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Wacquez, M. (1997) Los más terribles sueños imposibles, En VV.AA. (1997). ¿Qué hacía yo el 11 de
septiembre de 1973?. Lom: Santiago p. 46
2 Editorial Planeta: Santiago.
universo narrativo es de total libertad y también las coordenadas morales en que se
mueve. El problema moral es una elección primigenia y no puede explicarse desde
ninguna moral social, sino desde su propia naturaleza.”3
La posición social aventajada que tuvo el escritor de Colchahua, nacido en
una familia aristocrática extranjera y venida a menos, como la describe en su
última novela, no fue un impedimento para desarrollar una agudeza crítica sobre
la realidad y la literatura, en ocasiones apelando a una función metafísica como
rectora de la armonía que debía producirse y en otras a una completa
desestructuración gramatical. En una relectura constante de los cínicos antiguos en
su trabajo filosófico usará la ironía para develar esa cara oculta por la hipocresía.
Había que buscar la constitución del sujeto. El sujeto del y en el lenguaje.
Descendiente de franceses colonos, de Argelia su abuelo y de Chile su
padre, vivirá en una zona favorable para la actividad de su familia: la vitivinícola.
Sus primeros textos aparecen en la década del ´60 del siglo XX y algunos de ellos
primeramente en Francia, donde se doctoró en Filosofía. Su condición ácrata se
verá reflejada en su definición a-pátrida, pues el mismo dirá en alguna ocasión que
la literatura es “un oficio para fugitivos.”
En su novela Frente a un hombre armado (Cacerías de 1848)4 de 1981 expondrá
de forma más definida la apertura que inicia de su pensamiento a-moral en el libro
de cuentos de 1971, titulado Excesos5, pues en la novela nos entrega una explicación
subjetiva sobre la transgresión humana. Podríamos decir incluso que se atreve a
explorar como tema el cuestionamiento al control del cuerpo como expresión del
poder y de la política, tema muy considerado hoy por los estudios producidos a
partir de la obra del filósofo francés Michel Foucualt sobre la biopolítica. Lo cual
antecede con mucho a la tendencia actual sobre sexo, sujeto, política y cultura.
Sus viajes diversos, sus contactos de editor y traductor y sus vínculos con el
canon literario chileno, que parece prefería tenerlo de soporte editorial más que de
colega de oficio, lo traerá a dar una clase-opinión como joven representante de la
generación de los ´60 al curso del Proceso Crítico a la Novela en el Instituto
“La palabra siempre ha tenido más peso que “lo real”. Para mí importa más
la vida dicha que la vivida. La novela es autobiografía en dos sentidos.
Primero porque alude a la biografía de su autor y luego por ella misma se
transforma en biografía, en experiencia literaria vivida, irreversible como
todo conocimiento. Lo importante es que esa emoción, el único terreno de la
política, pero como no es tema de este trabajo lo dejamos al pendiente. No obstante, debemos
señalar que para la concepción moderna del Estado-Nación el ser un extranjero posee una serie de
condiciones asociadas en desmedro de la condición ciudadana del individuo, al menos en lo que
respecta a la participación política, cuestión que se remonta a la antigüedad clásica. Aunque hay
excepciones.
9 Crítica sobre la novela Frente a un hombre armado (Cacerías de 1848). Disponible en
http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-83248.html
escritura, y la biografía pueden repetir las emociones de los demás y que se
inscriba así en una carne social.”10
atacado por el pensamiento de Marx puesto que éste da una imagen del hombre tan real, tan
convincente, que permite destruir –sin armas, sin recursos, sin Vietnam- la poderosa maquinaria
filosófica. Marx ataca la filosofía en su flanco más fuerte: el económico, que como sabemos, es el
flanco moral de la Filosofía.” Wacquez, M. (2004). Hallazgos y desarraigos. Ediciones UDP: Santiago
p.304
y el ideal científico que supone una “facilitación de la vida presente por un manejo
de la naturaleza.”13 Ambos ideales serían la base que sustenta el principio de
seguridad que posee la cultura. De ahí, entonces, “Cultura y seguridad serán pues
en adelante, términos sinónimos; no como correspondientes sino como explicativos
de un ánimo, de un deseo de vida.”14 La cultura así se vuelve protectora de la vida
humana contra la naturaleza inhóspita para nosotros, pero como consecuencia
exige seguir la norma, la que construye un “hastío y sofocación” de l que nadie
puede culpar a otro no querer esa vida.
Así dentro de todo este análisis sobre la cultura como seguridad hablará de
las posibilidades de cambio y transformación donde, y esto es lo relevante para
nosotros, se referirá al arte y el rol del artista, develando su mirada libertaria.
En este sentido tenemos como primer elemento la subjetividad del autor en
la construcción de la obra, diciendo:
“el arte, que reúne dentro de sí temas harto escasos, nos muestra la vida
repetida hasta la náusea, bajo diferentes formas; es el testimonio de
diferentes hombres, de lugares diferentes, cuya variedad y riqueza no
sabrían contener el cerebro de los robots con que soñaba Watson. El hecho
de elegir un tema, comenzarlo de cierta manera, ponerle un determinado
fin, denuncia la intervención indispensable de un artista que no quiere
“conocer todo la realidad” como en su conjunto lo pretende la ciencia, sino
mostrar un momento de ella, organizarlo alrededor de un tema, de unos
personajes, de un tiempo que pasa. Todo esto quiere decir que la realidad de
la obra de arte es la realidad del autor.”15
“Pero el arte refleja la vida entera. Contiene las cosas y la vida de los
hombres, de todos los hombres, que rodean al artista, sus equivocaciones,
sus contradicciones. El arte es una actividad porque es el reflejo de una
actividad: la de vivir. Y es social, eminentemente social, porque esa vida es
política, concierne a todo el núcleo humanos. No hay arte asocial.”16
13 Ibid. p. 307
14
Ibidem,
15 Ibid. p. 328
16 Ibidem
Como vemos el arte además cumple su rol político, como expresión de la
realidad social, que como bien lo entiende Wacquez es política. No obstante,
pondrá límites a la actividad artística, pues comprende que sus obras ayudan pero
no son en sí mismas la revolución.
“El artista, tomo todo ente político, tiene un papel en la sociedad. Tratemos
de definir cuidadosamente este papel. La parte de lucidez que le toca vivir
no le da derecho ni a privilegios ni a consideraciones diferentes a las de todo
trabajador. Siendo su actividad diferente a la de un obrero textil, las
condiciones de su trabajo deben ser diferentes. El artista hace arte, no
factura tela. Su papel es importante, de gran importancia: testimonia sobre
la vida de los hombres, remueve los conformismos y compromisos fáciles de
la sociedad, es de primerísima importancia en un proceso revolucionarios.
Mas, el artista no hace la revolución. In facto, la revolución la hace el
revolucionario (dirigente político). Aunque ambos se identifiquen en cuanto
a la visión del mundo, sus actividades específicas son diametralmente
diferentes”17 Para más adelante decir que “es necesario otorgarle al artista la
libertad necesaria para realizar su obra.”18
17
p. 329
18 Ibidem.