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Universidad Tecnológica De México

Materia: Ética, Educación y Familia

Alumno: Jaqueline Duran Melchor


No. De cuenta: 17708651
Ensayo: Ética, valores y sociedad: factores determinantes de la
dinámica axiológica en la sociedad moderna.

Introducción:

Actualmente, la sociedad se enfrenta a una llamada “crisis de valores, ya se


coloquialmente se dice que las nuevas generaciones han perdido su “educación”.
Esto se refiere a la idealización que existe en torno a los principios éticos y
morales por los cuales se rigen las sociedades.

Uno de los mayores problemas de la sociedad contemporánea, es que carece o


bien no quiere respetar los valores morales establecidos, los cuales representan
un código de reglas y comportamientos necesarias para la mejor convivencia
dentro de la colectividad. Por tanto, si el ser humano no intenta conducirse en la
vida cotidiana, tomando como referencia estas reglas morales o de conducta,
estará viviendo en igualdad de condiciones que cunado la humanidad vivía en un
mundo donde prevalecía la violencia, la inmoralidad, y el libertinaje como forma de
vida, trasgrediendo la integridad de terceros.

Esta llamada perdida de valores obedece a una problemática sumamente


compleja y multidimensional. Es imposible adjudicar la pérdida de valores a una
sola variable. Así pues, en la sociedad es posible identificar una serie de
problemáticas igualmente graves tales como las crisis económicas, alimentarias,
los escases de oferta laboral, la decadencia de los sistemas políticos, económicos,
educativos, de comunicación, entre un sinfín de otras problemáticas sociales.

El presente ensayo pretende esclarecer a grandes rasgos algunos de las más


relevantes problemáticas a las que los valores se enfrentan e identificar de que
manera ello altera la dinámica axiológica en la sociedad moderna.
Valores A Lo Largo De La Historia

El hablar de valores invariablemente requiere remontar a la historia del hombre


para comprender el significado que se atribuye a este constructo y cómo ha
evolucionado a lo largo del tiempo y la historia de la humanidad.

La palabra axiología deriva de los vocablos griegos axia (valor) y logos (estudio)
por tanto esta es el estudio de los valores, sin embargo, es un área de origen
reciente, pues aparición histórica se remonta a tan solo principios del siglo pasado.
Sin embargo, ya los antiguos griegos dedicaban un espacio dentro de su reflexión
filosófica a los llamados problemas de valor, tratándolos dentro de la llamada
filosofía o conciencia práctica (Frondizi, 1959)

A este respecto los griegos iniciaron por corroborar de manera intuitiva la


existencia de los valores para entonces después ocuparse de su análisis filosófico,
es decir realizar un análisis para comprender la naturaleza de los valores.

En un sentido práctico, el hombre procede en primera instancia a estimar y a


desestimar, generar evaluaciones y a devaluaciones, para determinar que cosa es
un valor, determinar su naturaleza, en otras palabras, realiza un juicio valorativo
propiamente dicho (de la Pienda, 1994). De la misma manera procedieron los
griegos, con la especificidad de que la moral fue el objeto por excelencia de sus
reflexiones axiológicas.

En el caso de particular de los griegos quienes se constituían en una sociedad


esclavista existía una clara diferenciación de clases sociales entre los aristócratas,
los guerreros, artesanos y lo esclavos entre los cuales su labor que
desempeñaban era igualmente valorada desde la postura social en la que se
encontraban. Además, los griegos también determinaron una categoría valórica
para determinar el valor de las personas: La areté que era sinónimo de excelencia
y una virtud humana superior, propia de los aristoi o aristócratas. Esta estaba
conformada por:
El plutos (éxito material), el olbo (riqueza y felicidad), la euthymia (paz y serenidad
del espíritu), el kalón (la hermosura física y moral), el cleos (la gloria), y la doxa
(opinión pública favorable). Pero dichos valores no se podían adquirir a través de
la realización de determinadas conductas o prácticas, sino que la Areté era algo
exclusivo del Aristócrata.

Posteriormente la filosofía griega cambia su objeto de reflexión que anteriormente


era la naturaleza y sustituyéndolo por el hombre y su desarrollo humano dentro de
la polis. A este respecto el tema de las virtudes y los valores morales y políticos
sufrió un devenir, pues en las reflexiones de los Sofistas (siglo V a.c.) y de
Sócrates (470-399 a.c.) es posible identificar valoraciones interesantes respecto a
la construcción axiológica.

Platón (428-347 a.c.) en sus Diálogos expone sus reflexiones de naturaleza


estimativa, es decir: valorativa. La Ética de Aristóteles (384-322 a.n.e.) es quizá la
obra axiológica de mayor relevancia de la antigüedad ya que en ella no sólo se
reflexiona acerca de la compleja esencia de la virtud, sino que también ofrece
interesantes consejos y sugerencias para ayudar a la solución de los conflictos de
valor.

Dejando a un lado los aportes griegos, fue a partir del siglo IV que la teología
cristiana contribuyó a la aparición de una nueva perspectiva para entender la
realidad, llamada “nihilidad” la cual expone la idea de una creación ex nihilo (de la
nada) hace aparecer todas las cosas, vistas desde Dios, como una nada.

Ello es relevante en el desarrollo del pensamiento axiológico ya que hasta ese


entonces los griegos omitieron una idea importante: la realidad y esencia del
espíritu humano como capacidad para entrar en contacto con la divinidad. Este
hecho delega una parte espiritual a la existencia humana lo que involucra que la
conducta humana será valorada en función de lo que, en este caso la teología
cristiana, considera como bueno y malo; positivo y negativo. Por tanto, este
concepto se extiende a lo largo de la Europa medieval fomentando la cultura del
temor de dios como un mecanismo regulatorio de la conducta y que a su vez
instaura una serie de valores como un dogma.

No fue hasta superado el medioevo que se logró profundizar gradualmente en el


tema de los valores desde una perspectiva no teológica y encaminada
mayormente en una postura moderna y científica sobre lo que se considera un
valor, a este respecto es posible retomar las ideas de Wilhelm Windelband (1848-
1915). el atribuye a la filosofía la labor de buscar los principios que garantizan la
solidez del conocimiento, que no son otra cosa más que los valores. De acuerdo
con Windelband, la filosofía no tiene por objeto juicios de hecho, sino juicios
valorativos de la clase: “esta cosa es verdad”, “esta cosa es buena” y “esta cosa
es bella”. Considera que la validez de los valores es normativa, mientras que la de
las leyes naturales se sustenta en hechos es decir posee un carácter empírico.

Por otro lado, Max Scheller (1875-1928) postula una diferenciación que es
prudente considerar: El realiza una crítica a las ideas de Kant hacer una diferencia
entre el bien y el valor. A este respecto la señala que los bienes son cosas que
poseen valor, mientras que los valores son la esencia de los bienes, dicho de otra
forma, son aquellas cualidades gracias a las cuales las cosas se convierten en
bienes. Ejemplo de ello es una máquina de escribir, la cual por si sola es un bien
(materia) y su valor radica en las funciones que es capaz de hacer.

Scheller piensa que el hombre vive rodeado de valores, y que éstos, en tanto
esencias, no pueden ser objeto de análisis teórico, sino de intuición sentimental o
emocional. Por ello el realiza un modelo de jerarquía axiológica.

1. Valores sensibles (alegría-pena; Vividor


placer-dolor)
2. Valores de la civilización (útil - Técnico
perjudicial)
3. Valores vitales (noble – vulgar) Técnico
Héroe.
4. Valores culturales o espirituales Genio
5.- Valores estéticos (bello – feo) Artista
6.- Valores religiosos (sagrado profano) Santo
Estas ideas postuladas a lo largo de la historia han influido de manera
determinante en las sociedades como un medio de reproducción de esquemas
sobre las cosas y como estas deben ser valoradas. Ahora bien, es necesario
retomar estas consideraciones para así poder entender de que manera se han
desarrollado los valores y a que variables están sujetos dentro de la dinámica
social.

Elementos determinantes en la conformación de los valores

La familia como determinante de los valores

En la actualidad existe un discurso reiterativo sobre una crisis de valores la cual es


en la mayoría de las veces asociada a una crisis en los núcleos familiares.
Ciertamente, pese a que la familia es la más antigua forma de organización
humana y el núcleo de formación y moldeamiento humano por excelencia. A este
respecto es importante considerar que los valores son una unidad de medida y
evaluación que utiliza el ser humano para comprender su entorno y adaptarse a él,
es por ello que son de gran importancia en todas las esferas en donde se
desarrolla (Vidal y Perez, 2014), y la familia no es la excepción.

Si bien los valores son un constructo sumamente complejo al que difícilmente el


ser humano podría comprender sin un esquema referencial, es igualmente cierto
que la importancia de la familia en la formación de los valores radica en
proporcionar al sujeto dicho marco referencial que servirá al sujeto en primera
instancia como un patrón de comportamiento y normatividad con el cual se
conducirá en la vida y por otro lado también funge como un punto de contraste
respecto a otros esquemas axiológicos a los que se enfrentara en la sociedad.

Así pues, los valores familiares entre los miembros de una familia se establecen
mediante relaciones interpersonales caracterizadas por su afinidad de
sentimientos, afectos e intereses que se basan en el respeto mutuo de las
personas. Esto se logra desde la infancia de los integrantes, tanto de los hijos
como de los padres en sus respectivas familias de origen, de tal forma que cada
integrante sea capaz de poner en práctica estos valores primeramente con su
familia para posteriormente hacerlo en la sociedad.

No obstante, los esquemas que se reproducen en la familia no son siempre


positivos, lo que invariablemente se vincula con el dilema de la familia como factor
en la crisis de valores. A este respecto es importante considerar que ya que la
familia esta inmersa en una colectividad está expuesta a las crisis y problemáticas
sociales que invariablemente alteran su dinámica familiar. Sin embargo, es
importante señalar que la idea de que la familia está inflexiblemente inserta en un
mundo social y que por lo tanto a pesar de que es más estable en comparación
con otros ámbitos sociales también posee su propia dinámica y sus cambios
reflejan y reproducen las variaciones que tienen lugar a un nivel social.
(Schmelkes, 2004)

La familia posee una idealización positiva para la sociedad y por tanto se


considera a la familia en si misma como un valor, ya sea como forma primaria de
socialización y organización humana o como núcleo comunitario, la familia es casi
exclusivamente el primer grupo de referencia para el ser humano. Así mismo, la
familia está inserta en los ámbitos más variados, desde lo educativo, lo político, lo
económico y lo social, la familia tiene un vínculo en cada una de estas esferas.
Eso le otorga un lugar privilegiado, un valor especial dentro del sistema de
relaciones sociales, es por ello que su rol en la formación de los valores es
fundamental para el ser humano y la sociedad en la que se encuentra inmerso.

La religión como determinante de los valores

Para poder comprender la influencia de la religión en la formación de valores es


necesario hacer una revisión al concepto de religión. Cuando se habla de este
término es preciso señalar que se está haciendo referencia, por un lado, a los
sistemas sociales que constituyen lo que se conoce como “religión y, por otro lado,
a las experiencias religiosas del ser humano. No obstante, dicho termino es muy
complejo ya que tiene una gran variedad de significados, esto se debe a que
engloba realidades subjetivas entre si (sentimientos, afectos, devoción, sacrificios,
actos, simbolismos, lenguaje, señales, fe, entre otras muchas.) que han ido
apareciendo a lo largo de la historia (Bautista, 2002). Esta multidimensionalidad,
unida al dinamismo del hecho religioso, han llevado a autores como Robert
Jackson (2006, 2012) a elaborar un concepto flexible de la religión, considerándola
no como un sistema de creencias, sino más bien como una relación dinámica
entre un individuo, el grupo con el que se identifica y una tradición religiosa
(Álvarez y González, 2013; Álvarez, González y Fernández, 2012).

Lo religioso es un fenómeno ligado al devenir de la humanidad ya que se trata de


una manifestación existencial sujeta a un proceso de transculturación que, al
mismo tiempo, atraviesa por todas las épocas de la historia; lo que la involucra en
el desarrollo y dinámica social de la humanidad (Valiente y García-García, 2010).

Por lo anterior queda claro que la religiosidad es un fenómeno ligado a la


existencia de la humanidad, por tanto, es de suma relevancia para comprender la
dinámica axiológica. A este respecto es importante retomar lo planteado por
Schwartz (1992, 2012) quien concibe a los valores como entidades cognitivas, o
creencias enfocadas a ciertos objetos y que sirven punto de criterio en la selección
y evaluación de conductas para identificar un conjunto de valores. A este respecto
se engloban diez tipos de valores: Poder, Logro, Hedonismo, Estimulación,
Autodirección, Universalismo, Benevolencia, Tradición, Conformidad, Seguridad
(Schwartz, 2001)

La religiosidad es un área en las que se incorpora la perspectiva de los valores


desarrollada por Schwartz. Serían Schwartz y Huismans (citado en Zubieta, 2008)
los primeros en analizar estas relaciones, observando que las religiones
(protestante calvinista, católica y judía) compartían un conjunto de valores que
servían para reforzar la trascendencia de sus intereses a favor de los demás,
preservar el orden social y proteger a los individuos de la incertidumbre. Este
estudio demostró que la religión se relaciona positivamente con los valores de
tradición y de conformidad y, en menor medida, con la seguridad. Por otro lado, el
estudio realizado por Baier y Wright (2001) obtiene como resultado una asociación
negativa de la religiosidad con el crimen y la delincuencia. Este estudio demuestra
que la religión está asociada a un efecto persuasivo moderadamente fuerte hacia
este tipo de comportamientos.

Con ello queda comprobado de manera empírica que la religión juega un rol
determinante no solo en la formación de los valores dentro de la sociedad, sino
que colateralmente también determina la conducta del ser humano como resultado
de la puesta en práctica de los sistemas de valores.

La sociedad y la cultura como determinantes en la formación de valores

A fechas recientes, el medio sociocultural ha adquirido mayor protagonismo como


medio en la transmisión, formación y reproducción de valores. A este respecto
Ruiz (2003) identifica tres motivos que dan lugar a dicha situación: a) El déficit
socializador y moralizador de los medios de socialización primarios (escuela y
familia) b) El auge que está logrando los medios de comunicación masivos
(televisión, internet –particularmente, las redes sociales–) en las sociedades, tanto
en las generaciones nuevas como en las predecesoras. c) La fuerza que ejerce el
ambiente en el entorno como agente educativo impersonal, el cual influye de
forma determinante en la configuración de la personalidad moral.

Las modas, costumbres y las tradiciones condicionan la moral de la personalidad


del ser humano ya que estos escenarios fungen como medio de mantenimiento,
estimulación, apoyo, y control, de modo que determinan la forma en que se
percibe e interactúa con los demás. (Rodrigo y Palacios, 2003).

Importancia de la educación y la familia en la formación de la


ética y los valores.

En concordancia con lo expuesto anteriormente es oportuno hacer mención que la


educación es un medio fundamentalmente determinante en la formación de los
valores para la convivencia de los individuos en sociedad, tanto de manera
particular, nuclear y colectiva. Es por ello que los sistemas educativos deben
dedicar un esfuerzo considerable en fortalecer esta área, pese a su actual
decadencia y situación de crisis. Por tanto, es el educador quien debe estar
plenamente capacitado y formado bajo un modelo en el que no solo reproduzcan
el conocimiento teórico de lo que son los valores, sino que debe ser capaz de
despertar en sus alumnos el interés por contribuir de manera proactiva a la
dinámica social desde el actuar valórico que pueden desempeñar. Para ello es
importante establecer el perfil del profesorado (Buxarrais, 2013), particularmente
en el ámbito de la educación moral es necesario seleccionar cuidadosamente los
contenidos (currículum) y los recursos que necesita conocer para poder atender
satisfactoriamente la educación y desarrollo moral de sus alumnos. A este
respecto la propuesta de Buxarrais requiere que se realicen cambios en tres
dimensiones: a) Capacidad cognitiva (desarrollo orientado hacia el aumento del
nivel de autonomía intelectual y pensamiento crítico). b) Capacidad empática
(incluye un incremento de la consideración por los demás y provoca la
internalización de valores como cooperación y solidaridad). c) Juicio moral
(desarrollo que persigue llegar a pensar según criterios de justicia y dignidad
personal).

Un recurso importante para fomentar los valores en la sociedad a través de la


educación ya sea directamente con los alumnos o bien con los docentes que los
forman, es la educación intercultural ya que esta fomenta la interacción social con
elementos culturales variados y diversos entendiéndolos como una cuestión de
derechos, una cuestión axiológica y de compromiso ético con la igualdad, la
transparencia, la solidaridad, la justicia, la ciudadanía y la diversidad (Touriñan,
2006). Precisamente por eso, la comunicación intercultural es una práctica de
elección de valores. En la comunicación intercultural, necesariamente, se deben
elegir valores y de ahí la necesidad de que los docentes en valores se formen a su
vez en el reto que supone la educación intercultural.
Conclusiones

Es preciso señalar que la sociedad como un ente colectivo se enfrenta a una serie
de determinantes de gran relevancia tanto para la colectividad misma como para
la vida individual de cada ser humano.

En primera instancia la familia como un núcleo primario de convivencia, formación


y socialización tiene quizá el rol más determinante dentro de la formación
axiológica de las personas ya que en ella se aprenden los primeros modelos y
esquemas para percibir la realidad social de la que se es parte y por medio de los
cuales se emitirán valoraciones de la misma, hecho que conducirá la conducta de
la persona

En segunda instancia la religión es el segundo elemento de mayor impacto en la


conformación de los valores esto debido al hecho que repercute de manera directa
y contundente en el sistema de creencias de las personas tanto a nivel ideológico,
moral, axiológico, y por tanto este repercute directamente en la percepción social y
la conducta de los individuos no solo desde un aspecto normativo impositivo sino
desde las convicciones propias de las personas, conflictuando sus mecanismos
reguladores.

En tercera instancia se encuentra el medio social y cultural ya que estos moldean


los esquemas que posee el individuo y determinan desde una colectividad lo que
se considera como bueno y como malo. Así pues, los juicios valorativos que
señale la sociedad son determinantes ya que la interacción social es la
característica humana por excelencia y dado que el ser humano no puede
desentenderse de esta tendrá que estar sujeto a lo que en ella se determine.

Finalmente es importante señalar que el rol que jugamos los docentes como
medio facilitadores de conocimiento no debe limitarse a los simples saberes
académicos, sino que implícitamente se debe reforzar el área axiología sin atentar
o conflictuar las esferas antes mencionada ya que la crisis de valores de la
sociedad se origina en conflictos de intereses con el individuo de por medio.
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