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LA ESCUADRA EN ACCIÓN
1978: EL CONFLICTO CHILE-ARGENTINA VISTO A TRAVÉS
DE SUS PROTAGONISTAS
2
La escuadra en acción. 1978: el conflicto Chile-Argentina visto a través de
sus protagonistas /
Patricia Arancibia Clavel, Francisco Bulnes Serrano
ISBN: 978-956-324-298-0
ISBN Digital: 978-956-324-315-4
HISTORIA DE CHILE
CH 983
ISBN: 978-956-324-298-0
ISBN Digital: 978-956-324-315-4
Registro de Propiedad Intelectual Nº 143.437
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Índice de contenido
Portada
Créditos
Índice
LA ESCUADRA EN ACCIÓN 1978: EL CONFLICTO CHILE-
ARGENTINA VISTO A TRAVÉS DE SUS PROTAGONISTAS
PRESENTACIÓN
Primera parte | VIENTOS DE GUERRA
En la III Zona Naval
El laudo arbitral
Tensión en Punta Arenas
El incidente en la isla Barnevelt
Un precedente: el islote Snipe
Comienza el despliegue militar
La formación del grupo Octana
Llegan los infantes de Marina
El almirante López en Buenos Aires
Recuperando el tiempo perdido
Segunda parte | SE APROXIMA LA TORMENTA
¡A prepararse para la guerra!
Un diálogo imposible
Cumbre en Mendoza
El honor de las naciones
La Escuadra se prepara
Prosigue la batalla diplomática
La Escuadra se desplaza
Problemas en el norte
En Picton
A toda marcha
Cambios en la cúpula militar argentina
Tercera parte | VIGILIA DE ARMAS
Cambios en Chile
La salida de Leigh
Gestiones ante el Vaticano
Despliegue de fuerzas al TOA
Nuevo zarpe al sur
Cuarta parte | “MOVIMIENTOS” EN SANTIAGO
Fracasan las conversaciones
4
La Escuadra a la guerra
Argentina le pone fecha a la guerra
Submarino en patrulla de guerra
En los fondeaderos de guerra
Alerta máxima
El día D
Notas
5
PRESENTACIÓN
Queremos agradecer a todos los que contribuyeron a que este libro fuera
posible, especialmente a nuestros colaboradores, a la singladura 2003 del
Caleuche y muy especialmente a la Armada de Chile por su confianza en
la apertura de las fuentes. Esta nueva edición confirma el esfuerzo que
todos hicieron en el propósito de contribuir al rescate de nuestra memoria
histórica.
Los autores
6
De izquierda a derecha: el almirante Raúl López Silva, el general Augusto
Pinochet Ugarte y el almirante José Toribio Merino, a bordo del crucero
Prat (1978)
7
PRIMERA PARTE
VIENTOS DE GUERRA
8
En el crucero Prat reinaba el más absoluto silencio. Esa madrugada del 22
de diciembre de 1978, el buque insignia de la Escuadra avanzaba en la
soledad de los fríos canales australes hacia el mar de Drake. Al mando
estaba el capitán de navío Eri Solís Oyarzún, instalado en esas horas en el
Centro de Informaciones de Combate (CIC), verdadero “cerebro” de todo
buque de guerra y el lugar donde se toman las decisiones más importantes.
La tensa situación lo ameritaba. En su puesto de mando, sentado frente al
monitor —semejante al de un computador— controlaba minuto a minuto
toda la información que necesitaba saber del Prat y su entorno. Los datos
que recibía le permitían tener una visión clara de lo que ocurría para dirigir
con precisión las operaciones de la nave hacia el cumplimiento de la
misión que se le había encomendado.
9
El almirante López enfrentaba esa madrugada el reto más importante y
difícil de su carrera. Atrás quedaban las diversas asignaciones,
responsabilidades y desafíos de casi 40 años en el servicio naval. Ninguno
de ellos había logrado poner a prueba su persona y formación militar como
aquellas horas de espera. Quizás, después de todo, su vida había sido una
continua preparación para este momento.
Una muestra de lo anterior había ocurrido dos años antes, cuando con
motivo de su regreso a Chile desde Londres, donde se había desempeñado
como agregado naval adjunto, tuvo un fuerte intercambio de palabras con
José Toribio Merino. De hecho, cuando su superior le informó que su
próximo destino sería asumir inmediatamente el mando de la III Zona
Naval, con asiento en Punta Arenas, López se molestó. Esperaba
permanecer un tiempo en Valparaíso para adecuarse a las nuevas
circunstancias. Por ello no dudó en dirigirse a Santiago para entrevistarse
con Merino y hacerle ver su insatisfacción. “Almirante, —le dijo— aquí
ha cambiado un gobierno, han cambiado las autoridades, y yo ya tengo un
alto rango en la Armada. Por lo menos déjeme conocerle la cara a la gente
10
y entender qué está sucediendo. Destíneme a un puesto en Santiago o
Valparaíso”. Profundamente molesto porque le cuestionaban sus órdenes,
Merino le contesto secamente: “¡No! ¡A la III Zona o para la calle!”. Ante
ello, la respuesta de López fue pedirle 48 horas para meditar el asunto.
“¡24!”, le contestó un lacónico Merino. A los pocos días, López partió a
Punta Arenas.2
11
Sin embargo, a poco andar y a medida que se acercaba la fecha de la
sentencia arbitral, el permanente monitoreo que llevaba la Armada en el
Beagle comenzó a indicar un cambio de actitud por parte de los argentinos.
A partir de abril de 1977, no sólo empezaron a sucederse una serie de
incidentes que reflejaba una creciente animosidad por parte de Argentina,
sino que también la inteligencia de la Armada detectó de manera temprana
que se estaba reforzando la base naval en Ushuaia.
12
“Cada vez llegaban más buques, cada vez más armamento, cada vez más
propaganda. Incluso te mostraban por televisión como hacían sus prácticas
dentro de la bahía de Ushuaia”.8
El laudo arbitral
13
y televisión sin distinción—, para advertirles que el Gobierno ya conocía
el resultado, pero que se les daría a conocer en los días siguientes. En
dicha reunión, efectuada el 30 de abril en las dependencias de la
Cancillería, —edificio del ex Congreso Nacional— no dio ninguna pista
sobre su contenido.
La población chilena tuvo que esperar hasta el lunes 2 de mayo para que se
conociera lo resuelto, dado que ese había sido el compromiso adquirido
por ambas partes con el Gobierno británico. A las 10 de la mañana, hora
inglesa, Chile recibió de manera oficial el texto. Sin embargo, éste tuvo
que ser guardado bajo reserva hasta que dieran las 14:30, según el huso
horario del meridiano de Greenwich. Recién a esa hora los gobiernos de
Chile y Argentina pudieron darlo a conocer públicamente. En Santiago
eran las 9:30 de la mañana; en Buenos Aires, las 10:30.14
14
resultado por parte de Argentina, ciertamente tenían asidero. Y es que la
defensa de los derechos que Chile había hecho a lo largo de los años se
había impuesto con todas las de la ley, lo que obviamente no iba a agradar
a los argentinos. A pesar de los sucesivos cambios de gobierno que había
tenido Chile desde que el asunto comenzó a ser discutido en 1967 bajo el
gobierno de Eduardo Frei Montalva, la Cancillería había mostrado una
sola línea argumental. Ni la llegada al poder de Salvador Allende y
posteriormente de la Junta de Gobierno, encabezada por Augusto Pinochet,
implicaron cambios en esta política de Estado.
15
los responsables los perseguirá un implacable remordimiento”.19
Pero fue Massera quien mostró ser el más “duro” de la Junta frente al
diferendo con Chile. Contaba con el control absoluto de una instancia
clave: dado el “cuoteo” en el poder acordado por las Fuerzas Armadas
trasandinas, el marino era el responsable de la Cancillería.24 Sus hombres
de confianza en esa repartición pronto le otorgaron los argumentos para
rechazar lo resuelto en Londres. Consideraban que la sentencia arbitral
contenía toda clase de errores; que abarcaba aspectos que nunca habían
sido sometidos a arbitraje; y sobre todo, impedían las pretensiones de
Argentina de proyectarse hacia el Pacífico y la Antártica.
16
de la Fuerza Aérea y un sector minoritario de diplomáticos de la
Cancillería, se inclinaban por la búsqueda de una solución negociada con
Chile.
El contralmirante Torti tuvo que regresar con las manos vacías a Buenos
Aires y rápidamente, Pinochet por insistencia del almirante Merino
procedió a dictar el decreto supremo del 14 de julio de 1977 que, basado
en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, fijaba
las “líneas de base rectas” en la zona del litigio. Según relata el general
Matthei, dicho decreto “proyectaba nuestra soberanía hacia las aguas
interiores en la parte de los canales, de manera que los argentinos no iban a
17
poder circular libremente como lo hacían hasta ese momento”.33 Este
hecho no fue bien recibido por Argentina.
No pasó mucho tiempo para que comenzaran a sentirse los efectos del
laudo en la vasta jurisdicción que comprendía la III Zona Naval,
iniciándose una escalada de provocaciones y demostraciones de fuerza
que, con el correr de los meses venideros, no harían más que aumentar. Al
área llegó parte de la FLOMAR y fueron desplegados destacamentos de la
Infantería de Marina, que acompañados con toda la parafernalia que
caracteriza a los trasandinos, desembarcaron en la zona.
18
jueces de la Corte Arbitral habían hecho a la zona y sus esfuerzos por
demostrar que las islas estaban habitadas desde el siglo pasado por
connacionales.35 De hecho, uno de ellos, Juan Catril que había llegado a
Puerto Toro en la década del 60, recuerda como intentaron convencer a los
jueces del tribunal que las islas eran chilenas. “Salimos a buscar madera
antigua, nos pusimos a hacer varias cruces e improvisamos un cementerio
que parecía datar del siglo XIX”. Era una típica “pillería” chilena que
reflejaba el claro temor de los colonos de quedar integrados a Argentina.36
Mientras tanto, El jefe de la III Zona Naval, daba periódicos reportes del
efecto de las medidas que se tomaban en respuesta a las provocaciones
trasandinas al general Nilo Floody.37 Este alto oficial había reemplazado al
general Washington Carrasco38 como jefe de la Región Militar Austral —
área que en período de guerra pasa a denominarse Teatro de Operaciones
Austral (TOA)—,39 siendo además intendente regional y comandante en
jefe de la V División de Ejército. Carrasco, en tanto, asumió en enero de
1977, la jefatura del Estado Mayor del Ejército.40
19
establecer una buena coordinación entre las autoridades militares y las
civiles.
De ahí que una de las labores más urgentes que debió enfrentar como jefe
de la Región Militar Austral fue la actualización, dadas las nuevas
condiciones, del “Plan de Campaña” del TOA Conjunto. Este tenía como
objetivo permanente, “mantener la integridad territorial ante una agresión
argentina”43. El plan consideraba la organización defensiva de los posibles
frentes de combate en la región y además, asignaba las misiones que
tendrían que cumplir las unidades militares existentes en la zona.
Fruto de esta planificación fue la orden dada a las tropas para asegurar
posiciones defensivas en aquellos lugares que presentaban mayor riesgo de
ser escenarios de enfrentamientos con los argentinos. Todo ello, a la espera
de que se enviaran refuerzos desde Santiago.
20
varias las unidades del Ejército presentes en la región, el número total de
efectivos no sobrepasaba los 1500 hombres.44 Las unidades de las que
disponían eran el Regimiento de Infantería Pudeto; el Regimiento
Blindado N° 5, Punta Arenas, ambos con sede en la capital regional; la
Compañía de Ingenieros Motorizados N°5, con asiento en la localidad de
Ojo Bueno; el Regimiento de Infantería N° 11, Caupolicán, ubicada en la
localidad de Porvenir, en la Isla Grande de Tierra del Fuego; y por último
el Regimiento de Caballería Blindada N° 5 Natales, con asiento en Puerto
Natales.
Pero poco después, en otro sector cercano a Natales, recuerda Floody, dos
patrullas chilenas volvieron a encontrase con soldados trasandinos en
territorio nacional. En esta ocasión, y con el fin de infundirles miedo, los
soldados hicieron uso de sus ametralladoras, disparando ráfagas al aire
para amedrentarlos. La reacción de los argentinos fue retirarse de
inmediato.45
21
región. El diagnóstico compartido era que, al parecer, las fuerzas al otro
lado de la frontera, estaban evaluando la capacidad de respuesta de las
defensas chilenas.
Merino, al igual que el Gobierno chileno, quería evitar a toda costa que al
otro lado de la cordillera de Los Andes se malinterpretaran las intenciones
chilenas. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que se cambiara de
idea.
22
el viernes 21 de mayo de 1977, López recibió la visita en Punta Arenas del
almirante argentino Juan Carlos Malugani. Con posterioridad a la
ceremonia oficial, se le ofreció un almuerzo, ocasión que no desperdició
López para dar a conocer su punto de vista. De hecho, recuerda él mismo,
preparó un discurso que en lo sustantivo señalaba que “la sola presencia
del almirante Malugani indicaba la voluntad argentina de respetar los
compromisos contraídos ante una Corte Internacional y que por eso los
recibíamos con los brazos abiertos”.51
Malugani quedó descolocado ante las palabras del jefe de la III Zona
Naval y no fue capaz de contestarle. Ello llamó profundamente la atención
de los presentes. Incluso, al terminar el almuerzo, varios de ellos se le
acercaron y le comentaron: “Oye, chupaste al almirante argentino”.52
Si bien el almuerzo había sido cordial, ese mismo día, a eso de las 9 de la
noche, López recibió noticias extremadamente preocupantes. El almirante
fue informado de un aviso que previamente le había llegado al jefe de
Puerto Williams. Se trataba de un mensaje del Puesto de Vigía y Señales
(PVS) de la Armada, ubicado en la isla Deceit, archipiélago Wollaston.
Este daba cuenta sobre una luz brillante que destellaba en la oscuridad
sobre la isla Barnevelt, situada a aproximadamente 60 kilómetros al sur de
isla Nueva.53
Sin embargo, al poco rato, Merino cambió de opinión y López recibió una
contraorden desde Santiago: debía suspender la operación y esperar los
resultados de la negociación diplomática en curso.55 Un año después, en
una entrevista de prensa, el almirante Merino justificaría la actitud
23
asumida, arguyendo que si el faro argentino seguía ahí, era porque se había
estimado dejar una “prueba material” de la intromisión argentina en
territorio chileno.56
La actitud de los trasandinos aconsejaba actuar con cautela. Es por ello que
la Armada estimó necesario reiterar a sus efectivos las normas de
comportamiento que debían cumplir sus tripulantes y unidades cuando se
desplazaran por la zona austral y el canal Beagle. La idea era evitar
encuentros o incidentes con naves argentinas que pudieran derivar en
situaciones que se salieran de control. A los comandantes de los buques se
los instruyó respecto a las reglas de enfrentamiento. Las órdenes
consideraban todos los escenarios posibles desde un “encuentro con roce”,
hasta el momento en que “debían emplearse las armas”.58
Una de las instrucciones en esta línea que por esas fechas recibió la III
Zona Naval fue suspender los patrullajes que se acostumbraban realizar en
el área en litigio. Para tal efecto se ordenó que las patrulleras y otras naves
permanecieran ancladas. Como la inactividad y aburrimiento desesperaba
a los hombres, se organizaron actividades deportivas y recreativas, entre
ellas las llamadas “noches vikingas”, con el objeto de bajar la tensión.59
En todo caso, para López el mensaje de los argentinos era más que claro.
24
Su intención era trasladar el foco de la disputa limítrofe al sur del canal
Beagle y se disponían a reclamar los islotes que miraban hacia el
Atlántico.60 La apreciación del almirante era compartida en Santiago por
los especialistas de la Cancillería. Al respecto, Santiago Benadava
comentaría que “el Gobierno argentino, no solo desconocía los derechos
de Chile sobre Picton, Lennox y Nueva, sino que comenzaba también a
abrigar pretensiones de soberanía sobre las otras islas chilenas situadas al
sur del canal Beagle”.61
Y es que López sabía perfectamente bien que no era la primera vez que
Argentina provocaba un hecho de este tipo en la zona del
Beagle.63 Exactamente 20 años atrás, en el mes de mayo de 1958, un
incidente similar había causado conmoción en la opinión pública. Entonces
estuvo a un tris de que unidades navales de ambos países recurrieran a las
armas.
Lo sucedido admitía una sola lectura: detrás del incidente estaban las
25
manos de la Armada argentina, lo que de por sí constituía un atropello a la
soberanía chilena. Más tarde se supo que la operación la había realizado el
patrullero Guaraní.
26
Días más tarde, el capitán de corbeta Alsina le propuso a sus superiores
volver al islote para recuperar el faro chileno destruido. La acción era
temeraria, puesto que los hombres de la Armada sabían que en ese
momento se encontraban tres fragatas argentinas en la base naval de
Ushuaia. El peligro estaba en que los buques podían zarpar en cualquier
minuto y toparse a boca de jarro con el operativo que planeaba el capitán
del Lientur.
Tiempo más tarde, en Chile se supo lo que había sucedido al interior de los
puestos de mando de la flotilla argentina. Lo cierto es que el comodoro que
estaba a cargo de las fragatas trasandinas no estaba al tanto de lo que había
ocurrido en el faro Snipe. Por ello no actuó de inmediato y se alejó del
27
lugar. Tardíamente pidió instrucciones a Ushuaia, pero los intentos de
obtener una respuesta fueron en vano. El oficial decidió entonces consultar
con Buenos Aires. Sin embargo, sus superiores directos estaban
inubicables. Finalmente, tuvieron que pasar varias horas antes de que le
llegaran instrucciones. “¡Qué lo hundan!” fue el mensaje recibido, pero
para entonces los chilenos ya se habían retirado.
Uno de los testigos directos del incidente fue el entonces oficial del
Lientur, y mucho después, capitán de navío Jorge Fellay. Repasando el
episodio, recuerda: “Desfilaron frente a nuestro barco. Y después supe,
porque esto se investigó mucho, que el ‘gallo’ había avanzado unas 20
millas, cuando le llegó la orden de disparar. Así es como nos libramos del
primer combate entre un pequeño patrullero y tres fragatas
argentinas”.64 Finalmente, el 8 de junio, el Lientur instaló un nuevo faro en
el islote en reemplazo del que había sido destruido.65
28
absoluta con los argentinos, tanto con lo que decían como con lo que
hacían”.67
29
Las órdenes que recibió el oficial eran simples: “Desalojar a los
argentinos, usando las armas, si era necesario”. Aunque al llegar al Snipe
los argentinos ya se habían retirado, los infantes chilenos desembarcaron
en el islote y permanecieron en él por unos días.
Lo sucedido ese invierno de 1958, si bien fue uno de los incidentes más
importantes, estuvo lejos de ser el único que tuvo en alerta a los efectivos
de la Armada chilena en la zona. A lo largo de la década del 60, se
produjeron otros serios incidentes navales. Así, en agosto de 1967, la
goleta argentina Cruz del Sur, que pescaba centolla a 400 metros de la isla
Gable, tuvo que ser expulsada de aguas chilenas por el patrullero Marinero
Fuentealba.71
30
tarea en Tierra del Fuego.73
Una vez que volvió de la reunión que se realizó con el objetivo de analizar
las implicaciones del incidente Barnevelt, López cumplió con las
instrucciones de Floody y le dio una nueva estructura a las fuerzas que
estaban a su mando. A mediados de junio, se formó el grupo Octana —
siglas de Oficial Con Mando Táctico del Área Nassau—, también
conocido como Fueranfidet —Fuerza Anfibia de Tareas—.75 Se trataba de
una agrupación compuesta por el destructor Serrano, la barcaza LSM
Orompello, el buque antártico Piloto Pardo, el escampavía Colo-Colo, y la
barcaza Aguila.76 Esta última transportaba a 400 infantes de Marina,
contingente que estaba conformado por efectivos del Destacamento
Cochrane.
La misión del grupo Octana era clara y precisa: distribuir a estos efectivos
de élite de la Armada en las islas que habían originado el conflicto y
defenderlas a ultranza. Sepúlveda recuerda las instrucciones que recibió de
boca de López: “Teníamos la tarea de copar la posición y defender a como
diera lugar todo el área austral, incluidas esas islas, de modo de evitar
cualquier desembarco”. 77
31
fuimos por fuera”. La operación tomó cerca de 40 días, mucho más de lo
normal en este tipo de movimientos.78
Aunque aún faltaba “un año para que se produjera lo más grande”, Larenas
recuerda que el viaje se realizó bajo las más estrictas medidas de
seguridad. De por sí ya era inusual tener que movilizarse a la zona en esa
época, pero más aún lo era el hecho de que hubiera “silencio
radiotelegráfico, por razones de pre guerra”. Pocas horas antes de que el
Zenteno llegara a la capital de la XII Región, el almirante López le envió
sus primeras instrucciones. El mensaje no tenía nada de críptico: “En caso
de que se viole nuestro espacio aéreo o marítimo, emplear las armas”.79
Sin embargo, habría de pasar muy poco tiempo antes de que Larenas
tuviera que verse enfrentado al difícil trance de tener que llevar a la
práctica las instrucciones de López. El 30 de junio de 1977, el Zenteno se
encontraba fondeado en las islas Wollaston, al sur de Navarino. Ese día, de
manera sorpresiva, el destructor fue sobrevolado por un avión argentino,
violando el espacio aéreo chileno.
32
fuego contra el avión argentino!. Eso sí que con los cañones desfasados, en
un ángulo pequeño, con el objeto de no derribarlo ex profeso. Por supuesto
que no le dimos al blanco, felizmente diría yo. El avión se dio vuelta,
regresó hacia el norte, porque se dio cuenta de que le estaban
disparando”.81 Posteriormente, el comandante del Zenteno informó de lo
ocurrido tanto a López como al almirante Merino, quienes no le hicieron
mayores comentarios.
33
misión: “Asumir el mando de una brigada de Infantería de Marina en
formación”.
34
los cuales disparan proyectiles pequeños de alta velocidad. Al alcanzar su
blanco, estas características lo hacían más devastador que otras armas
similares de uso frecuente en las Fuerzas Armadas. Al impactar sobre una
superficie —o el cuerpo del enemigo—, las balas se desviaban en el
interior de ésta o de la víctima, causando un daño mayor. “Con este fusil
no había heridas leves. Todas eran graves. Si la bala te pegaba en un brazo,
te lo arrancaba”, explica Wunderlich. Además, por ser más liviano que
otros fusiles de asalto, permitía que los hombres pudieran portar mayor
cantidad de municiones.
El único problema que tuvieron que enfrentar, recuerda el oficial, era que
“nos faltaba un poco de munición”. ¿Por qué? Porque el señor Edward
Kennedy, con su enmienda, nos paró un buque con municiones. Y la
munición no existe hasta que es entregada al hombre que la va a disparar.
No sacamos nada con tener millones y millones de tiros en otra parte, si el
hombre que la va a disparar no tiene munición. En esas condiciones
estábamos”.86
35
“movimientos” que se estaban produciendo en el frente diplomático.
36
muy poco cortés”. Muestras de ello las dio apenas comenzada la cita entre
ambas delegaciones. No había hecho más que traspasar el dintel del salón
en donde se realizaría la reunión cuando interpeló duramente a Philippi:
“Mire doctor Philippi. Vamos a comenzar entendiéndonos. Deje usted
todas sus monsergas jurídicas a un lado, porque aquí lo que buscamos es
una solución política. Así que las monsergas suyas las tenemos bien
conocidas”. A quienes estaban en el lugar les llamó poderosamente la
atención de que Villegas ni siquiera se tomara la molestia de saludar a los
presentes, antes de lanzar su propia “monserga”.93
37
“paquete”, incluyendo a otras ubicadas más al sur.95
López encargó esta misión a su jefe de Estado Mayor John Howard, labor
que cumplió a lo largo de 1977 y 1978. Howard recuerda que lo primero
que hubo que hacer fue encontrar los lugares más adecuados para que la
flota pudiera fondear. “Para poder atracar un buque a la costa, tienes que
primero prepararla. O sea, dónde afirmo el buque, porque los buques se
mueven con las mareas. En cambio lo que se necesita es que el buque
quede inmóvil y pegado a la costa. Tiene que quedar bien amarrado”.99
Una vez definidos los fondeaderos, la tarea de Howard era comunicar a sus
superiores los lugares donde éstos se encontraban con el objeto de que la
38
Comandancia en Jefe programara visitas a los mismos para comprobar si
éstos eran aptos para los buques de la flota. Una vez aprobado cada uno de
ellos —por ejemplo, que cumplieran con los requisitos de altura y fondo—
la III Zona Naval debía trasladar al sitio los pertrechos, víveres y
combustible necesarios.101
39
historia, Chile había sufrido las consecuencias de no haber contado con
una flota de guerra en condiciones de proteger eficazmente sus mares.103 Y
estos ejemplos estaban en la mente de los mandos navales a medida que
crecía la incertidumbre por la suerte de las islas en litigio.
Por otra parte, Estados Unidos también tomó medidas en contra de Chile
en el terreno militar. En julio de 1976, el Congreso de ese país aprobó la
enmienda Kennedy, la cual restringió considerablemente la venta de
armamento al país, impactando también a la Marina.
40
Sin embargo, Troncoso destaca el espíritu con que sus hombres
enfrentaron estas restricciones. “Por lo menos durante el año 1977, en que
yo fui comandante en jefe de la Escuadra, tratamos de tenerla en las
mejores condiciones posibles. Con poca plata y mucho empeño. Digo
mucho empeño, porque la gente trabajaba más horas de las normales, y
durante los permisos que se le daba a la gente, los que se quedaban a bordo
tenían muchas horas más de trabajo que lo normal”.108
41
oportunidades se puso de acuerdo con la Fuerza Aérea, con el objeto de
simular ataques en contra de la flota. Troncoso no le advertía a nadie que
esos aviones eran chilenos, pero obviamente daba la orden de no abrir
fuego sin su previa autorización. Así, cuando los aviones de la FACH
aparecían, el almirante aprovechaba de evaluar el desempeño de sus
tripulaciones frente a un ataque aéreo y si eran capaces de actuar con
rapidez y eficiencia.113
42
En mar abierto, el Williams realiza una “maniobra logos” con un buque
petrolero (1978)
43
SEGUNDA PARTE
SE APROXIMA LA TORMENTA
44
¡A prepararse para la guerra!
Pero existían indicios aún más inquietantes, puesto que tanto la Marina
como el Ejército trasandinos estaban desplazando unidades navales y
tropas a la zona del diferendo.
Una vez que López hubo entrado a las oficinas del comandante en jefe,
éste no se tomó mucho tiempo antes de aclararle el motivo de la cita:
“Mira, como van las conversaciones con Argentina, yo creo que esto
puede terminar verdaderamente en una guerra. Quiero que tú te dediques a
preparar la Escuadra. Hazme presente las necesidades, las cosas que faltan
—lo que necesites— para dártelas. Pero la Escuadra, ¡a prepararse para la
guerra! ¡A ser eficientes en cada tiro que se dispare!”.
45
deje trabajar tranquilo, sin ninguna obligación protocolar que interfiera en
el entrenamiento. Voy a preparar mi plan de actividades para el año 1978,
orientado a todo lo que usted quiere. Y voy a estudiar las cosas durante el
primer mes, para ver qué es lo que necesitamos”.115
Mandar la Escuadra, en todo caso, era una aspiración de todo oficial naval
y lo cierto es que ésta no era la primera oportunidad en que le hacían esta
oferta. Prácticamente un año antes, a fines de 1976, le habían ofrecido el
mismo cargo. Sin embargo, por antigüedad en la Armada, la Comandancia
en Jefe de la Escuadra le correspondía al almirante Arturo Troncoso. Este
último, no obstante, por esas fechas era ministro de Educación, lo que le
impedía asumir esa función. Ante ello, Merino pensó en López y así se lo
hizo saber. Pero un obstáculo surgió en el camino: el 3 de diciembre de
aquel año, el general Pinochet realizó un cambio en el gabinete y removió
a Troncoso de esa secretaría de Estado. Este último no quedó a gustó con
la situación y le reclamó a su superior el mando de la Escuadra. Merino
quedó en una posición incómoda y tuvo que comunicarse con el almirante
López para retirarle el ofrecimiento. Al hacerlo, Merino le informó del
problema suscitado y le dijo: “Bueno, ya te la ofrecí a ti”. Pero López
entendió perfectamente el impasse. “Le encuentro toda la razón al
almirante Troncoso. Désela a él, por supuesto. Y yo soy el primero en
felicitarlo”, le contestó en aquello ocasión. 116
46
Ambos tenían una cercanía personal que se remontaba a mucho antes de
iniciar sus respectivas carreras navales. Incluso habían sido compañeros de
colegio. “Con Raúl López nos conocimos en los Padres Franceses, en
Santiago, cuando éramos niños. Él estaba dos cursos detrás de mí y nos
hicimos muy amigos. Era un hombre muy habiloso, muy estudioso, de los
primeros de su curso. En la Escuela Naval seguimos siendo muy amigos y
tocó que varias veces yo le entregué el puesto a él”.118 Y una vez más ello
ocurría de esa manera.
Dada la situación que se vivía con Argentina y para facilitar la entrega del
cargo, Troncoso le pidió a López que lo acompañara en el último viaje que
hizo la Escuadra al sur bajo su autoridad. La idea era que el nuevo
comandante en jefe se interiorizara del estado en que ésta se encontraba y
conociera de cerca el manejo de la misma. El trayecto lo hicieron en el
Williams y en el Riveros, siguiendo la costumbre de Troncoso de cambiar
de buque insignia.
Durante esos últimos días de diciembre de 1977 llegaban señales cada vez
más preocupantes desde el otro lado de la cordillera. En particular, los
mandos de las Fuerzas Armadas chilenas estaban inquietos por la
intensidad de los movimientos de tropas y naves de guerra, que
continuaban produciéndose en el sur argentino, muy cerca de la frontera
con Chile.
Además, la crisis con Chile le venía como anillo al dedo para su carrera
47
política. Massera era un convencido de que una vez que el enemigo
interno, la subversión, fuera derrotada, sería necesario buscar uno nuevo
en el exterior. Y los dos que estaban más a la mano eran, obviamente,
Chile y Gran Bretaña. Comenzó con su vecino del oeste.120
Otra decisión que se tomó en este período fue dotar a varios buques, como
el ARA Hércules, con misiles Sea Dart y Exocet. También se reincorporó
48
al servicio al destructor Piedrabuena, que estaba destinado al desguace,
para lo cual fue modernizado en los astilleros de Puerto Belgrano.125 La
zona del canal Beagle, en tanto, era vigilada permanentemente por las
misileras Intrépida e Indómita. Ambas naves podían alcanzar velocidades
de hasta 30 nudos (55 kilómetros por hora) y estaban fuertemente
artilladas.126
Para los mandos castrenses en Santiago estaba claro que todas estas
demostraciones eran parte de una planificada ofensiva que,
inequívocamente, preparaba el terreno para una actitud de mayor fuerza
frente al litigio por las islas del Beagle. Después de todo, estos
“movimientos” no se limitaron al plano militar sino que también
involucraron a las más altas autoridades políticas de Argentina. Así,
durante los días previos y posteriores a la Navidad de 1977, las principales
figuras de la Junta de Gobierno de ese país hicieron su parte en esta tarea,
trasladándose a diversos puntos de la línea divisoria con Chile.
49
Quien fuera a fines de 1977 subjefe del Estado Mayor de la Defensa
Nacional, almirante Roberto Benavente, recuerda perfectamente la
preocupación que existía en el Ministerio de Defensa chileno: “A fines de
1977, en Argentina se inició una campaña muy violenta contra Chile. Tan
violenta, que las cosas llegaron a ponerse de un color bastante oscuro. Es
por ello que se estableció una conexión directa entre el jefe de Estado
Mayor de la Defensa Nacional, general de Aviación, Nicanor Díaz Estrada
y su contraparte argentina, los que conversaban casi diariamente para no
llevar las cosas a un extremo tal que no tuviera remedio”.129
Un diálogo imposible
Si bien el conflicto que se estaba gestando con Argentina era una de las
mayores fuentes de preocupación para el Gobierno chileno, la verdad es
que 1978 fue un annus horribilis130 para las autoridades, puesto que
tuvieron que hacer frente a crecientes dificultades en distintos planos,
especialmente en el campo internacional. En particular, eran cada vez más
fuertes las presiones de la comunidad internacional, manifestadas en el
seno de la Organización de las Naciones Unidas, por la situación que
presentaban los derechos humanos en el país. Pocos días antes de que
López asumiera el mando de la Escuadra, el 7 de diciembre, y con el
apoyo de 98 países, la ONU había aprobado un voto que condenaba a
Chile por las violaciones cometidas en esta materia.
50
nueva visita a Chile. En su portadocumentos traía una propuesta que
contemplaba la suscripción entre ambos países de un tratado
complementario de límites en la zona del Beagle. Argentina pedía que se
le reconociera soberanía sobre las costas en el cabo de Hornos y que las
islas Evout, Barnevelt y Hornos quedaran bajo la administración perpetua
de un “ente internacional”. La idea de los trasandinos era que Chile se
comprometiera a garantizar —“apoyado en puntos fijos” (costas)— los
derechos de Argentina sobre el Atlántico sur. En términos concretos,
implicaba reconocer que “el frente marítimo atlántico en el sur era
argentino y la ratificación de que Argentina terminaba en la isla cabo de
Hornos, punto en que se separaban Pacífico y Atlántico”.132
51
trasandino, Reynaldo Bignone, Villegas explicó el fracaso de la gestión de
Torti ante la Junta chilena de una manera muy particular. Expuso que
Pinochet se había mostrado bastante receptivo pero que habían sido los
“duros” de la Cancillería chilena, encabezados por Julio Philippi, los que
se habían opuesto terminantemente a sus términos.138
Cumbre en Mendoza
52
daban así las cosas, quedaban obligados a respetar los términos del fallo
arbitral o a aparecer como un país que no respetaba sus compromisos
internacionales.142
53
Paralelamente, Pinochet decidió enviar a una persona de su confianza en
misión secreta a Buenos Aires. El emisario fue Manuel Contreras,145 ex
director de la Dirección de Inteligencia Nacional, recién ascendido a
general, quien tenía una muy buena relación tanto con Videla como con
Massera.146 Su gestión consistía en hablar directamente con el presidente
argentino y manifestarle el interés de Pinochet por reunirse con él. Según
se sabe, el mandatario chileno llamó telefónicamente a su colega argentino
para informarle del viaje. El 8 de enero, Contreras se embarcó en
Pudahuel. En el avión viajaba el embajador de Chile en Argentina, René
Rojas Galdames, a quien le extrañó ver allí al general. Le preguntó a qué
iba a Argentina en momentos tan difíciles: “¿No sabes que estamos casi en
estado de guerra y que la Escuadra argentina ya está en Bahía Blanca?”.
Contreras, que no podía dar a conocer su misión, le respondió que iba “de
vacaciones” y se negó a aceptar la invitación que Rojas le hizo para
alojarse en la embajada.147
54
Carvajal convocó a Santiago a todos los embajadores chilenos en
Latinoamérica, con el objeto de informarles sobre el curso que estaban
tomando los acontecimientos. En una jornada que fue calificada de
maratónica —duró más de nueve horas—, el cónclave diplomático se
realizó en el Salón Andrés Bello de la Academia Diplomática. Allí,
Carvajal les dio a conocer la posición chilena.151 Luego, el canciller emitió
una declaración pública, en la que señalaba que pertenecían a Chile “todas
las islas, islotes y rocas que hay al sur del canal Beagle y hasta el cabo de
Hornos”.
55
representarle a Videla su molestia por el hecho de que Argentina estuviera
desconociendo el laudo.157 Sus palabras fueron duras y le exigió el
cumplimiento irrestricto del fallo. Videla le contestó: “No puedo hacerlo.
La decisión está tomada”.158
56
realizado un borrador de mapa: “En determinado momento, tomó una
lapicera y una hoja de papel y empezó a dibujar un gráfico sobre ella. Era
un burdo y aproximativo esquicio de la zona marítima en discusión, que
sus mismos colaboradores habían rechazado. La única diferencia era que la
mejoraba en función de los intereses chilenos, ya que la línea divisoria de
los océanos no tocaba la isla de Hornos ni bajaban por ese meridiano a las
200 millas pertinentes, sino que directamente desde la isla Barnevelt, más
al este”. Al parecer, luego Pinochet habría apoyado el lápiz sobre el círculo
que graficaba la isla Barnevelt y, al hacerlo, Videla le dijo: “Doble ahora
hacia el oeste, señor presidente, hasta el cabo de Hornos”. “Si yo le hago
caso a usted, cuando vuelvo a Santiago me derrocan”, respondió Pinochet
con una sonrisa.162
Videla también confirma la existencia del croquis, pero señala que sólo fue
“un papelito” que no tenía mayor precisión164 y que fue desechado
57
rápidamente. “Después de almuerzo, mientras el grupo chileno trabajaba
en el escrito, apareció el general Pinochet. Tras hacer un breve recuento de
su reunión con el presidente Videla, nos advirtió mediante señas que la
conversación podía estar siendo grabada. Con sus dedos dibujó sobre una
carta de la zona austral la traza de una línea que había conversado con el
presidente argentino. Desde el límite oriental del canal Beagle fijado por el
árbitro (el punto XX), desplazó su índice en forma oblicua hacia el
suroriente de la isla Nueva; con los dedos y modulando dio a entender ‘12
millas’, luego fue a la isla Evout y de allí recto hacia abajo pasando sin
precisar por Banevelt. Si alguien hubiera entrado en ese momento, habría
creído que participábamos en un guión de cine mudo”.165 Las firmas que lo
refrendaban, además, estaban hechas a lápiz —no con tinta—, lo que
también era una prueba de su poca validez.166
58
hablaron con los numerosos periodistas presentes comunicándoles los
compromisos que se habían alcanzado. Básicamente, se trataba de un
cronograma para las negociaciones futuras, las cuales se llevarían a cabo
en el seno de una Comisión Mixta que funcionaría en tres etapas. En la
primera, y en no más de 30 días, dicha comisión debía fijar normas de
convivencia pacífica en la zona austral con el fin de que continuaran las
negociaciones; en la segunda, y con un plazo de seis meses, se discutirían
los temas de fondo y, finalmente, en la última etapa, se formalizarían los
textos y se firmaría.
59
Gobierno argentino considere que no está obligado a su cumplimiento”.
60
cazabombarderos—. Ello, sin contar la participación de 4000 efectivos de
la Infantería de Marina.179
61
se acercaba el centenario de la Guerra del Pacífico.
Durante la tarde del día 25, los expertos chilenos habían revisado
cuidadosamente la argumentación dada por los trasandinos y habían
concluido que ésta adolecía de una “extrema pobreza jurídica”, a la que se
sumaban, incluso, problemas en la redacción del texto. Según los analistas
de la Cancillería chilena, Argentina quería hacer recaer toda la
responsabilidad sobre el Tribunal Arbitral, forzando a Chile a tener que
negociar el tema bilateralmente.
62
La forma en que Argentina estaba enfrentando la situación con Chile no
era nueva. El reconocido historiador Sergio Villalobos, en una entrevista
concedida al semanario Ercilla, situó la declaración de nulidad en un
contexto histórico más amplio, recalcando que desde el siglo XIX los
gobiernos argentinos habían utilizado los problemas limítrofes para
distraer la atención interna. Señaló que era un mito lo de la “pretendida
hermandad argentina” y recordó que el país vecino “estuvo a punto de
integrar la alianza secreta contra Chile formada por Perú y Bolivia, con
anterioridad a la Guerra del Pacífico; y que una vez producido el conflicto,
sus fuerzas avanzaron ocupando la Patagonia”. Todavía no concluía ese
conflicto bélico cuando Chile debió celebrar con Argentina el Tratado de
1881, por el que ese país cedió íntegra la Patagonia. Es decir, se aprovechó
entonces, como se hace ahora, la difícil situación internacional chilena”.
Luego de dar varios ejemplos y señalar que el problema del Beagle era “la
manifestación más clara de la mala fe argentina”, pues lo había creado
artificialmente a comienzos de siglo, concluía diciendo que si “el año 2000
el problema del Beagle está resuelto y Argentina tiene problemas, ya se
encargará de crear un conflicto. La frontera es larga”.186
La Escuadra se prepara
63
Araucano y el remolcador de alta mar Yelcho. Comprendía también cinco
helicópteros en las unidades con plataforma.
64
jefe de Estado Mayor, el capitán de navío Hernán Rivera Calderón. Eran
un “par de jefes directos, nada de administrativos, muy estrictos con ellos
mismos como con sus subalternos”192 y desde un comienzo demandaron el
máximo a sus hombres. Con el correr del tiempo ello se tradujo en una
mejora progresiva del rendimiento y eficiencia de oficiales y marinos
como de la Escuadra en general.
65
Ejército, bajo el mando del general Luciano Benjamín Menéndez, inició
maniobras de guerra en las provincias de Mendoza, San Juan, La Rioja,
Catamarca, Salta y Jujuy, todas fronterizas con Chile. Los ejercicios se
extendieron hacia las provincias de San Luis, Córdoba, Santiago del Estero
y Tucumán.196
66
discurso al momento de entregar su cargo: “Puerto Belgrano es nuestra
principal base naval; es bastión siempre atento a conjurar los peligros que
acechan nuestro solar patrio, ya sea internos provenientes del falaz
delincuente subversivo, ya sea externo de aquel que pretende atentar
contra la soberanía”. Agregaba más adelante que su personal estaba
decidido a “luchar en la guerra antisubversiva hasta la victoria esté más
allá o más acá de la muerte, y de no permitir en lo internacional
mutilaciones geográficas”.199 Obviamente, éstas últimas sólo podían venir
de Chile.
67
Videla y Pinochet volvieran a reunirse, aprovechando la cercanía del
centenario del Abrazo del Estrecho (15 de febrero de 1899). Como es
sabido, en esa oportunidad los presidentes Federico Errázuriz Echaurren y
Julio Argentino Roca, se reunieron con el objetivo de poner fin a las
tensiones provocadas por disputas causadas por la interpretación del
Tratado de 1881 sobre la Puna de Atacama.
El Acta debía ser firmada por ambos mandatarios y se fijó día y lugar: el
20 de febrero en la base aérea El Tepual de Puerto Montt. Una vez más un
recinto militar sería sede para buscar soluciones al conflicto.
68
Antes de realizarse la ceremonia en que se dio a conocer el Acta de Puerto
Montt, los numerosos periodistas que se encontraban presentes consultaron
si habría discursos. La respuesta oficial fue que éstos no estaban
contemplados. Por ello la sorpresa fue grande cuando, una vez firmado el
documento, Pinochet tomó la palabra y comenzó a leer un texto de seis
carillas. En parte de su alocución destacó los esfuerzos de los dos países
por llegar a una “solución de la controversia de manera amistosa”.208
Hasta ahí todo iba bien. Pero la sorpresa fue mayúscula, especialmente
para los argentinos, cuando a continuación Pinochet señaló: “quiero
afirmar, muy claramente en esta ocasión solemne, que Chile no tiene
ningún propósito expansionista ni pretende arrogarse títulos sobre tierras,
espacios marítimos o plataformas submarinas ajenas, pero también con el
mismo énfasis proclamo que mi Gobierno ha de cumplir cabalmente la
responsabilidad de defender el patrimonio que le corresponde por
derecho”. Y en esa misma línea, agregó: “el laudo arbitral no está en
discusión, ya que cualquier acuerdo al que se llegue no afectará los
derechos reconocidos a Chile por el laudo”.209 Para los trasandinos, el
discurso sólo admitía una lectura: Pinochet estaba borrando con el codo lo
que escribía con la mano.
69
desplegados en la zona desde diciembre de 1977, cuando la situación entre
Chile y Argentina había comenzado a escalar peligrosamente. El marino
recibió a los relevos señalando que éstos “están llegando para cubrir una
tensa vigilia de armas que, como los hechos recientes lo demuestran, no
admite pausas ni justifica decaimientos”. Más adelante recalcó que las
horas que se estaban viviendo eran cruciales para las Fuerzas Armadas
argentinas: “Como las unidades del Ejército y de la Fuerza Aérea, todos
los componentes del Poder Naval están listos para cumplir con el mandato
de un pueblo que no admite más tergiversaciones, consciente, asimismo,
de que nuestro potencial bélico no estará nunca al servicio de la agresión,
sino de la razón, porque como país maduro no nos dejamos llevar por el
arrebato pueril de las emociones circunstanciales. Y eso hace más firme
nuestro convencimiento, más sólida y honda nuestra decisión. Que nadie lo
olvide. Se está agotando el tiempo de las palabras”.212
Para Videla, era muy difícil frenar los ímpetus de la Marina de Guerra
argentina. Sin embargo, tras reunirse con los altos mandos del Ejército,
convinieron bajarle el perfil a los dichos de Massera y Vañek y
contrarrestarlos con una alocución a través de una cadena de radio y
televisión. Allí reafirmó la intención del Gobierno argentino de seguir
70
transitando “el camino de la negociación”.217
Donde la tensión se hizo sentir con mayor fuerza fue en Puerto Williams.
En ese lugar, la población local pronto comenzó a acostumbrarse a los
frecuentes movimientos y ejercicios que realizaban las tropas estacionadas
en la zona. Particularmente, los habitantes tuvieron que familiarizarse con
los códigos propios que manejan los militares para situaciones de
emergencia. Las alarmas que frecuentemente se daban a conocer iban
desde “simple” hasta “roja dos”, término que significaba “guerra”.218 Pero,
sobre todo, la gente de Puerto Williams era testigo de los permanentes
ataques antichilenos emitidos por las estaciones de radio de Ushuaia.219
71
dictamen expresaba que, por lo tanto, la sentencia se convertía en
definitiva, de acuerdo a los artículos 12 y 13 del Tratado General de
Arbitraje chileno-argentino del 28 de mayo de 1902.220
La Escuadra se desplaza
72
exigencias argentinas para negociar eran inaceptables. Entonces, se nos
ordenó desplazarnos al sur, evitar ser evidenciados y permanecer, no en
Punta Arenas ni mostrarse sino en los fondeaderos de guerra, listos para
actuar, listos para demostrar la voluntad de oponerse en caso de que fuese
necesario”. No obstante, las instrucciones recibidas eran igualmente
enfáticas en cuanto a evitar cualquier incidente que pudiera generar una
crisis mayor: “Había en el Gobierno el mayor interés de no crear una
situación conflictiva, ni provocar nosotros una situación de crisis”.224
73
“Teníamos el sistema de ‘guardia de guerra’ como se le dice en términos
navales”, recuerda Tavra. “Normalmente, los buques navegaban, en esa
época, con un sistema en que las dotaciones se dividían en tres guardias:
azul, blanca y colorada, las cuales se iban rotando. El defecto era que sólo
un tercio del barco estaba alerta, lo que no era bueno en una situación
como ésa. Es por ello que pasamos a un sistema de dos guardias, en el que
la mitad de la tripulación estaba de servicio y la otra mitad hacía
mantención, reparaciones y dormía. Pero era agotador, ya que se perdía la
noción del día y de la noche”.231
74
costado del petrolero, a no más de 20 a 30 metros de separación entre sí. El
canal que se forma entre ambos, no es para la risa. Es una maniobra muy
complicada, pero hay que hacerla y punto”.236
Por otra parte, López ordenó poner en práctica los planes de operaciones
en las extremas condiciones climáticas del mar de Drake. Así, cada uno de
los buques comenzó a realizar ejercicios de combate y prueba de
armamentos, comunicaciones, contramedidas electrónicas y empleo de
helicópteros.241
75
entrenamiento, la novedad estaba en la época del año y en que se estaban
haciendo en el centro de gravedad de la zona en la que podía desatarse un
conflicto”.242
76
submarinos.
Al igual que López, Barbuzzi tuvo como orden del día el entrenamiento de
las tripulaciones. En el portaaviones se realizaron ejercicios de despegue y
aterrizaje de aviones antisubmarinos Tracker S-2A, los cuales incluso se
ejecutaron de noche. Otras prácticas incluyeron a los helicópteros Alouette
III, los que eran utilizados para tareas de apoyo a unidades menores en
guerra submarina. Ensayos de ataques con bombas y cohetes, así como
adiestramientos de tiro, fueron parte de las maniobras de combate
ordenadas por Barbuzzi.246
Problemas en el norte
77
que venían en camino. A ellos se sumaba un numeroso contingente de
blindados de mayor antigüedad, compuesto por tanques Sherman M-4,
provenientes de EE.UU, y AMX, de origen francés.
Frente a ello, el Ejército chileno sólo poseía unos 100 tanques Sherman, la
mayoría de los cuales se acercaba a la senilidad. En materia aérea Perú
también presentaba superioridad, puesto que su flota de aviones de
combate estaba compuesta por 24 cazas Mirage, 24 bombarderos Canberra
y cerca de 50 cazabombarderos soviéticos, modelo SV-22.
78
Ese día, el canciller de La Paz, Óscar Adriazola, citó a su despacho al
encargado de negocios de Chile, Fernando Cousiño. En la reunión le
comunicó oficialmente la decisión de su Gobierno de romper relaciones
con Chile. Pedro Daza, entonces embajador en la capital boliviana, se
enteró del asunto encontrándose en Santiago, y calificó la actuación como
un hecho de “antología para cualquier curso de Historia Diplomática”.
En Picton
79
en el mando, el conscripto en su cabo, el cabo en su sargento y así para
arriba. Yo, por ejemplo, le tenía confianza ciega, absoluta, al general
Floody”.248
En mayo de 1978, el jefe del TOA, general Nilo Floody, ordenó aumentar
la presencia de estas tropas de élite en las tres islas en conflicto. Hasta ese
momento se habían desplegado destacamentos pequeños, de no más de 20
hombres en cada una de ellas. Cada unidad debía operar bajo las más
estrictas normas de seguridad, por lo que se ordenó también completo
silencio radial. “La orden que yo impartí —recuerda Wunderlich— era que
tenían que resistir hasta el último hombre. No hasta el último tiro, porque
si se acababan las municiones tenían que ocupar las bayonetas”. Para el
comandante Wunderlich fue un momento tremendamente duro y difícil. A
cargo de una de esas unidades iba su hijo.250
Una vez enteradas las dotaciones en las islas, la tarea fue construir Puestos
de Vigías y Señales (PVS) en las distintas caletas y sus respectivos anillos
defensivos.
El teniente Lautaro Mansilla Clavel fue enviado a Picton, donde vivían por
esas fechas alrededor de 25 colonos, los que se dedicaban principalmente a
80
la cría de ganado. Se suponía que su estadía sería breve —15 días—, sin
embargo, su permanencia allí se prolongó durante ocho meses. Al partir,
en mayo del 78, recibió una orden de operaciones: “Ésta decía ‘situación,
misión, ejecución’, o sea, lo que hay que hacer en caso de guerra. La orden
contenía todos los detalles que se necesitaban para enfrentar una situación
de combate. Por ejemplo, en caso de ataque, repelerlo con todo lo que
tenga uno a mano. Las instrucciones eran igualmente claras en cuanto a
que había que tener mucho cuidado y tacto para no provocar un
conflicto”.251
La rutina diaria era monótona. Los infantes debían hacer guardias durante
las 24 horas. Como oficial al mando, a las 7:30 iniciaba el día pasando
revista a la compañía. Luego, comenzaban las actividades destinadas a
preparar el terreno para dificultar la invasión —construcción de trampas
ingeniosamente ocultas, despejar campos de tiro, probar las fajas de tiro
nocturno, hasta se instalaron unos lanzallamas hechizos usando balones de
gas—.
81
etc.
Pero quizás la tarea más grata que realizó la compañía de infantes fue la de
construir una capilla, para lo cual se usó madera de la isla y tarugos en vez
de clavos. Un Cristo tallado a punta de machete se ubicó en el centro de la
construcción, donde la mayoría de ellos se acercaba a alguna hora del día o
de la noche a rezar. La labor les llevó cerca de un mes. “Cuando
terminamos la construcción de la capilla, yo hacía el servicio religioso.
Algunos oficiales llevaron hostias consagradas y daban la comunión”,
cuenta Mansilla.253
82
respiradero de ésta. Inmediatamente se echó la sangre encima y cuando
llegaron sus compañeros éstos pensaron que se había suicidado. Calderón
actuaba y daba saltos como si fueran temblores. La cosa es que los
soldados lo llevaron a la enfermería”.
83
a la zona. Se trataba de una pequeña embarcación llamada Clarencia, que
al tener una quilla poco profunda le permitía acercarse considerablemente
a las playas, facilitando el desembarco de los infantes. Con el fin de
disfrazar su verdadera misión se alteró el perfil del barco —hasta
chimenea falsa tuvo— y se le pintó como si se tratara de una barca de
pasajeros. Naturalmente, el personal vestía de civil y alguna vez se lució
un grupo disfrazado de señoras para justificar un raid turístico. Por lo
general, los infantes iban acostados en el suelo para no ser vistos.256
A toda marcha
84
Uribe, puesto que, con anterioridad, había estado bajo su mando. Ordenó
inundar la santabárbara de la nave con 40 mm de agua y enfriar los
mamparos del departamento de máquinas, mientras que una partida de
ataque combatía el foco del incendio con los colchones que usan los
infantes de Marina, cuando son embarcados en el transporte.259
Erwin Conn, quien por esas fechas era comandante de la Condell, cuenta
que, hasta ese entonces, la preparación de la Escuadra se había adaptado
principalmente para operar en el norte del país. Ahora, frente a la
emergencia, había que acondicionar buques y tripulaciones a las
circunstancias propias del extremo sur. “Es decir estos buques y estos
comandantes, que habían estado entrenándose para hacer la guerra en el
norte, ahora debían prepararse para el combate en el sur. Las condiciones,
no sólo las de mar, sino las condiciones de tiempo atmosférico, de
temperatura, son diferentes. Hay que usar lubricantes especiales, sobre
todo en los helicópteros y aviones. En los cañones es más conveniente usar
aceites más delgados, grasa más delgada”.260
85
unidades con sus respectivos equipos de puente, como el empleo táctico de
conjunto de éstos, dirigidos por el comandante en jefe de la Escuadra y su
Estado Mayor de la Escuadra. Allí se ensayan y se verifican los resultados
de los diferentes planes de combate, elaborados para enfrentar las
posibilidades del adversario y adoptar aquéllos que, teniendo las mayores
posibilidades de éxito, fuesen de más simple ejecución”.
López señala que había un aspecto que fue crucial en estos ejercicios,
respecto del cual existían pocos antecedentes en las guerras navales
modernas: “estas prácticas fueron especialmente importantes debido a que
sobre tácticas de combate empleando y enfrentando unidades misileras no
existían antecedentes ni experiencia real alguna de las armadas más
modernas, siendo éste el método más práctico para obtener conclusiones
acorde con nuestra realidad”.263
86
del dominio del mar”. El jefe de la Escuadra explica que ese escenario se
da “cuando uno trata de aniquilar al adversario, o quitarle potencialidad
para ejercer el dominio del mar”.266 Ambos almirantes eran conscientes de
que “—y en esto creía interpretar al comandante en jefe de la Armada,
señala López— era esencial buscar cuanto antes una decisión de los
argentinos”. En síntesis: había que buscar una batalla con resultado
decisivo.
Para López, las perspectivas eran claras y la historia también había dejado
lecciones que era necesario considerar. “(En la Armada) tenemos una
tradición. No somos iguales al Ejército, siempre vencedores, jamás
vencidos. A nosotros nos vencieron, si uno analiza el combate de Chipana,
el mismo combate de Iquique, bueno, perdimos, pero había que
arriesgarse. En mi concepto, había que buscar una decisión cuanto antes y
por eso la mejor oportunidad para tener éxito era que nosotros iniciáramos
la guerra en el mar. Y me imagino que la Fuerza Aérea, tiene que haber
pensado lo mismo. Para la Fuerza Aérea su mejor oportunidad —con la
frontera que tenemos, que permite que en cinco minutos estén encima de
nosotros—, lo primero era atacar las bases de ellos y tratar de anularles
todo lo que se pudiera de su poder aéreo. Ése era el pensamiento que creo
que nos dominaba, como chilenos, como estadistas, a los que estaban
gobernando el país, como marino, al comandante en jefe, y a mí, como un
operador, un comandante en jefe operacional en la mar”, concluye
López.268
87
Entre los meses de junio y julio de 1978, los buques de la Escuadra se
mantuvieron en Valparaíso, preparándose para el combate que se veía
venir. A pesar de las restricciones económicas que enfrentaba la Armada
por esas fechas, López recibió un gran apoyo de Merino para dotar a las
unidades de todo el material que fuera necesario para encarar a la
FLOMAR. “Desde que me recibí de la Escuadra, el almirante Merino me
completó las dotaciones, la munición —la de ejercicio y la de guerra—, y
también todo el equipo que nos faltaba”. Con todo, una de las restricciones
más fuertes era la del gasto en petróleo. “Es una de las graves falencias del
presupuesto naval, porque siempre se gasta gran parte del presupuesto en
el personal y queda muy poco para las misiones operativas. Entonces, los
buques siempre se tienen que mover a velocidad económica. Pero cuando
uno va a combatir a todo lo que dé, teníamos que por lo menos, de vez en
cuando, usar la velocidad máxima, y consumir cuatro o cinco veces más la
cantidad de petróleo. Y todo eso lo había dado el almirante Merino para
que nos preparásemos adecuadamente para la guerra”.269
88
guardias eran bastante pintorescas, ya que teníamos ametralladoras en
todas partes, y estábamos conscientes de que si se producía un ataque
aéreo de los argentinos, esto iba a ser como Pearl Harbour”.271
89
“La situación en Punta Arenas era una verdadera pesadilla. Más aún
cuando lo que no se había hecho planificadamente, sólo se podía
improvisar en ese momento. Los aviones estaban a la intemperie y sin
protección de ninguna especie, de manera que cualquier aparato argentino
podía verlos y ametrallarlos. Y la calidad del terreno no nos permitía
sacarlos sin que se hundieran. Por otra parte, había que armar una defensa
antiaérea digna de ese nombre y preocuparse de contar con los elementos
necesarios para alertar de una posible agresión. En síntesis, el sur estaba
indefenso”, comenta Matthei.273
La Fach tuvo que recurrir a toda clase de subterfugios para suplir sus
carencias. Para poder levantar una Fuerza Aérea realmente operativa, se
tuvo que recurrir al reciclaje de aviones, ocupar los sistemas de
armamentos de las aeronaves dadas de baja, contratar la fabricación en el
país de municiones y bombas a empresarios locales, como Carlos Cardoen,
realizar prácticas de bombardeos nocturnos, entre otras medidas.274
Por su parte, con el objeto de reforzar el vital apoyo aéreo a sus unidades
en la zona en conflicto, la Armada inició en el mes de agosto el despliegue
de sus propios medios aeronavales hacia el sur, contando con el Grupo de
Apoyo Logístico (Gratran). Una vez en el Teatro de Operaciones Austral,
se inició un intensivo proceso de entrenamiento de las dotaciones de
pilotos navales más jóvenes.276
90
quedado a la vista cuando se sacó la gorra para saludar. “Sin embargo, se
incorporó rápidamente al funcionamiento del buque y con eficiencia
comenzó a preparar el sistema de sanidad”.277
91
medio, el problema no es llegar y cortar. Hay que empezar todo
nuevamente”.281 No es extraño que, dedicados full time a ese trabajo, el
propio comandante estimara que el rendimiento de la tripulación, en
materia de entrenamiento bélico, no llegara al 40%.282
92
Beagle, así como las Malvinas”.285 Los dichos de Klix merecieron el
rechazo inmediato por parte de la Cancillería chilena.286
93
Así, Videla dejó la Comandancia en Jefe del Ejército el 1 de agosto,
permaneciendo como presidente de la República.291 Fue reemplazado por
el general Roberto Viola.292 La entrega del mando en la Armada se produjo
poco después, el 15 de septiembre, asumiendo en reemplazo de Massera el
almirante Armando Lambruschini, quien pasó de inmediato a integrar la
Junta militar.293 A su vez, el vicealmirante Antonio Vañek fue el nuevo
jefe del Estado Mayor General de la Armada, mientras que el
vicealmirante Julio Torti se hizo cargo del Comando de Operaciones
Navales, es decir, la FLOMAR.294
94
periodista del diario La Prensa, Manfred Schönfeld y el prestigioso poeta
y novelista Jorge Luis Borges.
95
Almirante Raúl López Silva con el canciller chileno Hernán Cubillos
96
(1978)
97
TERCERA PARTE
VIGILIA DE ARMAS
98
Cambios en Chile
99
miembros, aún en los momentos más críticos. Así, durante las reuniones,
el canciller no perdía la serenidad, al tiempo que mostraba ser un hombre
resuelto cuando la ocasión lo ameritaba. A los presentes les inspiraba
tranquilidad y confianza. Una de las pocas cosas que lo impacientaban
eran “las intervenciones largas y las frases verbosas”. Cuando pedía una
opinión, exigía respuestas breves y claras. Sus intervenciones eran “lúcidas
y coherentes” y sus instrucciones “precisas”, al tiempo de ser cortés y
extremadamente franco. Pero sabía ser “duro”, cuando el caso lo
requería.308
Cubillos sabía que tenía una ardua tarea por delante. Tres eran los
obstáculos que, a su juicio, complicaban llegar a una solución pacífica en
el diferendo austral. El primero radicaba en la lejanía de las posturas
asumidas por ambos países. Mientras Chile sólo estaba dispuesto a discutir
sobre la delimitación de las aguas en la zona en conflicto, Argentina
insistía en su pretensión de negociar la soberanía y posesión de las islas
ubicadas al sur del canal Beagle. No hay que olvidar, recuerda el propio
Cubillos, “que el laudo tenía por misión definir el curso del canal Beagle y
no otras cosas”.309
La segunda valla era interna. Tenía que superar la desconfianza que —en
el seno del propio Gobierno y en especial de Pinochet— existía hacia el
personal de carrera del Ministerio. Entre los círculos castrenses
preocupaba especialmente el hecho de que algunos miembros de la
Cancillería estuvieran “fichados” por no ser adictos al régimen. De hecho,
al momento de asumir el cargo, Cubillos recibió la visita de una “persona
distinguida”, la cual le llevó una lista de 220 diplomáticos “que tenían que
salir, porque eran ideológicamente peligrosos. Fue un continuo tira y
afloja, hasta que al fin los militares aprendieron a trabajar con la
Cancillería”.310
100
paralelas”. La “negociación directa” entre militares había sacado el
conflicto del terreno jurídico, llevando a Chile a cometer errores que lo
introducían en una peligrosa área gris, como fue la cumbre en Mendoza.
Cubillos creía que esa forma de encarar el asunto era a todas luces errónea
y procuró reconducir el proceso hacia su cauce natural: el diplomático y
eminentemente jurídico. Afortunadamente, el propio presidente Pinochet
pronto reconoció la inutilidad de tratar de buscar un entendimiento directo
entre militares. Ya en Puerto Montt, durante la cumbre con su par
trasandino, buscó enderezar las cosas. Prueba de ello es que —como vimos
— en su alocución de cierre volvió a la línea jurídica y dejó en claro que el
“laudo no estaba en discusión”. El discurso se lo habían preparado Julio
Philippi y Brunner.311
101
a 90 días porque, entienda, no estamos preparados”.
102
países como Chile, por más que se esforzaran por dotarse de sistemas de
armas de última tecnología, nunca estarían en condiciones de asegurar un
flujo adecuado de suministros. “Al final, siempre se termina en una guerra
de Infantería. No se gana una guerra sin ocupar el territorio del otro, y eso
se hace con infantes”, era la reflexión de Pinochet.
103
hacer Chile para resolver el litigio. “Ustedes tienen tantas islas. Qué les
cuesta ceder un islote para marcar el límite”, le dijo una vez.322
Otro de los interlocutores del embajador chileno fue Massera, que en más
de una ocasión trató de convencerlo de que se había creado una “leyenda
negra” sobre su persona y su actitud hacia Chile, y que estaban
completamente equivocados quienes lo presentaban como un firme
partidario de la guerra. Sus contactos incluyeron además al general
Roberto Viola. En un encuentro, en tono de broma, el uniformado le dijo a
Jarpa que parecía candidato en campaña, por sus frecuentes “giras” por
territorio argentino. La respuesta del diplomático fue que andaba
“proponiendo la paz, en vez de la guerra”.323
104
Chile era feroz. Cubillos recordaría sobre el punto que “a diferencia
nuestra —y eso fue planificado—, los argentinos se embarcaron en una
campaña a favor de la guerra que levantó a la población. El efecto que eso
tuvo fue, en el fondo, limitarle la capacidad de acción a su propio
Gobierno, porque habían entusiasmado tanto al pueblo, que después no
estaban en posición de ceder”.326
La salida de Leigh
105
Lo cierto es que desde prácticamente el 11 de septiembre, Leigh había
estado cuestionando, a través de diversos actos y gestos, la permanencia de
Pinochet en la Junta. Su postura era apoyada por buena parte del
generalato de la Fach. A medida que pasaba el tiempo, la situación se fue
haciendo insostenible e, incluso, no faltaron las conspiraciones. Sin
embargo, la intentona contra Pinochet —que debía llevarse a cabo el 1 de
mayo de 1978—, fracasó cuando los propios aviadores se dieron cuenta de
que el asunto podía escapárseles de las manos.331
El desenlace del duelo entre ambos generales comenzó a gestarse con una
entrevista que el entonces comandante en jefe de la Fach otorgó al
periódico italiano Il Corriere della Sera, publicada el 18 de julio. En ella,
Leigh planteó la necesidad de adoptar un itinerario —de máximo cinco
años— que llevara a una plena normalización de la vida política en Chile.
Pidió que se dictara un estatuto para el funcionamiento de los partidos, que
se restauraran los registros electorales, que se promulgara una nueva ley
electoral y que se preparara una nueva Constitución.
106
reunión durante la tarde del 19 de julio, en el edificio Diego Portales. En la
ocasión, aprobaron una dura carta dirigida al general Leigh,
representándole lo inconveniente de sus declaraciones.335
107
naciones. Existía conciencia de que algo debía hacerse.
Sin embargo, una semana antes del encuentro —el 6 de agosto de 1978—
el papa, que estaba muy delicado de salud, murió. La noticia cayó como un
balde de agua fría, pero Cubillos se las arregló para que la entrevista que
había acordado con Pablo VI se hiciera con el nuevo papa, Juan Pablo I.
Sodano inició las gestiones y el canciller viajó a Roma el 10 de agosto,
presidiendo la delegación chilena a la ceremonia de entronización.
Para ese entonces, Cubillos había logrado una cierta cercanía con el
secretario de Estado del Vaticano, cardenal Agostino Casaroli —su
contraparte— quien, al tanto de la problemática situación que se vivía
entre Chile y Argentina, mostró su mejor disposición para programarle un
encuentro con Juan Pablo I. Ésta tuvo lugar al día siguiente, 11 de agosto.
Fue una de las pocas reuniones que ese papa pudo dar y la única que
oficialmente tuvo con un ministro de Relaciones Exteriores. El resultado
fue muy positivo ya que el pontífice envió un comunicado a las
108
conferencias episcopales de ambos países para que realizaran todos los
esfuerzos necesarios para evitar la guerra: “El documento es muy bonito y
uno de los pocos textos que alcanzó a redactar”.341
109
Pablo I, así como de las gestiones personales de Silva Henríquez.
La relación entre ambos era muy buena. Tanto así que al saber Casaroli
que estaba en China le pidió un par de favores: que visitara a un obispo
que se encontraba enfermo y del cual se tenían pocas noticias y que
averiguara en qué iba el estatuto sobre libertad de culto en la nueva
Constitución, que por ese entonces se estaba elaborando. Le indicó que
anotara la respuesta palabra por palabra, ya que en la diplomacia de ese
país todo término cuenta. Al entrevistarse con el primer ministro Deng
Xiaoping, Cubillos le preguntó sobre el asunto y la respuestas que recibió
fue escueta: “En nuestra nueva Constitución habrá libertad para creer y
libertad para no creer”.345 Mientras tanto, Casaroli le había fijado la fecha
de la entrevista con el papa para el 30 de octubre de 1978.
110
chilenas.
Como era de esperar, el escenario más probable era que las hostilidades se
iniciaran en el extremo sur del país, por lo que los movimientos militares
se intensificaron especialmente en los cientos de kilómetros de frontera
con Argentina en la XII Región. Así, el Ejército inició el desplazamiento,
hacia Punta Arenas y la isla de Tierra del Fuego, de todos los blindados y
vehículos mecanizados que pudo asignar sin desguarnecer el norte.
También fueron almacenados en las instalaciones militares de la zona, el
armamento y equipamiento bélico que habrían de ocupar las tropas de
refuerzo que serían enviadas al Teatro de Operaciones Austral desde la
zona central.347
111
veces fueron realizados de noche. Más de algún civil vio por esos días a
soldados durmiendo en la plaza de armas de Punta Arenas, agotados tras el
primer vuelo de su vida, mientras esperaban ser transportados a sus
posiciones definitivas.
112
profundidad, escalonando las posiciones de “erizo” que serían ocupadas
por los tiradores, aquellas que estaban destinadas a las armas automáticas
de mayor calibre y los lugares en donde se ubicaría la artillería y los
morteros. Se definieron las zonas “a batir”, esto es, aquellas que estarían
sujetas a un intenso fuego de artillería, con el objeto de lograr el máximo
efecto y poder destructor así como impedir la irrupción masiva de
vehículos blindados. En los pasos más probables se construyeron zanjas
antitanques y se sembraron campos minados.354
Junto a Punta Arenas, la otra zona crítica era Puerto Natales. Esta
condición se debía a su cercanía de la frontera —distante a no más de 15
kilómetros—, a la escasa profundidad del terreno, su proximidad al mar y
su aislamiento, distante como estaba —a más de 250 kilómetros— del
grueso de la V División. Ahí se montó un dispositivo defensivo semejante
al de Punta Arenas. Y para el caso de que los efectivos chilenos se vieran
superados numéricamente por los argentinos, el comandante recibió la
orden de continuar la lucha, mediante una guerra de guerrillas. Con ese fin
se escondieron diversos depósitos de armas y municiones.
Entre las misiones que les fueron encomendadas por el general Floody,
113
estaba la protección del aeropuerto Presidente Ibañez y las pistas de
aterrizaje existentes en Puerto Natales y Porvenir. En el primero, la Fach
construyó refugios subterráneos para los aviones de combate, los cuales
tenían salidas mimetizadas. Los hombres bajo el mando de Sepúlveda y
Porras también seleccionaron algunos tramos de la carretera de Puerto
Natales, con el objeto de usarlos como alternativas de despegue y
aterrizaje.359 Para suplir la falta de radares, para detectar tempranamente
irrupciones argentinas en el espacio aéreo chileno, se recurrió al ingenio,
enviando a posiciones adelantadas a suboficiales dotados de equipos de
comunicación que les permitieran informar cuando un avión argentino
cruzara la frontera.360
114
servicios básicos y funcionamiento de los centros hospitalarios.362 Otros
fueron movilizados al frente, en calidad de reservistas, dispuestos a
cumplir misiones de combate.
115
terminante: no debía sobrepasar la latitud del golfo de Penas.365
116
tuvo una crisis que llevó al comandante a conversar con él y, en definitiva,
desembarcarlo: “Quedó en tierra, porque la decisión era que nadie se
embarcaba si contribuía a bajar la moral”.369
Las tripulaciones de los barcos tuvieron varios indicios de que esta vez las
cosas podían tomar un curso muy diferente a los viajes anteriores. “Nos
dimos cuenta de que la cosa iba en serio, porque navegábamos estancos”,
recuerda Tavra. En la práctica eso significaba que el personal iba en sus
puestos de combate, sin poder moverse de ellos, porque las puertas estaban
cerradas. Esas medidas se toman para aumentar la resistencia de las naves,
en caso de ser impactadas por fuego enemigo. Hacer esto demora más o
menos media hora, desde el momento en que el buque entra en combate.
“Esto es lo que permite, por ejemplo, que a un buque al que le vuelan la
proa pueda seguir funcionando”.373
En cada una de las secciones estancas de las naves había efectivos que
debían actuar como enfermeros de combate, para lo cual habían recibido
instrucción básica. Sabían colocar inyecciones para aliviar a los posibles
heridos, aplicar vendajes y torniquetes. Todo ello había sido enseñado por
los médicos embarcados a bordo. En el caso del Wiliams, el doctor era
García Tozo, traumatólogo que había estudiado en España. Cuando subió
al buque llevaba consigo una cantidad de bolsas de plasma sanguíneo y
material médico que por primera vez se veía en este buque, que no
acostumbraba tener médico a bordo. Para el caso de entrar en combate, los
117
oficiales recibieron, a su vez, instrucciones muy precisas de qué hacer con
los heridos.
118
faltando a las instrucciones. Le contesté que fuimos los primeros en
cortarla, porque era un buen sistema para economizar energía”.377
López sabía que esa calma no se condecía con el curso que estaban
tomando las negociaciones diplomáticas. Estaba perfectamente consciente
de que, en Santiago, el trabajo de la Comisión Mixta estaba próximo a
finalizar. El plazo que se había fijado vencía el 2 de noviembre y aunque
las delegaciones de ambos países trataban de infundir optimismo ante la
opinión pública, la prensa especulaba sobre lo que ocurriría después de esa
fecha.381 Y los augurios no eran buenos.
119
argentino Basilio Lami Dozo sostuvo una reunión con la delegación de su
país en la casa del agregado aéreo en Santiago. A los asistentes les informó
que existía un principio de acuerdo: el asunto se pondría en manos del
papa. Por lo tanto, la instrucción fue que en el acuerdo final se especificara
ese punto. Un día más tarde, el 30 de octubre, los representantes chilenos y
argentinos se volvieron a reunir. Pero en la cita, el diplomático chileno
Francisco Orrego negó que existiese tal aproximación entre las partes. La
reacción argentina no se dejó esperar y el jefe de la delegación, Ricardo
Etcheberry Boneo, viajó de inmediato a Buenos Aires para informar a la
Junta militar.
120
Sólo había aproximaciones en temas tangenciales, pero nada concreto en
lo substancial, de manera que el trabajo de meses concluía en un rotundo
fracaso.
Esta última idea había sido propuesta por Enrique Bernstein, previendo
que era muy difícil que los argentinos aceptaran ir a La Haya. Los
negociadores chilenos sabían que para su contraparte ese tribunal no tenía
legitimidad, por tratarse de prácticamente los mismos jueces que
previamente habían fallado el laudo arbitral.383 “Cada vez que
mencionábamos la Corte de Justicia era un paño rojo delante de ellos. Les
cargaba el tema”, recordaría el ex canciller.384 La misiva fue despachada
durante la tarde del 2 de noviembre.385
121
estaban dispuestos a intentar la ocupación de las islas en litigio.388 De
inmediato ordenó el zarpe a toda máquina de la Escuadra hacia el Teatro
de Operaciones Austral.
122
mí llevarlo a bordo, pero debo informarle que tengo dos casos de rubéola.
Tengo un marinero y un subteniente, el subteniente Merino, sobrino del
almirante Merino. Ahora, yo sé que la rubéola, generalmente, le da a la
gente joven. Pero no sería bueno que el comandante en jefe de la Escuadra,
en esta situación tan crítica, se vaya a contagiar’”.391 López reaccionó de
inmediato: “En la situación en que estamos viviendo, el comandante en
jefe de la Escuadra no puede arriesgarse a un contagio. Me quedo en la
Lynch”.392
Otra señal de que las cosas venían en serio se dio por esas fechas, cuando
López dio instrucciones para que los buques de guerra comenzaran a
camuflarse. Ramón Undurraga, entonces comandante del Williams,
recuerda que la orden debió ser cumplida a toda prisa: “Navegábamos en
los canales con lluvia, y seguíamos pintando. Incluso, en una ocasión en
que estaba pasando ronda por cubierta, me encontré con un sargento, quien
se desempeñaba como contramaestre y era un tipo muy simpático. Y vi
que andaba con un galón de pintura en la mano izquierda y una brocha de
4 pulgadas en la mano derecha. Y le pregunte: ‘¿Qué estás haciendo?’. Y
él me contestó con gesto de artista: ‘Yo estoy a cargo de los detalles de la
pintura’”.393
Tal como se había hecho unos meses atrás, la Escuadra avanzó hacia los
canales australes en formaciones independientes. La idea era que los
argentinos no tuvieran la oportunidad de detectar su ubicación una vez que
llegaran al Teatro de Operaciones Austral. Según cuenta el comandante
Ramírez, de la Lynch, se navegó entonces bajo silencio radial, con
excepción de los mensajes más urgentes dirigidos a los aviones que
sobrevolaban a los buques.394
123
un punto de encuentro. Este sistema hacía literalmente invisible a la
Escuadra, a tal punto que ni siquiera el comandante en jefe de la Armada
habría podido indicar con exactitud su ubicación. Para el comandante de la
flota, ello implica tener que cargar una enorme responsabilidad, puesto que
las decisiones críticas —como resolver si entra o no en combate— las
tiene que adoptar solo.
124
herméticas—.397 El comandante en jefe de la Escuadra quedó así, durante
un largo rato, encerrado varias cubiertas más abajo del puente. Recién
cuando la Central de Reparaciones y Averías (CRA) verificó que no
existían entradas de agua, se autorizó la apertura de las puertas estancas y
el almirante López pudo salir de su encierro.
La nave fondeó en una bahía protegida y se enviaron buzos para revisar las
averías. Como el daño no era menor, López ordenó que lo trasladaran en
helicóptero al Prat.398 Mientras, la Lynch debió retornar a Talcahuano para
que le realizaran las reparaciones pertinentes. Antes de ser recogido, el
almirante dijo a Ramírez que el accidente debía pasar desapercibido para
los argentinos. Para ello, le ordenó que en su trayecto a Talcahuano le
avisara radialmente de su llegada al comandante de la II Zona Naval y que
lo invitaban a una celebración en el buque.
125
cuerda y la prueba siempre la ganaba la Condell. La trampa era que por el
ventanuco del repostero se pasaba el extremo de la cuerda y se amarraba a
un grifo de incendio. Entonces, empezábamos a hacer fuerza con el equipo
de los submarinos —que eran todos campeones para tirar la cuerda— y
nunca pudieron con nosotros. Ésta era una tradición que heredó la Condell
de los ingleses”.401
126
Esmeralda, que en tiempos de guerra cumple la función de buque
hospital.404
Otra situación que pudo advertir la población fue que los preparativos
militares se intensificaban. Por su envergadura habían alterado el ritmo
normal de vida en la zona. Por donde se transitaba se veía la presencia de
uniformados. “Uno miraba los vehículos militares en las calles y estaban
todos tapados con malla de camuflaje. Se veía un ambiente distinto. Había
mucha Infantería de Marina”.407
127
los cuales realizar la exploración.409
128
Escuadra se encontraba en las inmediaciones del Teatro de Operaciones
Austral, López recibió un mensaje del almirante Merino. El 21 de
noviembre se celebraba un nuevo aniversario de la fundación de Puerto
Williams. El comandante de la flota recibió la instrucción de concurrir
representándolo en la ceremonia, puesto que además de las autoridades
locales asistiría una delegación argentina.
Para López la ocasión fue una molestia. Pero lo fue aún más para el
representante de la Marina trasandina, almirante Juan Carlos Malugani.
Ambos personajes ya se habían visto las caras, un año antes, cuando se
produjo el incidente de la Barnevelt, en mayo del 77. Malugani tuvo que
soportar que nadie quisiera estar a su lado mientras se desarrolló el acto.
129
Durante su permanencia en el Teatro de Operaciones Austral, López
intensificó los ejercicios y entrenamientos de sus hombres. El almirante
estaba en la obligación de que su desempeño se diera al máximo de sus
capacidades. Sólo así, pensaba, tendría éxito un eventual enfrentamiento
con la FLOMAR. Los resultados lo dejaron más que contento. Años más
tarde escribiría que se apreció “un notable mejoramiento en el rendimiento
de los encuentros tácticos, que repetidamente se llevaban a cabo,
obteniendo valiosas experiencias al efectuarlas en las condiciones reales
del teatro de operaciones, y percibiendo en las dotaciones un gran
entusiasmo y deseos manifiestos, aunque reprimidos, de llegar pronto a
una medición de fuerzas”.414
130
Nuevamente, el ritmo de los acontecimientos diplomáticos había marcado
el curso de los movimientos de la Flota de Guerra chilena. Mientras los
buques se desplazaban hacia la zona austral, la Cancillería había redoblado
sus esfuerzos por solucionar de manera pacífica el litigio con Argentina.
Hasta ese minuto, la postura del Palacio San Martín era insistir en las
negociaciones directas. Sin embargo, a mediados de noviembre se produjo
un “ablandamiento” en dicha posición. El cambio se tradujo en que
Argentina comenzaba a aceptar la posibilidad de recibir la “ayuda” de un
Gobierno amigo en las negociaciones. La condición era que ambas
naciones resolvieran conjuntamente las materias que se le someterían a su
análisis. En vista de ello, el 17 de noviembre Hernán Cubillos envió una
nota a su par trasandino, proponiéndole una reunión para discutir cuál
podría ser ese Gobierno amigo.418
131
graves. El más serio de todos era calibrar adecuadamente la artillería del
buque. A pesar de ello, cuando corrían los primeros días de diciembre,
Sánchez decidió levar anclas y probar el estado del buque. Navegó hasta
Valparaíso, lo que le valió una felicitación de Merino, quien vio entrar la
embarcación al puerto, mientras participaba de la ceremonia de graduación
de la Escuela Naval. Su sorpresa fue grande, ya que no esperaba ver en
condiciones operativas a ese crucero. Corrió al teléfono y citó a Sánchez a
su oficina, donde le agradeció el trabajo realizado, “en un momento que
era muy difícil” para Chile.422
132
como su comitiva, mientras que Rolando Stein lo acompañaría en calidad
de secretario. Los ojos de todo el país estaban puestos en ese trascendental
encuentro. Era evidente que del resultado de la reunión dependería la paz o
el estallido de la guerra.
133
Vista aérea del crucero Prat (1978)
134
CUARTA PARTE
“MOVIMIENTOS” EN SANTIAGO
135
Durante los días previos al martes 12 de diciembre, fecha en que se
sostendría la decisiva reunión entre Cubillos y Pastor, muchos gobiernos
hicieron llegar sus buenos oficios y deseos de que el conflicto se resolviera
de manera pacífica. Pero la tensión en ambas capitales era evidente y ella
se reflejaba hasta en los detalles más cotidianos.
En todo caso, las medidas se estaban tomando. A estas alturas, buena parte
de las fuerzas chilenas que estaban concentradas en el norte habían sido
redesplegadas al sur. La reubicación de las tropas y material bélico había
tenido que hacerse de tal manera que el Teatro de Operaciones Norte
(TON) no quedara desguarnecido ni debilitado en exceso.
136
serían instaladas las tropas, sino también la forma en que se realizarían los
desplazamientos, asegurando el abastecimiento de pertrechos y de
municiones. Además, había que salir a comprar armamentos, construir
pistas aéreas, levantar un sistema de comunicaciones seguro a lo largo del
país y, en general, orientar la actividad de las empresas públicas —y a
veces de las privadas— hacia el esfuerzo de guerra. Todas estas tareas
debían, además, realizarse bajo la más estricta reserva, no sólo para que no
fueran detectadas por la inteligencia trasandina, sino que también para no
provocar alarma en la población.
137
sentido real. Ello ocurrió porque sencillamente nunca habían hecho una
cosa así. Nunca habían hecho un plan para enfrentar una contingencia que
fuera de hipótesis bélica”.429 Por su parte, comenta Sergio Fernández, “yo
tenía en mi escritorio un alto de papeles con los decretos listos para los
cambios de intendentes y autoridades y la delegación de facultades a los
ministros. Y es que Pinochet se ocuparía personalmente de conducir la
guerra, como comandante en jefe de todas las Fuerzas Armadas”.430
138
recibió pasadas las 10 de la noche, en su casa, un urgente llamado del jefe
del Estado Mayor del Ejército, general Washington Carrasco, quien citó a
una reunión de emergencia en el Diego Portales. Se trasladó de inmediato
a la oficina, donde lo esperaba el general Héctor Orozco, director de la
Dirección de Inteligencia Nacional del Ejército (DINE) junto a otros altos
oficiales. Orozco informó que, ese día, un grupo de vehículos militares
argentinos había penetrado en territorio chileno. Las fuerzas que
custodiaban la frontera se dirigieron al lugar y persuadieron de manera
pacífica a los trasandinos para que se retiraran. Pero en el momento de
hacerlo, de uno de los vehículos cayó un documento, que era nada menos
que un plan de invasión.
Una de las misiones más delicadas que le cupo cumplir fue conseguir
proveedores para comprar armamentos, en momentos en que la situación
internacional chilena era bastante precaria: “Teníamos todos los mercados
cerrados. Hice compras en Brasil, Corea del Sur, Singapur, Israel, Taipei y
en Francia, claro que antes de que asumiera Mitterrand. En este último país
nos vendieron 30 tanques, pero después se dieron vuelta la chaqueta. En
ese momento, comprábamos todo lo que podíamos, y a medida que llegaba
el material, conformábamos las unidades. Me tocó ir a buscar tanques a
varios países. Me ofrecían en España, en Marruecos, en Austria, en
139
Inglaterra, pero todos eran a uno o dos años plazo. Lo único disponible
eran los tanques que estaban en Israel, que eran unos 250, de la Segunda
Guerra Mundial. Usaban motores a bencina y tenían 95 para la venta. Eso
fue lo que compramos. Después, se les cambiaron los cañones y los
motores”.435
El general Martín Balza, que más tarde llegaría a ejercer el cargo de jefe
del Ejército argentino durante nueve años (1990-1999), escribió en sus
memorias que, en 1978, “cuando casi vamos a la guerra con Chile, escuché
decir a un comandante que bien podría tildarse de ser un seudo Patton:
‘Cruzaremos los Andes, les comeremos las gallinas y violaremos a las
mujeres’. También vi cartelitos que decían: ‘Ahora vamos al mundial del
Beagle’. Esto lo presencié personalmente, pues movilicé una unidad de
artillería con motivo del conflicto. En oportunidad de hacer un
reconocimiento en la zona del Paso de Puyehue, cerca de Bariloche, dije
140
que todo el plan era un disparate. Chile, con una actitud defensiva, estaba
militarmente en una posición más fuerte que nosotros, que iniciaríamos
una insensata ofensiva. Políticamente seríamos considerados invasores en
el contexto internacional y condenados en consecuencia. Hasta el TIAR
actuaría contra nosotros. (...) Pero lo más caótico y ridículo era que los
medios más poderosos, los también viejos tanques AMX-13, iban a ser
empleados en la zona de Pino Hachado, en la provincia de Neuquén, donde
penetrarían en un área conocida como La Horqueta, por la boca ancha de
un embudo, para terminar saliendo —encolumnados y desfilando— por la
boca pequeña del embudo, por un desfiladero montañoso que permitiría al
adversario destruir fácilmente a nuestros blindados, empleando efectivos
de poca magnitud, dotados de armas antitanques. Una vez más, quienes
concibieron el plan se olvidaron de los manuales y de la elemental
doctrina”.438
141
integraban los jefes de los estados mayores de las Fuerzas Armadas, el
Estado Mayor de la Defensa y los jefes de gabinete de la Junta de
Gobierno.441 Matthei señala que tenían como misión cooperar a la
planificación estratégica y asesorar a Pinochet, que era el generalísimo de
las Fuerzas Armadas. “También recibíamos y confrontábamos la
información de inteligencia que nos entregaban todas las ramas de la
defensa”.442 El almirante Roberto Benavente se acuerda de que a las citas
de este “Comité de Inteligencia del más alto nivel”, concurría también el
canciller Cubillos de quien era amigo desde hacía muchos años. “En esas
reuniones se analizaba la situación de inteligencia, previendo lo que podía
suceder. De acuerdo a ello se tomaban ciertas determinaciones a nivel de
las instituciones involucradas”.443En representación del almirante Merino,
asistía el almirante Ronald Mc Intyre.
142
entregar los recursos económicos oportunamente. Yo quiero saber si usted
los va a entregar en monedas o billetes”. “¿Qué quiere decir con eso,
almirante?”, preguntó un extrañado De Castro. “Muy sencillo. Los billetes
no nos van a servir para nada, pero las monedas se las podemos tirar al
enemigo”. Todos se distendieron y aplaudieron la salida.446
143
naciones al borde de una guerra de consecuencias nefastas. “A partir de
octubre comencé a mandar mensajes cada vez más negativos, señalando
que no veía ninguna esperanza de arreglo entre Chile y Argentina”,
recordaría más tarde el propio Landau.451
Por espacio de una hora y media, Pastor recibió las instrucciones de sus
superiores de cómo debía llevar adelante las conversaciones que sostendría
al día siguiente con Cubillos.453 La idea era que el canciller propusiera a la
persona de Juan Pablo II como “ministro de fe” en el conflicto. Pero debía,
por sobre todas las cosas, evitar que el papa actuara como mediador
144
abierto. Su rol, le insistieron, debía ser sólo de “notario”.
La espera se hizo tensa en el salón VIP del terminal aéreo y sólo después
de más de una hora, tiempo en que se revisó el avión y el equipaje, los
pasajeros pudieron retornar al Varig. De inmediato se iniciaron las
maniobras de despegue y pasados algunos minutos la aeronave iniciaba el
cruce de la cordillera.
El atraso obligaba a moverse rápido. Cubillos pasó volando por las casetas
de inmigración del aeropuerto, sin realizar trámite alguno. De inmediato
abordó el avión Fokker F 28 Tango 02 de la Fuerza Aérea argentina, para
145
ser transportado al aeroparque donde lo esperaba Pastor. Apenas alcanzó a
sentarse, cuando las dos turbinas comenzaron a rugir y la nave, pintada con
las franjas de la bandera albiceleste, comenzó a elevarse. En el trayecto,
según recuerda Ernesto Videla Cifuentes, Cubillos le dijo al embajador
Miatello: “Estuve por cancelar el viaje. Los aprestos militares que informa
la prensa constituyen una actitud inamistosa”. El diplomático le contestó:
“No están dirigidos hacia Chile”. Ante lo cual, el canciller le replicó:
“¿Entonces son para presionar al general Videla porque sigue negociando
con Chile?”.455
146
En un momento en que quedaron a solas, Cubillos y el representante del
Vaticano aprovecharon de intercambiar opiniones sobre la crisis. El
canciller chileno le manifestó que tenía pocas esperanzas de llegar a un
acuerdo con los argentinos: “Después de haber conocido a Videla en
Roma, creo que voy a perder el tiempo hablando con ellos, porque los
acuerdos a que lleguen no se van a cumplir”, le dijo.459 Más adelante le
agregó: “Monseñor, mañana y pasado vamos a trabajar con el canciller
Pastor en la elaboración de una carta, en la que le pediremos al papa que
sea mediador. Pero yo quiero hacerle una pregunta: ¿Puedo tener
confianza? ¿No puede darse la situación de que yo ponga la firma en el
documento y que éste, después, sea desautorizado por la Junta militar o por
los altos mandos? Usted lo sabe, en Argentina el poder está muy
atomizado”. De inmediato, el prelado trató de convencer a Cubillos de la
rectitud de Videla y de que éste cumpliría con los compromisos. “Tenga
confianza, señor ministro. Vaya adelante, porque no hay otra solución. Y,
además, yo estoy convencido de que ni Videla ni Viola quieren la
guerra”.460
A las 8:30 del martes 12 de diciembre, Cubillos estuvo listo para subirse
junto a Jarpa al vehículo que los llevaría al Palacio San Martín, en el barrio
de Retiro. Era una visita protocolar y sólo permaneció allí 20 minutos, ya
que tenía programada una reunión con el presidente Videla en la Casa
Rosada.
Ésta se desarrolló en uno de los salones del segundo piso del palacio de
Gobierno y a ella asistieron también el embajador chileno y Pastor.
Mientras Videla hablaba, Cubillos seguía preguntándose sobre el
verdadero poder del presidente argentino para respetar un eventual
acuerdo. En algún minuto de la charla, el mandatario hizo una crítica
solapada al legalismo e inflexibilidad de los chilenos. Fue la oportunidad
para que Cubillos replicara y le planteara derechamente su “obsesión”:
“Bueno —le dijo—, si se trata de críticas, yo también tendría que hacerle a
usted una. Me dicen que usted no manda en Argentina y que no tiene
poder para decidir”. Según recuerda él mismo, Videla estiró su delgado
cuello hacia arriba y le contestó: “Canciller, ésa es una pregunta
impertinente. Si no fuéramos tan amigos, yo lo saco de la sala”. Después
de eso, el mandatario gastó una hora en tratar de demostrarle que él, de
todos los mandatarios en el mundo, era el que más poder ostentaba.
“Entonces, al final me dijo: ‘Reúnase con mi canciller y acuerdo al que
147
usted llegue con él, vale’”.461
Cubillos, que junto con Pinochet habían elaborado una lista de al menos
cinco posibles gobiernos463 y en la que la Santa Sede ocupaba el primer
lugar, no tardó en responder: “Mi Gobierno no puede sino estar de
acuerdo, nos parece una elección inteligente. El santo padre ofrecerá toda
su sabiduría para que podamos superar nuestras diferencias en forma
pacífica. Con esta aceptación, Chile demuestra hasta dónde ha llegado su
buena voluntad”.464
148
argentino le respondió: “lógicamente, la fijación de límites definitivos en
la zona en cuestión y la existencia del principio ‘Atlántico para Argentina
y Pacífico para Chile’”.
149
manera indeterminada el problema al mediador y, por lo tanto, era
partidario de que el marco de referencia fuera el Acta de Puerto Montt.
Cubillos respondió que estaba dispuesto, si la voluntad del Gobierno
argentino era alcanzar en esa precisa reunión un acuerdo, pero en el claro
entendido de que Chile conservaba en plenitud las reservas establecidas en
toda la correspondencia intercambiada entre ambos países.
150
el almirante Eduardo Fracassi en Mendoza respecto al “equilibrio”. Había
tropas chilenas y argentinas en las islas o no había de ningún país.
Llegado a ese punto, los dos cancilleres dieron por terminada la reunión e
hicieron pasar a la sala a sus respectivas comitivas, para que comenzaran a
trabajar en el texto del acuerdo. Según relata Videla Cifuentes, “la reunión
había durado una hora, aunque los acuerdos sustanciales fueron logrados
en menos de 15 minutos”. Es por ello que Pastor le pidió a Cubillos
“permanecer más tiempo, pues nadie entendería que en tan poco rato
hubiesen solucionado un problema que tenía a ambos países al borde de ir
a la guerra. Siguieron conversando sobre sus respectivas vidas. Quedaron
de juntarse a las 16 horas para firmar el acuerdo y hacer una
declaración”.468
151
Tras ser “aleccionado” por sus colaboradores, el jefe de la diplomacia
trasandina tuvo que dirigirse al Salón Verde, donde Cubillos estaba
reunido con su comitiva. Pastor interrumpió la reunión y le pidió a su
colega una nueva entrevista en privado.
152
Guillermo Moncayo, integrante de la delegación argentina, quien de
manera bastante confusa dio a entender que la parte secreta “contendría
una distribución anticipada de las islas situadas al sur del canal
Beagle”.472 Junto a ello señaló que, luego de leer la propuesta de la
delegación chilena, no existía posibilidad alguna de llegar a acuerdo sobre
la mediación, por lo que ni siquiera consideraban la posibilidad de
presentarle la proposición a sus superiores.
Eran cerca de las 15:30 cuando fue despertado por un llamado urgente de
Pastor. “Compungido, me dice por el teléfono: ‘Ministro, no hay arreglo.
El presidente Videla ha sido desautorizado por la Junta. Yo he sido
desautorizado por el presidente Videla. Y no vamos a poder firmar, así es
que se acabó el tema’. Yo le dije: ‘No puede ser’, y todo lo demás que uno
puede decir en una situación como ésa”.475 Lo cierto es que el argentino se
153
deshizo en disculpas. Ante lo cual, Cubillos le preguntó qué puntos habían
sido objetados por la Junta militar. “Todos”, le respondió.476 Quedaron de
volver a reunirse en la Cancillería a eso de las 16:30.
154
partir a la Casa Rosada, donde lo esperaban Videla y los miembros de la
Junta. Sin embargo, tanto Viola, Lambruschini como Osses, quien, como
dijimos, reemplazaba a Agosti, rechazaron de plano el texto. Viola fue el
que se vio más complicado de todos, ya que tuvo que aparecer como
“duro”, frente a los sectores realmente “duros” que existían dentro del
Ejército argentino. Sabía que en esas circunstancias cualquier signo de
“debilidad”, tanto suyo como de Videla, podía dar pie para un golpe de
Estado.481
Así las cosas, Pastor retornó al Palacio San Martín. Allí le comunicó a
Cubillos el lamentable final de sus gestiones. Para esa noche estaba
contemplada la celebración de un banquete en honor a la delegación
chilena en el elegante hotel Alvear, ubicado en La Recoleta. Para los
asistentes la comida fue más un “funeral” que otra cosa. Eran notorias las
caras largas y cansadas. Allí, Cubillos le comentó a uno de los
diplomáticos presentes: “Tengo la sensación de no estar hablando con el
dueño del circo”.482
155
los serios daños económicos motivados por el cese de la actividad turística
los había alejado de la ciudad. En su lugar, llegaron más de 6000 efectivos
militares.484
Al día siguiente, Cubillos volvió a reunirse con Pinochet y sus asesores del
Ministerio. Allí se analizó la conveniencia de recurrir a la Organización de
Estados Americanos, idea que Julio Philippi recomendó rechazar puesto
que ello podía generar “irritación” a nivel internacional. Ernesto Videla
Cifuentes, en tanto, señaló que tras la negativa argentina al acuerdo,
cualquier cosa podría ocurrir y que una intervención de la OEA no tendría
mayores efectos. El planteamiento, al final, fue insistir con los argentinos
para acordar una mediación. Si ello fracasaba, estaba la última instancia de
recurrir a la Corte Internacional de La Haya. Pinochet decidió tomarse un
día para resolver el dilema.485
La Escuadra a la guerra
156
diciembre, en el Estado Mayor de la Defensa Nacional ocurrieron una serie
de acelerados movimientos. Al despacho de su nuevo jefe, el general Luis
Joaquín Ramírez —quien ese mismo día había asumido el cargo en
propiedad—,486 llegaron alarmantes informaciones de inteligencia.
157
Buenos Aires para buscar un mediador, fracasa por la intransigencia del
Comité Militar, el enfrentamiento bélico será inevitable”. En tono serio y
solemne, terminó diciéndole: “Ándate al sur y gana la guerra, confío en
ti”.489
Jorge Fellay, comandante del Blanco, recuerda por su parte que “el zarpe
fue más imperioso, de mucha premura. Habíamos llegado hacía poco del
sur y habíamos confiado que la situación podría volver a la normalidad.
Pero de repente la FLOMAR sale para el sur, en una actitud más agresiva.
Fue absolutamente imprevisto”.492
158
En el trayecto a Talcahuano, López dio la orden de concluir
definitivamente con los diseños de mimetismo y camuflaje de los buques.
Por ese entonces, Jorge Martínez Busch había asumido como segundo
comandante del Prat y recuerda que esto tuvo “un impacto extraordinario
en la marinería, porque se dieron cuenta de que escalábamos un paso más
hacia la guerra”. La tarea fue cumplida con esmero y los buques
destacaron por el ingenio mostrado en su cumplimiento. “Ocho horas
después del zarpe, cuando tuvimos el primer encuentro para
reaprovisionarnos, de repente vimos aparecer un buque mercante. ¡Y era el
Araucano! Se había convertido en petrolero mercante, con una bandera
extrañísima que se había colocado en el mástil. Le agregaron chimeneas, le
agregaron un puente hecho de cholguán, bastante firme, porque después
les aguantó mucho. En realidad, le cambiaron la fisonomía. Además, lo
que nos llamó la atención era que la marinería estaba vestida de civil”.494
159
Riveros, comenta que “allí se vio la capacidad de la II Zona Naval para
cumplir su tarea. El apresto se hizo con gran celeridad, en la noche, en
total reserva. Íbamos a cumplir con nuestro deber”.498
Una vez que las naves se hicieron a la mar, el almirante dispuso que el
desplazamiento se hiciera en línea. “Zarpamos de noche, porque no
teníamos certeza de que no hubiera argentinos espiando”.499 En total,
sumados todos los buques, había alrededor de 4000 tripulantes y 200
oficiales embarcados.500
160
Impaciente, Sánchez Luna decidió no quedarse de brazos cruzados
mientras sus camaradas de toda la vida iban a hacer aquello para lo que se
habían entrenado desde el día que entraron a la Escuela Naval: la guerra en
el mar. Saltándose el conducto regular, tomó el teléfono y se comunicó
directamente con Merino para exponerle el problema: “Almirante, sigo
entrampado y quieren ahora que haga nuevamente una prueba en el mar,
pero hacia el norte. Mi sugerencia es hacer esas pruebas, pero hacia el sur,
acercándome a la Escuadra lo más que pueda. Si la prueba sale buena,
continúo con mi gente y los obreros de ASMAR hacia el sur, para
reunirme con mis camaradas. Y en el camino vamos solucionando los
problemas que se vayan presentando”. La respuesta de Merino fue escueta:
“Sí, hágalo así”. “A continuación, Merino llamó al comandante de la II
Zona y le dijo: ‘El Latorre se va al sur en su prueba hasta donde llegue’. Y
partí al sur solo, detrás de la Escuadra”.502
Pero hacerlo no era nada de fácil. No sólo había que enfrentar los
problemas de la nave, también había que poner a punto a la dotación.
“Debido al tiempo que habíamos estado en tierra, no estaba bien
entrenada. Su rendimiento era de un 50% y tenía tan sólo tres o cuatro días
en alta mar, para trabajar con ellos. Era una situación tragicómica.
Tocábamos zafarrancho de combate y la gente se equivocaba. Había
problemas graves en algunas áreas. Pero son cosas que a fuerza de
repeticiones se sacan adelante, incluso en dos o tres días, haciendo trabajar
a la gente las 24 horas del día. Dale que dale, zafarrancho de combate,
acostarse a las 10 de la noche, timbre de nuevo. Si no están listos, de
nuevo alarma a las 3 de la mañana. Hasta que logramos los tiempos que
nos habíamos fijado. Lo máximo que debe demorarse un combatiente a
bordo en llegar a su puesto de combate son dos minutos. Se ‘cae’ de su
litera, se pone el casco, su salvavidas y tiene que estar en su puesto en no
más de dos minutos”.503 Había tal mística y entusiasmo en la tripulación
que se soportó estoicamente esta presión.
161
estaba contemplado que se desplazara cerca de la isla de Santa María, para
protegerla de un ataque sobre Talcahuano”.504
El almirante López recuerda que el martes 12, día del encuentro entre
Pastor y Cubillos en Buenos Aires, las unidades de la flota se encontraban
abasteciéndose de petróleo en Chiloé. Fue allí donde recibieron la noticia
del fracaso de las negociaciones y que la FLOMAR había zarpado de su
base en Puerto Belgrano. De inmediato, el almirante dispuso “continuar al
TOA a la máxima velocidad, a 250 millas de la costa”.507
Tavra recuerda cómo se vivió esa orden a bordo del Williams. “Nos
fuimos a toda velocidad. Fue la navegación más rápida de mi vida. Íbamos
a 25 nudos. No podíamos más, porque si consumíamos más combustible
nos quedábamos botados, ya que el petrolero Araucano estaba más al sur.
Llegamos casi sin petróleo. El buque se iba golpeando contra la mar con
fuerza porque en esa estación del año, la mar y los vientos son del sur, y el
buque se golpeaba y se golpeaba. El buque tuvo algunas averías, las que se
162
repararon sin mayores problemas”.508
163
buques sufrieran un ataque aéreo.
En este sentido, lo que más le inquietaba era una agresión proveniente del
portaaviones 25 de Mayo. Para contrarrestar el peligro, dispuso que
hubiese vigías permanentes en cada una de las unidades.513 Además, desde
el mismo momento en que asumió el mando de la Escuadra, López se
había preocupado de realizar constantes ejercicios de coordinación con la
Aviación Naval. El capitán Sergio Cabezas, que se desempeñaba como
jefe de Operaciones del Estado Mayor de la Armada, recuerda que “el
almirante, desde que ocupaba el cargo de comandante de la Aviación
Naval, estaba interesado en planificar prácticas con la Escuadra en el sur, y
que fuéramos con todos los medios que teníamos de ala fija, no sólo
helicópteros, y que participáramos en todos los ejercicios”.514 Esta actitud
se vio reforzada cuando llegó a la Comandancia de la Escuadra,
considerando siempre en su planificación el apoyo vital de esta
especialidad.
164
responde: ‘Estamos bien, mi general. Y tenemos muy clara una cosa.
Nosotros aquí estamos en la primera línea. Todos vamos a morir, pero
tenga la seguridad de que por cada uno de los nuestros que muera, van a
morir diez argentinos’. Y eso me lo dijo vibrando”.
Además de las medidas militares que conversaba con los mandos de las
otras fuerzas, el general Floody, para entonces, había solicitado la
cooperación de numerosos civiles para que cubrieran las necesidades de
las tropas, que a esas alturas sumaban los miles de hombres. Floody sabía
que el apoyo y la colaboración de la población civil era vital y que para
ello era necesario no esconderles la gravedad de lo que se venía encima.
165
Dado que la situación se había hecho crítica, dispuso una reunión
informativa de carácter abierto en el Teatro Municipal de Punta Arenas, el
cual se repletó. El marinero Julio Larrañaga, enfermero anestesista que
trabajaba en el hospital de las Fuerzas Armadas de la ciudad, recuerda que
“allí concurrió mi señora y le informaron de lo crítico de la situación.
Había que empezar a guardar víveres, comprar velas, fósforos y todo lo
necesario para pasar un momento extremo. Nuestro hijo estaba movilizado
en el Regimiento de Infantería y ya había partido a la frontera”.519
Bajo ese clima, en la sede del comando del Ejército en Buenos Aires,
ubicado en la avenida Libertador, se desarrolló una especie de consejo
militar de trascendental importancia. La cita, que comenzó a las 9:30, fue
presidida por el comandante en jefe del Ejército, Roberto Viola, y a ella
asistieron los comandantes del I y III Cuerpos de Ejército, generales
Suárez Mason y Menéndez, además del general Harguindeguy, todos
representantes del sector “duro” de esa rama castrense. Participaron
también los generales de división Santiago Riveros, comandante de los
institutos militares, y Fernando Santiago, quien estaba a la cabeza de
Gendarmería.
166
El bando de los “halcones” aglutinaba a la mayoría de los generales de
brigada del Ejército argentino, los cuales controlaban directamente las
unidades de combate desplegadas a lo largo del país. Tal era, por ejemplo,
el caso de los generales Sasiaiñ y Centeno, quienes tenían una fuerte
influencia sobre Menéndez. Este último, considerado el más “duro de los
duros” dentro del Ejército, había instado a sus compañeros para terminar
con la “pérdida de tiempo” que significaban las negociaciones. Y, en
momentos en que las conversaciones habían mostrado su fracaso, bregaba
para que se fijara, de una vez por todas, la fecha del inicio de la guerra. La
reunión en el Edificio Libertador tenía precisamente ese fin.
Durante la tarde, fue la Junta militar la que sesionó para decidir el asunto.
La discusión se inició a las 17:30, y en ella participaron Videla,
Lambruschini, Agosti y Viola. También se encontraban presentes el
canciller Pastor, los secretarios generales de las tres ramas de las Fuerzas
Armadas, el jefe del Estado Mayor Conjunto, brigadier Pablo Apella, y el
subsecretario de Relaciones Exteriores, comandante Walter Allara.
167
Massera, quien a pesar de haberse retirado seguía moviendo los hilos en la
Armada y era otro de los candidatos a suceder a Videla en la Casa Rosada.
Lo cierto es que en la cita se decidió postergar la decisión sobre la fecha en
que se iniciarían las hostilidades, aunque no más de una semana. Pero se
dio luz verde al Operativo Soberanía, que constituía el plan de guerra
preparado por los estrategas trasandinos.
Quien quedó en la posición más “incómoda” con lo sucedido ese día, fue
el presidente Jorge Rafael Videla. El mandatario sabía que, dentro de los
vericuetos del poder en Argentina, un conflicto bélico fortalecería a los
comandantes con mando efectivo sobre las tropas. Tal escenario era
propicio para personajes como Massera, Menéndez —quien también
aspiraba a la banda presidencial— y Galtieri. En un contexto tal, lo cierto
es que no quedaba espacio para él ni para Viola. La única manera de
evitarlo era ganar la paz.522 Y a partir de ese minuto Videla hizo lo
imposible por llegar a un entendimiento con Chile.
168
El plan que buscaba asegurar el objetivo político de apoderarse de las islas
inmediatamente al sur del Beagle se basaba en dos premisas: la primera
suponía que, como consecuencia de las acciones militares que se llevarían
a cabo, Chile se rendiría en un tiempo breve. Ello llevaba a la segunda,
esto es, la aceptación por parte de Chile de los reclamos territoriales
formulados por Argentina.
169
aceptar, les sacó en cara el hecho de que, un siglo antes, Argentina había
desechado participar en el Tratado Secreto de 1873, firmado entre Perú y
Bolivia. También les dijo que mientras estaban en guerra con su vecino del
sur, los trasandinos aprovecharon para llegar a un entendimiento con Chile
respecto a la Patagonia. Más tarde, De la Puente puso en conocimiento de
Cubillos lo ocurrido, asegurándole que Perú no intervendría si se llegaba a
producir la guerra en el extremo austral.524
Para ello, a las distintas ramas de las Fuerzas Armadas se les asignaron
170
diversas misiones. En lo tocante al Ejército, el V Cuerpo de Ejército, al
mando del general José Antonio Vaquero, debía atacar y conquistar —a
partir de las 12 de la noche (hora H+2)— Puerto Natales y Punta Arenas.
Luego, apoyaría al III Cuerpo en su avance por Puyehue, hacia Osorno y
Puerto Montt. El III Cuerpo de Ejército, a cargo del general Luciano
Benjamín Menéndez, tenía que cruzar la cordillera a la altura de Mendoza,
para cortar las comunicaciones en el centro del país, conquistando los
alrededores de Santiago y Valparaíso. Al II Cuerpo de Ejército, mandado
por Galtieri, se le encomendó la tarea de proteger la frontera norte con
Brasil y detener cualquier ofensiva que ese país pudiera montar en contra
de Argentina. Como reserva estratégica se dejó a la II Brigada de
Caballería Blindada, con asiento en Comodoro Rivadavia.
171
Pero no sólo en Buenos Aires se tomaban decisiones al más alto nivel para
enfrentar la guerra que venía. En Santiago, el viernes 15 de diciembre, el
general Pinochet, decretó la movilización secreta de las Fuerzas Armadas,
lo que implicó que cada oficial asumiera su puesto de guerra. Entre otras
medidas, los alumnos de las academias de guerra y politécnicas, fueron
destinados a los distintos teatros de operaciones, al igual que los alumnos
de las escuelas de suboficiales y de armas, a excepción de la Escuela
Militar que sólo movilizó una compañía de alféreces. El 100% de los
reservistas con instrucción debió presentarse antes de 24 horas en sus
respectivas unidades. Con ello se asumía como posibilidad cierta que el
conflicto era, a esas alturas, inevitable. Pinochet, incluso, tenía guardado
en su escritorio el discurso que dirigiría a la nación una vez que estallaran
las hostilidades con Argentina.
Por otra parte, los cuarteles generales dejaron el edificio de las Fuerzas
Armadas, en calle Zenteno, y fueron trasladados fuera de la capital, a los
lugares que habían sido acondicionados para esta eventualidad.
172
si fuera necesario.529
173
más de cinco días afuera. Porque lo que querían era volver para retomar
sus funciones y no frustrar a su comandante”.532
174
Estratégico, realizado en Santiago, Pinochet decidió movilizar el grueso de
las Fuerzas Armadas hacia el sur. Ello implicaba que el Teatro de
Operaciones Norte debía arreglárselas con sus propios medios. La poca
ayuda que se le pudo enviar se trasladó en aviones comerciales que
volaban de noche. La defensa de la extensa costa norte estaría a cargo sólo
de dos misileras, dependientes del Distrito Naval Norte, que estaba al
mando del comandante Francisco Johow Heins. La misión de estas
misileras era interferir un eventual desembarco de fuerzas peruanas al sur
de Arica.
175
“sólo una mediación urgente del Vaticano, con la intervención
extraordinaria del papa, previo ofrecimiento de sus ‘buenos oficios’ para
convertirse en el ‘garante personal’ de una solución negociada, podría
impedirla”.537
176
En tanto, no sólo las unidades de la Escuadra estaban en la zona. El 16 de
diciembre, el submarino Simpson, al mando del comandante Rubén
Scheihing, se encontraba en las profundidades de los canales australes
esperando instrucciones. Había zarpado días antes desde Valparaíso junto
con el Hyatt. Para entonces, las tripulaciones de ambas naves habían
realizado un riguroso plan de entrenamiento y prácticas de combate y
estaban con sus dotaciones completas. El O’Brien, la tercera unidad que
conformaba la Fuerza de Submarinos, estaba lamentablemente en dique.
Una vez fuera del puerto, ambos comandantes procedieron a abrir las
instrucciones. Éstas eran claras: debían dirigirse hacia la zona austral y
realizar una “patrulla de guerra”. “Rápidamente avanzamos en dirección
sur y a medida que ganábamos latitud —recuerda Scheihing— el clima se
ponía más adverso y la temperatura descendía. Los que estaban de guardia,
en el puente, se helaban. Dentro del submarino, la tripulación se mojaba
con el agua generada por la transpiración que se producía por la diferencia
de temperaturas experimentadas por el casco; entre la temperatura interior
y la del agua de mar”.540
177
Ambos submarinos viajaban coordinados. La orden era desplazarse en el
más absoluto silencio. En el trayecto, los comandantes mantuvieron
ocupadas a las tripulaciones, realizando inmersiones de combate y
controlando el tiempo empleado por las distintas guardias, las cuales
competían entre ellas.
Los submarinos mantenían una permanente vigilancia, tanto del mar como
del cielo, con el fin de detectar la presencia de aviones y buques de
superficie. Esa tarea, no obstante, se veía complicada, puesto que no
podían hacer uso de los radares, ya que ello permitiría al enemigo detectar
la posición de las naves.542
Una vez que el Simpson llegó a la zona austral, Scheihing ordenó que se
intensificaran las prácticas de combate. Al menos dos veces al día se
realizaban estos ejercicios, los que podían efectuarse a cualquier hora,
puesto que en un submarino siempre se trabaja con luz artificial, siendo
irrelevante si es de día o de noche. “Elegíamos horarios aleatorios, para
mantener un alto grado de alistamiento. Por razones de espacio, un tercio
de la dotación estaba de guardia, el segundo tercio se dedicaba a la
limpieza y manutención de equipos y el tercio restante debía permanecer
acostado en su literas”.544 Día por medio se proyectaban películas, las que
se repetían continuamente, porque con la premura del zarpe no hubo
tiempo para conseguir más títulos. “De tal suerte que una cinta interpretada
por Raphael de España, la vimos como 20 veces durante la patrulla. A
partir de la cuarta función, todo el mundo cantaba a coro las canciones del
178
‘chaval’. Para esa dotación será muy difícil olvidar ésa y otras
películas”.545
179
En los fondeaderos, a veces las naves se fondeaban en parejas, ya que ello
facilitaba el zarpe. Así, una de las naves se demora algo más de tiempo en
salir a la mar, mientras la otra sólo tiene que soltar las amarras,
ahorrándose tiempo en las maniobras. “Además tiene la ventaja de que en
la tarde se intercambiaban visitas. Los amigos de un buque pasaban al
otro; es una forma de cambiar de conversación y de entretención”.548
180
compañerismo del chileno que acompañaba al afectado y lo entretenía en
forma especial”.550
Para el almirante López resultaba vital que se reforzaran en cada una de las
naves las prácticas de guerra, por lo que a cualquier hora se interrumpía
cualquier actividad con la llamada a zafarrancho de combate. Cuando ella
se producía, toda la tripulación debía correr, con su tenida correspondiente,
a los puestos que tenían asignados de acuerdo a su especialidad. A algunos
les tomaba sólo segundos llegar debido a que trabajaban en las cercanías.
Los que se encontraban realizando guardias, podían demorarse dos o tres
minutos, a medida que iban siendo relevados de los puestos que estaban
ocupando. Durante estos ejercicios, los buques entraban en “condición Z”,
vale decir, de máximo estanco, lo que implicaba el cierre de todas las
escotillas, con el fin de minimizar los daños de los posibles impactos. Tal
fue el tesón demostrado en las prácticas por los hombres al mando de
López que el tiempo de alistamiento para el combate se disminuyó a un
minuto y medio.
Una invaluable ventaja para la Escuadra chilena fue contar con numerosos
fondeaderos de guerra en la zona del conflicto. Según explica Jorge Fellay,
“la ventaja nuestra era la posición y el clima. Los argentinos no tenían
fondeaderos en la zona, mientras nosotros escuchábamos y esperábamos
sus movimientos. Ellos llevaban navegando varios días en aguas que son
bastante movidas. Y nosotros tranquilos, esperando un pronunciamiento
por parte de ellos. Pero el gasto lo hacían ellos. Estaban cansados, y
cuando vino el mal tiempo, muy desmoralizados”.551
181
Todos quedamos emocionados. Ahí se veía al líder. Era posible que
materialmente ellos fueran superiores, pero nosotros teníamos todas las
ganas de luchar y vencer”.552
182
caza A-4Q argentino, proveniente del portaaviones 25 de Mayo, que lo
adelantó por la derecha y luego viró a la izquierda, elevándose. El avión
chileno se estremeció por la turbulencia provocada por la aeronave
argentina. El piloto chileno inició de inmediato maniobras de evasión.
Puso la proa hacia las nubes más densas y volando por instrumentos
cambió de altura. La maniobra era peligrosa, ya que si el caza los seguía y
no tenía radar, debía avistarlos para poder dispararles, lo que aumentaba la
posibilidad de un choque en el aire entre ambas aeronaves. El piloto de la
nave trasandina comenzó a llamar a su controlador, informando de la
presencia del avión enemigo y pidiendo instrucciones. El avión chileno
volvió a su base.556
183
al sitio de recalada, por un canal grande. Eran más o menos las 7 u 8 de la
mañana, y me avisan: ‘Comandante, tenemos un contacto a 15 millas’.
Miramos el informe de los buques mercantes, que recibíamos todos los
días por radiodifusión, y que abarcaba el área del estrecho de Magallanes y
el cabo de Hornos. No había nadie navegando. Entonces tuvimos que tocar
zafarrancho de combate. Nos colocamos los cascos, buzos y protectores y
nos preparamos para la lucha. El día estaba muy feo, con mucha neblina y
viento. A 20 mil yardas estábamos a distancia de tiro. Ordené cargar los
cañones. Pero había algo que me daba vueltas en la cabeza, que me hacía
temer dispararle a un blanco que podía ser amigo. Entonces, corrí el riesgo
de acercarme más y ver si era posible identificar el buque. En ese tiempo
no teníamos sonar o identificadores de ruido, que permitían leer el batido
de las palas de las hélices y con eso identificar el contacto. Finalmente,
desde el puente distinguí el buque. Estábamos a una distancia suicida,
porque a las 8000 yardas un cañón de 6 pulgadas no puede errar, salvo que
los otros estén absolutamente locos. Pero, empiezo a ver bien la silueta del
barco. Y mi gente me dice: ‘Comandante, ésa es una silueta conocida.
Parece el Araucano’. La duda se mantuvo todavía por unos segundos.
Estaba todo pintado de negro, con los colores típicos de una línea naviera
alemana. Entonces, a 7000 mil yardas, ordeno que con los proyectores se
le enviara la señal de ‘identifíquese’. Y el buque me contesta: ‘Araucano’.
‘¡Cresta!’, dije yo. Ordené parar todo y lancé un suspiro de alivio,
agradeciendo por no haberme precipitado. Y ahí sí que habría sido un
escándalo gigantesco, porque yo me hubiera cargado al Araucano, y
hubiera dejado a la flota sin petróleo para moverse”.558
184
La otra agrupación, denominada “Bravo o Bronce”, la integraban los
buques misileros, esto es, el Williams, el Riveros, la Lynch y la Condell, a
la que se le incorporó el Latorre, el que pasó a encabezarla. Ella se
encontraba en las cercanías de cabo de Hornos y su misión era custodiar
las aguas del mar de Drake, el área de bahía Nassau, el canal Beagle y las
zonas adyacentes a las islas Hornos, Barnevelt, Evout, Picton, Nueva y
Lennox.
El almirante López anotaría más tarde sobre ese día: “El 17 de diciembre,
la Escuadra en los fondeaderos de guerra, dividida en dos agrupaciones,
una de apoyo inmediato a la III Zona si lo requiriese y una segunda de
choque, para operar separada o conjuntamente con la anterior, contra la
flota argentina, en busca del dominio del mar. Recala ese día el crucero
Latorre, aún con algunos obreros de ASMAR a bordo, dando término a las
reparaciones, se le da la bienvenida y se le embarca un grupo de
inspectores del crucero Prat, saliendo acto seguido a la mar, a ejercicios
para que comience a ponerse aceleradamente al nivel de entrenamiento del
resto de los buques”.561
185
sobre buques mercantes del mundo. Y descubrieron que había un petrolero
gemelo al nuestro en Alemania. Entonces, lo pintaron con los mismos
colores de su gemelo, con el fin de que los argentinos creyeran que se
trataba de un buque de ese país”.563
186
abjurar del cristianismo y su padre la amarró en la boca de un cañón y
disparó. Y no quedó nada de ella. Por eso, hasta el día de hoy en todo el
mundo, santa Bárbara es la patrona de los artilleros. La verdad es que por
razones económicas nunca habíamos tenido suficientes proyectiles para
practicar. Habíamos lanzado un par en las navegaciones previas al sur,
pero nada más”.566
Alerta máxima
187
entrañaban un renovado peligro para la paz y la seguridad internacionales,
pues alteran el statu quo de la región”.568
Ese martes 19, en los fondeaderos de guerra, el almirante López seguía con
atención los acontecimientos en el campo político y diplomático. Muy
temprano en la mañana, en la radio a pila que tenía en su camarote,
escuchó el informativo de Radio Minería. El canciller argentino declaraba
“que se había agotado el tiempo de las palabras y comenzaba el tiempo de
la acción en las relaciones con Chile”. Su reacción fue inmediata: “Ordené
a todos los buques comenzar a prepararse para el zarpe, que se esperaba
por fin fuese el definitivo”.569
A bordo del Williams, Ramón Undurraga se reunió con sus oficiales y les
dijo: “Las cosas se están poniendo malas”, y ordenó bajar todo lo que
constituyera “peso muerto”. En el fondeadero se encontraba también un
petrolero muy viejo, el Montt, que era usado como gasolinería flotante, al
que se traspasó el material no indispensable.
188
El resto de las naves también desembarcó el material superfluo y
combustible. El comandante del Portales, Mariano Sepúlveda, explica que
ello se hacía para evitar incendios en caso de ser impactados por un
proyectil enemigo. “Todo lo que es madera y combustible se baja del
buque. Porque, evidentemente, cualquier riesgo de incendio es muy
peligroso. Cualquier incendio puede provocar la explosión de la
santabárbara. Así que hay que minimizar todos los riesgos de incendio y,
por lo tanto, evitar que exista cualquier elemento combustible que esté en
condiciones de facilitar una generación o propagación de fuego”.572
189
recostado en mi litera cuando sonó el teléfono interno. Era el oficial de
guardia y me informó que el sonar había detectado un batido de hélice.
Dispuse caer en esa demarcación, para confirmar y clasificar el contacto.
Pasaron siete minutos y otra llamada por teléfono. El teniente me informó
que se trataba de un buque mercante, que navegaba de vuelta encontrada, a
unos 12 nudos. Ordené cubrir los puestos de combate y ataque, sin
lanzamiento, sobre dicho buque. Éste pasó navegando sobre el submarino
y una vez que se alejó lo suficiente, subimos a profundidad de periscopio
para observar y fotografiar el contacto. Resultó ser el buque oceanográfico
argentino Bahía Paraíso. Venía navegando desde la altura de Puerto Montt,
viajando siempre por aguas internacionales, y regresaba a su base en el
Atlántico. Constituía un blanco estupendo. La situación fue idéntica a la
que se podría haber planteado en un ejercicio de entrenamiento con
simulador, pero como aún no se habían roto las hostilidades, debimos
conformarnos con efectuar un buen ‘traqueo’. Después de que se
normalizaron las relaciones con Argentina, y al realizar el estudio y
evaluación de las operaciones, supimos que el Bahía Paraíso se encontraba
navegando en el Pacífico para obtener informaciones meteorológicas para
la aviación embarcada en el portaaviones 25 de Mayo, ya que el tiempo
atmosférico es vital para la operaciones de aeronaves en ese área y, en
situación de tensión internacional, estas informaciones son suspendidas
por las estaciones chilenas”.575
Mientras esto ocurría, los mensajes entre la Santa Sede y las cancillerías
chilena y argentina iban y venían. El Vaticano hacía esfuerzos
sobrehumanos para desactivar la lógica que conducía fatalmente a un
desenlace armado. En Santiago, en tanto, el Ejército chileno decidió
suspender la ceremonia en que se impondría la condecoración Estrella al
Mérito Militar al agregado militar argentino, coronel Julio César Ruiz. En
Mendoza, unos 600 compatriotas permanecían imposibilitados de regresar
al país, debido a que el paso Los Libertadores estaba cerrado. En las
ciudades del sur de Argentina, la noche anterior se habían realizado los
oscurecimientos de rigor y el belicoso general Menéndez azuzaba a sus
190
tropas en Córdoba, sin medir sus palabras.
A las 10:20 de ese martes 19, Raúl López recibió un segundo mensaje del
almirante Merino. Las instrucciones eran igual de escuetas que las
recibidas previamente: “Atacar y destruir cualquier buque enemigo que se
encuentre en aguas territoriales chilenas”. Así, durante la madrugada del
miércoles 20, la Escuadra debía encontrarse en las cercanías del área
comprendida por el canal Beagle y bahía Nassau.
191
hasta la altura de la isla Diego Ramírez, siempre fuera del alcance de la
aviación chilena.579
Más tarde, Raúl López comentaría que la FLOMAR con que hubiera
tenido que enfrentarse “estaba compuesta por un portaaviones, un crucero,
cuatro unidades misileras, cuatro unidades artilleras y antisubmarinas y
buques de reabastecimiento. Estaba al mando del contralmirante Humberto
Barbuzzi, al que había conocido en Londres. Esta flota se había mantenido,
durante los últimos días, desplazándose en una posición entre las islas
Malvinas y la isla de los Estados. Al atardecer del día 19 se evidenció un
desplazamiento a una velocidad cercana a los 20 nudos en dirección hacia
el sur, con rumbo a pasar al este de la isla argentina de los Estados, a la
zona de posibles operaciones. La Escuadra chilena, informada
periódicamente por sus aviones de exploración sobre su posición y
movimientos, proyectaba avanzar a alta velocidad en dirección general
noreste para ganar una posición favorable de interceptación, una vez que
se pudiera confirmar que la mencionada Flota de Mar mantenía su avance
hacia el sur”.580
Antes de zarpar, los comandantes del grupo “Acero” habían sostenido una
última reunión con el comandante en jefe de la Escuadra, en la cámara del
Prat, donde más que recibir instrucciones se analizó la situación. Cada uno
de los oficiales presentes, y López en primer lugar, tenían perfectamente
claro su deber. El comandante del Portales, Mariano Sepúlveda, recuerda
que “el almirante no tenía que dar ninguna instrucción. Cada uno de
nosotros sabía lo que tenía que hacer. Él nos explicó cómo había
evolucionado la situación política, y en qué medida nosotros éramos en
esos momentos instrumentos de esa situación. Nos iba a corresponder
actuar y, desde ese punto de vista, nosotros teníamos que estar listos para
proceder a la batalla naval”.581 El mismo momento también es recordado
por el segundo de López, el capitán de navío Hernán Rivera Calderón: “La
reunión fue solemne y se apreció la férrea decisión y voluntad de cada uno
de los comandantes de los buques. El almirante López, en forma muy clara
y elocuente dijo que había llegado el momento de la verdad. ‘La Armada
nos ha preparado para ganar la guerra en el mar. Hemos adquirido un
compromiso con la institución y con el país y no me cabe duda de que no
192
los defraudaremos’”.582
López señala, por su parte, que al momento del zarpe, “en silencio rogué a
Dios, con un fervor como nunca antes lo había hecho ni lo he vuelto a
hacer, que me ayudara para que mis decisiones fueran las más adecuadas y
que supiera guiar a todo este conjunto de fierros y de hombres, de los
cuales era responsable, con acierto y valor para conducirlos al éxito en las
acciones que emprenderíamos”.583
Entre las 18:30 y 19, el grupo “Acero”, encabezado por el Prat, comenzó a
atravesar los canales.584 El grupo “Bronce”, en tanto, con el Latorre a la
cabeza, recibió órdenes de salir unas horas más tarde, para posteriormente
reunirse con la primera agrupación.
Sepúlveda recuerda que mientras iban navegando estaban con todo los
sistemas de seguridad y guardias que se usan cuando la batalla es
inminente. “Los oficiales que estaban en el puente eran de mi total
confianza. Entonces, recorrí el buque entero. Fui hasta el último rincón y
me preocupé de estar con cada una de las personas de la dotación. Esto me
tomó como hora y media. Lo que más me llamó la atención fue que nadie
193
tenía la más mínima expresión de anormalidad. Eran personas que estaban
haciendo las labores de todos los días, con serenidad y tranquilidad, sin
demostrar ansiedad en lo más mínimo. El aplomo de esa gente, que en tres
o cuatro horas podía estar combatiendo, era absoluto. Cuando terminé la
ronda, me dirigí al puente de mando, que por la disposición de las
habitaciones internas del buque me obligaba a pasar por la cámara de
oficiales. Ésta había sido convertida en enfermería de combate. Entonces
abrí la puerta y me encontré con el doctor Gustavo Valdés, con su delantal
blanco y gorro, convertido en un cirujano. Había un estante lleno de
instrumentos quirúrgicos y este hombre estaba totalmente concentrado, al
extremo de que no se dio cuenta cuando yo abrí la puerta. Y hacía una cosa
muy curiosa, que me impresionó mucho: acariciaba los bisturís, los
escalpelos. Los miraba y los dejaba cuidadosamente juntos. A su lado
estaba un enfermero, con cara seria, pero no asustado. Yo me quedé
mirándolos un buen rato. Entonces, me dije: ‘No tenemos ningún
problema, estamos listos, porque este hombre que lleva tres o cuatro meses
con nosotros, ya es una persona que no se diferencia en absoluto del resto
de la tripulación”.588
194
vestida. Cuando llegó al lugar, le entregaron el mensaje: “Creo que ésa es
la orden que todo profesional que pertenece a una institución armada de
cualquier país, siempre espera recibir, para lo cual se ha preparado durante
su carrera: Impedir por las armas cualquier intento de desembarco en tierra
chilena”.
195
no se había hecho en práctica alguna”.591
Algo similar había sucedido antes cuando, “al salir al océano por un
estrecho paso”, se supuso que era factible sufrir un ataque submarino. “No
sólo el armamento sino todos los cinco sentidos de las dotaciones
estuvieron en condiciones de máxima alerta”.
196
grave responsabilidad de iniciar el conflicto, dando pábulo a que Chile
fuera acusado de ser el país agresor. Pero las consecuencias que se
derivarían de obtener una clara superioridad inicial en el mar podrían
contribuir a crear aceleradamente condiciones apropiadas para imponer la
paz, o para facilitar la futura conducción de una guerra exitosa”.592 Pocas
veces un jefe militar se había enfrentado a una disyuntiva de tamaña
trascendencia.
197
entonces le digo: ‘¿Qué va hacer con todo esto?’. ‘Mi teniente, me dijo, es
que cuando vengan los aviones argentinos yo voy a salir a dispararles’.
‘Bueno ya’, le dije, pensando que sería algo bueno para la moral”.
En Punta Arenas, mientras tanto, Floody tenía listos los preparativos para
enfrentar una incursión argentina. El general había decidido —y así lo
había hecho saber públicamente— que en caso de que los argentinos
llegaran hasta la ciudad, ésta iba a ser defendida calle por calle, casa por
casa, palmo a palmo. La idea era que quien pudiera tomar un fusil, lo
tomara. John Howard señala que la defensa de Punta Arenas habría sido
“como Stalingrado, durante la Segunda Guerra Mundial. La ciudad se iba a
defender totalmente y los argentinos, sabedores de esto, no estaban muy
contentos. Entonces, del lado argentino empezó a desertar mucha gente,
los que cruzaban la frontera hacia Chile. Muchos de ellos habían llegado
de guarniciones del norte de Argentina, y no estaban acostumbrados al
frío, a pasar hambre. Y el desertor es un buen elemento para que te cuente
una pila de cosas”.597
198
tempestuoso. Como no tenían fondeaderos en el área —el más cercano
estaba en la isla de los Estados—, los marinos argentinos no tenían minuto
de descanso. En la sala de comunicaciones del Edificio Libertad, sede del
Comando Naval en Buenos Aires, comenzaron a recibirse informaciones
preocupantes desde el extremo sur. “Allá abajo, el tiempo era pésimo, con
borrascas, mar agitado y violentos chaparrones. Además, los pronósticos
meteorológicos no presagiaban nada bueno, ya que las condiciones no
mejorarían rápidamente. Las naves que alojaban a los infantes de Marina
que deberían tocar tierra tras abandonar sus lanchas de desembarco,
ondeaban violentamente y en el puente de vuelo del portaaviones 25 de
Mayo, los helicópteros artillados eran bañados por la lluvia y sacudidos
con fuerza por el viento ululante”.598
199
perfectamente sólo una pausa momentánea, y que bastarían unas horas
para que el rumbo de los acontecimientos volviera a hacer necesario salir a
la mar para enfrentar a los argentinos. No se equivocaba.
Una vez que las agrupaciones llegaron de vuelta a sus fondeaderos, las
naves se abastecieron de petróleo, por si había que zarpar de improviso. En
eso estaban, cuando ocurrió un incidente. “Estábamos cargando petróleo y
entró una embarcación pesquera a la bahía. Uno de nuestros helicópteros
lo alcanzó y lo obligó a atracar. Los pescadores fueron apresados y subidos
a nuestro buque, el Williams. Fueron interrogados de manera dura,
creyendo que eran espías argentinos. Finalmente, después de muchos
chequeos y contrachequeos, los dejamos partir”. Eran chilenos.603
Mientras ello ocurría, las dudas y dilemas que rondaban por la mente del
jefe de la Escuadra se acrecentaban. No había momento de sosiego
posible. Pensó entonces en una entrevista que había leído en la que un
general argentino, Menéndez, “decía que estaba con sus tropas listas para
pasar sobre Santiago y tomar el aperitivo en Viña del Mar. Eso sólo podía
significar que lo que venía era una guerra general, no una limitada al
extremo sur”. López pensaba que “en la zona central, nos defenderíamos
con lo que tuviéramos o nos tirábamos de espaldas. Pero, conociendo a los
personajes que nos gobernaban, no nos íbamos a tirar de espaldas, sino que
íbamos a pelear hasta que termináramos con hondas y corvos”.604
Lo crítico para López era cómo interpretar fielmente las órdenes que había
recibido del almirante Merino. Una y otra vez se preguntaba lo mismo:
200
“¿Qué función debíamos cumplir? Si era una guerra de objetivo limitado,
teníamos que oponernos a cualquier acción que, a través de una operación
anfibia, intentara ocupar las islas. Para ello, la única forma era intervenir
para impedir la protección que la flota argentina tendría que dar a su fuerza
de desembarco. Entonces, lo que nos interesaba era buscar una decisión
cuanto antes con los argentinos. ¿Qué teníamos que perder? Íbamos a
perder las islas si no ganábamos la batalla, pero si le aniquilábamos su
flota, no sólo no perderíamos las islas, sino que calmaríamos cualquier
problema que pudiera producirse en el norte”. ¿Qué hacer? Ése era el
dilema del almirante.
López sabía que la gran ventaja trasandina era su poderío aéreo, que podía
golpear duramente a las unidades de la Escuadra. Pero dilatar una
definición por temor a un ataque aéreo le molestaba profundamente y se
repetía: “No podíamos quedarnos en los canales mientras ellos se tomaban
Picton, Lennox y Nueva, Navarino, Tierra del Fuego. ¿Y nosotros, qué?,
¿esperando qué cosa?, ¿que se desgastaran?, ¿que nuestra Fuerza Aérea les
hundiera algún buque que nos permitiera salir más tranquilos?, ¿o que
nuestra Fuerza Aérea atacara sus bases en Río Gallegos y Ushuaia? ¡Pero
íbamos a estar esperando esto hasta cuándo! Por eso, en mi concepto,
había que buscar una decisión cuanto antes: la mejor oportunidad que
teníamos para tener éxito era ser nosotros los que iniciáramos la guerra en
el mar”.605 Ésa fue su decisión estratégica.
El día D
201
inmediato y afirmativamente a la propuesta vaticana. Por el momento,
nada se supo de Argentina.
Lo que sí se supo fue el resultado del mensaje enviado por Cubillos el día
anterior a su colega trasandino. La respuesta llegó a las 13:30 del jueves 21
y provocó asombro en los negociadores de la Cancillería. Según recuerda
Enrique Bernstein: “Estábamos reunidos todos los miembros del comité
asesor con el ministro, cuando conocimos su texto. Al escucharlo, no pude
menos que recordar las notas cruzadas entre las cancillerías europeas en
vísperas de la Primera Guerra Mundial. No sólo se eludía contestar la
propuesta de Chile, sino que se lo culpaba de actos contrarios al derecho
para ‘intentar reivindicaciones sobre espacios insulares y marítimos de
soberanía argentina’. Lo culpaba también de ‘intransigencia y falta de
flexibilidad’ en la última negociación de Buenos Aires. Terminaba
expresando que nuestra nota, al persistir en la posición asumida, ‘no
permite hallar las fórmulas adecuadas para garantizar el proceso
negociador’”.609
202
lo previsto, se escucharan los primeros disparos en los zona austral.
203
los presentes que “aviones de la Armada han detectado en la zona del cabo
de Hornos, navegando en posición de ataque, a la Flota de Mar
argentina”.617 Igual información recibía el general Pinochet, quien se
encontraba en la ceremonia de graduación de los nuevos oficiales en la
Escuela Militar.618
204
Escuadra también fue informada del equívoco.
205
Frente al monitor que le entregaba la información sobre la disposición de
ese momento de las naves de la Escuadra, el almirante López supo que
esos tensos minutos constituían el reto más importante de su vida: sobre si
cargaba la responsabilidad de definir el curso de una guerra. Había llegado
el momento de la decisión suprema.
206
argentina, tras una larga deliberación, finalmente había decidido aceptar el
envío de un emisario papal. El mensaje cifrado, con toda certeza, había
sido la orden de retroceder enviada por los mandos militares trasandinos.
207
La exploración aeronaval habían confirmado que las naves argentinas
navegaban rumbo norte a unos 20 nudos, siendo trakeadas hasta más allá
de la boca oriental del estrecho de Magallanes. En Santiago, Cubillos y su
equipo podían sentirse satisfechos: habían logrado encauzar el diferendo
austral en los términos que el presidente Pinochet había dispuesto. En
Punta Arenas, el general Floody, en su Cuartel General Conjunto, pensó
emocionado: “¡misión cumplida!”. Las dotaciones de la Escuadra, los
infantes de Marina en las islas y las tropas en sus trincheras, se prepararon
para celebrar la Navidad. El 24 de diciembre, el almirante López visitó las
unidades bajo su mando. Ocurrió entonces algo extraordinario: tras
rendirle los honores de reglamento, espontáneamente un fuerte y entusiasta
aplauso lo despidió mientras se alejaba.
208
Notas
1 Solís, Eri, “El encuentro naval que no fue”, Archivo General CIDOC,
Folio 50233, Universidad Finis Terrae. Documento inédito.
8 Ibid.
209
9 El Laudo tuvo su origen en 1971 cuando Chile y Argentina decidieron
recurrir al arbitraje británico invocando el Tratado de 1881 y el Convenio
de Arbitraje de 1902. Barros Van Buren, Mario, “Nuestras relaciones con
Argentina”, en Revista de Marina, Nº 842, Santiago, enero–febrero 1998.
13 Ibid.
210
elecciones y fue reemplazado por Héctor Cámpora (marzo).
211
Antonio Vañek, quienes harían carrera junto al almirante. Para que
Massera llegara a la Comandancia en Jefe de la Armada Argentina en
1973, habían quedado en el camino ocho vicealmirantes. Su designación
sorprendió a los círculos castrenses trasandinos. Uriarte, Claudio,
almirante Cero. Biografía no autorizada de Emilio Eduardo Massera,
Buenos Aires, Editorial Planeta, 1992, p. 19-20.
24 Producto del “cuoteo militar” que realizaron las tres ramas de las
FF.AA. argentinas, esa repartición quedó en manos de la Marina. Fue en
ese terreno donde el enfrentamiento con Videla alcanzaría ribetes épicos.
El almirante se opuso de manera implacable a los embajadores
provenientes de partidos políticos, pues consideraba que eran
representantes de la “corrupción, mediocridad y decadencia” de la
República. En una visita a La Paz diría: “Hay un mar antiguo, casi
metafísico, que anda recorriendo la Historia esperando reencontrarse con
Bolivia”. Incluso llegó a mandar una misión naval a Washington con un
mensaje al presidente Jimmy Carter, diciéndole que él mismo era “la
alternativa democrática a la presente situación argentina”. Por supuesto
que los dos primeros cancilleres del régimen, Guzzetti y Montes,
suscribían ampliamente los “conceptos” geopolíticos del almirante
Massera, mostrando una escasa vocación por llegar a acuerdos tanto con
Chile, como con Brasil y Paraguay. Ver “Massera: genio y figura”, en
revista Ercilla, Nº 2218, 1-7 de febrero de 1978.
212
nacionalismo. También eran partidarios de un Estado más intervencionista
y autoritario. Seoane, María y Muleiro, Vicente, El Dictador. La historia
secreta y pública de Jorge Rafael Videla, Buenos Aires, Editorial
Sudamericana, 2001, p. 26; “El 24 de marzo de 1976 la Junta militar
liderada por Jorge Videla asumió el poder en ese país”, en diario La
Tercera, Santiago, 24 de marzo de 2001; “Las reglas de los operativos
encubiertos”, en diario La Nación, Buenos Aires, 30 de junio de 1998;
“Suárez Mason: Di órdenes muy claras”, en diario La Nación, Buenos
Aires, 29 de junio de 1998; Passarelli, Bruno, El delirio armado, Buenos
Aires, Editorial Sudamericana, 1998, pp. 28-29; “Durante 54 años recibió
a 63 mil militares de 21 países del continente EE.UU. clausura hoy
polémica Escuela de las Américas”, en diario La Tercera, 15 de diciembre
de 2000; Costa, Eduardo José, Guerra bajo la Cruz del Sur, Buenos Aires,
Editorial Hyspanoamérica, 1988, pp. 39-40 y “Muere Galtieri, el
gobernante que llevó a Argentina a la guerra por las Malvinas”, en diario
La Tercera, 13 de enero de 2003.
26 Los dos primeros, Suárez Mason y Menéndez hacían una dupla temible.
A pesar de tener caracteres diferentes, el primero amable y extrovertido, el
segundo tosco y rudo, ambos pertenecían a la caballería (arma que según
ellos, estaba muy postergada por Videla y Viola, pertenecientes a la
Infantería) y estaban al mando de los dos cuerpos militares más poderosos
de la Argentina. Menéndez, en 1982, tendría a su cargo la defensa de las
Malvinas y jugaría un rol relevante en la caída del entonces presidente
Galtieri.
213
Ejército, con el fin de lograr la predominancia por sobre las restantes
ramas, y ejercer un mayor poder político dentro de Argentina. Bajo el
peronismo, habían sido calificados como el sector más opositor a Juan
Domingo Perón, y ellos mismos explotaban esta situación con la finalidad
de convertirse en una alternativa política. En la institución, la mayoría de
sus integrantes cerraba filas detrás del comandante en jefe y miembro de la
Junta, el almirante Emilio Massera. Uriarte, Claudio. Almirante Cero...,
op. cit. p. 16 y siguientes.
32 Ibid.
214
fueran lo mismo, aunque este último concepto incluye la zona austral de
ambos países.
40 Floody, Nilo, “La crisis con Argentina que estuvo al borde de una
guerra en 1978”. Exposición realizada en el seminario “La guerra que
evitó Pinochet: Chile-Argentina 1978”, Santiago, 9 de agosto de 2001,
Archivo General CIDOC, Folio 30858, Universidad Finis Terrae.
Documento inédito.
41 Ibid.
45 Ibid.
215
López”, op. cit., Bulnes S., Francisco y Novoa, Andrea, “Entrevista a
Mariano Sepúlveda”, op. cit.
52 Ibid.
54 Tapia, Luis Alfonso, Esta Noche: La guerra, Viña del Mar, Ediciones
Universidad Marítima de Chile, 1997, pp. 77-78.
216
55 Vaccaro, Humberto, “Entrevista a Don Raúl López”, op.cit
59 Ibid., p. 79.
217
66 Pavlovic, Santiago, “El año en que vivimos en peligro”, programa
Informe Especial, Televisión Nacional de Chile, 1998.
68 Ibid.
74 Ibid.
218
Punta Arenas. Por último, la barcaza Aguila, del año 1945, tenía ocho
ametralladoras de 40 mm antiaéreas. Fue utilizada por el Comando Aéreo
de la Flota del Pacífico de los Estados Unidos para reparaciones de aviones
y helicópteros. Llegó a Chile a préstamo en 1963, siendo transferida el
mismo año. Véase en www.armada.cl.
78 Ibid
80 Ibid.
81 Ibid.
85 Ibid.
219
87 Julio Philippi representaba a Chile en el conflicto del Beagle desde
1974. También había sido ministro de Justicia, Tierras y Colonización,
Economía y Reconstrucción y de Relaciones Exteriores durante el
gobierno de Jorge Alessandri (1958-1964).
90 “¡No llores por mi, Argentina...!”, en revista Qué Pasa, Nº 347, 15-21
de diciembre 1977; Cavallo, Ascanio; et. als., La Historia Oculta..., op.
cit., p. 213; Vial, Gonzalo, “Pinochet decisiones claves”, fascículo V:
Guerra o paz con Argentina, serie publicada en diario La Segunda, 3 de
abril de 1998.
91 Ibid.
93 Ibid.
94 Ibid.
97 En esa época sólo estaban sondeados los canales que eran usados como
rutas comerciales. Aún en estos las mediciones eran poco confiables,
debido a la tecnología existente en la época.
220
necesario. También en ellas se realizan reparaciones menores, por lo que
no es raro ver personal de ASMAR en ellas.
101 Bulnes S., Francisco. “Entrevista a John Howard Balaresque”, op. cit.
105 Chile estuvo al borde de una guerra con el Perú en 1974. Ver
Rodríguez, Elizondo Chile-Perú. El siglo que vivimos en peligro,
Santiago, La Tercera-Mondadori, 2004, p. 59 y siguientes; Arancibia,
Patricia; Bulnes S., Francisco y Vial, Álvaro, “Entrevista a Odlanier
Mena”, 25 de abril de 2001, Archivo Audiovisual CIDOC, video Nº 101,
Universidad Finis Terrae. Testimonio inédito. Arancibia, Patricia y Bulnes
S., Francisco, “Entrevista a Odlanier Mena”, 11 de mayo de 2001, Archivo
Audiovisual CIDOC, video Nº 103, Universidad Finis Terrae. Testimonio
inédito.
107 Arancibia, Patricia, et. als., “Entrevista a Arturo Troncoso”, op. cit.
221
108 Ibid.
109 Ibid.
110 Ibid.
112 Ibid.
113 Arancibia, Patricia, et. als., “Entrevista a Arturo Troncoso”, op. cit.
116 Ibid.
118 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Arturo Troncoso”, op. cit.
119 Bulnes S., Francisco, “Entrevista a John Howard Balaresque”, op. cit.
222
121 Citado en Escudé, Carlos y Cisneros, Andrés (directores), “Historia
general de las relaciones exteriores...”, op. cit.
122 Ascanio, Cavallo, et. al., La historia oculta..., op. cit., p. 213.
125 Ibid.
131 Cavallo, Ascanio, et al., “La historia oculta...”, op. cit., p. 154 y
siguientes.
223
135 Ibid.; Bignone, Reynaldo, El último de facto..., op. cit., p. 47.
137 Cavallo, Ascanio, et. als., La Historia Oculta..., op. cit., p. 213.
141 “En espera de respuesta”, en revista Qué Pasa, Nº 353, 19-25 de enero
de 1978.
145 Cavallo (obra citada) dice que fue Agustín Toro Dávila, pero Vial
(obras citadas), Bignone (obra citada) y Escudé (obra citada) dicen que fue
Contreras. Hernán Cubillos también se ha referido a Contreras y su
diplomacia paralela, aunque Vial no descarta que Toro Dávila haya
fungido como un segundo emisario.
147 Ibid.
148 Ibid.
224
149 La prensa se enteró de la misión de Contreras, pero fue desmentido
por el Gobierno chileno. El que quedó muy molesto con todo esto fue el
embajador de Chile en Argentina, René Rojas Galdames, quien descubrió
la reunión de Contreras con Videla y lo tomó como una señal de
desconfianza de Pinochet. La revista Somos confirmó el viaje de Contreras
a Buenos Aires, el que al principio fue considerado como inconveniente.
“Diálogo Videla-Pinochet: la última posibilidad de un acuerdo”, en revista
Somos, Nº 70, 20 de enero de 1978. Ver también Bignone, Reynaldo, El
último de facto..., op. cit., p. 47-48 y Vial, Gonzalo, “Pinochet, decisiones
claves”, op. cit.
150 Vial, Gonzalo, Pinochet, la biografía, op. cit., p. 316 y Escudé, Carlos
y Cisneros, Andrés (directores), “Historia general de las relaciones
Exteriores...”, op. cit.
151 Cavallo, Ascanio, et. al., La historia oculta..., op. cit., p. 214 y “En
espera de respuesta”, op. cit.
153 Cerda, Mónica, “Se bajó el diapasón”, en revista Qué Pasa, Nº 354, 26
de enero-2 de febrero de 1978.
157 Pinto Rojas, Alberto, “La crisis militar entre Chile y Argentina en
1978”, en www.editorialbitacora.com.
160 Ibid.; Vial, Gonzalo. Pinochet, la biografía, op. cit., p. 316, y Escudé,
Carlos y Cisneros, Andrés (directores), “Historia general de las relaciones
exteriores...”, op. cit.
225
161 Túrulo, Carlos M., De Isabel a Videla. Los pliegues del poder, Buenos
Aires, Sudamericana, 1996, p. 115. Ver Pinto Rojas, Alberto, “La crisis
militar entre Chile y Argentina en 1978”, op. cit. Vial confirma en la
biografía de Pinochet ya citada, Tomo I, p. 317, la existencia de una serie
de croquis elaborados durante la reunión.
165 Ibid.
168 Videla, Ernesto, “Chile y Argentina, historia secreta...”, op. cit. Según
la versión entregada por Alberto Pinto Rojas en “La crisis militar entre
Chile y Argentina en 1978”, el marino que había propuesto la salida de los
infantes de Marina chilenos de la isla había sido Massera.
169 Ibid.
226
172 S.Q., “Tribunal en tela de juicio”, en revista Ercilla, Nº 2.218, 1-7 de
febrero de 1978.
175 “La Flota de Mar en el Atlántico sur”, op. cit. Barbuzzi, previamente a
la salida de las naves de guerra a alta mar, había arengado a los marineros.
Ver “El almirante Barbuzzi presidió la Ceremonia de Lista Mayor en la
Base Naval Puerto Belgrano”, en Gaceta Marinera, Buenos Aires, 9 de
febrero de 1978.
180 Arthur, Blanca, “Beagle II. Una macana que prenda”, en revista
Ercilla, Nº 2.218, 1-7 de febrero de 2003. Ver también Gaceta Marinera,
Buenos Aires, 9 de febrero de 1978.
182 Sheila Cassidy era médico y colaboraba con grupos terroristas. Fue
detenida por agentes del Estado.
227
183 S.Q., “Tribunal en tela de juicio”, op. cit.
192 Ibid.
197 Amato, Alberto, “La guerra sin balas de Río Gallegos”, en revista
Gente, Buenos Aires, 16 de febrero de 1978.
228
200 E.B.S., “El tema entró a la Universidad”, op. cit.
208 Bignone dice que Pinochet le susurró al oído que iba a hablar.
Bignone, Reynaldo, El último de facto..., op. cit., p. 51.
229
213 “Almirante... ¿Por qué se va?”, en revista Gente, 9 de marzo de 1978.
216 “La Aviación Naval está lista para el combate”, en Gaceta Marinera,
Buenos Aires, 23 de febrero de 1978.
217 “En el punto de partida”, en revista Hoy, Nº 40, 1-7 de marzo de 1978.
219 Calm, Lillian, “Día a día sentando soberanía”, en revista Qué Pasa, Nº
357, 16-22 de febrero de 1978.
222 La anotación fue hecha el día 22 de marzo, pero la orden es del 21.
223 Bulnes S., Francisco, “Entrevista a Jorge Fellay”, op. cit. Lo confirma
Ramón Undurraga en Doña, Ignacia y Reyes, Soledad, “Entrevista a
Ramón Undurraga”, 6 de junio de 2003, Archivo Audiovisual CIDOC,
cassette Nº 453, Universidad Finis Terrae. Testimonio inédito.
226 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Alexander Tavra”, op. cit.
230
del destructor Portales, 1978”, Archivo de la Armada, Museo Naval.
229 Bulnes S., Francisco, “Entrevista a Erwin Conn Tesse”, op. cit.
231 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Alexander Tavra”, op. cit.
231
241 Ibid.
249 Ibid.
250 Ibid.
252 Ibid.
253 Ibid.
254 Ibid.
255 Ibid.
256 Ibid.
258 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Alexander Tavra”, op. cit.
232
259 Ramírez, Humberto, “Breve crónica de las actividades...”, op. cit.
260 Bulnes S., Francisco, “Entrevista a Erwin Conn Tesse”, op. cit.
262 Ibid.
265 Ibid.
266 Ibid.
269 Ibid.
270 Ibid.
271 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Alexander Tavra”, op. cit.
272 Bulnes S., Francisco, “Entrevista a Erwin Conn Tesse”, op. cit.
273 Arancibia, Patricia y de la Maza, Isabel, Matthei..., op. cit., pp. 282-
283.
233
278 Bulnes S., Francisco, “Entrevista a Erwin Conn Tesse”, op. cit.
279 Bulnes S., Francisco, “Entrevista a Sergio Sánchez Luna”, op. cit.
280 Ibid.
281 Ibid.
282 Ibid.
287 Cavallo, Ascanio, et. al., La historia oculta..., op. cit., p. 216.
288 Ibid.
234
295 Cau, Dominique, “Qué hace Massera en Europa”, en revista Somos,
10 de noviembre de 1978.
296 Uriarte, Claudio, almirante Cero..., op. cit., p. 198 y siguientes. Ver
también “almirante... ¿Por qué se va?”, op. cit; Paredes, Eduardo, “El
cambio de la Marina deja intacto un proceso”, en revista Somos, 22 de
septiembre de 1978 y Landívar, Gustavo, “Las zonas grises no están
claras”, en revista Somos, 29 de septiembre de 1978.
235
304 Cubillos le pidió jurar a Pinochet más tarde, el 20, debido a que
Carvajal se encontraba fuera de Chile (en Tahíti) y le pareció una
descortesía no esperarlo, sobre todo porque cuando había servido en la
Armada lo había hecho bajo sus órdenes. Baraona, Pablo; Bardón, Álvaro;
Kelly, Roberto y Vial, Álvaro, “Entrevista a Hernán Cubillos”, 13 de
octubre de 1992, Archivo Audiovisual CIDOC, video Nº 27, Universidad
Finis Terrae.
306 Ver al respecto, Cavallo, Ascanio, et. al., La historia oculta..., op. cit.,
p. 216; Vial, Gonzalo, Pinochet, la biografía, op. cit., p. 318 y Benadava,
Santiago, Recuerdos de la..., op. cit., p. 9.
309 Baraona, Pablo, et. al., “Entrevista a Hernán Cubillos”, op. cit.
311 Baraona, Pablo, et. al., “Entrevista a Hernán Cubillos”, op. cit.
313 Baraona, Pablo, et. al., “Entrevista a Hernán Cubillos”, op. cit.
314 Ibid.
315 Ibid.
236
318 Vial, Gonzalo, “Pinochet, decisiones claves”, op. cit., p. 3.
319 Baraona, Pablo, et. al., “Entrevista a Hernán Cubillos”, op. cit.
321 Baraona, Pablo, et. al., “Entrevista a Hernán Cubillos”, op. cit.
326 Baraona, Pablo, et. al., “Entrevista a Hernán Cubillos”, op. cit.
329 Baraona, Pablo, et. al., “Entrevista a Hernán Cubillos”, op. cit.
331 Cavallo, Ascanio, et. al., La historia oculta..., op. cit., p. 193.
335 Cavallo, Ascanio, et. al., La historia oculta..., op. cit., p. 196.
337 Cavallo, Ascanio, et. al., La historia oculta..., op. cit., pp. 198-199.
338 Arancibia, Patricia, de la Maza, Isabel, Matthei..., op. cit., p. 283. Para
237
más detalles remitirse al libro citado.
339 Baraona, Pablo, et. al., “Entrevista a Hernán Cubillos”, op. cit.
340 Ibid.
341 Ibid.
342 Ibid.
344 Baraona, Pablo, et. al., “Entrevista a Hernán Cubillos”, op. cit.
345 Ibid.
347 Cruz-Johnson, Rigoberto, “La crisis del canal Beagle”, op. cit.
349 Ibid.
350 Ibid. Cavallo, Ascanio, La historia oculta…, op. cit., pp. 216-217.
354 Ibid.
355 Ibid.
356 Ibid.
238
357 Arancibia, Patricia y de la Masa, Isabel, Matthei..., op. cit., p. 283.
358 Cruz-Johnson, Rigoberto, “La crisis del canal Beagle”, op. cit.
362 Cruz-Johnson, Rigoberto, “La crisis del canal Beagle”, op. cit.
363 Ibid.
364 Vaccaro, Humberto, “Entrevista a don Raúl López Silva”, op. cit.
366 Bulnes S., Francisco, “Entrevista a Erwin Conn Tesse”, op. cit.
367 Vaccaro, Humberto, “Entrevista a don Raúl López Silva”, op. cit.
368 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Alexander Tavra”, op. cit.
369 Ibid.
373 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Alexander Tavra”, op. cit.
375 Sirven, P.; Terendi, J.; Estrada, E.; Dáttola, D.; Caldarone, E. y
Virasoro, E., “Un éxito a oscuras”, en revista Somos, 27 de octubre de
1978.
376 Ibid.
239
378 “Historial del destructor Williams”, op cit.
382 Baraona, Pablo, et. al., “Entrevista a Hernán Cubillos”, op. cit.
384 Baraona, Pablo, et. al., “Entrevista a Hernán Cubillos”, op. cit.;
Bernstein, Enrique, Recuerdos de un diplomático, Volumen IV, Santiago,
Andrés Bello, 1989, p. 17.
388 Vaccaro, Humberto, “Entrevista a don Raúl López Silva”, op. cit.
391 Bulnes S., Francisco, “Entrevista a Erwin Conn Tesse”, op. cit.
240
392 El relato es confirmado por Ramírez, aunque éste no supo las razones
“ocultas” de Conn. Durante varios años ocultó, con la complicidad de su
tripulación, lo ocurrido. Sólo ahora vino a comentarlo.
395 Ibid.
396 Ibid.
399 López, Raúl, “El conflicto del Beagle...”, op. cit., y Vaccaro,
Humberto, “Entrevista a don Raúl López Silva”, op. cit.
400 Bulnes S., Francisco, “Entrevista a Erwin Conn Tesse”, op. cit.
401 Ibid.
403 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Jorge Martínez Busch”, video
Nº 80, Ibid.
404 Ibid.
241
405 López, Raúl, “El conflicto del Beagle...”, op. cit.
406 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Alexander Tavra”, op. cit.
407 Ibid.
411 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Alexander Tavra”, op. cit.
413 Vaccaro, Humberto, “Entrevista a don Raúl López Silva”, op. cit.
415 Ibid.
242
416 Doña, Ignacia y Reyes, Soledad, “Entrevista a Ramón Undurraga”, op.
cit.
422 Bulnes S., Francisco, “Entrevista a Sergio Sánchez Luna”, op. cit.
429 Ibid.
430 Baraona, Pablo, et. al., “Entrevista a Sergio Fernández”, op. cit.
432 Ibid.
243
433 Ibid.
434 Ibid.
436 Ibid.
437 Ibid.
440 Ibid.
441 Cruz-Johnson, Rigoberto, “La crisis del canal Beagle”, op. cit.
447 “La deuda de Pinochet con Carter”, en revista Qué Pasa, Nº 1.405, 14
de marzo de 1998.
448 Pinto Rojas, Alberto, “La crisis militar entre Chile y Argentina en
244
1978”, op. cit.
449 Los contactos del Gobierno de Estados Unidos con Chile y Argentina
por el tema del Beagle habían comenzado en mayo de 1977, al conocerse
el laudo arbitral. Entonces, el presidente Carter envió una nota a Pinochet
y Videla, en la que señalaba que tenía la esperanza de que ése fuera “el fin
de la historia”. Ver “La deuda de Pinochet con Carter”, op. cit.
451 Ibid.
452 Ibid.
454 Baraona, Pablo, et. al., “Entrevista a Hernán Cubillos”, op. cit.
456 Passarelli, Bruno, El delirio..., op. cit., p. 74. Tapia en su libro dice
que Cubillos habría recibido la invitación en Santiago para la cena, pero
Cubillos confirma que recién se enteró cuando llegó a la embajada en
Buenos Aires. Igual cosa afirma el artículo “Hora Cero” en revista Gente,
op. cit.
457 Jarpa señala en sus memorias que él tuvo que pedir la invitación a la
Cancillería argentina. Cubillos dice que Pastor lo llamó para invitarlo.
458 Passarelli, Bruno, El delirio..., op. cit., p. 75; Baraona, Pablo, et. al.,
“Entrevista a Hernán Cubillos”, op. cit.
245
462 Ibid.
463 Entre ellos, España, que se había ofrecido para tales efectos, y el
secretario general de la ONU, Kurt Waldheim. Videla, Ernesto, “Chile y
Argentina...”, serie 4, op. cit.
465 Los argentinos seguían convencidos de que la Iglesia para Chile no era
una buena alternativa por los problemas que había entre el gobierno de
Pinochet y el cardenal Raúl Silva Henríquez. Baraona, Pablo, et. al.,
“Entrevista a Hernán Cubillos”, op. cit.
468 Ibid.
470 Ibid.
471 Baraona, Pablo, et. al., “Entrevista a Hernán Cubillos”, op. cit.
Passarelli da cuenta de la entrevista, pero argumentando que Pastor fue a la
Casa Rosada para asistir a la presentación de credenciales del nuevo
embajador de República Dominicana en Buenos Aires.
246
cualquier clase que se susciten entre ellas, no deberá realizarse sino por los
medios pacíficos que consagra el Derecho Internacional” (Artículo I).
474 Baraona, Pablo, et. al., “Entrevista a Hernán Cubillos”, op. cit.;
Passarelli, Bruno, El delirio..., op. cit., p. 76.
478 Baraona, Pablo, et. al., “Entrevista a Hernán Cubillos”, op. cit.
479 Dice Videla Cifuentes que Cubillos, luego del llamado de Pastor,
esperó un rato y se dirigió a la Cancillería argentina. “Cuando llegó
encontró a Pastor contento. El presidente le había dado ‘luz verde’ y, por
lo tanto, las delegaciones podían reunirse para redactar el acuerdo. Señala
también que las reuniones entre las delegaciones, que Bernstein dice que
se celebraron en la mañana, se habrían celebrado a partir de la reunión de
Pastor con Cubillos de las 4 de la tarde. Videla, Ernesto, “Chile y
Argentina...”, serie 4, op. cit.
247
al tanto de los aprestos militares argentinos por los informes que le
llegaban del embajador de EE.UU en Buenos Aires, les advirtió a los
representantes argentinos que si tomaban una sola roca, por minúscula que
fuese en la zona del Beagle, los Estados Unidos y sus aliados de la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) los calificarían de
agresores. Passarelli, Bruno, El delirio..., op. cit., p. 105.
487 Ibid.
490 Ibid.
494 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Jorge Martínez Busch”, video
N° 83, op. cit.
496 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Alexander Tavra”, op. cit.
497 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Jorge Martínez Busch”, video
Nº 83, op. cit.
248
498 Arancibia, Patricia, “Entrevista a Caupolicán Cartes”, 6 de febrero de
2004, Archivo Audiovisual CIDOC, cassette Nº 506, Universidad Finis
Terrae. Testimonio inédito.
499 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Alexander Tavra”, op. cit.
500 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Arturo Troncoso”, op. cit.;
Doña, Ignacia y Reyes, Soledad, “Entrevista a Ramón Undurraga”, op. cit.
501 Bulnes S., Francisco, “Entrevista a Sergio Sánchez Luna”, op. cit.
502 Ibid.
503 Ibid.
504 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Alexander Tavra”, op. cit.
505 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Jorge Martínez Busch”, video
Nº 83, op. cit.
508 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Alexander Tavra”, op. cit.
513 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Jorge Martínez Busch”, video
Nº 83, op. cit.
249
516 Doña, Ignacia y Reyes, Soledad, “Entrevista a Ramón Undurraga”, op.
cit.
520 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Nilo Floody”, op. cit.
521 Al respecto, ver el estudio realizado por Díaz, Cesar L.; Jiménez,
Mario J.; Passaro, María M.; Rosello, Juan P.; Vázquez, Cristián R., “Una
guerra que no fue. Los editoriales de La Prensa sobre el conflicto limítrofe
con Chile (1977-1979), presentado en el 3° Congreso de Comunicadores,
Universidad Nacional de La Plata, agosto-septiembre, 2001.
523 Madrid Murúa, Rubén, “La estrategia nacional y militar que planificó
Argentina, en el marco de una estrategia total, para enfrentar el conflicto
con Chile el año 1978”, en Memorial del Ejército de Chile, N° 471,
Santiago, 2003, p. 54 y siguientes. Buena parte de la información que
entregamos aquí sobre el Plan Soberanía proviene de este estudio, por ser
el más acabado y completo que se ha hecho hasta el momento sobre la
materia.
524 Baraona, Pablo, et. al., “Entrevista a Hernán Cubillos”, op. cit.
526 La técnica que usó la Fuerza Aérea israelí fue volar a muy baja altura
250
para evitar ser detectada por los radares. Cuando los pilotos enemigos
corrían a sus aviones y empezaban a calentar los motores, los israelíes
disparaban sus misiles que se guiaban por el calor, impactando a los
aviones en tierra. Esta estrategia, aplicada a Chile, habría tenido resultados
bastante dudosos ya que la FACH estaba al tanto de esas tácticas. En todo
caso, los aviadores chilenos en ningún caso habrían estado en tierra, ya que
desde hacía varios meses sus pilotos practicaban para combate diurno y
nocturno, y es bastante inverosímil que sus aviones hubieran permanecido
en la pista, inactivos, y con sus tripulaciones de brazos cruzados mientras
Armada, Ejército y Carabineros de Chile se batían con los argentinos
durante la noche. Así, claramente lo establece el general Fernando Matthei
en su testimonio citado ya en esta obra.
527 Según le señaló a los autores Nilo Floody, las bajas habrían sido
bastante mayores, por cuanto la relación debería haber sido al menos de 3
a 1, y en algunos sectores de 4 a 1. Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a
Nilo Floody”, op. cit.
530 Baraona, Pablo, et. al., “Entrevista a Hernán Cubillos”, op. cit.
536 Pinto Rojas, Alberto, “La crisis militar entre Chile y Argentina en
1978”, op. cit.
251
537 Passarelli, Bruno, El delirio..., op. cit., p. 106.
541 Ibid.
544 Ibid.
545 Ibid.
546 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Jorge Martínez Busch”, video
Nº 83, op. cit.
252
549 Arancibia, Patricia, “Entrevista a Caupolicán Cartes”, op. cit.
557 Bulnes S., Francisco, “Entrevista a Sergio Sánchez Luna”, op. cit.
558 Ibid.
559 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Alexander Tavra”, op. cit.
562 Bulnes S., Francisco, “Entrevista a Erwin Conn Tesse”, op. cit.
563 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Alexander Tavra”, op. cit.
566 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Alexander Tavra”, op. cit.
253
568 Passarelli, Bruno, El delirio..., op. cit., p. 120.
570 Ibid.
571 Ibid.
573 Bulnes S., Francisco, “Entrevista a Sergio Sánchez Luna”, op. cit.
574 Bulnes S., Francisco, “Entrevista a Erwin Conn Tesse”, op. cit.
577 Cavallo, Ascanio, et. al., La historia oculta...., op. cit., p. 218.
579 Cruz-Johnson, Rigoberto, “La crisis del canal Beagle”, op. cit.
584 Las horas varían ya que los buques zarpan siguiendo un orden. En el
“Historial del Prat” se señala la hora de salida a las 18.30. Pero hay que
suponer que los restantes buques se movieron con posterioridad al buque
insignia.
254
586 Doña, Ignacia y Reyes, Soledad, “Entrevista a Ramón Undurraga”, op.
cit.
587 Cruz-Johnson, Rigoberto, “La crisis del canal Beagle”, op. cit.
590 Ibid.
592 Ibid.
593 Cruz-Johnson, Rigoberto, “La crisis del canal Beagle”, op. cit.
594 Bulnes S., Francisco, “Entrevista a Sergio Sánchez Luna”, op. cit.
596 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Alexander Tavra”, op. cit.
597 Bulnes S., Francisco, “Entrevista a John Howard Balaresque”, op. cit.
602 Baraona, Pablo, et. al., “Entrevista a Hernán Cubillos”, op. cit.
603 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Alexander Tavra”, op. cit.
605 Ibid.
255
607 Videla, Ernesto, “La intervención del papa”, La Segunda, 20 de agosto
de 2004.
614 Ibid.
615 Cruz-Johnson, Rigoberto, “La crisis del canal Beagle”, op. cit.
619 Arancibia, Patricia, et. al., “Entrevista a Jorge Martínez Busch”, video
Nº 83, op. cit.
620 Bulnes S., Francisco, “Entrevista a John Howard Balaresque”, op. cit.
256
257
Índice
Portada 257
Créditos 3
Índice 4
LA ESCUADRA EN ACCIÓN 1978: EL CONFLICTO
CHILE-ARGENTINA VISTO A TRAVÉS DE SUS 2
PROTAGONISTAS
PRESENTACIÓN 6
Primera parte | VIENTOS DE GUERRA 8
En la III Zona Naval 9
El laudo arbitral 13
Tensión en Punta Arenas 18
El incidente en la isla Barnevelt 22
Un precedente: el islote Snipe 25
Comienza el despliegue militar 30
La formación del grupo Octana 31
Llegan los infantes de Marina 33
El almirante López en Buenos Aires 35
Recuperando el tiempo perdido 39
Segunda parte | SE APROXIMA LA TORMENTA 44
¡A prepararse para la guerra! 45
Un diálogo imposible 50
Cumbre en Mendoza 52
El honor de las naciones 59
La Escuadra se prepara 63
Prosigue la batalla diplomática 65
La Escuadra se desplaza 72
Problemas en el norte 77
En Picton 79
A toda marcha 84
Cambios en la cúpula militar argentina 92
258
Tercera parte | VIGILIA DE ARMAS 98
Cambios en Chile 99
La salida de Leigh 105
Gestiones ante el Vaticano 107
Despliegue de fuerzas al TOA 110
Nuevo zarpe al sur 115
Cuarta parte | “MOVIMIENTOS” EN SANTIAGO 135
Fracasan las conversaciones 144
La Escuadra a la guerra 156
Argentina le pone fecha a la guerra 166
Submarino en patrulla de guerra 176
En los fondeaderos de guerra 179
Alerta máxima 187
El día D 201
Notas 209
259