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LOS HECHOS
5.- Esta situación fue acrecentada por la actitud asumida por los
abuelos paternos, quienes, en vez de apoyarme para que lograra
revertir la situación, y lograr afianzarme como madre, asumieron de
inmediato en forma directa el rol materno respecto de mi hija
marginándome de cualquier tipo de cuidados cotidianos, y decisiones
relacionados con mi hija.
8.- Que actualmente y desde que regresé a vivir con mis padres,
la relación con estos últimos ha ido mejorando paulatinamente, ya que
por una parte por mi proceso madurativo y por la otra, ya que mis
progenitores han comprendido y asumido que soy una persona adulta y
responsable de mis actos. Actualmente recibo de su parte apoyo
incondicional, en todos los aspectos de mi vida, y en en primer término
en lo relacionado con el cuidado y educación de mi hija y con la
continuación de mis estudios.
EL DERECHO
2.- Que el artículo 225 del Código Civil establece claramente que
“Si los padres viven separados a la madre le toca el cuidado
personal de los hijos”, agregando el 226 del mismo cuerpo legal
que podrá el juez, en caso de inhabilidad física o moral de ambos
padres, confiar el cuidado personal de los hijos a otra persona o
personas competentes, prefiriendo a los consanguíneos más próximos y
sobre todo a los ascendientes. Dicha normativa se ve complementada
por el artículo 42 de la ley 16.618, que señala taxativamente las
causales de inhabilidad física o moral de ambos padres., las que
necesariamente deben configurarse para que sea procedente la entrega
del cuidado personal a un tercero.
3.- Que el Informe situacional remitido por el Pie Miguel
Woodward, INSTITUCIÓN QUE HA TRABAJADO CON LA MADRE Y CON
LA NIÑA, con fecha 26 de marzo de 2012 tiene conclusiones claras y
que no permiten lugar a dudas.