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Algunos autores han intentado describir lo que sucede cuando se da el fenómeno del
conocimiento. El conocimiento es un tipo de relación que se establece entre un sujeto y un
objeto. No podría haber conocimiento si faltara alguno de estos polos de la relación. Sujeto y
objeto son conceptos interdependientes: sólo puede haber objeto de conocimiento para un
sujeto cognoscente y alguien es sujeto cognoscente si tiene ante él un objeto de conocimiento.
Por ejemplo, si un científico está interesado en estudiar el fenómeno de los sueños, entonces
los sueños pasan a ser su objeto de conocimiento y el científico, al investigar ese objeto, cumple
el rol de sujeto cognoscente.
El conocimiento implica una acción del sujeto. En principio, esta acción consiste en atender a un
aspecto de la realidad y en transformarla (por medio de esa atención) en objeto. La realidad que
nos rodea nos ofrece infinidad de fenómenos, muchos de ellos muy complejos. Pero la actividad
del conocimiento no se aplica a toda la realidad, sino a un aspecto de ella que (por diversos
motivos) nos interesa especialmente. Si, por ejemplo, queremos conocer el comportamiento de
un ciervo, observaremos lo que hace en su hábitat y dejaremos de lado todo lo que no tenga
que ver con nuestro interés (el tipo de plantas que se encuentren en ése hábitat, el ruido de un
arroyo cercano, la presencia de unos insectos que no molestan a este animal ni influyen en su
comportamiento, etc.).
¿Cómo se puede formular un juicio a partir del conocimiento? Al formular el juicio: "el sol
calienta la piedra", nos basamos en determinadas percepciones y sensaciones. Observamos
cómo el sol ilumina la piedra, y al tocarla comprobamos que su temperatura aumenta
paulatinamente. Al formular dicho juicio, pues, nos basamos en los datos proporcionados por
nuestros sentidos -el de la vista y el del tacto- o, dicho con brevedad, en la experiencia.
INSTRUCCIÓN: Lea el documento, e identifique los criterios que se necesitan para llegar a
establecer si una afirmación es razonable, con esas ideas utilice el organizador gráfico y
establezca semejanzas; en que se diferencian en cuanto a: creencia, percepción y opinión de
expertos y a que conclusiones podemos llegar .
1. Evidencia/la prueba
Para que una creencia sea razonable debería haber alguna evidencia positiva en apoyo de la misma.
Imagina que alguien dice que hay hombrecillos verdes que viven en Marte. Cuando los desafías a que
demuestre su creencia, dice “Bueno, no se puede demostrar que no existen”. Este es un argumento falaz,
porque la persona no ha dado pruebas positivas para apoyar su creencia, y si bien es difícil probar que
definitivamente no existen hombrecitos verdes de Marte, esto simplemente refleja el hecho de que
siempre es difícil probar una sentencia negativa. El hecho de que no se puede probar que algo no es
verdad no hace nada para demostrar que es cierto. La falacia de pensar que lo que hace es llamada
argumento ad ignorantiam.
Debemos velar no sólo por la evidencia a favor de nuestras creencias, pero también evidencia de qué
contaría en su contra. Porque, según los psicólogos, tenemos una tendencia inquietante, conocida como
sesgo de confirmación, para notar solo la evidencia que apoya nuestras creencias. Por ejemplo, si uno
cree en la astrología, tiende a considerar las veces que su horóscopo es acertado y a pasar por alto las
veces que está mal. Para contrarrestar esta tendencia, se debe mantener un registro no sólo de la
frecuencia con que el horóscopo es acertado, sino también de la frecuencia con que no lo es.
2. Coherencia
Un segundo criterio para decidir si una creencia es razonable es si se cohesiona, o encaja con nuestra
comprensión actual de las cosas. A pesar de las apariencias, no creo que este criterio contradiga lo dicho
anteriormente acerca de la necesidad de cuestionar el sentido común. Cuando se trata de examinar
nuestras creencias, nuestra posición es como la de un marinero que tiene que reconstruir su nave cuando
aún está en el mar. Si desmonta completamente la nave y trata de reconstruir desde cero, se va a ahogar.
Su única opción es reconstruirlo pieza a pieza. Del mismo modo, no podemos poner en duda todas
nuestras creencias al mismo tiempo. Lo mejor que podemos hacer es examinarlas una a la vez en el
contexto de nuestras otras creencias. Si no quieren ahogarse, simplemente no hay otra manera de
proceder.
Lo que este criterio implica es que, a pesar de que debemos estar abiertos a nuevas ideas, cuanto más
improbable algo relativo al estado actual del conocimiento es, más fuerte deberá ser la evidencia en su
favor antes de que podamos tomarlos en serio. Consideremos, por ejemplo, personas como Uri Geller –
“el paranormalista más famoso del mundo"- que aseguran ser capaces de doblar cucharas utilizando sólo
la energía mental. Dado nuestro conocimiento actual de la forma en que funciona el mundo, parece poco
probable que una cuchara se puede doblar a través de medios no físicos simplemente centrándose la
mente en ella. Así que antes de aceptar tal creencia debemos exigir una buena evidencia en apoyo de la
misma. Hasta donde yo sé, no existe tal evidencia.