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San José del Cabo, Baja California Sur, a 02 de mayo de 2018.

Ser maestro de español.

En la antigua Grecia, la práctica de la enseñanza a cargo de personas como:


Sócrates, Platón y Aristóteles, eran ejercidas en lugares abiertos y públicos de forma
gratuita considerando a estos personajes como verdaderos maestros del saber. El
conocimiento otorga al ser humano la capacidad de entendimiento de sus alrededores y
facilitando la convivencia entre semejantes, mientras sigue aprendiendo.

Dado lo anterior, la enseñanza funge como parte elemental del progreso del ser humano
a lo largo de su historia, y como tal es de suma importancia que el resultado de esta
deberá generar aspectos positivos para continuar con la preservación de los
conocimientos que explican la realidad.

Primero que nada, es necesario señalar que, docencia se entiende como la actividad de
enseñanza de conocimientos de un arte o ciencia. Comúnmente es ejercida por personas
capacitadas en prácticas pedagógicas en lugares específicos (escuelas públicas,
institutos privados etc.) para este proceso educativo que le dan cierto grado de
formalidad.

Por ende, la persona causante de enseñar es conocida como un docente; actualmente


este concepto es utilizado como sinónimo de profesor o maestro, siendo que este último
posee un significado de mayor envergadura en comparación al primero debido a que es
título de un individuo poseedor de una habilidad admirable.

Normalmente se ignora por parte del alumnado lo que implica ser considerado como un
maestro (haber cursado una maestría y acreditarla), ya que, por el simple hecho de que
una persona esté frente a grupo y que empiece a expedir actividades, adquirirá el título
dicho título automáticamente.

Por otra parte, es necesario establecer una línea de división (no a modo de prejuicios)
entre maestro y docente (respetuosamente) para otorgar el crédito que se merece la
persona poseedora del título, siendo que este, está por encima del docente en cuanto a
posición jerárquica se refiere.

Como es evidente, el conocimiento y el uso apropiado del lenguaje marcan las pautas
para una correcta interacción entre miembros de una comunidad lingüística, es decir,
que mientras mayor sea la habilidad para codificar y decodificar y comprender los
mensajes en este proceso, mejor se desenvolverá el individuo en sociedad.

Por lo cual la labor del educador como principal agente de la educación es tan importante
(y más el de lengua). Se puede inferir la responsabilidad que la profesión del educador
tiene con los alumnos para que estos puedan aprender a participar en un proceso
comunicativo correctamente.

El maestro de español en secundaria, debe fungir como guía en esta travesía que
experimenta el alumno en la construcción de su conocimiento, o por lo menos es lo que
se espera; al ser una figura pública, este obtiene automáticamente la dificultad máxima
de exigencia social al ser considerado el experto en materia.

Es importante señalar que tanto en aspectos de su vida privada y su papel de pedagogo,


el profesor, debe ser un vivo reflejo de la perfecta oralidad y redacción (una gramática
normativa); no existe cabida para el error en él porque su posición frente a grupo así se
ha estereotipado.

Sin embargo, es en el error donde surge el aprendizaje, aunque sea ignorado por la la
sociedad actual con su abrumador estilo de vida (rápido y eficaz) que no permite la
equivocación en el mercado laboral y en consecuencia en el lingüístico, es decir, a todas
las situaciones comunicativas en la cual los hablantes de una lengua hacen uso de su
capital lingüístico, cultural y simbólico para adentrarse en él.

A raíz de lo anterior, con más razón el maestro de lengua en las escuelas está en una
complicada situación de brindar el mejor ejemplo a sus discípulos, pues estos confían en
él y en cierta medida esperan lo mejor en la enseñanza que proviene del docente.

No obstante, cuando no existe motivación el estudiante es cuando existe un problema,


puesto que se estará “luchando contra corriente” y deberá buscarse una estrategia para
encaminar al alumno, por lo regular esto sucede con más frecuencia en el último tramo
de la educación básica en México ya que “es un hecho constatado frecuentemente por
los profesores y profesoras de la Enseñanza Secundaria que muchos alumnos carecen
de interés y la motivación necesarios para aprender” (Tapia, 1999, pág. 105).

Ahora bien, existen los prejuicios lingüísticos entre los alumnos que generan división en
el ámbito educativo fragmentando la relación grupal, y a pesar de que todos los
participantes de la educación comparten el deber de corregir las actitudes inadecuadas
(burla, marginación o exclusión de alumnos) el peso es distribuido en mayor
consideración al maestro de español.

Continuando con lo anterior, se señala a continuación de una manera más concreta la


idea principal del conflicto: “cuando una persona habla con otras personas saltan al
escenario verbal a la vez su identidad geográfica, sociocultural e individual, claro está,
usa la palabra en una situación comunicativa determinada” (Lomas y Tusón, 1995,
pág.05). por lo tanto, corresponde a cualquier maestro del área que sea, intervenir para
que surjan aprendizajes de la idea que en este caso subyace en la diversidad cultural
para que no se desvié a una desvalorización y generar prejuicios.

En resumen, el alumno no es un ser que va en blanco a las clases, sino que este ya
posee conocimiento y el maestro es el encargado de moldearlo para que surja un
aprendizaje, sin embargo, cuando se hace mención del profesor de español y su clase,
aplica la misma situación pero con la variante que por ser personas de habla hispana
(siendo el caso de México) se anexa un cierto grado de dificultad ya que su objeto de
estudio es el lenguaje y este contiene variantes según todos los aspectos influyentes
como la ubicación geográfica y la influencia sociocultural.

Para concluir, el ser maestro es una de las tantas formas de ganarse la vida en la
sociedad, sin embargo, el verdadero beneficio está en el bienestar personal al saber que
se convierte en parte de la memoria de los alumnos de forma positiva; lograr que el
estudiante reflexione y de utilidad a todas las horas invertidas (inconsciente o
conscientemente) hacen eterno el recuerdo de la labor docente y en consecuencia esta
jamás morirá.
Bibliografía.
Lomas, Carlos (1999), “Lengua, cultura y sociedad”, en Cómo enseñar a hacer las cosas
con las palabras. Vol.II. Teoría y práctica de la educación lingüística, Barcelona, Paidós
(Papeles de pedagogía, 39) pp.159-257.

Alonso, Tapia Jesús, “Motivación y aprendizaje en la enseñanza secundaria”, en Cesar


Coll (coord..), Psicología de la instrucción: la enseñanza y el aprendizaje en la educación
secundaria, Barcelona, ICE-HORSORI (Cuadernos de formación del profesorado.
Educación secundaria, 15). 1999, pp. 105-140.
San José de Cabo Baja California Sur, a 02 de mayo de 2018

Escuela Normal Superior del Estado de Baja California Sur, extensión San José
de Cabo, “Profr. Enrique Estrada Lucero.”

Análisis del texto expositivo.

Licenciatura en educación secundaria, especialidad en español.

Profesor: Ricardo Pinzón Gil.

Alumno: Erick Salvador Pintor Medina.

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