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Los lípidos son insolubles en el agua y menos densos que ella. Se disuelven bien
en disolventes no polares, tales como el éter sulfúrico, sulfuro de carbono,
benceno, cloroformo y en los derivados líquidos del petróleo. Se encuentran
lípidos, tanto en vegetales como en los animales. Muchos vegetales acumulan
considerables cantidades de lípidos en los frutos y semillas. Los animales tienen
grasa en las diferentes partes de su cuerpo, especialmente entre la piel y los
músculos, en la médula de los huesos y alrededor de las vísceras.
Algunas sustancias clasificadas entre los lípidos poseen una intensa actividad
biológica: se encuentran entre ellas algunas de las vitaminas y hormonas.
Aunque los lípidos constituyen una clase bien definida de biomoléculas, veremos
que con frecuencia se encuentran combinados covalentemente o mediante
enlaces débiles, con miembros de otras clases de biomoléculas, constituyendo
moléculas híbridas tales como los glucolípidos, que contienen lípidos y glúcidos, y
las lipoproteínas que contienen lípidos y proteínas. En estas biomoléculas las
propiedades químicas y físicas características de sus componentes están
fusionadas para cumplir funciones biológicas especializadas.
Las grasas le dan al cuerpo la energía que necesita para trabajar adecuadamente.
Durante el ejercicio, el cuerpo utiliza las calorías de los carbohidratos que usted ha
consumido; pero después de 20 minutos, el ejercicio depende entonces de las
calorías provenientes de la grasa para continuar.
Las grasas que se obtiene de los alimentos brindan al cuerpo ácidos grasos
esenciales llamados ácido linoleico y ácido linolénico. Se denominan "esenciales"
debido a que su cuerpo no los puede producir por sí solo o no trabaja sin ellos. El
cuerpo los necesita para el desarrollo del cerebro, el control de la inflamación y la
coagulación de la sangre.
La grasa tiene 9 calorías por gramo, más de 2 veces el número de calorías tanto
en carbohidratos como en proteínas, que tienen 4 calorías por gramo. Por eso los
alimentos ricos en grasa se denominan "engordantes".
Tipos de grasas
Las grasas saturadas elevan el nivel de colesterol LDL. Esto lo pone en riesgo de
sufrir un ataque cardíaco, un accidente cerebrovascular u otros problemas de
salud mayores. Usted debe evitar o limitar los alimentos ricos en grasas saturadas.
Grasas poliinsaturadas que abarcan aceite de cártamo, girasol, maíz y soja (soya)
Los ácidos transgrasos son grasas perjudiciales que se forman cuando el aceite
vegetal se endurece en un proceso llamado hidrogenación. Las grasas
hidrogenadas o "grasas trans", a menudo se utilizan para conservar algunos
alimentos frescos por mucho tiempo.
Las grasas trans también se utilizan para cocinar en algunos restaurantes. Pueden
elevar los niveles de colesterol LDL en la sangre. Pueden también bajar los niveles
de colesterol HDL.
Los ácidos transgrasos se encuentran bajo investigación por cómo afectan la
salud.
Nombres Alternativos
Colesterol - grasa vegetal; Hiperlipidemia - grasa vegetal; EAC - grasa vegetal;
Enfermedad de las arterias coronarias - grasa vegetal; Enfermedad del corazón -
grasa vegetal; Prevención - grasa vegetal; Enfermedad cardiovascular - grasa
vegetal; Arteriopatía periférica - grasa vegetal; Accidente cerebrovascular - grasa
vegetal; Arterioesclerosis - grasa vegetal
La carne
Es un alimento habitual de nuestra dieta, de hecho nos aporta cantidad de
nutrientes, aunque no se recomienda un consumo abusivo de ella, sino que lo
ideal es consumirla unas cuatro veces por semana. Pero cuando lo hacemos nos
surge la duda de si es mejor la carne roja o la blanca.
La carne es un alimento que nos aporta grandes cantidades de proteínas
necesarias para el buen funcionamiento del organismo. Son de gran calidad y
fácilmente asimilables, por lo que constituyen uno de los alimentos fundamentales
de nuestros músculos. Esto es lo que convierte a la carne en un aliado de
personas en edad de crecimiento o en deportistas. Pero el problema está en saber
qué tipo de carne es el que más nos conviene y cuál será mejor para nuestra
salud.
Las carnes se diferencian en dos tipos, las rojas, debido a su característico color
rojo. Entre ellas destacamos la carne de ternera, buey, cordero... Las carnes
blancas se las conoce así por su color menos rojo. Se trata de una carne más
pálida, y en este tipo se catalogan las carnes de aves como el pollo, el pavo, o de
animales como el conejo. En el mercado encontramos ambas variedades de
carne, pero muchas personas no saben determinar sus diferencias.
La carne roja tiene ese color porque su contenido en mioglobina es alto. La
mioglobina es una proteína que se encuentra en el músculo y es de donde nuestro
organismo obtiene el hierro. La carne roja contiene altas dosis de hierro, muy
beneficioso para el correcto funcionamiento del organismo y de fácil asimilación
por parte de nuestro cuerpo. Esto hace que la carne roja sea muy recomendable
para mantener unos buenos niveles de hierro.
Pero no todo es beneficioso con la carne roja, ya que sí que es cierto que contiene
más hierro, pero también tiene más grasa en su composición, además
de colesterol. Es un tipo de carne que nos aporta más calorías y un consumo
abusivo puede causar enfermedades cardiacas y aumentar los niveles de ácido
úrico. Es por esto que debemos limitar su consumo. No se puede comer todos los
días este tipo de carne, ya que nuestra salud puede verse resentida.
La carne blanca por el contrario no contiene las mismas cantidades de hierro. Sí
que es una carne rica en proteínas de alto valor biológico, por lo que es muy
buena para mantener a nuestros músculos alimentados. Lo más importante de la
carne blanca es su bajo aporte graso. Apenas tiene grasas saturadas y colesterol,
lo que la convierte en una carne aliada de nuestra salud. Además, nos aportará
menos calorías y su digestión es más rápida y eficaz. Por este motivo la carne
blanca debe estar presente habitualmente en nuestra dieta.
Desde luego que debemos consumir los diferentes tipos de carne, ya que nuestro
cuerpo necesita recibir todo tipo de nutrientes para funcionar correctamente, pero
debemos saber cuál es la que más nos conviene y de la que podemos echar mano
en cada momento.
Método soxhlet
El método de Soxhlet es uno de los análisis básicos que se llevan a cabo en los
laboratorios de alimentos. Es un método clásico, pues con base en una propiedad
de la sustancia que nos interesa, en este caso la grasa, permite cuantificar de
forma indirecta su presencia en los alimentos. A este análisis también se le conoce
como gravimétrico, denominación que proviene del latín gravis = con peso, y del
griego antiguo metria = medir. De esta manera, el método registra el peso de la
muestra de alimento en dos momentos clave: al inicio, cuando el alimento aún
contiene a la sustancia que nos interesa; y al final, cuando ha perdido parte de su
composición, que bien puede ser el componente que queremos cuantificar o, por
el contrario, toda la materia que no lo contenga. Así, por diferencia de peso, es
posible estimar el porcentaje del compuesto que investigamos.
𝑃−𝑝
× 100
𝑀
Donde:
D.L. Pavia, G.M. Lampman, G.S. Kriz, Química Orgánica Experimental, Ed.
Universitaria de Barcelona Eunibar, 1978.