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LA INVESTIGACIÓN GEOGRÁFICA
1
SÁNCHEZ, Darío César
RESUMEN
Argentina cuenta con una estructura territorial de gobierno constituida por un Estado Federal, 23
Estados Provinciales, una Ciudad Autónoma y unos 2200 Gobiernos Locales. No obstante, las provincias
se hallan también divididas en unidades menores denominadas partidos en Buenos Aires y
departamentos en el resto de las provincias. Estas se presentan como un conjunto de unidades de escala
intermedia que sólo constituyen un territorio de gobierno cuando coinciden con los municipios, pero
esto ocurre sólo en cuatro provincias. Por otra parte, las Constituciones Provinciales difieren respecto a
las denominaciones de los gobiernos locales, a sus categorías y a los requisitos para alcanzarlas. Como
consecuencia, estos constituyen un mosaico de heterogeneidades difícilmente comparables, no
resultando adecuados para el tratamiento geoestadístico de la información. Por el contrario, los
departamentos y partidos, a partir de un previo agrupamiento de los menos poblados, tienden a
optimizar las posibilidades de comparación.
Palabras Clave: tratamiento geoestadístico, unidades administrativas, municipios, departamentos y
partidos.
1
Doctor en Geografía. Director del GRUTUS Grupo Turismo Sustentable en el DIGEO – IMHICIHU - CONICET.
Saavedra 15, 4º y 5º piso. (1083) Ciudad de Buenos Aires – República Argentina. dariosanchez@conicet.gov.ar
Analizar algunos aspectos de la diversidad de los gobiernos locales de la República Argentina,
esbozando las causas que más han contribuido a tal heterogeneidad.
Poner en evidencia los inconvenientes que conlleva la consideración de los gobiernos locales
como unidades espaciales de análisis de un sistema de indicadores territoriales.
Demostrar la necesidad de considerar, en cambio, los departamentos y partidos.
Sugerir la conveniencia de agrupar las unidades más pequeñas y las más despobladas.
Metodología
A los efectos de cumplir con los objetivos señalados, se establecieron seis indicadores para las
jurisdicciones primarias: cantidad de gobiernos locales, número de categorías, superficie media,
contigüidad, base territorial para las elecciones y población media. Para cada uno de ellos se
construyeron tablas y se establecieron parámetros de tendencia central, dispersión o variabilidad,
asimetría y curtosis, a los efectos de describir adecuadamente las distribuciones estadísticas
involucradas. A continuación, se realizaron los respectivos cartogramas y se analizaron e interpretaron
los resultados, esbozando posibles causas, tanto en lo referido a la visión de conjunto (parámetros
estadísticos) como en cuanto a la distribución geográfica de los indicadores. Se complementó la
interpretación efectuando comparaciones con países limítrofes y también europeos. Por último, a partir
del análisis cuantitativo se continuó con una exposición en la que se intentó reforzar la idea respecto a
que un buen Sistema de Indicadores Territoriales debe tender a minimizar la dispersión o variabilidad
estadística de la superficie y la población de las unidades espaciales que utilice. Para ello se recurrió a
citar algunas conclusiones y experiencias recogidas en investigaciones previas.
Resultados
En primer lugar, existen marcadas diferencias respecto a la cantidad de gobiernos locales. La provincia
con mayor número de gobiernos locales es Santa Fe, con 363, mientras que otras provincias de la gran
llanura Chaco-Pampeana, como Entre Ríos (265), Córdoba (249) y Chaco (246) tienen también más de
doscientos gobiernos locales. Es evidente la coincidencia con las áreas en que se asentó el mayor número
de colonias agrícolas, fundadas en consonancia con el fomento de la inmigración europea, a partir de
fines del siglo XIX, sobre todo en la denominada Pampa Agrícola Norte o Pampa Gringa.
Estas colonias mantuvieron desde un principio cierta autonomía, favorecidas por una identidad
étnica, cultural y sobre todo lingüística, que a la vez servía de barrera respecto a las comunidades vecinas
de distinto origen. La colonización europea se hizo notar ya en el siglo XX también en provincias como
Chaco y Misiones. En esta última, por ejemplo, rusos, polacos y ucranianos, entre otros, recibieron
parcelas de 25 hectáreas para la producción de yerba mate, y actualmente las chacras mantienen en
general sus dimensiones originales, aunque con cierta tendencia a la diversificación productiva.
Mientras tanto, en el extremo opuesto de la lista se encuentra la provincia de Tierra del Fuego, con
tan sólo 5 gobiernos locales, dos de ellos meramente simbólicos, y la Ciudad de Buenos Aires (15), junto
con las provincias de La Rioja (18), Mendoza (18) y San Juan (19), tienen menos de 20. En el caso de las
provincias cuyanas, la escasez de gobiernos locales estaría reflejando la marcada concentración de las
actividades productivas en unos pocos “oasis”, es decir en una pequeña porción del vasto territorio en
que la presencia del preciado líquido elemento permite el desarrollo agrícola.
La media aritmética o promedio es de 92,2 gobiernos locales por provincia, pero una desviación
standard de 91,8 nos habla de una enorme dispersión, con un coeficiente de variabilidad de 99,6%.
Asimismo, los índices respectivos reflejan una distribución estadística con asimetría positiva (1,68) y
bastante leptocúrtica (2,16). En síntesis, es posible advertir que las diferencias en las características
físicas del territorio, así como en el poblamiento y la colonización de las distintas regiones, han derivado
en sistemas urbanos provinciales con diferente grado de complejidad y esto condiciona el número de
gobiernos locales.
Por otra parte, merece destacarse que, al considerar el número de gobiernos locales para todo el
país, la Argentina muestra una situación intermedia en relación con otros países. La mayor cantidad se
observa en los países europeos, donde Francia presenta la cifra de 37.983, España 9214 e Italia 7804.
Inclusive Bélgica, con 2666 municipios, muestra guarismos superiores a los de nuestro país. En cuanto a
los países limítrofes, la República del Brasil, con 4974 gobiernos locales, dada su mayor superficie,
presenta una situación bastante equivalente a la de la Argentina, que como dijimos registra 2213
gobiernos locales, pero ambos guarismos resultan muy altos si se los compara con los 335 de Chile, los
307 de Bolivia, los 218 de Paraguay y los apenas 19 de la hermana República Oriental del Uruguay.
Asimismo, cada una de las provincias de la República Argentina presenta también un variado número
de categorías de gobiernos locales, que pueden llegar inclusive hasta las cuatro. Como puede observarse
en la Figura 1, mientras las provincias de Corrientes, Chaco, Neuquén, Santiago del Estero y Tucumán
cuentan con cuatro categorías distintas de gobiernos locales, en el extremo opuesto la Ciudad de Buenos
Aires y las provincias de Buenos Aires, Catamarca, Córdoba, La Rioja, Mendoza y San Juan presentan una
única categoría.
Como veremos más adelante, en cinco de estas provincias que cuentan con una sola categoría, esto
se debe a que los gobiernos locales coinciden con los departamentos y partidos, coexistiendo municipios
enormes y muy escasamente poblados con otros minúsculos, pero fuertemente urbanizados. Esto se
comprueba con claridad al observar un mapa político de provincias como Mendoza, San Juan y
Catamarca. Por otra parte, el promedio de categorías por provincia es de 2,25, con una desviación
standard de 1,09 y un coeficiente de variabilidad de 48,4%, el cual podría considerarse entre medio y
alto. Asimismo, los índices respectivos reflejan una distribución bastante simétrica (0,49) y ligeramente
platocúrtica (-1,05).
Las provincias donde la superficie media de las jurisdicciones locales es más pequeña, coinciden en
general con las regiones más húmedas y también con los territorios en los que se instalaron de un modo
planificado importantes colonias de inmigrantes a partir del último tercio del siglo XIX. La fuerte división
de la tierra, con unidades productivas en general muy pequeñas, favoreció el progresivo reemplazo del
país ganadero por el “granero del mundo” y requirió de una compleja trama de asentamientos.
Estos primeros asentamientos fueron centros de actividades sociales, culturales y religiosas, pero
también de comercio y servicios, y además concentraron la producción agrícola para, a través del riel y
de los puertos de Buenos Aires y el frente fluvial paranaense, alcanzar por fin los lejanos mercados que
configuraron el último eslabón de aquel modelo agroexportador.
En cuanto a la pauta geográfica de distribución del indicador Superficie / Gobiernos Locales (Figura
2), se puede ver una mayor desagregación espacial en las provincias caracterizadas por las más altas
densidades de población rural y una mayor intensidad en el uso del suelo. Esto se comprueba al
comparar el respectivo cartograma con el correspondiente a la superficie media de los establecimientos
agropecuarios (EAPs) (Figura 3), lo que permite advertir una clara relación directa entre ambos
indicadores.
Figura 3. Fuente: elaboración del autor.
Merece destacarse el caso de la “Pampa Gringa o de las Colonias” del sur de las provincias de Córdoba
y Santa Fe, donde los inmigrantes europeos recibieron las mejores tierras para el cultivo de los cereales
de sus lugares de origen: fundamentalmente trigo, cebada, centeno y avena.
No obstante, en estas provincias, y sobre todo también en Entre Ríos, la producción cerealera se
entremezcló con oleaginosas como el lino y el girasol, así como una significativa producción de frutas
cítricas y una ganadería diversificada con importante presencia de tambos y granjas. La intensidad del
uso del suelo, sumada a la abundante presencia de estaciones ferroviarias, transformó a cada una de
éstas en punto de encuentro de los pobladores, de concentración de los frutos de la tierra y de asiento
de las autoridades locales y de las instituciones propias de la urbanidad.
Por otra parte, algunas economías regionales, demandantes de importantes contingentes de
trabajadores, también favorecieron la división de la tierra y el surgimiento de pequeñas poblaciones. Es
el caso de la producción de caña de azúcar en Tucumán y Jujuy, de quebracho y algodón en Chaco y
Formosa, de yerba mate, te y tung en Misiones, etc.
En el extremo opuesto, las provincias patagónicas y cuyanas, integrantes de la gran diagonal árida, se
han caracterizado por su escasa población rural, localizada de manera concentrada en los valles de los
pocos cursos fluviales de importancia: el valle inferior del río Chubut, el Alto Valle del río Negro, los oasis
de San Rafael – General Alvear, Mendoza, San Juan, Jachal, La Rioja, Chilecito, Valle de Catamarca, etc.
En algunas de estas provincias la relación superficie / gobiernos locales alcanza valores muy elevados,
por la presencia de extensas zonas desérticas y semidesérticas, donde la única actividad productiva suele
ser una ganadería muy extensiva asociada a enormes latifundios.
Al realizar la comparación con otras naciones, los países limítrofes presentan superficies medias
superiores a la de nuestro país, que alcanza un promedio de 1256 km². El caso más extremo es el de
Uruguay, con 9316 km². Bolivia presenta una superficie media de 3580 km², Chile de 2260 km², Paraguay
de 1867 km², y por último Brasil de 1711 km². No obstante, al considerar los países europeos las
diferencias son enormes. Por ejemplo, el tamaño medio de los municipios españoles es de 54,9 km², en
Italia es aún menor: 38,6 km², en Francia todavía mucho más chico: 14,5 km² y en Bélgica de apenas 11,4
km². Obsérvese que sólo en la Ciudad de Buenos Aires, con 13,5 km², pueden encontrarse tamaños
medios equivalentes a los de países como Francia o Bélgica.
Otro elemento que contribuye en mucho a la heterogeneidad de los gobiernos locales de la Argentina,
es que no en todas las provincias las jurisdicciones locales son colindantes. Raquel Perahia (2008: 63) [4],
por ejemplo, habla de la existencia de dos tipos de sistemas: el sistema del municipio “condado” y el
sistema de “ejido urbano”.
En efecto, considerando las 24 jurisdicciones primarias de la República Argentina, la situación de los
gobiernos locales se sintetiza de la siguiente manera: 12 jurisdicciones primarias con gobiernos locales
colindantes, 10 provincias con gobiernos locales no colindantes urbano–rurales y 2 provincias con
gobiernos locales no colindantes urbanos. Sólo en la mitad de las provincias los gobiernos locales son
contiguos, mientras que en las restantes jurisdicciones no lo son, y eso no es todo: hay dos provincias:
San Luis y Santa Cruz, en las que los municipios son no colindantes y exclusivamente urbanos. El
cartograma de la Figura 4 sintetiza la información al respecto.
Otro aspecto en el que las constituciones provinciales presentan marcadas diferencias en lo que atañe
al grado de representación de las estructuras políticas locales en las legislaturas. Más de la mitad de las
jurisdicciones primarias de la Argentina poseen Distrito Único. De acuerdo a esta metodología, los
legisladores provinciales son elegidos considerando a toda la provincia como un solo distrito. Se trata de
las provincias de Chaco, Chubut, Corrientes, Formosa, Jujuy, La Pampa, Misiones, Neuquén, Santa Cruz,
Santiago del Estero, Tierra del Fuego y Tucumán, más la Ciudad de Buenos Aires.
No obstante, algunas provincias siguen el método de la Base Territorial, que divide al territorio en
secciones electorales. En estos casos pueden presentarse dos posibilidades: que la base territorial
coincida con cada ejido municipal o que agrupe a varios municipios o gobiernos locales.
En el primer caso tenemos una Base Territorial Municipal, que implica la máxima representación
local posible, pero se da exclusivamente en la provincia de La Rioja. En el segundo caso tenemos una
Base Territorial Polimunicipal, que en la práctica implica también una buena representación local; este
es el caso de las provincias de Buenos Aires, Mendoza, Salta y San Luis.
Figura 5. Fuente: elaboración del autor.
No obstante, lo señalado, existe una situación intermedia, que es el Sistema Mixto. En este caso una
porción de la Legislatura es elegida mediante el método de Distrito Único y la otra parte con Base
Territorial. Aquí nuevamente se abren dos posibilidades: la Base Mixta Municipal, con secciones
electorales que coinciden con cada uno de los municipios, como ocurre en el caso de la provincia de San
Juan, y la Base Mixta Polimunicipal, con secciones que agrupan gobiernos locales, como es el caso de las
provincias de Catamarca, Córdoba, Entre Ríos, Río Negro y Santa Fe. Una síntesis de lo expresado puede
verse en el cartograma de la Figura 5.
Según su población, los gobiernos locales suelen clasificarse de la siguiente manera (Benedetto y
Faierman, 1998: 71-229) [1]:
Grandes: tienen más de 250.000 hab.; representan el 1,25 % del total, pero concentran un 34,3
% de la población y un 43,3 % si incluimos entre ellos a la CABA.
Medianos: tienen entre 10.000 y 250.000 hab.; constituyen el 18,05 % del total y su participación
demográfica alcanza al 42,9 % del total nacional.
Pequeños: no alcanzan los 10.000 hab.; representan el 80,70 % del total, cuatro de cada cinco,
pero su participación demográfica relativa es de un 11,3 % de la población total.
A esto hay que agregar que un 9,0 % de la población del país vive en la CABA y otro 2,5 % habita
en áreas rurales que no pertenecen a ningún ejido municipal o local.
Figura 6. Fuente: elaboración del autor.
Por otra parte, considerando la relación entre la población total de las provincias y su número de
gobiernos locales, se observa que el valor más alto se presenta en el Gran Buenos Aires, donde hay
403.700 habitantes por municipio, siguiéndole la Ciudad Autónoma de Buenos Aires con 181.002
habitantes por cada una de sus nuevas comunas. A continuación, se presentan la provincia de Mendoza
(90.382 hab.), el resto de la provincia de Buenos Aires (41.071 hab.), la provincia de San Juan (34.299
hab.), Tierra del Fuego (22.477 hab.), Salta (19.158 hab.), Chubut (17.951 hab.), etc.
En el extremo opuesto, la relación más baja corresponde a la provincia de La Pampa, con un
promedio de 3.930 habitantes por gobierno local, luego se presentan las provincias de Chaco (4.180
hab.), Entre Ríos (4.525 hab.), San Luis (6.153 hab.), Río Negro (7.554 hab.), Santa Cruz (7.755 hab.),
Santa Fe (8.421 hab.) y la provincia de Neuquén (8.784 hab.).
La situación media para toda la República Argentina, es decir el promedio ponderado, alcanza una
cifra de 16.889 habitantes por gobierno local. Otros parámetros muestran una media aritmética de
38.831 habitantes, con una desviación standard de 82.945 habitantes y un coeficiente de variabilidad
demasiado alto: de 213,6 %. Asimismo, la distribución estadística del indicador muestra una importante
asimetría positiva (3,82), y una curva extremadamente empinada, reflejada por un coeficiente de
curtosis de 15,50.
La información brindada se complementa con el cartograma de la Figura 6. Merece señalarse aquí la
clara evidencia de que la dinámica demográfica provoca la atomización del poder territorial, de manera
que a mayor crecimiento de la población hay una tendencia a la multiplicación de los gobiernos locales.
Por otra parte, la situación media de la Argentina, con 16.889 habitantes por gobierno local,
comparada con los países vecinos, muestra una cifra muy inferior respecto a la hermana República
Oriental del Uruguay (163.789 hab.), y también significativamente menor a las de Chile (39.660 hab.) y
Brasil (30.825 hab.), pero bastante comparable con las de las repúblicas de Bolivia (20.915 hab.) y
Paraguay (18.915 hab.). No obstante, al realizar la comparación con los países europeos, la relación entre
la población y el número de gobiernos locales aparece como muy elevada con respecto a los 1.219
habitantes de Francia, los 3.310 habitantes de España, los 3424 de Bélgica o los 6.498 de Italia.
En síntesis, mediante el análisis anterior, hemos intentado fundamentar nuestra convicción respecto
a que la información geoestadística de las jurisdicciones locales no es, en general, comparable para
distintas provincias. Por otra parte, se ha pretendido reflejar que el panorama territorial de los gobiernos
locales de la Argentina es por demás heterogéneo y todo intento de generalización se desvanece ante
los datos de la realidad: el municipio es, geográficamente hablando, un concepto de difícil aprehensión,
y como unidad de análisis estadístico presenta una extrema dispersión.
Además, tampoco es fácil la caracterización de las distintas jurisdicciones locales individualmente,
porque la información estadística territorial es presentada por el Instituto Nacional de Estadística y
Censos (INDEC) priorizando tres formas de desagregación que no incluyen los gobiernos locales:
provincias, departamentos y localidades. Es de esperar que el Sistema de Información Estadística Local
(SIEL), programa creado en agosto de 2005 con el propósito de impulsar la ampliación del Sistema
Estadístico Nacional hasta el nivel local, contribuya a cubrir esta carencia.
Referencias