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UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR

DE SAN MARCOS

Facultad de Letras y Ciencias Humanas

E.A.P. de Literatura

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René Augusto Lira Paucar (16030088)

Trabajo realizado para el curso de Teoría Literaria I

Lima – 2017
El análisis estructural como método para la valoración de los textos literarios

Valorar una creación literaria, según John Ellis, acaece encontrar un mérito literario a dicha
obra. Sin embargo, como notamos en el ejercicio crítico del día a día en la prensa limeña, la
crítica muchas veces se confunde con la subjetividad del aficionado. Usualmente, nos
concentramos en cómo valorar mas no en interpretar y en analizar las obras bajo algún
criterio lógico-estructural. Solemos caer en simples expresiones emotivas que carecen de
alguna intención significativa. La valoración se relaciona con la persuasión, la estimación y
el elogio; no obstante, de acuerdo a Ellis, olvidamos la descripción. Ante ello, surge otra
interrogante: para no ejercer el lugar común de la estimación, ¿deberíamos ser expertos en
la descripción formal de nuestro objeto de estudio? La respuesta no es sencilla de encontrar,
ya que en las artes y en las humanidades se suele considerar una obra mejor que otra en
tanto esta sea una perfecta combinación de forma y fondo; es decir, las grandes obras de
arte serían aquellas que desarrollan un tópico de relevancia para su entorno sin soslayar las
cuestiones estéticas de su disciplina. Esta idea ya había sido desarrollada por el filósofo
Walter Benjamin –en la primera mitad del s. XX- quien rechaza la división entre forma y
contenido –que imperaba en su tiempo- y describe la obra de arte más bien como técnica;
en otras palabras, para Benjamin una buena obra de arte es aquella que genere ideas y
percepciones mejores y se produzca de una forma mejor. Evidentemente, la realización de
un análisis de dicho tipo va más allá de lo emotivo. Por ello, necesitamos, en palabras de
Ellis, fundamentar las propiedades estructurales de los textos literarios. El análisis
conceptual de estos significa no ceder ante los subjetivistas y, en última instancia, ejercer
una valoración desasociada de una respuesta emocional. Dicho esto, el concurso de poesía
de la Asociación de Abuelitas Cucufatas de Las Casuarinas y el premio que esta entrega
parece encontrarse contaminado por actitudes y juicios valorativos ajenos a lo estrictamente
literario. Asimismo, el redactar un artículo sobre el galardón obtenido por un amigo íntimo
nos puede llevar a caer, influenciados por la cercanía amical, en aquello que buscamos
evitar: la subjetividad. Ambos factores son suficientes para excusarse de escribir el
comentario solicitado. Sin embargo, si aun así se deseara escribir uno debemos tener muy
presente que para que dicha redacción sea competente, esta se ha de ceñir a un ejercicio de
corte estructural que se aleje de lo meramente especulativo; caso contrario, estaríamos
invirtiendo nuestro rol de crítico al de un público consumidor movido por sus emociones.
Importancia de una adecuada aplicación de los diferentes modelos y teorías literarios

Poder calificar qué es y qué no es literatura ha sido una constante a lo largo de la reflexión
en torno al fenómeno literario. Ya Aristóteles en su Poética establecía qué era la tragedia y
cual era, para él, el modelo por excelencia de esta forma de representación literaria. Hoy en
día, en plena posmodernidad, dicha problemática presenta plena vigencia ante la aparición
de nuevas formas de escritura que cuestionan los clásicos géneros establecidos: narrativa,
poesía y teatro. Observamos, con asombro, obras donde se entremezclan estos y que
difícilmente podríamos catalogar con los preceptos ya existentes. A ello, sumémosle el
hecho de encontrarnos sumergidos bajo un sistema capitalista donde la cultura y sus
productos son mercancías creadas en función al usufructo que se puede obtener de ellas
más que en la calidad técnica y artística que subyacen en sí mismas. Ante dicho panorama,
debiera ser la teoría literaria la herramienta que nos permita aproximarnos y permitir
discriminar, eficientemente, todo texto que se nos presente. No obstante, en esta área
también se observa un conflicto similar al de la creación, esto ante la aparición y la
coexistencia de diversos modelos interpretativos y teorías, muchos de ellos en total pugna
entre sí. Habiendo esbozado el panorama ante el cual el crítico literario ha de enfrentarse, la
primera pregunta que este debiera responder sería qué entiende por literatura. Una vez
resuelta tamaña interrogante, ha de decidir cómo y con qué teoría aproximarse ante la
creación que se le presenta. Como propone Eagleton, todos los modelos no presentan
ningún rasgo único o conjunto de rasgos que compartan, salvo el de llamarse -a sí mismas-
teorías literarias y exigir su validez y su vigencia interpretativa. Por ello, debemos
comprender la estrategia que nos ofrece el texto. Es la misma obra quien, ante la mirada de
un lector atento, nos irá revelando que modelo o teoría se debe emplear para su mayor y
mejor apreciación. Por ejemplo, si uno ha de aproximarse al poemario Choza de Efraín
Miranda es obligatorio el conocimiento de la cosmovisión andina pero, tal vez, las ideas de
Lacan no sean pertinentes para su explicación y, es más, nos lleven a un error
interpretativo. De la misma forma, Los rendidos de José Carlos Agüero, Llamada perdida
de Gabriela Wiener y Yo, Pedro de Pedro Suárez Vértiz habrán de ser juzgados literatura o
no bajo los dos presupuestos explicados anteriormente: qué entendemos por esta disciplina
y qué teorías nos permiten entenderlas mejor; la calidad y el valor literario, dentro de las
letras peruanas, que estas posean serán resultado de dicho análisis.
Una correcta aproximación al arte: la poética. El caso del “poeta” Joaquín Sabina

Las fanáticas de Joaquín Sabina presentan la actitud del espectador; ellas juzgan las
canciones del español desde el esteticismo; por ello, consideran -a raíz de su experiencia
estética- “poemas cantados” las letras del cantautor. Aparentemente, bajo sus criterios, la
obra del cantante posee todas las cualidades estéticas “afirmativas”; es decir, generan un
goce estético que la hace merecedora de un premio literario: Premio Casa de la Literatura
2017. No obstante, estas admiradoras responden únicamente a su milieu social y cultural.
Por ende, no toman en cuenta que Sabina, en tanto artista de la modernidad, está obligado a
presentar los “contenidos” que son de interés del público democrático del cual vive. En
otras palabras, su arte responde a una politización, ya que se aprecia desde el contexto
social en el que se desarrolla y, aplicando lo sostenido por Groys, Sabina solo es libre y
capaz de demostrar su talento en tanto una autoridad externa –en este caso la Casa de la
Literatura- regule su contexto. Así, el cantautor español al liberarse del problema de qué
hacer, podrá enfocarse únicamente en realizar un contenido atractivo y seductor para su
público consumidor. La actitud estética, entonces, se vuelve problemática cuando se aplica
al arte porque ninguna obra de este tipo puede compararse a la naturaleza y esta es, en sí, el
objeto legítimo de dicha actitud. Bajo este concepto el arte de Sabina se encuentra
subyugado a la realidad, entonces, se puede prescindir de este, ya que es tan solo un medio
para algo superior que es la comprensión estética de la vida misma. Desde la perspectiva
estética, el arte ocupa un lugar intermedio entre el sujeto estético y el mundo. Un adulto no
necesita de su tutela porque, al poder prescindir de este, puede confiar en su propio gusto y
sensibilidad. Bajo dicho criterio, cualquier objeto es plausible de ser considerado arte y uno
que nos provea de la experiencia de lo bello será, en ese sentido y sobre todo si somos
fanáticos, merecedor de un premio, todo ello dentro del marco de un contexto histórico-
social. Sabina es un objeto de vigilancia, atención y observación propio del desarrollo de
los medios visuales; él no es más que un personaje, una imagen que satisface los deseos
estéticos de determinado grupo social. Groys nos propone analizar las creaciones de Sabina
desde una óptica poética –para ser más precisos- desde la autopoética porque él al ser una
creación artística es artificial. En síntesis, querer analizar al español desde la teoría
sociológica sería enfocarse en el personaje ficticio creado por un mercado del arte y
soslayar la técnica de su arte; por ello, no puede ser merecedor de un premio literario.

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