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La familia
Nota:
* Trad. cast.: Conozca a su niño, Buenos Aires. Paidós. 4º ed., 1993 (T.)
12. EL NIÑO EN EL GRUPO FAMILIAR
EL PRINCIPIO DE REALIDAD
EXCURSIONES Y REGRESOS
LEALTAD Y DESLEALTAD
OBSERVACIONES PRELIMINARES
Mi enfoque de este tema tan amplio debe derivar del área en la que tengo una
experiencia especial. Las observaciones que pueda hacer deben ser
moldeadas por la actitud psicoterapéutica. Como psicoterapeuta pienso,
lógicamente, en términos de
el desarrollo emocional del individuo;
el papel de la madre y el de ambos padres;
la familia como un desarrollo natural en relación con las necesidades de
la infancia;
el papel de las escuelas y otros grupos, vistas como prolongación de la
idea de la familia y como alivio respecto de las pautas familiares
establecidas; el papel especial de la familia en relación con las
necesidades de los adolescentes;
la inmadurez del adolescente;
el logro gradual de la madurez en la vida del adolescente;
el logro por el individuo de una identificación con los grupos sociales y
con la sociedad, sin pérdida excesiva de la espontaneidad personal;
la estructura de la sociedad—término que empleo como nombre
colectivo—, compuesta por unidades individuales, maduras o inmaduras;
la abstracción de la política, la economía, la filosofía y la cultura, vistas
como culminación de procesos naturales de crecimiento;
el mundo como superposición de mil millones de pautas individuales,
una sobre otra.
¿Enfermedad o salud?
La tesis principal
Nota:
O sea que estaba pasando de la fase suicida a otra en la que por momentos
asomaba la esperanza. Hoy, a los 23 años, esta joven ha formado un hogar, ha
comenzado a situarse en la sociedad y es capaz de depender de su pareja. No
sólo disfruta de su hogar y de su hijo, sino que también ha sido capaz de
afrontar los infortunios que le tocaron en suerte, de ver a sus padres desde otra
perspectiva y de mantener una buena relación con ellos sin perder su identidad
personal. El paso del tiempo ha logrado todo esto.
Pienso en un joven que, aunque concurría a una escuela bastante buena, no
podía soportar las restricciones que ésta le imponía. Huyó para alistarse como
marinero, sin lo cual hubieran terminado por expulsarlo. Durante algunos años
le hizo la vida difícil a su madre, pero ésta no renegó de su responsabilidad
hacia él. Después de un tiempo regresó y se inscribió en una universidad,
donde tuvo un buen desempeño porque dominaba idiomas que los demás
ni siquiera sabían que existieran. Más tarde tuvo varios empleos, hasta que
finalmente se decidió por una carrera. Creo que se casó, pero no quiero dar la
impresión de que el matrimonio es la solución definitiva, aunque no puede
negarse que a menudo marca el comienzo de la socialización. Estas historias
son concientes y extraordinarias a la vez.
La inmadurez es una parte preciosa de la escena adolescente. Contiene los
rasgos más estimulantes: pensamiento creativo, sentimientos nuevos y frescos,
ideas para un nuevo modo de vivir. La sociedad necesita ser sacudida por las
aspiraciones de quienes no tienen responsabilidades. Si los adultos abdican, el
adolescente se convierte en adulto en forma prematura, a través de un proceso
falso. Un consejo a la sociedad podría ser éste: por consideración a los
adolescentes y a su inmadurez, no les permitan apresurarse y alcanzar una
falsa madurez transfiriéndoles una responsabilidad que aún no les
corresponde, aunque luchen por ella.
Con la condición de que los adultos no abdiquen, podemos considerar los
esfuerzos de los adolescentes por encontrarse a sí mismos y determinar su
destino como lo más estimulante que nos ofrece la vida. La concepción
adolescente de una sociedad ideal es incitante y estimulante, pero lo esencial
de la adolescencia es su inmadurez y el hecho de estar libre de
responsabilidades. Esto último, su elemento más sagrado, dura tan sólo unos
pocos años, y es una posesión que todo individuo debe perder al alcanzar la
madurez.
Siempre me estoy recordando a mí mismo que aquello con lo que la sociedad
debe convivir en forma permanente es el estado de adolescencia y no el
adolescente individual, quien, ¡ay!, en pocos años se convierte en adulto y se
identifica demasiado pronto con algún marco en el que otros bebés, otros niños
y otros adolescentes pueden gozar de la libertad de tener visiones, sueños y
nuevos planes para el mundo.
El triunfo lo constituye el logro de la madurez a través del proceso de
crecimiento, no la falsa madurez basada en la fácil personificación de un
adulto. Esta afirmación encierra hechos terribles.
NATURALEZA DE LA INMADUREZ
El potencial de la adolescencia
Veamos ahora cuáles son las cosas que los adolescentes no han alcanzado.
Los cambios de la pubertad ocurren a distintas edades, incluso en Los niños
sanos. Varones y niñas no pueden hacer otra cosa que esperar a que se
produzcan; la espera los somete a una gran tensión, sobre todo a los de
desarrollo tardío. Estos, por lo tanto, suelen imitar a los que se han
desarrollado tempranamente; la consecuencia es una falsa madurez que se
basa en la identificación y no en el proceso innato de crecimiento. Por lo
demás, los cambios no se producen únicamente en la esfera sexual. Hay
crecimiento y aumento de la fuerza física, con lo que sobreviene un peligro real
que confiere un nuevo significado a la violencia. Junto con la fuerza llegan la
astucia y la destreza.
Sólo con el paso del tiempo y la experiencia de la vida puede un joven aceptar
gradualmente la responsabilidad por todo lo que sucede en el mundo de la
fantasía personal. Mientras tanto hay un gran riesgo de que la agresión se
manifieste bajo la forma de suicidio; también puede presentarse como una
búsqueda de la persecución, a través de la cual el adolescente intenta librarse
de un sistema delirante persecutorio. Cuando hay una expectativa delirante de
ser perseguido, existe el riesgo de que se provoque la persecución para
librarse de la locura y el delirio. Un joven psiquiátricamente enfermo con un
sistema delirante bien formado puede precipitar un sistema de pensamiento de
grupo y dar origen a episodios basados en una persecución provocada. La
lógica carece de influencia cuando se ha logrado la encantadora simplificación
de una posición persecutoria.
Pero lo más difícil es la tensión que suscitan en el individuo la fantasía sexual
inconsciente y la rivalidad vinculada a la elección de objeto sexual.
El adolescente, todavía en proceso de crecimiento, no puede asumir aún la
responsabilidad por la crueldad y el sufrimiento, la muerte infligida y sufrida que
ofrece el escenario del mundo. Es lo que lo salva, en esta etapa, de la reacción
extremo contra la agresión personal latente: el suicidio (aceptación patológica
de la responsabilidad por todo el mal que existe o que se puede concebir). El
sentimiento de culpa latente del adolescente es al parecer terrorífico, y se
necesitan años para que se desarrolle en un individuo la capacidad de
descubrir en su self el equilibrio entre el bien y el mal, así como el odio y la
destrucción que, en su self, acompañan al amor. En este sentido, la madurez
corres pon de a un período posterior, y no se puede esperar que el adolescente
vea más allá de la etapa siguiente, aquella en que tiene poco más de veinte
años.
A veces se da por sentado que los jóvenes que tienen relaciones sexuales (y
tal vez uno o dos embarazos en su haber) han alcanzado la madurez sexual.
Pero ellos mismos saben que no es verdad y empiezan a despreciar el sexo
como tal. Lo encuentran demasiado fácil. La madurez sexual tiene que incluir la
fantasía sexual inconsciente en su totalidad, y en última instancia el individuo
debe ser capaz de aceptar todo lo que acude a su mente junta con la elección
del objeto, la constancia del objeto, la satisfacción sexual y el entrelazamiento
sexual. Y está también el sentimiento de culpa que resulta apropiado en
función de la fantasía inconsciente total.
Idealismo
Puede decirse que una de las cosas más estimulantes de los adolescentes es
su idealismo. Aún no se han instalado en la desilusión, y la consecuencia es
que se sienten en libertad de formular planes ideales. Los estudiantes de arte,
por ejemplo, se dan cuenta de que el arte podría enseñarse bien, y por lo tanto
reclaman que así se haga. ¿Por qué no? Lo que no toman en cuenta es que
muy pocas personas son capaces de hacerlo bien. O advierten que las
instalaciones están atestadas y que podrían mejorarse, y protestan. Encontrar
el dinero es tarea de otros. "Bien", dicen, "simplemente renuncien al programa
de defensa y utilicen el dinero para construir nuevos edificios universitarios".
Considerar las cosas a larga plaza no es propio de los adolescentes; es más
natural que lo hagan las personas que han vivido muchas décadas y han
comenzado a envejecer.
Todo lo expuesto hasta aquí está absurdamente resumido. No he mencionado
la importancia primordial de la amistad. No me he referido a la posición de
quienes permanecen solteros o postergan el matrimonio. Y he pasado por alto
el problema vital de la bisexualidad, que se resuelve, aunque nunca
enteramente, en función de la elección de objeto heterosexual y de la
constancia de objeto. También he dado por sentadas muchas cosas relativas a
la teoría del juego creativo. Está además la cuestión de la herencia cultural; no
se puede esperar que, en la adolescencia, el joven corriente tenga sino una
vaga noción de la herencia cultural de la humanidad, ya que es preciso
esforzarse Mucho para conocerla. Cuando tengan 60 años, los que hay son
adolescentes estarán esforzándose por recuperar el tiempo perdido y
conquistar las riquezas de la civilización y sus subproductos acumulados.
Lo principal es que la adolescencia es algo más que la pubertad, aunque en
gran medida se basa en ella. Implica crecimiento, y éste requiere tiempo. Y
mientras tiene lugar el crecimiento, la responsabilidad debe ser asumida por las
figuras paternas. Si éstas abdican, los adolescentes tienen que revestirse de
una falsa madurez y pierden su principal ventaja: la libertad de concebir ideas y
actuar siguiendo sus impulsos.
RESUMEN
Para estimar el precio que pagamos por no tomar en cuenta los resultados de
la investigación psicoanalítica, es preciso examinar primero la índole de esa
investigación. ¿Es aquí donde la ciencia se divide en investigación aceptable e
investigación relativa al inconsciente? Un hecho importante es que no debemos
esperar que el público en general se interese por la motivación inconsciente.
Puede decirse que hay dos caminos que llevan a la verdad: el poético y el
científico. Los descubrimientos que son producto de la investigación se
relacionan con el enfoque científico. La investigación científica, que puede ser
una labor imaginativa y creativa, está orientada hacia los objetivos limitados,
los resultados experimentales y la predicción.
El vínculo entre la verdad poética y la verdad científica está sin duda en el
individuo, en ustedes y en mí. El poeta que hay en mí accede a una verdad
total en forma instantánea, mientras que el científico que hay en mí busca a
tientas una faceta de la verdad; cuando el científico alcanza el objetivo
inmediato, surge un nuevo objetivo.
La verdad poética tiene algunas ventajas. Ofrece al individuo profundas
satisfacciones, y la expresión renovada de una antigua verdad brinda la
oportunidad de una nueva experiencia creativa en términos de belleza. La
verdad poética, sin embargo, es muy difícil de utilizar: es cuestión de
sentimiento, y quizá no todos sintamos lo mismo respecto de un problema. Por
medio de la verdad científica, limitada en sus objetivos, aspiramos a lograr que
la gente capaz de usar su mente y de dejarse influir por consideraciones
intelectuales se ponga de acuerdo en ciertos campus de la práctica. En poesía,
algo que es verdadero cristaliza; para planificar nuestras vidas necesitamos la
ciencia. Pero la ciencia vacila ante el problema de la naturaleza humana y
tiende a perder de vista al ser humano total.
Pensaba en todo esto mientras observaba en la televisión el funeral de sir
Winston Churchill. Lo que me producía agotamiento mientras estaba
cómodamente sentado era el peso del ataúd y el tremendo esfuerzo que
realizaban los ocho portadores. El peso de la ceremonia recaía en los hombros
de esos individuos, que fueron más tarde adecuadamente condecorados. Hubo
historias acerca del colapso que estuvo a punto de sufrir uno de ellos y se dijo
que el ataúd, forrado en plomo, pesaba media tonelada, cifra que más tarde fue
reducida a la mitad.
Ahora bien, conozco a un hombre de mucha inventiva, interesado en la ciencia
aplicada, que tuvo una idea. Inventó y trató de comercializar un ataúd muy
liviano. Si hubiera consultado a una docena de psicoanalistas, éstos habrían
coincidido en explicarle que la carga de los portadores es la carga de la culpa
inconsciente, un símbolo de la aflicción. Un ataúd liviano implicaría negar la
aflicción, sería una irreverencia.
Una persona sensible reaccionará tal vez poéticamente ante el argumento.
Pero pensemos ahora en una comisión integrada por funcionarios de alto rango
que hacen planes para otro funeral oficial. En el ámbito de los procesos
intelectuales de alto nivel es preciso hallar una alternativa a la verdad poética, y
esa alternativa se denomina investigación científica. Se invocaría la ciencia, y
el primer experimento estaría relacionado con los cambios en la presión arterial
de las personas que llevan sobre los hombros pesadas cargas. Un centenar de
proyectos de investigación asaltan la mente. Pero (y éste es el problema) todos
esos proyectos sumados, ¿nos llevarían al concepto de simbolismo
inconsciente y a la aflicción? Es allí adonde nos lleva el psicoanálisis. Debo,
pues, preguntar: ¿cómo puede utilizarse la investigación psicoanalítica? ¿Qué
tipo de investigación puede considerarse psicoanalítico?
(Creo que debo pasar por alto todo lo que los psicoanalistas han escrito para
que fuera leído por otros psicoanalistas)
La investigación psicoanalítica no debe quedar aprisionada en el molde que es
apropiado para la investigación en las ciencias físicas. Todo analista investiga,
pero no planifica su investigación como tal porque debe adaptarse a las
necesidades cambiantes y a los objetivos en proceso de maduración de la
persona en análisis; es éste un hecho que no puede sortear. No se puede
alterar el curso del tratamiento para atender a las necesidades de la
investigación, y las circunstancias en que se realiza una observación son
irrepetibles. Lo más adecuado es que el analista reflexione sobre lo ocurrido, lo
relacione con la teoría y modifique la teoría en consonancia.
Por supuesto, es posible planificar un proyecto de investigación. Daré un plan:
un investigador idóneo, con conocimientos suficientes de la teoría del
crecimiento humano, hace una visita formal a diez analistas, provisto de una
suma para honorarios y una pregunta sencilla. Daré un ejemplo concreto, muy
simple. La pregunta podría ser: ¿en qué forma se ha manifestado la idea de lo
negro en el material de los análisis que usted realizó el mes pasado?
A partir de la información recogida se podría escribir un artículo valioso que
hiciera referencia a la idea de lo negro tal como se manifestó en los sueños de
los pacientes y en el juego de los niños, y revelase parte del simbolismo
inconsciente que ella encierra y las reacciones inconscientes ante lo negro de
varias clases de personas. La pregunta siguiente sería ésta: ¿sus
observaciones confirman la teoría psicoanalítica actual o indican que debe ser
modificada? Un resultado sería el descubrimiento de que es mucho lo que aún
no se sabe sobre el significado de lo negro para el inconsciente. Pero lo que se
sabe es bastante y está a la espera de que se lo utilice.
¿Cuál es el precio que pagamos por prescindir de una investigación como ésta,
tan fácil de realizar? Hay un precio muy importante, que se relaciona con los
malos entendidos en que incurren los blancos respecto de los negros, así como
millones de personas de piel oscura respecto de los blancos. ¿Cuál es el precio
que pagamos por desperdiciar sistemáticamente las observaciones
sistemáticas realizadas por todos los analistas que se mantienen alertas
mientras trabajan?
Como no habrán dejado de notar, la investigación psicoanalítica tiene muy poco
que ver con ratas y perros, con juegos de salón en gran escala o con
estimaciones estadísticas. El material para la investigación psicoanalítica es
esencialmente el ser humano: el ser humano en tanto es, siente, actúa, se
relaciona y medita.
Para mí la investigación analítica es la experiencia colectiva de los analistas,
que sólo necesita ser reunida con inteligencia. Cada uno de nosotros ha hecho
una enorme cantidad de observaciones detalladas y estamos llenos hasta el
punto de reventar de una comprensión que está siendo desperdiciada. Pero
nuestro trabajo se relaciona con la motivación inconsciente y eso nos aísla de
los planificadores. Por desgracia, para conseguir que el público lea sus obras,
quienquiera que cultive las ciencias del hombre debe dejar de lado el
inconsciente.
Quizá debamos aceptar que la idea de la motivación inconsciente no es del
agrado de la sociedad, salvo cuando cristaliza en alguna forma artística.
Aceptado esto, podemos preguntarnos una vez más: ¿cuál es el precio que
pagamos?... Y contestar que pagamos el precio de seguir siendo lo que somos:
juguetes de la economía, la política y el destino. Por mi parte, no me quejo.
Lo que sigue no es más que una simple enumeración de costosos ejemplos de
la forma negativa en que reacciona la sociedad ante la idea de vincular la
investigación científica al concepto de inconsciente; el hecho de que los
mencione no implica que crea que puede hacerse algo con ellos. No tengo que
probar aquí que el análisis es el mejor de los tratamientos. El análisis
proporciona sin duda al analista una forma singular de educación, incluso
cuando fracasa como procedimiento terapéutico. Si estoy en lo cierto respecto
del simple tema que estoy tratando, las personas que desean seguir estudios a
fin de ocuparse de seres humanos sanos o enfermos deberían valorar en alto
grado la formación psicoanalítica y la práctica del psicoanálisis.
Supongamos que en vez de preguntar por lo negro, los investigadores hicieran
una averiguación sobre la guerra, la bomba y la explosión demográfica.
La guerra. Analizar el valor inconsciente que tiene la guerra para el individuo o
Los grupos es prácticamente tabú. No obstante, si no se tiene en cuenta ese
valor, el precio que habrá que pager es nada menos que el desastre de una
tercera guerra mundial.
La bomba. Se podría examinar el simbolismo inconsciente de la física
termonuclear y de su aplicación en forma de bombas. Los que tienen
información en este campo son los analistas que tratan pacientes fronterizos
(personalidades esquizoides). Pienso en la bomba como en un ejemplo en la
física de la desintegración de la personalidad en la psicología dinámica.
La explosión demográfica. Habitualmente se la estudia desde el punto de vista
de la economía, pero el tema da para más, y la palabra "sexualidad" no lo
abarca totalmente. La dificultad para controlar el exceso de población entra en
el campo de la práctica cotidiana del psicoanálisis. Pero, como ya lo he
manifestado, el psicoanálisis debe aprender a reservar para sí lo que sabe, a
aceptar el hecho de que nadie quiere enterarse de lo que revela el atento
examen personal de los sentimientos humanos.
Permítaseme considerar por un momento el vasto territorio de la psiquiatría,
aunque estrictamente hablando yo no sea psiquiatra.
PSIQUIATRIA DE ADULTOS
PRACTICA MEDICA
EDUCACION
ADOLESCENCIA
La investigación psicoanalítica ha contribuido a una teoría general de la
adolescencia y de su relación con la pubertad, sumando sus descubrimientos a
la tarea cumplida por otros en relación con esta fase del desarrollo. Quizás el
hecho de que hay los adolescentes de todo el mundo se comporten como
adolescentes durante la adolescencia sea, por lo menos en parte, un resultado
positive de principios derivados de la investigación psicoanalítica. Tal es mi
opinión.
Los que valoran la familia y creen que el individuo necesita un marco familiar
encontrarán un apoyo más sólido en la investigación psicoanalítica que en
ninguna otra parte. El psicoanálisis ha demostrado que el proceso de
maduración en el crecimiento individual requiere un ambiente facilitador, el cual
es en sí mismo muy complejo y posee características evolutivas propias.
EL MEDICO DE CABECERA
Tal vez el uso más positivo que ha hecho la sociedad de los descubrimientos
psicoanalíticos es el relacionado con la manera de encarar el problema de la
tendencia antisocial. Una razón para ello puede ser que el examen del niño
antisocial lleva a una historia de deprivación y a la reacción del niño ante un
tipo especial de trauma. De este modo, la investigación de la dinámica de la
tendencia antisocial provoca menos resistencia porque lo que se descubre no
es precisamente la motivación inconsciente. En circunstancias adecuadas, a
menudo se puede conseguir que un niño evoque una experiencia real de
deprivación sin recurrir al proceso analítico. La sociedad ha hecho buen uso de
los trabajos de Bowlby y de los Robertson sobre la separación, y una
consecuencia práctica es que actualmente en algunos hospitales de niños se
facilitan las visitas y se permite la presencia de un acompañante en la
habitación del niño. En lo que respecta a otra de las consecuencias de estas
investigaciones, puede sostenerse que una razón de que en los años de
posguerra se aceptaran rápidamente los hogares de crianza como alternativa
de la gran institución fue que eran mucho más baratos y, por lo tanto, recibieron
entusiasta apoyo del Ministerio de Hacienda.
El precio de dejar de lado lo que se sabe sobre la delincuencia juvenil debe
medirse en función del costo para la comunidad. Pero hay un hecho positivo en
este sentido: la aprobación, en 1948, de la Ley de Menores, que equivale a una
medicina preventiva contra la delincuencia juvenil, es quizá lo más digno de
elogio que se ha hecho en todo el ámbito que estoy examinando.
DIVIDENDOS
ENFOQUE EVOLUTIVO
UN DETALLE ESPECIFICO
Hay un detalle que debemos examinar por separado: la cualidad del órgano
masculino de ser obvio, en contraste con la cualidad del órgano femenino de
estar oculto. No podemos hablar del feminismo sin tratar este tema.
Freud creó el concepto de fase fálica, anterior a la genitalidad plena. Se la
podría llamar la fase de la lactancia y el alarde. Es indudable que Las niñas se
sienten un tanto incómodas cuando atraviesan esta fase o lo que constituye su
equivalente en ellas. Por un tiempo se sienten inferiores o mutiladas. El trauma
que esto les produce varía de acuerdo con factores externos (el lugar que
ocupan en el orden de nacimientos, la forma de ser de los hermanos, la actitud
de los padres, etc.), pero no puede negarse que en esta fase el varón lo tiene y
la niña no. Entre paréntesis, el varón puede orinar de un modo que Las niñas
envidian quizá tanto como su erección. La envidia del pene es un hecho real.
En la fase siguiente de genitalidad plena la niña alcanza la igualdad. Adquiere
importancia y los varones la envidian porque puede atraer al padre y tener
bebés (con el tiempo: ella misma u otra en su lugar), y en la pubertad tiene
pechos y reglas y todos los misterios le pertenecen.
Freud, sin embargo, insistió hasta el fin de su vida en que si no tomamos en
cuenta el efecto que durante la fase fálica produce en Las niñas el trauma de
su "inferioridad", omitimos algo importante. (Algunos analistas han tratado de
demostrar que Freud se equivocó en este punto, influyendo sobre las mujeres e
imponiendo esta complicación a la humanidad por razones que le eran
propias.)
Las consecuencias de este trauma que sufren las mujeres en la fase fálica son
las siguientes:
1. Sobrevaloración del pene erecto en su ostentación y poder.
2. Envidia que las niñas sienten de los varones.
3. Fantasía del pene oculto que un día se desarrollará y será visible.
4. Fantasía de que hubo un pene y ya no lo hay.
5. En la etapa fálica, creencia irracional de la niña de que tiene un pene y
negación de la diferencia entre varones y mujeres; y creencia irracional de los
varones de que la niña tiene un pene, pero oculto (lo que contribuye a la
atracción que ejercen el cancán, el strip tease, etcétera.)
Todo esto se incorpora a la organización sado-masoquista, y algunas
perversiones son un elaborado intento de lograr algún tipo de unión sexual a
pesar de la creencia de que la mujer posee un pene.
Esta es una de las raíces del feminismo. No es mi culpa si el feminismo es
Mucho más que eso y si la lógica apoya gran parte de lo que dicen y hacen las
feministas. Su base está en la creencia irracional generalizada, en las mujeres
y también en los hombres, de que hay un pene femenino, y en la fijación
especial de ciertas mujeres y hombres en el nivel fálico, es decir, en la etapa
anterior a aquella en que se alcanza la genitalidad plena.
Quizá la peor parte, desde el punto de vista sociológico, sea el lado masculino
de esta creencia masiva, porque lleva a los hombres a enfatizar el aspecto
"castrado" de la personalidad femenina y a atribuir inferioridad a las mujeres,
causando el furor de éstas. Pero no olviden (las feministas que puedan estar
presentes) que la envidia del hombre por la mujer es incalculablemente mayor.
Se comprenderá, espero, que el problema es universal, y que es igual en las
personas normales y anormales, salvo por el hecho de que las anormales—las
que sufren psiconeurosis—no tienen libertad para jugar y fantasear, debido a
cierto grado de represión. Es decir, algunos aspectos de la totalidad no están
disponibles para su uso en la expresión de sí mismo ni para su incorporación
en el desarrollo de la estructura de la personalidad. Debe señalarse, con todo,
que desde el punto de vista evolutivo tiene que haber cierto crecimiento
saludable para que surja la envidia del pene.
En consecuencia, puede afirmarse que el feminismo implica un grado variable
de anormalidad. En un extremo está la protesta femenina contra una sociedad
dominada por la ostentación masculina de la fase fálica; en el otro, la negación
por la mujer de su inferioridad real en una fase del desarrollo físico. Sé que
esta sencilla formulación es inadecuada, pero quizá pueda aceptarse como un
intento de expresar algo muy complejo en pocas palabras.
Siguiendo con el examen de la cuestión desde el punto de vista del desarrollo,
¿en qué estado se encuentra la niña o el varón cuando comienza la fase fálica?
Es normal que los niños que han tenido experiencias poco satisfactorias en las
etapas tempranas—par ejemplo, con el pecho—se entusiasmen ante esta
segunda oportunidad que la fase fálica parece ofrecerles; así les ocurre tanto a
los varones como a las niñas. De este modo, podemos establecer dos grupos:
el de los niños de ambos sexos que llegan a la fase fálica después de haber
tenido experiencias (plenas) en las etapas más tempranas, y el de los que
llegan a ella relativamente deprivados o muy deprivados. La fase fálica tiene
una importancia exagerada para los que llegan a ella deprivados. Los
trastornos que sobrevienen en esta fase o en cualquier otra tienen una
prehistoria y, por supuesto, no podemos dejar de mencionar las tendencias
patológicas heredadas.
Todas estas cosas forman parte de la experiencia cotidiana de los
psicoanalistas con sus pacientes, y sin embargo no son de gran valor en una
exposición general como ésta, no relacionada con la terapia. Las personas
tienen que aceptar lo que son y la historia de su desarrollo personal junta con
las actitudes e influencias del medio local, y deben amoldarse a la vida e
intentar vincularse con la sociedad de tal modo que haya contribuciones
recíprocas.
En la salud estas cosas (que en las condiciones anormales están fijadas) se
encuentran siempre presentes, pero la gente descubre medios de ocultar los
elementos inmaduros sin perder exageradamente el contacto con ellos. Por
ejemplo, recurren a la fantasía.
La fantasía es para algunos un asunto manipulado, algo así como lo que una
historieta infantil es para un niño. Pero la fantasía penetra profundamente en la
realidad psíquica interna personal, que es la parte vital de la personalidad
unitaria, excepto cuando la enfermedad determine que no ha de haber un
interior ni, por lo tanto, una realidad psíquica interna. Es característico de la
madurez, y por consiguiente de la salud, que permanentemente la realidad
psíquica interna del individuo se enriquezca con experiencias y haga que esas
experiencias sean ricas y reales para él. De este modo, todo lo que hay bajo el
sol puede hallarse en el individuo y éste es capaz de sentir la realidad de todo
lo que es real y puede ser descubierto.
En la salud, pues, la mujer puede hallar una vida masculina en experiencias
imaginarias mediante la identificación con los hombres. En la forma más tosca
de identificación, la mujer puede usar a un hombre y obtener así una ventaja
adicional renunciando a su masculinidad y experimentando lo que es capaz de
experimentar como mujer. Lo mismo puede decirse respecto del uso de una
mujer por un hombre.
Deseo ahora entrar a considerar un aspecto de este vasto tema que es a veces
descuidado. Entre el hombre y la mujer hay una diferencia más importante que
la de estar entre los que dan o los que reciben en lo que se refiere a la
alimentación o el sexo. Se trata de lo siguiente: no hay manera de eludir el
hecho de que cada hombre y cada mujer salió de una mujer. Se han hecho
intentos por salvar esta embarazosa dificultad. Está la cuestión de la covada, y
en el mito original de Arlequín hay un hombre que da a luz. La idea de nacer de
la cabeza de alguien es común, y es fácil pasar de la palabra "concepción" a la
idea de concebir (en el sentido de imaginar). Es afortunado el niño que ha sido
concebido mentalmente por sus padres además de ser el resultado de la
concepción física.
Pero cada hombre y cada mujer se desarrollaron en un útero y fueron dados a
luz, así sea por cesárea. Cuanto más se piensa en esto más necesario se
vuelve contar con el término mujer, que posibilita la comparación entre hombres
y mujeres. Debo ser breve, y por lo tanto desarrollaré el argumento formulando
dos etapas de nuestro pensamiento.
1. Comprobamos que el problema no consiste en que todos hayan estado
dentro y luego hayan sido dados a luz, sino más bien en que al principio todos
dependieron de una mujer. Es preciso decir que al comienzo todos dependieron
en forma absoluta de una mujer, y más tarde en forma relativa. Al parecer, la
pauta de la salud mental personal —la mía y la de ustedes—fue trazada al
comienzo por una mujer que hizo suficientemente bien lo que tenía que hacer,
en la etapa en que el amor, para que tenga sentido para el bebé, sólo puede
ser expresado físicamente. Todos nacemos con una tendencia heredada a la
maduración, pero para que produzca efecto debe existir un ambiente facilitador
suficientemente bueno. Esto significa una adaptación inicial sensible por parte
de un ser humano. Ese ser humano es mujer, y habitualmente madre.
2. En un nivel más profundo está la experiencia del bebé, que al principio
abarca a esa mujer, ya que el bebé no ha excluido aún de su self a la madre, la
provisión ambiental, el sostén y el manejo sensibles ni la alimentación. El self
no ha sido aún diferenciado; por eso la dependencia es absoluta.
Ahora bien, es muy difícil para un hombre o una mujer aceptar realmente el
hecho de la dependencia absoluto y luego relativo en cuanto se aplica al
hombre o la mujer actuales. Por tal razón hay un fenómeno separado—al que
podemos llamar mujer—que domino la escena e influye en todos nuestros
argumentos. La mujer es la madre no reconocida de las primeras etapas de la
vida de cada hombre y cada mujer.
De acuerdo con esto, podemos hallar una nueva manera de formular la
diferencia entre los sexos. Las mujeres pueden manejar su relación con la
mujer identificándose con ella. Por cada mujer hay siempre tres mujeres: la
hija, la madre y la madre de la madre.
En la mitología aparecen permanentemente las tres generaciones de la mujer,
o sea tres mujeres con funciones diferentes. Tenga o no hijos, cada mujer
forma parte de esta serie infinita; es hija, madre y abuela; es madre, hija e hija
de la hija. Esto le permite ser muy engañadora. Puede ser una dulce criatura
indefensa para atrapar a su hombre y convertirse luego en una esposa-madre
dominadora y más tarde en una bondadosa abuela. Es siempre ella misma
porque comienza siendo triple, mientras que el hombre comienza con un
tremendo impulso de ser uno. Uno es uno y solitario, y siempre lo será.
El hombre no puede, como la mujer, fundirse con su raza sin contrariar su
naturaleza. A veces sucede en la enfermedad. Conozco a un hombre (un
paciente) que en una etapa muy temprana se identificó con la mujer, o, más
precisamente, con el pecho. Su potencia era una función del pecho. En su vida
no había hombres; sólo él, identificado con las mujeres y castrado hasta por su
propio funcionamiento físico masculino. Pero se sentía siempre insatisfecho e
hizo un tremendo esfuerzo, sometiéndose a un tratamiento durante varios
años, para conseguir su unicidad masculina y su separación de la mujer.
Cuando encontró su self masculino único pudo relacionarse de una manera
nueva con otros hombres únicos, es decir, pudo tener amigos de su sexo.
Lo que al parecer las feministas envidian de los hombres es el hecho de que
cuanto más maduran, más únicos son. Algunos hombres envidian a las mujeres
porque éstas no necesitan resolver el problema de una relación individual con
la mujer, siendo como son mujeres además de encantadoras, seductoras e
indefensas criaturas que apelan con éxito a la caballerosidad masculina. (Gritos
de "¿Qué se hizo de la caballerosidad de antaño?")
Hombres y mujeres enfrentan el hecho embarazoso de que alguna vez fueron
dependientes de la mujer, y para lograr la plena madurez de su personalidad
deben hallar el modo de convertir el odio que ese hecho les inspire en una
especie de gratitud.
Y ahora permítanme pedirles que consideren otro detalle: ¿por qué los
hombres buscan el peligro? Es inútil tratar de eliminar el boxeo o de impedir las
guerras o los accidentes de tránsito o las expediciones al Everest o a Marte sin
indagar qué se proponen los hombres.
Todas las mujeres—en virtud de su identificación con sus congéneres del
pasado, el presente y el futuro— afrontan el riesgo del parto. De nada sirve
alegar que el parto no es peligroso, y el sueño crepuscular* no afecta en nada
nuestro principal argumento, a saber, que hay un peligro intrínseco en la
función natural de la mujer. Los hombres envidian a las mujeres ese peligro;
además se sienten culpables porque producen embarazos y luego observan
desde una posición ventajosa cómo las mujeres pasan por todo ello, no sólo el
parto sino también el posparto y las responsabilidades tremendamente
restrictivas del cuidado del bebé. Por lo tanto, ellos también asumen riesgos, y
siempre lo harán. Algunos se sienten impulsados a asumir riesgos más allá de
lo que dicta la cordura. Tratan de emparejar las cosas. Pero cuando un hombre
muere es el fin, mientras que mujeres siempre hubo y siempre habrá. Un
hombre es como la hierba.**
De modo que los hombres también tienen problemas. Lo terrible de la guerra
es que a menudo los hombres que sobreviven se ven obligados a reconocer
que enfrentar el riesgo de morir los hizo madurar, incluso en el terreno sexual.
Por lo tanto, sin guerras se sienten desvalidos; sin embargo, odian que los
maten, a menos que estén seguros respecto de la causa.
APENDICE
Nota:
Se dice
Que llegaron a la Lana
Plantaron una bandera
una bandera rígida, por supuesto
(allí no soplan los dioses)
II
Listos y audaces
Yo hubiera temido
sentido pánico
dudado
cometido un error
perdido el conocimiento
saltado, gritado, reído, sufrido
un ataque de nervios
Pero no ellos
III
¿Qué Luna?
Imaginaron un espacio,
Idearon, en una computadora,
Una complejidad casi infinite, y entonces
Exploraron su finitud. Después
Hicieron pie en ella, plantaron una bandera rígida,
Y volvieron a casa llevándose unas piedritas, pero no para
que jueguen los niños
IV
No para mí
Esa no es mi luna
Símbolo de la fría pureza
Señora de las mareas
La que regula las fases del cuerpo femenino
el faro inconstante pero predecible para el pastor
astrónomo,
que variablemente ilumina la negra noche
o engendra murciélagos, fantasmas, brujas
y cosas que espantan
VI
VII
(Escrito en 1940)
LA LIBERTAD AMENAZADA
Un estudio del concepto de libertad nos lleva, pues, a examinar las amenazas
que la acechan. Esas amenazas existen, sin duda, y el momento adecuado
para investigarlas es antes de que la libertad se pierda. En la medida en que la
libertad incumbe a la economía interna del individuo, no es fácil de destruir; o
sea que si se la considera en términos de flexibilidad de la organización
defensiva, tiene que ver con la salud del individuo y no con el trato que recibe.
Sin embargo, nadie es independiente del medio, y ciertas condiciones
ambientales destruyen el sentimiento de libertad incluso en las personas que
podrían haber disfrutado de ella. Una amenaza prolongada puede afectar la
salud mental de cualquiera y, como ya lo he mencionado, la esencia de la
crueldad consiste en destruir en un individuo la esperanza que confiere sentido
al impulso creativo y al pensamiento y la vida creativos.
Si postulamos que sobre la libertad se cierne una amenaza, debemos poner en
claro que el peligro resulta ante todo de que quienes son libres tanto en su
interior como en su marco social tienden a considerar la libertad como algo
natural. Hay en esto algo comparable a la necesidad que existe de hacer saber
a Los padres que se ocupan satisfactoriamente de sus bebés y sus niños, que
lo que hacen no sólo es agradable sino también importante. Si todo marcha
bien, los padres lo toman como algo natural y no se dan cuenta de que están
construyendo los cimientos de la salud mental de una nueva generación.
Pueden ser fácilmente descarriados por cualquier persona que tenga un
sistema de ideas, es decir, por cualquier persona que se sienta impulsada a
difundir una convicción o a allegar prosélitos a una religión. Lo que se estropea
son siempre las cosas naturales; el tendido de una nueva autopista se hace
siempre a través de la campiña, es decir, en un lugar donde sería posible hallar
la serenidad. La serenidad no sabe cómo luchar por sus derechos: toda la
dinámica parece estar del lado del afán ansioso de empujar hacia adelante y
avanzar. Esta idea está expresada en la frase de John Maynard Keynes, "El
precio de la libertad es la vigilancia permanente", que el New Statesman
adoptó como lema.
Una amenaza pende, pues, sobre la libertad y sobre todos los fenómenos
naturales, simplemente porque no hay en éstos un impulse a la propaganda; a
los fenómenos naturales se los hace a un lado, y entonces es demasiado tarde
para obrar. Podemos hacer un pequeño aporte señalando a las personas libres
el valor que tienen para ellas la libertad y el sentimiento de libertad, incluso
llamar su atención hacia el hecho indudable de que sentirse libre puede
provocar las mismas restricciones de las que están libres. Esto se refiere,
naturalmente, a las restricciones propias del medio, pero la libertad interior, que
he descrito como flexibilidad de la organización defensiva, tiene escaso valor si
sólo se la experimenta conscientemente cuando se es perseguido.
Sobre esta base es interesante, e incluso valioso, considerar otras razones de
que todo lo que es natural se encuentre amenazado. Mi sugerencia es que lo
que intentamos describir diciendo que es natural, si se relaciona con los seres
humanos y la personalidad humana, tiene que ver con la salud. En otras
palabras, la mayoría de las personas son relativamente saludables y disfrutan
de su salud sin pensar demasiado en ello o incluso sin saber que lo son. Pero
en la comunidad hay siempre personas cuyas vidas están marcadas por
enfermedades psiquiátricas de distinta gravedad o por una desdicha para la
cual no encuentran explicación, personas que no saben con seguridad si están
contentas de vivir ni si desean seguir viviendo. He tratado de resumir todo esto
diciendo que padecen de rigidez en sus defensas. No siempre se advierte que
hay algo más fundamental que las diferencias de clase. Más fundamental
incluso que el contraste entre pobres y ricos, aunque los problemas prácticos
relacionados con esas diferencias producen efectos tan intensos que
fácilmente dominan la escena.
Cuando el psiquiatra o el psicoanalista miran en derredor, no pueden dejar de
advertir el terrible contraste entre los que están en libertad de disfrutar de la
vida y de vivir creativamente, y los que no tienen esa libertad porque sobre
ellos se cierne la constante amenaza de la angustia, el derrumbe o algún
trastorno de conducta que sólo adquiere sentido cuando se conocen todos Los
antecedentes. En otras palabras, para aquellos cuya falta de libertad supera
cierto límite porque sufren los efectos de una falla ambiental o hereditaria, la
salud es algo que sólo se puede contemplar de lejos, algo inalcanzable, y los
que la poseen deberían ser destruidos. La magnitud del resentimiento que se
acumula a causa de esta desigualdad es terrible y tiene su correlato en el
sentimiento de culpa que provoca en las personas sanas el hecho de ser
sanas. En este sentido, se puede equiparar a los sanos con los ricos y a los
enfermos con los pobres. Las personas sanas se organizan febrilmente para
socorrer a los enfermos, los desdichados, los frustrados, los proclives al
suicidio, del mismo modo que en el ámbito económico los que tienen suficiente
dinero se sienten impulsados a practicar la caridad, como para contener la
previsible marea de resentimiento de los miembros de la comunidad que
carecen de comida o del dinero que podría otorgarles la libertad de ponerse en
movimiento y, tal vez, de hallar algo que merezca la pena de ser buscado.
Es imposible contemplar el mundo desde más de un punto de vista a la vez, y
aunque los contrastes económico y psiquiátrico son muy similares entre sí, lo
único que podemos hacer aquí es atraer la atención hacia un solo aspecto de
la división en clases: el de la salud y la mala salud psiquiátricas. Podríamos
referirnos al mismo tema en relación con la educación, la belleza o el cociente
intelectual. Será suficiente con llamar la atención sobre la discrepancia que
necesariamente existe entre quienes son lo bastante sanos desde el punto de
vista psiquiátrico y quienes no lo son. Es muy fácil para los primeros desarrollar
una especie de autocomplacencia que, por supuesto, no hace sino aumentar el
odio de los segundos.
Recuerdo a uno de mis amigos, un hombre excelente que se destacó como
médico y era muy respetado en su vida privada. Era un individuo bastante
depresivo. Recuerdo que en una discusión sobre la salud sorprendió a un
grupo de colegas, todos ellos afanosamente dedicados a combatir Las
enfermedades, cuando inició su exposición con estas palabras: "Pare mí la
salud es algo repugnante". Lo dijo muy serio. Prosiguió (movilizando su sentido
del humor) con una descripción de cómo uno de sus amigos, con el que
compartía una vivienda en su época de estudiante, se levantaba temprano, se
daba una dacha fría, hacía gimnasia e iniciaba el día rebosante de alegría. El,
en cambio, seguía en la cama sumido en una profunda depresión, y sólo el
temor a las consecuencias lo hacía levantarse.
Para entender plenamente esta cuestión del resentimiento del enfermo
psiquiátrico hacia las personas que están suficientemente bien y no se
encuentran atrapadas en un sistema defensivo rígido ni en la sintomatología de
una enfermedad, es necesario examinar la teoría del trastorno psiquiátrico.
Cuando un psicoanalista pone el acento en el factor ambiental, siempre suscita
extrañeza. Son precisamente los psicoanalistas quienes han llamado la
atención hacia el conflicto interno del individuo que subyace a la psiconeurosis
y a la enfermedad mental. Esta contribución del psicoanálisis ha sido de
inmenso valor y ha permitido que personas adecuadamente preparadas
trataran a los individuos en lugar de limitarse a culpar al ambiente. A las
personas les agrada pensar en su enfermedad como en algo propio, y las alivia
comprobar que el analista busca las raíces de esa enfermedad en ellos
mismos. Esa búsqueda tiene éxito en diverso grado. Pero es importante que el
analista haya sido elegido adecuadamente y haya aprendido a utilizar la
técnica, y también es útil que tenga experiencia en su trabajo. De modo que el
factor ambiental no se elimina por complete en ningún caso. Al investigar la
etiología de la enfermedad, los psicoanalistas descubrieron que es necesario
retroceder hasta aspectos muy tempranos de la relación entre el bebé o el niño
pequeño y el ambiente. Lo que Heinz Hartmann llamó "el ambiente previsible
normal" yo lo he denominado "la madre devota corriente"; otros autores, por su
parte, han empleado términos similares para describir un ambiente facilitador
que debe poseer ciertas cualidades para que los procesos de maduración
tengan lugar en el niño y éste se convierta en una persona real, en el sentido
de sentirse real en un mundo real.
Aunque sea importante descubrir los orígenes del sufrimiento de una persona
en ella misma, en su historia y su realidad interna, resulta necesario admitir, o
incluso proclamar, que en lo que se refiere a la etiología última, lo que importa
es el ambiente. En otras palabras, si el ambiente es suficientemente bueno, el
bebé, el niño pequeño, el niño en crecimiento, el niño mayor y el adolescente
tendrán la oportunidad de crecer de acuerdo con el potencial que han
heredado.
Por el contrario, si la provisión ambiental no es suficientemente buena, el
individuo, en alguna medida y quizás en gran medida, no será capaz de
desarrollar su potencial. En ambos casos se puede hablar de ricos y pobres
desde el punto de vista psiquiátrico, y es fácil ver el resentimiento en acción a
partir de esta diferencia. Lo que estoy sugiriendo es que aunque todas Las
otras diferencias de clase tienen vigencia y engendran resentimiento, ésta es
tal vez la más importante de todas. Es verdad que muchos individuos que se
desempeñaron excepcionalmente bien, conmovieron al mundo o hicieron un
aporte sobresaliente tuvieron que pager un precio elevado por ello, como si
estuvieran en el límite entre los ricos y los pobres. Es posible advertir que
hicieron una contribución excepcional a causa de su desdicha o impulsados por
una amenaza que procedía de su interior. Queda en pie el hecho de que en
este ámbito hay dos posiciones extremas: la de los que tienen la posibilidad de
autorrealizarse y la de los que, a causa de fallas en las etapas tempranas, no
pueden hacerlo. Nada tiene de sorprendente que los segundos se sientan
agraviados por la existencia de los primeros. Los desdichados tratarán de
destruir su felicidad. Los que son prisioneros de sus rígidas defensas tratarán
de destruir la libertad. Los que no pueden disfrutar plenamente de su cuerpo
tratarán de impedir el disfrute del cuerpo a los demás, incluso a sus propios
hijos, a quienes amen. Los que no pueden amar tratarán de destruir la sencillez
de una relación natural por media del cinismo. Y, desde la otra orilla, los que
están demasiado enfermos para vengarse y pasan su vida en hospitales
psiquiátricos harán que los que están sanos se sientan culpables de estarlo y
de gozar de la libertad de vivir en sociedad y de tomar parte en la política local
o mundial.
Hay muchos modos de describir lo que estoy tratando de destacar: que la
libertad misma pone en peligro a la libertad. Los que son lo bastante sanos y
libres deben ser capaces de tolerar el triunfo que implica su estado. Y sin
embargo, sólo a la suerte deben la oportunidad de ser sanos.
22. ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL SIGNIFICADO DE LA
PALABRA "DEMOCRACIA"
Ante todo, permítaseme decir que sé muy bien que los comentarios que
ofrezco aquí pertenecen a un tema que escape a mi especialidad. Los
sociólogos y quienes se dedican a la ciencia política experimentarán quizás al
comienzo cierto fastidio ante tal impertinencia, pero me parece importante que
cada tanto los profesionales traspasen los límites de su campo de acción
específico, a condición de que tengan perfecta conciencia, como ocurre en mi
caso, de que sus reflexiones resultarán inevitablemente ingenuas para quienes
conocen la literatura pertinente y están acostumbrados a un lenguaje
profesional que el intruso desconoce.
La palabra "democracia" es muy importante en la actualidad. Se la emplea en
innumerables sentidos, algunos de los cuales son los siguientes:
Es posible estudiar:
1. La etimología de la palabra.
2. La historia de las instituciones sociales: griegas, romanas, etcétera.
3. El uso que se hace de esta palabra en diversos países y culturas de la
actualidad: Gran Bretaña, Estados Unidos, Rusia, etcétera.
4. El abuso de esta palabra por parte de dictadores y otros; el engaño al
pueblo, etcétera.
Salud psiquiátrica
LA MAQUINARIA DEMOCRATICA
Nota:
Nota:
Los indeterminados
Las cosas nunca son tan simples porque, si hay (X + Z) por ciento de
individuos antisociales en una comunidad, no resulta valedero decir que 100 -
(X + Z) por ciento de ellos son "sociales". Se deben considerar también Los que
ocupan una posición indeterminada. Esto podría expresarse de la siguiente
manera:
Antisociales X por ciento
Indeterminados Y por ciento
A favor de la sociedad, pero anti-individuales Z por ciento
Individuos sanos capaces de una contribución social 100- (X + Y + Z) por
ciento
Total 100 por ciento
Nota:
Nota:
LA RELACION PROGENITOR-NIÑO
LA DEMOCRACIA EN GUERRA
Debemos preguntar: ¿es posible que haya una democracia en guerra? Sin
duda, la respuesta no es decididamente afirmativa. De hecho, existen algunos
motivos por los cuales, en época de guerra, debería anunciarse la suspensión
temporaria de la democracia debido al conflicto bélico.
Es evidente que los individuos sanos y maduros, que colectivamente
constituyen una democracia, deberían estar en condiciones de ir a la guerra: 1)
para asegurar su crecimiento; 2) para defender aquello que valoran, que ya
poseen, etc., y 3) para combatir las tendencias antidemocráticas en la medida
en que haya personas dispuestas a defender dichas tendencias a través de la
agresión. (5)
Con todo, lo más probable es que muy contadas veces las cosas hayan sido
así. De acuerdo con la descripción ofrecida, una comunidad nunca está
compuesta por un 100 por ciento de individuos sanos y maduros.
En cuanto surge una amenaza de guerra, se produce una reorganización de los
grupos, de modo que cuando estalla la contienda Los individuos sanos no son
los únicos que participan en la lucha. Consideremos nuestros cuatro grupos:
Nota:
RESUMEN
(Escrito en 1970)
RESUMEN
CONCLUSION