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Acto 1

Alguien corría con sigilo en la oscuridad de la noche, se acerca a una puerta y la hace sonar
con premura. Amina nerviosa se dirige a la puerta y la abre. La visión que tiene ella le
tranquiliza. Era Kahil, un buen samaritano que trabaja de panadero, que aunque no fuese
amigo de Amina era el único que corría el riesgo de ir tan lejos para ayudarla.

—Tengo lo de siempre... —dijo en voz baja y suave,

—Kahil... gracias, pero no tienes porqué hacer esto —trató de negarse Amina cortésmente—.
Nosotros ya tenemos suficiente comida —mintió Amina.

—Amina, tú y yo sabemos que no es así... Sólo aceptalo. En tiempos de guerra cualquier


ayuda es necesaria —él miró a ambos lados de la calle con cuidado, y luego puso el paquete
en sus manos—. Tengo que irme ya, no quiero que alguien de por aquí empiece a sospechar.

Y sin dar más tiempo a palabra, Kahil empezó a correr lo más rápido que pudo. Ella no tuvo
más que opciones que simplemente quedarse con aquel paquete. Amina cerró la puerta tras de
sí y se dirigió a la cocina apresurada, pero en el camino se encuentra con su esposo Fakhir.

— ¿Qué es eso? —pregunta acusadoramente él con ojos inquisitivos.

— No es nada... —responde ella nervosa tratando inútilmente de esconder el paquete..

Fakhir furioso cacheteó con dureza a Amina.

—No trates de verme la cara de idiota, ¡ya hemos hablado sobre esto antes! Dime ¿Por qué lo
aceptaste? —exigió saber Fakhir impaciente, dolido profundamente en su orgullo.

—No... no tuve otra opción... él se fue y lo dejó en mis manos sin darme tiempo a
devolvérselo —dijo débilmente tratando de justificarse y con miedo a otra reprimenda.

— ¡Pudiste haberlo tirado! —escupió él— ¿Por qué no lo hiciste? —ella no decía nada,
apretaba los dientes con dureza en esfuerzo por contenerse— No te hagas la sorda, sé que me
escuchaste bien... lo diré una vez más ¿Por qué no lo tiraste si sabías que esto pasaría?

— ¡Porque nos morimos de hambre! —soltó ella finalmente con voz dolida— ¡Casi no
tenemos comida, Fakhir! ¿Crees que podemos aguantar con lo que ganas? ¡Si hasta los niños
tienen que trabajar porque lo que tú haces nunca es suficiente! —dijo armándose de valor
para decir lo que pensaba.

Estas palabras ocasionaron en su marido un ataque de rabia inmensa. Su orgullo había sido
herido nuevamente y su furia contenida se había desatado.

— ¡Maldita malagradecida! —decía él mientras le daba un golpe con toda su fuerza


derribándola contra el suelo.

—Lo siento... no sabes cuanto lo siento Fakhir, pero es la verdad y lo lamento... —dijo ella
sollozando tratando de protegerse con las manos.
La reacción que ocasionó en su esposo fue inmediata, arrepentimiento. Él había perdido el
control, se había dejado llevar por la furia la cual era su mayor defecto. Lloraba, lloraba
amargamente porque había herido a la mujer que amaba y que nunca quiso hacer el menor
daño.

—Amina... por favor, perdoname. En serio, esto que pasó no fue mi intención... no sé que es
lo que me pasó. Yo... yo, haré lo que pueda, trataré de trabajar más si es necesario. Si hago
horas extras, ganaré más... eso deberá servir de algo —dijo Fakhir mientras se secaba las
lágrimas.

—Fakhir... yo sé que tú eres un buen hombre. Me lo has demostrado muchas veces, pero, ya
no puedo aguantar más esto. Te perdono porque te amo, pero no puedo soportarlo más.
Cuando veo que Thair y Kala tienen que salir a trabajar se me parte el corazón en mil
pedazos, siento que soy una mala madre por no poder alejarlos de las calles. Dime, Fakhir
¿Qué otra opción tenemos? ¿Qué más podemos hacer que no hayamos hecho? ¿Qué más
tenemos que sacrificar?

Él no respondió, no pudo responder ninguna de aquellas tan complicada preguntas. Sólo pudo
abrazarla para intentar consolarla. Él estaba cansado y muy agotado por el trabajo, pero sólo
podía pensar en cómo poder trabajar aún más. Fakhir ayudó a Amina a levantarse, ambos,
agotados y abatidos por otro día infernal fueron a dormir con los ánimos bajos. Aquella
discusión los había tenido tan abstraídos que no escucharon la radio que sonaba junto a ellos.
Nadie escuchó el comunicado nocturno, por lo tanto nadie se enteró acerca del posible ataque
o de la urgente necesidad de soldados para combatir en lineas enemigas. Cuando se
levantaron por la mañana Fakhir fue a despertar a sus hijos mientras que Amina preparaba el
desayuno. Cuando estuvo lista la comida ella se sentó al lado de su esposo. Thair y su
hermana Kala estaban frente a ellos en la mesa.

—Iré hoy a la construcción —anunció el padre con vehemencia.

—Pero... ¿Hoy no es sábado? —preguntó Thair.

—Lo sé, pero, tengo un buen amigo por allá que está de jornada. Normalmente allá siempre
hay mucho trabajo, se que si voy podré encontrar algo que hacer y si tengo suerte, tal vez me
incluyan también en su jornada .

Ambos niños se miraron con cierta preocupación.

—No se preocupen niños, su padre sólo estará un poco más de tiempo trabajando —aseguró
la madre.

— ¡Pero si ya él pasa casi toda la semana trabajando..!. —exclamó Kala con inocencia.

Todos se quedaron en silencio por algunos segundos.

—A veces, se tienen que hacer algunos sacrificios —respondió la madre con cierto pesar.

— ¿Al menos podemos ir a visitarte? —le dijo Thair a su padre.


—Claro, ¿por qué no? Después de que vayan a pulir zapatos a la plaza, pues podrían pasarse
por allá, aunque no les aseguro que pueda atenderlos.

—Eso nos basta —agregó la niña con alegría. Ya quería que se hiciese la hora para visitar a
su padre.

—No comas tan deprisa, Kala. ¿No recuerdas que debes disfrutar los alimentos? —le
reprendió Amina.

—Lo siento...

Thair terminó de comer en silencio, fue el primero en terminar. Y a su vez fue el primero en
prepararse para salir. Su hermana fue la segunda, mientras que sus padres siguieron comiendo
en completo silencio. Ellos estuvieron a punto de abrir la puerta cuando su madres les llamó.

— ¡Thair, Kala!

— ¡Ya vamos mamá! —dijeron ellos al unísono.

— ¿No se olvidan de algo? —dijo la madre con cierta dulzura.

Ellos se quedaron pensativos por unos segundos pero la madre agregó.

—Que dios les acompañe, y que siempre les guarde a ambos —dijo despidiéndose.

—Antes de que se vayan..., recuerden tener mucho cuidado en la plaza a estas horas —dijo el
padre con gesto suave pero tono serio—. Thair, por favor cuidate mucho pero nunca olvides
esto: debes protege a tu hermana sin importar qué. Eres el mayor de los dos, por lo tanto es
tu deber cuidarla ¿Me oíste?

—Sí, por supuesto —dijo su hermano asintiendo con convicción.

—Y Kala, no le causes problemas innecesarios a tu hermano —dijo la madre en tono


juguetón mientras pasaba una de sus manos por los cabellos de la niña.

—Eso haré —dijo la niña feliz con una sonrisa.

—Ahora, sí. Pueden irse —anunció el padre.

Cuando ambos niños se fueron ambos padres se miraron a los ojos. Como si quisiesen
intercambiar algunas palabras entre ellos.
— ¿Hoy irás a la casa de la familia Kadar? —pregunto Fhakir, buscando un tema de
conversación.

—Sí, él y su familia son uno de los pocos que... aún en tiempos de guerra, pueden darse el
lujo de tener servidumbre —explicó Amina.
—No tengo nada en contra de ellos, pero a veces, les tengo algo de envidia... —se aclaró la
garganta como quien va a hablar un tema que no quiere tocar— Amina, con respecto a lo de
ayer... —su esposa le interrumpió.

—No quiero hablar sobre eso, Fakhir —cortó ella.

—Lo sé, lo sé. Yo tampoco, pero aun así... quiero que sepas, sin importar qué, yo te amo
demasiado y por eso me disculpo otra vez por todo, no sé qué fue lo que me pasó —empezó
diciendo él aún con remordimiento.

— ¡Detente! Sólo... sólo no sigas, no digas más... por favor. ¡No quiero escuchar más sobre
eso! —interrumpió ella aún dolida.

Ninguno de los dos dijo nada después de eso, siguieron con su labores y luego cada quien se
fue por su lado; Amina a la casa de los Kadar, y Fakhir a la construcción.

Acto 2

Thair iba con Kala a la plaza como estaba planeado. Su hermana llevaba como siempre la
cesta con las herramientas necesaria para lustrar los zapatos. Algunas cremas de distintos
colores para cada tipo, cepillos viejos para quitar la suciedad, y, un trapo algo roto para así
poder pulirlos. Y... aunque ella llevase todas las cosas para trabajar, su hermano era el que
hacía todo el trabajo, ella sólo iba con él porque no podía quedarse completamente sola en
casa. Normalmente no hablaban de camino a allí, pero esa era una ocasión especial.
—Hermano —llamó Kala a Thair que caminaba adelante de ella, Haciendo que este último se
girase.

— ¿Qué pasa, Kala? —respondió el extrañado.

—No es nada... —dijo ella con timidez y luego armándose de valor preguntó—: ¿Puedo
pedirte algo?

El la miró por breves segundos, sorprendido, era la primera vez que su hermana le pedía algo.

—Depende —respondió él—, si está en mis manos veré que puedo hacer.

— ¿Podrías dejarme ayudarte a lustrar los zapatos?

Este extraño pedido le dejó sin saber qué decir por breves segundos.

—Pero Kala, si nunca has lustrado zapatos antes... ¿Aunque sea sabes cómo hacerlo?

—Yo he visto como lo has hecho cientos de veces, hermano. Estoy segura de que podré
hacerlo bien —dijo ella decidida.

Thair estaba dudoso, no entendía el porqué tan repentino de aquel deseo.

—Sólo dime algo, ¿por qué quieres hacerlo?

Esta vez fue su hermana la que se quedó en silencio.

— ¿Prometes... no reírte si te lo cuento?

— ¡Por supuesto Kala, si soy tu hermano! ¿Qué razones tendría para reírme de ti? —dijo él
animándola.

—Quiero... quiero ir a ver a papá —dijo ella con algo timidez—. El trabaja toda la semana y
casi nunca puedo verlo. Hoy quería pasar algo de tiempo con él, pero... ya sabes que fue lo
que pasó —agregó con tono triste—. Por eso me alegré mucho con lo que él dijo, si te ayudo
con el trabajo, terminaremos antes y podremos pasar mucho más tiempo con él.

Thair sintió una presión en su pecho, como si su hermana le hubiese golpeado profundamente
con esas palabras. Meditó por unos segundos qué hacer, no quería decirle que no a su a
hermana ya que él entendía lo mucho que ella quería a su padre.

—Sé que no debería hacer esto pero... está bien. Dejaré que me ayudes pero primero promete
que tendrás cuidado, y ni una sola palabra de esto a nuestros padres ¿Entendido?

—Sí, lo prometo —dijo ella con alegría.

—Sólo por precaución, te estaré observando las primeras veces, y luego iré yo a hacer mi
trabajo no muy lejos de donde estés.
—Entendido, ¡Muchísimas gracias Thair ¡Te ayudaré en todo lo que pueda! —respondió ella
rebosante de felicidad y energía.

Thair se sentía muy feliz cuando podía hacer aunque sea un poquito más feliz a su hermana.
En situaciones tan duras como esa ella no podía disfrutar de muchas cosas, Y eso era algo que
le dolía bastante tanto como la guerra que ya llevaban varios años soportando. Ambos
llegaron a la plaza. Kala estaba feliz y llena de energías para empezar, su hermano aún
guardaba cierta preocupación. Por eso la observó las tres primeras veces, al ver que todo
estaba normal pues partió un pedazo del trapo, llevó algunas cosas y se fue a trabajar en otra
zona. Todo iba bien, hasta que Kala tuvo que atender a cierto hombre.

—Disculpe, señor ¿Quiere que le lustre los zapatos? —preguntó Kala.

—Sí, pero que sea rápido —dijo Amid de forma intimidante.

Kala se quedó sin saber que hacer por unos segundos.

— ¿Vas a hacer tu trabajo o qué? ¡Venga, no te quedes ahí parada que no tengo todo el día!

—Sí, sí, sí, perdóneme —respondió Kala nerviosamente mientras tomaba las cosas.

— ¿Quiere que... le pula sus zapatos? —la niña estaba tan nerviosa que se había confundido,
ella quería preguntarle si podía echarle más pintura.

— ¡Niña estúpida! ¿Y qué esperabas, que se pulieran solos? —Amid comenzaba a


impacientarse.

—Lo siento, quería preguntarle si quiere que les eche más pintura —respondió ella
avergonzada.

—Ah, sí, sí. Por supuesto.

Ella se apresuró a realizar su trabajo muy nerviosa por la actitud de Amid. Mientras ella
trabaja aquel hombre no la miraba, Ella estaba tan nerviosa que cometió un error grave. Se
había equivocado de crema, ahora las botas negras de aquel hombre habían terminado con
toques marrones. Kala estaba a punto de sufrir un infarto por todo el miedo que tenía en ese
momento. Cuando aquel hombre notó que ella no estaba haciendo nada, miró sus zapatos y se
llevó una amarga sorpresa.

—Señor, en serio no sabe como lo lamento... —fue lo poco que logró decir Kala antes de que
aquel hombre la apartase de una patada.

— ¿¡PERO QUÉ DEMONIOS HICISTE CON MIS ZAPATOS?! —gritó aquel hombre
completamente fuera de sí.

Kala había caído al suelo. se había llevado las manos a la herida.

— ¡MALDITA NIÑA! DIME ¿CÓMO DIABLOS ARREGLARÁS ESTO? —exigió saber


aquel hombre.
—No sé... en serio no quería... —logró decir antes de ser interrumpida.

— ¿CÓMO QUE NO SABES? ¡TE HARÉ PAGAR EL DAÑO QUE ME HAS HECHO!

Cuando ella vio que aquel hombre se acercaba con gran furia hacía ella no pudo evitar
temblar de miedo. Por suerte su hermano llegó justo a tiempo para evitar que las cosas
pasasen a mayores.

— ¡ALTO! ¿Qué acaso no ve que es sólo una niña? —dijo Thair interponiéndose entre Amid
y Kala.

— ¡ESTE NO ES TU PROBLEMA CHICO! —cuando él miró a los lados y vio la gran


multitud que lo observaba le entró pánico y se calmó— ¡Esa niña arruinó mis zapatos!

— ¡Pero se disculpó y además dijo que no fue su intención! —dijo con dureza.

— ¡¿Y quién va a arreglar mis zapatos?! —dijo el hombre aún alterado.

—Pues, si tanto le importan sus mugrosos zapatos, pues yo se los pagaré con lo tengo —
respondió Thair que comenzaba a enfadarse.

—No te creas un héroe muchachito, ni tampoco te creas con el derecho de decir lo que te
venga en gana ¿En dónde está el grandioso dinero, hablador? ¿Acaso lo sacarás del basurero
como tus ropas y tu dignidad?

—Aquí tiene —dijo Thair mientras mostraba el dinero—, no es suficiente como para que se
compre unos zapatos nuevos, pero al menos podrá ir y pagarle al zapatero para que se los
arregle. Ahora váyase y deje de molestar a mi hermana.

—Conque es tu hermana, ¿eh? Eso explica todo. Tienes suerte de que no tenga mucho
tiempo, aceptaré tu dinero y me iré, pero no olvidaré esto ¿Me oíste?

Thair no dijo nada, el grupo que había alrededor de ellos se había disipado y quedó
nuevamente a solas con su hermana. Éste se dirigió rápido a su hermana Kala y le preguntó.
— ¿Estás bien? Dime ¿No te hizo algo ese animal? —dijo Thair tan molesto que parecía
escupir sus palabras.

—Sí,.., no es nada. Sólo me golpeé un poco al caer —mintió Kala, ya que el moretón que
tenía en el brazo era producto de cubrirse con esta para intentar no ser golpeada por la patada
Amid.

—Perdona, el circulo de gente que se formó entre ustedes no me dejó ver nada. Vine lo más
rápido que pude por los gritos, pero apartar a la gente fue una tarea difícil.

— ¿De dónde..., sacaste el dinero? —preguntó Kala con miedo a la respuesta.

—Fue el que gané por el trabajo... pero no te preocupes, se hace rápido —mintió Thair.

—Hermano, lo lamento... por mi culpa tú... —ella estaba a punto de llorar.


—Kala, no te preocupes, en serio. No fue tu culpa, sólo levanta la cara y sé fuerte. Lo que
pasó, pues pasó y no se puede hacer nada más —le consoló Thair mientras le ayudaba a
levantarse.

— ¡Pero ahora no querrás que te ayude!

— ¿Y quién te dijo eso. si se puede saber? ¿Crees que perdería la oportunidad de tenerte lejos
de mí por unas cuantas horas? —bromeó Thair y Kala se rió.

—Gracias Thair, no sé que haría sin ti —dijo con una sonrisa.

—Volvamos al trabajo ¿Vale?

—Vale —asintió ella con felicidad y secándose algunas lágrimas.

Los niños continuaron su trabajo sin más problemas, Thair se mantuvo al pendiente de su
hermana desde entonces, mientras que Kala hacía su trabajo lo mejor posible el trabajaba no a
pocos metros de ella. Ninguno de los dos se esperaba lo que sucedería después, un padre
afligido se dirigía hacía ellos con gran rapidez.

— ¡Kala, Thair! —llamó la voz de Fakhir llena de preocupación.

— ¡Papá! —dijo Kala con alegría a lo que Thair se giró a verlos a ambos sorprendido.

— ¡Qué bueno que los encontré! —logró decir el padre entre jadeos.

— ¿Pero qué haces aquí, no se suponía que debías estar trabajando?

—No hay tiempo para explicaciones, tomen sus cosas y vengan conmigo a casa —dijo el
padre apresurado,

—Pero aún no hemos... —intentó decir Thair.


— ¡He dicho que nos vamos a casa ahora mismo! —dijo el padre con dureza, pero cuando
vio la cara sorprendida de su hijo recapacitó y agregó—: Han empezado el reclutamiento...
Tenemos... tenemos que... esconderte en algún lado —el nerviosismo se notaba en su voz.

Esto dejó a Thair estupefacto.

— ¿¡Tan pronto!? —dijo sin disimular su sorpresa.

—Sí... No escuchamos el comunicado ayer, tu madre se enteró en la casa de los Kadar. Ella
logró conseguir un teléfono y llamó a la constructora, cuando me avisaron ella me dijo que
fuese a buscarlos lo más rápido posible. Tenemos que irnos ya, se nos acaba el tiempo.

Thair y Kala se quedaron en silencio, buscaron sus cosas con rapidez y siguieron a su padre
de vuelta a casa lo más pronto posible.
Acto 3

Ambos niños corrían detrás de su padre mientras miraban los alrededores, el ambiente no era
el mismo. Era como si toda la gente de la calle hubiese desaparecido de la nada, a veces sólo
se veía alguna cara esporádica en el camino pero poco más. Cuando ambos hermanos
llegaron a la ahora abarrotada calle que daba a su casa, extrañaron la soledad. El lugar estaba
lleno de hombres uniformados con ropas y cascos verdes, que además hacían juego con sus
rifles negros. El padre se detuvo de repente y al ver todos esos cuerpos extraños frente a ellos
exclamó.

— ¡Demonios, la calle está bloqueada! —dijo después de mirar por el borde de la esquina—
Tenemos que pasar por el otro lado sin que nos vean... —su respiración era muy agitada, el
miedo de que los viese un oficial era gigantesco.

—Podríamos tomar el callejón para acortar camino, de esa forma nadie nos verá —aconsejó
Thair.

—Buena idea, el problema es que aún tendremos que cruzar frente a ellos. Sólo nos queda
rezar para que nadie nos vea —dijo el padre aún angustiado.
Todos ellos atravesaron el estrecho callejón con lentitud hasta quedar del otro lado. Los
oficiales iban registrando cada una de las casas, y la suya era una de las últimas ya que ésta
quedaba casi finalizando la calle.

—Aún hay muchos soldados a lo lejos, al menos desde esta distancia es más difícil que nos
vean...—dijo después de echar un vistazo— Tenemos que esperar al momento justo. Presten
atención, cuando les de la señal nos movemos.

Los niños asintieron sin decir nada. El padre no se movía, sólo miraba de reojo con toda la
presión encima. Un solo error podía acabar en desastre. El momento llegó, ese momento en el
que los oficiales iban a entrar a la fuerza en una casa.

— ¡Ahora! —dijo el padre lleno de adrenalina.

Todos corrieron como si no hubiese un mañana, ellos tenían que corres en dirección a los
oficiales antes de llegar a la casa.Aquel trayecto duró menos de 10 segundos, lo habían
logrado. El padre entró prácticamente derribando la puerta de lo apurado que estaba, seguido
de Kala y luego de Thair que tenía una cara de haber visto un fantasma. El plan había salido
casi a la perfección, a excepción de una cosa. Alguien los había visto. Justo antes de entrar
Thair logró intercambiar miradas con un hombre, pero para mala fortuna suya era Amid. Éste
último se veía sorprendido, pero luego pudo esbozar una sonrisa, estaba a varios metros de
ellos, probablemente registrando una de las casas, completamente fuera del grupo de
soldados.

— ¡Dios mío! ¡Qué bueno que están bien, no saben lo preocupaba que estaba! —fue lo que
logró decir la madre mientras les apretaba con un cálido abrazo a sus hijos.

Pero Thair no reaccionaba, era como si hubiese visto directamente a los ojos de la muerte.
Cuando vio a Amid con el traje de militar y el rifle no pudo evitar temer lo peor.

— ¡¿Qué te pasa Thair, qué tienes?! —dijo la madre alarmada.

—Me han visto.... hace unos segundos... —le costaba decir las palabras, era como si hubiesen
atorado en su garganta—

Su madre no supo que decir, ahora ella también estaba aterrada.

— ¿Quién te ha visto? —dijo el padre en tono serio. Intentando por todos los medios
mantener la calma.

— ¡Papá, un oficial me ha visto! ¡Él me vio con mi hermana en la plaza!—respondió Thair


aterrado.

Fakhir miró a amina con ojos serios a Amina y dijo

—Tenemos que esconderlos.... ¡A ambos! —le costaba hablar, pensaba muy rápido— ¡Tú y
yo no tenemos ni un sólo hijo! Sólo tenemos que engañarlos... sí, sólo eso, nadie lo sabrá —
dijo tratando de convencerse a sí mismo.

— ¿Dónde. Fakhir, dónde? —dijo al borde del llanto.


— ¡Escondelos en los gabinetes de la cocina! Ellos buscarán debajo de las camas o en los
armarios, pero si los persuadimos no buscarán por allí. Sé fuere Amina, tenemos que hacerles
creer por todos los medios que no tenemos hijos.

—Lo sé, lo sé —repetía Amina de forma incesante y luego dijo dirigiéndose a sus hijos
mientras se secaba las lágrimas— No se preocupen, no les va a pasar nada. Yo y su padre nos
encargaremos de que así sea. Síganme, tenemos poco tiempo.

Los niños asustados hicieron caso a su madre y fueron con ella a la cocina. Por suerte ellos
eran lo suficientemente pequeños como para caber allí, además su madre quitó varias cosas
para que tuviesen espacio.

—Tranquilos, todo estará bien. Recuerden que sin importar qué escuchen o vean no deben
salir de aquí hasta que sea seguro. Si necesitan esconderse en otro lado pueden ir a ver a
Kahil, es alguien de confianza que los puede ayudar. Los amo, nunca lo olviden.

Amina cerró la puerta del gabinete.y se preparó mentalmente para lo peor. Aunque no tuvo
mucho tiempo para hacerlo debido a que alguien ya estaba tocando la puerta con insistencia.
Fakhir la abrió sin más.

— ¿Qué quiere? —preguntó cortante.

—No se haga el tonto, Usted sabe muy bien porqué estoy aquí —respondió Amid.

—Si en realidad lo supiese no se lo estuviera preguntando, ¿no lo cree? —dijo Fakhir en tono
irónico.

—No te juegues conmigo, vejestorio. Tienes suerte de no estar en edad para prestar servicio,
si no, no estaría aguantando tus juegos estúpidos ¿Dónde está?

— ¿Quién? —dijo Fakhir con falsa inocencia.

— ¡El chico! —respondió Amid moviendo su fusil de forma impaciente.

— ¡Pero si aquí no hay ningún chico! ¿No es así, querida?

Amina se limitó a asentir con miedo.

—Conque esas tenemos ¿Eh...? Pues, entonces, ¿no les importará que revise el lugar, o sí?

—Sin ningún problema oficial. Pero que por favor sea rápido, usted entenderá que esto es una
invasión a nuestra privacidad. Por otra parte, querida ve a prepararle algo de beber a este
sediento compatriota.

— ¡No des un paso más o disparo! ¡Aquí nadie se mueve hasta que yo revise TODA la
vivienda! —dijo Amid apuntando con su fusil a Amina.
— ¡Vale, vale, vale! ¡Aquí nos quedamos! Calmate un poco, ¿no? Te vendría bien un buen
té para controlar los nervios —Fakhir estaba muy nervioso pero tenía que mantener su
actuación disimulando su nerviosismo con bromas.

— ¡Callate! Si aún no te he pegado un tiro por la cabeza es porque estás cooperando.


Además, ocasionar muertes sin sentido para viejos sin gracia como tú no es mi trabajo.

Las piernas de Amina temblaban de miedo.

—Tú y tu esposa me acompañaran mientras reviso los cuartos —demandó Amid— ¡Y nada
de movidas raras!

—Por supuesto oficial —dijo Fakhir con una falsa sonrisa.

Ellos acompañaron al oficial mientras revisaba arduamente la vivienda sin encontrar nada. El
farol de Fakhir había funcionado, centró la atención del oficial en al cocina para que pensase
que por ser muy evidente los niños no estarían ahí, ya que nadie en esa situación hubiese
hablado de ese lugar de forma tan evidente por miedo a que descubriesen lo que trataba de
esconder. De esa forma y con su actitud había confundido al oficial.

—No puede ser... yo lo vi, sé que lo vi —decía Amid, tratando de convencerse.

— ¿Ver qué, oficial? —preguntó Fakhir con falsa inocencia.

—Al chico, yo lo vi correr y entrar a una casa a lo lejos.

—Pudo haberse equivocado ¿No lo cree? Si estaba lejos pudo haber entrado a otra casa y
usted se confundió. Pero ya no importa, ese condenado debió haber aprovechado todo este
tiempo para escapar —dijo Fakhir plantando la duda en el oficial.

— ¿Es posible que yo...? ¡No! Yo lo recuerdo a él perfectamente ¡A ese hijo del diablo y su
estúpida hermana! —la furia lo llevaba a sacar conclusiones irracionales, la vergüenza que
había sentido y la molestia que tenía contra el chico lo llevó a pagar su furia con gente
inocente— ¡Ustedes deben estarlo escondiendo en algún lado!

—Pero sí... —intentó decir Fakhir.

— ¡Callate, lengua larga! Yo sé lo que vi... —dijo Amid que ahora miraba Amina— Ahora
que lo pienso, ¿No llevas mucho tiempo callada? ¿No crees que deberías cantar un poco,
pajarito? —continuó diciendo Amid de forma intimidante.

—No sé de que me habla —se limitó a decir Amina.

—No te preocupes, tengo algo que te ayudará a cantar... —empezó diciendo Amid mientras
se acercaba lentamente hacía ella, sacando de su cinturón una nueve milímetros que colocó
en su frente— Muy bien pajarito, contaré hasta diez y si no me dices lo que quiero saber
apretaré y te meteré una bala por la sien.

—Pero es que yo no sé nada... —decía Amina nerviosa.


—Uno, —empezó a contar Amid— dos, tres...

— ¡Le dije que no sé nada! —repitió Amina aún más nerviosa.

—Cuatro, cinco, seis... —seguía contando Amid ignorando a Amina.

—Por favor ¡Créame! ¡No sé de qué me habla! —dijo ella al borde del llanto.

—Siete, ocho, nueve —terminaba de contar Amid mientras suavemente apretaba el gatillo.

— ¡Está bien, hablare! —dijo ella llorando mientras se arrodillaba en el suelo.

— ¡Qué bien pajarito, qué bien, finalmente decidiste cooperar! Has tomado una buena
decisión.

Aún entre sollozos y moqueos ella estaba tratando de levantarse. Su marido estaba hecho una
furia, no porque fuese a delatar a los niños, sino que estaba furioso con Amid que frente a sus
ojos casi mataba a su esposa.

—Yo, yo soy su madre... No sé dónde están, ya que mi esposo fue a buscarlos a la plaza pero
no los encontró... Si usted los encuentra... por favor, no se los lleve ni les haga daño, ¡yo los
amo a ellos más que a mi propia vida! —logró de decir ella que rompía en llanto y trataba de
aferrarse a las piernas del oficial rogándole por todas las maneras que no le hiciese daño a sus
hijos.

Aquel el hombre con cara de repulsión apartó a Amina de una patada derribándola en el
suelo.

— ¡Apartate de mí, perra! ¡No te hagas la lista, no era eso lo que quería saber! ¡Debí pegarte
un tiro cuando tuve la oportunidad, pero esta vez no cometeré dos veces el mismo error! —el
estaba levantando la mano con la nueve milímetros

Lo que Amid no se esperaba era que aquel "vejestorio" iba a tener un ataque de furia que lo
iba llevar a darle un derechazo en la quijada que lo tumbó al suelo. La nueve milímetros
quedó en el suelo. La furia de Fakhir era tan grande que estaba dispuesto a matar a ese tipo a
puñetazos. Kala se acercó más a la salida del gabinete, Thair ya no la contenía el también
quería ver que pasaba.

— ¡Nadie llama a mi mujer perra y la golpea frente a mí! —dijo Fhakir hecho una furia.
Empezó a dar una lluvia de golpes contra Amid que estaba en el suelo.

Amid le pegó una patada en el estomago para quitárselo de encima.

— ¡Jodido malnacido, te haré pagar por lo que me hiciste! —dijo mientras apuntaba con su
fusil. El apretó el gatillo y las balas salieron disparadas al cuerpo de Fhakir.

Thair logró tapar los ojos y boca de su hermana a tiempo, ella casi grita revelando su
ubicación.
— ¡FAKHIR! —gritó Amina al ver el cuerpo acribillado de balas de su esposo.

— ¡No lo maté con la pistola, todos debieron escuchar los disparos! ¡Tengo que salir de aquí
antes de que me descubran! —decía Amid nervioso. justo antes de irse miró a Amina que
lloraba encima del cuerpo de su esposo y dijo—: No es nada personal, preciosa, pero no
puedo dejar testigos... —apretó el gatillo y le pegó un balazo con la nueve milímetros justo en
la frente.antes de echar a correr.

Acto 4

Thair lo había visto todo, estaba estupefacto. Tanto fue el impacto que tuvo aquella escena en
él que ni siquiera sintió la sangre que se escurría por su mano. Su hermana Kala, le estaba
mordiendo la mano.con fiereza.Cuando se dio cuenta de esto soltó rápidamente a su hermana
que cuando vio los cuerpos sólo pudo gritar amargamente y romper a llorar. Thair no había
sentido nada, no tuvo tiempo de sentir algo.

— ¡Mamá, papá! —repetía de forma incesante la niña que sólo podía llorar.

—Kala... —logró decir su hermano que aún estaba impactado.

— ¡Ellos murieron Thair, murieron y no pudimos hacer nada más que verlo! —dijo antes de
empezar a llorar desconsoladamente.

—Kala... —repitió el con pesar.

— ¿¡Qué pasa!? —explotó ella.

—Tenemos que irnos ya. Si nos encuentran, su sacrificio habrá sido en vano...

— Pero... —decía la niña en un mar de lágrimas.

—No tenemos otra opción, Kala. Pronto llegarán los militares y tarde o temprano nos
encontrarán. Tenemos que ser fuertes... —Thair secaba las lágrimas de su hermana.

—Está... bien —logró decir ella

—Eso es, tú puedes... venga, salgamos de aquí.


— ¿A dónde? —preguntó Kala abatida.

—A la panadería de Kahil ¿Recuerdas lo último que nos dijo mamá? Él debe ser capaz de
ayudarnos.

—Vale —decía ella moqueando mientras tomaba la mano de su hermano para levantarse.

Ellos caminaron lentamente y vieron los cuerpos de sus padres en el suelo. Que por suerte
estaban boca abajo. eso al menos les evitó otros traumas por aquellas crueles escenas. Thair
miró los cuerpos.

—Sé lo que dije, pero al menos tomémonos el tiempo de rezar por ellos —su hermana
asintió. Ellos cerraron los ojos y juntaron las palmas, ninguno de los dos sabía rezar pero esa
fue la oración más sincera que pudo haber el mundo.

Ambos hermanos salieron corriendo, Thair apretaba fuertemente la mano de Kala mientras
corrían. La panadería de Kahil quedaba bastante lejos y ya eran las tres de la tarde. Casi a las
cuatro de la tarde llegaron a la panadería. Ellos estaban muy cansados, abatidos. Tocaron por
la puerta de atrás con la esperanza de que les atendiese Kahil.

— ¿Thair, Kala? ¿Pero qué hacéis ustedes aquí? preguntó el panadero

— ¡Necesitamos ayuda! ¡Tenemos que escondernos en algún sitio! —respondió Thair aún
alarmado.

—Pero dime ¿Qué fue lo que pasó? ¿Dónde está Amina o Fakhir?

Esa pregunta dejo a Thair en silencio por algunos segundos, finalmente estaba empezando a
sentir el dolor cuando pensó en eso.

—Todo fue muy rápido... —empezó diciendo él— empezaron el reclutamiento forzoso y no
sabíamos. Nuestro padre fue a buscarnos para escondernos en casa. No llegamos a tiempo,
un oficial me vio y entró a la casa, nos escondimos, la situación se salió de control y el oficial
mató a nuestros padres para luego escapar —el decía con tanta fiereza esas palabras que por
un momento parecía que las escupía con odio.

— ¿¡Qué!? —dijo Kahil sin disimular su sorpresa— ¿¡Dijiste que mataron a Fakhir y a
Amina!?

—Sí... Necesitamos ayuda, si me encuentran me llevaran a la guerra y Kala no tendrá a más


nadie. No sé que podría pasarle si eso llegase a suceder, mi madre me dijo que podíamos
venir a pedirte ayuda si algo grave pasaba.

—Conque eso te dijo, ¿eh?... —Kahil permanecía pensativo—Thair, lamento tener que
decirte esto, en verdad lo siento pero... no puedo ayudarte.

— ¿Qué? ¿Pero por qué? dijo Thair anonadado.


—No puedo darles asilo por una razón muy sencilla, yo también tengo bocas que alimentar y
mantener. Si los escondo aquí y los encuentran me podrían matar a mí y a mi familia por
haberlos escondido, no puedo permitir que eso pase.

—Pero...

—Nada de peros, lo lamento por ti y tu familia pero mi respuesta sigue siendo un no... —el
vio la cara de tristeza y decepción de Thair, lo pensó un momento y dijo—: Es verdad que no
puedo ocultaros, pero eso no significa que no pueda ayudarlos. Piensa Thair, si ustedes logran
aguantar una noche, sea donde sea, los militares se irán y podré dejarlos vivir conmigo.

En los ojos de Thair se vio un destello de esperanza y felicidad. Esta duró poco cuando
recordó el gran problema que tenían que aguantar entre manos.

—Pero no tenemos comida, ni siquiera un lugar seguro en donde podamos dormir —dijo él
con pesar.

—Yo puedo darles algunos panes y mantas, pero no les puedo ayudar con lo otro, eso ya
queda por cuenta vuestra. No te ofusques, es sólo una noche, si lo logran podrán quedarse
conmigo y problema resuelto —les animó Kahil.

— ¡Gracias! En serio, ¡muchísimas gracias! —dijo Thair.

—No hay de qué, ustedes deben estarla pasando muy mal, esto es lo poco que puedo hacer
por ustedes. ¡Les deseo suerte a ambos! ¡Iré a buscarles las mantas y los panes ahora mismo!
—dijo contento mientras cerraba la puerta.

En breves minutos llegó Kahil con lo pautado. Se los entregó a los niños y ellos se
despidieron. Después se sentaron en un lugar poco visible de una calle a comerse algunos
pedazos del pan. No habían comido nada desde hace horas.

— ¡Esto está muy rico! —dijo Thair. Él al ver que su hermana miraba el pan con cara
inexpresiva sin decir nada agregó para llamar su atención— Que bueno que al menos algo
está saliendo bien, ¿no es así Kala?

Ella no respondió. Ni siquiera había querido comer el pan.

— ¿Kala? ¿Te pasa algo? —preguntó Thair comenzando a preocuparse

—No me siento bien Thair... No puedo evitar pensar en ellos y cada vez que lo hago me duele
aún más... —dijo Kala con voz dolida— Yo sólo, sólo... quería pasar más tiempo con mi
padre ¿Por qué? Dime, hermano ¿Por qué nosotros, qué fue lo que hicimos mal? —dijo con
lágrimas en sus ojos, ella ni siquiera se había dado cuenta que estaba llorando.

—Yo no sé que decirte, sólo sé que no hicimos nada malo, Kala.

—Quiero verlo, sólo quería pasar más tiempo con él. No me importa el cómo, pero quiero
verlo otra vez.

—Kala, no podemos... ellos ya no están.


—Lo sé Thair, pero no me importa... yo sólo quiero pasar cinco minutos, aunque sea cinco
minutos más con ellos.

—Perdoname, Kala. Si no fuese por mí esto no hubiese pasado...

—¡No, no te disculpes! ¡Tú no los mataste! —dijo molesta.

—Lo sé, lo sé pero fue por mí culpa que nos descubrieran —respondió con pesar.

— ¡No sigas tratando de culparte! —chilló ella y Thair se sorprendió— Eres la única familia
que me queda, no quiero que vivas pensando que eres el culpable de mi dolor... Culparía al
que les disparó, al que inició la guerra pero nunca a ti... así que por favor no trates de
convencerme de pensar lo contrario.

No hubo palabras para expresar lo que pasó después. Él se sintió tan impactado por estas
palabras que la abrazó a ella con todas sus fuerzas. Ella lloró amargamente, pero era lo que
necesitaba para finalmente soltar todo el dolor que traía consigo

—No te preocupes... todo estará bien —le consoló Thair.

—Eso fue lo mismo que dijo ella.. —dijo mientras lloraba.

—Pero ella también que nos amaba más que a su propia vida, dime ¿Eso acaso fue mentira?

— ¡No! ¡No lo fue y nunca lo será! —decía con convicción.

— ¡Pues nunca lo olvides porque yo nunca lo olvidaré!

Ella siguió llorando pero esta vez no era amargura, esta vez su llanto reflejaba la felicidad de
saber que sin importa qué su madre la amaba. Seguía llorando pero ahora reía, recordaba a su
madre con nostalgia. Después de llorar por algunos segundos ella empezaba a calmarse.

— ¿Ya te sientes mejor? —preguntó Thair.

—Sí, ya me siento mejor... eres el mejor hermano del mundo —dijo con suavidad y dulzura.

—Y tú la mejor hermana del planeta entero ¿Oíste? Nunca lo olvides. Así que mejor comete
ese pan, no quiero que mi hermana termine desnutrida —bromeó Thair.

Después que ella se secó las lágrimas ambos sonrieron. Y ella preguntó.

— ¿A dónde iremos ahora?

—Buena pregunta, pero yo ya tengo una idea. Gracias a que me hiciste pensar en papá se me
ocurrió que podíamos escondernos en la construcción. Los militares peinarán las calles, pero
si logramos llegar allá nadie nos encontrará.

—Eso suena bien —reafirmó Kala


—Sí, ahora que tenemos las mantas y la comida podremos quedarnos allí. Bueno, ya es hora
de irnos, mientras más nos tardemos es más probable que encontremos militares en el
camino.

—Vale —asintió la hermana.

Acto 5

Ellos salieron rápidamente de aquel lugar. Mientras avanzaban por las desoladas calles ambos
estaban al pendiente y en un constante estado alerta. Mantenían todo el sigilo que les era
posible y después de alunas largas horas llegaron a la construcción justo cuando empezaba el
atardecer. El aspecto de la construcción daba luces de ser un complejo urbanístico que estaba
muy lejos de ser terminado, las vigas de acero colocadas alrededor y los muros a medio
construir delataban esto. Gracias a esos muros ellos podían esconderse muy fácilmente en
aquel edificio sin ser molestados por nadie.

—Sígueme Kala, tenemos que escondernos en la parte de atrás. Así seremos mucho menos
visibles —dijo Thair guiando a su hermana que lo seguía detrás.

—Eso hago —respondió aparentemente cansada pero sin dejar de correr.

Ya una vez en la parte de atrás observaron el último obstáculo para llegar a la seguridad. Una
verja cerrada con llave, era más que obvio que los constructores ya habían terminado su labor
hace varias horas.

—Ahora sólo tenemos que cruzarla, no tenemos otra opción más que escalarla. Yo te ayudaré
a subirla —dicho eso Thair tomó a Kala y la alzó hasta que ella pasó la verja.

— ¡Aquí dentro si estaremos a salvo! —dijo para luego soltar un suspiro de alivio.

— ¿Dónde pondremos nuestras cosas? —preguntó Kala ya más aliviada.

—Las pondremos allá —señalo Thair— tenemos que ocultarnos detrás de los muros, de esa
forma evitaremos que nos vean y estaremos más seguros.

Después de acomodarse un poco finalmente entraron al interior de la construcción, se


colocaron en el lugar más cómodo que encontraron. Y se sentaron cansados uno al lado del
otro.

—No es muy bonito el lugar pero al menos sólo será una noche...

—Sí, tienes razón —contestó ella con una sonrisa cansada.

Ambos estaban bastante cansados, tanto así que ninguno de los dos pudo darse cuenta que el
otro ya se había quedado profundamente dormido. Ellos habían pasado por muchísimas
emociones fuertes en un sólo día, sus cuerpos y mentes estaban demasiado agotadas como
para seguir despiertas.Thair se movía inquieto, tenía una espantosa pesadilla ocasionada por
todo lo que había visto, él despertó de golpe y notó que ya eran altas horas de la noche. Trató
de calmarse, él no sabía muy bien cuántas hora había dormido pero su estomago comenzaba a
rugir. Decidió que era mejor despertar a Kala, ella también necesitaba comer.

—Kala... —dijo él sacudiéndola— hey Kala, despierta...

— ¿Qué pasa? —preguntó ella media dormida.


—Tenemos que comer, aún nos quedan algunos pedazos de pan de Kahil.

—Que bueno... me siento hambrienta —dijo ella entre bostezos

—Pues toma y come un poco —respondió Thair dándole un pedazo de pan— guardaré un
poco para mañana.

Ella empezó a comer pero al ver que su hermano no comía nada preguntó.

— ¿Ya comiste, hermano?

—Por supuesto que sí —mintió él, ya que en realidad para preservar la poca comida que les
quedaba decidió no comer nada.

Después de comer ellos se quedaron ahí sentados, juntos, en silencio, mirando a la nada.

— ¿Cómo crees que sería todo si nunca hubiese empezado la guerra? —preguntó Kala.

—Pues...sería muchísimo mejor de lo que es ahora. Podría... podría haberte llevado a la plaza
jugar en vez de a verme pulir zapatos. Podrías... podrías vivir una vida más tranquila sin tener
que preocuparte por los problemas del mundo. Podríamos... sé que nosotros podríamos pasar
aunque sea una noche más junto a ellos... —las lágrimas corrían por sus mejillas y él ni
siquiera se había dado cuenta.

—Hermano, ¡no llores por favor! —decía ella afligida.

—Lo siento Kala, en serio lo siento. No tenías porqué haberme visto así —decía Thair
secándose las lágrimas—. Simplemente.... me emocioné.

Ambos se quedaron en silencio por varios minutos. Hasta que, de forma repentina, el silencio
fue roto de la peor manera posible. Ambos hermanos escucharon el sonido de disparos a lo
lejos, seguido de gritos resonó en aquel lugar asustando a ambos hermanos. Thair y Kala se
levantaron alarmados y se movieron de ahí.

— ¡¿Qué fue eso?! —chilló Kala.

— ¡¡Son disparos!! ¡Agachate! —dijo él alarmado.

Los gritos sonaban cada vez más fuerte, y cada vez más disparos se escuchaban
increíblemente cerca del lugar en el que estaban. Aunque estaban resguardados por los muros
no podían evitar sentir miedo. El sonido se mantuvo por diez segundos, cuando todo cesó
ellos se levantaron lentamente.
— ¡¿Qué demonios está pasando allá afuera?! —dijo Thair mientras se alejaba varios metros
de su hermana para asomarse por el muro. Vio cuerpos ensangrentados y tumbados en la
calle, hombres, mujeres y niños corriendo por todos lados completamente espantados
mientras hombres con fusiles se movían de un lado a otro— ¡Demonios, demonios,
demonios! —repetía de forma incesante sin entender qué estaba pasando.
Un pequeño destello blanco que dio lugar a una gran explosión lo empujó varios metros.
Alguien había detonado una bomba muy cerca de donde estaban, y el sonido caótico había
sido disipado completamente por un silencio abrasador. Ahora estaba tumbado en el suelo
confundido y sus oídos pitando por la explosión. Buscó a su hermana con la mirada, ella
también había caído en el suelo y sus orejas sangraban. Tardó varios segundos en retomar la
compostura, su hermana apenas y podía moverse. Thair miró los alrededores y el miedo le
invadió, la construcción no era lo suficientemente fuerte como para aguantar la onda
expansiva y había sufrido severos daños. Las grietas se habían formado en las columnas, las
vigas y las paredes amenazaban con caerse. Él podía haber salido, haber escapado sin
problemas, ya que se encontraba cerca de la salida, pero su hermana no. Thair luchó por
levantarse y haciendo acopio a todas sus fuerzas se dirigió a donde estaba ella y la cubrió con
su cuerpo. Los escombros cayeron, las vigas se soltaron, las columnas se rompieron y los
muros se hicieron pedazos. Ambos quedaron enterrados por los escombros.

— ¡Aún hay muchos heridos! —gritó Jesica.

— ¡Llevalos allá con los otros! —respondió Jessie.

Después de varios minutos Jessica volvió y preguntó.

— ¿Dónde están los voluntarios? ¡Necesitamos más gente lo más pronto posible!

— ¡Un tipo llamado Kahil los está buscando!

— ¿Estás bien? Pareces cansada.

—Esta ha sido una de las mañanas más fuertes que he tenido, llevo más de tres horas
atendiendo pacientes en estado grave. No he comido ni bebido nada, y prácticamente no he
dormido nada.

—Mejor tomate un descanso de diez minutos, al menos eso te repondrá un poco.

—Gracias ¿Cuántos han encontrado debajo de los escombros?

—Por ahora diez, pero estimamos que debe haber más de cincuenta.

— ¡Qué horror! ¿Tantos?

—Muchas casas, locales y edificios pequeños fueron derrumbados en la primera explosión.


Los heridos leves ascienden más de trescientos, los medios unos cien y los graves unos
veinte.

—Dios santo... ¿Cuántos muertos hay? —preguntó Jessie con temor a la respuesta.
—Hemos identificado a quinientos y contando... —respondió Jessica de forma lúgubre. Jessie
quedó tan impactada que no pudo decir nada, era su primera vez atendiendo un desastre como
ese—Iré a revisar en los escombros de la zona este —Jessie asintió y Jessica continuó con su
labor.
Jessica ya llevaba más de tres años prestando servicios como rescatista, ella ya estaba
preparada para soportar situaciones de desastre. Cuando ella caminaba por los escombros de
la zona este creyó escuchar un pequeño sollozo. Fue breve, no duro ni tres segundos, pero
aún así este fue capaz de captar su atención. Se dirigió rápidamente en dirección del sonido
con esperanza de escucharlo otra vez, que efectivamente así fue. Lo primero que vio fue una
pared caída hacía un lado, esta soportaba parte de los restos de los escombros que había sobre
ella. Esta pared se apoyaba fuertemente de una viga formando un pequeño espacio seguro en
su interior. Cuando ella se acercó y retiró poco a poco los escombros lo que encontró dentro
la sorprendió. Observó el cuerpo de un chico severamente lastimado que permanecía boca
abajo, con sus brazos como si estuviese abrazando algo con todas sus fuerzas. Rápidamente
fue a buscar a Jessie, ese chico necesitaba tratamiento urgente. Cuando ellas volvieron
lograron sacarlo de los escombros, y descubrieron que una niña estaba justo debajo de su
cuerpo y que sorprendentemente no había recibido daño alguno. Ahí descubrió Jessica que el
sollozo no era del chico sino de aquella niña. Ambas colocaron al chico en el suelo y sacaron
después a la chiquilla que la pusieron a varios metros de él. Ella tenía los ojos enrojecidos de
tanto llorar.

— ¿Cómo te sientes, pequeña? —preguntó Jessica con delicadeza. Ella no dijo nada— No te
preocupes, todo estará bien.

—Ella... y él... nunca mintieron... —logró decir la niña.

— ¿Quienes? —preguntó Jessica pero no obtuvo respuesta.

Ella la dejó sola por un momento, fue con su hermana que atendía al muchacho y le
preguntó.

— ¿Cómo está él?

—Tiene varias fracturas y moretones en todo su cuerpo, parte de sus piernas fueron
aplastadas, su columna vertebral se rompió... ya no está entre nosotros. Su muerte debió ser
tan rápida que fue indolora —dijo Jessie entre lágrimas.

—A veces... estas cosas pasan. Por lo menos su muerte no fue en vano, salvó una vida, murió
como un héroe —decía Jessica tratando de consolar a su hermana.

— ¿Cómo está ella? —preguntó ella llorando.

—Está bien, su cuerpo está en perfectas condiciones. Pero, mentalmente, parecé bastante
afectada.

— ¿Por qué? ¡Dime, Jesica! ¡¿Por qué tienen que pasar estas cosas?! —dijo ella abatida.

—No lo sé, Jessie, simplemente..., no lo sé.

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