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DE INJUSTICIAS DISTRIBUTIVAS

Y POLÍTICAS IDENTITARIAS.
UNA INTERVENCIÓN EN EL
DEBATE BUTLER – FRASER
Claudia Bacci, Laura Fernández y Alejandra Oberti*
Cuando a la casa del lenguaje se le vuela el tejado y las palabras
ya no guarecen, yo hablo.
Las damas de rojo se extraviaron dentro de sus máscaras aunque
regresarán para sollozar entre flores.
No es muda la muerte. Escucho el canto de los enlutados sellar las
hendiduras del silencio. Escucho tu dulcísimo llanto florecer mi
silencio gris.
Alejandra Pizarnik, Fragmentos para dominar el silencio

Resumen: Este texto es una intervención en el


debate que mantuvieron las teóricas del femi-
nismo Nancy Fraser y Judith Butler. Ese
intercambio polémico, que abre una serie de
interrogantes en torno a la potencia crítica de
la teoría feminista, es aquí abordado desde
las implicancias políticas de las reflexiones de
las autoras para pensar la cuestión de la unidad
de la izquierda en la actual coyuntura, y el lu-
gar del feminismo y la teoría queer en la
necesaria transformación política y social.

Palabras-clave: teoría feminista; injusticia


distributiva; identidades políticas.

Nos proponemos considerar algu- el feminismo y otras expresiones tendrían


nas de las implicaciones teóricas y políti- en ese espacio político.
cas del debate mantenido entre Judith
Butler (1999) y Nancy Fraser (2000) en Intervenir en este debate implica en
las páginas de la New Left Review y que primer lugar preguntarse acerca de la
la revista político cultural argentina El posición desde la cual se interviene. ¿Qué
Rodaballo publicó en sus números 9 y 10. significa leer a esas autoras en la Argen-
Este debate se enmarca en la discusión tina y en el comienzo del nuevo milenio?
acerca del estado de la izquierda en la ¿Qué implicancias políticas y académicas
actualidad. Se trata de pensar cierta uni- tiene esta lectura? ¿Hasta qué punto nos
dad de la izquierda en la coyuntura par- involucra aquí, en el sur, en los márge-
ticular del capitalismo tardío y el lugar que nes, el intercambio polémico entre dos

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mujeres situadas en el otro extremo del voluntaria o espontánea: suponen siem-
mundo académico? pre repetición y recitación. En este senti-
do, los actos performativos de género se
A partir de estos interrogantes, pro- asemejan a un libreto teatral, por el cual
duciremos una lectura acerca de la sujeta los sujetos y sujetas escenifican sus iden-
de conocimiento del saber feminista y en tidades en el mismo acto en que las con-
especial en torno de las sujetas y sujetos forman. Por lo tanto, no se puede pensar
a cargo de la necesaria transformación en sujetos/as que sostienen máscaras
social y política. Estos textos se nos ofre- pues no hay un “yo” que asuma los
cen vivos en su productividad teórica y diferentes “roles” sociales en los que se
política, y tal productividad puede encon- encuadra su accionar.
trarse tanto en los momentos de afirma-
ción como en sus fallas y contradiccio- Se introduce así una nueva dimen-
nes. Para situarnos en la polémica, sión a la crítica del sujeto moderno, que
desarrollaremos algunos planteos teóri- problematiza la división cuerpo-mente.
cos de Judith Butler que son centrales Butler (1998, p. 300) remitiendo a
para comprender la argumentación de Merleau-Ponty nos habla de cuerpos
“Meramente cultural”. Luego incorpora- actuantes, no como una mera materiali-
remos las objeciones que le realiza Nancy dad, sino en su condición de portadores
Fraser. de significación: “[...] el cuerpo es una
‘situación histórica’, como lo declara de
En Actos performativos y constitu- Beauvoir, y es una manera de ir hacien-
ción del género: un ensayo sobre do, dramatizando y reproduciendo una
fenomenología y teoría feminista, Butler situación histórica”. Se trata de una me-
(1998) plantea que contrariamente a la táfora teatral que Butler rescata y fusiona
idea de sujeto constituido como una iden- en su categoría de género, en tanto pro-
tidad estable y esencial preexistente a ceso en el cual la ide ntidad de género es
toda determinación estructural, el/la actuada, reproducida y producida en/por
sujeto/a se conforma como una identidad un cuerpo sexualizado, cuerpo que es
inestable y difusa que se define actuando. materialización historizada de un sexo.
Cruzando la teoría fenomenológica con
el concepto de “actos de habla perfor- Butler diría entonces que el género
mativos” (tomado por ella del lingüista J. es una actuación dramática del cuerpo
Austin), propone el uso del concepto que no refiere a ninguna esencia preexis-
“acto performativo de género”, tente o manifiesta en el cuerpo mismo, a
entendido como el proceso de constitu- diferencia de una definición persistente
ción de la identidad genérica. Los en cierto feminismo que toma al género
actos de habla performativos son actos como resignificación cultural de lo bioló-
discursivos que en su enunciación otor- gico corporal. Esta definición “cultural”
gan realidad a aquello que nombran, y del género insiste en la idea de una base
exceden ampliamente las producciones biológica de sustentación de las identi-
del lenguaje. A través de este concepto dades genéricas, contra la cual se sitúa
la autora rescata la capacidad producti- Butler. El género en tanto que actuación,
va-reproductiva del discurso, ya que es- por el contrario, es una especie de estra-
tos actos no son realizados de manera tegia de supervivencia que se oculta a los

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ojos de sus actores, un “fetiche” que con- tiva de los cuerpos, sus estilos sexuales y
funde categorías biológicas y culturales: sus géneros.
“encantamiento” y “cosificación” simul-
táneas de una ficción materializada en Aquí la distinción entre “perfor-
estilos corporales. El libreto así ritualizado mance” (“representación” que alude a la
es repetido discursivamente en forma metáfora teatral anteriormente descripta)
paródica siempre, ya que no hay un “ori- y “performativity” (tomado de la lingüís-
ginal” que reproducir. A su vez, el cuerpo tica) se vuelve relevante, ya que si el pri-
generizado, investido con las marcas de mero presupone un sujeto constituido en
“su” género, exige una correspondencia, actor de un papel, que lo sobreexiste, el
una coherencia entre el cuerpo-sexo y el segundo hace hincapié en la forma en
cuerpo-género. que el género es “inventado” en el
transcurso de su representación. De allí
El concepto de parodia deviene cen- su carácter de ficción reguladora, que al
tral en esta estrategia de producción /re- volverse una “realidad” en los cuerpos,
producción del género. Proveniente de la prácticas y deseos, se autolegitima como
teoría literaria, la parodia fue definida por una “esencia” que se expresa, y a la vez
Bajtín (1978) como un “híbrido bilingüe oculta, su origen. Esta puesta en
premeditado”, exterior al poder que so- coherencia de géneros, sexos, prácticas
cava y del cual pone en escena el conflic- sexuales y deseos es un efecto de dichas
to que lo anima. En este sentido, el “efec- regulaciones, expresadas en la institución
to paródico” alcanza a todo discurso: de una matriz cultural de inteligibilidad
de las identidades genéricas, matriz que
Cualquier género, cualquier discurso se basa en la oposición y binariedad de
directo - épico, trágico, lírico, filosófico- la heterosexualidad obligatoria. Esta
puede y debe convertirse en objeto de matriz heterosexual se encuentra “abierta
representación, “burla” paródica, a la rearticulación”, sufre “fallas” y
travestizante. [...] la parodia obliga a “desvíos” en el proceso de reproducción
percibir los aspectos del objeto que no que señalan la “torpeza perpetua” de las
entran en el género, en el estilo en prescripciones genéricas.
cuestión” (BAJTÍN, 1978, p. 114, tradu-
ção nossa). El género no está pasivamente inscrito en
el cuerpo, y tampoco está determinado
El carácter propio del discurso por la naturaleza, el lenguaje, lo simbóli-
paródico es doble: exhaustividad, porque co o la apabullante historia del patriarca-
completa al discurso directo, repone lo do. El género es lo que uno asume
parcializado; y disidencia, porque se alis- invariablemente, bajo coacción, a diario
ta siempre en el campo de los discursos e incesantemente, con ansiedad y placer,
dominados. Las posibilidades paródicas [...] (BUTLER, 1998, p. 314).
del género se encuadran así en las pres-
cripciones punitivas disponibles cultural- Entre esta multiplicidad de mane-
mente, en el complejo sentido que ras de vivir el género, Butler recupera el
Foucault da al concepto de “poder” como lema feminista de “lo personal es políti-
instancia represiva-reproductiva-produc- co”, a fin de incorporar las posibilidades
subversivas que contiene el acto de gé-

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nero: la ambigüedad a la que da paso la sexual” como fundamento de una
ficción del género, regulada y regulativa práctica feminista, cosificando las
ciertamente, pero a la vez inestable e his- identidades genéricas y, en el mismo acto
tóricamente construida. La repetición reproduciendo las prescripciones binarias
paródica y la representación de identida- del género y su carácter “heterosexual”.
des “desviadas” subvierten el orden de La autora aclara que “se requiere cuidado
los cuerpos y deseos en el sistema binario respecto a ese lenguaje teórico, porque
de géneros, confunden la lectura de las no reporta simplemente una experiencia
prácticas dentro de la matriz genérica. Sin pre-lingüística, sino que construye esa
embargo, Butler advierte el peligro de experiencia así como los límites de su
recuperación a que están sometidas di- análisis.” (BUTLER, 1998, p. 314).
chas lecturas subversivas por parte de los
discursos dominantes, luchando por la En este punto, Butler establece una
hegemonía discursiva acerca de las iden- correspondencia entre su conceptua-
tidades sociales y subjetivas. lización del género y una práctica políti-
ca feminista deseable. Es decir, así como
Respecto a la práctica feminista y el género se produce performativamente,
su utilización de la categoría “mujer”, muta y trastoca los libretos, reacomoda
señala el problema de enunciar una suje- a los actores y se fortalece, las estrategias
ta esencial para la política feminista en de una política feminista deben contra-
dos de las posturas que se reconocen poner una práctica disruptiva, subversiva
como paradigmáticas. Por un lado, se y dinámica. Sin esta condición el feminis-
encuentra la corriente que supone la exis- mo corre el riesgo de ser una instancia
tencia de una “Mujer” representable po- más de la producción del género que su-
líticamente, y por otro las interpretacio- puestamente denuncia. De allí la poten-
nes que, reconociendo la debilidad de cialidad política que reclama a un con-
esta ontología, recuperan el término “mu- cepto “género” así disperso e inubicable,
jeres” como útil para la práctica política. que pueda contener críticamente “otros”
Respecto de la primera, su teoría del gé- complejos históricos referidos a cualquie-
nero haría obvia la imposibilidad de una ra de las áreas que el género actualiza,
sujeta tal a ser representada, a riesgo de incluyendo con ello también al propio
caer en un esencialismo universalizante y cuerpo. Si aceptamos que “no hay nada
reductivista. En referencia a un uso polí- en un sistema binario de género que esté
tico del término “mujeres”, que contem- dado” (BUTLER, 1998, p. 314), entonces
ple a la vez su inexistencia ontológica, las puertas al cambio y a la innovación
señala que se corre el riesgo de borrar la están abiertas. También lo está la posibi-
base sobre la que sustentar la práctica. lidad de una adaptación a los esquemas
Por lo visto hasta aquí, Butler se opone a dominantes, por lo cual una política fe-
una idea de la práctica política basada minista no puede anclarse en una retóri-
en la representación, y por ello entiende ca de la representación especular, a ries-
que ambas posturas impiden la go de renunciar a una perspectiva
construcción de una genealogía crítica de necesariamente crítica y revulsiva, resis-
la constitución del género tanto como de tente a la recuperación.
su flagrante producción. Ambos discursos
harían pie finalmente en la “diferencia

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Nancy Fraser organiza su respuesta sería recaer en el modelo base
a Butler alrededor de tres argumentos superestructura y en el monismo
principales. Intentaremos a continuación economicista, propio de la ortodoxia
contraponer cada uno de ellos y propo- marxista (de cierto marxismo que todos
ner una tercera lectura. En primer lugar, queremos olvidar). Sin embargo, su
Butler señala la aparición de algunos dis- caracterización del orden social
cursos que denuncian a los nuevos movi- contemporáneo implica una escisión en-
mientos sociales como “meras” luchas tre lo económico y lo cultural o simbóli-
culturales o identitarias que dejarían de co, en contraposición con lo que se ha
lado la discusión por la distribución y dado en llamar “sociedad de consumo”,
coadyuvarían a la división de la izquier- definición propia del capitalismo en so-
da. Para esta autora no sólo se trata de ciedades avanzadas. En estas sociedades
una argumentación anacrónica sino tam- podemos comprobar una expansión de
bién la búsqueda forzada de una unidad las relaciones capitalistas de producción
que sólo puede resultar ortodoxa. Señala que resignifican las demás esferas de las
que el neomarxismo mantiene cierto aire relaciones sociales, incluidas lo que Fraser
conservador, incluso en algunos autores caracteriza como la vida privada y
que han probado su compromiso con las personal.
causas que ella misma defiende. De allí,
la referencia a Fraser quien a su vez inter- En el mismo sentido, creemos leer
preta que el rechazo de Butler tiene que que Butler va un paso más allá en su aná-
ver con la caracterización de las luchas lisis crítico de esa distinción. La cuestión
identitarias como de reconocimiento, re- no sería para esta autora un problema
legadas al orden de lo simbólico. de localización sino más bien el hecho
de que la política sexual y las prácticas
En su respuesta Fraser (2000, p. 25) del intercambio sexual, por sus mismas
enfatiza que: “la distinción normativa características, borran la separación –
entre injusticias de distribución e injusti- incluso analítica – entre lo económico y
cias de reconocimiento es central en mi lo cultural.
encuadre”. Acto seguido enuncia que
ambas injusticias son igualmente impor- Como fue dicho anteriormente,
tantes y que no es necesario demostrar Butler parte del supuesto de la hetero-
que el no reconocimiento implica mala normatividad del género, de la coheren-
distribución para certificar que es injus- tización de las sujetas y los sujetos según
to. Avanza en su planteo con lo que ella esa regla binaria, oposición “sexual” que
llama una “buena noticia”: las luchas por es la base de la institución familiar
el reconocimiento no necesitan probar reproductora no sólo del sistema de sexo-
que amenazan al capitalismo para de- género, sino de todo el constructo de la
mostrar que son luchas justas. Según identidad social y subjetiva, lo cual por
Fraser, las injusticias que provienen de un supuesto incluye las posiciones de clase,
mal reconocimiento son tan graves como etnia y raza. La producción y repro-
las distributivas, los daños culturales no ducción de las/los sujetas/os no puede
son reflejos superestructurales de los analizarse separadamente en un orden
daños económicos y ambos son económico-social y otro cultural-
irreductibles entre sí. Afirmar lo contrario simbólico. Los cuerpos mismos no

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pueden ser desmembrados de sus instan- capitalista”, Fraser responde que este ra-
cias significativas. En tanto que zonamiento se presenta en dos varian-
materialidades cargadas dramáticamen- tes: una definicional y otra funcionalista.
te de significación y de posibilidades En la primera, la regulación heterosexual
disruptivas, los cuerpos son producidos pertenece por definición a la estructura
en el acto mismo de reproducción de un económica. Aquí Butler estaría deshis-
orden social que excede ciertamente al torizando la idea de estructura económi-
género, pero que al contenerlo no puede ca y vaciándola de su fuerza conceptual.
soslayar esta estructura de corporización, Perdería, de este modo, la especificidad
este gerundio de los actos de género de la sociedad capitalista como forma
performativos. Así, la imbricación entre distinta y particular de organización
reglas de heterosexualidad, reglas de re- social, donde el vínculo entre el modo de
producción de un orden social y econó- regulación sexual y el orden de las rela-
mico, y reglas de distribución de los cuer- ciones económicas, según Fraser, está ate-
pos en el espacio simbólico y material, nuado. Borraría, así, la brecha entre el
impide cualquier intento de “ordenar” orden económico y el del parentesco,
jerárquicamente las luchas sociales según entre la familia y la vida personal, entre
un patrón de “opresiones originarias”, el status y la jerarquía de clase, que el
supuestamente más urgentes. El efecto capitalismo contemporáneo contiene.
fetichista que el género opera sobre el Butler, entonces, estaría ciega a la histo-
sexo, las prácticas, y los deseos sexuales, ria al considerar la regulación sexual como
junto con su normativización, parecen una parte de la estructura económica. En
estar ocultando a Fraser, sino la injusticia la variante funcionalista, la regulación
de las luchas queer, gay y lesbianas que heteronormativa sería funcional a la ex-
ella está dispuesta a reconocer, al menos pansión de la plusvalía. Para responder a
las implicancias políticas de desestimar- esta segunda variante, Fraser escoge una
las como parte de las luchas por la trans- solución rápida: empíricamente el capi-
formación de la sociedad capitalista en talismo, simplemente no necesita de esa
tanto tal. Una operación similar, se diría normatividad.
que una lucha por la hegemonía dentro
del marxismo, sustentaba las discusiones No sería necesario, entonces, em-
acerca de la pertinencia “estructural” de prender la titánica tarea de destruir al
las luchas feministas en el contexto más capitalismo para lograr el reconocimien-
amplio, de las luchas por el cambio so- to de gays, lesbianas, transexuales,
cial en décadas pasadas. travestis y todas aquellas sexualidades no
normativas, ellas pueden encontrar un
En relación con el segundo argu- lugar bajo el sol capitalista con sólo rees-
mento de Butler, según el cual la familia tructurar las relaciones de reconocimien-
es parte del modo de producción, en con- to. El problema que Fraser detecta en el
secuencia la regulación heteronormativa argumento funcionalista de Butler es que
de la sexualidad es central al funciona- éste habría actualizado lo peor del femi-
miento de la economía política y las lu- nismo socialista de los 70, aquello que la
chas contemporáneas contra esa regula- autora denomina visión hipertotalizante
ción “amenazan la viabilidad del sistema de la sociedad, por la cual no es posible
distinguir el estatuto diverso que tienen

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las distintas formas de opresión; aunque propia de las sociedades capitalistas y es
con esa generalización no sabemos a qué por eso que habría que mantenerla en el
autoras y planteos se refiere porque no análisis. Como ya fue mencionado, Fraser
aclara qué es para ella lo peor de dicha estaría prestando poca atención a las con-
tradición. diciones en que el capitalismo se repro-
duce en la actualidad. Citando a Mouffe
Esta doble acusación se resume en y Laclau (1987, p. 183):
la argumentación de Fraser en el sintagma
“anacronismo teórico”. Así, la autora No se puede comprender la actual
marca la supuesta indiferencia de su expansión de la conflictualidad social y la
interlocutora con respecto a la historia. consecuente emergencia de nuevos
Al contrario, vemos que esta dimensión sujetos políticos, sin situar a ambos en el
es para Butler un supuesto implícito en contexto de mercantilización y burocra-
el concepto actos performativos de gé- tización de las relaciones sociales.
nero, el cual no se puede entender por
fuera del tiempo y la historia. Es más, Así, los nuevos movimientos socia-
Fraser pierde de vista la misma les no estarían reclamando “meramen-
historicidad que le exige a Butler, al no te” por un reconocimiento social
percibir la especificidad del capitalismo denegado, sino que contendrían en sí
tardío al que remite su análisis. Considera mismos posibilidades de impugnación al
al mismo como un orden regido por una orden capitalista hegemónico, al poner
lógica monolítica de acumulación de en cuestión su estabilidad interna.
plusvalía, cuya relación con el orden de
la regulación sexual se encuentra Ya señalamos que para Butler la
“atenuada”. Sin embargo, en el política sexual borra la distinción entre lo
capitalismo contemporáneo la división económico y lo cultural. Ahora agrega-
entre una lógica de la acumulación y otra mos que para ella la política sexual es “un
de la regulación sexual no es pertinente, modo específico de producción sexual e
como ya fue señalado en este mismo intercambio que se esfuerza en mante-
apartado. ner la estabilidad de género, la heterose-
xualidad y la naturalización de la familia”
El tercer argumento, que según (BUTLER, 1999, p. 57).
Fraser, Butler estaría utilizando, es tal vez
el eje que permite comprender la enor- Quisiéramos agregar un punto de
me distancia en el pensamiento de am- desencuentro implícito en la discusión y
bas autoras: la distinción entre lo mate- es, paradójicamente, el de la unidad. El
rial y lo cultural. Aquí la tesis de Fraser es artículo de Butler revisa las condiciones
que Butler se equivoca cuando sostiene de la unidad de la izquierda y la inclusión
que ella separa la esfera material de la de nuevos movimientos sociales. Le pre-
cultural, porque la distinción que estaría ocupa la forma de esa inclusión no sólo
planteando es entre lo económico y lo porque puede derivar en una nueva or-
cultural. Esta distinción no está situada, todoxia sino porque suprimiría la poten-
para Fraser, en el plano ontológico sino cialidad de las diversas expresiones polí-
en el socio teórico. La separación sería ticas.

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Este rechazo a resubordinarse a una decíamos al principio, la lectura y la
unidad que caricaturiza, disminuye y do- escritura toman la forma de una
mestica la diferencia se transforma en la intervención entendida como la
base de un impulso político más expansi- posibilidad de “trazar las líneas de
vo y dinámico. Esta resistencia a la demarcación adecuadas para abrir el
“unidad” lleva consigo la cifra de camino a un planteamiento correcto de
la promesa democrática de la izquierda. los problemas de la crisis” (ALTHUSSER,
(BUTLER, 1999, p. 57). 1975, p. 78). Camino para plantear la cri-
sis que toma aquí la forma de un debate
A Fraser también le preocupa el acerca de las sujetas de conocimiento del
tema de la unidad pero no “lee” las co- feminismo y de las sujetas y los sujetos
millas que Butler le impone a ese con- de la política feminista.
cepto. Cree que el problema se resuelve
integrando las diversas corrientes al inte- Lo que nos ayudan a poner en cues-
rior de la izquierda aceptando la validez tión textos como éstos es precisamente
de las luchas de reconocimiento. De ello el estatuto de esa subjetividad. Si el fe-
infiere un acuerdo político con Butler por minismo entendido como movimiento de
encima de los desacuerdos teóricos. Sin reivindicación de derechos de las muje-
embargo, como vimos anteriormente, la res presupuso la existencia de una identi-
obra de Butler supone una crítica radical dad mujer que fue la que dio origen a
a la concepción filosófica del sujeto y a unos intereses a ser representados por el
las prácticas políticas tradicionales. Por lo feminismo, la existencia de tal mujer está
tanto, la distancia teórica es, a la vez, una siendo puesta en duda por las más re-
distancia política que la respuesta de cientes teorías feministas. El sujeto infe-
Fraser elide. rido por esa lógica de la representación
era el de la modernidad: un sujeto de la
Al principio de este artículo nos conciencia, unificado, transparente y co-
hacíamos una serie de preguntas acerca herente en sus prácticas y discursos, pero
de la productividad política de estas lec- además de su cualidad universal, se trata
turas. Retomemos uno de los inter- de un sujeto “asexuado”. La representa-
rogantes: ¿qué nos aporta involucrarnos ción de la subjetividad de la filosofía oc-
en este intercambio? cidental moderna nunca abandonó la
masculinidad como sinónimo de huma-
Por supuesto no hay una única res- nidad relegando a la mujer al lugar de lo
puesta, por supuesto podríamos respon- singular.
der que la lectura en sí misma es produc-
tiva y placentera y que no necesita El problema de la subjetividad es
ninguna justificación más allá del “placer hoy central no sólo para el feminismo sino
del texto”, del placer que produce, que para las ciencias sociales y para cualquier
nos produce adentrarnos en este debate. teoría de la cultura, ya que no se puede
seguir tomándolo como si fuera el sujeto
Sin embargo, hay algo que va más cartesiano transparente y absolutamente
allá cuando las mujeres se ponen a dis- racional. Ahora bien, muerto el Sujeto
cutir estos temas y cuando deciden ¿Qué se hace con las sujetas y los suje-
escribir sobre ellos. Entonces, como tos? ¿Cómo se hace para pensar en las

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identidades sociales y junto con eso la del orden, de cristalización de determi-
cuestión de la política, reconociendo el nados sentidos.
cuestionamiento de la unidad del Sujeto,
pero negándose a dejar de lado la posi- El feminismo o los feminismos vie-
bilidad de las transformaciones sociales? nen, precisamente, a mostrar las grietas
en el muro, o dicho de otro modo, las
Hace años que las teóricas del fe- posibilidades de impugnación, de nega-
minismo vienen señalando que lo que ción del orden hegemónico. Vienen a se-
existe no es la mujer -Sujeto, que inevita- ñalar que todo orden social es contingen-
blemente remite a aquel que se escribe te, artificial y como tal modificable. Pero,
así, con mayúscula y en masculino – sino además y sobre todo, que la impugna-
que existen mujeres reales y concretas – ción a ese orden le viene “de adentro”.
ahora sí, podemos respirar aliviadas y
decir sujetas- mujeres que ocupan múlti- Tal como señala Rosi Braidotti
ples posiciones de sujeta, posiciones de- (2000), hay múltiples maneras en que las
finidas por otras variables además del feministas han intentado en los últimos
género. Existen, entonces, mujeres y ex- tiempos explorar las diferentes formas de
periencias, cada mujer con su experien- constitución de subjetividades femeninas;
cia también particular y concreta. Pero si subjetividades que se construyen dentro
sólo tenemos mujeres y experiencias par- de la ideología de género y no fuera de
ticulares1 ¿Tiene sentido continuar ha- ella. Si la mayoría de las teorías disponi-
blando de feminismo? Si una noción bles están construidas sobre narrativas
estable y unificada de mujeres no es masculinas de género, limitadas por el
posible, ¿Qué sentido y qué fuerza contrato heterosexual, narrativas que
transgresora tiene seguir pretendiendo tienden a reproducirse a sí mismas en las
una política de representación para esas teorías feministas, la crítica de todos los
sujetas? discursos concernientes al género,
incluidos los feministas, es una parte vital
Pero, afortunadamente, y aquí vie- del feminismo como lo es el actual
ne la “buena noticia”, el feminismo va esfuerzo por establecer una perspectiva
más allá de la representación de unos in- desde “otra parte”.2 Pero, esa “otra parte”
tereses ya sean éstos de la mujer y hasta no es un pasado mítico, ni un futuro
incluso de las mujeres. Lo que nos permi- utópico, es la otra parte del discurso, aquí
ten visualizar las teóricas de los feminis- y ahora, los puntos ciegos, las fallas o las
mos, incluso aquí en el sur, es que la re- lagunas, espacios que están en los
gulación heteronormativa, como márgenes del discurso hegemónico. Y es
cualquier otro sistema de normas, nunca allí donde puede darse una construcción
es tan estable como se pretende. El or- de género diferente. No se trata de buscar
den social no es un muro de piedra sin afuera, salir de un espacio para ir a otro,
fisuras, o como afirma Ernesto Laclau, sino de deslizarse dentro y fuera del
todo orden hegemónico insiste en lograr género. Esos otros espacios tanto
un “cierre” de lo social, pero ese cierre discursivos como sociales que existen,
no es más que un efecto momentáneo, desde que las prácticas feministas los han
“contingente”, un momento de “cierre” construido, en los márgenes, a contrapelo
de los discursos hegemónicos y en los

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intersticios de las instituciones en mos producidas y reproducidas día a día
prácticas de oposición. Vivir entre esos por los discursos hegemónicos y que no
dos espacios es la condición del estamos y no podemos estar al margen
feminismo aquí y ahora. “El sujeto del de esa producción.
feminismo es en-gendrado allí. Es decir,
en otra parte” (DE LAURETIS, 1996, p. Ahora bien, ¿Cuál es la falla, el prin-
33). cipal intersticio, la fisura, la grieta? Por
supuesto, no hay una única respuesta a
Ya dijimos que lo que perdió vigen- esta pregunta, no hay un locus prefijado
cia no es el feminismo, sino el feminismo desde el cual se vaya a producir la falla
vinculado a una lógica de la representa- del orden hegemónico. Este es un seña-
ción. Lógica que presupone un mecanis- lamiento que se le puede hacer al texto
mo de intermediación por el cual el de Butler. En una determinada situación
representante toma el lugar del repre- política, los lugares de los que puede sur-
sentado, lo sustituye y lo encarna a la vez, gir la negación al orden simbólico no es-
produciendo un efecto de transparencia.3 tán determinados a priori, ni por fuera
Si el feminismo quiere gozar de buena del escenario antagónico donde hará su
salud debe interpelar a las mujeres en aparición la impugnación, eso quiere de-
toda su diversidad, en toda la diversidad cir que cualquier término que sea capaz
de sus prácticas. Las preguntas acerca de de nombrar la falta puede operar como
la legitimidad de las prácticas no son otra elemento disruptivo. Pero no toda posi-
cosa que preguntas acerca de las fuentes ción en la sociedad, no toda lucha es
de su legitimidad. Preguntas que remiten, igualmente capaz de transformar sus con-
sin muchos rodeos, a la cuestión de quién tenidos en un punto nodal.
y dónde dice que tal práctica es feminista
y tal otra no, dónde se define la sujeta Butler opta por señalar a las luchas
del feminismo, a través de qué tácticas, y queer, gay y lesbianas como las que son
cuáles estrategias son transformadoras y en este momento del capitalismo, capa-
cuáles las que no hacen otra cosa que ces de subvertir las normas y los manda-
reforzar la dominación patriarcal. tos emanados de la política sexual
hegemónica. Su texto representa un sig-
Ya dijimos que el sistema de domi- nificativo aporte para pensar la política
nación heteronormativo no es un siste- feminista sin sujetas preconstituidas; sin
ma cerrado destinado a mantener a las embargo, observamos, un núcleo proble-
mujeres en posiciones de subordinación, mático: ¿A qué se refiere Butler con sexua-
sino formas hegemónicas de poder — lidades no normativas?, ¿Sólo son no
masculino — que revelan sus propias fa- normativas las sexualidades queer, gay y
llas y fisuras en el mismo proceso de su lesbianas?
reproducción. La tarea estratégica del fe-
minismo es explotar esas grietas allí don- Vamos a tomar dos casos de circu-
de están, pero también es ayudar a pro- lación social de discursos vinculados a la
ducirlas. Aceptar términos como sexualidad. Cuando en el año 2000 se
hegemonía y decisión implica que no se votó en la Legislatura de la Ciudad de
debe actuar como si no supiéramos que Buenos Aires la Ley de Salud Sexual y
nosotras mismas, mujeres feministas, so- Reproductiva, asistimos azoradas a un

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debate en el cual miembros de agrupa- ser interrogado sobre el tema, dijo en
ciones de la derecha católica vernácula conferencia de prensa: “no vamos a
gritaban desaforadamente a las mujeres convertir a San Miguel en un convento”.
que nos habíamos acercado hasta allí Insinuó además que éste era un
para asistir a la sesión y a las legisladoras “negocio” y que él no iba a cerrar los
que elaboraron y defendieron la ley, prostíbulos.
epítetos tales como “nazi” o “genocida”.
Ante la sorpresa y el desagrado que Si seguimos esta lógica, según la
produjo en muchas de nosotras la cual la prostitución es un negocio más,
ferocidad que esos grupos demostraron ella se presenta como un contrato a tra-
para defender sus posiciones, una vés del cual las personas prostituidas pac-
compañera señaló, muy acertadamente, tan una cierta forma de su fuerza de tra-
“esto es un grupito contra toda la bajo, por un período dado, a cambio de
sociedad”. Muy probablemente esté en dinero. Habría libre intercambio entre
lo cierto; la Ley tuvo apoyo de amplio prostituta/o y cliente, en consecuencia
sectores de la sociedad porteña, sin sería un contrato como otro cualquiera,
embargo, se sigue discutiendo y sigue en el cual la/el prostituta/o es propietaria
habiendo presiones para que no se (de su vida, de su persona) y contrata
reglamente. Los principales puntos de parte de esa propiedad. No se vende, sino
conflicto fueron: el uso del DIU, la posi- que contrata el uso de sus servicios sexua-
bilidad que adolescentes de ambos sexos les. Puede pactar sin detrimento de sí
se acercaran a los servicios de anticon- misma/o. Una parte importante del pen-
cepción y el recurso de los médicos que samiento liberal plantea que relacionarse
trabajan en esos servicios para objetar y sexualmente a cambio de dinero es un
por ende no prescribir anticonceptivos. derecho humano. Sin embargo, si nos
Pareciera ser todavía en la actualidad en preguntamos por qué la mayoría de los
la Argentina hablar de sexualidades no clientes son varones, se invierten los tér-
normativas es precisamente hablar de minos de la relación y se pasa de la afir-
estas cuestiones: el uso de anticon- mación “vender servicios sexuales es un
ceptivos, la sexualidad adolescente, el derecho humano” al enunciado “comprar
aborto. servicios sexuales es un derecho de los
hombres”. Esta inversión pone en el cen-
El segundo ejemplo se refiere a otro tro de la discusión un aspecto que en
escándalo público. En la localidad bonae- general está invisibilizado: la demanda.
rense de San Miguel fue denunciada por La pregunta debería ser: ¿Por qué los va-
“Telenoche investiga”, un programa emi- rones exigen que las mujeres y en algu-
tido por televisión abierta, la existencia nos casos otros varones vendan sus cuer-
de una serie de prostíbulos en los cuales pos como bienes en el mercado
se mantenían en condición de esclavitud capitalista? Y la respuesta es: la prostitu-
a numerosas mujeres, muchas de ellas ción es parte del ejercicio de la ley del
además habían sido traficadas desde paí- derecho sexual masculino, una de las for-
ses limítrofes y eran menores. El inten- mas de asegurar el acceso por parte de
dente de San Miguel, el carapintada Aldo los varones a los cuerpos. Lo que venden
Rico hoy devenido candidato a goberna- las personas en prostitución no son ser-
dor de la Provincia de Buenos Aires, al vicios sexuales sino su cuerpo, aunque sea

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momentáneamente, y por ello se las ha otras. Cómo será esa unidad y qué carac-
caracterizado como “esclavos/as sexua- terísticas tendrá, sin duda, estará deter-
les”. La relación que se establece es in- minado por la contingencia. Sin embar-
comparable con el derecho que el go, es responsabilidad política de las
empleador tiene sobre los cuerpos de los/ sujetas y sujetos producir articulaciones
as trabajadores/as ya que en esos casos que admitan la diversidad en su seno.
no es directamente el cuerpo el objeto
del contrato. La aparente “guerra de pandillas”,
a la cual alude Butler, entre quienes pre-
El aborto, los derechos sexuales y tenden confinar a los movimientos socia-
reproductivos incluido el derecho a la les al campo de los estudios culturales y
anticoncepción, la denuncia acerca del quienes reclaman para éstos un status
estatuto que tiene en las sociedades ca- igual al de los movimientos “económicos”
pitalistas avanzadas la prostitución, han dentro del marxismo, devela otra
sido y continúan siendo temas caros al “guerra” subterránea. La suposición de
movimiento feminista. En este sentido, el una estabilidad en la distinción vida cul-
programa clásico del feminismo reapa- tural /vida material deja entrever un in-
rece en la Argentina del presente como tento de subsumir las luchas y reclamos
profundamente subversivo y desar- de los nuevos movimientos sociales en un
ticulador del orden hegemónico. Estas movimiento político de izquierda más
cuestiones desafían el vínculo entre amplio, cuya prioridad por el cambio so-
sexualidad y reproducción, entre paren- cial impondría una jerarquía dentro de
tesco y reproducción sexual tanto como “temas relevantes” o urgentes, los “ne-
lo hace la política queer, gay y lesbiana. cesarios” polos de oposición al orden so-
cial capitalista. Quizá no casualmente, tal
El papel central otorgado a estas como lo enuncia Butler respecto de las
últimas parece ser la apuesta de Butler y luchas queer, gay y lesbianas, los temas
así como no se puede dejar de reconocer “culturales” sean desestimados por esta
la productividad que tiene su obra, tam- unidad política, aunque reconocidos
poco podríamos dejar de advertir que sus como instancias del cambio futuro.
conclusiones políticas constituyen un
efecto de cierre. Al igualar analíticamen- La cuestión de la “unidad” en la
te sexualidades no normativas a sexuali- acción política ha atravesado a la izquier-
dad no heterosexual, como única garan- da desde siempre. Y regularmente desde
tía de posibilidad de que la intervención los setenta ha sido impugnada por algu-
teórica produzca los objetivos políticos nos de estos “nuevos” movimientos so-
buscados, se pierde la potencialidad de ciales como un intento totalizador de
la deconstrucción presente en el campo imposición de un universal ficticio. Las
de la teoría. luchas raciales y étnicas, así como el fe-
minismo han provocado intensas discu-
Retomar el tema de la unidad im- siones acerca de dicho universal. Estos
plica, como ya dijimos, que una articula- son buenos ejemplos de lo que Mouffe y
ción productiva entre diferentes luchas no Laclau, siguiendo a Gramsci, han deno-
se puede producir si unas subsumen a minado como “luchas por la hegemonía

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discursiva”, que sólo pueden partir de la de la cuestión en nuestra sociedad – con
inevitable discontinuidad discursiva a la las de la izquierda.
que nos somete el reconocimiento de la
inexistencia de un universal que subsuma Entendemos que la articulación de
las particularidades. La “muerte del Suje- las demandas, en un sentido de
to” nos obliga a dejar de lado todo con- sumatoria o superposición, no asegura
tenido “fundacional” en los discursos una puesta en cuestión del orden contra
políticos. Las luchas por la hegemonía vie- el cual van dirigidas. Una práctica política
nen a nominar las estrategias que bus- que intente subvertir el estado de la
can rearticular las relaciones de poder ins- sociedad actual debería necesariamente
taladas como “estructuradas”. Las fundar un momento de
identidades particulares no pueden ser sobredeterminación discursiva de las
apeladas como “identificaciones”, no fuerzas sociales en lucha, que logre hacer
pueden ser nunca “incluidas”, a riesgo presente un plus de significación. Una
de ser borradas o invisibilizadas de lo articulación de este tipo está todavía por
social. darse.

Esto último implica repensar los Abstract:


modos en que se podrían articular las di- This
ferentes prácticas políticas de forma tal pei ce
que unas no queden subsumidas en las takes
part
otras. En términos del presente debate,
into
la pregunta es acerca de la im/posibili- the
dad de articular las luchas queer, gay y dis-
lesbianas – y feministas, dado el estado pu-
te between the american feminist theorists
Nancy Fraser and Judith Butler. The polemic
draws attention to the feminist theory’s critical
approaches, taking up with the problem of
the left parties’ union and its political
implications, and also with the potential role
of the feminist and queer theories for political
and social changes.

Keywords: Feminist theory; distributive


injustice; political identities.

Notas
1
Teresa de Lauretis desarrolló un concepto de da. Tampoco uso el término en el sentido individu-
experiencia acorde a este planteo: “Experiencia no alista (...) sino más bien en el sentido de proceso
alude al mero registro de datos sensoriales o a la por el cual se construye la subjetividad de todos los
relación puramente mental con objetos y seres sociales. A través de esos procesos uno se co-
acontecimientos o a la adquisición de habilidades y loca a sí mismo o se ve colocado en la realidad so-
competencia por acumulación o exposición repeti- cial, y con ello percibe y aprende como algo subje-

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tivo esas relaciones -materiales, económicas, 2
Para un desarrollo conceptual: LAURETIS, Teresa
interpersonales- que son de hecho sociales y en una de. La tecnología del género. Mora, Nº 2, Buenos
perspectiva más amplia históricas. [...] no es un Aires, 1996.
punto de partida o de llegada fijo desde donde uno 3
Véase: Laclau, E., Emancipación y diferencia,
interactúa con el mundo. Por el contrario, es al
Buenos Aires, Ariel 1996; y Oberti, Alejandra y
efecto de esa interacción que yo llamo experiencia”.
Labandeira, María Celia, “Emancipación y diferen-
de Lauretis, T., Alicia Yano, Madrid, Cátedra, 1992,
cia ¿una intervención con pedido de disculpas?”,
p. 253.
en El Rodaballo, Nº 6/7, Buenos Aires, 1997.

Referencias BUTLER, Judith. Meramente cultural. El


Rodaballo, Buenos Aires, año 5, no. 9,
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verano 1999.
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género. Mora, Buenos Aires, no. 2, 1996.
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DE LAURETIS, Teresa. Alicia ya no. Madrid:
BRAIDOTTI, Rosi. Sujetos nómades.
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FRASER, Nancy. Heterosexismo, no
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Rodaballo, Buenos Aires, año 6, no. 10,
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una radicalización de la democracia.
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