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LAS GARANTÍAS JUDICIALES

ANTECEDENTE
En una reseña historicista, la Revista del Poder Judicial número cuarenta de
noviembre del dos mil ocho, ilustra, que en el Congreso celebrado por el Instituto
Iberoamericano de Derecho Procesal en Rio de Janeiro, Brasil, en 1988, aprobó el
anteproyecto del Código Procesal Civil Modelo, cuya idea inicial se desarrolló en la
IV Jornadas celebradas en Venezuela en 1967, que continuo con la V Jornada en
Colombia en 1970, en la VII Jornada llevada a cabo en Guatemala en 1981 y en
las VIII, celebrada en Ecuador en 1982. Es inconcuso que la pauta seguida por
nuestro Ante Proyecto del Código Procesal Civil nuestro, se inspira y ve con cierto
afecto dicho modelo implementado con mucho éxito en el país latinoamericano de
Uruguay. Por lo que Nicaragua por medio de la Suprema Corte de Justicia, dio
inicio, al proceso de divulgación del Proyecto de Reforma del código de
Procedimiento Civil, que ahora me ocuparé de sus principios de origen
constitucional.

OBJETIVO
Valorar el grado de proximidad real de los principios procesal es de
naturaleza constitucionales de acuerdo al proyecto de reforma del código
procesal civil.
Analizar si se corresponden a una necesidad de alistamiento por catálogo y
elevarlos a la categoría de naturaleza constitucional, para diferenciarlos de otros
principios que son estrictamente de carácter procesales.

JUSTIFICACION
Despajar la duda de la noble y buena intención que tiene el proyecto de reforma
del código procesal civil de Nicaragua, de acuerdo a los principios de origen
constitucional de acuerdo a un planteamiento de una modernización del sistema
de judicialización en las causas civiles y demás ciencias del derecho sustantivo
que se vinculan a ésta, ya por su carácter supletorio, ora por la integración
armonizadora de posibilitar con miras de resolver los conflictos conforme al prototipo
del debido proceso que ofrece el nuevo proyecto de reforma del código procesal
civil. Es responsabilidad del Estado de la República de Nicaragua y sus
instituciones democráticas, acoplar este nuevo modelo de hacer justicia con
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nuestra realidad económica, social y política. Y como particular obligación


ciudadana, me corresponde un compromiso con ese noble trabajo de que sea
efectivamente funcional. Los principios procesales inspirados de nuestra
constitución política, han de constituir la esperanza que se han visto
parcialmente mejoradas en materia penal. Modernizar el universo civil, representa
cierta complejidad no en los niveles de política legislativa, si, mas bien su régimen
de aplicación a la comunidad.

PLANTE AMIENTO DEL PROBLEMA

Los principios de naturaleza constitucionales que ahora incorpora el proyecto de


reforma al código procesal civil, no deben de quedarse como cultura privilegiada
y reducida a hermeneutas jurídicos. Por parte del Estado, tiene que implementar
una campaña muy amplia de difusión de ésta modernización de la justicia civil y
mercantil, para que el pueblo lo conciba como la extensión mediata de las garantías
constitucionales. Es preciso que estos principios de naturaleza constitucional se
conformen en categorías que pudiesen acudir a la jurisdicción, y participen de la
misma siendo una significativa contribución al reconocimiento de derechos
fundamentales dentro de la jurisdicción ordinaria. Ignorar su existencia,
prácticamente es no haber comprendido la evolución del derecho procesal civil y
el de su proceso normativo garantista.

EL DEBIDO PROCESO

IV.-1: El termino principio.- 2º- Tendencia del proyecto de reforma del código
de procedimiento civil.- 3 º .- El debido proceso.- 4.- Principios procesales de
naturaleza constitucional en el proyecto de reforma del código de procedimiento
civil.- 4º.- Conclusiones.-

1.- El término principio: por generalidad corresponde referirse a la fundación


axiológica de un determinado ordenamiento jurídico, los que a su vez, posibilitan
que las instituciones del derecho procesal permitan que la justicia se redimensione
en su derrotero y constituya un todo armónico con los preceptos constitucionales. La
voz que se hace manifiesto por el Profesor de la Universidad Venezolana de Zulia,
Héctor Ramón Peñaranda Quintero, nos recrea un universo paradigmático relativo a
la temática que nos ocupa y nos expresa: “Es cierto que todo principio procesal tiene
un amplio dominio sobre el desenvolvimiento del proceso, pero el radio de
acción de los principios axiológicos toca aspectos esenciales a la existencia y
validez de la relación jurídica procesal y su influjo es trascendente y general
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sobre el proceso. Estos principios regulan de manera persistente a la actividad


de los sujetos procesales y con mayor o menor grado la vida del proceso, para
garantizar a las partes resultados cada vez más justos aún cuando no les sean
favorecedores” Esta colaboración permitida por el Catedrático de Zulia, nos deja
replanteado la conjugación que ha de guardar estos principios procesales de
naturaleza constitucional con la verdadera y autentica norma del que fluye como
fuente por antonomasia el principio de legalidad y el debido proceso, según lo que
dimana de nuestra constitución en el Arto.160Cn.

2º.- Tendencia del proyecto de reforma del código de procedimiento civil. El


desarrollo de toda sociedad moderna, imperativamente ha de evaluarse por el
ajustamiento sistemático de su ordenamiento jurídico con la dinámica y
comportamiento internacional. Pues, la idea de frontera entre los países cada
día se difumina, tomando una elevada estatura la idea de una aldea global y
consecuentemente la de una ciudadanía supranacional y comunitaria. No es del
todo lejana esa idea en nuestro territorio americano, si ya contamos
con tratado centroamericano de comercio con otros países del mismo
continente; así como también la eliminación de trabas en el sistema aduanero,
entre otras y no olvidando, lo referido al G-4, que hace alusión a la internación a
los países centroamericanos, a excepción de país del Sur, Costa Rica, sin los
visados, bastando la cedula de identidad ciudadana. Pasos necesarios que a su
vez son exigidos por otras naciones que pretenden establecer relaciones comerciales
asegurándose comprender a su interlocutor y hacerse entender bajo de un solo haz
normativo; ante ese futuro no muy lejano, nuestro ordenamiento jurídico debe
abrirse al concierto de la problemática que se en caminada a una globalización, por
lo que se ha de ofrecer un concierto de normas a una sociedad cada vez mas
dinámica y compleja, en la que inclusive resulta una complejidad avistar soluciones
de conjunto para sus múltiples exigencias.

3º.-EL DEBIDO PROCESO en el actual código procesal civil vigente y su


transición.- Podemos asegurar categóricamente que el legislador de mil
novecientos seis, compiló no como principio rectores del proceso civil en su
sentido axiológico propiamente manifiesto y de semántica expresa, lo que
actualmente se conocen como principio procesales y de naturaleza
constitucional, que más adelante se comentará como finalidad teleológica de este
breviario. Más bien ha sido el bregar jurisprudencial por la suprema corte, que ha
perfilado criterios interpretativos estableciéndolo como derroteros jurídicos
procesales, los artículos 443Pr., Arto.193Pr. Por su parte el Arto. 443Pr., nos
indique lo siguiente: “Los jueces y tribunales no pueden en ningún caso dejar de
resolver a las partes sus pretensiones. Cuando a juicio de ellos no haya ley que prevea
el caso o duden acerca de la aplicación del derecho, observarán las siguientes reglas:
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1.- Aplicarán lo que esté previsto en la Legislación para casos semejantes o


análogos. 2.- A falta de esto, se estará a la doctrina legal admitida por la jurisprudencia
de los tribunales. 3.- En defecto de las dos reglas precedentes, se resolverá la
cuestión por los principios generales del derecho o por lo que dicte la razón natural.

4.- En último extremo, se aplicará la opinión sostenida por los intérpretes o expositores
del derecho o por lo que se disponga en legislaciones análogas extranjeras,
inclinándose siempre en favor de las opiniones más autorizadas”. Asimismo, el
artículo 193 Pr. estipula que: “Los Tribunales o Jueces no podrán ejercer su
ministerio sino a petición de parte, salvo los casos en que la ley los faculte para
proceder de oficio. Reclamada su intervención en forma legal y en negocios de su
competencia, no podrán excusarse de ejercer su autoridad ni aún por falta de ley que
resuelva la contienda sometida a su decisión”. También el Código Civil en el Título
Preliminar en el acápite III sobre la interpretación de la Ley, párrafo 17 expone: “Si una
cuestión no puede resolverse, ni por las palabras, ni por el espíritu de la ley, se
atenderá a los principios de leyes análogas; y si aún la cuestión fuere dudosa, se
resolverá por los principios generales del derecho, teniendo en consideración las
circunstancias del caso”. Sin embargo, aseguramos no por el hecho de no estar
consagrados taxativamente en disposiciones como elenco, si han tamizado las
relaciones jurídicas en la vía jurisdiccional entre las partes, no con la dinámica que
actualmente exige una sociedad moderna. Pero con el tiempo, si se ha visto,
precisamente este empuje que dinamiza las controversias, se ha visto influida desde
1948, año en que se publicó la “Declaración Universal de los Derechos
Humanos”, la cual establece en su Artículo 8: que "toda persona tiene derecho a
un Recurso efectivo ante los tribunales nacionales competentes que le amparen
contra actos que violen sus derechos fundamentales, fijándose de esta forma
como garantía más idónea aquella que supone un Órgano Jurisdiccional. Así está
concordado con el Arto. XVIII de la Declaración Americana de los Derechos y
deberes del Hombre(Declaración Americana); En el Arto.14 del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos(PIDCP); Auxilia también, el Arto.8 relativo a las
garantías judiciales, en la Convención Americana sobre Derechos
Humanos(Convención Americana); de igual manera Los Principios Básicos
relativo a la independencia de la judicatura Adoptados por el Séptimo
Congreso de las Naciones Unidas sobre prevención del delito y tratamiento del
delincuente, celebrado en Milán del 26 de agosto al 6 de septiembre de 1985, y
aprobados por la Asamblea General en sus resoluciones 40/32 del 29 de noviembre
de 1985 y 40/146 del 13 de diciembre de 1985. Se reconoce la influencia que se
sigue con el modelo diseñado por la más calificada doctrina procesal
iberoamericana que, en el marco del Instituto Iberoamericano de Derecho
Procesal, elaboró luego de décadas de estudios y debates, el Anteproyecto de
Código Procesal Civil Modelo para Iberoamérica (Código Modelo), del cual el
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Código General del Proceso (CGP) uruguayo toma los aspectos medulares.

4º.- Principios procesales de naturaleza constitucionales en el proyecto de


reforma al código de procedimiento civil: El profesor Eduardo Couture ha dejado
de manera pétrea un pensamiento que ilustra la sana y buena intensiones de los
codificadores que han hecho penetrar al proyecto de reforma del código procesa
civil, garantías de orden constitucional, de ahí la imperativa invocación a este
elemental enunciado que no solo está arraigado como una visión doctrinaria, sino
como una determinación paradigmática a nuestros propósitos, la que dice: “Que
de la constitución a la ley no debe mediar sino un proceso de desenvolvimiento
sistemático. No solo la ley procesal debe ser intérprete de los principios de la
constitución, sino que su régimen del proceso, y en especial de la acción, la
defensa y la sentencia, solo pueden ser instituidas por la ley” Cabria la posibilidad
de considerar en un espíritu garantista, que la Constitución Política, pretenda
sustituir leyes ordinarias, en virtud de estos principios de naturaleza constitucional
que operan a nivel de un sistema de fuentes del derecho en el nuevo sistema
jurídico de orden procesal civil; por lo que éste planteamiento, resulta de un espíritu
de renovación y también de oportunidad a la justicia. Es así, que los miembros de
la comisión redactora del proyecto de reforma del código procesal civil, siendo
una de ella, su coordinadora Doctora Ligia Molina Arguello, expuso en el primer
congreso Nacional e Internacional de Derecho Procesal Civil de Nicaragua realizado
en el Hotel Camino Real- Managua, los días 26,27 y 28 de Noviembre de 2008, lo
siguiente: “Se adoptan quince principios que constituyen líneas directrices
fundamentales, tendientes a orientar la actuación de las partes y de los tribunales
en el proceso. Cinco principios son de naturaleza constitucional y diez de
carácter procesal. Acogemos la propuesta del Código modelo Iberoamericano
que los incorpora al inicio del texto por considerar que si bien el principio del
debido proceso teóricamente comprende todas las garantías constitucionales
consignadas en los Artículos del 25 al 38 de la Constitución Política de Nicaragua
y en los artículos uno al veinte de la Ley Orgánica del Poder Judicial, es
preferible recogerlos en el Código a efecto de que el funcionario judicial los
tenga presentes cuando tramite o resuelva una causa.” Este comité redactor o
codificador, ha dejado estatuido en el proyecto de reforma del código procesal civil,
los siguientes: Principio de tutela judicial efectiva (Art. 7Proyecto) Este comité
lo define: “como el derecho que toda persona tiene de obtener de los juzgados y
tribunales civiles - siempre que concurran todos los presupuestos procesales
establecidos en el Código - una sentencia debidamente razonada y motivada, en
la que se resuelve las pretensiones que han sido objeto de debate entre las
partes y el cumplimiento de lo resuelto” Está comprendido, como principio de
naturaleza constitucional, el de ser juzgado por un juez predeterminado por la
ley. Asegura este comité que este principio, “es de un contenido esencial
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consagrado en los artículos 33 y 34 de nuestra Constitución Política, que


prescribe la prohibición de establecer "Tribunales de excepción" para el
conocimiento de un determinado asunto. Como consecuencia adicional se
establece el requisito de que todos los órganos jurisdiccionales sean creados y
constituidos con anterioridad al hecho que motiva el proceso, en virtud de una ley
que les confiere jurisdicción y competencia y que establezca los requisitos
mínimos que garanticen su autonomía e independencia.” Un tercer principio de
esa rango que han incorporado al proyecto de reforma del código procesal civil, es
el que ha denominado: El principio de contradicción, defensa e imparcialidad.
Con relación a este principio, el comité lo desarrolla exponiéndolo de la siguiente
manera, “que los juzgados y tribunales deben garantizar la igualdad procesal entre
las partes, de manera que la parte demandada tendrá siempre el derecho a
conocer la pretensión del actor a fin de poder contestarla con eficacia. Al actor
y al demandado se les debe garantizar el derecho a acceder a los medios
probatorios previstos en la ley, aportadas por el contrario y a pedir que se
cumpla con el principio de legalidad en la práctica de dicha prueba y por el derecho
de defensa se exige tener que llamar al proceso a toda persona legitimada para
ello, a fin de tenerla como parte en todo el procedimiento, sin que pueda dictarse
una resolución sin haberla oído, salvo en el caso que, llamada una persona al
proceso, no comparezca voluntariamente.”

Un cuarto principio de naturaleza constitucional agregado al proyecto de reforma


del código procesal civil, se ha considerado: El principio de igualdad, mismo que
lo han precisado como “ el reconocer por ejemplo el derecho a usar la propia
lengua y a ser auxiliado por un intérprete en el caso de personas pertenecientes a
nuestras comunidades Autónomas de la Costa Atlántica o de otras comunidades
étnicas del país, basado también en el reconocimiento al derecho fundamental de
la identidad cultural regulado en el anteproyecto en el Arto. 130 y derivado a su
vez de los artículos 27 y 34.6 de nuestra Constitución entre otros. Incluyen como
otro principio de naturaleza constitucional: El principio de imparcialidad se recoge
en el Arto. 10.2, que establece para Jueces, Magistrados la obligación de dictar
sus resoluciones con absoluta sujeción este principio y a intervenir con absoluta
imparcialidad en todo proceso sometido a su conocimiento en consecuencia tienen
el deber de abstenerse sin esperar a que se les recuse si concurre en ellos alguna
de las causas de abstención o recusación determinadas en el anteproyecto.
Asimismo, se introduce dentro de la lista de principios de contenido constitucional:
el principio del Debido Proceso(Arto.12Proyecto) y observancia que han de
guardar “los jueces y tribunales en todas sus actuaciones a fin de asegurar la
efectiva vigencia de los derechos individuales reconocidos por la Constitución
Política. Este principio teóricamente comprende varios derechos – derecho a
recurrir a la justicia, derecho obtener la tutela jurídica efectiva, derecho a un
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procedimiento legal previamente instituido, oportunidad de ser oído, derecho a la


defensa, derecho a producir pruebas, derecho a obtener sentencia fundada dentro
de un término prudencial, exigencia de del proceso y a la publicidad del proceso
reconocido asimismo en el articulo 34 Cn.” Este comité va más allá y agrega al
proyecto de reforma del código de procedimiento civil, el principio de publicidad
y se lo vislumbra de la siguiente manera estableciéndolo en una dicotómica y que
comprende tanto “la publicidad para las partes como la publicidad general. La
primera referida al principio de contradicción o audiencia, en virtud de los cuales
se garantiza a las partes el derecho de defensa; y la segunda, la que se
refiere a la publicidad hacia el público, al que le está permitido entrar en el
local de la audiencia para presenciar la realización del acto procesal, salvo que
expresamente la ley disponga lo contrario, o el juzgado o tribunal así lo decida, por
razones de seguridad, de moral, o de protección de la personalidad de alguna de
las partes en casos muy especiales y bajo su estricta responsabilidad (honra o
intimidad de una persona).”
Las garantías judiciales recogida en el anteproyecto de reforma del código de
procedimiento civil, en definitiva, siempre han representado un anhelo
esperanzador de los justiciables, que podría asegurarse que desde la
declaración del hombre y el ciudadano de 1789, se viene tejiendo en las cartas
políticas de cada Estado. Esto nos lleva a replantear, el problema doctrinario
con relación al desempeño y a la misma función de estos principios; se les ha
considerados ser una fuente subsidiaria en defecto de la ley; por lo menos así lo tiene
planteado actualmente nuestro código de procedimiento civil en el Arto.443.3 Pr. ,
que en su letra de interés nos dice “En defecto de las dos reglas precedentes, se
resolverá la cuestión por los principios generales del derecho o por lo que dicte la
razón natural”. Es notorio que nuestro vigente código de procedimiento civil de 1906,
para esa época, no registra un catalogo de principios, como actualmente se
establecen con claridad en el proyecto de reforma del código de procedimiento
civil. Asimismo, se le atribuyen a los principios generales del derecho, tener el
carácter de informador del ordenamiento jurídico; a como también modernamente se
le ha agregado a la doctrina con relación a los principios, prestar sus contenidos a la
interpretación del conjunto de normas jurídicas. Nuestros principios recopilados en el
proyecto de reforma al código de procedimiento civil, en virtud de su rango
constitucional, reclaman su realización y desenvolvimiento en pleno ejercicio de una
efectiva garantía constitucional del proceso civil. Estos principios tiene que escapar de lo
que expresaba en su época, pero con mucho acierto, el Maestro García Valdecasas
que el principio que informa la ley, no puede servir de contraste de ésta, porque ya
existe la ley. Por su parte Nuestra Carta Política, prescribe en el Art. 160 Cn.: “La
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administración de la justicia garantiza el principio de la legalidad; protege y tutela los


derechos humanos mediante la aplicación de la ley en los asuntos o procesos de
su competencia.” Esta máxima constitucional, proclama de manera relevante lo
concernirte a un debido proceso en la que tiene su ámbito de ejecutoriedad y el
despliegue en si, todos estos principios de rango constitucional. Ha expresado la
Suprema Corte en sentencia Nº282 de las ocho y cuarenta minutos de la mañana
del veintitrés de junio del año dos mil nueve, en referencia Principio de Legalidad o
imperio de la ley, que éste es un principio fundamental del Derecho Público,
conforme al cual todo ejercicio del poder público debería estar sometido a la
voluntad de la ley de su jurisdicción y no a la voluntad de los hombres; es decir, el
Estado sometido a la Constitución Política de la República; es por esta razón que el
Principio de Legalidad asegura la Seguridad Jurídica. Se podría decir que el Principio
de Legalidad es la regla de oro del Derecho Público y en tal carácter actúa como
parámetro para decir que un Estado es un Estado de Derecho, pues en él, el
poder tiene su fundamento y límite en las normas jurídicas. La proximidad de
estos principios de naturaleza constitucional recogidos en el proyecto de
reforma del código de procedimiento civil, lo podemos ver, a como lo expresara
Hans Kelsen, como una adecuación como norma inmediata subordinada a la
constitución, es decir a la garantía de la constitucionalidad de la ley. Pues, ahora
precisado en un catalogo en el proyecto de reforma del código procesal civil, estos
principios rectores del proceso civil, consagran una categoría de relevancia que es
meritorio su valoración para una correcta administración de la justicia al caso
concreto. Categóricamente es de derecho humano, no solo establecer como
principio de naturaleza constitucional, el catalogo de principios que enuncia el
proyecto de reforma del código procesal civil, sino que ha de estarse con mira al
compromiso imperativo del Estado y principalmente la parte que concierna a
Jueces y Magistrados la aplicación no vinculando estos principios como meros
informadores, ni supliendo sus contenidos subsidiariamente a la inexistencia de
la ley, sino como principios inspiradores de un nuevo orden garantistas, lo que
estaría en consonancia con la “Declaración del Hombre y del Ciudadano de
1789, la que prescribe en su Arto.16: "toda Sociedad en la que no esté asegurada
la garantía de los derechos carece de Constitución". Es loable el gran esfuerzo
que se hace en dejarse consagrado estos principios de naturaleza constitucional,
que se privilegian por encima de los otros principios estrictamente procesales;
seria ardua la labor diferenciadora entre los principios de naturaleza
constitucional de los estrictamente procesales, cuando no hay experiencia
nacional sobre la ejecución de unos ni de los estrictamente procesales en casos
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concreto, cuando aun espera su discusión en el parlamento nacional. Porque


además, en la actualidad no existe texto legal que reclame su preeminencia
encuadrada en una semántica jurídica, así como la inexistencia de una
jurisprudencia que haya arrojado luz sobre disposiciones que jamás rigieron
nuestro ordenamiento jurídico; solo se concebían aplicaciones de principios
generales del derecho con interpretaciones unas veces bajo la presunción de que
esa resolución provenía de actos de buena fe; aunque no se pueda decir de otras
resoluciones que bajo las mismas premisas aun se violan los derechos de los
ciudadanos. Quizás si, podríamos preguntarnos, como valorar la ejecución de
unos principios que superponiéndolos a los a otros, cuando el nuevo sistema de
judicialización de carácter mixto, - cierta parte del proceso escrita y otra con
mayor relevancia en lo oral- también representa una novedad. Entrar a un análisis
de profundidad de los principios procesales de naturaleza constitucional que
consagra el proyecto de reforma del código de procedimiento civil, es una mera
especulación no autorizada por la justicia; podría albergar la pretensión de simular
una actuación próxima ante lo desconocido, como una especie de sensibilidad
presumida. Ahora, alojar el principio de igualdad, dentro del catalogo de
principios en las reforma del proyecto del código de procedimiento civil, nos
conduce a analizar el hecho material de erradicar posible móviles discriminatorio
dentro de los asuntos de litigiosidad, en sentido contrario, requiera la convocatoria
de los mismos. Asimismo, tendremos que distanciarnos de la tentación de
enmarañase con la igualdad formal, que no tiene que ver en lo absoluto con la
sustantividad de esa garantía; una igualdad que implique legitimidad en la defensas
en uso de las mismas armas procesales, pruebas y del innegable derecho de
acceder a los tribunales de justicia; que la justicia no se vea coartada por razones
de orden económico Contamos con que el principio de imparcialidad, podríamos
estar analizando suceso vividos y caer consecuentemente en la especulación; la
novedad de cómo se comportaría un judicial o magistrado, no lo sería si éste
comportamiento no tuvieses que ver con el cambio de sistema escrito al de la
oralidad. Pero este principio corresponde a una apreciación de orden axiológico,
y más bien pretendiendo encontrar en la conducta del justiciero quien se ha de
enfrentar su conciencia a la ley, leyendo el derecho sustantivo por si mismo ante la
exigencia de la semántica jurídica. Convencido que el principio que se registra en
el catálogo del reforma del código de procedimiento civil, a como es el principio
del debido proceso, su análisis igualmente, debe de partir de una experiencia a
juzgarse en el fututo; pero que tenemos que cimentar sus bondades conocidas
para ilustrar su fiel desempeño del mismo. Este principio concentra una
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interdependencia con otros principios con el de la inmediación que constituye la


columna vertebral del nuevo modelo por audiencia; pues implica un basto
conocimiento del derecho sustantivo como el mismo procedimiento, ello representa
la parte medular del nuevo modelo a implementarse. Es bueno contar con una
actitud positiva, pero validada con recurso económico para su implementación.

ASPECTOS METODOLOGICOS
El presente trabajo se elabora tomando en consideración los siguientes elementos
para analizar, el desarrollo de la temática:

1 º Aspectos Generales de los principios generales del derecho del actual código
de procedimiento civil de 1906 a manera de contraste.

1-a).-Habrá que recordar que el actual código de procedimiento civil de 1906,


no tiene consignado en autentica semántica jurídicas un catalogo de principios
rectores del proceso civil, mercantil y de hacienda, sino que se ha asumido su
existencia por normas dispersas dentro del mismo código de procedimiento civil en
donde la misma jurisprudencia patria ha arrojado luz sobre normas jurídicas
dispersas que asumen las garantías mínimas.-

1º.-b) Un visión Obligatoria a la jurisprudencia nacional como parámetro de


estudio y análisis de dichos principios del actual código de procedimiento civil. Ha
sido urgida esa panorámica jurídica, por cuanto los principios actuales del
código de procedimiento civil, siendo únicamente de orden procesalistas, se
circunscriben de un aspecto estrictamente de fuente supletoria; y a su vez de
interpretación.-

1º-c) La panorámica de posible aplicación de los principios de naturaleza


constitucional en el proyecto de reforma del código de procedimiento civil en
nuestro país, como esperanzador aliento por la implantación del modelo
iberoamericano, sobre todo en Uruguay con casi veinte años de experiencia muy
exitosa.
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CONCLUSION.

Con la inclusión de estos principios de procedencia constitucional que ahora


consagra el proyecto de reforma del código procesal civil, que ya de por si,
representa una especie de pleonasmo, en la judicialización de los asuntos civiles y
mercantiles; sin embargo el debido proceso requiere de una modernización para lo
cual se hace necesario bajar de la torre de marfil principios de orden constitucional,
que no basten que se hayan hechos pronunciamiento en la jurisprudencia patria
como reconocimiento materiales de su existencia, sino que se establezcan
mecanismos de aplicación efectiva; pues se entiende que lo que dispone el
Arto.160Cn., atrae la imperiosa necesidad de ser “descanonizado” y bajar de la
presumida posición de alta política – la constitución- a la población donde
corresponde su alojamiento de manera definitiva como su destinatario preeminente.
Es imperiosa la necesidad que se posen en el derecho procesal civil, principios de
afinación constitucional, como por ejemplo, el principio de publicidad, pues éste
mismo responde a una verdadera democratización de la justicia, en virtud de que
en el actual código procesal civil –desesperadamente escrito, diría Eduardo
Couture- hace de los procesos civiles, mercantiles y de hacienda, verdadero
procesos ocultos del contralor social y del mismo cliente; en donde inclusive los
asuntos son judicializados, podría decirse, por jueces de rostro oculto. En
definitiva este nuevo sistema mixto escrito con preeminencia en lo oral, que trae
consigo principios de orden constitucional prioriza los derechos humanos, que es
por antonomasia la verdadera justificación que se enraíce en nuestra cultura.
Nuestro aporte debería ser una especie de catalizador de la urgencia para su
pronta implementación; ya se decía en cierta ocasión por un conferencista
Uruguayo, que mientras las ciencias penales juegas en las grades ligas, la ciencia
del derecho civil lo hace aun en potreros. Nos corresponde hacer que los
principios de naturaleza constitucionales que se perfilan en el catalogo del
proyecto del código procesal civil, se cimenten y tengan una ejecutoriedad próxima
y quizás análoga a una justicia constitucional. Para esto se requiere de un
cambio de conducta radical en las autoridades a cargo de la administración de
justicia; que estos se permitan permeabilizarse de una conciencia
constitucionalista, para que desestimen métodos superados de interpretación de
los principios rectores de un proceso civil, ante un conflicto de aplicación de
principios, como el ejemplo de la subsunción y retomar lo expresado por el maestro
Luís Sanchís, que expresa lo siguiente: “la subsunción se rebela como un método
interpretativo absolutamente superado, y lo que se exige es la ponderación y la
razonabilidad, en la que ninguna de las normas en conflicto pierde su validez,
sino que a la luz del caso concreto, el juez constitucional pondera los bienes en
tensión y trata de potenciar o maximizar hasta donde sea razonable ambos,
procurando nunca sacrificar totalmente uno de ellos.
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BIBLIOGRAFIA

1. Revista del Poder Judicial Año 12 Número 40-segunda época de

noviembre 2008.

2. Sentencia de la C.S.J. Nº81 del 13 de agosto de 1991.

3. Ley Orgánica del Poder Judicial, Ley Nº260, G. D. O., Nº137 del 23 de julio
de 1998.
4. Ley de Carrera Judicial, publicada en l Gaceta Nº9 del 13 de enero de
2005.
5. Código de Procedimiento civil vigente.
6. Proyecto de reforma del código de Procedimiento civil.

7. La constitución Política de Nicaragua.

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