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© 2011 ARQUEOLOGÍA IBEROAMERICANA 9: 5–39. ISSN 1989–4104. http://www.laiesken.net/arqueologia/.

PATAGONIA: DEL PRESENTE ETNOGRÁFICO AL PASADO


ARQUEOLÓGICO

Juan A. Barceló,* M.ª Florencia del Castillo,* Laura Mameli,*


Eduardo Moreno** y Arturo Sáez***
* Universidad Autónoma de Barcelona, España; ** CENPAT-CONICET, Argentina; *** CONICYT, Chile y Universidad de Barcelona, España

RESUMEN. En este trabajo se analizan los principales INTRODUCCIÓN


argumentos utilizados desde diferentes perspectivas pa-

A
leo-biológicas, paleo-lingüísticas, arqueológicas y an- ÚN CUANDO PARECIERA SUPERADO EL VIEJO PARADIG -
tropológicas para explicar la diversidad y la conforma- ma histórico-cultural que asociaba las nociones
ción étnica de las poblaciones indígenas en Patagonia, de raza, cultura y lengua para definir las «etnias»
tanto en el presente como en el pasado. Entendemos que de Patagonia, en muchos estudios antropológicos, arqueo-
una revisión conjunta y crítica de los supuestos discipli- lógicos e históricos modernos aún subyace una visión
nares, sobre los cuales se continúa trabajando, permiti- esencialista que impide concebir la transformación his-
rá observar e identificar los patrones que emergen del tórica del mundo indígena y aceptar el mestizaje; lo que
registro histórico, concernientes a la expresión de la va- tradicionalmente ha impedido estudiar a la sociedad pa-
riabilidad social patagónica. De igual modo, se propone tagónica como generadora de sus propios cambios socia-
una reflexión sobre las posibles proyecciones que plan- les (Del Castillo, Mameli y Barceló 2009). La reducción
tea esta crítica hacia la exploración y la formulación de del análisis a identidades esenciales y cerradas ha condu-
nuevas preguntas sobre el registro arqueológico. cido a explicaciones del cambio cultural basadas en el
reemplazo poblacional, en la circulación de elementos
PALABRAS CLAVE: etnicidad, Patagonia, cazadores- culturales de origen foráneo y en adaptaciones a fenóme-
recolectores, simulación computacional, arqueología del nos o procesos de índole no social.
lenguaje. En este trabajo, definimos «etnia» como aquel grupo
de personas que se diferencian y son diferenciadas sobre
Recibido: 15-9-2010. Modificado: 14-12-2010. Acepta- la base de sus percepciones de diferencias culturales y/o
do: 7-3-2011. la posible definición de un antepasado común (Barth
1969, Cohen 1978, Hall 1989, Banks 1996, Jenkins 1997,
TITLE: Patagonia: from the ethnographic present to the Jones 1997, Eriksen 2001, Banton 2007). Esta definición
archaeological past. superadora del concepto clásico de cultura o grupo cul-
tural acentúa la realidad intersubjetiva, dinámica y dia-
ABSTRACT. This paper analyzes some of the main ar- léctica de los mecanismos sociales de agregación y de
guments from paleobiology, paleolinguistics, archaeo- segregación. El carácter dinámico y relacional de la etni-
logy and anthropology to explain diversity and ethnic cidad implica aceptar la permeabilidad de las fronteras
organization in the indigenous communities of Patago- sociales, y rechazar las definiciones e identificaciones
nia, both in the present and past. We believe that a criti- étnicas basadas en rasgos culturales particulares o en te-
cal review of the main assumptions from all these disci- rritorios geográficamente delimitados. Se entiende enton-
plines will allow us to observe and identify patterns emer- ces que los límites culturales no se encuentren siempre
ging from the historical record of the expression of Pa- claramente definidos ni se correspondan necesariamente
tagonian social variability. Likewise, we suggest a new con grupos poblacionales individualizables.
way of exploring the archaeological record rooted in cri- Proponemos que los procesos de fusión y de fisión de
tical theory. poblaciones sociales han constituido un rasgo fundamen-
tal de la trayectoria histórica en Patagonia. Más que el
KEYWORDS: Ethnicity, Patagonia, hunter-gatherers, aislamiento físico y la adaptación local sugerimos que,
computer simulation, archaeology of language. entre los factores que condicionaron la reproducción so-

Editor/Publisher: Pascual Izquierdo-Egea. Todos los derechos reservados. All rights reserved. http://www.laiesken.net/arqueologia/.
6 ARQUEOLOGÍA IBEROAMERICANA 9 • 2011 ISSN 1989–4104

Fig. 1. Variabilidad lingüística y cultu-


ral en Patagonia durante el presente et-
nográfico.

la lingüística comparada (Klein


1985, Campbell 1997, Adelaar y
Muysker 2007, Fabre 2005, Vie-
gas Barros 2005, Müller et al.
2009).
Las distintas sociedades huma-
nas que se desarrollaron en Pata-
gonia muestran un grado remar-
cable de variación en sus formas
de organización social y política
(Barceló et al. 2009), lo que tuvo
consecuencias obvias en la distri-
bución geográfica de las lenguas
habladas en el presente etnográ-
fico. La documentación existente
en la actualidad permite distinguir
cial y, por tanto, la conformación histórica de distintas más de una treintena de lenguas y dialectos en Patagonia
comunidades, debemos mencionar: las dinámicas pobla- (fig. 1). Es preciso señalar la importante variabilidad dia-
cionales en un territorio muy extenso, el grado de flexi- lectal de muchas de esas lenguas, y también la incom-
bilidad en la movilidad residencial y las distintas estrate- prensibilidad entre muchas de ellas, pudiéndose distin-
gias adoptadas por cada comunidad humana para gestio- guir las poblaciones indicadas en la tabla 1.
nar su reproducción social. Este esquema habría sido definido a grandes rasgos
Todo ello debiera permitirnos explicar la prevalencia entre los siglos XVII-XIX. Es indiscutible que la com-
de interacciones sociales intra-grupales aunque también plejidad lingüística fue mucho mayor antes de esa fecha,
existieran redes de intercambio sociales a grandes dis- puesto que la rápida simplificación en la cantidad de len-
tancias. guas y fronteras étnicas es uno de los resultados caracte-
rísticos del impacto colonial en la América indígena (Vie-
gas Barros 2005).
DIVERSIDAD CULTURAL EN EL Por todo ello, resulta obvio que Patagonia no puede
PRESENTE ETNOGRÁFICO considerarse una entidad homogénea en el presente etno-
gráfico, ni lo fue en el pasado histórico más inmediato.
Los primeros viajeros europeos que escribieron acer- No obstante, el grado de diversidad cultural que se puede
ca de sus experiencias en Patagonia concibieron la ma- inferir de las diferencias lingüísticas no debiera llevar-
yoría de los etnónimos usados actualmente en la etnogra- nos a cometer el mismo error que los etnógrafos históri-
fía a partir de vocablos y palabras oídas a los indígenas, co-culturales y considerar los distintos particularismos
o bien basándose en topónimos utilizados por la socie- observables en la documentación etnográfica o etnolin-
dad blanca o criolla. Los estudios algo más sistemáticos güística como propios de poblaciones humanas cerradas,
de fines del siglo XIX adolecieron del mismo problema, fuertemente territorializadas. Las fronteras lingüísticas
generalizando e identificando a las etnias como nacio- fueron extraordinariamente permeables en todos los ám-
nes, pues esa era la concepción previa del primitivo et- bitos. En algunos casos, se ha postulado la existencia de
nólogo. El resultado es una indescifrable lista de etnóni- «lenguas mixtas», hablas locales desarrolladas ante el fre-
mos y topónimos, que varía inconsecuentemente de au- cuente contacto de hablantes de idiomas mutuamente in-
tor en autor (Cooper 1946; Embon 1950; Casamiquela comprensibles. Muchos cronistas mencionan poblacio-
1998, 2000; Bernales 1995; Papp 2002; Aguado y Paya- nes «en las que el marido habla una lengua y la mujer en
guala 2006). otra» (Rosales 1650, citado por Embon 1950). En torno
El mapa lingüístico de la Patagonia, aunque basado en al Nahuel Huapi, los primeros viajeros europeos (misio-
los mismos escritos parciales y etnocéntricos de los pri- neros) creyeron identificar distintos grupos humanos,
meros viajeros, resulta algo más claro, en especial cuan- insistiendo en que sus lenguas no eran mutuamente com-
do se analiza por medio de las herramientas modernas de prensibles, pero que siempre se encontraban individuos
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Tabla 1. Diversidad lingüística en Patagonia durante el presente etnográfico.


Ubicación Familia lingüística Lengua Observaciones

Alacaluf austral o hékaine


Extinguida antes del fin del siglo XIX (Clairis 1987; Aguilera 1999, 2000a, 2007; Viegas Barros 1990, 2005).
Etnónimo no auto-aplicado.

Halakwalup Alacaluf central. A lo largo del estrecho de Magallanes (Clairis 1985, 1987; Aguilera 1999, 2000a, 2007; Viegas Barros 1990,
Etnónimo no auto-aplicado. 2005; Poblete y Salas 1998; Viegas 1990).

Kawésqar
Alacaluf septentrional. Entre el golfo de Penas y la isla de Wellington y las proximidades del estrecho de Magallanes (Clairis
Alacaluf Etnónimo-glotónimo-gentilicio
1985, 1987; Aguilera 1999, 2000a, 2007; Viegas Barros 1990, 2005; Poblete y Salas 1998). Se habla en la actualidad.
auto-aplicado, «piel-hueso».

Tawókser
Extremo sur
El término tawókser derivaría de
de Chile
la palabra documentada en Variante del kawésqar hablado en la región del seno Ottway (Clairis 1985, 1987; Aguilera 1999, 2000a, 2007; Viegas Barros
Kawésqar taw, tow, «otro» (no 1990, 2005; Poblete y Salas 1998).
sabemos si también existía esta
palabra en tawókser).

En principio, no parece haber ningún motivo para formar una familia lingüística con la lengua de los guaïcaros. Por lo que se
conoce, la misma habría sido una variedad de alacaluf, muy posiblemente en su origen el alacaluf central o el tawókser, con una
Güaicaro cierta cantidad de préstamos léxicos del tehuelche. No obstante, viajeros norteamericanos (Titus Coan 1833) afirmaron que los
(guaicurú, «awurwu») propios «tehuelche» lo consideraban diferente y tenían problemas en entenderlo. Esta variante se habría hablado en la península
Brunswick, en la región del estrecho de Magallanes en contacto con la estepa extra-andina. Poco documentado, probablemente
extinguido a fines del siglo XIX (Martinic 1984; Viegas Barros 2000, 2001).

Parece haber confusión con respecto a las variedades del yagan. La evidencia disponible indica que, a fines del siglo
XIX-principios del XX, los dialectos de esta lengua eran cinco: (1) central, (2) occidental, (3) oriental, (4) un dialecto
denominado «de las Islas Wollaston» por Koppers y Lothrop y «meridional» por Gusinde, y (5) un dialecto llamado «meridional»
por Koppers, «del Seno Año Nuevo» por Lothrop y «sudoccidental» por Gusinde. Este último dialecto se subdividiría —de
acuerdo con Koppers— en dos variedades, hatuwaia y ufyargo. A partir de estas evidencias, se ha interpretado la existencia de
Extremo sur Yagán o yámana
cinco parcialidades yámana, que corresponderían a variedades dialectales de la lengua yagán y cuyos nombres y ubicaciones
de Tierra del Yagán Etnónimo no auto-aplicado salvo
serían las siguientes: Wakimaala, en el canal Beagle desde Yendegaia hasta Puerto Róbalo, incluyendo la isla de Navarino, el
Fuego en tiempos recientes.
canal Murray y la isla Hoste; Utamaala, al este de Puerto Williams y la isla Gable hasta las islas Picto, Nueva y Lennox;
Inalumaala, en el canal Beagle, desde la punta Divide hasta la península Brecknock; Yeskumaala, en el archipiélago del cabo de
Hornos; Ilalumaala, desde la bahía Cook hasta el falso cabo de Hornos (Koppers 1927; Lothrop 1928; Bridges 1933; Clairis
1985, 1997a; Gusinde 1986; Salas y Valencia 1990; Poblete y Salas 1997; Aguilera 2000b; Guerra Eismann 1982, 1989, 2000;
Viegas Barros 2000, 2005).

Costa
Chono Población canoera. La documentación es bastante escasa, extinguiéndose en el siglo XVIII (Bausani 1975, Viegas Barros 2005,
meridional Chono
¿etnónimo, glotónimo? Latorre 2007).
Chile
Extremo este Haush o manekenk
Hablado en el extremo SE de la Isla Grande de Tierra del Fuego. Extinguido a fines del siglo XIX (Najlis 1973, 1975, 2000;
de Tierra del Chon o tsoneka Etnónimo-gentilicio
Chapman 1980; Viegas Barros 2005).
Fuego auto-aplicado.
Selk’nam
Etnónimo-gentilicio Lengua hablada en la región boscosa del centro de la Isla Grande de Tierra del Fuego. Dividida en tres variantes (centro, norte y
Norte y auto-aplicado, «hijos del mismo sur) (Suárez 1966; Najlis 1973, 1975, 2000; Chapman 1980; Ocampo 1982; Viegas Barros 1991, 2005; Fernández Garay 2007).
centro de clan».
Chon o tsoneka
Tierra del Párrika (o koyuka)
Fuego Variante de selk’nam hablada en la región de la isla de Tierra del Fuego, inmediatamente al noroeste de donde se hablaba el
¿Etnónimo-gentilicio-glotónimo?
Selk’nam propiamente dicho (Suárez 1966; Najlis 1973, 1975, 2000; Chapman 1980; Ocampo 1982; Viegas Barros 1991, 2005;
auto-aplicado, «de la llanura
Fernández Garay 2007).
norte», «de la serranía».

Aónik’aish, Se hablaba originalmente en la región entre el estrecho de Magallanes y el río Santa Cruz. Desde fines del siglo XVIII, y como
glotónimo auto-aplicado. resultado de la adopción del caballo, fue extendiéndose hacia el norte y dando lugar a la lengua tehuelche. Llegó a hablarse en un
Patagonia Aónik’enk, etnónimo inmenso territorio: del sur de Río Negro hasta el estrecho de Magallanes, pero se han documentado muy escasas variantes
Chon o tsoneka
meridional auto-aplicado («gente del sur»). dialectales, simplemente variaciones fonológicas (Musters 1876). Esto confirmaría que su expansión es relativamente reciente, y
Tehuelche, que estuvo alimentado por redes de intercambio social de muy largo radio de acción (Schmied 1860, 1910; Suarez 1970; Clairis
etnónimo auto-aplicado. 1997b; Delhaye 2000; Fernández Garay 1992, 1998, 2004, 2009; Viegas Barros 2005; Regunaga 2006).

Teushen o tewsün,
glotónimo auto-aplicado.
Una de las lenguas extinguidas por la expansión aónik’enk. Originalmente, se hablaba en la región sub-cordillerana entre los ríos
¿Chechuache-kenk o Chüwach a
Santa Cruz y Chubut y en la comarca de Cholila (paralelo 42º S), con una posible extensión hacia el norte (río Negro, río
Küna? Etnónimo auto-aplicado,
Patagonia Colorado) durante el siglo XVIII (Casamiquela 1985; Viegas Barros 1994a, 2005).
Chon o tsoneka «gente de la región junto a las
central montañas».
Mecharnwekenk
Posible variante del teushen, mal documentada, hablada inmediatamente al norte del río Santa Cruz y en la región próxima al
Etnónimo no auto-aplicado,
lago Buenos Aires (Casamiquela 1985; Viegas Barros 1994a, 2005).
«gente de la resina de molle».

Gününa Küne o Gennakenk Hablado en la región de los ríos Colorado, Negro y Chubut. No se han documentado variantes dialectales, pero seguramente
Patagonia Etnónimo-gentilicio existían, especialmente en las áreas sub-andinas de la región. Existe la posibilidad que ese idioma influyera también a los
Günuna
septentrional auto-aplicado, «gente de los hablantes de otras lenguas en la vertiente occidental de los Andes, con anterioridad al siglo XVI (Harrington 1941-46; Bórmida y
compañeros». Casamiquela 1958-1959; Casamiquela 1983; Guerzenstein 1968; Orden 2005, 2008, 2010; Viegas Barros 2005, 2009).

Mapudungun, glotónimo
Lengua propia de los habitantes de la vertiente occidental de los Andes, hablada al norte de la región propia de los huilliches
auto-aplicado.
(Erize 1960; Croese 1980; Acuña y Menegotto 1991-1993; Arnold 1992; Catrileo 1988, 1996; Díaz Fernández 2005; Golluscio y
Mapuche, etnónimo
Kuramochi 1998; Zúñiga 2006).
auto-aplicado.
Huilliche o Tsesungu’n Lengua propia de los habitantes de la vertiente sud-occidental de los Andes. Tiene sólo un 85% de homología con el
Noroeste Etnónimo-gentilicio mapudungun (Erize 1960; Croese 1980; Acuña y Menegotto 1991-1993; Arnold 1992; Catrileo 1988, 1996; De la Calle 1986;
Mapudungun auto-aplicado, «gente del sur». Díaz Fernández 2005; Golluscio y Kuramochi 1998; Zúñiga 2006).
patagónico
Picunche Lengua propia de los habitantes de la vertiente nor-occidental de los Andes, hablada al norte de la región propia de los hablantes
Etnónimo-gentilicio de mapudungun (Erize 1960; Croese 1980; Acuña y Menegotto 1991-1993; Arnold 1992; Catrileo 1988, 1996; De la Calle 1986;
auto-aplicado. Díaz Fernández 2005; Golluscio y Kuramochi 1998; Zúñiga 2006).
En realidad, no se trata de un grupo lingüístico sino de una manera de referirse a los hablantes de «otras» lenguas al este de los
Puelche
hablantes de mapudungun.
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capaces de traducir para otros (Mascardi 1670, citado por ción social fueron variando de acuerdo con las transfor-
Embon 1950). Lo mismo parece suceder en la desembo- maciones dadas en el interior de esas sociedades.
cadura del río Negro, al norte de Patagonia, en la costa Es por ello que este trabajo intenta diferenciar e iden-
atlántica, hasta donde llegan influencias transandinas tificar las variables utilizadas para explicar los esquemas
desde el siglo XVIII (Viedma 1780, Villarino 1779, cf. etnológicos, así como las diferencias lingüísticas y cul-
Nacuzzi 1987). Por el contrario, la documentación con- turales observadas en el presente etnográfico.
temporánea para la región meridional atlántica de San
Julián (Viedma 1836) parecería demostrar una relativa
homogeneidad lingüística y cultural en la región del río DEL PRESENTE AL PASADO. TEORÍA Y
Santa Cruz. Un caso extremo lo constituiría la situación MÉTODOS
a lo largo del estrecho de Magallanes, en donde las po-
blaciones canoeras y los grupos de cazadores pedestres Si el presente es resultado del pasado, entonces cabría
entraron en contacto. En ambos ámbitos, los préstamos pensar que la intensidad de las diferencias en los rasgos
lingüísticos fueron muy importantes (Titus Coan 1831; descriptivos observados en el presente debiera ser una
Fitzroy 1839a, 1839b). función —no lineal/no monótona— del tiempo que hace
En esta misma dirección, Teresa Boschín (2002) ha que la causa está en marcha y de la complejidad del pro-
cuestionado los esquemas generales de clasificación ét- ceso de formación (Sober 1988). Estos principios gene-
nica aplicados al período temprano pos-conquista, pro- rales son los que han guiado a las ciencias históricas —la
puestos desde la etnología histórico-cultural para la Pa- biología entre ellas— en su reconstrucción de las histo-
tagonia norte. Considera que el grado de generalización rias evolutivas.
de estos esquemas no permite analizar las particularida- Entendemos que un elemento clave es el uso de la dis-
des de los fenómenos socioculturales, por lo que propo- tancia genética como estimación de la intensidad de las
ne analizar diversos círculos de etnicidad en ciertos ca- diferencias en el material genético entre distintas pobla-
sos superpuestos. Algunos de esos círculos podrían coin- ciones o taxa. En este caso, el supuesto de partida es que
cidir con la territorialidad de cada una de las lenguas, rasgos genotípicos y/o fenotípicos de base genética com-
que estarían en el interior de otros círculos más amplios partidos por poblaciones o taxa que en la actualidad son
y, por tanto, más laxos y heterogéneos, a la vez que en su distintas, tuvieron su origen en un antepasado común
interior podrían aparecer formas de agregación social más (Reletherford 1994, Roseman y Weaver 2007). Cuantos
restrictivas (parentesco, etc.). Sin embargo, esto no de- más rasgos comunes, menos tiempo hará de la existencia
biera llevarnos a negar relevancia a las formas de etnici- de ese antepasado común. Dependiendo de la diferencia,
dad que esas poblaciones adoptaron (Nacuzzi 1987). Por y corrigiendo ésta por tasas estimadas de cambio y muta-
el contrario, los procesos de etno-génesis también nos ción —denominadas «relojes moleculares»—, la distan-
permiten entender los usos que ha tenido la etnicidad en cia genética se emplea como herramienta para inferir el
la construcción de las organizaciones políticas y en el tiempo que hace que esas poblaciones o taxa se diferen-
entramado de sus mecanismos de interacción social (Ve- ciaron, esto es, que tuvieron un antecesor común que no
zub 2009). manifestaba la diversidad que se ha medido en el presen-
Por consiguiente, debiéramos comprender que las di- te. Esa profundidad temporal permite construir cladogra-
ferencias sociales y culturales entre las distintas pobla- mas que muestran el árbol genealógico, reflejando la exis-
ciones patagónicas se construyeron históricamente en base tencia de posibles antecesores comunes, fenómenos de
a mecanismos sociales de interacción propios y a la anti- deriva o flujos genéticos entre distintas poblaciones (véase
güedad de esa diferenciación, y no sólo bajo el supuesto un estado de la cuestión en Cann 2001).
de diferencias esenciales e históricamente permanentes, En la reconstrucción de historias evolutivas biológi-
ni tampoco como una forma externa de identificación y/ cas, el genotipo constituye la mejor fuente para observar
o segregación impuesta y sin significado para la misma las diferencias que nos permiten postular un antepasado
población. común entre dos o más poblaciones biológicas. Ejemplo
Debemos prestar atención a la realidad intersubjetiva, es el análisis de ADN mitocondrial, el estudio del cro-
dinámica y dialéctica de los procesos de agregación y de mosoma Y y otros.
segregación social a lo largo de determinadas trayecto- El fenotipo también puede ser utilizado, pero sólo una
rias históricas. Se entiende entonces que los límites cul- vez tengamos relativa certeza de que el rasgo fenotípico
turales que se infieren del mapa etnolingüístico se fue- observado es indicador, en un grado mayor, del genoti-
ron construyendo paulatinamente a medida que las po- po, que su variación en la población es neutra y que, como
blaciones humanas que habitaron en la Patagonia fueron tal, nos ayuda a reconstruir la historia de las poblaciones.
diferenciándose, mientras sus mecanismos de reproduc- En este sentido, un caso claro de la efectividad de distin-
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tos indicadores fenotípicos lo constituye la morfología Se ha sugerido la posibilidad de definir hipotéticamente


craneal frente a la pigmentación de la piel. La morfolo- la mayor o menor distancia «cultural» entre individuos
gía craneal humana, aparentemente, no ha sido sometida de distintas poblaciones humanas a partir de la mayor o
a presiones ambientales de carácter «selectivo» y, por menor semejanza lingüística de las hablas de distintas
este motivo, nos permitiría hacer una reconstrucción de comunidades humanas, del mismo modo como se intenta
la historia de las poblaciones (ver Relethford 1994, Ro- en biología y paleontología. Incluso antes que en biolo-
seman y Weaver 2007). Por otro lado, el análisis de la gía se adoptase la reconstrucción del pasado partiendo
pigmentación de la piel entre poblaciones yagan, aó- de la intensidad de las diferencias observadas en el pre-
nik’enk y mapuche, por ejemplo, podría llevarnos a la sente, algunos lingüistas1 se apercibieron de que la diver-
conclusión de que un yagan y un aónik’enk tuvieron un sidad lingüística hablada en el presente es el resultado
antepasado común más próximo que un aónik’enk y un acumulado de la secuencia de cambios y mutaciones ex-
mapuche. Esta convergencia entre poblaciones evoluti- perimentadas por un lenguaje común anterior, del cual
vamente más distantes es producto de las formas locales procede la mayoría de los hablados en el presente. La
de adaptación, resultado de la selección natural, un ene- mayor o menor similitud entre esos lenguajes también
migo de la reconstrucción histórica de las poblaciones sería una función del tiempo que hace que todas esas ha-
porque, en este caso concreto, podría haber «borrado» la blas se separaron de un lenguaje ancestral común. En otras
historia de los aónik’enk, diferenciando la reproductibi- palabras, cuantos más términos y estructuras gramatica-
lidad de los individuos con determinada pigmentación. les tengan en común dos lenguas, más estrecha pudiera
Ahora bien, el procedimiento es bastante más proble- ser su relación histórica y, por tanto, más probable es que
mático de lo que esta sencilla descripción pudiera dar a ambas procedan de un antepasado común. A medida que
entender. Si se quiere asignar una fecha al momento de disminuya el número de rasgos lingüísticos comunes, dis-
divergencia entre dos poblaciones, es necesario disponer minuirá la semejanza y la comprensibilidad de cada len-
de información acerca de la velocidad de cambio de los gua. Valores entre 5-12% de elementos comunes llevan
marcadores moleculares o genéticos, es decir, hay que a los lingüistas a suponer que debió de existir algún tipo
tener a mano algo así como un reloj que nos permita sa- de vinculación en el pasado entre esas lenguas (Campbell
ber si la diversidad aumentó rápida o lentamente una vez 1998, Hock y Joseph 2009).
que se produjo la separación. Y las evidencias biogenéti- La glotocronología es una técnica que permite calcu-
cas no son concluyentes al respecto, ya que puede variar lar la separación temporal o divergencia entre lenguas
mucho según las especies o según los marcadores bioge- que se suponen emparentadas. Con ayuda de este méto-
néticos usados (Cela y Ayala 2001). No es correcto asu- do se podría estimar la fecha en que dos o más lenguas
mir que las diferencias observadas se han ido acumulan- emparentadas habrían formado un tronco común. El mé-
do de manera constante, lineal, proporcionalmente al tiem- todo está basado en el porcentaje de palabras o cognados
po transcurrido entre dos momentos determinados. En que son sustituidos por otras palabras a lo largo del tiem-
ausencia de una tasa no lineal/no monótona de cambio, po. El resultado suele ser una estructura en árbol —den-
las distancias genéticas no pueden ser traducidas en fe- drograma—, en el que cada rama y cada bifurcación se
chas absolutas de separación de linajes o especies. interpretan como el momento a partir del cual un proceso
¿De dónde puede salir una calibración externa para el de cambio lingüístico —nunca bien definido— ha pro-
reloj molecular? Obviamente, del registro arqueológico ducido un cambio apreciable en la proporción de rasgos
y paleontológico. Si se conoce con exactitud —por ejem- en común (Swadesh 1972, Embleton 1986, Ringe 1992,
plo, por medios radiométricos— la edad de las eviden- Nichols 1997, Atkinson et al. 2005, Dunn et al. 2005,
cias óseas o fósiles características de un episodio evolu- McMahon y McMahon 2005, Holman et al. 2008).
tivo y se sabe también qué cambios en los ADN de dos Dado que este enfoque no es todo lo fiable que debiera
taxa se han producido desde entonces, se tendrá bien es- ni en biología ni en paleontología ni mucho menos en
tablecida la calibración que se buscaba. Ese reloj mole- lingüística, ¿podemos emplearlo para interpretar históri-
cular se puede aplicar luego a otros casos. Pero como camente el «grado» o la intensidad de la variabilidad cul-
han sugerido muchos autores, eso supone un argumento tural o «étnica»? Un supuesto común es que el aislamiento
circular: deducimos las fechas correspondientes por el poblacional conduce a la diversificación lingüística y
registro paleontológico/arqueológico basándonos en pa- «cultural» (Cavalli Sforza 1997). Parece ser cierto que
rámetros temporales obtenidos de ese mismo registro. Si aquellas lenguas relacionadas históricamente como re-
tenemos en cuenta, además, que las estimaciones cam-
bian según se empleen modelos lineales o no lineales de 1
Fue M. Z. van Boxhorn el que reconoció en 1643 la familia
calibración, no resulta raro que las fechas obtenidas va- lingüística indoeuropea, concibiendo los lenguajes como sistemas
ríen más allá de los límites racionales (Cela y Ayala 2001). orgánicos de regularidades gramaticales, semánticas y morfológicas.
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sultado del intercambio físico de hablantes son estructu- diferenciación. Inferiríamos entonces la posible existen-
ral y léxicamente más semejantes que aquellas que no cia en el pasado de un cúmulo de eventos de fisión po-
están relacionadas y que, además, están más distanciadas blacional (segregación), procesos de expansión hacia nue-
geográficamente (Nichols 1997, Holman 2004, Holman vas áreas, y aislamiento de algunas poblaciones con res-
et al. 2007, Wichman et al. 2008). La relación que pu- pecto a una población o poblaciones iniciales que causa-
diera existir entre distancias genéticas, distancias lingüís- ron a lo largo del tiempo una diversificación congruente
ticas y diferencias «culturales» resulta del hecho de que tanto en lo genético como en lo lingüístico y «cultural»
las poblaciones humanas (y, por lo tanto, los lenguajes) (Cavalli-Sforza 1997, 2002; Cavalli Sforza et al. 1993).
se «mueven» de manera predictible en contextos particu- En el caso de Patagonia, la bien contrastada —etno-
lares geográfica, económica y socialmente. Por consi- gráficamente— movilidad social y/o económica en el es-
guiente, las distancias genéticas entre poblaciones debie- pacio geográfico daría más apoyo a esta hipótesis inicial.
ran estar relacionadas de algún modo con el grado de Obviamente, la relación
diferenciación estadística entre las lenguas habladas por mayor diferenciación cultural entre distintas poblaciones
esas gentes y con su misma diferenciación cultural. La ___________________________
semejanza biológica y «cultural» tendría entonces que más tiempo desde la fisión del grupo original
disminuir a medida que el grado de implicación entre
personas (interacción social) disminuyese como resulta- sólo sería proporcional en el caso de que se demostrara
do de un aumento de la distancia geográfica y temporal. que otros eventos de agregación o fusión social (redes de
El problema es que la premisa evolucionista básica (a intercambio, conquista militar, aculturación, etc.) no han
mayor grado de similitud menos tiempo ha transcurrido tenido lugar. El problema consiste ahora en averiguar qué
desde que empezó a generarse la diferenciación) sólo fun- factores culturales, geográficos, demográficos, ecológi-
ciona cuando el proceso de formación resulta estocásti- cos, económicos, políticos, ideológicos pudieron haber
co, esto es: contribuido a la conformación de los particulares meca-
1. Cuando la tasa de cambio (mutación genética, susti- nismos sociales de agregación, segregación y/o aislamien-
tución léxica, cambio cultural, innovación técnica y/o to.
política) es aproximadamente constante (especialmente Una de las cuestiones fundamentales que debe resol-
si consideramos períodos de tiempo muy largos); verse consiste en averiguar la relación que pudo haber
2. Cuando la tasa de cambio (mutación genética, susti- existido entre la diversidad lingüística y las fuerzas y pro-
tución léxica, cambio cultural, innovación técnica y/o cesos que han producido esa variabilidad a lo largo de la
política) es aproximadamente uniforme entre todas las historia. Parte de la respuesta tiene relación con temas de
especies y/o lenguas; genética de poblaciones humanas (fisión y/o fusión de
3. Cuando una vez separadas dos entidades (poblacio- comunidades biológicas), pero también con los mecanis-
nes, lenguas o cualquier otro rasgo cultural) en un árbol mos de aprendizaje y de transmisión cultural entre las
taxonómico, no se vuelven a unir, es decir, no vuelven a generaciones sucesivas de una misma población. En este
intercambiar rasgos. sentido, los lenguajes humanos están conformados por
Estas premisas pueden ser válidas, a veces, en biolo- condicionantes genéticos, comunicativos y sociales si-
gía y paleontología, especialmente cuando la acción del multáneamente, lo que comporta distintas soluciones a
individuo no es consciente y se puede representar esto- problemas similares, así como a una variación contin-
cásticamente, pero al introducir la posibilidad de deci- gente (Dediu 2009).
siones racionales (ya sea en un sentido global, lógico, o
circunscrita a las posibilidades locales de decisión, esto
es, racionalidad limitada o heurística de los agentes so- LAS RAÍCES DEL MUNDO INDÍGENA
ciales), la hipótesis de una tasa de cambio social/cultural
o incluso lingüística entre generaciones más o menos La propuesta paleo-lingüística
constante y/o uniforme no es sostenible.
Sólo en el caso de que los procesos de cambio (a esca- En los casi un millón de kilómetros cuadrados de Pa-
la macro) hubiesen sido en Patagonia lo suficientemente tagonia, los lenguajes humanos muestran sorprendentes
constantes a través del tiempo, podríamos llegar a acep- semejanzas, pero también un considerable rango de va-
tar que el grado o intensidad de semejanzas y diferencias riación. En general, puede decirse que las familias lin-
(ya sean biológicas —genéticas o morfo-métricas—, lin- güísticas americanas tienden a ser léxicamente más ho-
güísticas o culturales) observado en el presente etnográ- mogéneas que sus partes opuestas en otros continentes.
fico mide adecuadamente el lapso de tiempo ocurrido Igualmente, un mismo tronco lingüístico está conforma-
desde el inicio del proceso que llevó al aislamiento y a la do por menos lenguas que en África o Eurasia. Según
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algunos autores, esta situación sería indicio de una evo- no y, en fecha todavía más temprana, el ancestro del ma-
lución lingüística diferente en América, con más présta- pudungun.
mos léxicos entre lenguas diversas y una mayor rapidez Otros autores han sugerido vínculos de las lenguas
de evolución en rasgos no léxicos (Holman 2004, Hun- patagónicas con lenguas de otras partes del continente.
ley et al. 2007, Nichols 2008). Entre las propuestas más conocidas se encuentran la de
Los lenguajes en aquellos territorios que se poblaron Swadesh (1962): grupo «Son-Chon», que incluiría a la
en una o muy pocas oleadas migratorias, tal y como se ha familia chon y al mosetén de Bolivia, y la de Greenberg
llegado a afirmar para Patagonia y, en general, para la (1987), repetida en Greenberg y Ruhlen (2007): inclu-
mayoría de América, debieran proceder de un único an- sión de todas las lenguas patagónicas en un grupo «andi-
tecesor, o bien debieran descender de lenguas relativa- no meridional» dentro de la rama «andina» —que inclui-
mente similares. Sería lógico suponer, entonces, que se ría además lenguas como el quechua, el aimara, etc.
hubiese conformado históricamente un mosaico de len- Por el contrario, los trabajos recientes en la lingüística
guas relativamente poco diferenciadas, a pesar de las di- comparativa (Campbell 1998, Adelaar y Muysker 2004,
ferencias léxicas, que se hablaron en áreas geográficas Fabre 2005, Viegas Barros 2005, Brown et al. 2008,
bien localizadas. Distintos procesos pueden haber pro- Müller et al. 2009) llegan a la conclusión de que si bien
ducido este resultado. Para Nichols (1997, 2008) esto sería el parentesco entre las lenguas de los cazadores de la es-
indicio del predominio de sistemas económicos de baja tepa del este de la cordillera (Aónik’enk, Teushen, Me-
escala en la que una comunidad (y la lengua que habló) charnwekenk? Gününa Küna) parece comprobado, y la
no pudo expandirse a expensas de otro grupo (y en detri- conexión entre las lenguas de las poblaciones canoeras
mento de la lengua que hablaba ese grupo). Nettle (1999a, del oeste estaría bien fundamentada (Chono, Kawésqar,
1999b, 1999c), por el contrario, sugiere que la menor di- Tawókser, Halakwalup y las, como mínimo, cinco varian-
versidad lingüística amerindia habría estado causada por tes del Yagan), se debe rechazar relación alguna entre las
la escasa cantidad de hablantes por lengua y habría afec- lenguas de las poblaciones canoeras y las lenguas de los
tado a la proporción de cambio léxico, de forma que las cazadores de la estepa, así como con las del grupo mapu-
lenguas del presente etnográfico aparecieran más rela- dungun (Mapudungun, Huilliche, Picunche, etc.). Por otro
cionadas con las lenguas originales de las que proceden. lado, en la Isla Grande de Tierra del Fuego, las lenguas
Bellwood (1994, 1996, 2007) ha sugerido que la aparen- habladas en las estepas y bosques del centro-norte de la
te menor antigüedad de las familias lingüísticas amerin- isla (Haush, Selk’nam, Párrika o Koyuka) tienen mucha
dias (mayor correspondencia léxico-estadística entre pro- más relación lingüística con las lenguas de los cazadores
to-lenguas y sus derivadas) sería una consecuencia de la de las estepas meridionales de Patagonia continental (Aó-
menor antigüedad de las sociedades con economía agrí- nik’enk, Teushen), que con las lenguas habladas por sus
cola, que tuvieron menos tiempo para que su población «vecinos» canoeros occidentales (Yagan y sus variantes).
creciera y se expandiese como en Eurasia. Contrarios a De ahí se deduciría que las diferentes lenguas habladas
esta hipótesis son Campbell (2000), Holman (2004), por las poblaciones canoeras de las costas occidentales y
Hunley et al. (2007), Currie y Mace (2009). de las islas meridionales de Patagonia proceden de un
Aun cuando se ha sugerido (Key 1978a, Key y Clairis mismo tronco común, distinto del que evolucionaron las
1978, Clairis 1998) que todas las lenguas de la Patagonia lenguas de los cazadores de las estepas al este de las
estarían emparentadas gramatical y léxicamente con ha- montañas y del norte de la Isla Grande de Tierra del Fue-
blas extra-patagónicas (lenguas del tronco macro-pano- go. Este hecho sugiere la posibilidad de dos mecanismos
takana) o aún con las lenguas maya, el uru-chipaya del distintos de agregación social, uno característico de la
altiplano boliviano y el yunga (mochica) de la costa nor- costa occidental del océano Pacífico y de las islas meri-
te del Perú, estas conclusiones han sido severamente cri- dionales, diferenciado de la forma particular de pobla-
ticadas por su metodología deficiente (cf. la polémica en miento en la Patagonia continental (Nichols 1997, 2008).
Fabre 2005). Key (1978b) clarifica su postura frente a Viegas Barros (2005) reconstruye el proceso histórico
las relaciones entre estas lenguas mediante un árbol ge- del modo siguiente. En la región costera occidental del
nético, del cual se desprende que todas las lenguas pata- océano Pacífico, de una misma proto-lengua originaria
gónicas tanto al oeste como al este de los Andes forma- se habrían diferenciado hace 5000 años, si no antes, tres
rían un conjunto más estrechamente emparentado entre distintas familias lingüísticas: la que daría lugar a la len-
sí que con las demás lenguas amerindias de Sudamérica. gua de la población Chono (hablada al sur de la isla de
Este autor parece pensar que una pretendida lengua pro- Chiloé), la que daría lugar a la lengua de la población
to-patagónica se habría escindido de un tronco común Yagan (o Yámana), hablada en torno al Canal Beagle e
sudamericano proto-pano-takana. Ese tronco común po- islas meridionales y, finalmente, la proto-lengua de la cual
dría haber integrado también lenguas del oriente bolivia- derivarían las tres variantes registradas de los idiomas
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Tabla 2. Horizontes temporales propuestos por Viegas Barros (2005).

6000-5000 AP Protolengua originaria del tronco lingüístico


2800-2300 AP PROTOCHON PROTOGÜNÜNA
1500 AP Chon insular Chon continental
1000-800 AP Haush Aonik’aisch, Teushen
Selknam (párrika-koyuka) Patagón costa atlántica Gününa aijsch

hablados por las poblaciones Alacaluf: septentrional, cen- vamente reciente, pero también de que la interacción con
tral, austral (también denominadas: kawéscar-tawokser, las etnias circundantes es reciente y de naturaleza parti-
halakwalup, hekaine); habladas en la parte occidental del cular (Zúñiga 2006).
estrecho de Magallanes, las islas sud-occidentales y ca- En las estepas orientales, por su parte, se identifica,
nales patagónicos hasta Chiloé. Estas últimas lenguas ha- por un lado, un grupo de lenguas fuertemente emparen-
brían iniciado su propio proceso de diversificación hace tadas entre sí (Aonik’aisch,3 Teushen, Mecharnwekenk,
1800 años, cuando su diferenciación con respecto a la Haush, Selk’nam, Párrika o Koyuka) que constituiría un
lengua de la población yagan (o yámana) ya estaba bien tronco lingüístico propio (lengua Chon4 o Tsoneka), dife-
configurada. La diferenciación interna de los dialectos, renciada de otra lengua de cazadores de la estepa como
en este último caso, sería probablemente más reciente. era el Gününa aijsch (Suárez 1970, Fabre 2005, Viegas
Es interesante consignar esta diferencia interna entre las Barros 2005, Fernández Garay 2004, Adelaar y Muysker
lenguas de la familia Alakaluf, muy diferenciadas entre 2004, Brown et al. 2008, Müller et al. 2009).
sí, de las hablas que componen la familia yagan, sólo Traduciendo las diferencias léxicas y estructurales en
diferenciadas en el grado de dialectos de una única len- distancia temporal, Viegas Barros (2005) propone un ho-
gua. rizonte temporal probable para cada escisión lingüísti-
Por su parte, las lenguas habladas por los cazadores ca al este de la cordillera (tabla 2).
que explotaron los bosques andinos, la estepa y los re- Las poblaciones humanas que ocuparon las estepas
cursos del litoral atlántico proceden de dos líneas lin- centrales y meridionales de la Patagonia, al este de los
güísticas diferentes. La primera fue hablada por las po- Andes, hablaban hace 6000 años un mismo idioma del
blaciones situadas al oeste de los Andes (familia lingüís- que derivan las lenguas que se hablaron durante el pre-
tica mapudungun) y otra por los habitantes del este, sin sente etnográfico y que hoy están casi extinguidas o en
relación entre ambas, como no sea el origen común en el riesgo de extinción. A partir de ese momento, a medida
proto-macro-pano-tacana u otra proto-lengua del mismo que se ocupaban nuevas áreas y el grupo humano origi-
polémico tipo que fuese anterior a 6000 años como míni- nal se reproducía, distintas sub-poblaciones se fueron fi-
mo. La hipótesis de parentesco entre las familias pano y sionando del tronco común, dejando de mantener con-
tacana parece tener buenos argumentos en su favor2 y, en tacto y adoptando decisiones propias de acuerdo con las
rigor, el término «proto-pano-tacana» se refiere sólo a la condiciones locales a las que tenían que enfrentarse.
presunta proto-lengua originaria únicamente de esas dos Como resultado de la reducción de la interacción entre
familias. «Macro-pano-tacana» es el término inventado estos nuevas poblaciones, en una fecha tan remota como
por Suárez para la versión ampliada de esa hipótesis que, 4000 AP, las lenguas habladas al norte y al sur del río
entre otras, incluiría (aunque ya con comparaciones me- Chubut (latitud 42-43 grados) se diversificaron en, como
nos cuidadosas) a las lenguas de la familia Chon. La len- mínimo, dos nuevos poblaciones: «proto-chon» y «pro-
gua madre del hipotético tronco macro-pano-tacana de- to-günuna kuna» (Viegas Barros 2005).
bería llamarse «proto-macro-pano-tacana».
En la región montañosa del oeste, la lengua mapudun-
3
gun tiene pocas consonantes distintas si se la compara El listado de palabras compilado por los primeros viajeros du-
rante el siglo XVI provenía de poblaciones indígenas de la costa
con las lenguas más o menos vecinas de los canoeros sud- atlántica al sur del paralelo 48 (cabo Blanco y río Deseado) que pare-
occidentales o de los cazadores de las estepas orientales. cen diferir de las variedades lingüísticas tardías como la aonik’aish y
Esto puede ser un indicio de que los hablantes de mapu- teushen. Esta diferencia puede ser explicada en términos de la exis-
dungun tienen un origen geográfico particular, o que su tencia de una 3.ª lengua del tronco chon restringida al área de la
costa atlántica (Viegas Barros 2005).
migración al territorio occidental transandino fue relati- 4
Nada que ver con la lengua de los indígenas canoeros chono,
cuya actividad parece haberse circunscrito a la costa occidental al
2
Viegas Barros (2010), comunicación personal. sur de la isla de Chiloé.
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Obviamente, el proceso no finalizó en este punto, sino Fig. 2. Hipótesis de diferenciación étnica.
que las modificaciones en el grado de interacción y la
progresiva conformación de poblaciones segregadas y ais-
ladas explica la cada vez mayor diferenciación de pobla-
ciones según su lengua. El grado de divergencia interna
del tronco lingüístico de Patagonia Sur (lenguas Chon)
fue calculado por Swadesh (1959) como correspondien-
do a una fecha de 24 siglos como mínimo. El cómputo
hecho por Suárez (1970) proponía unos 28 siglos. Vie-
gas Barros (1994c, 2005), quien maneja materiales más
adecuados, obtiene como resultado 2,3 milenios de di-
vergencia. Este mismo autor ha «reconstruido» la lengua
original de la cual derivan las distintas lenguas del pre-
sente etnográfico («proto-Chon») sobre la base de los cas parecen estar más circunscritas que otras puede radi-
vocabularios básicos compartidos y las semejanzas gra- car en la dificultad que tienen los grupos humanos sin
maticales y sintácticas entre el Aonik‘aish, Teuschen, «pa- autoridad central para impedir la fisión social, esto es, la
tagón» de la costa atlántica, Selk’nam, Haush y sus res- separación de individuos que prefieren encontrar su sub-
pectivas variantes dialectales (Viegas Barros 2003). Al- sistencia al margen del grupo, o bien incorporándose a
rededor del 2500 AP, los hablantes de esta lengua «pro- poblaciones distintas a las de su nacimiento. Esto haría
to-Chon», ya diferenciada de la lengua hablada por los que, en esas circunstancias, la evolución a sistemas polí-
que habían sido en el pasado sus parientes norteños (ha- ticos complejos fuese menos probable. El resultado es
blantes de una lengua proto-Gününa), tenían palabras que esa región se fragmentará en lenguas diferenciadas.
específicas para nombrar a las poblaciones humanas ca- Por otro lado, los cambios lingüísticos a gran escala
noeras de las costas occidentales y meridionales. Aque- (la «araucanización» de la Patagonia, característica de la
llos etnónimos adquirieron posteriormente significados época del contacto europeo a partir del siglo XVIII) ocu-
despreciativos: «sirvientes», «criado», «esclavo» (Vie- rrieron en el sentido de lenguas francas (mapudungun) y,
gas Barros 2005). además, en regiones en donde se produjeron migracio-
En Patagonia, como en cualquier otra región, los idio- nes importantes (Patagonia Norte en el siglo XIX). Dado
mas se han expandido a lo largo de la historia de dos que la complejidad política es una propiedad de las po-
maneras distintas posibles. blaciones sociales, y que la competitividad y el conflicto
1. Los hablantes de una lengua se expanden a otra área. se producen también a escala grupal, y no meramente
2. Se produce un cambio lingüístico cuando distintas entre individuos, si los grupos políticamente más com-
poblaciones adoptan una nueva lengua. plejos tienden a sustituir o a incorporar a otros, entonces
Sin el tipo de fuerza cohesiva que, en otros lugares, la complejidad global tenderá a ir aumentando a medida
proporcionaron las instituciones políticas complejas de que pasa el tiempo.
tipo estatal, en Patagonia la movilidad residencial tendió Esta hipótesis coincide con los resultados obtenidos
a la fragmentación de las comunidades. En esas circuns- recientemente (fig. 2) por medio de simulaciones com-
tancias, las lenguas tienden a cambiar rápidamente, no putacionales que revelan que, cuanto menor sea la inten-
sólo por el aislamiento resultante, sino por el uso acen- sidad y frecuencia de las relaciones inter-grupo, mayores
tuado del lenguaje como forma de identidad del grupo serán las diferencias en la manera de hablar y expresarse,
que se ha fisionado, de ahí que la homogeneidad lingüís- ajustada a la realidad inmediata de los hablantes (Illert
tica (proto-lengua) no pueda haber durado mucho. 2005, De Oliveira et al. 2006, De Oliveira et al. 2008,
El aislamiento geográfico provocado por entornos mon- Dediu 2009, Patriarca y Heinsalu 2009).
tañosos no debió de ser un factor mayor en la determina- No obstante, de los datos paleo-lingüísticos patagóni-
ción del área que cada lengua cubrió,5 ya que la separa- cos no emerge una señal lingüística ordenada y geográfi-
ción económica, política, social y cultural no requiere de camente consistente. Por un lado, el grado de correlación
barreras topográficas. Toda población humana puede observado entre áreas geográficas y diferencias léxicas
crear sus propias fronteras que limiten el flujo de genes, es consistente con la posibilidad de contacto entre pobla-
palabras y bienes materiales intercambiados. Una expli- ciones en momentos recientes. Debemos tener en cuenta
cación más lógica de por qué algunas lenguas patagóni- que la agresiva colonización europea pudo haber contri-
buido a la escasa estructuración de los datos, ya que pro-
5
Como sugiere el estudio transcultural publicado por Currie y vocó la erradicación de muchas poblaciones originarias
Mace (2009). y, sin duda, redujo la variación lingüística. Si la coloni-
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zación provocó el aumento de la interacción entre pobla- población y que sólo un mínimo de la variación puede
ciones, pudo haber contribuido a borrar la variabilidad explicarse en términos de diversidad de poblaciones (Gon-
lingüística previamente existente. Debemos tener en cuen- zález-José 2003, García Bour et al. 2003, García et al.
ta que los patrones de diversidad lingüística cambian den- 2006, Pucciarelli et al. 2006, Pérez et al. 2007). Estos
tro de y entre poblaciones a medida que la organización resultados no apoyarían la hipótesis tradicional que su-
sociopolítica de esos grupos se transforma, ya sea por gería poblaciones cerradas e invariables a lo largo de toda
formas distintas de movilidad territorial como por la ex- la historia del poblamiento (Bórmida 1953-1954, Imbe-
pansión territorial, o su opuesto: contracción (forzada o lloni 1949, Casamiquela 1999). Ya se trate de marcado-
no) (Hunley et al. 2007, Currie y Mace 2009). res moleculares (frecuencia de distintos haplogrupos en
las muestras con una misma procedencia geográfica), o
La propuesta paleo-biológica caracteres morfológicos y/o morfo-métricos del cráneo,
la variabilidad no puede ser descrita en forma de unida-
Durante mucho tiempo, se analizaron restos óseos hu- des discretas (o «tipos»), sino como un espectro conti-
manos procedentes de colecciones depositadas en mu- nuo entre muestras más o menos similares. Por consi-
seos que fueron etiquetadas en su día por etnógrafos afi- guiente, la definición de «tipos» biológicos representaría
cionados con las etiquetas tradicionales de «Tehuelche», una asignación subjetiva basada en afinidades más sub-
«Selknam», «Yámana», «Ona», «Mapuche», «Alakaluf»; jetivamente apreciadas que realmente observadas (Long
basándose en la simple analogía de equiparar «etnia» con y Kittles 2003, González-José et al. 2008).
«especie» en el sentido biológico del término, lo que per- Un proceso tan complejo como el poblamiento de un
mitía una presunta asociación esencial «especie-raza-cul- subcontinente no puede trivializarse describiéndolo en
tura-lengua». Ahora bien, si se calcula la distancia gené- términos del número de poblaciones originarias que lo
tica entre esos conjuntos óseos, ya sea a partir de marca- conformaron. Multitud de factores más sociales que es-
dores genéticos o utilizando variables morfo-métricas, los trictamente biológicos influyeron en la conformación del
resultados no tendrán mayor validez que la clasificación espectro continuo de similitudes entre individuos: exo-
previa de los restos analizados. Lo cierto es que existen gamia, migración, movilidad residencial, desplazamien-
problemas en la asignación de los cráneos a «etnias» de- tos forzados de población, trashumancia, intercambio y
terminadas, especialmente en el caso de Tierra del Fue- comercio a los que debiéramos añadir los que sí puede
go (Varela et al. 1997), que en parte pueden explicarse que sean más biológicos que sociales, como procesos
por haberse forzado la concentración de individuos de evolutivos de naturaleza estocástica y formas de adapta-
distintos orígenes geográficos y étnicos en un único cen- ción local a ambientes fríos, áridos o cálidos si bien, en
tro (un centro colonial, una misión religiosa), a los cua- estos casos, la decisión de un grupo de mantenerse en un
les simplemente se les denominó con un etnónimo arbi- área concreta, que puede producir una mortalidad dife-
trario sin tomar en cuenta la variabilidad presente de los renciada en el seno de la población y el mayor éxito re-
individuos allí encerrados. productivo de unos individuos sobre otros, resulta tam-
Cuando en lugar de etnónimos tradicionales, se carac- bién la consecuencia de un mecanismo social de toma de
terizan las muestras biológicas disponibles (individuos) decisiones. De ahí lo falaz de la distinción lamentable-
por poblaciones geográficamente localizadas y se calcu- mente tan habitual culture-nature.
la la similitud biológica, ya sea basada en la compara- No obstante, el poblamiento originario de Sudamérica
ción de ADN mitocondrial (genotipo) o basadas en ras- tampoco puede ser considerado como una mega-pobla-
gos morfo-métricos del esqueleto (fenotipo), se pone de ción heterogénea no estructurada. En general, se sugiere
manifiesto que las poblaciones amerindias presentan va- la existencia de dos entidades biológicamente diferen-
lores más altos de heterogeneidad inter-grupal que cual- ciadas, que se corresponden con las poblaciones huma-
quier otro grupo humano. América demuestra ser el con- nas que vivieron en las regiones este y oeste de Sudamé-
tinente con mayor diferenciación biológica, a pesar de rica, actuando el cordón cordillerano (los Andes) como
ser el último en ser ocupado por la especie humana ac- divisoria (Lalueza et al. 1997; Goicoechea et al. 2001;
tual. Este hecho contrasta enormemente con la posible González-José et al. 2001; Tarazona-Santos et al. 2001;
homogeneidad lingüística a la que se hizo mención en el Fagundes et al. 2002; Eshleman et al. 2003; García Bour
capítulo anterior. et al. 2003; Sardi et al. 2004, 2005; Cabana et al. 2006;
Lo que destaca, por encima de cualquier otra conside- Pucciarelli et al. 2006; Lewis et al. 2007; Pérez et al.
ración al analizar genética o morfo-métricamente las 2007).6 A este respecto, es interesante señalar las dife-
muestras óseas de las poblaciones humanas del presente
etnográfico patagónico, es que la mayoría de la variación 6
Esta diferenciación podría ponerse en relación con la diferencia
registrada corresponde a variación dentro de una misma lingüística que veíamos entre lenguas habladas por las poblaciones
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rencias genéticas entre las poblaciones de la Patagonia et al. 2005, Bernal et al., 2006, Pérez et al. 2007). Si en
continental (al este de los Andes) y las de los canales lugar de los caracteres estrictamente morfológicos toma-
fueguinos (al oeste de los Andes) (Lalueza et al. 1997, mos en consideración aquellos rasgos morfo-métricos que
Moraga et al. 2000, González-José 2003, García Bour et están en relación con la «robustez» de las inserciones mus-
al. 2003), frente a la homogeneidad a nivel molecular culares, se pone de manifiesto que las poblaciones fue-
entre las poblaciones humanas andinas y las del Gran guinas, culturalmente muy diferentes (pescadores ca-
Chaco argentino (Cabana et al. 2006, Pérez et al. 2007), noeros del sur de la Isla Grande frente a cazadores de la
y la semejanza genética de las poblaciones humanas de estepa del norte de dicha isla), tendrían el menor de los
la Patagonia continental con las del delta del Paraná (Gon- polimorfismos detectados, caracterizándose por presen-
zález-José et al. 2001). Morfo-métricamente, los cráneos tar los cráneos más robustos y dolicocéfalos de todas las
del sur del río Chubut tienden a ser más semejantes a series comparadas, si bien las diferencias de tamaño son
cráneos procedentes de las estepas del norte de la Isla apreciables, puesto que los cráneos procedentes de las
Grande de Tierra del Fuego, ambas regiones situadas al poblaciones que vivieron en las costas de los canales me-
este de Los Andes, que a cráneos procedentes de los bos- ridionales son los más pequeños de todas las series. Por
ques del sur y oeste de la misma isla, situados al otro su parte, las muestras de cráneos procedentes de la Pata-
lado de la cordillera (Sardi et al. 2005, Pucciarelli et al. gonia central y septentrional mostrarían niveles de ro-
2006). Las diferencias biológicas observadas entre los bustez ósea comparables a los de las poblaciones agríco-
individuos que vivieron en Patagonia y los que vivieron las más septentrionales. Es importante señalar que estas
en el resto del subcontinente, quizás pudiera explicarse diferencias son mucho más marcadas en cráneos mascu-
por la mayor lentitud en el proceso de fisión-fusión de linos que en cráneos femeninos, en donde la correlación
poblaciones, con estimaciones posibles que oscilan entre distancia geográfica/diferenciación morfo-métrica es mu-
5264 y 1641 años antes del presente (García-Bour et al. cho menos clara (Pérez et al. 2007). Ahora bien, el pro-
2003), enorme rango cronológico que pone de manifies- blema con esta vía de análisis es que la «robustez» no se
to los problemas que existen en el uso de los relojes mo- define ni en términos formales ni concretos; no sabemos
leculares, al menos en esta región. si se refiere a un mero carácter observable del registro
Por otro lado, y aunque no se observa correlación glo- óseo o a una inferencia acerca de la constitución física
bal entre distancias genéticas y distancia geográfica en el de los individuos y a su desarrollo muscular, al margen
conjunto del subcontinente americano (Fagundes et al. de la diferenciación por sexo y edad.
2002, González-José et al. 2001, González-José 2003, Contrasta esta homogeneidad con las diferencias eco-
Lewis et al. 2007), en el interior de regiones concretas, nómicas y culturales entre las poblaciones que allí vivie-
como es el caso de Patagonia, sí que se constata esa co- ron. Debido a un sistema económico centrado en la ges-
rrelación (Fuselli et al. 2003). Las poblaciones más próxi- tión de unos recursos menos móviles que el recurso ca-
mas en el espacio tendrían una mayor similitud en sus racterístico de la estepa, las poblaciones humanas que
caracteres biológicos que poblaciones situadas a mayor habitaron las costas de los canales fueguinos pudieron
distancia. De este modo, las poblaciones más septentrio- haber mantenido una movilidad interpoblacional muy
nales serían genética y morfológicamente más semejan- moderada con flujos génicos comparativamente reduci-
tes entre sí que con las poblaciones humanas de más al dos (Sardi et al. 2005, García et al. 2006). De ahí que la
sur (Guichón 2002, Llop et al. 2002, Rothhammer y Llop única posibilidad viable de interpretar esas medidas se-
2004, García et al. 2006, Bernal et al. 2007, Pérez et al. mejantes de robustez sea remitiéndonos a una adaptación
2007). En este sentido, puede llamar la atención la para- a condiciones locales característica (cf. Bernal et al. 2006,
dójica asociación morfo-métrica entre cráneos de los ha- Pérez et al. 2007; en contra, González-José 2003).
bitantes de los canales fueguinos (al oeste de los An- Por consiguiente, más que poblaciones de distinto ori-
des) y de los pobladores de las estepas del norte de la Isla gen (y por tanto de diversa «composición étnica»), la di-
Grande de Tierra del Fuego (al norte de los Andes, que ferenciación biológica (tanto en el genotipo como en el
en esta región transcurren de oeste a este y no de norte a fenotipo) observada en Patagonia fue probablemente ge-
sur), que se diferenciarían de las series procedentes de la nerada por efectos de deriva y flujo génico que actuaron
Patagonia continental, incluso de las más próximas a Tie- diferencialmente a cada lado del cordón cordillerano. La
rra del Fuego (valle del río Chubut y golfo de San Jorge) relación entre una gran diversidad y una pobre estructura
(Lalueza-Fox et al. 1996, Hernández et al. 1997, Gui- geográfica (sólo dos poblaciones muy heterogéneas in-
chón 2002, González-José 2003, Sardi et al. 2004, Sardi ternamente a escala subcontinental) suele ser un indica-
dor de un patrón demográfico complejo, caracterizado
canoeras de la costa occidental y las poblaciones cazadoras de las por cambios frecuentes y rápidos en los contactos repro-
estepas de las regiones orientales (cf. capítulo anterior). ductivos entre poblaciones. Este hecho debiera permitir-
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nos caracterizar el poblamiento de esta región en térmi- dencial, donde los flujos génicos estuvieron probable-
nos de diversos y frecuentes eventos de fisión y fusión mente condicionados (y no determinados) por la distan-
de poblaciones familiares que afectan a las prácticas exo- cia entre diversas comunidades y las crecientes diferen-
gámicas y a la reproducción. Dado que cuando una po- cias económicas, sociales, culturales (lingüísticas). Ello
blación ancestral homogénea se fragmenta repentinamen- podría haber provocado alrededor de cinco mil años de
te en muchas unidades pequeñas aisladas, solemos espe- aislamiento en el extremo sur, frente a un mayor flujo
rar un patrón global caracterizado por la no asociación génico en el norte, en donde imperaban redes más com-
entre distancia genética y distancia geográfica (Temple- plejas de intercambio e interacción. En algunos lugares
ton 2001), la aparición de esa asociación en una región del extremo sur, como en los canales fueguinos, las dis-
indicaría que la fragmentación no fue repentina, sino el tintas comunidades habrían permanecido aisladas del con-
resultado acumulado de pequeños eventos de segrega- tinente durante los últimos 8000 años, salvo por una co-
ción de comunidades, seguidos de otros eventos de posi- nexión probable entre las poblaciones canoeras del ar-
ble agregación. En este sentido, se ha interpretado la ma- chipiélago chileno y las poblaciones del sur continental,
yor variabilidad poblacional entre las poblaciones que lo que explicaría los niveles relativamente altos de flujo
vivieron en las regiones cordilleranas y pre-cordilleranas génico que las poblaciones fueguinas mantienen entre
(González-José 2003): ellas y sus semejanzas lingüísticas relativas. Por su par-
• Mayores niveles de flujo génico de amplio rango des- te, en el centro de Patagonia, entre la cuenca del río San-
de una fuente «externa» que aumente la heterocigosidad ta Cruz y el río Negro o Colorado, no existieron barreras
de la población en cuestión. Fenómenos sociales, tales importantes al flujo génico, como no fuese el factor con-
como mestizaje, conquista militar, etc., podrían explicar dicionante impuesto por la simple distancia entre comu-
ese mayor flujo génico; nidades. En el momento del impacto colonial, migracio-
• Tasas de mutación mayores en el grupo en cuestión nes provenientes allende los Andes modificaron el pa-
con respecto a los poblaciones restantes; trón de distancias y de variabilidad interna en aquellas
• Un tamaño efectivo de la población mayor o tasas de poblaciones patagónicas que recibieron el impacto de este
crecimiento poblacional más elevadas que en las restan- flujo durante un tiempo prolongado.
tes poblaciones.
Algunas investigaciones (Tarazona-Santos et al. 2001, La hipótesis arqueológica y etno-
Fuselli et al. 2002, Lewis et al. 2007) concluyen que la histórica
evolución de los linajes masculinos en el subcontinente
podría ser resultado de dos modelos demográficos dife- Del análisis conjunto de la evidencia biológica y lin-
rentes. Por un lado, en la parte oeste o andina de Suda- güística se deduce que debió de haber existido algún tipo
mérica, una mayor población habría construido redes de de continuidad histórica entre las poblaciones humanas
intercambio extensivas (pan-andinas), así como habrían que habitaron Patagonia (fig. 3) en el pasado «prehistóri-
tenido lugar desplazamientos de población por las condi- co» y las que la poblaron durante el presente etnográfico,
ciones de centralización política (posiblemente a partir ya que el grado de diversidad genética y lingüística ob-
del 1500 AP, con mayor seguridad a partir del cambio de servado en el presente necesitó, tanto en un caso como
era), lo que daría lugar a altas tasas de flujo génico entre en el otro, 6000 años o más para haberse formado (cf. la
comunidades muy abiertas al exterior, siendo la conse- discusión anterior).
cuencia una tendencia hacia la homogeneización genéti- Lamentablemente, la arqueología patagónica no ha
ca. Frente a esta dinámica, en las tierras bajas al este de desarrollado esta hipótesis. Descrito el cambio histórico
la cordillera —incluyendo la Patagonia situada al este de como una mera secuencia de distintas adaptaciones a un
los Andes—, las poblaciones humanas habrían evolucio- medio ambiente supuestamente estable, que cambió sólo
nado de manera mucho más aislada, con menor flujo gé- en momentos puntuales, «catastróficos», el poblamiento
nico entre comunidades geográficamente más aisladas y indígena de la Patagonia no ha tenido historia en tanto en
un marco global caracterizado por altas tasas de deriva cuanto se asume que la evolución de la organización y de
génica, con el consecuente aumento de la diferenciación. la estructura social de los pueblos patagónicos refleja una
La correlación entre los mecanismos sociales de exoga- continua simplicidad desde los inicios del poblamiento.
mia (intercambio de hombres/mujeres con propósitos re- La aparición de dos modos de vida diferenciados en
productivos) y la movilidad territorial de las poblaciones Patagonia, comunidades canoeras que explotan los re-
explicaría la falta de una estructura genética bien indivi- cursos del litoral sud-occidental frente a poblaciones ca-
dualizada al este de las montañas. zadoras-recolectoras que explotan los recursos de la es-
Como resultado, paleo-biológicamente, podemos in- tepa, suele interpretarse como la existencia de dos pobla-
ferir un poblamiento caracterizado por la movilidad resi- ciones originales, biológica y culturalmente diferencia-
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Fig. 3. Diversidad topográfica de Patagonia.

das desde sus inicios, una en la costa sud-occidental y la nera única, o bien el mismo proceso se registró simultá-
otra en las estepas continentales, sin interrelación y sin neamente en varios lugares de la costa pacífica y/o aus-
cambio apreciable en miles de años. Aún cuando la in- tral? Algunos arqueólogos se inclinan por la segunda
gresión de aguas en la línea de costa pleistocénica sobre opción. Rivas et al. (1999) describen la presencia de tres
el Atlántico no permite identificar sitios arqueológicos sitios eco-tonales (zonas de transición entre ambientes
que podrían haber estado sumergidos hace 13000 años, de estepa y bosque y ambientes marinos) en torno a los
algunos autores tienden a pensar que los primeros colo- que se concentran los sitios más antiguos, y que registran
nizadores de Patagonia evitaron la explotación de los re- evidencia de una transición de cazadores-recolectores te-
cursos marinos hasta que algunos cambios en las circuns- rrestres a marítimos a nivel regional. Estos focos de tran-
tancias ambientales permitieron su gestión y la coloniza- sición estarían representados por: 1) el canal del Beagle
ción de áreas costeras (Orquera y Piana 2007, Piana y y la isla Navarino, en el área meridional extrema, siendo
Orquera 2009). Legoupil y Fontugne (1997) observan que el componente Túnel 1 el antecedente más temprano de
los sitios tempranos en Tierra del Fuego están emplaza- esta zona; 2) el sector medio del estrecho de Magallanes,
dos en zonas de transición marítimo-terrestres, lo que evi- seno Otway, siendo el sitio Ponsonby la evidencia más
dencia la falta de especialización en la explotación de los antigua de dicha transición; y 3) el sitio de Puente Quilo,
recursos. Para los horizontes tempranos del sitio de Monte en la parte septentrional del archipiélago chileno, ubica-
Verde (Chile), Dillehay (2000) reporta una utilización do en el norte de la isla de Chiloé y fechado en torno a
muy generalista de los recursos, que abarcan elementos los 5500 años AP (Rivas et al. 1999).
del estuario, los ríos circundantes y los ambientes mon- El hecho de que la transformación de una estrategia de
tañosos. Ahora bien, esta estrategia de transición y tem- subsistencia de tipo generalista a una centrada en los re-
prana ¿evolucionó hacia una estrategia marítima de ma- cursos costeros se haya dado con cierta probabilidad, de
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manera independiente, en tres lugares bien distanciados Chono se distinguiese más de las poblaciones Yagan del
a lo largo de la costa sur y occidental de Patagonia, lleva sur que de los Alakaluf del norte.
a pensar que la economía marina no era parte del bagaje Así pues, no es hasta el 7.º milenio antes del presente
cultural de los primeros pobladores, sino que surgió como cuando las evidencias arqueológicas de incremento de-
una respuesta social dependiente de la aparición de la mográfico y expansión poblacional (Borrero 2001, Sa-
«tecnología de la madera», y condicionada por los cam- lemme y Miotti 2003) permiten interpretar el inicio de la
bios ecológicos que propiciaron la expansión y consoli- explotación intensiva de las costas y la aparición de po-
dación del bosque de Nothofagus (Orquera 2005). blaciones humanas especializadas en la explotación de
Esta hipótesis arqueológica coincidiría, en parte, con recursos marinos y litorales en las costas occidentales y
la propuesta paleo-lingüística de Viegas Barros (2005), meridionales (Legoupil y Fortugne 1997, Ocampo y Ri-
que menciona tres núcleos lingüísticos diferenciados en vas 2004, Orquera y Piana 2007, Quiroz y Sánchez 2004),
la región hace como mínimo 5000 años, aunque la dife- diferenciadas de las poblaciones de cazadores-recolecto-
rencia no sea observable en el registro arqueológico res pedestres del interior. Sin embargo, que las eviden-
(Ocampo et al. 2004, Vila et al. 2006).7 cias arqueológicas señalen a la antigüedad de la diferen-
Pudiéramos plantearnos por qué razón las áreas geo- ciación entre canoeros occidentales y cazadores orienta-
gráficas de las lenguas Alakaluf son sensiblemente me- les, en coincidencia con las hipótesis paleo-lingüística,
nores de norte a sur. Esta situación parece coincidir, al paleo-genética y paleo-morfológica, no significa nece-
menos parcialmente, con la sugerida por Daniel Nettle sariamente que exista una correlación lineal entre la va-
para quien «cuanto mayor es el problema del aprovisio- riabilidad económica, la diversidad genética y la diversi-
namiento de subsistencias, más amplia es la red social ficación cultural.
necesaria» (Nettle 1999). Como resultado, todo parecie- El hecho de que la gestión social de los recursos lito-
ra apuntar a que «cuanto mayor es el riesgo de no alcan- rales en la Patagonia oriental (océano Atlántico) (Gómez
zar el umbral de subsistencia, menos lenguajes diferen- Otero 2007, L’Heureux y Franco 2002, Moreno 2008)
tes existirán en un área geográfica de tamaño dado». Esto sea totalmente distinta que la adoptada por las poblacio-
implicaría que habría habido diferencias de disponibili- nes humanas de la Patagonia occidental (océano Pacífi-
dad de recursos en las áreas de cada una de las lenguas co) (Legoupil 2000, Piana 2003, Orquera 2005) debiera
Alakaluf. Si no fuera así y las condiciones ecológicas hacernos pensar. Las diferencias en la gestión social de
hubiesen sido las mismas en todas las áreas Alakaluf, los recursos disponibles sugieren la complejidad del pro-
entonces la única explicación sería la histórica. Porque ceso y la imposibilidad de entenderlo a una escala local.
es un dogma de la llamada «geografía lingüística» que Muchos factores debieran tomarse en cuenta para enten-
las áreas geográficas mayores son las últimas en haber der por qué poblaciones diferentes decidieron gestionar
sido colonizadas. Si esto resultara cierto en este caso, de modo diferente un mismo conjunto de recursos. Entre
entonces la expansión Alakaluf debería haber seguido un esos factores podemos mencionar: la cantidad de trabajo
rumbo de sur a norte (García et al. 2006), lo que coinci- necesaria, el tamaño del grupo, el grado de desarrollo
diría con el hecho de que el Alakaluf del sur parece haber tecnológico, la complejidad de las operaciones de traba-
sido (aunque, lamentablemente, debido a su escasa do- jo, las necesidades operacionales, la organización del tra-
cumentación, no lo podemos asegurar) el habla Alakaluf bajo colectivo, las relaciones sociales de producción. Es
más divergente.8 La cronología de los yacimientos arqueo- por ello que no existe correlación ni lingüística ni bioló-
lógicos, más antigua cuanto más al sur, podría servir de gica entre los habitantes de áreas geográficas distintas
evidencia parcial de esta hipótesis (Piana y Orquera 2009). con recursos diferenciados.
La ausencia en Chiloé e islas vecinas de contextos ar- En la Patagonia continental, no se dispone de eviden-
queológicos con dataciones tan antiguas como las de los cias suficientes para plantearse la continuidad humana
sitios del canal Beagle iría en la misma dirección, de modo —que no cultural— entre las primeras poblaciones que
tal que la población etnográficamente conocida como colonizaron el territorio hace 13000 años y las que carac-
terizan el presente etnográfico. La discontinuidad pobla-
7
cional en Patagonia septentrional (Cueva Traful, Cuyín
Tengamos presente que la principal diferencia tecnológica entre
unas y otras poblaciones es la morfología y el proceso de producción Manzano, Epullán Grande) entre las primeras ocupacio-
de la canoa, elemento que aunque conservado en el registro etnográ- nes datadas alrededor del 10000 AP y las ocupaciones
fico no se ha preservado en el registro arqueológico. Aunque las di- datables alrededor del 7000 AP, irían precisamente en la
ferencias de cultura material fuesen relevantes, la preservación dife- dirección de afirmar una posible no continuidad de las
rencial de esos materiales hace imposible la visibilidad de las dife-
rencias.
poblaciones (Boschín 2001, 2010).
8
Nuestro agradecimiento a Pedro Viegas Barros por habernos Se ha definido un período aproximadamente situado
sugerido esta atrayente hipótesis. entre el 9500 y el 7000 AP en el que no se observan dife-
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rencias estilísticas entre los grupos situados en la Pata- tagonia de esta época también se distinguirían de los del
gonia meridional, central y septentrional andina (Borre- norte, en donde serían más abundantes los grabados (Fio-
ro 1989),9 caracterizado habitualmente por la tradición re 2006, Orquera 1987, Boschín 2010). De ahí que Mena
estilística de la industria lítica denominada «Toldense» (1997) haya sugerido que, entre el 6000 y el 3000 AP, el
(Gradin 1980, Cardich y Paunero 1992, Cardich et al. área de la Patagonia meridional entre los ríos Chubut y
1994), cuyos prototipos se encuentran en toda Patago- Chico (latitud 42º-50º) pudo haber sido una «macro-re-
nia, y que quizás coincidiría con la época en la que las gión cultural» cuya extensión espacial coincidiría con la
hablas proto-Gününa y proto-Chon todavía están confun- homogeneidad en pinturas rupestres y estilos caracterís-
didas en una misma habla original. ticos de la industria lítica. Correspondería al período hi-
Los datos paleo-lingüísticos, biológicos y arqueológi- potético en el que los hablantes de una lengua «proto-
cos se refieren con sorprendente unanimidad a una dis- Chon» se separan de los hablantes de lenguas de un posi-
continuidad poblacional de hace 7000/6000 años, a par- ble tronco «proto-Gününa».
tir de la cual se iniciaría la trayectoria histórica que des- Se ha sugerido que el «Casapedrense» habría tenido
embocaría en el presente etnográfico. Es durante el pe- su fin hace 4000/3750 años, aparentemente después de
ríodo situado aproximadamente entre el 7000 y el 4500 una erupción del volcán Hudson que, de forma presumi-
AP (Borrero 1989, 2008; Borrero y Mena 2007) cuando ble, habría interrumpido el poblamiento en muchas re-
ya no sólo las poblaciones occidentales/meridionales se giones y habría marcado un importante cambio ecológi-
diferencian de las poblaciones orientales por su subsis- co que marcó la forma de conseguir la subsistencia (Car-
tencia y estructura de la producción, sino que incluso los dich y Paunero 1992, De Porras et al. 2008). No obstan-
cazadores pedestres orientales empiezan a diferenciarse te, las dataciones radio-carbónicas no coinciden y los pre-
entre ellos. Es en este período cuando arqueólogos y ar- suntos efectos catastróficos de la erupción no se han con-
queólogas distinguen la aparición de formas estilística- firmado en yacimientos mucho más próximos al área de
mente diferenciables en los útiles líticos, en especial el la erupción.
estilo denominado «Casapedrense» (Gradin 1980, Car- Por todo ello, resulta difícil establecer cambio cultu-
dich y Paunero 1992, Cardich et al. 1994, Langlais y ral alguno después de la tradición «Casapedrense», ade-
Morello 2009), caracterizado por la industria de láminas más de que no se han podido distinguir unidades cultura-
u hojas, con la presencia de núcleos prismáticos y pira- les entre el 4000 y el 2000 AP (Borrero 1989), como no
midales. Las láminas son utilizadas principalmente para sea la perduración del «Casapedrense» en lo que se ha
la manufactura de cuchillos y raspadores, pero carecían denominado «Protopatagoniense de tradición Casapedren-
de puntas de proyectil aunque contaban con bolas para se» en las cuencas de los ríos Deseado y Chubut (Gradin
armas arrojadizas. Este estilo daría una apariencia de uni- 1980, Aschero 1987). Por otro lado, Crivelli (1987) ha
dad cultural a la Patagonia meridional y centro-meridio- sugerido relaciones entre las industrias protopatagonien-
nal, destacando las semejanzas observadas tanto a nivel ses de la Patagonia septentrional y las de tradición ca-
morfo-tecnológico como respecto a la conformación de sapedrense de la Patagonia central, lo que podría inter-
estos soportes por retoque marginal preferentemente en pretarse como continuidad de una misma población, con
cuchillos y raspadores (Langlais y Morello 2009), al tiem- escasos elementos visibles de diferenciación en lo que se
po que se podrían observar los primeros indicios de dife- ha preservado de su cultura material.
renciación con la Patagonia septentrional, entre cuyo ins- Boschín (2000) ha sugerido que, alrededor del 3000
trumental lítico serían poco abundantes los instrumentos AP, poblaciones culturalmente emparentadas con las del
basados en la tecnología de hoja, característica del sur norte de la Patagonia central habrían iniciado la coloni-
(Aschero 1987, 2000; Orquera 1987, Fiore 2006, Bos- zación de las regiones más septentrionales de la Patago-
chín 2001). Más tarde, la misma región septentrional man- nia, en las proximidades de la meseta de Somuncurá, tam-
tendrá la distinción respecto al sur en cuanto a la morfo- bién caracterizadas por la ausencia de instrumentos líti-
logía de las puntas de flecha (Boschín 2001, Prates 2006). cos identificables como «puntas de flecha». Quizás haya
Los rasgos característicos del arte rupestre del sur de Pa- que ponerlo en relación con la diferenciación lingüística
de grupos Mecharnwekenk o Chüwach a Küna.10
9
Este autor no cree que esta semejanza estilística represente la Estilísticamente, al menos en la Patagonia central y
migración de una población homogénea en esta fase, sino la consta- meridional, el área por excelencia de las poblaciones con
tación de la semejanza de adaptaciones locales de poblaciones posi-
blemente distintas. Esta afirmación parece contradictoria al señalar-
10
se la evidente diversidad topográfica y ambiental en la cuenca del Gradin (1978) consideró que la distribución de los grabados
río Chico (Patagonia extra-andina meridional), la del río Deseado rupestres con símbolos «de pisadas» sería coincidente con el área
(Patagonia extra-andina centro-meridional) y el valle de Traful (Pa- donde se desplazaban los Mecharnwekenk históricos (cf. Boschín
tagonia andina-septentrional). 2010).
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hablas del tronco lingüístico Chon, se desarrolla la tradi- cas relevantes. Esta situación parece coincidir, al menos
ción casapedrense, si bien se observa una notable dismi- parcialmente, con la sugerida por Daniel Nettle que, como
nución en el tamaño de los instrumentos y algunos ras- veíamos anteriormente, apunta a que «cuanto mayor es
gos de los que caracterizarán a un posterior estilo que se el riesgo de no alcanzar el umbral de subsistencia, menos
ha dado en llamar industria «Patagoniense». En la Cueva lenguajes diferentes existirán en un área geográfica de
de las Manos (sub-área del río Pinturas, Santa Cruz), el tamaño dado». Ahora bien, esta hipótesis no debiera con-
estrato arqueológico que contiene artefactos del patago- ducirnos a afirmar sin críticas que la comunidad lingüís-
niense ha sido datada en 1610 años AP, mientras que, en tica es la unidad social que se enfrenta al estrés económi-
el sitio Cerro de los Indios (Santa Cruz), este nivel cultu- co. Simplemente, el contacto con otras poblaciones tuvo
ral ha arrojado una fecha radio-carbónica de 1420 años que haber sido mucho más importante en la estepa conti-
AP (Gradin 1980). El rasgo distintivo de la industria pa- nental y en las costas orientales que en las costas occi-
tagoniense son las puntas pedunculadas de limbo trian- dentales y meridionales (Nettle 1999, cf. también Currie
gular con aletas con retoque bifacial extendido. Estas pun- y Mace 2009).
tas habrían constituido flechas para los arcos (Gradin et El cruce del estrecho de Magallanes por cazadores-
al. 1979). Boschín (2010) ha afirmado que el correlato recolectores que aparentemente no conocían la navega-
histórico de lo que arqueológicamente se denomina «Pa- ción en canoa, pero que quizás utilizaron otros elemen-
tagoniense», sería la etnia tehuelche, esto es, las pobla- tos tales como balsas, es todavía un punto en disputa. La
ciones hablantes de Teushen y Aonik’aisch. cronología lingüística del 1500 AP (Viegas Barros 2005)
Es interesante resaltar al respecto que los vocablos parece muy reciente, pero concuerda con la mayoría de
usados para «arco y flecha» son diferentes en varias len- las fechas radio-carbónicas de la parte norte de la isla
guas al norte y al sur de las estepas continentales patagó- (Borrero y Barbarena 2006). Las lenguas habladas en
nicas. Viegas Barros (2003) sugiere la posible ausencia ambos lados del estrecho son muy similares entre ellas
de estos instrumentos cuando el grupo inicial era cultu- (Viegas Barros 2005), hecho que contrasta con algunas
ralmente homogéneo —durante el «Casapedrense» y aún diferencias relevantes en el registro arqueológico al nor-
antes—, seguido por una invención y adopción separada te y al sur del estrecho de Magallanes (Borrero 1989-90,
una vez que la diferenciación ya estaba en marcha. Esta Lanata 2002). Por otro lado, la lista de palabras de
hipótesis coincide con los datos arqueológicos más fia- Selk’nam y Haush están llenas de términos referentes a
bles para los artefactos clasificados como «puntas de fle- recursos que no aparecen en Tierra del Fuego: por ejem-
cha» (microlitos, que han sido datados alrededor del 2500 plo, el caso de una de las presas de caza favoritas de los
AP o aún mas tarde para el sur de Patagonia, y alrededor cazadores de las estepas continentales, el «choique», Pte-
del 1500 AP en Patagonia central; cf. Aschero 1987, Fran- rocnemia pennata, ausente en las estepas insulares. Los
co et al. 2005). Boschín (2010) sugiere que el inicio de la cazadores de estas estepas más meridionales (hablantes
elaboración de puntas de proyectil pedunculadas en Pa- de algunas variantes del Selk’nam) han construido una
tagonia septentrional se podría situar alrededor de hace explicación simbólica de su separación de las poblacio-
2000 años, con rasgos morfológicos que los relaciona- nes continentales, refiriéndose a sí mismos como el «clan
rían con los instrumentos de la Patagonia central. Otro de la rama separada» (Najlis 1973). Obviamente, la ex-
instrumento clásico para la caza, las boleadoras, podrían pansión de los cazadores de las estepas continentales hacia
haber mantenido su uso y significado originales, lo que el sur, en una fecha aparentemente tardía, no excluye la
sugiere la antigüedad de este instrumento de caza. Ar- existencia de posibles arribos de otras poblaciones a la
queológicamente, las boleadoras han sido datadas tem- isla anteriores a esta fecha, que no han dejado huella de-
pranamente, siendo características de los primeros po- tectable en el presente etnográfico. Registros arqueoló-
bladores de la región (Aschero 2000, Gradín 1980). Es gicos recientes han descubierto fechas de 7000-4000 AP
precisamente en esta época en la que se puede situar la a lo largo de la costa atlántica de Tierra del Fuego (Lana-
diferenciación cultural entre las poblaciones de habla ta 2002, Salemme y Bujalevski 2000).
Teushen (entre el río Chubut y el Santa Cruz) y las de Entre 1000 y 800 años antes del presente, las pobla-
habla Aonik’aisch, al sur del río Santa Cruz. ciones humanas de las estepas continentales incrementa-
Llama la atención la mayor diferenciación lingüística ron su territorialización, de tal forma que la reducción de
en la Patagonia occidental que en oriental. Si hace 2000 los canales de comunicación entre poblaciones favore-
años las lenguas Alakaluf ya están bien diferenciadas de cieron el desarrollo de nuevas variantes lingüísticas en el
las lenguas y dialectos Yagan (aunque la diferencia no interior del mismo tronco lingüístico Chon: la lengua Teu-
sea observable en el registro arqueológico (Ocampo et shen se diferencia de la Aonik’aisch en las estepas conti-
al. 2004, Vila et al. 2006),11 las lenguas del tronco Chon
tardaron mucho en mostrar diferencias léxico-estadísti- 11
Cf. nota 7.
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nentales; la lengua de las poblaciones Haush se diferen- les. Durante 5000 años, en los bosques y estepas al este
cia de la Selk’nam en las estepas de la Isla Grande de de los Andes, una escasa población, organizada en gru-
Tierra del Fuego (Viegas Barros 2005). Obviamente esto pos pequeños, muy móviles y dispersos en áreas de alre-
no significa que ésta hubiese sido la única diversidad re- dedor de 100 km de radio, interaccionaron frecuentemente
sultante. Es simplemente la única diferencia que los lin- con escasa competencia entre ellos, dada la ausencia de
güistas han podido llegar a reconstruir a partir de los lis- un uso especializado del ecosistema (Steele et al. 1998;
tados de palabras preservados. Con seguridad, la varia- Borrero 2001; Borrero et al. 2009a, 2009b; Franco y Ci-
ción lingüística y cultural tuvo que haber sido mayor en rigliano 2009). Hasta que no cambiara el mecanismo de
el norte de Patagonia (Boschín 2001), donde lamentable- interacción (exogamia, intercambio de bienes, etc.), no
mente ningún dialecto del Gününa a ajucha se conoce pudo haberse transformado la regularidad cultural de lo
actualmente,12 que en el sur y centro patagónicos. La dis- que había sido desde el origen una misma población.
tribución de la cerámica constituye otro indicador posi- Bellelli et al. (1998, 2000a, 2000b) plantean que un pro-
ble para el proceso de diferenciación poblacional a lo gresivo aumento de la aridez, a lo largo del holoceno tar-
largo de los últimos mil años (Nacuzzi 1987). dío, habría llevado a los pobladores de la estepa a esta-
La cerámica no aparece al sur del río Santa Cruz (50º blecer estrategias de complementación con los recursos
S); no es frecuente al norte de esta región, pero aparece del bosque considerados constantes y predecibles pero
en cantidades menores en la mayoría de los sitios arqueo- con alto costo de obtención. El progresivo incremento de
lógicos desde el 1000 AD hacia delante, evidencia de la la aridez podría haber causado la reducción de recursos
existencia de redes de interacción social diversas en una de agua fresca y la reducción de disponibilidad de cursos
y otra región. En el sitio Cerro Shequen, en la sub-área de agua espacialmente concentrados, limitando así los
del sudoeste de la provincia de Chubut, se encontró un movimientos animales y los asentamientos humanos, y
nivel de ocupación con restos de cerámica que fue data- conduciendo a especializaciones sociales mayores en el
do en 1250 años AP (Gradin et. al. 1976). Esta es la úni- uso de espacios físicos. En este mismo sentido, la apertu-
ca fecha radio-carbónica que permite señalar la llegada ra de redes de intercambio social podría haber compen-
de la alfarería a la Patagonia Norte, región comprendida sado la reducción de movilidad de los patrones residen-
desde el río Negro hasta el río Chubut. Existe la posibili- ciales y la concentración de los asentamientos humanos.
dad de que la alfarería haya sido conocida en Chubut antes El cambio climático producido durante la Anomalía
de que lo fuese en el área de transición andino-patagóni- Climática Medieval (o la Pequeña Edad de Hielo) ocu-
ca —especialmente en Neuquén, en donde fue fechada rrida entre el 1021-1228 DC (Stine 2000, Meyer y Wag-
en el siglo X de nuestra era— (Gradin 1980). En la zona ner 2008), habría provocado situaciones de estrés am-
sur de Neuquén (lago Traful), la cerámica hallada está biental cuyas consecuencias sociales conducirían a defi-
generalmente decorada en forma incisa con motivos geo- nir nuevas estrategias como migración, conflicto y au-
métricos —líneas simples, dobles y triples, algunas pun- mento del desarrollo tecnológico mediante el cual se pu-
teadas y otras en zigzag— (Silveira 1984). Este tipo de dieran maximizar los recursos disponibles. Las caracte-
motivos puede compararse con el de las pinturas rupes- rísticas ecológicas de diferentes ambientes condiciona-
tres del Cerro Shequen que describiera Gradin (1978). rían la distribución de las poblaciones humanas, su mo-
Gradin (1980) sugiere que esta fecha para la alfarería lle- vilidad y el acceso a los recursos. Durante el cambio cli-
va a pensar en una distinta vía de penetración en la Pata- mático del 1021-1228 DC, los recursos críticos se ha-
gonia central, probablemente relacionada con el área de brían restringido llevando a las poblaciones a permane-
transición pampeano-patagónica, contribuyendo de esta cer espacialmente concentradas, acentuando la territoria-
manera a un proceso de desarrollo regional que termina- lización y la reducción de la movilidad residencial y eco-
ría en la etnia tehuelche. nómica. La concentración del arte rupestre en regiones
Lo tardío de esta diferenciación se puede poner en re- como la meseta del lago Strobel podría sugerir la agrega-
lación con un hipotético mantenimiento de las formas ción de poblaciones diferentes en lugares específicos.
sociales de interacción entre poblaciones humanas de las Igualmente, la gran cantidad de enterramientos reutiliza-
estepas orientales de Patagonia, lo que contrastaría con dos podría sugerir que las poblaciones humanas incre-
la considerablemente mayor restricción de las redes so- mentaron su ajuste a territorios específicos (Goñi y Ba-
ciales en las costas y canales occidentales y meridiona- rrientos 2004, Goñi et al. 2000-2002). No obstante, pare-
ce difícil generalizar estas hipótesis a la mayoría de la
12
Patagonia, dada la considerable variabilidad climática y
A no ser que sea el «querandí», la parcialidad descrita por los
primeros colonizadores europeos que, lingüísticamente, podrían ha-
ecológica. En ningún caso, la diferenciación social ter-
ber hablado una lengua de un posible tronco lingüístico günuna (cf. minó en esa época, sino que a través de trayectorias his-
Viegas Barros 1994b). tóricas diferentes se desarrollaron nuevas formas de di-
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ferenciación social, económica, territorial y lingüística. nos dentro de la misma comunidad y entre poblaciones,
El cambio experimentado a partir del contacto colonial tanto como recurso de emergencia en caso de riesgo de
resulta obvio. A finales del siglo XVIII, en algunas par- subsistencia para resolver los conflictos sociales que pu-
tes del norte patagónico donde el contacto europeo y los dieran haberse planteado, o para asegurar el intercambio
conflictos inter-grupales eran más fuertes, la jerarquiza- de mujeres en edad reproductora, tal y como evidencian
ción social se fue consolidando, con marcadas diferen- los datos del presente etnográfico (patrilocalidad, homo-
cias sociales y la aparición de élites sociales con derecho geneidad del patrón de variación del cromosoma Y).
familiar de sucesión. Los mecanismos políticos de con- En estas condiciones, si las decisiones de las pobla-
trol social empezaron a expresarse a través de la regula- ciones hubiesen estado basadas en una optimización per-
ción de los derechos territoriales y de la reproducción fectamente racional, habrían aparecido probablemente
social. La autoridad se fue restringiendo a través de la comunidades de gran tamaño por ser más eficientes en
emergencia de «jefaturas», legitimándose por medio de esas circunstancias. Sin embargo, la probabilidad de un
la utilización de ritos y símbolos (Vezub 2009). incremento en la tensión social (falta de reciprocidad en
El tamaño promedio de las poblaciones en tiempos de relaciones exogámicas, sobre todo) habría acentuado la
la adopción del caballo era de unas 500 personas, sugi- tensión hacia la fisión social una vez el grupo alcanzaba
riendo que no estamos describiendo sociedades simples un tamaño crítico. El avance de ese estado y el incremen-
a nivel de bandas no organizadas. Se establecen grandes to en el nivel de conflicto habrían disparado mecanismos
circuitos mercantiles y ganaderos indígenas que van a de fisión, migración y conformación de jefaturas, afian-
unir a las poblaciones a ambos lados de la cordillera, abas- zando los procesos de etno-génesis como los acaecidos
teciendo a los mercados coloniales. Esta amplia red de en el norte patagónico a mediados del siglo XIX, resul-
intercambio estaría conformada por diferentes núcleos tando en la desarticulación de la organización política de
de producción, intercambio y movilización de recursos las etnias del período pre-contacto y la necesidad de ge-
basados fundamentalmente en una economía pastoril. El nerar y consolidar nuevas estructuras políticas de asocia-
control de este circuito estaba en manos de cacicatos que ción, resistencia y coalición (Villar y Jiménez 2000).
legitimaban su poder en base a la pertenencia a una élite El cambio en los circuitos de intercambio de bienes
familiar, poseyendo atribuciones de liderazgo político, provocó que el uso del Aonik’aisch empezara a expan-
de intermediación con las autoridades criollas y de redis- dirse hacia el norte (y quizás hacia el este y el oeste)
tribución de bienes (Varela y Biset 1993; Nacuzzi 1998; (Casamiquela 1985, Viegas Barros 2005). Este lenguaje
Palermo 2000; Boschín 2002, 2010; Gómez-Otero 2007; se convirtió en el habla común entre diferentes poblacio-
Moreno 2008; Vezub 2006, 2009; Barceló et al. 2009). nes y, más tardíamente, reemplazó a otras lenguas hasta
Tradicionalmente, la introducción del caballo ha sido lo que se conoció como el complejo tehuelche (Escalada
considerada un elemento clave para explicar el cambio 1949), integrando diferentes poblaciones alrededor de un
social ocurrido en momentos históricos. El concepto de lenguaje similar y alrededor de una actividad económica
«complejo ecuestre» resultó fuertemente criticado por similar (intercambio). De este modo, el complejo tehuel-
considerarlo una explicación causal simple y reduccio- che del siglo XVIII habría reunificado cultural y social-
nista del cambio social, que entendía la superficialidad mente lo que había sido un proceso de diversificación a
del fenómeno y no las bases materiales del mismo. Si se muchos niveles por más de 5000 años. A partir de ahí, la
comparan los resultados de la introducción del caballo lengua mapudungun del lado oeste de los Andes comen-
entre poblaciones continentales meridionales y septen- zó a reemplazar a los lenguajes locales del este y las in-
trionales, se observa una gran diferencia. Mientras el gru- fluencias del oeste modificaron algunos aspectos del com-
po meridional (hablante de la lengua Aonik’aisch) intro- plejo tehuelche, el material-cultural y las redes de inte-
dujo el caballo tardíamente en su sistema productivo y racción social. Es importante explicar esta unificación
continuó siendo nómada cazador-recolector durante el cultural como un proceso dialéctico a través de la histo-
siglo XIX, los poblaciones septentrionales (hablantes de ria y no como un rasgo intrínseco de las poblaciones. La
la lengua Gününa aish) demostraron marcadas transfor- aparente unidad cultural registrada por los etnógrafos mo-
maciones a nivel económico, implicando nuevos aportes dernos fue solo un paso en la naturaleza cambiante del
alimentarios a su dieta, cambio hacia la ganadería equina intercambio social y no un rasgo cultural fijo surgido
y bovina e intercambio regional de ganado (Palermo desde los orígenes de esas poblaciones.
1986). En paralelo a la intensificación de las relaciones La tardía homogeneización de las lenguas y de las cul-
con los pueblos del noroeste cordillerano, se introduje- turas a través del este continental patagónico fue, proba-
ron nuevos conocimientos sobre las prácticas agrícolas blemente, causada por un incremento en la frecuencia y
vinculadas al consumo local. Cabe señalar, además, la en la intensidad de los mecanismos de intercambio a lar-
constitución de alianzas formadas entre linajes masculi- ga distancia (Nacuzzi 1998; Palermo 2000; Gómez-Ote-
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ro 2007; Vezub 2006, 2009; Boschín 2010). La diferen- toriales no deberían haber tenido una antigüedad de si-
ciación de bienes de los entierros, la concentración de glos; es incluso probable que en su mayoría no pasaran
artefactos de prestigio en tumbas de infantes, la circula- de una generación a otra (Nacuzzi 1998, Vezub 2009).
ción de materias primas y objetos de prestigio a través de Ana Albornoz y Adán Hajduk (2001) han publicado
redes de intercambio de largas distancias, y el tamaño evidencias arqueológicas en este mismo sentido. Ambos
amplio de algunos asentamientos son también caracte- analizaron arqueológica e históricamente los pasos cor-
rísticas datadas antes del contacto europeo o quizás un dilleranos del noroeste patagónico, conocidos como ca-
poco más tarde pero siempre anteriores a la adopción del mino de las lagunas, los que atravesaban tanto áreas te-
caballo por parte de las poblaciones humanas del extre- rrestres como lacustres. A partir del uso de fuentes histó-
mo sur. La evidencia más relevante acerca de la comple- ricas, principalmente las producidas por misioneros, in-
jidad de las redes de intercambio de bienes es un hacha tentan diferenciar las etnias que habitaron en el período
de bronce decorada, encontrada en un enterramiento comprendido entre el siglo XVI y el XVII en la región
múltiple de la Patagonia central (desembocadura del río del lago Nahuel Huapi. Los autores escriben acerca de la
Chubut), procedente de las sociedades complejas del no- identificación étnica y de la comparación descriptiva que
roeste de Argentina (1000-1450 AP), a 2000 kilómetros hacen de los componentes arqueológicos hallados, iden-
de distancia (Gómez Otero 2007). tificando la presencia y ausencia de rasgos guías. Es pre-
Este proceso habría dado como resultado una mayor cisamente la identificación de rasgos guía lo que les per-
intensidad y frecuencia en las interacciones sociales en- mite hacer comparaciones con sitios de contacto y pre-
tre poblaciones, acelerando la transformación de los me- contacto, con el fin de definir un área de intercambio
dios tradicionales de reproducción social y del orden po- cultural. Arqueológicamente, los trabajos de la arqueó-
lítico. De este modo, los mecanismos de toma colecti- loga Ana Biset y la historiadora Gladys Varela (1991)
va de decisiones habrían intensificado la tendencia hacia sobre la excavación de un cementerio indígena del siglo
una mayor jerarquización social, inherente al incremen- XVIII, correspondiente al sitio Caepe Malal (Neuquén),
to en el tamaño, al desarrollo de la división social del intentan confrontar la evidencia material producto de las
trabajo y a la composición socialmente más diversa de excavaciones con esta hipótesis histórica, dado que este
las poblaciones humanas. Así pues, es a lo largo de los sitio presentaba abundante material europeo e indígena.
siglos XVIII y XIX cuando las relaciones sociales de pro- La consecuente explicación intentó superar la mera des-
ducción comenzaron a perfilar características fuertemente cripción de etnias diferentes y el intercambio de objetos
relacionadas con la diversidad y la desigualdad social. entre ellas, interpretando el material arqueológico «exó-
Basando su trabajo en los estudios histórico-económi- tico», en ese contexto neuquino particular, en función de
cos, Raúl Mandrini ha analizado las causas relacionadas su intermediación entre las economías capitalistas colo-
con el creciente proceso de complejidad social, conside- niales de Buenos Aires y Santiago de Chile. El abundan-
rando que los circuitos mercantiles y ganaderos indíge- te material asociado a los entierros permitió identificar
nas que abastecían a los mercados coloniales estableci- diferencias, proponiendo que el sitio representaría un
dos durante el siglo XIX, ponían en relación a las pobla- período de transición hacia los grandes cacicatos del si-
ciones indígenas de ambos lados de la cordillera. Esta glo XIX.
amplia red de intercambio habría estado conformada por Por otro lado, no debemos imaginar que esta pretendi-
diferentes núcleos de producción, intercambio y movili- da «homogeneización cultural» supuso estabilidad y/o
zación de recursos basados fundamentalmente en una pacificación. La homogeneización se puede conseguir
economía pastoril (Mandrini 1988, 1992). Este autor ha también por vía de la imposición. Así cabría entender las
sugerido que el control de este circuito estaba en manos evidencias de aumento de violencia intra e inter-grupal
de cacicatos consolidados, que presentaban diferencias en esta época (Barrientos y Pérez 2004, Barrientos y Gor-
jerárquicas, legitimando su poder en base a la pertenen- don 2004, Gordon y Ghidini 2007).
cia a una élite familiar poseedora de los derechos de su- Esta discusión pone de manifiesto que la continuidad
cesión. Los caciques poseerían atribuciones relevantes histórica del poblamiento de Patagonia no significa que
en lo que se refiere al liderazgo político, al rol de inter- el pasado prehistórico haya sido igual al presente etno-
mediación con las autoridades criollas, a la posesión de gráfico, sino que uno deriva del otro como consecuencia
bienes suntuarios de prestigio y a la redistribución (Man- de los cambios de toda índole que se han ido acumulando
drini 2002). Ahora bien, varios autores insisten en el ca- a lo largo de la trayectoria histórica. Las evidencias bio-
rácter flexible de esas alianzas, que se acordaban y olvi- lógicas y lingüísticas examinadas en páginas anteriores
daban con mucha rapidez a partir del momento en que sugieren que el impacto colonial no afectó tanto a aspec-
estas poblaciones empiezan a interaccionar con el colo- tos como la continuidad biológica y lingüística, sino que
nizador. En este mismo sentido, las jurisdicciones terri- cambió las formas de organización social, económica y
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política de las mismas poblaciones que habían vivido en que pertenece. De este modo, un cierto «consenso» pare-
esos lugares durante milenios. Si en su origen, 13000 años ce crecer, por lo que emergen poblaciones que pueden
antes, las primeras poblaciones humanas que entraron en llegar a resultar culturalmente homogéneas. Además, esos
Patagonia eran escasas, pequeñas, muy móviles y disper- mismos rasgos «culturales» evolucionan a través de mu-
sas en áreas de alrededor de 100 km de radio, con escasa tación específica; es decir, los niveles de identidad cultu-
competencia entre ellas dada la ausencia de un uso espe- ral están afectados por una tasa de cambio aleatoria, de
cializado del ecosistema, ¿por qué estas poblaciones hu- pequeño valor en un solo ciclo de la simulación, pero
manas modificaron sus mecanismos tradicionales de te- que se va incrementando y a la larga es capaz de alterar
rritorialización, identidad e interacción entre poblacio- los niveles iniciales de semejanza. De este modo, repre-
nes? ¿Por qué adoptaron movimientos de alto rango ba- sentamos la acción individual en el proceso de confor-
sados en relaciones políticas en lugar de movimientos mación y deformación del consenso cultural. Con un va-
basados en la explotación residencial de recursos natura- lor dado de probabilidad (que puede variarse para expe-
les de diferentes áreas? rimentar con distintos escenarios posibles), un agente
cambiará uno (o varios) de sus k rasgos culturales, cam-
bio que, con un grado determinado de probabilidad, po-
Una simulación por ordenador de la drá ser copiado por los agentes del grupo al que pertene-
trayectoria histórica de las sociedades ce cuando colabora en la adquisición y procesamiento de
patagónicas subsistencias o en la consecución de la reproducción so-
cial. Con esto asumimos que la proximidad geográfica y
Imaginemos una población de cazadores-recolectores la mayor probabilidad de interacción social entre agen-
virtuales moviéndose al azar en búsqueda de recursos y tes espacialmente próximos aseguran que todos los miem-
organizados en unidades domésticas (households en el bros de un grupo no «adaptan» su cultura, sino que cam-
argot antropológico), más o menos equivalentes a «fami- bian siempre en una misma dirección.
lias». En esta simulación se han simplificado los datos En una implementación preliminar y simplificada de
etnográficos, arqueológicos, paleo-lingüísticos y paleo- este modelo teórico, se considera una población constan-
antropológicos, implementando sólo dos tipos de activi- te de agentes (poblaciones residenciales) moviéndose al
dades económicas: recolección, que es una tarea indivi- azar en búsqueda de recursos e interaccionando con otros
dual, y caza de guanacos, que sólo es posible cuando agentes situados en la misma zona geográfica, y pertene-
miembros de diferentes unidades domésticas culturalmen- ciendo a un mismo grupo étnico con el fin de mejorar sus
te similares cooperan. A diferencia de la primera activi- probabilidades de subsistencia. En este sentido, las inte-
dad, la caza se ve afectada por los rendimientos margina- racciones locales facilitan la difusión cultural y la dife-
les decrecientes en relación con el número de hogares renciación étnica (Barceló et al. 2010a, 2010b). Al inicio
cooperantes (otro parámetro del modelo). Para encontrar de la simulación, todas las familias mantienen fuertes
los cooperantes, los agentes deben interaccionar con otros vínculos culturales y de cooperación económica. Después
dentro de una vecindad local simple (cuyo radio es un de un cierto número de ciclos que representan el paso del
parámetro modelo), dentro de los límites permitidos por tiempo (generaciones), se observa cómo distintas pobla-
sus similitudes culturales percibidas. ciones se separan del núcleo original en su vagabundeo
Las distintas unidades domésticas/reproductoras (agen- inicialmente errático, emergiendo las primeras eviden-
tes) tienen una identidad cultural distintiva, modelada cias de orden social no aleatorio.
como un espacio dimensional q con k rasgos culturales Los cambios aleatorios en el vector «cultural» se van
diferentes. Las similitudes culturales se miden en térmi- acumulando, lo que provoca el aumento de la diferencia
nos del número relativo de dimensiones culturales com- y la disminución de la frecuencia de interacción. A medi-
partidas: semejanzas en la apariencia de los bienes pro- da que se suceden más y más generaciones, aparecen nue-
ducidos, en las conductas económicas, sociales y políti- vas poblaciones locales, entre las que circula la coopera-
cas, etc. Consecuentemente, dos poblaciones familiares ción económica, pero no se configuran territorios con
se consideran como pertenecientes al mismo grupo étni- fronteras fijas excluyentes, porque aún quedan flujos in-
co si son culturalmente similares, es decir, si su similitud teractivos indirectos, no a nivel de todo el grupo sino
cultural está por encima de un umbral crítico, que tam- entre ciertos miembros de un grupo local y otros indivi-
bién se define como parámetro del modelo. duos de otro grupo local. Algunos agentes empiezan a
En la simulación, la «cultura» se difunde a través de sentir los efectos sociales de la segregación al no poder
un proceso de imitación local. Con un grado de probabi- configurar poblaciones de colaboración, así como al dis-
lidad fijo, cada agente copia algún rasgo cultural de entre minuir sensiblemente la probabilidad de éxito en la caza
los más frecuentes (moda estadística) en el grupo local al por estar limitados a su propia fuerza de trabajo (para
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Fig. 4. Diagrama de flujo que muestra la dinámica de la toma de decisiones por parte de un grupo. Al margen, se ilustran algunos de los rasgos
de los grupos familiares tehuelches y de la construcción típica que los albergaba.

más detalles, cf. Barceló et al. 2010b). En esta simula- Nuestra simulación, por simple y esquemática que
ción computacional (fig. 4), los «grupos étnicos» no han pueda parecer, confirma que el grado de diferenciación
sido definidos como entidades fijas, ya que sólo existe cultural y, por tanto, la emergencia de más o menos po-
una medida de proximidad cultural relativa a la vecindad blaciones diferenciadas depende del número k de rasgos
geográfica y a las posibilidades de colaboración conjun- culturales que caracteriza el consenso cultural al que lle-
ta. Las unidades residenciales individuales no cuentan ga un grupo local vinculado por lazos económicos (co-
con información de los posibles grupos étnicos en la po- operación en la caza). Adicionalmente, hemos podido
blación y, en consecuencia, sólo se pueden diferenciar comprobar que el tamaño del territorio que cada agente
de otros hogares en su vecindad y se les permite cons- puede recorrer en un ciclo de la simulación (por ejemplo
truir conexiones positivas o negativas. No obstante, una en una estación) también pudo haber afectado al grado
cierta forma de etnicidad aparece a partir de cierto mo- de etno-génesis. Cuanto mayor es el territorio que efecti-
mento de la simulación, como una partición emergente y vamente se recorre en una unidad de tiempo dada, mayor
como una red social en evolución cuya dinámica forma- es la probabilidad de encontrarse con alguien cultural-
tiva y deformadora es lo que nos interesa estudiar. mente «semejante».
Entre los resultados de la simulación cabe destacar: Resulta de gran importancia la demostración de que
• La gente interactúa más con la gente con la que com- pueden emerger poblaciones culturalmente diferenciadas,
parte atributos culturales. incluso en el caso en que el tamaño de la población sea
• Esas interacciones aumentan el número de vínculos constante y no se registren densidades demográficas su-
culturales, aumentando de este modo la probabilidad de periores a la cantidad de recursos explotables en el área
volver a interaccionar. geográfica dada. En otras palabras, la etno-génesis no
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Fig. 5. Esquema general de vincula-


ción entre factores sociales que permi-
te el funcionamiento dinámico de la
simulación computacional.

dentro de un grupo ganan más


excedente y tienen mayor pro-
babilidad de sobrevivir y de ge-
nerar descendencia que repro-
duzca sus mismas característi-
cas culturales. Como resultado,
la fisión de poblaciones se re-
duce, la población no se segre-
ga tanto y la etno-génesis dis-
minuye. Este efecto se satura
para valores muy altos de co-
operación, cuando el número de
poblaciones étnicas diferencia-
das se confunde con el ruido
aleatorio del sistema (debido a
la tasa de mutación cultural y a
los procesos naturales de susti-
tución). Siempre habrá algún
grupo que rompa la dinámica;
después de todo, existe un cier-
to margen en el que se produ-
parece depender del tamaño de la población original, ni cen decisiones individuales (fig. 6).
de las barreras geográficas que «aíslen» ciertas poblacio- En general, el tamaño de las poblaciones que pueden
nes, sino que es un proceso socialmente alimentado por llegar a emerger en estas circunstancias parece seguir una
las relaciones sociales de producción. Se trata de un me- distribución de tipo exponencial, en el sentido en que en
canismo social muy complejo caracterizado por la rela- todas las simulaciones realizadas se configura un grupo
ción dialéctica entre los mayores rendimientos de la co- de mayor tamaño que los demás, culturalmente homogé-
operación económica (caza colectiva), la productividad neo, rodeado de otros grupos de agentes, más pequeños,
natural del recurso depredado, el nivel de desarrollo tec- con los cuales mantiene muy pocas relaciones de coope-
nológico y el riesgo de incrementar tensiones o conflic- ración y con los que la diferencia cultural aumenta. Este
tos cuando el excedente se acumula y la riqueza se distri- resultado es coherente con el modelo hipotético de tra-
buye de manera no equilibrada (fig. 5). yectoria histórica patagónica que venimos comentando.
La fragmentación de un grupo inicial culturalmente Modulado por el parámetro de «proximidad cultural», el
homogéneo en diversas etnias depende, en nuestro mo- efecto de un elevado beneficio de las actividades de caza
delo, de los retornos de la cooperación económica. En el en grupo es la de generar un único grupo con el mayor
caso de que las ventajas de la caza colectiva sean escasas número de agentes posible, sobre todo cuando no existe
en valor absoluto, la interacción no supone beneficio de ningún factor externo (cantidad de recursos efectivamente
subsistencia alguno y no aumenta la probabilidad de su- disponibles) que limite el tamaño del grupo.
pervivencia, por lo que una familia tendrá las mismas Estos resultados son congruentes con lo que sabemos
oportunidades viviendo de manera aislada que integrán- acerca de la Patagonia del presente etnográfico y con lo
dose en un grupo y cambiando su definición cultural por que podemos inferir para la Patagonia prehistórica, en
otra extraída de la moda estadística del grupo al que se donde los procesos de fusión social fueron históricamen-
une. En este escenario, nuestra simulación produce un te menos frecuentes que los procesos tendentes a la fi-
elevado número de agentes que se fisionan del grupo ini- sión de grupos, básicamente por el coste debido a los
cial y que se diferencian culturalmente del mismo (crece rendimientos marginales decrecientes relativos al núme-
la etno-génesis). Cuando las ventajas de la caza colecti- ro de unidades domésticas que pueden llegar a cooperar
va son más evidentes, aquellas familias que colaboran en un área geográfica dada. Sólo si algunos agentes in-
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Fig. 6. Relaciones dialécticas que ex-


plican la emergencia de heterogenei-
dad social.

crementan su propia producti-


vidad y el valor absoluto de su
producción por encima de un
umbral crítico, pueden llegar a
invertir ese excedente para au-
mentar su capacidad de influir
en las decisiones colectivas.
Pero sin un dramático cambio
en la tecnología, ese cambio
parece ser poco probable en po-
blaciones que practican econo-
mías depredadoras.
Hemos simulado un cambio
brusco en el desarrollo tecnológico, como fue en Patago- La simulación computacional no sustituye el uso de da-
nia la adopción del caballo. Cuando los cazadores pata- tos empíricos ni de investigación de laboratorio, sino que
gónicos adoptaron este nuevo medio de producción, el la refuerza, proporcionando un lenguaje formal dentro
radio de acción de la movilidad de los agentes cambió del cual la explicación integra la evidencia.
drásticamente, aumentando la probabilidad de interac- En nuestro análisis, hemos argumentado que la diver-
cionar con otros individuos. Paradójicamente, al aumen- sidad ecológica de Patagonia es paralela a su diversidad
tar el territorio efectivamente recorrido en una unidad de social, la cual fue desarrollada por distintas poblaciones
tiempo dada, la simulación registra un incremento de la indígenas desde los primeros asentamientos en el hemis-
fusión de poblaciones y del mestizaje cultural, desapare- ferio sur. Esa diversidad social significa aquí grupos hu-
ciendo la mayoría de grupos segregados que progresiva- manos diferentes, diferentes economías y sistemas de pro-
mente se van integrando en una nueva cultura global. En ducción, diferentes estructuras sociales y diferentes res-
este sentido, nuestra simulación coincide con los datos puestas sociales a los desafíos ecológicos y sociales.
etno-históricos que sugieren la fusión de elementos cul- Durante la mayor parte de su historia, las poblaciones
turales antes diferentes, con la consiguiente desaparición humanas patagónicas construyeron sistemas de produc-
de lenguas y dialectos locales frente a una lengua franca ción cazadores-recolectores con suficiente flexibilidad
que los sustituye: el tehuelche. para ser capaces de explotar diferentes recursos en dife-
rentes lugares con diferentes intensidades. Ello no signi-
fica que se tratara de sociedades simples; los grupos hu-
CONCLUSIONES manos no estuvieron determinados por lo que la natura-
leza les ofrecía, aunque sí fueron limitados por la dispo-
En este trabajo no hemos intentado, en modo alguno, nibilidad espacial de algunos recursos, y por la ausencia
hacer una síntesis general de las sociedades patagónicas de otros, por la no predictibilidad de la productividad
y, menos aún, formular esquemas universales de desa- natural. La movilidad física era una estrategia económi-
rrollo social y variación cultural. Nuestra principal pre- ca implementada socialmente que permitió la explota-
ocupación e interés ha sido contribuir al estudio de los ción de amplios territorios económicos que, simultánea-
mecanismos que pudieran permitirnos abordar el estudio mente, contribuyó a la conformación de redes sociales
de la etno-génesis y diferenciación cultural a lo largo de de intercambio. La escisión de grupos sociales constitu-
los casi 13000 años de historia patagónica. yó una característica importante de la trayectoria históri-
Aunque importantes para la explicación histórica, los ca. De este modo, podemos entender la formación y de-
resultados de nuestra investigación no están basados en formación paulatina de las fronteras sociales y políticas
la simulación computacional. Los datos etno-históricos, dentro de una perspectiva de homogeneidad económica
paleo-lingüísticos, biológicos y arqueológicos no hablan relativa.
por sí mismos, necesitan de una interrelación lógica, di- Poblaciones diferentes podrían haberse separado de un
námica, para poder usarlos como evidencia de una expli- núcleo común inicial. Más que el aislamiento físico y la
cación teórica cuya naturaleza es, obviamente, abstracta. adaptación local, sugerimos la reducción lógica de los
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flujos de interacción como nuevas áreas donde se esta- la sociedad indígena en proveedora de la colonia. Es en
blecieron, lo cual podría haber afectado a la reproduc- estas nuevas condiciones en las que, además de las for-
ción social. Siguiendo a Cavalli-Sforza (íd. 2002; Cava- mas usuales de exogamia de base patrilocal, varones que
lli-Sforza et al. 1988, 1994), podemos suponer que la fi- compartieron escasos antecesores comunes cambiaron
sión de grupos constituyó el modo predominante de cre- probablemente de localización sobre una base matrilo-
cimiento demográfico en los primeros 6000 años de po- cal. Si, como resultado, distintos grupos se amalgaman
blamiento humano en Patagonia. Esas fisiones sociales, en uno solo, ciertos rasgos culturales (como el lenguaje
no estocásticas ni aleatorias, debieron de haber contri- anteriormente diversificado) empiezan a homogeneizar-
buido a la peculiar diversidad genética, lingüística y «cul- se, tanto por el peso de la coerción directa o indirecta, la
tural» de las poblaciones humanas patagónicas. Pero los necesidad de reducir los costes de interacción —y hacer
factores socio-políticos también contribuyeron a definir posible la comunicación, inclusive en el interior de una
el tamaño de las comunidades, las distancias geográficas misma unidad reproductiva (familia)—, o con el fin de
entre ellas y la movilidad residencial. Las comunidades aumentar el prestigio u honor social.
fisionadas pueden estar geográficamente próximas unas Las dinámicas poblacionales en un territorio muy ex-
de otras al principio, manteniendo intercambios de cierta tenso, el grado de flexibilidad en la movilidad residen-
índole (bienes, personas, palabras, información). Sin cial y los cambios ocasionales en la productividad natu-
embargo, el riesgo de tensión alimentó la tendencia al ral explican la prevalencia de las interacciones sociales
aislamiento poniendo distancia de por medio. El meca- intra-grupales, aunque también existieron redes de inter-
nismo de dispersión puede representarse matemáticamen- cambio sociales desde grandes distancias.
te por medio de un proceso estadístico de tipo brownia- Históricamente, nuestra investigación pone de mani-
no, modulado por un campo externo o un sustrato no ho- fiesto que trayectorias históricas divergentes entre socie-
mogéneo. Las condiciones iniciales y los posibles efec- dades canoeras-pescadoras-recolectoras y sociedades ca-
tos barrera derivados de la heterogeneidad geográfica tu- zadoras-recolectoras de base terrestre comenzaron muy
vieron un efecto relevante en la movilidad resultante. tempranamente en la secuencia temporal de Patagonia y
Durante este período de separación y aislamiento con- fueron mantenidas a través de siglos, aunque los inter-
tinuado, se fueron acumulando pequeños cambios alea- cambios interétnicos fueran también un elemento impor-
torios que no pueden corregirse por medio del intercam- tante. El norte de la Patagonia empezó a diferenciarse de
bio, por lo que las diferencias se van haciendo cada vez la Patagonia central y meridional tardíamente aunque, en
más marcadas. Como resultado, de acuerdo con el meca- este caso, la variabilidad social era más marcada y estaba
nismo tradicional de «aislamiento por distancia», se ob- basada en la naturaleza diferente de las redes de inter-
serva, en la distribución espacial de rasgos culturales en cambio social con sus vecinos que utilizaban diferentes
Patagonia, un elevado grado de auto-correlación espa- sistemas productivos.
cial, de ahí que individuos dentro de un mismo círculo El incremento de la jerarquía y la complejidad social
de proximidad tendrán con más probabilidad ancestros fueron la consecuencia de la transformación histórica de
comunes, por lo que su lenguaje y rasgos culturales re- los patrones de movilidad. Cuando los núcleos de asen-
tendrán más características de esos ancestros comunes tamiento y traslados fueron reemplazados por redes de
que poblaciones situadas a mayor distancia, y que se se- intercambio social, los sistemas políticos incrementaron
pararon con anterioridad de la población original. En ge- su competencia, la organización social evolucionó hacia
neral, cuanto más rápida y extensiva haya sido la disper- la expresión de legitimación a través de la imposición de
sión, más claras serán las distinciones entre poblaciones. reglas sociales y de derechos territoriales. Esta estructu-
Por el contrario, bajo circunstancias de estabilidad en las ra fue capaz de negociar las capacidades sociales de re-
formas de interacción y mantenimiento de las redes so- producción tanto en tiempos de conflicto inter-grupales
ciales, será más difícil distinguir la correlación entre ras- como en tiempos de intercambios pacíficos. Los conflic-
gos genéticos, lingüísticos y culturales. tos y los intercambios inter-grupales son aspectos opues-
La fusión de poblaciones debió de ser mucho menos tos de la misma realidad. Las fronteras étnicas, lingüísti-
frecuente, básicamente por la mayor probabilidad de ten- cas, culturales, económicas y aun territoriales fueron ex-
siones entre grupos de distinto origen que no comparten tremadamente permeables de acuerdo con toda la evi-
reglas comunes. El incremento en la demanda de bienes dencia, sugiriendo un grado considerable de mezcla po-
como consecuencia de la ampliación de los circuitos eco- blacional. Las poblaciones humanas en Patagonia ajus-
nómicos, la incorporación del caballo como modificador taron los mecanismos de interacción (conflicto, guerra,
de las pautas de movilidad, que se volvieron más exten- matrimonio, intercambio, alianzas, esclavitud) de acuer-
sas, y el incremento en las relaciones de dependencia de do con sus condiciones históricas concretas y la natura-
los poblaciones autóctonas con la colonia convirtieron a leza cambiante de las relaciones sociales de producción.
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Al final de la secuencia histórica, cuando los contactos versidad Autónoma de Barcelona, centro en el que ense-
europeos impusieron nuevas transformaciones, las jefa- ña temas de estadística en arqueología desde hace 20
turas consolidadas crearon diferencias jerárquicas impor- años. Es también fundador y director del Laboratorio de
tantes y sucesiones de derechos entre las familias de la Arqueología Cuantitativa y Aplicaciones Informáticas y
élite. Los jefes, hombres y mujeres, adquirieron atribu- promotor del recientemente creado Laboratorio de Si-
tos importantes de liderazgo político, expresado a través mulación de Dinámicas Sociales e Históricas, también
de la exhibición de bienes de prestigio. Especialmente en la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha sido nom-
en el norte patagónico, donde los contactos eran fuertes, brado Presidente de la Asociación Española de Aplica-
los jefes participaron como agentes en el sistema de in- ciones Informáticas en Arqueología, y representa a Es-
tercambio interregional conectando diferentes grupos ét- paña en la asociación internacional Computer Applica-
nicos, políticos, modos de producción, entre indígenas y tions and Quantitative Methods in Archaeology. Es miem-
colonizadores. La diferenciación social fue más allá de bro de pleno derecho y representante español en la Co-
las diferencias étnicas o lingüísticas, enfatizando la per- misión IV Data management and mathematics de la Unión
tenencia territorial y los lazos políticos, ambos a través Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohistóri-
de alianzas entre jefes o mediante alianzas poco estables. cas, y participa en numerosos comités internacionales
de evaluación de investigaciones. Como investigador re-
Agradecimientos conocido se ha especializado en el desarrollo de técni-
cas arqueológicas y en la teoría de la disciplina. Ha de-
Los autores y autoras de este trabajo desean expresar sarrollado aplicaciones informáticas, especialmente en
su agradecimiento al profesor Pedro Viegas Barros, por temas tales como Análisis Espacial, Estadística Multidi-
sus comentarios a una versión previa de este artículo, a mensional, Inteligencia Artificial y Visualización Asisti-
Pascual Izquierdo-Egea, editor de la revista Arqueología da por Ordenador, temas sobre los que ha publicado ex-
Iberoamericana y a un revisor anónimo nombrado por el tensamente.13 Como arqueólogo, ha participado en ex-
Consejo Asesor. Sus apreciaciones contribuyeron a co- cavaciones en España, Portugal, Italia, Siria, Nicara-
rregir algunos aspectos, especialmente estilísticos, que gua y Argentina. Es Investigador Principal del proyecto
ayudan a hacer más comprensible el texto. Expresamos «Experimentación y desarrollo de técnicas avanzadas de
también nuestro agradecimiento a los coautores del pro- inteligencia artificial para la simulación computacional
grama de simulación que aquí se cita: José Cuesta (De- de la dinámica social y la evolución histórica», finan-
partamento de Física, Universidad Carlos III, Madrid), ciado por el Ministerio de Ciencia e Innovación dentro
Francesc J. Miguel Quesada (Departamento de Sociolo- del Plan Nacional de i + D, convocatoria de 2009.
gía, Universidad Autónoma de Barcelona), Juan M. Ga- FLORENCIA DEL CASTILLO es Licenciada en Antropología
lán (Departamento de Ingeniería, Universidad de Burgos), por la Universidad Nacional de La Plata (Argentina), ha
José I. Santos (Departamento de Ingeniería, Universidad sido becaria pre-doctoral en el Centro Nacional Pata-
de Burgos) y Xavier Vila (Departamento de Economía, gónico (CONICET), realizando una importante labor de
Universidad Autónoma de Barcelona). Finalmente, pero investigación de campo, tanto arqueológica como etno-
no en último lugar, a nuestros colegas patagónicos: Ma- lógica en la meseta de Somuncurá (Patagonia septen-
ría T. Boschín, Julio Vezub y Julieta Gómez-Otero por el trional). En la actualidad, es becaria AECID en la Uni-
intercambio de opiniones y su colaboración. versidad Autónoma de Barcelona, en donde trabaja en
Esta investigación se enmarca en el proyecto n.º su tesis doctoral sobre el tema «Diversidad Cultural, Et-
HAR2009-12258, financiado por el Ministerio de Cien- nicidad y Fronteras en Patagonia Septentrional», inves-
cia e Innovación español, del cual J. A. Barceló es inves- tigación en la cual desarrolla diferentes formas de simu-
tigador principal. Florencia del Castillo agradece tam- lación computacional de procesos históricos.
bién a la AECID, quien financia su participación en este LAURA MAMELI es Licenciada en Antropología por la
proyecto. También forma parte del proyecto CSD2010- Universidad Nacional de La Plata (Argentina) y Docto-
00034 «Social and environmental transitions: Simulating ra en Arqueología Prehistórica por la Universidad Au-
the past to understand human behaviour (SimulPast)» tónoma de Barcelona, para lo cual fue becada por el
(convocatoria CONSOLIDER-INGENIO 2010) financia- Ministerio Español de Asuntos Exteriores. Especializa-
do por el Ministerio de Ciencia e Innovación. da en temas de arqueozoología, etno-arqueología e iden-
tidad social de poblaciones indígenas americanas, ha in-
Sobre los autores vestigado durante años la organización social y econó-

JUAN A. BARCELÓ (juanantonio.barcelo@uab.es) es Pro-


13
fesor Titular en el Departamento de Prehistoria de la Uni- Cf. sus publicaciones en <http://prehistoria.uab.cat/Barcelo/>.
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mica de las sociedades cazadoras-recolectoras patagó- AGUILERA FAÚNDEZ, Ó.


nicas, tema sobre el cual tiene numerosas publicacio- — 1999. Gramática de la lengua kawésqar. Punta Arenas:
nes. Ha sido Profesora Asociada en el Departamento de Universidad de Magallanes.
Prehistoria la Universidad Autónoma de Barcelona, y — 2000a. Kawesqar. Languages of the World/Materials
en el Instituto de Estudios Interculturales de la misma 320. Munich: Lincom Europa.
universidad, centros en los que ha impartido clases so- — 2000b. En torno a la estructura fonológica del yagán.
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actualidad, es Investigadora Pos-doctoral contratada en — 2007. Fueguian languages. En The vanishing languages
la Universidad Autónoma de Barcelona. of the Pacific rim, Part II: Areal surveys, eds. O. Mi-
EDUARDO MORENO es Licenciado en Antropología y yaoka, O. Sakiyama y M. E. Krauss, pp. 206-220. Nue-
Doctor en Ciencias Naturales egresado de la Universi- va York: Oxford University Press.
dad Nacional de La Plata (Argentina). Ha sido becario ALBORNOZ, A. Y A. HAJDUK. 2001. Antecedentes arqueoló-
en esa misma universidad y en el CONICET; en la actua- gicos e históricos del Camino de las lagunas, Lago Na-
lidad, es investigador del Centro Nacional Patagónico huel Huapi. Prov. de Río Negro. Tiempos Patagónicos
(CONICET) y profesor de la Universidad Nacional de la III (7): 24-29. Publicación oficial del Programa de In-
Patagonia San Juan Bosco. Desde 1987, sus trabajos de vestigaciones Geográfico Político Patagónico. Escuela
investigación se han centrado en la investigación arqueo- de Ciencias Políticas, Pontificia Universidad Católica
lógica e histórica de los grupos cazadores-recolectores Argentina.
que habitaron la costa norte de la provincia de Santa ARNOLD, J. 1992. Verbal morphology in Mapudungun. Se-
Cruz (Patagonia meridional), así como en el poblamien- nior Thesis. Swarthmore College.
to de la región del lago Musters (Patagonia central), te- ASCHERO, C. A.
mas sobre los que ha publicado extensamente.14 — 1987. Tradiciones culturales en la Patagonia Central: una
ARTURO SÁEZ es Licenciado en Antropología Física por perspectiva ergológica. En Primeras Jornadas de Ar-
la Universidad de Chile. Ha sido profesor en la Escuela queología de la Patagonia. Serie Humanidades 2, eds.
de Arqueología de la Universidad Bolivariana. Ha cola- C. A. Aschero, A. G. Agueire y C. Belleli. Rawson: Go-
borado en investigaciones sobre las poblaciones huma- bierno de la Provincia del Chubut.
nas que habitaron el límite septentrional de los canales — 2000. El poblamiento del territorio. En Nueva Historia
patagónicos occidentales. En la actualidad, es becario Argentina, Tomo I, Los Pueblos originarios y la conquis-
de la Comisión Nacional de Investigación Científica y ta. Ed. M. N. Tarragó, pp. 1-9. Buenos Aires: Editorial
Tecnológica (CONICYT, Chile), realizando su tesis doc- Sudamericana.
toral en la Universidad de Barcelona sobre el tema «His- ATKINSON, Q., G. NICHOLS, D. WELCH Y R. GRAY. 2005. From
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ces in Understanding Societal Processes and Dynamics,
14
Cf. sus publicaciones en la página <http://www.cenpat.edu.ar/ University of Kassel, sept. 2010.
pop_up06_investigadores012.html>. BARCELÓ, J. A., F. DEL CASTILLO, L. MAMELI, E. MORENO, B.
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