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Revista Signos 2002, 35(51-52), 231-241

http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-
09342002005100015&lng=es&nrm=iso

Estudio crítico comparativo: La Ergatividad, posibles aplicaciones para el análisis textual*

Omar Sabaj M.**


Universidad Católica de Valparaíso
Chile

RESUMEN. La ergatividad como concepto ha aparecido de forma relativamente reciente en los


principales enfoques gramaticales contemporáneos. De hecho, el término mismo ha sufrido cambios
evolutivos en su interpretación. En este estudio, como parte de un proyecto mayor (Fondecyt
1020786), se indagan comparativamente algunos aspectos generales respecto a este concepto desde
cuatro teorías gramaticales (tradicional, generativa, descriptiva y sistémica-funcional) y se desarrolla
una crítica a la concepción sistémico-funcional de la ergatividad. De este modo, se propone una
redefinición de la ergatividad que lleva a operativizar este concepto. Se muestra, con algunos ejemplos
del corpus general del proyecto, cómo es posible asignar un valor gradual de ergatividad para distintos
fragmentos textuales. En la conclusión, se presenta algunas de las implicancias y proyecciones teórico-
prácticas de este trabajo en cuanto a su potencial utilidad para el análisis textual.

INTRODUCCION
De un tiempo a esta parte, en la mayoría de las descripciones contemporáneas de las gramáticas
han comenzado a aparecer alternativamente los términos ergatividad o ergativo. Tal como suele
ocurrir en lingüística y en otras disciplinas, la aparición de un nuevo término no siempre conlleva
claridad ni unidad de criterios; por el contrario, muchas veces provoca confusión y traslapos de
niveles.
Este trabajo de índole exploratoria tiene por objetivo mostrar sólo algunos aspectos generales del
problema de la ergatividad, considerado desde cuatro teorías gramaticales pero centrado en una crítica
a la concepción de la ergatividad de sólo una de esas teorías, específicamente, aquella de la gramática
sistémico-funcional.
En primer lugar, revisaremos algunas nociones de la gramática tradicional a partir de las cuales se
generó, históricamente, el término en cuestión. A continuación, se presenta la posición de la gramática
sistémico-funcional respecto al tema del trabajo. En tercer lugar, se revisan algunos aspectos desde los
marcos descriptivos y generativos de la gramática.
En la discusión, junto con presentar una crítica al enfoque funcionalista de la ergatividad
proponemos una forma alternativa de abordar el problema. Esta nueva concepción se ejemplificará con
un pequeño análisis a través del cual se le asigna a distintos fragmentos textuales un grado alto o bajo
de ergatividad. En la conclusión se abordan las proyecciones teóricas y empíricas del presente trabajo.

I. Ergatividad y gramática tradicional


Aunque prácticamente en ninguna gramática tradicional se menciona el término ergatividad, para
comprender la concepción que proponemos del concepto es necesario volver a algunas nociones de
dicha gramática, ya que es a partir de la insuficiencia de esas nociones que se origina el término
ergatividad entendido desde una perspectiva contemporánea.
Las gramáticas han distinguido tradicionalmente entre verbos transitivos y verbos intransitivos. Se
sostiene que los verbos transitivos son los que pueden recibir un complemento directo, es decir, los
verbos cuya acción puede extenderse a un objeto. Al contrario, los verbos intransitivos son aquellos en
los que la acción es propia del sujeto y no se extiende a objeto alguno. Las dificultades de esta
distinción son evidentes cuando se consideran los siguientes casos:

a) Verbos que son transitivos que se usan intransitivamente:


(1) Él come mucho. Juan escribe todos los días.

b) Verbos que son intransitivos que reciben un objeto:


(2) Vivir una buena vida. Llorar lágrimas de cocodrilo.

De estos casos se desprende que el criterio estructural (es decir, netamente formal) de la presencia
o ausencia del objeto no es suficiente para distinguir entre ambos tipos de verbos, razón por la cual es
necesario tomar en cuenta factores semánticos que posibiliten realizar la distinción en forma adecuada.
Otro criterio utilizado para distinguir entre ambos tipos de verbos radica en la posibilidad de
pasivizar las construcciones activas con verbos transitivos:
(3a) Felipe escribió el artículo.
(3b) El artículo fue escrito por Felipe.

Siguiendo el análisis tradicional, se sostiene que el sujeto de una oración transitiva activa se
transforma en agente de la pasiva y que el objeto de la oración transitiva pasa a ser sujeto de la pasiva.
Sin embargo, este análisis falla cuando usamos (como en (1)) un verbo transitivo sin un objeto directo:
(4a) Felipe escribió hábilmente por muchos días.
(4b) * Hábilmente por muchos días fue escrito por Felipe.

II. La ergatividad según la gramática sistémico-funcional


Al analizar los procesos expresados en una cláusula desde la función ideacional existen, según
Halliday (1994), dos perspectivas posibles que se distinguen por el énfasis que se pone bien en la
clasificación de los procesos y de los respectivos participantes, bien en el tipo de relación que se
establece entre ellos. Al primer enfoque lo llamaremos sistema de transitividad que, según Halliday
(1994), es un mecanismo que opera en la función experiencial y que permite la clasificación de los
procesos y de los roles de los participantes que se vinculan con dichos procesos. A la segunda
perspectiva, la denominaremos sistema de ergatividad, la cual se centra, en principio, en la relación de
causa-efecto entre los participantes y los procesos (Thompson, 1996). Según Halliday (1994), ambas
perspectivas son complementarias para un análisis completo y adecuado de las cláusulas en la función
ideacional.
Si consideramos que existe algún participante involucrado en un proceso, la pregunta básica que
se debe responder para analizar la ergatividad es si el proceso se actualiza a partir de ese participante o
si el proceso se realiza por mediación de otra entidad, en otras palabras, si el proceso tiene una
causación interna o una externa (Halliday, 1994).
La necesidad de postular el sistema de ergatividad está inspirada en la aparición de ciertos
patrones alternativos de uso, como en los ejemplos que se muestran a continuación:
(5a) El precio de la bencina aumentó considerablemente.
(5b) Las autoridades aumentaron el precio de la bencina.

Al realizar un análisis transitivo de ambas cláusulas, diremos que se trata de un proceso material
[aumentar] que en (5a) tiene como Actor el precio y en (5b) las autoridades. Sin embargo, la
denominación de Actor para (5a) no funciona de la misma forma que en (5b) ya que, en rigor, en (5a)
en oposición a (5b), el precio no juega un rol agentivo. Para solucionar esta diferencia funcional
Halliday (1994), propone el concepto de Medium que se refiere a la entidad por medio de la cual se
hace posible que el proceso exista como tal: si no hay un Medium no hay proceso. Así, diremos que
existe una cláusula ergativa si aparece tanto el agente como el Medium. Tomando en cuenta lo
anterior, el análisis de (5a, b) se reformula como sigue:
(6a) No ergativo
El precio de la bencina Aumentó considerablemente.
MÉDIUM/ ACTOR PROCESO CIRCUNSTANCIA
(6b) (ergativo)
Aumentaron el precio de la bencina
AGENTE /ACTOR PROCESO MEDIUM/ META
Aunque con este análisis se intenta dar cuenta de la diferencia funcional entre dos tipos de
Actores, el términoMedium aparece en forma confusa ya que aparece como Actor en el caso no
ergativo y como meta en el caso ergativo, es decir, la propuesta del término no soluciona
adecuadamente el problema de la representación funcional.
Así entendida, la ergatividad es sólo un polo de interpretación de la función ideacional, esto es,
toda cláusula tiene potencialmente una interpretación ergativa y otra transitiva según la causación
externa o interna del proceso.
A continuación, presentaremos otras concepciones de la ergatividad, que nos servirán de base
para criticar esta concepción sistémica del término e intentar de este modo aclarar en parte este tema
que está causando grandes polémicas en la lingüística contemporánea.

III. Ergatividad y gramática descriptiva(1)


Un enfoque más explicativo de la ergatividad es el que se propone desde la gramática descriptiva,
en el que se superan las restricciones dicotómicas de la gramática tradicional incluyendo criterios de
tipo semántico, específicamente, aspectos de la estructura argumental de los verbos.
Según esta perspectiva (Mendikoetxea, 1999), existen dos clases de verbos intransitivos: los
inergativos y los inacusativos (también denominados ergativos puros).
Los verbos inergativos e inacusativos tienen en común que requieren de un solo participante pero
se distinguen en la relación entre el argumento y el verbo. Los verbos inergativos denotan actividades
o procesos que dependen de la voluntad de un agente (llorar, reír, saltar). Por el contrario, los verbos
inacusativos (ergativos puros) denotan estados o eventos no agentivos (existir, ser, aparecer, florecer,
crecer) cuyo único argumento se interpreta como el elemento que recibe la acción o en el que se
produce o manifiesta la eventualidad que denota el verbo: i.e. el argumento de este verbo es un tema o
paciente (Mendikoetxea, 1999).
Al igual que en la perspectiva funcional, el criterio para determinar la ergatividad se basa en la
causalidad pero se entiende de forma inversa. Mientras que los funcionales consideran que las
construcciones ergativas (inacusativas) son aquellas en las que aparece un sujeto/agente y un
complemento/meta (el actor causa el proceso actualizado por la meta (cfr.(6 b)); para el modelo
descriptivo, los ergativos (inacusativos) son justamente lo contrario, a saber, aquellas construcciones
con un solo participante que no es el agente de la acción (el actor padece el proceso (cfr. ( 6 a)) sin que
se mencione el causante real).
Debido a que en las construcciones inacusativas el sujeto es paciente de la acción se ha
establecido un paralelo entre estas construcciones y las construcciones pasivas con se como en los
ejemplos siguientes:
(7) La ropa se secó.
(8) El vaso se quebró.

En estos ejemplos, el sujeto no es el agente sino el paciente del proceso por lo cual se hace
necesario inferir una causación externa del proceso. En otras palabras, tanto "la ropa" como "el vaso"
son argumentos que no pueden cumplir un rol agentivo, esto es, no pueden funcionar como causas de
un proceso.

IV. Ergatividad y gramática generativa


Otra explicación de la ergatividad es la que se ha propuesto desde la gramática generativa
(Masullo, 1999a y b) que sostiene que los verbos poseen una estructura subléxica que determina su
uso transitivo, ergativo o inacusativo.
Tanto en este enfoque como en los anteriores, un concepto clave para explicar la ergatividad
sigue siendo la causalidad de los procesos, pero, tal como pasaremos a ver, el uso diverso de la
terminología en los enfoques gramaticales revisados muestra nuevamente que, con frecuencia, se
utilizan los mismos términos con distintos significados.
En primer lugar, se hace necesario distinguir entre verbos ergativos inherentes y verbos
transitivos que presentan un uso ergativo. Según Masullo (1999b) los verbos ergativos inherentes son
aquellos verbos cuyo único argumento es el agente y el paciente de un cambio de estado, de actitud o
de posición: arrepentirse, esfumarse, recuperarse, etc. Los verbos ergativos inherentes, que coinciden
con los verbos pronominales de la gramática tradicional, presentan dos capas en su estructura
subléxica: una expresa la causa y la otra implica el cambio de estado (Masullo, 1999a):
(9) Felipe se arrepintió de sus pecados.
(10) Felipe se recuperó de esa situación.

En estos ejemplos, se considera que el argumento "Felipe" es tanto el causante como el paciente del
proceso que el verbo denota. Así, también, Masullo (1999b) sostiene que los verbos ergativos
inherentes no presentan una contrapartida transitiva:
(11) * Felipe (se) arrepintió a Ana de sus pecados.
(12) * Felipe (se) recuperó a Rosita. (agramatical con un uso pronominal)
Para los objetivos de nuestra discusión, es importante especificar, que según este enfoque
(Masullo, 1999a;1999b), los verbos ergativos inherentes exigen un agente volitivo humano.
Estos verbos ergativos inherentes se distinguen de ciertos verbos transitivos causativos que
presentan un uso ergativo:
(13) La nieve se derritió.
(14) La ropa se secó.

Estos ejemplos son las contrapartida de las siguientes estructuras transitivas causativas:
(13a) El calor derritió la nieve.
(14a) El viento secó la ropa.

Este uso ergativo (13 y 14 ) de verbos transitivos causativos se relaciona con los ergativos
inherentes (9 y 10) en cuanto suponen un argumento que padece la acción que el verbo denota pero a
diferencia de aquellos no implican un agente volitivo humano, tal como se muestra en (13a y 14a).

Al contrario de los ejemplos de (9 y 10), en la interpretación de los ejemplos de (13a y 14a) no se


puede sostener que las causantes del proceso sean "la nieve" ni "la ropa" respectivamente y, por lo
tanto, se hace necesario inferir una causación o fuerza externa (animada o inanimada) que provoca el
proceso y que se lexicaliza en el clítico se. Al igual que en el caso de los ergativos inherentes estos
verbos también presentan dos capas en su estructura subléxica (Masullo 1999b):
(15) Se (CAUSAR) nieve / ropa (DEVENIR) derretida / seca.

Un tercer tipo de verbos que se destaca desde este enfoque son los verbos inacusativos que se
dividen en inacusativos inherentes (existenciales-presentacionales) y inacusativos derivados (de
proceso) o ergativos. Como ejemplos de verbos inacusativos inherentes se proponen los siguientes:
(16) Existir, ser, suceder, ocurrir, surgir, constituir, etc.

Como ejemplos de verbos inacusativos de proceso (ergativos) se proponen:


(17) Mojarse, secarse, detenerse, etc.
La semejanza entre los inacusativos (16) y los ergativos (17) radica en que en ambos tipos de
verbos requieren sólo de un argumento. La diferencia entre ambos tipos de verbos inacusativos (16 y
17) tiene por lo menos dos dimensiones: una que dice relación con las capas de la estructura subléxica
y otra que concierne al carácter animado o inanimado del argumento. Los verbos que aparecen en (16)
presentan sólo una capa en su estructura subléxica (son monádicos) y pueden tener un argumento
animado (18) o uno inanimado (19):
(18) Felipe es porfiado.
(19) La voluntad surgió en los albores de la modernidad.

Los verbos que aparecen en (17), por el contrario, presentan dos capas en su estructura subléxica
(una que expresa la causa y otra que expresa el resultado) y requieren un argumento animado:
(20) Felipe se detuvo por completo.

A diferencia de los verbos ergativos inherentes (9 y 10) los verbos inacusativos de proceso o
ergativos (20) tienen una versión transitiva:
(21) Felipe detuvo a la mujer.
(22) Felipe secó los platos.

V. Discusión
A partir de las nociones revisadas presentamos en esta discusión algunas críticas a la concepción
hallidayana de la ergatividad junto con una propuesta que intenta, debido al caos terminológico que
surge de esta revisión, redefinir y operativizar el concepto de ergatividad para su aplicación en el
análisis del discurso.
En primer lugar, pareciera ser que contrariamente a lo que sostiene Halliday (1994) la ergatividad
no constituye un mecanismo propio de la función ideacional sino que se limita más bien a los sistemas
verbales de las lenguas, es decir, a los tipos de verbos y a los tipos (y número) de participantes que
pueden funcionar como argumentos de esos verbos. En este sentido, la posibilidad de una
interpretación transitiva y de una ergativa más que complementarias son mutuamente excluyentes: o
presentamos los procesos sin una causa aparente o le asignamos la causa al participante que puede ser
animado o inanimado. En otras palabras, el criterio de la causación interna o externa del proceso que
propone Halliday (1994) es insatisfactorio.
Así también la categoría Medium propuesta por el autor (Halliday, 1994) resulta inadecuada debido
a su debilidad operativa, es decir, no contribuye adecuadamente a la distinción entre lo transitivo y lo
ergativo.
Por otra parte, como se ha señalado, la concepción funcional de la ergatividad es inversa a la que se
postula en aproximaciones gramaticales más modernas. Halliday (1994) llama ergativas a las
construcciones en las que aparece un sujeto agente; por el contrario, tanto el enfoque descriptivo como
el generativo denominan ergativas a construcciones en las que el sujeto padece el proceso y puede, por
lo tanto, no ser el causante del mismo:
(23) La flor creció en primavera.
Una concepción de la ergatividad con mayor poder explicativo es la que se propone desde los
marcos descriptivos y generativos en los cuales se combinan aspectos semánticos y gramaticales. A
pesar de los cruces terminológicos, pareciera ser que al incorporar nuevos criterios (estructura
argumental, capas subléxicas, causa interna/externa) estas perspectivas plantean con mayor claridad la
cuestión de la ergatividad pero, claramente, este no es el caso y prueba de eso son las contradicciones
terminológicas que encontramos en los distintos enfoques.
Para reordenar las nociones que nos ofrecen estos enfoques, proponemos una redefinición del
concepto de ergatividad que implica una redistribución de las clasificaciones revisadas, es decir, una
forma alternativa de concebir la ergatividad como un fenómeno discursivo y cognitivo más amplio.
Pero, ¿para qué proponer otra clasificación? ¿Cuál es el objetivo que subyace a una redefinición
de la ergatividad como concepto? En primer lugar, con esta propuesta se pretende lograr una distinción
de niveles que permita reordenar las categorías propuestas por los enfoques revisados. En segundo
lugar, a partir de esta redefinición se postula la existencia de un índice de ergatividad en la lengua, en
los discursos y, finalmente, en toda la cognición humana.
Un aspecto central de este nuevo enfoque del concepto de ergatividad, lo constituye el hecho de
que los verbos de una lengua presentan grados de causalidad, es decir, tal como hemos visto,
gramaticalmente, los verbos requieren o restringen a cierto tipo de participantes o estructuras al
expresar la causa de un proceso. Cabe mencionar al respecto, una polémica que está surgiendo
actualmente (Arias, 2000; Holmer, 2001) acerca de la existencia de lenguas ergativas. La cuestión
radica principalmente en el hecho de que existen lenguas en las que no existe un mecanismo
gramatical que marque el rol agentivo del sujeto y que por lo tanto no hacen distinción entre el objeto
directo y el sujeto. En este sentido, se propone un rasgo continuo más o menos ergativo que
caracterizaría a todas las lenguas. Así entendida, la ergatividad es un parámetro más de la cognición
humana que se activa o se inhibe no dicotómicamente sino gradualmente como parte de un continuum.
Más adelante volveremos sobre este punto.
En este sentido, si bien estamos de acuerdo en que la ergatividad ha de definirse dentro de una
teoría más general concerniente a las causas; lo ergativo no implica la ausencia de una causa sino más
bien constituye una forma más implícita, atenuada o modalizada de presentar la causa de un proceso o
de un estado. En este punto, se hace necesario especificar algunos términos. Ni la palabra 'proceso' ni
la palabra 'estado' reciben aquí una asociación directa con los tipos de verbos que aparecen en una
lengua dada. Con estos términos, nos referimos a realidades cognitivas más generales , en palabras
más simples, a formas de conocer el mundo. La ergatividad se entiende, de esta forma, como un
mecanismo de la cognición a través del cual se omiten o se debilitan las causas de los hechos y las
cosas del mundo. El supuesto fundamental de esta hipótesis es que existe una forma causalmente más
implícita de conocer las cosas.
Pero, ¿cómo elevamos lo ergativo de lo gramatical a lo discursivo cognitivo? ¿Por qué es
necesario hacerlo?
Como hemos visto, los sistemas verbales de las lenguas presentan elementos en los que: a) es
obligatoria la existencia de un causante volitivo (verbos transitivos tradicionales); b) la existencia de
un causante se debe inferir, es externa y puede corresponder a un argumento inanimado (uso ergativo
de verbos transitivos); c) el causante es el que padece un cambio que él mismo produce (ergativos
inherentes) y; d) la causa del proceso no puede afectar a un argumento exterior y el único argumento
que presenta puede ser inanimado (inacusativos inherentes). Si entendemos la ergatividad como una
forma implícita de expresar la causa de un proceso o un estado, diremos que los verbos propiamente
ergativos corresponden a los verbos que Masullo (1999b) denomina inacusativos inherentes pero sólo
en el caso de que el argumento posea el rasgo inanimado, como se muestra en los siguientes ejemplos:
(24) La sinceridad emerge cuando los matrimonios se comprenden.
(25) La lingüística surge como ciencia a partir del Curso de Lingüís- tica general.
De esta forma, el criterio que se impone en esta nueva clasificación dice relación con el grado de
explicitud o implicitud de la causa. Dado que argumentos como "la sinceridad" o "la lingüística" son
inanimados y, no pueden por lo tanto, funcionar como causantes de ningún proceso, al combinar estos
argumentos con procesos del tipo "surgir" o "emerger" obtendremos construcciones con un alto grado
de ergatividad, es decir, construcciones en las cuales la causa está presentada de forma implícita o
debilitada. Al interpretar los ejemplos de (24 y 25), no podemos afirmar que la comprensión en los
matrimonios es la causa de que la sinceridad emerja o que el Curso de Lingüística General sea la causa
de que la lingüística surja como ciencia.
Sin embargo, estos requerimientos o restricciones gramaticales, son insuficientes para explicar
cómo se expresa la causalidad en textos reales ya que en el plano textual existen otros mecanismos
para explicitar o dejar implícita la causa de los procesos o estados a los cuales los textos hacen
referencia. Dicho de otra forma, en el plano discursivo siempre es posible flexibilizar e incluso
suprimir a través de distintos medios (nominalizaciones, tipos de verbos, tipos de argumentos) las
restricciones gramaticales que los verbos imponen.
Para ilustrar este fenómeno proponemos los siguientes ejemplos(2):
(26) "Ley N0 18.634, Establece Sistema de Pago Diferido de Derechos de Aduana, Crédito
Fiscal y Otros Beneficios de Carácter Tributario que Indica".
(27) "A medida que un cuerpo se aleja de la tierra, la fuerza de atracción gravitatoria disminuye,
hasta que llega un momento en que, por encontrarse muy alejado de la superficie
terrestre, el cuerpo no experimenta atracción alguna".
(28) "El ancho de los conductores determina la corriente que puede circular por ellos. Una línea
con un ancho de un milímetro soporta aproximadamente 1 amperio".
(29) "Las widias se utilizan para herramientas de corte aventajado en mucho a los aceros.
Resisten, sin alterarse, temperaturas de hasta 900°C y son capaces de trabajar acero con
altas velocidades de corte.
En el ejemplo (26), el verbo "establece" que según está clasificación corresponde a un ergativo
puro (inacusativo inherente para Masullo (1999b) combinado con un argumento inanimado como
"ley" dota a esta construcción de un alto grado de ergatividad ya que la causa del proceso no se
especifica en ningún otro fragmento del texto.
En el ejemplo (27), el verbo "alejarse" que puede tener un argumento animado, se utiliza en este
caso con el argumento "cuerpo" que no obstante no corresponde a un argumento animado por lo cual
no podemos establecer que "el cuerpo" mismo sea la causa del alejamiento de la tierra. Sostendremos
entonces, que esta primera parte del texto es altamente ergativa. La segunda parte, en cambio, resulta
menos ergativa en cuanto se explicita por medio de la preposición "por" la causa del no experimentar
atracción alguna. Vemos en este caso cómo la ergatividad (implicitud de la causa) se puede debilitar
con el uso de una preposición. Un análisis completo de la ergatividad de este texto (27) debería incluir:
a) información sobre la cadena causal que se forma entre los distintos procesos y argumentos que se
citan: alejarse (cuerpo) >>disminuir (fuerza gravitatoria) >> encontrarse alejado (cuerpo)>> no
experimentar (fuerza de atracción) y; b) Describir cómo esta cadena se hace más visible o más borrosa
en algunos puntos de ese texto.
El ejemplo (28), por su parte, aparece como una construcción ergativa en cuanto la causa de los
procesos a los que el texto se refiere no está explicitada: ¿Por qué "el ancho de los conductores
determina la corriente que puede circular por ellos"? ¿Por qué "una línea de un milímetro puede
soportar aproximadamente 1 amperio"? ¿Dónde está la causa del verbo determinar? ¿Dónde está el
causante?
Si nos limitamos al análisis estrictamente gramatical, no podremos distinguir en el ejemplo (29)
que el verbo "ser capaz de trabajar" funciona en este texto de una forma causalmente distinta a aquella
que una gramática puede predecir. Debido a que en este caso se aplica a un argumento inanimado "las
widias" podemos suponer que esta estructura posee un mayor grado de ergatividad que una
construcción en la que el mismo verbo se combinara con un argumento animado como en:
(30) Felipe es capaz de trabajar.
Con estos ejemplos que acabamos de analizar, se pretende demostrar por qué se sostiene que los
criterios estrictamente gramaticales no son suficientes para una explicación adecuada de la ergatividad
entendida como la presentación implícita de la causa de los procesos.
Finalmente, ¿cómo se entiende entonces la ergatividad desde un marco cognitivo? ¿Qué implica
cognitivamente que las causas de las cosas del mundo se presenten de una forma más implícita, esto
es, menos evidente? ¿Cómo se correlaciona la ergatividad con el grado de comprensión de un texto?
Por supuesto, las respuestas a estas preguntas requieren otra investigación.
El objetivo de este artículo ha sido mostrar una premisa más básica que está contenida en las
preguntas anteriores: Existe una forma causalmente implícita de conocer el mundo y esto se refleja
tanto en nuestro sistema gramatical como en el funcionamiento de nuestros textos, en otras palabras, la
cognición posee, dentro de otros, un modo ergativo de operar.

CONCLUSION
Después de revisar algunas líneas generales respecto a la ergatividad se proponen las siguientes
conclusiones:
a) La concepción de la ergatividad nace de la insuficiencia de las definiciones gramaticales
tradicionales de los verbos transitivos e intransitivos.
b) La posición sistémico-funcional propone que la ergatividad es un mecanismo que opera en la
función ideacional y que se refiere a la causación externa o interna de un proceso y a la
cantidad de participantes que ese proceso requiere.
c) La gramática descriptiva denomina ergativos o inacusativos a los verbos cuyo único
argumento padece el proceso que denota el verbo, es decir, un verbo cuyo sujeto cumple un
rol no agentivo.
d) La gramática generativa distingue entre verbos ergativos puros y el uso ergativo de verbos
transitivos. Cada tipo de verbo posee restricciones léxico gramaticales que se manifiestan en
una o dos capas de la estructura subléxica.
e) Los traslapos terminológicos que presentan los distintos enfoques hacen de la ergatividad un
tema complejo en el cual, por lo menos gramaticalmente, no existe unidad de criterios.
f) Si redefinimos el concepto de ergatividad como una forma de la cognición o del discurso a
través de la cual la causa de un proceso o de un estado se presenta en forma debilitada o
implicada, los criterios gramaticales no son suficientes ya que no operan en el nivel textual.
g) Debido a lo anterior, una teoría completa de la ergatividad ha de extenderse al estudio del
grado de explicitud o implicitud de las causas de los estados y los procesos referidos en textos
reales.
h) La ergatividad por lo tanto debe constituirse en una herramienta importante al momento de
analizar textos.
i) El índice de ergatividad de un texto puede correlacionarse con el grado de comprensión de ese
texto; la confirmación de estas hipótesis requieren investigación futura.

NOTAS
1 El término "gramática descriptiva" no se refiere aquí a la lingüística descriptiva americana de la
primera mitad del siglo XX sino a una propuesta contemporánea para la gramática de la lengua
española dirigida por Bosque y Demonte (1999). Agradezco a la profesora Marianne Peronard
por indicarme el carácter polisémico del término.
2 Los ejemplos (26-29) son parte del corpus del proyecto Fondecyt 1020786.

REFERENCIAS
Arias, A. (2000) "Una definición pluridimensional del sujeto lingüístico", en
http://classes.colgate.edu/aenrique [ Links ]
Halliday, M. (1994) An introduction to functional grammar, London: Arnold. [ Links ]
Holmer, A. (2001) "The ergativity parameter". Working Papers (48).101-113. [ Links ]
Masullo, P. (1999a) "La interfaz léxico-sintaxis: Presencia y ausencia del clítico se en construcciones
inacusativas", Manuscrito (circulación restringida). [ Links ]
Masullo, P. (1999b) "La transitividad como epifenómeno: el caso de los verbos de contacto". Actas del
Congreso Internacional de Gramática, Buenos Aires. [ Links ]
Mendikoetxea, A. (1999) "Construcciones inacusativas y pasivas" en I. Bosque y V. Demonte (dir.)
Gramática descriptiva de la lengua española (pp. 1577-1629), Madrid: Espasa-
Calpe. [ Links ]
Thompson, G. (1996) Introducing functional grammar, London: Arnold. [ Links ]

* Proyecto Fondecyt N 1020786.

** Becario del Proyecto Mecesup UCV/0004, Programa de Doctorado en Lingüística, Universidad


Católica de Valparaíso, Chile.

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