Benedicto XVI Bios Adelante La Fe

19/3/2018 Benedicto XVI
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ADELANTE LA FE
RECIBE
Benedicto XVI NUESTRAS
12/05/17 12:27 AM
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La gura de Benedicto XVI, a la luz de su
biografía, de su Ponti cado, así como de su ¡Suscríbete!
renuncia al mandato petrino, nos aparece

como multiforme y esparcida de
subjetivismos y actitudes, que conducen a ÚLTIMOS
realizar acciones a veces contradictorias. ARTÍCULOS
ADELANTE LA FE
Nacido el 16 de Abril, un Sábado Santo, en LAS
CONFERENCIAS
1927, en la casa de su familia en Marktl am EPISCOPALES
19/03/18
Inn, en Baviera, en el número 11 de la
ADELANTE LA FE
Schulstrasse (Calle de la Escuela), fue JAVIER
NAVASCUÉS,
bautizado ese mismo día. La familia era NUEVO
ADELANTE LA FE PORTADA
profundamente católica y sentía RORATE CÆLI
veneración
DIRECTOR DE
ADELANTE LA FE
19/03/18
por el Sumo Pontí ce. “El Papa de la época,
ADELANTE LA FE
Pío XI”, a rma Benedicto XVI, “era para CON TODA LA
THE REMNANT ILUSIÓN DE
nosotrosSÍelSÍPapa
NO NO CORRISPONDENZA
por excelencia. Él era ROMANA +
SEGUIR
MEJORANDO
vicario de Cristo, una persona que estaba 19/03/18
muy por encima de nosotros, pero también ADELANTE LA FE
LA CRUZ Y LA
S HAR ES muy próxima porque era el pastor de todos. ESPADA,
RECUPERAR LA
https://adelantelafe.com/benedicto-xvi/ 1/24
ESENCIA
Venerábamos y amábamos al Papa…y lo CATÓLICA DE…
considerábamos al mismo tiempo 19/03/18
SAN MIGUEL
in nitamente lejos, in nitamente alto[i]”. ARCÁNGEL
EL PERFUME
SOBRENATURAL
El contexto en el que nació Joseph era el de
b 19/03/18
una catolicidad de molde tradicional:” en mi ¿Todos
a caso, el mundo de la fe era muy sólido y
valen para
seguro[ii].” En una carta al Niño Jesús, a la LO MÁS LEÍDO SEMANAL
c catequistas?
edad de siete años, le pidió un misal, una
LA CATEQUESIS
d casulla de misa verde y un Corazón de Jesús.
TIENE QUE SER UN
Fascinado por la liturgia de la santa Iglesia CAMINO HACIA LA
C Romana, se sintió dichoso de transitar por SANTIDAD...
el mundo secreto y misterioso de los ritos

sacramentales y comenzó así a jugar a ser
ADELANTE LA FE
cura, un juego que cali ca hoy como muy
Papa Francisco:
“hermoso”y en esa época “muy Es una riqueza
extendido[iii]”. Hasta el Concilio Vaticano II, que quien no
pueda ir a misa
en efecto, y en tanto que el Vetus Ordo era católica vaya a
la anglicana
celebrado, es decir, en tanto que había un
predominio de la fe en el seno de las ADELANTE LA FE
naciones europeas, los niños practicaban a El libro que me
menudo la imitación del sacerdote en unos cambió la vida
actos muy precisos: en el altar y en el ADELANTE LA FE

púlpito. Alianza nueva y
eterna
Tanto en su autobiografía como en las
Dernières conversations emerge la
importancia para Joseph Ratzinger de su
educación católica familiar, impregnada de
fe, de devoción y de práctica religiosa
convencida. Toda esa vivencia familiar
católica es llamada por Benedicto XVI
“experiencia” según un sistema conceptual
típicamente moderno. La experiencia, según
la aceptación de la cultura contemporánea,
en efecto, no es considerada como un
estado estable sino como un estado
S HAR ES
transitorio, que puede tener una in uencia
mayor o menor en nosotros. La tradición

católica in uenció a Ratzinger hasta una
cierta edad, para enseguida evolucionar
hacia el progresismo y el modernismo con
b los estudios universitarios, hasta llegar a los
años eufóricos del Vaticano II, que acogió
a
con grandes deseos de renovación para la
c Iglesia, para darse cuenta enseguida que se
encontraba insatisfecho con las ultranzas
d del post Concilio. Después de algunas
nuevas re exiones, en tanto que Prefecto de
C
la Congregación de la Fe y luego como
Pontí ce, comenzó a enviar señales de
conservadurismo: ¿para contentar a las
ramas conservadoras y tradicionales de la
Iglesia, o en virtud de lo que había visto,
oído, vivido en su casa y en las iglesias de
Baviera?. ¿O por las dos razones?. Es un
hecho que María, su hermana, ha sido un
punto jo de su fe: “Diría que ella no ha
in uido sobre los contenidos de mi obra,
sobre mi trabajo ideológico, pero por su
presencia, su forma de vivir la fe, su
humildad, preservó el clima de la fe común,
aquella en la que habíamos crecido, que ha
madurado con nosotros y se ha impuesto con
el tiempo. Esta fe se ha renovado acogiendo el
Concilio, pero ha permanecido sólida. Se
trata, por tanto, de la atmósfera de fondo de
mi pensamiento y de mi existencia que ella
ha, sin ninguna duda, contribuido a formar,”.
Joseph creció en una familia en la que

algunos miembros habían sido consagrados,
como el tío don Alois y la tía sor Theogona,
y esto también contribuyó a su vocación:”
S HAR ES En esta época era normal. En las grandes
familias campesinas había muchos niños y

entre ellos siempre había alguno religioso”.
Aunque nostálgico de la armonía que había
conocido en la familia, el padre Joseph se
b opondrá a la “ devoción petri cada” del siglo
XIX, en la cual su padre había sido formado.
a
LAS CONTRADICCIONES DE UNA
c IMPOSIBLE “REFORMA EN LA
d CONTINUIDAD”.
Una serie de contradicciones existenciales

C
emergen de la vivencia religiosa de
Benedicto XVI. Si por un lado el se convirtió
en sacerdote por la llamada imperiosa de la
Santa Misa (“Diría que era el hecho de entrar
cada vez más en el fondo de la liturgia.
Reconocer que la liturgia era el punto central
y tratar de comprenderla con todo el
transfondo histórico que la sostiene”), por el
otro, a pesar del Motu Proprio Summorum
Ponti cum del 7 de Julio de 2007, con el cual
dio derecho de ciudadanía en el mundo
católico a la Misa de siempre, él continuó
celebrando el Novus Ordo porque el no
considera el Vetus Ordo como otra Misa,
sino que ve dos formas diferentes de un
mismo rito. Benedicto XVI cree que basta
con exhumar el Santo Sacri cio según el
rito que antes de la reforma litúrgica era
considerado como “La cosa más
importante” para obtener una feliz
reconciliación de la Iglesia con ella misma.
En realidad, la Santa Misa de San Pío V
continúa siendo la cosa más importante,
porque está en el corazón de la única
verdad revelada por Jesucristo. Resumiendo:
S HAR ES
las dos Misas, y hoy es más mani esto aún

que nunca, representan a dos fes diferentes.
Para detener a tiempo la campaña de

resistencia contra el Novus Ordo, Monseñor
b
Benellide la Secretaría de Estado, ordenó a
a Bugnini de publicar la reglamentación, ya
enviada el 20 de Octubre a las Conferencias
c Episcopales, que permitía el uso del Vetus
d Ordo hasta el 28 de Noviembre de 1971. Es

interesante leer el relato de esos días
C controvertidos en el libro Mi vida del
cardenal Joseph Ratzinger:
“El gran acontecimiento del inicio de mis

primeros años en Ratisbona fue la
publicación del misal de Pablo VI, con la
prohibición casi completa del misal
precedente, después de una fase de transición
de alrededor de seis meses. El hecho de que
después de un período de experimentos que
habían des gurado la liturgia, se volviese a
un texto litúrgico de carácter obligatorio, era
de agradecer como algo muy positivo. Pero
me quedaba estupefacto por la prohibición
del misal antiguo, pues una tal cosa no se
había producido jamás en toda la historia de
la liturgia. Se quería dar a entender que se
trataba de algo totalmente normal. El misal
precedente había sido realizado por Pío Ven
1570, a renglón seguido del Concilio de
Trento; era pues normal, que después de
cuatrocientos años y un nuevo Concilio, un
nuevo Papa publicase un nuevo misal. Pero la
verdad histórica era diferente. Pío V se había
limitado a reelaborar el misal romano
entonces en uso, como había sido hecho
S HAR ES
durante siglos durante el correr de la
historia. Como él, muchos de sus

sucesoreshabían reelaborado el misal de
nuevo, sin nunca oponer un misal al anterior.
Se trató de un proceso continuo de
b crecimientoy de puri cación, en el que nunca
resultó destruida la continuidad. No existe
a
misal de Pío V creado por él. Sólo existe la
c reelaboración ordenada por él, como fase de
un largo proceso de crecimiento histórico. El
d nuevo, después del Conciliode Trento, fue de
otra naturaleza: La irrupción de la reforma
C
protestante avía tenido lugar, sobre todo en
la modalidad de “reformas” litúrgicas.
No había implícitamente una Iglesia católica

y una Iglesia protestante colocadas una al
lado de la otra; la división de la Iglesia tuvo
lugar casi imperceptiblemente y encontró su
manifestación más visible e históricamente
más incisiva en el cambio de la liturgia, que a
su vez se veló muy diversi cada en el plano
local, aunque ciertamente las fronteras entre
lo que era aún católico y lo que ya no lo era a
menudo no eran fáciles de de nir. En esta
situación de confusión, a la que se llegó, por
la ausencia de una reglamentación litúrgica
unitaria y por el pluralismo litúrgico
heredado de la Edad Media, el Papa decidió
que el Missale Romanum, el texto litúrgico de
la ciudad de Roma, en tanto que católico,
debía ser introducido en todas partes donde
no hubiese una liturgiaque remontase al
menos dos cientos años antes. Allí donde esto
se veri case se podría mantener la liturgia
precedente, dado que su carácter católico
podría darse por seguro.Por tanto, no se
S HAR ES puede hablar de una prohibición
concerniente a los misales precedentes y

hasta ese momento regularmente aprobados.
O, al contrario, la promulgación de la
prohibición del misal que se había
b
desarrollado con el correr de los siglos,
a después de los sacramentales de la Iglesia
antigua, constituyó una ruptura en la
c historia de la liturgia, cuyas consecuencias
d no podían sino ser trágicas. Como esto había

sucedido numerosas veces anteriormente, era
C totalmente razonable y de acuerdo con el
Concilio, que se llegase a una revisión del
misal, sobre todo en lo que concernía a la
introducción de las lenguas nacionales. Pero
en ese momento sucedió algo más: se demolía
el edi cio antiguo y se reconstruía otro
utilizando los materiales con los que se había
construido el edi cio viejoy utilizando así los
proyectos precedentes (…) el hecho de que
haya sido presentado como un edi cio nuevo,
opuesto al que se había formado a lo largo de
la historia, que se prohibía a este último al
que se hizo aparecer en la liturgia no como
un proceso vital sino como un producto de
erudición de especialista y de competencia
jurídica, nos acarreó unos daños
especialmente graves. De esta manera, en
efecto, se desarrolló la impresión de que la
liturgia está “hecha”, que no era algo que
existiese antes de nosotros, algo “dado” pero
dependiente de nuestras decisiones. Se sigue
por tanto que no se reconoce esta capacidad
solamente a los especialistas o a una
autoridad central, sino que, en de nitiva,
cada “comunidad” quiere darse su propia
S HAR ES liturgia. Pero cuando la liturgia es algo que
cada uno hace por sí mismo, no da lo que es

su verdadera cualidad: el encuentro con el
misterio, que no es producto nuestro, sino
nuestro origen y la fuente de nuestra vida.
b Para la vida de la Iglesia es dramáticamente
urgente operar una renovación de la
a
consciencia litúrgica, una reconciliación
c litúrgica que conduzca a reconocer la unidad
de la historia de la liturgia y comprender el
d Vaticano II no como una ruptura sino como
una evolución. Estoy convencido que la crisis
C
eclesial en la que nos hallamos depende hoy,
en gran medida, del derrumbe de la liturgia,
que está a veces concebida “etsi Deus non
daretur”: como si no le importase que haya
un Dios que nos habla y escucha. Pero si en la
liturgia no aparece más la comunión de la fe,
la unidad universal de la Iglesia y su historia,
el misterio de Cristo viviente, ¿Dónde
entonces aparece en la Iglesia su sustancia
espiritual?.Entonces la comunidad se celebra
a ella misma sin que eso valga la pena. En
cuanto que la comunidad, por ella misma, no
tiene sustancia sino como unidad, ella tiene
su origen en la fe del Señor. Se convierte en
inevitable en estas condiciones que se llegue a
la disolución en todo tipo de partes en una
Iglesia que se desgarra.
No se trata entonces de minucias litúrgicas

para tradicionalistas anquilosados,
nostálgicos del pasado, sino de claras
cuestiones doctrinales que tocan al rito
eucarístico, acto central de la vida de todo
católico. Escuchemos lo que dice el
cardenal Ratzinger en un pasaje de La
S HAR ES Introducción del espíritu de la liturgia, donde
se comprendre su pensamiento sobre la

ritualidad del Santo Sacri cio:
“…debería estar claro para todos que las

acciones exteriores son secundarias. El
b
actuar debería desaparecer cuando se trata
a de lo que cuenta: la oratio. Y debe ser bien
visible que la oratio es lo que más cuenta y
c que es tan importante porque precisamente
d da lugar a la actio de Dios. El que ha

comprendido esto comprende fácilmente que
C ahora no se trata de mirar al sacerdote o de
quedarse mirándolo, sino de mirar juntos al
Señor y de ir a su encuentro. La aparición
casi teatral de actores diferentes, a la que nos
es dado asistir en la actualidad, sobre todo en
la preparación de las ofrendas, pasa
simplemente al lado de lo esencial.
Si las acciones exteriores ( que en sí no son

numerosas y que se aumenta arti cialmente
su número) se convierten en lo esencial de la
liturgia y si ella es elevada al rango de un
actuar genérico, entonces se conoce mal el
teodrama de la liturgia, que queda reducido a
una parodia (…). A este respecto, la educación
litúrgica de sacerdotes y laicos es en gran
medida de citaria.
Queda mucho por hacer aquí.”
MODERNO Y CRÍTICO.
Benedicto XVI siempre ha sido un teólogo

de estilo crítico y moderno. Una de sus
lecturas fundamentales, durante sus años de
estudio, fue Der Umbruch des Denkes (El
giro del pensamiento) del teólogo moral y
S HAR ES especialista en ética Theodor Steinbüchel.
Dejando aparte a Aristóteles y a santo

Tomás, el joven Ratzinger no tenía ninguna
intención de evolucionar en el seno de una
losofía que de nió como “anticuada,
b afectada y etiquetada, pero comprenderla
como una interrogación ¿Quiénes somos
a
nosotros realmente?- y, sobretodo, de conocer
c la losofía moderna. Es en este sentido que yo
era moderno y crítico. La lectura de
d Steinbüchel fue muy importante porque
proveyó- entre otros en los dos volúmenes
C
consagrados a la fundación losó ca de la
teología moral cristiana, Die philosophischen
Grundlangen der christlichen Moralthéologie
–Die philosophischen Grundlangen der
christlichen Moralthéologie –una extensa
introducción a la losofía moderna, que
buscaba precisamente para comprender y
estudiar.”
La curiosidad losó ca pudo más y el

estudiante Ratzinger con adherirse a un
sistema prede nido o de enriquecer la
tradición teológica: la Summa Theologiae de
santo Tomás estaba para él anticuada y se
propuso observar desde una nueva
perspectiva a los teólogos de la Edad Media
y de la edad moderna, para seguir por este
camino.
En 1946 se matriculó en el instituto superior

de losofía y de teología de Freising; al año
siguiente se trans rió al seminario
interdiocesano Herzogliches Georgianum
de Baviera, y continuó sus estudios de
losofía y de teología en la Universidad
Ludwig Maximilian hasta 1950. Describió los
S HAR ES
años en Freising como un periodo

culturalmente muy rico y estimulante.
En los seminarios y las facultades alemanas,

durante los años cuarenta y cincuenta, el
b
fermento de la Nouvelle théologie era
a impresionante por la vivacidad con la que
entusiasmaba a los jóvenes seminaristas
c franceses y alemanes de la época, que
d sentían la exigencia de una gran renovación,

considerando como vetustas la losofía y
C teología tradicional. El personalismo que se
respiraba en los seminarios alemanes chocó
profundamente a Ratzinger, hasta el punto
de considerarlo “el punto de partida para
mis re exiones losó cas y teológicas.”
POR UN GIRO DE LA IGLESIA, SIN

RUPTURA CON EL PASADO.
Otra lectura fundamental fue la de

Catholicisme de Henri-Marie de Lubac, el
que según Ratzinger, acompañando al lector
de una manera de creer individualista y
estrechamente moralista hacia un credo
pensado y vivido socialmente,
comunitariamente. Se le proponía, por
tanto, una fe diferente de la que había vivido
durante su infancia. ¿Hubo con icto entre
las dos?.
“No se trata de un con icto, esto signi ca

adquirir una visión más amplia de la fe, que
para mi no estaba en absoluto en oposición
con la fe aprendida durante mi infancia.
Porque la piedad de nuestra infancia también
tenái clara que el amor por nuestro prójimo
era algo importante y que la fe investía la
S HAR ES
totalidad de la historia (…). He encontrado
una continuidad intrínseca y he probado el

gozo por el hecho de que después de estas
formulaciones un poco obsoletas se pueda ver
la fe de una forma nueva, más amplia y
b justamente insertada en la vida moderna. En
ese sentido esto fue un giro, ciertamente. Pero
a
esto no se hizo bajo el signo de la
c discontinuidad,” Se podría decir con razón
que se trata aquí de la teología del
d sacerdote Joseph Ratzinger, del Cardenal
Ratzinger, de Benedicto XVI y del Papa
C
emérito.
Para superar un momento crítico de una

rutina enojosa que se había incrustado en el
seno de los institutos eclesiásticos,
emergieron una especie de desprecio por el
pasado y un entusiasmo efervescente por la
novedad que se entreveía. “Eramos
progresistas. Queríamos renovar la teología y
con ella la Iglesia, volviéndola más viva.
Teníamos suerte porque vivíamos una época
en la cual, bajo el impulso del movimiento
juvenil y del movimiento litúrgico, se abrían
nuevos horizontes, nuevas vías. Queríamos
que la Iglesia progresase y estábamos
convencidos de que así rejuvenecería.”
Es el espíritu del Concilio Vaticano II, el

espíritu que condujo al Novus Ordo de Pablo
VI, que permitió el encuentro interreligioso
de Asís de Juan Pablo II, que dio lugar de los
desgraciados me culpa de la Iglesia católica,
que llevó a la devastación de la doctrina, a la
destrucción del catecismo para niños, al
empobrecimiento en las iglesias, a la forma
anicónica del arte sagrado ( convertido en
S HAR ES
desacralizado y a veces blasfemo), a la
hemorragia de eles y a la del clero, hasta

llegar a la indefendible declaración de Lund
de Francisco con el obispo Munib Yunan,
presidente de la FLM (Federación Luterana
b Mundial):” Dado que estamos profundamente
agradecidos por los dones espirituales y
a
teológicos de la Reforma, confesamos también
c y deploramos que Luteranos y Católicos
hirieron la unidad de la Iglesia.” La apostasía
d mora hoy en la Iglesia, quien por curiosidad
y afán de novedades y de mundo, se ha
C
creado una teología revolucionaria y
sesentayochista, en la que los precursores
franceses y alemanes del joven Ratzinger
llevaron a la desolación religiosa y moral de
nuestros días.
LAS ADVERTENCIAS DIVINAS SOBRE LA

IGLESIA Y EUROPA.
La Iglesia no se rejuveneció, la primavera de

la Iglesia tan deseada por los progresistas se
transformó en un dramático invierno
glacial, y los castigos ya han llegado. En la
víspera de la declaración de Lund, el 30 de
Octubre pasado, numerosas iglesias del ex
Estado Ponti cio se derrumbaron a causa
de un trágico temblor de tierra, que no hizo
víctimas, pero que destruyó edi cios de
culto de los que originaron la historia
cristiana de Europa, comenzando por la
iglesia de San Benito de Nursia, construida
sobre la casa en donde nacieron el Patrón
de Europa y su hermana, santa Escolástica.
La abadía de san Euticio edi cada en Preci,
en la región de Perouggia, hace quince
siglos, fue igualmente reducida a
S HAR ES
escombros. Uno de los monasterios más
antiguos de Europa, fundado por san Spes,

san Euticio y san Florencio. San Benito pasó
por allí: vino a saludar a su querido amigo
Spes que “durante cuarenta años soportó la
b ceguera con admirable paciencia”, como
escribe el Papa Gregorio el Grande. Y
a
cuando Spes murió, una paloma salió de su
c boca. Euticio y Florencio eran muy amigos,

hasta el punto que cuando Euticio se
d convirtió en abad, Florencio rogó a Dios
pidiéndole un compañero, y Dops le dio un
C
oso que guardaba cabras; celosos de tal
prodigio, algunos monjes del monasterio de
Euticio mataron al oso, y el castigo se abatió
sobre ellos: murieron todos, posiblemente
víctimas de la peste. Así era la historia de
Europa, con sus milagros extraordinarios,
esta Europa que está a un paso de renegar
de sus raíces, que reniega de ella misma y
causa terremotos naturales, eclesiásticos y
nacionales. Seis siglos después, San
Francisco de Asís vino a la abadía de san
Euticio, atraído por la reputación de la
escuela de cirugía. La abadía se había
convertido en una referencia para toda la
región, que había sido desestabilizada con
anterioridad por la caída del Imperio
Romano y las invasiones bárbaras. La
cultura estaba ahí: la disciplina médica, las
virtudes de las plantas, pero también la
biblioteca y sus manuscritos. Hoy esta
abadía es un montón de ruinas. “Si vamos
ahí veremos de donde venimos: de las
pequeñas tierras milagrosas de la tradición
cristiana”.
S HAR ES
Gracias a San Benito y su Regla, Europa

conoció una feliz era de unidad espiritual y
cultural, con importantes consecuencias
sociales, económicas y artísticas. Benito
b murió en 547. Dos siglos más tarde sus
conventos eran más de mil : centros de
a
conservación del patrimonio de la literatura
c clásica, que si no se habría perdido en gran
medida. Cada vez que una comunidad
d comenzó a relajarse y sintió la necesidad de
un reformador, éste último
C
indefectiblemente se referirá a San Benito,
porque la reforma no es la revolución (como
la hizo el heresiarca Lutero), sino la vuelta a
los preceptos del Padre de los monjes para
servir a Dios y a su Reino a través del ora et
labora.
Pero otros nuevos maestros del espíritu

aparecieron en Europa en el siglo XX, un
espíritu no tanto sobrenatural sino
inmanentista. Hegel y Heidegger entraron
en el pensamiento del clero en el siglo
pasado: “Hacemos nuestras esta losofía,
estos conceptos, con una cierta excitación(…)
quería salir del tomismo clásico (…) y no
podía hacer abstracción deldel encuentro y el
diálogo con las nuevas losofías (…) pensaba:
somos jóvenes, tenemos un nuevo punto de
vista. Y la certeza de poder construir un
mundo nuevo hacía que no tuviese miedo de
arriesgarme a grandes empresas.”
RESPONDER A LOS SIGNOS DE LOS

TIEMPOS.
El maestro en teología de Ratzinger fue el

S HAR ES profesor de teología fundamental Gottlieg
Söhngen. El 29 de octubre fue ordenado

diácono por Johannes Baptist Neuhäusler,
obispo titular de Calydon y auxiliar de
Múnich y Freising. El 29 de Junio de 1951, a
b la edad de 24 años, fue ordenado sacerdote,
al mismo tiempo que su hermano mayor
a
Georg, por el Cardenal Michael von
c Faulhaber, arzobispo de Múnich y Freising.

El 29 de Junio de 1951, a la edad de 24 años,
d fue ordenado sacerdote, al mismo tiempo
que su hermano mayor Georg, por el
C
Cardenal Michael von Faulhaber, arzobispo
de Múnich y Freising.
El 1 de Julio de 1953 defendió su tesis de

doctorado en teología sobre san Agustín,
titulada Pueblo y casa de Dios en la doctrina
de san Agustín., y que fue cali cada como
summa cum laude. En 1955, presentó su
disertación sobre san Buenaventura titulada
La teología de la historia de san
Buenaventura, bajo la dirección de Söhngen,
para su habilitación para la enseñanza
universitaria. Fue acusado por un miembro
del jurado, Michael Schmaus, de un
“peligroso modernismo” por l hecho de que
las ideas teológicas expresadas podrían
conducir al subjetivismo de la noción de
Revelación. La tesis fue oportunamente
modi cada, conservando su estructura de
pensamiento, al año siguiente Ratzinger
pasó el examen de habilitación. Su
oposición respecto a los miembros del
jurado favoreció su aproximación a Karl
Rahner, célebre teólogo académico de la
Nueva Teología y partidario de la reforma de
S HAR ES la Iglesia, que Schmaus mismo había
invitado a Königstein, con todos los

dogmatistas de lengua alemana, por Pascua
de 1956, con el n de constituir la
Asociación alemana de especialistas en
b teología dogmática y fundamental.
a En Mayo de 1957, obtuvo la cátedra de

teología fundamental de la universidad de
c Múnich. En Diciembre de 1957, obtuvo la
d cátedra de teología dogmática y

fundamental en el instituto superior de
C teología y losofía de Freising. Se convirtió
en profesor de la universidad de Bonn en
1959 y su lección inaugural llevó el título de
El Dios de la fe y el Dios de la losofía. En
1963 se cambió a la universidad de Munster.
Llegaron entonces los años del Concilio
Vaticano II y la posibilidad para el sacerdote
Joseph Ratzinger de colaborar con los otros
progresistas para poner en acción las
renovaciones y los aggiornamenti de la
Iglesia con el n de responder a los “signos
de los tiempos”.
Participó inicialmente en el Concilio en

calidad de consejero del arzobispo de
Colonia, el Cardenal Josef Frings, luego
como experto del Concilio, bajo
recomendación del mismo Frings, a partir
del nal de la primera sesión. Por esta época
conoció a Henri de Lubac, Jean Daniélou,
Yves Congar, Gérard Philips, Hans Küng y
Edward Schillebeeckx.
Con las derivas comunistas y libertinas

sesentayocheras, a pesar de su inclinación
reformista, sus ideas acabaron por oponerse
S HAR ES a las ideas liberales. Algunas voces, como la
de Küng, cali caron a estas ideas como

conservadoras, mientras que Ratzinger
mismo, en una entrevista de 1993, a rmó: ”
No veo interrupción, con el paso de los
b años, con mis puntos de vista de teólogo”.
Ratzonger continuó defendiendo el trabajo
a
deñ Vaticano II y en particular Nostra
c Aetate. Seguidamente, en tanto que Prefecto

de la Congregación para la doctrina de la Fe,
d explicó más claramente la posición de la
Iglesia Católica sobre las otras religiones en
C
el documento Dominus Jesus, del año 2000,
que concierne al compromiso de los
católicos romanos en el diálogo ecuménico.
Durante sus años en la Universidad de
Tübingen, publicó una serie de artículos en
la revista teológica reformista Concilium, y
fundó en 1072 la revista teológica Communio
con Hans Urs von Balthasar, Henri de Lubac
y Walter Kasper. Communio, en la actualidad
publicada en diecisiete lenguas, entre ellas
el alemán, el inglés y el español, se ha
convertido en una publicación teológica
importante del pensamiento católico en el
horizonte contemporáneo. Hasta su
elección como Papa, el Cardenal Ratzinger
permaneció como uno de los colaboradores
más prolí cos de la revista.
Él escribió en su autobiografía:
“ La participación que los teólogos habían

tenido en el Concilio creó entre los
especialistas una nueva conciencia:
comenzaron a sentirse como los verdaderos
representantes de la ciencia y, precisamente
por eso, no podían aparecer ya como sumisos
S HAR ES
a los Obispos. En efecto, ¿Cómo los Obispos
habrían podido ejercer su autoridad

magistral sobre los teólogos, a partir del
momento que las posiciones de éstos se
derivaban del consejo de los especialistas y
b dependían de las orientaciones que les eran
propuestas por los expertos?. En su época,
a
Lutero había reemplazado su hábito
c sacerdotal por el de sabio, para mostrar que
en la Iglesia los expertos en Sagrada
d Escritura son los que pueden realmente
tomar las decisiones: más tarde esta deriva
C
fue atenuada por el hecho de que la profesión
de fe fuese considerada como el criterio
último de juicio. El Credo era pues el criterio
último también para la ciencia. Pero en la
actualidad, en la Iglesia Católica, al menos al
nivel de su opinión pública, todo parecía ser
objeto de revisión, y mismo la profesión de fe
no parecía ya intocable, sino sujeta a la
veri cación de los expertos.”
Tras esta tendencia, aún efímera, Ratzinger,

tras el predominio de los teólogos, percibía
la idea de una soberanía popular eclesiástica
que establecía lo que era la Iglesia, de nida
por primera vez como “pueblo de Dios”. Se
anunciaba así la idea de la Iglesia de base,
Iglesia del pueblo, Iglesia de los pobres, que
“en el contexto de la teología de la liberación,
se convirtió en el n mismo de la reforma”, lo
que lleva a cabo el Papa Francisco hoy.
“Vivíamos todos en la percepción del

renacimiento, presentido ya en los años
veinte, de una teología capaz de proponer las
preguntas con una valentía renovada, y de
una espiritualidad que se desembarazase de
S HAR ES
lo que sería, de aquí en adelante, viejo y
obsoleto, para hacernos revivir de un modo

nuevo el gozo de la redención.”
Sin embargo el padre Ratzinger, y más tarde

el arzobispo de Múnich y Freising (1977), fue
b
amargamente decepcionado no por el
a Concilio en sí mismo, sino por el post-
Concilio: siempre consideró que había
c ocurrido una falsa interpretación de los
d documentos, incorrecta hasta el punto de

crear unas facciones opuestas entre ellas.
C Mientras que su lectura y la de la
“hermenéutica en la continuidad”entre el
pre-Concilio y el empuje de las
innovaciones: “El Concilio Vaticano II, con la
nueva de nición de la relación entre la fe de
la Iglesia y ciertos elementos esenciales del
pensamiento moderno, a revisado e incluso
corregido ciertas decisiones históricas, pero
en esta aparente discontinuidad ha
mantenido y profundizado sin embargo su
íntima naturaleza y su verdadera identidad”
(22 de diciembre 2005. Discurso a los
miembros de la Curia romana). En tanto que
responsable para la Congregación para la
doctrina de la fe, a rmará en una entrevista
acordada con L´Osservatore Romano del 9
de noviembre de 1984:
“Los resultados del Concilio parecen

cruelmente oponerse a lo que todos
esperábamos, comenzando por Juan XXIII, y
luego Pablo VI; se esperaba una nueva unidad
católica y, por el contrario, ha resultado
hacia un desacuerdo que ha parecido
evolucionar de la autocrítica a la
autodestrucción…Se esperaba un salto
S HAR ES
adelante y, por el contrario, nos hemos
encontrado con un proceso progresivo de

decadencia que se ha desarrollado, en cierta
medida, justamente bajo el signo de
referencia al Concilio, y que ha contribuido a
b desacreditarle para muchos. El balance
parece, por tanto, negativo… Es incontestable
a
que este periodo fue claramente desfavorable
c para la Iglesia católica. Creo que el Concilio
no pudo ser considerado en realidad
d responsable de evoluciones e involuciones
que contradicen tanto el espíritu como la
C
letra de estos documentos. Mi impresión es
que los daños que la Iglesia ha sufrido a lo
largo de estos veinte añosson debidos, más
que realmente al Concilio, al
desencadenamiento en su seno de fuerzas
latentes agresivas, polémicas, centrífugas.”
En suma: “¿Hemos enviado al mundo
habriento la palabra de la fe de los corazones?
¿O nos hemos quedado en el círculo de los
que, en su jerga de especialistas, se divierten
reenviándose la pelota unos a otros?”.
L´aggiornamiento ha llevado al hundimiento

de la idea de pecado y si el pecado ya no
está presente, ¿Existe entonces una
necesidad de redención?”.
Para el Cardenal Ratzinger, se han perdido

la fe en Dios, en la Iglesia, en el dogma y en
la Escritura leída por la Iglesia. Sin embargo
en su “testamento” Últimas conversaciones,
Benedicto XVI apoya al Papa Francisco,
quien con sus actos estruendosos, amenaza
la fe. “ Lo importante es preservar la fe hoy,
considero que es nuestro deber central”. ¿De
qué fe habla el Papa emérito (moderna
S HAR ES
gura vaticana), que en un momento
determinado no tuvo la fuerza (11 de Febrero

de 2013) moral y espiritual más que física, de
gobernar la Iglesia? Probablemente la que
tuvo durante su feliz infancia, porque la de
b hoy ha perdido los trazos de la verdadera fe
católica, en la medida en la que la Iglesia
a
contemporánea se halla a la búsqueda
c perpetua e insatisfecha de ella misma en su
adhesión al mundo moderno. La Iglesia está
d intoxicada por el modernismo y oímos
a rmar lo siguiente:
C
“La cuestión no es lo que es moderno o no lo
es. Lo importante es en realidad que
anunciamos la fe no sólo con bellas formas y
auténticas, sino que aprendemos a
comprenderlas y a expresarlas de una forma
nueva para el día de hoy, y que se forme así
un nuevo estilo de vida(…) Hago una
comparación entre las hermanas que
tenemos aquí en el monasterio (Mater
Ecclesiae, ndr), las Memores, y las religiosas
de antaño, y reconozco un gran impulso a la
modernización. Dicho de otra forma: Donde
la fe está activa y es vital, allá donde no vive
en la negación sino en el gozo, encuentra
también nuevas maneras(…) una nueva
generación está ya formándose, que da la
Iglesia una faz nueva y joven.” Palabras de un
especialista roto por las crónicas cotidianas
de una Iglesia siempre en una crisis que va a
más y con di cultades, criticada hoy no sólo
por el mundo de la Tradición: el desacuerdo
se ha propagado entre los intelectuales y los
periodistas, mientras que el clero temeroso,
en gran medida, está siempre más
S HAR ES deprimido, desmotivado y preso de la
angustia de una vida cada vez más social y

que siempre es una vida de menos oración.
Benedicto XVI, entonces, ¿ha sido un

reformador o un conservador?. Él mismo se
b
explica:
a
“Hace falta siempre hacer una cosa y la otra.
c Es necesario renovar, y he buscado hacer
avanzar a la Iglesia sobre la base de una
d interpretación moderna de la fe. Al mismo
tiempo hay una necesidad de continuidad,
C
que no sufra desgarrones, no dejar que se
rompa.” Pero esta alquimia ha fracasado
porque verdad y mentira, en la Fe, no
pueden cohabitar: se trata de una cuestión
de vida eterna o muerte eterna, para
cualquier alma. Cristo, jefe de la Iglesia,
procurará el resurgimiento de Roma a
través de la intercesión de la muy santa
Virgen María, Madre de la Iglesia, y una
Pasión de justa y misericordiosa
puri cación.
Cristina Siccardi
(Traducción Duque de las Llaves)
[i] Benedicto XVI, Ultime conversazioni

(Últimas conversaciones) con P. Seewald,
Corriere della Sera, Milan 2016,
[ii] Ibidem
[iii] ibidem
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19/3/2018 Benedicto XVI

renuncia al mandato petrino, nos aparece

el mundo secreto y misterioso de los ritos

actos muy precisos: en el altar y en el ADELANTE LA FE

mayor o menor en nosotros. La tradición

Joseph creció en una familia en la que

familias campesinas había muchos niños y

Una serie de contradicciones existenciales

las dos Misas, y hoy es más mani esto aún

Para detener a tiempo la campaña de

d Ordo hasta el 28 de Noviembre de 1971. Es

“El gran acontecimiento del inicio de mis

historia. Como él, muchos de sus

No había implícitamente una Iglesia católica

concerniente a los misales precedentes y

d no podían sino ser trágicas. Como esto había

cada uno hace por sí mismo, no da lo que es

No se trata entonces de minucias litúrgicas

se comprendre su pensamiento sobre la

“…debería estar claro para todos que las

d da lugar a la actio de Dios. El que ha

Si las acciones exteriores ( que en sí no son

Queda mucho por hacer aquí.”

Benedicto XVI siempre ha sido un teólogo

Dejando aparte a Aristóteles y a santo

La curiosidad losó ca pudo más y el

En 1946 se matriculó en el instituto superior

años en Freising como un periodo

En los seminarios y las facultades alemanas,

d sentían la exigencia de una gran renovación,

POR UN GIRO DE LA IGLESIA, SIN

Otra lectura fundamental fue la de

“No se trata de un con icto, esto signi ca

una continuidad intrínseca y he probado el

Para superar un momento crítico de una

Es el espíritu del Concilio Vaticano II, el

hemorragia de eles y a la del clero, hasta

LAS ADVERTENCIAS DIVINAS SOBRE LA

La Iglesia no se rejuveneció, la primavera de

antiguos de Europa, fundado por san Spes,

c boca. Euticio y Florencio eran muy amigos,

Gracias a San Benito y su Regla, Europa

Pero otros nuevos maestros del espíritu

RESPONDER A LOS SIGNOS DE LOS

El maestro en teología de Ratzinger fue el

Söhngen. El 29 de octubre fue ordenado

c Faulhaber, arzobispo de Múnich y Freising.

El 1 de Julio de 1953 defendió su tesis de

invitado a Königstein, con todos los

a En Mayo de 1957, obtuvo la cátedra de

d cátedra de teología dogmática y

Participó inicialmente en el Concilio en

Con las derivas comunistas y libertinas

de Küng, cali caron a estas ideas como

c Aetate. Seguidamente, en tanto que Prefecto

“ La participación que los teólogos habían

habrían podido ejercer su autoridad

Tras esta tendencia, aún efímera, Ratzinger,

“Vivíamos todos en la percepción del

obsoleto, para hacernos revivir de un modo

Sin embargo el padre Ratzinger, y más tarde

d documentos, incorrecta hasta el punto de

“Los resultados del Concilio parecen