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Concilio Vaticano II

El Concilio Vaticano II fue un concilio ecuménico de la Iglesia católica convocado por el papa Juan
XXIII, quien lo anunció el 25 de enero de 1959. Fue uno de los eventos históricos que marcaron el siglo
XX.

El Concilio constó de cuatro sesiones: la primera de ellas fue presidida por el mismo papa en el otoño
de 1962. Él no pudo concluir este Concilio ya que falleció un año después, (el 3 de junio de 1963). Las
otras tres etapas fueron convocadas y presididas por su sucesor, el papa Pablo VI, hasta su clausura
en 1965. La lengua oficial del Concilio fue el latín.

Comparativamente, fue el Concilio que contó con mayor y más diversa representación de lenguas y
etnias, con una media de asistencia de unos dos mil padres conciliares procedentes de todas las partes
del mundo. Asistieron además miembros de otras confesiones religiosas cristianas.

Antecedentes
A lo largo de los años 1950, la investigación teológica y bíblica católica había empezado a apartarse del
neoescolasticismo y el literalismo bíblico que la reacción al modernismo había impuesto desde el
Concilio Vaticano I. Esta evolución puede apreciarse en teólogos como los jesuitas Karl Rahner o John
Courtney Murray, que se habían venido esforzando por integrar la experiencia humana moderna con el
dogma cristiano, así como en otros: el dominico Yves Congar, Joseph Ratzinger (posteriormente
elegido como papa bajo el nombre de Benedicto XVI), Henri de Lubac y Hans Küng que buscaban lo
que veían como una comprensión más ajustada de la Escritura y de los Santos Padres, un retorno a las
fuentes (ressourcement) y una actualización (aggiornamento).

Finalidad del Concilio

La principal finalidad quedó expresada en el primer documento aprobado por el Concilio: La constitución
de la sagrada Liturgia:
“Este sacrosanto Concilio se propone acrecentar de día en día entre los fieles la vida cristiana, adaptar
mejor a las necesidades de nuestro tiempo las instituciones que están sujetas a cambio, promover todo
aquello que pueda contribuir a la unión de cuantos creen en Jesucristo y fortalecer lo que sirve para
invitar a todos los hombres al seno de la Iglesia.”(1)

Se identifican así cuatro objetivos principales: el incremento de la vida cristiana, la reforma de las
instituciones mudables de la Iglesia, la reunificación de los cristianos (ecumenismo), y la puesta al día
de la Iglesia o aggiornamento de la Iglesia, con la finalidad de que nadie padeciera un desgarrón por
pertenecer a la Iglesia y al mismo tiempo al mundo moderno, de manera que la armonía de ser cristiano
sólo sufra la tensión escrita en el evangelio: «estar en el mundo y no ser del mundo»(2). El Papa Pablo
VI lo expresaba diciendo:

“El Concilio ha tenido vivo interés por el estudio del mundo contemporáneo. Tal vez nunca como en
esta ocasión ha sentido la Iglesia la necesidad de acercarse, de comprender, de penetrar, de servir, de
evangelizar a la sociedad que la rodea; de acogerla, casi de acompañarla en su rápido y continuo
cambio”(3)

quien realizaron el vaticano ii


El Concilio Ecuménico Vaticano II fue el acontecimiento religioso más importante del siglo XX y
probablemente el más importante desde el Concilio de Trento. ¿Por qué? La Iglesia, por iniciativa de
san Juan XXIII, convocó un Concilio para 1962 (sólo se han celebrado 20 concilios en toda la historia)
para que la Iglesia se abriera al mundo, a todos los hombres y para que hiciera un examen de
conciencia general para adaptar la presentación del Mensaje Evangélico a los tiempos modernos. El
Concilio fue clausurado por el papa Pablo VI el 8 de diciembre de 1965.

Documentos del Concilio Vaticano II

Los documentos del Concilio Vaticano II son los textos oficiales aprobados emanados por esta
asamblea y promulgados por el papa Pablo VI, que contienen 16 documentos que pueden ser
enseñanzas doctrinales y morales, normas jurídicas y propuestas de actuación para los fieles de la
Iglesia católica. Pablo VI hizo una presentation resumida de cada documento conciliar. 1

Son de tres tipos: constituciones, decretos y declaraciones.

Constituciones

Las cuatro constituciones conciliares aprobadas por los Padres del Concilio son los documentos de
mayor envergadura, y que tratan acerca de los temas fundamentales que abordó el Concilio. Son las
siguientes:

Gaudium et spes

La Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual o Gaudium et spes es tal vez el máximo
logro del Concilio Ecuménico. Su nombre proviene de las primeras palabras de ésta en latín, que en
castellano significa Los gozos y las esperanzas. Trata acerca de la Iglesia en el mundo actual, y es la
manifestación más clara del aggiornamento pretendido por Juan XXIII.

Se encuentra dividida en cuatro partes. La primera es un prefacio y la segunda una introducción acerca
de la situación del hombre en el mundo moderno. La tercera se llama «De la Iglesia y la vocación del
hombre», hablando de la visión de la Iglesia acerca de la dignidad del ser humano, la vida en sociedad,
la actividad del hombre en el mundo y acerca del rol de la iglesia en el mundo actual. La cuarta parte
tiene como finalidad explicar la misión en la actualidad de la Iglesia y se explaya en ciertos temas
particulares como el desarrollo económico y social, la naturaleza del matrimonio en la vida moderna, la
política, la expansión de la cultura y sobre la paz y la promoción de la comunidad de naciones.

Fue aprobada por 2.307 contra 75 obispos reunidos en concilio, y fue solemnemente promulgada por el
Papa Pablo VI el 7 de diciembre de 1965.

Dei Verbum

La Constitución dogmática sobre la Divina Revelación o Dei Verbum (Palabra de Dios), es otro de los
más importantes documentos conciliares. Trata acerca de la Revelación y de cómo debe entenderse,
estudiarse y practicarse la Palabra de Dios. A diferencia de las demás constituciones, ésta es
netamente teológica. Se trata del documento de gestación más dramática y, sin dudas, el que dio lugar
a un giro cardinal en la orientación del Concilio Vaticano II, apenas un mes después de su iniciación.

Lumen gentium

La Constitución Dogmática acerca de la Iglesia o Lumen gentium (Luz de las gentes) trata acerca de la
Iglesia en sí misma, y establece por primera vez organismos colegiados, como el Sínodo de obispos
como formas de comunicación entre los creyentes y el papa. Fue el documento clave para la
interpretación de la copiosa legislación postconciliar promovida por los papas para la aplicación de los
principios, directivas y normas del Concilio.

Está dividida en 8 partes:

1) La primera es sobre el Misterio de la Iglesia.

2) La segunda parte sobre el sentido de "Pueblo de Dios".


3) La tercera trata sobre la constitución jerárquica de la Iglesia y en especial del episcopado, esta parte
contiene un proemio o introducción al tema.

4) La cuarta parte trata de los laicos.

5) La quinta parte trata sobre la universal vocación a la santidad de los cristianos en la Iglesia.

6) La sexta está dedicada a los religiosos, es decir aquellos hombres y mujeres que desean vivir el
llamado del evangelio sin ser sacerdotes, el Documento lo cita así " Los consejos evangélicos, castidad
ofrecida a Dios, pobreza y obediencia, como consejos fundados en las palabras y ejemplos del Señor y
recomendados por los Apóstoles, por los padres, doctores y pastores de la Iglesia, son un don divino
que la Iglesia recibió del Señor, y que con su gracia se conserva perpetuamente"(LG, 43)[1] y agrega :
"Por los votos, o por otros sagrados vínculos análogos a ellos a su manera, se obliga al fiel cristiano a la
práctica de los tres consejos evangélicos antes citados, entregándose totalmente al servicio de Dios
sumamente amado, en una entrega que crea en él una especial relación con el servicio y la gloria de
Dios(LG, 44)[2]

7) La séptima parte trata sobre la índole escatológica de la Iglesia peregrinante y su unión con la Iglesia
actual.

8) La octava parte toca el tema de la Virgen María, sobre cómo se entiende en la Iglesia católica, y el
culto que se le rinde dentro de los conceptos católicos.

Fue aprobada con el voto favorable de 2.151 contra 5 obispos, y promulgada el 21 de noviembre de
1965 por Pablo VI.

Sacrosanctum Concilium

La Constitución sobre la Sagrada Liturgia o Sacrosanctum Concilium (Sagrado Concilio, en latín), fue
la primera de las constituciones aprobadas por el Concilio, y la de consecuencias más inmediatas.
Reafirmó la importancia y la naturaleza esencial de la liturgia dentro de la vida de la Iglesia,
estableciendo las bases para su reestructuración.

Fue promulgada el 4 de diciembre de 1963 en la segunda etapa conciliar, luego de obtener 2147 votos
favorables contra cuatro adversos y uno nulo.

Decretos conciliares

Aunque el Concilio Vaticano II realizó una distinción entre «decretos» y «constituciones», no explicitó la
diferencia. Por esa razón se llegó a argumentar que los decretos tendrían poca obligatoriedad doctrinal
o que serían de relevancia «meramente pastoral o disciplicaria». 2 Pero según Walter Kasper, no se
puede argumentar una diferencia en la «obligatoriedad teológica» de los decretos y las constituciones,
ya que el Concilio de Trento solo aprobó «decretos», algunos de los cuales alcanzaron máxima
importancia teológica y carácter vinculante.2 Por ello, los decretos conciliares son documentos de
trascendencia no menor que las constituciones. Tratan sobre principios doctrinales aplicables a ciertas
actividades u organizaciones de la Iglesia Católica y tienen un fuerte valor teológico. Los Padres
Conciliares aprobaron nueve decretos, que son los siguientes:

 Ad gentes divinitus (Sobre la actividad misionera de la Iglesia)


 Apostolicam actuositatem (Sobre el apostolado de los laicos)
 Christus Dominus (Sobre el ministerio pastoral de los obispos)
 Inter mirifica (Sobre los medios de comunicación social)
 Optatam totius (Sobre la formación sacerdotal)
 Orientalium Ecclesiarum (Sobre las Iglesias Católicas Orientales)
 Perfectae caritatis (Sobre la renovación de la vida religiosa)
 Presbyterorum Ordinis (Sobre el ministerio y vida de los presbíteros)
 Unitatis redintegratio (Sobre el ecumenismo)

Declaraciones conciliares

El Concilio aprobó también tres declaraciones acerca de temas fundamentales para la vida católica.
Deben interpretarse como opiniones acerca de la Iglesia en ciertos temas específicos.

Éstas son:

 Dignitatis humanae (Acerca de la libertad religiosa)


 Gravissimum educationis (Acerca de la educación cristiana de la juventud)
 Nostra aetate (Acerca de la relación de la Iglesia con las religiones no cristianas)

ECUMENISMO
Por Ecumenismo se entiende el movimiento surgido, por la gracia del Espíritu Santo, para
restablecer la unidad de todos los cristianos. Participan en él los que invocan al Dios Uno y Trino y
confiesan que Jesús es el Señor y Salvador. Casi todos, aunque de distinta manera, aspiran a una
Iglesia de Dios única y visible. El Movimiento Ecuménico comenzó oficialmente con el Congreso
Misionero de Edimburgo (Escocia) en 1910. Surgió en un ambiente protestante y en un contexto
misionero, por la necesidad de presentar un frente unido en los países paganos.

La Iglesia Católica considera la separación de los ortodoxos y los protestantes como una herida
profunda infligida a la Iglesia de Cristo. Por lo que al mismo tiempo que las iglesias protestantes,
inicia un movimiento a favor de la unidad de los cristianos.
Papa

Francisco56 (en latín, Franciscus PP.), S. J., de nombre secular Jorge Mario Bergoglio (Buenos Aires,
17 de diciembre de 1936), es el 266.º y actual papa de la Iglesia católica.7 Como tal, es el jefe de
Estado y el octavo soberano de la Ciudad del Vaticano. Tras la renuncia de Benedicto XVI al
pontificado, fue elegido el 13 de marzo de 2013 en la quinta votación efectuada durante el segundo día
de cónclave.

Previamente a entrar en el seminario como novicio de la Compañía de Jesús trabajó una temporada
como técnico químico. En 1969 fue ordenado sacerdote y entre los años 1973 y 1979 fue el superior
provincial de los jesuitas en Argentina. Entre 1980 y 1986 fue rector del Colegio Máximo y de la
Facultad de Filosofía y Teología del Partido de San Miguel. Luego de un breve paso por Alemania y por
Buenos Aires, se estableció en la provincia argentina de Córdoba durante seis años.

Nuncio apostólico

Un nuncio apostólico o nuncio papal es un representante diplomático de la Santa Sede— no del


Estado de la Ciudad del Vaticano— con rango de embajador. Representa a la Santa Sede ante los
Estados (y ante algunas organizaciones internacionales1) y ante la Iglesia local. Suele tener el rango
eclesiástico de arzobispo. Normalmente reside en la nunciatura apostólica, que goza de los mismos
privilegios e inmunidades que una embajada.

En los casos en que no existan relaciones diplomáticas con las autoridades de un Estado, el
representante de la Santa Sede ante la Iglesia local recibe el nombre de delegado apostólico. En
muchos países el nuncio papal tiene precedencia protocolaria sobre el resto de los embajadores: es el
decano del cuerpo diplomático.2

Obispos
La palabra Obispo procede del latín “Episcopo”, que se traduce como “vigilar”. El obispo aparece muy
temprano en la tradición cristiana. En los Hechos de los Apóstoles, encontramos cómo el Apóstol San
Pablo dejó a Timoteo y Tito como guías de una comunidad, para que “vigilaran” la vida cristiana de
aquella comunidad.

En el siglo II, San Ignacio de Antioquía, uno de los grandes Padres de la Iglesia, habla sobre el
ministerio propio del obispo en el que se percibe una clara visión de que el obispo es sucesor de los
apóstoles y guía de la Iglesia en nombre de Jesucristo. A lo largo de los años, el Magisterio de la
Iglesia, con la Luz del Espíritu Santo, ha ido iluminando la labor episcopal, para que responda a las
necesidades propias de los tiempos.

LOS SACERDOTES
Los sacerdotes son hombres que colaboran directamente con el obispo en la tarea de cuidar el rebaño
que Cristo les ha asignado. Cuando Cristo es elevado a la derecha del Padre, no abandona a su
rebaño, sino que lo guarda por medio de los apóstoles bajo su constante protección y lo dirige también
mediante estos mismos pastores que continúan hoy su obra. Estos pastores en nuestros días son los
obispos y los sacerdotes o presbíteros.

El sacerdocio es un sacramento, instituido, es decir fundado por Cristo en la noche la Última Cena.
Cuando estaba reunido con sus apóstoles tomó el pan y el vino para bendecirlos, dar gracias y después
consagrarlos en su cuerpo y sangre, al decir las palabras “haced esto en memoria mía”, Cristo quiere
prolongar su sacerdocio a través de todos los tiempos mediante unos hombres que Él elige.

DIÁCONOS
Un diácono (del griego διακονος, diakonos, y luego del latín diaconus, «servidor») es considerado un
servidor, un clérigo o un ministro eclesiástico,1 cuyas calificaciones y funciones muestran variaciones
según las distintas ramas del cristianismo. En las Iglesias católica, copta y ortodoxa se refiere así a
aquel que ha recibido el grado inferior del sacramento del Orden Sagrado por la imposición de las
manos del obispo,Nota 1 y por lo tanto se le considera la imagen sacramental de Cristo servidor, en virtud
de la Sagrada Escritura que especifica: «Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para
servir, y para dar su vida en rescate por muchos» (Evangelio de Marcos 10, 45).

Laico consagrado

La palabra “laico” puede suscitar distintas interpretaciones, como reconoció san Juan Pablo II en una
audiencia general sobre el desarrollo y las tendencias de la vida consagrada en los tiempos recientes
en 1994.

Sin embargo, en sentido estricto, laico es todo bautizado que no ha recibido el sacramento del
orden, ya sea “religioso” o no.

Entre los laicos hay laicos consagrados, cristianos que con pleno sentido y madurez, quieren vivir su
vida, por vocación, al servicio de Dios y de la Iglesia.

El canon 573 dice: “La vida consagrada por la profesión de los consejos evangélicos es una forma
estable de vivir en la cual los fieles, siguiendo más de cerca a Cristo, se dedican totalmente a Dios…”.

Los miembros no ordenados que forman parte de los institutos de vida consagrada son pues también
fieles laicos. Es decir, esta especificidad canónica radica en una nueva consagración, añadida a la
consagración bautismal.

¿Laicos comprometidos?

Todas las mujeres y hombres laicos –fieles cristianos- están comprometidos.

Ya en los primeros siglos de esta era, bajo el imperio pagano de Roma, los cristianos cambiaron todo
desde dentro, tal y como describe el escritor Tertuliano, que era abogado de profesión, fue ordenado
sacerdote, después de su conversión al cristianismo, en un fragmento de su “Apologético”:
"Nosotros somos de ayer, sin embargo, llenamos vuestras ciudades, islas, fuertes, pueblos, concejos, así
como los campos, tribus, decurias, el palacio, el senado, el foro, solamente os hemos dejado vuestros
templos. Nosotros podríamos migrar y dejaros en vergüenza y desolación. Nosotros debemos de ser al
menos tolerados, porque somos un cuerpo unido por la comunidad de religión, de disciplina y de
esperanza. Nosotros nos reunimos para orar, aun por los emperadores y las autoridades, para escuchar
las lecturas de los libros sagrados y las exhortaciones. Nosotros juzgamos y separamos a los que
cometen crímenes. Tenemos ancianos de probada virtud que nos presiden…”

¿Quiénes son los laicos, los seglares de la Iglesia?

Se oye tanto hablar de esa palabra que muchas veces nos perdemos en el vocabulario y no sabemos a
quiénes se refieren cuando oímos expresiones como “Ha llegado la hora de los laicos”. “Los seglares
deben colaborar con la Iglesia”.

La respuesta podría ser muy fácil: Los laicos son todas las personas que pertenecen a la Iglesia
católica, a través del Bautismo pero que no son obispos, sacerdotes, o pertenecen a algún grupo de
vida consagrada.De esta forma, los laicos son todos los fieles que han sido bautizados dentro de la
Iglesia.

Para ser más precisos, escuchemos lo que dice el Concilio Vaticano II en el documento Lumen
Gentium, número 31 y que recoge el Catecismo de la Iglesia católica en el número 897: “Por laicos se
entiende aquí a todos los cristianos, excepto los miembros del orden sagrado y del estado religioso
reconocido en la Iglesia. Son, pues, los cristianos que están incorporados por el bautismo, que forman
el Pueblo de Dios y que participan de las funciones de Cristo, Sacerdote, Profeta y Rey. Ellos realizan,
según su condición, la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo”.

Laico
Los laicos son los fieles cristianos que viven en medio de la sociedad, y tienen como principal misión
la santificación de todas las realidades terrenas o temporales (la familia, el trabajo, el deporte, la
cultura, la economía, la política, el entretenimiento, el descanso, etc.) ordenándolo todo para la gloria
de Dios.

El laico es, en sentido negativo, el fiel cristiano que no ha recibido la ordenación sacerdotal ni ha
profesado votos religiosos.

En virtud del sacramento del bautismo, cumplen en la Iglesia su misión propia y específica que nadie
puede sustituir. Su apostolado no es continuación del apostolado de la Jerarquía de la Iglesia, sino
un apostolado específico que nace de su condición de seglares, de hombres y mujeres que viven
en medio del mundo para santificarlo a manera de fermento entre la masa.

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