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Capítulo II

Llevaba ya cuatro horas persiguiendo a ese perro de ojos violeta y la batería


de su reproductor ya estaba por agotarse.« Debo acabar rápido con esta
pantomima», pensó. Antes estuvo tras una rata, antes un mono y antes un
gato pero ya casi llegaba al final de su persecución. «Pronto va a necesitar
recarga y ya no podrá escapar más de mi».
Antes de dejar a tristan para formar su propio equipo, devi le aconsejó que
llegará a ese pueblo –allí encontraras a una muchacha llamada Annie, no
sé si ella lo sepa pero tiene un gran potencial créeme, yo lo entendí al verla--
. Eso fue lo que le había dicho, lo que se le olvidó mencionar fue que esa
muchacha llena de potencial no era más que una niñita que no pasaba de
los diez años y que de seguro ni siquiera sabía cepillarse bien los dientes.
«Devi es un caso especial, es como un libro abierto escrito en un idioma que
solo ella entiende».
Duein aún no se mostraba muy seguro de que fuese correcto meter a esa
niña en el enredo al que el entraría dentro de dos meses, pero se estaba
quedando sin tiempo y devi había tenido razón con lo del gran potencial.
Annie le recordaba al niño que fue él, sin padres ni familia, viviendo de lo
que le daba la calle. A él, tristan lo salvó de ese mundo hace mucho tiempo,
pero Duein recordaba cada detalle como si hubiera acabado de pasar.
Tendría más o menos la misma edad de Annie y se dedicaba a lustrar
zapatos en el barrio más pobre de la gran ciudad para ganarse unos pesos,
un día llegó un celestial con un espadón colgado tras la espalda y vestido
con una armadura plateada como un auténtico caballero, Duein nunca había
visto algo tan magnífico en toda su vida «recuerdo haber pensado que
tenían bien puesto ese nombre de celestial». Tristan estaba ahí para dictar
una sentencia sobre un violador de jovencitas que andaba rondando por el
barrio desde hacía tiempo, era casualmente el hombre al que Duein le
estaba lustrando los zapatos en aquel instante; Duein miró como tristan se
iba acercando por las espaldas de aquel hombre solo para susurrarle al oído
la plegaria del juicio. El hombre abrió los ojos de par en par al escuchar esas
palabras, como si el diablo en persona estuviera tocando a su puerta, pero
recuperó la compostura y se levantó con agilidad de su asiento para tomar a
Duein como rehén. El tipo sacó una navaja del bolsillo y se la apretó contra
el cuello a Duein, tan fuerte que un hilillo de sangre le empezó a correr por
la garganta, Duein entró en pánico, solo escuchaba como el tipo al que le
había estado lustrando los zapatos le gritaba desesperado a tristan que se
alejara y los ladridos chillones de Atom.
Rompió en llanto al pensar que hasta ahí llegaban sus días. «Tanto
esforzarme por sobrevivir para esto» era como si un dios cruel se burlara de
él. Pero ese no fue el día en que Duein murió, bastó con un silbido de tristan
para que ese violador infeliz empezara a gritar en extrema agonía, soltando
a Duein contra el suelo y estremeciéndose de un lado a otro por el dolor.
Duein volteó su rostro para descubrir el motivo de los gritos y, aunque su
visión estaba borrosa a causa de las lágrimas que le inundaron los ojos,
alcanzó a ver que las manos con las que aquel hombre había forzado a las
mujeres que violó, y el miembro con que las había penetrado, estaban
ardiendo en llamas rojas. Duein se frotó los ojos para secarse las lágrimas y
al abrirlos nuevamente tristan tenía levantado al violador por el cuello y el
perrito con el que había estado compartiendo su poca comida, yacía en el
suelo con quemaduras graves, al parecer había entrado en contacto con las
llamas. Duein se levantó con las piernas temblorosas y fue lo más rápido
que pudo hacia Atom.
-- piedad, piedad!—eran los sollozos que escuchaba venir del otro lado de
la plaza, donde tristan había llevado a su sentenciado, pero Duein no se
atrevía a mirar. A su alrededor la gente corría a refugiarse, otros más osados
observaban con emoción. Después de un par de minutos, cuando curó por
completo a Atom y el cachorro ya estaba de pie lamiéndole el rostro,
escuchó una voz detras de él.
-- ¿tu curaste las heridas de ese perro?
-- si—dijo Duein luego de voltear lentamente hacia el celestial. Atom había
tomado una posición defensiva y le mostraba los colmillos.
-- ese es un atributo en verdad envidiable—le dijo aquel joven con una
sonrisa de lo más cálida.-- ¿tienes familia?
-- no señor—le contestó Duein con la mirada gacha y casi que en susurros.
-- ven conmigo muchachito, tu amigo también puede venir si quiere—dijo
mientras se agachaba para sobar a Atom que al parecer ya no veía al
celestial como una amenaza.
Duein reunió todo su valor para levantar el rostro y vio, al otro lado de la
plaza, la sentencia ejecutada. La plaza estaba rodeada por una reja de
apenas medio metro de altura, pero por cada diez barrotes de medio metro,
se alzaba uno de un metro con una punta triangular al final… en uno de esos
estaba empalado el violador por el ano, Duein sintió la mirada de ese
hombre clavada en él y vio como le brotaban lágrimas de los ojos « sigue
vivo». Luego volteo su mirada para cruzarla con la del celestial, no parecían
los ojos de una mala persona y a Atom le caía bien, por lo que ese hombre
no era malo.
«Esto es inhumano, ¿acaso para hacer justicia se necesita carecer de
humanidad?», fue lo que se preguntó Duein en aquel entonces. — iremos
contigo-- le respondió al celestial con la voz más valiente que pudo sacar,--
pero tú nos alimentas y nos das un techo.
Eso fue hace ya más de diez años, tristan le había sacado en aquel
entonces de una vida mediocre donde desperdiciaría todo su talento y ahora
él salvaría a Annie de lo mismo, o al menos eso era lo que Duein quería
creer «¿le estaré ofreciendo salvación o condenación?», no había manera
de saberlo. Duein saltó a un último tejado y se agachó al ver que el perro se
detuvo jadeando, al parecer ya era incapaz de detectar el aroma de Duein
«el momento ha llegado». El perro empezó a perder su negro pelaje, la cola
y el hocico se le encogían, se puso sobre sus patas traseras y su apariencia
cambió a la de una niña de aspecto lánguido, de piel blanca como la leche,
con cabello rojo desvaído y un traje rasgado color mugre que le llegaba
hasta las rodillas. Annie miraba a todos lados para confirmar si finalmente
había perdido a Duein y por la expresión de su rostro, estaba convencida de
haberlo logrado. Duein ya ni siquiera sabía si seguían dentro del pueblo, la
zona en la que se encontraban tenía edificaciones pero se notaba a leguas
que llevaban largo tiempo deshabitadas y que desde hace mucho nadie
ponía un pie por ahí, era un territorio yermo. « ¿Qué es este lugar?», pensó
inquieto.
Annie empezó a caminar a paso lento y Duein la seguía también a paso
lento desde los tejados hasta que por fin la niña dobló a la derecha por un
callejón angosto y se quedó sentada al lado de un viejo contenedor de
basura para recuperarse del desgaste. Duein ya se disponía a bajar a su
encuentro cuando escuchó unos pasos, volteó la vista a la izquierda y vio
que un hombre con aspecto de maleante se acercaba a Annie, ella no lo
veía porque estaba recostada contra el contenedor y quedaba de espaldas
al camino por el que venía el tipo. Duein antes de hacer algo decidió solo
limitarse a observar «veamos de que madera estas hecha Annie».
La niña estaba con la miraba gacha y apagada, respiraba por la boca y
estaba masajeándose las plantas de sus pies descalzos. Pero en un
momento levantó el rostro y colocó expresión de alerta, ya se había dado
cuenta que había alguien más en ese callejón. Annie solo volteó la vista
hacia su derecha, esperando que apareciera quien fuera que se estuviera
acercando y cuando finalmente el hombre llegó hasta ella, Annie se limitó a
dirigirle una mirada impertérrita que habría hecho retroceder al mismo Duein.
-- qué raro ver a una persona por aquí—dijo el tipo con la lengua trabada,
por lo visto estaba bastante ebrio.
-- eso mismo te digo yo a ti—le respondió Annie mientras seguía frotándose
los pies bruscamente.
El tipo se quedó mirando a Annie con unos ojos maliciosos. – Apuesto a que
eres virgen—le dijo.
-- ¿Qué es eso?—le preguntó Annie con la inocencia de una niña.
El hombre se echó a reír con carcajadas estrepitosas. —Algo que tú estás a
punto de perder—le respondió al tiempo que la levantaba por el cuello y la
recostó contra la pared.
Annie, lejos de parecer asustada se le veía muy molesta, se esfumó de la
mano del borracho y antes de caer al suelo en la forma de ratón que había
adoptado, volvió a su forma original para asestarle una patada en los
testículos al hombre que se atrevió a ponerle una mano encima, cogió una
botella de cristal que estaba al lado del contenedor y se la reventó en la
cabeza. El tipo cayó inconsciente en el sucio suelo de aquel callejón. «Nada
mal», la chica no se parecía tanto a Duein como él había pensado, a su
edad él se habría puesto a lloriquear como nenita si le pasaba algo como
eso.
Annie entró al contenedor por un agujero que tenía a un costado fruto de la
herrumbre que lo carcomía, cuando salió tenía un par de sandalias
desgastadas en la mano, como si ya las tuviera guardadas allí para ella, se
las colocó y siguió su camino, aparentemente de vuelta al pueblo. Pero
cuando ya le había dado la espalda al hombre que intento patéticamente
violarla, este se levantó y saco un revólver del costado de su pantalón –
maldita perra—dijo a gritos. Quitó el seguro y apuntó, aun así cuando Annie
volteó su rostro no había ninguna expresión de miedo, ni siquiera de
sorpresa « que pasa con esta niña», pensó Duein con intriga.
De repente un perro negro, igual al que Duein había estado persiguiendo,
salió por el hueco del contenedor de basura y saltó para morder el brazo con
que aquel tipo sostenía el revólver. Un alarido de dolor hizo eco en el
callejón, luego fue el sonido de la bala saliendo del cañón, luego el chillido
agudo del perro y luego silencio de nuevo.
El grito fue del hombre por el mordisco, la bala la disparó como reacción
pero no hirió a nadie, cuando se espabiló, reventó al perro contra la pared, lo
que ocasionó que el animal chillara. El hombre se dio media vuelta para
quedar frente a frente nuevamente con Annie y se encontró con la niña
corriendo hacia él para abalanzársele encima. El hombre apuntó, con la cara
de maniaco que solo el alcohol hace posible.
«Esta niña no me defraudará, tiene más bolas de las que yo tuve a su
edad», pensó Duein mientras iba cayendo al suelo para luego estamparle
una senda patada en el rostro al que le había servido como conejillo de
indias.
-- hola--. Annie se había detenido en seco frente a Duein y por un segundo
dejó escapar un atisbo de temor «entonces si siente miedo pero lo mantiene
oculto».-- ¿estás bien?
--lo estoy—Annie se dirigió hacia el perro que le salvó la vida y se colocó en
cuclillas frente a él para acariciarlo. El perro se veía bastante mal, era algo
viejo y el golpe había sido mucho para él.
«Es su amigo, tal vez su único amigo como lo fue Atom para mí». Duein
imitó a Annie y también fue a acariciar al perro para curarlo por completo,
ella lo miraba con desconfianza pero no se atrevía a decirle ni hacerle nada.
El animal se levantó entre ladridos y meneando la cola intensamente, Annie
se puso muy contenta y abrazo al perro con lágrimas entre asomadas en sus
ojos.
-- ¿sabes porque he estado persiguiéndote estos últimos días?—le preguntó
Duein mientras se incorporaba del suelo.
-- ¿Por qué vas a cortarme una mano?--, le preguntó ella, agresiva
-- no—le respondió Duein con una sonrisa
-- ¿las dos?
--no voy a cortarte nada niña—le dijo Duein luego de haber reído por casi un
minuto, y habría sido más si no hubiera advertido la irritación en el rostro de
Annie—tu eres una ladrona, pero te pregunto, ¿Por qué robas?
-- porque es eso o morir de hambre.
-- exacto, tu robas por necesidad. A los criminales como ustedes, nosotros
los llamamos pasivos. No comenten un crimen porque haya maldad en sus
corazones sino porque están afectados por alguna circunstancia que los
empuja a hacerlo, en tu caso como ya dijiste, sino robabas morías.
-- entonces si no vas a hacerme nada ¿por qué me has estado persiguiendo
tanto tiempo? ¿Qué quieres de mí?
-- nosotros no dejamos impunes los crímenes de los pasivos, solo los
juzgamos con menos dureza. Te estado persiguiendo para enjuiciarte, pero
no de una manera dura.
-- ¿que me vas a hacer?—Annie se puso a la defensiva, sus uñas se
convirtieron en garras, sus dientes en colmillos, y sus ojos violetas tomaron
rasgos felinos. «Es inútil, no tiene suficiente recarga para transformarse por
completo», pero por lo visto Annie también tenía animales peligrosos en su
repertorio.
-- Por tus crímenes, tus malos actos, tus pecados y tus errores, te condeno a
someterte a mi castigo celestial en nombre de aquellos que imploran justicia.
Vendrás conmigo y me ayudaras a cumplir la misión que me fue
encomendada, ese es tu castigo.
Annie se quedó observándolo sin tomárselo muy en serio. – no te entiendo.
-- que es lo que no entiendes de esa frase. Dentro de dos meses tengo que
buscar a alguien y asesinarlo pero es alguien fuerte y seguramente se ha
rodeado con gente también fuerte, es por eso que si quiero vencerlo yo
también tengo que rodearme de gente fuerte y tú eres lo mejorcito que
encontré.¿ Entendiste ahora?
-- lo que entendí es que quieres usarme para tu propio beneficio.
-- suficiente, te cortare una mano—dijo Duein al tiempo que sacaba a pride
de su vaina. Annie se lo quedó mirando con ojos vacuos « esta mocosa ya
sabe que no le voy a hacer nada».
Duein guardó a pride, agarró a Annie por los hombros y empezó a sacudirla
hacia delante y hacia atrás – por favor ven conmigo, tendrás comida,
videojuegos, dormiremos en hoteles lujosos y cuando terminemos con el
trabajo te pagaré más dinero del que puedas gastar en toda tú vida!
Annie se lo sacudió con las manos y acarició al perro negro. — ¿si voy
contigo, él también puede venir?
-- si es lo que quieres… pero lo que vamos a hacer es peligroso y tu perro
esta ya algo viejo, probablemente muera si viene con nosotros.
-- es seguro que va a morir si lo dejo solo, aquí no hay nadie más que lo
alimente y en mi pueblo no hay nadie que lo quiera.
-- un viejo dueño de un restaurante en tu pueblo me debe un favor, él lo
cuidara como si fuera su hijo si yo se lo pido.
Annie se lo quedo mirando con esos ojos fríos, hostiles, desconfiados, « es
como un libro cerrado, pero la puedo leer a la perfección», pensó Duein
-- está bien, iré contigo. Pero cuando matemos a quien sea que quieras
matar, me dejaras volver a mi pueblo y no me molestaras más… y me darás
más dinero del que pueda gastar.
-- como tu ordenes Annie, ahora… ¿podríamos volver al pueblo por favor?,
este lugar me da mala espina.
-- sígueme—le dijo Annie encabezando la marcha. – ¡Candy ven!--, le grito
al perro que empezó a seguirlos manteniéndose en la retaguardia.
-- si sabes que ese perro es macho ¿no?
-- y que con eso
--nada—no pareció que la respuesta de Annie fuera de grosería, ella en
serio pensaba que Candy era un nombre de macho-- ¿Qué es este sitio,
Annie? ¿Por qué no hay nadie viviendo en él?—Duein tenía sus sospechas
pero quería confirmarlas.
-- estamos a las afueras de drinley, los habitantes de las zonas cercanas a
ese país se marcharon cuando explotó el conflicto y nunca más han
regresado, así que esto se convirtió en tierra de nadie.
Era más o menos como se lo imaginaba Duein, solo que él creía que
estaban en drinley y no en sus afueras, nunca se le había dado bien la
orientación, ni siquiera sabía a ciencia cierta cómo encontró el pueblo del
que devi le habló. Sin embargo Duein se sintió aliviado de estar equivocado
«ese país solo me traería más inconvenientes»
-- por cierto me llamo Duein—le dijo a Annie que ni se había molestado en
preguntárselo.
-- yo me llamo Annie, pero por alguna razón tú eso ya lo sabías
-- me lo dijo devi, una muchacha alta, morena que siempre está sonriendo.
Los ojos de Annie se iluminaron cuando Duein mencionó aquello. --
¿conoces a devi? ¿Qué ha sido de ella? ¿es fuerte?, la última vez que la vi
dijo que se iba para hacerse más fuerte, que iba a regresar por mí pero eso
fue hace más de un año.
-- wow!, eres muy habladora si te lo propones eh?—Annie le torció los ojos y
aceleró el paso, Duein también empezó a caminar más rápido para no
perderla « si la pierdo de vista es probable que no encuentre el camino por
mi cuenta». —no sé qué tan fuerte era devi cuando la conociste, pero ahora
es bastante fuerte, y es posible que nos la encontremos si vienes conmigo.
-- ¿ella tiene algo que ver con la persona que quieres matar?… es ella a
quien quieres matar?
-- nada de eso. Ella está acompañando a alguien con objetivos similares a
los míos
-- y a ese quieres matar?
-- no—le respondió Duein que no sabía si lo de Annie era inocencia o
tomadera de pelo. --¿Podrías transformarte en algún animalito ágil y acelerar
el paso al pueblo? Ya deberías tener recarga suficiente para hacerlo, yo
cargare a… a candy—Duein se sentía extraño pronunciando ese nombre
para referirse a un perro macho, negro, angarillo y de ladrido ronco.
-- ¿es eso necesario? No veo porque tener tanta prisa.--, le replicó la niña
-- créeme, es necesario-- «aquí no estamos tan solos como parece».
Sorprendentemente, Annie le obedeció sin más reproche, tal vez por el tono
tan serio en que lo dijo. Se puso en cuatro patas y empezó a crecerle pelo
negro por todo el cuerpo, su vestido se hizo uno con el pelaje, le salió una
cola y empezó a encogerse… al final era ese gatito de ojos violeta que
Duein vio en el restaurante hace unos días.
Annie empezó a correr y Duein la siguió cargando a candy como si fuera un
bebé recién nacido. Aun así, tardaron más tiempo en llegar al pueblo del que
tardaron en llegar al contenedor de basura, posiblemente porque ahora
Annie no estaba corriendo como si su vida dependiese de ello.
Ya el sol se estaba poniendo cuando llegaron pero la gente seguía en la
calles en grandes cantidades «cuando llegué a este pueblo nunca hubiera
podido imaginar que tuviera tantos habitantes». Todos a su paso se lo
quedaban mirando con gestos de gratitud, él era el hombre que salvó al
pueblo.
-- ¿A dónde iremos luego de que dejemos a Candy con el viejo tom?—le
preguntó Annie.
-- vamos rumbo a la gran ciudad, allá hay un par de hermanos que quiero
para mi equipo.

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