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El pago de la Reparación, en caso que sea fijado por el Fiscal, no podrá exceder
el plazo de 30 días calendarios siguientes al acuerdo. Excepcionalmente, de
acuerdo a las circunstancias, el Fiscal podrá otorgar un plazo mayor o fraccionar
el pago. En ninguno de los casos el plazo podrá exceder los 6 meses.
Si el o los obligados no cumpliesen con los indicados pagos dentro del plazo
señalado en el Acta de Audiencia de Conciliación, se le notificara a efectos de
requerirle el cumplimiento de su obligación. La notificación deberá contener el
expreso apercibimiento de revocarse la resolución de pertinencia de aplicación
del Principio de Oportunidad, en caso de no cumplir lo acordado.
Solo una vez cumplidos íntegramente los pagos señalados, el Fiscal procederá
a dictar la Resolución por la que decide abstenerse del ejercicio de la Acción.
FUENTE LEGAL:
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3.
Hola deseo saver por favor, en caso de pagar la multa que corresponde en el delito
por coduccion en estado de ebriedad, ¿Se hace efectiva el pago administrativo y
retencion de licencia de conducir incluso al haberse acogido al principio de
oportunidad?.
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4.
Hola deseo saver por favor, en caso de pagar la multa que corresponde en el delito
por coduccion en estado de ebriedad, ¿Se hace efectiva el pago administrativo y
retencion de licencia de conducir incluso al haberse acogido al principio de
oportunidad?.
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6.
1. La Acción Penal
1.1. Concepto
La acción es una categoría pura y única desde el punto de vista de la teoría general del
proceso, que se encuentra íntimamente relacionada a la Jurisdicción, ello en la medida que
ambos forman parte del servicio de justicia que presta el Estado. La acción es presupuesto
necesario de la jurisdicción, ya que la función jurisdiccional permanece inmóvil mientras
no reciba un estimulo externo que la ponga en movimiento.
El concepto jurídico de la acción surge recién cuando nace el proceso. La facultad de obrar
se sustituye por la de hacer obrar o la de pedir que se obre. Con razón se ha dicho que la
acción viene a ser el sustituto civilizado de la venganza.
Ugo Rocco, señala que el derecho de acción es un derecho subjetivo individual, frente al
Estado, de pretender su intervención y la prestación de la actividad jurisdiccional para la
declaración de certeza de los intereses tutelados en abstracto por el derecho objetivo.
Para Carnelutti, la acción es un derecho público y abstracto que tiene por objeto una
prestación. Es un derecho autónomo, en cuanto que el interés que el mismo protege no es
el interés sustancial deducido en la litis, sino que es el interés a la justa compensación de
la litis. Si el interés tutelado con la acción es un interés esencialmente público, la acción
debe concebirse como un ejercicio privado de una función pública.
Aunque la acción como concepto de la teoría general del proceso es unitario, en el proceso
penal adquiere características especiales, dado que su origen radica en la configuración de
un probable hecho delictivo.
A diferencia del proceso civil, el ejercicio de la acción en el proceso penal no pretende una
resolución sobre el fondo del asunto, ni mucho menos una resolución de contenido
concreto; sino que, ante la existencia de determinados indicios racionales de criminalidad,
se configura un ius ut procedatur, es decir, un derecho de acceso al proceso que se
satisface con la práctica de aquellas diligencias encaminadas a la averiguación del hecho y
a la identificación del sujeto activo del delito.
En el proceso penal, la acción no puede concebirse como un derecho a que se dicte una
sentencia condenatoria o una pena determinada ni como un derecho a que se realice todo
el proceso y a que se dicte en él una sentencia de fondo; pues, el derecho de acción puede
darse por satisfecho, si solo se expide una resolución motivada que deniegue la incoación
del procedimiento preliminar o instrucción por considerar, por ejemplo, que el hecho
afirmado no es constitutivo de delito.
La acción penal no solo se manifiesta con el inicio de la investigación judicial, sino que
estará presente a lo largo de todo el proceso, en sus distintas etapas, pudiendo alcanzar
hasta tres momentos.
1.1.1. Momento Persecutorio, conformado por las actuaciones del órgano encargad de
ejercer la acción penal.
Este concepto de acción penal está vinculado con la naturaleza pública y obligatoria de la
persecución de los delitos. Ello hace que la acción penal, en la gran mayoría de casos,
tenga también un carácter imperativo.
Cierto es que existen delitos cuya persecución queda a decisión de la persona agraviada
por el hecho delictivo. Sin embargo, estos casos se consideran como excepcionales, pues
la mayor parte de delitos previstos en el Código Penal son peresguibles de oficio por parte
del Ministerio Publico. Ello le otorga a la acción penal un carácter imperativo u
obligatorio, cuando la ley así lo prevea.
1.3. Características
b) Oficial, pues su ejercicio está asignado a un órgano oficial, con excepción de aquellos
delitos perseguibles por acción privada
d) Irrevocable, Una vez ejercida la acción penal, esta no puede ser objeto de revocación,
suspensión, modificación o supresión; salvo que la ley lo permita expresamente; es el
caso, por ejemplo, del principio de oportunidad, que luego de iniciado el proceso penal,
permite al Ministerio Publico, en los supuestos determinados en la ley y previo control
jurisdiccional, retirar la acción penal ejercida.
e) Indivisible, pues la acción penal es única, ya que constituye una unidad que no se
puede desagregar. En virtud a ello, la realización de un hecho punible no genera distintas
acciones para perseguir independientemente cada una de las conducta o cada uno de los
agentes que hayan participado en el evento criminal
2. El Principio de Oportunidad
2.1. Concepto
Claus Roxín define el principio de oportunidad, como aquel mediante el cual se autoriza al
Fiscal a optar entre elevar la acción penal o abstenerse de hacerlo, cuando las
investigaciones llevadas a cabo conduzcan a la conclusión de que el acusado, con gran
probabilidad, ha cometido un delito.
2.1.1. Criticas
Esta critica parte de considerar todo el delito como una infracción contra legem, que solo
puede solucionar mediante la intervención del Estado y, en la mayoría de los casos, con la
imposición de una pena privativa de la libertad.
Sin embargo, resulta necesario que el delito sea apreciado como un conflicto; es decir,
como un fenómeno plurisubjetivo de intereses en el cual la solución no solamente compete
al Estado, sino a todos los que tengan legitimo interés sobre el particular: la víctima, el
imputado y el tercero civilmente responsable.
Segundo: Respecto del ejercicio de la acción penal, el principio de oportunidad
vulnera la obligatoriedad y la irretractabilidad del ejercicio de la acción penal.
La critica parte erróneamente de afirmar que el principio de igualdad solo será satisfecho a
través de la aplicación de la ley a todas las personas por igual, sin excepciones. Según esta
posición, el principio de oportunidad no garantizaría dicho tratamiento (igualitario), ya
que frente a idénticos injustos penales, tanto la persecución penal, como la imposición de
las consecuencias jurídicas, dependerían principalmente de la discreción que tenga el
persecutor penal al ejercitar o no la acción penal.
Tanto el Art. 2º del CPP de 1991, como el Art. 2º del NCPP, coinciden en señalar que la
aplicación del principio de oportunidad exige el cumplimiento de los siguientes
presupuestos:
b) La Reparación Civil
Para acceder a la aplicación del principio de oportunidad, se exige que el imputado cumpla
con el pago de la reparación civil.
Son tres:
Se trata de las personas que tienen la condición de agente y victima al mismo tiempo, de
tal modo que la grave afectación sufrida por él, convierte en inapropiado la imposición de
pena, lo que exige una valoración para determinar aquellos casos en los que el daño
sufrido por el agente, opera ya como una poena naturalis.
Dentro del concepto agente victima cabe considerar también a ciertas personas relacionada
sal entorno familiar mas intimo del agente y que, como consecuencia de la comisión de un
delito por parte de este último, resultan agraviados. Lo remarcable es que la conducta del
denunciado debe haber generado en el mismo, sensibles afectaciones. Ejm. Cuando el
agente, como consecuencia de su conducta imprudente al conducir su auto, atropella a su
menor hijo, dejándolo en estado grave de salud o sin vida.
El fundamento de este supuesto se encuentra en la necesidad de evitar una doble pena para
el causante del delito, puesto que, ella solo acrecentaría el daño ya sufrido por sus actos.
Eta modalidad, supone que el agente que ha cometido el delito, se encuentre bajo el
amparo de un supuesto de mínima culpabilidad penal, o que su contribución a la
perpetración del mismo haya sido mínima.
Dentro de los países que se rigen por la tradición jurídica anglosajona, este sistema es
conocido como plea bargaining, que consiste en aquella facultad que tienen los fiscales,
para negociar con los procesados con el objetivo de obtener la admisión de
responsabilidad de estos.
Este mecanismo se caracteriza por los amplios márgenes de discrecionalidad que posee el
fiscal para llegar a un acuerdo con la contraparte del procesol; pudiendo negociar sobre lo
siguiente: a) el ejercicio de la acción penal; b) el inicio o no de la investigación; c) el
desistimiento, si el proceso se encuentra en curso; d) la inmunidad total o parcial del
imputado que se somete al acuerdo; e) reducir o variar los cargos y/o el pedido de la penal;
f) entre otros.
En la praxis, en EE.UU., se puede ver que el empleo de plea bargaining ocupa el 90% de
caos penales, lo que supone que solo un 10% de causas llegan a juicio oral.
Debemos señalar que por razones de política legislativa, orientadas a evitar la congestión
procesal y la saturación del sistema de justicia penal ordinario, han determinado que junto
con el proceso común se regule una gama de vías alternativas que permitan diversificar las
especialidades procedimentales por razón de las personas y de la materia y, de otro lado, los
procesos simplificados desarrollados bajo el principio de consenso, destinados a controlar
la agobiante carga procesal penal, que forma parte del acuciante despacho judicial que
agoniza y desprestigia la justicia en el nuestro país .
La lentitud tiene dos caras: oprime al imputado lesionando sus derechos y por otro,
la justicia se niega a sí mismo por ineficiente y a veces inútil, vano e ineficaz.
Ello ocasiona un clamor unánime y al parecer universal solicitando una reforma que
incremente los principios de celeridad y eficacia sin lesión de las garantías fundamentales.
Introducción en sus sistemas penales de procedimientos abreviados en los que no hay debate
y en los que se actúa bajo la aceptación del acusado como medio de pacificación del
conflicto procesal: Consenso.
4.-EL OBJETIVO
Por ejemplo, el apartado 3 y artículo 40, 2. b, ii del Pacto Internacional de los Derechos
Civiles y Políticos, establece que “la causa sea dirimida sin demora por una autoridad u
órgano judicial competente”.
5.- RESUMIENDO
Defensa en Juicio,
El Debido Proceso
El fenómeno delictivo es un conflicto entre partes por lo que tiene mayor espacio de
intervención la víctima, como elemento constitutivo de la pareja criminal.
El sistema pretende llegar a la verdad real: cuando hay medios de prueba idóneas para
alcanzar la verdad real sin que sea necesario reproducirlo en juicio y con aceptación del
imputado hay TAP. No es suficiente la simple confesión.
Se soslaya el desgaste jurisdiccional y económico que conlleva pasar las causas a juicio y
por otro parte, es un sinceramiento del proceso frente a la realidad, pues procesos en las que
se sabe de antemano el resultado no tienen por que esperarse el juicio para ser resueltas en
forma definitiva, contribuyendo a la paz social en justicia:
Sin embargo, el acierto y sentido común del Fiscal y defensor planteará el TAP.
Se trata de un típico proceso especial que propone una fórmula simplificada que permite la
conclusión consensuada del proceso penal, obviándose las restantes etapas procesales.
Requiere de la formalización de la continuación de la investigación preparatoria y sólo se
puede requerir una sola vez hasta antes de formularse acusación fiscal.
10.-FUENTES
LINDANTES:
PREDECESORA:
-Antecedentes en el Perú
-Ley 26461 del 08 de junio de 1995, artículo 24, TAP en casos de contrabando y
defraudación de rentas de aduana. Modificado luego por el art. 20 de la Ley de los delitos
aduaneros – Ley N° 28008, del 18 de junio 2003.
Negociación: Consenso
6. La expectativa social queda satisfecha en doble aspecto: por un lado observa que todo
delito es sancionado y por otro, se evidencia una señal para abandonar el escepticismo.
3. Eventualmente evita los efectos negativos de la prisionización al posibilitar (en los casos
que la ley lo permite), acuerdos respecto a la Suspensión de la ejecución de la pena.
Resulta aplicable en los procesos por todo tipo de delito (art. 468).
El juez podrá aprobar acuerdos parciales (esto es, de alguno de los imputados), si la falta de
acuerdo se refiere a delitos conexos en relación con otros imputados (art. 469).
18.-CARACTERÍSTICAS
3. El Fiscal y el imputado pueden sostener reuniones preparatorias informales (inc. 2 del art.
468).
b) A propiciar el consenso, instando a las partes luego del debate a que lleguen a un acuerdo
(inc. 4 art. 468).
12. El Juez, puede desaprobar el acuerdo; pero no puede dictar condena excediendo los
términos del acuerdo (inc. 6 art. 468).
19.-ESTRUCTURA DE LA TAP
Iniciativa:
Pedido:
Singular o conjunto
Oportunidad:
Por una sola vez, desde la disposición de formalización de la investigación, hasta antes de
la Acusación.
INTERMEDIA.
¿Es factible que el Fiscal o el imputado solicite al Juez realice una Audiencia de
Terminación Anticipada luego que el Fiscal formuló Acusación?
Solución Formal: No
Solución Creativa: Si.
Porque Sí?
No aceptar que pueda materializarse en la Audiencia Preliminar es ir contra la lógica
de descongestión procesal. Si las partes desean negociar antes del juicio no podemos
alegar cuestiones formales y rechazarlo.
Si es posible aplicar criterios de oportunidad (inc. e art. 350) por lógica y coherencia
también puede aplicarse la TAP.
El sustento: economía y celeridad procesal.
De otro lado, se debe dilatar el contenido del art. 349 del CPPP estableciéndose que
el Fiscal en su acusación puede requerir al Juez a la aplicación de la TAP antes que
entre al control de la acusación, teniendo por retirada si aquella prospera. Igual
derecho puede tener el imputado.
22.-AUDIENCIA DE LA TAP
Asistencia obligatoria:
Explicación del Juez al imputado sobre los alcances y consecuencias del acuerdo y
las limitaciones que acarrea para controvertir su responsabilidad.
Pronunciamiento del imputado y demás sujetos procesales Acuerdo:
De llegarse a un acuerdo entre el Fiscal y el imputado sobre las circunstancias del
hecho y con respecto a la pena (inclusive no efectiva) reparación civil y demás
consecuencias, así lo declaran ante el Juez.
23.-SENTENCIA ANTICIPADA
25.-CONSECUENCIAS PREMIALES:
26.-IMPUGNACIÓN
– Los demás sujetos procesales (actor civil, tercero civil responsable) pueden apelar la
sentencia aprobando el acuerdo, cuestionando:
Un magistrado con aptitud sin actitud se niega a si mismo y puede destruir cualquier
sistema por más perfectible que sea, de allí la responsabilidad de la AMAG y de los
centros de Capacitación y Universidades involucradas en la difusión científica del
NCPP.
30.- CONCLUSIONES
CUARTA: Una justicia que tarda no es justicia, reza el aforismo romano. En consecuencia,
el nuevo modelo permitirá reducir los tiempos de duración de los procesos, ya que consagra
procedimientos más ágiles y promueve la gestión eficiente del despacho Fiscal y el Judicial.
También el esquema del NCPP contribuirá, a enfrentar problemas de excarcelación de
procesados por exceso de plazo de carcelería, a través de una impartición de justicia más
óptima y legitima.
2.- BETTIOL, GUISEPPE, Instituciones del Derecho Penal y Procesal Penal, Editorial
Bosch, Barcelona 1997.
4.- DEL VALLE RANDICH, Luis, Derecho Procesal Penal, Parte General, Editorial
Pérez Pacosuich, Lima 1969.
6.- GIMENO SENDRA, Vicente , Derecho Procesal Penal Tomo II, Editorial Tirant Lo
Blanch Valencia 1992.
8.- LEONI, Giovanni, Tratado de Derecho Procesal Penal Editorial E.J.E.A., Buenos
Aires 1965
9.- MANZINI, Vincenzo, Tratado de Derecho Procesal Penal Tomo II, Editado EJEA.,
Buenos Aires 1952.
10.- ZAFFARONI, Eugenio Raúl, Manual de Derecho Penal Ediciones Jurídicas, Lima
1994
Email.oficinacist@yahoo.es
Blog http://mgplabrin.blogspot.com/
CEL.998852144
En este caso estamos hablando del principio de obligatoriedad, la cual establece que tanto los
jueces como magistrados deben administrar justicia de manera gratuita y publica debido a que es
un derecho que toda persona tiene a que se resuelva el conflicto suscitado que perjudica
gravemente a una de las partes. Así podemos establecer que el estado tiene un compromiso muy
grande con cada una de las personas y esta se debe a que pueda resolver los conflictos
presentados con ayuda de sus órganos de justicia.
Nos queda claro que con el paso de los días dicho principio decae más, al no cumplirse con la
finalidad que persigue y esto se debe a que hay muchos delitos que no se llegaron a descubrir y
por ende no tienen condena tal como nos lo muestra los estudios realizados en cuanto a este
tema denominado cifra negra.
Teniendo en cuenta que dicho principio no se concreta y que por lo general va decayendo con el
paso del tiempo por diversas razones, tales como la excesiva carga procesal que presenta el
poder judicial, de manera que no llega a resolver todos los delitos.
Problema
El principio de oportunidad no ha sido utilizado frecuentemente. Por el contrario, muchos casos
(18,7%) en los que se pudo haber intentado aplicarlo llegaron al Poder Judicial. Asimismo, existe
un alto porcentaje de casos en los que, aun cuando se intentó la aplicación, no se llegó al
resultado esperado (85,7%).
Recomendación
Consideramos aplicables las recomendaciones planteadas en el caso de los procedimientos
especiales.
Caso propuesto
El caso que se relata a continuación es uno real y el principio de oportunidad fue aplicado aquí de
manera extraproceso.
(Puerto Maldonado, octubre 20)
El Nuevo Código Procesal Penal, permite resolver casos inmediatamente, como el presentado
ante el Ministerio Público de Tambopata, donde un ciudadano que libaba con un amigo en un bar
de la localidad de Laberinto, fue atacado sorpresivamente por un sujeto que ingresó al local,
provisto de un arma blanca, ocasionándole una herida en la pierna, por lo cual fue conducido al
centro de salud para las atenciones del caso. La víctima de nombre Lucio Mamani Pumaleque,
luego de recuperarse de un corte de 6 centímetros de profundidad en su pierna derecha,
denunció a su agresor de nombre Marcial Cárdenas Pinto (36), quien, reconoció su mal proceder
y decidió acogerse al Principio de Oportunidad, por el cual, el agresor se comprometió a resarcir
el daño sin llegar al proceso judicial. En ese sentido, el fiscal Sandro Raphael Chacon Yupanqui,
cito en audiencia a su despacho a los implicados, haciendo conocer sus derechos al denunciado y
las ventajas de acogerse al principio de oportunidad, así como la voluntad de indemnizar al
agraviado por los 2 días de atención de salud y 7 días de incapacidad médico legal. El encausado,
aceptó acogerse a las ventajas del principio de oportunidad que brinda el Nuevo Código Procesal
Penal, reconociendo los hechos y aceptando pagar los 500 soles de reparación civil que solicitó la
víctima, como pretensión indemnizatoria por los daños ocasionados a su integridad física.
Concluido el pago de la reparación civil, el Fiscal Adjunto Provincial, procederá a emitir la
disposición de archivo de la investigación, evitándose de esta forma perdida de tiempo, gastos de
abogado y derechos de trámites que conlleva un proceso judicial.
Puerto Maldonado, 20 de octubre de 2009
Principio de oportunidad
EL PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD
CONCEPTOS GENERALES
Cuando nos referimos a éste principio, normado en nuestro ordenamiento procesal penal
estamos aludiendo a una institución procesal que quiebra la inflexibilidad del clásico
principio de obligatoriedad de la acción penal.
Al respecto y como bien lo señala Ore Guardia, nuestro sistema penal tiene una base
inquisitiva pues señala que tiene como regla casi absoluta que todo delito debe ser
investigado y sancionado, en base al principio de legalidad, por el cual ante la noticia de la
posible comisión de un hecho delictivo, existiría la obligación de perseguirlo y sancionarlo
a través de las entidades competentes del Estado.
Dicha obligación funcional de perseguir y sancionar todos los delitos, tendría su sustento
en la concepción de una justicia absoluta, a la que no puede escapar ningún delito.
Por ello se afirma que un nuevo modelo de justicia penal, la preocupación central no debe
ser sólo la solución formal del caso, sino la búsqueda de una solución para el conflicto
social generado por el delito. En consecuencia el proceso penal no puede permanecer al
margen ni de las exigencias propias del modelo de Estado en el que se desarrolla ni, por
consiguiente, de las funciones que el derecho penal asuma en un concreto momento
histórico y respecto a un ordenamiento jurídico determinado.
Incide el autor en el hecho que cualquier proceso penal moderno, si bien ha de continuar
fiel a su función tradicional, sirviendo a la aplicación del " ius puniendi" estatal con todas
las garantías procesales y respecto a los derechos fundamentales del imputado, propios de
un Estado de Derecho, no puede renunciar a tutelar, en la medida en que sea posible, otros
derechos o intereses dignos de protección que la propia Constitución reconoce, como son
por ejemplo, el de la víctima del delito y el existente en la resocialización del imputado.
Infiere entonces que el principio de oportunidad reglado sirve al interés público existente
en la resocialización del imputado y responde a las exigencias del moderno Estado de
Derecho y a la función de prevención especial que la pena y el Derecho Penal asumen en
él. En consecuencia, considera que la respuesta penal frente a la pequeña y grave
criminalidad no puede ser la misma. Se precisa, en estos casos, de una respuesta jurídica
adecuada, "justa y útil" incorporando la tendencia metodológica de separar la grande de la
"pequeña o mediana" criminalidad.
Se coincide en éste punto con Oré Guardia, quien señala que en la actualidad nuestro país,
e incluso países más avanzados, no han podido someter al sistema penal todos los delitos
que se cometen en la sociedad, ya que el estado muchas veces carece de capacidad, de
medios materiales y humanos para poder perseguir con todos los hechos delictivos.
Señalando que por ésta carencia, se estima que aproximadamente el 75% de los delitos
quedan fuera del sistema penal y pasan a formar parte de lo que la criminología denomina
"cifra negra" de la delincuencia.
Refiere que la imposibilidad de procesar todos los delitos, sobre todo lo de mayor
lesividad social, ha traído como consecuencia la necesidad de invocar y poner en práctica
el principio de oportunidad, el cual opera como correctivo de las disfunciones generales
por la irrestricta aplicación del principio de legalidad.
Concluye que por ese motivo el principio de oportunidad viene siendo incorporado en la
mayoría de reformas contemporáneas de los ordenamientos procesales penales.
Un primer análisis del principio de oportunidad nos permite constatar que se le ha venido
definiendo como aquel que se contrapone excepcionalmente al principio de la legalidad
penal corrigiendo su disfuncionalidad, no obstante tal como lo expone Baumann, ésta
afirmación no es del todo cierta, pues si bien es cierto que se acostumbra resumir las
excepciones al principio de legalidad recurriendo a la expresión genérica "principio de
oportunidad" no se trata siempre de oportunidad sino de intereses y presupuestos jurídicos
diferentes, como lo son los criterios de economía procesal, tramados jurídicos-materiales o
categorías de política criminal.
Considera que ésta generalización parte del poco interés puesto por doctrinarios para
definir los rasgos más saltantes del citado principio; refiere que incluso el mismo Roxin
tan meticuloso en casi toda su obra, se limita a asumir que el principio de oportunidad es
la contraposición teórica del principio de legalidad, mediante el cual se autoriza al Fiscal a
optar entre elevar la acción o abstenerse de hacerlo - archivando el proceso - cuando, las
investigaciones llevadas a cabo conduzcan a la conclusión de que el acusado, con gran
probabilidad, ha cometido el delito.
De otro criterio son tratadistas como Maier que lo definen como la posibilidad de que los
órganos públicos, a quienes se les encomienda la persecución penal, prescindan de ella, en
presencia de la "notitia" de un hecho punible o, inclusive, de la prueba más o menos
completa de su perpetración, formal o informalmente, temporal o indefinidamente,
condicional o incondicionalmente.
A su vez, Gimeno Sendra entiende por principio de oportunidad la facultad que al titular
de la acción penal asiste, para disponer bajo determinadas condiciones de su ejercicio, con
independencia de que se haya acreditado la existencia de un hecho punible contra un autor
determinado.
Un punto de vista similar tiene Creus, el cual lo considera como la posibilidad que el
funcionario posee de discriminar si se encuentra o no ante un hecho que puede constituir
delito, para promover la acción o abstenerse de hacerlo.
En el ámbito del derecho penal peruano podemos encontrar autores que definen el
principio de oportunidad desde un punto de vista positivo, poniendo énfasis en los
aspectos normativos y procesales. Así tenemos que para Oré Guardia, éste principio es un
mecanismo procesal a través del cual se faculta al Fiscal titular de la acción penal para
decidir sobre la pertinencia de no dar inicio a la actividad jurisdiccional penal, o en su
caso a solicitar el sobreseimiento cuando concurran los requisitos exigidos por ley.
En estos casos, a pesar de haber un hecho delictuoso con autor determinado, el ejercicio de
la acción penal se extingue por acto distinto de una sentencia, sustentado en los criterios
de falta de necesidad de la pena o falta de merecimiento de la misma, todo ello con el fin
de solucionar en parte el grave problema de sobrecarga procesal y congestión
penitenciaria.
1.1.3. Fundamentos
Por su parte Gimeno Sendra establece que el fundamento se encuentra en la escasa entidad
del daño social producido o en la personalidad del inculpado que no podría justificarse
mediante criterios discriminatorios de índole económico, sociológico o político, ya que los
principios constitucionales de igualdad y de seguridad jurídica podrían ser cuestionados.
Para Oré Guardia desde el punto de vista social el fundamento del principio de
oportunidad radica en la escasa relevancia social del ilícito penal. En tal caso existe un
interés colectivo en la persecución penal, de modo que el conflicto puede muy bien
resolverse entre los sujetos de la relación procesal, sin que intervenga el órgano judicial.
Citando a Silvia Barona, considera que el principio de oportunidad contribuye a la
consecución de la justicia material por encima de la formal, favoreciendo el derecho a un
proceso sin dilaciones indebidas, constituyéndose así, en un instrumento que permite
llevar a cabo un tratamiento diferenciado entre hechos punibles que deben ser perseguidos,
y otros con un mínimo de interés social y en los que la pena carece de significación.
Coincide Oré con Gimeno Sendra en que desde el punto de vista político estriba en la
necesidad de solucionar problemas de saturación, como la acumulación de procesos,
retardo procesal, y deficiencias en cuanto a infraestructura e ineficacia administrativa.
Reflexiona en que el fundamento político criminal de la oportunidad radica, por un lado,
en la necesidad de evitar procedimientos que puedan aparecer como innecesarios y
facilitar el uso de penas alternativas a la privación de la libertad, que pueden tener
importantes efectos preventivos sin causar los estragos que sobre la libertad personal
provoca aquella.
Sobre el particular debemos dejar claramente establecido que coincidimos con los criterios
antes glosados, pero especialmente con aquellos que ven en el principio de oportunidad
una alternativa a los problemas de saturación y acumulación de procesos; máxime si
consideramos la realidad carcelaria en nuestro país, para lo cual nos remitimos a los
cuadros estadísticos que forman parte del ANEXO I de la presente Tesis, en los cuales
figuran datos recientes sobre la situación actual de los Establecimientos Penitenciarios de
la Región Lima, proporcionados por el Instituto Nacional Penitenciario ( INPE ).
Puede apreciarse en él, que de un total de 13,259 internos, la mayor parte son procesados
(9,847), es decir que aún no se ha determinado su inocencia o responsabilidad penal.
Correspondiendo sólo a la tercera parte de internos, la condición de sentenciados (3,412).
Estos hechos tomados de la realidad cotidiana en nuestro país, nos hacen pensar en la
apremiante necesidad de repotenciar el principio de oportunidad para que cumpla a
cabalidad sus fines, complementado por otras necesarias medidas de tipo educativo,
económico y político.
1.1.4. Objetivos
a) Descriminalización
b) Resarcimiento a la víctima
Otro de los objetivos del principio de oportunidad sería la búsqueda de la eficiencia del
sistema penal en aquellas situaciones en las que resulta indispensable su actuación como
método de control social, procurando el descongestionamiento de una justicia penal
saturada de procesos, que no permiten el tratamiento preferencial de aquellos delitos
considerados graves o de mayor lesividad social.
1.- Cuando el agente haya sido afectado directa y gravemente por las consecuencias de su
delito y la pena resulte inapropiada.
2.- Cuando se trate de delitos que por su insignificancia o por su propia frecuencia no
afecten gravemente el interés público, salvo cuando la pena mínima supere los dos años de
la pena privativa de libertad o hubieran sido cometidos por un funcionario público en
ejercicio de su cargo.
En los supuestos previstos en los incisos 2) y 3), será necesario que el agente hubiere
reparado el daño ocasionado o exista un acuerdo con la víctima en ese sentido.
Si la acción penal hubiera sido ya ejercida, el Juez podrá, a petición del Ministerio
Público, dictar auto de sobreseimiento en cualquier etapa del proceso, bajo los supuestos
antes mencionados.
En éste punto considera Sánchez Velarde que la iniciativa en la aplicación de los criterios
de oportunidad puede corresponder al imputado o al Ministerio Público.
En el primer caso será el imputado el que haga conocer al Fiscal su interés en evitar el
inicio de la acción penal o que se prosiga el proceso penal ya iniciado, expresando su
disposición a cumplir con la reparación del daño ocasionado al agraviado o perjudicado
por el hecho punible.
En el segundo caso, dada las circunstancias de los hechos que se investigan y en atención
a los supuestos previstos por ley, el Fiscal podrá hacer conocer al imputado la posibilidad
de prescindir de la persecución penal si éste cumple con reparar el daño ocasionado.
El consentimiento del imputado debe "constar por escrito", el pedido de éste podrá ser por
escrito o verbal, pero su consentimiento debe plasmarse en un acta suscrita ante el Fiscal o
en todo caso en su declaración; previa a la resolución que se dicte en éste sentido.
Asimismo cualquier documento privado debe ser aceptado y ratificado ante el Fiscal;
teniendo en cuenta igualmente que la intervención del defensor del imputado resulta de
importancia, aunque puede prescindirse de él.
La intervención del agraviado u ofendido por el hecho punible resulta también importante,
para evitar posibles cuestionamientos si el acuerdo se realiza sólo entre el Fiscal y el
imputado, aunque tampoco es imprescindible su presencia.
b) La Reparación civil.
En opinión de Oré, para los casos de mínima gravedad del delito o mínima culpabilidad
del agente, inciso 2 y 3 del art. 2 del C.P.P., se requiere que el sujeto imputado efectúe la
reparación civil, es decir la restitución del bien o el pago de su valor, y la correspondiente
indemnización por los daños y perjuicios causados.
Sobre este punto, GALVEZ VILLEGAS estima que en determinados casos de falta de
necesidad de pena y/o falta de merecimiento de pena, como los previstos en el art. 2 del
Código Procesal Penal, el Fiscal, una vez recibido el atestado policial, recibida la denuncia
de parte con todos los recaudos, de los cuales se advierten suficientes indicios de comisión
de la comisión del delito denunciado y de la responsabilidad penal del agente incriminado,
o de concluida la investigación preliminar llevada a cabo en su despacho, pude abstenerse
del ejercicio de la acción penal en contra del denunciado - quién a la vez habrá admitido
su responsabilidad penal en los hechos y estar de acuerdo con dicha abstención-.
Sin embargo, para que el Fiscal se abstenga del ejercicio de la acción penal en estos casos,
es necesario que previa a la resolución de abstención, se haya reparado el daño
ocasionado, o en todo caso que exista un acuerdo con el agraviado en ese sentido. En este
último supuesto, quedará pendiente la resolución definitiva hasta que se cumpla con el
acuerdo preparatorio.
B. Supuestos de aplicación
El previamente citado art. 2 del Código Procesal Penal establece tres supuestos para la
aplicación del principio de oportunidad :
Este supuesto normado en el inciso 1 del art. 2 se refiere al caso del denominado "
infractor - víctima" o agente que es afectado por el delito que cometió. Este supuesto se
ubica dentro de las causas relacionadas con el autor del hecho, en cuanto éste reúne la
condición de autor y víctima del delito.
El delito puede ser doloso o culposo, no distinguiendo la norma a qué tipos de delitos se
dirige éste supuesto; no obstante debe entenderse que comprende delitos de mediana y
mínima lesividad social.Ello en atención a la esencia misma de la institución , pues el
fundamento principal de la aplicación de estos criterios de oportunidad radica además de
la escasa gravedad de la infracción, en la falta de interés público de punición.
Para Sánchez Velarde, la ley exige que el agente haya sido afectado directa y gravemente
por el delito que él mismo produjo. La afectación puede sobrevenir por daño grave recaído
en la persona del autor o en otras vinculadas a él , o que por determinadas circunstancias,
el infractor se siente directa y gravemente afectado.
La valoración de las circunstancias del hecho punible y la afectación directa y grave que
sufre el agente corresponde al Ministerio Público lo cual implica un análisis minucioso de
los hechos por parte del Fiscal y el auxilio pericial respectivo, como factores
imprescindibles en la decisión final.
Considera Oré, que en éste supuesto no se requiere la reparación del daño causado, dado
que el delito ha ocasionado en ésta persona una afectación grave de sus propios bienes
jurídicos o de su entorno familiar más íntimo.
Este supuesto contemplado en el inciso segundo del artículo 2, regula la posibilidad del
archivamiento en los casos de delitos insignificantes, también llamados delitos de
bagatela.
Al respecto, existe interés público cuando la paz jurídica se ve perjudicada por encima del
círculo vital del perjudicado y la persecución penal se constituye en un objetivo actual de
la generalidad.
El delito puede ser doloso o culposo, pero se requiere que la pena mínima no supere los
dos años. Nos encontramos por ello ante una amplia gama de delitos debido a la tendencia
humanitaria de nuestro Código Procesal Penal102.
Este supuesto se encuentra normado en el inciso 3 del artículo 2 y está referido a la autoría
o participación mínima del agente en la comisión del ilícito penal. Para determinar este
supuesto se sugieren algunos criterios para poder valorar la escasa o mínima culpabilidad.
Se tomará en cuenta entre otros criterios, el móvil del autor, su carácter o personalidad
criminal, sus relaciones personales y sociales, su comportamiento posterior al hecho (si ha
reparado el daño, si está arrepentido, etc.) así como la forma de ejecución del hecho ilícito
y sus consecuencias.
Todo ello servirá para determinar el grado de culpabilidad del agente en la comisión del
ilícito penal.
La mínima culpabilidad del autor debe entenderse en relación a los casos en que la ley
faculta la disminución de la pena por consideraciones personales del autor o el hecho que
se investiga. Pudiendo citarse el ejemplo de los casos de responsabilidad disminuida del
autor de entre 18 y 21 años de edad o las limitaciones de comprensión del delito en que se
incurre, los casos que justifican relativamente el accionar delictivo, los casos de
arrepentimiento activo o de tratativa punible.
Es oportuno señalar que la aplicación del principio de oportunidad no será posible cuando
la pena mínima supere los dos años de pena privativa de libertad y cuando el agente es
funcionario público en ejercicio de su cargo.
EL PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD
Hoy en día con la inclusión del nuevo modelo procesal, se regula legalmente que tanto el
Fiscal, el agresor y el agraviado por el delito se pueden poner de acuerdo en cuanto a la aplicación
o no aplicación de la pena, regulación que a sido establecida en el Código Procesal Penal, Art. 2°.
De esta manera, se consigue satisfacer el interés público que existe en torno a la efectividad y
rapidez en la resolución de los conflictos sociales generados por el delito y, al mismo tiempo, se
En este contexto podemos definir el Principio de Oportunidad como la facultad que tiene
el Ministerio Público, como titular de la acción penal pública, bajo determinadas condiciones, de
de la causa bajo los mismos supuestos, además cuando existan algunos elementos probatorios de
la realidad del delito y se encuentre acreditada la vinculación con el imputado, quien debe prestar
aceptación de su culpabilidad.
Teniendo en consideración que el proceso penal tiene por fines no sólo la aplicación del
ius punendi del Estado, sino también el resguardo del derecho a la reparación de la víctima y la
procesal penal armoniza, indiscutiblemente, con tales fines, pues se abre el campo penal a un
de la eficacia del sistema a través de una selectividad controlada de los casos que merecen el
concurso del derecho punitivo, favoreciendo el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas, la
búsqueda de la celeridad procesal, la revitalización de los objetivos de la pena, la ratificación del
efectos criminógenos de las penas cortas privativas de libertad, contribuir a la consecución de una
Un sector de la doctrina procesal penal considera que existe una seria contradicción entre
la vigencia del Principio de Legalidad y la utilización de los Criterios de Oportunidad por parte del
Fiscal. Atendiendo a que el Principio de Legalidad se entiende como la obligación que tiene el Fiscal
notitia criminis. Para algunos autores, la facultad otorgada al Fiscal para que se abstenga de
ejercitar la acción penal colisiona directamente con el Principio de Obligatoriedad. De esta manera,
obligado, por la naturaleza del Principio de Legalidad procesal, a ejercitar la acción penal en todas
las denuncias presentadas por la víctimas o terceros, sino sólo en aquellas donde se presenten
indicios fácticos de su comisión. Por tanto, el Principio de Oportunidad, que tiene una vigencia
parcial en el sistema peruano de justicia penal, sólo se puede conceptuar en forma restringida,
teniendo como punto de referencia el Principio de Legalidad y todo lo que éste implica dentro de
ACUERDO PLENARIO
I. ANTECEDENTES
2°. Para estos efectos se realizaron varios encuentros previos con los Secretarios,
Relatores y Secretarios de Confianza de las Salas de lo Penal de la Corte Suprema de
Justicia y tres reuniones preparatorias sucesivas con los señores Jueces Supremos de lo
Penal a fin de delimitar el ámbito de las materias que debían abordarse, luego de una
previa revisión de los asuntos jurisdiccionales a su cargo y de una atenta valoración de las
preocupaciones de la judicatura nacional. Con el concurso de la Secretaría Técnica, luego
de los debates correspondientes, se estableció el día de la fecha para la realización del V
Pleno Jurisdiccional Penal, aprobado por Resolución Administrativa número 286-2009-P-
PJ, del 12 de octubre de 2009, y se definieron los temas, de derecho penal y procesal
penal, que integrarían el objeto de los Acuerdos Plenarios. De igual manera se designó a
los señores Jueces Supremos encargados de preparar las bases de la discusión de cada
punto sometido a deliberación y de elaborar el proyecto de decisión. Además, se
estableció que el Juez Supremo designado sería el ponente del tema respectivo en la sesión
plenaria y encargado de redactar el Acuerdo Plenario correspondiente.
3°. En el presente caso, el Pleno decidió tomar como referencia las distintas resoluciones
de los Tribunales Superiores y Ejecutorias Supremas que analizan y deciden sobre
diversos aspectos del proceso especial de terminación anticipada. En concreto, sobre su
viabilidad en la etapa intermedia del proceso común u ordinario, la posibilidad de emitir
sentencia absolutoria a pesar de existir un acuerdo entre las partes, los criterios para
determinar la aplicación del beneficio de rebaja de un sexto sobre la pena, los alcances de
la aplicación de la atenuación excepcional por confesión sincera, y la procedencia y
alcances, en su caso, de la apelación del auto que desaprueba el acuerdo de terminación
anticipada y de la sentencia anticipada.
5°. La deliberación y votación se realizó el día de la fecha. Como resultado del debate y en
virtud de la votación efectuada, por unanimidad, se emitió el presente Acuerdo Plenario.
Se ratificó como ponente al señor NEYRA FLORES, quien, con la intervención del señor
SAN MARTÍN CASTRO, expresa el parecer del Pleno.
Por tanto, la regla hermenéutica que es del caso utilizar será aquella que establece la
aplicación supletoria del proceso común u ordinario siempre que exista un vacío
normativo, en tanto en cuanto la norma objeto de integración jurídica no vulnere los
principios que sustentan el proceso de terminación anticipada o las disposiciones y su
estructura procesal.
8°. El proceso de terminación anticipada atraviesa diversas etapas o fases, que va desde la
calificación de la solicitud de terminación anticipada –sin que para ello o para la
continuación del referido proceso corresponda realizar diligencia preliminar alguna o
tomar una declaración al imputado- [fase inicial], hasta la realización de la audiencia
respectiva [fase principal] y la consecuente emisión de la decisión resolutoria
correspondiente: auto desaprobatorio del acuerdo o sentencia anticipad [fase decisoria]. Es
claro, por lo demás, que audiencia preparatoria es privada, cuya justificación estriba en
que es consecuencia del carácter de publicidad relativa de la investigación preparatoria y
constituye, desde la perspectiva del imputado, uno de los efectos benéficos de este proceso
especial, quien apunta a que su caso no se ventile públicamente.
9°. Si es que las partes arriban a un acuerdo –que tiene como presupuesto la afirmación de
la responsabilidad penal del imputado y, como condición, la precisión de las
consecuencias jurídico penales y civiles correspondientes, en perfecta armonía con el
principio de legalidad-, corresponde al Juez en ejercicio de su potestad jurisdiccional
llevar a cabo los pertinentes controles acerca de la legalidad del acuerdo y de la
razonabilidad de la pena.
C. La exigencia de una suficiente actividad indiciaria. Ello implica que las actuaciones o
diligencias de la investigación permitan concluir que existe base suficiente –probabilidad
delictiva- (i) de la comisión de los hechos imputados y de su vinculación con el imputado,
y (ii) que están presentes todos los presupuestos de la punibilidad y de la perseguibilidad.
12°. El análisis que corresponde al Juez Penal para homologar el acuerdo que le presentan
las partes procesales concernidas es ciertamente distinto a la valoración y examen jurídico
penal que hace el Juez en el proceso común luego del juicio oral. En este último el Juez
aprecia y valora los actos de prueba y puede aplicar criterios como el in dubio pro reo para
absolver al imputado, lo que en cierta medida no es posible en el proceso de terminación
anticipada, en atención a los mecanismos reconocimos para su conformación sobre la base
del consenso procesal.
13°. La determinación de la pena debe respetar los ámbitos legales referidos tanto a la
configuración de la pena básica –definida como la configuración del marco penal
establecido por el tipo legal y las diferentes normas que contienen las circunstancias
modificativas de la responsabilidad genéricas, sean agravantes y/o atenuantes-, como al
establecimiento de la pena concreta o final –que es el resultado de la aplicación de los
factores de individualización estipulados en los artículos 45° y 46° del Código Penal,
siempre dentro del marco penal fijado por la pena básica y a partir de criterios referidos al
grado de injusto y el grado de culpabilidad-.
El acuerdo deberá determinar la pena concreta o final consensuada, cuyo examen, bajo las
pautas señaladas líneas arriba –juicios de legalidad y razonabilidad de la pena-,
corresponde realizar al Juez.
14°. El artículo 471° NCPP estipula una reducción adicional acumulable de la pena de una
sexta parte. Cabe puntualizar que la última frase del citado dispositivo legal precisa que el
beneficio en cuestión es adicional y se acumulará al que reciba por confesión. Ésta última
es una circunstancia modificativa de la responsabilidad de carácter genérica y excepcional,
en tanto permite disminuir la pena hasta en una tercera parte por debajo del mínimo legal
(artículo 161° NCPP), que lo que hace es redefinir el marco penal correspondiente, de ahí
que es lógica la disposición procesal que la diferencia del beneficio por el acogimiento a la
terminación anticipada y, por tanto, no encuentra obstáculo a su acumulación.
Ahora bien, la aplicación del beneficio de una reducción de una sexta parte se refiere a la
pena concreta o final. Sobre ésta, una vez definida, es que ha de operar la reducción en una
sexta parte –es una pauta de disminución fija y automática, es decir, tasada-. El acuerdo
podrá consignarla, pero en todo caso siempre diferenciándola de la pena concreta y final,
del resultado final como consecuencia del beneficio aludido, a efecto de que el Juez pueda
definir con seguridad y acierto la realidad del beneficio premial y su exacta dimensión.
15°. Uno de los principios que regulan el régimen jurídico de los recursos es el de
taxatividad, que estipula que la admisión de todo recurso está condicionada a que se
encuentre taxativa o expresamente previsto en la ley. Integra el presupuesto procesal
objetivo del recurso. En este sentido, cada recurso tiene su propia regulación, pues está
diseñado para cada situación específica, en cuya virtud no se admite un recurso cuando
corresponde otro, lo que es propio del principio de singularidad.
16°. El artículo 468°.7 NCPP prescribe que la sentencia anticipada, aprobatoria del
acuerdo, puede ser apelada por los demás sujetos procesales –se entiende fuera de Fiscal y
del imputado, en tanto en cuanto, respecto de estos últimos, la sentencia anticipada respete
los límites del acuerdo-. Esta norma no se ha pronunciado acerca de la posibilidad de
apelación u otro recurso contra el auto que desaprueba el acuerdo. Sin embargo, es de
tener en consideración la regla general establecida por el artículo 416°.1 NCPP, que
determina como objeto impugnable en apelación los autos que ponga fin al procedimiento
o a la instancia –literal b)- o, en su caso, los que causen gravamen irreparable –literal e)-.
18°. El artículo 350°.1.e) NCPP autoriza a las partes procesales, distintas del Fiscal, instar
la aplicación, si fuere el caso, de un criterio de oportunidad, entendido en sentido amplio.
Se discute si esta norma permitiría que en sede de etapa intermedia se instaure el proceso
de terminación anticipada, bajo el entendido de que este último expresa un criterio de
oportunidad procesal.
Por otro lado, es de acotar que cuando el citado artículo 350°.1.e) NCPP prescribe que en
la etapa intermedia se puede aplicar un criterio de oportunidad, tal referencia,
sistemáticamente, sólo remite al artículo 2° NCPP. La confusión se debe a que el
antecedente directo del principio de oportunidad es el artículo 230° del Código Procesal
Penal Modelo para Iberoamérica, que denomina a este dispositivo “criterios de
oportunidad”, los cuales, como se observa de su tenor, son los supuestos previstos en el
mencionado artículo 2° NCPP.
III. DECISIÓN
ACORDARON:
23°. ESTABLECER como doctrina legal, los criterios expuestos en los fundamentos
jurídicos 7° al 21°.
24°. PRECISAR que los principios jurisprudenciales que contiene la doctrina legal antes
mencionada deben ser invocados por los jueces de todas las instancias judiciales, sin
perjuicio de la excepción que estipula el segundo párrafo del artículo 22° de la LOPJ,
aplicable extensivamente a los Acuerdos Plenarios dictados al amparo del artículo 116°
del estatuto orgánico.
25°. PUBLICAR el presente Acuerdo Plenario en el diario oficial “El Peruano”. Hágase
saber.
Ss.
GONZALES CAMPOS
LECAROS CORNEJO
PRADO SALDARRIAGA
RODRÍGUEZ TINEO
VALDEZ ROCA
BARRIENTOS PEÑA
BIAGGI GÓMEZ
MOLINA ORDOÑEZ
BARRIOS ALVARADO
PRÍNCIPE TRUJILLO
NEYRA FLORES
BARANDIARÁN DEMPWOLF
CALDERÓN CASTILLO
ZEVALLOS SOTO
I. INTRODUCCIÓN
Como ocurre de vez en cuando en la vida, la casualidad aparece como un
elemento detonante que cambia el rumbo de las cosas. Así es que nació este
artículo, cuya elaboración se debe gracias a una inesperada charla de café con
varios colegas que, curiosamente, ejercen la función fiscal en el ámbito penal.
Al preguntarle informalmente a un respetable magistrado acerca de su parecer
sobre el principio de oportunidad, aquél elevó la mirada apuntando hacia la
derecha, al tiempo en que empezó a esbozar el concepto del mismo, y en
seguida, con un gesto de negación, afirmó que lamentablemente no
funcionaba. Al pedir explicaciones sobre esto último, hallé muchas de las
razones que creí superadas, reencontrándome con frases como: “el principio
de oportunidad es una pérdida de tiempo; es ineficiente; constituye más carga
para el Despacho; implica un gasto inútil de recurso humano y logístico; no se
ubica a los involucrados o ubicados, éstos no se presentan; presentes, no
desean llegar a un acuerdo por diversos motivos, entre ellos porque el
imputado carece de recursos económicos, por recomendación de su abogado o
porque el agraviado considera que al no ser encarcelado o sancionado el
imputado quedará impune; o llegado a un acuerdo, el obligado no lo cumple;
etc.”
De esta manera damos inicio a la exposición del presente documento, cuya
finalidad, más que doctrinaria, está dirigida a analizar los fundamentos de los
cuestionamientos al principio de oportunidad y verificar si la aplicación del
mismo a nuestro sistema de justicia penal resulta apropiada.
II. DEFINICIÓN
Sería ocioso transcribir la definición legal del principio de oportunidad, puesto
que basta darle una mirada al artículo 2° del Código Procesal Penal de 1991*,
por lo que, resumiendo, entendemos que por el instituto de la oportunidad el
Ministerio Público tiene la facultad, con consentimiento expreso del imputado,
de abstenerse de ejercitar la acción penal bajo criterios de falta de necesidad de
pena o falta de merecimiento de pena, esto es, cuando el agente haya sido
afectado gravemente por las consecuencias de su delito y la pena resulte
inapropiada; cuando se trate de delitos que por su insignificancia o poca
frecuencia no afecten gravemente el interés público, siempre que su pena
mínima no supere los dos años de pena privativa de libertad y el agente no sea
funcionario público en ejercicio de su cargo; o cuando la culpabilidad del
agente en la comisión del delito, o en su contribución a la perpetración del
mismo sean mínimos, prevaleciendo la prohibición que el agente sea
funcionario público en ejercicio de su cargo. Siendo necesaria, en los dos
últimos supuestos, la reparación del daño ocasionado a la víctima o la
existencia de un acuerdo respecto a la reparación civil; acuerdo que puede
constar en instrumento público o documento privado legalizado por Notario,
caso en el cual, no será necesario que las partes presten su consentimiento
expreso para la aplicación del Principio de Oportunidad. Y en la hipótesis en
que se hubiera formalizado la denuncia penal, el Juez podrá, a petición del
Ministerio Público o de la parte agraviada, dictar auto de sobreseimiento en
cualquier etapa del proceso.
La aplicación del principio de oportunidad está, en la actualidad, en manos
de todas las Fiscalías Penales y su trámite se encuentra establecido en el
Resolución de la Fiscalía de la Nación N° 1470-2005-MP-FN. Asimismo, ha
quedado sentado un criterio obligatorio respecto a delitos determinados
(lesiones leves, hurto simple, apropiación ilícita y delitos culposos) en los que
no haya pluralidad de víctimas o concurso con otro delito. Por lo que,
ciñéndonos a las disposiciones legales, se entiende que cuando el Fiscal
Penal, al tomar conocimiento de la existencia de un delito, sea por sí mismo,
por denuncia de parte o documento policial, considere que el hecho
constituye delito, que existe documentación sustentatoria suficiente, así como
causa probable de imputación penal, y que el hecho se encuentre dentro de
los supuestos establecidos por el artículo 2° del CPP, emitirá resolución
motivada, declarando la pertinencia para la aplicación del principio de
oportunidad, citando al imputado a efectos de recabar su consentimiento
para, seguidamente, hacer lo propio con todos los involucrados (imputado,
agraviado y tercero civilmente responsable, si lo hubiera), a efectos de
propiciar un acuerdo conciliatorio respecto al monto y forma de pago de la
reparación civil.
III. CUESTIONAMIENTOS
No se falta a la verdad cuando se afirma que algunos Despachos Fiscales se
muestran incómodos al aplicar el principio de oportunidad a los presupuestos
obligatorios, debido a que conforme muchos afirman “llevar a cabo dicho
trámite les causa un retraso en la carga laboral”, debido a que: el imputado
no se presenta a las citaciones efectuadas, o no es ubicado; en la Audiencia de
Acuerdo el imputado no acepta la aplicación del principio de oportunidad; o
dicha diligencia se frustra por la inconcurrencia de alguno de los involucrados,
o porque no se arribó a un acuerdo; o, habiéndose suscrito el acuerdo, el
obligado no cumple con la cancelación de la reparación civil convenida. Lo
cual es consecuencia de los problemas fundamentales, como son: a) El
asesoramiento “convenido” de algunos abogados y b) La “Cultura del Litigio
y Venganza”, tan arraigada en nuestra sociedad, que influencia en la decisión
de los involucrados en un hecho de índole penal (de leve afectación al interés
público) de acudir al Poder Judicial a efectos del juicio, en búsqueda de la
sanción al responsable, dejando de lado, muchas veces, la reparación
económica del daño causado, lo que algunos abogados aprovechan para
arrastrar a su cliente al largo proceso penal. Todo lo cual deviene del
desconocimiento de la ciudadanía de los reales alcances del principio de
oportunidad.
Sin embargo, los cuestionamientos al principio de oportunidad no se refieren
exclusivamente a los efectos de su aplicación sino que parten, incluso, de su
naturaleza. Así, tenemos que una de las mayores críticas a dicho principio se
basa en el temor de quienes consideran que las decisiones finales de un caso de
índole penal deben dictarse en el proceso y estar éstas siempre en manos de los
jueces. Respecto a tal observación, debemos decir que, efectivamente, en un
proceso penal lo que se busca es determinar si existió el delito y si el imputado
es culpable, condenándolo, o inocente, absolviéndolo, por lo que, bajo criterios
fundamentales, tal decisión debe ser emitida por el juzgador dentro de un
debido proceso. Sin embargo, al concluir un caso bajo el principio de
oportunidad el fiscal no decide respecto a la responsabilidad del imputado, ni
mucho menos, le impone una pena sin previo juicio. La esencia del principio
de oportunidad consiste, justamente, en evitar llevar un caso de mínima
gravedad a instancias judiciales, en atención a que existen suficientes
elementos que acreditan la existencia de un hecho ilícito y que el imputado
acepte su responsabilidad y exprese su voluntad de reparar a la víctima. Es
decir, que al arribar a un acuerdo tanto el imputado como el agraviado, y
cumplido el mismo, la investigación concluirá, achivándose definitivamente,
puesto que se logró el fin directo del proceso penal, evidenciándose un
arrepentimiento y resocialización del imputado (con su propio consetimiento
y aceptación de responsabilidad), y la pronta reparación de la víctima (con el
cumplimiento del acuerdo de reparación acordado). Ahora bien, supongamos
que el imputado al ser consultado sobre su responsabilidad y la aplicación del
principio de oportunidad, manifiesta su negativa al considerarse inocente de
los cargos imputados, en este caso, se formalizará la denuncia y será el Juez
Penal quien resuelva en definitiva, por lo que, los derechos fundamentales de
presunción de inocencia y el de defensa están plenamente garantizados,
descartándose cualquier contraposición con el principio de oportunidad.
Volviendo a los cuestionamientos expuestos inicialmente, ¿porqué el
investigado no se presenta ante la Fiscalía Provincial Penal para declarar y,
de ser el caso, aceptar la aplicación del principio de oportunidad? Entre las
razones que explican esto tenemos:
a) Debido a que el investigado no es hallado en la dirección señalada en la
investigación policial, sea porque varió de domicilio o brindó uno inexacto
o falso.
b) Debido a que no desea presentarse, sea porque cree que podrá evadir a las
autoridades con dicha actitud, o por temor, desconociendo los alcances del
principio de oportunidad.
Si el imputado no se apersona a la Fiscalía y presta su consentimiento para la
aplicación del principio de oportunidad, simplemente, el trámite no puede
iniciarse. Ante ello, tendrá que formalizarse la denuncia penal ante el juzgado
competente. Se invirtió tiempo emitiendo la resolución de pertinencia y
citando al imputado, pero sería correcto atribuirle la frustración de la
diligencia al principio bajo estudio, obviamente no.
Las causas de esta renuencia de los investigados a presentarse ante la Fiscalía
se debe fundamentalmente:
a) En el primer caso, debido a que el investigado muestra una conducta
irresponsable al señalar una dirección inexacta o falsa, evidenciando una
falta de conciencia y arrepentimiento, por lo que, no sería pertinente la
aplicación del principio de oportunidad. Diferente sería el caso en el que el
imputado haya variado de domicilio, pero aquí la responsabilidad no es de
aquél, sino de las autoridades estatales que no han implementado, hasta la
fecha, un adecuado sistema de identificación y registro domiciliario.
b) En el segundo caso, repetimos que no sería pertinente aplicar el principio
de oportunidad a aquél que pretende evadir su responsabilidad y la acción
de las autoridades. En tanto que, no podemos atribuirle responsabilidad al
ciudadano que involucrado en un hecho ilícito de menor gravedad se
resiste a presentarse ante la autoridad por temor y desconocimiento, ya
que, es la autoridad política la responsable de la falta de difusión de los
ventajosos alcances del principio de oportunidad.
Cosa distinta es que el imputado se presente y rechace la aplicación del
principio de oportunidad a su caso, debido a que se considera inocente de los
cargos formulados en su contra, pues en esta situación se estaría garantizando
el respeto a sus derechos fundamentales y se haría bien en remitir los actuados
al Juzgado Penal competente. Ello para nada entorpece ni retraza el normal
desarrollo del trabajo fiscal, es parte del mismo y aquél magistrado que opine
lo contrario está (alarmantemente) errado.
Sigamos y supongamos que el imputado se presentó, declaró y expresó su
consentimiento para la aplicación del principio de oportunidad, reconociendo
su responsabilidad en la comisión del hecho ilícito investigado, citados todos
los involucrados a la Audiencia de Acuerdo, ésta no se lleva a cabo debido a
que el agraviado no desea su aplicación, ¿porqué?
Aquí se repite una de las razones expuestas en el supuesto anterior: el
desconocimiento de las ventajas del principio de oportunidad. Si el agraviado
supiera que en mérito a la aplicación de dicho principio, se le reparará el daño
causado en un breve período de tiempo y se evitará contratar abogado e
invertir tiempo y dinero en un largo, engorroso e incierto proceso judicial,
estoy seguro que su actitud en la audiencia sería otra, sin embargo, la falta de
difusión del instituto de oportunidad impide ello y propicia estos
inconvenientes.
Otra de las razones que se presentan es la influencia de algunos abogados
defensores (de cualquiera de los involucrados), quienes en lugar de velar por
los intereses de sus patrocinados los incitan a optar por llevar el caso a
instancias judiciales y así asegurarse la permanencia de su cliente y del
consiguiente ingreso económico, cuando en realidad a los involucrados, sea
imputado o agraviado, les convendría solucionar el asunto a la mayor
brevedad, ya que el investigado se libraría no sólo de la tramitación de un
proceso judicial, sino de una pena y de los consecuentes antecedentes, en tanto
que, el agraviado se vería favorecido además por la pronta reparación de los
daños y perjuicios sufridos.
A ello se aúna, que la población peruana tiene arraigada una “cultura de
judicialización”, relacionada con la “cultura del litigio y de la venganza”, de
modo tal que, todo hecho que genera un conflicto es llevado a instancias
judiciales, cuando bien podría ser resuelto fácilmente por los mismos
involucrados, a través de mecanismos alternativos de solución de conflictos.
En materia penal el asunto se torna socialmente complicado debido a que el
agraviado entiende que al solucionarse el caso sin que se haya condenado al
imputado a pena pivativa de libertad, a pesar de habérsele reparado el daño
causado, ha operado la impunidad y no se ha hecho “justicia”. Pero dicho
parecer no obedece a otra razón más que al desconocimiento de los hechos,
pues como expresamos al inicio, el principio de oportunidad, en la mayoría de
los casos, procede sobre hechos ilícitos de menor gravedad, en los cuales, si
fueran resueltos por el Poder Judicial, no conllevarían a pena privativa de
libertad efectiva para el procesado ni garantizarían el pago de una adecuada
reparación civil, y ello, tras la tramitación de todo el proceso penal, con las
instancias contempladas por ley. Debemos, pues, en conclusión, incentivar un
cambio de mentalidad en nuestra sociedad, dejar de lado esa actitud
revanchista y dar paso a una cultura de paz, de conciliación, de composición.
Pero no todo el peso de esta problemática recae en la sociedad, el Estado, como
hemos apreciado también tiene su cuota de responsabilidad. Muchas
diligencias de aplicación del principio de oportunidad se han frustrado en los
casos donde el Estado aparece como agraviado, debido a que los
representantes de las Procuradurías no cuenta con la autorización oficial para
conciliar casos de índole penal. Por lo que, resulta menester la coordinación
con la Procuraduría General de la República para lograr tal objetivo.
IV. PRECISIONES
¿Por qué aparece el principio de oportunidad?
No creo que alguien se atreva a negar que el sistema formal de administración
de justicia en el Perú se encuentra en crisis, en materia penal debido a la
vigencia de un modelo mixto, que resulta impertinente a las nuevas exigencias
y necesidades establecidas en el marco constitucional, entre otras razones en
suma conocidas, como son, la carencia de recursos humanos calificados y
recursos logísticos apropiados. Esto a su vez, ha contribuido a generar
desconfianza en la población, la cual presiona ávida de justicia. En esta
realidad, pues, el proceso penal no permite que el derecho penal llegue a sus
destinatarios, dejando en estado de indefensión a las víctimas.
Asimismo, la existencia de una voluminosa carga procesal tanto en los
Despachos Fiscales como Judiciales hace que los plazos procesales no se
cumplan a cabalidad, retardándose la solución de los procesos y tornándose
oneroso su trámite para los involucrados. Aspecto que se ha visto
sobredimensionado con la sumarización de los procesos penales, donde
hallamos un grueso de casos que versan sobre delitos de menor gravedad. Esta
situación, a su vez, conlleva al hacinamiento y saturación en que se encuentran
los Centros Penitenciarios, a consecuencia que la mayoría de internos están
presos por delitos de poco impacto social, máxime aún cuando de las
estadísticas actuales fluye que la mayor parte de las personas que sufren
carcelería todavía no han sido sentenciadas, encontrándose sus procesos en
trámite.
Concluimos, pues, que el Principio de Oportunidad encuentra su justificación
en la crisis del sistema judicial, y en la sobrecarga y congestión procesal y
penitenciaria.
En efecto, se justifica la aparición del Principio de Oportunidad en nuestro
ordenamiento procesal en razón que existe la necesidad de solucionar
problemas concretos de Crisis del Sistema Judicial, crisis que se manifiesta, con
el hecho que el modelo procesal vigente está caduco y entorpece la justicia para
la víctima. A ello hay que añadir la existencia de una saturación procesal que
inunda el sistema y lo hace no sólo inoperativo, sino, deficiente; provocando
ello, a su vez, una congestión penitenciaria, dado que, hasta hace poco tiempo,
la mayoría de procesos con reos en cárcel se encontraban por delitos de mínimo
impacto social y que incluso en altos porcentajes no habían sido sentenciados,
se tenía entonces la necesidad de dar dispositivos que contribuyen a solucionar
estos álgidos problemas. Por ello y para ello hace su aparición el Principio de
Oportunidad.
El principio de oportunidad constituye el inicio de un verdadero proceso de
reforma de la administración de justicia. Su aplicación no sólo permitirá llegar
sin proceso a los destinatarios del derecho penal, sino evitar y erradicar la
saturada carga procesal y penitenciaria, posibilitando con ello una mejor
calidad de justicia para todos, especialmente para la víctima.
De tal manera, que los fundamentos del principio de oportunidad radican en:
a) La escasa relevancia de la infracción lo que distorsiona la condición de
"última ratio" del Derecho Penal.
b) Evitar los efectos criminógenos de las penas cortas privativas de libertad.
c) Atender a razones de economía y a la falta del interés público en la
punición.
d) Prevención especial, ya que el imputado que se acoja a este principio se
entiende que no volverá a incurrir en infracción penal, por esto quizá sea
oportuno incidir en la obligatoriedad de la reinserción del delincuente
como una forma de reparar el daño causado, sobretodo cuando el
agraviado es el Estado.
e) Correctivo a la disfuncionalidad e ineficiencia del sistema penal,
permitiendo que el derecho penal llegue a sus destinatarios y que se trate
con mayor justicia a la víctima.
f) Evitar una doble pena para el causante del delito, puesto que la pena a
imponérsele sólo acrecentaría el propio daño inferido. Este fundamento
sólo es válido para el supuesto del Inciso 1º del Artículo 2º del Código
Procesal Penal, esto es, falta de necesidad de la pena porque el agente ha
sido afectado grave y directamente por las consecuencias de su propio
delito.
Así pues, el objeto del principio de oportunidad consiste en corregir la
disfuncionalidad del principio de legalidad procesal, postulando una mejor
calidad de justicia, facultando al Fiscal, titular de la acción penal, decidir sobre
la pertinencia de no dar inicio a la actividad jurisdiccional penal,
independientemente de estar ante un hecho delictuoso con autor determinado,
concluyéndola por acto distinto al de una sentencia y teniendo como sustento
de su conclusión los criterios de falta de necesidad de la pena o falta de
merecimiento de la misma.
Es necesario dar una mayor difusión de la figura legal del principio de
oportunidad, como el mecanismo idóneo de simplificación procesal. Esto es,
que se realicen campañas para publicitar y dar a conocer el contenido, los
alcances y beneficios del principio de oportunidad, hacia el público en general,
abogados, servidores y funcionarios públicos. Esto implica también, parte de
un cambio cultural, dejar de lado la cultura del litigio para dar paso a una
cultura de paz, lo que se viene logrado gracias a la institución de la conciliación
extrajudicial (antecedente próximo del Principio de Oportunidad).
Antes de concluir resulta pertinente formular un par de precisiones
adicionales, en vista que, algunas opiniones encuentran un grave error en el
“reinicio” de la acción penal originado por el incumplimiento del pago de la
reparación civil por parte del imputado, considerándolo anticonstitucional,
puesto que, según refieren “no existe prisión y, por ende, ejercicio de la acción
penal por deudas”. Recomendando el aseguramiento del pago de la obligación
del imputado mediante garantías reales o aval, dotándose de garantías de
ejecución al agraviado o al procurador público del Estado para que pueda
cumplir sus roles en el proceso respectivo. A lo que corresponde decir que la
acción penal no se reinicia puesto que en ningún momento fue iniciada. Ante
la existencia de indicios razonables de un ilícito penal en la investigación, el
Fiscal Provincial Penal tiene dos opciones: 1) formalizar denuncia penal o 2)
iniciar el trámite para la aplicación del principio de oportunidad. Siendo que
en este segundo supuesto, habiéndose arribado a un acuerdo entre el
imputado y el agraviado, corresponde la emisión del auto de abstención
provisional del ejercicio de la acción penal, que como su propio nombre lo dice,
simplemente mantiene en suspenso el ejercicio de la acción penal hasta
verificar el cumplimiento total de la obligación asumida por el investigado, la
misma que de no ser cumplida, acarreará que el Fiscal Penal proceda conforme
a sus funciones, es decir, formalice la denuncia penal, quedando todo lo
actuado en el trámite de aplicación del principio de oportunidad sin valor
probatorio alguno. Entonces, pues, se denuncia al imputado, no por la falta de
pago de la deuda existente entre el imputado y el agraviado, sino por el
incumplimiento de reparar el daño ocasionado por el delito cometido, lo que
es un requisito para la concesión del Principio de Oportunidad Quedando así
descartada la propuesta de dotar al agraviado con garantías reales o
personales. Ello sólo entramparía más la solución del asunto.
De otro lado, se critica lo dispuesto por el artículo 2° del Código Procesal Penal,
en cuanto señala la posibilidad de aplicar el Principio de Oportunidad en
cualquier estado del proceso, incluso después de producida la acusación
fiscal. Posición con la que concordamos, puesto que debe tenerse en cuenta
que la oportunidad no es para el Estado, en el sentido que se evitará la
tramitación de un proceso, sino para el imputado o procesado, que evitará el
estigma de una condena, cambiándose la sanción penal por una reparación
efectiva y voluntaria del daño que redimirá de manera real a la víctima. En este
caso, si el fiscal solicita el archivamiento por la concesión del principio después
de producida la acusación, ésta subsiste. Por lo que, cabrían dos soluciones al
respecto: 1) Podría declararse insubsistente la acusación fiscal (lo cual sólo
puede efectuarse por la instancia superior y hay recorrido procesal para ello);
o 2) Aplicar extensivamente el retiro de la acusación, conforme lo establece el
artículo 274° del Código de Procedimientos Penales. Consideramos que esta
última es la mejor posibilidad, y correspondería precisar en el Reglamento. Sin
embargo, no podemos negar la inquietud que genera el considerar que una de
las ventajas del principio de oportunidad es permitir una pronta solución del
caso, lo que no se lograría si su aplicación se solicita tras la emisión de la
acusación fiscal ¿acaso a estas alturas ya no tendría sentido su aplicación?.
Fuentes:
Bardales Rios, Artemio. El Principio de Oportunidad en el Proceso Penal
Peruano. Librería y Ediciones Jurídicas. Lima, Perú, 2003.
Carvajal Barrionuevo, Marcela / González Maroto, Renée. El Principio de
Oportunidad Reglado. Universidad de Costa Rica. San José, Costa Rica,
1997.
Díaz Cabiale, José Antonio. Principios de Aportación de Parte y
Acusatorio. Editorial Comares. Primera edición. Lima, Perú, 1996.
Lévano Veliz, Pablo Ernesto. La Aplicación del Principio de Oportunidad
en el Ordenamiento Procesal Peruano. En Vista Fiscal Nº1, Ministerio
Público – Distrito Judicial del Cono Norte. Lima, Perú, 2003. Pp. 9-22.
Morales Miranda, Micaela. Debido Proceso, Principio de Oportunidad y
Legalidad. ILANUD. Development Associates. ILANUD. Panamá, 1995.
Palacios Dextre, Darío y Monge Guillergua, Ruth. El Principio de
Oportunidad en el Proceso Penal Peruano. Editora FEAT. Lima, Perú,
2003.
Robatti Izaguirre, Blanca R. / Sánchez Rodríguez, Sovira. La Aplicación
Obligatoria y el Carácter Extra Poceso del Principio de Oportunidad. En
Normas Legales: Doctrina, Jurisprudencia, Actividad Jurídica Nº 326.
Lima, Perú, 2003. Pp. 141-149.
Salas Beteta, Christian. Principio de Oportunidad & Terminación
Anticipada. El Derecho Penal Premial en el Perú. En Revista Análisis
Jurídico – Normas Legales, tomo 365. Octubre – 2006. Lima, Perú. Pp. 239-
247.
Salas Beteta, Christian. Principio de Oportunidad: Conciliación en el
Ambito Penal. En Revista Análisis Jurídico – Normas Legales, tomo 356.
Enero – 2006. Pp. 209-221.
Salas Beteta, Christian. El Principio de Oportunidad – Vigencia y
Efectividad en el Proceso Penal. En Revista Jurídica de Análisis e
Investigación del Instituto Peruano de Estudios Forenses N° 21. Junio –
2005. Pp. 31-39.
Sánchez Velarde, Pablo. Comentarios al Código Procesal Penal. Editora
IDEMSA. Lima, Perú, 1994. Melgarejo Barreto, Pepe. Manual del Principio
de Oportunidad. Jurista Editores. Lima, Perú, 2002.
Torres Caro, Carlos. El Principio de Oportunidad: Un Criterio de Justicia
y Simplificación Procesal. Editorial Gráfica Horizonte. Lima, Perú, 1994.
NOTAS:
· Artículo 2° del Código Procesal Penal.- El Ministerio Público, con consentimiento expreso del
imputado podrá abstenerse de ejercitar la acción penal en cualquiera de los siguientes casos:
1. Cuando el agente haya sido afectado gravemente por las consecuencias de su delito y la
pena resulte inapropiada.
En los supuestos previstos en los incisos 2) y 3) será necesario que el agente hubiere reparado el
daño ocasionado o exista un acuerdo con la víctima respecto a la reparación civil.
Si el acuerdo con la víctima consta en instrumento público o documento privado legalizado por
Notario no será necesario que el Juez cite a las partes a que presten su consentimiento expreso
para la aplicación del principio de oportunidad.
Si la acción penal hubiera sido ya ejercida, el Juez podrá, a petición del Ministerio Público, o de la
parte agraviada, dictar auto de sobreseimiento en cualquier etapa del proceso, bajo los supuestos
ya establecidos, en un plazo no mayor de diez días.” (*)
En los delitos de lesiones leves, hurto simple y apropiación ilícita de los artículos 122, 185 y 190
del Código Penal y en los delitos culposos, en los que no haya pluralidad de víctimas o concurso
con otro delito, antes de formalizar la denuncia penal, el Fiscal citará al imputado y a la víctima
para proponerles un acuerdo reparatorio. Si ambos convienen en el mismo, el Fiscal se abstendrá
de ejercitar la acción penal. Si el imputado no concurre a la segunda citación o se ignora su
domicilio o paradero, el Fiscal formalizará la denuncia correspondiente. (**)
(*) Artículo vigente conforme a la modificación establecida por el Artículo 1 de la Ley Nº 27664
publicada el 08-02-2002. Este artículo fue modificado por el Artículo Unico de la Ley Nº 27072,
publicada el 23-03-99.
Orlidy Inoa
Si bien es cierto que el CPP dominicano toma como puntos de partida los principios de
Legalidad y Obligatoriedad, no es menos cierto que el mismo no debe ser aplicado de
manera restrictiva dentro de un modelo procesal acusatorio y garantista. Entendemos
que, una vez iniciada la persecución penal, la misma no puede suspenderse o
interrumpirse; no obstante, antes de darle inicio a la misma, se debe considerar aplicar
los demás mecanismos alternativos que el mismo Código establece.
Dentro del sistema jurídico norteamericano, por ejemplo, el fiscal puede, o elevar la
acción, o abstenerse de hacerlo, pudiendo incluso negociar la pena con el imputado,
decidiendo el juez sólo sobre los términos de la negociación (plea bargaining). El
imputado también puede declararse culpable para evitar ser condenado por un hecho
más grave o por una pena mayor (guilty plea). A través del uso de estos mecanismos,
asociados al Criterio de Oportunidad, se resuelve una inmensidad de casos en la
justicia norteamericana. Por otro lado, como bien establece Kent , en el sistema
anglosajón la probation suplanta la prisión sin añadirse a ella, impidiendo que
acreciente la población carcelaria -que es precisamente lo que se procura evitar-, y
aumentando la cuantía de aquéllos a quienes se les brinda la posibilidad de trasponer
los muros correccionales.
Esta visión del proceso penal se enmarca dentro del movimiento reformador difundido
en la década de los 90 en América Latina, cuya principal fuerza fue dejar atrás los
modelos inquisitorios e instaurar un sistema acusatorio que se adaptara a la nueva
conformación del Estado de Derecho, entendido como aquel Estado sujeto al respeto
de las normas legales, a la separación de poderes y a los derechos fundamentales del
ser humano.
En ese orden de ideas, y en el marco del “Décimo Congreso de las Naciones Unidas
sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente” , llevado a cabo en Viena
del 10 al 17 de abril del año 2000, se le hacen a los Estados miembro las siguientes
recomendaciones respecto de las medidas relativas a la justicia restitutiva:
Individual y colectivamente, según proceda, los Estados se esforzarán por apoyar las
medidas siguientes (entre otras):
En ese sentido, el CPP establece claramente que dicho criterio no se aplicará cuando el
máximo de la pena imponible sea superior a dos años, con el objetivo de que el
Ministerio Público no burle las razones objetivas que deben ser observadas para su
otorgamiento. Además, el CPP permite la posibilidad de que la víctima o el imputado
puedan objetar ante el juez la decisión del Ministerio Público de aplicar o negar un
criterio de oportunidad. Se trata, pues, de una discrecionalidad del Fiscal, pero siempre
ajustada a una serie de reglas claras.
Como puede verse, estos criterios tienen mucho mayores posibilidades de conseguir
una mejor y más rápida adaptación del individuo a la vida en sociedad, muy por
encima de la prisión, y muestra de ello es que la tendencia actual se ha inspirado en un
humanitario impulso que se deriva, en buena medida, de una conciencia cada vez más
acentuada, con propicio respaldo en los inconvenientes que exhibe la reclusión
tradicional, y en la aparición de teorías y enfoques de tratamiento distintos para
suplantar lo que se ha llamado la “prisionización” del individuo .
Principio de oportunidad
Christian Salas Beteta (*)
La finalidad del presente artículo consiste en que, al terminar de leerlo, usted pueda
comprender que existe una alternativa rápida, económica y poca conocida de solucionar un
asunto de índole penal.
¿Qué ocurre ante la comisión de un hecho delictivo de menor gravedad? Bueno, primero, me
refiero a aquéllos hechos ilícitos que no afectan gravemente el interés público, es decir,
delitos cuyos efectos no trascienden en la sociedad, como por ejemplo: hurto simple,
apropiación ilícita, lesiones leves o culposas, delitos informáticos, etc. Dicho esto,
respondamos a la interrogante inicial, tras la comisión de un delito, el hecho es puesto en
conocimiento de la autoridad competente, siendo (la mayoría de la veces) la policía quien
lleve a cabo las investigaciones preliminares, bajo la dirección del Fiscal, quien, una vez
culminadas, analizará la misma y, según corresponda, procederá a formalizar la denuncia
penal ante el Juez, o archivará el caso u ordenará la ampliación de la investigación o dispondrá
la aplicación del Principio de Oportunidad.
Detengámonos en este punto. Alternativas del Fiscal tras culminar la investigación preliminar:
a) Formalizar denuncia penal ante el Poder Judicial. Ello se hará cuando se haya acreditado la
existencia del delito, la individualización del o de los autores y partícipes, así como, la
vinculación de éste con la comisión del delito. b) Archivar el caso. Cuando el hecho no
constituya delito, no se haya individualizado al presunto autor, o, identificado éste, no sea
posible relacionar su conducta con la comisión del delito, o cuando el delito haya prescrito.
c) Ordenar la ampliación de la investigación. Cuando, a criterio del fiscal, las diligencias
realizadas no hayan sido suficientes para esclarecer los hechos. d) Aplicar el Principio de
Oportunidad.
Es, pues, a este tema al que me abocaré en adelante. Comencemos definiéndolo. El Principio
de Oportunidad es la facultad que tiene el Ministerio Público, como titular de la acción penal
pública, de abstenerse de su ejercicio, o en su caso, de solicitar ante el órgano jurisdiccional
el sobreseimiento de la causa, bajo determinados requisitos previstos por la ley, pudiendo
ser éstos concurrentes o excluyentes entre sí:
Que, el delito sea insignificante o poco frecuente y, que a su vez, estos no afecten gravemente
el interés público. También llamados delitos de bagatela o de poca monta. La pena privativa
de libertad debe estar conminada en su extremo mínimo, por no más de dos años;
4) Mínima Culpabilidad
6) Obligación de Pago
Que, el imputado haya cumplido con el pago total de la reparación civil, esto es la restitución
del bien, o en su caso el pago de su valor, y además la indemnización por los daños y
perjuicios; o en todo caso, se hayan puesto de acuerdo el referido imputado con la parte
agraviada. Cabe precisar que en los casos de falta de necesidad de pena no es necesario la
exigencia del pago de la reparación civil.
“El Ministerio Público, con consentimiento expreso del imputado, podrá abstenerse de
ejercitar la acción penal en cualquiera de los siguientes casos:
1. Cuando el agente haya sido afectado gravemente por las consecuencias de su delito y la pena
resulte inapropiada.
En los supuestos previstos en los incisos 2) y 3) será necesario que el agente hubiere reparado
el daño ocasionado o exista un acuerdo con la víctima respecto a la reparación civil.
En los delitos de lesiones leves, hurto simple y apropiación ilícita de los artículos 12º, 185º y
190º del Código Penal y en los delitos culposos, en los que no haya pluralidad de víctimas o
concurso con otro delito, antes de formalizar la denuncia penal, el Fiscal citará al imputado y
a la víctima para proponerles un acuerdo reparatorio. Si ambos convienen en el mismo, el
Fiscal se abstendrá de ejercitar la acción penal. Si el imputado no concurre a la segunda
citación o se ignora su domicilio o paradero, el Fiscal formalizará la denuncia
correspondiente."
Es así, pues, que en el Perú, como en gran parte de América Latina, el Principio de
Legalidad es la regla general, en tanto que la misma ley es la que señala los
presupuestos en los que el Ministerio Público puede prescindir del ejercicio de
la acción penal. A eso se denomina el sistema de Principio de Oportunidad Reglado.
Continuando con la legislación peruana, supongamos que dos personas se encuentran
en una actividad social, una fiesta, y producto de la ingesta de alcohol se suscita una
gresca, en la que uno de ellos golpea al otro, causándole lesiones. El hecho es
denunciado y llega a conocimiento del Fiscal. ¿Cabría la aplicación del Principio de
Oportunidad? ¿Porqué? Se acreditó la comisión del delito? Se evidencia la
vinculación del accionar del imputado con su realización? El delito es de menor
gravedad o bagatela?,… bien, la respuesta es obvia. El Fiscal puede dar inicio al
trámite para aplicar el Principio de Oportunidad, pero falta algo importante… el
consentimiento del imputado. Lo que se hará será citar al autor para que exprese su
aceptación o negativa con el referido trámite, de forma tal que, si acepta, el Fiscal
procurará que aquél y el agraviado arriben a un acuerdo económico por concepto de
reparación civil por los daños y perjuicios ocasionados, y si se niega, pues, se dará
inicio al proceso penal a nivel judicial.
Espero que a este nivel de la lectura, todo vaya quedando claro. Pasemos ahora a analizar las
razones que justifican la adopción del Principio de Oportunidad en las distintas legislaciones.
Actualmente, el proceso penal propio del Estado Democrático de Derecho tiene por fines
tanto la satisfacción de los intereses del Estado en la aplicación del ius puniendi como el
resguardo del derecho a declarar la libertad del ciudadano inocente, la reparación de la
víctima y la reinserción del imputado. Entonces, pues, la aplicación de los Criterios de
Oportunidad en nuestro ordenamiento procesal penal armoniza, indiscutiblemente, con tales
fines.
Es así que, sólo tratándose de casos en los que se produce una mínima afectación a los bienes
jurídicos o cuando la responsabilidad del imputado resulta escasa, el Fiscal, autor y víctima
del delito pueden decidir sobre la apertura del proceso. Aquéllos, pues, se hallan facultados
para negociar acerca del no ejercicio de la acción penal a cambio del otorgamiento de una
reparación por el daño ocasionado, tomando en cuenta los intereses reparatorios a la víctima.
Abriéndose, de esta manera, un espacio para el concenso en el campo penal.
Las razones que cada legislación tiene para incluir el Principio de Oportunidad a su
ordenamiento procesal penal varían según las realidades de cada país, como por ejemplo: la
búsqueda de la eficacia del sistema a través de una selectividad controlada de los casos que
merecen el concurso del derecho punitivo, favorecer el derecho a un proceso sin dilaciones
indebidas, la búsqueda de la celeridad procesal, la revitalización de los objetivos de la pena,
la ratificación del Principio de Igualdad, la finalidad de obtener la rápida indemnización de la
víctima, evitar los efectos criminógenos de las penas cortas privativas de libertad, contribuir
a la consecución de una justicia material por sobre la formal, entre otros.
NOTA:
Para mayor información se recomienda recurrir a las siguientes fuentes bibliográficas y del
Internet:
http://ofdnews.com/comentarios/820_0_1_0_C/
http://ofdnews.com/comentarios/865_0_1_0_C/
http://ofdnews.com/comentarios/894_0_1_0_C/
http://ofdnews.com/comentarios/899_0_1_0_C/
http://ofdnews.com/comentarios/1008_0_1_0_C/
http://ofdnews.com/comentarios/1068_0_1_0_C/
http://www.monografias.com/trabajos16/principio-de-oportunidad/principio-de-
oportunidad.shtml
(*) Abogado egresado de la Universidad Privada San Juan Bautista. Asistente en Función Fiscal –
Ministerio Público – Fiscalía de la Nación de la República del Perú. Arbitro de Derecho registrado en
APECC. Conciliador. Editor en OFDnews.com
E-mail: christiansalas80@hotmail.com
I. BREVE INTRODUCCIÓN
No hay que olvidar que después de 1991 se hicieron algunas modificaciones al texto del artículo
2° con la Ley N° 27072, del 23 de marzo de 1999, y la Ley N° 27664 del 08 de febrero de 2002, el
primero que enfatiza “... exista un acuerdo con la víctima respecto a la reparación civil”, y el
segundo que agrega: “Si el acuerdo con la víctima consta en instrumento público o documento
privado legalizado por Notario no será necesario que el juez cite a las partes a que presten su
consentimiento expreso para la aplicación del principio de oportunidad. Si la acción penal
hubiera sido ya ejercida, el juez podrá, a petición del Ministerio Público, o de la parte agraviada,
dictar auto de sobreseimiento en cualquier etapa del proceso, bajo los supuestos ya establecidos,
en un plazo no mayor de diez días”. En efecto, estos son los antecedentes pre legislativos que
inspiran al legislador del Nuevo Código Procesal Penal del 2004 para continuar su positivización
en el artículo 2° del Libro Primero, que faculta al Ministerio Público abstenerse del ejercicio de la
acción penal en casos especiales.
Respecto a la definición del principio de oportunidad, Pedro Miguel ANGULO ARANA sostiene
que lo que genera la oportunidad es un procedimiento de abstención fiscal de ejercitar la acción
penal, en virtud del cual, vía la aplicación de alguno de los criterios de oportunidad concretos, el
fiscal se apartará discrecionalmente de su función persecutoria, ofreciendo al inculpado, una
propuesta conciliatoria que, finalmente, de ser aceptada, culminará con resolución final que
tendrá el carácter de irrevisable . Otra definición que recogemos es la del doctor Jorge ROSAS
YATACO que apunta, en suma, la conceptuación del principio de oportunidad implica la
abstención del ejercicio de la acción penal por parte del representante del Ministerio Público,
cuando ocurra alguna de las circunstancias taxativamente señaladas en la ley .
El profesor chileno MAURICIO DUCE enseña que se trata de la facultad que se otorga a los fiscales
para cerrar aquellos casos en los que, aún habiendo antecedentes para investigar o incluso
acusar, se considere que los hechos son de una gravedad muy reducida y no comprometen
gravemente el interés público . Nosotros consideramos en definitiva, que el principio de
oportunidad es una institución procesal que se aplica facultativa y discrecionalmente por el
Ministerio Público, extra o intra proceso, y que se concreta con la resolución de abstención del
ejercicio de la acción penal o con la petición al juez del sobreseimiento del proceso ya
promovido, en delitos de mínima lesividad y que no comprometen gravemente el interés público.
III. CLASIFICACIÓN
Este rubro nos ayudará a ubicar la clase o el sistema que adopta el legislador peruano sobre el
principio de oportunidad. Así, tenemos que el sistema guarda relación con la facultad que en
cada país se otorga al fiscal para perseguir el delito a través de una oportunidad libre, propia del
derecho anglosajón o una oportunidad reglada o atenuada, que se aplica en el derecho europeo
continental.
a) Oportunidad Libre
Es el que se aplica en el derecho anglosajón, que en opinión de CAFFERATA NORES el fiscal sólo
lleva a juicio aquello que puede “ganar” logrando una condena, por lo que si no existe tal
posibilidad, no hay acusación, o que para lograr la condena se permitan negociaciones que
pueden llevar a su impunidad parcial, o la de los otros delitos cometidos.
Según MELGAREJO BARRETO en la oportunidad libre el fiscal ejerce las facultades persecutorias
con una ilimitada discrecionalidad; por cuanto se ignora el principio de legalidad, dando lugar al
principio de oportunidad que debe aplicarse como regla absoluta y casi obligatoria. No se admite
siquiera que el Fiscal pueda ser obligado a perseguir un caso de un hecho delictivo, éste tiene un
amplio rango de discreción, hasta el punto que se le faculta si puede ordenar una investigación
sobre un caso concreto o no, decidir si se inicia formalmente la persecución; si negocia con el
imputado, elegir los cargos que se formula, donde y cuando, sin sujetarse a ninguna regla
preexistente.
El sistema procesal penal de Estados Unidos tiene un sistema de oportunidad libre que se basa en
una negociación jurídica del caso o plea bargaining entre el fiscal y el acusado. El plea bargaining
consiste en concesiones que el fiscal hace a cambio de la aceptación de responsabilidad del
imputado, aceptación que significa la renuncia al juicio. Las concesiones pueden consistir en la
imposición de una condena leve por el hecho efectivamente cometido, o bien en la imputación
de menos cargos o un cargo menor que el efectivamente cometido, o una combinación de
ambos. El beneficio para el imputado es una pena menor que la que obtendría si el jurado lo
declarara culpable, pues la decisión de ir a juicio aumenta la pena en un porcentaje promedio
que hace unos años era el 40 %. Si bien la Constitución estadounidense establece el derecho a ser
juzgado por un jurado imparcial, casi ningún imputado hace uso de ese derecho, dado que el 90
% se declara culpable antes de correr el riesgo de ir a juicio por un hecho más grave o por una
pena mayor .
Estas son pues las características particulares del derecho penal anglosajón, con especial
referencia al derecho norteamericano, por ser éste donde tiene su origen el principio de
oportunidad, que posteriormente fue adoptado por el derecho europeo continental, y finalmente
acogido por el artículo 2° de nuestro Código Procesal Penal.
b) Oportunidad reglada
Esta modalidad de principio de oportunidad, como ya dijimos, es propia del derecho continental
europeo, que implica que es la norma la que va a establecer los presupuestos legales para la
factibilidad o no de su aplicación. El Perú, en ese sentido, adopta la línea de la discrecionalidad
reglada al facultarse al fiscal la abstención del ejercicio de la acción penal a través del Código
Procesal Penal de 1991 y del 2004. En efecto, la predeterminación normativa regula y limita el
ámbito de acción que el fiscal debe tener en cuenta para la aplicación justificada del principio de
oportunidad.
El profesor y fiscal PEDRO ANGULO ARANA apunta que el principio de oportunidad reglado es
aquel que faculta al fiscal ante determinados conflictos penales, a abstenerse de ejercitar la
acción penal o solicitar el sobreseimiento del proceso existente, en caso de haberlo promovido,
fundamentándose en principios de interés social, logrando la composición social, mediante la
aplicación de la equidad, previa la concurrencia de ciertos requisitos señalados en la ley .
En una sociedad con una cultura altamente litigiosa, conflictiva y audaz para denunciar, que
quiere servirse del Ministerio Público por causas irracionales y sin asidero penal, se debe oponer
resistencia con una política de persecución penal eficaz y eficiente que coadyuve a la solución de
la conflictividad con una gestión selectiva y discrecional.
La eficacia en la persecución penal tiene una seria dificultad en el clásico principio de legalidad
procesal o de indeclinabilidad. La idea de que el principio de legalidad implica la investigación de
todos los delitos, hasta las últimas consecuencias, no resulta clave para la vigencia práctica de un
sistema de justicia acorde con una adecuada y eficiente política criminal que adopte el Ministerio
Público.
El principio de legalidad procesal, tal como lo entiende BOVINO, impone a los órganos estatales
correspondientes el deber de promover la persecución penal en todos los casos en que se tenga
conocimiento de una noticia acerca de la posible comisión de un hecho punible de acción pública.
Pero la cuestión de que el Ministerio Público deba investigar todos los delitos es un tema
superado y criticado en la doctrina procesal contemporánea. CAFFERATA NORES enseña que el
principio de legalidad sufre sus más severas críticas desde la óptica de su aplicación práctica y allí
nos encontramos con que por encima de lo que manda la ley, en verdad no tiene vigencia. La
realidad indica que, en el mundo, no hay sistema judicial que pueda dar tratamiento a todos los
delitos que se cometen; ni siquiera a los que a él ingresan. En la actualidad se admite que el
principio de legalidad procesal no sólo carece de fundamentos teóricos y de posibilidades de
realización efectiva sino que, además, contribuye a la generación y consolidación de prácticas
aberrantes en el marco de la justicia penal.
En el Perú se gastan grandes recursos al tratar de investigar todos los delitos sin tener en cuenta
una efectiva selección de causas; contratos que se quieren criminalizar, “usurpaciones” que
generalmente son actos netamente civiles, persecución de delitos ininvestigables y donde a veces
la propia víctima no tiene interés en la persecución, complican las investigaciones de graves
delitos que a la larga van a fotografiar a una fiscalía débil, sin una adecuada política de
racionalización de recursos y que ante la sociedad pierde credibilidad; pero a pesar que el fiscal
conoce que esas denuncias no tienen destino, apela muchas veces a la persecución penal pública
absoluta e irrestricta, y en vez de sincerar su decisión con un archivo, dispone hasta ampliaciones
de investigación generando falsas expectativas al otorgar a los denunciantes una apariencia
inmoral de legalidad. Así se genera la existencia de la eterna sobrecarga procesal. Ello explica el
porqué tenemos que diferenciar los casos conducentes - relevantes y los inconducentes y sin
futuro; en otras palabras, debemos orientar los recursos en perseguir delitos investigables como
los homicidios, los delitos de corrupción o violaciones, en vez de perseguir delitos irrelevantes e
inconducentes que solo van a incrementar el gasto público, distrayendo horas - hombre que
deben destinarse, con mejores réditos, a casos conducentes, graves y de suma complejidad.
Pero la selectividad no solo reclama una gestión efectiva de micropolíticas por parte del fiscal en
particular; también es fundamental para la gestión de los órganos de gobierno del Ministerio
Público. Una muestra de gestión macro compatible con categorías auténticas de maximización de
recursos es la directiva 01-2006-FN-MP que exige un compromiso a los fiscales para que incidan
en la aplicación del principio de oportunidad y para que los fiscales provinciales participen
directamente en las investigaciones. Un punto crítico que indirectamente afecta la gestión de la
conflictividad es el problema de las verificaciones de insumos químicos fiscalizados que repercute
en la pérdida de horas-hombre y que deteriora el aspecto funcional de la persecución del delito
al tener que participar el fiscal como “fedatario” de los actos administrativos que generalmente,
sin ser delitos, tienen que efectuarse con la intervención de los fiscales penales y mixtos, que
naturalmente van a distraer tiempo valioso en detrimento de la persecución de verdaderos
delitos que ponen en peligro la seguridad pública.
En este contexto, la selectividad se erige como el criterio discrecional y funcional, que ha hecho
del principio de legalidad procesal un principio censurable que en la justicia penal de hoy ha
perdido vigencia práctica. Desafortunadamente, habrá quienes dirán que todos los delitos deben
ser investigados en base al principio de igualdad y no discriminación, desde el menos grave al
más grave. Pero ¿Será razonable que las instituciones estatales como el Ministerio Público y el
Poder Judicial orienten sus recursos a investigar delitos inconducentes y sin futuro? Haciendo un
análisis económico del derecho, evidentemente que no. En consecuencia, la selección de causas
se encuentra inmersa en la viabilidad de los procesos de reforma que tienen en el principio de
legalidad procesal un burócrata enemigo de la eficiencia.
El artículo 2° del Nuevo Código Procesal Penal promulgado el 29-07-2004, vía Decreto Legislativo
N° 957, señala los casos en que el Ministerio Público de oficio o a pedido del imputado y con su
consentimiento expreso, podrá abstenerse de ejercitar la acción penal. Lo destacable de este
mecanismo procesal es que resulta ser un importante filtro que apunta a la descarga procesal en
el sistema y que en concordancia con el Derecho penal sustantivo y la política criminal estatal,
implica la aplicación del principio de última ratio del Derecho penal. La regulación normativa
antes expuesta requiere para la aplicación del principio de oportunidad los siguientes
presupuestos generales: a) causa probable de la comisión del delito y su vinculación con el
imputado; y, b) consentimiento expreso del imputado. Pero, según el caso, se requiere el
cumplimiento de presupuestos específicos: a) falta de necesidad de pena; b) falta de
merecimiento de pena; c) mínima culpabilidad; d) pago de la reparación civil o acuerdo con el
agraviado en ese sentido; y, e) que el beneficiado no sea funcionario público que cometió el
delito en el ejercicio de su cargo. Conviene advertir que, la aceptación expresa del imputado para
que se le aplique el principio de oportunidad tiene efecto vinculante para el fiscal.
Desde el ámbito constitucional, podemos apreciar que el principio de oportunidad no tiene rango
constitucional; situación diferenciada con algunos países latinoamericanos como Colombia que
en el artículo 250º de su Constitución Política prevé el deber de la persecución penal, salvo en los
casos que establezca la ley para la aplicación del principio de oportunidad regulado dentro de la
política criminal del Estado, pero con sometimiento a un control de un juez de garantías.
Pedro ANGULO ARANA resalta las novedades positivas y las dudosamente positivas del principio
de oportunidad en el Nuevo Código Procesal Penal. Se imposibilita la aplicación de los criterios a
favor de funcionarios públicos que incurren en delitos en el ejercicio de su cargo. Resulta
importante que la inasistencia del agraviado no paralice el procedimiento, pues aquel por
diversas razones podría no desear concurrir a la diligencia. El fiscal se advierte que asume un rol
de tutela del interés del agraviado pues deberá fijar la reparación y además el plazo de pago
cuando sea ello necesario. Entre las dudosamente positivas dice que el plazo de 9 meses nos
parece un límite demasiado subjetivo y que podría echar por tierra algunas buenas voluntades
que razonablemente no podrían ajustarse a él. Comprendemos la preocupación porque pueda
existir malicia en las tratativas y paralelamente porque avance el plazo de prescripción. A nuestro
entender, podría suspenderse excepcionalmente el que corra el plazo de prescripción de los
delitos en caso que se está intentando la aplicación del principio de oportunidad. También
podrían establecerse normas sancionadoras del mal uso del instituto .
En relación a las disposiciones internas que existen en el Ministerio Público tenemos la Circular
N° 006-95-MP-FN de noviembre de 1995 en el que se señalan las pautas que deben seguir los
fiscales para aplicar el principio de oportunidad. Sin embargo, el 12 de junio de 2005 se publica el
Reglamento de Aplicación del Principio de Oportunidad por Resolución de la Fiscalía de la Nación
N° 1470-2005-MP-FN.
Este reglamento trae dos aspectos sumamente importantes: el primero, relacionado con la
acertada medida de buscar la generación de recursos propios para el Ministerio Público,
señalándose que en cualquiera de los casos, en la misma audiencia, el Fiscal hará de
conocimiento del imputado que deberá abonar, el equivalente al 10 % del monto acordado o
fijado para la reparación civil, con la finalidad de cubrir los gastos de administración y los
incurridos en la aplicación del principio de oportunidad, a favor del Ministerio Público. Se trata de
una acertada medida que como reiteramos marca el inicio de la política de generación de
recursos propios para el Ministerio Público al igual como sucede con el Poder Judicial.
El segundo aspecto guarda relación con el plazo del pago de la reparación civil, que para los casos
que dicha reparación sea fijada por el fiscal, el plazo no podrá exceder los seis meses. Aquí no
habría una correspondencia entre el Reglamento y el Decreto Legislativo N° 957, pues en el
artículo 2° inciso “3” del Nuevo Código Procesal Penal se establece un plazo de nueve meses.
Una revisión de los datos estadísticos existentes sobre la aplicación del principio de oportunidad
en el Perú nos va a mostrar una decepción en números en lo que se refiere a su vigencia práctica.
Los resultados son nada significativos pues no se alcanza siquiera el 4 % de aplicación sobre las
denuncias que ingresan al Ministerio Público a nivel nacional. Esto nos debe llamar la atención
para no caer en el fetichismo legal que no es más que creer que la norma o en este caso un
Código Procesal Penal moderno va a cambiar todo lo negativo del sistema.
PABLO SANCHEZ VELARDE al efectuar un análisis crítico de esta institución dice que los informes
estadísticos son muy claros pues permiten medir la intensidad de su aplicación. Así por ejemplo,
en el año de 1999 han ingresado como denuncias al Ministerio Público un número total de
185,506 y se ha aplicado el principio de oportunidad sólo en 799 casos, es decir, el 0.43 %. En el
mismo año, un trabajo de investigación de campo realizado en seis fiscalías provinciales penales
de Lima, revela que de un total de 4,613 denuncias ingresadas, sólo en 91 casos se promovió la
aplicación del principio de oportunidad y de ellas sólo 13 fueron archivadas en virtud de dicho
principio . Ahora bien, haciendo un contraste con las estadísticas de Colombia tenemos que para
el año 1999 se aplicó el principio de oportunidad en 10.159 casos . En Chile, para el universo de
los casos recepcionados durante el primer semestre de 2001, se aplicó en ese mismo periodo un
criterio de oportunidad en 5.981 casos .
Evidentemente, las estadísticas antes citadas reflejan una subutilización del principio de
oportunidad en nuestro país. No obstante, en los últimos años, específicamente en el año 2006
ingresaron al ministerio público 184,067 denuncias a nivel nacional aplicándose el principio de
oportunidad en 4,770 casos lo que arroja un 2.59 %; a septiembre de 2007 el índice de aplicación
se incrementa a un 3.21 %; índices porcentuales aún bajos esperándose que se continúe con la
tendencia del crecimiento si se tiene en cuenta que el proceso de reforma concluye con Lima
metropolitana en el año 2012. Lo expresado invita a una reflexión a fin de determinar cuál es la
problemática de esa escasa aplicación práctica de la oportunidad. En este apartado vamos a
señalar sólo dos factores que creemos son los que más influyen para que no se aplique el
principio de oportunidad por los señores fiscales.
1. Falta de compromiso con sus ventajas: El fiscal de los distritos judiciales donde aún no se ha
implementado el nuevo sistema acusatorio no aplica el principio de oportunidad porque la
sobrecarga procesal que existe en su Despacho lo satura. Ante esta real situación, al fiscal le
resulta más conveniente formalizar la denuncia penal antes de acudir a la aplicación del principio
de oportunidad, logrando por un lado disminuir momentáneamente su carga procesal, pero por
otro, que es lo más grave, trasladar dicha carga a todo el sistema penal, con costos innecesarios
para el Estado.
2. Problemas estructurales: Consideramos que el Ministerio Público debe destinar recursos para
la creación de Fiscalías Especializadas en Principio de Oportunidad o de Terminación Temprana
en todo el país; debiéndose tener en cuenta que resulta necesario ventilar el tema de las
notificaciones que precisamente es uno de los problemas mayores que imperativamente debe
ser reestructurado.
CHRISTIAN SALAS BETETA afirma que algunos despachos se muestran incómodos al aplicar el
principio de oportunidad a los presupuestos obligatorios, debido a que conforme muchos
afirman “llevar a cabo dicho trámite les causa un retraso en la carga laboral”, ya que el imputado
no se presenta a las citaciones efectuadas, o no es ubicado; en la Audiencia de Acuerdo, el
imputado no acepta la aplicación del principio de oportunidad, o dicha diligencia se frustra por la
inconcurrencia de alguno de los involucrados, o porque no se arribó a un acuerdo, o habiéndose
suscrito el acuerdo, el obligado no cumple con cancelar la reparación civil convenida. Lo cual es
consecuencia de los problemas fundamentales, como son a) El asesoramiento “convenido” de
algunos abogados; b) La “cultura del litigio y venganza”, tan arraigada en nuestra sociedad, que
influye en la decisión de los involucrados en un hecho de índole penal (de leve afectación al
interés público), de acudir al Poder Judicial a efectos del juicio, en búsqueda de la sanción al
responsable, dejando de lado muchas veces la reparación económica del daño causado. Lo que
algunos abogados aprovechan para arrastrar a su cliente al largo proceso penal, olvidándose que
un acto de justicia permite cerrar un caso, en tanto que un acto de venganza abre muchos otros.
Lo que a su vez, deviene del desconocimiento de la ciudadanía de los reales alcances del principio
de oportunidad.
VII. A MODO DE CONCLUSIÓN
Si existen problemas de estructura así como la aparente falta de compromiso de una parte de los
fiscales de la república con los beneficios que otorgan los criterios de oportunidad, si somos
concientes de la existencia del asesoramiento convenido de algunos abogados y que rige la
“cultura del litigio” que impera en el sistema, que son el botón que muestra algunos obstáculos
que impiden una aplicación exitosa del principio en comentario, parece plausible indicar que los
extraordinarios resultados obtenidos en países latino americanos con el nuevo sistema
acusatorio, abogan para que se insista en dar a conocer a los fiscales peruanos lo beneficioso que
resulta aplicar este principio y reformular con eficacia y eficiencia el sistema de administración de
justicia en el país. No obstante, ante la vigencia del Nuevo Código Procesal Penal iniciado en
Huaura en el 2006 y que concluirá con Lima, Lima Norte y Callao en el año 2012, consideramos
como primera medida, que el Ministerio Público debe tomar decisiones inmediatas para
racionalizar recursos y convertir o crear fiscalías especializadas en Salidas Alternativas o de
Terminación Temprana en los Distritos Judiciales donde aún no se ha implementado el nuevo
sistema acusatorio oral, con la finalidad que, desde ya, se coadyuve a la descongestión de la
sobrecarga procesal actual y a la mejora de la persecución penal, en el sentido de contribuir
eficazmente a la solución de los conflictos y al logro de la paz social.
BIBLIOGRAFIA:
No consideramos que cuando se hable de servicios en la administración pública se siga
enfatizando en lo que se denomina “servicio público”, debemos poner énfasis en el “servicio al
público” que es una noción más inclusiva y actual.
PEDRO MIGUEL ANGULO ARANA: El principio de oportunidad en el Perú- Editorial PALESTRA,
Lima, 2004, Pág. 72.
JORGE ROSAS YATACO: Derecho Procesal Penal; Doctrina-Legislación-Jurisprudencia-Modelos;
Jurista Editores, Lima, 2005, Pág. 253.
MAURICIO DUCE J. Y CRISTIAN RIEGO R: Introducción al Nuevo Sistema Procesal Penal-Volumen
1; Universidad Diego Portales-Chile, 2002, Pág. 206.
Ibid. pp. 33-34.
PEPE MELGAREJO BARRETO: El principio de oportunidad en el Nuevo Código Procesal Penal;
Jurista Editores; Lima 2006; Pág. 103.
HELIODORO FIERRO-MENDEZ: Sistema procesal penal de EE.UU. – Guía elemental para su
comprensión. Grupo Editorial Ibáñez; Colombia, 2006; Pág. 101.
PEDRO ANGULO ARANA: La función del fiscal – Estudio comparado y aplicación al caso peruano.
El fiscal en el nuevo proceso penal. Jurista Editores; Lima 2007; Pág. 256.
ALBERTO BOVINO: Principios políticos del procedimiento penal; Editores del Puerto s.r.l; Buenos
Aires, 2005; Pág. 15.
JOSE I. CAFFERATA NORES: Cuestiones actuales sobre el proceso penal; Editores El Puerto s.r.l;
2005; Pág. 28.
ALBERTO BOVINO; idem; Pág. 22. Este autor reconoce que la transformación del modelo de
enjuiciamiento penal implica abandonar el rígido principio de legalidad procesal.
Art. 250º: La Fiscalía General de la Nación está obligada a adelantar el ejercicio de la acción penal
y realizar la investigación de los hechos que revistan las características de un delito que lleguen a
su conocimiento por medio de denuncia, petición especial, querella o de oficio, siempre y cuando
medien suficientes motivos y circunstancias fácticas que indiquen la posible existencia del
mismo. No podrá, en consecuencia, suspender, interrumpir, ni renunciar a la persecución penal,
salvo en los casos que establezca la ley para la aplicación del principio de oportunidad regulado
dentro del marco de la política criminal del Estado, el cual estará sometido al control de legalidad
por parte del juez que ejerza las funciones de control de garantías. Se exceptúan los delitos
cometidos por miembros de la fuerza pública en servicio activo y en relación con el mismo
servicio….Constitución Política de Colombia; Décima edición; Editorial TEMIS S.A. Bogotá-
Colombia; 2007.
PEDRO MIGUEL ANGULO ARANA: op. cit. Pág. 145 - 148.
PABLO SANCHEZ VELARDE: Manual de Derecho Procesal Penal; Editorial IDEMSA; mayo de 2004;
p. 393.
En este caso cuando se habla de principio de oportunidad se hace referencia a la preclusión de la
investigación y cesación de procedimiento, contenido en el artículo 39 de la Ley 600 de 2000.
LUIS CAMILO OSORIO: En JÖRG STIPPEL-ADRIÁN MARCHISIO –Coordinadores- Principio de
oportunidad y salidas alternativas al juicio oral en América Latina. AD-HOC; Argentina, 2002;
p.244.
La cifra anterior equivale a un 17.2 % de los casos ingresados y a un 36.7 % de los casos
terminados. GUILLERMO PIEDRABUENA RICHARD: En JÖRG STIPPEL-ADRIÁN MARCHISIO; op. Cit.
P. 275.
CHRISTIAN SALAS BETETA: El principio de oportunidad; Diario “El peruano” del martes 12 de julio
de 2005-Pág. 9.
Sumario.
I. Introducción. II. Conceptos Básicos. III. Cuáles son los criterios de oportunidad y
a que delitos son aplicables. IV. Finalidad de los Criterios de Oportunidad. V.
Aplicación del Proceso Inmediato. VI.- Conclusiones Fundamentadas.
Marco Normativo:
Constitución Política del Perú: Arts. 2.2, 24.a, 139.3, 139.9, 139.11.
Código Procesal Penal: Arts. 446 y siguientes.
Código Procesal Penal Modelo para Ibero América.
I. INTRODUCCIÓN
La figura de los acuerdos reparatorios son relativamente nuevos para nuestra dicción legal
en el Perú, sus orígenes lo encontramos al nacimiento del sistema penal acusatorio
garantista.
Figura que ni de asomo estaba en el antiguo sistema inquisitivo que nació bajo la influencia
de la Iglesia Católica e implica que las funciones de acusación y enjuiciamiento se
encuentran reunidas en una sola persona, el juez, frente al cual el individuo está en
posición de inferioridad2[2], procesos en los cuales no se dio una gran importancia al
derecho de defensa y el imputado era considerado prácticamente un objeto del proceso y
no un sujeto de este, luego aparece el sistema Mixto una mezcla del sistema acusatorio e
inquisitivo que nace a la luz de la Revolución Francesa al cual el Perú se enrumbo y en
donde el proceso penal se divide en dos etapas, el de instrucción, que tenía el carácter de
reservado y el de Juzgamiento que era oral pero con un gran culto a los formalismos y a
la escrituralidad en donde empiezan a aparecer los MASC en la década de los noventa,
en la experiencia peruana.
2[2] CUBAS VILLANUEVA, Víctor, El Nuevo Código Procesal: ¿Revolución Penal? Lima: Justicia Viva, 2004,
p.9.
Los criterios de oportunidad a mi entender en el Perú aparecen a luz del decreto legislativo
638, luego se refuerzan con una serie de normas como la Ley 27664, la Ley 28117, el
decreto legislativo 1112.
De lo expresado líneas arriba tenemos que el sistema Procesal Penal vigente ha ido
avanzando de forma creciente en cuanto a los conocimientos, interpretación y aplicación
de las normas que integran dicho sistema por parte de los operadores de justicia. Sin
embargo la discusión creo que radica en este proceso inmediato que para muchos
restringe derechos de los justiciables e incluso se puede prestar a caprichos en cuanto a
su aplicación que en definitiva irían en desmedro de los intereses sobre todo, de los
imputados, creo yo, que la aplicación de este instituto procesal tiene que ser para cada
caso en concreto y no de forma desmedida y comparto la frase que alguna vez dijo
Abrahán Lincoln “La más estricta justicia no creo que sea siempre la mejor política” y
sinceramente amigos creo que esto es así.
Hay que recordar que cualquier margen de duda en una norma o un tema de interpretación
tiene que ser aplicada bajo el principio pro homine, pues el debido proceso solo es para la
persona humana, si no veamos todos los textos en materia de Derechos Humanos, pues
hay que recordar lo que se dijo en algunos debates en audiencia “Para un Juez garantista
la duda favorece al imputado pero para un juez de tendencia inquisitiva, la duda favorece
al Ministerio Público” y un proceso a decir de Asencio Mellado: “No es otra cosa que un
método de determinación de hechos y responsabilidades y para la consecución de este fin
ha de permanecer en la más absoluta neutralidad (…)”3[3], aspecto que a mi modesto
entender no tiene el proceso inmediato.
3[3] ASCENCIO MELLADO, José María. “La regulación de la prisión preventiva en el Código
Procesal Penal del Perú”. En CUBAS VILLANUEVA, Víctor, DOIG DIAZ, Yolanda y QUISPE
FARFAN, Fanny Soledad. El nuevo proceso penal: Estudios fundamentales. Lima: Palestra, 2005,
p.493.
A. Criterio. Para la Real Academia Española, viene a ser una norma para conocer la
verdad, un juicio o discernimiento4[4].
C. Proceso. Es el medio adecuado del Estado para resolver conflictos a través del
Derecho procesal que establece el orden de los actos (procedimiento) para la
correcta prestación de la actividad jurisdiccional, tal como lo refiere Vescovi.
D. Inmediato. Indica que algo sucede o se realiza enseguida o justo después de otra
cosa, sin pasar tiempo entre ellas.5[5]
4[4] http://lema.rae.es/drae/?val=criterio
5[5] http://es.thefreedictionary.com/inmediato
en sí, vendían a ser los criterios de oportunidad, más no así la terminación anticipada que
es un instituto procesal distinto (proceso especial).
Claux Roxin, define el principio de oportunidad como aquél mediante el cual se autoriza al
fiscal a votar entre elevar la acción o abstenerse de hacerlo -es archivando el proceso-
cuando las investigaciones llevadas a cabo conduzcan a la conclusión de que el acusado
con gran probabilidad, ha cometido un delito6[6].
De otra parte Maria Horvitz, define al acuerdo reparatorio en una institución procesal que
consiste esencialmente en un acuerdo entre imputado y víctima, en que el primero repara
de algún modo que resulte satisfactorio para la segunda las consecuencias dañosas del
hecho que se persigue penalmente.7[7]
6[6] citado por ARMENTA DEU, Teresa: Criminalidad de Bagatela y Principio de Oportunidad, Barcelona,
1991, Pág. 66
7[7] HORVITZ LENON, Maria Ines y LOPEZ MASLE, Julian. Derecho Procesal Penal Chileno, Tomo I, Editorial
Jurídica de Chile, 2002. Pag. 568.
8[8] Citado por CESANO Jose Daniel, El Nuevo Derecho Procesal Penal, ARA Ediciones, Peru 2010, pag. 77.
Dichos criterios de oportunidad en cuanto a su aplicación tienen distinciones, por decirlo
así, el principio de oportunidad de acuerdo al Art. 2.1 se aplica en tres supuestos, siempre
cuando la pena resulte innecesaria y no se afecte de forma grave el interés público:
Cuando exista afectación grave al agente como consecuencia de su delito, siempre que
el delito doloso sea reprimido con pena privativa de libertad no mayor de cuatro años.
Cuando el delito no afecta de forma grave el interés público, salvo que el extremo mínimo
de la pena sea superior a los dos años de pena privativa de libertad o es cometido por
funcionario público en ejercicio de su cargo.
196 (Estafa).
9[9] En mi criterio para plasmarla hoy a la luz de la ley 30078, no se ha debido llamar a acuerdo o principio
de oportunidad en la etapa preliminar o en los 30 días de formalizada la investigación preparatoria, pues
muchos autos de vistas han plasmado de que no es necesario llamar al acuerdo reparatorio o al principio de
oportunidad en la etapa previa como requisito de procedibilidad, pero de aquella necesidad o innecesidad
hablaremos en otra oportunidad, no es el escenario.
10[10] En la Conferencia del Dr. Daniel Van Ness, Primer Congreso de Justicia Restaurativa, San José – Costa
Rica, junio 2006, se ha definido como “La Justicia Restaurativa es una teoría de la justicia que enfatiza la
reparación de los daños causados o revelados por la conducta criminal. Para realizarlo, es necesario usar
procesos cooperativos que incluyen todas las partes que tiene un interés en el delito: víctima, ofensor y
miembros de la comunidad.” Citado por BRENES QUESADA, Carlos. Tesis Justicia Restaurativa “Una
Herramienta para la Solución al fenómeno de la Criminalidad Costarricense” San Jose de Costa Rica. Julio de
2009. Pag. 40.
El proceso inmediato, es un proceso penal especial y además una forma de simplificación
procesal que se fundamenta en la facultad del Estado de organizar la respuesta del
sistema penal con criterios de razonabilidad y eficiencia sobre todo en aquellos casos en
los que por sus propias características, son innecesarios mayores actos de
investigación11[11]. La regulación de este proceso especial está en el Art. 446 del NCPP
y tiene como supuestos de procedencia de que esta es facultad exclusiva del Ministerio
Público la cual la solicita luego de culminada las diligencias preliminares y la pregunta
surge ¿Cuándo finaliza las diligencias preliminares? ¿Cómo se sobre entiende la palabra
“luego”, en tiempo?; el otro supuesto es que se solicite antes de los treinta días de
formalizada la investigación preparatoria.
Cuando se cumple el plazo a que hace referencia el Art. 344.2 del CPP, sin que el
Ministerio Publico amplíe el plazo porque la investigación está en manos de la
Policía y como sucede en muchos casos la Policía no ha puesto en conocimiento
del Fiscal del hecho delictuoso.
Ahora en lo que nos corresponde ¿porque afirmar que es posible aplicar un criterio de
oportunidad en un proceso inmediato? y ¿cuál sería la oportunidad procesal? y ¿Por qué?.
Ahora ya sabemos que el proceso inmediato carece de etapa intermedia y para una
tendencia mayoritaria este es un procedimiento que vulnera el debido proceso y por sobre
todo el principio de imparcialidad, tendencia que comparto, pero, no es materia de análisis.
12[12] http://buscon.rae.es/drae/srv/search?val=luego
Si nos remitimos al Art. 448.2 del CPP, expresa ad litteram que “Notificado el auto que
dispone la incoación del proceso inmediato, el fiscal procederá a formular la acusación, la
cual será remitida por el Juez de la investigación preparatoria al Juez penal competente,
para que dicte acumulativamente el auto de enjuiciamiento y de citación a Juicio y el
numeral 3 precisa que antes de formularse la acusación de ser pertinente a pedido del
imputado puede instarse la iniciación del proceso especial de terminación anticipada y por
interpretación favor rei, si se ha formulado acusación el imputado puede proceder
conforme al Art. 350 porque es el Juez Penal quien pone en su conocimiento la acusación
escrita para que pueda pronunciarse en vista que de acuerdo al Plenario 6-2010 sobre
proceso inmediato quien controla los requisitos que condicionan la validez de la acusación
fiscal conforme al fundamento 18.b, es el Juez del juicio oral y dicho requerimiento que
planteamos debe ser interpuesto al inicio del juico oral, lo contrario sería admitir que esa
acusación ya es una sentencia condenatoria y el juicio oral solo sería una pantalla para
darle legalidad a una futura sentencia condenatoria ya anticipada por la acusación y
recordemos que el derecho penal es siempre como una partida de ajedrez.
Que, en la norma y el propio pleno hay un vacío legal, pero el juez no puede dejar de
administrar justicia por vacio o deficiencia de la Ley y el Juez no está impedido de hacer
aquello que la Ley no prohíbe.
14[14] ORE GUARDIA, Arsenio, Principios del Proceso Penal, Editorial Reforma, Lima, 2011, Pag. 88.
15[15] “El principio de igualdad que garantiza la Constitución opera en dos planos distintos. De una parte,
frente al legislador o frente al poder reglamentario, impidiendo que uno u otro puedan configurar los
supuestos de hecho de la norma de modo tal que se dé trato distinto a personas que, desde todos los
puntos de vista legítimamente adoptables se encuentren en la misma situación, o dicho de otro modo,
impidiendo que se otorgue relevancia jurídica a circunstancias que, o bien no pueden ser tomadas nunca en
consideración por prohibirlo así expresamente la propia Constitución, o bien no guardan relación alguna con
el sentido de la regulación que, al incluirlas, incurre en arbitrariedad y es por eso discriminatoria”.
VI. CONCLUSIONES FUNDAMENTADAS.
Los que no comparten esta tesis de seguro dirán que una vez emitido el auto de
enjuiciamiento es jurídicamente imposible realizar dicha diligencia porque se estaría
vulnerando la forma del nuevo proceso penal y la respuesta es clara “lo mismo, para llegar
a lo mismo” hay que ser razonables.
BIBLIOGRAFIA
1. CUBAS VILLANUEVA, Víctor, El Nuevo Código Procesal: ¿Revolución Penal?
Lima: Justicia Viva, 2004.
4. HORVITZ LENON, Maria Ines y LOPEZ MASLE, Julian. Derecho Procesal Penal
Chileno, Tomo I, Editorial Jurídica de Chile.
5. CESANO Jose Daniel, El Nuevo Derecho Procesal Penal, ARA Ediciones, Peru
2010.
Internet con el uso de las páginas web que se hacen cita en los pies de página de la
presente
1) PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD:
El principio de oportunidad, es la potestad que tiene el Ministerio Público de de abstenerse de
ejercitar la acción penal, o si se hubiese ejercitado ya la acción penal, solicitar ante el órgano
jurisdiccional el archivamiento de la causa, puede hacerlo el fiscal de oficio o a pedido del
imputado, este criterio de oportunidad solo procederá en determinados casos:
a. Cuando el agente haya sido afectado gravemente por las consecuencias de su delito, culposo o
doloso, siempre que este último sea reprimido con pena privativa de libertad no mayor de cuatro
años, y la pena resulte innecesaria.
b. Cuando se trate de delitos que no afecten gravemente el interés Público, salvo cuando el
extremo mínimo sea superior a los dos años de pena privativa de la libertad, salvo que hubieren
sido cometido por funcionario público en el ejercicio de su cargo.
c. Cuando conforme a las circunstancias del hecho y a las condiciones personales del denunciado,
el fiscal puede apreciar que concurren los supuestos atenuantes de los art. 14, 15, 16, 21, 22 y 25
del Código Penal, y se advierta que no existe ningún interés público gravemente comprometido
en su persecución. No será posible cuando se trate de un delito conminado con una sanción
superior cuatro años de pena privativa de libertad o cometido por un funcionario público en el
ejercicio de su cargo.
Para la tramitación de este criterio de oportunidad el Fiscal citará al imputado y al agraviado, con
la finalidad de realizar una audiencia en donde se tratará de llegar a un acuerdo, si el agraviado
no asiste a la citada diligencia el Fiscal está facultado para determinar el monto de reparación
civil que para el caso en concreto corresponda, en caso hubieren asistido las partes a la audiencia
y se hubiese llegado a un acuerdo sobre la reparación civil, pero no hubiese ocurrido lo mismo en
cuanto al plazo para hacer el pago efectivo, el Fiscal lo fijará, el cual no excederá los nueve
meses, cabe mencionar además que de existir un plazo para el pago de la reparación civil, se
suspenderán los efectos de la decisión de abstención hasta su efectivo cumplimiento, de no
producirse el pago en el plazo convenido, se dictará la correspondiente disposición para la
promoción de la acción penal, mediante resolución inimpugnable..
Cuando el investigado y el agraviado hayan arribado a un acuerdo y este conste en un
instrumento público o documento privado legalizado notarialmente, no será necesaria la
realización de la diligencia de acuerdo.
Los efectos subsecuentes del principio de oportunidad, al haberse satisfecho la reparación civil, el
Fiscal expedirá una disposición de abstención de ejercitar la acción penal, esta disposición
impide, bajo sanción de nulidad que otro fiscal pueda promover u ordenar, que otro fiscal pueda
promover y ordenar que se promueva acción penal por una denuncia que contenga los mismos
hechos.
El principio de oportunidad constituye una herramienta importante en la aplicación de una
justicia penal restaurativa, cuya finalidad entre otras esta la de mejorar la administración de
justicia, descongestionando los despachos judiciales, auxiliando de manera célere y eficaz a la
víctima del delito, evitando la estigmatización de aquellos que habiendo cometido delitos
culposos sean sometidos a sendos procesos penales, aplicando los principios de ultima ratio, y el
de mínima intervención, interviniendo el derecho penal como último recurso, reservando tal
intervención para hechos que afecten gravemente el interés público, en aquellos casos en que
sea estrictamente necesario, es decir en aquellos casos donde no queden otros medios para la
protección social, reafirmando pues la subsidiariedad del derecho penal, frente a otras ramas del
ordenamiento jurídico.
2) ACUERDOS REPARATORIOS:
Este novedoso criterio de oportunidad, que nos ha traído el Decreto Legislativo N° 957 – CPP,
guarda cierta similitud con el Principio de oportunidad, pues también constituye un medio
alternativo de solución de conflictos penales, la cual se encuentra contemplada en los numerales
6) y 7) del Art. 2° del C.P.P., a diferencia del principio de oportunidad esta puede proponerse, por
el Fiscal, el investigado o por la propia víctima, la otra diferencia saltante es que en el caso de
delitos dolosos se especifican en numerus clausus los delitos en los que se puede aplicar este
criterio de oportunidad, entre los cuales tenemos: Lesiones (Art. 122 C.P.), Hurto Simple (Art. 185
C.P.), Hurto de uso (Art. 187), Hurto de Ganado tipo base (Art. 189 – A), Apropiación Ilícita (Art.
190), Sustracción de bien propio (Art. 191), apropiación irregular (Art. 192), Apropiación de
prensa (Art. 193), estafa (Art. 196) Defraudación (Art. 197), Fraude en la Administración de
personas jurídicas(Art. 198), Daños simples (Art. 205), y Libramientos indebidos (Art. 215); así
como en los delitos culposos.
El Fiscal citará a una audiencia de acuerdo entre las partes y propondrá un acuerdo reparatorio
entre el investigado y el agraviado, de haber si procede el acuerdo el fiscal se abstendrá de
ejercitar la acción penal, en el caso de que la acción penal hubiera sido promovida (entiéndase
estado de investigación preparatoria), el Juez de investigación preparatoria a solicitud del fiscal y
con la aprobación del imputado y citación del agraviado, podrá dictar auto de sobreseimiento,
hasta antes de que se hubiere formulado la acusación, en el caso de los acuerdos reparatorios al
tratarse de un acto jurídico arribado de manera consensuada, basta la presentación del acuerdo
en un instrumento público o privado legalizado notarialmente, para que el Juez dicte auto de
sobreseimiento.
En el caso de los acuerdos reparatorios estos no procederán cuando haya pluralidad de
importante de víctimas o concurso con otro delito, este criterio de oportunidad al igual que el
anteriormente señalado, constituye una herramienta con el cual cuenta el sistema penal
acusatorio que propugna el Código Procesal Penal, cuya finalidad es acabar el retardo procesal y
la aglomeración de causas en sede jurisdiccional, abaratar los costes del proceso, así como
asegurar que las víctimas recuperen el patrimonio perdido y/o sean resarcidas económicamente
por el daño causado con el accionar delictivo, evitando largos y tediosos procesos que a la final
solo generaran gastos a la víctima y un descrédito al sistema de justicia de la nación, apostemos
por las salidas alternativas que propone el Código Procesal Penal, dejemos de lado la cultura
litigiosa, y recurramos a las salidas consensuadas que satisfagan a todas las partes.
El presente trabajo tiene por objeto discernir las potestades que el MF tiene atribuidas por
el ordenamiento jurídico, en la posibilidad del ejercicio discrecional de la acción penal y
de su nueva formulación como principio de oportunidad político para asumir –
sustituyendo a la actual instrucción judicial-, la dirección de la investigación en el proceso
penal.
Los dos principios anteriores señalan bajo que régimen debe incoarse y finalizarse el
proceso penal. En principio indican postulados antitéticos 1.
Por otra parte, un sistema procesal regido por el principio de oportunidad, indica que los
titulares de la acción penal están autorizados, si se cumplen los presupuestos previstos por
la norma, a ejercitarla, incoando el procedimiento o facilitando su sobreseimiento.
Así pues, en algunos ordenamientos de derecho comparado, este principio se justifica por:
Los primeros consideran que no cabe acoger el referido principio por entender vigente de
forma estricta el principio de legalidad, mientras que los segundos, lo admiten, por una
parte, porque, sin necesidad de grandes transformaciones en el ordenamiento procesal
vigente, entienden como integrante del propio principio de legalidad a aquel, por cuanto
sería la propia ley la que señalara las reglas a que debe quedar sometida una actividad
discrecional en ese sentido; o por considerar la compatibilidad de ambos principios si se
valorara la indispensable e inaplazable celeridad de la justicia penal basada en el derecho
fundamental a un proceso sin dilaciones indebidas o por motivos de interés público.
Así pues, de entrada, se argumentó por parte de la doctrina que no sería necesaria la
introducción del principio de oportunidad por motivos de una sobrecarga de trabajo de los
órganos judiciales penales, ya que con aumentar los medios al servicio de la
administración de justicia se podría solucionar el problema, manteniendo el principio de
legalidad, y evitando de esta forma un cambio importante, no exento de peligros, de
nuestro ordenamiento.
Por otra parte, con base en el mismo motivo, se argumentó que debían otorgarse por ley al
MF, una serie de facultades (con o sin aprobación judicial) para que rechace la
persecución de hechos delictivos, legalmente determinados, que se consideren de escasa
relevancia o reprochabilidad social.
En los últimos años se han reactivado las tendencias de reforma de una ley procesal penal
en el sentido de otorgar al Ministerio Fiscal la dirección de un procedimiento preliminar,
como pilar básico para introducir plenamente el principio de oportunidad en nuestro
ordenamiento, si bien una vez clarificada afirmativamente la posibilidad constitucional de
que el MF dirija la investigación, estaríamos hablando más bien de un principio de
oportunidad política y no jurídico, ya que habría que plantearse si conviene o no la
atribución de la investigación oficial al MF, tratándose por tanto de una cuestión de
política legislativa, totalmente discutible.
La STC 41/1998 (sala 1ª), 24 de febrero 10, concluyó afirmando que cualquiera de los
siguientes sistemas procesales son viables sin que se vulnere la CE, ya que en definitiva, la
misma no prevé un modelo específico de instrucción, sino un sistema de garantías, así
pues distinguía entre:
Anteriormente, en el Libro Blanco del MF 11, el Consejo Fiscal abogaba por una reforma
del proceso penal, dotando adecuadamente de medios personales y materiales,
acompañada de las garantías necesarias a introducir en el Estatuto Orgánico para preservar
su imparcialidad. Para afrontar la atribución de la potestad de dirección de la instrucción al
MF, se postulaban tres medidas:
Más recientemente, los distintos programas electorales de los partidos políticos para las
elecciones generales del año 2004, recogieron la posibilidad de un modelo de fiscal
investigador. El PSOE propuso un MF imparcial y sujeto al principio de legalidad,
investigador en el proceso penal y al servicio de un juicio justo y con todas las garantías,
proponiendo una serie de medidas, entre las que destacan: Fiscal encargado de la
investigación en la fase de instrucción con un juez imparcial que garantice la realización
de la prueba y los derechos de los implicados ; criterios de actuación objetivos y acordes
al principio de igualdad por la Fiscalía; policía judicial dependiente de la oficina del
Fiscal; imposibilidad de que el gobierno pueda impedir una actuación concreta por la
Fiscalía; mandato máximo de cinco años para el FGE, no renovable, comparecencia previa
en el Parlamento para su nombramiento; imposibilidad de que el FGE intervenga o tome
decisiones en relación a procedimientos penales que afecten a los miembros del gobierno.
Por su parte el PP, únicamente propuso un nuevo Código Procesal penal que sustituya a la
actual Lecrim y que regule una investigación penal adaptada a nuestros tiempos,
resaltando el papel central del MF en la misma.
Con la nueva reforma del EOMF, por Ley 24/2007, de 9 de octubre, parte de esa intención
se ha reflejado en la nueva redacción del art.3 ap.5º, al añadir que el Fiscal podrá ordenar a
la Policía Judicial aquellas diligencias que estime oportunas, con lo que parece un
principio en el avance de que el Fiscal pueda dirigir, aunque sea en sede policial, la
investigación de los hechos delictivos. No obstante esto, en la práctica, puede ocasionar
ciertas distorsiones con la investigación dirigida por el Juez Instructor, siempre y cuando
hubiera divergencia en los criterios a seguir en determinadas investigaciones, por lo que se
produciría el riesgo de que el resultado de las diligencias de investigación ordenadas en
principio por el Fiscal, pudieran tener, al igual que algunas puramente policiales, ciertas
dudas sobre su consideración en el proceso penal, al ser en cualquier caso el Juez
Instructor, el que debe estimarlas como eficaces para la investigación.
En la doctrina se planteó el debate del Juez Instructor frente al Fiscal investigador, que en
principio pareció claramente decantarse por la conversión del Fiscal en director de la
investigación penal.
Por otra parte, sería conveniente que el órgano jurisdiccional que hubiera de controlar la
investigación del MF no fuera con posterioridad el encargado de juzgar la fase de juicio
oral, para evitar cualquier riesgo de contaminación y de imparcialidad, creándose por
tanto, unos Juzgados nuevos (de Garantías), destinados a ejercer dicho control. No
obstante la jurisprudencia constitucional ha remarcado la necesidad de acudir al caso
concreto para determinar si se da o no apariencia de imparcialidad, sobre todo por el
riesgo en la formación previa de prejuicios por parte del instructor frente al imputado que
pueden influir en el momento de sentenciar.
No ofrece dudas el que el MF deba excluirse del poder legislativo, ya que carece de toda
vinculación con las Cortes Generales.
Igualmente se argumenta a favor de esta tesis que la ubicación del MF dentro del Poder
Judicial es esencial por cuanto la defensa de la legalidad y de los derechos de los
ciudadanos se confía simultáneamente a los jueces y tribunales y al MF e incluso velar por
la independencia de áquellos es misión tanto del CGPJ como del MF.
Se argumenta que uno de los principales efectos positivos de esta postura es el de prevenir
la politización del MF, al ser independiente del ejecutivo, y poder perseguir eficazmente
los casos de delincuencia gubernamental o política.
No obstante lo anterior, puede concluirse que el MF no forma parte del Poder Judicial, en
primer lugar, ya que ni integra la parte organizada del conjunto de Jueces y Magistrados
que tienen atribuida la potestad jurisdiccional, regulada por la LOPJ, al no gozar de
inamovilidad a diferencia de los jueces, y tampoco de los requisitos de unidad de cuerpo y
de estatuto personal, y sobre todo por su falta de dependencia al CGPJ, órgano de
gobierno de los jueces. En segundo lugar, porque tampoco forma parte del Poder Judicial
político, ya que no constituye una excepción al principio de unidad jurisdiccional
(art.117.5 CE), ni puede considerarse como un tribunal especial constitucionalmente
reconocido. No goza del requisito esencial de la independencia, al regir el principio de
jerarquía y el de unidad de actuación, a diferencia de los jueces.
Respecto del poder ejecutivo, la doctrina se muestra más acorde con la vinculación del MF
a este poder. Conforme al EOMF se puede afirmar que existe una vinculación, atenuada o
matizada, del MF respecto del Poder ejecutivo.
Así pues, tanto de los preceptos constitucionales como de los regulados en el EOMF,
puede concluirse que no existe una dependencia jerárquica del MF respecto del Poder
ejecutivo, en el sentido de que éste pueda dirigir órdenes o instrucciones vinculantes al
Fiscal General del Estado (art.8.1 y 2 EOMF), sino simplemente instancias, y por otra
parte, podría producirse cierta incidencia del ejecutivo en el funcionamiento ordinario del
MF, principalmente a través de la confianza del ejecutivo en el Fiscal General del Estado,
aunque ahora después de la reforma por Ley 24/2007, una vez propuesto por el Gobierno
y tras el informe del CGPJ (art. 29), se comunicará la propuesta de nombramiento al
Congreso de los Diputados para disponer una comparecencia ante la Comisión de la
Cámara para valorar los méritos e idoneidad del candidato, estando tasados los supuestos
de cese (art. 31.1), cuando antes no debía pasar por control de idoneidad alguno y el cese
del mismo no tenía que estar justificado, produciéndose simplemente por propuesta del
ejecutivo. Respecto de otros cargos directivos dentro del MF (art. 36- Fiscales del TS,
Fiscales Superiores de Comunidades Autónomas, Fiscales Jefes Provinciales), serán
nombrados por el gobierno a propuesta del Fiscal General del Estado.
Por tanto, puede concluirse que si bien no existe una dependencia funcional del MF
respecto del Poder ejecutivo, si que existe una dependencia orgánica que puede impedir o
dificultar la efectividad de los principios de legalidad e imparcialidad que rigen la
actuación del MF, aunque con la reforma mencionada, al menos, debe pasarse por un filtro
que garantizaría en mayor medida su autonomía funcional. Esto puede provocar, que en
general, la opinión pública entienda que la atribución de la investigación al MF, sea un
instrumento del ejecutivo para aplicar con parcialidad la ley, a pesar del nuevo sistema de
elección del Fiscal General del Estado 13.
Del análisis de los preceptos que regulan el EOMF resulta claro que los fiscales no son
independientes, ya que dado un caso concreto, estos no pueden autónomamente considerar
si su actuación es acorde a la legalidad, al estar sometidos a las órdenes e instrucciones
emanadas de sus superiores. No obstante, en este punto se ha dado una nueva dimensión a
los asuntos donde puedan resultar afectados miembros del gobierno, al establecer el nuevo
art. 25 EOMF la obligatoriedad de oír previamente a la Junta de Fiscales de Sala –órgano
puramente jurídico-, antes de emitir las órdenes e instrucciones pertinentes.
Bibliografía
Abreviaturas
art./s= artículo/s
cit.= citado
núm.= número
p/pp= página/s
S/STC= Sentencia/s del Tribunal Constitucional
Notas
1 Para tener una visión clara sobre el debate de ambos principios, que tienen su
fundamento en las concepciones jurídico políticas de obligatoriedad y discrecionalidad,
véase DIEZ PICAZO. L M. ¨El poder de acusar. Ministerio Fiscal y Constitucionalismo¨.
Ariel. Barcelona 1º ed. 2000. p. 27-33.
3 Es palmaría dicha deficiencia en España en materia penal, sobre todo en los Juzgados de
Lo Penal, que aparte del conocimiento y fallo de asuntos -con el incremento que la
violencia de género ha supuesto, a pesar de las conformidades en juicios rápidos ante los
Juzgados de Instrucción-, soportan el trámite de las ejecutorias que se incoan por miles en
cada Juzgado, tramitadas en la mayoría de los casos por plantillas que no superan los 10
funcionarios, aunque en algunos supuestos se han autorizado refuerzos y Juzgados de
apoyo, pero que son del todo insuficientes.
4 En nuestro derecho esto no es posible ya que cabe la acusación particular en todos los
supuestos, de forma que si el MF interesa el sobreseimiento de la causa y la acusación
particular personada formula escrito de acusación, el Juez Instructor (en las diligencias
urgentes del artículo 800 lecrim o en el trámite del artículo 780 lecrim para el
procedimiento abreviado para determinados delitos) o el Tribunal (Audiencia Provincial
para el proceso ordinario por Sumario en el trámite del artículo 633 y 649 lecrim), está
obligado a dictar el correspondiente auto de apertura de juicio oral respecto del acusado,
señalando día para la vista oral, una vez despachados los respectivos escritos de defensa.
8 Entre otros, ARMENTA DEU, T. ¨El proceso penal: nuevas tendencias, nuevos
problemas¨. Poder Judicial núm. 41-42. 1996.pp. 53-86.
9 Entre otros, CRESPO BARQUERO, P. ¨Las garantías en la instrucción por el Fiscal (un
intento de aproximación crítica a la posición y el papel del Ministerio Fiscal en la
implantación del sistema acusatorio)¨. Estudios jurídicos. Ministerio Fiscal VI. La
investigación del Fiscal¨. Madrid. Ministerio de Justicia. 1998. pp. 185-240.
12 Así pues, se vela por el establecimiento de un juez de garantías que estaría acorde con
los principios de igualdad y contradicción entre las partes del proceso consecuente con una
mejor protección de los derechos fundamentales desde el inicio de la instrucción, al no
estar pendiente de culminar la instrucción con unos determinados resultados, ganando por
tanto, en imparcialidad y objetividad. El juez se centraría en controlar la legalidad de los
actos realizados por el fiscal y garantizar los derechos de las partes. Se evitaría de este
modo una confusión de funciones, ya que el juez, al involucrarse en la investigación,
podría perder en objetividad e imparcialidad. Así sucede en el sistema procesal diseñado
por el Código Procesal Penal Modelo para Iberoamérica. Evidentemente podría evitarse
una cierta contaminación por la actividad investigadora realizada.
14 En este sentido y para poder evitar que la investigación del MF pueda dar lugar a
situaciones de impunidad respecto de personas que estén vinculadas con el gobierno, no es
factible la tesis de que el MF tuviera el monopolio de la acusación como se ha visto en
otros ordenamientos ya que en ese caso, faltando las acusaciones populares y particulares,
es obvio que se produciría, según los casos, una pérdida en la protección del interés
público en la persecución de este tipo de delitos.
2 de abril de 2015
Primero que todo la aplicación del principio de oportunidad deberá hacerse con sujeción a
la política criminal del Estado. La Fiscalía General de la Nación está obligada a perseguir
a los autores y partícipes en los hechos que revistan las características de una conducta
punible que llegue a su conocimiento, excepto por la aplicación del principio de
oportunidad, en los términos y condiciones previstos en este código.
I. INTRODUCCIÓN
Nuestro nuevo Código Procesal Penal, a entrar en plena vigencia el mes de febrero del año 2002,
incorpora, como principales innovaciones, la implementación en el proceso penal hondureño de
manifestaciones del principio de oportunidad; la figura del Fiscal Instructor como superación del
Juez Instructor; la concepción de la prisión preventiva, ya no como regla general, sino con
carácter excepcional dentro de un abanico de medidas sustitutivas a la misma; la preeminencia
del principio procedimental de oralidad y sus consecuencias, sobre la escritura; y, finalmente, la
judicialización de la etapa de ejecución de la pena.
Dado el marco referencial legal anterior, y apoco mas de año y medio de los institutos procesales
descritos, el presente trabajo pretende, como finalidad general, efectuar una aproximación
crítica a su efectiva puesta en práctica y a las causas, tanto de orden jurídico como material, que
han dificultado su implementación; auxiliándonos, para ello, de la rica experiencia que, sobre la
presente materia, ha tenido durante dicho tiempo el Ministerio Público como órgano principal
responsable de su implementación.
A fin de aproximar debidamente la cuestión del fundamento jurídico del principio de oportunidad
y, a partir del mismo, poder otorgar una definición coherente con nuestra normativa vigente;
resulta absolutamente necesario tomar como punto de partida su evidente contradicción con el
principio de legalidad procesal el cual, con respecto a la función del Ministerio Público, obliga a
poner en marcha el instrumento del proceso ante todo acto que revista el carácter de delito de
orden público y en el cual se tenga sospecha fundada de quien pueda ser su autor.
En este sentido, debe entenderse por principio de oportunidad, “aquel que confiere facultad al
Ministerio Público para que, en atención a determinados supuesto (relacionados con el hecho
mismo, con las personas que lo cometen o la relación de éstas con otros sujetos o hechos),
permita a éste condicionar o abstenerse de ejercitar la acción pública con respecto a la comisión
de actos de naturaleza penal y en los cuales el autor se imputa como posible culpable”[2].
Por su parte, el Código Procesal Penal establece, en su Artículo 28 que “el Ministerio Público
tendrá la obligación de ejercer la acción penal pública en todos los casos en que sea procedente.
No obstante, podrá abstenerse de ejercitar total o parcialmente la acción penal, limitarla a
alguna de las infracciones o alguno de los imputados, en los casos siguientes…”.
Contrario a lo que a primera vista pudiese pensarse, la anterior definición, si bien aparentemente
reconducida única y exclusivamente a los criterios de oportunidad, en realidad se trata de la
definición genérica misma del principio de oportunidad, del cual, sin duda, los criterios de
oportunidad representan una de sus manifestaciones, quizás incluso la más pura, pero no la
única[3].
No estamos ante una sustitución absoluta del principio de legalidad por el de oportunidad, sino
del principio de oportunidad como “excepción”, o como definiría TIJERINO PACHECO[4],
“flexibilización” del principio de legalidad procesal estricta.
En el caso específico de los criterios de oportunidad del Artículo 28 CPP visto, se trata de una
manifestación “pre procesal” del genérico principio de oportunidad y, por tanto, a ser aplicados
por el Ministerio Público en sede administrativa fiscal, como opción contraria a ejercer la acción
penal pública, siendo su finalidad, precisamente, la de evitar el nacimiento mismo del proceso
penal[6].
En otras palabras, tener que aceptar por cierto, como evidentemente lo es, que la Justicia penal
en Honduras ha sido, y continua en gran medida siendo, una Justicia para y contra pobres.
Previo a proceder a efectuar una interpretación con respecto a las estadísticas que, sobre la
aplicación de criterios de oportunidad a nivel nacional posee Fiscalía General, a través del
departamento de Capacitación y Asesoría Técnico-Jurídica dependiente directamente de la
misma; resulta conducente efectuar, siquiera someramente, un resumido recorrido a los
esfuerzos realizados por el Ministerio Público para su correcta aplicación desde su entrada en
vigencia anticipada el 20 de mayo del año dos mil[10].
Así, en un primer momento y con fundamento en el Artículo 29 del Código Procesal Penal que
establece que “la aplicación del criterio de oportunidad deberá ser autorizada por el Fiscal
general de la República, quien podrá delegar esta facultad en el Director de Fiscales y éste en
sentido descendiente de la jerarquía; se determinó por Fiscalía General centralizar todas las
solicitudes para la aplicación de criterios de oportunidad a nivel nacional en la persona del
Director General de Fiscalía, único facultado entonces para autorizar su aplicación. Ello, unido al
generalizado temor por parte del cuerpo de Fiscales ante una figura hasta entonces para ellos
desconocida y absolutamente contraria a la formación acusadora que, con apego a un respeto
absoluto al principio de legalidad, se les había inculcado; demostró objetivamente que dicha
política institucional debía ser reconsiderada por otra que fomentara y promoviera una mayor
viabilidad y efectividad en la aplicación de la figura a fin de asegurar su objetivo inmediato de
permitir una priorización a favor de causas que, por su gravedad o circunstancias de comisión la
merecían y, como finalidad principal para la etapa de transición, descongestionar los tribunales
de la República de los llamados delitos “bagatela” de cara a iniciar, en la medida de lo posible, en
limpio al nuevo sistema de enjuiciamiento criminal.
Aproximadamente en el mes de julio del año dos mil, la Fiscalía General de la República reanuda
la operatividad de la Fiscalía de Turno, concretando sus funciones a las de atender
levantamientos de cadáveres y al conocimiento de las denuncias interpuestas en sede policial,
tanto preventiva, como en las instalaciones de la Dirección de Investigación Criminal.
Durante el periodo comprendido entre julio a octubre del año dos mil, Dirección de Fiscalía
continuó con la potestad exclusiva de autorizar la aplicación de criterios de oportunidad,
incluyendo aquéllos que potencialmente podían sucederse en sede de turno, por lo que, aunado
a las diferentes solicitudes que pudiesen provenir de las distintas Fiscalías a nivel nacional,
provocaron que, lógicamente y por imposibilidad material, dichas autorizaciones se paralizaran
en la fase de estudio de los casos planteados, lo cual ciertamente contrastaba con la fluidez y
dinamismo que la propia naturaleza de la figura requería.
En septiembre del año 2000, mediante Resolución del Fiscal General FG-046-00, se cera el
“Departamento de capacitación y Asesoría Técnico-Jurídica”, el cual inicia su funcionamiento en
el mes de octubre de ese mismo año, contemplándose reglamentariamente entre sus principales
funciones[11] la de otorgar efectividad al principio de unidad de actuaciones del ministerio
Público, mediante el asesoramiento de carácter técnico-jurídico a todas las Fiscalías a nivel
nacional, así como la dirección de los procesos de capacitación.
Es con base a esas delicadas funciones, y a requerimiento de su Fiscal Jefe, que los Fiscales
integrantes de dicho Departamento, incluyendo al primero, quedan incluidos en el ejercicio de
los turnos en sede policial.
Así, se desprende de los registros estadísticos que, después de los primeros criterios de
oportunidad aplicados por el Departamento de Capacitación y Asesoría Técnico-Jurídica en el
mes de octubre hasta la conclusión del año dos mil, se ha suscitado un evidente incremento en la
aplicación de la figura. Incremento que se ha mantenido constante en lo que va del presente año
dos mil uno, con las particularidades y observaciones que a continuación detallaremos.
De un primer análisis general comparativo entre las estadísticas del año dos mil y las del presente
año hasta el tercer trimestre, septiembre incluido; resulta constatable el incremento en la
aplicación de criterios de oportunidad a nivel nacional.
A efecto de comprobar dicha aseveración, basta con resaltar que se aplicaron más criterios de
oportunidad en el mes de enero del dos mil uno (31 casos) que en los meses de agosto,
septiembre, octubre, noviembre y diciembre juntos del año dos mil (22 casos); debiéndose
evidenciar un incremento casi constante durante el resto de meses computados del presente
año, hasta un sorprendente declive, en el último mes registrado de septiembre, haciendo un
total de trescientos sesenta y cuatro (364) criterios de oportunidad aplicados a nivel nacional en
lo que va del presente año dos mil uno.
Cabe destacar que ambos Instructivos distan mucho de las Circulares emitidas en su momento, y
sobre las mismas materias, por Fiscalía General a mediados del mes de junio del año dos mil.
Diferencia que reside, no únicamente en cuanto a su extensión y mayor profundidad de
análisis[13] que en los mismos se procura, sino esencialmente, en la mística de trabajo y cambio
de mentalidad que ambos fomentaban a favor de la aplicación efectiva, como obligación
ineludible, de dichos institutos.
Un poco más complejas, pero no por ello menos evidentes, resultan las circunstancias que
motivaron el posterior descenso estadístico en el mes de septiembre. Descenso que, cabe
destacar, continúa agudizándose en el último trimestre del presente año.
En este sentido, y no obstante que la primera Ministra de seguridad nombrada en el país había
acertadamente solicitado al Fiscal general de la República la presencia de Fiscales en las sedes de
detención de la Policía Nacional, con el doble propósito de, por una parte, controlar
jurídicamente el debido actuar policial, y, por otra, dotar a la ciudadanía de la necesaria
seguridad jurídica con respecto a las denuncias planteadas; el actual Ministro de Seguridad, en el
transcurso del presente mes de julio, y con una decisión que no pude más que describirse como
cuanto menos de irreflexiva y unilateral, decidió expulsar de dichas sedes a tales funcionarios,
ordenando, además y a nivel nacional, que todas las denuncias junto con los detenidos fuesen
directamente presentados ante los órganos jurisdiccionales competentes, evitando así el
legalmente establecido filtro por parte del Ministerio Público y negándole, a su vez, su condición
de director técnico jurídico de la investigación. Con la consecuencia directa e inmediata de un
decrecimiento en la aplicación de criterios de oportunidad, especialmente en los casos de
flagrancia a los cuales esencialmente van dirigidos, produciendo nuevamente el desmesurado
aumento de los casos bagatelarios allegados a los Tribunales y su insalvable congestionamiento.
Por supuesto que la posible situación paralela que podría estar sucediendo resulta incluso aún
más indeseable, como lo es la aplicación de criterios de oportunidad de facto y fuera de cualquier
control legal, por parte de la policía. Situación que no queda fuera de toda sospecha pues, en la
actualidad y ante la falta de un control efectivo por parte del Fiscal en la etapa de investigación,
resulta un hecho innegable que, solo llega a conocimiento del órgano acusador público, lo que el
ente policial determine.
V. CONCLUSIONES
En primer lugar, resultan constatables los esfuerzos que el Ministerio Público ha venido
realizando a favor de una efectiva aplicación de criterios de oportunidad. Debiendo destacarse,
como una de sus principales certezas, la creación de un Departamento de Capacitación y Asesoría
Técnico Jurídica; el cual, bajo la dirección del Señor Fiscal General de la República, ha creado la
vía adecuada, a través de la capacitación y la asesoría técnica, para dar respuesta efectiva a los
retos que presenta el nuevo sistema procesal penal.
No obstante, es deber reconocer, que, si bien se ha avanzado y se han dado pasos firmes y
determinantes en la materia, aún queda mucho por andar.
Finalmente, y en tercer lugar, hacer hincapié en que la decisión de adoptar manifestaciones del
principio de oportunidad responde a una decisión exclusivamente d política criminal, por lo que
su efectividad dependerá, en gran medida, de que las posibles condiciones adversas para su
implementación sean efectivamente afrontadas bajo esa premisa.
En este sentido, la errónea política institucional aislada asumida por la Secretaría de Seguridad
resulta, a todas luces, contraria a esa asumida política criminal. Y al respecto permítasenos
exteriorizar nuestro pesimismo a una pacífica solución.
Entendámoslo bien de una vez, el nuevo sistema procesal penal requiere, para su efectividad, o
por lo menos para garantizarle una justa oportunidad, que todas las distintas piezas que lo
conforman funciones debidamente. Si una sola de ellas falla, el engranaje en su conjunto corre el
riesgo de colapsar, y ese es un lujo que, a la luz de las exigencias sociales por un verdadero
Estado Constitucional de Derecho, no podemos aceptar.
La solución, a nuestro criterio, es y desde siempre ha sido clara, hacer depender la Dirección
General de Investigación Criminal del órgano encargado de la persecución penal pública. Por lo
que debemos concluir que, la reforma legislativa que producto la Ley Orgánica de la Policía
Nacional en la que separa al ente investigativo del seno del Ministerio Público, no representa más
que un buen ejemplo de una mala reforma a reformar.
VI. BIBLIOGRAFÍA
6. GOMEZ COLOMER, JUAN LUIS, El nuevo proceso penal abreviado (aspectos orgánicos y
procesales), revista jurídica “Poder Judicial”, número 26, 1992. Págs. 9-24
7. TOCORA, FERNANDO, Política criminal en América Latina, Ediciones del Profesional, Bogotá,
Colombia, 1999.
8. VASQUEZ SOTELO, JOSÉ LUIS, Discrecionalidad y Derecho procesal, revista jurídica “Justicia”,
números 3 y 4, 1995, Pág. 55.
[1] Publicado, por primera vez, en la Revista Jurídica de la Unidad Técnica de Reforma Penal de la
Corte Suprema de Justicia, “Justicia Penal”, año 1, número 1, enero del año 2002, Págs. 125-135.
[2] CUELLAR CRUZ, RIGOBERTO, La Reforma Procesal Penal y el Ministerio Público en Honduras:
Justificación y Perspectivas, Litográficos de Impresión, S. de R.L., Tegucigalpa, Honduras, Pág.
312.
[6] A diferencia de las demás manifestaciones del principio de oportunidad presentes en nuestro
nuevo proceso penal (suspensión condicional del proceso, conformidad del procedimiento
abreviado y estricta conformidad del procedimiento ordinario), las cuales son estimadas por el
Fiscal de forma “intra procesal”, es decir, dentro del proceso penal en curso, una vez judicializada
la causa. De ahí que, en el caso de éstas y a diferencia de lo que ocurre con los criterios de
oportunidad, su finalidad es poner fin anormal al proceso penal ya iniciado, evitando la etapa de
juicio, mediante una resolución judicial que produce efectos de cosa juzgada. CUELLAR CRUZ,
RIGOBERTO, La reforma procesal penal y el Ministerio Público en Honduras…, cit., Págs. 311 y SS.
[7] Descartando así, por ejemplo, la justificación, por ser categóricamente errónea, de que con la
vigencia del mismo se atiende de manera más fiel a un supuesto sistema de mayor contenido
acusatorio; dado que, ciertamente, el facultar al Ministerio Público para poder abstenerse o
condicionar el ejercicio de la acción penal pública, nada tiene que ver con la existencia o no de un
verdadero sistema de corte predominantemente acusatorio. CUELLAR CRUZ, RIGOBERTO, La
reforma procesal penal y el Ministerio Público en Honduras…, cit., Pág. 313.
[8] Sin ánimo de desconocer otras plenamente identificadas pos la generalidad de la doctrina
procesal, tales como las mencionadas de economía procesal, priorización de causas,
resarcimiento efectivo e inmediato a favor de la víctima por del daño producido como causa del
delito, facilitación de los procesos de rehabilitación, etc.
[9] Este punto en particular, a nuestro parecer, no merece mayores comentarios. Basta para
demostrar su solidez argumentativa, con observar nuestros regímenes penitenciarios nacionales
para llegar fácilmente a concluir en que, lejos de representar verdaderos centros de reeducación
o resocialización, constituyen auténticas escuelas del crimen en los cuales una persona puede
ingresar por la comisión de un delito de hurto y egresar experto en robo de vehículos. Lo
anterior, sin profundizar en el tema de la estigmatización social agregada que con ello se
provoca, ante la característica de pobreza extrema que predomina en nuestras poblaciones
penitenciarias. Al respecto puede verse, especialmente, TOCORA, FERNANDO, Política criminal en
América Latina, Ediciones del Profesional, Bogotá, Colombia, 1999.
[10] Al respecto el Código Procesal Penal, en su Artículo 446, literalmente establece lo siguiente:
“Ámbito temporal de validez. Las disposiciones contenidas en este Código serán aplicables a
todas las causas que se inicien a partir de la fecha en que entran en vigencia; las que se
encuentren en trámite para esa fecha deberán continuarse hasta su finalización conforme al
Código de Procedimientos Penales, emitido el 24 de octubre de 1984.
Dentro de las novedades que nos ha traído el Código Procesal Penal (en adelante CPP), se
encuentran los criterios de oportunidad, los mismos que podemos encontrarlos en el Art. 2° del
CPP. Vigente en este distrito judicial, los cuales se presentan en sus dos variantes 1) Principio de
Oportunidad, y 2) Acuerdos Reparatorios, los mismos que permiten que ciertas conductas
tipificadas como delito de escasa relevancia social sean resueltas en instancia preliminar,
impidiendo que los mismos lleguen a instancia jurisdiccional, donde también es factible su
aplicación, poniéndose a la par de las corrientes procesales imperantes en el mundo que buscan
una solución más rápida y efectiva en la solución de conflictos penales.
1) PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD:
El principio de oportunidad, es la potestad que tiene el Ministerio Público de de abstenerse de
ejercitar la acción penal, o si se hubiese ejercitado ya la acción penal, solicitar ante el órgano
jurisdiccional el archivamiento de la causa, puede hacerlo el fiscal de oficio o a pedido del
imputado, este criterio de oportunidad solo procederá en determinados casos:
a. Cuando el agente haya sido afectado gravemente por las consecuencias de su delito, culposo o
doloso, siempre que este último sea reprimido con pena privativa de libertad no mayor de cuatro
años, y la pena resulte innecesaria.
b. Cuando se trate de delitos que no afecten gravemente el interés Público, salvo cuando el
extremo mínimo sea superior a los dos años de pena privativa de la libertad, salvo que hubieren
sido cometido por funcionario público en el ejercicio de su cargo.
c. Cuando conforme a las circunstancias del hecho y a las condiciones personales del denunciado,
el fiscal puede apreciar que concurren los supuestos atenuantes de los art. 14, 15, 16, 21, 22 y 25
del Código Penal, y se advierta que no existe ningún interés público gravemente comprometido
en su persecución. No será posible cuando se trate de un delito conminado con una sanción
superior cuatro años de pena privativa de libertad o cometido por un funcionario público en el
ejercicio de su cargo.
Para la tramitación de este criterio de oportunidad el Fiscal citará al imputado y al agraviado, con
la finalidad de realizar una audiencia en donde se tratará de llegar a un acuerdo, si el agraviado
no asiste a la citada diligencia el Fiscal está facultado para determinar el monto de reparación
civil que para el caso en concreto corresponda, en caso hubieren asistido las partes a la audiencia
y se hubiese llegado a un acuerdo sobre la reparación civil, pero no hubiese ocurrido lo mismo en
cuanto al plazo para hacer el pago efectivo, el Fiscal lo fijará, el cual no excederá los nueve
meses, cabe mencionar además que de existir un plazo para el pago de la reparación civil, se
suspenderán los efectos de la decisión de abstención hasta su efectivo cumplimiento, de no
producirse el pago en el plazo convenido, se dictará la correspondiente disposición para la
promoción de la acción penal, mediante resolución inimpugnable..
Cuando el investigado y el agraviado hayan arribado a un acuerdo y este conste en un
instrumento público o documento privado legalizado notarialmente, no será necesaria la
realización de la diligencia de acuerdo.
Los efectos subsecuentes del principio de oportunidad, al haberse satisfecho la reparación civil, el
Fiscal expedirá una disposición de abstención de ejercitar la acción penal, esta disposición
impide, bajo sanción de nulidad que otro fiscal pueda promover u ordenar, que otro fiscal pueda
promover y ordenar que se promueva acción penal por una denuncia que contenga los mismos
hechos.
El principio de oportunidad constituye una herramienta importante en la aplicación de una
justicia penal restaurativa, cuya finalidad entre otras esta la de mejorar la administración de
justicia, descongestionando los despachos judiciales, auxiliando de manera célere y eficaz a la
víctima del delito, evitando la estigmatización de aquellos que habiendo cometido delitos
culposos sean sometidos a sendos procesos penales, aplicando los principios de ultima ratio, y el
de mínima intervención, interviniendo el derecho penal como último recurso, reservando tal
intervención para hechos que afecten gravemente el interés público, en aquellos casos en que
sea estrictamente necesario, es decir en aquellos casos donde no queden otros medios para la
protección social, reafirmando pues la subsidiariedad del derecho penal, frente a otras ramas del
ordenamiento jurídico.
2) ACUERDOS REPARATORIOS:
Este novedoso criterio de oportunidad, que nos ha traído el Decreto Legislativo N° 957 – CPP,
guarda cierta similitud con el Principio de oportunidad, pues también constituye un medio
alternativo de solución de conflictos penales, la cual se encuentra contemplada en los numerales
6) y 7) del Art. 2° del C.P.P., a diferencia del principio de oportunidad esta puede proponerse, por
el Fiscal, el investigado o por la propia víctima, la otra diferencia saltante es que en el caso de
delitos dolosos se especifican en numerus clausus los delitos en los que se puede aplicar este
criterio de oportunidad, entre los cuales tenemos: Lesiones (Art. 122 C.P.), Hurto Simple (Art. 185
C.P.), Hurto de uso (Art. 187), Hurto de Ganado tipo base (Art. 189 – A), Apropiación Ilícita (Art.
190), Sustracción de bien propio (Art. 191), apropiación irregular (Art. 192), Apropiación de
prensa (Art. 193), estafa (Art. 196) Defraudación (Art. 197), Fraude en la Administración de
personas jurídicas(Art. 198), Daños simples (Art. 205), y Libramientos indebidos (Art. 215); así
como en los delitos culposos.
El Fiscal citará a una audiencia de acuerdo entre las partes y propondrá un acuerdo reparatorio
entre el investigado y el agraviado, de haber si procede el acuerdo el fiscal se abstendrá de
ejercitar la acción penal, en el caso de que la acción penal hubiera sido promovida (entiéndase
estado de investigación preparatoria), el Juez de investigación preparatoria a solicitud del fiscal y
con la aprobación del imputado y citación del agraviado, podrá dictar auto de sobreseimiento,
hasta antes de que se hubiere formulado la acusación, en el caso de los acuerdos reparatorios al
tratarse de un acto jurídico arribado de manera consensuada, basta la presentación del acuerdo
en un instrumento público o privado legalizado notarialmente, para que el Juez dicte auto de
sobreseimiento.
En el caso de los acuerdos reparatorios estos no procederán cuando haya pluralidad de
importante de víctimas o concurso con otro delito, este criterio de oportunidad al igual que el
anteriormente señalado, constituye una herramienta con el cual cuenta el sistema penal
acusatorio que propugna el Código Procesal Penal, cuya finalidad es acabar el retardo procesal y
la aglomeración de causas en sede jurisdiccional, abaratar los costes del proceso, así como
asegurar que las víctimas recuperen el patrimonio perdido y/o sean resarcidas económicamente
por el daño causado con el accionar delictivo, evitando largos y tediosos procesos que a la final
solo generaran gastos a la víctima y un descrédito al sistema de justicia de la nación, apostemos
por las salidas alternativas que propone el Código Procesal Penal, dejemos de lado la cultura
litigiosa, y recurramos a las salidas consensuadas que satisfagan a todas las partes.
I. BREVE INTRODUCCIÓN
En el Perú, el principio de oportunidad no fue, no es, ni será una institución procesal eficaz si los
jueces, fiscales y abogados defensores no se comprometen con la idea de que es un gran filtro de
descarga procesal, cuyos resultados no solo benefician al Ministerio Público sino también del
Poder Judicial, la defensa pública y a todo estamento, incluida la sociedad, que guarde relación
con el aparato de la administración de justicia en el país. Por supuesto que desde un punto de
vista macro resulta necesario precisar que dicha eficiencia no será factible además, si el Poder
Ejecutivo no destina los recursos necesarios para el éxito en su aplicación.
No hay que olvidar que después de 1991 se hicieron algunas modificaciones al texto del artículo
2° con la Ley N° 27072, del 23 de marzo de 1999, y la Ley N° 27664 del 08 de febrero de 2002, el
primero que enfatiza “... exista un acuerdo con la víctima respecto a la reparación civil”, y el
segundo que agrega: “Si el acuerdo con la víctima consta en instrumento público o documento
privado legalizado por Notario no será necesario que el juez cite a las partes a que presten su
consentimiento expreso para la aplicación del principio de oportunidad. Si la acción penal
hubiera sido ya ejercida, el juez podrá, a petición del Ministerio Público, o de la parte agraviada,
dictar auto de sobreseimiento en cualquier etapa del proceso, bajo los supuestos ya establecidos,
en un plazo no mayor de diez días”. En efecto, estos son los antecedentes pre legislativos que
inspiran al legislador del Nuevo Código Procesal Penal del 2004 para continuar su positivización
en el artículo 2° del Libro Primero, que faculta al Ministerio Público abstenerse del ejercicio de la
acción penal en casos especiales.
Respecto a la definición del principio de oportunidad, Pedro Miguel ANGULO ARANA sostiene
que lo que genera la oportunidad es un procedimiento de abstención fiscal de ejercitar la acción
penal, en virtud del cual, vía la aplicación de alguno de los criterios de oportunidad concretos, el
fiscal se apartará discrecionalmente de su función persecutoria, ofreciendo al inculpado, una
propuesta conciliatoria que, finalmente, de ser aceptada, culminará con resolución final que
tendrá el carácter de irrevisable . Otra definición que recogemos es la del doctor Jorge ROSAS
YATACO que apunta, en suma, la conceptuación del principio de oportunidad implica la
abstención del ejercicio de la acción penal por parte del representante del Ministerio Público,
cuando ocurra alguna de las circunstancias taxativamente señaladas en la ley .
El profesor chileno MAURICIO DUCE enseña que se trata de la facultad que se otorga a los fiscales
para cerrar aquellos casos en los que, aún habiendo antecedentes para investigar o incluso
acusar, se considere que los hechos son de una gravedad muy reducida y no comprometen
gravemente el interés público . Nosotros consideramos en definitiva, que el principio de
oportunidad es una institución procesal que se aplica facultativa y discrecionalmente por el
Ministerio Público, extra o intra proceso, y que se concreta con la resolución de abstención del
ejercicio de la acción penal o con la petición al juez del sobreseimiento del proceso ya
promovido, en delitos de mínima lesividad y que no comprometen gravemente el interés público.
III. CLASIFICACIÓN
Este rubro nos ayudará a ubicar la clase o el sistema que adopta el legislador peruano sobre el
principio de oportunidad. Así, tenemos que el sistema guarda relación con la facultad que en
cada país se otorga al fiscal para perseguir el delito a través de una oportunidad libre, propia del
derecho anglosajón o una oportunidad reglada o atenuada, que se aplica en el derecho europeo
continental.
a) Oportunidad Libre
Es el que se aplica en el derecho anglosajón, que en opinión de CAFFERATA NORES el fiscal sólo
lleva a juicio aquello que puede “ganar” logrando una condena, por lo que si no existe tal
posibilidad, no hay acusación, o que para lograr la condena se permitan negociaciones que
pueden llevar a su impunidad parcial, o la de los otros delitos cometidos.
Según MELGAREJO BARRETO en la oportunidad libre el fiscal ejerce las facultades persecutorias
con una ilimitada discrecionalidad; por cuanto se ignora el principio de legalidad, dando lugar al
principio de oportunidad que debe aplicarse como regla absoluta y casi obligatoria. No se admite
siquiera que el Fiscal pueda ser obligado a perseguir un caso de un hecho delictivo, éste tiene un
amplio rango de discreción, hasta el punto que se le faculta si puede ordenar una investigación
sobre un caso concreto o no, decidir si se inicia formalmente la persecución; si negocia con el
imputado, elegir los cargos que se formula, donde y cuando, sin sujetarse a ninguna regla
preexistente.
El sistema procesal penal de Estados Unidos tiene un sistema de oportunidad libre que se basa en
una negociación jurídica del caso o plea bargaining entre el fiscal y el acusado. El plea bargaining
consiste en concesiones que el fiscal hace a cambio de la aceptación de responsabilidad del
imputado, aceptación que significa la renuncia al juicio. Las concesiones pueden consistir en la
imposición de una condena leve por el hecho efectivamente cometido, o bien en la imputación
de menos cargos o un cargo menor que el efectivamente cometido, o una combinación de
ambos. El beneficio para el imputado es una pena menor que la que obtendría si el jurado lo
declarara culpable, pues la decisión de ir a juicio aumenta la pena en un porcentaje promedio
que hace unos años era el 40 %. Si bien la Constitución estadounidense establece el derecho a ser
juzgado por un jurado imparcial, casi ningún imputado hace uso de ese derecho, dado que el 90
% se declara culpable antes de correr el riesgo de ir a juicio por un hecho más grave o por una
pena mayor .
Estas son pues las características particulares del derecho penal anglosajón, con especial
referencia al derecho norteamericano, por ser éste donde tiene su origen el principio de
oportunidad, que posteriormente fue adoptado por el derecho europeo continental, y finalmente
acogido por el artículo 2° de nuestro Código Procesal Penal.
b) Oportunidad reglada
Esta modalidad de principio de oportunidad, como ya dijimos, es propia del derecho continental
europeo, que implica que es la norma la que va a establecer los presupuestos legales para la
factibilidad o no de su aplicación. El Perú, en ese sentido, adopta la línea de la discrecionalidad
reglada al facultarse al fiscal la abstención del ejercicio de la acción penal a través del Código
Procesal Penal de 1991 y del 2004. En efecto, la predeterminación normativa regula y limita el
ámbito de acción que el fiscal debe tener en cuenta para la aplicación justificada del principio de
oportunidad.
El profesor y fiscal PEDRO ANGULO ARANA apunta que el principio de oportunidad reglado es
aquel que faculta al fiscal ante determinados conflictos penales, a abstenerse de ejercitar la
acción penal o solicitar el sobreseimiento del proceso existente, en caso de haberlo promovido,
fundamentándose en principios de interés social, logrando la composición social, mediante la
aplicación de la equidad, previa la concurrencia de ciertos requisitos señalados en la ley .
En una sociedad con una cultura altamente litigiosa, conflictiva y audaz para denunciar, que
quiere servirse del Ministerio Público por causas irracionales y sin asidero penal, se debe oponer
resistencia con una política de persecución penal eficaz y eficiente que coadyuve a la solución de
la conflictividad con una gestión selectiva y discrecional.
La eficacia en la persecución penal tiene una seria dificultad en el clásico principio de legalidad
procesal o de indeclinabilidad. La idea de que el principio de legalidad implica la investigación de
todos los delitos, hasta las últimas consecuencias, no resulta clave para la vigencia práctica de un
sistema de justicia acorde con una adecuada y eficiente política criminal que adopte el Ministerio
Público.
El principio de legalidad procesal, tal como lo entiende BOVINO, impone a los órganos estatales
correspondientes el deber de promover la persecución penal en todos los casos en que se tenga
conocimiento de una noticia acerca de la posible comisión de un hecho punible de acción pública.
Pero la cuestión de que el Ministerio Público deba investigar todos los delitos es un tema
superado y criticado en la doctrina procesal contemporánea. CAFFERATA NORES enseña que el
principio de legalidad sufre sus más severas críticas desde la óptica de su aplicación práctica y allí
nos encontramos con que por encima de lo que manda la ley, en verdad no tiene vigencia. La
realidad indica que, en el mundo, no hay sistema judicial que pueda dar tratamiento a todos los
delitos que se cometen; ni siquiera a los que a él ingresan. En la actualidad se admite que el
principio de legalidad procesal no sólo carece de fundamentos teóricos y de posibilidades de
realización efectiva sino que, además, contribuye a la generación y consolidación de prácticas
aberrantes en el marco de la justicia penal.
En el Perú se gastan grandes recursos al tratar de investigar todos los delitos sin tener en cuenta
una efectiva selección de causas; contratos que se quieren criminalizar, “usurpaciones” que
generalmente son actos netamente civiles, persecución de delitos ininvestigables y donde a veces
la propia víctima no tiene interés en la persecución, complican las investigaciones de graves
delitos que a la larga van a fotografiar a una fiscalía débil, sin una adecuada política de
racionalización de recursos y que ante la sociedad pierde credibilidad; pero a pesar que el fiscal
conoce que esas denuncias no tienen destino, apela muchas veces a la persecución penal pública
absoluta e irrestricta, y en vez de sincerar su decisión con un archivo, dispone hasta ampliaciones
de investigación generando falsas expectativas al otorgar a los denunciantes una apariencia
inmoral de legalidad. Así se genera la existencia de la eterna sobrecarga procesal. Ello explica el
porqué tenemos que diferenciar los casos conducentes - relevantes y los inconducentes y sin
futuro; en otras palabras, debemos orientar los recursos en perseguir delitos investigables como
los homicidios, los delitos de corrupción o violaciones, en vez de perseguir delitos irrelevantes e
inconducentes que solo van a incrementar el gasto público, distrayendo horas - hombre que
deben destinarse, con mejores réditos, a casos conducentes, graves y de suma complejidad.
Pero la selectividad no solo reclama una gestión efectiva de micropolíticas por parte del fiscal en
particular; también es fundamental para la gestión de los órganos de gobierno del Ministerio
Público. Una muestra de gestión macro compatible con categorías auténticas de maximización de
recursos es la directiva 01-2006-FN-MP que exige un compromiso a los fiscales para que incidan
en la aplicación del principio de oportunidad y para que los fiscales provinciales participen
directamente en las investigaciones. Un punto crítico que indirectamente afecta la gestión de la
conflictividad es el problema de las verificaciones de insumos químicos fiscalizados que repercute
en la pérdida de horas-hombre y que deteriora el aspecto funcional de la persecución del delito
al tener que participar el fiscal como “fedatario” de los actos administrativos que generalmente,
sin ser delitos, tienen que efectuarse con la intervención de los fiscales penales y mixtos, que
naturalmente van a distraer tiempo valioso en detrimento de la persecución de verdaderos
delitos que ponen en peligro la seguridad pública.
En este contexto, la selectividad se erige como el criterio discrecional y funcional, que ha hecho
del principio de legalidad procesal un principio censurable que en la justicia penal de hoy ha
perdido vigencia práctica. Desafortunadamente, habrá quienes dirán que todos los delitos deben
ser investigados en base al principio de igualdad y no discriminación, desde el menos grave al
más grave. Pero ¿Será razonable que las instituciones estatales como el Ministerio Público y el
Poder Judicial orienten sus recursos a investigar delitos inconducentes y sin futuro? Haciendo un
análisis económico del derecho, evidentemente que no. En consecuencia, la selección de causas
se encuentra inmersa en la viabilidad de los procesos de reforma que tienen en el principio de
legalidad procesal un burócrata enemigo de la eficiencia.
El artículo 2° del Nuevo Código Procesal Penal promulgado el 29-07-2004, vía Decreto Legislativo
N° 957, señala los casos en que el Ministerio Público de oficio o a pedido del imputado y con su
consentimiento expreso, podrá abstenerse de ejercitar la acción penal. Lo destacable de este
mecanismo procesal es que resulta ser un importante filtro que apunta a la descarga procesal en
el sistema y que en concordancia con el Derecho penal sustantivo y la política criminal estatal,
implica la aplicación del principio de última ratio del Derecho penal. La regulación normativa
antes expuesta requiere para la aplicación del principio de oportunidad los siguientes
presupuestos generales: a) causa probable de la comisión del delito y su vinculación con el
imputado; y, b) consentimiento expreso del imputado. Pero, según el caso, se requiere el
cumplimiento de presupuestos específicos: a) falta de necesidad de pena; b) falta de
merecimiento de pena; c) mínima culpabilidad; d) pago de la reparación civil o acuerdo con el
agraviado en ese sentido; y, e) que el beneficiado no sea funcionario público que cometió el
delito en el ejercicio de su cargo. Conviene advertir que, la aceptación expresa del imputado para
que se le aplique el principio de oportunidad tiene efecto vinculante para el fiscal.
Desde el ámbito constitucional, podemos apreciar que el principio de oportunidad no tiene rango
constitucional; situación diferenciada con algunos países latinoamericanos como Colombia que
en el artículo 250º de su Constitución Política prevé el deber de la persecución penal, salvo en los
casos que establezca la ley para la aplicación del principio de oportunidad regulado dentro de la
política criminal del Estado, pero con sometimiento a un control de un juez de garantías.
Pedro ANGULO ARANA resalta las novedades positivas y las dudosamente positivas del principio
de oportunidad en el Nuevo Código Procesal Penal. Se imposibilita la aplicación de los criterios a
favor de funcionarios públicos que incurren en delitos en el ejercicio de su cargo. Resulta
importante que la inasistencia del agraviado no paralice el procedimiento, pues aquel por
diversas razones podría no desear concurrir a la diligencia. El fiscal se advierte que asume un rol
de tutela del interés del agraviado pues deberá fijar la reparación y además el plazo de pago
cuando sea ello necesario. Entre las dudosamente positivas dice que el plazo de 9 meses nos
parece un límite demasiado subjetivo y que podría echar por tierra algunas buenas voluntades
que razonablemente no podrían ajustarse a él. Comprendemos la preocupación porque pueda
existir malicia en las tratativas y paralelamente porque avance el plazo de prescripción. A nuestro
entender, podría suspenderse excepcionalmente el que corra el plazo de prescripción de los
delitos en caso que se está intentando la aplicación del principio de oportunidad. También
podrían establecerse normas sancionadoras del mal uso del instituto .
En relación a las disposiciones internas que existen en el Ministerio Público tenemos la Circular
N° 006-95-MP-FN de noviembre de 1995 en el que se señalan las pautas que deben seguir los
fiscales para aplicar el principio de oportunidad. Sin embargo, el 12 de junio de 2005 se publica el
Reglamento de Aplicación del Principio de Oportunidad por Resolución de la Fiscalía de la Nación
N° 1470-2005-MP-FN.
Este reglamento trae dos aspectos sumamente importantes: el primero, relacionado con la
acertada medida de buscar la generación de recursos propios para el Ministerio Público,
señalándose que en cualquiera de los casos, en la misma audiencia, el Fiscal hará de
conocimiento del imputado que deberá abonar, el equivalente al 10 % del monto acordado o
fijado para la reparación civil, con la finalidad de cubrir los gastos de administración y los
incurridos en la aplicación del principio de oportunidad, a favor del Ministerio Público. Se trata de
una acertada medida que como reiteramos marca el inicio de la política de generación de
recursos propios para el Ministerio Público al igual como sucede con el Poder Judicial.
El segundo aspecto guarda relación con el plazo del pago de la reparación civil, que para los casos
que dicha reparación sea fijada por el fiscal, el plazo no podrá exceder los seis meses. Aquí no
habría una correspondencia entre el Reglamento y el Decreto Legislativo N° 957, pues en el
artículo 2° inciso “3” del Nuevo Código Procesal Penal se establece un plazo de nueve meses.
PABLO SANCHEZ VELARDE al efectuar un análisis crítico de esta institución dice que los informes
estadísticos son muy claros pues permiten medir la intensidad de su aplicación. Así por ejemplo,
en el año de 1999 han ingresado como denuncias al Ministerio Público un número total de
185,506 y se ha aplicado el principio de oportunidad sólo en 799 casos, es decir, el 0.43 %. En el
mismo año, un trabajo de investigación de campo realizado en seis fiscalías provinciales penales
de Lima, revela que de un total de 4,613 denuncias ingresadas, sólo en 91 casos se promovió la
aplicación del principio de oportunidad y de ellas sólo 13 fueron archivadas en virtud de dicho
principio . Ahora bien, haciendo un contraste con las estadísticas de Colombia tenemos que para
el año 1999 se aplicó el principio de oportunidad en 10.159 casos . En Chile, para el universo de
los casos recepcionados durante el primer semestre de 2001, se aplicó en ese mismo periodo un
criterio de oportunidad en 5.981 casos .
Evidentemente, las estadísticas antes citadas reflejan una subutilización del principio de
oportunidad en nuestro país. No obstante, en los últimos años, específicamente en el año 2006
ingresaron al ministerio público 184,067 denuncias a nivel nacional aplicándose el principio de
oportunidad en 4,770 casos lo que arroja un 2.59 %; a septiembre de 2007 el índice de aplicación
se incrementa a un 3.21 %; índices porcentuales aún bajos esperándose que se continúe con la
tendencia del crecimiento si se tiene en cuenta que el proceso de reforma concluye con Lima
metropolitana en el año 2012. Lo expresado invita a una reflexión a fin de determinar cuál es la
problemática de esa escasa aplicación práctica de la oportunidad. En este apartado vamos a
señalar sólo dos factores que creemos son los que más influyen para que no se aplique el
principio de oportunidad por los señores fiscales.
1. Falta de compromiso con sus ventajas: El fiscal de los distritos judiciales donde aún no se ha
implementado el nuevo sistema acusatorio no aplica el principio de oportunidad porque la
sobrecarga procesal que existe en su Despacho lo satura. Ante esta real situación, al fiscal le
resulta más conveniente formalizar la denuncia penal antes de acudir a la aplicación del principio
de oportunidad, logrando por un lado disminuir momentáneamente su carga procesal, pero por
otro, que es lo más grave, trasladar dicha carga a todo el sistema penal, con costos innecesarios
para el Estado.
2. Problemas estructurales: Consideramos que el Ministerio Público debe destinar recursos para
la creación de Fiscalías Especializadas en Principio de Oportunidad o de Terminación Temprana
en todo el país; debiéndose tener en cuenta que resulta necesario ventilar el tema de las
notificaciones que precisamente es uno de los problemas mayores que imperativamente debe
ser reestructurado.
CHRISTIAN SALAS BETETA afirma que algunos despachos se muestran incómodos al aplicar el
principio de oportunidad a los presupuestos obligatorios, debido a que conforme muchos
afirman “llevar a cabo dicho trámite les causa un retraso en la carga laboral”, ya que el imputado
no se presenta a las citaciones efectuadas, o no es ubicado; en la Audiencia de Acuerdo, el
imputado no acepta la aplicación del principio de oportunidad, o dicha diligencia se frustra por la
inconcurrencia de alguno de los involucrados, o porque no se arribó a un acuerdo, o habiéndose
suscrito el acuerdo, el obligado no cumple con cancelar la reparación civil convenida. Lo cual es
consecuencia de los problemas fundamentales, como son a) El asesoramiento “convenido” de
algunos abogados; b) La “cultura del litigio y venganza”, tan arraigada en nuestra sociedad, que
influye en la decisión de los involucrados en un hecho de índole penal (de leve afectación al
interés público), de acudir al Poder Judicial a efectos del juicio, en búsqueda de la sanción al
responsable, dejando de lado muchas veces la reparación económica del daño causado. Lo que
algunos abogados aprovechan para arrastrar a su cliente al largo proceso penal, olvidándose que
un acto de justicia permite cerrar un caso, en tanto que un acto de venganza abre muchos otros.
Lo que a su vez, deviene del desconocimiento de la ciudadanía de los reales alcances del principio
de oportunidad.
Si existen problemas de estructura así como la aparente falta de compromiso de una parte de los
fiscales de la república con los beneficios que otorgan los criterios de oportunidad, si somos
concientes de la existencia del asesoramiento convenido de algunos abogados y que rige la
“cultura del litigio” que impera en el sistema, que son el botón que muestra algunos obstáculos
que impiden una aplicación exitosa del principio en comentario, parece plausible indicar que los
extraordinarios resultados obtenidos en países latino americanos con el nuevo sistema
acusatorio, abogan para que se insista en dar a conocer a los fiscales peruanos lo beneficioso que
resulta aplicar este principio y reformular con eficacia y eficiencia el sistema de administración de
justicia en el país. No obstante, ante la vigencia del Nuevo Código Procesal Penal iniciado en
Huaura en el 2006 y que concluirá con Lima, Lima Norte y Callao en el año 2012, consideramos
como primera medida, que el Ministerio Público debe tomar decisiones inmediatas para
racionalizar recursos y convertir o crear fiscalías especializadas en Salidas Alternativas o de
Terminación Temprana en los Distritos Judiciales donde aún no se ha implementado el nuevo
sistema acusatorio oral, con la finalidad que, desde ya, se coadyuve a la descongestión de la
sobrecarga procesal actual y a la mejora de la persecución penal, en el sentido de contribuir
eficazmente a la solución de los conflictos y al logro de la paz social.
BIBLIOGRAFIA:
No consideramos que cuando se hable de servicios en la administración pública se siga
enfatizando en lo que se denomina “servicio público”, debemos poner énfasis en el “servicio al
público” que es una noción más inclusiva y actual.
PEDRO MIGUEL ANGULO ARANA: El principio de oportunidad en el Perú- Editorial PALESTRA,
Lima, 2004, Pág. 72.
JORGE ROSAS YATACO: Derecho Procesal Penal; Doctrina-Legislación-Jurisprudencia-Modelos;
Jurista Editores, Lima, 2005, Pág. 253.
MAURICIO DUCE J. Y CRISTIAN RIEGO R: Introducción al Nuevo Sistema Procesal Penal-Volumen
1; Universidad Diego Portales-Chile, 2002, Pág. 206.
Ibid. pp. 33-34.
PEPE MELGAREJO BARRETO: El principio de oportunidad en el Nuevo Código Procesal Penal;
Jurista Editores; Lima 2006; Pág. 103.
HELIODORO FIERRO-MENDEZ: Sistema procesal penal de EE.UU. – Guía elemental para su
comprensión. Grupo Editorial Ibáñez; Colombia, 2006; Pág. 101.
PEDRO ANGULO ARANA: La función del fiscal – Estudio comparado y aplicación al caso peruano.
El fiscal en el nuevo proceso penal. Jurista Editores; Lima 2007; Pág. 256.
ALBERTO BOVINO: Principios políticos del procedimiento penal; Editores del Puerto s.r.l; Buenos
Aires, 2005; Pág. 15.
JOSE I. CAFFERATA NORES: Cuestiones actuales sobre el proceso penal; Editores El Puerto s.r.l;
2005; Pág. 28.
ALBERTO BOVINO; idem; Pág. 22. Este autor reconoce que la transformación del modelo de
enjuiciamiento penal implica abandonar el rígido principio de legalidad procesal.
Art. 250º: La Fiscalía General de la Nación está obligada a adelantar el ejercicio de la acción penal
y realizar la investigación de los hechos que revistan las características de un delito que lleguen a
su conocimiento por medio de denuncia, petición especial, querella o de oficio, siempre y cuando
medien suficientes motivos y circunstancias fácticas que indiquen la posible existencia del
mismo. No podrá, en consecuencia, suspender, interrumpir, ni renunciar a la persecución penal,
salvo en los casos que establezca la ley para la aplicación del principio de oportunidad regulado
dentro del marco de la política criminal del Estado, el cual estará sometido al control de legalidad
por parte del juez que ejerza las funciones de control de garantías. Se exceptúan los delitos
cometidos por miembros de la fuerza pública en servicio activo y en relación con el mismo
servicio….Constitución Política de Colombia; Décima edición; Editorial TEMIS S.A. Bogotá-
Colombia; 2007.
PEDRO MIGUEL ANGULO ARANA: op. cit. Pág. 145 - 148.
PABLO SANCHEZ VELARDE: Manual de Derecho Procesal Penal; Editorial IDEMSA; mayo de 2004;
p. 393.
En este caso cuando se habla de principio de oportunidad se hace referencia a la preclusión de la
investigación y cesación de procedimiento, contenido en el artículo 39 de la Ley 600 de 2000.
LUIS CAMILO OSORIO: En JÖRG STIPPEL-ADRIÁN MARCHISIO –Coordinadores- Principio de
oportunidad y salidas alternativas al juicio oral en América Latina. AD-HOC; Argentina, 2002;
p.244.
La cifra anterior equivale a un 17.2 % de los casos ingresados y a un 36.7 % de los casos
terminados. GUILLERMO PIEDRABUENA RICHARD: En JÖRG STIPPEL-ADRIÁN MARCHISIO; op. Cit.
P. 275.
CHRISTIAN SALAS BETETA: El principio de oportunidad; Diario “El peruano” del martes 12 de julio
de 2005-Pág. 9.
ELPRINCIPIO DE OPORTUNIDAD
El principio de oportunidad aparece con el código procesal penal del año 91 y se ha
mantenido en nuestra legislación en aplicación progresiva, pero también con algunas
modificaciones interesadas que la han desnaturalizado. Se le ha considerado como una
excepción al principio de legalidad, debido a la imposibilidad material del Estado de
perseguir y castigar todas las infracciones que se cometen. También se le considera como
una respuesta político criminal del Estado ante el agotamiento de posibilidades del sistema
de justicia penal; en este sentido, se procede a la selección de determinados delitos de
menor intensidad con la finalidad de buscar una solución consensuada al caso
posibilitando el archivo del mismo, y de esa manera hacer que los fis- cales y jueces
dediquen su mayor esfuerzo al conocimiento y solución de los casos más graves.
El nuevo código procesal penal sigue la regulación de su texto original, con algunas
precisiones que ya la doctrina se encargó de observar en su momento y que se espera
permitan mejorar su interpretación y aplicación
uniforme.
Asimismo, en los tres supuestos que prevé la ley procesal no es de naturaleza obligatoria
para el Fiscal, sino facultativa. Ello significa que el fiscal debe de decidir en que casos
toma la iniciativa de viabilizar su aplicación citando a las partes a una diligencia de
acuerdo, salvo que el mismo imputado se lo pida, en cuyo caso deberá proceder a la
citación correspondiente. Es necesario señalar que también la parte agraviada puede
propiciar la aplicación del principio de oportunidad. En los tres casos le corresponde al
Ministerio Público tomar la decisión, para Io cual ha de considerar siempre los
fundamentos jurídicos y pragmáticos de su aplicación.
b.2.La mínima lesividad de la infracción: Se hasta del segundo supuesto que establece
la ley referida a la escasa relevancia de la infracción penal o infracción de bagatela. El
texto pro-cesal establece lo siguiente: "b) Cuando se trate de delitos que no afecten
gravemente el interés público, salvo cuando el extremo mínimo de la pena sea superior a
los dos años de pena privativa de la libertad, o hubieren sido cometidos por un funcionario
público en ejercicio de su cargo". Se trata de infracciones que no afectan gravemente el
interés público, es decir, comprende aquellos delitos que no generan alarma social y por
lo tanto la solución del mismo se deja al acuerdo a que las partes puedan llegar. Es el
presupuesto esencial en los casos de oportunidad delitos considerados de bagatela y en
donde se destacan dos requisitos basicos: a) falta de interés público en la persecución
penal (subjetivo), debiéndose definir si el hecho genera alarma o preocupación en la
sociedad y
b) el extremo mínimo de la pena a imponer (objetivo), es menor a dos años. Si se revisa
el Código Penal, se verá que muchos de los delitos establecen penas en su extremo
mínimo de dos o menor de dos años y en los que, naturalmente, se puede aplicar la
oportunidad: hurto simple, lesiones, usurpación, es- tafa, apropiación ilícita, conducción en
estado de ebriedad, infanticidio, aborto, delitos contra el estado civil, etc. Debe afirmarse
que pese a que el delito se conmine con pena no superior a dos años, si la infracción ha
generado interés público o alarma social, se debe proseguir con el ejercicio de la acción
penal. Por último, no procede este supuesto de oportunidad en caso de que el agente
fuere funcionario público y cometa el delito en ejercicio de su cargo.
b.3.Mínima culpabilidad del autor o partícipe: Se trata de uno de los supuestos de
oportunidad donde se analiza el grado de culpabilidad del agente del delito. El texto
procesal dice lo siguiente: " c) Cuando conforme a las circunstancias del hecho y a las
condiciones personales del denunciado, el Fiscal puede apreciar que concurren los
supuestos atenuantes de los artículos 14, 15, 16, 21, 22 y 25 del Código Penal, y se
advierta que no exista ningún interés público gravemente comprometido en su
persecución. No será posible cuando se trate de un delito conminado con una sanción
superior a cuatro años de pena privativa de libertad o cometido por un funcionario público
en el ejercicio de su cargo. " Como se puede apreciar, corresponderá ahora al Fiscal
analizar el grado de culpabilidad del autor o partícipe, tarea que ordinariamente
corresponde al Juez, en atención a los supuestos juridicos penales que señala la ley: el
error de tipo y error de prohibición, el error de comprensión culturalmente condicionado, la
tentativa, la responsabilidad restringida y la complicidad secundaria previstos en los arts.
14,15,16,21,22y 25 del Código Penal. En estos casos, el Fis- cal deberá determinar la
situación jurídica del imputado con los elementos de prueba existentes en su contra y
sobre todo bajo cuatro situaciones específicas: a) las circunstancias del hecho que se
califica como delito; b) las condiciones personales del agente; c) ausencia de interés
público gravemente comprometido en la persecución penal; y d) el delito debe ser
conminado con pena no mayor a cuatro años. Como se podrá apreciar, el legislador ha
facultado al Fiscal a abstenerse de la persecución penal en aquellos casos donde la ley
faculta la disminución de la pena. Siendo esta la esencia de la aplicación de este supuesto
de oportunidad debería de aplicarse también en otros casos, como puede ser los estados
de flagrancia y confesión sincera.
Por último, se prohibe su aplicación cuando se trate de funcionario público que incurra en
delito en el ejercicio del cargo.
La ley procesal también establece que en los supuestos previstos en los dos últimos casos,
será necesario que el agente hubiere reparado los daños y perjuicios ocasionados o exista
acuerdo con el agraviado en ese sentido, lo que obliga al imputado a pagar la reparación
civil o a comprometerse a apagarlo.
Los delitos que contempla la ley son los siguientes: lesiones (arL.122), hurto simple (art.
185), hurto de uso (art.
187), hurto de ganado (art. 1B9 A, primer párrafo), apropiación ilícita (art. 190), hurto de
bien propio (art. 191), modalidades de apropiación, apropiación de prenda (art. 193), estafa
(art.196), otros supuestos de estafa (art. 197), administración fraudulenta (art. 198),
daños,libramiento indebido (art. 215) y ademas se comprende a todos los delitos culposos.
Sin embargo, el legislador ha previsto determinados casos donde no es posible el llamado
acuerdo reparatorio: a) cuando exista pluralidad importante de víctimas, lo que
entendemos dependerá también del ilícito penal, por ejemplo, estafa, apropiación ilícita,
libramiento indebido, homicidio culposo. Así, no es lo mismo que el imputado estafe a una
o dos personas con sumas reducidas de dinero, que a treinta o más personas con la venta
ficticia de vehículos. En cualquier caso dependerá del criterio que maneje el fiscal al
momento de resolver el pedido; o b) cuando exista concurso con otro delito, salvo que sea
de menor mayor gravedad o afecte bienes jurídicos disponibles.
En este mismo supuesto, la ley señala que el Fiscal, de oficio o a pedido del imputado o
de la víctima propondrá un acuerdo reparatorio, y si ambos convienen en el mismo, el
fiscal se abstendrá de ejercitar la acción penal mediante una Disposición, lo que confirma
la intervención directa del fiscal en esta formula de consenso, pues a diferencia de los tres
casos analizados en el apartado 1) del artículo 2" del código procesal penal, en donde
debe de esperar que las partes lleguen a acuerdo, bajo esta fórmula reparatoria, el mismo
fiscal quien propone la reparación del daño, incluso en ausencia de la víctima, quien
habiendo sido citado no concurre.
Caso distinto es aquel cuando no concurre el imputado a la segunda citación o se ignora
su paradero, debiéndose proseguir con el ejercicio de la acción penal.
Aplicación en la Investigación Preparatoría.
Los casos analizados anteriormente están bajo la dirección y control del Fiscal, sin
embargo, una vez iniciada la investigación preparatoria también es posible su aplicación,
bajo las características siguientes:
1) a petición del Fiscal, en donde es posible alguna comunicación con el imputado y/o
agraviado;
2)larealización de una audiencia dirigida por el juez, con intervención del fiscal e imputado
y citación al agraviado; 3) la resolución de sobreseimiento por el juez; 4) se debe de
realizar hasta antes de la acusación fiscal escrita; 5) dicha resolución es inimpugnable,
salvo el monto de la reparación civil, si es fijada por el juez ante la falta de acuerdo entre
el imputado y agraviado o sobre las reglas de conducta que impone consideradas
desproporcionadas o afectan irrazonablemente al imputado.
El llamado Acuerdo Notarial: El nuevo Código Procesal también mantiene la figura del
acuerdo notarial (no existente en el texto original) que -entendemos- desnaturaliza la
institución de la oportunidad en tanto ya no es necesario llegar a una formula de consenso
en presencia de la autoridad Fiscal, sino que las mismas partes en conflicto son quienes
mediante un instrumento público o documento privado legalizado notarialmente llegan a
un "acuerdo reparatorio". Esta posibilidad notarial podrá aplicarse en los dos últimos casos
del apartado l) (mínima lesividad de la infracción y mínima culpabilidad del autor o
participe) y en los delitos contemplados en el apartado 6) (acuerdo reparatorio). En efecto,
el legislador expresa que no será necesaria la referida diligencia si el imputado y la víctima
llegan a un acuerdo y éste consta en un insfrumento público o documento privado
legalizado notarialmente y tratándose de los supuestos del numeral 6), basta lo
presentación del acuerdo reparatorio en un instrumento público o documento privado
legalizado notarialmente, para que el Juez dicte auto de sobreseimiento. (art.2o.7 último
párrafo).
"En cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad
de hombre, ninguna tiranía puede dominarle”. Mohandas Karamchand Gandhi.
Sumario.
I. Introducción. II. Conceptos Básicos. III. Cuáles son los criterios de oportunidad y
a que delitos son aplicables. IV. Finalidad de los Criterios de Oportunidad. V.
Aplicación del Proceso Inmediato. VI.- Conclusiones Fundamentadas.
Marco Normativo:
I. INTRODUCCIÓN
La figura de los acuerdos reparatorios son relativamente nuevos para nuestra dicción legal
en el Perú, sus orígenes lo encontramos al nacimiento del sistema penal acusatorio
garantista.
Figura que ni de asomo estaba en el antiguo sistema inquisitivo que nació bajo la influencia
de la Iglesia Católica e implica que las funciones de acusación y enjuiciamiento se
encuentran reunidas en una sola persona, el juez, frente al cual el individuo está en
posición de inferioridad17[2], procesos en los cuales no se dio una gran importancia al
derecho de defensa y el imputado era considerado prácticamente un objeto del proceso y
no un sujeto de este, luego aparece el sistema Mixto una mezcla del sistema acusatorio e
inquisitivo que nace a la luz de la Revolución Francesa al cual el Perú se enrumbo y en
donde el proceso penal se divide en dos etapas, el de instrucción, que tenía el carácter de
reservado y el de Juzgamiento que era oral pero con un gran culto a los formalismos y a
17[2] CUBAS VILLANUEVA, Víctor, El Nuevo Código Procesal: ¿Revolución Penal? Lima: Justicia Viva, 2004,
p.9.
la escrituralidad en donde empiezan a aparecer los MASC en la década de los noventa,
en la experiencia peruana.
Los criterios de oportunidad a mi entender en el Perú aparecen a luz del decreto legislativo
638, luego se refuerzan con una serie de normas como la Ley 27664, la Ley 28117, el
decreto legislativo 1112.
De lo expresado líneas arriba tenemos que el sistema Procesal Penal vigente ha ido
avanzando de forma creciente en cuanto a los conocimientos, interpretación y aplicación
de las normas que integran dicho sistema por parte de los operadores de justicia. Sin
embargo la discusión creo que radica en este proceso inmediato que para muchos
restringe derechos de los justiciables e incluso se puede prestar a caprichos en cuanto a
su aplicación que en definitiva irían en desmedro de los intereses sobre todo, de los
imputados, creo yo, que la aplicación de este instituto procesal tiene que ser para cada
caso en concreto y no de forma desmedida y comparto la frase que alguna vez dijo
Abrahán Lincoln “La más estricta justicia no creo que sea siempre la mejor política” y
sinceramente amigos creo que esto es así.
El proceso inmediato es uno de los procesos especiales así denominados conjuntamente
con el proceso por razón de la función pública (proceso por delitos de función atribuidos a
altos funcionarios públicos, procesos por delitos comunes atribuidos a congresistas y otros
altos funcionarios, procesos por delitos de función atribuidos a otros funcionarios públicos),
proceso por delito de ejercicio privado de la acción penal, proceso de seguridad, proceso
de terminación anticipada, proceso por colaboración eficaz, proceso por faltas que están
regulados en el libro quinto del Código Procesal Penal y que comprende desde los Arts.
446 al 487. Pero la incognita presente es ¿puede aplicarse un criterio de oportunidad en
un proceso inmediato? y el criterio que sustento me dice que en definitiva, si, a pesar que
en definitiva existirán otras tendencias que digan lo contrario y si estas son convincentes
entonces tendremos que variar nuestra postura dogmatica, “desvinculándonos” de nuestra
idea inicial.
Hay que recordar que cualquier margen de duda en una norma o un tema de interpretación
tiene que ser aplicada bajo el principio pro homine, pues el debido proceso solo es para la
persona humana, si no veamos todos los textos en materia de Derechos Humanos, pues
hay que recordar lo que se dijo en algunos debates en audiencia “Para un Juez garantista
la duda favorece al imputado pero para un juez de tendencia inquisitiva, la duda favorece
al Ministerio Público” y un proceso a decir de Asencio Mellado: “No es otra cosa que un
método de determinación de hechos y responsabilidades y para la consecución de este fin
ha de permanecer en la más absoluta neutralidad (…)”18[3], aspecto que a mi modesto
entender no tiene el proceso inmediato.
18[3] ASCENCIO MELLADO, José María. “La regulación de la prisión preventiva en el Código
Procesal Penal del Perú”. En CUBAS VILLANUEVA, Víctor, DOIG DIAZ, Yolanda y QUISPE
FARFAN, Fanny Soledad. El nuevo proceso penal: Estudios fundamentales. Lima: Palestra, 2005,
p.493.
II.- CONCEPTOS BASICOS.
A. Criterio. Para la Real Academia Española, viene a ser una norma para conocer la
verdad, un juicio o discernimiento19[4].
C. Proceso. Es el medio adecuado del Estado para resolver conflictos a través del
Derecho procesal que establece el orden de los actos (procedimiento) para la
correcta prestación de la actividad jurisdiccional, tal como lo refiere Vescovi.
D. Inmediato. Indica que algo sucede o se realiza enseguida o justo después de otra
cosa, sin pasar tiempo entre ellas.20[5]
19[4] http://lema.rae.es/drae/?val=criterio
20[5] http://es.thefreedictionary.com/inmediato
aplicar un criterio de oportunidad, tal referencia sistemáticamente, solo remite al Art. 2. De
lo mencionado se tiene que en el art. 2 de nuestro cuerpo procesal penal hace referencia
solo al principio de oportunidad (numeral 1) y al acuerdo reparatorio (numeral 6), los que
en sí, vendían a ser los criterios de oportunidad, más no así la terminación anticipada que
es un instituto procesal distinto (proceso especial).
Claux Roxin, define el principio de oportunidad como aquél mediante el cual se autoriza al
fiscal a votar entre elevar la acción o abstenerse de hacerlo -es archivando el proceso-
cuando las investigaciones llevadas a cabo conduzcan a la conclusión de que el acusado
con gran probabilidad, ha cometido un delito21[6].
De otra parte Maria Horvitz, define al acuerdo reparatorio en una institución procesal que
consiste esencialmente en un acuerdo entre imputado y víctima, en que el primero repara
de algún modo que resulte satisfactorio para la segunda las consecuencias dañosas del
hecho que se persigue penalmente.22[7]
21[6] citado por ARMENTA DEU, Teresa: Criminalidad de Bagatela y Principio de Oportunidad, Barcelona,
1991, Pág. 66
22[7] HORVITZ LENON, Maria Ines y LOPEZ MASLE, Julian. Derecho Procesal Penal Chileno, Tomo I, Editorial
Jurídica de Chile, 2002. Pag. 568.
aplicación del poder punitivo del estado”23[8], en cristiano para lograr una descarga
procesal en delitos de escasa lesividad en contra del principio de legalidad pero a la legal.
Cuando exista afectación grave al agente como consecuencia de su delito, siempre que
el delito doloso sea reprimido con pena privativa de libertad no mayor de cuatro años.
Cuando el delito no afecta de forma grave el interés público, salvo que el extremo mínimo
de la pena sea superior a los dos años de pena privativa de libertad o es cometido por
funcionario público en ejercicio de su cargo.
23[8] Citado por CESANO Jose Daniel, El Nuevo Derecho Procesal Penal, ARA Ediciones, Peru 2010, pag. 77.
A la par del principio desarrollado encontramos al acuerdo reparatorio, el cual con
independencia de lo mencionado en el extremo anterior procede en los delitos previstos y
sancionados en los artículos:
196 (Estafa).
24[9] En mi criterio para plasmarla hoy a la luz de la ley 30078, no se ha debido llamar a acuerdo o principio
de oportunidad en la etapa preliminar o en los 30 días de formalizada la investigación preparatoria, pues
muchos autos de vistas han plasmado de que no es necesario llamar al acuerdo reparatorio o al principio de
oportunidad en la etapa previa como requisito de procedibilidad, pero de aquella necesidad o innecesidad
hablaremos en otra oportunidad, no es el escenario.
25[10] En la Conferencia del Dr. Daniel Van Ness, Primer Congreso de Justicia Restaurativa, San José – Costa
Rica, junio 2006, se ha definido como “La Justicia Restaurativa es una teoría de la justicia que enfatiza la
reparación de los daños causados o revelados por la conducta criminal. Para realizarlo, es necesario usar
procesos cooperativos que incluyen todas las partes que tiene un interés en el delito: víctima, ofensor y
miembros de la comunidad.” Citado por BRENES QUESADA, Carlos. Tesis Justicia Restaurativa “Una
Herramienta para la Solución al fenómeno de la Criminalidad Costarricense” San Jose de Costa Rica. Julio de
2009. Pag. 40.
V. APLICACIÓN DEL PROCESO INMEDIATO Y FUNDAMENTO PARA LA
APLICACIÓN DEL CRITERIO DE OPORTUNIDAD.
Ahora en lo que nos corresponde ¿porque afirmar que es posible aplicar un criterio de
oportunidad en un proceso inmediato? y ¿cuál sería la oportunidad procesal? y ¿Por qué?.
Ahora ya sabemos que el proceso inmediato carece de etapa intermedia y para una
27[12] http://buscon.rae.es/drae/srv/search?val=luego
tendencia mayoritaria este es un procedimiento que vulnera el debido proceso y por sobre
todo el principio de imparcialidad, tendencia que comparto, pero, no es materia de análisis.
Si nos remitimos al Art. 448.2 del CPP, expresa ad litteram que “Notificado el auto que
dispone la incoación del proceso inmediato, el fiscal procederá a formular la acusación, la
cual será remitida por el Juez de la investigación preparatoria al Juez penal competente,
para que dicte acumulativamente el auto de enjuiciamiento y de citación a Juicio y el
numeral 3 precisa que antes de formularse la acusación de ser pertinente a pedido del
imputado puede instarse la iniciación del proceso especial de terminación anticipada y por
interpretación favor rei, si se ha formulado acusación el imputado puede proceder
conforme al Art. 350 porque es el Juez Penal quien pone en su conocimiento la acusación
escrita para que pueda pronunciarse en vista que de acuerdo al Plenario 6-2010 sobre
proceso inmediato quien controla los requisitos que condicionan la validez de la acusación
fiscal conforme al fundamento 18.b, es el Juez del juicio oral y dicho requerimiento que
planteamos debe ser interpuesto al inicio del juico oral, lo contrario sería admitir que esa
acusación ya es una sentencia condenatoria y el juicio oral solo sería una pantalla para
darle legalidad a una futura sentencia condenatoria ya anticipada por la acusación y
recordemos que el derecho penal es siempre como una partida de ajedrez.
Que, en la norma y el propio pleno hay un vacío legal, pero el juez no puede dejar de
administrar justicia por vacio o deficiencia de la Ley y el Juez no está impedido de hacer
aquello que la Ley no prohíbe.
29[14] ORE GUARDIA, Arsenio, Principios del Proceso Penal, Editorial Reforma, Lima, 2011, Pag. 88.
30[15] “El principio de igualdad que garantiza la Constitución opera en dos planos distintos. De una parte,
frente al legislador o frente al poder reglamentario, impidiendo que uno u otro puedan configurar los
supuestos de hecho de la norma de modo tal que se dé trato distinto a personas que, desde todos los
puntos de vista legítimamente adoptables se encuentren en la misma situación, o dicho de otro modo,
impidiendo que se otorgue relevancia jurídica a circunstancias que, o bien no pueden ser tomadas nunca en
consideración por prohibirlo así expresamente la propia Constitución, o bien no guardan relación alguna con
el sentido de la regulación que, al incluirlas, incurre en arbitrariedad y es por eso discriminatoria”.
De otro extremo el derecho penal es de mínima intervención.
Los que no comparten esta tesis de seguro dirán que una vez emitido el auto de
enjuiciamiento es jurídicamente imposible realizar dicha diligencia porque se estaría
vulnerando la forma del nuevo proceso penal y la respuesta es clara “lo mismo, para llegar
a lo mismo” hay que ser razonables.
BIBLIOGRAFIA
4. HORVITZ LENON, Maria Ines y LOPEZ MASLE, Julian. Derecho Procesal Penal
Chileno, Tomo I, Editorial Jurídica de Chile.
5. CESANO Jose Daniel, El Nuevo Derecho Procesal Penal, ARA Ediciones, Peru
2010.
Internet con el uso de las páginas web que se hacen cita en los pies de página de la
presente
El pago de la Reparación, en caso que sea fijado por el Fiscal, no podrá exceder
el plazo de 30 días calendarios siguientes al acuerdo. Excepcionalmente, de
acuerdo a las circunstancias, el Fiscal podrá otorgar un plazo mayor o fraccionar
el pago. En ninguno de los casos el plazo podrá exceder los 6 meses.
Si el o los obligados no cumpliesen con los indicados pagos dentro del plazo
señalado en el Acta de Audiencia de Conciliación, se le notificara a efectos de
requerirle el cumplimiento de su obligación. La notificación deberá contener el
expreso apercibimiento de revocarse la resolución de pertinencia de aplicación
del Principio de Oportunidad, en caso de no cumplir lo acordado.
Solo una vez cumplidos íntegramente los pagos señalados, el Fiscal procederá
a dictar la Resolución por la que decide abstenerse del ejercicio de la Acción.
FUENTE LEGAL:
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3.
Hola deseo saver por favor, en caso de pagar la multa que corresponde en el delito
por coduccion en estado de ebriedad, ¿Se hace efectiva el pago administrativo y
retencion de licencia de conducir incluso al haberse acogido al principio de
oportunidad?.
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4.
Hola deseo saver por favor, en caso de pagar la multa que corresponde en el delito
por coduccion en estado de ebriedad, ¿Se hace efectiva el pago administrativo y
retencion de licencia de conducir incluso al haberse acogido al principio de
oportunidad?.
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6.
PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD
La finalidad del presente artículo consiste en que, al terminar de leerlo, usted pueda
comprender que existe una alternativa rápida, económica y poca conocida de solucionar
un asunto de índole penal.
4) Mínima Culpabilidad
Cuando se presenten circunstancias atenuantes que permitan una rebaja sustancial de
la pena, vinculadas entre otros factores, a los móviles y finalidad del autor, a sus
características personales, a su comportamiento luego de la comisión del delito, con
exclusión de la confesión. Se tendrá en consideración, además, aquellos supuestos
vinculados a las causas de inculpabilidad incompletas, al error de tipo y de prohibición
vencibles y comprensión culturalmente condicionada disminuida y al arrepentimiento sin
éxito; la contribución a la perpetración del delito será mínima en los supuestos de
complicidad secundaria;
5) Consentimiento del Imputado
Que, el imputado preste su consentimiento expreso para la aplicación del Principio de
Oportunidad, a fin de iniciarse el trámite correspondiente, lo que no implica
necesariamente la aceptación de su responsabilidad o culpabilidad en los hechos
imputados, puesto que de lo contrario, se estaría vulnerando su derecho de defensa y la
presunción de inocencia;
6) Obligación de Pago
Que, el imputado haya cumplido con el pago total de la reparación civil, esto es la
restitución del bien, o en su caso el pago de su valor, y además la indemnización por los
daños y perjuicios; o en todo caso, se hayan puesto de acuerdo el referido imputado con
la parte agraviada. Cabe precisar que en los casos de falta de necesidad de pena no es
necesario la exigencia del pago de la reparación civil.
“El Ministerio Público, con consentimiento expreso del imputado, podrá abstenerse de
ejercitar la acción penal en cualquiera de los siguientes casos:
1. Cuando el agente haya sido afectado gravemente por las consecuencias de su delito y
la pena resulte inapropiada.
En los supuestos previstos en los incisos 2) y 3) será necesario que el agente hubiere
reparado el daño ocasionado o exista un acuerdo con la víctima respecto a la reparación
civil.
En los delitos de lesiones leves, hurto simple y apropiación ilícita de los artículos 12º,
185º y 190º del Código Penal y en los delitos culposos, en los que no haya pluralidad de
víctimas o concurso con otro delito, antes de formalizar la denuncia penal, el Fiscal citará
al imputado y a la víctima para proponerles un acuerdo reparatorio. Si ambos convienen
en el mismo, el Fiscal se abstendrá de ejercitar la acción penal. Si el imputado no
concurre a la segunda citación o se ignora su domicilio o paradero, el Fiscal formalizará
la denuncia correspondiente."
Es así, pues, que en el Perú, como en gran parte de América Latina, el Principio de
Legalidad es la regla general, en tanto que la misma ley es la que señala los
presupuestos en los que el Ministerio Público puede prescindir del ejercicio de la acción
penal. A eso se denomina el sistema de Principio de Oportunidad Reglado. Continuando
con la legislación peruana, supongamos que dos personas se encuentran en una
actividad social, una fiesta, y producto de la ingesta de alcohol se suscita una gresca, en
la que uno de ellos golpea al otro, causándole lesiones. El hecho es denunciado y llega a
conocimiento del Fiscal. ¿Cabría la aplicación del Principio de Oportunidad? ¿Porqué?
Se acreditó la comisión del delito? Se evidencia la vinculación del accionar del imputado
con su realización? El delito es de menor gravedad o bagatela?,… bien, la respuesta es
obvia. El Fiscal puede dar inicio al trámite para aplicar el Principio de Oportunidad, pero
falta algo importante… el consentimiento del imputado. Lo que se hará será citar al autor
para que exprese su aceptación o negativa con el referido trámite, de forma tal que, si
acepta, el Fiscal procurará que aquél y el agraviado arriben a un acuerdo económico por
concepto de reparación civil por los daños y perjuicios ocasionados, y si se niega, pues,
se dará inicio al proceso penal a nivel judicial.
Espero que a este nivel de la lectura, todo vaya quedando claro. Pasemos ahora a
analizar las razones que justifican la adopción del Principio de Oportunidad en las
distintas legislaciones. Actualmente, el proceso penal propio del Estado Democrático de
Derecho tiene por fines tanto la satisfacción de los intereses del Estado en la aplicación
del ius puniendi como el resguardo del derecho a declarar la libertad del ciudadano
inocente, la reparación de la víctima y la reinserción del imputado. Entonces, pues, la
aplicación de los Criterios de Oportunidad en nuestro ordenamiento procesal penal
armoniza, indiscutiblemente, con tales fines.
Es así que, sólo tratándose de casos en los que se produce una mínima afectación a los
bienes jurídicos o cuando la responsabilidad del imputado resulta escasa, el Fiscal, autor
y víctima del delito pueden decidir sobre la apertura del proceso. Aquéllos, pues, se
hallan facultados para negociar acerca del no ejercicio de la acción penal a cambio del
otorgamiento de una reparación por el daño ocasionado, tomando en cuenta los
intereses reparatorios a la víctima. Abriéndose, de esta manera, un espacio para el
concenso en el campo penal.
Las razones que cada legislación tiene para incluir el Principio de Oportunidad a su
ordenamiento procesal penal varían según las realidades de cada país, como por
ejemplo: la búsqueda de la eficacia del sistema a través de una selectividad controlada
de los casos que merecen el concurso del derecho punitivo, favorecer el derecho a un
proceso sin dilaciones indebidas, la búsqueda de la celeridad procesal, la revitalización
de los objetivos de la pena, la ratificación del Principio de Igualdad, la finalidad de
obtener la rápida indemnización de la víctima, evitar los efectos criminógenos de las
penas cortas privativas de libertad, contribuir a la consecución de una justicia material
por sobre la formal, entre otros.
NOTA:
La finalidad del presente artículo consiste en que, al terminar de leerlo, usted pueda comprender
que existe una alternativa rápida, económica y poca conocida de solucionar un asunto de índole
penal.
¿Qué ocurre ante la comisión de un hecho delictivo de menor gravedad? Bueno, primero, me
refiero a aquéllos hechos ilícitos que no afectan gravemente el interés público, es decir, delitos
cuyos efectos no trascienden en la sociedad, como por ejemplo: hurto simple, apropiación ilícita,
lesiones leves o culposas, delitos informáticos, etc. Dicho esto, respondamos a la interrogante
inicial, tras la comisión de un delito, el hecho es puesto en conocimiento de la autoridad
competente, siendo (la mayoría de la veces) la policía quien lleve a cabo las investigaciones
preliminares, bajo la dirección del Fiscal, quien, una vez culminadas, analizará la misma y, según
corresponda, procederá a formalizar la denuncia penal ante el Juez, o archivará el caso u ordenará
la ampliación de la investigación o dispondrá la aplicación del Principio de Oportunidad.
Detengámonos en este punto. Alternativas del Fiscal tras culminar la investigación preliminar: a)
Formalizar denuncia penal ante el Poder Judicial. Ello se hará cuando se haya acreditado la
existencia del delito, la individualización del o de los autores y partícipes, así como, la vinculación
de éste con la comisión del delito. b) Archivar el caso. Cuando el hecho no constituya delito, no se
haya individualizado al presunto autor, o, identificado éste, no sea posible relacionar su conducta
con la comisión del delito, o cuando el delito haya prescrito. c) Ordenar la ampliación de la
investigación. Cuando, a criterio del fiscal, las diligencias realizadas no hayan sido suficientes para
esclarecer los hechos. d) Aplicar el Principio de Oportunidad.
Es, pues, a este tema al que me abocaré en adelante. Comencemos definiéndolo. El Principio de
Oportunidad es la facultad que tiene el Ministerio Público, como titular de la acción penal pública,
de abstenerse de su ejercicio, o en su caso, de solicitar ante el órgano jurisdiccional el
sobreseimiento de la causa, bajo determinados requisitos previstos por la ley, pudiendo ser éstos
concurrentes o excluyentes entre sí:
Que, el delito sea insignificante o poco frecuente y, que a su vez, estos no afecten gravemente el
interés público. También llamados delitos de bagatela o de poca monta. La pena privativa de
libertad debe estar conminada en su extremo mínimo, por no más de dos años;
4) Mínima Culpabilidad
Cuando se presenten circunstancias atenuantes que permitan una rebaja sustancial de la pena,
vinculadas entre otros factores, a los móviles y finalidad del autor, a sus características personales,
a su comportamiento luego de la comisión del delito, con exclusión de la confesión. Se tendrá en
consideración, además, aquellos supuestos vinculados a las causas de inculpabilidad incompletas,
al error de tipo y de prohibición vencibles y comprensión culturalmente condicionada disminuida
y al arrepentimiento sin éxito; la contribución a la perpetración del delito será mínima en los
supuestos de complicidad secundaria;
6) Obligación de Pago
Que, el imputado haya cumplido con el pago total de la reparación civil, esto es la restitución del
bien, o en su caso el pago de su valor, y además la indemnización por los daños y perjuicios; o en
todo caso, se hayan puesto de acuerdo el referido imputado con la parte agraviada. Cabe precisar
que en los casos de falta de necesidad de pena no es necesario la exigencia del pago de la
reparación civil.
En ningún caso puede aplicarse estos supuestos con funcionarios públicos en ejercicio de su cargo.
Es decir está expresamente excluido el imputado que sea funcionario público y el delito cometido
haya sido cuando se encontraba en ejercicio de una función pública;
“El Ministerio Público, con consentimiento expreso del imputado, podrá abstenerse de ejercitar la
acción penal en cualquiera de los siguientes casos:
1. Cuando el agente haya sido afectado gravemente por las consecuencias de su delito y la pena
resulte inapropiada.
En los supuestos previstos en los incisos 2) y 3) será necesario que el agente hubiere reparado el
daño ocasionado o exista un acuerdo con la víctima respecto a la reparación civil.
Si el acuerdo con la víctima consta en instrumento público o documento privado legalizado por
Notario no será necesario que el Juez cite a las partes a que presten su consentimiento expreso
para la aplicación del Principio de Oportunidad.
Si la acción penal hubiera sido ya ejercida, el Juez podrá, a petición del Ministerio Público, o de la
parte agraviada, dictar auto de sobreseimiento en cualquier etapa del proceso, bajo los supuestos
ya establecidos, en un plazo no mayor de diez días.
En los delitos de lesiones leves, hurto simple y apropiación ilícita de los artículos 12º, 185º y 190º
del Código Penal y en los delitos culposos, en los que no haya pluralidad de víctimas o concurso con
otro delito, antes de formalizar la denuncia penal, el Fiscal citará al imputado y a la víctima para
proponerles un acuerdo reparatorio. Si ambos convienen en el mismo, el Fiscal se abstendrá de
ejercitar la acción penal. Si el imputado no concurre a la segunda citación o se ignora su domicilio
o paradero, el Fiscal formalizará la denuncia correspondiente."
Es así, pues, que en el Perú, como en gran parte de América Latina, el Principio de Legalidad es la
regla general, en tanto que la misma ley es la que señala los presupuestos en los que el Ministerio
Público puede prescindir del ejercicio de la acción penal. A eso se denomina el sistema de Principio
de Oportunidad Reglado.
Ejemplo.- Continuando con la legislación peruana, supongamos que dos personas se encuentran
en una actividad social, una fiesta, y producto de la ingesta de alcohol se suscita una gresca, en la
que uno de ellos golpea al otro, causándole lesiones. El hecho es denunciado y llega a conocimiento
del Fiscal. ¿Cabría la aplicación del Principio de Oportunidad? ¿Porqué? Se acreditó la comisión del
delito? Se evidencia la vinculación del accionar del imputado con su realización? El delito es de
menor gravedad o bagatela?,… bien, la respuesta es obvia. El Fiscal puede dar inicio al trámite para
aplicar el Principio de Oportunidad, pero falta algo importante… el consentimiento del imputado.
Lo que se hará será citar al autor para que exprese su aceptación o negativa con el referido trámite,
de forma tal que, si acepta, el Fiscal procurará que aquél y el agraviado arriben a un acuerdo
económico por concepto de reparación civil por los daños y perjuicios ocasionados, y si se niega,
pues, se dará inicio al proceso penal a nivel judicial.
Aunque el tratamiento doctrinario al respecto es extenso y debatible, el Principio de Oportunidad
debe ser entendido como excepción al Principio de Legalidad estricto, conforme al cual el
Ministerio Público debe ejercitar la acción penal ante toda notitia criminis que llegue a su
conocimiento. De tal manera que, el Principio de Obligatoriedad y al carácter indisponible de la
acción penal (propios del principio de legalidad) son mantenidos como regla general en el accionar
del Ministerio Público en la mayoría de las legislaciones, fijando expresamente los casos en que la
regla de la obligatoriedad puede ser dejada de lado por el Fiscal, permitiendo la disponibilidad de
la acción penal en los delitos de escasa relevancia social. Esto es pues, el Principio de Oportunidad.
Espero que a este nivel de la lectura, todo vaya quedando claro. Pasemos ahora a analizar
las razones que justifican la adopción del Principio de Oportunidad en las distintas
legislaciones. Actualmente, el proceso penal propio del Estado Democrático de Derecho tiene por
fines tanto la satisfacción de los intereses del Estado en la aplicación del ius puniendi como
el resguardo del derecho a declarar la libertad del ciudadano inocente, la reparación de la víctima
y la reinserción del imputado. Entonces, pues, la aplicación de los Criterios de Oportunidad en
nuestro ordenamiento procesal penal armoniza, indiscutiblemente, con tales fines.
Es así que, sólo tratándose de casos en los que se produce una mínima afectación a los bienes
jurídicos o cuando la responsabilidad del imputado resulta escasa, el Fiscal, autor y víctima del
delito pueden decidir sobre la apertura del proceso. Aquéllos, pues, se hallan facultados para
negociar acerca del no ejercicio de la acción penal a cambio del otorgamiento de una reparación
por el daño ocasionado, tomando en cuenta los intereses reparatorios a la víctima. Abriéndose, de
esta manera, un espacio para el concenso en el campo penal.
Las razones que cada legislación tiene para incluir el Principio de Oportunidad a su ordenamiento
procesal penal varían según las realidades de cada país, como por ejemplo: la búsqueda de la
eficacia del sistema a través de una selectividad controlada de los casos que merecen el concurso
del derecho punitivo, favorecer el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas, la búsqueda de
la celeridad procesal, la revitalización de los objetivos de la pena, la ratificación del Principio de
Igualdad, la finalidad de obtener la rápida indemnización de la víctima, evitar los efectos
criminógenos de las penas cortas privativas de libertad, contribuir a la consecución de una justicia
material por sobre la formal, entre otros.
En resumen, la facultad otorgada al Ministerio Público para aplicar los Criterios de Oportunidad
responde a las exigencias del moderno Estado de Derecho y a la función de prevención especial
que la pena y el Derecho Penal asumen en él. Asimismo, constituye una clara manifestación del
Principio de Proporcionalidad que debe guiar tanto la utilización del poder beligerante como la
aplicación de las normas penales y procesales por parte de los miembros del sistema punitivo. Que
quede claro que la respuesta penal frente a la pequeña y grave criminalidad no puede ser la misma.
Se precisa, en estos casos, de una respuesta jurídica adecuada, "justa y útil" haciendo caso de la
tendencia metodológica de separar la grande de la "pequeña o mediana" criminalidad. Criterio en
los que algunos juristas se basan para afirmar que la criminalidad menor, con frecuencia no
conflictiva e integrada por acciones que son incidentales en la vida de su autor, debe conducir a
soluciones consensuadas que contribuyan para la no estigmatización de quien, por la ocasionalidad
de su delito y la propia aceptación de su responsabilidad, está revelando una actitud
resocializadora.