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3/19/2018 Historia del budeo

La historia del buceo


 

Juan Ivars Perelló autor del libro Historia del Buceo (Su desarrollo en España) editado en 1988

 
A través de esta sección podréis disfrutar de la historia de nuestra pasión desde sus
orígenes, desde los tiempos antiguos, pasando por los persas, egipcios y siguiendo poco a
poco por todo el recorrido que ha traído hasta nuestros días esta pasión que nos une.

A primera vista podría parecer que el buceo comienza con el desarrollo del llamado regulador
automático de demanda inventado por el comandante francés Cousteau y el ingeniero Gagnan,
pero si nos basamos en las versiones de historiadores tales como: Plinio, Tucídides, Tito
Livio, Herodoto, Aristóteles, Plutarco, Vegecio, etc., que aportan referencias de más de 4.500
años de antigüedad, se ve claramente que la realidad es otra muy distinta y que las
motivaciones para que el hombre se sumerja en aquellos albores de la humanidad son:
     - La obtención de alimentos.

     - La pesca de esponjas, corales, madreperlas, etc...

     - El llevar a cabo hazañas bélicas.

     - La recuperación de tesoros y objetos de gran valor.

En el Museo Británico, se conservan bajorrelieves que corresponden al siglo IX A.C., mostrando a buzos ayudándose con odres llenos
de aire, pudiendo considerarlos como los primeros recipientes de presión análogos a los utilizados en estos días para suministrar gases
a los buzos.

El filósofo griego Aristóteles (384-322 A.C.), en su obra -Problemata-, proporciona las


primeras referencias históricas sobre la campana de buceo, sin duda el elemento auxiliar
que el hombre ha empleado más tiempo en su trabajo a pulmón bajo el agua, a pesar
de plantearse diversos problemas. Siendo mayor el hecho de que la presión del agua
comprime el aire en el interior de la campana, y reduce consecuentemente su espacio
vital, a medida que aumenta la profundidad (a 10 metros de profundidad el volumen de
aire de la campana es la mitad del volumen inicial, subiendo el nivel de agua, otro
tanto).
 

 
Nos relata Plutarco referente a Marco Antonio y Cleopatra lo siguiente:

En cierta ocasión, dice, Antonio quiso tomar parte en un concurso de pesca que era
presenciado por Cleopatra y, como no picara ningún pez en el anzuelo, mandó a sus
buzos que fueran enganchando en el mismo los peces previamente preparados. Cleopatra
fingió maravillarse de tanta abundancia, pero el día siguiente hizo que uno de sus buzos,
anticipándose a los de Marco Antonio, enganchara el anzuelo de éste, un pez seco
salado.
 

 
Existen proezas realizadas por buzos en épocas muy antiguas. La mayoría de las mismas se
relacionan con la guerra Naval. Tucídides, en su relato del sitio de Siracusa, 414 años A.C.,
destaca la existencia de buzos que aserraban debajo del agua las estacas que defendían las
entradas del puerto.

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El historiador griego Herodoto, en escritos del año 460 A. de C., nos habla de un famoso
buzo griego llamado Scyllis y de su hija Cyana, empleados por el rey Xerxes para la
recuperación de tesoros en un buque persa hundido. Habiendo terminado su trabajo, Xerxes los
retuvo, pero el griego y su hija, durante una tormenta, se lanzaron por la borda y buceando
sembraron el desconcierto en la flota fondeada al cortar sus amarras e irse los buques al
garete. Mientras tanto, los dos fugitivos escaparon nadando hasta Artemisus, a nueve millas de
distancia, mientras la flota se estrellaba contra los arrecifes.

 
Aristóteles, habla ya de los buzos pescadores de esponjas, hace referencia en su -Problemata-
a una campana de buceo utilizada por Alejandro el Grande, en el sitio de Tiro ocurrido en el
año 332 A.C.. A esta campana se la llamo -Colinfa-.

Plinio, en el año 77, nos cuenta en su -Historia Naturalis- la existencia de buzos militares.
Por primera vez se cita el uso de tubos para respirar, uno de cuyos extremos permanecía en
superficie por medio de un flotador y el otro se colocaba en la boca.

 
 
Las primeras noticias que se tiene en España del empleo de
buceadores de combate datan del 125 A.C., y según el escritor
Polibio, que asistió con Escipión a la caída de Cartago y
Numancia, relata cómo se utilizaron en la toma de Cartagonova
combatientes especialmente entrenados en la natación y el
buceo.
 
Si nos remontamos a los orígenes de la Armada en España,
parece evidente que su primera organización data del siglo XIII
cuando la Fuerza Naval del Rey Fernando III, al mando del
primer Almirante de Castilla D. Ramón Bonifaz, consiguió vencer
al Rey moro Axafat y la rendición de Sevilla el 23 de
noviembre de 1.248.
Con esta gesta el Rey encargó al Almirante Bonifaz la
formación, organización y la redacción de las primeras
ordenanzas realmente Castrenses de la Armada, toda vez que
lo hasta entonces legislado se refería exclusivamente a las
naves del comercio.
 

A partir de este momento, se produce un significado incremento del potencial Naval. En el siglo XIV, y debido a la necesidad de
reparar las averías producidas por varadas, vías de agua, reparación de anclas, etc., se dota a los navíos españoles de buceadores a
pulmón.
 
 

Grabado sirio que muestra las denominadas máquinas de guerra siria. Eran botas llenas de aire, que utilizaban para poder respirar
bajo el agua y desplazarse bajo el agua de forma oculta hasta las naves enemigas
La nave Victoria, de la expedición de Magallanes, fue la única que finalizó
la primera vuelta al mundo, perdidas las demás por diferentes causas,
llegando a España el 3 de septiembre de 1522.
Durante la increíble hazaña, la nave se encontró con dificultades que impedían navegar debido a graves vías de agua, haciéndole
recalar en la isla de Tadore, en las Molucas. En su diario de a bordo se consignó lo siguiente, con relación al método empleado para
la localización de las citadas vías de agua:

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El Rey de Tadore acudió donde estaba la nave y ante él cinco buceadores


intentaron en vano encontrar la vía de agua. Entonces envió a buscar al
otro lado de la isla a tres hombres más expertos aún. El día siguiente se
sumergieron, y mientras buceaban dejaban que sus caballeras flotaran para,
arrastradas por las filtraciones del casco, señalaran el orificio de las vías de
agua en los carcomidos cascos de madera. Así pudieron ser localizada y
reparadas, y el buque se hizo a la mar cuidadosamente carenado.
Durante los siglos XV y XVI se crea la Flota de corso y buceo para
recuperar los galeones y cargamentos que habían naufragado en las
Bahamas y golfo de México.
Entre los siglos XVI y XVII comienzan a aparecer diversos ingenios, que permiten al hombre
permanecer debajo del agua durante cortos intervalos de tiempo. Cabe destacar como los más
importantes:
 
 
Campana de Toledo, 1538
Con la que se hizo una demostración en aguas del Tajo en presencia del Emperador Carlos V y
más de diez mil espectadores. Fue más bien un número circense en que lo -más difícil todavía-
era que los ocupantes de la campana se sumergían con una vela encendida y después de cierto
tiempo en inmersión salían con la vela encendida.
Campana de Bono, con la que en 1582
Se efectuaron inmersiones en aguas de Lisboa ante delegados de Felipe II, recuperándose el ancla
perdida por un navío.
Trazas e Ingenios de Jerónimo de Ayanz 1597-1603
Verdadero precursor del buceo, que ya en 1603 ideó entre otros un tubo respirador y una barca
submarina cerrada y bien calafateada, propulsada por remos.
Equipo de Diego de Ufano 1613
Capitán de Artillería español, inventó una especie de equipo para recuperar los cañones y barcos hundidos del fondo del mar.

Diseños de Pedro de Leresma 1623


Inventos para salvamento de buques y buceo reseñados en un manuscrito inédito existente en el Museo Naval.

 
Ingenio de Francisco Nuñez Melian 1626
Utilizado en la extracción del cargamento de oro y plata que llevaba el Galeón -Santa
Margarita- hundido junto con el -Nuestra Sra. de Atocha- en 1622 en la península de
Florida.

 
Campana de Cadaqués 1677
Utilizada en la extracción de los tesoros hundidos de cabo Creus. Los ocupantes de la
campana, al finalizar la jornada de trabajo lo que recibían como salario, era las
monedas que eran capaces de coger con la boca y las manos una sola vez.

Campana del inglés Edmund Halley 1656-1742


El primer éxito técnico importante en la campana, fue logrado por el físico y astrónomo
Sir Edmund Halley, quién observó el problema del agotamiento de oxígeno e ideó un
sistema para enviar hacia abajo aire fresco en barriles.

La comunicación entre el barril y la campana se hacía a través de -una manguera de


cuero bien empapada en cera y aceite-. La campana estaba provista, además, de una
pequeña válvula que permitía la salida del aire expirado cuando penetraba el fresco.

 En 1690, Halley y cuatro compañeros utilizaron el aparato para establecer el récord de profundidad, permaneciendo sumergidos
durante hora y media a 18 metros de profundidad. Complacido con su descubrimiento, Halley se deleitaba refiriendo como había
permanecido sentado, completamente vestido y seco en el fondo del mar y para demostrar lo perfecto de su sistema de provisión de
aire, desperdiciaba algunas veces el oxígeno encendiendo bujías en la campana.

En 1775, Spalding, de Edimburgo, perfeccionó el aparato de Halley añadiendo a la parte superior de la campana una cámara provista
de grifos que podía llenarse de agua para la inmersión, mientras que para emerger, el agua era expulsada. Nos hallamos ante un
principio del lastre de agua que utilizan los submarinos actuales.

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En 1788 John Smeaton, construyó una campana a la cual se le suministraba mediante una manguera, aire de una bomba instalada
en superficie. Esto representó una auténtica revolución técnica, produciendo la invención de muchos equipos de  buceo

 
El primer equipo de Buceadores de Combate Españoles, constituido como tal, actuó, en 1782 minando el estrecho de Gibraltar a
nado y al mando del general Grillón.

Las Reales Ordenanzas de Carlos III dan realce a la figura del buzo embarcado, citando textualmente:
Durante el zafarrancho de combate, el buzo permanecerá en la enfermería o se ocupará en el paso de cartuchos de despensa a boca
de escotilla, preservando así su persona, mientras no sea necesario emplearlo en función importante de su ejercicio.

 
 
Por Real Decreto de 20 de febrero de 1787 se crean las primeras Escuelas de Buceo en cada
Departamento Naval. Estas Escuelas de Buceo son las más antiguas del mundo.

 
 

En enero de 1791 Pedro Amable Burlet construye en Cartagena una maquina hidráulica para el
buceo, útil para profundidades pequeñas. Con posterioridad, el buzo mayor de la Armada Sánchez
de la Campana construye en Cádiz la campana de su nombre.

En 1816, emigró a Inglaterra Augusto Siebe, joven alemán especializado en armamentos y


herramientas, inventando tres años más tarde el primer casco abierto de buceo, basado en el mismo principio de la campana, teniendo
el inconveniente que si el buzo se inclinaba demasiado durante su trabajo, se llenaba de agua.
En 1837, Siebe patentó su escafandra estanca, versión mejorada de su anterior invento,
siendo el casco y la bomba para suministro del aire los mismos del modelo primitivo. Esta
escafandra de Siebe sirvió de modelo para todas las escafandras de buzo, que todavía se
utilizan en la actualidad.
 

El día 1 de julio de 1847, llega a Ferrol a bordo de la fragata mercante Jorge Juan el
que puede considerarse el primer equipo de buzo para la Armada Española, modelo Siebe.
El primer regulador de aire fue inventado en 1865, por los franceses Benoit Rouquayrol,
ingeniero de minas y Auguste Denayrouze, teniente de navío. El depósito del aire estaba
alimentado por una bomba desde la superficie, pues la industria de la época no podía
construir recipientes capaces de soportar una presión superior a 30 Kg/cm2. La Amada
Española adquirió el primer equipo Rouquayrol-Denayrouze en octubre del 1866, con destino
a la Fragata Tetuán.

Tanto la campana la escafandra de Siebe como el


equipo de Rouquayrol-Denayrouze, eran suministrados
con aire, hasta que en 1878 Henry Fleus patenta el
primer equipo de buceo autónomo, que empleaba
oxígeno puro como medio respiratorio. Era a circuito
cerrado con saco respiratorio, botella de oxígeno
cargada a 30 Kg/cm2. de presión, un cartucho que
contenía el elemento purificador del anhídrido
carbónico. Es el antecesor de los equipos que utilizan
los buceadores de combate actuales.

 
 

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Con todos estos modernos equipos de buceo es necesaria una nueva legislación, aprobándose el 20 de julio de 1904 el primer
Reglamento de Buzos.

En la recién creada Escuela de Submarinos de Cartagena, y a propuesta de su director, capitán de corbeta don Mateo García de los
Reyes, se crea la Escuela de Buzos, aprobada por el rey don Alfonso XIII en la ley de 24 de julio de 1922.
La misión principal de la citada escuela, era la de formar buzos para el salvamento de buques y atender las necesidades inherentes
al crecimiento de las Arma submarina. En 1926, sale ya de esta escuela la primera promoción de buzos que manejan el moderno
equipo clásico de buzo -Siebe-Gorman-.
La primera cámara de descompresión que hubo en España, se adquirió en el año 1923 para la Armada y su Escuela de Buzos. La
suministró la Siebe-Gorman y se instaló en 1924 a bordo de la barcaza auxiliar de buzos de la citada escuela. Esta cámara estuvo
prestando servicio a la Armada el año 1979, estando actualmente expuesta en el Museo Naval de Cartagena.

También en 1926 llega a España, las primeras tablas de descompresión inglesas, publicadas por el Dr. Haldane con la introducción
de las citadas tablas y la primera cámara de descompresión importada igualmente de Inglaterra, se ponía punto y final a la aplicación
de los procedimientos arcaicos utilizados para intentar mitigar los dolores y molestia producidas por los -ataques de presión-.

En 1928 se construye en Bilbao y se instala en Cartagena, en la base de submarinos, con material


procedente de los sumergibles tipos , el primer tanque hidráulico para inmersiones de hasta 100 metros.
El primer equipo autónomo de oxígeno-nitrógeno y oxígeno puro se debe al Buzo Mayor de la Armada D.
Pablo Rondón, denominado -Chaleco España- declarándose reglamentario en la Armada al efectuarse pruebas
a 60 metros de profundidad y escapes desde submarinos posados en el fondo a 40 metros.
Durante la Guerra Civil, la participación de buceadores y de buzos se reduce al salvamento de buques
hundidos por la aviación en puertos y aguas poco profundas, destacándose el salvamento y puesta a flote del
destructor Císcar en el puerto de EL Musel (Gijón).

A la finalización de la contienda se crea la <>, que en una gran campaña consiguió en pocos menos de una decena de años
reflotar y salvar más de 120 barcos con un tonelaje global de 180.000 Toneladas de registro bruto.

Por decreto de 12 de marzo de 1942 se reorganiza el Cuerpo de Buzos de la Armada y en 1946 se construye una nueva Escuela,
en la base de Submarinos de Cartagena. La segunda guerra mundial proveyó al incentivo necesario para que se avanzase a grandes
pasos en el desarrollo de los equipos autónomos de circuito cerrado.
En septiembre de 1941, buzos con equipos autónomos de la Marina Italiana, demostraron espectacularmente la importancia y valor
militar potencial de dichos equipos, cuando atacaron con éxito buques Británicos en Gibraltar y Alejandría. Este ataque y otros que
siguieron, contribuyeron considerablemente a despertar el interés de las Marinas de Estados Unidos y Gran Bretaña con respecto al
desarrollo de estos equipos y el adiestramiento de uso de los mismos.
 

En 1943, Jacques Yves Cousteau, en aquellos años teniente de navío de la Armada francesa y
Emile Gagnan, ingeniero de la compañía Air Liquide y experto en equipos industriales de gas,
pusieron a punto, la primera válvula reductora de demanda, completamente automática. El
prototipo de esta reductora, consistía en un mecanismo de baquelita diseñado para inyectar
automáticamente gas natural a los motores de los automóviles.
En este equipo Cousteau, aprovecha los principios de varios elementos que habían sido utilizados
ya con éxito: el regulador de presión Rouquayrol, las aletas de Corlieu y la botella de aire
comprimido del Comandante Le Prieur, quien en 1925 había efectuado demostraciones de su
sencillísimo equipo de inmersión que en esencia consistía en un botella cargada con aire
comprimido, el cual se liberaba mediante un grifo que daba un flujo continuo de aire.
En 1951, el español Santiago Ferrán trajo a España el primer equipo autónomo francés
Aqualung (pulmón-acuático). En el año 1953 se crea el prestigioso C.R.I.S., (Centro de
Recuperaciones e Investigaciones Submarinas) de Barcelona, uno de los primeros Centros
Europeos de Actividades Subacuáticas y Deportivas, y a partir de 1967, se encuadran dentro de
las F.E.D.A.S., (Federación Española de Actividades Subacuática).

El 30 de septiembre de 1957, el español Eduardo Admetlla, con el apoyo de la Armada, consiguió en aquellos tiempos, el récord
mundial de inmersión con equipo autónomo de aire comprimido, al alcanzar en aguas de Cartagena la profundidad de 100 metros.
En 1953, se crea en Illetas el primer Núcleo pionero del buceo de combate de forma organizada, Núcleo que se denominó -Grupo
de Illetas-, por tener su enclave en esta isla de Mallorca siendo su organizador el Tte. I.M. Gorordo

Al crearse en Cartagena, en 1958, el CIB (Centro de Instrucción de Buceo) dependiendo del CIAF (Centro de Instrucción y
Adiestramiento a Flote), el buceo en la Armada pierde su conexión con la Base de Submarinos.

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A partir del 30 de Abril de 1959 en que finaliza el primer curso oficial con estos equipos,
siendo el personal docente Oficiales y Suboficiales de nuestra Armada, que habían realizado
diferentes cursos de buceo, en los Estados Unidos de América. Comienza así una gran labor
impulsora del buceo profesional en nuestra Armada.

En 1964 es botado el Remolcador RA-6, transformándolo en Buque de Salvamento Poseidón


(BS-1), dotándosele con una cámara de descompresión, equipos para buzos clásicos y de
buceo autónomo.
El Capitán Gorordo se traslada a Cartagena y funda, el día 1 de Febrero de 1967, la Unidad
Experimental de Buceadores de Combate (UEBC), que se convierte en Especial el 10 de Enero
de 1970.
Con el auge del buceo al final de la década de los 60 las instalaciones del CIB se quedan
insuficientes, trasladándose el 3 de marzo de 1970 a la Estación Naval de la Algameca
(Cartagena) a un edificio nuevo, que con el transcurrir de los años se irá convirtiendo en cuatro
(Edificio de mando, con Complejo Hiperbárico, Escuela de buceo; Edificio de la UIS con complejo
hiperbárico hasta 300 metros; Edificio del Cuartel de Marinería y Edificio de UEBC).A este
conjunto de edificios y dependencias se le denomina Centro de Buceo de  la Armada, creado por
la O.M. 37/70 (D.O. núm. 11).

En la Escuela de Buceo del Centro de Buceo de la Armada, se imparten los cursos de Buceador Elemental, Buceador de Combate,
Tecnología del buceo, Aptitud de Buzo, Accidentes de Buceo y Medicina Subacuática, cuya duración oscila entre dos meses y tres
años. A estos cursos acuden Soldados y Marineros, Cabos, Suboficiales y Oficiales de las Fuerzas Armadas, Guardia Civil, Policía
Nacional y numerosos alumnos de Marinas extrajeras, que acuden por el prestigio y solera de esta Escuela. Desde su inauguración,
hasta el 31 de diciembre de 1999, la Escuela de Buceo a formado unos 8.300 alumnos.
También a partir de 1970, se comienza a potenciar la investigación subacuática que, consigue en Noviembre de 1979, iniciar la
carrera de empleo de He-O2 como medio respirable en una serie de inmersiones prácticas a 90 metros, con objeto de recuperar el
ancla y la cadena del Transporte de Ataque -GALICIA-, utilizando el sistema ligero para gran profundidad con mezclas de He-O2
suministradas desde superficie y Campana Abierta.

Dentro de esta carrera de la investigación, en el bienio 1983-1984 se han alcanzado los 120 metros, con mezclas ternarias en
simulador hiperbárico, dependiendo de la profundidad, límite todavía rentable para la utilización del hombre como buceador en la
explotación de los múltiples recursos del mar, desarrollando la tecnología adecuada en beneficio de las aplicaciones militares y de las
socio-económicas del país.
En el aspecto militar y en el intento de mejorar la intervención operativa del buceador en el agua, se ha iniciado desde 1982, la
actual organización del Buceo en la Armada, creándose las Unidades de Buceo de las Zonas Marítimas: en las Bases Navales de la
Graña (Ferrol), Puntales (Cádiz), Arsenal Militar de Cartagena y Arsenal de Las Palmas, se crea también la Unidad Especial de
Desactivado de Explosivos (UEDE) y la Unidad de Buceadores de Medidas Contra Minas, publicándose el nuevo reglamento del
centro de Buceo de la Armada, y el de las especialidades y aptitudes de Buceo.

Por Resolución número 56/1999, del 12 de Febrero de 1999 (DOD. Núm. 33 de 18-02-
99), causa baja en la Lista Oficial de Buques de la Armada el buque de salvamento -
Poseidón- (A-12) después de una dilatada y fructífera labor en salvamentos, rescates e
investigaciones científicas, tomando el relevo el Buque de Buceo -Mar Rojo-. (NEPTUNO)

El Buque de Salvamento -Mar Rojo- embarca, entre otros equipos, un moderno complejo de
buceo a gran profundidad con mezcla de gases para inmersiones a saturación hasta 200
metros de profundidad y un Vehículo a Control Remoto (ROV) operativo hasta 600-1000
metros de profundidad. Con esta unidad nuestra Armada se coloca a la altura de los países
más avanzados en las técnicas del buceo.

LOS PRIMEROS BUCEADORES DE LA HISTORIA

 
El hombre siempre ha soñado con descender al fondo del mar, una atracción impulsada principalmente por los
deseos de explotar sus riquezas, por su afán de conquistar los fondos marinos o por la simple curiosidad de
explorar.

A lo largo de la Historia el hombre ha ido descubriendo y perfeccionando, a base de coraje, determinación e


ingenio, distintos artilugios que le han permitido mantenerse el mayor tiempo posible bajo el agua, convirtiendo así
en realidad sus ansias de exploración.
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Los hallazgos arqueológicos de los años 4.500 a 1.500 a.d.C. de ornamentos de nácar en Asia Menor y Egipto, y de joyas con
incrustaciones de perlas en Babilonia y Tebas, nos indican que el hombre ya participaba en el buceo, por lo menos como una forma
de recolección de objetos suntuarios para su comercio.

Los escritos de Homero (s.VIII a.d.C.) ya mencionaban que los antiguos buceadores griegos se sumergían hasta una profundidad de
30 metros, lastrados por una pesada roca, y Plinio el Viejo (s. I d.C.), en su “Historia Natural” contaba que llevaban en la boca
una esponja empapada en aceite, aceite que iban soltando lentamente mientras buceaban, y que se extendía ante los ojos del
buceador, modificando el índice de refracción del agua y mejorando así la visión submarina.

Pero la primera imagen de los intentos del hombre por sumergirse en el mar la encontramos en un bajorrelieve del año 880 a.d.C.
en el que se aprecia al rey persa Assurbanipal II buceando y provisto de una especie de saco respirador del que sale una boquilla.

Entre otras referencias, el historiador griego Tucídides (460 a.d.C.) en su tratado “Historia de la guerra del
Peloponeso” relata que en el asedio de Siracusa por los griegos, sus buceadores se sumergieron para eliminar
los obstáculos submarinos del puerto, permitiendo así el paso de las naves.

ucídides también nos cuenta el aprovisionamiento de víveres por vía submarina a los espartanos, cuando se encontraban sitiados por
los atenienses en la isla de Esfacteria.
 

Según relatos de Quinto Cursio, Alejandro Magno (356 a.d.C.) utilizó buzos (denominados Kolymboi) en el
asedio de la ciudad de Tiro (Líbano). Incluso el propio Alejandro hizo varias inmersiones en una especie de
campana de cristal que se sumergía en el agua.

Ya en el renacimiento, Leonardo Da Vinci diseñó el primer aparato de respiración autónomo en su “Codex


Atlanticus” (1.490). Se trataba de unos bocetos donde aparecían unos guantes palmeados, unas aletas
natatorias (aunque para las manos, y no para los pies) y una caperuza de cuero que cubría la cabeza y el
cuello del buceador, en la que colocó, a la altura de la boca, un tubo respirador muy parecido a los actuales.
Fruto del temor en aquella época a las “bestias marinas”, dotó a la caperuza de afiladas púas a su alrededor.

El traje de buceo estaba hecho de cuero, y el tubo, fabricado con cañas, se conectaba a una campana que
flotaba en la superficie. Da Vinci, preocupado por la contaminación por “vertidos tóxicos” al mar, incluyó una
pequeña bolsa para que el submarinista pudiera…. hacer sus necesidades.

Poco a poco fueron apareciendo respuestas a la pregunta ¿Cómo permanecer más tiempo en el agua?

En 1535, Gugliemo de Loreno desarrolló la que se consideró la verdadera campana de buceo, consiguiendo completar una hora de
inmersión.
En 1616, Frank Kessler inventa, sobre la base de la campana de Loreno, la campana de observación, con una
forma que permitía caminar por el fondo marino a la vez que lo exploraba.

En 1677 se utilizaba la “Campana de Cadaqués” para recuperar oro de los barcos hundidos.
En 1680, Borelli diseñó lo que pudiera ser la antecesora de la actual escafandra. Se trataba de una enorme bolsa de cuero donde
el buzo podía transportar su provisión de aire, introducida con un émbolo. La cabeza debía meterse en la bolsa, que llevaba una
ventanilla, y para los pies había unas aletas en forma de garras, para adherirse al fondo del mar. Posiblemente, este aparato nunca
llegó a emplearse.

La construcción de campanas mejoró a fines del siglo XVII, sobre todo cuando se logró comprender que el aire
de su interior debía renovarse. Este descubrimiento fue aprovechado por el famoso astrónomo inglés Edmond
Halley en 1690, quien logró introducir aire desde el exterior a través de un tubo conectado a unos barriles.

En 1715, John Lethbridge construyó el primer traje de buceo cerrado. El agua entraba a partir de los 22 metros pero, a pesar de
ello, fue todo un éxito.

Los adelantos se suceden, en 1828 los hermanos Deane crearon un casco de buceo que se acoplaba al traje
con correas. Años después, Augustus Siebe selló el casco de los hermanos Deane a un traje de goma
hermético.

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En 1865 se patentó un aparato para la respiración subacuática. Consistía en un tanque de acero con aire comprimido, colocado
horizontalmente en la parte posterior del buzo y conectado con una válvula dispuesta a una boquilla.

Los estudios e investigaciones posteriores sobre oxígeno comprimido, helio-oxígeno y descompresión, el uso común
de aletas, gafas y tubos de buceo, y las pruebas practicadas por las marinas de guerra de distintos países,
sobre todo Estados Unidos, hicieron que, a partir de 1930, y hasta nuestros tiempos, se avanzara definitivamente
en las técnicas de buceo y en la moderna exploración submarina.

La galería de hoy está dedicada a aquellos primeros pensadores e inventores, a los que tanto debemos, auténticos pioneros de la
ciencia que, gracias al desarrollo de sus primitivos artilugios, han hecho realidad el fascinante sueño del hombre de descender al
fondo del mar y de poderse mover libremente en el agua.

 
 

R E G R E S A R

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