LA PENA DE MUERTE EN LOS ESTADOS UNIDOS: ¿UNA LENTA AGONÍA?

“El caso Baze v. Rees, se pronuncia sobre la licitud de la inyección letal como método de ejecución, los
argumentos se basaban en el recurso planteado por Ralph Baze y Thomas C. Bowling, ambos
condenados a muerte por doble homicidio en el estado de Kentucky y cuya impugnación dio lugar a la
esperada decisión del Tribunal Supremo en abril de 2008. La alegación cuestionaba la compatibilidad con
la Octava Enmienda de la inyección letal precisamente por los riesgos de errónea administración de las
sustancias prescritas”.

“Los miembros recurrentes del jurado proponían un método de ejecución alternativo, que consistía en la
inyección de un único anestésic o en una dosis que por sí sola resultara letal, o, la exigencia de que
personal cualificado controlara a través de los correspondiente monitores. La conclusión de Roberts,
Kennedy y Alito, afirmaba que la Octava Enmienda sólo se ve vulnerada cuando un Estado, se niega a
adoptar un método alternativo que sea viable, fácilmente aplicable y que reduzca significativamente un
riesgo sustancial de daño grave.”
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Hijos e hijas de padres condenados a muerte Helen F. Kearney(2012)

Se ha prestado poca atención a los hijos e hijas de las personas condenadas a muerte o ejecutadas. Los
niños sufren una pérdida excepcionalmente traumática y profundamente complicada que los aísla
socialmente. la condena a muerte de los progenitores conlleva para sus hijos un profundo dolor y
aislamiento. El dolor y sufrimiento infligido a los niños cuando un padre o una madre son encarcelados,
ha sido descrito como un abuso de menores institucionalizado. Cuando un progenitor es ejecutado, es
muy probable que este dolor y sufrimiento se vean enormemente agravados. Las pruebas existentes
sugieren que la pena de muerte genera más víctimas.

Hasta la fecha, se han llevado a cabo pocos intentos de investigar y comprender el impacto y las
consecuencias que supone para un niño la condena a muerte de un progenitor, tanto con el fin de
proporcionar los cuidados especiales y la protección que el menor pueda necesitar, como para entender
hasta qué punto pueden extenderse estas repercusiones más allá de la familia directa.