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TEXTO 1:

A continuación, reflexionando sobre que yo dudaba y que, en consecuencia, mi ser no era


omniperfecto pues claramente comprendía que era una perfección mayor el conocer que
el dudar, comencé a indagar de dónde había aprendido a pensar en alguna cosa más
perfecta de lo que yo era; conocí con evidencia que debía ser en virtud de alguna
naturaleza que realmente fuese más perfecta. En relación con los pensamientos que poseía
de seres que existen fuera de mí, tales como el cielo, la tierra, la luz, el calor y otros mil,
no encuentro dificultad alguna en conocer de donde provenían pues no constatando nada
en tales pensamientos que me pareciera hacerlos superiores a mí, podía estimar que si
eran verdaderos, fueran dependientes de mi naturaleza, en tanto que posee alguna
perfección; si no lo eran, que procedían de la nada, es decir, que los tenía porque había
defecto en mí. Pero no podía opinar lo mismo acerca de la idea de un ser más perfecto
que el mío, pues que procediese de la nada era algo manifiestamente imposible y puesto
que no hay una repugnancia menor en que lo más perfecto sea una consecuencia y esté
en dependencia de lo menos perfecto, que la existente en que algo proceda de la nada,
concluí que tal idea no podía provenir de mí mismo. De forma que únicamente restaba la
alternativa de que hubiese sido inducida por mí por una naturaleza que realmente fuese
más perfecta de lo que era la mía y, también, que tuviese en sí todas las perfecciones de
las cuales yo podía tener alguna idea, es decir, para explicarlo con una palabra que fuese
Dios.
DESCARTES, Discurso del Método, IV parte

TEXTO 2:
Proposición 41.
El conocimiento del primer género es la única causa de la falsedad; en cambio, el del
segundo y del tercero es necesariamente verdadero.
Demostración: en el escolio precedente hemos dicho que al primer género de
conocimiento pertenecen todas las ideas que son inadecuadas y confusas; y, por tanto,
este conocimiento es la única causa de la falsedad. Hemos dicho, además, que al
conocimiento del segundo y del tercer género pertenecen las ideas que son adecuadas; y,
por tanto, éste es necesariamente verdadero.
Proposición 42.
El conocimiento del segundo y del tercer género, y no el del primero, nos enseña a
distinguir lo verdadero de lo falso
Demostración: esta proposición es evidente por sí misma. Pues quien sabe distinguir entre
lo verdadero y lo falso, debe tener una idea adecuada de lo verdadero y de lo falso, es
decir, conocer lo verdadero y lo falso por el segundo o el tercer género de conocimiento.
OTROS TEXTOS
(Tarea: lectura, subrayado de términos, idea central, estructura del texto, justificación del
texto (de forma esquemática o mediante guiones) y posibles comparativas en temática o
autores y valoración crítica)
TEXTO 3
Proposición 12.
No se puede concebir con exactitud ningún atributo de la sustancia, del que se siga que la
sustancia puede ser dividida. Demostración: en efecto, las partes en las que la sustancia
así concebida sería dividida, mantendrán la naturaleza de la sustancia o no. Si lo primero,
cada parte deberá ser infinita y causa de sí, y deberá constar de un atributo distinto; y, por
tanto, de una sustancia se podrán formar varias, lo cual es absurdo. Añádese que las partes
no tendrían nada en común con su todo, y el todo podría ser y ser concebido sin sus partes,
lo cual nadie podrá dudar de que es absurdo. En cambio, si se supone lo segundo, a saber,
que las partes no mantendrán la naturaleza de la sustancia, entonces, como se dividiría
toda la sustancia en partes iguales, ésta perdería la naturaleza de sustancia y dejaría de
ser, lo cual es absurdo.

TEXTO 4
En fin, la distinción que se hace por el pensamiento, consiste en que algunas veces
distinguimos una sustancia de alguno de sus atributos sin el cual no es posible que
lleguemos a tener un conocimiento distinto de esa sustancia; también se da cuando
intentamos separar dos atributos de una misma sustancia, pensando uno sin pensar el otro.
Esta distinción se pone de manifiesto en que no podríamos tener una idea clara y distinta
de una tal sustancia si la desposeemos de tal atributo; o bien se pone de manifiesto en que
no podríamos tener una idea clara y distinta de uno de los dos o de varios atributos si lo
separamos de los otros. Por ejemplo, puesto que no existe sustancia que no cese de existir
cuando cesa de durar, la duración no se distingue de la sustancia sino mediante el
pensamiento; así pues y en general, cuantos atributos hacen que nosotros tengamos
pensamientos diversos de una misma cosa, tales como son, por ejemplo, la a extensión
del cuerpo y la propiedad de ser divisible, no difieren del cuerpo que nos sirve de objeto,
y recíprocamente no difieren uno del otro sino a causa de que nosotros pensamos alguna
vez y de modo confuso en uno de ellos sin pensar en el otro.

TEXTO 5:
Proposición 17.
Dios está exento de pasiones y no es afectado de ningún afecto de alegría o de tristeza.
Demostración: todas las ideas, en cuanto que se refieren a Dios, son verdaderas, esto es,
adecuadas. Y por lo mismo, Dios está exento de pasiones. Por otra parte, Dios no puede
pasar ni a una mayor ni a una menor perfección. Por consiguiente, no es afectado por
ningún afecto de alegría ni de tristeza.
Corolario: hablando con propiedad, Dios ni ama a nadie ni odia a nadie. Porque Dios no
es afectado por ningún afecto de alegría ni de tristeza, y, por consiguiente tampoco tiene
amor ni odio a nadie.
Proposición 18
Nadie puede odiar a Dios.
Demostración: la idea de Dios, que hay en nosotros, es adecuada y perfecta; y, por tanto,
en cuanto que contemplamos a Dios, actuamos. Por consiguiente, no puede existir
ninguna tristeza acompañada de la idea de Dios, esto es, nadie puede tener odio a Dios.
Corolario: el amor a Dios no se puede cambiar en odio.
Escolio: se puede, sin embargo, objetar que en tanto que entendemos a Dios como causa
de todas las cosas, le consideramos, por ello mismo, causa de la tristeza. Pero a esto
respondo que, en cuanto que entendemos las causas de la tristeza, esta deja de ser pasión,
esto es, deja de ser tristeza. Y, por tanto, en la medida que entendemos que Dios es causa
de la tristeza, nos alegramos.

TEXTO 6
Proposición 40
Cuanta más perfección tiene cada cosa más actúa y menos padece; y, al revés, cuánto más
actúa, más perfecta es.
Demostración: cuánto más perfecta es una cosa, más realidad tiene; y, por consiguiente,
más actúa y menos padece. Y esta demostración procede de la misma manera en el orden
inverso; de donde se sigue que, al contrario, una cosa es tanto más perfecta cuanto más
actúa.
Corolario: de aquí se sigue que la parte del alma que permanece, cualquiera que sea su
magnitud, es más perfecta que la restante. En efecto, la parte eterna del alma es el
entendimiento, el único por el que nos decimos activo. En cambio, la que hemos mostrado
que perece, es la misma imaginación, la única por la que nos decimos pasivos. Y, por
tanto, aquella, cualquiera que sea su magnitud, es más perfecta que ésta.
Escolio: estas son las cosas que me había propuesto mostrar acerca del alma, en cuanto
que se la considera sin relación con la existencia del cuerpo. A partir de ahí, resulta claro
que nuestra alma, en cuanto que entiende, es un modo eterno del pensar que es
determinado por otro modo eterno y éste de nuevo por otro, y así al infinito. De tal suerte
que todos simultáneamente constituyen el entendimiento eterno e infinito de Dios
TEXTO 7
“Para que las supremas autoridades del Estado conserven mejor el poder y no haya
sediciones, es necesario conceder a los hombres la libertad de pensamiento y
gobernarlos de tal forma que, aunque piensen de distinta manera y tengan ideas
manifiestamente contrarias, vivan en concordia. Es indudable que esta forma de
gobernar es la mejor y la que tiene menos inconvenientes, pues concuerda mejor con la
naturaleza de los hombres. En efecto, en el estado democrático (que es el que más se
acerca a lo natural) todos acuerdan actuar según leyes comunes, pero no pensar igual;
es decir, como todos los hombres no pueden pensar y razonar igual, han pactado que
lo que recibiera más votos tuviera fuerza de ley y que podrían cambiar esa ley si
encontraban algo mejor. Así pues, cuanta menos libertad para expresar su opinión se
concede a los hombres, más lejos se está de lo más natural y, por tanto, con más
violencia se gobierna”.

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