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El pescador : partimos juntos ( D) parte la re

Va subiendo la corriente
Con chinchorro y atarraya
La canoa de bareque
Para llegar a la playa

(El pescador) Habla con la luna


(El pescador) Habla con la playa
(El pescador) No tiene fortuna
Solo su atarraya

Regresan los pescadores


Con su carga pa' vender
Al puerto de sus amores
Donde tienen su querer

Coro

................ x2

coro palmas a capella

NARRADOR:

En una hacienda muy cercana a un bosque, a las orillas del río…. vivía un caballo
llamado Palomino, le llamaban así porque su pelaje era amarillo claro y sus crines de
color blancos, como las de un Palomo. De tanto trabajar y comer mal, se le veían las
costillas y parecía que iba a desmayarse. Durante la semana cargaba caña todo el día - la
caña es un tallo leñoso que está lleno de tejidos esponjosos y dulces del cual se extrae
el azúcar – Palomino transportaba mucha caña de azúcar por la semana, y por el
domingo, cargaba las mercaderías que su dueño compraba en el pueblo. No conocía,
pues, día de descanso. Por otra parte, las moscas no lo dejaban tranquilo, revoloteaban
alrededor de él, y el pobre apenas se alimentaba de la poca hierba que encontraba en el
potrero.
Un día pensó:

PALOMINO:
Moriré de viejo y enfermo si sigo trabajando de sol a sol, he vivido toda mi vida
resignado… ¡pero no me dejaré morir después de haber sufrido tanto!

NARRADOR:
Entonces decidió huir de la hacienda en busca de mejores aires y tal como lo pensó lo
hizo. Al amanecer, Palomino salió al camino y se dirigió al pueblo.

PALOMINO:
Si me voy al monte, de seguro me encontrarán, pero nadie pensará jamás que me fui a
vivir a la ciudad. Si… iré con mucho cuidado, pues en la ciudad hay enemigos por todas
partes

NARRADOR:
Al pasar por la hacienda vecina salió un perro conocido suyo y al verlo pensó:

PALOMINO:
¡Oh! Ahora, éste va a contar que me vio y me acusará

NARRADOR:
Así que decidió hablarle con franqueza y contarle que se iba, que estaba aburrido de los
abusos de sus amos, que ya no aguantaba los maltratos y los trabajos forzados.
El perro le dio la razón y prometió guardar el secreto.
Camino adelante, empezó a sentir el sol cada vez más fuerte y las moscas que lo
seguían eran cada vez más numerosas.
PALOMINO:
No puedo seguir con este sol tan fuerte. Descansaré en este monte un momento y me
echaré sobre la hierba… ¡Ah! ¡Qué gusto! ¡Qué dicha! ¡Esto si es libertad! (revolotea
relincha)

NARRADOR:
Cuando refrescó la tarde, siguió su camino y anduvo gran parte de la noche. Ya iba por
campos desconocidos para él, ya que nunca había salido de los límites del pueblo. Se
sintió trotamundos y se culpó de haber permanecido tanto tiempo en la finca ya que
ahora sabía lo que era vivir. ¡Qué pastos tan fértiles y tiernos! ¡Qué arroyos más
frescos! Había casas por lado y lado del camino y se encontraba a cada paso con otras
bestias que lo saludaban alegremente. Era todo tan agradable. Ya no le dolían los
huesos y hasta las moscas escaseaban cerca de él. Avanzada la noche, entró por un
potrero hasta cerca de una casa, cuando oyó que varios caballos conversaban en un
pesebre y se acercó.

VOZ 1:
Estoy cansado de trotar todo el día sin descanso

VOZ 2:
Eso no es nada! A mí me dan con las espuelas en las costillas para que apure el paso y
me dejan todo machucado.

VOZ 3:
¡Que se quejan ustedes! Tú estás cansado y tú adolorido, pero yo estoy hambriento y
sediento, no me dan agua hace cinco días y sólo me dan un puñado de paja, cada día.

NARRADOR:
“Palomino”, entonces se acercó
PALOMINO:
¡Oh!
Con permiso, disculpen, pero los he escuchado hablar, vengo de muy lejos, escapando
de mi condena de ser un caballo esclavo. Si alguno de ustedes se quiere unir en mi
camino, será muy bienvenido

NARRADOR:
¡Yo! Dijo un burro que se encontraba en un rincón del potrero

MATEO:
Estoy aburrido de cargar tantos troncos de madera. Me presento, soy Mateo el burro y
aquí todos me dicen el cuentero. En mis viajes, he conocido diversos animales que me
han contado historias fantásticas de seres mitológicos del bosque, me sumo a tus
andanzas.

VOZ 1:
Yo estoy muy viejo para esos trotes, pero ustedes vayan y encuentren su destino.

PALOMINO:
¿Alguien más que nos quiera acompañar?

NARRADOR:
Los demás enmudecieron. Ante el silencio, ambos emprendieron la marcha. Pasaron a
un riachuelo a beber agua fresca y continuaron su viaje relatando historias, contando
sus quebrantos y cantando canciones.

Rito el burrito
https://youtu.be/OzhfA1z-gvo
parte flauta sola FA no tan rápido canta ninon

Flauta
Mi burrito no quiere ir a misa
porque el pobre no tiene camisa
y tampoco quiere ir a la plaza
porque tiene que cargar la masa
y tampoco quiere ir a la plaza
porque tiene que cargar la masa

Mi burrito, mi burrito, mi burrito no quiere ir a misa


Mi burrito, mi burrito, porque el pobre no tiene camisa
Mi burrito, mi burrito, y tampoco quiere ir a la plaza
Mi burrito, mi burrito, porque tiene que cargar la masa

Flauta

Mi burrito la pasa escondido


solo viene si yo se lo pido
tal parece lo tiene penando
una burra que está enamorando
tal parece lo tiene penando
una burra que está enamorando

coro mi burrito

Flauta

Mi burrito está mudando pelo


todo todo le quedó en el suelo
y calvito se ve muy chistoso
y decime que es bien amoroso
y calvito se ve muy chistoso
y decime que es bien amoroso
coro mi burrito

flauta final

NARRADOR:
Ambos ganaban su comida, ayudando a algún labriego que pasara por ahí (un
campesino), otro día transportaban leña, otro día tiraban la carreta para alguna viejecita
y así podían seguir su viaje sin complicaciones.
Hicieron valiosas relaciones y aprendieron cosas muy útiles. Primero se hicieron amigos
de un caballo de carreras que los invitó a la pista para que lo vieran correr. (música de
carrera) Los dos aventureros estaban deslumbrados; jamás habían visto tanta gente
reunida, ni caballos tan adornados y que corrieran tan aprisa. Pero se alejaron
decepcionados al comprender la envidia y la rivalidad que existía entre esos caballos; las
personas los habían elogiado tanto que se habían convertido en caballos muy egoístas.

En un pueblo donde durmieron, hicieron amistad con una pareja de yeguas de tiro que
arrastraban el coche de una anciana señora. Eran blancas, gordas, con crines cuidadas y
muy presumidas. Parados al borde del camino las vieron al día siguiente amarradas al
coche, erguidas y solemnes, pero ambos caballos no envidiaban su vida ya que a pesar
de estar muy mimadas no podían vivir una vida en libertad, así que decidieron seguir
adelante. Al llegar a un recodo del camino se pararon en seco; en la cuneta había un
pobre caballo que no podía pararse; los generosos amigos lo ayudaron a levantarse y él
les dijo:

CABALLO ENFERMO:
Mi amo me ha abandonado por estar enfermo y viejo

PALOMINO:
Puedes venir con nosotros y acompañarnos en el camino

CABALLO MATEO:
Nosotros nos acomodamos a tu paso. Podemos ir más lento.
NARRADOR:
Siguieron marchando más despacio para que el enfermo caballo pudiera ir con ellos.
Como ya eran tres, decidieron ponerse nuevos nombres, repartir el trabajo y ayudarse
mutuamente. “Palomino” escogió para su primer compañero el nombre de “Amigo”, lo
había acompañado durante todo su camino y era importante para él nombrarlo con
afecto. Quiso darle el nombre de “Bardo” al caballo enfermo, tenía la esperanza de que
se recuperara pronto y con frases metafóricas Bardo caminaba a paso firme.

BARDO:
Los caminos de la vida… no son lo que yo esperaba… no son lo que yo creía…

NARRADOR:
“Palomino” quiso conservar su nombre, tenía las facultades para hacerlo, ya que era el
jefe natural por ser el más sabio e inteligente.

PALOMINO:
“Amigo” tú me ayudarás en todo y serás como mi secretario, mientras que “Bardo”
dedicará todas sus energías a sanarse y a contar historias.

NARRADOR:
Corrieron los días y los tres compañeros anduvieron por regiones montañosas de donde
descendían grandes corrientes de agua, caminaron a través de bosques llenos de
animales hasta que llegaron al campo

PALOMINO:
Aquí tenemos que cuidarnos del campesino, vámonos por la sombra, para no llamar la
atención de nadie. Los humanos pueden apresarnos de nuevo

NARRADOR:
Asustados y temerosos, avanzaba el trío de caballos, sólo se escuchaba el ruido lejano
de las vacas y de las ovejas pastando. Sabiendo el peligro que corrían, pasito a pasito
muy lentamente comenzaron a acercarse a la granja, por la cual tenían que pasar para
continuar su viaje. Cuando de repente vieron una estampida de gallos cacareando
despavoridos, perseguidos por una gordísima gallina.

CANCIÓN LA GALLINA CLO CLO

....................................
Los tres caballos siguieron su viaje, pero de a poco se fueron cansando de tanto caminar
y recorrer. “Amigo” fue el primero en manifestar que quería establecerse en algún sitio.
Al escuchar esto, Palomino le dijo: –Tendrás que buscarte un lugar sin humanos, ya que
hasta ahora ninguno nos ha tratado bien-.
-¿Y dónde voy a encontrar ese lugar?- dijo Amigo
-Yo tampoco lo sé, pero si seguimos buscando, seguro lo encontraremos.
Continuaron su camino y se dieron cuenta que humanos habían en todas partes; ya
fueran campesinos, vaqueros, médicos, leñadores o artistas. No había camino por
donde pudieran ir tranquilos, monte donde estuvieran seguros o poblado donde
pudieran descansar. Sentían que el hombre estaba siempre cerca. Al fin divisaron la
selva y creyeron que habían llegado al término de su viaje, cuando les salió al encuentro
una yegua que andaba libre pero sin embargo se veía muy saludable y bien cuidada.
– ¿De dónde vienes? –le preguntaron.
– De la selva; allí hay una familia que me quiere y me cuida. A cambio yo les ayudo
cuando ellos me lo piden.

Los tres amigos se miraron esperanzados y le preguntaron:


-¿En serio existen humanos que cuidan y quieren a los animales sin maltratarlos?
-Por supuesto! ¿Quieren venir conmigo?- dijo la yegua
Los tres caballos se pusieron a relinchar de lo felices que estaban!
-Si! queremos ir contigo y vivir con tu familia.
Y la yegua les dijo: -Lo único que les pido a cambio es que cada uno de ustedes me
entretenga en el largo camino que nos espera.
Aceptaron felices y Palomino se ofreció a empezar cantando una canción muy divertida.

La rumba de los animales


https://youtu.be/rGSc98hw9IQ
(C) todos partimos mane cuenta lento porfis

que todos los animales se fueron a una promesa


que todos los animales se fueron a una promesa
el perro tocando tiple y el ratón la pandereta
el gato tocando chucho y el armadillo trompeta
el gato tocando chucho y el armadillo trompeta

el perro le dijo al gato (que le dijo) y el armadillo al ratón


no se me adelante mucho porque se me pierde el son
no se me adelante mucho porque se me pierde el son

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Ahora era el turno de Bardo, y decidió contarles un cuento típico de su zona que se
llama El conejo y el Mapurité:
Cuentan los ancianos de la Guajira que el mapurité era el mejor curandero de aquellos
viejos tiempos en que los animales eran como los hombres de hoy.
Un día, el mapurite iba camino hacia Riohacha para curar a un enfermo a quien se le
había metido un mal espíritu en los pulmones que le hacía toser y doler el pecho.
Iba camino de este a oeste, cuando se encontró con el conejo que venía de oeste a
este.
—Ajá, curandero. ¿Adónde vas con tanta prisa?
—Voy a Riohacha a curar a un enfermo. Y tú, ¿hacia dónde vas?
El conejo dio dos brincos y dijo:
—Pues… hacia donde me lleve el camino, de aquí para allá, de occidente a oriente, al
Jorrottuy donde brilla el sol naciente.
—Ajá, ¿sí? —respondió el mapurité sin verlo porque tenía unos ojos chiquititos y casi no
podía ver.
—Oye, viejo —dijo el conejo—, ¿no tienes por casualidad un caramelo para mascar y
entretenerme por el camino?
—Pues sí tengo, amigo.
Y metiendo la mano en su bolso, el mapurité le dio un rico caramelo para que mascara y
comiera
Entonces se separaron. El mapurite siguió camino a occidente y el conejo se fue
contento con su caramelo. Hizo como si se alejara, pero le dio la vuelta a una loma y
volvió a caer en el mismo camino, delante del mapurité.
Cambiando la voz, dijo el conejo:
—Hola, curandero. ¿Adónde vas con tanta prisa?
—Voy a Riohacha a curar a un enfermo —respondió el mapurité que no lo reconoció
porque sus ojos eran muy pequeños y casi no veía.
—¿Y qué has visto en tu recorrido?
—Pues nada. Sólo me encontré hace un rato con un conejo que sigue tu mismo camino.
—Lo alcanzaré para que me sirva de compañero —mintió el conejo—.Pero por
casualidad, ¿no tienes un caramelo que me regales?
El mapurité metió la mano en su bolso y le regaló uno.
Entonces se separaron.
Pero en cuatro saltos el conejo dio vuelta a otra loma y volvió a presentarse delante del
mapurité.
Esta vez el conejo imitó la voz temblorosa de un viejo:
—Me complace verte, anciano. Soy un viejo achacoso que desea recordar sus primeros
días.
El mapurite se sintió muy contento al oír esto y quiso conversar de las andanzas de su
juventud. Levantó la cabeza pero con sus ojos chiquiticos como dos pulguitas casi no
podía ver a quien le hablaba.
—¿No tienes un dulcesito que me regales? —Preguntó de prisa el conejo.
—Sí, me complace —dijo el mapurité, y le dio otro.
El conejo se fue corriendo contento con sus tres dulces y el mapurite siguió camino a
occidente.
Cuando el mapurite llegó a Riohacha, vio que no le quedaba ni un solo caramelo para
dar a su enfermo, y recordando, recordando… se dio cuenta de que el conejo, con su
astucia, lo había engañado.
—¡Ya verá lo que le va a pasar! —dijo indignado el mapurité.
Y comenzó a preparar un raro menjunje: puso ají picante en un mortero, le agregó tres
dientes de ajo, un poquito de azúcar y una taza de vinagre. Batió muy fuerte y cuando la
mezcla estuvo a punto, hizo dos caramelos con ella y los puso en su bolso.
Camino a su casa, pasó por el mismo lugar en donde se había encontrado con el conejo
y… ¡qué casualidad! Allí estaba.
—Hola, viejo, amigo mío. Nos volvemos a encontrar. ¿Tendrás otro caramelo que me
regales?
—Sí, con mucho gusto. En Riohacha compré unos y son muy buenos.
El mapurite le dió los dos dulces y siguió pasito a paso hasta su casa. El conejo se puso a
comer, cuando de repente sintió algo raro en la boca y la nariz. Sentía como si le picaran
hormigas en la nariz y como si le hicieran cosquillas en la boca. Pero no le importó.
Siguió chupando y masticando el dulce. El hocico se le empezó a hinchar y la nariz se le
movía rapidito sin que él lo quisiera. Entonces, botó el caramelo, se frotó la nariz y
estornudó. Pero… nada. Su nariz seguía húmeda, rosada y moviéndose sin parar.
Dice la gente de la Guajira que desde entonces a todos los conejos les tiembla el hocico
y la nariz, porque todavía sienten la picazón del dulce mágico del mapurité.

Finalizado el cuento, Amigo, el tercer caballo recordó una canción que cantaba junto
con sus amigos cuando viajaban al mar:

Las olas de la mar

Las olas de la mar (D)

ninon la ti ti tiiiiiiiiiiiiiii

Tus padres te tienen dicho que no te hables conmigo, la mar Las olas de la mar.
Los montes no tienen llave ni muralla, los caminos, la mar Las olas de la mar

Palomita ay arrumera, llévame a tu comedero, la mar Las olas de la mar.

He sabido que estás sola, quiero ser tu compañero, la mar Las olas de la mar.

Ay, señores, cómo haré pa’ cogerme esa paloma, la mar Las olas de la mar.

Llega la trampa y se asoma pero no quiere caer, la mar Las olas de la mar.

Tu fuiste la que pusiste tu cara sobre la mía, la mar Las olas de la mar.

Y llorando me dijiste que jamás me olvidarías, la mar Las olas de la mar.

Yo quisiera ser la brisa para batir tus cabellos, la mar Las olas de la mar

Y meterme dentro de ellos para escuchar tu sonrisa, la mar Las olas de la mar.

Panderito retirano, recógelo con la mano, la mar Las olas de la mar

Ay, recógelo, ay, recógelo, la mar Las olas de la mar.

Le lo le, fuego pandero, recógelo con la mano, la mar Las olas de la mar.

Ay, recógelo, ay recógelo, la mar. Las olas de la mar.

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Así, entre canciones e historias, para la yegua y los tres caballos el camino se hizo muy
corto y entretenido, y sin darse cuenta ya habían llegado a la casa de la familia en la
selva.
La familia los recibió con mucha alegría ya que les encantaban los caballos, y decidieron
festejar la llegada de estos tres amigos con una canción.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

Cumbia cienaguera Intro tomas 2 compases mane 2 compases entra ninon (alzar)

Muchachos bailen la cumbia


Porque la cumbia emociona
La cumbia cienaguera
Que se baila y emociona
vamos a bailar la cumbia
porque la cumbia emociona

La bailan en santa marta


Y la baila toda la zona

coro

Y la bailan en nuestra tierra


pero tambien en Colombia

coro

Instrumental

------------- x2

final instrumental + 2 coros con flauta + 2 coros a capella + intro con corte final

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