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LA ESTRUCTURA POLÍTICO – ADMINISTRATIVA DE LA ARGENTINA COMO CONDICIONANTE PARA

LA INVESTIGACIÓN GEOGRÁFICA
1
SÁNCHEZ, Darío César

RESUMEN

Argentina cuenta con una estructura territorial de gobierno constituida por un Estado Federal, 23
Estados Provinciales, una Ciudad Autónoma y unos 2200 Gobiernos Locales. No obstante, las provincias
se hallan también divididas en unidades menores denominadas partidos en Buenos Aires y
departamentos en el resto de las provincias. Estas se presentan como un conjunto de unidades de escala
intermedia que sólo constituyen un territorio de gobierno cuando coinciden con los municipios, pero
esto ocurre sólo en cuatro provincias. Por otra parte, las Constituciones Provinciales difieren respecto a
las denominaciones de los gobiernos locales, a sus categorías y a los requisitos para alcanzarlas. Como
consecuencia, estos constituyen un mosaico de heterogeneidades difícilmente comparables, no
resultando adecuados para el tratamiento geoestadístico de la información. Por el contrario, los
departamentos y partidos, a partir de un previo agrupamiento de los menos poblados, tienden a
optimizar las posibilidades de comparación.
Palabras Clave: tratamiento geoestadístico, unidades administrativas, municipios, departamentos y
partidos.

Introducción: la estructura político – administrativa de la República Argentina


La Argentina es una República Federal que posee una estructura territorial de gobierno basada en la
siguiente división política: 1 Ciudad Autónoma (CABA), 23 Estados Provinciales, 513 Departamentos y
Partidos y 2213 Gobiernos Locales. De las 23 provincias, 14 son preexistentes al propio Estado y fueron
protagonistas de la Organización Nacional, plasmada en la Constitución de 1853. Las facultades del
Estado Nacional resultan, entonces, de la delegación expresa de las provincias, que constituyen la
división primaria.
Asimismo, existe una división secundaria integrada por 513 departamentos y partidos. El término
partidos se utiliza sólo en la provincia de Buenos Aires, que cuenta con 135 de ellos, mientras que el
resto de las provincias suma 378 departamentos; a la vez, la CABA se halla dividida en 15 comunas. Los
departamentos y partidos forman parte de la división oficial, pero fueron perdiendo funciones y hoy se
utilizan casi exclusivamente con fines estadísticos y administrativos: para el sistema electoral, la
educación, la justicia, la policía, etc.
Por otra parte, a través de su respectiva Constitución cada provincia ha estructurado de manera libre
e independiente su propio régimen municipal, y esto constituye una división terciaria que corresponde
a los gobiernos locales, los que alcanzan el número de 2213 si se incluye a las 15 comunas de la CABA.
No obstante, no es correcto hacer referencia a los municipios argentinos en general, como si se tratara
de entidades territoriales que pueden englobarse dentro de un único concepto: los gobiernos locales de
la Argentina son, por el contrario, un conjunto muy heterogéneo de áreas oficiales con diferentes grados
de jerarquía y autonomía, y sólo tienen en común que ejercen cierto poder sobre una porción del
territorio nacional, poder en general muy limitado, a juzgar por los escasos recursos que suelen manejar
(Cfr. Gorla, 2007:151-152) [3]. Como han señalado Benedetto y Faierman (1998:67) [1] “existen varias
razones históricas, geográficas, demográficas, económicas, de estructura de poder, etcétera”, que
generaron este alto grado de diversidad; algunas de ellas serán esbozadas aquí.
En consonancia con lo hasta aquí señalado, los objetivos del presente artículo son:

1
Doctor en Geografía. Director del GRUTUS Grupo Turismo Sustentable en el DIGEO – IMHICIHU - CONICET.
Saavedra 15, 4º y 5º piso. (1083) Ciudad de Buenos Aires – República Argentina. dariosanchez@conicet.gov.ar
 Analizar algunos aspectos de la diversidad de los gobiernos locales de la República Argentina,
esbozando las causas que más han contribuido a tal heterogeneidad.
 Poner en evidencia los inconvenientes que conlleva la consideración de los gobiernos locales
como unidades espaciales de análisis de un sistema de indicadores territoriales.
 Demostrar la necesidad de considerar, en cambio, los departamentos y partidos.
 Sugerir la conveniencia de agrupar las unidades más pequeñas y las más despobladas.

Metodología
A los efectos de cumplir con los objetivos señalados, se establecieron seis indicadores para las
jurisdicciones primarias: cantidad de gobiernos locales, número de categorías, superficie media,
contigüidad, base territorial para las elecciones y población media. Para cada uno de ellos se
construyeron tablas y se establecieron parámetros de tendencia central, dispersión o variabilidad,
asimetría y curtosis, a los efectos de describir adecuadamente las distribuciones estadísticas
involucradas. A continuación, se realizaron los respectivos cartogramas y se analizaron e interpretaron
los resultados, esbozando posibles causas, tanto en lo referido a la visión de conjunto (parámetros
estadísticos) como en cuanto a la distribución geográfica de los indicadores. Se complementó la
interpretación efectuando comparaciones con países limítrofes y también europeos. Por último, a partir
del análisis cuantitativo se continuó con una exposición en la que se intentó reforzar la idea respecto a
que un buen Sistema de Indicadores Territoriales debe tender a minimizar la dispersión o variabilidad
estadística de la superficie y la población de las unidades espaciales que utilice. Para ello se recurrió a
citar algunas conclusiones y experiencias recogidas en investigaciones previas.

Resultados

Diversidad en cuanto a la cantidad de gobiernos locales por provincia

En primer lugar, existen marcadas diferencias respecto a la cantidad de gobiernos locales. La provincia
con mayor número de gobiernos locales es Santa Fe, con 363, mientras que otras provincias de la gran
llanura Chaco-Pampeana, como Entre Ríos (265), Córdoba (249) y Chaco (246) tienen también más de
doscientos gobiernos locales. Es evidente la coincidencia con las áreas en que se asentó el mayor número
de colonias agrícolas, fundadas en consonancia con el fomento de la inmigración europea, a partir de
fines del siglo XIX, sobre todo en la denominada Pampa Agrícola Norte o Pampa Gringa.
Estas colonias mantuvieron desde un principio cierta autonomía, favorecidas por una identidad
étnica, cultural y sobre todo lingüística, que a la vez servía de barrera respecto a las comunidades vecinas
de distinto origen. La colonización europea se hizo notar ya en el siglo XX también en provincias como
Chaco y Misiones. En esta última, por ejemplo, rusos, polacos y ucranianos, entre otros, recibieron
parcelas de 25 hectáreas para la producción de yerba mate, y actualmente las chacras mantienen en
general sus dimensiones originales, aunque con cierta tendencia a la diversificación productiva.
Mientras tanto, en el extremo opuesto de la lista se encuentra la provincia de Tierra del Fuego, con
tan sólo 5 gobiernos locales, dos de ellos meramente simbólicos, y la Ciudad de Buenos Aires (15), junto
con las provincias de La Rioja (18), Mendoza (18) y San Juan (19), tienen menos de 20. En el caso de las
provincias cuyanas, la escasez de gobiernos locales estaría reflejando la marcada concentración de las
actividades productivas en unos pocos “oasis”, es decir en una pequeña porción del vasto territorio en
que la presencia del preciado líquido elemento permite el desarrollo agrícola.
La media aritmética o promedio es de 92,2 gobiernos locales por provincia, pero una desviación
standard de 91,8 nos habla de una enorme dispersión, con un coeficiente de variabilidad de 99,6%.
Asimismo, los índices respectivos reflejan una distribución estadística con asimetría positiva (1,68) y
bastante leptocúrtica (2,16). En síntesis, es posible advertir que las diferencias en las características
físicas del territorio, así como en el poblamiento y la colonización de las distintas regiones, han derivado
en sistemas urbanos provinciales con diferente grado de complejidad y esto condiciona el número de
gobiernos locales.
Por otra parte, merece destacarse que, al considerar el número de gobiernos locales para todo el
país, la Argentina muestra una situación intermedia en relación con otros países. La mayor cantidad se
observa en los países europeos, donde Francia presenta la cifra de 37.983, España 9214 e Italia 7804.
Inclusive Bélgica, con 2666 municipios, muestra guarismos superiores a los de nuestro país. En cuanto a
los países limítrofes, la República del Brasil, con 4974 gobiernos locales, dada su mayor superficie,
presenta una situación bastante equivalente a la de la Argentina, que como dijimos registra 2213
gobiernos locales, pero ambos guarismos resultan muy altos si se los compara con los 335 de Chile, los
307 de Bolivia, los 218 de Paraguay y los apenas 19 de la hermana República Oriental del Uruguay.

Diversidad en cuanto a las categorías de gobiernos locales por provincia

La diversidad también se observa en la gran variedad de categorías de gobiernos locales existentes


en las distintas provincias, las que resultan de las diferentes denominaciones y jerarquías que adoptan
las constituciones provinciales. Hemos encontrado quince distintas: Municipios, Municipios de 1º
Categoría, Municipios de 2º Categoría, Municipios de 3º Categoría, Municipios sin Honorable Concejo
Deliberante, Municipios Rurales, Delegaciones Municipales, Comisiones Municipales, Corporaciones
Municipales, Comunas, Comunas Rurales, Delegaciones Comunales, Juntas de Gobierno, Juntas
Vecinales y Comisiones de Fomento. Dada esta gran variedad, preferimos utilizar la expresión genérica
de gobiernos locales en lugar de la de municipios, bastante más difundida, por responder ésta última
a varias, pero no a todas las categorías consideradas en las distintas constituciones provinciales.

Figura 1. Fuente: elaboración del autor.

Asimismo, cada una de las provincias de la República Argentina presenta también un variado número
de categorías de gobiernos locales, que pueden llegar inclusive hasta las cuatro. Como puede observarse
en la Figura 1, mientras las provincias de Corrientes, Chaco, Neuquén, Santiago del Estero y Tucumán
cuentan con cuatro categorías distintas de gobiernos locales, en el extremo opuesto la Ciudad de Buenos
Aires y las provincias de Buenos Aires, Catamarca, Córdoba, La Rioja, Mendoza y San Juan presentan una
única categoría.
Como veremos más adelante, en cinco de estas provincias que cuentan con una sola categoría, esto
se debe a que los gobiernos locales coinciden con los departamentos y partidos, coexistiendo municipios
enormes y muy escasamente poblados con otros minúsculos, pero fuertemente urbanizados. Esto se
comprueba con claridad al observar un mapa político de provincias como Mendoza, San Juan y
Catamarca. Por otra parte, el promedio de categorías por provincia es de 2,25, con una desviación
standard de 1,09 y un coeficiente de variabilidad de 48,4%, el cual podría considerarse entre medio y
alto. Asimismo, los índices respectivos reflejan una distribución bastante simétrica (0,49) y ligeramente
platocúrtica (-1,05).

Diversidad en cuanto a la superficie de los gobiernos locales por provincia

En cuanto a la superficie de las jurisdicciones locales, la media ponderada es de 1256 km². No


obstante, la media aritmética alcanza más del doble: 2556 km², y esto está relacionado con la asimetría
positiva de la distribución (1,47). La enorme amplitud de la variable estadística se ve reflejada en una
desviación standard de 2724 km², con un coeficiente de variabilidad de 106,6% y un índice de curtosis
de 1,30, que habla de una distribución bastante empinada.

Figura 2. Fuente: elaboración del autor.

Las provincias donde la superficie media de las jurisdicciones locales es más pequeña, coinciden en
general con las regiones más húmedas y también con los territorios en los que se instalaron de un modo
planificado importantes colonias de inmigrantes a partir del último tercio del siglo XIX. La fuerte división
de la tierra, con unidades productivas en general muy pequeñas, favoreció el progresivo reemplazo del
país ganadero por el “granero del mundo” y requirió de una compleja trama de asentamientos.
Estos primeros asentamientos fueron centros de actividades sociales, culturales y religiosas, pero
también de comercio y servicios, y además concentraron la producción agrícola para, a través del riel y
de los puertos de Buenos Aires y el frente fluvial paranaense, alcanzar por fin los lejanos mercados que
configuraron el último eslabón de aquel modelo agroexportador.
En cuanto a la pauta geográfica de distribución del indicador Superficie / Gobiernos Locales (Figura
2), se puede ver una mayor desagregación espacial en las provincias caracterizadas por las más altas
densidades de población rural y una mayor intensidad en el uso del suelo. Esto se comprueba al
comparar el respectivo cartograma con el correspondiente a la superficie media de los establecimientos
agropecuarios (EAPs) (Figura 3), lo que permite advertir una clara relación directa entre ambos
indicadores.
Figura 3. Fuente: elaboración del autor.

Merece destacarse el caso de la “Pampa Gringa o de las Colonias” del sur de las provincias de Córdoba
y Santa Fe, donde los inmigrantes europeos recibieron las mejores tierras para el cultivo de los cereales
de sus lugares de origen: fundamentalmente trigo, cebada, centeno y avena.
No obstante, en estas provincias, y sobre todo también en Entre Ríos, la producción cerealera se
entremezcló con oleaginosas como el lino y el girasol, así como una significativa producción de frutas
cítricas y una ganadería diversificada con importante presencia de tambos y granjas. La intensidad del
uso del suelo, sumada a la abundante presencia de estaciones ferroviarias, transformó a cada una de
éstas en punto de encuentro de los pobladores, de concentración de los frutos de la tierra y de asiento
de las autoridades locales y de las instituciones propias de la urbanidad.
Por otra parte, algunas economías regionales, demandantes de importantes contingentes de
trabajadores, también favorecieron la división de la tierra y el surgimiento de pequeñas poblaciones. Es
el caso de la producción de caña de azúcar en Tucumán y Jujuy, de quebracho y algodón en Chaco y
Formosa, de yerba mate, te y tung en Misiones, etc.
En el extremo opuesto, las provincias patagónicas y cuyanas, integrantes de la gran diagonal árida, se
han caracterizado por su escasa población rural, localizada de manera concentrada en los valles de los
pocos cursos fluviales de importancia: el valle inferior del río Chubut, el Alto Valle del río Negro, los oasis
de San Rafael – General Alvear, Mendoza, San Juan, Jachal, La Rioja, Chilecito, Valle de Catamarca, etc.
En algunas de estas provincias la relación superficie / gobiernos locales alcanza valores muy elevados,
por la presencia de extensas zonas desérticas y semidesérticas, donde la única actividad productiva suele
ser una ganadería muy extensiva asociada a enormes latifundios.
Al realizar la comparación con otras naciones, los países limítrofes presentan superficies medias
superiores a la de nuestro país, que alcanza un promedio de 1256 km². El caso más extremo es el de
Uruguay, con 9316 km². Bolivia presenta una superficie media de 3580 km², Chile de 2260 km², Paraguay
de 1867 km², y por último Brasil de 1711 km². No obstante, al considerar los países europeos las
diferencias son enormes. Por ejemplo, el tamaño medio de los municipios españoles es de 54,9 km², en
Italia es aún menor: 38,6 km², en Francia todavía mucho más chico: 14,5 km² y en Bélgica de apenas 11,4
km². Obsérvese que sólo en la Ciudad de Buenos Aires, con 13,5 km², pueden encontrarse tamaños
medios equivalentes a los de países como Francia o Bélgica.

Diversidad en cuanto a la contigüidad territorial de los gobiernos locales

Otro elemento que contribuye en mucho a la heterogeneidad de los gobiernos locales de la Argentina,
es que no en todas las provincias las jurisdicciones locales son colindantes. Raquel Perahia (2008: 63) [4],
por ejemplo, habla de la existencia de dos tipos de sistemas: el sistema del municipio “condado” y el
sistema de “ejido urbano”.
En efecto, considerando las 24 jurisdicciones primarias de la República Argentina, la situación de los
gobiernos locales se sintetiza de la siguiente manera: 12 jurisdicciones primarias con gobiernos locales
colindantes, 10 provincias con gobiernos locales no colindantes urbano–rurales y 2 provincias con
gobiernos locales no colindantes urbanos. Sólo en la mitad de las provincias los gobiernos locales son
contiguos, mientras que en las restantes jurisdicciones no lo son, y eso no es todo: hay dos provincias:
San Luis y Santa Cruz, en las que los municipios son no colindantes y exclusivamente urbanos. El
cartograma de la Figura 4 sintetiza la información al respecto.

Figura 4. Fuente: elaboración del autor.

Diversidad en cuanto a la base territorial para la elección de legisladores

Otro aspecto en el que las constituciones provinciales presentan marcadas diferencias en lo que atañe
al grado de representación de las estructuras políticas locales en las legislaturas. Más de la mitad de las
jurisdicciones primarias de la Argentina poseen Distrito Único. De acuerdo a esta metodología, los
legisladores provinciales son elegidos considerando a toda la provincia como un solo distrito. Se trata de
las provincias de Chaco, Chubut, Corrientes, Formosa, Jujuy, La Pampa, Misiones, Neuquén, Santa Cruz,
Santiago del Estero, Tierra del Fuego y Tucumán, más la Ciudad de Buenos Aires.
No obstante, algunas provincias siguen el método de la Base Territorial, que divide al territorio en
secciones electorales. En estos casos pueden presentarse dos posibilidades: que la base territorial
coincida con cada ejido municipal o que agrupe a varios municipios o gobiernos locales.
En el primer caso tenemos una Base Territorial Municipal, que implica la máxima representación
local posible, pero se da exclusivamente en la provincia de La Rioja. En el segundo caso tenemos una
Base Territorial Polimunicipal, que en la práctica implica también una buena representación local; este
es el caso de las provincias de Buenos Aires, Mendoza, Salta y San Luis.
Figura 5. Fuente: elaboración del autor.

No obstante, lo señalado, existe una situación intermedia, que es el Sistema Mixto. En este caso una
porción de la Legislatura es elegida mediante el método de Distrito Único y la otra parte con Base
Territorial. Aquí nuevamente se abren dos posibilidades: la Base Mixta Municipal, con secciones
electorales que coinciden con cada uno de los municipios, como ocurre en el caso de la provincia de San
Juan, y la Base Mixta Polimunicipal, con secciones que agrupan gobiernos locales, como es el caso de las
provincias de Catamarca, Córdoba, Entre Ríos, Río Negro y Santa Fe. Una síntesis de lo expresado puede
verse en el cartograma de la Figura 5.

Diversidad en cuanto a la población de los gobiernos locales

Según su población, los gobiernos locales suelen clasificarse de la siguiente manera (Benedetto y
Faierman, 1998: 71-229) [1]:

 Grandes: tienen más de 250.000 hab.; representan el 1,25 % del total, pero concentran un 34,3
% de la población y un 43,3 % si incluimos entre ellos a la CABA.
 Medianos: tienen entre 10.000 y 250.000 hab.; constituyen el 18,05 % del total y su participación
demográfica alcanza al 42,9 % del total nacional.
 Pequeños: no alcanzan los 10.000 hab.; representan el 80,70 % del total, cuatro de cada cinco,
pero su participación demográfica relativa es de un 11,3 % de la población total.
 A esto hay que agregar que un 9,0 % de la población del país vive en la CABA y otro 2,5 % habita
en áreas rurales que no pertenecen a ningún ejido municipal o local.
Figura 6. Fuente: elaboración del autor.

Por otra parte, considerando la relación entre la población total de las provincias y su número de
gobiernos locales, se observa que el valor más alto se presenta en el Gran Buenos Aires, donde hay
403.700 habitantes por municipio, siguiéndole la Ciudad Autónoma de Buenos Aires con 181.002
habitantes por cada una de sus nuevas comunas. A continuación, se presentan la provincia de Mendoza
(90.382 hab.), el resto de la provincia de Buenos Aires (41.071 hab.), la provincia de San Juan (34.299
hab.), Tierra del Fuego (22.477 hab.), Salta (19.158 hab.), Chubut (17.951 hab.), etc.
En el extremo opuesto, la relación más baja corresponde a la provincia de La Pampa, con un
promedio de 3.930 habitantes por gobierno local, luego se presentan las provincias de Chaco (4.180
hab.), Entre Ríos (4.525 hab.), San Luis (6.153 hab.), Río Negro (7.554 hab.), Santa Cruz (7.755 hab.),
Santa Fe (8.421 hab.) y la provincia de Neuquén (8.784 hab.).
La situación media para toda la República Argentina, es decir el promedio ponderado, alcanza una
cifra de 16.889 habitantes por gobierno local. Otros parámetros muestran una media aritmética de
38.831 habitantes, con una desviación standard de 82.945 habitantes y un coeficiente de variabilidad
demasiado alto: de 213,6 %. Asimismo, la distribución estadística del indicador muestra una importante
asimetría positiva (3,82), y una curva extremadamente empinada, reflejada por un coeficiente de
curtosis de 15,50.
La información brindada se complementa con el cartograma de la Figura 6. Merece señalarse aquí la
clara evidencia de que la dinámica demográfica provoca la atomización del poder territorial, de manera
que a mayor crecimiento de la población hay una tendencia a la multiplicación de los gobiernos locales.
Por otra parte, la situación media de la Argentina, con 16.889 habitantes por gobierno local,
comparada con los países vecinos, muestra una cifra muy inferior respecto a la hermana República
Oriental del Uruguay (163.789 hab.), y también significativamente menor a las de Chile (39.660 hab.) y
Brasil (30.825 hab.), pero bastante comparable con las de las repúblicas de Bolivia (20.915 hab.) y
Paraguay (18.915 hab.). No obstante, al realizar la comparación con los países europeos, la relación entre
la población y el número de gobiernos locales aparece como muy elevada con respecto a los 1.219
habitantes de Francia, los 3.310 habitantes de España, los 3424 de Bélgica o los 6.498 de Italia.

Discusión: dificultades para el tratamiento de la información local


Hemos visto que en la mitad de las provincias del país los gobiernos locales son colindantes, pero en
las restantes no lo son, dejando amplios territorios rurales, junto con la población que los habita, fuera
de toda jurisdicción local. Por otra parte, en cuatro de las provincias los municipios se asimilan a los
departamentos, y entonces pueden ser de enormes dimensiones y contener a numerosas localidades,
como Malargüe o San Rafael en la provincia de Mendoza, que superan en superficie a la provincia de
Tucumán (Sánchez y Buzai 1993, 1994) [9] [10]. Del mismo modo, hay provincias que tienen un gran
número de gobiernos locales mientras otras tienen unos pocos, y hay municipios con más de un millón
de habitantes, mientras algunas pequeñas comunas no llegan al centenar.
Hay, también, gobiernos locales de muy distintas categorías y con las más variadas denominaciones.
Su organización política y su grado de autonomía suele ser también muy disímil y lo mismo ocurre con
los niveles de participación de la ciudadanía. A esto se suma que el volumen de información disponible
respecto a los más de dos mil gobiernos locales es muy heterogéneo y para buena parte de ellos
prácticamente inexistente.
Por si esto fuera poco, cuando se intenta definir indicadores areales de tipo ambiental (Quiroga, 2001;
SAyDS 2005; SAyDS y PNUMA, 2006) [5] [12] [13], suele encontrarse que muchos municipios no tienen
ejido rural y, peor aún, no hay información oficial sobre su superficie. Hemos entrevistado a autoridades
locales que no conocían la superficie de su ejido y ni siquiera disponían de un plano con sus límites para
poder estimarla.
El siguiente listado refleja de manera sintética las principales dificultades que conlleva el tratamiento
de la información local en la República Argentina:

 jerarquías y categorías no comparables,


 superficies y poblaciones muy disímiles,
 existencia de municipios intraurbanos,
 universos estadísticos insuficientes (muy poca población),
 discontinuidades territoriales con poblaciones y superficies excluidas,
 información del INDEC insuficiente,
 información local muy deficiente.

En síntesis, mediante el análisis anterior, hemos intentado fundamentar nuestra convicción respecto
a que la información geoestadística de las jurisdicciones locales no es, en general, comparable para
distintas provincias. Por otra parte, se ha pretendido reflejar que el panorama territorial de los gobiernos
locales de la Argentina es por demás heterogéneo y todo intento de generalización se desvanece ante
los datos de la realidad: el municipio es, geográficamente hablando, un concepto de difícil aprehensión,
y como unidad de análisis estadístico presenta una extrema dispersión.
Además, tampoco es fácil la caracterización de las distintas jurisdicciones locales individualmente,
porque la información estadística territorial es presentada por el Instituto Nacional de Estadística y
Censos (INDEC) priorizando tres formas de desagregación que no incluyen los gobiernos locales:
provincias, departamentos y localidades. Es de esperar que el Sistema de Información Estadística Local
(SIEL), programa creado en agosto de 2005 con el propósito de impulsar la ampliación del Sistema
Estadístico Nacional hasta el nivel local, contribuya a cubrir esta carencia.

Conclusión: sistemas de indicadores con información por departamentos y partidos


Por todo lo expuesto ut supra es que consideramos que al momento de establecer sistemas de
indicadores sociogeográficos a escala del territorio nacional, todavía no están dadas las condiciones para
utilizar exclusivamente el nivel de análisis local. Por el contrario, se debe priorizar el nivel secundario o
departamental, ya que con él se pueden cubrir de manera inmediata los niveles provincial, regional y
nacional (De Marco y Sánchez, 1998; Sánchez et al., 2009) [2] [11]. No obstante, toda base estadística
areal debería complementarse con la base puntual correspondiente a las localidades censales o
eventualmente los gobiernos locales.
La utilización de las divisiones territoriales adoptadas por el INDEC, el organismo oficial que elabora
y concentra la información estadística sobre el territorio nacional a distintas escalas, debería ser el
primer paso hacia la ambiciosa meta de un sistema único de indicadores para toda la República
Argentina.
Los departamentos y partidos presentan numerosas ventajas respecto a los gobiernos locales en lo
que respecta a su posibilidad de tratamiento geoestadístico (Sánchez, 2007) [8]: constituyen un nivel de
análisis subprovincial, posibilitan la agregación por provincias y regiones, presentan continuidad y
contigüidad territorial (inclusión territorial), sus superficies tienen menor variabilidad, sus universos
estadísticos son más confiables, cuentan con menor cantidad de unidades intraurbanas, sus poblaciones
presentan menor variabilidad, su inclusión demográfica es total, el INDEC desagrega la información a
dicha escala y las provincias también; en síntesis, permiten abarcar todo el territorio nacional, a la vez
que definir un mayor número de indicadores, favoreciendo en mayor medida la comparabilidad.
Por otra parte, algunas de las limitaciones de una base territorial por departamentos y partidos
podrían solucionarse parcialmente mediante un agrupamiento de los mismos en un número menor de
unidades, cuestión que ya hemos planteado anteriormente. En efecto, mediante un algoritmo propio,
hace dos décadas agrupamos los departamentos y partidos de la República Argentina en 214 unidades
espaciales de análisis, reduciendo en gran medida la variabilidad en materia de superficie y población,
aumentando la compacidad media, referida a las formas de las unidades, y estableciendo un umbral
mínimo de superficie de 8.000 km2 que aseguraba una mejor comparabilidad a escala regional,
eliminando las pequeñas unidades intraurbanas, comunes en localidades como el Gran Buenos Aires, el
Gran Mendoza y el Gran San Juan (Sánchez, 1991; 1992) [6] [7].
En la Figura 7 se comparan dos cartogramas correspondientes a la Tasa de Crecimiento Demográfico
para el período intercensal 2001–2010. El cartograma A muestra la distribución espacial de los 511
departamentos y partidos correspondientes a la porción continental americana, mientras que el
cartograma B muestra el resultado de su agrupación en 214 unidades. Para facilitar la comparación se
utilizaron los mismos límites de clases, resultantes de la utilización de los parámetros estadísticos
ponderados de la división territorial de A. Es evidente que el cartograma de A es mucho más analítico,
pudiendo observarse los detalles en torno a las grandes ciudades; en cambio, el cartograma B permite
destacar la estructura general y establecer conclusiones generales.

Figura 7. Fuente: elaboración del autor.


En síntesis, un adecuado agrupamiento de unidades territoriales permite mejorar la desagregación
espacial, aumentando la confiabilidad de los universos estadísticos y optimizando la comparabilidad.
Como ya fue dicho por otros colegas, “los indicadores deben estar basados en fundamentos científicos
sólidos” (Vera et al. 2001:43) [14].
Sin embargo, este rigor científico debe tenerse en cuenta también al momento de definir las unidades
espaciales de análisis del territorio en cuestión, en este caso la República Argentina, que constituyen las
filas de la matriz de indicadores en el tratamiento geoestadístico de la información. El éxito de un sistema
de indicadores territoriales dependerá no sólo de la correcta elección de los mismos, sino también de
las propias unidades espaciales de análisis para las cuales se presenta y analiza la información.

Referencias

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institucionales. Cuadernos IFAM, 1: Nuevas Visiones para los Municipios, 61-88. Instituto
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municipio: problemáticas y desafíos para el siglo XXI. Buenos Aires, Instituto
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subprovinciales en la Argentina. Análisis Geográfico. Revista de Geografía Empírica, 3(6): 41-
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7. Sánchez, D. C. (1992) Los departamentos y partidos de la República Argentina como unidades
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13. SAyDS; PNUMA (2006) Iniciativa Latinoamericana y Caribeña para el Desarrollo Sostenible:
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Sustentable de la Nación, Buenos Aires.
14. Vera Rebollo, J. F. et al. (2001) Planificación y gestión del desarrollo turístico sostenible:
Propuesta para la creación de un sistema de indicadores. Universidad de Alicante, Alicante.

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