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Utopía (1516), obra de Tomás Moro –que de hecho, bautiza al concepto tan
utilizado en teoría política–, es la viva expresión del humanismo secularizado propio
del Renacimiento. En este libro se nos describe un fantástico escenario de una isla
lejana donde la sociedad se ha perfeccionado hasta alcanzar la armonía; en dicha
isla, todos sus habitantes han alcanzado la felicidad por medio de la organización, es
un país en el que no existe nada privado, todo es común y por lo que nadie teme
carecer de nada. Sus habitantes son ricos, aunque nada posean. En resumen, el bien
público está por encima del particular.
Pero esta obra no es sólo una mera apología de ese Estado óptimo de la
organización social, ya que como contrapartida de esta descripción de la república
ideal surge también una solapada advertencia acerca de los límites de aplicabilidad
del modelo descrito.
Tomás Moro ha imaginado una comunidad ficticia cuya base son los ideales
filosóficos y políticos del mundo clásico y el cristianismo (en boca de Raphael
Hitlodeo).
No sólo organiza esa ficticia sociedad de manera “política”, sino que también
nos explica con todo lujo de detalles cómo funciona su religión, en qué consiste
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cómo acceder a sus cargos, además, también nos cuenta cómo se relacionan los
habitantes de la isla no sólo entre ellos, sino de cara al exterior. Incluso comenta
cómo se organizan las familias (hasta para comer), qué mentalidad en relación a la
guerra tienen los utopienses, etcétera.
CONTEXTO HISTÓRICO
En 1535 fue enjuiciado por orden del rey Enrique VIII, acusado de alta
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traición por no prestar el juramento antipapista frente al surgimiento de la
Iglesia anglicana, oponerse al divorcio con la reina Catalina de Aragón y no aceptar
el Acta de Supremacía, que declaraba al rey como cabeza de esta nueva Iglesia. Fue
declarado culpable y recibió condena de muerte. Permaneció en prisión en la Torre
de Londres hasta ser decapitado el 6 de julio de ese mismo año. Moro fue
beatificado en 1886 y canonizado en 1935, junto con Juan Fisher, por la Iglesia
católica, que lo considera un santo y mártir. Por su parte, la Iglesia anglicana lo
considera un mártir de la Reforma protestante, incluyéndolo, en 1980, en su lista de
santos y héroes cristianos.
Si en la Inglaterra del siglo XVI los hombres más poderosos y adinerados son
los que menos trabajan, en la república de Utopía todos los individuos deben
desempeñar un trabajo que le sea útil a la comunidad.
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Creo que la última pero no por esto menos importante característica de la
obra en relación al contexto histórico en que fue escrita es el hecho de que ha tenido
la capacidad de trascender a través del tiempo. Utopía es una de esas obras que, por
haber sido escritas por un hombre con sensibilidad social, no dejan nunca de
adaptarse a la experiencia personal de vida de las distintas personas.
TEORÍA POLÍTICA
Hay un debate sobre la sociedad que muestra Moro es una comunista, pues
aunque la obra es una fuerte crítica a la economía de sus días, a la evolución que se
estaba produciendo (movimientos especulativos por los que se alteraba el valor de
los bienes…), Moro defiende que no debe ser agradable compartir en común los
bienes, generando una duda sobre el propósito final del autor.
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¿Cómo alguien que ha sido nombrado por sus virtudes y méritos, puede acabar
convirtiéndose en un tirano? Se deduce que la naturaleza de estos ciudadanos no es
tan impecable como lo describe Tomás Moro. Otra podría ser como afirman no tener
monedas y desdeñan los intercambios comerciales, pagar por algo, prefieren vivir en
colectividad, pero al mismo tiempo, recurren a mercenarios a los que les pagan, o en
caso de guerra, ponen recompensa a las cabezas de los caudillos enemigos, en
definitiva, también necesitan adquirir “bienes o servicios” y de pagar por ellos, algo
que desaprueba y considera un acto cruel propio de una mente baja y cobarde.
Él aboga en defensa del ciudadano, comentando que son los señores los que
los que convierten en malhechores, encarcelándolos o pagándoles con la muerte.
Critica a los que se creen servidores de la República. Al rey, a los caballeros
sirvientes, señores quienes se creen sabios y solo oprimen a los trabajadores con sus
leyes injustas.
Sugiere soluciones enfocadas a evitar los excesos, como no dejar que los
ricos manejen con su monopolio el mercado o combatir la ociosidad que lleva la
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mendicidad creando leyes justas y fuentes de trabajo.
No piensa que el robo no deba escapar del castigo, sino que no es justo ni
legal perder la vida por dinero (por ejemplo, y nuevamente aparece el elemento
religioso, la ley de Moisés es un modelo de castigar el robo sin acudir a la muerte,
devolviendo el dinero robado, restitución), la vida está por encima de todo. El
asesinar a un hombre por dinero no es menos punitorio que el apoderarse de dinero
por hambre. En relación a esta idea, para él deberían ser punibles los actos
inmorales, ya que si de la misma manera los poderosos desoyen el mandato divino
de “no matarás” mediante leyes que contemplen dicho castigo ante el delito, debería
haber constituciones que castiguen los actos inmorales.
Para Moro en aquellas ciudades en las que haya capital privado, no se podrá
gobernarse con justicia y prosperidad, porque la riqueza será para unos pocos
mientras el resto sufrirá miseria, y ejemplifica esta idea en Utopía, donde hay pocas
leyes y gran virtud, lo que genera abundancia porque todo es común. Mientras haya
un solo hombre, dueño absoluto de lo suyo, habrá injusticia y pobreza. En el otro
lado, si hay orden, organización, bien común, trabajo, estudio y buena voluntad,
habrá prosperidad, justicia y paz. En definitiva, no cree que la riqueza privada sea
conveniente.
Piensa que el alma es inmortal y está destinada a ser perfecta, para él la virtud
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es una vida ordenada según la naturaleza, y considera injusto el hecho de que un
hombre trate de impedir a otro que sea feliz (aunque no considere la felicidad un
placer).
Respecto a los esclavos, distingue entre dos tipos, aquellos que lo son debido
a un castigo ejemplar por un crimen cometido y quienes han sido condenados a
muerte por delitos graves en otras ciudades o los que lo eligen por voluntad propia
serlo, debido a la mala situación que vivían en otras ciudades, a estos se los trata de
la misma manera que a los ciudadanos, salvo que deben trabajar más.
En cuanto a los enfermos, él piensa que hay que cuidar de ellos con afecto y
devoción para devolverles la salud, y en enfermedades dolorosas, piensa que los
hombres de autoridad (en Utopía, los sacerdotes y magistrados) deben inducir a los
que las padezcan a no rehusarse a morir y hacerlo por inanición, e incluso en algunas
ocasiones, si uno se suicida como consejo de uno de estos hombres, es digno de ser
sepultado de igual manera.
Para él el matrimonio no debe ser disuelto sólo por la muerte, cree que el
adulterio o las costumbres intolerables pueden ofender a ambas partes, siendo
motivo para divorciarse. Aún así, para él terminar un matrimonio sin alegatos claros
es algo horrible (que en su obra se paga con la esclavitud).
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A pesar de que es partidario de un sistema patriarcal (no habla de magistradas
o de sacerdotes mujeres en ningún momento), las mujeres pueden aprender también
cualquier oficio que deseen e incluso acompañar a sus maridos a la guerra.
Desdeña la violencia hasta el punto que el pueblo idílico que imagina sólo
pelea en defensa propia o en socorro de un pueblo que está siendo oprimido por un
tirano. Se adiestran indiferentemente hombres y mujeres a diario, aunque incluso si
estalla la guerra, intentarán antes pagar mercenarios que mandar a sus soldados a la
guerra. Además, una vez ha empezado la guerra, antes de pelear incluso pondrán
precio a las cabezas de los dirigentes enemigos, para así sembrar la discordia y la
desconfianza ente sus filas, y al mismo tiempo, acabar con la guerra si alguien los
asesina a cambio de la recompensa.
COMPARACIONES
Platón
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La primera semejanza que encontramos es en las estructuras mismas de las
obras, ambas están elaboradas en forma de diálogo y versan sobre la mejor forma de
gobierno con que puede contar una ciudad.
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de cosas indispensables, debido a que todos trabajan y no existen clases ociosas.
Hemos visto que en Kalliopolis la tierra es sólo trabajada por los campesinos,
hombres que por naturaleza han nacido destinados a esta ruda tarea. Creo que Tomás
Moro remite al comunismo primitivo, mientras el “comunismo platónico”, sí es que
cabe esta denominación se remita a la ausencia de propiedad privada entre los
miembros de la clase superior encargada de gobernar la ciudad, con el fin de que
entre ellos no existan egoísmos ni rivalidades y se consagren de lleno al buen
gobierno de la comunidad que dirigen.
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funciones comunes que tienen.
Por último, cabe decir que encontramos una gran distancia entre ambos
pensadores, en cuanto a la concepción del hombre que tienen. Para Platón la misma
naturaleza marca las diferencias entre los hombres. Unos nacen para filosofar y
gobernar y otros para trabajar. El humanista cristiano Tomás Moro considera a los
hombres iguales y libres por naturaleza, con una fuerte inclinación a la grandeza.
Todos nacen para la filosofía y la virtud, aunque no todos lleguen a ella. El ideal de
hombre que Platón plantea para los “guardianes”, Moro lo extiende a todos los
hombres y dice: “Son los utópicos amables, ingeniosos y actos, gustan del reposo
pero, cuando es preciso, soportan bien cualquier esfuerzo físico. Nada les apetece
tanto, sin embargo, como las ocupaciones propias del espíritu”.
Aristóteles
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propicia los cambios en las sociedades y sistemas políticos, se trata de las
revoluciones. Además, considera que lo que mueve a los súbditos a iniciar procesos
revolucionarios es la desigualdad social.
Además, mientras Moro cree que hay que acabar con la institución de la
familia, puesto que considera a la mujer de una naturaleza no igual al hombre, y que
junto a los niños, incapaces de gobernarse ellos solos, necesitan la ayuda de alguien
para hacerlo. Hay que decir también que Moro no considera a las mujeres de
naturaleza distinta a los hombres, ni las releva a un segundo plano.
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Algo que sí tienen ambos en común, es que consideran que el gobernante
necesita el consentimiento de los gobernados para gobernarlos, si no lo tienen, será
un déspota. Además, aunque Moro no considere a la ley como el elemento central, sí
la considera como la razón desprovista de pasiones, y cree que éstas deben estar
fundamentadas, no pueden ser el mero capricho del gobernante de turno.
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medio, si esta existe, habrá desigualdades, gente con castillos y gente sin un
mendrugo de pan para poder llevarse a la boca, y por tanto, cree que hay que
eliminarla.
Agustín de Hipona
Él cree que todo hombre se encuentra dañado por el pecado original, de modo
que el cristiano o buen hombre que busque la bondad siempre vivirá como peregrino
en la tierra, es una búsqueda continúa de la perfección, ya que al estar marcados por
el pecado original, nunca termina, nunca la conseguimos.
Esta idea poco tiene que ver con la sociedad que nos muestra Moro, en la que
todos los hombres han alcanzado el máximo nivel de bienestar, son felices y viven
un clima de ayuda mutua y buena voluntad. En mi opinión, Moro no pensaba que el
hombre estuviera marcado por el pecado original, y en su obra plasma como cree
que se pueden llegar a unos niveles de bondad por parte de los individuos más que
satisfactorios.
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sociedad. Agustín argumenta que la naturaleza en sí es un bien, que el mal no es
natural, sino que el mal es la corrupción de la naturaleza, y por tanto, hay que
respetar las leyes de la naturaleza. Es decir, el fundamento de todo ser, ya esté
corrompido o no, es la paz.
Aunque Moro no piense, o por lo menos no lo afirma en sus obras, que la paz
es aquello que todos los hombres buscan, está claro que su mentalidad es pacifista y
tiene dicho concepto en un pedestal, pues los habitantes de su isla ideal desdeñan la
guerra hasta el punto de que si entran en guerra, antes de pelear ponen precio a la
cabeza de los líderes enemigos, y si deben llegar a las manos, contratarán
mercenarios antes que hacer que mueran sus ciudadanos.
Desde el punto de vista del individuo, Agustín piensa que la paz de su alma
racional, entendida como el orden armónico entre pensamiento y acción se consigue
mediante la ayuda de Dios, quien establece que hay que amarle a él y al prójimo
como fundamento del orden, de la paz individual. Esto hace iguales a los hombres
ante Dios, de manera que deja de ser un derecho natural el dominio de un hombre
sobre otro, por eso, Agustín es muy crítico con la esclavitud.
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Esta parte del pensamiento de Agustín me parece que puede resultar confuso
si se intenta ligar demasiado con el de Moro, y es que a mi parecer, aunque Moro
piensa que la institución de la familia deba ser eliminada, no lo quiere hacer para
ensalzar al individuo y reafirmarlo como base del sistema, sino para crear una
colectividad, una comunidad en la que no haya barreras entre sus miembros, ni de
parentesco, y es esa misma colectividad (no el individuo), el fundamento básico de
su Estado, de su sociedad.
Por último, cabe mencionar que para Agustín no hay verdadera justicia si ésta
no se dedica a Dios, por tanto, aquellos Estados que no son cristianos dejan de ser
legítimos porque no se rigen por la justicia. Es más que evidente que esta idea
entronca con el pensamiento de Moro, pues para él las leyes, la justicia, no tienen
nada que ver con la religión, no se plantea que los tribunales estén al servicio de la
religión cristiana.
Marsilio de Padua
Entre sus obras más notables, destaca Defensor Pacis (Defensor de la Paz)
publicada en 1324. Él cree que podemos distinguir dos formas de conocimiento:
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lo verdadero, según la razón, y lo verdadero, según fe, las dos pueden ser
ciertas, pero son distintas y conservan su autonomía, con esta idea dejaba de
importar la armonía entre filosofía antigua y el pensamiento cristiano.
Desde mi punto de vista, Moro habría sido un claro detractor de esta idea,
pues en su obra Utopía se muestra totalmente convencido de sus ideas, tanto a favor
como en contra, no deja lugar para la ambigüedad ni se entromete en sus
planteamientos su religión. Por ejemplo, al considerar injusto que unos pocos se
beneficien del trabajo hecho por una comunidad no ve término medio o algún matiz.
El Defensor de la Paz no es otra cosa que una defensa del poder autónomo
del emperador frente al papado. Su objetivo es acabar con las contiendas y difundir
la paz, pues sólo con ello es posible conseguir la paz. Se trata de vivir bien, de
perseguir los bienes naturales de la comunidad, no los supra naturales. Afirma
también que no todos los pueblos han tenido sacerdotes o religión, y que algunos
han tenido sólo como medio de control social.
Para Marsilio de Padua, las mejores formas de gobierno son las fórmulas
templadas, el término medio (cómo Aristóteles), defiende la monarquía sujeta a
leyes. Además, entiende que cualquier hombre racional es capaz de conocer la
razón, asi que cualquiera puede ser legislador.
Este planteamiento me parece que entronca bastante con las ideas de Moro, y
es que no me parece que para nada en Utopía se nos muestre el justo equilibrio, se
nos enseña una sociedad radicalmente diferente a la que vive Moro, por tanto sus
ideas colectivistas son más radicales que muestras de templanza. En cambio, no sé
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si Moro pensaría así, pero su obra me da a entender que cualquiera que haya
demostrado sus cualidades y virtudes, y haya sido propuesto y escogido como
Príncipe, puede ostentar dicho cargo, así que de alguna manera pueden tener cierto
parecido estos planteamientos.
Por último comentaremos esta última idea de Marsilio, que algo tiene que ver
con lo que propone Moro. Está claro que en Utopía no son los ciudadanos los que
hacen las leyes, pero sí que dotan de cierta legitimidad democrática al Príncipe y a
los traniboros, y de una legitimidad total a los sifograntes, escogidos anualmente,
eso sí, aunque que el Príncipe sea sospechoso de intentar gobernar mediante la
tiranía sea el único motivo para cesarlo de su cargo (trasgrede la ley de alguna
manera, como lo que dice Marsilio), los utopienses no tienen la capacidad para
escoger de qué manera quieren ser gobernados, si quieren una monarquía, una
república, una oligarquía, etcétera.
Erasmo de Rotterdam
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Con dieciocho años de edad entró en el monasterio de Emmaus de Steyn
(cerca de Gouda) de los Canónigos Regulares de San Agustín, monasterio que
participaba igualmente de la espiritualidad de la devotio moderna. En 1488 hizo la
profesión religiosa y cuatro años después fue ordenado sacerdote. Hacia 1495,
estudió teología en la Universidad de París, institución que en ese momento se
encontraba viviendo con gran fuerza el Renacimiento de la cultura de Grecia y
Roma. Posiblemente en esta etapa se encuentren los comienzos del pensamiento
humanista de Erasmo, que convirtieron al joven en un pensador libre y profesor de
ideas independientes.
Ambos creen también que el hombre debe tener una buena moral y
comportarse con rectitud.
Nos encontramos nuevamente con otro similitud más con Tomás Moro, y es
que aunque la importancia que le da Moro al conocimiento, al estudio y al
aprendizaje no es con motivo religioso, como Rotterdam, es cierto que se le da, pues
de los utopienses más letrados, que más bien hayan aprovechado el tiempo
estudiando en sus ratos libres, se escoge a los futuros clérigos, y no sólo a los
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hombres de dios, sino que también al mismísimo príncipe.
Para Erasmo la moral cristiana debe ser la norma que guíe todas las acciones
humanas, incluidas las de los gobernantes, algo que está en contraposición a la
sociedad más secularizada que propone Moro, en la que la norma social no es la
religión.
Nicolás Maquiavelo
Entre 1494 y 1512 estuvo a cargo de una oficina pública y visitó varias cortes
en Francia, Alemania y otras ciudades-estado italianas en misiones diplomáticas. En
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1512 fue encarcelado por un breve periodo en Florencia, y después fue exiliado y
despachado a San Casciano. Murió en Florencia en 1527 y fue sepultado en la Santa
Cruz.
Son dos autores de origen europeo, que vivieron en la misma época (fueron
parte importante del Renacimiento y estudiaron a profundidad a los filósofos de las
civilizaciones antiguas). Revelan por una parte la dimensión pragmática y otra la
visión idealista en sus reflexiones sobre la guerra, los ejércitos y los soldados.Ambos
pensadores explican en qué medidas se dan estas dimensiones, de acuerdo a su
filosofía y entorno político y sus creencias
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naves extranjeras que quisieran entrar furtivamente y sin la ayuda de no de lo
isla. Al mismo tiempo, Maquiavelo, en el capítulo XIV de su obra El Príncipe, sobre
las ventajas del arte de la guerra, nos habla directamente de las ventajas de conocer
el terreno del principado en caso de guerra
Siguiendo con la descripción de la isla, Moro nos cuenta como las diferentes
ciudades de la isla están construidas siguiendo un mismo modelo en lo que respecta
a leyes e idioma común, al mismo tiempo que Maquiavelo, en el capítulo III de su
obra os habla sobre los principados mixtos, los que no son principados nuevos en
todo sino que se unen al del príncipe, nos dice que si son de la misma provincia y
hablan una misma lengua es siempre mejor que si son en otra provincia y la lengua
es diferente, con lo cual nacen grandes dificultades y es necesario tener mucha
suerte y habilidad para retenerlas.
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que huyen de los peligros y están ansiosos de ganancias...”.
Nos encontramos con dos perspectivas, por una parte la de Maquiavelo, que
se fundamenta en la maldad de los hombres, y por otra parte de la de Moro, que se
fundamenta en la bondad de los hombres. Para Maquiavelo el Gobierno se
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fundamenta y parte de las decisiones que tome El Príncipe, mientras que en Utopía
este parte de todos los ciudadanos y consejeros, aunque en última instancia la
decisión final corresponda al príncipe. En el Gobierno del primero se parte de las
diferencias sociales y económicas, mientras que en el segundo no hay una diferencia
real, sino una igualdad en todos los ámbitos de la sociedad (sexo, economía,
cultura…), igualdad que además se fundamenta como la base misma de la sociedad.
Como conclusión, podemos observar como cada uno de estos dos autores se
posiciones en uno de los dos extremos respecto al otro. Hay que entender la
propuesta de Moro como un fin al que las personas deben prestar atención, como un
catálogo de máximas al que atender. Sin embargo, un gobierno así podría llegar a ser
odiosamente angelical, en la medida en que tienes la obligación de ser libre y
virtuoso. Por otro lado, tampoco hay que confundir el pensamiento de Maquiavelo
con el significado del adjetivo maquiavélico. No se trata sobre que el fin justifica los
medios, sino que en circunstancias especiales, donde la política no se puede aplicar,
es preciso realizar acciones especiales para que el desorden vuelva a su cauce. Ni tan
buenos ni tan malos, quizás el equilibrio sería el término medio entre estos dos. Sin
embargo, ¿cuáles son los criterios que determinan ese término medio?
Francis Bacon
Bacon escribe también una utopía, Nueva Atlántida. En ella nos cuenta como
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él y más gente naufragan y acaban perdidos en una isla cerca de Perú, Bensalem.
En ambas sociedades prima el interés general por encima del particular, han
conseguido establecer una amplia serie de normas rigurosas e inalienables, normas
que consiguen garantizar el correcto funcionamiento de la sociedad y son respetadas.
Además, en ambas islas existe cierta distancia al tratar con el extranjero, pues
este es un foco de corrupción con respecto a los ciudadanos presentes. En Bensalem,
del mismo modo que en Utopía, se necesita también permiso para atravesar sus
fronteras nacionales (aunque no es un delito tan grave como en el caso de Moro, que
se paga con la esclavitud). Ambas sociedades están aisladas del mundo, tanto en su
forma de Gobernar como en territorio, el resto del mundo, además, no tiene idea
sobre la existencia de estas sociedades.
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importantes. En primer lugar, mientras que la institución de la familia es abolida por
Moro, en Bensalem el matrimonio y la familia son la base de la sociedad, y los lazos
familiares se celebran en fiestas subvencionadas por el Estado.
Tommaso Campanella
Del mismo modo que con Moro, nos encontramos con un diálogo que sirve
para contar la historia. Además, la defensa tiene la misma importancia, pues los
muros ayudan a preservar la pureza de la ciudad no sólo de los enemigos, sino
también de las influencias extranjeras (consideradas como bárbaras). Lo mismo pasa
con Moro, los utopienses consideran salvajes a casi todo el mundo, incluso a sus
propios vecinos más cercanos a los que utilizan como mercenarios.
En ambas obras nos encontramos con una adaptación funcional: todo debe
ser útil, no hay ociosos en la población; cada uno se convierte en una parte esencial
y funcional del conjunto.
Aquí nos encontramos con una clara diferencia con Moro, y es que mientras
en la isla de Utopía gobierna un Príncipe electo por unos magistrados (que han sido
escogidos más o menos democráticamente), y que goza del consejo y ayuda de los
magistrados y sacerdotes para reinar, en el caso de Campanella, nos encontramos
con cuatro dirigentes escogidos por sus conocimientos (una clara reminiscencia del
filósofo-rey de Platón).
Otra diferencia podría ser como mientras que los habitantes de Utopía viven
vestidos con harapos, con lo mínimo, en la ciudad de Campanella la indumentaria
tiene un valor simbólico (durante el día llevan colores blancos, por la noche y fuera
de la ciudad sedas rojas, y desdeñan el negro como el color más odiado). Entronca
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también la concepción de Moro de ciudad-refugio (contra los enemigos, las
desigualdades y el propio tiempo) con la de ciudad-madre, que nutre y abriga a sus
habitantes (las murallas de la misma contienen todo el saber del mundo, aprenden el
lenguaje de manera práctica, reciben instrucción rodeados de frescos que cuentan
historias que ilustran todos los sectores del conocimiento).
Thomas Hobbes
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Thomas Hobbes (5 de abril de 1588 – Derbyshire, 4 de diciembre de 1679),
fue un filósofo inglés considerado uno de los fundadores de la filosofía política
moderna. Su obra más conocida es el Leviatán (1651), donde sentó las bases de la
teoría contractualista, de gran influencia en el desarrollo de la filosofía política
occidental. Además de en el ámbito filosófico, trabajó en otros campos del
conocimiento como la historia, la ética, la teología, la geometría o la física. Vivió las
guerras de religión, pero en Gran Bretaña, y busca una respuesta de solución a las
mismas.
Esta parte del pensamiento de Hobbes puede ligarse con gran facilidad con el
de Moro. Como ya hemos comentado, para Moro la propiedad privada es el origen
de todos los males, es lo que produce envidia, robos, asesinato, etcétera. Hobbes
admite esto, que el egoísmo del ser humano es el que avoca a la competencia, y la
competencia es lo que genera la guerra entre los individuos.
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que hace lógico el contrato social, que consiste en la cesión de todos los poderes y
derechos de individuo, en manos del Leviatán (del soberano del Estado), quien a
partir de ese momento debe garantizar la paz. Por ello, el soberano determinará el
comportamiento de los individuos a través de las leyes.
Algo en lo que si difiere de moro es que Hobbes afirmó que para los
individuos, igual que para las partículas, no existe un criterio de justicia o de
injusticia por encima de ellos, es decir, para cada individuo lo justo y lo injusto es
diferente. Se dan criterios individuales.
En Utopía sabemos que por lo menos hay ciertos conceptos que son iguales
para todos los habitantes de la isla, ya que se nos dice, por ejemplo, que uno de los
pocos motivos por los que empezarían una guerra es liberar a un pueblo de una
tiranía, de un sistema injusto, de modo que todo su ejército, magistrado, o por lo
menos un grupo bastante grande de habitantes de la isla, compartirán ese criterio.
John Locke
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octubre de 1704) fue un filósofo y médico inglés, considerado como uno de los más
influyentes pensadores del empirismo inglés, y conocido como el «Padre del
Liberalismo Clásico». Fue uno de los primeros empiristas británicos. Influido por las
ideas de Francis Bacon, realizó una importante contribución a la teoría del contrato
social. Su trabajo afectó en gran medida el desarrollo de la epistemología y la
filosofía política. Sus escritos influyeron en Voltaire y Rousseau, pensadores de la
Ilustración escocesa, así como los revolucionarios estadounidenses. Sus
contribuciones al republicanismo clásico y la teoría liberal se reflejan en la
Declaración de Independencia de los Estados Unidos y la Declaración de Derechos
de 1689.
Poco o nada tiene que ver con la idea de Moro de precisamente eliminar la
propiedad privada, pero además, el planteamiento de Locke no tiene cabida en la
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sociedad de Moro, pues cada año la mitad de los ciudadanos del campo se mueven a
la ciudad, y viceversa, y además, cambian de casa cada diez años; es decir, todos
acaban trabajando tierra anteriormente arada por otro; todo es de todos.
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que obligue a que se cumplan las leyes.
Por último, cabe mencionar una última similitud, y es que Locke habla del
derecho de revolución frente al tirano (entendiendo tirano como aquel que no respeta
los derechos naturales, que se extralimita y abusa de su poder, que no cumple con lo
pactado…), algo muy similar, a como ya hemos comentado, uno de los pocos
motivos de los utopienses para guerrear, y es el liberar a un pueblo de una tiranía.
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nada, pensando en tonterías o perdiendo el tiempo, el derecho a la pereza.
La defensa del débil y la mala imagen de las élites es algo que a día de hoy
comparte gran parte de la gente. Muchas Constituciones, leyes, el propio Estado del
Bienestar, están pensados para socorrer a quien no tiene. No es menos ciertos que
los escándalos en los que se ven involucrados los poderosos (por ejemplo, los más
recientes de la familia real española) dan crédito de que por desgracia Moro no se
engañaba metiendo a la mayoría de señores en el mismo saco, y para más desgracia
aún, esas etiquetas siguen quedándoles igual de bien a gran parte de ellos.
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Por último, cabe mencionar que su idea de tolerancia religiosa es
exactamente la misma que tenemos hoy; nadie debe ser perseguido por sus
creencias, y, que aunque deja en mejor lugar a la mujer que la mayoría de los
pensadores coetáneos a él o anteriores, su idea de la mujer no sería aceptada hoy en
día, pues está más que claro que se está luchando por conseguir una igualdad real y
no lo que propone Moro, donde la mujer sigue aún relevada a un segundo plano en
la mayoría de ámbitos.
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