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Si se trata de una obligación singular en cuanto a sus sujetos, no aparecen las circunstancias que
justifican la razón de ser de esta distinción, concretamente, los conflictos que supone la
indivisibilidad de un objeto debido por más de una persona. (Principio de integridad del pago)
En el nuevo sistema jurídico, se regula una forma de indivisibilidad de gran interés práctico, la
impropia, pensada para obligaciones en las cuales el interés de los obligados se satisface
mediante un cumplimiento conjunto, aunque puedan fraccionarse materialmente las
prestaciones. Ejemplo: actuación de una banda de música.
Hay coincidencia entre el régimen legal de las obligaciones divisibles y de las obligaciones
simplemente mancomunadas. A su vez, dado que los vínculos son independientes y no hay
propagación de efectos, las obligaciones divisibles se exhiben como si fueran varias
obligaciones distintas. Art. 808. En principio, la prescripción, la mora, la cosa juzgada, se
aplican independientemente a los distintos obligados.
No hay coincidencia entre el régimen jurídico aplicable a las obligaciones indivisibles y a las
solidarias, aunque aquellas deban ser cumplidas por entero y estas puedan serlo.
En la obligación solidaria, son las particularidades del vínculo aquellas que impiden el
fraccionamiento de la prestación, pudiendo incluso pactarse el cumplimiento por entero de
prestaciones susceptible de división. Ejemplo: pacto de solidaridad pasiva con relación a una
obligación de dar sumas de dinero.
(ART. 823). Sin embargo, existe una ligazón entre ambas categorías, y es por esa razón que las
normas relativas a las obligaciones solidarias son subsidiariamente aplicables a las obligaciones
indivisibles.
Por lo demás, fuera de los casos de indivisibilidad impropia, cuesta imaginar casos de
trascendencia práctica donde las obligaciones indivisibles no sean a su vez solidarias.
El principio general aplicable en la materia es la divisibilidad, solo cede cuando existen razones
que la obstan, como la imposibilidad de fraccionamiento de la prestación.
La solidaridad del vínculo también supone una excepción al principio general de la
divisibilidad, es decir que si la obligación divisible es además solidaria, resultan aplicables las
reglas de la solidaridad activa o pasiva según corresponda.
La divisibilidad de la obligación no puede ser invocada por el codeudor a cuyo cargo quedo el
pago de la totalidad de la deuda. Aunque fueran varios deudores, no podría invocar el beneficio
del fraccionamiento quien debe el todo.
Cada una de las partes equivale a una prestación diversa e independiente a las demás y no hay
propagación de efectos. Cada acreedor tiene derecho a su propia cuota y no a la de los otros, y
cada deudor debe su propia porción, no respondiendo por la insolvencia de los demás, a menos
que algo diferentes surja del pacto entre las partes.
Desde el punto de vista procesal, si bien se puede promover juicios de cobro separados, resulta
posible acumular las distintas acciones en un mismo juicio: “Litisconsorcio facultativo”, es
opcional. Responde a un principio económico procesal.
Puede suceder que un deudor pague más de su parte en la deuda, sin que ello corresponda en
función del carácter divisible de la obligación. En tal caso, tendrá derecho al reintegro por parte
de los codeudores, según las siguientes pautas: ART. 810.
a. Pago con conocimiento de estar pagando una deuda ajena: Se aplican las
reglas de la subrogación por ejecución de la prestación por un tercero. El acreedor habrá
quedado desinteresado, pero el solvens podrá recuperar de sus codeudores lo pagado en exceso,
cuando no hubiere pretendido hacer una liberalidad. VELEZ: no daba esta posibilidad.
b. Pago sin conocimiento de estar pagando una deuda ajena: si lo pagado en
exceso de su porción lo es sin causa, o bien porque el deudor interpreta que debe el todo, o
porque el acreedor ya percibió la demasía, se aplican las reglas del pago de lo indebido. La
norma se refiere a casos en los cuales el codeudor pague íntegramente la deuda sin saber que
esta se hallaba ya extinguida, percibiendo el acreedor dicho total sin título. No habría lugar a
reintegro por parte de los otros deudores, sino a repetición de pago contra el accipiens, que no
tenía título para recibirlo.
c. ART 811 y 841: Si es uno de los acreedores quien recibe más de aquello que a
él se le debe, de tal modo que corresponde distribuir lo percibido equitativamente entre los
coacreedores, se aplican al efecto las reglas de contribución previstas en materia de
solidaridad: orden de prelación.
o Lo pactado.
o La fuente y finalidad de la obligación o la causa de la responsabilidad.
o Las relaciones de los interesados entre sí.
o Las demás circunstancias de la obligación.
o En partes iguales, si no resulta posible determinar la cuota de contribución.
o La acción de contribución de un coacreedor impago, frente al acreedor que
cobro en exceso, es una verdadera acción directa, en tanto este último seria deudor del
reclamante.
Cada uno de los acreedores tiene derecho de exigir la totalidad del pago a cualquiera de los
codeudores, o a todos ellos, simultáneamente o sucesivamente, y a su vez que cualquiera de los
codeudores tiene derecho a pagar la totalidad de la deuda a cualquiera de los acreedores, sin
perjuicio de las acciones de contribución y participación consecuentes.
ART. 824: Son las obligaciones que cuyo cumplimiento solo puede ser exigido por todos los
acreedores en conjunto, o realizado por todos los deudores en conjunto, exceptuándose de ellas
a las obligaciones que otorgan a cada uno el derecho de cobrar o a pagar individualmente.
o Contradicción: ART. 799: los codeudores o herederos del deudor solo deben
su parte de la cláusula penal, si esta obligación accesoria fuere divisible, con independencia de
la divisibilidad de la obligación principal.
o Lo relevante es la índole fraccionable o no, de la obligación accesoria, para
determinar su carácter divisible o indivisible.
Mora y responsabilidad.
La cesión del crédito se decide por unanimidad en caso de acreedores plurales. En cuanto a los
modos de extinción, el principio de unanimidad se aplica a la novación, dación en pago y a la
remisión.
Estas formas de poner fin a la existencia de la obligación implican algún tipo de renuncia, al
menos que cuanto al derecho a obtener el cumplimiento de la prestación, que hace al objeto de
la obligación. De allí de contar con el acuerdo de todos los acreedores.
Dada la naturaleza de este tipo de obligaciones, resulta habitual que un codeudor pague la
totalidad de la deuda, repare la totalidad de los daños o bien realice gastos en el interés de todos
los deudores.
El solvens tiene derecho a reclamar la contribución, de tal modo de recibir aquello que le
corresponde en función de una justa distribución entre los coobligados al pago. El art. 841, ya
mencionado, fija las pautas que deben seguirse para determinar las cuotas de contribución
aplicables. ART. 820.
Los coacreedores de aquel que recibe por entero la prestación no fraccionable: pago total del
crédito o reparación total de los daños, o al menos un valor superior al de su cuota, tiene
derecho a la participación correspondiente, aplicándose en este caso las reglas del ART. 841.
ART. 821: tienen igual derecho si el crédito se extingue total o parcialmente, por compensación
legal.
Las obligaciones de sujeto plural son aquellas en las que puede haber más de un acreedor o más
de un deudor, o más de un acreedor y de un deudor al mismo tiempo. Pluralidad activa, pasiva o
mixta.
Clases.
Obligaciones conjuntas.
Es aquella que posee una pluralidad de sujetos, una “única prestación” y una “única causa”. La
unidad de causa, sirve para diferenciar a ciertas obligaciones que si bien tienen más de un sujeto
obligado, no constituyen obligaciones conjuntas.
Se las clasifica así en virtud de que los créditos pertenecen al grupo y las deudas resultan
comunes o consorciales. Los sujetos en mano común son acreedores o deudores de la totalidad.
La ley o las partes han dispuesto que la titularidad del crédito o de la deuda; es colectiva y no
interesa que la prestación sea divisible o indivisible. Esta especie de obligación se desconoce en
el derecho argentino, solo puede concretarse mediante el ejercicio del principio de autonomía de
la voluntad.
Método en códigos modernos: el Código Civil Alemán y el portugués han agrupado a las
obligaciones divisibles e indivisibles entre las obligaciones mancomunadas simples, y les han
dado tratamiento independiente a las solidarias. Este método las regula en función de sus
efectos.
En estos supuestos los vínculos entre cada codeudor con el acreedor común, o entre cada
coacreedor con el deudor común, son independientes, a tal punto que aquello que ocurra en la
relación entre ellos –respectivamente– será absolutamente personal y no se propagara a los
demás.
Esto hace que en la práctica, estas obligaciones, se manifiesten como si se trata de distintas
obligaciones, aunque ello en esencia no es así.
Ejemplo: Si ante un reclamo por los daños derivados de un siniestro vial, se celebra un acuerdo
transaccional por el cual dos requeridos se obligan al pago de la indemnización en forma
simplemente mancomunada, el requirente acreedor solo podrá reclamar a cada deudor su cuota
parte, siendo que por la naturaleza de la obligación, la insolvencia de uno de los deudores no
afectara al otro, sino a la víctima.
ART. 826: sus efectos varían en función del objeto sobre el que recaen, aplicándose a estas
obligaciones las reglas sobre las obligaciones divisibles o indivisibles, dependiendo del carácter
de su objeto.
Ejemplos:
o Toda aquella obligación de sujeto plural a cuyo respecto no se haya establecido
la solidaridad, ni la concurrencia por vía legal o contractual. Las obligaciones solidarias en las
cuales el acreedor renuncie expresamente a la solidaridad, pero no al crédito.
Obligaciones de dar.
Obligaciones alternativas. Tiene varias prestaciones en disyunción, hay que esperar la elección
que haga el acreedor o el deudor para conocer el tipo de prestación que deberá cumplirse.
Pago total por un deudor a un acreedor: como excepción a la regla general, se establece la
posibilidad de que un deudor quede obligado al pago total en virtud del título constitutivo de lo
obligación o de una convención celebrada entre los mismos deudores. Cuando la obligación de
pagar todo surge del título o de un acuerdo parcial el acreedor tiene derecho a exigirle al deudor
obligado la totalidad del crédito. Pero el deudor dispone de la acción de regreso para reclamar a
los otros deudores la parte que les corresponde a éstos. El deudor que pague todo tendrá, o no,
derecho a reclamar a los demás deudores.
La divisibilidad de la obligación no puede ser invocada por el codeudor a cuyo cargo quedo el
pago de la totalidad de la deuda. Aunque fueran varios deudores, no podría invocar el beneficio
del fraccionamiento quien debe el todo. ART. 809.
Obligación divisible y la “exceptio non adimpleti conttactus”. Es una excepción especial para
los contratos bilaterales, que permite al deudor de una obligación justificar su incumplimiento
por la recíproca inejecución de su contraparte. Hay una prestación divisible y otra indivisible.
Ejemplo: del inmueble.
Otros efectos: La autonomía de cada obligación con respecto a las otras y el principio de
fraccionamiento dan lugar a otros efectos con relación a:
Pago y principio de la prevención: La regla es que el deudor elige a favor de que acreedor hará
efectivo el pago. Pero en las obligaciones indivisibles y solidarias, el pago debe hacerse a
cualquiera de los acreedores si el deudor no estuviese demandado por alguno de ellos, es decir,
cuando el acreedor promueve demanda judicial y se le notifica al deudor, éste carece de opción
para elegir a quien pagar y debe cumplir con la prestación a quien lo demandó judicialmente.
Incumplimiento: mora, culpa y dolo: cuando uno de los deudores entra en morosidad, no
contagia la situación al resto, los intereses moratorios son solo a su cargo. Lo mismo ocurre con
el dolo y la culpa, solo responsabilizan al culpable. Cuando la obligación no se cumple por una
conducta culpable o dolosa de uno de los deudores, la obligación se transforma en el pago de los
daños y perjuicios, por lo que el responsable debe, el valor del objeto de la prestación más el
valor de las consecuencias mediatas o inmediatas. Ejemplo: Juan, Pedro y Andrés prometen a
Martín la entrega de un caballo de carrera, y Pedro por su culpa impide el cumplimiento. La
obligación se transforma en daños y perjuicios. Si el valor del animal era de $ 21.000 y los
daños suman $ 4.000, Pedro debe $ 7.000 (su parte) más $ 4.000 (daños), porque la pérdida
culpable de la cosa no puede ser causal de liberación de los demás deudores, que quedan
obligados a sus partes. Si todos los deudores fueran culpables, responderán en la medida de su
actuación.
Insolvencia: El problema reside en elucidar sobre quién recae la insolvencia de uno de los
deudores. Algunos autores consideran que, bajo un aspecto esencialmente práctico, la
insolvencia debe ser soportada por los demás deudores, pues el acreedor está legitimado para
reclamar el todo a cualquiera de ellos. Otros entienden que juegan las reglas analógicas de las
obligaciones mancomunadas con objeto divisible y entonces la insolvencia está a cargo del
acreedor, aclarándose debidamente la cuestión cuando, por incumplimiento responsable de la
prestación, los deudores deben pagar los daños proporcionalmente.
Si el acreedor puede reclamar el total de la prestación a uno de los deudores y hace efectiva la
obligación, es posible pensar que la insolvencia de otro deudor decaiga sobre el acreedor. Pero,
si por mutarse el objeto de la prestación, la obligación se transforma en el pago de daños y
perjuicios, es de todo rigor que sean aplicables las reglas respectivas de las obligaciones
mancomunadas con objeto divisible.
Cosa juzgada: La tesis más difundida niega los efectos de la cosa juzgada entre quienes no
tuvieron intervención en la Litis. Según Compagnucci de Caso, considera perfectamente posible
hacer una interpretación analógica y permitir que los efectos de la cosa juzgada puedan ser
invocados por aquellos que no fueron parte en el pleito contra los que tuvieron intervención. Por
ejemplo, si el acreedor Juan demandó a uno de los deudores de Pedro y la demanda es
rechazada; cuando Juan reclame judicialmente al otro deudor, Diego, éste podrá oponer la cosa
juzgada recaída en el primer juicio.
Es la solución de mayor practicidad y la que concilia los intereses particulares y generales. No
afecta la garantía de la defensa en juicio y evita una multiplicación de pleitos innecesarios. No
es posible olvidar que se trata de una obligación indivisible, y si el acreedor fue rechazado en su
pretensión no se puede admitir que renueve la misma pretensión. Por el contrario, si triunfó en
el proceso no podría invocar ese pronunciamiento contra los que no intervinieron. De ahí la
indicación hecha con anterioridad sobre la conveniencia práctica de integrar la Litis con todas
las pares de la obligación.
Prescripción: beneficia a todos los deudores y perjudica a todos los acreedores. Si el curso de
prescripción es interrumpido por uno de los acreedores con relación a un deudor, se beneficia
todo el grupo activo y sus efectos se extienden a todos los deudores. Lo mismo ocurre con la
suspensión.
Novación: Único acreedor y uno de los deudores: extingue la obligación en forma plena, libera
a todos los obligados. Uno de los acreedores y deudor único: no está prevista en la ley, pero no
altera el derecho de los acreedores no intervinientes, que mantienen intacto el ejercicio de sus
pretensiones.
Remisión: Si hay varios acreedores y un deudor, y uno de los acreedores remite la deuda: el
deudor sigue obligado con relación a los demás. Si es demandado por los demás, debe pagar
todo, pero mantiene una acción contra el acreedor remitente por el valor de la parte que a este le
corresponde.
Transacción: la acordada entre el acreedor y uno de los deudores, o entre uno de los acreedores
y el deudor, no extiende sus efectos a los demás.
Compensación: si uno de los deudores compensara con uno de los acreedores, por su carácter
de acreedor recíproco, ese hecho se asimila al pago y se extingue totalmente la obligación.
Son las relaciones que se presentan entre los acreedores entre sí, después de que uno recibe la
totalidad del objeto de la prestación, y los efectos que se producen entre los deudores luego de
que uno de ellos, paga en su totalidad.
Cuando uno de los acreedores percibe la totalidad del crédito, los demás tienen
una acción para reclamar la porción que les corresponde: ACCIÓN DE DISTRIBUCIÓN.
Cuando uno de los deudores paga la totalidad, tiene acción de reintegro contra
los otros deudores que deben pagarle sus cuotas parte: ACCIÓN DE CONTRIBUCIÓN.
OBLIGACIONES DISYUNTAS.
Una obligación con pluralidad de sujetos puede ser conjunta, cuando quedan comprometidos
por ella varios deudores y/o acreedores, o disyunta, si los acreedores o deudores se excluyen
entre sí, de tal modo que la obligación de uno de ellos no admite la obligación del otro.
Existe un sujeto activo o pasivo que está provisionalmente indeterminado dentro de una
pluralidad de sujetos posibles, procediéndose luego a su determinación, mediante una elección
que lo constituye en sujeto singular de la obligación.
Existe una pluralidad inicial de vínculos entre varios sujetos activos y/o pasivos, indeterminados
hasta la elección que devendrá con posterioridad al inicio de la obligación, debiéndose un único
objeto.
El pago hecho al acreedor o por el deudor elegido extingue la obligación para todos, no siendo
aplicable el principio de contribución (para los deudores), ni el de participación (para los
acreedores).
El nuevo Código Civil dedica dos normas a la regulación de esta especie de obligaciones, lo
cual constituye una novedad, ya que el Código de Vélez Sarsfield sólo las trataba
indirectamente (por ejemplo, en el art. 1899, inc. 3º, referido al mandato). Se trata de un
instituto de interés en el ámbito de las convenciones, tanto civiles como comerciales.
Disyunción pasiva.
Se trata de obligaciones que deben ser cumplidas por uno entre varios deudores. Al respecto se
establece: “Si la obligación debe ser cumplida por uno de varios sujetos, excepto estipulación
en contrario, el acreedor elige cuál de ellos debe realizar el pago. Mientras el acreedor no
demande a uno de los sujetos, cualquiera de ellos tiene derecho de pagar. El que paga no
tiene derecho de exigir contribución o reembolso de los otros sujetos obligados” (art 853
CCyC).
Elección del deudor: surge del acuerdo entre partes, y en subsidio corresponde
al acreedor.
Derecho al pago: cualquier deudor puede pagar, a menos que el acreedor
hubiere demandado ya a alguno de ellos.
No se aplica el principio de contribución: el deudor que hizo el pago no tiene
derecho a reclamar el reembolso de parte de los codeudores.
Disyunción activa.
En este supuesto, estamos ante obligaciones que deben ser cumplidas a favor de uno entre
varios sujetos y, excepto estipulación en contrario, el deudor elige a cuál de éstos realiza el
pago. La demanda de uno de los acreedores al deudor no extingue el derecho de éste a pagar
a cualquiera de ellos. El que recibe el pago no está obligado a participarlo con los demás (art.
854 CCyC).
Teniendo en cuenta de que estas categorías presentan mayor transcendencia en materia de daños
y perjuicios, las obligaciones solidarias y las concurrentes se comportan de un modo similar.
La consagración legal de las obligaciones concurrentes aparece recién en el nuevo código civil y
comercial, respondiendo a una construcción doctrinaria y jurisprudencial: en un sistema jurídico
en el que la solidaridad no se presumía sino que procedía de una manifestación expresa de
voluntad o bien de la ley, la aparición de cierto tipo de obligaciones que sin ser solidarias
permitieran a los damnificados el más amplio reconocimiento de sus derechos, evitando las
limitaciones propias de la simple mancomunación.
Garantía.
La doctrina tradicional señalo que la razón de ser de las obligaciones concurrentes también
podía encontrarse en que en estas, cada uno de los autores de un perjuicio causa su totalidad, por
ello, debía una indemnización también total.
Esa idea también resulta aplicable a ciertos supuestos de delitos y cuasidelitos civiles
generadores de obligaciones solidarias, siendo que bien puede atribuirse la causa total de un
crimen a su autor material, aunque este tuviera un cómplice.
En las obligaciones concurrentes los deudores responden en base a distintas causas del deber.
En cambio, las obligaciones solidarias reconocería una causa fuente única y en su caso, todos
los deudores plurales serian llamados a reparar en virtud de la misma fuente.
En cambio en las concurrentes reconoce diversidad de causas, generándose tantas obligaciones
como deudores con causas diversas del deber existieran, y tal diversidad respondía la idea de
“causa fuente” o “fuente” de las obligaciones.
El código de Vélez dispuso que “no había obligaciones sin causa, identificando la causa
fuente con los actos lícitos e ilícitos, las relaciones de familia y las relaciones civiles”.
El nuevo código expresa: No hay obligación sin causa, es decir, sin que derive de algún hecho
idóneo para producirlo en conformidad con el ordenamiento jurídico.
La doctrina clásica ha coincidido con tal descripción al identificar la fuente de las obligaciones
con los hechos, actos, o relaciones jurídicas que engendran y sirven de fundamento a las
obligaciones.
El nuevo código civil incorpora como gran fuente de las obligaciones a la responsabilidad civil.
¿Puede afirmarse en la actualidad que siempre que las obligaciones deriven de diversas
causas, estas serán concurrentes?
Ejemplo:
La ley de defensa del consumidor establece que todos los integrantes de la cadena de
comercialización de productos y servicios viciosos, están obligados a responder solidariamente,
siendo que sus actividades son el resultado de distintas causas de deber, aun ante la existencia
de contratos concatenados.
Propagación de efectos.
Obligaciones solidarias: los vínculos entre los deudores con cada acreedor se encontrarían
“coligados” o interrelacionados, existiendo una especie de representación recíproca entre
aquellos, dado sus mutuos intereses. Entonces, lo que perjudique o beneficie a uno de los
deudores en su relación con el acreedor común, perjudicara o aprovechara a los demás.
Obligaciones concurrentes: no existía tal propagación de efectos. El pago efectuado por uno
extinguiría la obligación sin que se propaguen sus consecuencias hacia los codeudores, aunque
si con él se agota el derecho del acreedor, podrían quedar sin causa a las otras deudas
concurrentes, al no poder aprovechar el acreedor un pago doble. Tales reglas no son absolutas,
hay excepciones.
Art. 851, inc. c): En el nuevo código civil y comercial se estableció que la transacción, la
dación en pago, la novación y la compensación realizadas con uno de los deudores concurrentes
extinguen la obligación de los demás, en tanto satisfagan el interés del acreedor. Es decir que
todos estos modos de extinción de las obligaciones producen efectos expansivos entre
coobligados concurrentes.
Principio de contribución.
En las obligaciones solidarias habría relaciones internas de los deudores entre sí, gobernadas por
el principio de contribución, cosa que no sucedería en el supuesto de obligaciones concurrentes.
Código originario: la contribución, como cuota o cantidad que se paga para algún fin,
encontraba una regulación específica en el art. 717: establecía un régimen para las relaciones
entre codeudores y coacreedores solidarios cuando hubiesen pagado o recibido la deuda por
entero. Remitía dicha norma al art. 689 donde se disponía que el recupero entre codeudores
procedía en base a los siguientes criterios:
Con base en el contenido del ART. 1123 disponía: “el que paga el daño causado por sus
dependientes o domésticos puede repetir lo que hubiese pagado del dependiente que lo causo
por su culpa o negligencia.”
Se entendía que si hubo una causante material del daño, quien puso toda la causalidad en el
resultado, este debía reintegrar al responsable civil todo lo que hubiere pagado a la víctima del
perjuicio. De acuerdo a esta interpretación no habría “contribución” en las obligaciones
concurrentes, sino reintegro total de lo abonado por el responsable civil a la víctima.
Pero aun en la vigencia del código civil de Vélez Sarsfield, la regla de la contribución para las
obligaciones solidarias no era absoluta: por ejemplo, no había derecho de contribución entre los
coautores de un delito, por cuanto por razones que podían considerarse de índole moral, el
legislador había impedido que la justicia interviniera en acciones de recupero entre quienes
habían cometido un ilícito culposo.
En las últimas décadas la CSJN admitió en variados casos el regreso entre codeudores
concurrentes, teniendo en cuenta la incidencia causal de la participación de cada uno de ellos.
Art. 851, inc. h): La acción de contribución del deudor que paga la deuda, contra los otros
obligados concurrentes, se rige por las relaciones causales que originan la concurrencia, fijando
así la misma regla aplicable al caso de las obligaciones solidarias: ART 840 y 841.
Origen y desarrollo de las obligaciones solidarias y concurrentes. Hipótesis sobre las
razones de la crisis de su distinción.
En los primeros antecedentes se cita el derecho romano que habría distinguido las obligaciones
solidarias de aquellas solidarias imperfectas o simples. Las obligaciones solidarias eran
engendradas por voluntad de las partes, concurrían varios vínculos en una sola obligación y se
generaba una solidaridad plena de efectos. Las solidarias simples derivaban de la ley y suponían
tantas obligaciones como sujetos existían.
Vélez Sarsfield siguió los criterios del código de Napoleón, y en consecuencia, no reconoció
autonomía legal a las obligaciones concurrentes. La regla para las obligaciones de sujeto plural
fuera la simple mancomunación, admitiendo la solidaridad, solo por vía de excepción, con
fuente legal o contractual.
El código civil originario, solo admitía la solidaridad pasiva en forma genérica para el caso de
los delitos. Luego se advirtieron las limitaciones que surgían de la aplicación de la simple
mancomunación a los cuasidelitos: las victimas de cualquier infortunio no doloso solo podían
reclamar una cuota parte de la prestación debida a los distintos responsables. La insolvencia de
cualquier accionado, perjudicaba a quien había sufriendo el daño. 17.711: reconoció la
solidaridad en las obligaciones derivadas de los cuasidelitos.
En este escenario podía darse la paradoja de que los responsables objetivos resultaran obligados
en forma simplemente mancomunada, con gran perjuicio para las víctimas de grandes daños
derivados del avance de la tecnología y la industria.
Con la evolución normativa, las diferencias entre ambas se fueron desdibujando. De este modo,
con independencia de su naturaleza jurídica, una obligación se erigía como solidaria o
concurrente según disposición del legislador. “Ley derecho del consumidor” → marcó un hito.
Por las razones señaladas, las obligaciones concurrentes constituyeron un recurso al que se
acudió para terminar con las injusticias derivadas de la aplicación de la simple mancomunación
a toda obligación que no fuera legalmente reconocida como solidaria. Fue un recurso muy
valioso.
Una cuestión procesal relevante: sobre la oportunidad del ejercicio de las acciones de
regreso.
El nuevo derecho vigente, es posible la acción de contribución entre codeudores plurales tanto
en el caso de obligaciones solidarias como concurrentes. Sin embargo, en principio, cualquiera
de los deudores que ha satisfecho el crédito del acreedor podrá repetir de los demás deudores
aquello que corresponda en función de sus participaciones en la deuda o las relaciones causales
aplicables.
Ante condena con obligados plurales quienes suelen pagar las indemnizaciones son las personas
físicas o jurídicas cuyos bienes son susceptibles de ser reconocidos y afectados a la garantía más
fácilmente.
El nuevo código estas obligaciones se regulan en forma independiente, como subespecies de las
obligaciones de sujeto plural, junto con las obligaciones simplemente mancomunadas. Se
propone también su aplicación diferenciada a supuestos tan relevantes como aquellos que
involucran la producción de daños con pluralidad de responsables: Art. 1751: Pluralidad de
responsables: Si varias personas participan en la producción del daño que tiene una causa única,
se aplican las reglas de las obligaciones solidarias. Si la pluralidad deriva de causas distintas, se
aplican las reglas de las obligaciones concurrentes.
PASIVA: habiendo pluralidad de deudores, cada uno de ellos se obliga al pago íntegro de la
deuda.
ACTIVA: habiendo pluralidad de acreedores, todos ellos están facultades para el cobro íntegro
del crédito.
Art. 827: Hay solidaridad en las obligaciones con pluralidad de sujetos y originadas en una
causa única cuando, en razón del título constitutivo o de la ley, su cumplimiento total puede
exigirse a cualquiera de los deudores, por cualquiera de los acreedores.
Fundamento: Los vínculos entre los codeudores frente al acreedor común, o bien entre los
coacreedores frente al deudor común se encontrarían “coligados” o “interrelacionados”,
existiendo una especie de representación recíproca entre aquellos, dado sus mutuos intereses.
o Hay supuestos en los que cada deudor responde con el todo a su acreedor, pero
no son obligaciones solidarias ni indivisibles, por ejemplo: La responsabilidad de los padres por
sus hijos menores.
Obligaciones concurrentes: también llamadas conexas, son aquellas que poseen sujeto plural y
los deudores deben el total al acreedor. Tienen diferentes causas, (allí reside la diferencia
fundamental), pero mantienen la unidad de objeto o prestación. En ellas no hay acción de
contribución.
Tesis de la Unidad del Vínculo (Compagnucci de Caso): la obligación está dotada de una
unidad y una dirección que hace que cada uno deba cumplir el total. La pérdida de unidad
divide la obligación y tiende a asimilarlas a las obligaciones mancomunadas divisibles.
Tesis de la Pluralidad de Vínculos (Llambias): la obligación solidaria tiene pluralidad de
vínculos coligados entre sí en razón de la variedad de obligaciones que aparecen vinculadas y
unidas mediante un enlace que ordena los vínculos singulares.
Clases de solidaridad.
Activa: cualquiera de los acreedores puede exigir el deudor la totalidad. Satisfecho uno de los
acreedores, se extingue la obligación de todos los deudores. Sólo deriva de la voluntad de los
interesados.
Pasiva: varios deudores están obligados a pagar la totalidad de la prestación al acreedor. Surge
de la ley o de la voluntad de los interesados.
Fuentes:
Art. 828: La solidaridad debe surgir inequívocamente de la ley o del título constitutivo de
la obligación y no puede presumirse. Mientras el contrato puede ser fuente de solidaridad
activa o pasiva, la ley es solo fuente de solidaridad pasiva. El interés del legislador se encuentra
centrado en la protección de las víctimas y la solidaridad pasiva, al permitir que la totalidad de
la deuda pueda demandarse a cualquiera de los codeudores, otorga mayores garantías de cobro y
disminuye el riesgo de la insolvencia.
También puede ser pactada por los interesados, debiendo surgir en forma expresa y clara del
título constitutivo. Es que al significar una carga más pesada para cada uno de los deudores,
quienes podrán verse individualmente expuestos a pagar la deuda total, y a su vez un límite para
los acreedores, quienes podrán tener que soportar que solo uno de ellos reciba íntegramente la
prestación, no se presume, en caso de dudas es SIMPLEMENTE MANCOMUNADA.
Efectos de la solidaridad: regla general. Relaciones y situación de cada uno de los sujetos:
Principio general.
1. Propagación de efectos: Los vínculos entre los codeudores frente al acreedor
común, o bien entre los coacreedores frente al deudor común se encontrarían “coligados” o
“interrelacionados”, existiendo una especie de representación recíproca entre aquellos, dado
sus mutuos intereses. Entonces, lo que perjudique o beneficie a uno de los deudores en su
relación con el acreedor común, perjudicara o aprovechara a los demás. Igual criterio se aplica a
la solidaridad activa.
Art. 842: La insolvencia de uno o algunos de los codeudores perjudica a los demás, y no al
acreedor, que tiene derecho a reclamar toda la prestación de cualquiera de los otros deudores, o
bien de todos ellos.
La muerte de uno de los deudores permite que la deuda ingrese en la masa indivisa
correspondiente al sucesorio, pudiendo cualquiera de los acreedores oponerse a que los bienes
de tal masa se entreguen a los herederos o legatarios, quedando así los bienes afectados a la
satisfacción de sus créditos. ART. 843.
Art. 843: Luego de la partición, se aplica un límite al principio de propagación, debiendo cada
heredero según su cuota en el haber hereditario.
2. Defensas en general: cada uno de los deudores puede oponer al acreedor las
defensas comunes a todos ellos, no así aquellas que fueran personales: estas solo serán
oponibles por el deudor o al acreedor interesado. Así por ejemplo: la incapacidad, la capacidad
restringida de alguno de los acreedores o deudores solidarios no perjudica ni beneficia la
situación de los demás.
3. Cosa juzgada: cuando existe una sentencia judicial firme, es decir, que no
existen ya contra ella recursos que permitan modificarla, se aplica un límite al principio de
propagación de efectos citados: la sentencia dictada contra un solo deudor no es oponible a los
demás, pero estos pueden invocarla cuando no se funda en circunstancias personales del
codeudor demandado. De lo contrario, será violatorio del derecho de defensa en juicios que
tiene raigambre constitucional. ART. 18 CN.
A su vez, el deudor no puede oponer a los demás coacreedores la sentencia obtenida contra uno
de ellos, pero los coacreedores pueden oponerla al deudor, sin perjuicio de las excepciones
personales que este tenga frente a cada uno de ellos.
Art. 844: “Las obligaciones de sujeto plural presentan solidaridad activa cuando el acreedor, o
cada acreedor, o todos ellos conjuntamente, pueden reclamar al deudor la totalidad de la
obligación”.
Principio de prevención: ¿Qué sucede si más de un acreedor pretende el cobro de parte del
deudor, sea en forma total o bien más allá de su respectiva cuota?
La ley requiere demanda judicial para que opere el principio de prevención. La doctrina agrega
la necesidad de notificación judicial de la demanda, lo cual tiene sentido en función de la citada
necesidad de resguardar la posición del deudor.
Si el deudor paga el total de la deuda a un acreedor solitario distinto de aquel que notifico en
primer término su demanda, dicho pago no resultara oponible a este quien tendrá derecho al
cobro, sin perjuicio del derecho de repetición del deudor, contra el acreedor que sin causa
recibiera el primer pago en exceso.
Estos pueden incidir sobre la obligación en general o sobre la cuota de un acreedor solidario en
particular.
o Los acreedores tienen derecho a requerir el pago a uno, a varios, o a todos los
codeudores, simultáneamente o sucesivamente. ART. 833.
o El reclamo dirigido a varios deudores significa una mayor probabilidad de
hallar un responsable solvente, aunque generalmente demandara mayor tiempo de tramitación,
al significar el seguimiento de un proceso formal contra varias personas.
o Una vez obtenida una condena, cuando esta comprometa la responsabilidad
solidaria de varios deudores, y ante la falta de un pago espontaneo, el acreedor generalmente
procederá a cobrar al deudor más solvente y/o a aquel cuyos bienes sean fácilmente
embargables y ejecutables.
o En el caso de insolvencia de uno o algunos de los deudores solidarios, el peso
de la cuota correspondiente será soportado por los demás deudores. ART. 842.
o Cualquiera de los deudores solidarios tendrá derecho a pagar la totalidad de la
deuda, salvo el supuesto de renuncia a la solidaridad por parte del acreedor. ART. 834.
Mora y responsabilidad.
Como consecuencia del principio de propagación de efectos, se establece que la mora de uno de
los deudores solidarios perjudica a los demás. También el incumplimiento imputable, que bien
puede exceder el solo retardo, tiene efectos expansivos. Consecuentemente, el bloque de
codeudores responderá por el equivalente de la prestación debida, más la indemnización de
daños y perjuicios.
Solo las consecuencias propias del incumplimiento doloso tienen carácter personal, no
propagándose sus efectos a los codeudores. Es que no hay razón para extender a todos los
deudores las consecuencias especialmente gravosas imponibles a quien causo un daño
intencional, o bien con manifiesta indiferencia por los intereses ajenos.
En este sentido si hubiera dolo del deudor en el incumplimiento contractual y por tal causa, este
debiera responder no solo por las consecuencias previstas y previsibles al momento de la
celebración del acuerdo, sino así mismo, por tales consecuencias al momento del
incumplimiento.
Estos pueden incidir sobre la obligación en general o sobre la cuota de un deudor solidario en
particular.
e. Pago. Se extingue en el todo cuando uno de los deudores solidarios paga la
deuda. Cumplida la prestación correspondiente por uno de los deudores, se extingue el vínculo
obligacional, quedando liberados los deudores frente al acreedor. Sin perjuicio de las acciones
de contribución que podrá intentar el solvens, contra sus codeudores.
f. Renuncia al crédito, novación, dación en pago, compensación: aunque se
materialice entre un acreedor y un deudor, producen efectos expansivos hacia los demás
codeudores.
g. Confusión: es una situación personal y solo beneficia a quien involucra. Solo
extingue la cuota de la deuda que corresponde al deudor sobre quien recae la confusión.
h. Transacción: está permitido que el deudor que no participó en la transacción la
invoque; pero a él no puede serle opuesta, favoreciendo su situación.
i. Prescripción: si ante un reclamo de cumplimiento de una obligación solidaria,
uno de los deudores opone la prescripción y el acreedor responde mediante la defensa de
suspensión o interrupción de la prescripción, esta tendrá efectos expansivos. La interrupción por
reconocimiento, debe ser hecha en documento privada y tener fecha cierta para ser opuesta a
quienes no intervinieron en el acto. ARTS. 839, 2540, 2549.
Principio de contribución. En este tipo de obligaciones hay relaciones internas de los deudores
entre sí, que se gobiernan por el principio de contribución. En este sentido, el deudor que
efectúa el pago puede repetirlo de los demás codeudores según la participación que cada uno
tenga en la deuda. ART. 840. Habitualmente, el recupero se logra a través de la acción de
regreso.
En cuanto a los criterios para la determinación de las cuotas de contribución, la ley establece el
siguiente orden de prelación: ART. 841.
o Lo pactado.
o La fuente y finalidad de la obligación o la causa de la responsabilidad.
o Las relaciones de los interesados entre sí.
o Las demás circunstancias de la obligación.
o En partes iguales, si no resulta posible determinar la cuota de contribución.
Art. 840: El principio de contribución, no resulta aplicable cuando hubo remisión gratuita de la
deuda, la extinción de la obligación procederá en estos casos de una liberalidad del acreedor y
no de una prestación onerosa del deudor, que deba distribuirse entre los coobligados.
Estos criterios también se aplican a la solidaridad activa y para determinar las cuotas de
distribución de los acreedores en el crédito correspondiente.
Cada acreedor aparece como dueño de la totalidad del crédito frente al deudor, en el bloque de
acreedores cada uno de ellos solo tiene derecho a su cuota o parte. Así los coacreedores que no
percibieron el crédito, tienen derecho de participación en tal crédito, de acuerdo a las siguientes
reglas:
Insolvencia de un deudor:
Art. 842. La insolvencia de uno o algunos de los codeudores perjudica a los demás, y no al
acreedor, que tiene derecho a reclamar toda la prestación de cualquiera de los otros deudores, o
bien de todos ellos.
Cada uno de los deudores puede oponer al acreedor las defensas comunes: son aquellas que
pertenecen a todos los deudores y surgen de cuestiones relativas a la propia obligación, no así
aquellas que fueran personales: son aquellas que corresponden individualmente a cada deudor,
estas solo serán oponibles por el deudor o al acreedor interesado.
Ejemplo: defensas personales: nulidad por violencia o dolo, falta de capacidad para otorgar el
acto o remisión parcial de la obligación.
Renuncia parcial:
Extinción de la solidaridad.
Tanto se puede extinguir la solidaridad activa como la solidaridad pasiva. El CC solo contempla
la extinción total y parcial de la solidaridad pasiva.
En cuanto a la solidaridad activa, su cesación devendrá en caso de que el deudor acuerde con
los acreedores que esa obligación se transforme en mancomunada simple, siendo ello un efecto
del principio de autonomía de la voluntad. La obligación se mantiene, pero se altera la
estructura del vínculo que tendrá los efectos propios, si su objeto lo admite, de una obligación
mancomunada con objeto divisible.
Cuando el acreedor libera a uno solo de los deudores, la extinción es denominada relativa o
individual, y aquí la ley prevé que puede hacerlo en forma expresa o tácita.
o Renuncia parcial tácita: esta forma está prevista en el Art. 705 in fine, que
dispone: “…Si hubiesen reclamado sólo la parte, o de otro modo hubiesen consentido en la
división, respecto de un deudor, podrán reclamar el todo contra los demás con deducción de
la parte del deudor libertado de la solidaridad”.
El pedido que haga el acreedor contra un deudor de solo su parte se considera una manifestación
tácita de voluntad que libera de solidaridad. Este reclamo puede ser judicial, mediante una
demanda o extrajudicial, con una intimidación por telegrama colacionado, carta documento, u
otro medio idóneo.
También, la aceptación por parte del acreedor de un pago parcial que haga el deudor producirá
los mismos efectos. En ambos supuestos (reclamo o aceptación) el importe deberá coincidir o
aproximarse al que le correspondía pagar a ese deudor, ya que, en caso contrario y ante la
inexistencia de otros elementos probatorios, se presumirá que hubo un pago parcial y no una
remisión tácita de solidaridad. Por ejemplo: si Juan y Andrés (deudores solidarios) le deben a
Pedro $ 600, y Pedro le reclama a Juan $ 305, debe presumirse la renuncia a la solidaridad. Pero
si le pide $ 500, no es posible pensar en dicha remisión.
El efecto que resulta de dichos artículos, también previsto de igual manera en el derecho
francés, recibió arduas objeciones de algunos autores como Colmo y Llambías por carecer de
valederas razones.
Si no hay pago u otro medio extintivo, carece de sentido disminuir la prestación de los demás
deudores; a ello se suma que lo único que ha realizado el acreedor es quitar a uno de los
deudores su carácter solidario; pero no por ello deja de ser deudor, ya que mantiene el vínculo
con el acreedor.
Al dar controvertida solución, el CC no solo está previendo las relaciones externas entre
acreedores y deudores, sino que se adelanta a la situación que vincula a los deudores entre sí, y
por razones estrictamente prácticas y poco jurídicas (como dice Busso) hace deducir la parte del
beneficiario.
Obligaciones concurrentes.
Concepto.
Se ha definido a las obligaciones concurrentes como aquellas en las que varios deudores deben
el mismo objeto en razón de causas diferentes (art. 850).
o Unidad de objeto
o Unidad de acreedor
o Diversas causas del deber.
Fundamentos.
Se destaca la función de garantía, el efecto total de las causas y, sobre todo, la mayoritaria
posición que les atribuye su origen en diferentes causas del deber de responder de los obligados.
Este último es el criterio que evidentemente prevaleció, a tenor del concepto que surge del art.
850 del Código aprobado.
Efectos.
El Código aprobado reconoció efectos expansivos a las obligaciones concurrentes (art. 851) de
acuerdo al siguiente detalle:
o El dueño y el guardián de una cosa viciosa o riesgosa, ante el daño causado por
ésta, salvo prueba del empleo de la cosa en contra de su voluntad expresa o presunta (art. 1758).
o Los responsables por saneamiento, en virtud de enajenaciones sucesivas (art.
1042). Es decir, los distintos integrantes de la cadena de transmisión de un bien a título oneroso,
responden por evicción y por vicios ocultos que pueda presentar dicho bien.
o Los vendedores de obras cuando ésa sea su profesión habitual; las personas que
cumplan una misión semejante a la de un contratista; el subcontratista, el proyectista, el director
de la obra y cualquier otro profesional ligado al comitente por un contrato de obra de
construcción referido a la obra dañada o a cualquiera de sus partes, en el caso de ruina (art.
1274).
o El principal y el dependiente, por daños causados por éste en ejercicio o en
ocasión de las funciones encomendadas (art. 1753).
o Los padres y sus hijos, cuando viven juntos, por daños causados por estos
últimos. La “convivencia” asociado a este tipo de obligación, no significa necesariamente
dormir bajo un mismo techo, sino que es entendido como la posibilidad de participar los padres
de los hechos cotidianos de la vida del hijo (art. 1754).