Llevaba ya cuatro horas persiguiendo a ese perro de ojos violeta y la batería
de su reproductor ya estaba por agotarse.« Debo acabar rápido con esta pantomima», pensó. Antes estuvo tras una rata, antes un mono y antes un gato pero ya casi llegaba al final de su persecución. «Pronto va a necesitar recarga y ya no podrá escapar más de mi». Antes de dejar a tristan para formar su propio equipo, devi le aconsejó que llegará a ese pueblo –allí encontraras a una muchacha llamada Annie, no sé si ella lo sepa pero tiene un gran potencial créeme, yo lo entendí al verla-- . Eso fue lo que le había dicho, lo que se le olvidó mencionar fue que esa muchacha llena de potencial no era más que una niñita que no pasaba de los diez años y que de seguro ni siquiera sabía cepillarse bien los dientes. «Devi es un caso especial, es como un libro abierto escrito en un idioma que solo ella entiende». Duein aún no se mostraba muy seguro de que fuese correcto meter a esa niña en el enredo al que el entraría dentro de dos meses, pero se estaba quedando sin tiempo y devi había tenido razón con lo del gran potencial. Annie le recordaba al niño que fue él, sin padres ni familia, viviendo de lo que le daba la calle. A él, tristan lo salvó de ese mundo hace mucho tiempo, pero Duein recordaba cada detalle como si hubiera acabado de pasar. Tendría más o menos la misma edad de Annie y se dedicaba a lustrar zapatos en el barrio más pobre de la gran ciudad para ganarse unos pesos, un día llegó un celestial con un espadón colgado tras la espalda y vestido con una armadura plateada como un auténtico caballero, Duein nunca había visto algo tan magnífico en toda su vida «recuerdo haber pensado que tenían bien puesto ese nombre de celestial». Tristan estaba ahí para dictar una sentencia sobre un violador de jovencitas que andaba rondando por el barrio desde hacía tiempo, era casualmente el hombre al que Duein le estaba lustrando los zapatos en aquel instante; Duein miró como tristan se iba acercando por las espaldas de aquel hombre solo para susurrarle al oído la plegaria del juicio. El hombre abrió los ojos de par en par al escuchar esas palabras, como si el diablo en persona estuviera tocando a su puerta, pero recuperó la compostura y se levantó con agilidad de su asiento para tomar a Duein como rehén. El tipo sacó una navaja del bolsillo y se la apretó contra el cuello a Duein, tan fuerte que un hilillo de sangre le empezó a correr por la garganta, Duein entró en pánico, solo escuchaba como el tipo al que le había estado lustrando los zapatos le gritaba desesperado a tristan que se alejara y los ladridos chillones de Atom. Rompió en llanto al pensar que hasta ahí llegaban sus días. «Tanto esforzarme por sobrevivir para esto» era como si un dios cruel se burlara de él. Pero ese no fue el día en que Duein murió, bastó con un silbido de tristan para que ese violador infeliz empezara a gritar en extrema agonía, soltando a Duein contra el suelo y estremeciéndose de un lado a otro por el dolor. Duein volteó su rostro para descubrir el motivo de los gritos y, aunque su visión estaba borrosa a causa de las lágrimas que le inundaron los ojos, alcanzó a ver que las manos con las que aquel hombre había forzado a las mujeres que violó, y el miembro con que las había penetrado, estaban ardiendo en llamas rojas. Duein se frotó los ojos para secarse las lágrimas y al abrirlos nuevamente tristan tenía levantado al violador por el cuello y el perrito con el que había estado compartiendo su poca comida, yacía en el suelo con quemaduras graves, al parecer había entrado en contacto con las llamas. Duein se levantó con las piernas temblorosas y fue lo más rápido que pudo hacia Atom. -- piedad, piedad!—eran los sollozos que escuchaba venir del otro lado de la plaza, donde tristan había llevado a su sentenciado, pero Duein no se atrevía a mirar. A su alrededor la gente corría a refugiarse, otros más osados observaban con emoción. Después de un par de minutos, cuando curó por completo a Atom y el cachorro ya estaba de pie lamiéndole el rostro, escuchó una voz detras de él. -- ¿tu curaste las heridas de ese perro? -- si—dijo Duein luego de voltear lentamente hacia el celestial. Atom había tomado una posición defensiva y le mostraba los colmillos. -- ese es un atributo en verdad envidiable—le dijo aquel joven con una sonrisa de lo más cálida.-- ¿tienes familia? -- no señor—le contestó Duein con la mirada gacha y casi que en susurros. -- ven conmigo muchachito, tu amigo también puede venir si quiere—dijo mientras se agachaba para sobar a Atom que al parecer ya no veía al celestial como una amenaza. Duein reunió todo su valor para levantar el rostro y vio, al otro lado de la plaza, la sentencia ejecutada. La plaza estaba rodeada por una reja de apenas medio metro de altura, pero por cada diez barrotes de medio metro, se alzaba uno de un metro con una punta triangular al final… en uno de esos estaba empalado el violador por el ano, Duein sintió la mirada de ese hombre clavada en él y vio como le brotaban lágrimas de los ojos « sigue vivo». Luego volteo su mirada para cruzarla con la del celestial, no parecían los ojos de una mala persona y a Atom le caía bien, por lo que ese hombre no era malo. «Esto es inhumano, ¿acaso para hacer justicia se necesita carecer de humanidad?», fue lo que se preguntó Duein en aquel entonces. — iremos contigo-- le respondió al celestial con la voz más valiente que pudo sacar,-- pero tú nos alimentas y nos das un techo. Eso fue hace ya más de diez años, tristan le había sacado en aquel entonces de una vida mediocre donde desperdiciaría todo su talento y ahora él salvaría a Annie de lo mismo, o al menos eso era lo que Duein quería creer «¿le estaré ofreciendo salvación o condenación?», no había manera de saberlo. Duein saltó a un último tejado y se agachó al ver que el perro se detuvo jadeando, al parecer ya era incapaz de detectar el aroma de Duein «el momento ha llegado». El perro empezó a perder su negro pelaje, la cola y el hocico se le encogían, se puso sobre sus patas traseras y su apariencia cambió a la de una niña de aspecto lánguido, de piel blanca como la leche, con cabello rojo desvaído y un traje rasgado color mugre que le llegaba hasta las rodillas. Annie miraba a todos lados para confirmar si finalmente había perdido a Duein y por la expresión de su rostro, estaba convencida de haberlo logrado. Duein ya ni siquiera sabía si seguían dentro del pueblo, la zona en la que se encontraban tenía edificaciones pero se notaba a leguas que llevaban largo tiempo deshabitadas y que desde hace mucho nadie ponía un pie por ahí, era un territorio yermo. « ¿Qué es este lugar?», pensó inquieto. Annie empezó a caminar a paso lento y Duein la seguía también a paso lento desde los tejados hasta que por fin la niña dobló a la derecha por un callejón angosto y se quedó sentada al lado de un viejo contenedor de basura para recuperarse del desgaste. Duein ya se disponía a bajar a su encuentro cuando escuchó unos pasos, volteó la vista a la izquierda y vio que un hombre con aspecto de maleante se acercaba a Annie, ella no lo veía porque estaba recostada contra el contenedor y quedaba de espaldas al camino por el que venía el tipo. Duein antes de hacer algo decidió solo limitarse a observar «veamos de que madera estas hecha Annie». La niña estaba con la miraba gacha y apagada, respiraba por la boca y estaba masajeándose las plantas de sus pies descalzos. Pero en un momento levantó el rostro y colocó expresión de alerta, ya se había dado cuenta que había alguien más en ese callejón. Annie solo volteó la vista hacia su derecha, esperando que apareciera quien fuera que se estuviera acercando y cuando finalmente el hombre llegó hasta ella, Annie se limitó a dirigirle una mirada impertérrita que habría hecho retroceder al mismo Duein. -- qué raro ver a una persona por aquí—dijo el tipo con la lengua trabada, por lo visto estaba bastante ebrio. -- eso mismo te digo yo a ti—le respondió Annie mientras seguía frotándose los pies bruscamente. El tipo se quedó mirando a Annie con unos ojos maliciosos. – Apuesto a que eres virgen—le dijo. -- ¿Qué es eso?—le preguntó Annie con la inocencia de una niña. El hombre se echó a reír con carcajadas estrepitosas. —Algo que tú estás a punto de perder—le respondió al tiempo que la levantaba por el cuello y la recostó contra la pared. Annie, lejos de parecer asustada se le veía muy molesta, se esfumó de la mano del borracho y antes de caer al suelo en la forma de ratón que había adoptado, volvió a su forma original para asestarle una patada en los testículos al hombre que se atrevió a ponerle una mano encima, cogió una botella de cristal que estaba al lado del contenedor y se la reventó en la cabeza. El tipo cayó inconsciente en el sucio suelo de aquel callejón. «Nada mal», la chica no se parecía tanto a Duein como él había pensado, a su edad él se habría puesto a lloriquear como nenita si le pasaba algo como eso. Annie entró al contenedor por un agujero que tenía a un costado fruto de la herrumbre que lo carcomía, cuando salió tenía un par de sandalias desgastadas en la mano, como si ya las tuviera guardadas allí para ella, se las colocó y siguió su camino, aparentemente de vuelta al pueblo. Pero cuando ya le había dado la espalda al hombre que intento patéticamente violarla, este se levantó y saco un revólver del costado de su pantalón – maldita perra—dijo a gritos. Quitó el seguro y apuntó, aun así cuando Annie volteó su rostro no había ninguna expresión de miedo, ni siquiera de sorpresa « que pasa con esta niña», pensó Duein con intriga. De repente un perro negro, igual al que Duein había estado persiguiendo, salió por el hueco del contenedor de basura y saltó para morder el brazo con que aquel tipo sostenía el revólver. Un alarido de dolor hizo eco en el callejón, luego fue el sonido de la bala saliendo del cañón, luego el chillido agudo del perro y luego silencio de nuevo. El grito fue del hombre por el mordisco, la bala la disparó como reacción pero no hirió a nadie, cuando se espabiló, reventó al perro contra la pared, lo que ocasionó que el animal chillara. El hombre se dio media vuelta para quedar frente a frente nuevamente con Annie y se encontró con la niña corriendo hacia él para abalanzársele encima. El hombre apuntó, con la cara de maniaco que solo el alcohol hace posible. «Esta niña no me defraudará, tiene más bolas de las que yo tuve a su edad», pensó Duein mientras iba cayendo al suelo para luego estamparle una senda patada en el rostro al que le había servido como conejillo de indias. -- hola--. Annie se había detenido en seco frente a Duein y por un segundo dejó escapar un atisbo de temor «entonces si siente miedo pero lo mantiene oculto».-- ¿estás bien? --lo estoy—Annie se dirigió hacia el perro que le salvó la vida y se colocó en cuclillas frente a él para acariciarlo. El perro se veía bastante mal, era algo viejo y el golpe había sido mucho para él. «Es su amigo, tal vez su único amigo como lo fue Atom para mí». Duein imitó a Annie y también fue a acariciar al perro para curarlo por completo, ella lo miraba con desconfianza pero no se atrevía a decirle ni hacerle nada. El animal se levantó entre ladridos y meneando la cola intensamente, Annie se puso muy contenta y abrazo al perro con lágrimas entre asomadas en sus ojos. -- ¿sabes porque he estado persiguiéndote estos últimos días?—le preguntó Duein mientras se incorporaba del suelo. -- ¿Por qué vas a cortarme una mano?--, le preguntó ella, agresiva -- no—le respondió Duein con una sonrisa -- ¿las dos? --no voy a cortarte nada niña—le dijo Duein luego de haber reído por casi un minuto, y habría sido más si no hubiera advertido la irritación en el rostro de Annie—tu eres una ladrona, pero te pregunto, ¿Por qué robas? -- porque es eso o morir de hambre. -- exacto, tu robas por necesidad. A los criminales como ustedes, nosotros los llamamos pasivos. No comenten un crimen porque haya maldad en sus corazones sino porque están afectados por alguna circunstancia que los empuja a hacerlo, en tu caso como ya dijiste, sino robabas morías. -- entonces si no vas a hacerme nada ¿por qué me has estado persiguiendo tanto tiempo? ¿Qué quieres de mí? -- nosotros no dejamos impunes los crímenes de los pasivos, solo los juzgamos con menos dureza. Te estado persiguiendo para enjuiciarte, pero no de una manera dura. -- ¿que me vas a hacer?—Annie se puso a la defensiva, sus uñas se convirtieron en garras, sus dientes en colmillos, y sus ojos violetas tomaron rasgos felinos. «Es inútil, no tiene suficiente recarga para transformarse por completo», pero por lo visto Annie también tenía animales peligrosos en su repertorio. -- Por tus crímenes, tus malos actos, tus pecados y tus errores, te condeno a someterte a mi castigo celestial en nombre de aquellos que imploran justicia. Vendrás conmigo y me ayudaras a cumplir la misión que me fue encomendada, ese es tu castigo. Annie se quedó observándolo sin tomárselo muy en serio. – no te entiendo. -- que es lo que no entiendes de esa frase. Dentro de dos meses tengo que buscar a alguien y asesinarlo pero es alguien fuerte y seguramente se ha rodeado con gente también fuerte, es por eso que si quiero vencerlo yo también tengo que rodearme de gente fuerte y tú eres lo mejorcito que encontré.¿ Entendiste ahora? -- lo que entendí es que quieres usarme para tu propio beneficio. -- suficiente, te cortare una mano—dijo Duein al tiempo que sacaba a pride de su vaina. Annie se lo quedó mirando con ojos vacuos « esta mocosa ya sabe que no le voy a hacer nada». Duein guardó a pride, agarró a Annie por los hombros y empezó a sacudirla hacia delante y hacia atrás – por favor ven conmigo, tendrás comida, videojuegos, dormiremos en hoteles lujosos y cuando terminemos con el trabajo te pagaré más dinero del que puedas gastar en toda tú vida! Annie se lo sacudió con las manos y acarició al perro negro. — ¿si voy contigo, él también puede venir? -- si es lo que quieres… pero lo que vamos a hacer es peligroso y tu perro esta ya algo viejo, probablemente muera si viene con nosotros. -- es seguro que va a morir si lo dejo solo, aquí no hay nadie más que lo alimente y en mi pueblo no hay nadie que lo quiera. -- un viejo dueño de un restaurante en tu pueblo me debe un favor, él lo cuidara como si fuera su hijo si yo se lo pido. Annie se lo quedo mirando con esos ojos fríos, hostiles, desconfiados, « es como un libro cerrado, pero la puedo leer a la perfección», pensó Duein -- está bien, iré contigo. Pero cuando matemos a quien sea que quieras matar, me dejaras volver a mi pueblo y no me molestaras más… y me darás más dinero del que pueda gastar. -- como tu ordenes Annie, ahora… ¿podríamos volver al pueblo por favor?, este lugar me da mala espina. -- sígueme—le dijo Annie encabezando la marcha. – ¡Candy ven!--, le grito al perro que empezó a seguirlos manteniéndose en la retaguardia. -- si sabes que ese perro es macho ¿no? -- y que con eso --nada—no pareció que la respuesta de Annie fuera de grosería, ella en serio pensaba que Candy era un nombre de macho-- ¿Qué es este sitio, Annie? ¿Por qué no hay nadie viviendo en él?—Duein tenía sus sospechas pero quería confirmarlas. -- estamos a las afueras de drinley, los habitantes de las zonas cercanas a ese país se marcharon cuando explotó el conflicto y nunca más han regresado, así que esto se convirtió en tierra de nadie. Era más o menos como se lo imaginaba Duein, solo que él creía que estaban en drinley y no en sus afueras, nunca se le había dado bien la orientación, ni siquiera sabía a ciencia cierta cómo encontró el pueblo del que devi le habló. Sin embargo Duein se sintió aliviado de estar equivocado «ese país solo me traería más inconvenientes» -- por cierto me llamo Duein—le dijo a Annie que ni se había molestado en preguntárselo. -- yo me llamo Annie, pero por alguna razón tú eso ya lo sabías -- me lo dijo devi, una muchacha alta, morena que siempre está sonriendo. Los ojos de Annie se iluminaron cuando Duein mencionó aquello. -- ¿conoces a devi? ¿Qué ha sido de ella? ¿es fuerte?, la última vez que la vi dijo que se iba para hacerse más fuerte, que iba a regresar por mí pero eso fue hace más de un año. -- wow!, eres muy habladora si te lo propones eh?—Annie le torció los ojos y aceleró el paso, Duein también empezó a caminar más rápido para no perderla « si la pierdo de vista es probable que no encuentre el camino por mi cuenta». —no sé qué tan fuerte era devi cuando la conociste, pero ahora es bastante fuerte, y es posible que nos la encontremos si vienes conmigo. -- ¿ella tiene algo que ver con la persona que quieres matar?… es ella a quien quieres matar? -- nada de eso. Ella está acompañando a alguien con objetivos similares a los míos -- y a ese quieres matar? -- no—le respondió Duein que no sabía si lo de Annie era inocencia o tomadera de pelo. --¿Podrías transformarte en algún animalito ágil y acelerar el paso al pueblo? Ya deberías tener recarga suficiente para hacerlo, yo cargare a… a candy—Duein se sentía extraño pronunciando ese nombre para referirse a un perro macho, negro, angarillo y de ladrido ronco. -- ¿es eso necesario? No veo porque tener tanta prisa.--, le replicó la niña -- créeme, es necesario-- «aquí no estamos tan solos como parece». Sorprendentemente, Annie le obedeció sin más reproche, tal vez por el tono tan serio en que lo dijo. Se puso en cuatro patas y empezó a crecerle pelo negro por todo el cuerpo, su vestido se hizo uno con el pelaje, le salió una cola y empezó a encogerse… al final era ese gatito de ojos violeta que Duein vio en el restaurante hace unos días. Annie empezó a correr y Duein la siguió cargando a candy como si fuera un bebé recién nacido. Aun así, tardaron más tiempo en llegar al pueblo del que tardaron en llegar al contenedor de basura, posiblemente porque ahora Annie no estaba corriendo como si su vida dependiese de ello. Ya el sol se estaba poniendo cuando llegaron pero la gente seguía en la calles en grandes cantidades «cuando llegué a este pueblo nunca hubiera podido imaginar que tuviera tantos habitantes». Todos a su paso se lo quedaban mirando con gestos de gratitud, él era el hombre que salvó al pueblo. -- ¿A dónde iremos luego de que dejemos a Candy con el viejo tom?—le preguntó Annie. -- vamos rumbo a la gran ciudad, allá hay un par de hermanos que quiero para mi equipo.