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LA HISTORIA DE LA TIERRA

La Tierra es un planeta único, una inmensa esfera de roca con 40.000 kilómetros de
circunferencia. La tercera parte de la superficie es tierra firme y las otras dos es agua. Con
una atmósfera rica en oxígeno, es el único lugar que alberga vida en el universo hasta ahora
conocido. Pero este lugar verde y azul no siempre ha sido tan acogedor. El planeta presenta
las cicatrices de un pasado traumático, con entornos extremos y grandes catástrofes. En el
transcurso de sus 4.500 millones de años, ha tenido enormes transformaciones, de tal
manera que las formas de vida que ahora habitan su superficie son las afortunadas
supervivientes de una serie de extinciones masivas.

Hace 4.000 millones de años

La Tierra tenía 500 millones de años. Más del 90 por ciento de su superficie se había
convertido en un inmenso océano, en donde pequeñas islas volcánicas asomaban entre las
olas. Estos mares gigantescos eran ricos en hierro, lo que les proporcionaba un
característico color verde. El dióxido de carbono abundaba tanto en el cielo que parecía de
color rojo. La densa atmósfera producía una presión suficiente para que pudiera haber
aplastado un cuerpo humano. El calor era abrasador, con temperaturas superiores a los 93
grados centígrados. Este mundo acuático, tóxico e inhabitable duraría otros 600 millones de
años, pero ya entonces se iniciaba una transformación crucial. La actividad volcánica
reapareció para desencadenar la creación de los continentes a partir de la aparición de un
nuevo tipo de roca. La Tierra estaba a punto de convertirse en un planeta de granito.
Hace 3.400 millones de años

La Tierra tenía 1.100 millones de años. El inmenso océano verde lo cubría casi todo.
Ninguna de las islas volcánicas que asomaban sobre la superficie sobrevivió mucho tiempo
al embate de los mares. Pero todo estaba a punto de cambiar, ya que el aumento de la
actividad volcánica submarina creó una roca que daría lugar a los continentes. Los
fenómenos volcánicos habían fracturado la corteza de la Tierra bajo los mares, permitiendo
que el agua entrase en las grietas de la lava fundida. Esta mezcla de agua muy caliente y
lava basáltica dio lugar a la nueva roca, el granito, que ascendió desde las profundidades
para formar la primera corteza continental. El granito comenzó a aparecer por muchas
partes del globo, en los indicios de lo que serían los primeros continentes. La corteza de
granito era ligera y resistente, lo bastante como para soportar la fuerza erosiva de los mares.

Durante los siguientes 2.000 millones de años, los protocontinentes de granito crecieron a
un ritmo lento pero constante. En diferentes lugares del globo, la corteza granítica parecía
poder formar algún día el corazón de grandes masas de tierra. La lenta expansión de los
protocontinentes de granito no sólo cambiaría la apariencia del planeta; las costas poco
profundas, bañadas por el Sol, se llenarían de vida y ayudarían a desencadenar la
producción de oxígeno. Se cree que la vida primitiva unicelular se remonta casi al origen de
los primeros océanos, hace unos 3.500 millones de años, a mucha profundidad bajo las olas
y viviendo del calor producido por las fisuras volcánicas submarinas. Pero ahora la vida
estaba evolucionando y subiendo a la superficie marítima. En la costa continental iban a
aparecer unos organismos que transformarían el planeta, los estromatolitos. Estos son los
verdaderos antepasados de todos los seres vivos de la Tierra. El estromatolito era un alga
marina que con el proceso de la fotosíntesis se nutría de la luz solar y desprendía oxígeno a
la atmósfera. Este organismo esencial todavía puede encontrarse en algunos pocos lugares
del planeta.

El futuro

Actualmente vivimos en un periodo entre dos glaciaciones. En estos 10.000 últimos años el
clima ha sido inusualmente estable y desde luego no será así siempre. Sin tener en cuenta
las modificaciones ocasionadas por los seres humanos, la posición actual de los continentes
que mantienen fríos los océanos polares, podrían desencadenar una nueva glaciación en
15.000 años. También habría que tener en cuenta posibles cambios de la órbita del planeta
alrededor del Sol o modificaciones en la inclinación del eje de la Tierra.

Más tarde, conforme la tectónica de placas mueva los continentes y ponga fin a las
glaciaciones, las regiones costeras se inundarán y desaparecerán grandes superficies de
terreno engullidas por los mares. Dentro de 200 millones de años, un nuevo supercontinente
tomará forma, cuando primero el mar Mediterráneo y luego el océano Atlántico
desaparezcan. La Tierra vivirá de nuevo un caos letal. Los niveles de oxígeno y las
temperaturas de la superficie podrían fluctuar por completo y provocar nuevas extinciones
masivas.

Todo llegará a su fin cuando se detenga el motor de la tectónica de placas. El sistema en


algún momento, quizás algunos pocos miles de millones de años, se agotará. Los fuegos del
interior de la Tierra que han dominado la actividad en la superficie, algún día agotarán su
combustible. La historia del planeta habrá terminado. Sin el calor de su corazón, ocurrirá en
la Tierra los que muchos creen que ya sucedió en Marte: la atmósfera y los océanos
desaparecerán, y la superficie se convertirá en un desierto inhóspito. La Tierra habrá
muerto y con ella las formas de vida que haya entonces.

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