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Foto: AVN
-En América Latina veníamos avanzando hacia una etapa de desarrollo de las
fuerzas progresistas, y con ello de la discusión de temas como la descolonización
y una nueva ética política, pero en los últimos años ha habido retrocesos por vía
electoral o por otras vías. Usted, como el trotamundos que ha sido, ¿diría que va
a triunfar la reacción, que va a imponerse la doctrina que nos estaba arropando
en los años 90, el neoliberalismo, el fin de la historia, la postmodernidad?
-Bueno, el imperio, Estados Unidos, ha ido siempre modificando sus prácticas para
detener la emergencia de los pueblos latinoamericanos. En algún momento fueron las
dictaduras militares, después fue el atractivo de la expansión de las trasnacionales y el
neoliberalismo. Pero, efectivamente, desde el fin del siglo XX, desde 1999, y debe
decirse que por influencia de la experiencia muy particular de Venezuela, hemos
presenciado el avance de las fuerzas progresistas. Hoy, cuando se siente la carencia
de Hugo Chávez, se aprecia más su importancia, pues él es considerado por la
izquierda y por la derecha como un parteaguas, es un hombre que dejó muchas cosas
y cuya falta se hace sentir.
-Esos próximos dos pasos adelante tienen mucho que ver, según numerosos
análisis, con que haya una revolución cultural, que en la mente y en el alma de
las personas se produzca de verdad un cambio revolucionario. ¿Que faltó en esta
primavera para instaurar esa revolución en el terreno cultural?
-Bueno, uno ha estado entregado a este mundo de la filosofía desde los quince años
de edad y ve la complejidad de este lenguaje de lenguajes, este metalenguaje muy
complejo, que es una cierta visión orgánica, argumentada, histórica de la realidad. Es
lo que va detrás de siglos, del pensamiento de Platón en Grecia, de Confucio en China
o del Upanishad en la India. Y lo que estamos descubriendo es un pensamiento crítico
que en América Latina comenzó hace cuarenta años. Cuando planteamos una filosofía
latinoamericana de liberación se le quiso dar un sentido anecdótico. Lo profesores en
Estados Unidos y Europa lo veían como el producto de una incultura, no de una cultura
latinoamericana. Teníamos que golpear las puertas de las universidades, y nos
rechazaban, no nos permitían ser profesores. Ahora (esta doctrina) ha cobrado una
fuerza y el pensamiento crítico debe dar un horizonte de largo plazo, pues una
revolución que no llega a una descolonización del pensamiento, sigue siendo colonial.
Ni la izquierda esta vacunada de seguir siendo colonial. Hasta los sectores más
vanguardistas, entre comillas, porque son dogmáticos.
-Venezuela vive una crisis bastante grave desde los puntos de vista económico y
social. Y eso lleva a una vieja pregunta que mucha gente se ha hecho: ¿para qué
sirve la filosofía?, y en casos como el nuestro, ¿para qué sirve cuando la persona
está pasando necesidades o tiene hambre?
-Debo decir que esto es una convicción que he ido acumulando con los años, desde
que era un joven licenciado de 23 años, hace casi 60. A medida que voy creciendo,
ganado años, pero no perdiendo juventud, voy viendo más la importancia de la filosofía.
No es un asunto de comer hoy, es comer mañana. Es, como decía un líder asiático, no
es cuestión de darle a alguien, como limosna, un pescado, sino de enseñarle a pescar
(bueno, si hay pescado, si el capitalismo no los ha matado a todos).
Destruyeron Alepo sin saber nada de ese lugar, destruyeron Bagdad, que es el centro
de una cultura mundial, el origen de las matemáticas modernas, de la astronomía, un
lugar donde vivieron grandes filósofos aristotélicos, que luego pasaron a Fez, a Córdoba
y apenas llegaron a París en el siglo XIII. Bagdad es la Mesopotamia, el origen la cultura
humana, allí estuvo Hamurabi, allí estuvo el pueblo de Israel en el exilio, allí empezaron
a escribir la Biblia, en estilo cuneiforme. Y el señor Bush, que se dice cristiano
fundamentalista de derecha, es un ignorante que no ve ni lo que tiene delante de la
nariz, destruyó Bagdad sin saber que destruía la cuna de la Biblia. Bueno, la filosofía
permite saber que lo que nos proponen son fantasías e ir a la esencia de las cosas. Y
ese es el origen de cualquier revolución.
No quiero ponerme a citar clásicos, pero alguien dijo que una revolución sin teoría no
es revolución. En ese sentido, Hugo Chávez era un estadista excepcional en todo el
mundo, que leía y estudiaba, que cuando hablaba mostraba los libros que había leído
en la semana. ¿Qué presidente hace eso? Por cierto, los adversarios siempre se
opusieron por atavismos eurocéntricos. Me gustaría ponerlos a discutir con mis colegas
de la universidad y poderles probar que tienen una suma ignorancia, pues se dedican,
cuando mucho, a comentar a los europeos. Les preguntan, ¿usted qué es?, y
responden kantiano; ¿y usted?, hegeliano; ¿y usted?, comentador de Habermas…
Señor, son repetidores, ¿dónde está la filosofía nuestra?, ustedes no son filósofos. Les
llamo sucursaleros y lo son, de vergüenza. No se dan cuenta de que ni sus líderes los
quieren. ¿Usted cree que Habermas va a querer a alguien porque está propagando su
pensamiento? No, no lo va a respetar porque no ha hecho nada. El punto sería que
criticara a Habermas y fuera más denso que él, desde Venezuela. Allí sí, hasta el propio
Habermas diría “este me está serruchando el piso desde una situación distinta”. Pero
no se animan porque son cobardes políticamente e ignorantes teóricamente.
-Mire, dice Aristóteles, y luego lo reiteraron Platón y los demás griegos, que el filósofo
es mitopoyético (creador de mitos). Porque el mito es método para hacer filosofía,
contra lo que piensan algunos analíticos, formalistas del lenguaje anglosajones que hoy
tienen el poder político y filosófico en casi todos los departamentos de Filosofía en la
Tierra y a los que solo les interesa el habla. La filosofía hay que pensarla por su
contenido político, económico, psicológico porque el asunto no es hablar sino de qué
hablo. El mito, decía mi profesor en la Sorbona, muy famoso, Paul Ricoeur, que el mito
es un relato racional basado en signos. Si es racional das justificación, argumentas
simbólicamente, no unívocamente. Hay que tener hermenéutica para saber interpretar
los mitos para ver el contenido racional, no la parte estúpida, para chiquillos o inventada.
El sabio crea mitos en el sentido de que pone relatos que son muy difíciles de
interpretar. Por ejemplo, el relato de Adán y Eva es un mito en el sentido de Ricoeur,
es una cosa muy seria, muy racional, no es para chicos, es para grandes, está cifrado
simbólicamente. El tema no es el pecado original, sino la estructura de la falta moral
hoy y siempre.
Osiris, tres siglos antes del fundador del cristianismo y 19 siglos antes de Engels y Marx,
le preguntó al muerto: “¿Qué has hecho de bueno en la Tierra?”, y el muerto le
respondió: “Le di de comer al hambriento, de beber al sediento, de vestir al desnudo y
una barca al peregrino en el Nilo”. Todos eran principios vitales, relacionados con la
carne. Para los semitas y para el fundador del cristianismo, dar de comer era la primera
obligación, eso es una política, una economía, una concepción del mundo. En
Venezuela, la crisis se plantea en términos filosóficos entre gente que quiere dar de
comer al hambriento y gente que, en nombre de principios modernos, están en contra
de ese aspecto fundamental del cristianismo. Lo que les interesa es alimentar al capital.
El filósofo les muestra su contradicción. Así ocurre en otros países. Vengo de Colombia,
allá hay un tal Uribe, un gánster.
Es un país católico y ahora hay un papa que dice que la paz es importante, pero el
señor Uribe dice que el papa es castro-cheguevarista. Y no vaya a ser que tenga razón,
pero para el bien, porque él es un adorador de Satán. Satán come seres humanos, igual
que el capitalismo. Pero Uribe jura que es cristiano. Lo que hablo no es una crítica de
doce o quince años, sino de toda una historia mundial de 5 mil años, que ahora está en
ebullición porque se acaba el eurocentrismo, la China y la India comienzan a crecer y
habrá un mundo multipolar. La situación va a cambiar, pero no mañana ni pasado, ni
en diez años, se va a llevar todo el siglo XXI. El que quiera hacer la revolución a fondo
en vida, es un iluso, las revoluciones se hacen por siglos. Hay que echarse una mochila
al hombro, de mucha alegría, y entrar a la historia, porque si no tienes alegría no vas a
aguantar. Dimos un pasito atrás, ya veremos más adelante cuándo damos los próximos
dos hacia adelante.