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Dinámicas del comercio ambulante

en el centro histórico de Oaxaca

Dynamics of the ambulant trade


in the historic center of Oaxaca
Noelia Ávila Delgado*

Resumen
En este trabajo se analiza uno de los agentes que ha participado de manera protagónica
en la actualización de las funciones económicas del centro histórico de Oaxaca: el
denominado comercio informal o ambulante. Desde el enfoque geográfico-relacional
de la teoría de las geometrías del poder de Doreen Massey, se muestra que la trama
de interacciones generadas en su entorno está mediada por una multiplicidad de
formas de apropiación que configuran este espacio como un escenario de conflictos y
exclusión. La conclusión se orienta a demostrar que dichas apropiaciones igualmente
lo dotan de una gran vitalidad, poniéndolo en movimiento como un proceso complejo
dinámico y relacional.
Palabras clave: comercio ambulante, centro histórico, apropiación del espacio,
espacio abierto, exclusión.

Abstract
This work deals with one of the agents that has participated in a protagonist way
in the updating of the economic functions of the historical center of Oaxaca: the
so-called informal or ambulant trade. From the geographic-relational approach of
Doreen Massey’s geometry of power theory, it is shown that the web of interactions
generated in its environment is mediated by a multiplicity of forms of appropriation
that configure this space as a scenario of conflicts and exclusion. The conclusion is
oriented to demonstrate that these appropriations also endow it with great vitality,
putting it in motion as a dynamic and relational complex process.

Key words: ambulant trade, historic town, appropriation of space, open space,
exclusion.

Artículo recibido: 30/06/17


Apertura del proceso de dictaminación: 18/09/17
Artículo aceptado: 28/02/18

* Doctorado en ciencias sociales, adscrita al área “Sociedad y territorio”, UAM-Xochimilco,


México [nadcsuamxoc@gmail.com].
30 Noelia Ávila Delgado

E
introducción

n América Latina, los espacios urbanos centrales –hoy


centros históricos– han concentrado durante siglos
la diversidad de expresiones arquitectónicas, artísticas y culturales que cada
sociedad produjo a lo largo de su historia. Asimismo, son utilizados de manera
cotidiana por los pobladores locales como los lugares privilegiados para la
recreación, el descanso o el paseo, configurándose como los sitios predilectos
para el encuentro y la convivencia social. Más allá de estos usos tradicionales,
también ahí se han concentrado las principales funciones y de servicios de la
ciudad, destacando entre otras la administración y confluencia de los espacios
que conjugan los tres poderes fundamentales de la sociedad: el religioso,
el político y el comercial. Este último atributo es heredado a los centros
históricos desde su fundación en el periodo colonial, de modo que a pesar
de sus transformaciones, su labor como espacios de reproducción económica,
centros de consumo o intercambio mercantil ha logrado extenderse hasta el
presente manteniendo fuertes vínculos y continuidades con la sociedad actual.
En el ámbito contemporáneo, uno de los agentes que ha participado de
manera protagónica en la actualización de dichas funciones ha sido el de-
nominado comercio informal o ambulante. Como señala Caroline Stamm, la
dimensión informal del comercio popular mantiene un paralelismo difícil de
disociar de la definición del “comercio ambulante”, el cual se refiere estric-
tamente a “las actividades de venta en el espacio público por medio de un
puesto fijo, semifijo, móvil o sin puesto”.1 En este sentido, aclaro que en este
trabajo utilizo el término “comercio ambulante”, ponderando el criterio de que
es la forma más común o generalizada con que se identifica a los trabajadores
que ejercen el comercio en las calles o espacios públicos de las ciudades.
En el plano empírico, las referencias serán recuperadas de la observación
del centro histórico de Oaxaca (ubicado al sur de México), espacio urbano
caracterizado por un enorme dinamismo, resultado a su vez de una multiplicidad

1
Caroline Stamm, “La democratización de la gestión de las plazas de comercio informal
en el centro histórico de la Ciudad de México”, Trace. Procesos Mexicanos y Centroamericanos,
núm. 51, México, 2007, p. 84. La definición estricta de ambas nociones –comercio “informal” y
“ambulante”–, sus diferencias o fronteras es tratada a profundidad en el estudio de Stamm, así
como en José Miguel Candia, “Sector Informal ¿treinta años de un debate bizantino?”, Nueva
Sociedad, vol. 186, México, 2003, pp. 36-45.

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de agentes y usos que participan de procesos muchas veces conflictivos y


antagónicos, entre los cuales actualmente destacan los generados por la pre-
sencia –a veces masiva– de los comerciantes ambulantes.2
Para la exposición de los temas, me apoyaré en una serie de postulados
básicos desarrollados a partir del enfoque relacional propuesto por la geógrafa
inglesa Doreen Massey en su teoría de las geometrías del poder (1993, 2005), así
como en la secuencia metodológica diferencias-escalas-relaciones formulada
por la también geógrafa Blanca Ramírez.3 El primer postulado se refiere a
la necesidad de reconocer que el carácter complejo y multidimensional que
caracteriza al centro histórico de Oaxaca demanda ir más allá de las visiones
tradicionales –patrimonialistas, monumentalistas, conservacionistas–, ubicando
en principio a los distintos agentes sociales y políticos que actualmente
participan en su producción, entre otros: los gobiernos en sus distintos órdenes
(local y federal), la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (Unesco), pero también los sectores populares, la protesta
y el comercio ambulante (sólo por mencionar a los más significativos); esto
con miras a observar sus especificidades, es decir, sus diferencias.
En un segundo momento es preciso identificar sus intereses particulares y
la forma como se insertan en las distintas posiciones o escalas del espacio –de
lo local a lo global–, considerando que en el centro histórico de Oaxaca se
combinan todo el tiempo escalas múltiples. Finalmente, es necesario ubicar el
tipo de relaciones o interrelaciones que se desarrollan entre los distintos agentes
mencionados, las cuales comúnmente se adhieren al ámbito de la disputa o
el conflicto, aunque en su multiplicidad las puede haber también de inclusión
o complementariedad, dependiendo de los agentes y procesos que se trate.
Con el esquema anterior intento seguir la secuencia metodológica de
Ramírez –diferencias-escalas-relaciones–, para quien esta nueva forma de
concebir los procesos o los agentes espacializados implica necesariamente:
1) el reconocimiento de las diferencias; 2) de las ubicaciones diversas de los
agentes-procesos diferenciales en jerarquías o escalas, y 3) el reconocimiento de

2
A pesar de su importancia, este tema ha sido tratado de manera escasa; existen pocos
estudios entre los cuales pueden consultarse Daniel Pérez Ruiz, El fenómeno del comercio
informal en el municipio de Oaxaca de Juárez y su impacto en las microempresas, México,
Facultad de Contaduría y Administración, UABJO, 2011; y Ana Luz Ramos Soto, La desigualdad
del ingreso y el papel del sector informal en la zona conurbada de la ciudad de Oaxaca de
Juárez, 1980-2000, México, Colegio de Investigadores en Educación de Oaxaca, 2003.
3
La propuesta de la autora es desarrollada ampliamente en su texto Modernidad,
posmodernidad, globalización y territorio, un recorrido por los campos de las teorías, México,
Miguel Ángel Porrúa/UAM-Xochimilco, 2003.

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que dichas escalas, posiciones o capas jerarquizadas se traslapan nuevamente a


partir de las relaciones que las incluyen y vinculan.4 Al respecto es preciso anotar
que la propuesta de Ramírez se nutre en buena medida de los planteamientos
de Massey (entre otros autores), para lo cual recupera tres de los postulados
esenciales que articulan su teoría de las geometrías del poder: 1) el espacio
es producto de interrelaciones, se constituye a partir de interacciones, desde
lo inmenso de lo global hasta lo infinito de la intimidad; 2) el espacio es la
esfera de posibilidad de la existencia de la multiplicidad, es la esfera en la que
coexisten distintas trayectorias, lo que hace posible la existencia de más de
una voz; y 3) precisamente porque el espacio es producto de las relaciones
que están necesariamente implícitas en las prácticas materiales que deben
realizarse, siempre está abierto y en proceso de formación, en devenir, nunca
acabado, nunca cerrado.5
Una de las implicaciones más relevantes de esta provocativa teoría es que
reconoce abiertamente el carácter político del espacio en tanto lo concibe como
la esfera de posibilidad de existencia de la multiplicidad: “sin multiplicidad no
hay espacio, la multiplicidad y el espacio son co-constitutivos”.6 De igual modo,
Massey revela con claridad la condición del espacio como un sistema abierto,
es decir, como un proceso incompleto y en constante transformación, por lo
cual, tiempo y espacio no pueden nunca disociarse.7 Otro de sus aportes es que
nos permite dimensionar al espacio a partir de una perspectiva de conflicto,
pues si la propuesta es que el espacio debe ser reconocido como la esfera del
encuentro –o desencuentro– de las múltiples trayectorias que ahí coexisten,
es lógico pensar que éstas en algún momento logren influirse y como efecto
entren en conflicto. Para la autora, estos conflictos se derivan necesariamente
de las interacciones y las complejidades, de los entrecruzamientos y las
desconexiones, situación que corrobora, por otro lado, el carácter relacional
y abierto del espacio.8
Tomando como base estas ideas, planteo como hipótesis central que
el centro histórico de Oaxaca puede ser pensado como el resultado de
una “simultaneidad dinámica y abierta, producto de interrelaciones donde

4
Blanca Ramírez, Modernidad, posmodernidad, globalización..., op. cit., p. 156.
5
Doreen Massey, “La filosofía y la política de la espacialidad, algunas consideraciones”,
en Leonor Arfuch (coord.), Pensar este tiempo: espacios, afectos, pertenencias, Buenos Aires,
Paidós, 2005, pp. 104-105.
6
Ibid., p. 105.
7
Ibid., pp. 111-112.
8
Ibid., pp. 120-121.

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actualmente coexisten diferentes trayectorias”, entre las que sugiero, las de


los comerciantes ambulantes ocupan un lugar central en el presente. Al final
podré mostrar que la trama de interacciones generadas en su entorno está
mediada por una multiplicidad de formas diferenciadas de apropiación, las
cuales se entrecruzan de manera permanente con las trayectorias de los otros-
distintos agentes con quienes se disputan los mismos espacios. Esta dinámica
constituye al centro histórico de Oaxaca como un escenario de conflictos y
exclusión, pero también de redes de relaciones o de alianzas establecidas en
este caso con quienes, como ellos, se ven en la necesidad de defender los
espacios apropiados.

oaxaca, ciudad-mercado: antecedentes de una práctica histórica

Considerando que el origen del centro histórico de Oaxaca es la ciudad


misma, no debe extrañarnos la alta concentración económica y comercial que
ahí se localiza y que se manifiesta como resultado de un conjunto de rela-
ciones históricas que lo han mantenido por siglos como el principal centro
de consumo e intercambio comercial de la región. Desde la fundación de la
ciudad de Antequera (hoy Oaxaca) en 1532, su función ha sido la de servir
como punto de encuentro para la provisión y comercialización de los productos
locales, pero también para la introducción de otros provenientes de las distintas
regiones del país y del mundo destinados a las comunidades circundantes.
Un aspecto estructural y básico de este sistema económico regional es la
relación funcional que existe entre los distintos municipios que conforman
la región de los Valles Centrales, y que ha dependido de un complejo sistema
rotativo de mercados con tianguis semanales en las diferentes poblaciones y
en distintos días de la semana. Al respecto, Molina y Campos explican que
en la actualidad este sistema pervive casi intacto y se organiza en función de
una periodización semanal que muestra cierta jerarquía y cuya trascendencia
es que “son centros de intercambio cultural, socialización y reproducción
social [...] una de las más importantes expresiones de la pluralidad cultural,
étnica y lingüística de la región”.9

9
Nancy Gabriela Molina y Gisela Virginia Campos, “Historia y situación actual de los
mercados semanales en los valles centrales de Oaxaca”, Revista Mexicana de Agroecosistemas,
vol. 3(2), México, 2016, p. 279.

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En este sistema, la ciudad de Oaxaca ha mantenido durante siglos un papel


destacado al servir como la ciudad-mercado central, pues como señalan Murphy
y Stepick: “desde su fundación en la ciudad capital el mercado fue instalado
en la plaza mayor que cada sábado se llenaba de indígenas que venían de los
pueblos cercanos a vender sus productos”.10 De acuerdo con los autores, aún
en la década de 1970 el mercado semanal de la ciudad de Oaxaca permanecía
como el tianguis campesino más grande e importante de México:

Hasta mediados de la década de 1970, el mercado de la ciudad estaba situado a


sólo una cuadra de distancia del Zócalo y ocupaba las calles adyacentes. Cada
sábado las calles de la ciudad se llenaban de actividad y colorido con los vestidos
tradicionales y el uso de los idiomas indígenas provenientes de los valles de otras
partes; ahí se reunían para distribuir sus productos a los turistas, intermediarios
y a otros comerciantes. Los vendedores comenzaban a llegar desde el viernes
y trabajaban toda la noche arreglando los puestos y las mercancías, el sábado
muy de mañana el lugar estaba lleno de colores y sonidos [...] Las calles eran
cerradas al tráfico vehicular y entre los puestos se formaban estrechos pasillos.11

Mercado Semanal del zócalo a finales del siglo XIX

Fotografía perteneciente al Archivo Luis Castañeda Guzmán, extraída


de Danivia Calderón, “Un recorrido por la historia del Zócalo (segunda
parte)”, La Gaceta del Instituto del Patrimonio Cultural, INPAC, núm. 2,
julio-septiembre, 2005, p. 5.

10
Arthur D. Murphy y Alex Stepick, La cabeza de Jano. La desigualdad en Oaxaca, México,
Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO), 2014, pp. 117-118.
11
Ibid., p. 184.

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A pesar de su importancia, a mediados de esa misma década, y en medio


de la euforia por la Declaratoria de Zona de Monumentos Históricos del
Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) decretada en 1976,12 el
tianguis fue expulsado del centro de la ciudad y se cambió a la periferia (de
aquellos años), al construirse el nuevo mercado conocido actualmente como
Central de Abastos “Margarita Maza de Juárez”.
Sobre la intención de expulsar a los vendedores del área central de
Oaxaca existen algunos precedentes. Un primer intento se dio en 1824,
cuando el Honorable Congreso del Estado “mandó a hermosear la plaza,
sugiriendo plantar árboles y empedrar la plaza mayor para restarle esa imagen
descuidada y el sobreuso que le daban los comerciantes”.13 Años más tarde,
en 1857, el Ayuntamiento solicitó al entonces gobernador del estado, Benito
Juárez, construir un nuevo mercado en el ex templo de San Juan de Dios
(hoy Mercado “20 de Noviembre”), debido a que la plaza del mismo nombre:

[...] empezó a ser insuficiente para dar cabida a los vendedores, por lo que algunos
locatarios tuvieron que invadir la Plaza de Armas de la ciudad, dando con sus
“puestos”, tendidos y barracas un aspecto de villorio [...] poco a poco la invasión
de vendedores creció, al grado de quedar convertido en un zoco, que aunque
daba gran animación a la zona, quedaba por las tardes y noches, después del
movimiento, convertido en un verdadero muladar, lleno de basura y desechos.14

Las anteriores son percepciones que por la época se tenían del mercado
que se instalaba en la plaza central de Oaxaca y que, al parecer, tampoco han
cambiado mucho a pesar del tiempo transcurrido. En el presente, su presencia
también es observada como una amenaza, especialmente a partir de los
discursos de conservación del patrimonio promovidos a escala internacional
por parte de la Unesco. Pese a los intentos por reubicar a los vendedores
fuera del centro de la ciudad, el tianguis semanal pervivió a lo largo del siglo

12
“La Zona de Monumentos Históricos de Oaxaca de Juárez se publicó en el Diario Oficial
en marzo de 1976. Comprende arquitectura civil y religiosa relevantes, construidas entre los
siglos XVI y XIX, en una superficie de 252 hectáreas, donde se encuentran 1 200 edificios
históricos catalogados, de los cuales 242 son de primera importancia. Esta Zona y el Sitio
Arqueológico de Monte Albán fueron declarados por la Unesco Patrimonio de la Humanidad
en 1987”. Plan Parcial del Centro Histórico de la Ciudad de Oaxaca de Juárez, Ayuntamiento
de Oaxaca de Juárez, 1998, p. 16.
13
Danivia Calderón, “Un recorrido por la historia del Zócalo (Segunda parte)”, op. cit., p. 7.
14
Ibid., p. 8.

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XIX, junto con el sistema rotativo de mercados regionales que se convirtió en


un fenómeno cada vez más endógeno.15
Esto fue así hasta mediados de la década de 1970, cuando los planes
para el nuevo mercado se concretaron bajo las presiones de los comerciantes
establecidos organizados en la Federación de Mercados, quienes argumentaban
que los comerciantes de la plaza eran antihigiénicos y que el viejo mercado
era demasiado concurrido y muy “indígena”, razón por la cual los turistas se
alejaban.16 En medio de esta disputa, la nueva estructura permaneció vacía por
casi cuatro años debido a que los vendedores del mercado antiguo y los que
ocupaban la plaza del Zócalo los sábados, se negaban a abandonar el centro.
Su traslado fue posible sólo con la intervención de una serie de operativos
policiacos que obligaron a su retiro por la fuerza en 1978. Sin embargo, la
mudanza no fue del todo consumada pues, contrario a lo planeado, el viejo
Mercado “20 de Noviembre” continuó en pie y funciona hasta el presente;
no así el tianguis semanal del Zócalo, que fue trasladado a las inmediaciones
del nuevo Mercado de la Central de Abastos.

tendencias globales de la economía y comercio ambulante

Para continuar es preciso señalar que la presencia actual de los vendedores


ambulantes en el centro histórico de Oaxaca no se explica únicamente por
las razones de una práctica histórica, sino que ésta es también una expresión
de las tendencias globales de la economía, es decir, de las políticas asociadas
con el neoliberalismo.17 En México, la crisis económica que se manifestó a
principios de la década de 1970, sirvió de justificación para emprender el
cambio en el modelo económico, cuyas políticas de recorte al gasto social, de
fiscalización, de flexibilización laboral y de apertura del mercado, sumadas a los

15
Carlos Lira y Danivia Calderón, “La identidad ‘colonial’ de Oaxaca. Una invención de
la política turística y patrimonial”, en Carlos Lira Vásquez y Ariel Rodríguez Kuri (coords.),
Ciudades mexicanas del siglo XX. Siete estudios históricos, México, Conacyt/El Colegio de
México/UAM-Azcapotzalco, 2009, p. 222.
16
Arthur D. Murphy y Alex Stepick, La cabeza de Jano. La desigualdad en Oaxaca, op.
cit., p. 159.
17
“El fin del desarrollismo que daría lugar a la globalización neoliberal supuso el fin de
las políticas económicas de corte keynesiano, la eliminación de barreras para el comercio
de mercancías, la desregulación de los mercados, las privatizaciones y la apertura de las
economías nacionales a las inversiones extranjeras. Este conjunto de medidas describe lo que
se conoce como neoliberalismo”. Immanuel Wallerstein, Capitalismo histórico y movimientos
antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo, Madrid, Akal, 2003, p. 480.

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continuos avatares de una economía dependiente, han significado altas tasas


de desempleo y el consecuente deterioro y precarización de las condiciones
materiales de vida de amplios sectores de la población. De tal manera que
a partir de aquella década, la denominada economía informal comenzó a
consolidarse como un sector refugio con la capacidad de brindar alternativas
de subsistencia a los miles de desempleados que aparecían de forma masiva
como efecto de la desindustrialización y de la consecuente incapacidad del
aparato productivo incorporado a la economía formal de proporcionar empleos
estables y bien remunerados.
En el caso de la ciudad de Oaxaca existe una particularidad respecto a
este proceso, pues históricamente el perfil productivo e industrial del estado
ha sido en realidad de pequeña escala si se le compara con el del centro
o norte del país. Es por ello que el sector económico más afectado por las
políticas neoliberales no ha sido el secundario, sino el primario, es decir, el de
las actividades agropecuarias. Como efecto, los trabajadores que se integran a
la economía informal no provienen de la industria, sino del campo; proceso
que por otro lado ha generado el consecuente aumento de las migraciones
del campo a la ciudad, así como la acelerada urbanización y metropolización
en las últimas décadas.
Igualmente esta circunstancia ha modificado la estructura económica de
la ciudad a favor de las actividades no agrícolas, además del incremento del
sector informal que hoy en día se concentra en las actividades terciarias, es
decir, en los servicios y el comercio. Algunos datos mínimos de la actual
situación económica tanto de Oaxaca como de la ciudad capital, confirman
la fuerte orientación que existe en el estado hacia el sector terciario. Según
datos de la Secretaría de Economía, en el 2015, el producto interno bruto (PIB)
del estado ascendió en términos nominales a 244 mil millones de pesos, lo
que representó apenas 1.6% del PIB nacional. Las actividades terciarias, entre
las que se encuentran el comercio y los servicios de hoteles y restaurantes,
aportaron 63% del PIB estatal durante ese mismo año. Por sector de actividad
económica, 534 mil personas (32.9%) se desempeñaban en el sector primario;
289 mil (17.8%) en el secundario o industrial; y 793 mil (49%) participaban en
el terciario o de los servicios.18 Esta lógica se reproduce en la ciudad capital,
donde de los tres sectores económicos, nuevamente prevalece el sector
terciario que representa 77% de la población económicamente activa (PEA).19

18
Secretaría de Economía, Información económica y estatal de Oaxaca: Informe de labores
2015, México, SE, 2016, p. 5.
19
Gobierno del Estado de Oaxaca, Plan municipal de desarrollo 2014-2016, 2014, pp.
89-93.

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La situación descrita confirma lo señalado por Ana Luz Ramos, respecto a que
los índices de mayor ocupación informal ocurren efectivamente en las entidades
federativas con los mercados de trabajo menos desarrollados,20 lo que explica
por qué Oaxaca ocupa en el presente el primer lugar de informalidad laboral
en el país (81.9%).21
Este es el escenario en el que actualmente emergen los comerciantes ambu-
lantes para apropiarse de las calles y espacios públicos del centro histórico,
ejerciendo así su derecho al trabajo, en ocasiones como la única alternativa que
les permite hacer frente a la desocupación generada por el modelo económico
imperante. Reconocer su derecho al trabajo es reconocer también la condición
de vulnerabilidad en la que se encuentran, pues en estas condiciones sólo
cuentan con su fuerza de trabajo para satisfacer parcialmente sus necesidades
de subsistencia. En Oaxaca existen entre ellos grupos o sectores en condiciones
de alto riesgo: discapacitados, adultos mayores, indígenas desplazados por la
violencia, mujeres jefas de familia, jóvenes y menores de edad, entre otros, por
lo cual es importante ir más allá de las visiones estigmatizadas o estigmatizantes
que comúnmente rodean a este tipo de actores.
Así se dibuja la red de relaciones económicas que en el caso de los ven-
dedores ambulantes parece trascender por mucho el ámbito de lo estrictamente
local. Como he mostrado hasta aquí, su presencia es también una expresión
de lo global, y particularmente de las transformaciones del mercado laboral
y la marginalidad social que ha acarreado consigo el neoliberalismo. Señalar
lo anterior es importante pues, como sugiere Massey, esta conciencia escalar
integra de manera positiva la relación de lo global con lo local, lo cual quiere
decir que cualquier explicación adecuada del centro histórico de Oaxaca y
sus procesos asociados, tendrá que establecerse en su contexto geográfico
más amplio.22

de la multiplicidad a la inclusión/exclusión socioespacial

Como mencioné al inicio, la trama de interacciones generadas en torno a


la actividad laboral de los comerciantes ambulantes en el centro histórico

20
Ana Luz Ramos, La desigualdad del ingreso y el papel del sector informal..., op. cit., p. 151.
21
De acuerdo con las cifras disponibles en el conteo más reciente de la Encuesta nacional
de ocupación y empleo (ENOE), al cuarto trimestre de 2016, en Oaxaca 1 290 000 trabajadores
formaban parte del subempleo, del autoempleo o del empleo informal en alguna de sus
modalidades, lo que representa la tasa de informalidad más alta del país con 81.9%. Boletín
de prensa, núm. 66/17, ENOE, 12 de febrero de 2017, p. 13.
22
Doreen Massey, “A Global Sense of Place”, Marxism Today, Londres, junio, 1991, p. 27.

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de Oaxaca está mediada por una multiplicidad de formas diferenciadas de


apropiación, las cuales se entrecruzan de manera continua con las trayectorias
de los otros-distintos agentes con quienes permanentemente se disputan los
mismos espacios. Esta dinámica constituye al centro histórico en un escenario
de conflictos y exclusión, pero también de redes de relaciones o de alianzas
establecidas con quienes, como ellos, se ven en la necesidad de defender los
espacios apropiados. Así ha ocurrido en los últimos años, concretamente entre
una fracción de los vendedores ambulantes y el movimiento magisterial de la
Sección XXII.23 Por otro lado (aunque como parte del mismo proceso), se ven
obligados a competir o negociar su permanencia con el resto de los agentes
que participan en el centro histórico, especialmente el gobierno local y los
comerciantes o empresarios establecidos (muchas veces con fuertes vínculos
entre ellos), quienes ocupan una posición dominante.
Estas formas diferenciadas de apropiación corresponden a su vez a una
gama extensa de agentes concretos cuya presencia real o efectiva, sin embargo,
no corresponde a la de un grupo homogéneo o uniforme, sino todo lo contrario.
De tal manera que cuando aquí se alude al conjunto genérico “comerciantes
ambulantes”, en realidad se hace referencia a una multiplicidad de grupos con
intereses contrapuestos e identidades diversas; articulados en distintos grados
y que conforman un complejo de interacciones cuyo denominador común
es que coexisten en las calles y espacios públicos del centro histórico donde
realizan su actividad de subsistencia. Esto confirma en principio lo sugerido
por Massey respecto a que los espacios no poseen nunca identidades únicas
o cerradas, sino que, a la inversa, están llenos de diferencias y, por lo mismo,
de conflictos internos.24
De acuerdo con la Dirección de Normatividad en Vía Pública de la ciudad
de Oaxaca, al inicio de la gestión municipal 2014-2016, se tenían registradas
en el perímetro del centro histórico 49 organizaciones que aglutinaban aproxi-
madamente a 1 400 comerciantes en vía pública, de los cuales 771 contaban

23
La importancia de este gremio –perteneciente al Sindicato Nacional de Trabajadores
de la Educación, SNTE–, se debe esencialmente a que en la actualidad se ha convertido en
una de las referencias más nítidas de la protesta social en el estado de Oaxaca, destacándose
por su presencia continuada durante más de tres décadas de lucha. Uno de sus rostros más
visibles y reconocidos es el que se refiere a su irrupción en las principales calles y espacios
públicos del centro histórico, entre ellos el Zócalo; eso a través de un amplio repertorio de
acciones de protesta.
24
Doreen Massey, “Power-geometry and a progressive sense of place”, en John Bird, Barry
Curtis, Tim Putnam y Lisa Tickner (eds.), Mapping the Futures. Local Cultures, Global Change,
Londres, Routledge, 1993, p. 69.

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con un permiso de la autoridad y 661 realizan sus actividades registrados como


“tolerados”.25 Por su importancia destacan las siguientes:

Cuadro 1
Organizaciones de comerciantes ambulantes en el centro histórico de Oaxaca
Nombre de la organización Nombre del dirigente Filiación política

Lázaro Cárdenas del Río” Israel Ramírez Bracamontes Partido Revolucionario


(Lazcar) y José Luis Aquino Santiago Institucional (PRI)

Nueva Sociedad Siglo XXI Leovigildo Aquino Santiago PRI

Unión Renacimiento de Eugenia Carmela Luján PRI


Mercados y Verbenas

Unión Libre Margarita Maza Yolanda Ortega García PRI


de Juárez

Unión de Comerciantes Juan Hernández Pérez PRI


Ambulantes y Tianguistas del
Estado de Oaxaca “Macedonio
Alcalá”

Organización 21 de Marzo Estela Mendoza López PRI

Organización 14 de Junio Francisco Martínez Sánchez PRI

Organización 8 regiones Hugo Jarquín Partido de la Revolución


Democrática PRD

Comerciantes del Frente Amplio Hugo Jarquín PRD


de Lucha Popular

Coordinadora de Organizaciones Giovanni Rojas Méndez PRD


Sociales (COS)

Unión de Artesanos y Adán Mejía López Coordinadora General


Comerciantes Oaxaqueños en de Comerciantes. Frente
Lucha (UACOL) Único de Lucha/Asamblea
Popular de los Pueblos de
Oaxaca (FUL-APPO)
Fuente: elaboración a partir de información hemerográfica y datos proporcionados por el municipio
de Oaxaca de Juárez en el Informe detallado de las actividades desarrolladas..., op. cit., p. 12-14.

25
Secretaría de Servicios a la Comunidad, Informe detallado de las actividades desarrolladas
en los primeros 100 días de la presente administración municipal, Municipio de Oaxaca de
Juárez, pp. 12-14.

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Como se observa, estas organizaciones responden a distintas filiaciones


político-ideológicas que van desde su incorporación abierta al PRI o al PRD,
partidos con los que establecen relaciones de distinto grado a partir de
mecanismos de intermediación como el clientelismo o el corporativismo; hasta
las organizaciones de comerciantes identificadas con los distintos movimientos
populares que hoy en día existen en la entidad, entre otros, con el movimiento
magisterial de la Sección XXII. Este último es el caso de las agrupaciones
pertenecientes al “Frente Único de Lucha-Asamblea Popular de los Pueblos de
Oaxaca” (FUL-APPO), a la cual están adheridas siete organizaciones, entre ellas
la más importante es la “Unión de Artesanos y Comerciantes Oaxaqueños en
Lucha” (UACOL), creada a raíz del conflicto sociopolítico ocurrido en Oaxaca
durante el 2006.26
Identificar estas filiaciones o diferencias político-ideológicas resulta fun-
damental para observar las posiciones diferenciadas de ventaja o desventaja, en
las que se ubican las organizaciones dentro del campo de conflicto abierto por
la disputa de las calles del centro histórico para el ejercicio del comercio. Es a
partir de dichas filiaciones que las distintas organizaciones establecen formas
de interacción-interrelación que muchas veces pueden resultar asimétricas o
desiguales, por lo cual se traslapan o yuxtaponen en un mismo espacio de
manera simultánea, desatándose fuertes conflictos y confrontaciones entre
ellas. Esto es así porque la apropiación material o física de los espacios que
pretenden ocupar debe ajustarse a normatividades y controles que no todas las
organizaciones están en condiciones de cumplir, lo que las obliga a establecer
acuerdos entre sí, pero también a pactar con las autoridades encargadas de
regular esta actividad.
En la práctica, estos arreglos suponen que uno o varios grupos específicos
quedarán relegados o excluidos en el uso del espacio público, revelándose
así que las distintas posibilidades de apropiación no sólo dependen de su
capacidad de organización, sino también de la correlación de fuerzas que
establecen a partir de los acuerdos generados con los representantes del
gobierno. De esta forma se instituye un sistema informal de regulación que
restringe el acceso de manera discrecional o diferenciada a determinados grupos
a los espacios centrales o estratégicos del centro histórico –particularmente
la plaza del Zócalo y el Andador Turístico “Macedonio Alcalá”–, mientras

26
A fines de mayo de 2006, diversas organizaciones sociales constituyeron un frente de lucha
que confluyó en lo que más tarde sería conocido como la “Asamblea Popular de los Pueblos de
Oaxaca” (APPO), esta organización emergió en el marco de un conflicto cuya principal demanda
era la renuncia del entonces gobernador Ulises Ruiz Ortiz.

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42 Noelia Ávila Delgado

que a otros se les “tolera” o facilita la apropiación bajo ciertas condiciones,


todo ello dependiendo de los pactos o negociaciones alcanzadas a partir de
la intermediación.
El resultado de esta dinámica de inclusión/exclusión socioespacial es un
equilibrio inestable que en ocasiones estalla bajo la forma de confrontación
abierta entre los propios comerciantes, quienes afirman sus intereses de
manera defensiva u ofensiva, implementando distintas estrategias dirigidas a
permanecer en los espacios apropiados.

conflictos y relaciones en el espacio-tiempo

A partir de las prácticas de apropiación de los vendedores ambulantes, el centro


histórico aparece entonces como un lugar de conflictos y enfrentamientos,
imprevisible y en desequilibrio constante. Estas ideas aluden claramente al
carácter siempre abierto del espacio referido por Doreen Massey. Para la autora,
el espacio no debe ser comprendido como una superficie homogénea o plana,
sino como una zona de disrupciones, un sistema abierto que contiene relaciones
existentes y futuras siempre cambiantes.27 Desde su visión, las múltiples y
diferenciadas formas de apropiación de los vendedores ambulantes supondrían
en la práctica contratos, acuerdos y compromisos que se entretejen de manera
conflictiva como resultado de los desencuentros, de las desconexiones y de las
relaciones no establecidas, esto es, de las exclusiones.28 De este modo, el centro
histórico se pone en movimiento adquiriendo la forma de una “simultaneidad
dinámica y abierta”, resultado de un proceso complejo en el cual las prácticas
de apropiación de los vendedores ambulantes, en su multiplicidad, devienen
también dinámicas y cambiantes, es decir, flexibles e inciertas, no estáticas
ni lineales.
En su necesidad por imponer pautas de ordenamiento a este conjunto
abierto de posibilidades espaciales/sociales/relacionales, las autoridades
municipales han intentado homologar las prácticas de apropiación de los
comerciantes ambulantes a partir de una tipología taxonómica que pretende
regular, prescribir y prohibir sus formas de estar y de permanecer en el
centro histórico. Con esta intención fue creado en 1999 el “Reglamento
para el control de actividades comerciales y de servicios en vía pública del
municipio de Oaxaca de Juárez”, vigente al día de hoy. En su artículo 5

27
Doreen Massey, “La filosofía y la política de la espacialidad...”, op. cit., p. 120
28
Ibid., p. 119

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Dinámicas del comercio ambulante en el centro histórico de Oaxaca 43

clasifica la actividad comercial en vía pública en función del “tipo de puesto


o comercio” en que se desarrolla: “fijo”, “semifijo” o “móvil”.29 Sobra decir que
esta clasificación no alcanza a capturar la pluralidad y la complejidad de las
formas de apropiación que operan en la práctica de manera efectiva. Desde
la visión aquí propuesta, lo “fijo” o “semifijo” no tendrían sentido, cuando he
mostrado que la característica fundamental de las prácticas de apropiación de
los vendedores ambulantes sería justamente lo inverso, es decir, el movimiento
constante y la reconfiguración continua del espacio. Ciertamente, dichas
prácticas más allá de ser “estáticas” o “fijas”, son dinámicas y cambiantes,
situación que revela simultáneamente la fuerte carga temporal que poseen.
De este modo, el tiempo entra en escena restituyendo el contenido del
espacio. Como señala Massey, es necesario insistir en la inseparabilidad
de ambas dimensiones. Pensar en términos de tiempo-espacio es abrir las
posibilidades para la comprensión del centro histórico como un proceso
en proceso, “como una combinación de espacio-tiempo en él siendo [...]
un continuo movimiento en donde la multiplicidad de espacios-tiempos,
marcados por la diferencia confluyen en múltiples trayectorias y velocidades”.30
De esta forma, las apropiaciones diferenciadas de los vendedores ambulantes
implican tiempos y ritmos múltiples que se interpenetran; ritmos que se
cruzan y entrecruzan, que se superponen ligados al espacio creando espacio-
temporalidades igualmente múltiples y variadas.
Dichas espacio-temporalidades operan en la práctica en función de una
distribución horaria elemental, esquemáticamente: mañana, tarde y noche, la
cual define las posibilidades de apropiación de los comerciantes ambulantes
de acuerdo con los distintos momentos del día. Así, existen, por ejemplo,
aquellos que realizan sus actividades durante las primeras horas, coincidiendo
con el momento en que la población inicia sus tareas cotidianas (vendedores
de comida, tamales, jugos y frutas; vendedores de periódicos, etcétera).
Otros que realizan sus ventas un poco más tarde –a partir de las 8 o 9 am,
permaneciendo hasta las 6 o 7 de la noche–; horario en el cual se presenta
la mayor afluencia de personas en el centro histórico –locales y turistas. La
variedad de mercancías que distribuyen es mayor, prácticamente de todo:
dulces y golosinas, ropa típica, calzado, aparatos electrónicos y un larguísimo
etcétera; además de una gran variedad de artesanías (algunas auténticas y otras

29
Ayuntamiento de la ciudad de Oaxaca de Juárez, Reglamento para el control de
actividades comerciales y de servicios en vía pública del Municipio de Oaxaca de Juárez,
1999, pp. 1-3.
30
Blanca Ramírez, “Espacio-tiempo en la comprensión del territorio”, Ciudades, núm. 70,
abril-junio, 2006, p. 7.

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44 Noelia Ávila Delgado

de origen asiático) dirigidas principalmente a los turistas. Mención especial


merecen los comerciantes dedicados a la venta de discos compactos, música
y cine, principalmente, productos conocidos coloquialmente como “piratería”.
Al ofrecer este tipo de mercancía, de bajo costo (y calidad), los comer-
ciantes movilizan la economía de la ciudad incorporando a amplios sectores
de la población, ofertándoles simultáneamente la ilusión de pertenecer a la
sociedad de consumo. Eso al tiempo que actualizan las funciones del centro
histórico como el principal centro de consumo e intercambio comercial de la
región. Ya entrada la noche, los espacios apropiados comienzan a desocuparse
o a mudar de giro. Así aparecen nuevamente los puestos de comida, esta
vez tradicional, muchos de ellos concentrados en la preparación de algunos
alimentos típicos como las tlayudas y el chocolate-atole, además de los elotes
y esquites, alimentos consumidos esencialmente por la población local.
La variabilidad de estas espacio-temporalidades está sujeta igualmente
a una calendarización anual que depende de distintas fechas especiales o
festividades de tipo religioso o cívico: al final de julio por la Guelaguetza
(la fiesta tradicional más importante del estado), el 15 de septiembre por el
Grito de Independencia, el 1 y 2 de noviembre por el Día de Muertos, el 23
de diciembre por la Noche de Rábanos, entre otras. Durante estos breves
periodos, los vendedores ambulantes hacen un aprovechamiento extra de
las calles del centro histórico para incrementar sus ventas, lo que significa
que durante ciertos momentos o temporadas del año su presencia puede
incrementarse hasta volverse masiva, concentrándose particularmente en los
espacios y momentos de mayor movimiento o afluencia peatonal.

“limpiar”, “liberar”... controlar el espacio

Toda la diversidad espacio-temporal que acabo de exponer intenta controlarse


en un principio a partir de las reglamentaciones y de la imposición de una
espacio-temporalidad única y homogénea. Pero cuando las diferencias son
percibidas como amenazas, es posible que emerja la violencia y que se
reproduzcan dinámicas socioespaciales de expulsión/exclusión, las cuales
funcionan muchas veces bajo determinados estereotipos o comportamientos
estigmatizados, alimentados por imágenes preconcebidas, social y culturalmente
construidas. En el centro histórico de Oaxaca, puede decirse que el clímax de
estas dinámicas de expulsión/exclusión ocurrió en noviembre de 2013 (del 18
al 23) en el marco del XII Congreso Mundial de la Organización de Ciudades
Patrimonio, momento en que el gobierno en turno impidió que cerca de 900
comerciantes ambulantes se instalaran en las calles del centro histórico durante

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Dinámicas del comercio ambulante en el centro histórico de Oaxaca 45

los días que duró el evento. Este suceso fue duramente criticado y calificado
por algunos medios locales como un “vergonzoso pacto de simulación”.31
Además de este tipo de acciones, en las últimas décadas varias han sido
las medidas que las autoridades han emprendido para tratar de controlar lo
que consideran es un problema que daña y deteriora la imagen del centro
histórico y que, por lo mismo, representa una “amenaza” que pone en riesgo
la declaratoria de la Unesco. Entre otras destacan las políticas dirigidas al
reordenamiento y reubicación de los vendedores ambulantes en plazas
comerciales situadas en la periferia del centro histórico (las cuales no se
han concretado por el incumplimiento de los propios gobernantes), además
del uso reiterado de las fuerzas policiacas que intervienen a partir de la
implementación de operativos de desalojo, cuyo objetivo es “liberar” los
espacios apropiados por los ambulantes.
Como parte de esta tendencia resultan significativos los operativos policiacos
ocurridos el 19 de julio de 2010, efectuado en el marco de la “Guelaguetza del
Bicentenario”, cuyo saldo ascendió a ocho detenidos y un par de personas
lesionadas; el del 14 de septiembre de ese mismo año realizado para “despejar”
el área donde el gobernador Ulises Ruiz Ortiz llevaría a cabo su último “Grito
de Independencia”; así como uno de los más recientes, caracterizado por su
particular violencia, y que fuera realizado la madrugada del 10 de mayo de
2015 en las inmediaciones de la plaza del Zócalo y la Alameda de León. En esa
fecha fueron retirados por la fuerza cerca de 400 comerciantes pertenecientes
a la “UACOL” (organización afiliada al FUL-APPO), quienes se encontraban
acompañando el campamento de protesta del movimiento magisterial del
MDTEO-Sección 22, instalado en el Zócalo desde junio de 2014 en el marco de
las jornadas de lucha emprendidas contra la denominada Reforma Educativa
(aprobada en diciembre de 2012). En todos estos casos, los desalojos fueron
realizados en fechas cercanas a eventos importantes y, luego de su ejecución,
fueron colocados cercos policiacos en las bocacalles del primer cuadro de la
ciudad con el fin de evitar el regreso de los ambulantes. Sobra decir que esto
no ha ocurrido, ya que siempre han respondido retornando a los espacios
apropiados, ello a pesar de la persecución y el asedio policiaco que no cesa
y que en ocasiones culmina con el encarcelamiento de sus afiliados y con el
decomiso de la mercancía cuyo destino nadie conoce con certeza.
Sobre este último desalojo es importante mencionar algunas particularidades
que revelan la importancia y complejidad de las formas de apropiación

31
“La farsa terminó, regresan comerciantes ambulantes”, Diario Despertar, 25 de noviembre
de 2013; “Regresan puestos ambulantes al centro de la ciudad de Oaxaca”, Quadratin, 24 de
noviembre de 2013.

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realizadas por los comerciantes ambulantes en el centro histórico de Oaxaca.


La primera se refiere justamente a la alianza establecida entre los vendedores
ambulantes y el movimiento magisterial de la Sección XXII, pacto que se ha
dado con miras a salvaguardar de manera conjunta la plaza del Zócalo y el
espacio contiguo de la Alameda de León. Esta alianza o relación recíproca
confirma que en ocasiones los vínculos entre los distintos agentes que se
disputan de manera simultánea los espacios no son solamente de oposición
o conflicto, sino que “en el interior de un mismo espacio los puede haber
también de complementariedad, armonía o igualdad, dependiendo de los
agentes y procesos implicados”.32 Lo más significativo, tal vez, es que la
relación establecida entre los maestros de la Sección XXII y los comerciantes del
FUL-APPO, inaugura una singular forma de apropiación en la que se desvanecen
por completo las fronteras entre la actividad de subsistencia –asociada con el
comercio– y las actividades relativas a la protesta social.33 Es evidente que esta
alianza resulta provechosa para ambas partes, en tanto les permite mantener
bajo su control y, por largos periodos, los espacios que por distintas razones,
tanto unos como otros, consideran estratégicos.
Sobre el tema, debe señalarse, sin embargo, que en este caso es el cam-
pamento de protesta de los maestros el que abre el centro histórico para los
ambulantes, en el sentido de que ciertas calles o espacios antes prohibidos o
restringidos quedan liberados para el ejercicio del comercio. Esta dinámica de
reciprocidad es la que les permite mantenerse en estos espacios esenciales por
periodos prolongados, tal como sucedió en la coyuntura mencionada, en la
cual, los vendedores lograron permanecer en el Zócalo por casi 10 meses –de
junio de 2014 a mayo de 2015– bajo la cobertura de los maestros; eso mientras
los primeros nutrían con su presencia el campamento magisterial. De acuerdo
con esta dinámica, es posible confirmar que uno de los objetivos estratégicos
del referido operativo de desalojo era dar un doble golpe y debilitar estas
alianzas, con miras a avanzar en la “recuperación” de ambos espacios.

32
Blanca Ramírez, “Modernidad, posmodernidad, globalización...”, op. cit. p. 168.
33
El estado de Oaxaca es pródigo en protestas sociales, éstas se han convertido en una
referencia de su vida cotidiana, no obstante es preciso ubicarlas como parte del funcionamiento
anómalo de los gobiernos y de los recursos de control patrimonial y regulación clientelar
utilizados para dar cauce a los conflictos. Su irrupción se explica en principio como efecto
de una multiplicidad de problemas históricos que han convertido a la entidad en un ejemplo
paradigmático de la protesta social en México. Por cuestiones de espacio no puedo profundizar
aquí sobre este tema, en cambio sugiero la consulta de Noelia Ávila Delgado, “Militarización
y control: espacio público y protesta social”, Ciudades, RNUI-BUAP, pp. 55-62; y Eduardo
Bautista Martínez, La política y las calles. Resistencias y continuidades en Oaxaca, México,
UABJO/Miguel Ángel Porrúa, 2015.

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Dinámicas del comercio ambulante en el centro histórico de Oaxaca 47

reflexiones finales

En este trabajo se muestra que los vendedores ambulantes y la actividad


comercial en sí misma han sido una parte esencial de la historia de la ciudad
de Oaxaca y de su hoy denominado centro histórico. Como una proyección
del pasado, su importancia radica en que han devuelto nuevamente este
espacio a su función primordial de servir como “ciudad-mercado” o centro
de abasto comercial, orientado principalmente al consumo local y popular
y, a partir de las últimas décadas, orientado también al turismo. Si como
mencioné en la introducción se parte de la hipótesis de que el centro histórico
está condicionado por una serie de interacciones múltiples realizadas por
una diversidad de agentes, es preciso reconocer que entre ellos actualmente
sobresalen los vendedores ambulantes.
Este agente, tan complejo como dinámico, ha representado un componente
fundamental en el desarrollo económico no sólo de la ciudad, sino de la región
de los Valles Centrales. Pese a ello, con el pasar de los años su presencia se ha
constituido en un agravio o una amenaza, particularmente desde los discursos
dominantes de conservación del patrimonio promovidos por la Unesco. A
escala internacional, esta instancia ha estimulado el retiro de los comerciantes
ambulantes como una de las condiciones que en teoría permitirían una mejor
inserción de los centros históricos a la economía globalizada.
En el caso del centro histórico de Oaxaca, tanto el decreto presidencial
de Zona de Monumentos Históricos del INAH (1976), como la ulterior
declaratoria de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco (1987), modificaron
significativamente las maneras de entender la presencia de los vendedores
ambulantes en sus calles. De una visión “higienista” que –como vimos–
predominó hasta la década de 1970, el comercio ambulante pasó a ser, en
el presente, una de las principales amenazas asociadas con la pérdida o
degradación del patrimonio. No obstante, y pese a los agresivos procesos de
desplazamiento a los que se han visto sometidos, la exclusión no ha podido
consumarse. En el momento actual su presencia continúa siendo parte esencial
del dinamismo político, económico y cultural que por siglos ha caracterizado
al centro histórico. Esta es una prueba de que su función económica se ha
mantenido constante a pesar de los siglos transcurridos y, por lo mismo, es
una de las continuidades que lo caracterizan y que hunden sus raíces en el
periodo colonial.
Sus prácticas de apropiación son importantes, sobre todo porque favorecen
las condiciones que incorporan nuevos elementos de reconocimiento y
legitimidad respecto a los diversos usos que actualmente tienen lugar en el

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centro histórico. También, porque a través de ellas se reproduce un tiempo


social que con sus características y determinaciones –repeticiones, ritmos y
ciclos– pone en movimiento al centro histórico como un proceso complejo
dinámico y relacional. En este sentido, concluyo, de acuerdo con Massey,
que la posibilidad de su reconocimiento depende en primera instancia del
reconocimiento de la espacialidad,34 pues “limitar el espacio es limitar las
relaciones e interacciones, negar el espacio es negar sujetos e identidades, cerrar
el espacio es cerrar las posibilidades de reconstruirlo social y políticamente
desde la pluralidad”.35

34
Doreen Massey, “La filosofía y la política de la espacialidad...”, op. cit., p. 108.
35
Elsy Ortega Eraso, “Conceptualización del espacio físico y social: incidencias en la
integración y visibilización de la emigración Colombia-Ecuador”, Revista Académica de la
Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social, Colombia, núm. 79,
enero–junio, 2010, p. 6.

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