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MARBURY vs.

MADISON

En el año 1801 el presidente Adams (expresidente de EEUU) designó a Marshall


presidente de la Suprema Corte junto con otros jueces entre los que se
encontraba Marbury.

Finalizado el mandato presidencial es sucedido por el presidente, Jefferson


quien designa como secretario de Estado a Madison.

La mayoría de los jueces nombrados durante el gobierno anterior recibieron la


notificación en la que constaba que tenían acceso a sus cargos de jueces. No
obstante otros, entre los que se encontraba Marbury, no recibieron dicha
notificación y decidieron solicitar a Madison que el nombramiento les fuera
notificado para poder acceder al cargo. Al no obtener respuesta de Madison,
Marbury pidió a la Corte que emitiera un “mandamus” por el cual se le ordenara
a Madison que cumpliera con la notificación, basándose en la Sección trece del
Acta Judicial que acordaba a la Corte Suprema competencia originaria para
expedir el “mandamus”.

Marbury tenía derecho al nombramiento que demandaba, teniendo en cuenta


que este había sido firmado por el presidente y sellado por el secretario de
estado durante la presidencia de Adams.

La negativa constituyó una clara violación de ese derecho frente al cual las leyes
de su país brindaban un remedio, emitir un mandamiento.

La constitución de los Estados Unidos establece en su Art. III, la competencia de


la Corte Suprema sólo por apelación, salvo en determinados casos en la que es
originaria, no encontrándose el “mandamus” dentro de estas excepciones, por lo
que se rechazó la petición del demandante, ya que la Corte Suprema no poseía
competencia para emitir mandamientos en competencia originaria.

Esto trajo aparejado un conflicto entre la Constitución y el Acta Judicial, Sección


13 (de rango jerárquico inferior). Marshall resolvió en su sentencia declarar la
inconstitucionalidad del Acta Judicial, por considerar que ampliaba la
competencia de la Corte y contrariaba la Constitución.
Se afirmó el principio de supremacía constitucional.

Se consagró el principio que el poder judicial ejerce el control de


constitucionalidad.

El caso “Marburyvs. Madison “se llevó a cabo en 1803, y hasta ahora sigue
siendo un excepcionalejemplo al estudiar acerca del conflicto entre leyes de
distinta jerarquía y lasupremacía constitucional. Lo que nos llama la atención y
lo que es válido parael análisis, por parte de los que estudiamos esta rama del
Derecho, no es tantolos antecedentes del caso en sí, sino la decisión del juez
Marshall. Noobstante, es válido mencionar los antecedentes. El demandante en
este caso esMarbury, quien solicita a la Corte Suprema un mandato que obligue
al Secretariode Estado actual, Madison, a conferirle el nombramiento de Juez de
Paz, el cualle había sido otorgado durante el mandato del presidente anterior,
John Adams.Este nombramiento constaba por escrito, con el sello de los Estados
Unidos, ycon la firma del Secretario de Estado anterior, John Marshall (juez que
dictala sentencia de este caso); sin embargo, Marbury, no había sido notificado,
niposicionado en su puesto. Al tomar el poder el nuevo presidente Jefferson,
elSecretario de Estado actual (Madison), se negaba a posicionarlo en el
puesto.Ante esto, y con el deseo de reclamar sus derechos, Marbury acude a la
CorteSuprema, ya que la labor de esta es defender los derechos de los
ciudadanos.Este se apega al Judiciary Act de 1789, el cual atribuye a la Corte
Suprema laemisión de mandatos semejantes al que Marbury exigía. La Corte
reconoce elderecho del demandante a reclamar el puesto que le pertenece. Por
otra parte,también reconoce que la ley, a la cual el mandante se remitía para
exigir elmandato, es contraria a las atribuciones que la Constitución le otorga a
laCorte Suprema, en otras palabras, se estableció que esta legislación
esinconstitucional. De este modo se concluyó este caso el 24 de febrero de
1803,se reconoció la supremacía constitucional y el pronunciamiento del juez
fuealineado a los principios establecidos en la misma.

Como ya se estableció antes, lo que nos interesa es elanálisis del fallo. Existen
varios mitos acerca de la parcialidad del juezdebido a intereses personales
involucrados, pero si somos objetivos, nospodemos dar cuenta que el análisis
del juez es irrefutable. Este acoge losprincipios establecidos en la Constitución y
los aplica al caso. LaConstitución recoge el deseo de un pueblo, este ha elegido
a un grupo derepresentantes que plasmarán en un conjunto de normas este
deseo colectivo desuperarse y vivir en comunidad. Es por esto que se le otorga
supremacía antecualquier otro tipo de norma. Cualquier norma que vaya en
contra de lospreceptos constitucionales no debería tener validez alguna, ya que
atentacontra la voluntad del pueblo. El juez cumplió con su deber de priorizar
lanorma constitucional. Sería absurdo que el juez priorice otra norma, ya que
sudeber es remitirse a la constitución como norma suprema, inclusive esto
estácontenido en el juramento que estos hacen a la hora de posesionarse en
sucargo. Si el juez hubiese basado su decisión en el Judiciary Act de
1789,hubiese violado la voluntad soberana e incluso hubiese burlado su
compromisocon el Estado.

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