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3.

Niños y niñas sobreentendidos e ignorados en los relatos

Definitivamente el patriarcalismo y el adultocentrismo influyeron en la composición


de las Escrituras como para que las voces de niños y niñas no fueran incluidos. Este
es un hecho más notable en el caso de las niñas que de los niños, y más aún,
cuando se trata de extranjeras y pobres. Conocemos de Ismael, de Samuel, de
José, de Daniel, pero no conocemos ni el nombre de la niña esclava que se atrevió
a ayudar a su esclavizador. Las perspectivas patriarcales impregnaron las
composiciones bíblicas, ya sea, en la selección de sus personajes, en las
perspectivas de género en los relatos, en sus interpretaciones de la historia, en la
teología que desarrolla, entre otros aspectos.1 En el patriarcalismo los niños y las
niñas, conjuntamente con las mujeres adultas, y los hombres que no llenaban los
parámetros de masculinidad establecida, fueron postergados de sus derechos y
libertades como seres humanos. La infancia, en la sociedad israelita, fue vinculada
al círculo femenino y doméstico, al menos en los primeros años de vida. En el niño
varón, la infancia fue un período de transición y de formación en su comprensión
excluyente de ser hombre.2 En el mundo helenístico y romano las cosas no fueron
muy diferentes dependiendo de cada pueblo. En el imperio romano el paterfamilias
gozó de plena autoridad en la casa y se esperó de sus hijos plena sujeción.3

Una práctica esencial en una exégesis bíblica desde la niñez debe de visibilizar a
quienes están ocultos, ya sea por el relato bíblico, pero también por exégesis
adultocéntricas. En expresiones como: "mi familia y yo serviremos al Señor" (Jos
24:15), "los de la familia de Cloe" (1 Cor 1:11), "la iglesia que está en tu casa" (Rom
16:5), entre tantas otras, debemos de incluir como participantes activos a niños y
niñas. En ese ámbito ellos pudieron desenvolverse con mediana o gran libertad. Era
responsabilidad de los adultos educar a sus hijos e hijas en la fe, por lo que
seguramente ellos participaron de muchas actividades y decisiones familiares. La
imagen del padre adusto y la madre ultra-sumisa que algunos construimos sobre los
pobladores de Israel no es apropiada para cada caso, ni por razones individuales
sobre su personalidad, ni por las estructuras sociales. Por ejemplo, la mujer
campesina, la niña, probablemente tuvo muchas libertades en vista a la necesidad

1
Advertir estas características de la Biblia no cuestiona la realidad de la revelación en sí,
sino que nos planea cómo se dio tal revelación, cómo la comprendieron los antiguos
hombres y mujeres de fe, y lo que esta realidad significa para una hermenéutica bíblica
actualmente.
2
La oración: "Te agradezco Señor por no haberme echo, mujer, ladrón o gentil" expresa
claramente la mirada machista con la que se entendió la vida.
3
Suzanne Dixon, The Roman Family, Londres, John Hopkins University Press, 1992,
especialmente, los capítulos 2 y 3.

1
familiar que todos los miembros compartieran las muchas labores que tenían que
compartir para subsistir. No se les enseñó la sumisión en todos los casos y formas,
ni se les exoneró de tratos que le permitieron crecer y tener experiencias de vida
laboral y responsabilidades como muchas veces se ha querido imaginar.4

Sin embargo, en muchas historias, especialmente en los relatos de guerras, se debe


advertir el gran sufrimiento al que estuvieron expuestos los niños y niñas. Muchas
veces se hablan de ciudades destruidas, pero no se piensa en las repercusiones
sobre niños y niñas que ni formaron parte de las decisiones de guerra, y muchas
veces sufrieron las consecuencias de las guerras con vejámenes y esclavitud. En
este caso no es ya que no se mencione sus nombres, sino que ni siquiera se les
menciona como miembros específicos de la población (p.e. Gn 19:25; 34:27-28; Dt
13:15-16; etc.). También lo podemos ver cuando se habla de la muerte de soldados
varones. Posiblemente muchos de ellos fueron padres que dejaban huérfanos y
viudas, y que la situación de los niños y niñas en particular terminara en la
mendicidad. Por ejemplo, en el recuento de lo sucedido Jueces 1 se usan
expresiones como: "En Bézec derrotaron a diez mil hombres" (v. 4), "...atacaron a
Jerusalén; la capturaron, matando a todos a filo de espada, y luego incendiaron la
ciudad" (v. 8), "Los hombres de Judá también conquistaron las ciudades de Gaza,
Ascalón y Ecrón, cada una de ellas con su propio territorio" (v. 18), "...pero al
hombre y a toda su familia les perdonaron la vida" (v. 25), "Sólo cuando Israel se
hizo fuerte pudo someter a los cananeos a trabajos forzados" (v. 28), y así
sucesivamente. Si observamos veremos que no se explicita la presencia de niños y
niñas, pero sabemos que sufrieron las consecuencias de tales situaciones
(orfandad, traumas de guerra, enfermedad, miseria, desarraigo, muerte). De forma
similar sucede con textos del Nuevo Testamento, por ejemplo, cuando se trata el
tema del repudio a la mujer en Marcos 10:1-10 y paralelos, no se menciona para
nada a los hijos ni cuál sería su situación con tal situación de su madre (cf. 1 Cor 7).

Otra manera de invisibilizarlos está en no reconocer su condición de niños o


jovencitos en los textos bíblicos cuando hacemos exégesis. Por ejemplo, si se cree
que por lo general una mujer y un hombre israelitas eran casados a los 12-14 y 18-
20 años aproximadamente, 5 ¿qué edad imaginamos que tienen los protagonistas
del Cantar de los Cantares? ¿Qué edad tiene Miriam la hermana de Moisés que
guía al pueblo entonando tremendo cántico de liberación? El gran profeta Samuel
empieza su ministerio siendo muy jovencito, sino un niño. ¿Qué edad tiene el joven
Daniel que toma la fuerte decisión de ser fiel a Dios en medio de la esclavitud? ¿Y

4
P.e., en Éxodo 2:16-21, las hijas del sacerdote Reuel desarrollaban la labor de alimentar y
cuidar las ovejas de la familia lejos de la casa paterna. Se puede ver que interactuaban con
pastores varones, que en este caso las trataban mal.
5
Cf. R. de Vaux, Instituciones del Antiguo Testamento, Barcelona, Herder, 1977, pp. 62-68,
para el mundo hebreo; Sarah B. Pomeroy, Families in Classical and Hellenistic Greece.
Representations and Realities, Oxford University Press, Oxford, 1997, pp. 23-36, para el
mundo helénico.

2
María, la madre de Jesús? ¿José? Si bien es cierto no debemos de caer en
anacronismos respecto a la idea de niñez para esos tiempos, igualmente, debemos
de pensar que no eran adultos mayores como muchas veces los imaginamos.6

Para ir cerrando con esta sección, quisiera compartir algunas apreciaciones e


intuiciones. Creo que una hermenéutica bíblica en clave de niñez debe partir desde
el hecho que el análisis bíblico honesto es muy importante. Honesto en el sentido de
no caer en prácticas apologéticas que no nos permitan advertir los testimonios,
buenos o no, que los textos bíblicos nos ofrecen. En este sentido, podremos
nutrirnos de otras experiencias anteriores como las hermenéuticas de la liberación y
aquellas en perspectivas de género. Sin embargo, y como veremos después, hay
particularidades en la clave de niñez que aún ayudarán a revisar los presupuestos
hermenéuticos y perspectivas bíblicas de estas dos hermenéuticas mencionadas.

Los métodos de la sospecha nos pueden ayudar en buena medida a discernir el


mensaje bíblico y releerlos en clave inclusiva y de vida plena. Será valioso observar
condicionamientos sociales, ideologías que presuponen los textos bíblicos, así como
también, ejercitar el ver que intereses y relaciones de poder se construyen con
ciertas miradas de la niñez. Me parece igualmente rico advertir, ya en los mismos
relatos, el silencio de tantas voces, procurar recuperar sus historias y posibles
visiones de la vida con un buen acercamiento interdisciplinario: pastoral,
antropológico, histórico, sociológico, literario, entre otros. La re-escritura, y no
solamente la re-lectura, es un ejercicio que aún sin notarlo lo hacemos, pero
explicitarlo y someterlo al análisis con mejores herramientas nos ayudará a ser más
fieles a las tradiciones bíblicas, y más pertinentes a nuestros mundos actuales.

Segunda parte:
Lectura sociopolítica de los textos

1. De niños ricos e hijos del poder

Isaías 7:10-17 es uno de los textos más conocidos por los cristianos en vista a la
interpretación mesiánica que hace de éste Mateo 1:22-23. Los especialistas
consideran al primer Isaías (caps. 1-39) como un escrito que correspondería al
período de vida del profeta original. Este profeta es conocido como un profeta de la
casa real de Judá, profeta vinculado con la dinastía davídica. En estos versículos

6
Véase las observaciones que hace a este respecto Esther M. Menn, "Child Characters in
Biblical Narratives: The Young David (1 Samuel 6-17) and the Little Israelite Servant Girl (2
Kings 5:1-19)", en The Child in the Bible, edits. M. Bunge, T. Fretheim y B. Roberts
Gaventa, Grand Rapids, Eerdmans, 2008, pp. 324-352.

3
nos encontramos con la mención del niño Emmanuel, "Dios está con nosotros". Ante
la inminente destitución y muerte del rey Acáz, Dios promete por medio de Isaías
que los seguirá acompañando, y la señal está en la gestación de un niño. La
simbólica de la gestación y pronto nacimiento de un heredero es hermosa porque en
la misma vida es que Dios transmite esperanzas al pueblo. Un niño representa una
puerta abierta, un camino nuevo aún no recorrido.

Sin embargo, no debe de perderse de vista de qué esperanza se trata, en cómo


está basada. Quienes perciben la bendición de Dios son aquellos que legitiman el
sistema monárquico como sostenido por Dios. Queda claro que en la literatura
deuteronomista, donde se narra el reinado de Acaz y la de su hijo sucesor
Ezequías, se pueden percibir las tensiones en el pueblo hacia una organización
monárquica y el ideal de las tribus autogobernadas bajo la guía de líderes que Dios
mismo levantaba (Jueces). Lo cierto es que la imagen del niño que viene,
históricamente es una mala noticia para Acaz y sus contemporáneos, pues no será
sino hasta que sea grande que el niño rey gobernará personalmente. Mientras tanto,
no se sabe qué sucederá. Por la concepción dinástica y la conservación del orden
establecido en la monarquía, el destino de este niño está marcado: deberá de ser
rey. Vivirá con las responsabilidades que ser descendiente de un rey traen para su
vida, y con los privilegios a los que tantos otros niños y niñas no acceden. Aunque
se dice que se alimentará pobremente,7 no deja de ser una figura en el poder y de
prestigio adquirido por herencia dinástica. Pero no todos en Israel estaban de
acuerdo con el modelo real o con la dinastía davídica. En la misma literatura
deuteronómica se pueden percibir tensiones en la población. Así, el niño en
gestación es un enigma en cuanto a cómo será su proceder, abre esperanzas para
unos porque significa la perpetuidad de una familia que tiene la bendición de Dios,
pero otro no ven sino la continuidad de un modelo que los ha despojado de sus
derechos, que ha centralizado el culto y privilegiado a pocos, en otros casos, que
ha despojado a Dios del gobierno del pueblo. Con este niño se legitima una
organización política-religiosa con la que algunos no están de acuerdo, y su infancia
les señala que la dinastía davídica, y no otras familias, seguirá gobernando.8

De forma semejante, en Isaías 11 se profetiza el resurgimiento de la dinastía


davídica y de un gobierno monárquico. Este rey tendrá grandes cualidades

7
Para Severino Croatto, la expresión: "comerá mantequilla y miel" ilustra un tiempo de
pobreza en Israel. Isaías 1-39, Buenos Aires, La Aurora, 1989, pp. 64-65.
8
En América Latina las teologías de la liberación han trabajado textos como estos en
perspectivas decolonizadoras. Quienes practican las lecturas postcoloniales de la Biblia
reconocen su estrecha vinculación estas hermenéuticas latinoamericanas, con las que
tienen muchos puntos en común, pero también diferencias. Cf. J. Punt, "The New
Testament, theology and imperialism: Some postcolonial remarks on beyond New
Testament theology", Neotestamentica 35/1-2 (2001), pp. 129-145; también, Lazare
Rukundwa, "Postcolonial theory as a hermeneutical tool for Biblical reading", HTS
Theological Studies 64/ 1 (2008), pp. 339-351.

4
procedentes del obrar de Dios, y su reino estará caracterizado por la justicia hacia
los pobres y sometidos. Usando de forma metafórica las relaciones entre fieras
salvajes y un niño (vv. 6 y 8), se describe un tiempo de paz.

Pocas veces se ha observado que este hermoso tiempo donde las fieras se dejan
guiar por, e interactúan dócilmente con, un niño pequeño responde a las
expectativas de una organización política monárquica. Es decir, no se debe de
obviar estos detalles que pueden influir, directa o indirectamente, en el inconsciente
colectivo que podría esperar en dicho tipo de acceso al poder, y de una
organización social verticalista un tiempo como ese. En una hermenéutica bíblica
desde la niñez es importante observar que usar al niño como metáfora no
presupone inocencia de parte de quienes la usan, sino que una imagen tan tierna
puede ser usada para sostener relaciones poco inocentes, y más bien, ser objetos
de propaganda para sostener relaciones sociales injustas. La relectura de este texto
en la actualidad no puede caer en la ingenuidad de obviar el contexto político y las
dinámicas socioeconómicas a las que responde.

A este respecto ya en tiempos del intertestamento tenemos testimonios de


relecturas de Isaías 11 donde parece haber cierta reticencia al modelo mesiánico
davídico, o quizá al modelo mesiánico real en general. Así parece mostrarlo en el
texto encontrado en las cuevas de Qumrán llamado 4Q165. 9 De este texto
solamente diré que se puede percibir una interpretación de Isaías 11 en clave
mesiánica donde, sin embargo, se atenúa la centralidad de la dinastía davídica y
aún la imagen de un rey. Por otro lado, en la misma literatura de Qumrán las
expectativas se focalizan en una diversidad de figuras de diferentes procedencias
(sacerdotal, profética, maestro, jefe del pueblo, ¿figura celestial?). Un dato
particularmente importante es que en ningún momento se usa el término hebreo
melek ("rey") para definir al Mesías. Volviendo a la interpretación de Isaías 11,
podría decirse que hay una tendencia por desligar el tiempo mesiánico de la familia
real davídica, y aún más, quizá de la institución monárquica.

Nos es más familiar la relectura de la figura mesiánica que hace el Evangelio de


Mateo. La cita de Mateo 1:20b-23 cita la tradición davídica, pero lo que significa ser
Emmanuel a lo largo del Evangelio es ser pobre, siervo del pueblo, maestros,
sanador. En este Evangelio se puede percibir una deconstrucción de las esperanzas
dinásticas, y aún, de la figura real. ¿Qué rey sirve al pueblo como lo hizo Jesús y es
fiel a su entrega hasta la muerte? El niño Emmanuel sigue siendo una figura
esperanzadora, pero esta esperanza es generada desde una perspectivas política

9
Véase, Juan José Barreda Toscano, La esperanza de los dos Mesías en los Textos del
Mar Muerto (en proceso de publicación con Ediciones La Aurora y auspicio de Sociedades
Bíblicas Peruanas), en el que se advierte que los Textos del Mar Muerto tiene una tendencia
anti-monárquica y davídica, si no en su totalidad sí en muchos de ellos. Dichos textos
presentan la propuesta de una sociedad más cercana a la del libro de los Jueces, donde los
grupos se organizan comunitariamente y se vinculan entre ellas sin "soberanos".

5
bastante diferente a los modelos reales pre-existentes y aún contemporáneos. Vale
preguntarse, en una lectura postcolonial y desde la hermenéutica desde la niñez si
la figura "reino de Dios" no debería deconstruirse, entre otros, desde el mismo uso
de terminologías socialmente más dialogantes, más lúdicas y horizontales en cuanto
a las relaciones de poder, que re-signifiquen las prácticas y enseñanzas más
profundas que Jesús, ese niño nazareno, nos compartió a lo largo de su vida.

2. Familias patriarcales: lugar de los niños y de las niñas

Como ejercicio hermenéutico es muy importante comprender al niño en su contexto


social más cercano: la familia patriarcal. Por la brevedad de este trabajo no puedo
entrar en pormenores, pero como se dijo ya, es importante advertir el hecho que
hubo grandes diferencias sociales entre el niño y la niña. Estas diferencias marcaron
también sus visiones del mundo, sus expectativas en la vida y su imagen de sí
mismos. Las preferencias hacia los varones sobre las mujeres se puede percibir a lo
largo de las Escrituras, tanto en el contexto israelita como en el greco-romano.10

Para que el niño israelita pasara a ser considerado un hombre debía de ganárselo a
través de sus logros, muchos de los cuales estaban ligados a hechos militares,
económico-laborales, y a llegar a la paternidad. 11 Su fragilidad para ciertas
actividades, su falta de experiencia, su vulnerabilidad por razones biológicas, fueron
contrapartidas de las expectativas de ser un hombre en el marco patriarcal. El ser
hombre fue la entrada a la alianza con Dios, es decir, de formar parte de la
asamblea del pueblo. Un proceso parecido vivió el varón en el contexto greco-
romano. 12 La concepción negativa sobre la mujer, aunque no fue compartida por
todos ni del mismo modo, debió influir en la crianza y el afecto hacia los hijos
hombres o mujeres.13 Los niños fueron criados para la vida pública, las mujeres para

10
Algunos estudios sobre la posición de la mujer en el mundo greco-romano y en el
cristianismo primitivo son: C. Osiek y M. MacDonald, con J. Tulloch, A Woman´s Place.
House Churches in Earliest Christianity, Minneapolis, Fortress Press, 1989; Paul Heger,
Women in the Bible, Qumran and Early Rabbinic Literature. Their Status and Roles, Leiden,
Brill, 2014.
11
La infancia no fue entendida como un período definido cronológico (p.e., mayoría de edad
a los 18 o 21 años), sino como una construcción social y no meramente como una cuestión
cronológica-biológica. Véase, Naomi Steinberg, The World of the Child in the Hebrw Bible,
Sheffield, Sheffield Phoenix Press, 2013, pp. 11-25. Cf. el valioso estudio de Kristine
Garroway, Children in the Ancient Near Eastern Household, Eisenbrauns, Indiana, 2014, pp.
16-47.
12
Suzanne Dixon, The Roman Family, Londres, John Hopkins University Press, 1992,
presenta un trabajo actualizado en el que nos muestra la diversidad de vivencias de la
familia que coexistían en Roma. En esas experiencias, sin embargo, coexisten las grandes
diferencias entre niños y niñas que señalamos arriba.
13
Una ilustración de la visión que algunos judíos tenían sobre la hija mujer la encontramos
en TB Sanedrín 100b: "Una hija es un falso tesoro para su padre. El temor que siente por
ella le desvela por la noche: cuando es niña, teme que la seduzcan; de joven, que se
descarríe; cuando está en edad de casarse, teme que no encuentre marido; cuando se

6
la vida privada. El niño para el liderazgo en la familia y en la sociedad, la mujer para
la obediencia y para honrar al marido. 14 Pensar en la familia antigua nos lleva
también a pensar en el ambiente en el que se criaron. Los estudios arqueológicos
nos revelan que muchas madres morían en el momento del parto, por lo que se
sabe que muchos niños y niñas fueron criados por sus tías y/o abuelas. Con todo,
no se debe pensar con estas descripciones que la vida de los niños y niñas era
necesariamente triste y mala. Al menos en lo que fueron sus expectativas y los
mandatos culturales para ellos.

3. Huérfanos... niños y niñas "en situación de abandono"

En el Antiguo Testamento especialmente, pero también en el Nuevo, encontramos


muchos textos que ordenan al pueblo de Dios a proteger a los "huérfanos" (heb.
yatöm). Definitivamente, aquí se está hablando de niños y niñas, no de adultos; y
aparentemente, de niños y niñas sin parientes que se hagan cargo de ellos. Los
huérfanos suelen ser mencionados con "la viuda", y "el extranjero". De las viudas
puede decirse también que se trata de aquellas que no tienen familiares que se
hagan cargo de ellas. Estos tres grupos de personas se presentan como
socialmente vulnerables. El que se les incluyera como prototipo de vulnerabilidad
nos señala que la orfandad era un hecho extendido. No vamos a hablar aquí de la
viudez femenina, ni de los extranjeros -entre los cuales podemos pensar también en
niños y niñas-, pero las causas del quedar huérfanos fueron diversas. Por datos
directos e indirectos de los textos bíblicos podemos saber e imaginar varias
razones: el asesinato de sus padres en tiempos de guerras, la muerte de sus padres
por enfermedades, la muerte de la madre sola tras haber sido repudiada
conjuntamente con el hijo o hija, la condición de impureza del niño o niña por la que
se le expulsó de la casa (lepra, defectos físicos, discapacidades).

Particularmente, en tiempos de guerra debieron de ser muchos los niños y niñas


que quedaron sin padre -y madre (cf. Ex 22:24). Muchos debieron de huir a otros
pueblos y mendigar por alimentos y cobija. Niñez, violencia, mendicidad, injusticia
estructural, abuso-explotación, esclavitud, todas estas concepciones y valores están
detrás de la idea de "huérfanos". Pero también se debe de pensar en: lucha por
subsistir, organización con otros pares, creatividad, valor, libertad. Los huérfanos

casa, teme que sea estéril; y cuando es vieja, que se haga hechicera". Filón de Alejandría
decía de la mujer: "En efecto, ninguno de los esenios toma mujer, porque la mujer es
egoísta, excesivamente celosa, hábil para enredar en sus trampas las costumbres de su
esposo y para seducirlo con sortilegios incesantes..." (Hipotética 11.14-18).
14
Sobre los valores de honor y vergüenza en el mundo mediterráneo ver Bruce Malina, El
mundo del Nuevo Testamento. Perspectivas desde la antropología cultural, Navarra, Verbo
Divino, 1995, pp. 45-84; y Halvor Moxness, "Honor and Shame", en The Social Sciences
and New Testament Interpretation, Hendrickson Publishers, Massachusetts, 1996, pp. 19-
40.

7
son de alguna manera "niños y niñas en situación de calle".15 Las razones de su
vulnerabilidad no es primeramente biológica o psico-social. No están
ontológicamente vinculados a su juventud o inocencia, sino con un pecado
estructural que no le permite a las niñas heredar la tierra, y con una situación de
indefensión que los expone a la expropiación y explotación (cf. Prov. 23:10, Is
1:17,23; Jer 5:28). Es posible que las niñas vieran una solución, llegada la edad, en
ofrecerse como concubinas o siervas a un hombre que pudiera sostenerlas (cf.
Ruth, la mujer de Samaria). El llamado a cuidarlos es a toda la sociedad. En muchos
mandamientos se ordenan prácticas económicas que les permitan subsistir. Se
prohíbe su expropiación y explotación, y se dice que Dios mismo será su padre (cf.
Ex 22:22; Dt 14:29; 24:17,19-20,21; 26:13; 27:19; Sal 68:5; Jer 49:11; cf. Jn 14:18;
Sant 1:18). Una interpretación bíblica desde la niñez precisa conocer estos y
muchos más detalles de la situación y vida de niños y niñas de épocas bíblicas y en
diversos contextos. A menudo, la mirada romántica sobre la niñez no nos ha
permitido ver estas particularidades. Pero al observarlas y ver los textos en
perspectivas hermenéuticas contextuales, podemos ser iluminados de estos textos y
los cuidados que Dios propone hacia estos niños como una prioridad de la vida de
fe -no como un mero ministerio "opcional" y caritativo de la iglesia-, como un
llamado a cambios estructurales y culturales a los que estos niños, y otros en
condiciones de vulnerabilidad similar, nos pueden guiar. Una nueva evangelización
es posible.

4. Niños y niñas esclavos16

La situación de los niños y niñas esclavos fue muy cruel, y lamentablemente, muy
común. En el mundo greco-romano, los esclavos ocupaban el escalafón más bajo
de la sociedad, y porcentualmente, por ejemplo en el imperio romano, fue un sector
importante en la población y la producción en algunas época y regiones. Un niño o
niña llegaba a ser esclavo de varias maneras: por secuestro o sometimiento
(guerras), por venta (de los padres por causa de deudas o pobreza), y por

15
Un anacronismo que me permito para llevar al lector a pensar en las semejanzas de
nuestros actuales niños en situación de calle con los "huérfanos" en la Biblia. Ver, Juan
José Barreda Toscano, "Cuidados de Dios hacia niños/as de la calle en la Biblia", Materiales
Bíblica Virtual, Niños/as y niñez en la Biblia, Buenos Aires, 2015, pp. 1-18.
16
G. E. M. de Ste. Croix habla más ampliamente de "trabajo no libre", entre el cual está la
esclavitud, pero que también incluye a la servidumbre y la servidumbre por deudas. Estos
dos últimos implican el trabajo para dueños de tierras o trabajos domésticos, que tuvo
alguna remuneración pero no la libertad plena. Es decir, se les obligaba a tareas que
estaban ya establecidas, se les circunscribió a una clase social inferior de la que no había
posibilidad de ascenso, y los ingresos que tenían eran mínimos negándoseles la posibilidad
de poseer el medio de producción, y en ciertos casos aún, de cambiar de lugar de trabajo.
Por otro lado, la fragilidad de su condición fue tal, que el señor propietario siempre tuvo el
poder de sacarle todo lo que tenía el sirviente para trabajar y dejarlo en la absoluta miseria.
La lucha de clases en el mundo griego antiguo, Editorial Crítica, Barcelona, 1981, pp. 160-
208.

8
nacimiento (hijo de progenitores esclavos). Según afirmó Aristóteles (Política
1.1254a7), el esclavo fue un ser humano que debía pertenecer a otro porque no
podía valerse por sí mismo. Los niños y las niñas esclavos eran vendidos a
temprana edad y, salvo pocas excepciones,17 no fueron criados por sus padres a
quienes muchas veces no conocieron. No se conocen estadísticas sobre la
población infantil esclava, pero es probable que fuera mucho mayor de lo que
comúnmente se piensa. Por lo general, el esclavo estaba expuesto a trabajos
desgastantes y a enfermedades que acaban pronto con su salud y vida. La
renovación del trabajo esclavo debía realizarse por adquisición y nacimiento. La
población infantil esclava pudo verse acrecentada para su venta, especialmente
cuando el niño o niña adquirieron destrezas en el campo o la casa del señor. Al ser
un objeto de pertenencia, eran criados para depender de sus amos y desarrollar una
noción muy negativa de sí mismos. La completa sumisión se lograba con la
imposición de una idea de dependencia de la guía de sus amos.

A los niños y las niñas esclavos se pretendía quitarles la propia identidad. Su


identidad estaba vinculada aquella que sus amos le asignaban, y podía suceder que
antes de llegar a la pubertad un niño o niña hubiera tenido varios amos que le
asignaran diferentes nombre, roles, y con quienes tuvieran diferentes tipos de
vinculo. Por ser esclavos no tenían honor (lat. dignitas),18 por lo que tampoco podían
acceder al derecho ni a reclamo alguno en casos que sufrieran mayores abusos.
Como esclavos eran entrenados para realizar diversas tareas de servidumbre. En el
mejor de los casos, desarrollaban tareas domésticas, pero estaban quienes tenían
que desarrollar trabajos duros en el campo, o en otros espacios, muchos de los
cuales acababan con su salud. En estos casos, las niñas eran más valoradas que
los hombres puesto que podrían procrear y generar ingresos a sus amos.

Una de las situaciones más dolorosas a las que estaban expuestas las esclavas era
los abusos sexuales. Las niñas eran expuestas a todo tipo de degradación que
satisfaga los deseos de sus amos. Por otro lado, sus cuerpos eran propiedad de sus
amos y amas, y así, por ejemplo, la historia de la jovencita designada a "calentar" el
cuerpo de anciano rey David con su propio cuerpo. La ubicaron y se la entregaron
como objeto (1 Rey 1:1-4).19 Una situación de explotación sexual le sucedió a la
probablemente jovencita Agar, una esclava doméstica dedicada exclusivamente a

17
Dale B. Martin, "Slave Families and Slaves in Families", en Early Christian Families in
Context. An Interdisciplinary Dialogue, edits. D. Balch y C. Osiek, Michigan, Eerdmans,
2003, pp. 207-230. Martin sostiene que los esclavos, a pesar de tal condición, pudieron
"servir" como esposos, esposas, hijos, padres, amantes, patrones y clientes con otros
esclavos, liberados y personas libres. Sin embargo, debe reconocerse que estos casos no
fueron muchos, y que en la mayoría de las veces no tuvieron las posibilidades de tener
consigo una familia.
18
Osiek y MacDonald, A Woman´s Place, pp. 103-105.
19
Recomiendo el estudio de Mercedes García Bachmann, "Un rey muy viejo, y una
muchacha muy linda, violencia casi imperceptible (1Rey 1,1-4)", RIBLA 41 (2002), pp. 50-57
(http://claiweb.org/index.php/miembros-2/revistas-2/17-ribla)

9
Sara,20 quien es "entregada" por su señora a Abram para "darle" un hijo (Gn 16:1-
16). Luego es desechada, cual objeto descartable, conjuntamente con su hijo
pequeño (Gn 21:8-21). En el trabajo de edición de estos textos se pueden ver las
tensiones entre diferentes tradiciones y grupos sociales encontrados. En la historia
de Agar están quienes ven "memorias de esclavos" que rescatarían el valor de esta
joven al enfrentarse a sus amos, su búsqueda de libertad y el apoyo de Dios. Esto
nos lleva a ver otras dimensiones del texto que no siempre exploramos.21 También
está la historia de "la hija de" Jefté en Jueces 11, una jovencita o niña que es
sacrificada por la promesa de su padre. El honor del padre es puesto primero a la
vida de su hija, y así, ésta muere sin criticar lo dictado por su procreador, pero
lamentando que no llegara a tener hijos.22 Pensemos nuevamente en los textos que
aluden a conquistas y guerras, toma de rehenes y destrucciones masivas. Lo más
probable es que en estas situaciones estemos aludiendo a niños y niñas
esclavizados, a situaciones de abuso sexual y todo tipo de atropello. Esto nos hace
ver que una hermenéutica desde la niñez debe de saber ver lo que aparentemente
no es visible, pero sí está en el texto bíblico.

En la Biblia nos vamos a encontrar con textos que denuncian los abusos contra los
niños y niñas explícitamente. Otros, quizás con perspectivas diferentes, o porque el
relato pone énfasis en otros aspecto del hecho, pasan por alto situaciones de abuso
y maltrato a los niños y niñas. En ciertos casos, ni los critican ni los pasan por alto,
sino que los naturalizan como parte de "lo que debe ser", o aún, como un
mandamiento divino. El segundo y tercer grupo de textos son los más difíciles de
interpretar. Las herramientas que nos aportan las ciencias sociales ayudan a
descubrir muchos aspectos de la vida en los tiempos bíblicos que ignoramos. Pero
también, nos ayudan a ver la posición que las mismas composiciones bíblicas
reflejan respecto a esas realidades. Una lectura contextual y sociopolítica no debe
ignorar el posicionamiento social y teológico de cada escrito. Se debe aceptar el
desafío, la problemática, de optar por la toma de posición frente a un texto sagrado
con cuyas enseñanzas o alusiones discrepamos. Un exégeta honesto/a no evadirá
esta problemática, la planteará y se atreverá a correr los riesgos de la interpretación.

Una hermenéutica bíblica desde la niñez no puede caer en la trivialidad de reducir


su labor a interpretar los textos bíblicos de forma armónica a los modelos de niñez

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No se puede saber con precisión la de edad de Agar. La descripción de su labor la vincula
con la esclava doméstica asignada específicamente a la señora. La costumbre era asignar a
una jovencita a esta tarea. De Agar no se menciona otros hijos ni esposo. Las tensiones
que encontramos en este texto no son solamente, y dentro del sistema patriarcal, entre
esclava y patrona, sino entre una joven y una anciana, una extranjera y quien pertenecía al
clan. Recomiendo ver, Milton Schwantes, A familia de Sara e Abraâo - Texto e contexto de
Gênesis 1-25, Editora Vozes / Sinodal, Petrópolis, San Pablo, 1986.
21
Cf. Mercedes Brancher, "De los ojos de Agar a los ojos de Dios (Génesis 16,1-16)",
RIBLA 25 (1997), pp. 11-27 (http://claiweb.org/index.php/miembros-2/revistas-2/17-ribla).
22
Sugiero leer el análisis de este texto por Mercedes Navarro, Violencia, sexismo, silencio.
In-conclusiones en el libro de los Jueces, Verbo Divino, Navarra, 2013, pp. 53-65.

10
establecidos, ya sea desde los patrones culturales dominantes o bien desde los
dogmas eclesiales. No puede caer en la idea del fundamentalismo que su ejercicio
es meramente "extraer" el contenido del texto sagrado. ¿Qué hacer, entonces? Creo
que lo primero que debemos de hacer es no obviarlos, y menos aún, buscarles una
interpretación tal que nos evada la responsabilidad de confrontarnos a ellos. Estoy
convencido que la interpretación literalista de pasajes como estos ha servido para
justificar, indirectamente, y por ello, poderosamente, el abuso y maltrato de
menores. Miradas que obviaron la lectura contextual y problemática de textos
bíblicos como estos nos han llevado a la "pasividad activa", a la naturalización de la
esclavitud en todas sus formas, a desprecio hacia la realidad que viven niños y
niñas en nuestros contextos, y la reducción de los ministerios infantiles al
entretenimiento.

Otros, quizás muchos también, desacreditan a las Escrituras en su totalidad en base


a ciertos textos con los que son difíciles de compatibilizar hoy (la hermenéutica que
hace Génesis 21 de Génesis 16, por ejemplo, es difícil de aceptar como adecuada
cuando presenta a Dios como quien anima a Abraham a aceptar la expulsión de
Agar e Ismael). Sin embargo, al final, caen en el mismo paradigma concordista o
fundamentalista en el que se espera uniformidad de perspectivas teológicos y
culturales en un escrito que reúne siglos de vida e historia, y cuya normatividad o
inspiración para el hoy no pasa por los cánones de "perfección", "eficiencia",
inerrancia" -adoptados de la modernidad y el capitalismo-, que se les ha impuesto a
pesar de lo atestiguado en los mismos textos.

Por último, creo también que el mismo desafío la tienen ciertas lecturas contextuales
que no llegan al fondo del asunto. Es decir, hablan del contexto del texto, usan
ciertos aportes de las ciencias sociales, pero finalmente tratan de armonizar las
"enseñanzas" "sacadas" del texto bíblico con ciertos presupuestos dogmáticos o
perspectivas idealizadas de la niñez que quieren defender. ¿Podremos al menos
problematizar las enseñanzas sobre la niñez en la Biblia, a los mismos textos como
reflejo cultural y socioeconómico, y a las miradas que tenemos de ellos en las
organizaciones religiosas? Me parece que la dura realidad de miles de niños y niñas
latinoamericanos nos exhortan a que lo hagamos en la fe de un Dios que los ama, y
en la búsqueda que este amor se suscite como un acontecimiento en cada uno de
ellos y ellas.23

CONTINUA...

23
Esta observación viene en vista a tantas lecturas "rosas" de los niños y niñas de la Biblia
que, o bien, ofrecen una interpretación en la que los niños parecieron vivir en un mundo
ideal, psicologizado totalmente, y sin contacto con sus realidades; o bien, aquellas que
anhelan en ir un poco más lejos usando herramientas de la lingüística y las ciencias
sociales, pero terminan con afirmaciones teológicas que encajan dentro del dogma ya
aceptado silenciando, de algún modo, lo que el mismo texto presenta problemáticamente y
lo que esto significa para nuestra fe en el mismo texto en su categoría de sagrado.

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