Capítulo 13
Una revista para la “izquierda democrática”.
La Ciudad Futura (1986-1989) 399
Ricardo Martínez Mazzola
Capítulo 2
Arielismo, Reforma Universitaria y socialismo bolchevique
La revista Ariel (1919-1931)
Natalia Bustelo
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[...] Hasta desde el punto de vista puramente social, esa
significación democrática de las profesiones liberales,
entre nosotros, se manifiesta manteniendo, diremos,
una especie de ósmosis continua de las clases, e impi-
diendo la formación de aristocracias en el mal sentido
del término, sean aristocracias de nombre, sean aris-
tocracias de dinero, menos dignas todavía. [...] el as-
censo, por esas profesiones, se produce con tanta faci-
lidad que, repito, no se necesita siquiera la vida de una
generación; bastan unos cuantos años: los de carrera
de un estudiante. (Vaz Ferreira, 1978: 214-215)
52 Natalia Bustelo
José Enrique Rodó, “maestro de la juventud americana”
1 Real de Azúa realizó dos importantes señalamientos sobre el texto de Rodó. Por un lado, mostró
que el género al que pertenece no es el del ensayo sino el de los sermones laicos de fines del siglo
XIX. Por el otro, puso en evidencia que sus tópicos retoman sobre todo las preocupaciones del
ambiente cultural rioplatense, y que por ello su importante repercusión continental no se debe
tanto a su originalidad cuanto a la lograda condensación de preocupaciones comunes. Cfr. Real
de Azúa (1975). Por su parte, Terán (1986) ha identificado en el Ariel y sus resonancias la configu-
ración de un primer antiimperialismo, marcado por una impronta no política sino cultural. En un
texto más reciente el mismo autor ha analizado la relación que propuso Rodó entre modernismo
literario y modernización político-económica (Terán, 2009). Sobre la misma cuestión, cfr. Ramos
(2003).
2 Carta de José Enrique Rodó a Miguel de Unamuno (citada en Benedetti, 1966: 166).
3 José Enrique Rodó, Ariel, Nueva York, Cambridge University Press, 1967, p. 68.
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donde hemos de señalar la más aproximada imagen
de nuestra ciudad perfecta?4
4 José Enrique Rodó, Ariel, Nueva York, Cambridge University Press, 1967, p. 77.
5 Con esa edición de bajo costo, a la que agregaba un amplio glosario que facilitaba la compren-
sión a los lectores poco familiarizados con esa literatura, Monge inauguraba su profusa labor
democratizadora de la alta cultura. Y mencionemos, al menos, que, cuando estalla la Reforma,
su revista Repertorio Americano (1919-1958) es central en el tramado de la red continental de los
intelectuales reformistas. Cfr. Devés Valdéz (2011).
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socialista y cientificista, la organización de cursos popula-
res destinados a la formación científica de los obreros y la
disposición de conferencias para los estudiantes, también
marcadas por el cientificismo y la preocupación por los
problemas sociales.6
En 1916 aparecieron otras dos revistas estudiantiles rio-
platenses Ariel. Éstas se preocuparon por la difusión de la
cultura estética y moral y fueron editadas una en La Plata y
otra en Treinta y Tres, Uruguay (órgano de la Asociación de
Estudiantes Secundarios Cervantes). Además, en 1918 fue-
ron fundadas una Ariel en Santiago del Estero y otra en Río
Cuarto. Al año siguiente, un grupo de estudiantes secunda-
rios de Buenos Aires, liderado por un joven que jugaría un
papel destacado como editor, Samuel Glusberg, creaba otra
Ariel. Por su parte, a mediados de 1919, el Centro de Estudios
Ariel de Montevideo, que lideraba Carlos Quijano, ponía a
circular el primer número de la Ariel que lograría prolon-
garse más en el tiempo. Al igual que la porteña de 1914, la
revista Ariel de Montevideo combinaba el llamado juveni-
lista de Rodó con el socialismo, e incluso se relacionaba con
algunos de los que habían participado de la Ariel de 1914.
Pero, como veremos, el grupo de Quijano surgía luego del
estallido de la Reforma Universitaria y de la Revolución
rusa, dos acontecimientos que permitían reemplazar la im-
pronta gradualista del socialismo cientificista de los arie-
listas porteños por un socialismo que simpatizaba con la
vía revolucionaria y se referenciaba en la figura de Henri
Barbusse.7
6 Cuando en enero de 1915 dejó de editarse Ariel, estas iniciativas de extensión universitaria fueron
impulsadas por prácticamente los mismos miembros reunidos desde entonces en una olvidada
“Universidad Libre” (1915-1918) que recogía la tradición del librepensamiento.
7 Además de las mencionadas, en las siguientes décadas fueron fundadas otras revistas Ariel: en
Santiago de Chile (1925), en Río Cuarto (1926), en Cosquín (1927), en Lima (1928), en Río de Janei-
ro (1931-1936), en Cuba (1936-1937), en San José de Costa Rica (1937-1942). Sobre la Ariel de Río
Cuarto, cfr. Prieto (2003). Sobre el arielismo a nivel continental, cfr. Devés Valdés (2000) y Real de
Azúa (2010).
58 Natalia Bustelo
mayoría de ellos dobles). En cambio, en los ocho años que
van de 1924 a 1931, sólo se publicaron seis números.
Asimismo, hacia mediados de 1920 la revista sufrió una
significativa redefinición. Los once primeros números tu-
vieron un tamaño pequeño, fueron impresos en papel de
calidad y contaron con unas sesenta páginas cada uno. Si
bien se anunciaba una frecuencia mensual, la periodicidad
tendió a ser cumplida a través de números dobles. Los es-
tudiantes montevideanos declararon como uno de sus pro-
pósitos principales la vinculación con otras asociaciones y
propusieron una intervención centrada en la cultura letra-
da. Se lee en el manifiesto inaugural:
9 Una prueba de que el objetivo político no interrumpió los primeros propósitos culturales es la
participación del grupo en el homenaje a Rodó de comienzos de 1920 y la posterior preparación
de los dos tomos de Homenaje a José Enrique Rodó.
60 Natalia Bustelo
conseguidos por los estudiantes argentinos en agosto de
ese año. Sin embargo, desde mediados de 1920 los vínculos
con los porteños se intensificaron y la misma revista pro-
puso una poco explorada conciliación entre arielismo y
socialismo.
Como han analizado Caetano y Rilla (1986), fue en 1927,
luego de formarse en economía en París y de desarrollar
esa mirada antiimperialista en clave nacional que dejará
su impronta en la izquierda uruguaya, que Quijano expuso
críticas precisas al arielismo. En efecto, poco antes de re-
gresar a Montevideo, publicaba una carta de lectores en el
diario montevideano El País (16 de septiembre de 1927) en la
que acusaba a su antiguo maestro de carecer de una mirada
económica y de alentar un vago idealismo que no aportaba
ideales concretos (Caetano y Rilla, 1986). Según veremos en
el apartado siguiente, entre 1920 y 1924 Quijano y su grupo
ya identificaban esos problemas en el arielismo, pero para
superarlos no proponían una superación sino la conciliación
con el socialismo bolchevique, y ello era posible tanto por el
horizonte político-intelectual que instalaban las primeras
noticias de la Revolución rusa como por la estrecha vincu-
lación que mantenían los arielistas montevideanos con el
ala radicalizada de la Reforma en Buenos Aires.
“BASES”
PUBLICACIÓN MENSUAL
62 Natalia Bustelo
disconformidad con sus posicionamientos izquierdistas).
Frente al rechazo a comprometerse en asuntos políticos
que manifestaban muchos estudiantes porteños, el epí-
grafe de Bases insinuaba que el liberalismo de la juventud
argentina debía ser el jacobino, o bien el del nuevo mundo
señalado por Rusia: “Bases mejores y más fuertes sobre las
que levantaremos, con amor y con inteligencia, en obra de
bondad, de verdad y de belleza, una Argentina más libre
y civilizada entre los países civilizados y libres del mundo
nuevo que llega”.12
Las páginas de esta revista confirman la entonación de
“una voz nueva, vibrante y valiente” entre los estudian-
tes que recuerda Solari (1976: 11). Esa voz desacreditó a la
Liga Patriótica Argentina, suerte de guardia civil alentada
por la élite política y económica para enfrentar la protesta
obrera, e impulsó medidas universitarias radicales, como
la suspensión de los exámenes de ingreso o la gratuidad
de la educación superior. Pero Bases también saludó a la
Revolución rusa, pueblo al que debería enlazarse el sen-
timiento patriótico argentino, puesto que “de la libertad
hizo su condición, de la generosidad su culto y de la justi-
cia su idea”,13 y con ello a la promoción de una llegada re-
volucionaria al socialismo frente al gradualismo, centrado
en la sanción de leyes obreras y en la educación de las ma-
sas que, en la escala argentina, había diseñado la “hipóte-
sis de Justo”.14 Cerrada Bases a mediados de 1920, la versión
radicalizada de la Reforma encontró una nueva plataforma
de difusión en la emblemática Insurrexit. Revista universita-
ria (1920-1922), a la que Solari se sumó hasta comienzos de
15 Para un análisis de la intervención del grupo Insurrexit y la saga de revistas afines, cfr. Tarcus
(2004: 749-772).
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el único verdadero en las tinieblas de la vida” —como
canta Gorki en su himno inmortal al Hombre—.16
66 Natalia Bustelo
En cuanto a la filiación internacional, la breve presen-
tación que inauguraba la sección “Exterior” de ese número
volvía sobre el compromiso de realizar de modo integral la
obra de los revolucionarios franceses “ya que sólo tuvo con-
sagración en las construcciones sociales el principio pri-
mordial de la libertad, no llegándose a la plenitud de los hu-
manos y generosos postulados de igualdad y fraternidad”.18
Para colaborar en esa obra, los distintos números de Ariel
daban a conocer los manifiestos y emprendimientos es-
tudiantiles. Entre ellos, la fundación de la Universidad
Popular en Lima y de la Universidad de Concepción de
Chile así como la aparición de la Asociación de Estudiantes
de las Repúblicas Soviéticas y de la efímera Federación de
Estudiantes Revolucionaria en Rosario (compuesta por la
Liga de Estudiantes Universitarios Libres de Buenos Aires,
que animaba el grupo editor de la mencionada revista
Insurrexit, la Asociación de Estudiantes Revolucionarios de
Córdoba y el Centro de Estudiantes Evolución de Rosario).
A ello la revista montevideana sumaba la divulgación de los
debates producidos en distintos puntos del planeta en torno
del lugar de los intelectuales en la revolución socialista.
El n° 12 de Ariel publicó el difundido manifiesto “La
Internacional de los Intelectuales” que habían firmado
Henri Barbusse, Georges Duhamel y Romain Rolland,
junto con la respuesta de Máximo Gorki. Luego de leer la
convocatoria realizada por los intelectuales franceses a
un Congreso Internacional de los Intelectuales orientado
a rearmar los vínculos “entre quienes luchan por la paz y
el progreso de la humanidad”, los lectores de Ariel cono-
cían las críticas que realizaba el orientador cultural de la
Revolución rusa: en lugar de una reunión entre intelectua-
les, Gorki les proponía a estos que asumieran el carácter
19 “Max Eastmann y Romain Rolland”, Ariel, n° 13-14, septiembre y octubre de 1920, pp. 17-18. La
nota siguiente también se ocupa de los problemas del “proletariado intelectual”. Bajo el título “El
porvenir de los intelectuales”, los arielistas trascriben parte de la defensa de la tarea intelectual
que realiza Paul Boulat, entonces ministro de Instrucción de Francia, porque “muchos de los con-
ceptos enunciados tienen aplicación en nuestro ambiente” (Ariel, n° 13-14, septiembre-octubre
de 1920, p. 19).
68 Natalia Bustelo
objetivo de ese método sería “lograr para la sociedad por lo
menos correlativamente, con antelación si fuera posible, a
las conquistas políticas y económicas, una superior unidad
de cultura, por expansión de la mejor aquilatada”.20 Los jó-
venes compartían con el Partido Socialista uruguayo —que
a diferencia del argentino había adherido a la Internacional
Comunista— la convicción de que la vía para las conquistas
socialistas no era parlamentaria sino revolucionaria; la dis-
cusión giraba en torno del peso asignado a la cultura.
Es que al interior del campo de la izquierda revolucio-
naria uruguaya una empresa que se concentrara en la edu-
cación del pueblo no podía ser vista con buenos ojos por
quienes concebían que la vanguardia política debía ser ex-
clusivamente obrera y que el objetivo primordial era acele-
rar su organización. A esos críticos respondían los arielistas
con las siguientes definiciones:
70 Natalia Bustelo
Con propósito de realizar obra de comprensión y de
convencimiento mutuo como primer paso en el ca-
mino de la fraternidad americana, ARIEL ofrece, a
sus hermanos en ideales, cordial amistad y decidido
concurso.22
72 Natalia Bustelo
Del socialismo bolchevique al antiimperialismo
latinoamericano
25 Para una reconstrucción de esta red, cfr. Pita González (2009). Si bien los proyectos se mantu-
vieron a distancia del Partido Socialista y el Comunista, recordemos que desde 1930 muchos de
sus animadores se sumaron al primer partido y con el tiempo se convirtieron en sus referentes
intelectuales.
74 Natalia Bustelo
Esta aparición irregular no sólo coincide con el aleja-
miento de Quijano, sino también con el reflujo del ciclo
rioplatense de protestas obreras y la inscripción de la “revo-
lución en los espíritus” y del mismo Barbusse en el Partido
Comunista francés. Ante el equilibrio, cada vez más difícil,
entre la adhesión al comunismo obrerista, por un lado, y
una intervención que no subsuma al intelectual en el recla-
mo obrero sino que lo construya como un revolucionario
abocado a la instrucción de las masas, la democratización
de la universidad y el estudio del problema social a escala
nacional, por el otro, los estudiantes rioplatenses que per-
severan en la identidad socialista buscan nuevos caminos.
De esa búsqueda emerge la sensibilidad antiimperialista
latinoamericana que terminará caracterizando a la cultura
política de la Reforma Universitaria y de la que, a escala rio-
platense, su principal maestro no fue Rodó, sino Ingenieros.
Entre 1924 y 1927, años en que Ariel dejó de editarse, son
los arielistas que abandonaron el Centro para fundar la
Asociación Universitaria Cultural y Cultura los que realiza-
ron ese recorrido desde el socialismo bolchevique hasta la
sensibilidad antiimperialista y latinoamericanista, ligada a
la ULA. Ya en su manifiesto inaugural es clara la nueva tarea
estudiantil que proponían. La Asociación se presenta como
un:
Figueredo. Los otros redactores fueron Raúl Capurro, Alfredo Aragona, J. Bentencauet, S. Fer-
nández Correa y J. Magariño.
76 Natalia Bustelo
conferencias de los argentinos Ingenieros, Palacios, Arturo
Orzábal Quintana, Carlos Sánchez Viamonte, Julio
González, Florentino Sanguinetti, Mario Sáenz, Juan
Carlos Rébora y Ricardo Levene, y de los profesores uru-
guayos Vaz Ferreira, Emilio Frugoni, Juan Antonio Buero,
Santín C. Rossi y Dardo Regules.29
El ciclo se inició en 1925 con una conferencia de Sánchez
Viamonte del lado uruguayo y una de Frugoni del lado
argentino. A ellas les siguieron, ese mismo año, otras tres
disertaciones en Uruguay. Como en los viajes anteriores,
los líderes argentinos arribaban al país vecino acompa-
ñados por un grupo de estudiantes que participaban de la
ULA o del Partido Unión Reformista Centro-Izquierda.
Esos disertantes fueron Palacios, Sanguinetti y Orzábal
Quintana.30
Al iniciarse el ciclo en Buenos Aires, Cosco Montaldo fue
el encargado de presentar a su maestro Frugoni. Luego de
recordar que la voluntad de democratización del gobier-
no uruguayo distanciaba a su país del resto de los países de
América, al punto que allí no existían “intelectuales de com-
bate”, el joven formulaba definiciones que nos permiten ad-
vertir cómo el llamado de Barbusse a un frente intelectual
29 “Crónicas”, Renovación, Buenos Aires, año 3, n° 8, agosto 1925, p. 3. Recordemos que la mayoría
de las figuras argentinas mencionadas formaban parte de la primera comisión directiva de la ULA
y estaban vinculadas a la fracción izquierdista de la Reforma en la Facultad porteña de Derecho.
Más precisamente, Palacios presidía la ULA, Sánchez Viamonte era el secretario y éste junto a
Sanguinetti y González organizaban la mencionada fracción reformista a través de su condición
de consejeros estudiantiles del Consejo Directivo de la Facultad de Derecho. Además, Sánchez
Viamonte, González y Carlos Amaya dirigían la revista platense Sagitario, fundada en mayo de
1925 como órgano cultural de la ULA.
30 Sólo hemos accedido a la conferencia de Sanguinetti. Ésta llevó el título de “Reforma y contrarre-
forma en la Facultad de Derecho de Buenos Aires” y consistió en una síntesis ejemplarizante de la
campaña que por entonces realizaban los Consejeros Estudiantiles de esa facultad. Cfr. Del Mazo,
La Reforma Universitaria, 3 tomos, La Plata, Centro de Estudiantes de Ingeniería, 1941, t. III, pp.
302-313.
31 Cosco Montaldo, “La juventud universitaria uruguaya”, Acción Universitaria, Buenos Aires, n° 13,
agosto de 1925, p. 2.
78 Natalia Bustelo
de intelectuales de carácter continental, para realizar
los superiores fines de la colectividad americana. Es
por esto que no es aventurado afirmar que la creación
de la Unión Latino-Americana es un acierto lumino-
so, y que está llamada a ejercer una influencia decisiva
en el Continente. Los problemas que se plantea hoy la
Unión Latino-Americana son precisamente los que
ofrecen verdadero interés actual e indiscutible tras-
cendencia, entre ellos la lucha contra las tiranías en
América (y he ahí el ejemplo del Perú, de Venezuela
y de Bolivia) y la lucha contra el imperialismo yanqui
y la diplomacia del dollar, que ha venido a desnatura-
lizar la doctrina de Monroe, transformando el prin-
cipio de defensa contra el intervencionismo europeo,
en el principio de hegemonía yanqui y de absorción
imperialista. [...] Una gran fe nos posee a los universi-
tarios de la nueva generación. Los grupos intelectuales
se han buscado y han comenzado a elaborar una con-
ciencia continental que adquiere admirable vigor.32
32 Ibíd.
33 Del Mazo, op. cit.
34 Un interesante estudio de la AGELA puede consultarse en Taracena (2006). Allí no sólo se recons-
truyen las actividades de la asociación, sino que, a partir de la lectura de los archivos policiales
parisinos, se repone la repercusión que tenían esas actividades y la preocupación que causaba al
gobierno. Taracena recupera también el elocuente retrato de Quijano que realizaba en 1926 otro
participante de la AGELA, Miguel Ángel Asturias. Éste lo caracteriza como: “Manager, cabeza y
pies de la Asociación general de estudiantes latino-americanos de París. Literatofobo, poetafobo,
viviseccionista y hombre-sandwich de las ideas renovadoras de la América”.
80 Natalia Bustelo
un acto parisino de la AGELA y que representa su primer
análisis sistemático del imperialismo padecido por América
Latina. Sagitario acompaña esa publicación con su propia
declaración antiimperialista, “Nicaragua”, y anuncia que el
texto de Quijano aparecerá en cinco entregas, pero los jó-
venes platenses no pueden cumplir su promesa, pues luego
de la tercera entrega del ensayo, Sagitario deja de editarse.35
A fines de 1927 no sólo desaparecía Sagitario sino que
además se interrumpía el ciclo de intercambio de confe-
rencias rioplatenses y la ULA entraba en una fuerte crisis
debido a las tensiones entre Palacios y Orzábal Quintana
pero también al cuestionamiento que realizaba el antiim-
perialismo obrerista que proponía la Liga Antiimperialista
Sección Argentina (LASA), ligada al Partido Comunista.36
Frente a esa crisis González anunciaba, en un discurso di-
fundido por Sagitario, la fundación del frustrado Partido
Nacional Reformista. Del lado uruguayo, la Asociación de
Cosco Montaldo se disolvía pero el Centro Ariel conseguía,
después de más de dos años, poner en circulación un nuevo
número de su revista. Allí es notoria la incorporación —que
persistirá en los números siguientes— de la problemática
imperialista continental así como la vinculación con la red
antiimperialista y reformista de Buenos Aires.
Ariel nº 37 se abre con “La Revisión de Rodó”, manifies-
to que reconoce la inicial inspiración rodoniana del gru-
po que fundó Quijano en 1917, pero luego de ese recono-
cimiento pronuncia una distancia rotunda: “La dinámica
de nuestros gestos no puede ensayar la sonrisa amable y
35 Ese año el ensayo de Quijano también es publicado en entregas por el diario El País de Montevi-
deo. Y al año siguiente es editado como folleto por la AGELA en la Agencia Mundial de Librería de
París. Respecto de Sagitario y el reformismo platense, cfr. el documentado trabajo de Graciano
(2008).
36 Esta presionaba para que la ULA perdiera su condición de partido exclusivamente de intelectua-
les. Cfr. Pita González (2010: 115-154).
82 Natalia Bustelo
páginas de Nosotros, la revista cultural argentina más im-
portante de la época, con la mirada del Uruguay propuesta
por Vasconcelos en una de las obras que construían el lati-
noamericanismo: la Raza cósmica. Misión de la raza iberoame-
ricana. Notas de viajes a la América del Sur (Caetano, 2011:
109-133).
A modo de conclusión
Bibliografía
Aricó, J. (1999). La hipótesis de Justo. Escritos sobre el socialismo en América Latina.
Buenos Aires, Sudamericana.
Benedetti, M. (1966). Genio y figura de José Enrique Rodó. Buenos Aires, Eudeba.
Devés Valdéz, E. (2000). Del Ariel de Rodó a la CEPAL. Buenos Aires, Biblos.
84 Natalia Bustelo
Graciano, O. (2008). Entre la torre de Marfil y el compromiso político. Intelectuales
de la izquierda argentina 1918-1955. Bernal, Universidad Nacional de
Quilmes.
Real de Azúa, C. (1975). “Ariel, libro porteño”, Historia visible e historia esotéri-
ca. Montevideo, Arca-Calicanto.