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AVANCE Consulta la primera página de EL PAÍS, edición América, del sábado 28 de abril »
Un hombre fuma marihuana en una marcha frente al Palacio Legislativo en Montevideo a favor de la
legalización de la marihuana, el 10 de diciembre de 2013. PABLO PORCIUNCULA (AFP/GETTY IMAGES)
Uno de cada cien uruguayos forma ya parte del universo de personas registradas
para acceder a alguna de las tres formas legales de consumo: como cultivadores,
miembros de un club cannábico o comprador en farmacia. Pero sin duda, el
cambio más espectacular se está dando en el último caso, las farmacias, donde
se han superado los 23.000 autorizados para adquirir los sobres de hasta cinco
gramos y dos variedades de la droga. Y el sistema está colapsando, ya que la
producción no sigue el ritmo de la demanda.
En la farmacia Camaño de Montevideo han tenido que implementar un sistema
de números que se distribuyen dos veces al día, a las nueve de la mañana y a las
cuatro de la tarde. A partir de ahí se forman grandes colas que abarcan hasta
cuatro calles y agotan todas las reservas.
La desconfianza disminuye
Uruguay es el único país del mundo en el que los telediarios anuncian el aumento
del precio de la marihuana, de la misma manera que anuncian el de la leche o el
pan, en un ambiente de total normalidad. No se registran asaltos ni hechos de
violencia que puedan derivarse de la legalización, al menos hasta la fecha. Quizá
por ello, un estudio acaba de revelar que la desconfianza de los uruguayos está
disminuyendo: en 2012, cuando se inició el proceso, hasta un 70% de la
población se declaraba contra la ley; Actualmente, un 44% está a favor y un 41%
en contra, según la encuesta de Monitor Cannabis (centro de estudios de la
Universidad de Ciencias Sociales), las universidades Católica, ORT (de Uruguay)
y de California, y la empresa Factum.
Un arqueólogo
reconstruye el rostro Además, sólo 12 farmacias (cinco de ellas en Montevideo)
de los antiguos
tiahuanacotas de
venden el producto, lo que implica problemas para cubrir el
Bolivia territorio nacional y reduce nuevamente la cifra de los que
acceden al producto. “Viendo tantas colas, la gente se
piensa que nos estamos llenando de dinero, nos llaman en
Cártel de Cali y todo eso. Pero la verdad es que no estamos
sacando grandes beneficios, precisamente porque el
Seis minutos y medio suministro no alcanza”, lamenta Lino, de la farmacia
en la piel de un
Camaño de Montevideo.
inmigrante
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