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Instituto Superior de Formación Técnica Nº 130- 4to año.

Tecnicatura Superior en Psicopedagogía.

Cátedra: Metodología de la Investigación Aplicada.

Docente: Marmissolle, Gastón.

Año: 2018.

Diálogo con el texto de Max Weber

“La ciencia como vocación”

Estudiantes: Paganuzzi, Silvana.

Fecha de Entrega: 3 de Mayo 2018.


Para comenzar el desarrollo de este trabajo se nos presentan varias aristas de análisis a
partir de un texto dado por el docente de la cátedra, el texto se denomina “La ciencia como
vocación” de Max Weber. Sobre dicha bibliografía se conforman varios interrogantes que
van dado forma a un intento de crítica y diálogo con los textos que recortamos de diferentes
áreas relativas a la psicopedagogía como disciplina que conformara nuestro futuro ámbito
laboral.

Para esto, plantearemos citas textuales extraídas del texto de base y sobre éstas iremos
interviniendo utilizando posiciones diversas; introduciendo otras categorías y conceptos
que de cierta manera batallan con la bibliografía dada. Discutiremos el texto proponiendo
nuestras exposiciones a partir de la formación que hemos construido en el recorrido que
hemos transitado durante la carrera.

Comencemos…

“[…] El poseer inspiración científica depende de destinos ocultos y también de dotes.


[…] Estos ídolos son la personalidad y la experiencia personal. Ambas se hallan
íntimamente relacionadas, y prevalece la noción de que la segunda constituye la primera
y es parte de ésta. […] Damas y caballeros: en el campo de la ciencia sólo tiene
personalidad el que se dedica exclusivamente al trabajo que tiene entre manos. […]
¿Cómo puedo demostrar que soy más que un mero especialista y como puedo
arreglármelas para decir algo nuevo, en forma o en contenido? […] el científico debiera
elevarse a la altura y dignidad de la materia que pretende servir, gracias a una devoción
intima a su tarea y sólo gracias a esta. Y en ese sentido no difiere del artista. (Weber “La
ciencia como vocación”, pág. 89-90).

Es acertado aspirar a una profesionalidad donde el saber posea su lugar, donde nuestros
conocimientos tengan sentido para otro, preguntándonos sobre los valores humanos, la ética
que envuelve al ser y nuestro quehacer; el compromiso y la responsabilidad de llevar
adelante el mundo que compartimos. El reto se centra en el dialogo entre el saber cotidiano
(para partir de él es como se fecundan las relaciones sociales), con el saber científico
disciplinar. Ubicando aquí la transposición didáctica que posibilita la integración en la
diversidad, para que los conocimientos transformen con sentidos la vida cotidiana. Hoy, la
educación y más bien el acto de educar; demanda la integración de la modernidad científica
con las necesidades culturales de formación. Lo más necesario de transmitir es la
autonomía, la investigación abierta y plural y la racionalidad critica.

De esta manera es posible afirmar que la enseñanza no es solo una profesión sino que es
una vocación en busca de cierta transmisión reconstructiva de saberes; desde la motivación
basada en el deseo, la empatía , el placer y el amor tanto por los objetos de conocimiento
como por los alumnos.

“[...] ¿Qué actitud adopta el hombre académico hacia su vocación? […] se dedica a la
ciencia por la ciencia, y no simplemente porque gracias a la exploración de la ciencia
otras personas consiguen éxitos comerciales o técnicos o pueden comer, vestirse,
iluminarse y gobernarse mejor”. (Weber “La ciencia como vocación”, pág. 91).

La complejidad no puede disociarse y descontextualizar de los ámbitos que la constituyen


una ciencia o una disciplina (como el cultural, el económico, el político, el sociológico y el
psicológico), ya que todos son partes constituyentes de un todo. Abordar la complejidad
exige ir más allá del aspecto cognitivo y su pretensión de objetivación; sin que influyan
fuentes simbólicas y afectivas que conforman la subjetividad del saber.

En este sentido el conocimiento científico positivista que pretende una sociedad


mecanizada y funcionalmente exitosa partiendo de la lógica; deja de lado lo
específicamente humano y cualitativo. Por lo tanto es imperante incluir factores que se
basan en requerimientos éticos y humanos. Así es que son necesarios los nuevos
paradigmas que reconozcan nuevas informaciones que invaden a las comunidades;
conocimientos en lo que intervengan en igual medida la racionalidad y los procesos
personales tanto como el saber de una verdad que se ubique en un ser que demanda
reconocimiento de amor.
“[…] Hoy en día, consideramos, en general, la ciencia libre de presuposiciones. […]
Todo trabajo científico presupone la validez de las reglas de la lógica y el método; éstas
constituyen nuestra base general de orientación en el mundo; y, al menos para nuestro
problema particular, estas presuposiciones constituyen el aspecto menos problemático de
la ciencia. La ciencia presupone también que el producto del trabajo científico es
importante, en el sentido de que es digno de saber […] que ésta tiene cierto significado, o
tiene sentido vivir en un mundo como éste. La ciencia no busca respuestas a estas
situaciones”. (Weber “La ciencia como vocación”, pág. 98)

"La CIENCIA es un saber que busca leyes mediante las cuales poder explicar la realidad"
(Rubén H.Pardo).

El conocimiento científico, no se construye por una recolección de datos ni una descripción


de hechos por más detallado que sea, sino, que podríamos considerar a lo científico como
aquel método que queda por fuera de todo saber al no ser comprobable.

Se ha producido también, un lento proceso de toma de conciencia de los limites y de la


finitud de la razón; poniendo en duda algunos pilares de la modernidad como la creencia en
la posibilidad de un conocimiento absolutamente objetivo, la confianza en la correlación
conocimiento-progreso social y la certeza sobre el carácter necesario de las leyes
científicas.

Este conocimiento es o pretende ser objetivo, entendiéndose la capacidad del sujeto de


elevarse por sobre todo conocimiento histórico y subjetivo, y tomar la distancia suficiente
respecto del objeto a conocer para adoptar el punto de vista neutral del observador.

“[…] es imposible demostrar científicamente cuál es el deber de un profesor académico.


Solo es posible pedir al profesor que posea la integridad intelectual para comprender que
una cosa es establecer hechos, determinar relaciones matemáticas o lógicas, o la
estructura interna de los valores culturales, y algo distinto es responder cuestiones sobre
el valor de la cultura y su contenido individual, y el problema de la forma que se debe
actual en la comunidad cultural y en asociaciones políticas […] porque la plataforma
académica no es lugar adecuado para profetas y demagogo […] En el aula nos
encontramos frente a nuestro auditorio y éste debe guardar silencio”. (Weber “La
ciencia como vocación”, pág. 101).

La vocación de la enseñanza involucra ciertos rasgos, como los siguientes: proporcionar


una cultura que permita contextualizar los problemas; preparar las mentes para que puedan
responder a desafíos crecientes; favorecer una inteligencia como herramienta estratégica
para un mundo mejor; educar en pos de la comprensión humana, enseñando la diversidad
de una comunidad como una creación social positiva.

Los seres humanos se incorporan al mundo cultural, mediante una participación activa con
el aprendizaje, apropiándose de conocimientos y técnicas, construyendo representaciones
simbólicas internas que les trascienden.

“[…] La misión del profesor es servir a los estudiantes con su conocimiento y


experiencia científica, y no imponiéndoles sus propias opiniones políticas. Desde luego es
posible que el profesor individual no consiga eliminar totalmente sus simpatías
personales. Entonces se halla expuesto a la crítica más aguda en el foro de su propia
conciencia. Y esta deficiencia no demuestra nada; también es posible cometer otros
errores, por ejemplo, declaraciones erróneas, empero, éstas no prueban nada contra el
deber de buscar la verdad […] Sin embargo, la diferencia radica en lo siguiente: la
ciencia libre de suposiciones, en el sentido de una negación de condicionamientos
religiosos, desconoce el milagro y la revelación. Y la ciencia libre de suposiciones
simplemente espera de él que reconozca que si es posible explicar el proceso sin
intervenciones sobrenaturales, las cuales deben ser eliminadas de una explicación
empírica como factores causales; el proceso debe explicarse tal como intenta hacerlo la
ciencia”. (Weber “La ciencia como vocación”, pág. 102).

Aquí ubicamos al error como un aspecto que siempre aparece anclado al conocimiento,
provocando una construcción- reconstrucción de subjetivismo en función de otros
conocimientos y saberes. Así, pensar, conocer y saber cómo actividades dialógicas nos
llevan provocar inestabilidad de certezas. Dichos pensamientos son frágiles y restringidos
como la misma humanidad y su pensamiento conflictivo.

Los psicopedagogos se ocupan de este campo polifacético, trabajando en equipo


interdisciplinario elaborando una lógica de la complejidad, incorporando lo heterogéneo, la
paradoja, la diversidad, analizando las interrelaciones y la presencia de la ambigüedad.

La preparación de éstos tendrá como objetivos:

 Estar comprometidos en el terreno de sus indagaciones. operando con impacto;


 Descifrar y reconocer estructuras y procesos en el aprendizaje, en su promoción y
alteraciones.
 Incluirse en forma intencional en su campo de acción, para colaborar en el
establecimiento y procesos de cambios tanto preventivos como terapéuticos;
 Mantener una actitud investigadora en la tarea para percibir los fenómenos. Ir mas
allá de ellos, reconocer su estructura y dinámica realizando lo obvio, lo dado y lo
aparente, buscando la recopilación de datos.

“[…] Están equivocados los jóvenes que reaccionan ante todo ello diciendo: “Si pero da
la casualidad de que asistimos a clase a fin de experimentar algo más que meros análisis
y declaraciones de hechos”. El error es que esperan de un profesor algo distinto de lo
que éste viene a ofrecerles. Ansían encontrar un líder y no un profesor. Pero estamos en
el estrado sólo como maestros. Y, como resulta fácil comprender, ambas cosas son
distintas”. (Weber “La ciencia como vocación”, pág. 105).

La psicopedagogía podríamos reconocerla como la intervención que atraviesa lo cultural y


lo histórica en la evolución de su cambio de estudio y trabajo, construyendo saberes sobre:
la producción del conocimiento; la construcción de sentidos; el deseo y los afectos
(subjetivos e intersubjetivos) en la enseñanza en vínculo con el aprendizaje. Aquí se
incorporan los denominados “problemas de aprendizaje”. Por lo tanto la psicopedagogía
como profesión se define en interdisciplina desde su origen en concordancia con la
psicología, la pedagogía, la antropología, la sociología y la ética, entre tantas otras.
“[…] ¡Compañeros estudiantes! Asisten a nuestras clases y nos exigen cualidades de
dirigentes, y no logan de antemano que en un noventa y nueve por ciento de los
profesores no lo son, y no deben pretender ser, entrenadores en los problemas vitales de
existencia, no tampoco dirigentes en cuestiones de comportamiento. Por favor,
consideren que el valor de una persona no depende de sus cualidades como dirigente. Y
en todo caso, las cualidades que hacen de una persona un excelente erudito y profesor
no son las mismas que le convierten en un dirigente capacitado para ofrecer directivas de
la vida práctica o, más específicamente, de la acción política. Es mera casualidad que un
profesor posea también esta cualidad, y el hecho de que cada profesor que sube al
estrado se enfrente con la expectativa de esa cualidad por parte de los estudiantes
constituye una situación crítica”. (Weber “La ciencia como vocación”, pág. 106).

La imagen de la psicopedagogía se va elaborando según los psicopedagogos y su profesión,


por su identidad profesional, su tara, logros y dificultades; siendo está construida, y en
movimiento continuo, ya que implica el reconocimiento de las posibilidades y los limites
personales, institucionales y de las situaciones. Lo idealizado, lo proyectado, los conflictos
que generan la movilización de la tarea, el asumir la perdida de ilusiones de omnipotencia
en lo profesional, teoría o técnica.

La interacción que se produce en el aula, son mediados por un desequilibrio entre los
saberes diferenciales puestos en juego; predomina la formas convencionales de instrucción,
y el modelo de comunicación tradicional (escuela normalista).

Se genera una alta concentración comunicativa la cual el docente no tiene en cuenta; un


control disciplinario en los saberes y cuerpos; se garantiza que los contenidos terminan
como empiezan, sin tener en cuenta el proceso de transformación de los saberes al no
existir una construcción colectiva del conocimiento.
“[…] Ante todo, naturalmente, la ciencia contribuye a la tecnología de control de la vida
a través de cálculos de objetos externos, así como las actividades humanas”. (Weber “La
ciencia como vocación”, pág. 107).

La herramienta inicial en lo clínico, está estrechamente relacionado en lo que es como


persona cada profesional; transfiriendo, actualizando deseos inconscientes del pasado
infantil desde lo interpersonal y con la tarea, en la relación del consultante y el
psicopedagogo.

Esta relación transferencial es una fuente de información para comprender que está
ocurriendo a otro nivel en la escena inconsciente donde se contacta con la verdad subjetiva.

“[…] la ciencia es una vocación organizada en disciplinas especiales, al servicio de una


autoclarificación y un conocimiento de hechos interrelacionados. No es el don de gracia
de adivinos y profetas que dispersan valores sagrados y revelaciones, y tampoco
corresponde a la contemplación de sabios y filósofos sobre el sentido del universo”.
(Weber “La ciencia como vocación”, pág. 110).

Si queremos pensar a la psicopedagogía en vinculación con la ciencia, la ubicamos como


disciplina la cual se interesa en: una diversidad fragmentada con imprevistos teóricos y
prácticos; las teorías sobre el sujeto en situación de aprendizaje inscripto en un mundo
particular y considera la ciencia como integrante de la cultura que permite la construcción
de aprendizajes y procesos de enseñanza en continua reformulación.

Por lo tanto, la psicopedagogía como disciplina se beneficia del dialogo con varias
disciplinas que la nutren de interrogantes y territorios con posibles respuestas, falsamente
infranqueables.

“[…] El pueblo a quien iban dirigidas estas palabras ha buscado y esperado más de dos
milenios, y nos estremece pensar en su destino. Ello debe servirnos como lección de que
nada se gana ansiando y esperando solamente, y debemos actuar de un modo distinto.
Debemos ponernos a trabajar y satisfacer las exigencias del momento, en las relaciones
humanas así como en nuestra vocación. Ello empero, resulta simple y sencillo si uno
descubre y obedece el demonio que sostiene los hilos de su propia vida”. (Weber “La
ciencia como vocación”, pág. 114).

Ante estas palabras, nos gustaría concluir diciendo que es impredecible construir nuevos
paradigmas para poder leer lo que sucede en los planos subjetivo y el intersubjetivo, para
poder construir una guía de acción que pueda integrarse con diversos campos de
conocimiento en la humanidad y en la calidad de vida de todos los involucrados en el
proceso.

Por lo tanto, en la actualidad la escuela no debe renunciar a transformarse; ya que de cada


crisis es posible que se generen aspectos positivos como: la critica a los modelos anteriores.
Así poder crear un nuevo espacio y dar lugar a nuevas identidades y poder. Esta nueva
escuela se halla llena de nuevos medios, cambios en las familias, en las formas de
independencia, que más que una escuela antieducativa puede ser4 vista como un nuevo
camino de acción más realista y menos moralista para construir otros sujetos más integrales
y autónomos.

La sociedad contemporánea en la que vivimos nos demanda sujeto en movimiento, capaces


de conocer y resolver problemas mediante la repregunta constante. El gran desafío es que la
escuela se ubique desde un lugar en el que pueda proveer experiencias que habiliten la
constitución de dichos sujetos.
A modo de cierre queremos compartir un cuento corto literario:

“Celebración de las contradicciones/2”

Desatar las voces, desensoñar los sueños: escribo queriendo


revelar lo maravilloso en el exacto centro de lo real horroroso
de América.

En estas tierras la cabeza del Dios Eleggúa lleva la muerte la


muerte en la nuca y la vida en la cara. Cada promesa es una
amenaza; cada pérdida, un encuentro. De los miedos nace los
corajes; y de las dudas, las certezas. Los sueños anuncian otra
realidad posible y los delirios, otra razón.

Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que


somos. La identidad no es un pieza de museo, quitecita en la
vitrina, sino la siempre asombrosa síntesis de las
contradicciones nuestras de cada día.

En esa fe, fugitiva, creo. Me resulta la única fe digna de


confianza, por lo mucho que se parece al bicho humano, jodido
pero sagrado, y a la loca aventura de vivir el mundo.

GALEANO, Eduardo. “El libro de los abrazos”


BIBLIOGRAFIA

 CARUSO, Marcelo; DUSSEL, Inés. “De Sarmiento a los Simpsons: cinco


conceptos para pensar la educación contemporánea”. Colección Triángulos
Pedagógicos.
 CUBIDES C., Humberto. “Formación del sujeto político. Escuela, medios y nuevas
tecnologías de la comunicación y la información”.
 GALEANO, Eduardo. “El libro de los abrazos”. Buenos Aires. Editorial: Siglo
Veintiuno Editores. 2010.
 MüLLER, Marina. “Aprender a ser: la psicopedagía y los psicopedagogos”.
Editorial: Bonum.
 MüLLER, Marina. “Aprendizaje hoy: La interdisciplina en la complejidad
psicopedagógica”. Conferencia en las Jornadas organizadas por el Colegio de
Psicopedagogos de la Provincia de San Juan. Junio 2000.
 PARDO, Rubén H. “La problemática del método en ciencias naturales y sociales”.
 WEBER, Max. “La ciencia como vocación”. En ensayo de Sociología
Contemporánea. Editorial: Planeta Agostini. Barcelona. 1985.

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