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II
¿Qué se puede interpretar del cuento? ¿Por qué? Contrario a la historia de la virgen
María, en la que se realza lo divino y sagrado como causa del embarazo, en la
historia de María Dolores destaca la figura masculina como impotente. “Sí, pero soy
virgen, mi marido nunca me ha tocado. Primero porque él es un hombre paciente,
segundo porque ya está medio impotente”4. Así, la virginidad de María Dolores
puede pensarse como una virginidad por circunstancia, determinada por la
presencia de un cuerpo masculino estéril o improductivo, y no como una virginidad
establecida por el poder de Dios, sagrada, que escapa a la comprensión humana.
De este modo, y teniendo en cuenta el título del libro en el que aparece este cuento,
Viacrucis del cuerpo, ¿María Dolores y José estarían pasando por aquello que
Lispector llama el viacrucis del cuerpo? Y creo que sí porque lo que Lispector trata
de decirnos con toda esta historia es que existir, vivir, sentir, son las condiciones
necesarias para llevar a cabo el viacrucis.
Una de las pistas que Lispector nos ofrece para interpretar esto es cuando María
Dolores decide ponerle al niño Emmanuel en vez de Jesús. Para María Dolores
ponerle Jesús al niño sería crucificarlo antes de tiempo. Sin embargo, llamándose
Jesús, Emmanuel, Pedro, Juan, lo que intenta decirnos Lispector es que igual le
tocará pasará por el viacrucis.
2 Ibíd, p. 28.
3 Ibíd, p. 28.
4 Lispector, Clarice. (1974). “Viacrucis”. En: Viacrucis del cuerpo. Río de Janeiro: Artenova.
“No se sabe si ese niño tuvo que padecer el viacrucis. Todos lo padecen” 5. Así
termina el cuento el cual se puede interpretar en los siguientes términos: a partir del
momento en que el ser humano encuentra su materialidad en el cuerpo,
necesariamente tiene que pasar por el viacrucis de la existencia y la vida.
III
Bibliografía:
Lispector, Clarice. (1974). “Viacrucis”. En: Viacrucis del cuerpo. Río de Janeiro:
Artenova.
5Lispector, Clarice. (1974). “Viacrucis”. En: Viacrucis del cuerpo. Río de Janeiro: Artenova.
6Bustillo, Carmen. (2000). “De lo real, lo imaginario y ficcional”. Revista Apuntes filosóficos,
número 17, p. 151.