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Julieta Quirós
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Este libro fue financiado por ei proyecto UBACyT S043 Antropologia dei
Consumo, proyecto acreditado y financiado por Ia Secretaria de Ciência
y Técnica de Ia Universidad de Buenos Aires.
MUSEU NACIONAI
Departamento de Antropoio.
Btca. Francisca Keller
NO,
17012
ISBN: 978-987-1238-81-1
Primera edición: Editorial Antropofagia, octubre de 2011.
www.antropofagia.com.ar
Quirós, Julieta
El porquê de los que van ; Peronistas y piqueteros en ei Gran Buenos
Aires(una antropologia de Ia politica vivida) . - Ia ed.- Buenos Aires
: Antropofagia, 2011. 296 p. ; 23x15 cm.
ISBN 978-987-1238-81-1
9 Sobre Ia noción de "teoria etnográfica" véase Malinowski 1935. Véase también Jnfra.
10 Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas de 2001, indkc.
11 Encuesta Permanente de Hogares Continua, indec.
12 SEL Consultores.
Introducción 21
14 Aún cuando estas oposiciones hacen ai sentido común acadêmico dominante, afortu
nadamente en los últimos cinco anos el escenario intelectual ha dejado de ser monolítico.
on distintos objetos, recortes, y preocupaciones, los resultados de una serie de inves-
tigacjones recientes -en su mayoría de tipo etnográfico, o influídas por Ia etnografía-,
ponen en tela de juicio Ias visiones rupturistas, desplegando tramas de relaciones donde
distintas expresiones de Ia política y diversas formas de vínculo con el EJstado, se entre-
cruzan y desplazan. Véase especialmente los trabajos de Merklen 2005, Manzano 2004,
2007, 2009, Frederic 2009, FVederic y Masson 2007, Ferraudí Curto 2006, 2009, Vommaro
2007, Auyero 2007, Colabella 2009, Grimson et ai 2009.
15 Un uso antropológico de Ia noción de experiência, tal como Ia entiendo a Io largo de
esta obra, puede encontrarse en Turner 1967, 1985, y Thompson 1968.
Introducción 23
me anoté con los piqueteros". El plan parecia ser aquello que había in
corporado ei estar con, ei trabajar con -los peronistas, los piqueteros- al
"horizonte de los posibles", como diria Sigaud (2004, 2005), de muchos
de mis interlocutores de campo. La recurrencia de Ia expresión "anotar-
se con" -que, como habria de ver tiempo después, circulaba también en
otros universos (cf. Ferraudi Curto 2006, Manzano 2007, Vommaro 2007,
Colabella 2009)- parecia sintetizar esa asociación entre Ia participación
en espacios considerados políticos, y el acceso a recursos econômica y
socialmente significativos como un plan^^.
El plan se revelaba, además,como un objeto en circulación a través dei
cual Ias personas tejian y destejian múltiples relaciones de obligaciones y
derechos: entre vecinos, parientes, agentes estatales, referentes barriales,
politicos, y organizaciones piqueteras; y era en virtud de estas relaciones
que Ias personas transitaban por espacios disimiles, trascendiendo fronte-
ras organizacionales, y desafiando clasificaciones sociológicas. El circuito
de mi trabajo de campo fue trazado por estos trânsitos; y este proce
der, poco convencional, me llevó a reflexionar sobre Ia unidad analitica
que me encontraba recortando. En un primer momento supuse que si mi
unidad no era "el movimiento", era el barrio -un recorte territorial, en
lugar de organizacional'®. Después pensé que hablar de barrio presuponía
un conjunto de fronteras geográficas delimitadas, cuando Io cierto es que
mis recorridos de campo se habían ido configurando a través de los lazos,
múltiples y heterogêneos, que Ias propias personas entretejían. Mi unidad
no era de naturaleza sustantiva -el/los movimiento/s, o el/los barrio/s-
UFRJ ^
MN BI
28 EI porquê de los que van
Varela, Pato se iba a alejar dei mtr, e iba a limitar su participación a Ias
marchas. Por Ias mananas estaba yendo a Ia escuela -cursaba su último
ano de secundaria, en poços meses cumpliría los 18-, y por Ias tardes
estaba trabajando como ninera a unas cuadras de Ia casa. Al alejarse dei
MTR Pato se alejaba de mi pesquisa, o mejor dicho, yo me alejaba de ella
y de su vida, esa que tanto me había ensefiado de Florencio Varela, dei
estar con los piqueteros, y dei caracter relacionai de Ia etnografía.
Mientras tanto, su hermana Maria, dos anos menor -que hasta en-
tonces había tenido un vínculo acotado con el MTR, y solía quejarse "dei
movimiento" porque Ias marchas eran largas, y porque su padre y su her
mana "se Ia pasaban en el movimiento"- parecia ahora aproximarse, sin
prisa y sin pausa. Guando volvi a Varela estaba trabajando en la copa de
leche de una de Ias sedes dei mtr; poco tiempo después seria nombrada
subdeJegada, asumiendo Ias responsabilidaxies que le tocaban como tal;
ai tiempo la veria asistir a Ias reuniones de la juventud dei movimiento,
que se hacían los dias sábados en aquel local que había vuelto a abrir, y
quedaba a unas doce cuadras de su casa. Una vez, mientras nos tomába-
mos el 500, de Villa Margarita a Varela, y me contaba de una discusión
que había ocurrido en la última reunión de los jóvenes, Maria refirió, por
pnmera vez, a ese cambio que yo venia observando en su vinculo con la
organización:
-Viste que antes yo iba asi nomás —me dijo-. Como que tenia que
y punto. Ahora voy distinto... Me interesa Io que se habla en Ias
reumones, opino... No sé, como que me fui enganchando, viste. ..
De los tantos déjà vu que me había deparado mi vuelta a Florencio
^ela, la expresión de Maria fue de esas que, en el mismo momento
que uno Ias escucha, se da cuenta de que ya hubo otras igualitas que
pasaron sin ser advertidas. El verbo no me era nuevo, tampoco la con-
jugacion. ir enganchándose. Más arriba hablé de cómo me sorprendió,
su momento, la preeminencia que ocupaba la expectativa de obtener
^rias oportunidades, he respetado su voluntad de conservar los nombres
disfintas circunstancias
he hecho conalgunos
(y en aqueilascasos,
personas quelectura
trás la protagonizan este libro
dei borrador), y que, en
manifestaron
a pre erencia de conservar sus nombres en esta publicación. Para el resto de Ias personas
que aparecen en estas páginas, he utilizado nombres íicticios, como también he modifi-
nombres propios de barrios y calles de Florencio Varela. También me valgo de
nimos para nombrar a los funcionários de gobierno que aparecen a Io largo de este
I ro, exceptuando figuras de alto conocimiento público, que aparecen con sus nombres
rea es. un cuando aigunas de estas personas pueden haber preferido constar con su
nom re oripnal, y a sabiendas de que, como suele ocurrir en Ias etnografías, cualquier
conocedor dei universo en cuestión no tendrá dificultad para identificar quién es quien,
he apelado al recurso de los seudónimos, a los fines de preservar la identidad de aqucllos
que, por distintas razones, no pudieron ser debidamente consultados al momento de esta
publicación.
Introducción 29
pero también con actos, con silêncios y con gestos. En segundo lugar
(y por tanto), significa expandir Ias dimensiones con que solemos cons
truir el dato etnográfico, pasando a considerar seriamente no sólo Io que
miramos y escuchamos en el campo —eso que probamos ante los otros
cuando escribimos 'fulano hizo tal cosa', o más corrientemente, poniendo
dos puntos y abriendo comillas: 'fulano dijo tal otra'—, sino también, Io
que podemos olfatear y percibir. Es decir: explorar cómo Ias personas
se engancban, nos convoca a dar un lugar -analítico y epistemológico— a
Ias múltiples dimensiones de conocimiento que son puestas en juego en
el trabajo de campo en tanto experíencia vivida por una persona, el in
vestigador/a/es (véase Wacquant 2009). Como bien senala Favret-Saada
(1990), Ia comunicación entre el etnógrafo y sus interlocutores de campo
no es solamente verbal; tampoco exclusivamente voluntária e intencional:
como en cualquier relación social, en Ia relación de campo hay también
comunicación no verbal, impensada, y desprovista de intencionalidad.
Salvo que insistamos en reducir Ia antropologia a una indagacíón de los
aspectos intelectuales de Ia experíencia humana (cosificados en Ias "re-
presentaciones nativas"), no hay razón, argumenta Favret-Saada, para
ción^En evidencia empírica
sintonia con producida a partir
estas observaciones, vale de esa aotra
volver los comunica
preceptos
e método etnográfico dei viejo Malinowski, quien ya en los anos 20 nos
enseno que eso que llamamos "perspectiva nativa" no es sólo -m tanto-
^ punto de vista, una forma de ver o pensar el mundo, sino también
y más bien-, un cierto sabor de Ia vida que el estar-ahí dei trabajo de
campo permite capturar^^
ohV go,
' entre otras
refierecosas,
a mi ainvestigación, recuperaraquello
des-compartimentar estos presupuestos me
que mis hábitos
habían aprendido a compartimentar: engancharse no era
® acción, pero tampoco de una sumatoria de acciones; no era
de 1 razón -como Ias implicadas en el 'por qué están ahí
cJienteJismo-
si^atoria de razones -esas pero"morales",
"políticas", tampoco "econômicas"
era producto de una
, "sub-
je iv^ j con que los antropólogos solemos venir a complejizar aquello
que,juzgamos, otros colegas simpJifícan. En este sentido, ir atrás dei en
gancharse implico redimensionar Ia propia idea de persona que yo estaba
manejando: Ia experíencia de mis interlocutores sólo podia ser entendida
^
con que Mauss, enconcepción de persona
una conferência "total",
de 1924, para usar
caracteriza a eseIaserexpresión
humano
completo y concreto" que es objeto de Ia sociologia -un ser humano en
23 Véase también Favret-Saada 1977.
24 Cf. Malinowski 1995.
Introducción 31
Como veremos, parte de los protagonistas de este libro son quienes co-
tidianamente se dirigen a dependências gubernamentales en donde, entre
otras cosas, gestionan Ia obtención de recursos y programas sociales que
luego son asignados a Ja gente en los barrios -así es como, desde el punto
de vista de Ja gente, piqueteros y peronistas son parte de los que dan. Y
ciertamente, este conjunto de acciones -obtener, gestionar, asignar, dar
es uno de los aspectos que más centralidad parece haber ganado en Ias
discusiones, estúdios, preguntas y respuestas, legas y acadêmicas, sobre
Ia vida política de los sectores populares. En el debate público, por ejem-
plo, es aquello que suscita Ia preocupación por el "manejo clientelar" de
los recursos de asistencia social; en Ias ciências sociales, es aquello que ex
plica, tal vez, Ia tendência a conceptualizar a organizaciones piqueteras
y referentes peronistas como "mediadores" entre el Estado y Ia pobla-
ción (cf. Auyero 2001:93 y ss; Svampa 2004:8; Grimson et al 2003:14,
33, 76); o que, inclusive aquellos que discutimos con Ia perspectiva de Ia
mediación", acabemos otorgando al dar y recibir un lugar analítico fun-
amental. Basta atender a nuestro vocabulário: en Io que escribimos y Io
que hablamos, planes sociales y otros recursos aparecen como objetos de
circulación" e "intercâmbio" (Quirós 2006, 2007, Vommaro 2007), como
o jetos de "demanda y negociación" (Manzano 2007), como objetos de
aistribución» (Colabella 2009); piqueteros y peronistas, organizaciones
P3J"tidarias, aparecen como parte de "campos transaccionales
^Manzano 2007), "circuitos de distrlbución» (Colabella 2009), "cadenas
e obUgaciones y contra-obligaciones", o prestaciones y contraprestacio-
^
que(Qnirós 2006,
circula no sonVommaro 2007).
sólo bienes Todossino
tangibles, aclaramos -claro-
también que aquello
intangibles; tam-
^len mostramos, como se espera de nosotros, que esos intercâmbios y
rnr« .
como tales. dimensión "moral" y "simbólica", que los constituye
acciones, ante los otros y ante nosotros mismos. i,Cómo una ciência so
cial -se preguntan Boltanski y Thévenot (2006:37)- espera tener êxito
si deliberadamente ignora ei hecho de que Ias personas se encuentran,
permanentemente, frente a Ia obligación de responder por su comporta-
miento ante los otros con quienes interactúan?
En estas páginas, busco tratar Ia palabra de mis interlocutores con
templando esta dimensión pragmática (y cotidiana) de sus explicaciones
-entre ellas, sus justificaciones y críticas de 'por quê Ia gente va'. Y
así, el tipo de preguntas que ha guiado ei análisis e interpretación de Ia
evidencia lingüística no es tanto "^cómo conciben mis interlocutores tal
cuestión? o ^cómo se representan tal otra?", sino más bien, "iqué efec-
tos produce decir tal o cual cosa ("fulano viene por compromiso", por
ejemplo)? íQué consecuencias conlleva decir tal otra ("vengo por necesi-
dad", por ejemplo)? iQué realidades son creadas en estas afirmaciones?
i,Cómo configuran Ia dinâmica (constitución y ruptura, continuidad y
discontinuidad) de Ias relaciones en juego?
2. La ãcción es una manera de contar Ia realidad. La estratégia et
nográfica centrada en escenas y diálogos puestos en escena, nos coloca
frente a una cuestión controvertida si Ias hay: el carácter construído, y
no "textual", dei relato etnográfico. A este respecto vale subrayar que,
a excepción de unas poças entrevistas que Uevé a cabo durante mi in-
vestigación. Ia evidencia etnográfica que da cuerpo a este libro proviene
casi en su totalidad de Ia observación y Ia vivência de situaciones junto
a mis interlocutores de campo. Y más importante: a excepción de al-
gunas circunstancias específicas (como Ias reuniones con funcionários de
gobierno narradas en el capítulo lll), mis notas de campo no eran to
madas en el momento de Ia interacción, sino en lapsos de descanso, y Ia
mayor parte de Ias veces sólo al final de cada dia. De este modo,todos los
diálogos -diálogos entre mis interlocutores, entre ellos y yo- han sido en-
teramente reconstruídos y recreados. En esa reconstrucción, y a los fines
dei encadenamiento de mi propio argumento. Ias escenas han sido objeto
de procedimientos de montaje y edición; y para esto no sólo me he valido
de recursos usuales como Ia elipsis, sino que he jugado, también, con el
tiempo, el espado, y Ia composición de los eventos. Así, por ejemplo, una
escena puede poner el foco en ciertas personas en detrimento (o incluso
omisión) de otras que también estuvieron allí; otras escenas pueden con
densar acciones y eventos que acontecieron en momentos diferidos; y Ias
personas que protagonizan esas escenas son personajes, en Ia medida que,
inevitablemente, mi descripción realza ciertas características biográficas
en detrimento de otras (consideradas innecesarias o no pertinentes a los
fines dei argumento).
36 El porquê de los que van
importante es que sea un texto textual, precedido por dos puntos y de-
bidamente entrecomillado).
De entre Ias posibles formas de contar historias (reales) a través de
relatos (ficcionales), este libro elige una: aquella que apuesta a Ias poten
cialidades cognoscitivas de restituir el decir y el hacer dei engancbarse
en su propio discurrir.
teóricos. A los primeros les adelanto que procuré hacer un uso operati
vo de Ias herramientas conceptuales, de forma tal que mis argumentos
resulten accesibles y comprensibles a una audiência amplia; a los segun
dos les digo que apuesto a una antropologia liana y desacartonada, y a
Ia potência que adquieren nuestros conceptos -y nuestra capacidad para
comprender Ia vida social- allí cuando Ia teoria es usada y producida sin
teoricismos.
En definitiva, mi palabra y Ia escritura de este libro responden al
mismo principio con que procuro tratar Ia palabra de mis interlocutores
de campo: aciuel que confia en que Io dicho nunca está disociado de Ia
forma de decir.