Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
L.pII.1.1:1.
Gran parte de lo que el Curso afirma está en esta sencilla frase: “Lo que
pensaste que tu hermano te había hecho en realidad nunca ocurrió”.
Piensas que te hirió, a tu ser, porque te identificas con los sentimientos
de tu ego, con tu cuerpo, con tus posesiones, con los miembros de tu
familia y sus cuerpos y sus sentimientos y sus posesiones. El Curso
enseña que nuestra identificación está equivocada. No somos nuestro
cuerpo. No somos nuestras posesiones. No somos el ego con todos sus
sentimientos heridos. Somos algo mucho más grande y extenso que
eso, algo que no puede ser tocado ni afectado por fuerzas externas.
L.pII.1.1:2-7.
El pecado es simplemente “una idea falsa acerca del Hijo de Dios”. (1:5).
Es una falsa evaluación de uno mismo proyectada sobre todos a nuestro
alrededor. Es la creencia de que verdaderamente estamos separados,
de que somos los agresores del Amor de Dios en nuestra separación, y
vemos agresores por todas partes.
El tercer paso es cosa de Dios. Algo viene a ocupar el lugar del pecado,
la Voluntad de Dios es libre para fluir a través de nosotros sin que
nuestras ilusiones se lo impidan, y el Amor sigue su curso natural. En
esto experimentamos nuestro verdadero Ser, la extensión del propio
Amor de Dios.
Todo lo que necesitamos hacer, si se le puede llamar hacer, es estar
dispuestos a ver algo distinto al ataque, algo distinto al pecado.
Necesitamos estar dispuestos a admitir que nuestra percepción del
pecado es falsa. Cuando lo hagamos, el Espíritu Santo compartirá con
nosotros Su percepción. Él sabe cómo perdonar, nosotros no lo
sabemos. Nuestro papel consiste simplemente en pedirle que Él nos
enseñe. Él hace el resto, y todo sucede como resultado de ese estar
dispuestos.
L.pII.1.2:1-2.
Cuando se deja el juicio a un lado “lo que entonces queda libre para
ocupar su lugar es la Voluntad de Dios”. (1:7).
L.pII.1.2:3-4.
L.pII.1.3:1-2.
L.pII.1.3:3-4.
L.pII.1.4:1-3.
A menudo una trampa del ego de la que me doy cuenta es que ¡intentará
hacerme sentir culpable por estar en quietud y silencio! Cuando intento
dedicar diez minutos a sentarme en silencio y quietud, mi ego inunda mi
mente con pensamientos de lo que debería estar haciendo en ese
momento.
L.pII.1:4:4-5.
“Esto te da miedo porque crees que, sin el ego, todo sería caótico. Mas
yo te aseguro que sin el ego, todo sería amor”. (T.15.V.1:6-7).
L.pII.1.5:1-2.
L.pII.1.5:3.
221.
Comentario.
222.
Comentario.
223.
Comentario.
Nuestro único error es creer que tenemos una vida aparte de Dios. No
es cierto. Dios es Vida. Dios es Ser. Él es Existencia. Él creó todo lo que
existe, y no hay nada aparte de Él. “Nada puede estar separado de Él y
vivir”. (L.156.2:9). “No existo aparte de Él. (1:2).
Hay un bendito alivio cuando nos damos cuenta de nuestra unidad con
Dios. Toda la dura lucha, toda la inútil nostalgia, toda la sensación del
sufrimiento de estar fuera investigando, todo eso termina. Un
pensamiento de puro gozo llena nuestra mente. A veces rebosa de
risas, una cierta diversión compasiva por la ridícula idea con la que nos
hemos atormentado, de que podíamos estar separados de Él, de algún
modo. ¿Puede el rayo de sol estar separado del sol? ¿Puede una idea
estar separada de la mente que la piensa?
224.
Comentario.
225.
Comentario.
¿Cómo sería tener “plena conciencia de que (el Amor de Dios) es mío,
de que arde en mi mente y de su benéfica luz”? (1:2)? ¿No es esto lo
que todos queremos en lo más profundo de nuestro corazón?
Cultivemos hoy esta sensación de amor en nuestro corazón. Que sea
esto en lo único en lo que nos concentremos. Nada complicado, ninguna
idea, únicamente dejar que nuestro corazón cante con el Amor de Dios,
disfrutando de Su Amor por nosotros. Como dice la canción de Salomón
en el Antiguo Testamento: “Yo soy de mi Amado, y Él es mío”. Conocer
a Dios como el Amado es una de las más elevadas expresiones
espirituales.
¿Te has sentado alguna vez en silencio con alguien a quien amas
profundamente, mirándole a los ojos, sin palabras? Esa quietud del
amor es a lo que esta lección nos está llevando, una unión silenciosa
de amor dado y recibido, reconocido y devuelto, fluyendo en una
corriente sin fin que fortalece y transforma nuestra mente y nuestro
corazón.
226.
Comentario.
Hogar. ¡Qué palabra más sugerente! “Voy a mi hogar”. A veces sólo con
pensar en ir al hogar, incluso en sentido abstracto, puede hacer que
surjan en nosotros profundas emociones, felices; aunque para algunos
una vida desgraciada en el hogar ha ensombrecido esta palabra. Incluso
entonces, aunque nuestro hogar “real” haya sido desgraciado,
seguimos llenos de un profundo deseo del hogar como debería ser.
Nuestro verdadero hogar está en Dios. Nuestros deseos del hogar están
basados en nuestro deseo de este hogar espiritual en Dios.
¿Cómo puedo “ir al hogar”? Hay canciones que expresan la idea de que
vamos al hogar, al Cielo, cuando morimos: canciones espirituales como
“Ir al Hogar”. Pero el Curso aquí es muy, muy claro. Habla de abandonar
este mundo y dice: “No mediante la muerte, sino mediante un cambio
de parecer con respecto al propósito del mundo”. (1:2).
Esto no es una fantasía. La Voz nos está llamando, y el Cielo está aquí
ahora. Podemos cruzar el portal en cualquier momento que lo elijamos.
Si no estamos sintiendo el Cielo, estamos eligiendo no hacerlo, y se nos
ha encomendado el trabajo de descubrir lo que nos retiene en esta aula
de aprendizaje. Para eso es el mundo: para enseñarnos a abandonarlo.
227.
Comentario.
228.
Comentario.
229.
Comentario.
230.
Comentario.
L.pII.2.1:1-3.
Antes del comienzo del tiempo, Dios hizo Su promesa que “Él no puede
dejar de cumplirla”. (1:2). Esa promesa garantizó que al tiempo le
llegaría su fin, y con él a todos los líos que parecemos haber hecho en
el tiempo, y que no tienen ningún efecto en absoluto. Garantizó que
nunca podría ser más que una ilusión de separación y un sueño de
sufrimiento y de muerte. Prometió que el ego nunca podría ser real, que
nunca podría haber una voluntad diferente a la de Dios. Decidió el final
en el mismísimo comienzo, y lo hizo completamente seguro. Finalmente
encontraremos el camino a Dios, porque Dios prometió que así será.
L.pII.2.1:4.
Tú y yo, que pensamos que somos seres separados, somos esa mente
que piensa que tiene pensamientos separados. Pero en nosotros se
puso la Palabra de Dios, la Verdad está debajo de todos nuestros
propios engaños. Desde dentro, el Pensamiento de Dios está
trabajando en silencio, esperando, actuando para reemplazar todos
nuestros pensamientos de conflicto. Los pensamientos de conflicto son
miles, tomando miles de formas, cada una en conflicto con el universo,
y la mayoría en conflicto con las demás. El Pensamiento de la paz es
uno. Es el único remedio para cada pensamiento de conflicto, ya sea de
odio, de ira, de desesperación, de frustración, de amargura, o de
muerte. El Pensamiento de Dios los cura todos ellos.
L.pII.2.2:1-3.
Como el Curso dice acerca del perdón, debido a que hay una ilusión de
necesidad, se necesita una ilusión de respuesta o solución. Pero esa
“respuesta” es la simple aceptación de lo que siempre ha sido verdad,
y siempre lo será. La paz simplemente existe, y la salvación consiste en
nuestra aceptación de ese hecho. Tal como el Curso la ve, la salvación
no es una respuesta divina activa a una necesidad real. En lugar de ello,
es una aparente respuesta a una necesidad que no existe en la realidad.
Por eso el Curso le llama a nuestro camino espiritual “un viaje sin
distancia”. (T.8.VI.9:7) y ciertamente “una jornada que nunca comenzó”.
(L.225.2:5). Mientras estamos en él, el viaje parece muy real, y a
menudo muy largo. Cuando termine, sabremos que nunca
abandonamos el Cielo, nunca fuimos a ninguna parte, y siempre hemos
estado donde estamos: en el Hogar en Dios. El viaje en sí mismo es
imaginario. Consiste en aprender poco a poco que la distancia que
percibimos entre nosotros y Dios no existe realmente.
L.pII.2.2:4-5.
L.pII.2.3:1-3.
“El ego no tiene realmente ningún poder para distraerte a menos que tú
se lo confieras”. (T.8.I.2:1). El único poder que el ego tiene es el que
nosotros le damos y utiliza nuestro propio poder contra nosotros. Todas
las ilusiones del ego están alimentadas por nuestra inversión en ellas
(por creer en ellas). Cuando le retiramos ese poder y dejamos de apoyar
las ilusiones del ego, “deja que simplemente se conviertan en polvo”.
(3:3). ¿Cómo se deshace el ego? Por nuestra decisión de ya no
apoyarlo nunca más.
L.pII.2.3:4.
L.pII.2.4:1.
Si el altar a Dios está dentro de mí, pero permanece en gran parte oculto
de mi consciencia, lo que tengo que hacer es acudir “diariamente a este
santo lugar”. (4:1). Ésta es la práctica del instante santo que recomienda
el Texto. (T.15.II.5,6; T.15.IV), apartarnos voluntariamente de nuestras
actividades rutinarias para llevar nuestra mente a este santo lugar, con
Jesús a nuestro lado: “Acudamos diariamente a este santo lugar y
pasemos un rato juntos”. (4:1). Me parece que Jesús aquí nos está
pidiendo que todos los días pasemos un rato con él en la Presencia de
Dios, si estás abierto a ello. Si de algún modo no te sientes cómodo con
la figura de Jesús, imagínate un guía espiritual desconocido y que
representa a tu Ser más noble. Con él o ella entras en este templo, te
mantienes ante el altar y pasas allí un rato en unión con Dios.
El Capítulo 14, Sección VIII del Texto describe este santo lugar de
encuentro, y dice:
“Todo ello se encuentra a salvo dentro de ti, allí donde refulge el Espíritu
Santo. Y Él no refulge donde hay división, sino en el lugar de encuentro
donde Dios, unido a Su Hijo le habla a Su Hijo a través de Él. La
comunicación entre lo que no puede ser divido no puede cesar. En ti y
en el Espíritu Santo reside el santo lugar de encuentro del Padre y del
Hijo, Quienes jamás han estado separados. Ahí no es posible ninguna
clase de interferencia en la comunicación que Dios Mismo ha dispuesto
tener con Su Hijo. El amor fluye constantemente entre Padre e Hijo sin
interrupciones ni hiatos tal como Ambos disponen que sea. Y, por lo
tanto, así es”. (T.14.VIII.2:10-16).
Y así es. Esto es lo que quiero conocer y sentir cada día, al venir a este
lugar. Aquí traigo mi culpa y mi miedo y los deposito, aceptando la
Expiación para mí mismo. Aquí mi mente renueva su contacto con su
Fuente. Aquí vuelvo a descubrir la unión sin fin que es mía, mi herencia
como Hijo de Dios. Aquí desaparecen mis pesadillas, y respiro el aire
fragante del Cielo y del Hogar.
L.pII.2.4:2-5.
En este sueño feliz, “La tierra nace de nuevo desde una nueva
perspectiva”. (4:5). Las imágenes de brotar la hierba, los árboles florecer
y los pájaros hacer sus nidos en su ramaje, nos hablan de la primavera,
del renacer después de un largo invierno. Las imágenes representan la
nueva visión del mundo, en el que nuestra oscuridad espiritual ha
desaparecido, y todas las cosas vivas están unidas en la luz de Dios.
Ahora pasamos de largo las ilusiones, dejamos atrás lo que siempre nos
ha parecido la sólida realidad, y vemos algo más firme y seguro más
allá de las ilusiones, una visión de eterna santidad y de paz. Vemos y
respondemos a “la necesidad de cada corazón, al llamamiento de cada
mente, a la esperanza que se encuentra más allá de toda
desesperación, al amor que el ataque quisiera ocultar y a la hermandad
que el odio ha intentado quebrantar, pero que aún sigue siendo tal como
Dios la creó”. (L.185.14:1).
Aquí, en la visión del mundo real, oímos “la llamada cuyo eco resuena
más allá de cada aparente invocación a la muerte, la llamada cuyo canto
se oye tras cada ataque asesino, suplicando que el amor restaure el
mundo moribundo”. (T.31.I.10:3). Vemos que el único propósito del
mundo es el perdón. “¡Qué bello es el mundo cuyo propósito es
perdonar al Hijo de Dios!” (T.29.VI.6:1).
“¡Qué bello es caminar, limpio, redimido y feliz, por un mundo que tanta
necesidad tiene de la redención que tu inocencia vierte sobre él!”
(T.23.In.6:5).
L.pII.2.5:1-2.
Desde el mundo nos volvemos al santo lugar dentro, entramos en el
instante santo, donde nuestras ilusiones desaparecen porque ya no las
apoyamos, y empezamos a ver con la visión de Cristo, viendo el mundo
real. Y luego regresamos al mundo. “Desde ahí le extendemos la
salvación al mundo, pues ahí fue donde la recibimos”. (5:1). Esto se
repite una y otra vez tanto en el Libo de Ejercicios como en el Texto:
alejarnos del mundo de los sueños, entrar en el instante santo, y
regresar para darle la salvación al mundo. El Curso no pretende que
nos aislemos del mundo, sino que lo salvemos. No nos pide que nos
retiremos a una vida contemplativa en un monasterio, sino que nos pide
que entremos dentro de ese estado mental que encontramos en la
meditación y que ofrezcamos al mundo lo que hemos encontrado.
L.pII.2.5:2.
231.
Comentario.
¿Qué es esa “otra cosa” que estás buscando? Podría ser salud o fama.
Podría ser algún tipo de seguridad mundana. Podría ser un romance
amoroso. Podría ser sexo ardiente. O pasarlo bien. O una tranquila vida
familiar, según la tradición de tu país. Lo hemos llamado de muchas
maneras. Pensamos que lo que estamos buscando son estas cosas.
Sin embargo, no importa lo que podamos pensar, estas cosas no son lo
que verdaderamente queremos para nosotros. Todas son formas,
formas que pensamos que nos darán algo. No es la forma lo que
verdaderamente estamos buscando, sino el contenido, es lo que
pensamos que estas cosas nos ofrecen.
232.
Comentario.
Cuando me despierto, Dios está en mi mente; Su Presencia está
conmigo y en mi consciencia. Su Amor, y el gozo y la paz de saber que
Dios está conmigo, tienen prioridad por encima de cualquier otra cosa.
Surgen las molestias físicas y las preocupaciones acerca de organizar
el día, pero nada de esto desplaza a la paz de Dios; es mi base, mis
cimientos, y lo más importante. Es una consciencia constante, como el
sonido de fondo del aire acondicionado, siempre aquí, a menudo sin
notarse, pero listo para ser notado en cualquier momento en que Le
preste atención.
“Que cada minuto sea una oportunidad más de estar Contigo” (1:2).
¡Éste es mi deseo! Estar con Dios cada minuto del día. Me recuerda al
Nuevo Testamento, Juan 15: “Mora en mí, y yo en Ti”. O la expresión
de esa misma idea del Antiguo Testamento: “El Dios eterno es tu
refugio, y debajo están los brazos eternos”. (Deut.33.27). Que hoy
recuerde cada hora decir: “Gracias por estar conmigo hoy. Gracias por
estar siempre conmigo”.
“Así es como debería ser cada día”. (2:1). Éste es el propósito de la vida
en este mundo: vivir cada día con Dios en mi mente. Despertar en Su
Presencia, caminar en Su Amor radiante, y dormir bajo Su cuidado y
protección. Vivir de tal manera que Su Presencia se convierta en lo
primero de todo, y que la agitación y el ruido de este mundo queden en
segundo plano.
Comentario.
Una cosa que me parece muy interesante acerca del Curso es que no
es quisquilloso en su teología. Hay lugares en el Curso que dejan muy
claro que Dios ni siquiera oye las palabras de nuestras oraciones y que,
conociendo únicamente la Verdad, Él no conoce nuestros errores.
Entonces, “lógicamente” las oraciones “deberían” ser dirigidas al
Espíritu Santo o a Jesús, de los que se habla como intermediarios entre
la verdad y las ilusiones, o un puente entre nosotros y Dios. Sin
embargo, aquí en la Segunda Parte del Libro de Ejercicios tenemos 140
lecciones, cada una de las cuales contiene una oración dirigida al
“Padre”.
234.
Comentario.
Eso es lo que hacemos cada día cuando nos acercamos a Dios en esos
momentos de quietud y silencio. Nos estamos ofreciendo a nosotros
mismos un anticipo del Cielo. Ahora mismo, en este mismo instante,
imagínate que todos tus sueños de pecado y de culpa han
desaparecido. Imagínate que todo el miedo ha desaparecido, ¡todo el
miedo! Imagínate que cada pensamiento de conflicto ha desaparecido.
Imagínate que no hay nada y que no puede haber nada que altere tu
perfecto reposo.
235.
Comentario.
A aquellos que tienen una lista de todas sus quejas acerca del mundo y
del modo en que los trata injustamente, el Curso tiene un consejo
definitivo: “¡Abandona esos pensamientos tan necios!” (M.15.3:1).
Tengo el poder de deshacer todas esas cosas. Todo lo que tengo que
hacer es asegurarme a mí mismo: “La Voluntad de Dios es que yo me
salve de esto”. (1:1). Dios no quiere mi sufrimiento, ni mi tristeza, ni mi
soledad. Cambiando la manera en que pienso de todo esto, puedo
cambiar al mundo.
236.
Comentario.
.
237.
Comentario.
Así que la importancia de toda esta parte del Libro de Ejercicios, las
últimas 145 lecciones, está dedicada a la verdadera percepción. Se da
por sentado que por fin el lector se ha dado cuenta del sistema de
pensamiento en su vida, aunque no da por sentado que se ha deshecho
el ego completamente. Si ése fuera el caso, no se necesitarían más
lecciones.
“Me alzaré glorioso”. (1:2). Cada día puedo empezarlo con gloria.
Brillando, extendiendo luz hacia fuera. Según el diccionario, gloria
significa “belleza y esplendor majestuosos y resplandecientes”. No es
una palabra que asociemos con nosotros fácilmente. Hoy puedo hacer
un esfuerzo consciente para darme cuenta de esta gloria. Soy un ser
resplandeciente. La luz del amor se extiende desde mí hacia fuera para
bendecir al mundo. Me sentaré un instante en silencio, imaginándomelo,
dándome cuenta de mi resplandor.
Así que, en este día, mientras trabajo y me relaciono con amigos, quiero
estar radiante. Soy tal como Dios me creó, por eso yo soy radiante, no
tengo que hacer nada para ser resplandeciente. Todo lo que necesito
es darme cuenta de que mis pensamientos harían borrar ese
resplandor, y elegir lo contrario.
Vengo a ver “el mundo que Cristo quiere que yo vea”. (1:4), y lo veo
como “la llamada que mi Padre me hace”. (1:4). Visto a través de los
ojos de Cristo, el mundo puede ser una llamada constante a ser lo que
soy, a brillar, a extender Su Amor, a ser Su Respuesta al mundo.
238.
Comentario.
Que hoy elija a menudo pensar en cuánto me ama Dios, cuánto ama a
Su Hijo, y que el Amor de Dios a Su Hijo está demostrado al confiar toda
la salvación a mi decisión. Que descanse seguro de que el resultado es
tan seguro como Dios. Que confíe en la confianza de Dios en mí.
239.
Comentario.
¿De qué otra manera podrías poner de manifiesto al Cristo en ti, sino
contemplando la santidad y viéndolo a Él en ella? (T.25.I.2:1). En otras
palabras, tú manifiestas al Cristo en ti al contemplar a tus hermanos y
ver al Cristo en ellos.
“La percepción te dice que tú te pones de manifiesto en lo que ves”.
(T.25.I.2:2).
240.
Comentario.
Que hoy repita: “El miedo, de la clase que sea, no está justificado”. Y
cuando surja el miedo, que recuerde que no hay nada que temer (2:1).
Que recuerde que no hay ninguna razón para el miedo. Que mis miedos
me recuerden la verdad de que lo que yo valoro nunca muere.