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La enfermedad holandesa, también llamado el mal holandés, es un término que hace

referencia a la entrada sobredimensionada de divisas a la economía de un país, las


divisas son el término con el que se denomina a las monedas extranjeras que ingresan
a un país, estas en sí mismas no representan ninguna clase de mal para la economía,
sin embargo un exceso de estas puede provocar una sobrevalorización de la moneda
local.
La formulación de este término nos remonta a la década de 1960, cuando en los países
bajos se encontró un enorme yacimiento de gas natural, dicho hallazgo causó una
entrada de divisas bastante jugosa a la economía holandesa, a consecuencia de esto
el florín, la moneda nacional de Holanda para ese entonces, se apreció, o dicho de otra
manera, aumentó su valor perjudicando la competitividad de las exportaciones no
relacionadas con hidrocarburos del país.
Aunque el termino no hace referencia explícitamente al descubrimiento de ningún
recurso natural, si la hace a cualquier acontecimiento que pueda generar un aumento
significativo de divisas, como el aumento de los precios de algún recurso, la asistencia
externa o la inversión extranjera directa.
El modelo del síndrome holandés ha sido utilizado para explicar los efectos paradójicos
de crisis producidos por la entrada de los tesoros de América en la España del siglo XVI,
el descubrimiento del oro en Australia en la década de 1850, y más recientemente, los
ingreso derivados de los altos precios del petróleo en Venezuela desde la década de
1970.
También se denomina como especialización económica o mal del holandés, a aquella
situación en la que la periferia se especializa tanto en un solo sector, que le proporciona
grandes beneficios, que distorsiona la economía, porque se olvida del resto de sectores.
La población que queda al margen de este sector se queda en niveles de subsistencia.
Los sucesos que se describen en el modelo de mal holandés también se presentaron
en países como Colombia, que con el aumento del café en la década de 1980, perjudicó
a los demás sectores.
Cuando se habla de la enfermedad holandesa en relación al comercio de crudo y otros
hidrocarburos es difícil no hablar de la bonanza petrolera, o mejor dicho, del “boom”
petrolero que predomina al interior de un país cuando los precios del petróleo son más
altos de lo normal.
Colombia recibió una enorme cantidad de recursos nuevos cuando el petróleo superaba
los US$100 por barril. El Ministerio de Hacienda calcula que el gobierno central recibió
2,1% del PIB en renta petrolera entre 2011 y 2015, de ese total destinó 0,7% del PIB a
pagar deudas, 0,3% del PIB a aumentar gastos de funcionamiento y 1,1% a nueva
inversión.
Eso quiere decir que la tajada de la bonanza petrolera para la inversión llegó a medir
unos $57 billones acumulados entre las regalías de la bonanza y los recursos
acumulados previos a esta.
El principal receptor de la bonanza petrolera fue el de transporte, que se quedó con una
tajada de $17,4 billones en inversión. Casi $13 billones se fueron en tres proyectos: Ruta
del Sol, Transversal de las Américas y Autopista Bogotá-Villavicencio. El gobierno
asegura que en esos cuatro años construyó unos 700 kilómetros nuevos de dobles
calzadas y cerca de 15 kilómetros de túneles.
En segundo lugar el sector de la inclusión social con 12,8 billones. Allí se contabilizan
las indemnizaciones a las víctimas del conflicto y el incremento en los programas de
subsidios de Familias en Acción y otros programas parecidos. También se incluye en
esa cuenta la inversión en la primera infancia.
El tercer lugar se lo llevó vivienda con $7,4 billones. Aquí están las viviendas gratis y
diferentes programas de subsidio a la compra de vivienda a través de menores tasas de
interés. También las inversiones en acueductos y alcantarillado.

Adicionalmente se invirtieron $7,3 billones en la atención de la Ola Invernal de 2009 y


2010. Esto incluye la atención humanitaria para las familias afectadas por el desastre y
el despliegue de obras de reparación de vías, colegios y casas afectadas.

La agricultura recibió $5,7 billones adicionales en la bonanza. De este pedazo, $1 billón


corresponde a proyectos acordados en el marco del Pacto Agrario.

Por su parte educación recibió $2,9 billones en los años de la bonanza y salud tuvo un
incremento de $1,9 billones. Sumados estos dos sectores representan menos del 10%
del total de los recursos.

No obstante, se considera a nuestro país como uno de los que menos aprovecharon
este boom petrolero según el instituto Peterson para la economía internacional, el
estudio realizado por este instituto determinó que La situación de países como
Colombia, varió de una participación del 5,4 a un 7,6%, entre los periodos de bonanzas
comprendidos entre los años 2012 y 2014. Sin embargo, la concentración de las
exportaciones petroleras pasó de un 37,8 a un 68,9%, dentro del total de bienes
vendidos al exterior.

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