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Historia de la política indígena del Estado Español en América.

(Néstor Meza Villalobos, 1975)

CAPÍTULO I
Los castellanos forman una sociedad de espíritu señorial en la isla española y
el estado delega en ellos la obligación de evangelizar a los indios.

Colon impone el dominio castellano a la población indígena de la Isla Española y la


obliga a prestar servicios personales en favor de su empresa.
Las actividades que el Estado Castellano realizaría entre las poblaciones descubiertas por
Colón fueron expuestas en las instrucciones dadas a éste por los reyes en 1493. Entonces,
teniendo a Colón por asociado, el Estado comerciaría con esas poblaciones, en forma
exclusiva, mediante factorías, y las evangelizaría. Los miembros de la factoría o factorías
que se estableciesen lo serían en calidad de empleados. El comercio y la evangelización
fueron concebidas recíprocamente dependientes, ya que el comercio permitía tener rentas,
para financiar la evangelización y otras obligaciones del Estado, y la evangelización
ennoblecería ese comercio.
Cuando los Castellanos se establecieron en la Isla Española no pudieron practicar el comercio
proyectado porque los indígenas no tenían bienes que entregar a cambio de las mercancías
europeas.
Los españoles obligaron a los indios a servirles para trabajos como el laboreo de minas y
transporte. Exigencia que ellos resistieron con violencia. Colón, en modo de defensa a los
españoles castigó a los caciques de cuyos súbditos se quejaban. Ante estas usurpaciones de
autoridad, los indios que se habían manifestado expectantes y habían acogido a los
extranjeros con benevolencia, decidieron resistirlos.
Pero colón estaba empeñado en mantenerse ahí, y siguió las instrucciones de establecer
factorías y vivir pacíficamente entre los indios, al igual como lo hacían los portugueses y
españoles en el África occidental y destacó cuatrocientos hombres para que mantuviesen la
seguridad en las zonas de tránsito.
Al eliminar a las autoridades indígenas del manejo de las relaciones de los españoles con
los naturales, Colón indicó la imposición del dominio Castellano sobre la población de la
isla. Los hombres destacados para asegurar la vida de los españoles en el tránsito de la
ciudad a las minas lo llevaron más adelante. Carentes de provisiones, exigían alimentos de
los indios, los maltrataban y además los despojaban de sus mujeres y sometían a sus hijos a
servidumbres personales. Los indígenas aguantaron este trato, pero cuando el jefe se alejó y
los españoles prescindieron de los mismos servicios, los indios los mataron. Colon ordenó
violentos castigos como represalias, entre ellos la esclavitud de los culpables. Con el
establecimiento de la esclavitud colon tuvo un medio para financiar su empresa.
A comienzos de 1495, envió 500 esclavos a castilla para que fuesen vendidos y luego, sin
que los indios provocasen envió expediciones a cautivarlos.
Ante estos actos, los indios confabularon para expulsar a los castellanos. A las primeras
manifestaciones de este propósito colon salió al frente de un cuerpo de españoles para
reducirlos a la obediencia. Después de una prolongada lucha, a fines de 1495, los indios
fatigados y sin esperanzas de éxito decidieron entregarse a merced de los españoles. ☹
Colon les impuso el dominio castellano y les determinó las obligaciones que les
correspondían como vasallos con miras a consolidar los cambios que había introducido en
las actividades de los españoles para alcanzar la victoria, o que entre ellos habían surgido
durante la guerra, y que parecían necesarios para mantener la dominación.
Para lograr someter a los indios colon paralizo las faenas mineras y convirtió a los
trabajadores en guerreros. Esta nueva ocupación vigorizó en los españoles la propensión a
servirse de los indios. Lograda la paz, Colón había prescindido de la explotación de las minas
con españoles a fin de conservarlos como fuerza militar. Esto supuso que los indios debían
mantener la fuerza militar y administración española. Con este fin Colón les impuso tributos:
los indios residentes en las regiones mineras y aledañas, mayores de catorce años, debían
pagar trimestralmente una cantidad de oro determinada y los de la misma edad residentes en
provincias distanciadas de las minas una arroba de algodón cada trimestre.

Los integrantes de la fracasada factoría se aprovechan de los indios en provecho


propio.
La creación de la fuerza militar remunerada y servida por los indios, destinada a mantener la
dominación y a asegurar la percepción de los tributos, mejoró la situación de los castellanos
que la integraban. Sin embargo, quienes debieron permanecer cerca del gobierno de la isla,
seguían cumpliendo antiguos oficios y padeciendo la escasez de alimentos de castilla.
El alcalde de la isla, Francisco Roldán, denunció esta situación de escasez como un efecto
del régimen estatal de explotación de las riquezas de la isla, régimen que, según él, era
contrario al espíritu de los reyes y destinado solo a enriquecer a Colón y sus hermanos. Según
Roldán, los padecimientos de los españoles, que los reyes, de conocerlos no los admitirían se
debían a que Colón imponiendo tributos a los indios había privado a los castellanos del único
medio de vida que allí podían tener: la servidumbre personal de los indios.
La conducta de Roldán dio pie para que todos los españoles manifestasen sin reservas su
aspiración a que los indios le sirviesen, aunque sin desobedecer la autoridad de Bartolomé
Colón y sin que intentasen el total quebramiento de la organización colombina de explotación
de la isla, por lo que Bartolomé Colón, para conservar su obediencia, les permitió que
tomasen para sí uno o varios indios como esclavos.
Colón consolida los servicios personales de los indios a los particulares.
La explotación estatal de la isla había sido duramente criticada ante los reyes por quienes
habían vuelto a Castilla, por lo que los reyes concedieron mayor intervención a la actividad
independiente de los particulares a fin de que se beneficiaran participando en su explotación.
El mismo Colón fue encargado por ellos en 1497, de poner en práctica este plan de moderado
individualismo. Se le autorizó para otorgar tierras en propiedad con ciertas condiciones y
para permitirla venta de los productos de su cultivo.
Colón, temeroso de que los malos informes acerca del resultados de su empresa se
difundieran por la corte y el desagrado que podía producir en los reyes el alzamiento de
Roldán en contra de su autoridad y amenazasen su poder, a la vez que deseoso de mejorar la
economía de la isla, decidió en octubre de 1498, conceder algunos indios a quienes habían
permanecido fieles a su administración para que los vendiesen en Castilla y repartirles otros
para que les cultivasen las tierras que por entonces comenzó a conceder en virtud de la
autorización real que tenía. Entretanto, la percepción de los tributos estaba paralizada por la
acción de Roldán.

Los españoles adoptan formas señoriales de vida.


Los llamados Hidalgos por Fray Bartolomé de las Casas, adoptaron modos señoriales de
vivir. La situación de estos hombres se volvió modelo y meta para los demás que estaban en
la isla o llegaban a ella, originando “un desorden, soberbia y ambición desproporcionada de
sus estados y de toda razón”.
La política de repartimiento de indios fue continuada con más generosidad por el Pesquisidor
Bobadilla, enviado por los reyes en 1499. Este, con el fin de impulsar la explotación
individualista de las riquezas de la isla avanzó con intrepidez por el camino por el cual Colón
había entrado con gran reserva, y manifestó a los colonos que los reyes no eran mercaderes
ni querían para sí el uso de la propiedad de aquellas tierras para su provecho, sino para socorro
y alivio de sus buenos súbditos.
Ovando legaliza los servicios personales de los indios y encomienda a los
beneficiarios la evangelización de estos.
La política indígena de Colón, sancionando las aspiraciones señoriales, que fue acentuada
por Bobadilla, no fue aprobada por la corte. Hería la conciencia política Castellana
constituida en parte por la teología del derecho natural que reconocía en el indio al hombre
y a su libertad natural. En 1500, el rey ordenó que los esclavos enviados por Colón a castilla
fueran devueltos a sus tierras bajo pena de muerte a los desobedientes. En 1501 dispusieron
que se liberase a los indios de servicios personales forzosos en beneficio de los particulares.
Ahora el trabajo debía imponérseles como a vasallos, en beneficio del Estado, n retribución
de la protección que este les dispensaba, mano de obra que sólo podía ser utilizado en el
servicio real, minas y obras públicas, así como pagar tributo a estilo de Castilla, moderando
la gravedad que su imposición pudiera suponer, de acuerdo con los caciques y en manera que
no resultase injusto.
Esta nueva política afectaba a indígenas y españoles, aunque en sentido diferente; liberaba a
los indios de la servidumbre personal que se le había impuesto a favor de particulares y
privaba a los segundos de la alta y lucrativa posición de señores de los indios.
Para llevar a cabo esta reorganización se designó a Fray Nicolás de Ovando, se le dotó de las
atribuciones que se consideraron adecuadas y se le confiaron los hombres que estimaron
suficientes.
En la nueva política indígena, el incremento de la economía isleña se fundaba en el trabajo
compulsivo de los indios en las minas a beneficio del Estado y en la actividad de los nuevos
colonos.
Sobre la base de que el régimen de servicios personales obligatorios en favor de los
particulares era indispensable para la explotación de las riquezas naturales de la isla y de que
además sin él no era posible obtener la aproximación de indios y españoles, indispensables
para la evangelización, se autorizó a Ovando a compeler a los caciques para proveer un
determinado numero de indios para que de ellos los españoles tomaran los necesarios para
construir sus casas, explotar minas y cultivar sus tierras.
En la reorganización del régimen de servicios personales, Ovando pensó conciliar el origen
señorial de este régimen con la política que informaba la instrucción de 1503 y la cédula de
1504.
En beneficio de la productividad de las empresas españolas, y por ende de la hacienda real,
los indios fueron exonerados del pago de tributos.
Los castellanos beneficiados con indios empleaban las mujeres y a los niños en faenas
agrícolas y a los hombres en el trabajo de las minas.
Aunque la principal finalidad de los repartimientos fue procurar mano de obra a los
españoles, los beneficiarios dieron ocupaciones a sus indios, conforme a su actitud señorial,
como servidores domésticos, como pajes, o como mozos de espuela para su diversión. Estos
intereses deformaron la síntesis ovadina. El desplazamiento de los indios desde sus pueblos
a las estancias y a las minas arruinó a los pueblos; la prolongada separación de hombres y
mujeres menguó la reproducción, la cual además fue restringida mediante abortivos; la
población indígena disminuyó sostenidamente.
Los colonos extienden a sus expensas el dominio castellano a otras islas y al
continente llevando consigo la estructura de relaciones sociales hispano-indígenas
formada en la española.
El Estado favoreció con diversas resoluciones a los españoles de la isla. Los autorizó a
esclavizar a los indios que se resistieran a ser adoctrinados, y estimuló sus actividades
económicas con un régimen liberal en materia de derechos.
CAPÍTULO II.

El Estado bajo la presión moral de los dominicos determina las obligaciones


del encomendero respecto de la población indígena en la vida económica y en
su civilización y evangelización, y autoriza la fundación de misione en el
continente.
Los dominicos denuncian la conducta de los españoles hacia los indígenas y el
régimen a que los habían sometido, como contrarios a la ética sobrenatural y al
derecho natural.
En 1510 llegó a la española una misión dominicana, cuyos integrantes fueron formados en la
teología del derecho natural y animados de un ardiente celo evangelizador, fueron
profundamente afectados por la situación a la que los colonos habían reducido al pueblo
indígena y por la forma en como habían llegado a ella. Además, no habían cuidado su
evangelización. Por cauda de estos quebrantos de la ética sobrenatural y del derecho natural,
los españoles habían pecado gravemente. Era urgente volverlos a la buena senda llamando a
su conciencia de cristianos, con lo cual no sólo se evitaría su condenación eterna sino también
restaurar el orden natural y hacer prevalecer la caridad cristiana.
Así entonces, estos religiosos prepararon un sermón que pronunciaría Fray Antonio
Montesino. En él, este llamo la atención de los vecinos hacia la esterilidad del desierto y sus
conciencias y la ceguedad en que vivían “con cuanto peligro andaban de su condenación, no
advirtiendo los pecados gravísimos en que con tanta insensibilidad continuamente
zambullidos y en ellos morían”.
Los españoles, por su parte, manifestaron su firme convicción de que el usufructo de la mano
de obra indígena era lícito, por lo que eran infundados los cargos que se le hacían acerca de
esto y sobre el cumplimiento de sus deberes como evangelizadores.
El rey confirma la legitimidad de la estructura de las relaciones hispano-indígena.
El rey argumentó que los repartimientos habían sido autorizados con parecer de letrados,
teólogos, canonistas y funcionarios; además las cargas anexas al usufructo de esos
repartimientos y las condiciones con que se otorgaban garantizaban una cristiana convivencia
de españoles e indígenas y el cumplimiento de la función evangelizadora.
Se formó una junta con algunos consejeros y teólogos ideada por Fray Antonio Montesino
(por parte de los Dominicos), la cual consideró informes de algunos colonos que estaban en
la corte y el padre montesino. Los primeros sostuvieron que los indios eran bestiales,
holgazanes e incapaces de regirse; Montesino aseguró que los trabajos personales que se les
habían impuesto eran contrarios a la libertad. Que el rey no podía imponerlos en su favor, ni
en favor de particulares, que la evangelización debía hacerse respetando la libertad.
La aspiración de que el Rey reemplazase el régimen político económico y de evangelización
impuesto a los indios, que tenía como agente al encomendero, por otro conforme al derecho
natural y a la caridad cristiana que este parecer llevaba implícito, no encontró acogida en la
junta.
El derecho del Estado a imponerles esa obligación se había fundado en las necesidades de la
sociedad española, en las conveniencias de los propios indios y de la evangelización. Ahora,
la junta lo fundaba en la incapacidad de los indios de pagar tributo que debían al rey, debido
al señorío y beneficio que recibían de él al ser evangelizados y mantenidos en justicia,
asiéndolos así menos vulnerables a la crítica del jusnaturalismo.

El rey determinó las obligaciones del encomendero respecto a la población indígena en la


vida económica y en su civilización y evangelización: El agente que contendría el
desarraigamiento y empobrecimiento de los indios e impulsaría la evangelización seguía
siendo el encomendero. Sus obligaciones estaban claramente identificadas.
Cada encomendero debía construir una iglesia en su estancia y dotarla adecuadamente para
que, cada tarde, los indios rezasen las oraciones.
 Los dominicos lograron que se colonizara una región sin encomendar a los indios
(Castilla del Oro)

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