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COLEGIO LOS PINOS

MATERIA: TEORÍA DEL CONOCIMIENTO


PROFESORA: VIVIANA DUQUE T.
HABILIDAD DE PENSAMEINTO: “Las partes y el todo”

INSTRUCCIÓN: Lea el documento, subraye y encuentre las partes del concepto de


conocimiento, que están expresadas a través de preguntas, con esas ideas llene el
organizador gráfico.

La preguntas ¿qué es el conocimiento? ha sido abordada a lo largo de la historia de la filosofía.


Incluso, los problemas relacionados con el conocimiento han dado lugar a ramas de la filosofía
llamadas “Teoría del conocimiento”, “Gnoseología”, o “Epistemología”.

Algunos autores han intentado describir lo que sucede cuando se da el fenómeno del
conocimiento. El conocimiento es un tipo de relación que se establece entre un sujeto y un
objeto. No podría haber conocimiento si faltara alguno de estos polos de la relación. Sujeto y
objeto son conceptos interdependientes: sólo puede haber objeto de conocimiento para un
sujeto cognoscente y alguien es sujeto cognoscente si tiene ante él un objeto de conocimiento.
Por ejemplo, si un científico está interesado en estudiar el fenómeno de los sueños, entonces
los sueños pasan a ser su objeto de conocimiento y el científico, al investigar ese objeto, cumple
el rol de sujeto cognoscente.

El conocimiento implica una acción del sujeto. En principio, esta acción consiste en atender a un
aspecto de la realidad y en transformarla (por medio de esa atención) en objeto. La realidad que
nos rodea nos ofrece infinidad de fenómenos, muchos de ellos muy complejos. Pero la actividad
del conocimiento no se aplica a toda la realidad, sino a un aspecto de ella que (por diversos
motivos) nos interesa especialmente. Si, por ejemplo, queremos conocer el comportamiento de
un ciervo, observaremos lo que hace en su hábitat y dejaremos de lado todo lo que no tenga
que ver con nuestro interés (el tipo de plantas que se encuentren en ése hábitat, el ruido de un
arroyo cercano, la presencia de unos insectos que no molestan a este animal ni influyen en su
comportamiento, etc.).

¿Cuándo se da el conocimiento? El conocimiento tiene lugar cuando el sujeto cognoscente logra


captar o aprehender características esenciales del objeto. Las características esenciales de un
objeto son aquellas que lo hacen ser lo que es, aquellas que lo definen. Siguiendo con el ejemplo
anterior, el ciervo que observamos tiene características particulares (el tamaño de sus cuernos,
las manchas en su cuerpo) que no son esenciales a los ciervos sino que son accidentales (ese
tamaño podría ser menor o esas manchas podrían tener otras formas). Obtendremos un
conocimiento si logramos captar aquellas características que sí son esenciales a la especie de los
ciervos (el modo en que obtiene el alimento, la manera en que se comunica con otros ciervos
para alertarlos sobre la presencia de una animal que puede atacarlos).(5)

¿Cómo se puede formular un juicio a partir del conocimiento? Al formular el juicio: "el sol
calienta la piedra", nos basamos en determinadas percepciones y sensaciones. Observamos
cómo el sol ilumina la piedra, y al tocarla comprobamos que su temperatura aumenta
paulatinamente. Al formular dicho juicio, pues, nos basamos en los datos proporcionados por
nuestros sentidos -el de la vista y el del tacto- o, dicho con brevedad, en la experiencia.

Sin embargo, ¿Qué papel desempeña la experiencia en el conocimiento?, nuestro juicio


incluye un elemento que no está incluido en la experiencia. Nuestro juicio no dice meramente
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que el sol ilumina la piedra y que ésta se calienta, sino que afirma que entre estos dos procesos
existe una conexión íntima, una conexión causal. La experiencia nos revela que un proceso sigue
al otro. Nosotros agregamos la idea de que un proceso resulta del otro, es causado por el otro.
El juicio: "el sol calienta la piedra" presenta, según esto, dos elementos, de los cuales el uno
procede de la experiencia, el otro del pensamiento. Ahora bien, cabe preguntar: ¿cuál de estos
dos factores es el decisivo? La conciencia cognoscente, ¿se apoya preferentemente, o incluso
exclusivamente, en la experiencia o en el pensamiento? ¿De cuál de las dos fuentes de
conocimiento saca sus contenidos? ¿Dónde reside el origen del conocimiento? Por este motivo,
si nos preguntamos por las vías que hacen posible la adquisición del conocimiento de sí mismo
y del mundo, descubriremos que las fuentes de conocimiento son los sentidos, la razón o
pensamiento y, en algunos casos, la fe. En efecto, si consideramos nuestros actos de
conocimiento, veremos que se trata principalmente de:

¿Qué papel desempeña las percepciones o inferencias en el conocimiento? Establecer


principios, o hacer inferencias a partir de principios puramente pensados. Estas fuentes de
conocimiento están ligadas al cuerpo (los sentidos) y la mente (la razón) de los seres humanos.
Así, mediante los sentidos conocemos ciertas propiedades de las cosas corporales (los animales,
las plantas, los planetas) como su color, su textura, su sabor; mediante la razón conocemos otras
propiedades de los cuerpos como su magnitud, su figura, el espacio que ocupan, y ciertas
“cosas” racionales como los números y las relaciones entre ellos. Los filósofos han discutido
durante muchos siglos cuál de estas vías es la más adecuada y confiable y, en consecuencia,
cuáles son sus alcances y limitaciones. Los debates más intensos en la historia de la filosofía
moderna se han producido alrededor de los sentidos y la razón como fuentes de conocimiento;
a los que defienden la primera opción se los conoce como empiristas y a los segundos, como
racionalistas.
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MATERIA: TEORÍA DEL CONOCIMIENTO


PROFESORA: VIVIANA DUQUE T.
HABILIDAD DE PENSAMEINTO: “comparar y contrastar”

INSTRUCCIÓN: Lea el documento, e identifique los criterios que se necesitan para llegar a
establecer si una afirmación es razonable, con esas ideas utilice el organizador gráfico y
establezca semejanzas; en que se diferencian en cuanto a: creencia, percepción y opinión de
expertos y a que conclusiones podemos llegar .
1. Evidencia/la prueba

Para que una creencia sea razonable debería haber alguna evidencia positiva en apoyo de la misma.
Imagina que alguien dice que hay hombrecillos verdes que viven en Marte. Cuando los desafías a que
demuestre su creencia, dice “Bueno, no se puede demostrar que no existen”. Este es un argumento falaz,
porque la persona no ha dado pruebas positivas para apoyar su creencia, y si bien es difícil probar que
definitivamente no existen hombrecitos verdes de Marte, esto simplemente refleja el hecho de que
siempre es difícil probar una sentencia negativa. El hecho de que no se puede probar que algo no es
verdad no hace nada para demostrar que es cierto. La falacia de pensar que lo que hace es llamada
argumento ad ignorantiam.

Debemos velar no sólo por la evidencia a favor de nuestras creencias, pero también evidencia de qué
contaría en su contra. Porque, según los psicólogos, tenemos una tendencia inquietante, conocida como
sesgo de confirmación, para notar solo la evidencia que apoya nuestras creencias. Por ejemplo, si uno
cree en la astrología, tiende a considerar las veces que su horóscopo es acertado y a pasar por alto las
veces que está mal. Para contrarrestar esta tendencia, se debe mantener un registro no sólo de la
frecuencia con que el horóscopo es acertado, sino también de la frecuencia con que no lo es.

2. Coherencia

Un segundo criterio para decidir si una creencia es razonable es si se cohesiona, o encaja con nuestra
comprensión actual de las cosas. A pesar de las apariencias, no creo que este criterio contradiga lo dicho
anteriormente acerca de la necesidad de cuestionar el sentido común. Cuando se trata de examinar
nuestras creencias, nuestra posición es como la de un marinero que tiene que reconstruir su nave cuando
aún está en el mar. Si desmonta completamente la nave y trata de reconstruir desde cero, se va a ahogar.
Su única opción es reconstruirlo pieza a pieza. Del mismo modo, no podemos poner en duda todas
nuestras creencias al mismo tiempo. Lo mejor que podemos hacer es examinarlas una a la vez en el
contexto de nuestras otras creencias. Si no quieren ahogarse, simplemente no hay otra manera de
proceder.

Lo que este criterio implica es que, a pesar de que debemos estar abiertos a nuevas ideas, cuanto más
improbable algo relativo al estado actual del conocimiento es, más fuerte deberá ser la evidencia en su
favor antes de que podamos tomarlos en serio. Consideremos, por ejemplo, personas como Uri Geller –
“el paranormalista más famoso del mundo"- que aseguran ser capaces de doblar cucharas utilizando sólo
la energía mental. Dado nuestro conocimiento actual de la forma en que funciona el mundo, parece poco
probable que una cuchara se puede doblar a través de medios no físicos simplemente centrándose la
mente en ella. Así que antes de aceptar tal creencia debemos exigir una buena evidencia en apoyo de la
misma. Hasta donde yo sé, no existe tal evidencia.

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