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Cátedra: América S.

XX
Profesor: Claudio Barrientos
Fecha: 08/12/17
Código: HIS4022

Política, hegemonía, violencia y otros conceptos

Claves para entender el proceso peronista

Felipe Leal González

I. Introducción:

¿Es posible hablar de la política argentina y no hablar de peronismo? Creo que es


poco probable. Si existe un personaje influyente en la historia argentina, creo que son
dos: primero San Martin, y segundo Perón. Incluso muchos cientistas sociales, y los
mismos argentinos se refieren a la Argentina antes y después de Perón.

La intención de este trabajo es abordar los procesos políticos y sociales que se


desarrollo en Argentina entre el 1946 y 1974. Como hemos dicho en el párrafo anterior,
el irremediable camino que tomaremos será a través del fenómeno peronista. Por lo
tanto, nos proponemos analizar el peronismo a partir de los conceptos de hegemonía y
violencia; sosteniendo que el proceso peronista no fue conducido por Perón como líder
popular, sino que más bien, fueron los propios sectores sociales quienes interactuaron a
partir de un ejercicio articulador hegemónico del peronismo y el discurso que
transmitía. Agregaremos también que Perón no fue constante con su discurso,
provocando la inestabilidad de su sector y crispación política, principalmente en los 70.

Por lo tanto, primero definiremos nuestros límites teóricos respecto a tres conceptos
claves: Hegemonía, Discurso y Violencia. Los dos primeros serán definidos a partir de
la propuesta de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe realizada en “Hegemonía y Estrategia
socialista”. El tercero será abordado a partir de los indicios teóricos resueltos por Pilar
Calveiro en “Política y/o Violencia”. Luego, desarrollaremos nuestra hipótesis a través
de dos etapas políticas: 1946-1955 La estrategia del discurso; 1966-1974 La estrategia
de la violencia. Intentaremos rescatar claves para comprender el fenómeno político-
social que provocaría el peronismo en Argentina y que marcaria la historia de ese país.

1
II. Hegemonía, Discursos y Violencia: Un repaso teórico

¿A que nos referimos cuando hablamos de hegemonía o procesos hegemónicos?


¿Por qué es relevante asociar hegemonía y violencia al proceso peronista en la
experiencia argentina? ¿Por qué hablar de violencia y no de populismo para la
experiencia peronista? Todas estas preguntas son relevantes a la hora de poder abordar
el complejo –y sobre estudiado- proceso peronista en el siglo XX argentino.
Marcaremos algunos límites teóricos sobre tres conceptos claves: Hegemonía, Discurso
y Violencia. A partir de estas definiciones, esperamos aportar elementos al debate sobre
el peronismo y la política argentina.

Para entender hegemonía, a partir de la definición que realiza Ernesto Laclau y


Chantal Mouffe, debemos entender varios elementos antes. En primer lugar:
Articulación. Este concepto hace referencia a toda práctica que construye puntos
nodales que fijan parcialmente el sentido de una manifestación de lo social.1 Para esto,
debemos renunciar a la concepción de la “sociedad” como totalidad fundante de sus
procesos parciales. Laclau sostiene que ninguna articulación es positiva y cerrada en si
misma, sino que se constituye como transición, relación, diferencia. A partir de esto, se
establece que no existe un espacio saturado que podamos concebir como una
“sociedad”, ya que lo social carecería de esencia. Por lo tanto, articulación es la
relación entre un conjunto de elementos que aparecen fragmentados o dispersos solo
desde el punto de vista de un discurso que postule la unidad entre los mismos.2

Hemos mencionado que la articulación se manifiesta a través del discurso que


unifica los elementos fragmentados. Para este trabajo, nos referimos a discurso como la
totalidad estructurada resultante de la práctica articuladora, un intento por dominar el
campo de la discursividad, por detener el flujo de las diferencias, por constituir un
centro. Debemos tener precaución sobre que, ninguna formación discursiva es una
totalidad saturada, la fijación de los elementos en momentos no es nunca completa 3.
Además, todo objeto se constituye como objeto de discurso, en la medida en que ningún
objeto se da al margen de toda superficie discursiva de emergencia.

1
LACLAU, Ernesto; MOUFFE, Chantal. “Más allá de la positividad de lo social: Antagonismo y
hegemonía.” En: Hegemonía y estrategia socialista: Hacia una radicalización de la democracia. Buenos
Aires: FCE, 2004. p. 142.
2
Ibíd., pp. 144-145.
3
Ibíd., pp. 146-149.

2
El último elemento para comprender hegemonía es el antagonismo. Para que
exista hegemonía de una articulación, debe existir también la presencia de un otro que
me impida ser totalmente yo mismo. La relación articuladora no surge de identidades
plenas, sino de la imposibilidad de constitución de las mismas. El antagonismo como
negación de un cierto orden es el límite de dicho orden y no el momento de una
totalidad más amplia, es decir, lejos de ser una relación objetiva, es una relación en la
que se muestran los límites de toda objetividad.4

En síntesis, hegemonía la comprenderemos como el carácter incompleto y


abierto de lo social, que solo puede constituirse en un campo dominado por prácticas
articulatorias. La práctica hegemónica es el ejercicio de relacionar los discursos del
espacio social para encontrar una centralidad discursiva, sin desconocer que debe existir
discursividades antagónicas que permitan la apertura social.5 Sobre esto, se reconocen
dos tipos de disputas políticas: La lucha democrática, referida a la existencia de una
pluralidad de espacios políticos; y las luchas populares, que definen a los discursos que
construyen tendencialmente la división de un único espacio político en dos campos
opuestos. Nosotros no enfocaremos en el último para analizar el proceso peronista.

Por otro lado, debemos definir que comprendemos por violencia. Para este
concepto, daremos cuenta de los instrumentos en los que se manifiesta la violencia.
Pilar Calveiro nos propone un desarrollo de violencia a partir de la realidad argentina.
En primer lugar, debemos destacar los mecanismos desaparecedores de la política
argentina, es decir, mecanismo que invisibilizan, marginan y desplazan de la escena
política a los discursos opuestos y no permiten el ejercicio de la relación social.6 Así
mismo, aparece el silenciamiento como instrumento para el poder presente en la política
de la Argentina, manifestado a través de la censura discursiva, y el desplazamiento de
los sujetos sociales antagónicos de los espacios de disputa política y poder. Por lo tanto,
estableceremos violencia a partir de una dinámica política que busca un orden interno
sin oposición, que construye un disciplinamiento social a partir del control de los
cuerpos y del discurso.7 En contraposición a hegemonía, violencia será el impedimento

4
Ibíd., pp. 168-170.
5
Ibíd., pp. 178-181.
6
CALVEIRO, Pilar. “Memorias”. En: Política y/o violencia: Una aproximación a la guerrilla de los
años setenta. Buenos Aires: FCE, 2013. pp. 16-19.
7
Ibíd., p. 29.

3
del ejercicio articulador social que se produce en la sociedad, una barrera que no
permitirá que existan discurso que tensiones los limites sociales.

III. ¡Perón, Perón, gran conductor, sos el primer trabajador!: La estrategia


del discurso

Varios trabajos sobre historia argentina del siglo XX y de peronismo, postulan que
Argentina, en términos políticos, sociales y económicos, tenía un contraste gigantesco
respecto a los procesos previos a Perón –la Argentina después de Peón-. Existe en el
imaginario social argentino que Perón fue y será el personaje clave del siglo pasado en
materia de política. En este apartado desarrollaremos el primer gobierno de Perón desde
el protagonismo de los actores sociales. Revisaremos el significado discursivo y la
relevancia política que logra el General.

El contexto político de la Argentina antes de Perón era de mucha inestabilidad. Para


los años 40’s ya habrían sucedido dos periodos dictatoriales; el primero la de Uriburu
(1930), el segundo de Rawson (1943). La progresiva restauración de la política
conservadora, luego de la salida de Yrigoyen durante el 1930, provocaría los quiebres
políticos terminando con la intervención militar en ambos periodos Aunque con poco
acuerdo sobre las profundidades de sus intervenciones, este periodo tuvo unanimidad en
la responsabilidad del país: fuerte represión al comunismo y a las organizaciones
obreras, intervención en las universidades y la política moralista implementada en todos
los espacios.8 A partir de esto, un sector de los militares se aparta de esta política y
levanta una nueva figura para enfrentar esta opción, era la primera vez que Argentina
veía a Juan Domingo Perón como candidato a la presidencia.

Bajo un contexto de inestabilidad política, represión social y autoritarismo llega


Juan Domingo Perón a la primera magistratura de Argentina. Sin embargo, Perón ya
había estado involucrado en la política, pero desde el Ministerio del Trabajo y la
vicepresidencia del gobierno del 43’. Desde ese lugar se encargó de resolver algunas
necesidades fundamentales de la clase trabajadora industrial que venía formándose en
Argentina, a propósito del buen auge económico que venía teniendo el país gracias a la

8
TORRE, Juan Carlos. “Introducción a los años peronistas”. En: WALDO, Ansaldi; AROSKIND,
Ricardo; Ét. Ál. Argentina: La construcción de un país. Buenos Aires: Sudamericana, 2009.pp. 198-199.

4
Segunda Guerra Mundial.9 Además, paralelamente se ocupaba de competir con la esfera
política de la izquierda, ganando espacios en los sectores sindicalistas.

Al llegar a la presidencia, lo hacía con el apoyo ciudadano de una importante masa


de trabajadores y sindicalistas de Argentina, lo que le permitió un puesto cómodo desde
el Estado. Juan Carlos Torres desarrolla la idea de que Perón recurre a la retorica como
recurso para disputar el poder, pues, durante el 1945, buscó el apoyo de todo tipo de
políticos y empresarios que se negaron a participar de un proyecto que potenciara al
sector social más bajo. Por lo tanto, es un poco apresurado sostener que fue él quien
dirigió a los argentinos, más bien son ellos los que permiten que el discurso de Perón
ingrese al campo político de los trabajadores. 10 Sin embargo, esto no disminuye la
característica heterogénea del peronismo. Debemos recordar que, antes de ganar la
presidencia, Perón funda el Partido Peronista, en conjunto con muchas fuerzas políticas
que están dispuestas y convencidas de romper con el régimen conservador, caminar
hacia un tránsito a la democracia y mejorar la calidad de vida de los argentinos y su
bienestar social.11 En esta aglutinación de pensamientos políticos, solo hay un consenso:
Perón como gran inspirador del quiebre político. El discurso que articula el bonaerense
es capaz de reunir a varios sectores (la clase media y trabajadora, radicales con algunos
conservadores, entre otros) y obtener un centro donde confluyan y convivan estas
fuerzas. El sector más destacado fueron los trabajadores.

La clase trabajadora de Argentina, desde Perón, se caracterizo por ser activa e


influyente en la vida política argentina. Sin embargo, antes de los años peronistas, los
trabajadores no tenían un espacio de participación significativo, pues, durante la década
infame (1930-1940) la intervención de los gobiernos conservadores en la vida de los
trabajadores coartaba de libertades, mantenía condiciones materiales precarias y no
permitia la organización colectiva. En el texto de James Resistencia e Integración, los
testimonios de trabajadores que vieron el transito al peronismo, sostienen que la época
de Perón fue provechosa para ellos no porque nunca en Argentina el obrero había tenido
tanta injerencia en las decisiones políticas del país. El fenómeno del peronismo no va
solo del discurso, tiene que ver con el sentido del discurso/acción. Sin embargo, el autor
sostiene –y va en la línea que nosotros proponemos- que lo que ocurrió con Perón fue

9
JAMES, Daniel (1). “El peronismo y la clase trabajadora, 1943-1955”. En: Resistencia e integración: El
peronismo y la clase trabajadora argentina. Buenos Aires: Siglo XXI, 2010. p.22.
10
TORRE, Juan Carlos. Óp. Cit., pp. 209-211.
11
Ibíd., p. 220.

5
que hubo una apropiación de símbolos, de lenguajes, dinámicas con los trabajadores;
más allá de la estructuración de la lucha de clases, existe una relación con la experiencia
de los trabajadores en la década infame que le otorga a Perón una característica de
imagen del progreso, más que de líder político. 12

Lo desarrollado tiene sentido con el trabajo del Estado, en conjunto con los sectores
sociales, en tiempos de Perón, en materia laboral, salud y bienestar social. Desde el 46’,
se produjo un fuerte fortalecimiento de la organización sindical y el traslado de
múltiples demandas de los trabajadores a la urgencia del Ejecutivo, a través del
Ministerio del Trabajo como principal articulador de los sindicatos y gremios. Daniel
James sostiene que hubo una política de integración con el sector trabajador, no solo
dándole agenda política, sino que involucrándolos en la política nacional a través de la
participación en las decisiones del gobierno.13 La primera presidencia de Perón estuvo
marcada por esta tendencia, con una sucesiva incorporación de sindicatos al movimiento
peronista, que sostenían el ferviente apoyo al general y dirigían la agenda pública
laboral.14

Ugo Pipitone propone una tesis interesante sobre el fenómeno de Perón. Bautiza al
discurso de Perón como la doctrina peronista, y sostiene que es una fragmentación de
discursos públicos con el objetivo político más o menos claro: el Estado necesita
instituir corporaciones de intereses capaces de evitar el conflicto de clases y forjar una
“comunidad organizada” con el pueblo como depositario de un solo interés hacia la
unidad nacional y la justicia social. 15 Parece lógica esta teoría para explicar el
impresionante fenómeno de adhesión al peronismo, si tomamos en cuenta que el
proceso anterior al general se vivía una inestabilidad política latente, con un Estado muy
conservador, con un auge económico importante, pero solo gracias al panorama
internacional, que podía decantar en un gran desorden y descontento social. Perón, en
conjunto con la ciudadanía, se propuso destrabar la emergencia política de Argentina.
Su formación política no era muy amplia y sus antecedentes muy breve, por lo que no
podríamos pensar en que el bonaerense pudiera planificar todo un proyecto nacional.
Tiene que ver más con una improvisación, como dice Pipitone, con una patchwork de

12
JAMES, Daniel. Óp. Cit., pp. 45-53.
13
JAMES, Daniel (2). “17 y 18 de octubre de 1945: El peronismo, la protesta de masas y la clase obrera
argentina”. Revista Desarrollo Económico. Vol. 27, Nº 107 (Octubre – Diciembre, 1987). pp. 460-461.
14
JAMES, Daniel (1). Óp. Cit., pp. 24-25.
15
PIPITONE, Ugo. La esperanza y el delirio: Una historia de la izquierda en América Latina. Buenos
Aires: Taurus, 2015. p. 202.

6
varias demandas, varios sectores, logrando articularse en un portador comprometido, no
en un proyecto país al largo plazo –queriendo compararlo con San Martin-, sino que
comprometido con los sectores que le daban la certeza de unidad.16

Perón concretó este apoyo en un gobierno de dos periodos (1946-1952; 1952-1955)


en donde se realizaron una serie de cambios que apuntaban a la centralización del poder
en el Ejecutivo. Perón, a partir del 46 comenzó a adquirir una gran cantidad de medios
de comunicación nacional, entre diarios y radiodifusión, concentrando el monopolio
comunicacional. 17 Desde el marco de la economía, Perón recibió una Argentina con
buen pasar monetario, gracias a su buena exportación durante la Segunda Guerra
Mundial. Pablo Gerchunoff sostiene que hubieron tres ingredientes en la nueva
administración económica con Perón: la expansión del gasto público para hacer crecer
el rol y participación del Estado en la producción a través de una política de
nacionalizaciones, la distribución equitativa del ingreso nacional y, la paulatina
incorporación de un régimen de incentivos que estimulo la producción hacia el mercado
interno –aprovechando el tiraje de la reciente industria.18 Un Estado intervencionista,
con gran poder de acción, chequera pública abultada, nacionalista, distribucionista y con
múltiple apoyo sociales sosteniendo las acciones del administrativo da pie a años
dorados en la Argentina. Sería un reduccionismo si quisiéramos atribuir todas las
cualidades del contexto y las condiciones óptimas al peronismo de Perón. Por lo tanto,
la construcción del discurso peronista, tiene mucho que ver con los momentos políticos
y económicos que vivía Argentina en ese instante, con las voluntades políticas de
sectores sociales que se hicieron parte –por idealismos, conveniencia o acuerdo- de este
proyecto.19 Perón en su primera y segunda magistratura, articula el centro hegemónico
de la política argentina. Posturas políticas y sectores irreconciliables se confrontaron en
función de un eje articulador: La Argentina.

Para la segunda presidencia de Perón (1952) existía un escenario abrumador para la


política: el peronismo había avanzado a pasos gigantes y se había instalado como único
movimiento nacional, marginando cualquier vestigio de pluralismo político. A pesar de
aquello, en este periodo la urgencia del Ejecutivo era reorganizar y sostener la paz
social y la armonía política entre los actores. Este rol fue conducido –y ya lo había

16
Ibíd., pp. 197- 220.
17
TORRE, Juan Carlos. Óp. Cit., p. 223.
18
Ibíd., 225-226.
19
JAMES, Daniel (1). Óp. Cit., pp. 30-35.

7
realizado los últimos años- por Eva Duarte, o mejor conocida como Evita Perón.
Promovió el voto femenino y estrecho una fuerte relación con la clase trabajadora de
Argentina, siendo portadora de las necesidades de los trabajadores y trabajadores del
país. Evita es la evidencia empírica de la estrategia del discurso peronista, pues es ella
quien encarna la unidad social de los sectores más bajos de Argentina. Para el año 1952,
Evita muere víctima de un cáncer uterino que le afectaba, a partir de ese momento, la
fuerza política que mantenía la unidad social desaparece. Su ausencia gravitaría como
parte de los factores que decantarían en el próximo régimen militar.20 Añadido a esto, el
equipo político que acompañó a Perón desde el comienzo empieza a abandonar al
presidente producto de conflictos al interior del palacio. Para agravar la situación,
durante el año 1953, muchos de su círculo personal fueron acusados de corrupción,
destapando un escándalo mediático, a pesar de la censura oficial.

El discurso de Perón estaba mostrando señales de desgaste, sobre todo con gestos
de homogenización discursiva. Si bien sostuvimos hace un par de párrafos, la
característica del peronismo es que es un nodo articulador, un discurso capaz de unificar
varios sectores políticos, sin desconocer esa heterogeneidad dentro del mismo. Sin
embargo, para la segunda presidencia, y con todos los conflictos de credibilidad que
cruzaba el gobierno, Perón comenzó con una progresiva política de imposición, es decir,
dentro de su mismo movimiento y desde el Estado, el general intento disminuir las
visiones de sus integrantes, principalmente el Ejército y la Iglesia. Los continuos
desgastes del peronismo, la tensión generada a partir del alejamiento de la Iglesia y del
Ejército, y el conservadurismo militarista detento en una nueva intervención militar,
ahora en contra de la figura política más influyente del último tiempo argentino. Daniel
James sostiene que en este punto, se evidencia un primer factor de modificación en la
escancia del movimiento peronista. Los trabajadores jamás dejaron de apoyar al general,
es más, se realizaron múltiples congregaciones de la CGT (Central General de
Trabajadores) en apoyo a Perón, sin embargo, fueron los propios aliados –del sector
político opuesto- de su movimiento quienes tensionaron a la intervención militar,
conjunto al interés de los conservadores por volver al poder. 21 Veremos que para la
vuelta de Perón, la estrategia cambiara a propósito de esta traición política a su

20
TORRE, Juan Carlos. Óp. Cit., pp.240-241.
21
JAMES, Daniel (1). Óp. Cit., pp. 58-59.

8
discurso. La capacidad articuladora aun no desaparecía, pero el ejercicio hegemónico de
la política estaba manifestándose.

IV. “Somos los hijos de nadie, los dueños de nada”: La estrategia de la


violencia

Hemos propuesto que el peronismo es un fenómeno que tiene más relación con los
sectores sociales, que con el mismo Perón. Esto a propósito de cómo se desarrolla la
política argentina luego de la salida de su segundo gobierno. Para este apartado
desarrollaremos la vuelta de Perón a la presidencia, su estrategia de violencia que
recurrió para el control social y el posterior golpe de estado que sufrió su esposa
Isabelita. Antes recorreremos los antecedentes de esta vuelta, con dos periodos militares
y una política desarticuladora, despolitizante, violenta y que destripa de el escenario
nacional argentino al peronismo.

Luego de la salida de Perón en el 55’, producto de un levantamiento militar en


contra el peronismo conducido por Eduardo Lonardi y posteriormente por Eugenio
Aramburu, el gobierno de facto sostuvo una política antiperonista y totalmente
conservadora. La política sindicalista y de integración con los trabajadores desaparece
del programa de gobierno, se restituye la Constitución de 1853 y se proscribe al Partido
Peronista. Para este periodo, la política fue censurada, el debate fue cancelado y el
peronismo marginado a la clandestinidad constitucional. Por lo tanto, vemos un
movimiento peronista fracturado en este periodo. Los militares y conservadores –con la
Iglesia- se agruparon en la intervención militar por un lado, y por otro la defensa del
peronismo agrupada en la clase trabajadora, principalmente industrial. A partir de esto,
la oposición más fuerte al régimen militar será por parte de los trabajadores agrupados
en la CGT. James sostiene que los trabajadores durante este periodo, sostuvieron y
defendieron las políticas de justicia social que Perón realizó en sus mandatos,
negociando con Lonardi respecto a respetar esas legislaturas.22

Luego de Lonardi, un conflicto a la interna del Ejército lo destituyó, asumió Pedro


Aramburu hasta el año 58. Profundizó la política de agresión antiperonista, sosteniendo
que este movimiento era una aberración que debía ser eliminada de Argentina. Bien
sabemos que los trabajadores eran los principales defensores del peronismo, por lo que
la represión de ese sector fue sostenida y se puede evidenciar en tres líneas: la
22
Ibíd., “Supervivencia del peronismo: La resistencia en las fabricas.” pp. 75-77.

9
proscripción de un estrato entero de dirigentes sindicales peronistas, una persistente
política represiva y de intimidación del sindicalismo, y un interés común respecto a la
productividad de la economía y la industria.23 Luego de una serie de acuerdos políticos
entre militares y conservadores, el poder del Ejecutivo fue cedido por los militares en
votación y Arturo Frondizi se hace de la presidencia gracias a un pacto con Perón que le
dará cierta tranquilidad en el espacio político. El presidente electo propone un plan de
estabilización proyectado al 59’, sin embargo, perdió la tranquilidad social producto de
una serie de medidas impopulares y represivas hacia los trabajadores. Lo interesante del
gobierno militar y la presidencia de Frondizi es la transformación que se produjo dentro
del peronismo.24 En primer lugar, la heterogeneidad del movimiento peronista entre en
conflicto entre dos sectores opuestos, detentando en la intervención militar del 55’. En
segundo lugar, el exilio de Perón produjo una modificación en el discurso peronista,
articulándose a través de la clase trabajadora –la CGT- argentina, existiendo un
distanciamiento del sector conservador, en ese instante en el poder. Por último, la
política represiva y controladora que impulso el periodo militar y del acomodado
Frondizi provocó una profundización del movimiento peronista, apartándose de la
retorica política característica del general.

Frondizi sale de su puesto presidencial el año 1962 y lo sucede Arturo Humberto


Illia, hasta el 1966, año en el que Juan Carlos Ongania dirigió otro golpe de Estado. Lo
principal de este periodo es que, el cordobés se preocupó por mitigar los acuerdos
económicos de Frondizi, además de fomentar la industria nacional y fortalecerla. Por
otro lado, el desarrollo de la organización sindical provocó una ampliación en su
capacidad de participar en la política nacional. Destaca entre este periodo, la influencia
que comienzó a ejercer Perón desde España, lugar donde vive el exilio. De hecho, en
octubre de 1963, envió instrucciones en el sentido de que se reorganización el
movimiento peronista en Argentina. 25 Esto dará cuenta de un nuevo cambio en la
estrategia peronista: a pesar de estar en el exilio, Perón es consciente de su influencia en
Argentina y comienza a dirigir su movimiento desde Europa. Esto, añadido a la mala
relación que existía entre el bonaerense y los dirigentes del sindicalismo; provocara
conflictos políticos en la organización sindical para el periodo militar de Ongania y la

23
Ibíd., pp. 82-83.
24
LANUSSE, Lucas. “El mito de los 12, las tesis combativas y las condiciones para el surgimiento de
montoneros”. En: Montoneros: El mito de sus 12 fundadores. Buenos Aires: ZETA, 2010. pp. 48-49.
25
JAMES, Daniel (1). “La burocracia sindical: poder y política en los sindicatos peronistas”. Óp. Cit., p.
238.

10
posterior vuelta de Perón. La progresiva burocratización de este movimiento le valió un
crecimiento tremendo en el país, sin estar exentos de conflictos internos, gravitando en
dos principalmente: la base sindical apartada de las decisiones de la organización obrera
por la formación de una cúpula dirigencial; y las diferencias entre la base y la dirigencia
de la organización.26

Al llegar el periodo militar, presidido primero por Ongania, el peronismo llega


debilitado. El sindicalismo entrega su apoyo al golpe militar del 66’ –más bien fue un
omisión, pues no se interpusieron en el conflicto- por decisión de la cúpula dirigencia27,
manteniendo al margen a la izquierda peronista que no apoyaba al régimen. El dirigente
Augusto Vandor, firmara un sorpresivo acuerdo con Ongania en la Casa Rosada sobre
un convenio metalúrgico. Sin embargo, toda esta situación de aparente cooperación
entre el Estado militar y el peronismo –a través del sindicalismo- desaparecerá en el
trascurso de un año. Entre el 66 y el 69, hubo un enfrentamiento constantes con el
régimen militar y el peronismo. La política del régimen se fundara en la normalización
de la nación, suprimiendo por decreto el ejercicio de la política.28 Pilar Calveiro sostiene
que el periodo militar del 66’ aplicó una estrategia de desaparición de lo político, es
decir, una estructuración militarizada del aparato estatal que sostuviera y permitiera la
implementacón de un modelo económico –como venia pasando en latino america en
aquellos años-. En síntesis, la creación de un contexto ideal, a partir del
disciplinamiento social articulado en tres ejes: desaparición de lo político, censura del
discurso y conceso general sobre la democracia en crisis. 29 Respecto a lo último, el
general Perón apoyo la Revolución Argentina 30 , al igual que el dirigente sindical
Vandor, argumentando un desgaste de la democracia y una oposición a Frondizi y Illia.

Calveiro desarrollo el concepto de monopolio de la violencia en su texto Politica y/o


Violencia, sin embargo existe una perspectiva la cual no compartimos. Si bien es cierto
el Estado comenzó a controlar y disciplinar todo el espacio social, tanto el discurso
como la práctica, pero esta política encontró resistencia casi al instante. La
conformación de grupos armados dispuestos a combatir al Estado provenía de la

26
LANUSSE, Lucas. Óp. Cit., p. 50-53.
27
Es importante destacar que la cúpula digirencial era liderada por Augusto Vandor, Suboficial de la
Armada y peronista nacido en Buenos Aires. Vandor se involucrara en la dirigencia del movimiento
sindical e ira escalando hasta ser parte del grupo de dirigentes que tendrán diferencias con Perón y
marginaran a la izquierda del movimiento.
28
CALVEIRO, Pilar. Óp. Cit. p. 26.
29
Ibíd., pp. 29-30.
30
Nombre que le dan los militares a su periodo en el gobierno.

11
izquierda, la gran mayoría peronistas que se diferenciaban del discurso del sindicalismo
–en ese momento en crisis-. La creación de Los Montoneros es una muestra evidente de
este síntoma, propio de el ejercicio hegemónico de lo político, más que una especie de
dominación total monopolizada.31

Llagada la década de los 70, la constante presión social que se generó, provocó la
salida de Ongania, para que asumiese el General Roberto Livingston, en un clima de
mucho conflicto. A este punto, el discurso peronista ha pasado de la desorganización y
disputa interna, a la línea para sacar a los militares del gobierno. En un nuevo giro
discursivo de Perón, este tensionaba las condiciones dentro de los militares, sosteniendo
que el conflicto de Argentina no gira entorno del peronismo/antiperonismo, más bien
debíamos definir entre revolución/contrarevolución, dándole un apoyo a la postura más
radical de la izquierda. Calveiro se refiere a este tema proponiendo que Perón manipuló
el discurso en función de su interés político, apoyando a los sectores ultras de izquierda
por conveniencia, más que por convicción, poniendo en contaste su apoyo al iniciar el
golpe en el 66’. 32 Los militares deciden sacar a Livingston y encargar la tarea de
devolver el poder a un régimen democrático al general Lanusse.

Un episodio inédito en la historia política del continente es lo que sucede con las
votaciones. Lanusse quería llamar a votación bajo régimen militar, sin embargo, el
peronismo estaba exigiendo entregar el poder y reabrir el Legislativo para luego abrir el
proceso electoral. El régimen acepta la presión del peronismo, pero antes de abandonar
la Casa Rosada, prohíben que Juan Domingo Perón pueda volver a postularse a
Presidente de la Nación. Desde España, Perón organiza un plan que tuvo por objetivo:
volver al país y asumir la presidencia. Designa desde Europa a un representante en
Argentina, Héctor José Campora. Campora será líder del peronismo en los 70’, organizó
la Operación Retorno que trajo de vuelta a Perón, en el recordado episodio en Ezeiza.
Además de eso, fue candidato a la presidencia en el 73’ en representación –no oficial-
de Perón, obteniendo la victoria presidencial y traspasando el mando al bonaerense a 43
días de asumir. La llegada de Perón significo un gran quiebre dentro de la política
argentina por dos motivos. En primer lugar, en los últimos diez años, Perón actuó de
péndulo entre izquierda y derecha peronista, nunca ajustando su discurso a un eje
ideológico o político, y solo respondiendo a sus intereses políticos. Por lo tanto la

31
LANUSSE, Lucas. Óp. Cit., pp. 67-71.
32
CALVEIRO, Pilar. Óp. Cit., pp. 37-39.

12
tensión entre ambos sectores –ambos con apoyo de Perón- se hará patente con el
enfrentamiento constante entre el grupo paramilitar peronista Alianza Anticomunista de
Argentina (Triple A) y trabajadores peronistas Los Montoneros.33 En segundo lugar y
para finalizar, Perón no se aparta de la política de violencia aplicada por el anterior
régimen militar, más bien, las reproduce y continua con una dinámica de desaparición,
represión a los sectores sociales y gran polarización dentro de su movimiento –a
propósito de la primera razón-. Perón a su vuelta, no regresa con su antigua política de
integración¸ fomento de la participación política de los sectores laborales, equilibrio
social y acuerdo de todos los sectores. Varios autores –de los consultados, casi todos-
sostienen que Perón fue ambiguo con su postura política desde el 66 en adelante y que
eso provocó la inestabilidad en su sector. Sin embargo, debemos hacer un hincapié en
ese análisis. Si revisamos el largo periodo de Perón, nos encontramos con una primera
presidencia gracias al apoyo de dos sectores ampliamente distintos: Conservadores y
Obreros. Esta estrategia no era extraña para Perón, ya la había aplicado y funcionado.
La pregunta que surge es ¿Qué habrá ocurrido con Perón en su exilio en la España de
Franco? ¿Por qué habrá ocurrido esa contradicción discursiva a su regreso, al apoyar la
lógica represiva y de violencia en su tercer periodo, y no recurrir a la integración de los
sectores sociales bajos?

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BUFFANO, Sergio; TEIXIDÓ, Lucrecia. “Advertencia cuatro”. En: Perón y la Triple A: Las 20
advertencias a Montoneros. Buenos Aires: Sudamericana, 2015. pp. 96-99.

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V. Comentarios finales

Hemos repasado buena parte del siglo XX argentino, y aunque la extensión temporal
presenta un problema a la hora de abordar las particularidades de los procesos, nuestra
intención era abordar el desarrollo del movimiento peronista en clave política, es decir,
lograr aportar elementos relevantes respecto a la relación política de Perón con la
sociedad argentina, el rol del discurso para conseguir apoyo social y las
transformaciones del mismo que van determinando, de algún u otro modo, la política
argentina del siglo XX.

Nuestro análisis propone dos factores claves del peronismo: primero, la importancia
de la participación de los sectores obreros de la Argentina en proceso de
industrialización. Pretender decir que el fenómeno del peronismo guarda relación con la
capacidad retorica de Perón como único factor es reducir el debate. Lo vimos a lo largo
de todo el trabajo que, fue la clase trabajadora quien mantendrá una lealtad con el
peronismo, incluso contra Perón. Segundo, el fenómeno del peronismo no se puede
comprender como simple lingüística y retorica de un discurso político. Debemos tomar
en cuenta los contextos político-sociales en los que se encuentran estos discursos y se
les da contenido. Por eso nuestro trabajo revisaba la gran extensión de los años 46-73,
pues sostenemos que la importancia del análisis discursivo se articula con el análisis
práctico de la coyuntura social y los agentes de esta. Partimos este trabajo sosteniendo
que Perón fue el articulador y principal personaje de la historia argentina –bien se
expresa en el primer párrafo de este trabajo-, sin embargo, concluimos este articulo con
la perspectiva de que no podemos ocultar bajo la sombra de un personaje, la articulación
de todo un discurso político.

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BIBLIOGRAFIA CONSULTADA:

 BUFFANO, Sergio; TEIXIDÓ, Lucrecia. Perón y la Triple A: Las 20


advertencias a Montoneros. Buenos Aires: Sudamericana, 2015.
 CALVEIRO, Pilar. Política y/o violencia: Una aproximación a la guerrilla de
los años setenta. Buenos Aires: FCE, 2013.
 FRANCO, Mariana. Un enemigo para la nación: Orden interno, violencia y
subversión, 1973-1976. Buenos Aires: FCE, 2012.
 GHILINI, Anabela; DIP, Nicolás. “Experiencias de “peronización” en la
Universidad de Buenos Aires entre la dictadura de Onganía y el gobierno de
Cámpora (1966-1973). Revista Izquierdas. Nº 25 (Octubre de 2015). pp. 196-
209.
 JAMES, Daniel. Resistencia e integración: El peronismo y la clase trabajadora
argentina. Buenos Aires: Siglo XXI, 2010.
 JAMES, Daniel. Doña María: Historia de vida, memoria e identidad política.
Buenos Aires: Manantial, 2004.
 JAMES, Daniel. “17 y 18 de octubre de 1945: El peronismo, la protesta de
masas y la clase obrera argentina”. Revista Desarrollo Económico. Vol. 27, Nº
107 (Octubre – Diciembre, 1987). pp. 445-461.
 LACLAU, Ernesto; MOUFFE, Chantal. Hegemonía y estrategia socialista:
Hacia una radicalización de la democracia. Buenos Aires: FCE, 2004.
 LANUSSE, Lucas. Montoneros: El mito de sus 12 fundadores. Buenos Aires:
ZETA, 2010.
 PIPITONE, Ugo. La esperanza y el delirio: Una historia de la izquierda en
América Latina. Buenos Aires: Taurus, 2015.
 TORRE, Juan Carlos. “Introducción a los años peronistas”. En: WALDO,
Ansaldi; AROSKIND, Ricardo; Et. Al. Argentina: La construcción de un país.
Buenos Aires: Sudamericana, 2009.

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