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Las investigaciones hasta la fecha han arrojado que Petrobras, a través de sus funcionarios, habría
solicitado sobornos a cambio de favorecer la contratación de ciertas empresas. Este dinero habría
sido repartido entre funcionarios públicos, políticos y empresarios; dinero que luego habría sido
blanqueado y transferido a cuentas en el extranjero. Entre los involucrados e investigados se
encuentra los ex presidentes de Brasil, Lula Da Silva y Dilma Rousseff
Pronto se halló evidencia para acusar a los empresarios de las constructoras más importantes de
ese país de pagar enormes cantidades de dinero a funcionador del gobierno, vinculados a la
petrolera estatal Petrobras, para ganar licitaciones millonarias. Se cree que esta red de corrupción
pagó cerca de 800 millones en sobornos. Según las autoridades, se trata del caso anticorrupción
más grande de la historia de Brasil.
Un aspecto importante es que varias de las obras o proyectos habrían sido realizadas en otros
países de América Latina, entre los cuales estaría Perú. Y es que las empresas que se habrían
“repartido” las obras, han tenido contratos con el Estado peruano. Una de ellas es la ya conocida
empresa Odebrecht.
. El jueves 19 de enero de 2017, uno de los jueces que lideraba el caso, Teori Zavascki, falleció en
un accidente de avión en Río de Janeiro. Un golpe duro contra quienes buscan la verdad, pero no
uno definitivo.
1. ¿Qué es Petrobras?
La operación denominada Lava Jato (que en español se pronuncia Lava Yato), comenzó en julio de
2013, cuando la Policía Federal de Curibita (estado de Paraná) descubrió una operación de lavado
de activos de mediano tamaño. El caso llevó hasta el cambista Alberto Youseff, experto en
blanqueo de dinero. Su testimonio, junto al de Paulo Roberto Costa, ex director de Abastecimiento
de Petrobras, fue la chispa que hizo estallar este escándalo de dimensiones mundiales.
Petrobras licitaba sus obras a grandes empresas de ingeniería y construcción de Brasil, como parte
de un programa impulsado por el presidente Lula y su entonces ministra de Energía, Dilma
Rousseff, para estimular la creación de empleos en el país.
Para favorecer la contratación de ciertas empresas, la petrolera brasileña pedía sobornos que
rondaban el 3% del presupuesto, que se repartía entre políticos y empresarios. El dinero era
reintroducido al sistema a través de negocios de hoteles, lavanderías y estaciones de gasolina para
ser blanqueado. Luego era transferido al extranjero, a través de empresas 'fachada', a cuentas en
China y Hong Kong.
Se estima que entre 2004 y 2012, cerca de 8,000 millones de dólares fueron licuados por esta red
criminal que operó en toda América Latina. Según la Corte de Justicia de Estados Unidos,
funcionarios de la constructora brasileña Odebrecht (una de las empresas investigadas)
admitieron que durante 2005 y 2014, pagaron a funcionarios peruanos 29 millones de dólares
para obtener licitaciones.
5. ¿Qué políticos de Brasil han sido involucrados?
Este caso ha salpicado a miembros de los principales partidos políticos de Brasil. También han sido
involucrados los expresidentes Fernando Henrique Cardoso (Partido de la Socialdemocracia
Brasileña), Luiz Inácio Lula da Silva (Partido de los Trabajadores), Fernando Collor de Melo (Partido
del Trabajo de Brasil). La recientemente destituida Dilma Rousseff (PT) también ha sido
mencionada en los documentos del caso.
La Policía Federal encontró en casa de Yousseff una lista de 750 obras, entre las que figuraban
decenas de proyectos realizados en Latinoamérica. También se habla de proyectos desarrollados
en Suiza.
El 21 de diciembre de 2016, una corte de Nueva York anunció que Odebrecht reconoció el pagó en
Perú de sobornos por 29 millones de dólares entre 2005 y 2014. Este periodo compromete los
Gobiernos de Alejandro Toledo (2001-2006), Alan García (2006 - 2011) y Ollanta Humala (2011 -
2006).
Entre las obras bajo sospecha están el Gasoducto Sur, el Metro 1 de Lima y la Carretera
Interoceánica. También está bajo investigación la constructora Camargo Correa, también
relacionada a la Interoceánica. Según la tesis de la Fiscalía, el dinero que se pagaba para sobornar
funcionarios gubernamentales se recuperaba con sobrecostos que se sumaban a los contratos
originales.
La compañía Camargo Correa estuvo a cargo del Tramo 4 de la Interoceánica, junto a Andrade
Gutierrez y Queiroz Galvao. Esta obra tuvo un incremento del costo en más del 230% entre los
años 2006 y 2015.
Interoceánica sur
PRESIDENTES DEL PERU VINCULADAOS EN EL CASO LA JATO
Un dato adicional a tener en cuenta es que, durante el gobierno de Ollanta Humala, la empresa
Odebrecht habría pactado concesiones con el gobierno peruano por la suma ascendiente a 20 mil
424 millones 960 mil 122 soles.
Pues bien, una vez repasados los indicios que llevan a sospechar de irregularidades o
favorecimientos por parte de los tres últimos gobiernos en relación con la empresa brasilera
Odebrecht, se analizarán los posibles delitos que los altos funcionarios peruanos habrían cometido
en virtud de dichos elementos indiciarios.
Delito de cohecho
En relación a los supuestos sobornos o pagos irregulares que las empresas de Brasil habrían
otorgado a funcionarios peruanos, estos hechos encajarían en el delito de cohecho, tipificado en el
artículo 393° del Código Penal peruano. Este es un delito especial que consiste en la compra-venta
de la función pública. La característica en común entre todos los delitos de cohecho (activo y
pasivo) es la bilateralidad pues siempre intervienen dos partes: el funcionario que acepta o pide el
pago a cambio de la venta de su función pública; y el individuo que compra la función o recibe la
oferta por parte del funcionario.
En este orden de ideas, el pedir o aceptar dinero u otra ventaja a cambio de, por ejemplo,
asegurar una concesión o pactar un contrato público con una empresa privada encajaría en el
supuesto del delito de cohecho pasivo propio, por el cual se sanciona al “funcionario o servidor
público que acepte o reciba donativo, promesa o cualquier otra ventaja o beneficio, para realizar u
omitir un acto en violación de sus obligaciones o el que las acepta a consecuencia de haber faltado
a ellas”.
De los hechos del presente caso se entendería que los pagos indebidos se habrían realizado a
cambio de que los click here funcionarios peruanos otorgaran las concesiones o contrataran con
empresas de Brasil como Odebrecht, favoreciéndola de manera ilegítima. Un favorecimiento
indebido supondría un acto reñido con el deber de imparcialidad de los funcionarios públicos y,
por lo tanto, sería una vulneración de las obligaciones funcionariales; es decir, se habría recibido
dinero a cambio de transgredir el principio de imparcialidad y la normativa sobre contrataciones
públicas. El aceptar o solicitar dinero a cambio de dicha transgresión de las obligaciones propias
del cargo público, como podría haber ocurrido en este caso, permitiría sostener la tesis de la
posible comisión del delito de cohecho pasivo propio.
Delito de colusión
Por otra parte, con respecto a los indicios de posibles favorecimientos por parte de los gobiernos
de Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humana para la empresa brasilera Odebrecht en la
contratación para obras y el pacto de concesiones, dichos elementos probatorios podrían llevar a
sustentar la posible comisión del delito de colusión.
Este delito se encuentra tipificado en el artículo 384° del Código Penal peruano, por el cual se
sanciona a aquel “funcionario o servidor público que, interviniendo directa o indirectamente, por
razón de su cargo, en cualquier etapa de las modalidades de adquisición o contratación pública de
bienes, obras o servicios, concesiones o cualquier operación a cargo del Estado concierta con los
interesados para defraudar al Estado”.
El bien jurídico que se protege de manera específica en este tipo penal es “la asignación eficiente
de recursos públicos en las operaciones contractuales que el Estado lleva a cabo, o en cualquier
tipo de operaciones a cargo de este”.
En relación a los hechos del caso, es importante esclarecer qué debe entenderse por aquel
funcionario o servidor que interviene “por razón de su cargo” coludiéndose con un privado. Al
respecto, una mirada restrictiva considera que el sujeto activo solo será el funcionario que tenga
entre sus competencias el suscribir el contrato representando al Estado. Sin embargo, una
interpretación más adecuada es aquella que, siendo más extensiva, postula que el autor del delito
de colusión será aquel funcionario o servidor que tenga la posibilidad incidir sobre el proceso de
contratación por medio de opiniones, informes, etc. No se requiere que el funcionario sea parte
del comité de selección o que sea quien tenga que suscribir personalmente el contrato.[12] En
virtud de esta teoría, un presidente de la república bien podría ser autor de un delito de colusión.
Finalmente, sobre el delito de colusión, es indispensable dejar anotado que el acuerdo colusorio,
justamente por la naturaleza secreta o subrepticia que lo caracteriza, requerirá de diversos
indicios para que sea probado judicialmente.[13] En este marco, elementos como las iniciales
“OH”, los correos electrónicos que hablan de reuniones entre Lula da Silva en Perú, los altos
montos por los cuales se pactaron concesiones y se contrató con Odebrecht, la premura con la
que se aprobó una norma que favoreció a empresas brasileras que se encontraban impedidas de
contratar con Perú, etc., son indicios que sumados a otros, podrían llevar a sustentar de manera
seria la hipótesis acerca de la comisión de delitos de colusión y, muy posiblemente, de sobornos o
cohechos con los cuales se podría haber entregado a cambio de dichos favorecimientos o
colusiones.
Conclusión
La información que los medios de comunicación de Brasil y Perú vienen brindando sobre el caso
Lava Jato deben ser investigados por las autoridades peruanas a fin de determinar si se
cometieron o no delitos de corrupción por parte de altos funcionarios peruanos en relación con las
empresas brasileras ya mencionadas.
Hasta el momento, los datos con los que se cuenta podrían constituir indicios sobre los cuales se
pueden construir hipótesis lógicas sobre la supuesta comisión de delitos de cohecho pasivo
propio, cohecho activo y colusión. La naturaleza clandestina de la forma de comisión de estos
delitos no permite que estos sean probados fácilmente a través de pruebas directas (por ejemplo,
documentos firmados por el funcionario público y el particular en el cual se deje constancia del
acuerdo colusorio o del dinero entregado a manera de soborno). Es por ello que el trabajo deberá
realizarse sobre todo por medio de pruebas indiciarias que sigan sumando a las ya existentes a fin
de llegar a la luz en un caso de alta corrupción y escala internacional como lo es Lava Jato.