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El viacrucis de la vida

Por Juan Guillermo Jaramillo

En este breve escrito, pretendo analizar el cuento “Viacrucis” de la escritora


brasileña Clarice Lispector. Publicado en “Viacrucis del cuerpo”, obra que también
reúne otros cuentos de la autora, “Viacrucis” apareció por primera vez en 1974. El
análisis de este cuento se va dividir en tres partes y girará en torno a las siguientes
tres preguntas: I) ¿de qué manera la intertextualidad contribuye a la construcción
del sentido?; II) a partir de lo anterior, ¿qué se puede interpretar del cuento, y por
qué?; y III) ¿qué imaginarios se están representando en el cuento?

¿De qué manera la intertextualidad contribuye a la construcción de sentido? Antes


de comenzar a responder la pregunta, y concibiendo la intertextualidad como “el
proceso constante y quizás infinito de transferencia de materiales textuales en el
interior del conjunto de los discursos”1, es importante establecer que las relaciones
intertextuales que posee el cuento de Lispector son mayoritariamente bíblicas o
religiosas.

Utilizando referencias religiosas como la de la visita del ángel Gabriel a la virgen


María, la del nacimiento del niño Jesús, o la parábola del viacrucis, Lispector nos
cuenta la historia del parto de María Dolores. Estableciendo paralelismos y
alusiones respecto a la historia bíblica, Lispector va construyendo el relato: al igual
que a la virgen, el embarazo de María Dolores se da por causas ajenas a lo
biológico; la pareja de María Dolores comienza a llamarse José y a realizar los
oficios de ebanistería que el santo hacía; el nacimiento del niño se da en un establo,
ya no en Nazaret, sino en una hacienda de Minas Gerais.

De esta manera, la intertextualidad es fundamental para construir el sentido del texto


debido a que la historia de María Dolores se inscribe en un topos, concepto
explicado por Camarero como “lugar común o estereotipado que se encuentra en

1Chassay en Camarero, Jesús. (2008). Intertextualidad, redes de textos y literaturas transversales


en dinámica intercultural. Barcelona: Anthropos, p. 25.
varios textos a la vez”2, que tiene que ver con el alumbramiento por causas sagradas
que desde la Biblia se ha venido reutilizando y resignificando.

En consecuencia, la historia del embarazo divino de María Dolores, situada y


narrada en el Brasil del siglo XX, le permiten al relato de Lispector establecer
dialogismos con la historia religiosa. Esto se da porque al relacionarse con los
enunciados y significados de las sagradas escrituras, “Viacrucis” establece un
dialogo y crea una “polifonía en el nivel del discurso”3.

II

¿Qué se puede interpretar del cuento? ¿Por qué? Contrario a la historia de la virgen
María, en la que se realza lo divino y sagrado como causa del embarazo, en la
historia de María Dolores destaca la figura masculina como impotente. “Sí, pero soy
virgen, mi marido nunca me ha tocado. Primero porque él es un hombre paciente,
segundo porque ya está medio impotente”4. Así, la virginidad de María Dolores
puede pensarse como una virginidad por circunstancia, determinada por la
presencia de un cuerpo masculino estéril o improductivo, y no como una virginidad
establecida por el poder de Dios, sagrada, que escapa a la comprensión humana.

De este modo, y teniendo en cuenta el título del libro en el que aparece este cuento,
Viacrucis del cuerpo, ¿María Dolores y José estarían pasando por aquello que
Lispector llama el viacrucis del cuerpo? Y creo que sí porque lo que Lispector trata
de decirnos con toda esta historia es que existir, vivir, sentir, son las condiciones
necesarias para llevar a cabo el viacrucis.

Una de las pistas que Lispector nos ofrece para interpretar esto es cuando María
Dolores decide ponerle al niño Emmanuel en vez de Jesús. Para María Dolores
ponerle Jesús al niño sería crucificarlo antes de tiempo. Sin embargo, llamándose
Jesús, Emmanuel, Pedro, Juan, lo que intenta decirnos Lispector es que igual le
tocará pasará por el viacrucis.

2 Ibíd, p. 28.
3 Ibíd, p. 28.
4 Lispector, Clarice. (1974). “Viacrucis”. En: Viacrucis del cuerpo. Río de Janeiro: Artenova.
“No se sabe si ese niño tuvo que padecer el viacrucis. Todos lo padecen” 5. Así
termina el cuento el cual se puede interpretar en los siguientes términos: a partir del
momento en que el ser humano encuentra su materialidad en el cuerpo,
necesariamente tiene que pasar por el viacrucis de la existencia y la vida.

III

¿Qué imaginarios se están representando en el cuento? Entendiendo el imaginario


como las redes simbólicas “que trascienden lo personal para insertarse en los
movimientos de la psiquis colectiva”6, considero que Lispector representa y juega
con muchos imaginarios religiosos: el embarazo por causas divinas, el nacimiento
del mesías, el viacrucis.

Sin embargo, es este último, el viacrucis, el más poderoso en su representación. Al


invocar el imaginario del viacrucis, con todos sus obstáculos, con todos sus
percances, con todas sus dificultades, y con el final de la crucifixión, el mensaje de
Lispector se vuelve potente: la vida es un viacrucis para el ser humano.

Bibliografía:

Bustillo, Carmen. (2000). “De lo real, lo imaginario y ficcional”. Revista Apuntes


filosóficos, número 17.

Camarero, Jesús. (2008). Intertextualidad, redes de textos y literaturas


transversales en dinámica intercultural. Barcelona: Anthropos.

Lispector, Clarice. (1974). “Viacrucis”. En: Viacrucis del cuerpo. Río de Janeiro:
Artenova.

5Lispector, Clarice. (1974). “Viacrucis”. En: Viacrucis del cuerpo. Río de Janeiro: Artenova.
6Bustillo, Carmen. (2000). “De lo real, lo imaginario y ficcional”. Revista Apuntes filosóficos,
número 17, p. 151.

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