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LONG
Introducción
imaginar la nación como algo que hay que definir primero de manera
aislada, como si se pudiera formar antes de tener que presentarla en el
escenario mundial.
En The Ends of Literature (2001), Brett Levinson establece una
manera de analizar las aspiraciones universalistas de los escritores y los
críticos del Boom que rompe con cualquier fetichismo nacionalista al
destacar la necesidad de concebir proyectos comunitarios siempre en
términos de sus propios límites, es decir, de contestar la lógica de la ho-
mogeneidad que funda el universalismo. Levinson advierte a sus lectores
en cuanto a combatir la tentación de restituir a la literatura su supuesta
capacidad de definir a un pueblo, una nación, o una región:
The limits and termination of literature, not its restitution, are today
tbe project of a Latin American cultural or literary politics. . . . The real
impasse, in fact, is not the end of literature but the end of that end, a
world in which the boundary written across the One, language as such,
is no longer indexed, . . . yielding a universe without bounds, a homo-
geneity without limits, hence Others. (30)
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observación que hace Paz en su análisis de Muerte sin fin. Según él, el
poema "[c]anta la muerte de la forma en versos de tal belleza formal
que la glorifican. Es un poema filosófico que implica la muerte de la
filosofía" (89). Las aporias que manifiesta la obra de Gorostiza (forma
que glorifica su propia muerte, filosofia que se condena a si misma a
la muerte), junto con su énfasis en los limites del sujeto, ofrecen una
perspectiva desde la cual considerar la relación entre Muerte sin fin y la
coherencia no sólo del sujeto, sino también de la nación mexicana y de
la región latinoamericana.
En el libro Tercer espacio: Literatura y duelo en América Latina
(1999), Alberto Moreiras desarrolla una manera de pensar la relación
entre, por un lado Europa y Estados Unidos y, por el otro, América
Latina, que también se escapa de la dicotomia de la copia y la versión
original. Moreiras empieza con una fuerte critica del concepto de
identidad, que, según él, "el nacionalismo cultural siempre de todos
modos se planteó más como utopia fundacional o redentora que como
objeto práctico de consecución" (42). Por ejemplo, la mexicanidad
que Paz y otros intentaban definir durante el medio siglo combina
lo fundacional y redentor a que Moreiras se refiere. Moreiras sigue
destacando el carácter finalmente represivo de la identidad nacional
que "ha funcionado en la tradición latinoamericana como ideologema
nacional o continental al servicio de reivindicaciones anti-imperialistas
orquestadas por las formaciones hegemónicas. . . . Pero esos sueños de
identidad nacional / continental encubren la pesadilla de la violenta
homogeneización, uniformización y represión de sociedades múltiples"
(42). A través de su esfuerzo de formular un "tercer espacio" desde el
cual pensar la relación entre la producción cultural latinoamericana y
las influencias culturales—incluso y de manera importante la llamada
teoria crítica—que se asocian con Europa y Estados Unidos, Moreiras
rechaza la dicotomia copia/original, una negación que demanda, por
fuerza lógica, una negación de la identidad, un concepto que necesita
presuponer la originalidad como concepto viable.
Siguiendo el pensamiento de Homi Bhabha, de donde adopta
Moreiras el término tercer espacio, éste destaca la necesidad de conside-
rar el texto literario, como una obra siempre abierta a nuevas lecturas.
En palabras muy apropiadas para un análisis de Muerte sin fin, Morei-
ras propone que "la escritura latinoamericana guarda la posibilidad de
constituirse como lugar de un pensamiento ya no condicionado ex-
haustivamente por la demanda de sentido identitario", una observación
Muerte sin fin y los límites productivos de la creación 445
que se complementa antes con la idea de que, "[l]a práctica del tercer
espacio supone renunciar a la apropiación del texto, supone dejar que
el texto entre, en cuanto tal, en su muerte propia, oscuro goce" (45).
El texto muere al momento y en el espacio de su límite, pero luego re-
aparece, como lo no-muerto pero tampoco lo vivo en el sentido de ser
auto-suficiente y coherente, en otros contextos y nuevas lecturas, en las
articulaciones novedosas a que se refiere Levinson'.
El fuerte rechazo de la coherencia identitaria e interpretiva que
informa el trabajo de Moreiras resulta también en una crítica rigurosa
sobre el sujeto que señala que la literatura latinoamericana, por emerger
en los límites de proyectos modernizadores europeos y estadouniden-
ses, desmiente no sólo la idea nociva de que, por razones de carácter
cultural, no se puede importar la modernización en América Latina,
sino que también expone la naturaleza ilusoria de la idea de que la mo-
dernización existe como proyecto emancipador completo en el llamado
primer mundo. Explicando que el sujeto periférico expone los límites
del sujeto de la metrópoli, Moreiras escribe sobre la literatura latinoa-
mericana que ésta
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Mienttas que Wong propone que estos vetsos demuestran que el sentido
de la vista "no funciona en el vetdadeto conocimiento" (45), yo sigo
más el análisis de Escalante y su énfasis en la meiosis. ¿Cómo puede set,
sin la ironía de la meiosis, que el mismo objeto de la frase "no ocutre
nada" sea "esta luz . . . hecha de pura exaltación"? Pero en contraste con
la tendencia genetal del análisis de Escalante, no veo tanto que el poema
desctibe el acercamiento del poeta a lo supresensible. Lo que a mí me
sugieren estos vetsos, es el anuncio de una sepatación entre el poeta y lo
divino que, aunque aquí parece jerárquico, con el poder creadot de Dios
como la meta del poeta, tesulta al final del poema como una separación
que tesulta ilustrando más que nada las semejanzas entre el acto poético
de la cteación y el acto divino de la cteación.
Estas semejanzas aparecen en la ambivalencia—otto desdobla-
miento—sugerida por el objeto al fin y al cabo indefinido del verbo
"mirar". Sólo inspitado pot la luz de la exaltación, emoción divina,
puede mirat el nosotros de estos vetsos (sin vetlo) o a Dios, o a "lo que
dettás de El anda escondido", o a los dos. Según mi lectuta del texto,
estos vetsos sugieren que Dios existe como un desvío inspirador, algo
que no se puede mirar sino como una intetrupción necesatia tumbo a
la vuelta al momento cteadot del poeta mundano, sentado, consciente
del paso de su vida mortal, al borde de escribir. Potque si, como indican
estos vetsos, ni se puede mirar ni se puede vet a Dios, tampoco se pue-
den mitat "el tinteto, la silla, el calendatio" sin teconocer que se escon-
den "detrás de Él". La mezcla de la inspitación divina con la creación
mundana se tefuetza pot los últimos versos de la esttofa, "en el instante
mismo que se empeñan/ en el tortuoso afán del univetso". El verbo de
tetcera persona plutal establece una tefetencia clara a los instrumentos
del escritor, pero cuya tatea ahora, al final de esta esttofa, es la misma
tatea de Dios, la reptesentación total, el "afán del universo".
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descritos al principio del texto, por ejemplo en las imágenes de los pá-
jaros en desbandada y de "la estrella en grano / [que] . . . rinde . . . una
rotunda flor" (108). Esta vuelta a los origenes del final del poema, cul-
mina en las últimas estrofa de la tercera parte, cuando todo, no importa
que sea mineral, vegetal, o animal " [regresa] a sus nidos subterráneos"
(139). Todo muere, incluso la forma, "todo se consume / con un mohi-
no crepitar de gozo, / cuando la forma en si, la forma pura, / se entrega
a la delicia de su muerte" (14O). Muerta la forma el universo colapsa, y
sólo queda Dios, "donde nada ni nadie, nunca, está muriendo" (I4l).
Y el poema sigue,
Tal redención, por supuesto, tendría que ser motivo de júbilo. Pero
por otra parte, y de modo simultáneo, este llanto inefable remite al
dolor anticipado que experimenta el Greador en tanto que sabe que al
engendrar otra vez el universo, restablece su consecuencia: la sentencia
de sufrimiento y muerte que pesa sobre las criaturas. Una lectura triun-
falista deja de tener sentido. También Dios tendría que saber que su
palabra creadora es, y él mismo no lo podría evitar, un "documento de
barbarie", como podría decir Benjamin, o bien una palabra sangrienta
como la llama Gorostiza. (284)
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NOTAS
' Debicki concluye Cfse Muerte sinfintraza el fracaso de un proyecto intelectual, mien-
tras que el análisis de Escalante propone que el poema de Corostiza es más complejo
y demuestra una ambivalencia fundamental entre el éxito y el fracaso con respecto a
la creación poética.
' Manuel Duran resume de manera completa esta tendencia crítica. Duran también
nota que las amistades que eventualmente resultaron en el establecimiento de la revista
se formaron en la Escuela Nacional Preparatoria durante los años de la Revolución.
Allí estudiaron Jorge Cuesta, Enrique Conzález Rojo, José Corostiza, Salvador Novo,
Bernardo Ortiz de Montellano, Cilberto Owen, Carlos Pellicer, Jaime Torres Bodet
y Xavier Villaurrutia (28).
'' Véase a Nelson Osorio T. cuando escribe, por ejemplo, que las vanguardias lati-
noamericanas representan "un polo—el más agresivo y polémico—de la renovación
postmodernista que marca el inicio de nuestra literatura contemporánea" (41).
' Sería interesante estudiar cómo Muerte sin fin ha reaparecido como intertexto de
otras obras. Dos ejemplos que se destacan, y cuyo análisis proveería una examinación
productiva de la relación entre el poema de Corostiza y la representación de la nación
son Con El, conmigo, con nosotros tres (1971), de María Luisa Mendoza, y Un soplo en
el río (1997), de Héctor Aguilar Camín.
458 Ryan F Long
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