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LA PANCHA.

UN TALLER ALFARERO
15
FENICIO EN LA DESEMBOCADURA
DEL RÍO ALGARROBO

Juan de Dios Ramírez Sánchez

Resumen

El presente trabajo realiza una puesta al día del estudio del centro industrial de producción de
cerámica fenicia de La Pancha, ubicado en la desembocadura del río Algarrobo, aportando como novedad
la documentación de un torno de alfarero. Dicho elemento así como el importante y variado conjunto
de materiales cerámicos documentados en la intervención (ánforas, platos, pithoi, trípodes, lucernas)
además de los útiles asociados (alisadores, prismas) confirman la funcionalidad y relevancia de este
centro alfarero en la zona.

Palabras clave: alfares fenicios, La Pancha, desembocadura del Algarrobo, torno de alfarero.

LA PANCHA. A PHOENICIAN POTTER’S WORKSHOP IN THE MOUTH OF


ALGARROBO RIVER

Summary

The following study reveals the latest discoveries of the Phoenician potter’s production
centre called La Pancha, located in the mouth of the river Algarrobo, which contributing
as news the documentation of a potter´s wheel o “tournette”. This ancient tool and the
relevance and varied collection of ceramic materials documented in the excavation
(amphorae, plates, pithoi, tripods, lamps) as well as the associated equipment
(sharpener, prism) confirm the practical use and the importance of this potter´s
workshop in the area.

Key words: La Pancha, mouth of river Algarrobo, potter´s wheel.

El yacimiento de La Pancha se ubica en la costa del término municipal de Algarrobo, en el extremo


sur-oriental de la necrópolis de Trayamar, concretamente a unos 500 m al sur del hipogeo nº. 1. Si bien du-
rante la Protohistoria el yacimiento se localizaba a pie de playa, actualmente, encontramos que se en-
cuentra alejado unos 200 m de la línea de costa, debido sobre todo a los procesos de colmatación
sedimentaria que ha sufrido la desembocadura del río Algarrobo a lo largo del tiempo que ha cambiado sus-
tancialmente la orografía de la zona, tal y como ponen de manifiesto los estudios geoarqueológicos del Ins-
tituto Arqueológico Alemán sobre la antigua línea costera (Ilus. 1) (Arteaga et al. 1987; Schubart, 1993).

Lamentablemente la intervención en dicho yacimiento fue producto de la destrucción de gran


parte del mismo en el año 2003, debido al vaciado de tierras del solar para la cimentación de un edificio
de viviendas. Pese a que era un área de la que se tenía constancia de su potencial arqueológico, no se
actuó con las consiguientes cautelas. Una vez que se informó de la situación a la Delegación Provincial de
Cultura de la Junta de Andalucía, se procedió a la inmediata paralización de las obras y a cumplimentar la
documentación necesaria para la correspondiente intervención.

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Ilus 1. La Pancha en el contexto de la desembocadura del río Algarrobo (montaje según plano original de H. Schubart y H. G. Niemeyer, 1976)

La actuación se desarrolló entre los meses de agosto y septiembre de 2003, realizándose una ex-
cavación arqueológica sistemática en la que tan solo se pudo intervenir en la zona de rampa de acceso para
los camiones al solar vaciado –250 m2– de los 4.500 m2 que componían la parcela.

El presente artículo es un avance actualizado de la intervención que se realizó en el yacimiento,


estando la monografía sobre el mismo en fase de constitución. Debido fundamentalmente al gran volumen
de material cerámico registrado, se documentaron varias decenas de miles de fragmentos, de ahí que esta
realidad imponga una serie de limitaciones y condicionantes en cuanto al trabajo que hoy se presenta.

>>> 1. EL CONJUNTO

Por los trabajos realizados en campo, se ha podido documentar que el yacimiento no se ha ago-
tado en extensión, como bien demuestran las secuencias estratigráficas documentadas en los perfiles, des-
tacando el caso del perfil oeste, donde se sitúan actualmente, fuera de los límites del solar, una calle y una
urbanización contigua al mismo. Este dato nos hace presuponer que hacia el oeste el yacimiento de La
Pancha, a pesar del posible arrasamiento al que se haya visto sometido por las estructuras recientemente
construidas, todavía podría aportar nueva documentación que nos ayude a completar el puzzle que su-
pone la población fenicia de la desembocadura del río Algarrobo.

En la intervención arqueológica se constataron cinco fases de ocupación, estando las tres pri-
meras asociadas al momento de la colonización fenicia, siendo el emplazamiento posteriormente ocupado
en época romana altoimperial –fase IV–, documentándose una serie de estructuras vinculadas a la pro-
ducción de garum (Ilus. 2).

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Ilus. 2. Vista general del yacimiento de La Pancha desde el noroeste

Finalmente, la V Fase se corresponde con el periodo medieval nazarí, estrechamente vinculado


a la torre almenara colindante con la parcela. Lamentablemente estas dos últimas fases registraron un fuerte
nivel de arrasamiento debido a la cota a la que se ubicaban los restos siendo afectados en gran medida por
la ejecución de la rampa anteriormente citada.

Se ha podido estimar que La Pancha fue un gran taller productor de cerámicas fenicias, configu-
rándose dentro de un gran edificio de planta rectangular, paralela e inmediata al litoral, en sentido aproxi-
mado este-oeste. El complejo presentaba un emplazamiento idóneo, en gran medida favorecido por dos
factores determinantes. En primer lugar se ubica en un punto estratégico con acceso a las redes de comu-
nicaciones de la época; y en segundo lugar, se sitúa cerca de las materias primas –afloramientos de arcilla–
necesarias para la producción alfarera.

El inicio de la ocupación en la parcela, fase I, sólo ha sido constatado por la existencia de un muro
de aparejo de sillares situado en la zona central del conjunto.

A continuación, se encuentra la fase II, momento en que, si bien no se ha podido registrar la


planta en su totalidad por las afecciones anteriormente citadas, sí se ha podido documentar un área sufi-
ciente amplia como para aproximarnos a la funcionalidad de estos espacios en época fenicia (Ilus. 3).

En la mitad norte del espacio excavado se han documentado dos estancias de tendencia rectan-
gular y orientación norte-sur. La primera de ellas conserva dos muros de mampostería que delimitan un es-
pacio de unos 5 m2, presentando un pavimento a base de pequeños guijarros. En el interior de dicha estancia

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Ilus. 3. Detalle de la fase I del yacimiento

se documentaron apiladas varias decenas de ánforas R1 completas, pero fragmentadas. Además de la in-
gente cantidad de ánforas que se encontraron en esta habitación, hay que destacar la presencia de una lu-
cerna bicorne vinculada a la iluminación de la estancia. Por lo que podemos determinar, los restos
documentados en el interior de esta habitación podrían relacionarse con un espacio dedicado a almacén
para este tipo de envases, para su posterior comercialización, ya que no se han podido constatar trazas de
contenido ni de uso en ninguna de las ánforas registradas.

Al este de esta estancia, se ha documentado otra habitación que presentaba un fuerte nivel de arra-
samiento por ubicarse en el extremo inferior de la rampa de acceso. Dicho espacio está delimitado por unos
muros de mampostería y presenta un pavimento a base de pequeños guijarros y concentraciones de pe-
queñas lajas de pizarra grisácea. La funcionalidad de este espacio no se ha podido determinar con segu-
ridad por las afecciones sufridas. Dentro del mismo se han documentado platos de barniz rojo, lucernas y
pithoi, vinculando inicialmente esta habitación al tratamiento de piezas dentro del proceso industrial rela-
cionado con la cerámica.

En la zona central, al sur de las habitaciones anteriores, se define un espacio rectangular al aire
libre, a modo de patio, dispuesto en sentido este-oeste cuyas dimensiones totales no se han establecer al
proyectarse fuera de la rampa en su margen oriental. Este espacio se encuentra delimitado al sur por un
muro de mampostería irregular de unos 7 m, y en su lado oeste por un muro de 6 m, aunque este último
encuentra interrumpida su continuidad por la inserción de una fosa de época romana, uniéndose –pro-
bablemente– al almacén, alcanzando los 7 m de longitud. En todo el perímetro de este espacio, así como
en su interior, se han documentado una serie de hoyos de poste, concretamente diez, que nos vienen a
indicar que este espacio se encontraba porticado, pudiendo desarrollarse en el mismo actividades vincu-

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ladas al tratamiento y elaboración de las piezas que se producían en La Pancha, tal y como se desprende
de la multitud de piezas documentadas en su interior, tales como pulidores, desgrasantes (malacofauna)
y un torno de alfarero (Ilus. 4).

Ilus. 4. Torno de alfarero hallado en La Pancha

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Inmediato a este espacio, al sur del mismo, se han documentado una serie de bolsadas de mate-
riales cerámicos de diferentes tipologías, pudiendo tratarse del vertedero en el cual se arrojaban los mate-
riales de deshecho y vasijas con defecto de cocción. Éste se proyectaba en sentido descendente hacia la
playa, en un área de 10 m de ancho por 7 m de largo. Inicialmente dicho vertedero sería de mayores di-
mensiones pues, al parecer, continuaría tanto al este como al oeste del espacio excavado. El vertedero ex-
cavado tiene como característica principal la de estar compuesto por una caótica acumulación de miles de
fragmentos de piezas, en el que se observa un variado repertorio de productos cerámicos. Encontramos
tanto vajilla domestica, con platos, cuencos carenados, fuentes, jarros, ollas, lucernas y ungüentarios, como
recipientes para almacenaje y transporte, ánforas y pithoi, como para la producción alfarera (Ilus. 5).

Ilus. 5. Detalle del vertedero

La fase III se corresponde con el último momento de la ocupación fenicia de la parcela. Esta etapa
se desarrolla inmediatamente tras la anterior, aunque aún no hemos precisado su cronología, pues presenta
muy mal estado de conservación debido a las afecciones sufridas en la fase posterior romana. Para este mo-
mento se han documentado restos de dos estancias con pavimentos de guijarros, que se caracterizan por pre-
sentar una nueva orientación con respecto a la fase anterior de noroeste-sureste. Los alzados están realizados
a base de mampostería irregular, conservándose prácticamente a nivel de cimentación. Desconocemos si para
este momento se continúa manteniendo la funcionalidad alfarera de estos espacios, debido fundamental-
mente a la escasez de registro por las afecciones anteriormente comentadas, si bien esta reorientación de la
trama del yacimiento podría estar apuntando a un cambio en las practicas económicas del mismo.

A pesar de las limitaciones impuestas por la desaparición de ciertas partes del yacimiento, los ele-
mentos conservados, como las habitaciones de almacenaje de ánforas y vajilla doméstica y el gran verte-
dero, a nuestro entender, son claros exponentes de lo que podríamos denominar un barrio industrial para
la producción y exportación de cerámicas.

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El lugar se antojaba idóneo para este cometido, teniendo a su disposición los elementos funda-
mentales para satisfacer las necesidades que esta actividad requería. Además hay que destacar, que su ubi-
cación aportaba buenas condiciones de comunicación terrestre y marítima, en particular con el valle del
río Vélez. En cuanto a la producción cerámica, el yacimiento encuentra satisfechas todas sus necesidades
básicas al estar rodeado de afloramientos de arcillas plásticas procedentes de la misma playa o del valle del
río Algarrobo, que a su vez también le abastecía de enormes cantidades de pizarra y cuarzo arrastradas por
la erosión fluvial, que, tras triturarse, fueron utilizadas como desgrasantes, constituyente básico en la pro-
ducción cerámica.

>>> 2. LA PRODUCCIÓN

La producción documentada en el alfar de La Pancha excede los 80.000 ejemplares, por lo que
tal y como comentábamos, por el momento tan sólo se ha podido estudiar una pequeña parte de los
mismos, concretamente 6.844 fragmentos, de los que ya aportamos algunos avances (Martín Córdoba et al.
2006). En el presente articulo preferimos prescindir de los datos porcentuales ya que al no estar completo
el estudio podría inducir a error, prefiriendo aportar una descripción general de las formas documentadas.

Porcentualmente los espacios que más material han aportado al registro han sido el almacén,
con su carga de ánforas al completo (Ilus. 6), y el vertedero, en el cual se han documentado fragmentos
de gran variedad tipológica, destacando sobre todo ánforas, pithoi, platos, fuentes, morteros, cuencos y
lucernas.

Ilus. 6. Detalle del almacén con los restos de ánforas

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Sobre las características técnicas de la producción de este taller alfarero cabe destacar el alto
porcentaje de cerámicas sin tratamiento y las cerámicas grises frente a las cerámicas con decoración pin-
tada. También destacar las tratadas con engobe rojo, las cuales hay que indicar que presentan una excelente
calidad, y, por último, las cerámicas groseras. El desgrasante más usado para la fabricación de las pastas es
el esquisto; en menor medida aparecen puntos de caliza, sílice y mica.

El análisis funcional de la producción de La Pancha muestra un predominio de la producción de


vasijas destinadas a almacenamiento y transporte, grupo formando por ánforas, pithoi, ánforas de cuello y
ollas globulares. Los recipientes relacionados con el servicio doméstico, como pueden ser platos, cuencos,
lucernas, páteras, cuencos carenados, fuentes, jarras y copas, constituyen el segundo grupo en importancia.
Finalmente, dentro de las cerámicas destinadas al servicio de mesa, un grupo a tener en cuenta son las ce-
rámicas grises, aunque no por su alto índice porcentual de presencia dentro del conjunto.

En el proceso de intervención se han registrado útiles, así como materiales vinculados al proceso
de fabricación, tal es el caso de la rueda de alfarero, al que consideramos único objeto de este tipo docu-
mentado hasta momento en la Península Ibérica, con claros paralelos orientales en lugares como Hazor
(Ilus. 7). Esta pieza, a la que originalmente se le uniría otra parte, presenta unas dimensiones de 14 cm de
alto por 18 de ancho. Está realizado en piedra basáltica y se caracteriza por el gran pulimento de su parte
superior, provocado por la rotación continua de ambos elementos. Este tipo de artefacto conlleva una pro-
blemática sobre su funcionalidad, ya que se le puede adjudicar tanto la función de torno de alfarero, como
el triturado de materiales y pigmentos para la producción de las cerámicas. Si bien cualquiera de estos dos
cometidos son factibles y aceptables, es indiscutible su vinculación a la producción alfarera por los para-
lelos documentados, estando normalmente ligada la aparición de estos objetos al mismo contexto con ma-
chacadores para la obtención de desgrasantes, alisadores para el modelado de las cerámicas y, en particular,
los prismas, realizados en arcilla y utilizados para mantener la posición de las vasijas en el interior del
horno, que muestran manchas negruzcas en su superficie por los efectos de la cocción (Ilus. 8).

Lamentablemente debido a la afección sufrida por el vaciado del solar no se han podido docu-
mentar los hornos asociados a este alfar, debiendo estar ubicados en las proximidades del taller.

En cuanto a las ánforas encontradas en el transcurso de la actividad arqueológica, la práctica


mayoría de este material se vincula con el tipo 1 de Trayamar y Toscanos, correspondiente a la T-10.1.2.110

Ilus. 7. Paralelo de torno de alfarero documentado en Hazor (Negev y Gibson, 2005)

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Ilus. 8. Agrupación de prismas localizados en el vertedero de La Pancha

de Ramon (1995: 230-231 y 462-463). De los numerosos ejemplares completos, unos adoptan perfiles glo-
bulares con terminaciones más o menos apuntadas y otros tienen un abombamiento más bajo, adquiriendo
un perfil más estilizado, con bases redondeadas (Ilus. 9). Los bordes son cortos, rectos o ligeramente sa-
lientes y engrosados o muy engrosados al interior. Pueden presentar hacia la parte superior interna un apla-
namiento, seguramente para facilitar el asiento de un dispositivo de cierre. Los diámetros de la boca más
repetidos rondan los 13 cm. Los recipientes enteros superan los 57 cm de altura, pudiendo llegar hasta los
70-73 cm. Los ejemplares que presentan dimensiones menores, muestran un perfil más panzudo, que se
desarrolla en la zona medio-baja. Casi la totalidad de las ánforas tienen hombros inclinados, con poco
desarrollo horizontal.

Este tipo de ánfora es el predominante en la tumba 4 de Trayamar (Schubart, y Niemeyer, 1976:


láms. 13, 558; 17, 634; 18, 631), además de aparecer en ambientes tan singulares como el estrato II del
Corte 5 del Cerro del Villar, aunque con la diferencia, de que los ejemplares encontrados tienen la boca de
un diámetro algo inferior que los ejemplares encontrados en La Pancha (Curià et al. 1999: fig. 73). En el Cas-
tillo de Doña Blanca las ánforas Trayamar 1 son piezas características en los momentos finales del siglo VII
y principios del VI a.C (Ruiz Mata y Pérez, 1995: figs. 22, 1-3; 24, 1-4).

Excepcionalmente aparecen muestras de las llamadas ánforas de cuello –o de tipo Cruz del
Negro– y similares, que poseen un característico cuerpo globular y cuello cilíndrico vertical o troncocónico
de diferentes alturas, con arista o no en la zona media-baja del mismo. Suelen tener dos pequeñas asas de
sección circular, en ocasiones geminadas que arrancan desde la parte media del cuello y finalizan en el

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Ilus. 9. La Pancha. Ánforas

hombro. Sus tipometrías muestran ciertas similitudes con las registradas en Alarcón (Maass-Lindemann,
2003: láms. 2, 195, 198; 3, 105, 3.) y Toscanos (Schubart y Maass-Lindemann, 1984: fig. 1, 1-14.). En
ningún caso se ha registrado ejemplar con pintura en el cuello. Las decoraciones, bícromas o monócromas,
se singularizan por desarrollarse a partir de la zona del hombro, generalmente con líneas negras horizon-
tales de diferentes grosores que cubren la parte central de la vasija; en otros casos las líneas negras van en-
marcando bandas de color rojo.

El segundo tipo de contenedor más representado son los pithoi, de dos o cuatro asas y nervios
dobles o triples, bordes horizontales salientes, con diámetros en la boca entre 19-28 cm (Ilus. 10). Los cue-
llos, normales o cortos, se curvan hacia exterior o pueden ser verticales o incluso ligeramente inclinados
hacia interior. Se diferencian del cuerpo por una arista o ligero escalón. El cuerpo de los pithoi, por norma
general, suelen tener diferentes zonas decoradas formadas por líneas negras que enmarcan bandas rojas.
En ocasiones suelen aparecer líneas negras en la parte alta del cuello, mientras que en los bordes la deco-
ración se realiza a base de pintura o engobe rojo y retícula de líneas negras, con similitud a esquemas apa-
recidos en el cercano yacimiento de Toscanos (Schubart y Maass-Lindemann, 1984: fig. 2, 19). Sin embargo,
la ornamentación de los ejemplares de pithoi que se han encontrado en La Pancha suele ser más sencilla
que la registrada en los estratos V y IV del corte 5 del Cerro del Villar.

Los platos que aparecen en el yacimiento, tienen formas que vendrían a avalar una cronología
de la segunda mitad del siglo VII y primer cuarto del VI, según las comparaciones establecidas con los ya-
cimientos excavados en el entorno. Atendiendo a sus bordes distinguimos aquellos que presentan un perfil
horizontal (Ilus. 11, nº. 3-5 y 7), los que tienen un perfil inclinado ascendente –que aparecen en un mayor
porcentaje–, a veces muy inclinado (Ilus. 11, nº. 1, 6 y 9) o menos inclinado (Ilus. 11, nº. 2 y 8) y los que
descienden hacia el exterior. De entre los platos, hay que destacar un pequeño lote de los mismos que
muestran una acanaladura o ranura en el labio (Ilus. 11, nº. 5 y 7).

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Ilus. 10. Pithos decorado

Ilus. 11. Tipología de platos

Se han diferenciado platos de diversas dimensiones según distintos tipos de borde. Los que pre-
sentan perfiles horizontales ofrecen diámetros entre 26-30 cm, con anchura de bordes de entre 4,3 y 7,5
cm, especialmente entre 6,3 y 6,5 cm. Los de perfiles ascendentes son algo menores, entre 20 y 25 cm, con
anchuras de borde entre 4 y 5,5 cm. Si bien la mayoría de los platos carecen de tratamiento exterior, los de
engobe rojo son, como decíamos, de excelente calidad, con desarrollo de su decoración en todo el cuerpo
interior y la parte superior del borde externo, incluyendo, en su caso, la acanaladura referida.

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Las fuentes suelen tener perfiles sencillos, bases planas, cuerpos de perfil en S y, especialmente,
carenados, carena que puede estar en la parte media o alta del cuerpo. Entre las fuentes carenadas destacan
las que se encuentran decoradas con bandas rojas que alternan líneas negras.

Las cazuelas con asas verticales en el borde –cazuelas de espuerta– son otras de las formas pro-
ducidas en este alfar (Ilus. 12).

Ilus. 12. Cazuelas con asas de “espuerta”

Entre los trípodes distinguimos dos variantes. Unos ejemplares de borde corto vertical al interior,
que desarrollan una reducida pestaña bajo el mismo, y perfil triangular. Este tipo de trípode es caracterís-
tico de finales del siglo VII en los centros fenicios occidentales (Aubet et al., 1999: fig. 66; Schubart y Maass-
Lindemann, 1984: fig. 19, 786-787; Ramon, 1999: figs. 11, 2, 3, 5 y 6; 14, i-13). El otro tipo de trípode que
posee un borde más o menos plano al exterior, llegando a ser cuadrangular (Ilus. 13, nº. 1) e inclinado
hacia abajo; entre éstos, encontramos algunos que tienen un ligero escalonamiento al interior y acanala-
duras externas. Los perfiles corporales adoptan una tendencia aplanada (Ilus- 13, nº. 1), esférica (Ilus. 13,
nº. 2, 3, 4 y 6) u honda (Ilus. 13, nº. 5). Los diámetros oscilan entre 18 y 30 cm. Las patas pueden arrancar
desde el mismo borde o inmediatas a éste. También se desarrollan por debajo y en la zona media del
cuerpo. Los pies son de sección cuadrangular y alzado troncopiramidal, con espesores delgados.

Con respecto a las lucernas documentadas, cabe destacar que todos los ejemplares registrados
en el yacimiento presentan dos mechas y algunas decoradas al interior con el característico barniz rojo. No
presentan huellas de uso. Estos tipos son lucernas que presentan similitudes en la forma con respecto a
otras aparecidas en los yacimientos de la zona, como por ejemplo a las recogidas en la tumba 4 de la cer-
cana necrópolis de Trayamar (Schubart y Niemeyer, 1976: lám. 16, 602) y en Toscanos (Schubart y Maass-
Lindemann, 1984: fig. 12, 370 y 371).

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Ilus. 13. Trípodes

Un grupo destacado es el de la cerámica gris, que se vincula con un variado elenco de


formas referidas a cuencos, platos y fuentes. Sobresalen los cuencos con borde engrosado al interior
y las fuentes de carena alta-media con borde exvasado y base plana (Ilus. 14). Los cuencos y fuentes
más característicos desarrollan la carena en la zona media y media-alta, aspecto que difiere de lo
que se ha podido observar en Toscanos y Alarcón, donde las carenas medias y bajas son más singu-
lares (Schubart y Maass-Lindemann, 1984: figs. 5, 145-150; 6, 165, 166 y 168; Maass-Lindemann,
2002: láms. 9 y 10).

Las ampollas muestran la boca estrecha y el borde engrosado hacia fuera o al interior, de
cuello alargado o corto, con resalte de arista en su tercio inferior, cuerpo panzudo y asa de perfil se-
micircular y sección circular que arranca del resalte del cuello y descansa en el hombro. Encontramos
diversos tipos con cuerpos pequeños y cuellos grandes frente a los que tienen cuerpos grandes y cue-
llos pequeños. También advertimos algún ejemplar de jarrito (Ilus. 15).

Junto a todos estos recipientes, se fabricaron lebrillos y soportes de carrete con moldura
central, de diferentes dimensiones. También se producían pesas de redes con cuerpos cilíndricos per-
forados, con unas dimensiones de 8-9 cm de largo por 4-5 cm de ancho, destinadas principalmente
a las actividades pesqueras. Igualmente no faltan los ya referidos prismas de arcilla y las tapaderas.

Varios fragmentos de ánforas exhiben en la superficie externa algún tipo de marca. Hemos
podido diferenciar dos tipos de marcas. En primer lugar círculos concéntricos y en segundo lugar pe-
queños círculos impresos que se alinean de forma vertical (Ilus. 16). Marcas gemelas las encontramos
en Alarcón sobre un vaso de cerámica gris (Schubart y Maass-Lindemann, 1984: 206, fig. 7.) y sobre
fragmentos de ánforas u ollas (Maass-Lindemann, 2003: 208, lám. 21, 102a-102b.).

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Ilus. 14. Cerámica gris

Ilus. 15. Ampollas y jarrito

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Ilus. 16. Marcas sobre cerámica

>>> 3. CRONOLOGÍA

Al comienzo del artículo indicábamos las limitaciones a las que se veía expuesto el presente tra-
bajo, en el que no podemos abordar un detallado y completo estudio de los distintos tipos cerámicos, así
como, en base al material documentado, las relaciones que mantuvo con otros yacimientos y sus implica-
ciones cronológicas, viéndonos obligados a plantear de modo sucinto los elementos que permiten consi-
derar su verdadera dimensión temporal.

Así pues, atendiendo concretamente a las características morfométricas de platos y ánforas, apre-
ciamos similitudes con las producciones del sector 3/4 –taller cerámico– del Cerro del Villar, de la primera
mitad del siglo VI (Aubet et al. 1999).

En un ámbito más próximo destacan las vinculaciones con la necrópolis de Trayamar a través de
las ánforas, platos y lucernas producidas en el complejo industrial al que nos referimos en el presente artí-
culo (Schubart y Niemeyer, 1976). Los platos de perfil inclinado ascendente se acercan a los ejemplares do-
cumentados en Trayamar (Schubart y Niemeyer, 1976: láms. 21, 725, tumba 4; 23, 715, tumba 1), igual
sucede con los platos de borde con ranura (Schubart y Niemeyer, 1976: láms. 22, 713, tumba 4; 14, 568,
tumba 1). Sin embargo, los platos de perfil horizontal de La Pancha son similares a los recuperados en
Alarcón (Maass-Lindemann, 2003: lám. 7, 7-389). Al igual que la cerámica gris, que muestra analogías con
el mismo yacimiento (Maass-Lindemann, 2000).

Destacamos la ausencia de materiales arcaicos, tales como las ánforas con bordes delgados, tipo
Morro, Chorreras y Toscanos, características del siglo VIII, así como platos de bordes estrechos propios de
la misma centuria en los citados centros urbanos o bien de bordes muy anchos que arrancan desde el
mismo receptáculo central, tipo Jardín.

Por ello, estimamos que el barrio industrial alfarero de La Pancha llegó a funcionar, grosso modo,
entre la segunda mitad/final del siglo VII y primer cuarto del VI. En este momento el lugar será abandonado
por causas que desconocemos, aunque estén relacionadas, muy posiblemente, con una reorientación de
los mercados de recepción, donde anteriormente los productos que contenían las cerámicas de La Pancha
tenían una excepcional cabida, y que drásticamente cesarán las exportaciones de la desembocadura del río
Algarrobo en favor de las producciones de otros centros. Toda esta situación será la consecuencia directa
de la reestructuración general de índole socioeconómica y sociopolítica que afecta a las comunidades fe-
nicia e indígena de la Península Ibérica de la época.

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>>> 4. CONSIDERACIONES FINALES

La intervención realizada en La Pancha ha permitido ampliar el conocimiento que se tenía sobre


los establecimientos fenicios en el área de la desembocadura del río Algarrobo, estando su producción co-
rrelacionada con los yacimientos de la zona en el marco cronológico comprendido entre la segunda mitad
del siglo VII y el primer cuarto del siglo VI.

Pese a haberse destruido en gran parte el yacimiento, pudiéndose excavar tan sólo una mínima
parte del mismo, se han documentado una serie de espacios como el almacén de ánforas y el vertedero,
así como una serie de elementos materiales tales como el elemento de torno de alfarero, prismas y alisa-
dores, que nos muestran claramente la vinculación de este enclave con un lugar de mercado de productos
cerámicos que trascendería, dada la contundencia de su producción, el consumo local.

La cuantía de su fabricación y especialización presupone una destacada sobreproducción que,


en principio, debió satisfacer las necesidades locales, pero una gran parte sería utilizada para la exporta-
ción. Este criterio está relacionado tanto con la ubicación del enclave en un emplazamiento de fácil acceso
a vías de comunicación terrestres y marítimas, como con la producción de grandes receptáculos contene-
dores para el transporte de vinos, aceites y salazones, que debieron comercializarse en los establecimientos
fenicios, pudiendo relacionarse con las importaciones alfareras del Sudeste peninsular. De este modo la
mayor parte de las cerámicas fenicias documentadas al norte del Segura han sido relacionadas con pro-
ducciones procedentes de las costas malagueñas, casos de Ibiza (Ramon, 1999) y La Fonteta (González
Prats, 1999: 111-128; 2000: 107-118; González Prats y Pina, 1983: 115-145; González Prats, Ruiz Segura
y García Menárguez, 1999: 257-301).

A partir del siglo VI los centros industriales de la costa de Vélez decaerán y no tendrán la misma
dimensión que en la centuria anterior. No debe ser casualidad la coincidencia del gran desarrollo produc-
tivo de La Pancha, que se produce durante la segunda mitad del siglo VII, sea sincrónico con respecto al
auge poblacional, industrial y agrícola de estos establecimientos fenicios, como lo demuestran la fase II de
Morro de Mezquitilla, los hipogeos de Trayamar, las unidades de producción agrícola de Los Pinares, Los
Lunares y Benajarafe, así como la expansión de Toscanos hacia Alarcón y El Peñón.

Hacia finales del primer cuarto del siglo VI se concluye el abandono del barrio alfarero de La
Pancha. Mientras, paralelamente, en Toscanos, comienzan a desocuparse las grandes viviendas residen-
ciales y el almacén, verificándose una reorganización del asentamiento, que se despoblará definitivamente
en torno al 550. Definitivamente, estamos en una fase de transición, la llamada por algunos “crisis del siglo
VI” de las colonias fenicias de Occidente (Aubet, 1997: 293), que más que crisis ha sido considerada por
otros como un proceso de profunda y generalizada restructuración, en el que está surgiendo un nuevo mo-
delo político, social y económico (López Castro, 1995: 57-60; Martín Ruiz, 2007). Un conjunto de cam-
bios que llevó al proceso de formación de ciudades-estado (Arteaga, 2001). Esta transición no es lineal ni
afecta a todos los centros costeros por igual, pues los enclaves de las desembocaduras de los ríos Vélez y
Algarrobo, que habían tenido un papel predominante en los siglos VIII-VII, adoptan a partir de ahora una
posición secundaria.

El abandono de La Pancha no es debido a un problema interno, como el agotamiento de las ma-


terias primas o la no continuidad de la población fenicia, pues el registro arqueológico testimonia la per-
sistencia ocupacional en Morro de Mezquitilla, que se mantendrá hasta época romana. Bien puede ser a
causa de la creación de otros centros productores, como por ejemplo el Cerro del Mar, que se fundaría tras
una reestructuración del poblamiento en la desembocadura del Vélez. Sus razones hay que achacarlas a
causas extralocales, más bien ligadas a sucesos de carácter económico y político que también fueron de-
terminantes en el momento de su creación y funcionamiento.

A pesar de todo sigue siendo significativo el hecho de que se abandonen espacios tan singulares
en los aspectos industrial y comercial como Toscanos y La Pancha. Podemos considerar una situación de
cambios o pérdidas de mercados de exportaciones tradicionales, tal vez en los ámbitos del Sudeste penin-
sular, a la que no se supo encontrar alternativas.

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Diez años de Arqueología Fenicia en la provincia de Málaga (2001-2010)

También se ha tenido en cuenta que una de las causas del abandonamiento de la factoría de La
Pancha, así como de otras de características similares, podría ser el agotamiento del modelo de intercambio
desigual con las poblaciones autóctonas, que había supuesto una de las principales bases de la coloniza-
ción, así como la ingente acumulación de riqueza por parte de un sector restringido de la sociedad fenicia
occidental (López Castro, 1995: 59). La ventajosa situación que otrora tuvieron fue desapareciendo en la
medida que las formaciones sociales indígenas se iban dotando de una organización estatal de carácter aris-
tocrático.

De cualquier modo, no habremos de considerar el cese de la producción industrial de La Pancha


como algo aislado y referido a este yacimiento concreto, sino en el marco territorial donde está inserto y
cobra sentido, dependiente de unas relaciones sociales afectadas por decisiones inmersas en la esfera eco-
nómica y política.

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