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CAPITULO SEGUNDO
DELITOS CONTRA LA VIDA
Tema 2
“El delito de homicidio simple”
Material editado para uso exclusivo de los estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad Alberto Hurtado. No
reproducir, no citar ni menos subir a internet este material, sin la autorización del autor.
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Prof. Dr. Mauricio Rettig Espinoza
Derecho Penal III, Parte Especial, 2016
Delito de homicidio simple
Homicidio y ley de tránsito (modificada por la llamada “ley Emilia”).— 10.c. Homicidio y ley
antiterrorista.— 11. Concursos aparentes de leyes penales.— 12. Iter criminis.— 13. La participación.—
1. Objetivos
a. Conocer el concepto de homicidio simple y sus características.
b. Determinar el bien penalmente tutelado en este tipo penal.
c. Precisar los elementos del delito de homicidio simple
d. Analizar la conducta en el delito de homicidio simple
e. Revisar la estructura del delito de homicidio simple de acción doloso
f. Desarrolla la estructura del delito de homicidio simple en comisión por omisión
g. Analizar la estructura del delito de homicidio imprudente
h. Revisar los problemas concursales que pueden producirse a propósito del dolo de
lesionar y de matar
i. Estudiar algunos problemas del delito de homicidio simple en el ámbito de la
antijuridicidad.
j. Analizar algunos problemas del delito de homicidio simple en la culpabilidad
k. Determinar problemas relativos a los concursos de delitos en el delito de homicidio
simple.
l. Revisar problemas del delito de homicidio simple en el campo de los concursos aparentes
de leyes penales.
m. Precisar cómo operan las reglas de iter criminis en el delito de homicidio simple
n. Analizar cómo operan las reglas de autoría y participación en el delito de homicidio
simple.
2. Caso práctico
a) Que el día primero de marzo de 2001, alrededor de las 14:00 horas,
encontrándose el menor Sebastián Navarrete Velásquez, de siete meses de edad, al cuidado
de los encargados de una sala cuna, uno de los guardadores, ante el insistente llanto que
mantenía el lactante mientras era atendido por una parvularia y, a fin de poner término a
dicho llanto, procedió a cubrir la boca de éste con una cinta adhesiva, sobre la cual escribió
la frase “soy un llorón”, exhibiendo a continuación la criatura a dos auxiliares de párvulos
presentes en la sala, burlándose de su llanto.
b) Que la parvularia que se encontraba atendiendo al menor, sin retirar de la boca de
éste la cinta adhesiva referida, procedió a acostarlo de espaldas en una cuna, donde fue
mantenido hasta alrededor de las 16.00 horas, momento en que las auxiliares de párvulos se
percataron que se encontraba inconsciente.
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c) Que el lactante fue llevado a la Posta Ariztía, lugar donde fue recibido aproxima-
damente a las 16.55 horas agónico por la médico de turno Nivia Rosa Estuardo Agurto
quien constató que la criatura no respiraba espontáneamente, que carecía de pulsos pal-
pables, presentando además cianosis facial y palidez de extremidades, sin que mostrara
livideces en el cuerpo, el que se encontraba flácido y no rígido. Que se llevaron a cabo
maniobras de resucitación cardiopulmonar avanzada durante 30 minutos, al cabo de los
cuales fueron suspendidas, por no haber sido posible revivir al lactante.
d) Que el fallecimiento del menor en referencia ocurrió a consecuencias de una
asfixia por sofocación provocada por la obstrucción de sus vías respiratorias a
consecuencias de habérsele tapado su boca con una cinta adhesiva.
3. Introducción
El delito de homicidio simple, es la figura base, genérica y residual de los delitos
contra la vida humana independiente que resulta del cotejo de los artículos 390, 391 Nº 1, y
394 con el art. 391 Nº 2 Código Penal. Tiene por objeto proteger la vida de la persona
después del parto, como a su vez el delito de aborto protege la vida dependiente, o sea la de
un ser humano antes de su separación completa del vientre materno.
La expresión homicidio simple no es utilizada por el Código Penal, sin embargo,
ella se ha impuesto por una práctica generalizada de la doctrina y de la jurisprudencia
chilena. Dicha expresión alude a la figura básica y residual de homicidio.
El homicidio simple se encuentra tipificado en el art. 391 N° 2 del Código Penal y la
hipótesis imprudente se extrae de los arts. 490 y 492 del mismo cuerpo legal.
El Art. 391 N° 2 dispone:
“El que mate a otro y no esté comprendido en el artículo anterior, será penado:
2° Con presidio mayor en su grado medio en cualquier otro caso”1.
En cuanto al delito de homicidio imprudente, hay que considerar que el Art. 490 del
Código Penal, dispone que:
“El que por imprudencia temeraria ejecutare un hecho que, si mediara malicia,
constituiría un crimen o un simple delito contra las personas, será penado:
1° Con reclusión o relegación menores en sus grados mínimos a medios, cuando el
hecho importare crimen.
2° Con reclusión o relegación menores en sus grados mínimos o multa de once a
veinte unidades tributarias mensuales, cuando importare simple delito.
Y, el Art. 492 dispone a su vez que:
1
La ley Núm. 20.779, publicada el día 17 de septiembre de 2014, eliminó el grado inferior de la pena
establecida para el delito de homicidio simple, quedando la pena en abstracto, en consecuencia, en la de
presidio mayor en su grado medio. También eliminó el grado inferior de la pena establecida para el delito de
homicidio calificado, quedando esta en la de presidio mayor en su grado máximo a presidio perpetuo.
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Las penas del artículo 490 se impondrán también respectivamente al que, con
infracción de los reglamentos y por mera imprudencia o negligencia ejecutare un hecho o
incurriere en una omisión que, a mediar malicia, constituiría un crimen o un simple delito
contra las personas.
En los accidentes ocasionados por vehículos de tracción mecánica o animal de que
resultaren lesiones o muerte de un peatón, se presumirá, salvo prueba en contrario, la
culpabilidad del conductor del vehículo, dentro del radio urbano de una ciudad, cuando el
accidente hubiere ocurrido en el cruce de las calzadas o en la extensión de diez metros
anterior a cada esquina; y, en todo caso, cuando el conductor del vehículo contravenga las
ordenanzas municipales con respecto a la velocidad, o al lado de la calzada que debe
tomar.
Se entiende por cruce el área comprendida por la intersección de dos calzadas.
Se presumirá la culpabilidad del peatón si el accidente se produjere en otro sitio de
las calzadas.
A los responsables de cuasidelito de homicidio o lesiones ejecutados por medio de
vehículos a tracción mecánica o animal, se los sancionará, además de las penas indicadas
en el artículo 490, con la suspensión del carné, permiso o autorización que los habilite
para conducir vehículos por un período de uno a dos años, si el hecho de mediar malicia
constituyera un crimen y de seis meses a un año, si constituyera simple delito. En caso de
reincidencia, podrá condenarse al conductor a inhabilidad perpetua para conducir
vehículos a tracción mecánica o animal, cancelándose el carné, permiso o autorización.
La circunstancia de huir del lugar donde se hubiere cometido alguno de los
cuasidelitos a que se refiere el inciso quinto de este artículo, constituirá presunción de
culpabilidad.”
4. Concepto de homicidio
Consiste en dar muerte a otro ser humano con vida independiente, sin que concurran
las circunstancias especiales que configuran los tipos legales de parricidio (artículo 390),
homicidio calificado (artículo 391 número 1) o el tipo privilegiado de parricidio consistente
en el delito de infanticidio (artículo 394).
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Matus y Ramírez, Lecciones de Derecho Penal chileno, T. I., Editorial Thomsom Reuters, 2014, p. 10.
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b) Es una figura residual porque en él calzan aquellas muertes que siendo ilícitas no
conforman un tipo de homicidio especial. Al homicidio simple se llega por exclusión de las
figuras agravadas y privilegiadas.
c) Es un delito de resultado material o de lesión, porque es necesaria la muerte del
sujeto pasivo para que el delito se encuentre consumado.
d) Es un delito de medios abiertos, porque puede cometerse por cualquier medio
apto para provocar el resultado, lo que resulta del todo relevante, tratándose del delito de
homicidio en comisión por omisión u homicidio de omisión impropia.
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I. La conducta
La conducta es en el homicidio, como en cualquier delito, un comportamiento
humano externo y final, y faltará por las mismas causales de exclusión de la
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realizan la actividad de matar sin saberlo, como por ejemplo, los terceros pueden haber sido
inducidos a error, como ocurre en un caso de autoría mediata. También es posible emplear
a la víctima como instrumento, por ejemplo cuando se coloca un artefacto explosivo en la
puerta de la habitación de la víctima de modo que al abrirla cause su propia muerte. En este
caso si bien se suele contar entre los casos de autoría mediata, ello es discutido por parte de
la doctrina que cree ver en este caso un supuesto de autoría inmediata.
Los medios “inmateriales” pueden ser “morales” que son aquellos que actúan
sobre la psiquis de la víctima, creándole una intensa impresión que causa su deceso y que
pueden consistir en provocar una impresión psíquica sobre la víctima, (anunciarle al
anciano enfermo del corazón que su hijo más querido falleció). Jiménez de Asúa no acepta
esto puesto que aquí el verbo no sería matar sino aterrorizar, pero esto no es tan cierto
porque si bien la acción se ejerce mediante la aterrorización, el autor logra el resultado
típico buscado conociendo aquellas circunstancias que hacen previsible el deceso, por tanto
el temor y otras impresiones análogas pueden ser medios idóneos para cometer el
homicidio.
Los medios inmateriales pueden también ser puramente intelectuales, como el uso
de la palabra, como cuando el agente invita a la víctima a que recorra un terreno que sabe
que está minado, o decirle al no vidente que continué avanzando cuando enfrenta un
precipicio.
Si bien el art. 391 del Código Penal está redactado en términos activos, hay acuerdo
en que el homicidio puede ser cometido tanto por acción como por omisión, caso este
último, en el cual habría que verificar si concurre la posición de garante, toda vez que se
trataría de un caso de homicidio en comisión por omisión, es decir de aquellos en los que la
figura omisiva, se desprende vía interpretativa, de un tipo penal de resultado y de medios
abiertos.
Para mejor claridad expositiva, dejaremos el análisis del delito de homicidio en
comisión por omisión para un acápite posterior.
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c. Relación de causalidad
Para que concurra el tipo objetivo del delito de homicidio, en el ámbito de los
delitos comisivos, la existencia de una relación causal de orden naturalístico u ontológico,
necesaria en los delitos de acción, la cual como todo hecho típico, debe ser acreditada por el
Ministerio Público, ya que al acusado lo beneficia la presunción de inocencia.
Para poder atribuir el resultado mortal a una conducta típicamente relevante, ha de
establecerse primero, si el resultado fue causado por conducta del sujeto activo, conforme a
la teoría de la equivalencia de las condiciones o la conditio sine qua non, cuyo método de
análisis es la supresión mental hipotética, la cual consiste en suprimir mentalmente la
conducta de que se trate y luego, verificar si al hacerlo desaparece el resultado. Si ello
ocurre, se colige que ese resultado ha sido causado por la conducta en cuestión.
El problema es que el postulado central de esta teoría, según el cual toda condición
del resultado es causa del mismo, conduce a una determinación amplísima de la causalidad
que tiende al infinito3. Así, por ejemplo, puede ocurrir que el automovilista que atropella
levemente a alguien, dejándole lesiones, llame a la ambulancia para que traslade al herido
al hospital, pero en el trayecto choca y demora la atención, al llegar por fin al hospital, no
pueden ingresar porque acaba de comenzar un incendio y fallece. Como se ve, pueden
establecerse causales al infinito (atropello, choque, incendio, incluso la fabricación del
auto).
Además, la fórmula de la conditio sine qua non encuentra dificultades cuando se
desconoce el modo en que la causa desencadena el efecto, la supresión hipotética nada dice
acerca de si aquella ha tenido o no influencia sobre el resultado4. En tales casos se
desconoce si la circunstancia fue condición del resultado5. Un ejemplo es el caso alemán de
la thalidomida o contergan o el caso español del aceite de colsa. En estos casos se acusa a la
fórmula de petición de principio, ya que presupone el conocimiento de la eficacia causal de
la supuesta condición, acudiendo a la llamada causalidad general6.
De otro lado, el carácter hipotético de la fórmula puede conducir a negar la
causalidad en supuestos en los cuales sin duda concurre. Ello ocurre en los casos de
causalidad hipotética y en el caso de la causalidad alternativa7. La causalidad hipotética
consiste en aquellos casos en los cuales el resultado causado se hubiere producido igual y
en el mismo momento por otra causa8. Por ejemplo, si se reprocha haber realizado un
fusilamiento ilícito en situación de guerra y el acusado alega que si se hubiera negado, otro
3
Mir Puig, DP, PG, p. 239.
4
Mir Puig, DP, PG, p. 239.
5
Mir Puig, DP, PG, p. 239.
6
De acuerdo con esta teoría Hernández Basualto considera legítima la acreditación judicial de un nexo causal
aun en un contexto de disenso científico, en la medida en que se adopte un riguroso método de
fundamentación, cuyos componentes se desarrollan, que excluya “dudas razonables” (Hernández, “El
problema de la “causalidad general” en el DP chileno (con ocasión del art. 232 del APCPCH)”, en Política
criminal, Nº 1, 2006, pp. 1-33, documento disponible en internet, página http://www.politicacriminal.cl,
visitada por última vez, el día 20 de julio de 2010, a las 17:48 horas).
7
Roxin, DP, PG, p. 350.
8
Mir Puig, DP, PG, p. 240.
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habría realizado el fusilamiento, entonces se puede suprimir mentalmente su hecho sin que
desaparezca el resultado9. Sin embargo, es claro que en el ejemplo anterior no falta
causalidad a la conducta del autor. De hecho el fusilamiento efectuado por el segundo
agente, tampoco podría ser considerado causal, con lo que llegaríamos al absurdo de que la
muerte de la víctima no tendría causa10.
Lo mismo ocurre en el caso de causalidad alternativa en que el resultado fue
causado por dos o más condiciones cada una de las causales resultó suficiente por sí sola
para producir el resultado11. Si A y B, actuando independientemente uno del otro, ponen
veneno en el café de C y C muere por ello, pero la dosis puesta por A o por B hubiera
provocado por sí sola la muerte exactamente del mismo modo, se puede suprimir
mentalmente la conducta de cada uno de ellos sin que desaparezca el resultado. Volvería a
faltar la causalidad respecto de la muerte de C12.
Sin embargo, la doctrina actual reconoce que en el plano de la causalidad es correcta
la teoría de la equivalencia de las condiciones, en cuanto permite descartar aquellos
supuestos en los cuales no es posible demostrar el vínculo causal, pero ha debido ser
corregida o complementada por la fórmula de Engisch de la condición ajustada las leyes
generales de la naturaleza, leyes fenoménicas, leyes científicas o reglas de la experiencia,
acorde con la cual, un comportamiento es causa del resultado cuando dicho
comportamiento está vinculado con el resultado a través de una serie de modificaciones con
arreglo a leyes de la naturaleza13/14.
9
Roxin, DP, PG, p. 350.
10
Roxin, DP, PG, p. 350.
11
Mir Puig, DP, PG, p. 240.
12
Roxin, DP, PG, pp. 350-351.
13
Mir Puig, DP, PG, p. 242.
14
Para restringir los resultados de la teoría de la equivalencia de las condiciones, la doctrina elaboró las
llamadas teorías individualizadoras de la causalidad, las cuales parten de la distinción de los conceptos de
causa y condición. Para ellas no toda condición del resultado puede considerarse causa del mismo, sino sólo
aquella condición que se distingue por poseer una mayor eficacia causal que las demás. La teoría de la causa
necesaria sostiene que sólo es causa del resultado aquella condición de la cual éste es consecuencia necesaria.
Si conforme a la teoría de la equivalencia todos son causa de todo, conforme a la de la causa necesaria todos
lo son de nada. Porque en los complejos vitales la necesidad causal es algo muy difícil de afirmar. Una herida
considerada por lo general como causa necesaria de la muerte, dejará de serlo tan pronto un cirujano
demuestre que es capaz de salvar a quien la ha recibido. Tropieza con el obstáculo de que la mayor o menor
eficacia causal de una condición constituye una cuestión física naturalística que no puede decidir la cuestión
jurídico penal. La teoría de la relevancia típica, planteada por Mezger, parte de la distinción entre la
causalidad en sentido de la teoría de la condición y la cuestión de la responsabilidad penal del autor por el
resultado. Sostiene que de la equivalencia de todas las condiciones del resultado no se sigue su mismo peso
jurídico para la cuestión de la imputación y afirma que lo importante es comprobar que condición del
resultado corresponde al sentido del tipo cuya aplicación se cuestiona. Lo importante es establecer cuando la
acción típica debe considerarse causa del resultado típico y mientras no se compruebe que concurren tanto la
acción como el resultado típico es inútil reflexionar hacer del nexo causal, porque ninguna relación típica
puede surgir donde no hay dos elementos típicos que relacionar. Así será necesario encontrar una acción
heridora, golpeadora o maltratadora para poder enlazarla al resultado lesivo (art. 397 del CPch). Sostiene que
en la mayor parte de los casos de laboratorio no hay acción típica. Así, por ejemplo, en el caso del golpe de
puños en que el sujeto muere porque la ambulancia choca, esta acción no es típica del delito de homicidio, y
por lo tanto, de nada sirve plantearse el problema de la causalidad. Por ello no plantea criterios generales para
la restricción de la conexión causal, sin embargo, hoy se establecen criterios precisos para la imputación del
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resultado causado por el autor. La teoría de la adecuación o de la condición adecuada, planteada por el
lógico y médico friburgués Johannes v. Kries, sostiene que en sentido jurídico penal sólo es causa una
conducta que posee una tendencia general a provocar el resultado típico, mientras que las condiciones que
sólo por casualidad han desencadenado el resulto son jurídicamente irrelevantes. Para que la acción pueda ser
considerada causal, el acaecimiento del resultado producido por el autor en el desarrollo de su acción debe
poder ser considerado probable. La condición debe ser adecuada al resultado y adecuadas son sólo aquellas
condiciones que típicamente son idóneas para producir aquel. Esta teoría evita el regressus ad infinitum de la
teoría de la equivalencia. También permite la exclusión de los cursos causales extravagantes. Originariamente
fue entendida como una teoría de la causalidad y fue criticada porque no establecía un criterio para decidir, en
el caso concreto, cuál de entre las distintas condiciones que concurrieron a la producción del resultado es la
que aparece como adecuada a provocarlo de acuerdo con la experiencia general. Así, Cury la tilda de no ser
más que una abstracción, una fórmula vaga, inaplicable a la situación específica; un criterio al que es fácil
referirse, pero cuya fuente es imposible precisar. Sin embargo, hoy se admite su fundamento material el cual
reside en que sólo la aceptación de un riesgo jurídicamente desvalorado puede corresponderse con el sentido
de la norma de prohibición, por lo que sólo son imputables aquellos resultados en los que dicho riesgo se ha
realizado. Por lo tanto, hoy se dice que una condición es adecuada si la misma ha aumentado la posibilidad
del resultado de modo no irrelevante. La adecuación del comportamiento del autor al resultado producido es
entendida de acuerdo con el criterio de la probabilidad como presupuesto para que dicho resultado pueda ser
objetivamente imputado al autor (Sobre las teorías individualizadoras, ver Mir Puig, DP, PG, pp. 250-253;
Roxin, DP, PG, pp. 347-362; Jescheck, DP, PG, pp. 298-307).
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Politoff, Matus y Ramírez, Lecciones de derecho penal chileno, parte especial, Editorial Jurídica de Chile,
2004, pp. 34-35.
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Politoff, Matus y Ramírez, Lecciones de derecho penal chileno, parte especial, pp. 35-36.
17
Politoff, Matus y Ramírez, Lecciones de derecho penal chileno, parte especial, p. 36.
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cual podría concurrir un error de tipo vencible -excluye el dolo subsiste la imprudencia- o
invencible –excluye el dolo y la imprudencia-), también debe conocer, que por ejemplo, en
sus manos tiene un medio idóneo para provocar la muerte de la víctima. Luego, el agente
debe conocer ex ante que su conducta constituye un riesgo típicamente relevante y la
entidad del peligro inherente en su comportamiento, que haga prever el resultado lesivo,
aun cuando como éste aún no se ha producido, aparezca como un acontecimiento más o
menos incierto.
En la actualidad, la doctrina reconoce la existencia de tres clases de dolo: el dolo
directo, el dolo de las consecuencias necesarias y el dolo eventual.
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amigo morirá, no pondría la bomba, pero ante la posibilidad de que no sea así acepta correr
el riesgo esperando que no se realice, aun sabiendo que puede fácilmente no ser así. No
cabe duda de que concurrirá dolo eventual si la muerte tiene lugar y, no obstante, será
difícil afirmar que el terrorista “quería” el resultado18.
Por lo tanto, si el sujeto conoce los elementos objetivos del tipo y en particular que
su conducta constituye un riesgo típicamente relevante para la vida del sujeto pasivo, por lo
que el resultado típico coincide con lo que buscaba, porque odia a su enemigo, y quiere
matarlo, nos encontramos ante un homicidio con dolo directo. Si la muerte de la víctima es
una consecuencia inevitable de la conducta que desea realizar, como sucede por ejemplo
cuando el autor pone una bomba en el avión para que muera su tío y así heredarlo, sabiendo
que con la explosión de la bomba morirán, además de su tío, cierta y necesariamente, la
tripulación y los demás pasajeros, concurrirá dolo de las consecuencias necesarias. Sea que
concurran cualquiera de las dos clases de dolo, estaremos en presencia de un homicidio
doloso; no existiendo diferencias en cuanto a sus efectos. En el caso del homicidio fortuito
el delito se entiende eximido de responsabilidad conforme a lo prevenido en el N° 8 del art.
10 del Código Penal, según tuvimos ocasión de revisar en la Parte General del Derecho
Penal.
B.4. Error de tipo en el delito de homicidio simple como causal de exclusión del tipo
subjetivo
El dolo tiene dos elementos: a) el conocer los elementos del tipo objetivo y b) el
querer o voluntad de realización.
Respecto del elemento cognoscitivo, si el sujeto no tiene conocimiento de los
elementos objetivos del tipo, entonces estamos frente a un error de tipo. En cuanto a sus
efectos, el error de tipo puede ser vencible o invencible.
El error de tipo invencible, exime de toda responsabilidad penal al sujeto activo,
toda vez que excluye tanto el dolo como la imprudencia y, en consecuencia, excluye el tipo
penal y, en definitiva, el delito. En cuanto al estándar o baremo necesario para que concurra
esta clase de error de tipo, debe tratarse de un caso en que cualquier individuo
razonablemente habría incurrido en el error, esto es de un error imposible de prever aun
cuando el agente hubiese aplicado la diligencia debida.
El error de tipo vencible, es aquella clase de error que el sujeto está en condiciones
de evitar, si hubiese empleado el cuidado debido, porque le era posible prever y no lo hizo.
En esta clase de error de tipo, el sujeto actúa con imprudencia, por lo que respecto de los
efectos que provoca, estos consisten en la exclusión del dolo, subsistiendo, sin embargo, la
imputación subjetiva a título de imprudencia. El estándar o unidad de medición
correspondiente a esta clase de error es la perspectiva de un hombre medio u observador
imparcial, colocado en la misma situación en que se encontraba el sujeto al momento de
realizar la conducta típica.
18
Mir Puig, DP, PG, p. 270.
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Si se llega a probar que el sujeto pese a que conoce los elementos objetivos del tipo
y se representa el resultado como posible, pero confiaba plenamente en la posibilidad de
evitar el resultado estamos en presencia de imprudencia consiente, que ha de tener una
calificación totalmente distinta.
El homicidio imprudente se sanciona de acuerdo a lo dispuesto en el art. 490 del
Código Penal, por ello tiene mucha importancia para los efectos de sancionar la conducta,
la investigación que el fiscal realiza para determinar si el sujeto actuó con dolo o con
imprudencia y si era posible que el sujeto se representara el resultado.
Si el sujeto activo del delito de homicidio se representó el resultado mortal como
posible y pese a ello actuó esto es, “ocurra esto o aquello, igual actúo”, nos encontramos
ante un homicidio con dolo eventual.
En cuanto a la tentativa y en la frustración del delito de homicidio, la mayoría de la
doctrina nacional opina que es posible cometer el delito únicamente con dolo directo,
porque para que para que concurra, requiere que el sujeto conozca perfectamente que su
conducta constituye un riesgo típicamente relevante para la vida de la víctima, de manera
que el resultado mortal coincide exactamente con lo buscado por el autor, lo que no ocurre
en el dolo eventual.
19
Bacigalupo, Derecho Penal, Parte General, op. cit., p. 329.
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actividad delictiva comprende o abarca el acto posterior que provoca la muerte, por
consiguiente esa muerte queda comprendida en su dolo (dolus generalis).
Para otro sector de la doctrina, entre ellos Cury, hay aquí un error al revés en
perjuicio del agente respecto de la primera conducta y un error excluyente de dolo pero
nunca de imprudencia, en relación con el comportamiento que alcanzó el resultado. En
estos casos, Cury propone resolverlos conforme a un concurso ideal entre un delito de
homicidio doloso frustrado, en concurso real o material con un delito imprudente de
homicidio consumado20.
20
Cury, Derecho Penal, Parte General, p. 315.
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que lo confunde con Pedro, siendo éste a quien realmente mata y quien, más encima, es su
padre. En este caso, por lo tanto, queriendo matar a un extraneus (Juan), el hechor termina
matando, por error a un intraneus (su padre Pedro).
Algunos dicen que debería aplicarse la misma penalidad del homicidio simple
porque se va a castigar al sujeto por lo que quiso producir y no por lo que realmente
produjo. Según esta postura, la calificación jurídica correspondería a la de un homicidio
simple y no a un delito de parricidio, porque el hechor quiso matar a un extraño y,
únicamente por error, terminó matando a su padre.
El Código Penal, en el inciso final del artículo 1° dice que éstas son las
circunstancias que agravan la responsabilidad del sujeto como consecuencia del error no
se toman en consideración, y en ese caso el sujeto se castigaría como autor de homicidio
simple.
Otros sostienen la tesis de que debería castigarse por homicidio frustrado en
concurso con un parricidio imprudente, sin embargo resulta cuestionable concebir el
parricidio a título de imprudencia, por la expresión “el que conociendo las relaciones que lo
ligan”, que reduce la imputación subjetiva al dolo y, a nuestro juicio, al dolo directo21.
21
Matus y Ramírez, Lecciones de Derecho Penal Chileno, Parte Especial, T. I, p. 69.
22
Cury, Derecho Penal, Parte General, pp. 313-314.
19
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23
En el mismo sentido Cury, DP, PG, T. II, p. 303, y Bustos p. 55.
24
Mir Puig, DP, PG, pp. 224-225 y Silva Sánchez, El delito de omisión, concepto y sistema, Editorial Bosch,
Barcelona, 1986, p. 134 y ss.
25
Jescheck y Weigend, DP, PG, p. 648.
20
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26
Mir Puig, DP, PG, p. 309.
27
Roxin, Problemas básicos de DP, p. 94.
28
Mir Puig, DP, PG, p. 310.
29
Silva Sánchez, El delito de omisión, concepto y sistema, p. 137.
30
Silva Sánchez, El delito de omisión, concepto y sistema, pp.135-136.
31
Mir Puig, DP, PG, pp. 311-312.
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i. La posición de garante
El no impedir un resultado es normativamente equivalente a causarlo, sólo cuando
para el sujeto existe la obligación jurídica de actuar, y como existe una obligación
jurídica, es legítimo contar con ella.
El deber de garante tiene su fundamento en la posición del sujeto y es exigible sólo
cuando existe capacidad de evitación del resultado. Este análisis es realizado por el juez
mediante un criterio ex post.
Así, por ejemplo, se cuenta, con que el actuar vigilante de una niñera contratada,
salvará a la criatura que le fue confiada, y que se aproxima hacia un pozo donde puede
morir ahogada, pero no se cuenta, en cambio con el actuar de un casual paseante. Sin
embargo, la solidaridad humana es un deber genérico para todos los individuos y su
infracción puede determinar sanciones, aun penales, por ejemplo, a través del delito-falta de
omisión de socorro, contemplado en el art. 494 números 13 y 14 del Código Penal. No
obstante lo anterior, la posición de garante que consiste en la obligación específica de
actuar, guardar y resguardar un determinado bien jurídico a fin de impedir el resultado
típico, sólo la tienen determinadas personas.
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b´) El deber de control de fuentes de peligro que operan en el propio ámbito de dominio
Quien posee en su esfera de dominio una fuente de peligro para bienes jurídicos,
(instalaciones, animales, máquinas) es responsable de que tal peligro no se realice. Así
ocurre con el encargado del zoológico, quien debe cerciorarse de cerrar la puerta de la jaula
del león, ya que de lo contrario será responsable de la muerte del visitante provocadas por
el león que se arrancó de la jaula.
26
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32
Al respecto ver Mir Puig, DP, PG, pp. 318-330
27
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33
Corcoy Bidasolo, El delito imprudente, p. 270.
34
Si la conociera estaríamos ante un caso de dolo.
35
Corcoy Bidasolo, El delito imprudente, p. 239.
36
Mir Puig, DP, PG, op. cit., p. 285 y Corcoy Bidasolo, El delito imprudente, p. 239.
37
Jescheck y Weigend, DP, PG, p. 611.
38
Jescheck y Weigend, DP, PG, p. 612.
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29
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39
Incorpora en el concepto el elemento volitivo, Jescheck y Weigend, DP, PG, op. cit., p. 606.
40
Jescheck y Weigend, DP, PG, op. cit., p. 606.
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31
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51
Mir Puig, DP, PG, op. cit., p. 285 y Corcoy Bidasolo, El delito imprudente, op. cit., p. 239.
52
Jescheck y Weigend, DP, PG, op. cit., p. 611.
53
Jescheck y Weigend, DP, PG, op. cit., p. 612.
54
Jescheck y Weigend, DP, PG, op. cit., p. 612.
55
Juan Bustos Ramírez, El delito Culposo, pp. 114-115. En el mismo sentido NAQUIRA
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B. Tipo subjetivo
1. Elemento volitivo
Haber querido realizar la conducta descuidada
2. Elemento cognoscitivo
a. Imprudencia consciente
Con conocimiento del peligro que en general entrañaba para la vida de la víctima, pero
confiando en la capacidad de evitación o en que el resultado fatal no se producirá o
b. Imprudencia inconsciente
Sin siquiera haber previsto la posibilidad de que se produzca la muerte de la víctima,
pero debiendo haber anticipado dicho resultado
56
González Rus, “Las lesiones”, op. cit., pp. 147-148.
57
En España, un problema interpretativo de difícil solución puede plantearse por la redacción del art. 148.1,
toda vez que entre sus hipótesis agravadas contiene la de utilizar armas, instrumentos, objetos, medios,
métodos o formas concretamente peligrosas, para la vida o la salud física psíquica del lesionado. En verdad,
no es fácil saber en estos casos si se debe aplicar el tipo penal de homicidio en grado de tentativa (arts. 138,
16 y 62 del CP), con una pena por lo general que va desde los cinco a los diez años de prisión, o el de lesiones
consumadas del art. 147, con la agravación del art. 148.1 del CP, con una pena que va desde los dos a los
cinco años de prisión, pues, por un lado, casi siempre que el autor utiliza un arma de las características de este
último art. habrá tenido, al menos, conocimiento del peligro (concreto) de su acción para la vida de la víctima,
y, por tanto, dolo (en su caso eventual) de matar, esto es, habrá obrado con animas neccandi, y, por otro lado,
el propio legislador, en el art. 148.1, señala que las armas deben ser concretamente peligrosas para la vida o
salud, física o psíquica, del lesionado (Jaén Vallejo, DP aplicado, op. cit., pp. 187-188).
33
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58
González Rus, “Las lesiones”, op. cit., p. 148 y Romeo Casabona, Delitos contra la vida, la integridad y los
relativos a la manipulación genética, op. cit., p. 58.
59
Bustos Ramírez, Obras completas, PE, op. cit., T. III, p. 93.
60
La teoría de la voluntad afirma que el dolo en ambos delitos es diferente y que, por tanto, si no se castiga el
homicidio no pueden castigarse tampoco las lesiones, ya que el dolo de este delito no se da (Muñoz Conde,
DP, PE, op. cit., pp. 123-124; Bustos Ramírez, Obras completas, PE, op. cit., T. III, pp. 92-93 y García y
García Cervigón, Delito de lesiones. Tipos agravados y cualificados, op. cit., pp. 216-217).
61
González Rus, “Las lesiones”, op. cit., p. 156.
62
Bustos Ramírez, Obras completas, PE, op. cit., T. III, p. 93.
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incontrolable; los cuales dan cuenta de riesgos a los que uno suele ajustarse en el sentido de
evitarlos, por la peligrosidad que para el bien jurídico de la vida entrañan63.
Cuando existiendo dolo de lesionar se provoca imprudentemente la muerte de la
víctima, estamos ante un concurso ideal de delitos, castigado con la pena mayor asignada
al delito más grave, conforme a lo dispuesto en el art. 75 del Código Penal64, siempre y
cuando concurran los siguientes requisitos: 1. Antecedente doloso de lesionar; 2.
Consecuente más grave consistente en la muerte de la víctima, imputable a título de
imprudencia; 3. Nexo causal y de imputación objetiva entre el antecedente doloso y el
consecuente imprudente y 4. Es fundamental que el resultado fatal sea previsible por el
sujeto, de no ser así se podría estar en presencia de un caso fortuito y, por lo tanto, la
muerte no sería subjetivamente imputable.
a. La legítima defensa
Rigen las reglas generales. En el homicidio la causal de justificación más frecuente
es la legítima defensa. El sacrificio de la vida humana por un bien jurídico de mayor valor
es imposible pues no hay un bien de mayor valor.
La legítima defensa es una causal de justificación que atiende al criterio del interés
preponderante. El Código Penal ha reglado esta justificante entre las eximentes de
responsabilidad criminal, en el art. 10, N°4° (defensa propia), 5° (de pariente) y 6° (de
extraño), distinción recogida del Código Penal de 1848, sustituida en el Código Penal
español, en el artículo 20. 4 por la distinción entre defensa propia o ajena, con los mismos
requisitos.
Según Jiménez de Asúa, consiste en la repulsa de la agresión ilegítima por el
atacado o tercera persona, contra el agresor, sin traspasar la necesidad de la defensa y
dentro de la racional proporción de los medios empleados para impedirla o repelerla65.
La legítima defensa se funda en el criterio de la necesidad racional, en cuanto la
reacción autorizada por el ordenamiento jurídico es indispensable para salvar el interés del
agredido y amparar al mismo tiempo al orden jurídico que lo protege. La protección de ese
interés tiene un valor superior al del agresor, por lo que falta en el hecho aquel daño social
que justificaría la imposición de la pena en otro caso. Si bien ambas vidas, la del agresor y
la del agredido valen lo mismo, la concurrencia de los requisitos de esta causal de
justificación, hacen que la balanza se cargue a favor del que se defiende, de manera que si
bien en términos generales es un hecho típico y antijurídico dar muerte a otro, se encuentra
justificado quien mata a otro en legítima defensa, por lo que su conducta, si bien, típica, no
es antijurídica.
63
En tal sentido, Frisch, Comportamiento típico e imputación del resultado, op. cit., pp. 621-622.
64
Calderón Cerezo y Choclán Montalvo (Coord.), CP comentado, op. cit., p. 283.
65
Jiménez de Asúa, Tratado de Derecho Penal, Editorial Losada, 1961, T IV, p. 26.
35
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66
Politoff y Ortíz (Dir.), Texto y comentario del Código Penal chileno, Editorial Jurídica de Chile, 2003, pp.
127 y ss.
36
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67
Corcoy y Gallego, “Política criminal en el ámbito de la disponibilidad de la vida humana” (Eutanasia), en
Política criminal y reforma penal, Editorial B de F, 2007, p. 237.
68
Corcoy y Gallego, “Política criminal en el ámbito de la disponibilidad de la vida humana” (Eutanasia), op.
cit., p. 237.
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sobrevida del beneficiado, y siempre que la utilización del escaso recurso vital sea el
único medio disponible para dicha sobrevida69.
9. Culpabilidad
En el campo de la culpabilidad cobra importancia la causal de inexigibilidad de otra
conducta adecuada a derecho, recientemente incorporada en nuestro Código Penal,
correspondiente al estado de necesidad exculpante. Dicha causal se encuentra contemplada
en el artículo 10 N° 11 del Código Penal, que dispone:
“El que obra para evitar un mal grave para su persona o derecho o los de un tercero,
siempre que concurran las circunstancias siguientes:
1ª. Actualidad o inminencia del mal que se trata de evitar
2ª. Que no exista otro medio practicable y menos perjudicial para evitarlo.
3ª. Que el mal causado no sea sustancialmente superior al que se evita.
4ª. Que el sacrificio del bien amenazado por el mal no pueda ser razonablemente
exigido al que lo aparta de sí o, en su caso, a aquel de quien se lo aparta siempre que ello
estuviese o pudiese estar en conocimiento del que actúa”.
69
Matus y Ramírez, Lecciones de Derecho Penal, Parte especial, T. I., p. 29.
70
Garrido Montt, Derecho Penal, Parte Especial, Editorial Jurídica de Chile, 2010, T. III, p. 40
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71
Garrido Montt, Derecho Penal, Parte Especial, op, cit., T. III, p. 40
72
El artículo 2° letras a, b, c, d y e dispone: “Quedan sometidos a este control (control de armas y elementos
similares): a) El material de uso bélico, entendiéndose por tal las armas, cualquiera sea su naturaleza, sus
municiones, explosivos o elementos similares construidos para ser utilizados en la guerra por las fuerzas
armadas, y los medios de combate terrestre, naval y aéreo, fabricados o acondicionados especialmente para
esta finalidad; b). Las armas de fuego, sea cual fuere su calibre, y sus partes, dispositivos y piezas; c). Las
municiones y cartuchos; d) Los explosivos y otros artefactos de similar naturaleza de uso industrial, minero u
otro uso legítimo que requiera de autorización, sus partes, dispositivos y piezas, incluyendo los detonadores y
otros elementos semejantes; e) Las sustancias químicas que esencialmente son susceptibles de ser usadas o
empleadas para la fabricación de explosivos, o que sirven de base para la elaboración de municiones,
proyectiles, misiles o cohetes, bombas, cartuchos, y los elementos lacrimógenos o de efecto fisiológico.
En tanto que el artículo 3° de la señalada Ley, dispone que: “Ninguna persona podrá poseer o tener armas
largas cuyos cañones hayan sido recortados, armas cortas de cualquier calibre que funcionen en forma
totalmente automática, armas de fantasía, entendiéndose por tales aquellas que se esconden bajo una
apariencia inofensiva; armas de juguete, de fogueo, de balines, de postones o de aire comprimido adaptadas o
transformadas para el disparo de municiones o cartuchos; artefactos o dispositivos, cualquiera sea su forma de
fabricación, partes o apariencia, que no sean de los señalados en las letras a) o b) del artículo 2º, y que hayan
sido creados, adaptados o transformados para el disparo de municiones o cartuchos; armas cuyos números de
serie o sistemas de individualización se encuentren adulterados, borrados o carezcan de ellos; ametralladoras,
subametralladoras; metralletas o cualquiera otra arma automática y semiautomática de mayor poder destructor
o efectividad, sea por su potencia, por el calibre de sus proyectiles o por sus dispositivos de puntería.
Asimismo, ninguna persona podrá poseer, tener o portar artefactos fabricados sobre la base de gases
asfixiantes, paralizantes o venenosos, de sustancias corrosivas o de metales que por la expansión de los gases
producen esquirlas, ni los implementos destinados a su lanzamiento o activación, ni poseer, tener o portar
bombas o artefactos explosivos o incendiarios.
Además, ninguna persona podrá poseer o tener armas de fabricación artesanal ni armas transformadas
respecto de su condición original, sin autorización de la Dirección General de Movilización Nacional.
Se exceptúa de estas prohibiciones a las Fuerzas Armadas y a Carabineros de Chile. La Policía de
Investigaciones de Chile, Gendarmería de Chile y la Dirección General de Aeronáutica Civil, estarán
exceptuadas sólo respecto de la tenencia y posesión de armas automáticas livianas y semiautomáticas, y de
disuasivos químicos, lacrimógenos, paralizantes o explosivos y de granadas, hasta la cantidad que autorice el
Ministro de Defensa Nacional, a proposición del Director del respectivo Servicio. Estas armas y elementos
podrán ser utilizados en la forma que señale el respectivo Reglamento Orgánico y de Funcionamiento
Institucional.
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señalados en las letras a), b), c), d) o e) del artículo 2° o en el artículo 3° de la Ley 17.798,
no es posible sostener que existe un concurso aparente de leyes penales resuelto por
consunción, como sostenía parte de la doctrina y de la jurisprudencia nacional, antes de la
Ley 20.813. Ahora, el texto legal expreso, obliga al tribunal a aplicar la regla del concurso
material entre el delito de homicidio y el porte o tenencia de las armas o elementos antes
referidos.
Además, el referido artículo 17 b. de la Ley 17.798, introducido por la Ley 20.813,
establece, además, reglas especiales de determinación de la pena en los delitos previstos en
los artículos 8º, 9º, 10, 13, 14 y 14 D de dicho cuerpo legal, y en todos los casos en que se
cometa un delito doloso o imprudente empleando alguna de las armas o elementos
señalados en las letras a), b), c), d) y e) del artículo 2º y en el artículo 3º de la ley 17.798, el
tribunal no debe tomar en consideración lo dispuesto en los artículos 65 a 69 del Código
Penal y, en su lugar, debe determinar su cuantía dentro de los límites de cada pena señalada
por la ley al delito, en atención al número y entidad de circunstancias atenuantes y
agravantes, y a la mayor o menor extensión del mal producido por el delito. En
consecuencia, el tribunal no puede imponer una pena que sea mayor o menor a la señalada
por la ley al delito, salvo lo dispuesto en los artículos 51 a 54, 72, 73 y 103 del Código
Penal, en la ley Nº 20.084 y en las demás disposiciones de la ley 17.798 y de otras que
otorguen a ciertas circunstancias el efecto de aumentar o rebajar dicha pena.
Por lo tanto, el tribunal únicamente puede imponer una pena distinta del marco
penal abstracto, cuando ello corresponda por aplicación de: a) las reglas sobre
determinación de pena contenidas en los artículos 51 a 54, relativas a la autoría y
participación y al iter criminis; b) del artículo 72, es decir, cuando aparezcan responsables
en un mismo delito mayores de 18 años y menores de esa edad; c) del artículo 73 del
Código Penal, cuando concurre una eximente incompleta de responsabilidad penal; d) del
artículo 103 del Código Penal, norma que regula la llamada media prescripción; e) de la
Ley Nº 20.084, sobre responsabilidad penal adolescente; o f) de otras disposiciones de la
ley 17.798 o de otras leyes que otorguen a ciertas circunstancias especiales, el efecto de
aumentar o rebajar dicha pena.
En todo caso, ninguna persona podrá poseer o tener armas denominadas especiales, que son las que
corresponden a las químicas, biológicas y nucleares”.
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tercero propietario, que podrá hacer valer conforme a las reglas generales del Código
Procesal Penal. Para los efectos de determinar la pena prevista en estos casos, es aplicable
lo dispuesto en los artículos 196 bis y 196 ter de la Ley 18.290, los cuales establecen reglas
especiales de determinación de pena, en vez de los arts. 67, 68 y 68 bis del Código Penal.
También es frecuente que el conductor que provoca un accidente en forma
imprudente, pese a ser detenido por la policía, se niegue injustificadamente a realizarse
exámenes respiratorios o científicos. Por ello, el artículo 195, inciso 3° y 4° de la Ley del
tránsito N° 18.290, modificado por la Ley 20.770, establece que en caso de accidentes que
produzcan lesiones de las comprendidas en el número 1º del artículo 397 del Código Penal
o la muerte de alguna persona, la negativa injustificada del conductor que hubiese
intervenido en ellos a someterse a las pruebas respiratorias evidenciales o a los exámenes
científicos señalados en el artículo 183 de la ley de tránsito, para determinar la dosificación
de alcohol en la sangre o la presencia de drogas estupefacientes o sicotrópicas, o la
realización de cualquier maniobra que altere sus resultados, o la dilación de su práctica
con ese mismo efecto, son castigadas con la pena de presidio menor en su grado máximo,
multa de once a veinte unidades tributarias mensuales, inhabilidad perpetua para conducir
vehículos de tracción mecánica y comiso del vehículo con que se ha cometido el delito, sin
perjuicio de los derechos del tercero propietario, que puede hacer valer conforme a las
reglas generales del Código Procesal Penal.
Si bien en principio podría ser discutible en qué relación concursal queda el delito
doloso o delito imprudente derivado de la conducción de vehículo motorizado y las
conductas ahora tipificadas consistentes en no detener la marcha, no prestar la ayuda que
fuese posible o no dar cuenta a la autoridad más inmediata, o bien, aquella que dice
relación con negarse injustificadamente a realizarse exámenes respiratorios o científicos,
es la propia Ley de Tránsito, modificada por la Ley 20.770, la que resuelve expresamente el
problema concursal, al establecer en el inciso 4° del artículo 195, que las penas previstas en
esa disposición deben imponerse al conductor conjuntamente con las que le correspondan
por la responsabilidad que le pueda caber en el respectivo delito o cuasidelito, de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 74 del Código Penal. Por lo tanto, el texto
expreso obliga a aplicar la regla que regula el concurso material de delitos.
Como dijéramos más arriba, la actual Ley de Tránsito establece reglas especiales de
determinación de penas. En tal sentido el artículo 196 bis, señala que para determinar la
pena en los casos previstos en los incisos tercero y cuarto del artículo 196 de la Ley
18.21673, el tribunal no debe tomar en consideración lo dispuesto en los artículos 67, 68 y
68 bis del Código Penal y, en su lugar, debe aplicar las siguientes reglas:
73
Dichos casos corresponden a accidentes en los que se producen lesiones de las señaladas en el número 1º
del artículo 397 del Código Penal o la muerte de alguna persona y el conductor incumple su obligación de
detener la marcha, prestar la ayuda posible y dar cuenta a la autoridad de todo accidente (artículo 195 inciso
3°), o bien, se niega injustificadamente a someterse a las pruebas respiratorias evidenciales o a los exámenes
científicos señalados en el artículo 183 de la ley de tránsito, para determinar la dosificación de alcohol en la
sangre o la presencia de drogas estupefacientes o sicotrópicas, o la realización de cualquier maniobra que
altere sus resultados, o la dilación de su práctica con ese mismo efecto (artículo 195 inciso 4°).
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El artículo 38 de la Ley 18.216, dispone que: “La imposición por sentencia ejecutoriada de alguna de las
penas sustitutivas establecidas en esta ley a quienes no hubieren sido condenados anteriormente por crimen o
simple delito tendrá mérito suficiente para la omisión, en los certificados de antecedentes, de las anotaciones a
que diere origen la sentencia condenatoria. El tribunal competente deberá oficiar al Servicio de Registro Civil
e Identificación al efecto.
Para los efectos previstos en el inciso precedente no se considerarán las condenas por crimen o
simple delito cumplidas, respectivamente, diez o cinco años antes de la comisión del nuevo ilícito.
El cumplimiento satisfactorio de las penas sustitutivas que prevé el artículo 1° de esta ley por
personas que no hubieren sido condenadas anteriormente por crimen o simple delito, en los términos que
señala el inciso primero, tendrá mérito suficiente para la eliminación definitiva, para todos los efectos legales
y administrativos, de tales antecedentes prontuariales. El tribunal que declare cumplida la respectiva pena
sustitutiva deberá oficiar al Servicio de Registro Civil e Identificación, el que practicará la eliminación.
Exceptúanse de las normas de los incisos anteriores los certificados que se otorguen para el ingreso a
las Fuerzas Armadas, a las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública y a Gendarmería de Chile, y los que se
requieran para su agregación a un proceso criminal”.
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Por último, el artículo 3° de la Ley antiterrorista, sostiene que los delitos señalados
en los números 1. y 3. del artículo 2° de esta ley, se sancionan con las penas previstas para
ellos en el Código Penal, en la Ley N° 12.927, sobre seguridad del Estado o en la Ley
General de Ferrocarriles, en sus respectivos casos, aumentadas en uno, dos o tres grados,
pero en el caso de los numerales 1º y 2º del artículo 476 del Código Penal, que castiga el
delito de incendio calificado en virtud del lugar de comisión del ilícito, la pena se aumenta
en uno o dos grados, y en el caso del numeral 3º del artículo 476, se aplican las sanciones
previstas en dicha disposición, con excepción de la pena de presidio mayor en su grado
mínimo.
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inhumación ilegal no debiera considerarse como un delito aparte, sino que debe estimarse
absorbido por el disvalor del delito de homicidio, como un acto copenado, operando, en
consecuencia, un concurso aparente de leyes penales en que sólo se aplica una norma, de
acuerdo con el “principio de absorción”.
13. La participación
Se aplican las reglas generales. Pueden darse las diversas formas de participación.
Rigen, por lo tanto, los principios de: exterioridad, convergencia, accesoriedad,
eventualidad y comunicabilidad. Si dos o tres se conciertan para matar a otro y hay
convergencia en los hechos y se cumplen con los requisitos de accesoriedad, cada uno de
los sujetos actúa ayudando al autor ejecutor: tenemos que se cumplen las exigencias de la
participación hay un dolo común; la actuación de cada uno está destinada a la realización
del plan común, consistente en dar muerte a otro y todos serán responsables de la muerte
con mayor o menor grado sean o no autor directos o bien ayudadores del hecho ajeno. El
autor del hecho propio es autor como tal. El autor de algo que en opinión clásica es hecho
ajeno es cómplice. Esa es la esencia de la diferencia entre el autor y el participe. El autor
actúa en un hecho propio y lo controla. El participe actúa en el hecho de otro, el ejemplo
más gráfico de esta diferenciación es el inductor, no obstante la importancia de la labor que
ejecuta, que es convencer a un sujeto a ejecutar un delito; es un simple participe porque el
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