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Concurso de ensayos

Argentina: los lugares de la memoria


Pasado reciente y escritura de la Historia
Por Marcos Novaro

nes de los actores y las consecuencias de


Presentación sus actos, ya que se conocen los desenla-
ces, los efectos de corto, mediano y largo
La historia de un país es su ident i- plazo. También es más fácil distinguir, por
dad. Es también el arcón donde podemos esto mismo, a justos de pecadores, a
encontrar respuestas a preguntas po r la quienes se equivocaron o fracasaron de
razón de ser y naturaleza de problemas, quienes marcaron un camino; reconocer y
logros y posibilidades: ¿cómo es que lle- valorar, en suma, a las personas que tu-
gamos a la situación que hoy vivimos? vieron un comportamiento destacado, los
¿cuál es el origen de los rasgos y circuns- héroes nacionales, y los villanos. En el
tancias que nos distinguen como país y presente o en el pasado inmediato, en
como pueblo? ¿cuál es la raíz de los pro- cambio, no hay héroes, o al menos, por
blemas que nos preocupan? ¿cuál el ori- regla general, es mucho más difícil poner-
gen y alcance de nuestras fuerzas, capa- se de acuerdo al respecto.
cidades, o incapacidades, para lidiar con
ellos? Y, dado todo lo anterior, ¿qué po- Hay innumerables ejemplos que
demos esperar nos deparará el futuro? pueden darse para demostrar el carácter
precario de nuestras opiniones sobre el
Es fácil ver que, para contestar es- tiempo presente o el pasado inmediato.
tas preguntas puede ser tan útil remon- En lo que atañe a hechos recientes mu-
tarse a tiempos muy lejanos como anali- chas veces aún no ha salido a la luz in-
zar los más inmediatos. Más todavía: es- formación relevante para entender por
tudiar el pasado remoto sin ver el modo qué sucedió lo que sucedió, ni ha pasado
en que sus legados fueron transmitidos y el tiempo suficiente para poder ver todas
transformados desde entonces hasta lle- las consecuencias que se siguen de un
gar a nosotros no nos permite sacar todo acto. Si se escribía la historia de a
l con-
el provecho que es posible de las ense- vertibilidad en 1999, muchos, seguro que
ñanzas de la historia. Esto nos habla de la muchísimos más que hoy, hubieran esta-
utilidad que tiene la llamada “historia re- do tentados de destacar sus méritos y re-
ciente”. Pero no resuelve la cuestión de su lativizar sus defectos. En suma, estamos
factibilidad. inmersos en la historia reciente, es nues-
tra propia historia personal y nuestra par-
Al respecto, durante mucho tiempo ticipació n y la de nuestros semejantes en
los historiadores pensaron, y todavía hoy los asuntos que analizamos aun no ha
muchos piensan, que la historia, mientras concluido. Nuestra mirada está sesgada
más remota, mejor. Es más fácil de inves- por disensos y conflictos que no han teni-
tigar, de estudiar y de explicar. Por un do tiempo de desenvolverse.
lado, porque con el paso del tiempo es
más fácil separar lo importante de lo irre- Estos parecen ser argumentos bas-
levante, y el dato verificable del rumor, tante sólidos. Convengamos entonces en
con lo que puede identificarse la informa- que si algo así como la “historia reciente”
ción fidedigna y descartarse las versiones es posible, será seguramente mucho más
sin fundamento, y distinguir los procesos preliminar y abierta a la polémica que la
de largo plazo de las circunstancias co- historia remota. Ahora bien: ¿es siempre
yunturales y accidentes, de modo de tan clara y definitoria esta diferencia entre
identif icar causas y cadenas de sucesos. lo remoto y lo inmediato? ¿No es cierto
Por otro, po rque se facilita la distinción y acaso que también en la comprensión del
la puesta en relación entre las motivacio- pasado más lejano hay inevitables dife-

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rencias de criterio, de intereses y prefe- con esos rasgos, democrática, cohesiona-
rencias? ¿Acaso no se discute todavía hoy da y madura, no se distingue por la una-
intensamente contraponiendo virtudes y nimidad sobre su historia, ni remota ni
defectos de Saavedra y Moreno, de unita- cercana, sino por la capacidad de sus
rios y federales, Rosas o Sarmiento, Al- miembros para convivir en el disenso, y
vear o Yrigoyen?; y la lista de “debates ser capaces de lograr la solidaridad y la
abiertos”, de una historia nacional relati- cooperación entre grupos que piensan
vamente breve como es la nuestra, es muy distinto sobre muchas cosas, y que
impresionantemente extensa. Por otro cooperan precisamente porque piensan
lado, ¿no es también cierto que sobre distinto, quieren distintas cosas, pero sa-
hechos recientes tenemos muchas veces ben que el mejor modo de lograrlas es
muy diversas fuentes de información, y ese, cooperar, y no aislarse ni buscar im-
que para el pasado remoto son más esca- ponerse unos a otros.
sas o pueden estar más sesgadas (porque
sólo algunos datos y opiniones, para so s- ¿Cuál es entonces la función de la
tener una versión de los hechos, fueron historia común de un país, si no se trata
preservados)? de “estar en un todo de acuerdo”, de bus-
car la unanimidad de memorias y de ex-
Finalmente, y tal vez lo más impo r- periencias?
tante, ¿lejos de ser un obstáculo, es pre-
cisamente una ventaja contar con una Si el consenso es siempre precario
muy amplia pluralidad de versiones. Pues- y limitado, y la cultura de una nación, pa-
to que esa pluralidad es la que hace más ra que la nación florezca, debe ser plura-
interesante y productiva la tarea de pen- lista y no ignorar ni suprimir las contro-
sar la historia?, ¿no es acaso contando versias que habitan en su seno, ento nces
con todas las opiniones disponibles sobre de lo que trata el estudio de la historia, y
el significado del pasado, sea remoto o su enseñanza, no es de construir una ver-
inmediato, opiniones que se proyectan dad única, definitiva y sellada contra toda
desde el presente y que también recib i- opinión particular, sino de aprender a la
mos como parte del legado histórico, que vez de las experiencias y memorias pro-
los miembros de una comunidad política pias y ajenas, poniéndolas en comunica-
debemos encontrar el modo de vivir jun- ción y en debate entre sí, de manera de
tos? Aquí nos enfrentamos en realidad con que ella misma sea una escuela de convi-
otro asunto, los usos públicos y políticos vencia, tolerancia y mutua comprensión.
de la historia, que en nuestro caso mere-
ce una particular atención. Claro que existen los hechos y los
actos “objetivos”, que es preciso identifi-
El estudio de la historia, y en parti- car, y que ninguna “versión” puede legít i-
cular su enseñanza en las escuelas y su mamente esconder o manipular; y claro
difusión pública, fueron durante largo también que existen buenas y malas ex-
tiempo, en nuestro país tal vez más que plicaciones históricas. Debemos prevenir-
en muchos otros, concebidos como parte nos contra la idea, complemento perfecto
de operaciones políticas y culturales más del unanimismo, de que cada quien tiene
amplias para lograr unanimidad y para su versión de la historia, hay tantas ver-
extraer lecciones morales indiscutibles siones como grupos de opinión y de inte-
sobre lo bueno y lo malo para la nación, rés, y todas por lo tanto son igualmente
sobre los héroes y los villanos. En parte válidas. Si esto fuera así, sería imposible
por ello se justificaba atender exclusiva- establecer un criterio para evaluar la ve-
mente a la historia lejana, porque era una racidad de las mismas que sea legítimo
cantera más maleable para lograr esos para todas ellas. La ciencia histórica sería
objetivos. Hoy sabemos que una sociedad apenas una excusa para imponer una ver-
democrática, cohesionada y madura re- sión sobre las otras, sería imposible el
quiere de mucho más que de epopeyas diálogo y la comprensión entre las distin-
heroicas unificadoras, valiosas en ocasio- tas opiniones y, en última instancia, no
nes y para ciertos fines, sin duda, pero tendría sentido ni estudiar ni discutir so-
insuficientes para sostener identidades bre el tema, más allá de los límites de los
activas en el presente. Que una sociedad
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que a priori “están de acuerdo” en una Los datos, los testimonios y sus
posición. interpretaciones

Es alarmante comprobar lo extendi- En relación a esto último, la historia


da que está esta visión de las cosas entre de hechos recientes tiene una ventaja no-
nosotros. El popular argumento de que table, que ya ins inuamos brevemente:
“cada quien da su versión de las cosas”, nos es posible tomar co ntacto en forma
en apariencia pluralista y tolerante, alien- más o menos directa (a través de entre-
ta a que cada uno adopte la versión que vistas, testimonios, y la inmensa variedad
mejor le cuadre y se muestre indiferente de fuentes que ofrecen los archivos, las
ante hechos y análisis que la desmientan. bibliotecas y los medios de comunicación
En muchos casos, en particular cuando modernos) a las motivaciones y creencias
este discurso adopta formato periodístico, de los actores. Podemos de este modo
ello va acompañado de un desprecio ma- reconstruir “lo que estaban pensando”, la
nifiesto hacia la “historiografía seria”, a la idea que se hacían de sus problemas, in-
que se cataloga de aburrida, pretenciosa tereses y posibilidades, cuando actuaron
y, en última instancia, inútil. Ciertamente, de un modo u otro. En la historia remota
las ciencias sociales están imposibilitadas esto no es imposible, pero siempre es más
de producir un total acuerdo, una Verdad; limitado.
pero pueden ofrecer algo más serio y co n-
sistente, y más comprensivo de las distin- Ahora bien. Sucede que ésta, que
tas miradas, que la proliferación de ver- es sin duda una gran ventaja, puede ser a
siones autocomplacientes que tienden hoy la vez una complicación, una fuente de
a volverse predominantes en casi todos confusiones y malas interpretaciones.
los grupos de opinión. Eso es lo que dife- Porque si bien es cierto que son los hom-
rencia precisamente a las buenas explica- bres quienes hacen la historia, esta no es
ciones de las malas: aquellas no son pri- el mero resultado de sus voluntades, ni
sioneras de un punto de vista o un inte- sus actos el simple reflejo de sus creen-
rés, lo que les permite considerar lo que cias, motivaciones e intereses expresos. El
hay de verdad en todos ellos, y tratar con problema que enfrenta en este sentido la
respeto los datos y las interpretaciones en historia reciente es de algún modo el
competencia. opuesto al de la historia remota: mientras
que ésta tiende a basarse en fuentes ‘ob-
Insistamos, para evitar todo malen- jetivas’ y por lo tanto se inclina frecuen-
tendido, que lo dicho no supone exaltar temente a remarcar el carácter imperso-
una verdad científica. Lo que implicaría nal de los “procesos históricos”, aquella
una versión cientificista del unanimismo tiene ante sí a los actores mismos, opi-
que criticábamos más arriba. Porque lo nando, hablando, interpretando ellos
cierto es que, en cuanto nos acercamos a mismos sus propias vidas, y le resulta por
los “hechos”, se trate de episodios de la lo tanto muy tentador privilegiar esas
vida de los fundadores de la nación o de la fuentes “subjetivas”, poner en primer pla-
de nuestros más recientes gobernantes, no la voluntad de los actoresy lo que ellos
veremos que están compuestos de moti- recuerdan o dicen recordar, y subestimar
vaciones y circunstancias diversas y co m- consecuentemente los factores imperso-
plejamente articuladas, y su misma enun- nales, los procesos y las condiciones que
ciación es inseparable de interpretaciones escapan a esas voluntades y memorias, y
siempre plurales. Por más que sean remo- a la vez las constriñen y las condicionan.
tos o cercanos, los diversos sentidos atri-
buidos a los hechos por sus protagonistas A lo que se suma el hecho bastante
o por quienes los recibieron como legado, natural de que los protagonistas de la his-
siguen pugnando entre sí para imponerse toria que son entrevistados para que
y darle un sentido a la historia, las histo- cuenten su historia, conciente o inconcien-
rias, que tenemos en común. temente tienden a redefinir sus intencio-
nes, creencias y percepción de intereses
de entonces desde el presente, en ocasio-
nes modificándolas totalmente, no sólo
porque conocen el desenlace de los
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hechos, y es tentador reemplazar causas
por consecuencias, sino porque con fre- 2. En segundo lugar, y al mismo
cuencia necesitan justificarse ante un pú- tiempo, distinguir y correlacionar las in-
blico que hace lo mismo y evalúa los éxi- tenciones de los actores y las consecuen-
tos y fracasos en términos de responsabi- cias de sus actos.
lidades y aún culpabilidades.
Hay una complicación complemen-
La comprensión de los hechos his- taria en esta relación entre voluntades,
tóricos, sean remotos o recientes, debe consecuencias de los actos, y procesos
contemplar ambas dimensiones, y enco n- históricos, y es la siguiente: si hiciéramos
trar un equilibrio, adecuado a los rasgos una historia basada centralmente en las
de cada momento y cuestión particular, voluntades, nos resultaría imposible esca-
entre la determinación que resulta de fac- par a un juicio moral de las intenciones de
tores y procesos impersonales, de un a l- los actores. Y lo que tendríamos como re-
do, y la subjetividad de los actores. sultado sería una lucha eterna entre bue-
nos y malos. En muchas ocasiones la his-
Advirtamos también que esta sub- toria reciente, y aún la historia remota,
jetividad de la que estamos hablando no cae en este tipo de deformación, y termi-
es sólo ni principalmente “voluntad”. En na utilizándose como sucedáneo de una
primer lugar porque ella no carece de sus suerte de “educación moral”. Que debe-
propias determinaciones (tradiciones, mos evitar si queremos comprender y no
identidades, creencias), que imponen en simplemente juzgar.
alguna medida lo que los actores indivi-
duales y colectivos quieren, piensan o Sin duda que podemos aprender
sienten. En segundo lugar, porque dicha mucho del pasado reciente a través de las
subjetividad está habitada por la contin- personas que lo protagonizaron. Y que en
gencia. Lo que quiere decir, por un lado, toda indagación histórica es imposible evi-
que sus actos son siempre, en alguna me- tar hacer consideraciones morales sobre
dida, imprevisibles por ser una creación los actores. Pero al reflexionar sobre su
libre; nunca se corresponden exactamente experiencia debemos pensarla críticamen-
con un “plan estratégico” fruto de una vo- te, tomar distancia de nuestras simpatías
luntad racional. Y, por otro, que sus efec- o antipatías, y preguntarnos: ¿cuánto de
tos no están nunca en una relación directa lo que sucedió dependía de sus volunta-
con las intenciones, escapan en mayor o des?, ¿qué los movió a actuar del modo
menor medida a la voluntad de quienes en que actuaron, qué representación se
actúan. hacían de sus motivos y qué justificacio-
nes se daban?, ¿qué grado de consisten-
Todo esto nos lleva a una conclu- cia existe entre intenciones, explícitas o
sión muy relevante para nuestro asunto: implícitas, y consecuencias? Recién ento n-
en la historia reciente no se trata simple- ces correspondería preguntarse sobre sus
mente de darle la palabra a los actores, responsabilidades morales: ¿sus intencio-
porque ellos por sí mismos tan sólo pue- nes y sus actos son moralmente defendi-
den dar cuenta de lo que pensaban y que- bles?, ¿lo eran entonces?, ¿en qué medida
rían cuando les toco actuar, o bien, en un son moralmente responsables de las co n-
relato retrospectivo, de lo que creen hoy secuencias?, ¿cuánto de ellas puede atri-
que estaban haciendo en ese momento. Y buirse a errores, a fallas de percepción, o
eso, si bien puede ser muy ilustrativo, no a otros defectos no originados necesaria-
basta para una comprensión amplia de los mente en fallas morales?, ¿en qué medida
hechos. De lo que se trata es de com- estas consideraciones permiten asignar
prender las complejas relaciones entre los responsabilidades, y también culpabilida-
actores, sus acciones y los procesos en des?
que estuvieron inmersos. Ello significa:
Todos recordamos esa famosa frase
1. En primer lugar, reconocer la es- “la historia los absolverá”. La historia no
pecificidad de procesos (la situación) y tiene por objetivo, realmente, ni condenar
acciones, y las complejas articulaciones ni absolver, sino comprender. Pero lo cier-
que se dan entre ellos. to es que en el estudio de la historia nos
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enfrentamos frecuentemente a acciones cimiento económico, distribución e inte-
que no pueden dejar de juzgarse moral- gración de los actores a la producción y el
mente. La historia argentina reciente, par- consumo, durante las últimas décadas
ticularmente, está plagada de ejemplos. (cuadro 1). Asimismo podremos ver que
Aunque los juicios morales, con implican- hasta que se instauró un sistema demo-
cias políticas o puramente historiográficas crático mínimamente estable, en 1983, se
(juicios que, alternativa o simultáneamen- vivieron sucesivos experimentos autorita-
te, nos permiten identificar crímenes y rios, y también fuertes conflictos que im-
errores), no pueden anteponerse a la plicaron el uso extendido y extremo de la
comprensión, una plena comprensión no violencia, en muy diversas formas y con
puede evitar concluir en algún juicio de diversas “justif icaciones”.
ese tipo, cuando las acciones lo justifican.
No dejaremos aquí de plantearlos, y de Al rastrear la genealogía de los ras-
identificar, o al menos plantear el debate gos económicos, sociales e institucionales
necesario para identificar, tanto a los cul- que hoy nos identifican, un hecho desco-
pables morales de ciertos actos, como a llante se destaca entre los muchos aco n-
los que no siendo directamente culpables tecimientos y procesos vividos en las úl-
pueden considerarse en alguna medida timas décadas: la dictadura militar que
responsables, como dijimos recién, sea rigió el país entre 1976 y 1983. Ella cons-
por fallas de percepción o evaluación o tituye, sin duda, un momento decisivo de
por inconsistencias y debilidades para juz- nuestra historia, porque a la vez significa
gar moralmente la situación que les toca- el desenlace de procesos más remotos y
ba vivir. la agudización de muchos de los proble-
mas en ellos contenidos. Lo que sucedió
en esos años será, por muchos motivos,
El pasado remoto y el reciente imposible de olvidar. Y del mismo modo
en la actualidad argentina que sucede en Europa con el fascismo y el
nazismo, por muchos años se seguirá dis-
Hemos dicho que la historia recien- cutiendo sobre su legado de destrucción,
te nos puede ayudar, y mucho, a entender sus enseñanzas y los modos de evitar que
las tendencias, los problemas y las posib i- algo semejante vuelva a suceder.
lidades que definen nuestro presente. Ella
nos permitirá rastrear las causas inmedia- La historia que nos interesa estu-
tas que explican nuestra vida política, diar aquí tiene, por lo tanto, por una de
económica y social. ¿Cuáles son los rasgos sus metas centrales, sino la más impo r-
de este entorno presente cuyas raíces nos tante, comprender ese régimen y sus le-
interesará buscar?, ¿cuáles son las señas gados.
que describen la Argentina actual, y cómo
podemos rastrear su origen y significado Ello no significa que postulemos un
en el pasado reciente? pasado ideal truncado por la dictadura de
1976. Ni mucho menos que consideremos
Si tuviéramos que definir a la Ar- los años de democracia como una prolo n-
gentina actual seguramente estaríamos de gación de esa dictadura. Sino que enten-
acuerdo en decir que es un país con una demos que 1976 significa un punto de
gran desigualdad social, que ha logrado quiebre en la historia del país. Y que re-
mantener un régimen democrático pero sulta imposible comprender los problemas
en medio de graves dificultades, con go- y desafíos de la democracia sin tener en
biernos e instituciones frecuentemente cuenta ese momento fundamental de
débiles y poco eficaces. nuestra historia.

Si ampliamos nuestra mirada hacia La exigencia de un diálogo entre lo


atrás, buscando causas y antecedentes, remoto y lo cercano vuelve a plantearse
veremos que Argentina se ha empobreci- en este punto. Porque, ¿cómo explicar esa
do progresivamente, y que en compara- dictadura sin remontarse un poco más
ción con otros países de la región, ha lo - atrás? Cuando pensamos en el empobre-
grado progresos más bien pobres, y sobre cimiento de la sociedad argentina, tene-
todo poco sostenidos, en términos de cre- mos en mente la idea de que en algún
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momento este fue un país en el que había aplicaron, pero en número y proporción
más integración e igualdad, y en el que la mucho menor. Además, los militares ar-
promesa de progreso para todos parecía gentinos se esmeraron en exportar este
al alcance de la mano. Si pensamos en el método a Bo livia y América Central. Tam-
“ciclo de inestabilidad y golpes de estado” bién otros autoritarismos de la época im-
lo hacemos a contraluz de un pasado más pusieron profundas reformas económicas
remoto en que Argentina pareció encami- y abruptos cambios en la distribución del
narse desde una constitución republicana ingreso a sus sociedades, pero el caso
fundacional, moderna pero restringida, argentino también se destaca a este res-
hacia una democracia plena sin mayores pecto: pasó de ser uno de los países so-
dificultades. cialmente más integrados y económica-
mente desarrollados de la región a una
La última dictadura no sólo adquie- situación de quiebra financiera, desindus-
re un significado por sus legados presen- trialización y desarticulación productiva, y
tes, sino por su rol de bisagra en el tiem- empobrecimiento y exclusión de amplios
po, desenlace de un largo ciclo de inesta- grupos sociales.
bilidad política, declive económico y co n-
flictividad social. Un ciclo que muchos han Por último, aunque en general los
llamado “la decadencia argentina”, fe- autoritarismos de la región tuvieron pro-
chando su inicio en algún momento de la blemas para ser aceptados como actores
primera mitad del siglo XX. El objetivo de legítimos en el ámbito internacional, nin-
los primeros capítulos consiste precisa- guno llegó al extremo de aislamiento en
mente en pasar rápida revista a ese ciclo, que cayó el Proceso, ni a la paradójica
de modo de poner en perspectiva la expe- situación, tras proclamarse vanguardia de
riencia iniciada en 1976, y en un sentido Occidente en la lucha contra el comunis-
más amplio, toda nuestra historia recien- mo, de hacerle la guerra a una potencia
te. occidental intentando aliarse para ello con
la URSS y Cuba.
La “decadencia” y el quiebre de
los años setenta Otros indicadores que podríamos
tomar en co nsideración lo presentan como
La dictadura militar que rigió los un caso atípico: en particular, la combina-
destinos de Argentina entre 1976 y 1983, ción de rasgos ideológicos, institucionales
autodenominada Proceso de Reorganiz a- y programáticos antagónicos entre sí. Pa-
ción Nacional, no es simplemente un caso ra adelantar una muestra de esta peculia-
más en la larga serie de gobiernos milita- ridad, tal vez la más significativa, cabe
res registrados en nuestro país. Ni tampo- señalar la abismal contradicción entre un
co uno más entre los muchos regímenes sistema altamente institucionalizado y la
autoritarios que encontramos a lo largo propensión extendida y permanente a vio-
del siglo XX en toda América Latina. lar todas las reglas escritas y no escritas,
tanto del derecho público y penal como de
Ciertos rasgos la distinguen. Alg u- los códigos que el régimen se dictó a sí
nos, por ser el caso más extremo en una mismo. Existen muchos casos de regím e-
escala: la extensión y crueldad de la re- nes autoritarios y totalitarios que crearon
presión, la profundidad del cambio social y su propia normativa e institucionalidad
económico, la violación del derecho inter- para hacer previsible y "ordenar el arbi-
nacional y los derechos humanos y el ais- trio": los fascismos, los sistemas comunis-
lamiento consecuente del concierto de tas, las dictaduras de Franco en España y
naciones civilizadas. El Proceso se hizo de Pinochet en Chile. En todos ellos hubo
mundialmente famoso por la sistematici- discrecionalidad de los jerarcas, pero
dad de un plan represivo sin parangón en también Estado. En la dictadura argentina
la historia argentina y que superó en mu- iniciada en 1976 fue tan intensa la pre-
cho los aplicados por los países vecinos en tensión de emularlos como la voluntad de
los duros años setenta. Le dio un sello buena parte de sus jerarcas de no hacer-
"argentino" al método de la desaparición lo, y la incapacidad del resto para lograr-
forzada de personas y a los asesinatos lo, lo que en conjunto generaría una agu-
clandestinos en masa. En Chile también se da incertidumbre respecto de las premisas
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y los procedimientos a que se ajustaba el cada de los sesenta y que estalló con toda
uso del poder. La consecuencia de ello virulencia en la primera mitad de la si-
será la práctica destrucción del Estado, un guiente.
Estado que ya desde antes estaba muy
debilitado, y que al final de la dictadura Argentina, igual que otros países de
llegaría a una casi total bancarrota, finan- la región, ensayó durante ese periplo una
ciera, administrativa, y sobre todo ética. variedad de planes de industrialización,
tanto de corte desarrollista y distribucio-
Esta dictadura enormemente des- nista, como más concentradores y orto-
tructiva, incomparablemente fracasada, doxos; probó fórmulas de gobierno demo-
debe ser explicada. ¿Cómo fue posible que crático y semidemocrático, así como tam-
en un país con un nivel relativamente alto bién regímenes autoritarios ordenancistas
de desarrollo social, cultural y con institu- y modernizadores. Sin embargo, los resul-
ciones tal vez inestables pero no inexis- tados alcanzados con esos intentos fueron
tentes, se impusiera semejante barbarie y decepcionantes para buena parte de sus
destrucción, se descompusiera hasta tal protagonistas sociales y políticos. Aunque
extremo la convivencia civilizada y el Es- vistos desde hoy, en términos estadísti-
tado de derecho? Las explicaciones posi- cos, los resultados no fueron tan pobres,
bles son muchas, pero una cuestión esen- al menos en comparación con los de otros
cial no puede pasar desapercibida: si esto países de la región (ver cuadros 1 y 2),
fue posible es en parte porque esta dicta- fueron vividos como fracasos. En lo cual
dura no surgió de un día para otro, ni fue podía encontrarse tanto un efecto como
la obra exclusiva de un pequeño y aislado una causa del carácter efímero de todos y
grupo de fanáticos. El régimen y sus pro- cada uno de esos proyectos.
tagonistas tuvieron raíces profundas en la
sociedad y en los procesos previos. A resultas de este accidentado re-
corrido, la confianza de las elites y de sec-
Es por ello necesario buscar res- tores muy amplios de la sociedad en cual-
puestas a la pregunta por las causas en el quiera de estas fórmulas se había vuelto
largo ciclo de “decadencia” vivido por el muy escasa. Igual que en otros países
país en las décadas previas. Y atender con latinoamericanos, se advertía el agota-
especial atención a los años inmediata- miento del orden económico y social vi-
mente anteriores al golpe de 1976. Po r- gente desde la segunda guerra mundial,
que también ese golpe tiene su historia que la crisis del petróleo, iniciada a princ i-
remota y su historia cercana, sus causas pios de los setenta, vino a agudizar. Con
estructurales y coyunturales. el agravante, en nuestro caso, de que es-
ta crisis aparecía como la fase terminal de
Este recorrido es relevante también un prolongado y agudo proceso de dete-
porque el golpe de 1976 y el régimen re- rioro, que requería soluciones especial-
sultante aparecieron a los ojos de sus mente drásticas, incluso inclementes, e
contemporáneos como consecuencias ne- innovadoras, que rompieran definitiva-
cesarias de un largo proceso previo signa- mente con los marcos establecidos. Como
do por la inestabilidad institucional, la cri- los militares del ´76 no se cansarían de
sis económica recurrente y la intensifica- repetir, ellos no tomaban el poder para
ción de conflictos violentos entre grupos desplazar a un gobierno, sino para corre-
políticos y de interés. Es decir, golpe y gir cuarenta años, o más, de desencuen-
dictadura eran la respuesta a esa “deca- tros y fracasos argentinos. ¿A qué se refe-
dencia” en que parecía resumirse la histo- rían? Una revisión de ese pasado y del
ria previa. La de 1976, en este sentido, no diagnóstico que las elites habían llegado a
era sólo una coyuntura especialmente crí- elaborar al respecto nos permitirá tal vez
tica, una situación de emergencia grave entenderlos.
pero “excepcional”, que pudiera por tanto
considerarse pasajera. Era la expresión de
una crisis a la vez política y económica
con raíces identificables en la primera mi-
tad del siglo, por largo tiempo incubada,
que se había ido agravando desde la dé-
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