Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
1. INTRODUCCIÓN
2. LAS SOCIEDADES CLASISTAS INICIALES
La realización del Proyecto de investigación
titulado La ocupación prehistórica de la campiña El análisis de las sociedades clasistas iniciales
litoral y banda atlántica de Cádiz, desarrollado está directamente relacionado con el estudio de
con autorización y subvención de la Junta de los estados prístinos. Historiográficamente se ha
Andalucía y con la responsabilidad en la dirección aceptado la concepción de ciudad-estado en Gre-
de José Ramos nos ha permitido documentar 185 cia en el II milenio a.n.e. (González et al., 1992:
yacimientos arqueológicos en la Bahía de Cádiz 158 y ss.). Para el registro arqueológico del Occi-
y campiña litoral, entre San Fernando y Tarifa. dente europeo han predominado propuestas pro-
Se trata de ocupaciones de sociedades cazadoras- cesualistas que plantean la jerarquización social,
recolectoras-pescadoras paleolíticas, tribales comu- desde el ámbito de las jefaturas o modelos de tipo
nitarias neolíticas –VI-IV milenios a.n.e.– y clasistas big men, valorando sobre todo los procesos de
iniciales –III-II milenios a.n.e.– (Ramos y Pérez, intensificación de la producción (Renfrew, 1973;
2003; 2008; Ramos et al., 2004-2005; Ramos et al., Kristiansen, 1998; Chapman, 1990; García San-
2006; Ramos, Coord., 2008). Ha quedado demos- juán y Hurtado, 1997; Hurtado, 1999).
trada la intensa ocupación del medio desde etapas Las razones a esto habría que buscarlas en los
del Pleistoceno con continuidad durante el Holo- enfoques etnocéntricos, en la propia historia de la
98 Las sociedades clasistas iniciales en la Bahía y campiña litoral de Cádiz en el III-II milenios a.n.e.
investigación –en los procesos coloniales y postco- Se genera así una tendencia progresiva en la
loniales– y en la problemática básica del «origen de que la clase dominante asume actitudes de tra-
la civilización» realizada desde el pretendido pri- bajo intelectual, con la integración de las activida-
mer mundo en su dominación imperialista (Childe, des relacionadas con prácticas guerreras, y que se
1936; 1951; Arteaga, 1995). Esto último es impor- apropia de la fuerza de trabajo y los excedentes.
tante destacarlo en este libro sobre la ciudad de Es el momento en que hacen su aparición los tri-
Gadir, dado que en el entorno y en varios milenios butos (Bate, 1984).
previos a esta etapa histórica se habían producido Estos procesos se comprueban desde la conso-
procesos de jerarquización social de alcance, antes lidación de la tribalización. Se relacionan con la
de la «Edad del Hierro» de los modelos norma- nueva estructura de la propiedad, con el acceso al
tivos. Y frente a la noción de ciudad trimilenaria, trabajo y con la intensificación de la distribución
con lo que conllevaría en el ámbito de la economía y cambio de productos (Vargas, 1987). Estos cam-
política, existen en la zona procesos de contradic- bios se manifiestan en el territorio como espacio
ción social que se vislumbran desde los conjuntos socializado. Los lugares de residencia campesina
dolménicos de Alberite (Ramos y Giles, Coord., serán para esto decisivos (Nocete, 1994; 2001).
1996) (Fig. 1). Por tanto se plantea un diferente Venimos trabajando desde hace varios años en
modo de paso a la civilización al que ha sido la hipótesis de una vinculación del territorio de
expuesto por la historiografía tradicional. la Bahía de Cádiz y campiñas inmediatas, en los
El tema del origen del estado está directamente milenios III y II a.n.e. como territorios de explo-
relacionado con un paso decisivo en la Historia de tación y producción agrícola, en el marco de un
la Humanidad, que muestra los diversos procesos proceso de jerarquización de los espacios sociales
de cambio desde sociedades tribales comunitarias (Ramos, Coord., 2008). Los procesos históricos
hacia sociedades clasistas en las que se realiza un referidos a esta época en la Baja Andalucía gene-
ejercicio de poder despótico por parte de grupos ran un control socio-económico ejercido a escala
privilegiados sobre una mayoría explotada. Este territorial, como una política de estado emergente
proceso suele ir acompañado de un desarrollo de (Arteaga y Hoffmann, 1999: 68; Nocete, 2001;
las prácticas económicas agropecuarias y de nue- Arteaga et al., 2008).
vos vínculos entre las fuerzas productivas y las Los registros arqueológicos confirman que la
relaciones sociales de producción. agricultura cerealista ayuda a comprender el modo
En este nuevo contexto histórico, la relación de producción, con importante uso de los terrenos
entre las clases sociales con el acceso a los medios de secano. La división del trabajo social se aprecia
de producción y a su propiedad, conlleva contra- también con la aparición de un artesanado en lo
dicciones en el marco de las relaciones sociales alfarero y en los trabajos de extracción y produc-
(Bate, 1984: 59). El acceso a la propiedad regula ción del sílex y de rocas básicas. En este marco
así el marco de las relaciones clasistas y el propio se aprecian procesos de distribución y de redis-
sistema de relaciones de producción. El control tribución de productos exóticos que se localizan
sobre la distribución de los productos y su con- en los centros de poder que acumulan exceden-
sumo se intensifica y se amplía a todos los gru- tes (Ramos et al., 2006). Además de la sociedad
pos sociales. Además existe un marco ideológico clasista inicial se infiere una clara jerarquización
que da forma justificativa e institucional a dicha clasista manifestada en la estructura y distribu-
estructura económica. ción de los poblados, en la propia jerarquización y
En las sociedades clasistas iniciales se oculta una amurallamiento de éstos, como lugares en muchos
explotación real consistente en el uso de la fuerza casos especializados en la coerción (Arteaga, 1992;
de trabajo de los grupos sometidos, pero además 2002; Arteaga et al., 2008; Nocete, 1994, 2001).
hay una auténtica extorsión ideológica que legaliza El territorio de la Bahía de Cádiz y campiñas
el derecho a la explotación. Todo ello surge como inmediatas se articula como territorio produc-
proceso histórico desde las contradicciones paren- tivo agrícola y ganadero, ordenado desde cen-
tales, latentes ya en las sociedades tribales. Los tros nucleares locales (Ramos y Pérez, 2008),
diversos registros de los enterramientos afirman pero vinculados a un área nuclear de mayor peso
y exponen estas contradicciones (Arteaga, 1992; político situada en torno al gran núcleo ubicado
2001; 2002; Lull y Estévez, 1986; Lull y Picazo, en la dípolis que se ubicaba en torno a Valen-
1989; González et al., 1992; Cámara, 2002). cina y Gandul, en las proximidades de Sevilla,
José Ramos Muñoz, Manuela Pérez Rodríguez, Eduardo Vijande Vila y Salvador Domínguez-Bella 99
Figura 1. Proceso de excavación del dolmen de Alberite 1 (Villamartín, Cádiz) (Ramos y Giles, Coord.,
1996).
al menos a partir del III. milenio a.n.e. (Arteaga confirma también en el desarrollo de una tecno-
y Cruz-Auñón, 1995; Arteaga et al., 1995; 2008; logía lítica tallada vinculada a prácticas agrícolas
Arteaga, 2002). (hojas con lustre, elementos de hoz, –truncadu-
ras, muescas, como instrumentos en proceso de
elaboración de hoces–), que se iniciaron en el IV
3. RECURSOS POTENCIALES DE ESTAS milenio a.n.e. A ello hay que unir una tecnología
SOCIEDADES EN RELACIÓN A PROCESOS de instrumentos pulimentados (hachas, azuelas,
DE TRANSFORMACIÓN DEL MEDIO molinos, moletas...) asociados a prácticas produc-
tivas agrícolas y de transformación de productos
En relación con la ocupación de la campiña y alimenticios (Pérez, 1997; 1998; Pérez et al., 1998).
litoral de Cádiz a partir del III milenio a.n.e. se Para generar estos procesos se requiere madera
inicia una transformación del medio, que es conse- que a la larga conllevará las primeras prácticas de
cuencia del proceso de consolidación jerarquizada deforestación en los entornos de los poblados.
de la sociedad y de la intensificación de las prác- Se ha comprobado por la estratigrafía geoar-
ticas económicas de la agricultura y la ganadería queológica de algunos asentamientos como Can-
(Arteaga et al., 2008; Arteaga y Hoffmann, 1999). tarranas y El Estanquillo-Fase II (Borja y Ramos,
Se trata de un fenómeno general que acompaña a 1993; 1994) que existen transformaciones del
la progresiva instalación de la agricultura intensiva medio que pueden estar vinculadas a la propia
de cereal y de ganadería mixta (Ovis-Capra-Bos) actividad socioeconómica. La presencia de depósi-
(Ramos et al., 1993). En paralelo a ello es posible tos coluvio-aluviales y/o dunas indicarían ciertos
observar una relación entre la acentuación de la repuntes de aridez y se han vinculado al Subboreal
morfogénesis eólica y de la arroyada, y la intensi- (2500 BC - 700 BC). Es significativo en el caso de
ficación de los procesos de deforestación y de la Cantarranas donde el depósito dunar está encima
implantación del modo de producción con base del nivel de ocupación del poblado (Ruiz y Ruiz,
agropecuaria (Ramos et al., 1993). 1987; 1989).
Hay una clara relación entre los procesos indi- Los estudios polínicos de Pocito Chico evi-
cados y la implantación de poblados con silos, dencian lo indicado para la fase denominada Cal-
con las prácticas de almacenaje de cereal. Esto se colítica por sus excavadores. La transformación
100 Las sociedades clasistas iniciales en la Bahía y campiña litoral de Cádiz en el III-II milenios a.n.e.
del medio se sugiere por el alto porcentaje de Bella et al., 2002; Ramos et al., 1998; 2002; 2006).
leguminosas, asociada a cultivos de regadío en los Se han documentado también procesos de pro-
entornos riparios. Igualmente se constata polen de ducción, distribución y consumo enmarcados en
cereal (López y López, 2001). Para la transición la propia estructura económica de dicha sociedad.
Calcolítico-Bronce hay una mayor representación
de taxones riparios, así como de formas foresta-
les (Juniperus) –sabina, propia de zonas dunares–, 4. PROCESOS DE PRODUCCIÓN, DISTRIBUCIÓN
Pinus pinea –pino piñonero– y costeros, asociados Y CONSUMO DE GRANDES LÁMINAS EN EL
a dunas fijas (Pinus mediterráneos t.). Se aprecia TERRITORIO ATLÁNTICO DE CÁDIZ
también un aumento de alcornoques, encinares y
coscojares. Según los responsables del estudio polí- El estudio geológico de procedencia de las
nico, habría en estos momentos mayor sequedad materias primas líticas documentadas en los yaci-
ambiental debido a un desarrollo de la agricultura mientos arqueológicos localizados en el territorio
cerealista, con una disminución del porcentaje de atlántico de Cádiz indica que los sitios de produc-
leguminosas, y por tanto, de cultivos de regadío ción de las grandes láminas de sílex son alóctonos
(López y López, 2001: 235). (Domínguez-Bella, 2002; 2008), vinculados con
En Pocito Chico se han aportado datos relati- las zonas de producción del Subbético, entre las
vos a la fauna terrestre, en una estructura del III sierras de Cádiz, Málaga y Granada.
milenio a.n.e., con presencia de Equus caballus, Los registros arqueológicos asociados a socie-
Bos taurus, Ovis aries/Capra hircus y Sus domes- dades tribales neolíticas y clasistas iniciales de
ticus. Esta última especie es la más representada III-II milenios a.n.e. en la zona de Cádiz mues-
entre la fauna domesticada. Además hay eviden- tran dos procesos relacionados con la estructura
cias de cuatro especies cazadas: Cervus elaphus, social y económica. Se documentan procesos de
Oryctolagus cuniculus, Lepus granatensis y Felis circulación de productos líticos en las sociedades
sylvestris (Riquelme, 2001). neolíticas y otros de redistribución desde centros
En el medio litoral, en la Isla de San Fernando, nucleares, en las sociedades clasistas iniciales.
en El Estanquillo-Fase II se comprueba también Las grandes láminas de sílex estratificadas se
una evidente presencia agropecuaria. Se ha con- han documentado hasta el presente: en poblados
sumido Bos taurus, Sus scrofa y Ovis aries o/y como La Esparragosa –IV milenio a.n.e.– (Pérez
Capra hircus (Bernáldez, 1994: 206). Las prácticas et al., 2005; Clemente y García, 2008; Vijande,
de marisqueo siguen teniendo un papel significa- 2006; Ramos et al., 2008b); La Mesa –III milenio
tivo (Theba pisana, Ensis sp., Tapes (Ruditapes) a.n.e.– (Ramos et al., 1999) o El Jadramil –III y
decussatus, Glycymeris glycimeris, Ostreidae, II milenios a.n.e.– (Domínguez-Bella, 2003; Laza-
Cerithium vulgatum, Monodonta sp...) (Menez, rich, 2003; Domínguez-Bella, 2003); así como en
1994: 193; Ramos y Cantillo, 2009; Cantillo, poblados nucleares como Los Charcones –III-II
2009). Se profundiza en ellas en otro capítulo de milenios a.n.e., todavía sin excavar– (Ramos et
esta monografía. al., 2008a); en necrópolis, caso del Dolmen de
Hay que recordar también el potencial de los Alberite –V-IV milenios a.n.e.– (Ramos y Giles,
suelos sobre los que se asentarán los poblados, Coords., 1996), Campo de Hockey –V-IV milenio
que se ubican sobre suelos calizos rendsinifor- a.n.e.– (Vijande, 2009; Vijande y Cantillo, 2008) y
mes, tierras negras andaluzas, suelos margosos del Paraje de Monte Bajo –III milenio a.n.e.–(Laza-
Trías, suelos rojos mediterráneos y suelos de lehm rich, 2007; Lazarich et al., 2009).
margoso bético. Además de enclaves próximos Ante la ausencia de afloramientos destacados
a suelos de vega aluvial y de terrazas diluviales de sílex en las zonas de la campiña y litoral de
(Guerra et al., 1963). Cádiz, trabajamos con la hipótesis de que estos
Los recursos indicados, utilizados por las productos laminares deben haber sido elaborados
sociedades clasistas iniciales a partir del III mile- en los lugares de producción del Subbético, donde
nio a.n.e., muestran el potencial agropecuario de se han registrado áreas de extracción y producción
la zona. Por otro lado, el estudio de los recursos de productos líticos silíceos, en los sitios cono-
líticos, silíceos y de rocas básicas en este territorio cidos historiográficamente como talleres líticos.
ayuda a comprender las actividades económicas y Se han documentado en las sierras del Subbético
la propia diversidad de los poblados (Domínguez- de Cádiz-Ronda (Vallespí y Cabrero, 1980-1981;
José Ramos Muñoz, Manuela Pérez Rodríguez, Eduardo Vijande Vila y Salvador Domínguez-Bella 101
Aguayo et al., 1990; Martínez et al., 1991), de El contexto geológico del entorno de la cam-
Málaga, sobre todo en las zonas de Ardales-El piña litoral explica la propia presencia de materias
Burgo (Ramos, Espejo y Cantalejo, 1986) y Axar- primas. Por un lado los materiales del Subbético
quía (Ramos, 1988; 1997) o Granada, en la zona de Medio, en especial arcillas y yesos del Trías Sudi-
Loja (Martínez et al., 1991; 2006). bérico (Trías de facies Keuper) en los entornos de
Desde estos centros de producción, en etapas Medina Sidonia y Chiclana de la Frontera, donde
históricas vinculadas a las sociedades clasistas ini- es frecuente la presencia de doleritas (Morata,
ciales, se han generado procesos de distribución de 1993). Y por otro lado, las Unidades del Campo
productos, que posteriormente se han documen- de Gibraltar, constituidas principalmente por are-
tado en la zona nuclear de la Baja Andalucía, caso niscas del Aljibe.
de Valencina de la Concepción (Nocete, 2001). La documentación de muestras significativas de
Este centro ha debido redistribuir los productos los diferentes litotipos para su estudio por Micros-
hacia los poblados nucleares de su territorio, tanto copía Óptica de luz transmitida, obteniendo lámi-
en la zona de Huelva (Nocete, 2004), como en la nas delgadas de productos arqueológicos y de
de Cádiz (Ramos, Coord., 2008). diferentes rocas del entorno geográfico, nos han
Las materias primas son sílex y radiolaritas de ofrecido varios tipos litológicos (Domínguez-
procedencia jurásica y cretácica, de origen en las Bella, 2008; Domínguez-Bella y Pérez, 2008):
sierras Subbéticas. En la zona de la campiña litoral rocas ígneas –doleritas– que aparecen en bloques
se han documentado afloramientos silíceos más aislados en materiales arcilloso-yesíferos del Trías
limitados como en Realillo-Loma de Enmedio Subbético. Hay rocas metamórficas –cuarcitas–,
(Dominguez-Bella et al., e.p.). micaesquistos y ortogneis. Se han documentado
Los procesos tecnológicos de elaboración de también azuelas elaboradas en sillimanita (varie-
estos productos son muy semejantes. Proceden de dad fibrolita) y rocas sedimentarias detríticas
BN1G-para hojas, correspondientes a BP-láminas –lutitas, areniscas y conglomerados– y carbonata-
de talla a presión. das –calizas y calcarenitas numulíticas–. Además
El estudio de los procesos de distribución se han documentado fragmentos de jaspe.
conlleva interesante información sobre el control Los recursos silíceos tienen también una gran
social del territorio y sobre las relaciones socia- variedad de registros en la zona, en forma de can-
les y productivas entre áreas de captación y con- tos y guijarros y proceden fundamentalmente de
sumo. Los datos funcionales han comenzado a dar las Cordilleras Béticas y han llegado a los entor-
notable información sobre el trabajo con pescado, nos de la Bahía de Cádiz por arrastres de los ríos,
como los ejemplares de La Esparragosa (Clemente sobre todo del Guadalete.
y García, 2008). El componente ideológico es Hay una clara relación entre las distintas lito-
manifiesto en los lugares de necrópolis, pero aún logías de las materias primas usadas en los yaci-
no cuentan con estudios de funcionalidad. mientos y las litologías locales. Observamos dos
En el momento actual de la investigación se zonas definidas: los entornos de Medina-Sidonia
señalan las diferencias entre las sociedades tribales y Chiclana de la Frontera (por extensión Bahía
y las clasistas iniciales, como clara expresión de de Cádiz) y por otro lado, la zona de La Janda. El
los procesos de centralización ejercidos desde los 90% de los recursos analizados empleados para
poblados nucleares, que actúan como redistribui- confeccionar productos líticos pulimentados en
dores de productos a partir del III milenio a.n.e. la zona de estudio son locales. Se han encon-
Hemos estudiado también los instrumentos de trado afloramientos de doleritas en entornos de
trabajo realizados con productos pulimentados Medina-Sidonia y Chiclana de la Frontera y un
con relación a las áreas de captación de materias pequeño afloramiento en San Fernando (zonas
primas. Se han analizado como medios de pro- del Trías). Los procesos de producción serían
ducción, vinculados a la transformación para el fáciles. En los afloramientos de doleritas aparecen
consumo y se ha incidido en los procesos de dis- bloques de piedra separados por causas naturales
tribución de productos (Pérez, 1997; 1998). Son (diaclasado y disyunción esferoidal o formación
instrumentos que marcan una actividad destacada de «bolos»). Hay un predominio de litologías de
sobre el medio y la incidencia de prácticas agríco- resistencia al desgaste y buen comportamiento
las. Además muestran una explotación de recursos mecánico (baja fragilidad, dureza alta o media-
básicos en el territorio. alta, buen pulido).
102 Las sociedades clasistas iniciales en la Bahía y campiña litoral de Cádiz en el III-II milenios a.n.e.
En la zona de La Janda se documentan básica- En el III milenio a.n.e. se documenta una orga-
mente areniscas que proceden de las Unidades del nización nueva del territorio (Fig. 2). Los poblados
Campo de Gibraltar. Otras litologías inexistentes están en auténticos centros nucleares y controlan
en la zona, como sillimanitas y jaspes se han uti- otros asentamientos donde se desarrollan prác-
lizado en productos de pequeño tamaño y buen ticas agrícolas, ganaderas y diversas actividades
acabado, que proceden de otras zonas geográficas. socioeconómicas. Hay un evidente proceso de
La presencia de instrumentos fabricados en intensificación económica –lo cual no quiere decir
materias primas alóctonas al área de estudio, en que la jerarquización sea producto de ésta–.
un ámbito periférico como es la banda atlántica de La jerarquización social vendrá relacionada con
Cádiz, en el III milenio a.n.e., se debe enmarcar en el acceso a la propiedad, a los medios de produc-
un fenómeno de redistribución (Manzanilla, 1983) ción –básicamente la tierra–, así como al control
de productos, consistente en un auténtico movi- de los excedentes de la producción y de las redes
miento de bienes, hacia un centro (Arteaga, 1992; de distribución de productos exóticos y de pres-
Nocete, 1994; Pérez, 1998) que queda delimitado tigio, que curiosamente solo están documentados
en la organización nuclear conformada por los en centros nucleares y nunca en asentamientos
poblados. El control de excedentes agrícolas en relacionados con una especialización en prácticas
poblados como La Mesa y Los Charcones, en productivas.
los que se han localizado un mayor número de Todo este proceso de transformación socioeco-
materiales alóctonos, permite obtener por la vía nómica se produce en el seno de las sociedades
de la redistribución ciertos bienes de prestigio e tribales, de ahí el gran interés que ofrecen pobla-
instrumentos de trabajo que legitiman el control dos y asentamientos como El Trobal (González
territorial y social. El contraste de la información Rodríguez, 1986; González Rodríguez y Ruiz
aportada por el registro petrológico, con la pre- Mata, 1999), La Esparragosa (Pérez et al., 2005;
sencia-ausencia en los poblados nucleares y en los Vijande, 2006; Ramos, et al., 2008a) o Cantarra-
pequeños asentamientos permite apuntar hipótesis nas-La Viña (Ruiz y Ruiz Mata, 1999).
que se vinculan directamente con la organización A partir del III milenio a.n.e los centros
socioeconómica centralizada ejercida desde algu- nucleares serán así producto de una sociedad
nos poblados, sobre todo La Mesa y Los Charco- desigual. El territorio marcará arqueológica-
nes (Ramos et al., 1998). mente las diferencias, en relación a la estructura
de los poblados, su rango-tamaño y el control de
excedentes de producción y de objetos de pres-
5. DE LOS POBLADOS CON SILOS A LOS tigio en los procesos de redistribución indica-
CENTROS NUCLEARES dos. La hipótesis de considerar un centro nuclear
y una organización económica-política de tipo
En el IV milenio a.n.e. se han documentado centro-periferia en los grandes poblados del Valle
en el territorio atlántico de Cádiz evidencias de del Guadalquivir la valoramos con interés para
poblados y asentamientos de sociedades tribales explicar la ordenación del territorio productivo y
de modo de vida aldeano (Ramos, 2004). Estas la organización de los asentamientos en las cam-
aldeas presentan zonas de hábitat, zonas de alma- piñas de Cádiz.
cenaje con campos de silos, zonas y lugares de Este proceso de intensificación económica,
producción para la elaboración de las herramien- producto de una organización social desigual,
tas líticas. Se conocen algunos casos muy destaca- sitúa a los poblados de la campiña de Cádiz, que
dos como Cantarranas-La Viña en El Puerto de controlan este territorio en una relación de tipo
Santa María (Ruiz y Ruiz, 1987; 1989; Valverde, político centro-periferia respecto a los grandes
1993; Ruiz y Ruiz Mata, 1999), La Mesa (Ramos poblados nucleares del Valle del Guadalquivir en
et al., 1993-1994; Ramos et al., Eds., 1999) y La el III y II milenios a.n.e.
Esparragosa en Chiclana de la Frontera (Pérez El entorno de Valencina-Gandul (Arteaga et
et al., 2005; Vijande, 2006; Ramos et al., 2008b), al., 1995, 2008; Arteaga y Cruz-Auñón, 1995;
El Trobal (González Rodríguez, 1986; González Arteaga, 2002) se articula como área nuclear de
Rodríguez y Ruiz Mata, 1999) en las campiñas un modelo socioeconómico de «estado prístino»,
de Jerez o El Jadramil en Arcos de la Frontera como centro de producción, redistribución y
(Lazarich, 2003). consumo.
José Ramos Muñoz, Manuela Pérez Rodríguez, Eduardo Vijande Vila y Salvador Domínguez-Bella 103
Figura 2. Poblados que organizan el territorio en el IIIer y IIº milenios a.n.e. en la campiña litoral de Cádiz.
y una buena ubicación respecto a comunica- ductos cerámicos y líticos. Poblados como Pocito
ciones. Los poblados nucleares están situados Chico, La Mesa, Loma de Puerto Hierro y Los
en las inmediaciones de ríos en la campiña de Charcones cuentan con cerámicas muy variadas y
Cádiz. De este modo La Mesa está situada junto típicas del III milenio a.n.e., caso de formas des-
al río Iro, en una zona de clara conexión con tinadas para el consumo, como fuentes y platos
el entorno de Medida-Sidonia; Loma de Puerto de borde engrosado y borde vuelto; junto a gran
Hierro, junto al Salado de Conil; o Los Char- variedad de cuencos. Hay también formas des-
cones, junto al río Almodóvar. Y en la zona de tinadas para almacenar productos, ollas y orzas.
El Puerto de Santa María, Pocito Chico en la Los cuadros tipológicos cerámicos documentados
Laguna del Gallo e inmediato al Arroyo Salado sugieren procesos diacrónicos a lo largo del III
de Rota (Ruiz y López, 2001: 26). Además en milenio a.n.e.
todos ellos se encuentran pozos de agua dulce. La industria lítica tallada refleja ahora una
Los ríos conforman así vías de comunicación destacada presencia de productos vinculados con la
entre la costa y el interior. actividad agrícola, como BN2G-elementos de hoz,
Los poblados (Fig. 4) se sitúan en Medina y las herramientas relacionadas a su fabricación, caso
Sidonia (Escacena y De Frutos, 1981-1982; 1985; de BN2G-denticulados, muescas y truncaduras-
1986), La Mesa (Ramos et al., 1993-1994; Ramos (Ramos, Coord., 2008). En los poblados se han
et al., Eds., 1999), Loma de Puerto Hierro (Ramos, documentado también instrumentos pulimentados
Coord., 2008), Los Charcones (Ramos et al., 1995; (Domínguez-Bella y Pérez, 2008; Pérez, 1997; 1998;
Montañés et al., 1999), Base Naval-La Viña (Ruiz Pérez et al., 1998):
y Ruiz Mata, 1999: 227), Pocito Chico (Ruiz y
López, 2001) y La Dehesa (Ruiz Mata, 1994a; – Instrumentos de producción asociados a
1994b). la explotación y el acondicionamiento de
Las dimensiones de estos poblados nuclea- la tierra –hachas–; así como para el trabajo
res, que organizan el territorio superan los 200 de la madera; elaboradas básicamente en
x 200 m, en lugares que controlan visualmente el doleritas.
entorno circundante. Esto es consecuencia de una – Instrumentos de producción utilizados en
clara jerarquización socioeconómica. En ellos se la transformación de productos alimenti-
debe producir el control de los procesos de pro- cios –instrumental de molienda: moletas y
ducción y transformación de la tierra, del territo- molinos–; elaborados en cantos de arenisca
rio y de la centralización poblacional. o bolos de dolerita.
En el entorno inmediato de los poblados-resi- – Instrumentos de producción utilizados en la
dencia se localiza un destacado y diverso número obtención de bienes no alimenticios, como
de asentamientos, que deben corresponder a luga- producción artesanal: vestidos, ornamentos.
res de producción agrícola, de extracción de sílex, Tienen un buen pulido –azuelas, cinceles,
junto a afloramientos de ofitas –en la zona de cantos con perforación, alisadores–. Las
Medina-Sidonia– pequeñas aldeas rurales de pro- azuelas están elaboradas en sillimanita de
ducción y transformación agropecuarias, aldeas procedencia alóctona; y los cinceles sobre
de pescadores y pequeños asentamientos costeros doleritas, jaspes y metapelitas de origen
vinculados a la pesca. Corresponden a pequeñas alóctono.
aldeas cuyas dimensiones son inferiores a 50 x – Productos con un valor estético o de presti-
50 m (Quintero, 1917; Lazarich, 2003; Ramos y gio –brazaletes de arquero– en micaesquisto;
Pérez, 2008: 191 y ss.). –fragmentos de pulsera– en yeso alabastro y
La dispersión de pequeños enclaves indicada marmol.
debe entenderse en el marco de unidades sociales
centradas en la producción agropecuaria, que se Los poblados como Pocito Chico, Base Naval-
encuentran en el radio de influencia de los pobla- La Viña, La Mesa, Los Charcones, Loma de
dos nucleares y tienen una dependencia social y Puerto Hierro y Medina Sidonia parecen reflejar
económica de los pobladores de éstos. un aumento de la producción agrícola y hay indi-
El registro arqueológico es muy diferente, cios de documentación de excedentes.
según la envergadura de los poblados. En los de En el marco de las sociedades tribales se había
gran tamaño hay mucha mayor diversidad de pro- producido ya un proceso de concentración del
José Ramos Muñoz, Manuela Pérez Rodríguez, Eduardo Vijande Vila y Salvador Domínguez-Bella 105
Figura 3. Vistas del poblado de La Mesa (Chiclana de la Frontera) (Abajo, foto aérea de J.M. Carrascal).
106 Las sociedades clasistas iniciales en la Bahía y campiña litoral de Cádiz en el III-II milenios a.n.e.
Figura 4. Mapa actual de la banda atlántica de Cádiz con situación de yacimientos de sociedades clasistas iniciales (IIIer milenio
a.n.e.).
Figura 5. Mapa actual con situación de yacimientos de sociedades clasistas iniciales en la banda atlántica de Cádiz (IIº milenio
a.n.e.).
Los registros de productos vinculados con cir- En San Fernando se documentaron nueve
culación de elementos exóticos, caso de cerámi- pequeños enclaves del II milenio a.n.e. Corres-
cas campaniformes (Lazarich, 2000), puntas de ponden a un asentamiento disperso de diferen-
palmela y objetos en rocas alóctonas, nos aproxi- tes áreas de actividad, cabañas (La Marquina
man a la documentación de auténticas redes de B), silos (La Marquina A), talleres líticos (La
circulación que llegan a los poblados nucleares. Marquina C, Huerta de Suraña B) y lugares de
Los productos que se documentan ya entrado el hábitat con función estratégica (Camposoto). De
II milenio a.n.e. de necrópolis de cuevas artifi- hecho todos se ubican en un área inferior a 2.500
ciales, caso de Las Cumbres (Ruiz Mata, 1994b: m, en sentido N-S y a 1000 m, en sentido E-O,
288) o las situadas en la campiña litoral, como en limitadas áreas de dispersión (Ramos et al.,
Loma del Puerco (Giles et al., 1993-1994: 46-47; Coords., 1994; Castañeda, 1997). Nuevos regis-
Benitez et al., 1995), Buenavista (Negueruela, tros se han documentado en Campo de Hockey
1981-1982), Los Algarbes (Posac, 1975) o Paraje (Vijande, 2009).
de Monte Bajo (Lazarich, 2007; Lazarich et al., En el asentamiento de El Estanquillo-Fase II
2009 –con dilatada e interesantes dataciones cro- se pudieron comprobar evidencias de las acti-
nológicas–), expresan dichas contradicciones y la vidades desarrolladas por la comunidad del II
apropiación por ciertos sectores sociales de los milenio a.n.e. Los procesos coluviales han apor-
mencionados bienes de prestigio. tado material desde las inmediatas laderas del
Se agudiza la articulación militarista del terri- Cerro de los Mártires, lo que ha permitido una
torio, con asentamientos que ejercen funciones colmatación rápida del nivel de hábitat (Borja y
del control directo sobre el territorio inmediato Ramos, 1994). Por ello hemos podido documen-
y aparecen enclaves con productos metálicos tar diferentes estructuras y áreas de actividad:
(Rovira y Montero, 1994) que explican la coer- un área de producción con molino con cazo-
ción ideológica y militar. Todo ello debe enten- letas, un pequeño taller de sílex y una hoz in
derse con relación al mencionado proceso de situ. Se registró también un área de consumo con
descentralización y fijación de nuevos modelos dos estructuras de hogares y restos de comida,
de estado territorial, que reafirman la tributación básicamente de bóvido y caprino y un área de
y la explotación más directa desde los núcleos enterramiento de un individuo situado en una
locales, ahora reforzados y militarizados. fosa delimitada por una estructura de piedras
La base de la sociedad clasista inicial será así ovaladas. El enterramiento estaba en posición
el conflicto social, regulado en el desigual acceso longitudinal, orientado al este, con piernas
a la propiedad de la tierra, generando destacadas extendidas y tronco desviado a la derecha con
diferencias de clase entre explotadores, frente a brazos encogidos, el derecho junto a la boca y
una mayoría de explotados. Ello se refleja tam- el izquierdo sobre el pecho (Ramos, 1993: 43).
bién en la diversidad de enterramientos, con El área de enterramiento se encontraba bajo el
tendencia al abandono de las formas colectivas nivel de ocupación.
y a la instauración de los enterramientos indi- Las cerámicas eran las características del II
viduales, como en El Berrueco (Escacena y De milenio a.n.e. del Occidente de Andalucía con
Frutos, 1985) o El Estanquillo-Fase II (Ramos, diversos tipos de cuencos –de casquete esférico,
1993; Ramos et al., 1993; Castañeda, 1997). A semiesférico, de borde entrante, parabólicos,
estos momentos del II milenio a.n.e. deben vin- cazuelas–, ollas globulares, vasos carenados,
cularse algunas de las tumbas en cistas docu- vasos bicónicos, vasos groseros con perfil en
mentadas en el entorno de la laguna de La Janda «S», de paredes verticales, orzas y queseras.
(Breuil y Verner, 1917; Mergelina, 1924; Jenkins, Esta tecnología cerámica se ha asociado con
2009). criterios funcionales relacionados con las acti-
Se mantienen las diferencias entre los enclaves vidades socioeconómicas desarrolladas en el
costeros que dependen de los sitios del interior asentamiento. Básicamente son formas orienta-
que ejercen de centro nuclear. Es significativa la das al consumo, para la producción de alimen-
continuidad del poblamiento en el casco urbano tos, almacenaje. También se evidencian fusayolas
de Cádiz (Corzo, 1980: 7; 1984: 29; Perdigones relacionadas con actividades textiles (Ramos et
et al., 1988: 41; Bueno, 2001; Lazarich, 2003: al., 1993).
94).
José Ramos Muñoz, Manuela Pérez Rodríguez, Eduardo Vijande Vila y Salvador Domínguez-Bella 109
Ramos, 2004b:
Asentamiento con 5992-5780 cal. B.C. 6069-6037 cal. B.C. 78-79
El Retamar 7400±100 Sac-1676
concheros 5756-5754 cal. B.C. 6033-5715 cal. B.C. Ramos et al., 2005:
515
Ramos, 2004b:
Asentamiento con 5937-5913 cal. B.C. 78-79
El Retamar 7280±60 5784-5673 cal. B.C. Sac-1525
concheros 5874-5599 cal. B.C. Ramos et al, 2005:
515
Ramos y Giles,
Alberite Enterramiento 5110±140 4030-3760 cal. B.C. 4245-3640 cal. B.C. Beta-80600
Eds., 1996: 185
Ramos y Giles,
Alberite Enterramiento 5320±90 4255-4000 cal. B.C. 4345-3960 cal. B.C. Beta-80602
Eds., 1996: 184
Enterramiento
Campo de
doble en fosa 5020±50 3938-3860 cal. B.C. 3948-3708 cal. B.C. CNA360 Vijande, 2009: 273
Hockey
simple
Enterramiento
Campo de doble en fosa
5650±40 4166-4036 cal. B.C. 4221-3990 cal. B.C. CNA664 Vijande, 2009: 274
Hockey cubierta por
túmulo
Enterram.
Paraje de Monte colectivo de Beta- Lazarich et al.,
4480+40 3350-3020 cal. B.C.
Bajo corredor con 233951 2009: 318
cámara oval. E-2
Enterram.
Paraje de Monte colectivo de 2990-2930 Beta- Lazarich et al.,
4450+40
Bajo corredor con cal. B.C. 233952 2009: 318
cámara oval. E-2
Enterram.
Paraje de Monte colectivo 2900-2840 cal. B.C. Beta- Lazarich et al.,
4210+ 40
Bajo Sepulcro de 2810-2670 cal. B.C. 233955 2009: 319
corredor. E-4
Enterram.
Paraje de Monte colectivo 2900-2850 cal. B.C. Beta- Lazarich et al.,
4220+ 40
Bajo Sepulcro de 2810-2740 cal. B.C. 233956 2009: 318
corredor. E-4
Figura 6. Tabla de dataciones absolutas de asentamientos y enterramientos vinculados a sociedades tribales y clasistas iniciales
de la zona de Cádiz.
José Ramos Muñoz, Manuela Pérez Rodríguez, Eduardo Vijande Vila y Salvador Domínguez-Bella 111
origen de la desigualdad social en el Suroeste Ramos, J., Coord. (2008): La ocupación prehistó-
de la Península Ibérica. Arqueología Monogra- rica de la campiña litoral y banda atlántica de
fías. Junta de Andalucía. Sevilla. Cádiz. Aproximación al estudio de las socie-
Perdigones, L., Muñoz, A. y Troya, A. (1988): dades cazadoras-recolectoras, tribales-comuni-
«Excavaciones de urgencia en un solar de la tarias y clasistas iniciales. Junta de Andalucía.
calle Ciudad de Santander, esquina Avenida de Sevilla.
Andalucía (Cádiz)». Anuario Arqueológico de Ramos, J. y Cantillo, J. J. (2009): «Los recur-
Andalucía 1987, III: 41-44. sos litorales en el Pleistoceno y Holoceno. Un
Pérez, M. (1997): La producción de instrumentos balance de su explotación por las sociedades
líticos pulimentados en la Prehistoria Reciente de cazadoras-recolectoras, tribales comunitarias y
la banda atlántica de Cádiz. Libro electrónico. clasistas iniciales en la región del Estrecho de
Universidad de Cádiz. Gibraltar», en D. Bernal (Ed.), Arqueología de
Pérez, M. (1998): «La producción de instrumentos la pesca en el Estrecho de Gibraltar. Servicios
líticos pulimentados en el territorio de la Banda de Publicaciones de la Universidad de Cádiz.
atlántica de Cádiz». Revista Atlántica-Mediterrá- Cádiz: 17-80.
nea de Prehistoria y Arqueología Social I: 97-124. Ramos, J. y Giles, Coords. (1996): El dolmen de
Pérez, M., Domínguez-Bella, S., Morata, D. Alberite (Villamartín). Aportaciones a las for-
y Ramos, J. (1998): «La industria lítica puli- mas económicas y sociales de las comunidades
mentada en la Prehistoria Reciente de la Banda neolíticas en el Noroeste de Cádiz. Universi-
atlántica de Cádiz. Estudio de áreas fuente y dad de Cádiz - Ayuntamiento de Villamartín.
relaciones entre litología y yacimientos». Cua- Cádiz.
ternario y Geomorfología 12, 3-4: 57-67. Ramos, J. y Pérez, M. (2003): «La formación social
Pérez, M., Ramos, J., Vijande, E. y Castañeda, tribal en la Bahía de Cádiz». Revista Atlán-
V. (2005): Informe preliminar de la excavación tica-Mediterránea de Prehistoria y Arqueología
arqueológica de urgencia en el asentamiento Social VI: 51-82.
prehistórico de La Esparragosa (Chiclana de Ramos, J. y Pérez, M. (2008): «La transformación
la Frontera, Cádiz). Anuario Arqueológico de del medio natural en el entorno de la Bahía y
Andalucía 2002, III: 93-103. Banda Atlántica de Cádiz por sociedades caza-
Posac, C. (1975): «Los Algarbes (Tarifa). Una doras-recolectoras, tribales comunitarias y cla-
necrópolis de la Edad del Bronce». Noticiario sistas iniciales», en O. Arteaga y H. D. Schulz,
Arqueológico Hispánico. Prehistoria 4: 87-119. (Eds.), Geoarqueología y proceso histórico en
Quintero, P. (1917): Cádiz. Primeros pobladores: la Bahía de Cádiz. Revista Atlántica-Medite-
Hallazgos arqueológicos. Cádiz. rránea de Prehistoria y Arqueología Social 10:
Ramos, J. (1988): El poblamiento prehistórico del 155-213.
Alto Vélez hasta la Edad del Bronce. Servicio Ramos, J., Domínguez-Bella, S. y Pérez, M.
de Publicaciones de la Excma. Diputación Pro- (2006): «Producción, distribución y consumo
vincial de Málaga. Málaga. de productos líticos en la banda atlántica de
Ramos, J. (1993): El hábitat prehistórico de ‘El Cádiz por sociedades clasistas iniciales», en
Estanquillo’. San Fernando. Fundación Muni- G. Martínez, A. Morgado, y J.A. Afonso,
cipal de Cultura, Ayuntamiento de San Fer- (Coords.), III Reunión de trabajo sobre apro-
nando. San Fernando. visionamiento de recursos abióticos en la Pre-
Ramos, J. (1997): Tecnología lítica de los talleres de historia (Loja, 21 al 23 de octubre de 2004).
cantera de la Axarquía de Málaga. Aproxima- Fundación Ibn al Jatib de Estudios de Coope-
ción al estudio de las formaciones económicas de ración Cultural. Granada: 327-348.
la Prehistoria Reciente. Centro de Ediciones de Ramos, J., Espejo, M. y Cantalejo, M. (1986):
la Diputación de Málaga. Málaga. Taller calcolítico del Castillo del Turón. Ardales
Ramos, J. (2004): «El poblamiento calcolítico en (Málaga). Ayuntamiento de la Villa de Ardales.
la Banda atlántica de Cádiz. Aproximación a Málaga.
la sociedad clasista inicial del IIIer. milenio Ramos, J., Pérez, M. y Domínguez-Bella, S.
a.n.e.», en Las primeras sociedades metalúrgi- (2004-2005): «Las sociedades clasistas iniciales
cas en Andalucía. Fundación Cueva de Nerja. en la banda atlántica de Cádiz (III-II milenios
Málaga: 352-360. a.n.e.). La explotación de los recursos líticos».
116 Las sociedades clasistas iniciales en la Bahía y campiña litoral de Cádiz en el III-II milenios a.n.e.
Revista Atlántica-Mediterránea de Prehistoria Ramos, J., Castañeda, V., Pérez, M., Lazarich,
y Arqueología Social VII: 51-78. M., Martínez, C., Montañés, M., Lozano, J.
Ramos, J., Pérez, M., Vijande, E. y Cantillo, J. M. y Calderón, D. (1995): «Los Charcones.
J. (2008a): «La formación social clasista inicial Un poblado agrícola del III y II milenios a.
en la banda atlántica de Cádiz», en J. Ramos C. Su vinculación con el foco dolménico de la
(Coord.), Memoria del proyecto de investigación: Laguna de la Janda». Almoraima 13: 30-50.
La ocupación prehistórica de la campiña litoral y Ramos, J., Domínguez-Bella, S., Morata, D.,
banda atlántica de Cádiz. Arqueología Mono- Pérez, M., Montañés, M., Castañeda, V.,
grafías. Junta de Andalucía. Sevilla: 351-377. Herrero, N. y García, M.E. (1998): «Apli-
Ramos, J., Sáez, A., Castañeda, V., Pérez, M., cación de las técnicas geoarqueológicas en
Coords. (1994): Aproximación a la Prehistoria el estudio del proceso histórico entre el V y
de San Fernando. Un modelo de poblamiento III milenios a.n.e. en la comarca de La Janda
periférico en la Banda atlántica de Cádiz. Fun- (Cádiz)». Trabajos de Prehistoria 55, 2: 163-
dación Municipal de Cultura. San Fernando. 176.
Ramos, J., Borja, F., Sáez, A., Castañeda, V., Ramos, J., Giles, F., Gutiérrez, J.M., Santiago,
Cepillo, J. y Pérez, M. (1993): «La ocupa- A., Blanes, C., Mata, E., Molina, M.I. y Val-
ción prehistórica de la campiña litoral y banda verde, M. (1991): «Aproximación tecnológica
atlántica de Cádiz. Informe de la campaña de a la transición Neolítico-Calcolítico. El taller
prospecciones arqueológicas de 1992 en San de Cantarranas (El Puerto de Santa María)».
Fernando», en J. Campos y F. Nocete (Eds.), Revista de Historia de El Puerto 8: 11-33.
Investigaciones Arqueológicas en Andalu- Ramos, J., Lazarich, M., Cáceres, I., Pérez,
cía 1985-1992. Proyectos (Huelva, 25 al 29 de M., Castañeda, V., Herrero, N. y Domín-
Enero de 1993). Huelva: 353-366. guez-Bella, S. (2005): «El asentamiento de
Ramos, J., Saez, A., Castañeda, V., Cepillo, J., El Retamar. Síntesis del registro arqueológico
Perez, M. y Gutiérrez, J. M. (1993): «La Edad y enmarque socioeconómico e histórico», en
del Bronce de San Fernando. Un modelo de for- P. Arias P., R. Ontañón y C. García-Moncó
mación económico-social periférico en la Banda (Eds.), III Congreso del Neolítico Peninsular
atlántica de Cádiz». Spal 2: 125-145. (Santander, 5 al 8 de octubre de 2003). Univer-
Ramos, J., Castañeda, V., Lazarich, M., Mar- sidad de Cantabria. Santander: 509-518.
tínez, C., Montañés, M., Lozano, J.M. y Ramos, J., Pérez, M., Clemente, I., García, V.,
Calderón (1993-1994): «La secuencia prehis- Ruiz, B., Gil, M. J., Vijande, E., Soriguer,
tórica del poblado de La Mesa (Chiclana de la M., Hernando, J. y Zabala, C. (2008b): «La
Frontera). Su contribución a la ordenación del Esparragosa (Chiclana de la Frontera). Un
territorio de la campiña litoral y banda atlán- asentamiento con campo de silos en la cam-
tica». Boletín del Museo de Cádiz VI: 23-41. piña de Cádiz, del IV milenio a.n.e.», en M.
Ramos, J., Domínguez-Bella, S., Pérez, M., Hernández, J.A. Soler y J.A. López (Eds.), IV
Montañés, M., Castañeda, V., Herrero, N. Congreso del Neolítico Peninsular (Alicante, 27
y García, M.E. (2002): «Producción, distri- al 30 de Noviembre de 2006). MARQ. Ali-
bución y consumo de productos líticos en el cante: 385-392.
marco de la formación económico social cla- Renfrew, C. (1973): Before Civilization. The
sista inicial en la banda atlántica de Cádiz», en Radiocarbon Revolution and Prehistoric
Las primeras sociedades metalúrgicas en Anda- Europe. Harmondsworth. Penguin. Londres.
lucía. Fundación Cueva de Nerja. Málaga: 352- Riquelme, J. A (2001): «Estudio de los restos
360. óseos de mamíferos recuperados en la campaña
Ramos, J., Montañés, M., Pérez, M., Castañeda, de 1997», en J. A. Ruiz y J. J. López (Coords.):
V., Herrero, N., García, M. E. y Cáceres, I., Formaciones sociales agropecuarias en la Bahía
Eds., (1999): Excavaciones arqueológicas en La de Cádiz. 5000 años de adaptación ecológica en
Mesa (Chiclana de la Frontera, Cádiz). Cam- la Laguna del Gallo. Arqueodesarrollo Gadi-
paña de 1998. Aproximación al estudio del pro- tano. El Puerto de Santa María: 177-191.
ceso histórico de su ocupación. Ayuntamiento Rovira, S. y Montero, I. (1994): «Metales pre-
de Chiclana-Fundación Vipren-Universidad de históricos del entorno gaditano», en J. Ramos,
Cádiz. Chiclana de la Frontera. A. Sáez, V. Castañeda y M. Pérez (Eds.): Aproxi-
José Ramos Muñoz, Manuela Pérez Rodríguez, Eduardo Vijande Vila y Salvador Domínguez-Bella 117