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Gilles Lipovetsky,
Jean Serroy
Publicado en 22 marzo, 2015 por Ana March en Reseñas
En Estados Unidos la industria del entretenimiento emplea ocho veces más personas q
industria del automóvil. Las multinacionales del cine, la edición y la música, la industri
espectáculo y los conglomerados multimedia se erigen como nuevos giga
transnacionales, manejando un volumen de venta escalofriante, su peso económico d
del mercado es inseparable de los movimientos de concentración e internacionalizació
que está creando mercados culturales en régimen de oligopolio[1]. Se estipula qu
volumen de venta es de 2.706 miles de millones de dólares, es decir, el 6,1 puntos de
mundial, y se incrementa sin cesar. Triunfa el turismo cultural, se abren cada vez
museos, salas de concierto, teatros, proliferan los sitios destinados al arte, así com
cantidad de personas y profesiones vinculadas con el arte y las industrias culturales,
también se han multiplicado vertiginosamente en los últimos decenios.
A su vez el mercado mundial de arte también incrementa su volumen de venta de modo escandaloso. Las pujas millon
se han multiplicado, los récord de las casas de subastas se superan continuamente. Ya no es excepcional que la obr
un artista contemporáneo supere en precio de mercado a las de los antiguos maestros clásicos. La fortuna de Damien
por ejemplo, una de las súperestrellas del arte mundial, está entre las mayores de Inglaterra. ‘Black Fire I’, de Ba
Newman, fue vendido en Christie’s por la friolera de 61.440.450 euros el año pasado. El aumento de la demanda es un
las razones que explica este fenómeno, se ha incrementado el número de ricos, de coleccionistas de nuevo cuño, s
todo procedentes de Asia, Rusia y Oriente Medio, pero también se ha multiplicado la de los especuladores y los fondos
ven en la plusvalía del arte una inversión segura.
La lógica financiera de la rentabilidad y los objetivos comerciales ha tomado el poder. El espíritu del capitalism
subordinado al arte, hoy por hoy es el conformismo y no la transgresión lo que lo caracteriza, la realidad de mercad
logrado trocar las obras en meros objetos de especulación, a los artistas, en estrellas, en marcas comerciales. Prolife
sensación de que el arte naufraga sobre naderías, lejos de los grandes discursos, de la finalidad ontológica, triun
arbietrariedad individual, la “chuchería superflua”, la novedad por la novedad, desligada de las grandes apuestas
sentido profundo[2].
La creatividad artística está en auge, sí, pero su banalización parece consustancial a la expansión. Desde que el
penetrara la industria y la estetización de la mercancía propiciara nuevos mecanismos de producción, la subordinació
la estética a lo económico se ha convertido en la esencia de la era hipermoderna, su hibridación ha reconfigurado la ló
radicalizado e intensificado el espíritu del capitalismo… ¡Bienvenidos a la época del capitalismo artístico, del h
aestéticus! Pero, ¿cómo comprender qué está pasando? ¿Cómo puede la estética estar propiciando una reestructura
tan amplia y profunda de la ética y de la lógica económica? Para comprenderlo, vamos por pasos:
El ‘fenómeno estético’, o actividad estética, es uno de los rasgos característicos e inherentes al ser humano. Desd
albores de la humanidad el trabajo de ‘estetización’ del mundo ha sido el modo mediante el cual los individuos han lle
a cabo la humanización y la socialización de los sentidos y los gustos[3]. Las diferentes operaciones sociales e individu
vida, el cosmos estructural de representación de sentido de todo colectivo.
Un poco de historia:
El tercer gran movimiento histórico que reorganiza las relaciones entre sociedad y arte se da en la edad modern
Occidente, se expande durante los siglos XVIII Y XIX y coincide con el desarrollo de un tramado artístico más comp
más específico, en el cual el artista, liberándose de la tutela de la iglesia, la aristocracia y luego del encargo burg
impone el arte como un sistema autónomo, poseedor de sus propias leyes, valores, y principios de legitimidad, con
medios de consagración y clasificación: academias, salones, teatros, museos , editoriales, coleccionistas, marcha
críticas, revistas, etc. Pero mientras que el arte reclama orgulloso su soberanía, su desprecio por el dinero y el od
mundo burgués, adaptándose a las demandas del público y orientándose al beneficio, constituye un mundo econó
como los demás: nace el «arte comercial», y la producción y consagración de una lógica paradójica. El antagonismo qu
desarrolla entre el arte y lo comercial configura un sistema polarizado de producción, circulación y consagració
desarrollo de esta nueva lógica se da ante la oposición radical de lo auténtico y lo kitsch, el arte elitista y el arte de ma
la cultura y la industria, el arte y el entretenimiento, las vanguardias y las instituciones. Esta reconfiguración trae consi
alteración general de los valores.[4]
El arte se presenta como portador de una misión más elevada que nunca, se sitúa en la jerarquía más alta de los val
se produce una «sacralización del arte», la estética reemplaza la religión y se sitúa como vía de acceso a las verd
más fundamentales de la vida y el mundo: la libertad, la razón, el Bien, etc. “Mientras que en la estela del critic
kantiano la filosofía debe renunciar a desvelar lo Absoluto y la ciencia debe contentarse con enunciar las leyes d
apariencia fenoménica de las cosas, se atribuye al arte el poder de hacer conocer y contemplar la esencia mism
mundo. En adelante el arte estará por encima de la sociedad.”[5]
Capitalismo artístico:
En ‘La estetización del mundo. Vivir en la época del capitalismo artístico’, Lipovetsky y Serroy nos proponen un via
corazón del actual sistema de producción, distribución y consumo capitalista, poniendo en relevancia cómo esta lógic
sistema, antaño universos paralelos, hoy se encuentra impregnada, remodelada e indiscriminada por la estética. En c
la estética ha revolucionado la lógica productiva del sistema capitalista. Mediante un profundo y pormenorizado estudi
autores señalan los límites y contradicciones que operan dentro del “mercado transestético”, buscando a su vez un
que promueva una vida estética más rica, menos insignificante, menos formateada por el consumismo:
“El capitalismo artístico ha conseguido crear un entorno estético creciente, es verdad, al mismo tiempo no deja de dif
normas de existencia de tipo estético (placer, emoción, sueño, evasión, diversión). Pero el modelo estético de existe
volcado al consumo que promueve dista mucho de ser sinónimo de vida bella, hasta tal punto es inseparable de la adi
imperativos de la rapidez, rendimiento y acumulación (…) El capitalismo artístico aparece como un vehículo mayo
estetización del mundo y de la vida. Pero salta a la vista que esta dinámica no es totalmente positiva, en lo concern
tanto a las creaciones como a las formas de consumo: la sociedad, el consumidor, el individuo transestético no está
altura del ideal de «vida bella» que podemos concebir.”
Pero la visión general que despliegan los autores, a pesar de reconocer una proletarización de la sensibilidad estétic
es catastrofista. En la actualidad, la telebasura, la música mediocre, el kitsch turístico, la edificación estandarizad
comida basura, la reducción de los goces carnales y sensualistas propiciados por el uso generalizado de las pantallas
tecnologías digitales, no son por sí mismas síntomas de un naufragio estético, nos dicen, hay otros fenómenos
conducen a un diagnóstico más certero. El turismo cultural, la valoración de los productos de procedencia loca
sensibilidad paisajística, el gusto por la decoración de interiores, el culto al patrimonio, la frecuentación masiva a muse
exposiciones, la pasión por la música y la fotografía, el éxito particular de los libros de arte, el interés que despier
gastronomía y el refinamiento culinario, son fenómenos que ilustran también el creciente lugar que ocupan los ape
estéticos en la sociedad hiperconsumista: “No vivimos en la depauperización de la sensibilidad de lo bello, sin
democratización de las aspiraciones y las experiencias estéticas.” Según los autores, el capitalismo artístico ha propic
un enriquecimiento de las expectativas estéticas de los individuos.
Una segunda fase estaría integrada por los “decenios gloriosos” de los años cincuenta hasta los años ochenta, en la cu
“lógica artística”, la moda, el diseño, la publicidad y las industrias culturales dilatan su fuerza económica y se expanden
dentro de la superficie social, aunque la estética se halle aún condicionada por las limitaciones que el modelo fordista d
empresa impone. Es durante el capitalismo de los últimos treinta años, de la mano de la economía liberal, en los que,
según los autores, se desarrolla la “hipertrofia de los mundos del arte”; aparecen las multinacionales de la cultura, la
universalización del sistema artístico, caracterizado por una súper multiplicación de las estéticas, por la desregulación d
las antiguas oposiciones entre arte y economía, la industria, el comercio, la moda, el diseño, la publicidad, sufren una
hibridación. “Es el triunfo de de la dimensión transestética del capitalismo artístico.”
El universo industrial y comercial, con el advenimiento de la lógica del entretenimiento, el arte de masa y de las estética
comerciales que se inauguran con el cine, la publicidad, la alta costura, el diseño, los grandes almacenes, la moda,
desencadena una dinámica de producción y consumo estético a escala mayoritaria. Se inaugura la industria de la
seducción, el arte del consumo, un mundo de sueños empaquetado con la mercancía. “El universo industrial y comercia
sido el principal artesano de la estetización del mundo moderno y de su expansión democrática.”
“Por decirlo suavemente, el capitalismo no tiene buena imagen” opinan Lipovetsky y Serroy. Los aspectos devastadore
la economía liberal que enumeran son por todos conocidos: crisis económicas y sociales profundas, aumento de
d i ld d tá t f ló i d ió d l t ió i l i il i t d l id d i t l t
superior: ni ético, ni cultural, ni ideológico, el capitalismo ofrece para estos autore
aspecto nihilista, cuyas consecuencias no sólo se reducen al paro y la precarizació
trabajo, al drama humano y las desigualdades sociales, sino que, está dando
consecuencia, “una desaparición de la vida armónica, la desaparición del encanto
gusto por la vida en sociedad.” La ecuación se resumiría del siguiente modo: Riq
del mundo= empobrecimiento de la vida; Triunfo del capital= liquidación del saber
Imperio de las finanzas= «proletarización» de los estilos de vida.
“El capitalismo aparece así como un sistema incompatible con una vida estética d
de este nombre, con la armonía, la belleza, la satisfacción. La economía liberal des
los elementos poéticos de la vida social; produce en todo el planeta los mismos pais
urbanos fríos, monótonos y sin alma, imponen todas partes las mismas libertade
comercio, homogeneizando los modelos de los centros comerciales, urbanizacio
cadenas hoteleras, redes varias, barrios residenciales, balnearios, aeropuertos; de
a oeste, de norte a sur, se tiene la sensación de que estar aquí es como esta
cualquier otra parte. La industria crea baratijas kitsch y no cesa de lanzar produ
desechables, intercambiables, insignificantes; la publicidad «contamina visualmente
espacios públicos; los medios venden programas dominados por la idiotez, la vulgaridad, el sexo, la violencia o, por de
de otro modo: tiempo de cerebro humano disponible. Por construir megalópolis caóticas y asfixiantes, por poner en pe
el ecosistema, por descafeinar las sensaciones, por condenar a las personas a vivir como rebaños estandarizados e
mundo insípido, el modo de producción capitalista se estigmatiza como barbarie moderna que empobrece la sensibil
como orden económico responsable de la devastación del mundo: afea la tierra entera, volviéndola inhabitable desde t
los puntos de vista. Este juicio es ampliamente compartido: la dimensión de la belleza se reduce, la de la fealda
extiende. El proceso desencadenado por la Revolución Industrial prosigue inexorable: lo que se perfila, día tras día, e
mundo más desagradable.”
Pero, conforme se intensifica este modelo crece también la preocupación por una estética de la calidad de vida. En el
del universo capitalista se alza la exigencia de poder degustar otras experiencias de sensoriedad plena. “No es
estética contra política, sino estética contra estética: estética de una vida cualitativa y fructífera contra estética compu
del consumo.” Por doquier se difunde el deseo de querer saborear la vida. La sociedad de la hipervelocidad busca am
las posibilidades de una vida más sosegada y a la carta, medios que permitan ampliar y diversificar los ritmos y modo
vida. Lo que está en marcha, según los autores, es una diversificación/dualización de la propia ética estética d
hipermodernidad, en la cual se distinguen dos movimientos: la fun morality, que promueve la diversión y el consum
masas, las actividades lúdicas que buscan la novedad por la novedad, una ética estética kitsch que busca la felic
dentro del reino de la inmediatez, la facilidad, la heterogeneidad y la fragmentación consumista. Y otra modalidad ética
busca experiencias y placeres más dóciles y selectivos, más refinados e infrecuentes, de calidad sensitiva y emoci
Ambas tendencias no se desplazan una a otra, sino que están llamadas a desarrollarse simultáneamente.
Ahora bien, estas contradicciones interculturales de valor que dan lugar a cambios permanentes al mismo tiempo
intensifican la dinámica de individuación, nos orienta a una vida cada vez más reflexiva, conflictiva, problemática, en t
las dimensiones de la existencia. Triunfa el ideal estético de una vida hecha de placeres, de sensaciones nuevas,
mismo tiempo respondemos a la creciente demanda de excelencia y eficacia, de movilidad y vitalidad, de confianza
éxito. “La ética estética hipermoderna se muestra impotente para crear una existencia reconciliada y armonios
soñamos orientada hacia la belleza, pero lo está hacia la competencia.” Mientras que el presente se configura como e
temporal predominante, no deja de estar minado por inquietudes relativas al devenir del planeta, al futuro colect
individual, amenazado por una economía de dimensión caótica. Es evidente, dicen los autores, que la vida en la soci
estética no se corresponde con las imágenes de felicidad y belleza que el capitalismo artístico difunde diariament
abundancia. Es un homo aestheticus reflexivo, ansioso, esquizofrénico, el que domina la escena de las socied
hipermodernas. “Consumimos cada vez más belleza, pero nuestra vida no es más bella; ahí radica el éxito y el fra
profundo del capitalismo artístico.”
La ética de la autorrealización, la búsqueda de “la buena vida”, da legitimidad al capitalismo artístico, pero, tal com
encuentra desarrollada dentro de la lógica de mercado estético, al vincular este ideal al consumo, encuentra
satisfacción pobre y ambigüa. La vida buena y bella pide la formulación de otros valores, otros fines que desbord
consumo comercial. El ideal perseguido, expresan los autores, no puede limitarse a aumentar de forma indefinid
adquisiciones, a maximizar el consumo, y condenar al hombre a la insignificancia, sino que implica la creación de
mismo, la mejora del pensamiento, la no limitación del estilo de vida a los ideales del mercado, el enriquecimiento
personalidad.
La nueva dimensión aportada por la edad moderna en el transcurso de la historia del arte y de las formas sensible
aportado una dimensión, impulsando una sociedad, una cultura, un individuo estético de cuño totalmente nuevo