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Prof. Dr.

Mauricio Rettig Espinoza


Derecho Penal III, Parte Especial, 2016
Delito de homicidio simple

CAPITULO SEGUNDO
DELITOS CONTRA LA VIDA
Tema 2
“El delito de homicidio simple”
Material editado para uso exclusivo de los estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad Alberto Hurtado. No
reproducir, no citar ni menos subir a internet este material, sin la autorización del autor.

Sumario: 1. Objetivos.— 2. Caso práctico.— 3. Introducción.— 4. Concepto de homicidio.— 3.


Características típicas del delito de homicidio.— 4. El delito de homicidio de acción doloso.— i. La
conducta.— ii. El tipo penal.— a. Tipo objetivo en el delito de homicidio.— a.1. Elementos descriptivos del
tipo objetivo en el delito de homicidio.— a. La conducta típica en el delito de homicidio.— a.1. Sujeto
activo.— a.2. Sujeto pasivo.— a.3. El objeto material.— a.4. Medios comisivos.— a. 5. Circunstancias de
tiempo y lugar.— b. El resultado en el delito de homicidio.— c. Relación de causalidad.— d. Teoría de la
imputación objetiva en el delito de homicidio .— d.1. Imputación objetiva de la conducta (presupuesto de
imputación).— d.2. Imputación objetiva del resultado (relación de riesgos).— a.2. Elementos normativos del
tipo.— b. Tipo subjetivo del delito de homicidio simple doloso.— b.1. Dolo directo, de primer grado o
intención.— b.2. Dolo directo de segundo grado o de las consecuencias necesarias.— b.3. Dolo eventual o
condicionado.— b.4. Error de tipo en el delito de homicidio simple como causal de exclusión del tipo
subjetivo.— b.5. Modalidades de error en el ámbito de la tipicidad en el delito de homicidio .— a. Dolus
generalis o dolo de weber en el delito de homicidio simple.— b. Error sobre el proceso causal. — c. El error
en la persona en el delito de homicidio simple.— d. El error en el golpe (aberratio ictus) en el delito de
homicidio simple.— 5. El delito de homicidio simple en comisión por omisión.— i. La conducta en el delito
omisivo.— ii. El tipo penal en el delito omisivo.— a. Concepto de tipo omisivo.— b. Clasificación de los
tipos omisivos.— c. El delito de homicidio en comisión por omisión .— d. Elementos del tipo de homicidio en
comisión por omisión.— d.1. Tipo objetivo del delito de homicidio en comisión por omisión .— a) Una
situación típica.— b) Ausencia de la conducta determinada.— c) Capacidad del sujeto obligado para
realizar la conducta esperada.— d) Elementos necesarios para la imputación objetiva del hecho a la
conducta ex ante peligrosa.— i. La posición de garante.— i.a. Las fuentes de la posición de garante en el
homicidio en comisión por omisión.— i.a.1. Fuentes de la posición de garante según la teoría de las
funciones.— i.a.1.a. Función de protección de un bien jurídico (garantes de protección) .— a´) La existencia
de una estrecha relación familiar.— b´) La comunidad de peligro.— c´) La asunción voluntaria de una
función de protección.— i.a.1.b. Deber de control de una fuente de peligro (garantes de vigilancia).— a´) El
actuar precedente (o injerencia).— b´) El deber de control de fuentes de peligro que operan en el propio
ámbito de dominio.— c´) La responsabilidad por las conductas de otras personas.— ii. La producción de un
resultado consistente en la muerte del sujeto pasivo.— iii. La capacidad o posibilidad real de evitar el
resultado fatal.— d.2. Tipo subjetivo del delito de homicidio en comisión por omisión .— a. Homicidio en
comisión por omisión dolosa.— b. Homicidio en comisión por omisión imprudente.— c. Esquemas del tipo
de homicidio en comisión por omisión doloso e imprudente.— 6. El delito de homicidio imprudente.— 6.1.
Concepto de imprudencia.— 6.2. Clasificación del homicidio imprudente.— a. Atendiendo a la naturaleza de
la norma infringida el delito de homicidio imprudente puede ser.— 1. Homicidio imprudente de acción.— 2.
Homicidio imprudente en comisión por omisión.— b. Según el grado de conocimiento del peligro inherente a
la conducta imprudente se distingue entre homicidio con imprudencia consciente o con representación y
homicidio con imprudencia inconsciente o sin representación.— 1. Homicidio con imprudencia consciente o
con representación.— 2. Homicidio con imprudencia inconsciente o sin representación.— c. Esquema del
tipo de homicidio de acción imprudente.— 7. Dolo de lesionar y dolo homicida.— 8. Antijuridicidad
(causales de justificación).— a. La legítima defensa.— b. El consentimiento de la víctima. la eutanasia.— 9.
Culpabilidad.— 10. Concursos de delitos.— 10.a. Homicidio cometido a través del uso de armas.— 10.b.

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Homicidio y ley de tránsito (modificada por la llamada “ley Emilia”).— 10.c. Homicidio y ley
antiterrorista.— 11. Concursos aparentes de leyes penales.— 12. Iter criminis.— 13. La participación.—

1. Objetivos
a. Conocer el concepto de homicidio simple y sus características.
b. Determinar el bien penalmente tutelado en este tipo penal.
c. Precisar los elementos del delito de homicidio simple
d. Analizar la conducta en el delito de homicidio simple
e. Revisar la estructura del delito de homicidio simple de acción doloso
f. Desarrolla la estructura del delito de homicidio simple en comisión por omisión
g. Analizar la estructura del delito de homicidio imprudente
h. Revisar los problemas concursales que pueden producirse a propósito del dolo de
lesionar y de matar
i. Estudiar algunos problemas del delito de homicidio simple en el ámbito de la
antijuridicidad.
j. Analizar algunos problemas del delito de homicidio simple en la culpabilidad
k. Determinar problemas relativos a los concursos de delitos en el delito de homicidio
simple.
l. Revisar problemas del delito de homicidio simple en el campo de los concursos aparentes
de leyes penales.
m. Precisar cómo operan las reglas de iter criminis en el delito de homicidio simple
n. Analizar cómo operan las reglas de autoría y participación en el delito de homicidio
simple.

2. Caso práctico
a) Que el día primero de marzo de 2001, alrededor de las 14:00 horas,
encontrándose el menor Sebastián Navarrete Velásquez, de siete meses de edad, al cuidado
de los encargados de una sala cuna, uno de los guardadores, ante el insistente llanto que
mantenía el lactante mientras era atendido por una parvularia y, a fin de poner término a
dicho llanto, procedió a cubrir la boca de éste con una cinta adhesiva, sobre la cual escribió
la frase “soy un llorón”, exhibiendo a continuación la criatura a dos auxiliares de párvulos
presentes en la sala, burlándose de su llanto.
b) Que la parvularia que se encontraba atendiendo al menor, sin retirar de la boca de
éste la cinta adhesiva referida, procedió a acostarlo de espaldas en una cuna, donde fue
mantenido hasta alrededor de las 16.00 horas, momento en que las auxiliares de párvulos se
percataron que se encontraba inconsciente.

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c) Que el lactante fue llevado a la Posta Ariztía, lugar donde fue recibido aproxima-
damente a las 16.55 horas agónico por la médico de turno Nivia Rosa Estuardo Agurto
quien constató que la criatura no respiraba espontáneamente, que carecía de pulsos pal-
pables, presentando además cianosis facial y palidez de extremidades, sin que mostrara
livideces en el cuerpo, el que se encontraba flácido y no rígido. Que se llevaron a cabo
maniobras de resucitación cardiopulmonar avanzada durante 30 minutos, al cabo de los
cuales fueron suspendidas, por no haber sido posible revivir al lactante.
d) Que el fallecimiento del menor en referencia ocurrió a consecuencias de una
asfixia por sofocación provocada por la obstrucción de sus vías respiratorias a
consecuencias de habérsele tapado su boca con una cinta adhesiva.

3. Introducción
El delito de homicidio simple, es la figura base, genérica y residual de los delitos
contra la vida humana independiente que resulta del cotejo de los artículos 390, 391 Nº 1, y
394 con el art. 391 Nº 2 Código Penal. Tiene por objeto proteger la vida de la persona
después del parto, como a su vez el delito de aborto protege la vida dependiente, o sea la de
un ser humano antes de su separación completa del vientre materno.
La expresión homicidio simple no es utilizada por el Código Penal, sin embargo,
ella se ha impuesto por una práctica generalizada de la doctrina y de la jurisprudencia
chilena. Dicha expresión alude a la figura básica y residual de homicidio.
El homicidio simple se encuentra tipificado en el art. 391 N° 2 del Código Penal y la
hipótesis imprudente se extrae de los arts. 490 y 492 del mismo cuerpo legal.
El Art. 391 N° 2 dispone:
“El que mate a otro y no esté comprendido en el artículo anterior, será penado:
2° Con presidio mayor en su grado medio en cualquier otro caso”1.
En cuanto al delito de homicidio imprudente, hay que considerar que el Art. 490 del
Código Penal, dispone que:
“El que por imprudencia temeraria ejecutare un hecho que, si mediara malicia,
constituiría un crimen o un simple delito contra las personas, será penado:
1° Con reclusión o relegación menores en sus grados mínimos a medios, cuando el
hecho importare crimen.
2° Con reclusión o relegación menores en sus grados mínimos o multa de once a
veinte unidades tributarias mensuales, cuando importare simple delito.
Y, el Art. 492 dispone a su vez que:

1
La ley Núm. 20.779, publicada el día 17 de septiembre de 2014, eliminó el grado inferior de la pena
establecida para el delito de homicidio simple, quedando la pena en abstracto, en consecuencia, en la de
presidio mayor en su grado medio. También eliminó el grado inferior de la pena establecida para el delito de
homicidio calificado, quedando esta en la de presidio mayor en su grado máximo a presidio perpetuo.

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Las penas del artículo 490 se impondrán también respectivamente al que, con
infracción de los reglamentos y por mera imprudencia o negligencia ejecutare un hecho o
incurriere en una omisión que, a mediar malicia, constituiría un crimen o un simple delito
contra las personas.
En los accidentes ocasionados por vehículos de tracción mecánica o animal de que
resultaren lesiones o muerte de un peatón, se presumirá, salvo prueba en contrario, la
culpabilidad del conductor del vehículo, dentro del radio urbano de una ciudad, cuando el
accidente hubiere ocurrido en el cruce de las calzadas o en la extensión de diez metros
anterior a cada esquina; y, en todo caso, cuando el conductor del vehículo contravenga las
ordenanzas municipales con respecto a la velocidad, o al lado de la calzada que debe
tomar.
Se entiende por cruce el área comprendida por la intersección de dos calzadas.
Se presumirá la culpabilidad del peatón si el accidente se produjere en otro sitio de
las calzadas.
A los responsables de cuasidelito de homicidio o lesiones ejecutados por medio de
vehículos a tracción mecánica o animal, se los sancionará, además de las penas indicadas
en el artículo 490, con la suspensión del carné, permiso o autorización que los habilite
para conducir vehículos por un período de uno a dos años, si el hecho de mediar malicia
constituyera un crimen y de seis meses a un año, si constituyera simple delito. En caso de
reincidencia, podrá condenarse al conductor a inhabilidad perpetua para conducir
vehículos a tracción mecánica o animal, cancelándose el carné, permiso o autorización.
La circunstancia de huir del lugar donde se hubiere cometido alguno de los
cuasidelitos a que se refiere el inciso quinto de este artículo, constituirá presunción de
culpabilidad.”

4. Concepto de homicidio
Consiste en dar muerte a otro ser humano con vida independiente, sin que concurran
las circunstancias especiales que configuran los tipos legales de parricidio (artículo 390),
homicidio calificado (artículo 391 número 1) o el tipo privilegiado de parricidio consistente
en el delito de infanticidio (artículo 394).

5. Características típicas del delito de homicidio


a) Es una figura genérica o base consistente en “matar a otro”2, elemento
fundamental que integra también a las otras formas de homicidio que agregan otros
elementos típicos, con el fin de calificar el delito base (homicidio calificado y parricidio) o
de privilegiar el delito de parricidio (infanticidio).

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Matus y Ramírez, Lecciones de Derecho Penal chileno, T. I., Editorial Thomsom Reuters, 2014, p. 10.

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b) Es una figura residual porque en él calzan aquellas muertes que siendo ilícitas no
conforman un tipo de homicidio especial. Al homicidio simple se llega por exclusión de las
figuras agravadas y privilegiadas.
c) Es un delito de resultado material o de lesión, porque es necesaria la muerte del
sujeto pasivo para que el delito se encuentre consumado.
d) Es un delito de medios abiertos, porque puede cometerse por cualquier medio
apto para provocar el resultado, lo que resulta del todo relevante, tratándose del delito de
homicidio en comisión por omisión u homicidio de omisión impropia.

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6. El delito de homicidio de acción doloso


I. Conducta II. Tipicidad III. Antijuridicidad IV. Culpabilidad V. Autoría y VI. Iter
participación criminis

Reglas A. Tipo objetivo Reglas generales Reglas generales Autor, Consumado,


generales
A.1. Elementos descriptivos Tentado o
del tipo
Causales de Imputabilidad, Cómplice o Frustrado
Causales de a. Conducta típica: Matar a justificación
exclusión: otro.
1. Medios comisivos: Abiertos, Conciencia de la Encubridor
tanto activos como omisivos Legítima defensa ilicitud y
Fuerza física
irresistible, 2. Bien jurídico protegido: La
vida humana independiente Estado de necesidad Exigibilidad de
3. Sujeto activo: Cualquiera justificante otra conducta
Inconciencia y ajustada a
4. Sujeto pasivo: Ser humano derecho)
con vida independiente Ejercicio legítimo de
Movimientos 5. Objeto material sobre el un derecho, oficio o
reflejos cual recae la conducta: cargo
Idéntico al sujeto pasivo “otro”
6. Circunstancias de tiempo y ¿Consentimiento?
lugar: No hay exigencias
especiales en el tipo de lesiones
b. Resultado: Muerte del SP.
c. Relación de causalidad:
Método de la supresión mental
hipotética
d. Imputación objetiva
d.1. Desvalor de acto:
Creación de un riesgo
jurídicamente desaprobado
d.2. Desvalor de resultado:
Materialización del riesgo en el
resultado lesivo.
A.2. Elementos normativos
del tipo: (jurídicos o
culturales). No concurren
B. Tipo subjetivo
a. Elementos subjetivos
especiales: No hay en el
homicidio simple elementos
subjetivos especiales que
considerar.
b. Dolo: Directo, de las
consecuencias necesarias y
eventual

I. La conducta
La conducta es en el homicidio, como en cualquier delito, un comportamiento
humano externo y final, y faltará por las mismas causales de exclusión de la

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responsabilidad en las cuales se descarta la existencia de un comportamiento, tales como la


fuerza física irresistible o vis absoluta, la inconciencia y los movimientos reflejos.
Es necesario recordar que como en los delitos omisivos la conducta no consiste en
no hacer nada desde un punto de vista ontológico, sino que en la realización de una
conducta distinta a la exigida por la norma y posible de llevar a cabo por el sujeto activo,
entonces resulta que este primer elemento es común tanto a los delitos de acción como a los
de omisión, tanto en su concepto como en sus formas de exclusión y consiste en un
comportamiento positivo (o activo) de un sujeto.
En efecto, como vimos en el análisis de la Parte General del Derecho Penal, la
diferencia entre acción y omisión, no se produce a nivel de conducta, sino que a nivel de
tipo y depende de la naturaleza de la norma penal infringida: si la norma infringida es
prohibitiva, entonces el delito es de acción y si la norma es preceptiva, entonces el delito
será de omisión. Existen, por lo tanto, tipos de acción dolosos, tipos de acción imprudente,
tipos de omisión dolosos y tipos de omisión imprudentes.

II. El tipo penal


El análisis de la tipicidad del delito de homicidio, consiste como en todo delito, en
determinar si la conducta llevada a cabo por el sujeto activo puede ser subsumida en algún
tipo de la Parte Especial del Código Penal y contempla el análisis tanto del tipo objetivo
como del tipo subjetivo.

A. Tipo objetivo en el delito de homicidio


El tipo objetivo del delito de homicidio, está integrado como en todo delito, tanto
por los elementos descriptivos del tipo, que son aquellos elementos que pueden ser
percibidos por los sentidos, como por los elementos normativos (esto es, de aquellos que
requieren de un análisis conceptual para su comprensión), que sin embargo, como veremos,
no concurren en el tipo penal del artículo 391 número 2.

A.1. Elementos descriptivos del tipo objetivo en el delito de homicidio


Está integrado por la descripción de la conducta típica, que consiste en la actividad
dirigida a matar a otro; por el resultado, que es precisamente el deceso de una persona, por
el vínculo o relación de causalidad entre la conducta típica y el resultado típico y por la
relación de riesgos o teoría de la imputación objetiva del resultado al riesgo típicamente
relevante inherente a la conducta realizada por el agente.

a. La conducta típica en el delito de homicidio


En el delito de homicidio el verbo rector es “matar” y matar es dar muerte a otro es
decir, en dar muerte a un ser humano con vida independiente. Por lo tanto, el homicidio es
un delito de resultado que se consuma con la muerte del sujeto pasivo.

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En el delito de homicidio imprudente, la conducta típica implica la infracción de


una norma de cuidado (desvalor de la acción).

a.1. Sujeto activo


El sujeto activo en el delito de homicidio, se encuentra designado por la expresión
“El que”, por lo tanto, se trata de un delito común, ya que cualquiera puede realizar la
conducta activa consistente en matar a otro.
Sin embargo, esto sólo es válido respecto de los delitos de acción, porque en los
delitos de comisión por omisión u omisión impropia, el sujeto activo se encuentra
restringido a aquellas personas que reúnen calidades especiales que fundamentan la llamada
posición de garante.
Por último, el sujeto activo no debe mantener con la víctima, alguno de los vínculos
mencionados en el artículo 390 del Código Penal, porque en ese caso la calificación
jurídica se desplaza al delito de parricidio.

a.2. Sujeto pasivo


El sujeto pasivo en el delito de homicidio, se encuentra designado con el término
“Otro”, es decir cualquier persona diferente del autor, por lo tanto, se excluye al suicidio,
el que constituye una conducta atípica en nuestro ordenamiento jurídico. Además, el sujeto
pasivo ha de ser un ser humano con vida independiente, lo que excluye a las figuras de
aborto y plantea el problema de establecer cuando comienza y cuando termina la vida
humana independiente.

a.3. El objeto material


En el delito de homicidio, el objeto material se identifica con el sujeto pasivo, que
es el cuerpo de la víctima, es decir, un ser humano con vida independiente. Por lo tanto, la
conducta homicida recae sobre el cuerpo de la víctima.

a.4. Medios comisivos


En cuanto a los medios de ejecución, el homicidio es un delito de medios abiertos y
por lo tanto, puede cometerse tanto por medios materiales como inmateriales.
Los medios materiales son aquellos de naturaleza física que inciden en la integridad
corporal o fisiológica de la víctima, sea que consistan en una manifestación externa como
un disparo, un golpe o que operen en el interior de la víctima como el veneno u otro medio
químico, físico o biológico.
Los medios materiales pueden ser directos, es decir, cualquier actividad personal del
sujeto como disparar a la víctima, golpearla, ya sea mediante armas blancas, de fuego,
objetos contundentes, etc., o indirectos, como usar a animales o a terceros inocentes que

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realizan la actividad de matar sin saberlo, como por ejemplo, los terceros pueden haber sido
inducidos a error, como ocurre en un caso de autoría mediata. También es posible emplear
a la víctima como instrumento, por ejemplo cuando se coloca un artefacto explosivo en la
puerta de la habitación de la víctima de modo que al abrirla cause su propia muerte. En este
caso si bien se suele contar entre los casos de autoría mediata, ello es discutido por parte de
la doctrina que cree ver en este caso un supuesto de autoría inmediata.
Los medios “inmateriales” pueden ser “morales” que son aquellos que actúan
sobre la psiquis de la víctima, creándole una intensa impresión que causa su deceso y que
pueden consistir en provocar una impresión psíquica sobre la víctima, (anunciarle al
anciano enfermo del corazón que su hijo más querido falleció). Jiménez de Asúa no acepta
esto puesto que aquí el verbo no sería matar sino aterrorizar, pero esto no es tan cierto
porque si bien la acción se ejerce mediante la aterrorización, el autor logra el resultado
típico buscado conociendo aquellas circunstancias que hacen previsible el deceso, por tanto
el temor y otras impresiones análogas pueden ser medios idóneos para cometer el
homicidio.
Los medios inmateriales pueden también ser puramente intelectuales, como el uso
de la palabra, como cuando el agente invita a la víctima a que recorra un terreno que sabe
que está minado, o decirle al no vidente que continué avanzando cuando enfrenta un
precipicio.
Si bien el art. 391 del Código Penal está redactado en términos activos, hay acuerdo
en que el homicidio puede ser cometido tanto por acción como por omisión, caso este
último, en el cual habría que verificar si concurre la posición de garante, toda vez que se
trataría de un caso de homicidio en comisión por omisión, es decir de aquellos en los que la
figura omisiva, se desprende vía interpretativa, de un tipo penal de resultado y de medios
abiertos.
Para mejor claridad expositiva, dejaremos el análisis del delito de homicidio en
comisión por omisión para un acápite posterior.

a. 5. Circunstancias de tiempo y lugar


No existen en el delito de homicidio simple circunstancias especiales de tiempo,
como lo es en el delito de infanticidio, la referencia a las 48 horas después del parto.
Tampoco existen en el delito de homicidio, circunstancias relativas al lugar de comisión del
delito, como acontece, por ejemplo, con la expresión “lugar habitado”, contenida en el
artículo 440 del Código Penal.

b. El resultado en el delito de homicidio


El delito de homicidio es un delito de resultado material o de lesión del bien
jurídico penalmente tutelado de la vida independiente, es decir, requiere para su
consumación de un resultado separado de la conducta que lo provoca, consistente en la
muerte de la víctima. Tratándose de un delito de resultado, son plenamente aplicables los
tipos penales imperfectos y accesorios de tentativa y frustración.

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c. Relación de causalidad
Para que concurra el tipo objetivo del delito de homicidio, en el ámbito de los
delitos comisivos, la existencia de una relación causal de orden naturalístico u ontológico,
necesaria en los delitos de acción, la cual como todo hecho típico, debe ser acreditada por el
Ministerio Público, ya que al acusado lo beneficia la presunción de inocencia.
Para poder atribuir el resultado mortal a una conducta típicamente relevante, ha de
establecerse primero, si el resultado fue causado por conducta del sujeto activo, conforme a
la teoría de la equivalencia de las condiciones o la conditio sine qua non, cuyo método de
análisis es la supresión mental hipotética, la cual consiste en suprimir mentalmente la
conducta de que se trate y luego, verificar si al hacerlo desaparece el resultado. Si ello
ocurre, se colige que ese resultado ha sido causado por la conducta en cuestión.
El problema es que el postulado central de esta teoría, según el cual toda condición
del resultado es causa del mismo, conduce a una determinación amplísima de la causalidad
que tiende al infinito3. Así, por ejemplo, puede ocurrir que el automovilista que atropella
levemente a alguien, dejándole lesiones, llame a la ambulancia para que traslade al herido
al hospital, pero en el trayecto choca y demora la atención, al llegar por fin al hospital, no
pueden ingresar porque acaba de comenzar un incendio y fallece. Como se ve, pueden
establecerse causales al infinito (atropello, choque, incendio, incluso la fabricación del
auto).
Además, la fórmula de la conditio sine qua non encuentra dificultades cuando se
desconoce el modo en que la causa desencadena el efecto, la supresión hipotética nada dice
acerca de si aquella ha tenido o no influencia sobre el resultado4. En tales casos se
desconoce si la circunstancia fue condición del resultado5. Un ejemplo es el caso alemán de
la thalidomida o contergan o el caso español del aceite de colsa. En estos casos se acusa a la
fórmula de petición de principio, ya que presupone el conocimiento de la eficacia causal de
la supuesta condición, acudiendo a la llamada causalidad general6.
De otro lado, el carácter hipotético de la fórmula puede conducir a negar la
causalidad en supuestos en los cuales sin duda concurre. Ello ocurre en los casos de
causalidad hipotética y en el caso de la causalidad alternativa7. La causalidad hipotética
consiste en aquellos casos en los cuales el resultado causado se hubiere producido igual y
en el mismo momento por otra causa8. Por ejemplo, si se reprocha haber realizado un
fusilamiento ilícito en situación de guerra y el acusado alega que si se hubiera negado, otro

3
Mir Puig, DP, PG, p. 239.
4
Mir Puig, DP, PG, p. 239.
5
Mir Puig, DP, PG, p. 239.
6
De acuerdo con esta teoría Hernández Basualto considera legítima la acreditación judicial de un nexo causal
aun en un contexto de disenso científico, en la medida en que se adopte un riguroso método de
fundamentación, cuyos componentes se desarrollan, que excluya “dudas razonables” (Hernández, “El
problema de la “causalidad general” en el DP chileno (con ocasión del art. 232 del APCPCH)”, en Política
criminal, Nº 1, 2006, pp. 1-33, documento disponible en internet, página http://www.politicacriminal.cl,
visitada por última vez, el día 20 de julio de 2010, a las 17:48 horas).
7
Roxin, DP, PG, p. 350.
8
Mir Puig, DP, PG, p. 240.

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habría realizado el fusilamiento, entonces se puede suprimir mentalmente su hecho sin que
desaparezca el resultado9. Sin embargo, es claro que en el ejemplo anterior no falta
causalidad a la conducta del autor. De hecho el fusilamiento efectuado por el segundo
agente, tampoco podría ser considerado causal, con lo que llegaríamos al absurdo de que la
muerte de la víctima no tendría causa10.
Lo mismo ocurre en el caso de causalidad alternativa en que el resultado fue
causado por dos o más condiciones cada una de las causales resultó suficiente por sí sola
para producir el resultado11. Si A y B, actuando independientemente uno del otro, ponen
veneno en el café de C y C muere por ello, pero la dosis puesta por A o por B hubiera
provocado por sí sola la muerte exactamente del mismo modo, se puede suprimir
mentalmente la conducta de cada uno de ellos sin que desaparezca el resultado. Volvería a
faltar la causalidad respecto de la muerte de C12.
Sin embargo, la doctrina actual reconoce que en el plano de la causalidad es correcta
la teoría de la equivalencia de las condiciones, en cuanto permite descartar aquellos
supuestos en los cuales no es posible demostrar el vínculo causal, pero ha debido ser
corregida o complementada por la fórmula de Engisch de la condición ajustada las leyes
generales de la naturaleza, leyes fenoménicas, leyes científicas o reglas de la experiencia,
acorde con la cual, un comportamiento es causa del resultado cuando dicho
comportamiento está vinculado con el resultado a través de una serie de modificaciones con
arreglo a leyes de la naturaleza13/14.

9
Roxin, DP, PG, p. 350.
10
Roxin, DP, PG, p. 350.
11
Mir Puig, DP, PG, p. 240.
12
Roxin, DP, PG, pp. 350-351.
13
Mir Puig, DP, PG, p. 242.
14
Para restringir los resultados de la teoría de la equivalencia de las condiciones, la doctrina elaboró las
llamadas teorías individualizadoras de la causalidad, las cuales parten de la distinción de los conceptos de
causa y condición. Para ellas no toda condición del resultado puede considerarse causa del mismo, sino sólo
aquella condición que se distingue por poseer una mayor eficacia causal que las demás. La teoría de la causa
necesaria sostiene que sólo es causa del resultado aquella condición de la cual éste es consecuencia necesaria.
Si conforme a la teoría de la equivalencia todos son causa de todo, conforme a la de la causa necesaria todos
lo son de nada. Porque en los complejos vitales la necesidad causal es algo muy difícil de afirmar. Una herida
considerada por lo general como causa necesaria de la muerte, dejará de serlo tan pronto un cirujano
demuestre que es capaz de salvar a quien la ha recibido. Tropieza con el obstáculo de que la mayor o menor
eficacia causal de una condición constituye una cuestión física naturalística que no puede decidir la cuestión
jurídico penal. La teoría de la relevancia típica, planteada por Mezger, parte de la distinción entre la
causalidad en sentido de la teoría de la condición y la cuestión de la responsabilidad penal del autor por el
resultado. Sostiene que de la equivalencia de todas las condiciones del resultado no se sigue su mismo peso
jurídico para la cuestión de la imputación y afirma que lo importante es comprobar que condición del
resultado corresponde al sentido del tipo cuya aplicación se cuestiona. Lo importante es establecer cuando la
acción típica debe considerarse causa del resultado típico y mientras no se compruebe que concurren tanto la
acción como el resultado típico es inútil reflexionar hacer del nexo causal, porque ninguna relación típica
puede surgir donde no hay dos elementos típicos que relacionar. Así será necesario encontrar una acción
heridora, golpeadora o maltratadora para poder enlazarla al resultado lesivo (art. 397 del CPch). Sostiene que
en la mayor parte de los casos de laboratorio no hay acción típica. Así, por ejemplo, en el caso del golpe de
puños en que el sujeto muere porque la ambulancia choca, esta acción no es típica del delito de homicidio, y
por lo tanto, de nada sirve plantearse el problema de la causalidad. Por ello no plantea criterios generales para
la restricción de la conexión causal, sin embargo, hoy se establecen criterios precisos para la imputación del

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Delito de homicidio simple

En definitiva, aun acreditado el vínculo o relación de causalidad, ello no es


suficiente, toda vez que nada se ha dicho aun, respecto del juicio de imputación jurídico,
que debe operar en el plano normativo, en un segundo nivel de análisis y que corresponde a
la teoría de la imputación objetiva. De esta manera, tratándose de un delito de resultado, el
vínculo o relación de causalidad y luego, la creación de un riesgo típicamente relevante
(presupuesto de imputación), así como la relación de riesgo entre la conducta típica y el
resultado lesivo (imputación en sentido estricto), son condiciones necesarias, para la
imputación al tipo objetivo del delito de homicidio.

d. Teoría de la imputación objetiva en el delito de homicidio


Establecida la causalidad debe recurrirse a la teoría normativa de la imputación
objetiva, a fin de establecer primero si la conducta típica constituye un riesgo típicamente
relevante o, en palabras de Roxin, desaprobado por el ordenamiento jurídico, apto para
lesionar el bien jurídico de la vida de la víctima (requisito mínimo conforme al principio de
lesividad) y luego establecer si el resultado mortal es atribuible a la creación de dicho
riesgo típicamente relevante, derivado de la conducta homicida realizada por el sujeto
activo.

d.1. Imputación objetiva de la conducta (Presupuesto de imputación)


La primera parte de la definición de imputación objetiva, correspondiente a la
creación de un riesgo típicamente relevante, términos de Mir Puig o desaprobado por el
ordenamiento jurídico, en palabras de Roxin, da cuenta del desvalor de acto. Si bien se trata
de una materia discutida, podemos decir que pertenecen a este primer nivel de análisis
normativo, los criterios de disminución del riesgo, riesgo permitido, adecuación social

resultado causado por el autor. La teoría de la adecuación o de la condición adecuada, planteada por el
lógico y médico friburgués Johannes v. Kries, sostiene que en sentido jurídico penal sólo es causa una
conducta que posee una tendencia general a provocar el resultado típico, mientras que las condiciones que
sólo por casualidad han desencadenado el resulto son jurídicamente irrelevantes. Para que la acción pueda ser
considerada causal, el acaecimiento del resultado producido por el autor en el desarrollo de su acción debe
poder ser considerado probable. La condición debe ser adecuada al resultado y adecuadas son sólo aquellas
condiciones que típicamente son idóneas para producir aquel. Esta teoría evita el regressus ad infinitum de la
teoría de la equivalencia. También permite la exclusión de los cursos causales extravagantes. Originariamente
fue entendida como una teoría de la causalidad y fue criticada porque no establecía un criterio para decidir, en
el caso concreto, cuál de entre las distintas condiciones que concurrieron a la producción del resultado es la
que aparece como adecuada a provocarlo de acuerdo con la experiencia general. Así, Cury la tilda de no ser
más que una abstracción, una fórmula vaga, inaplicable a la situación específica; un criterio al que es fácil
referirse, pero cuya fuente es imposible precisar. Sin embargo, hoy se admite su fundamento material el cual
reside en que sólo la aceptación de un riesgo jurídicamente desvalorado puede corresponderse con el sentido
de la norma de prohibición, por lo que sólo son imputables aquellos resultados en los que dicho riesgo se ha
realizado. Por lo tanto, hoy se dice que una condición es adecuada si la misma ha aumentado la posibilidad
del resultado de modo no irrelevante. La adecuación del comportamiento del autor al resultado producido es
entendida de acuerdo con el criterio de la probabilidad como presupuesto para que dicho resultado pueda ser
objetivamente imputado al autor (Sobre las teorías individualizadoras, ver Mir Puig, DP, PG, pp. 250-253;
Roxin, DP, PG, pp. 347-362; Jescheck, DP, PG, pp. 298-307).

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(puede reconducirse al riesgo permitido), el principio de confianza, el principio de


insignificancia y la autopuesta en riesgo de la víctima.

d.2. Imputación objetiva del resultado (Relación de riesgos)


Consiste en la verificación de si el riesgo creado por la conducta típicamente
relevante realizada por el sujeto activo y no otro, fue aquél que se materializó en el
resultado lesivo. Dicho análisis corresponde al desvalor de resultado. Pertenecen al
segundo análisis, los criterios de la conducta alternativa adecuada a derecho, el ámbito de
protección de la norma, la agravación del resultado imputable a la víctima, la agravación
del resultado imputable a un tercero, etc.
La teoría de la imputación permite excluir resultados extraordinarios (causas
concomitantes o preexistentes), de manera que el que simplemente empuja o golpea
levemente a otro, quien cae al suelo producto de su estado de embriaguez y muere días
después por el TEC que le causa la caída, causa esa muerte, pero sólo en el sentido de la
conditio. Sin embargo, de acuerdo con la teoría de la imputación objetiva, si bien el sujeto
realizó una conducta típicamente relevante consistente en empujar y golpear a la víctima, el
riesgo creado por la acción fue sólo de lesionar y no se materializó en el resultado mortal,
sino que la muerte se produjo por otro evento completamente extraordinario. Dicho
resultado, por su propio carácter de extraordinario e imprevisible, y por tanto fuera del
control del autor, quien, por lo mismo, no puede quererlo ni evitarlo y por lo tanto, no le es
imputable objetivamente.
Tampoco es autora de un homicidio la amante que da a su pareja una “pócima de
amor” a base de productos marinos -inútil para el propósito, pero al mismo tiempo inocua
para cualquiera-, a la que el amado reacciona con un shock anafiláctico a causa de su
alergia al yodo, lo que le provoca la muerte. En este caso, la conducta de la mujer ni
siquiera es prohibida por la ley, ya que el hecho corriente de hacer ingerir a otro un
alimento es un riesgo permitido.
Sin embargo, todo cambia si, por ejemplo, la amante conociese la alergia que
padece su pareja –porque ha recibido una notificación al respecto que éste desconoce-, o el
que rasguña tuviese noticia de la hemofilia de su víctima. En estos casos, el dolo del autor
elimina el carácter extraordinario del resultado y permite su imputación a título de
homicidio, aunque la acción no aparezca a simple vista como “matadora” ni represente, en
términos generales, un “riesgo mortal”15. El resultado debe producirse en el ámbito de
protección de la norma. Si el paciente fallece durante la intervención quirúrgica, porque se
desprendió la lámpara del quirófano la que al caer le fractura el cráneo mortalmente este
resultado fatal no puede atribuirse objetivamente al cirujano. El ámbito de protección de la
norma que regula la actividad médica no está destinado a evitar contingencias de la
naturaleza de la recién descrita; esa muerte queda fuera del ámbito de su protección y de
aquel al cual se extiende la posición de garante del facultativo.

15
Politoff, Matus y Ramírez, Lecciones de derecho penal chileno, parte especial, Editorial Jurídica de Chile,
2004, pp. 34-35.

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La teoría de la imputación objetiva también permite atribuir correctamente


responsabilidad penal, en los casos de intervención de terceros y de la propia víctima. En
el caso de la ambulancia que, por correr precipitadamente al hospital, termina incrustada en
un poste, muriendo el paciente herido a bala que transportaba; la intervención de su
conductor excluye la imputación objetiva del resultado mortal a quien disparó: aunque la
conducta realizada se encontrase prohibida y el riesgo puesto fuese ciertamente mortal, ese
riesgo no se realizó en el resultado, sino otro muy diferente. De antiguo, éste es el parecer
de nuestra jurisprudencia respecto a los resultados mortales derivados de errores en las
intervenciones quirúrgicas, no vinculados con las heridas que las provocan y lo mismo vale
para el supuesto, abordado por nuestra jurisprudencia, de quien, encontrándose herido,
rehúsa voluntariamente la ayuda de sus agresores compañeros de juerga, y se deja
desangrar a la vera del camino. El riesgo producido por la herida, no necesariamente
mortal, fue llevado a ese grado por una actuación voluntaria de la víctima (impedir la
asistencia oportuna), no imputable objetivamente a sus autores16.
En los casos de resultado retardado, como sucede por ejemplo cuando el
delincuente hiere mortalmente a su enemigo, quien es socorrido en forma oportuna, pero
fallece semanas después en el hospital, la conducta homicida no es seguida necesariamente
la muerte del ofendido y que ésta se puede retardar y sobrevenir días y aun meses más
tarde, debido a los esfuerzos infructuosos practicados por terceros. Pero si el riesgo
típicamente relevante creado por la conducta del autor, fue el que se realizó en el resultado
fatal, el transcurso del tiempo entre esa puesta real en peligro y el resultado producido es
irrelevante, toda vez que en estos casos se ha cometido un único delito de homicidio 17. El
problema se suscita cuando entre la acción y el resultado mortal, sobreviene algún otro
hecho que interrumpe o modifica el curso causal originario.

A.2. Elementos normativos del tipo


No concurren en el delito de homicidio simple elementos normativos jurídicos o
culturales que analizar.

B. Tipo subjetivo del delito de homicidio simple doloso


El homicidio doloso se satisface en la medida que el sujeto activo conoce cada uno
de los elementos objetivos del tipo. Esto es, que sepa que al frente tiene a un ser humano y
no a una estatua, que sepa que en sus manos tiene un arma cargada y no es de juguete, etc.,
es decir, que el sujeto sepa que está en condiciones de matar a otro.
No existiendo elementos subjetivos especiales en el tipo penal de homicidio simple,
todo análisis de la imputación subjetiva comienza con el análisis del dolo, entendido en su
forma tradicional como de realización del tipo objetivo. Por lo tanto, para que exista dolo,
al momento de iniciarse la conducta típica, el sujeto activo debe saber que ante sí tiene un
“otro”, es decir, una persona con vida humana independiente y no un maniquí (Caso en el

16
Politoff, Matus y Ramírez, Lecciones de derecho penal chileno, parte especial, pp. 35-36.
17
Politoff, Matus y Ramírez, Lecciones de derecho penal chileno, parte especial, p. 36.

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cual podría concurrir un error de tipo vencible -excluye el dolo subsiste la imprudencia- o
invencible –excluye el dolo y la imprudencia-), también debe conocer, que por ejemplo, en
sus manos tiene un medio idóneo para provocar la muerte de la víctima. Luego, el agente
debe conocer ex ante que su conducta constituye un riesgo típicamente relevante y la
entidad del peligro inherente en su comportamiento, que haga prever el resultado lesivo,
aun cuando como éste aún no se ha producido, aparezca como un acontecimiento más o
menos incierto.
En la actualidad, la doctrina reconoce la existencia de tres clases de dolo: el dolo
directo, el dolo de las consecuencias necesarias y el dolo eventual.

B.1. Dolo directo, de primer grado o intención


El autor persigue la realización del tipo de homicidio y por ello se le llama intensión
o propósito. En esta clase de dolo domina el elemento volitivo del dolo. Lo característico es
que el autor ajusta su comportamiento al fin propuesto consistente en la muerte del sujeto
pasivo y actúa movido por el interés de su consecución. Ej.: Pedro clava un cuchillo de
grandes dimensiones en el pecho de Juan.

B.2. Dolo directo de segundo grado o de las consecuencias necesarias


El autor no busca la realización del tipo de homicidio, pero advierte como seguro o
casi seguro que su actuación dará origen a este delito. La comisión del delito de homicidio
se presenta como una consecuencia necesaria. Abarca las consecuencias cuya realización
no es intencionada, pero de cuya producción o concurrencia con seguridad se percata el
sujeto, ocasionándolas conscientemente. Aquí domina el elemento cognoscitivo del dolo,
pero le falta lo característico de la intención consistente en la determinación de la acción
hacia un objetivo propuesto. Ej.: el sujeto que pone una bomba para matar a los pasajeros
del avión, pero a consecuencia de dicha conducta típica advierte que al explotar la bomba
morirán el piloto, las azafatas y el resto de los pasajeros del avión.

B.3. Dolo eventual o condicionado


El autor no busca la realización del tipo, pero ésta aparece como un resultado
posible (por ello se llama eventual) de su conducta, es decir, el sujeto cuenta seriamente
con la posibilidad de que se produzca el resultado homicida, como consecuencia de la
realización de su conducta y no obstante “la lleva a cabo sin adoptar medidas para
evitarlo”. Se caracteriza porque la decisión del autor incluye una posibilidad de lesión de
un bien jurídico. Puede concurrir cuando existe una decisión que incluye la lesión del bien
jurídico, aunque esta no sea deseada. El autor se resigna, acepta o cuenta seriamente con la
posibilidad de producción de un resultado lesivo jurídicamente relevante para la vida
humana independiente. Ej.: El terrorista que cumpliendo órdenes se aviene a colocar una
bomba en un local en el que sabe que es muy posible que se encuentre un amigo suyo, lo
hace con plena conciencia de que éste morirá si efectivamente se halla presente en el lugar
de la explosión, pero desea con todas sus fuerzas que no sea así. Si supiera seguro que su

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amigo morirá, no pondría la bomba, pero ante la posibilidad de que no sea así acepta correr
el riesgo esperando que no se realice, aun sabiendo que puede fácilmente no ser así. No
cabe duda de que concurrirá dolo eventual si la muerte tiene lugar y, no obstante, será
difícil afirmar que el terrorista “quería” el resultado18.
Por lo tanto, si el sujeto conoce los elementos objetivos del tipo y en particular que
su conducta constituye un riesgo típicamente relevante para la vida del sujeto pasivo, por lo
que el resultado típico coincide con lo que buscaba, porque odia a su enemigo, y quiere
matarlo, nos encontramos ante un homicidio con dolo directo. Si la muerte de la víctima es
una consecuencia inevitable de la conducta que desea realizar, como sucede por ejemplo
cuando el autor pone una bomba en el avión para que muera su tío y así heredarlo, sabiendo
que con la explosión de la bomba morirán, además de su tío, cierta y necesariamente, la
tripulación y los demás pasajeros, concurrirá dolo de las consecuencias necesarias. Sea que
concurran cualquiera de las dos clases de dolo, estaremos en presencia de un homicidio
doloso; no existiendo diferencias en cuanto a sus efectos. En el caso del homicidio fortuito
el delito se entiende eximido de responsabilidad conforme a lo prevenido en el N° 8 del art.
10 del Código Penal, según tuvimos ocasión de revisar en la Parte General del Derecho
Penal.

B.4. Error de tipo en el delito de homicidio simple como causal de exclusión del tipo
subjetivo
El dolo tiene dos elementos: a) el conocer los elementos del tipo objetivo y b) el
querer o voluntad de realización.
Respecto del elemento cognoscitivo, si el sujeto no tiene conocimiento de los
elementos objetivos del tipo, entonces estamos frente a un error de tipo. En cuanto a sus
efectos, el error de tipo puede ser vencible o invencible.
El error de tipo invencible, exime de toda responsabilidad penal al sujeto activo,
toda vez que excluye tanto el dolo como la imprudencia y, en consecuencia, excluye el tipo
penal y, en definitiva, el delito. En cuanto al estándar o baremo necesario para que concurra
esta clase de error de tipo, debe tratarse de un caso en que cualquier individuo
razonablemente habría incurrido en el error, esto es de un error imposible de prever aun
cuando el agente hubiese aplicado la diligencia debida.
El error de tipo vencible, es aquella clase de error que el sujeto está en condiciones
de evitar, si hubiese empleado el cuidado debido, porque le era posible prever y no lo hizo.
En esta clase de error de tipo, el sujeto actúa con imprudencia, por lo que respecto de los
efectos que provoca, estos consisten en la exclusión del dolo, subsistiendo, sin embargo, la
imputación subjetiva a título de imprudencia. El estándar o unidad de medición
correspondiente a esta clase de error es la perspectiva de un hombre medio u observador
imparcial, colocado en la misma situación en que se encontraba el sujeto al momento de
realizar la conducta típica.

18
Mir Puig, DP, PG, p. 270.

16
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Delito de homicidio simple

Si se llega a probar que el sujeto pese a que conoce los elementos objetivos del tipo
y se representa el resultado como posible, pero confiaba plenamente en la posibilidad de
evitar el resultado estamos en presencia de imprudencia consiente, que ha de tener una
calificación totalmente distinta.
El homicidio imprudente se sanciona de acuerdo a lo dispuesto en el art. 490 del
Código Penal, por ello tiene mucha importancia para los efectos de sancionar la conducta,
la investigación que el fiscal realiza para determinar si el sujeto actuó con dolo o con
imprudencia y si era posible que el sujeto se representara el resultado.
Si el sujeto activo del delito de homicidio se representó el resultado mortal como
posible y pese a ello actuó esto es, “ocurra esto o aquello, igual actúo”, nos encontramos
ante un homicidio con dolo eventual.
En cuanto a la tentativa y en la frustración del delito de homicidio, la mayoría de la
doctrina nacional opina que es posible cometer el delito únicamente con dolo directo,
porque para que para que concurra, requiere que el sujeto conozca perfectamente que su
conducta constituye un riesgo típicamente relevante para la vida de la víctima, de manera
que el resultado mortal coincide exactamente con lo buscado por el autor, lo que no ocurre
en el dolo eventual.

B.5. Modalidades de error en el ámbito de la tipicidad en el delito de homicidio


Podemos distinguir las siguientes modalidades particulares de error, las cuales
(salvo el error in persona) tienen en común la existencia de una divergencia entre el curso
causal que el autor se representó en el momento en que realizó la conducta típica y el que
realmente ocurrió. Por lo tanto, esta clase de errores tiene importancia en los delitos de
resultado de lesión19:

a. Dolus generalis o dolo de Weber en el delito de homicidio simple


Frecuente ocurre que el homicida, creyendo que ha concluido su conducta letal, sin
que en realidad se haya producido la muerte de la víctima, realiza una actividad posterior,
como sería por ejemplo, enterrar al que cree un cadáver, lo que en definitiva es lo que
termina produciendo el deceso del afectado.
Para un sector de la doctrina, entre ellos Garrido Montt, Muñoz Conde, etc.,
estamos ante un dolo general, porque el sujeto obró con dolo homicida, y en el hecho
concretó su objetivo, lo que inclinaría a pensar que su dolo se extendió a todos los actos por
él realizados en relación al hecho unitariamente considerado, y por razones de justicia
material se debería sancionar como delito doloso consumado. El dolus generalis, dice
Garrido Montt, es una alteración del curso causal no esencial (error en el curso causal), que
nada haría variar el hecho iniciado con voluntad homicida, pues los actos posteriores tienen
también naturaleza mortal, y el sujeto activo lo sabe. De modo que el dolo inherente a la

19
Bacigalupo, Derecho Penal, Parte General, op. cit., p. 329.

17
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Delito de homicidio simple

actividad delictiva comprende o abarca el acto posterior que provoca la muerte, por
consiguiente esa muerte queda comprendida en su dolo (dolus generalis).
Para otro sector de la doctrina, entre ellos Cury, hay aquí un error al revés en
perjuicio del agente respecto de la primera conducta y un error excluyente de dolo pero
nunca de imprudencia, en relación con el comportamiento que alcanzó el resultado. En
estos casos, Cury propone resolverlos conforme a un concurso ideal entre un delito de
homicidio doloso frustrado, en concurso real o material con un delito imprudente de
homicidio consumado20.

b. Error sobre el proceso causal


El autor se representa el resultado de una forma determinada y éste se produce de
una forma diferente.
En estos casos la doctrina distingue entre error esencial o no esencial.
Si la desviación no se aparta substancialmente de lo planeado, el error no es
esencial. Ej.: A dispara apuntando a la cabeza de B pero le da en el corazón, en cuyo caso
concurrirá un homicidio doloso.
Si el error es esencial o relevante o resultado no es imputable subjetivamente a su
autor, como ocurriría si A dispara contra B en un basural y le da en el brazo, pero ante el
dolor y la imprecisión B se desmaya. Creyéndolo muerto, A se aleja, pero B muere
atropellado por una máquina retroexcavadora. Como el error es esencial, en este caso
habría un homicidio frustrado (tentativa acabada). Sin embargo, podría discutirse, si en el
nivel de análisis previo a la imputación subjetiva, consistente la verificación de la
imputación objetiva del resultado, el riesgo creado por A, fue o no el que se materializó en
el resultado lesivo. Es decir, ¿fue el disparo de A en el brazo de B, el riesgo que se
materializó en la muerte de éste?, si la respuesta es negativa, entonces habría que negar la
imputación objetiva del resultado más grave, ya en el tipo objetivo, por lo que no sería
necesario pasar al análisis de la tipicidad subjetiva.

c. El error en la persona en el delito de homicidio simple


En el error en la persona, Diego quiere matar a Juan, pero lo confunde con Pedro, y
queriendo matar a Juan mata a Pedro. Sin embargo, él quiere matar a la persona que está
mirando, lo que ocurre es que toma a Pedro por Juan porque es muy parecido (es la hora del
crepúsculo, no hay mucha visibilidad, dispara desde mucha distancia). Si no existe
absolutamente ninguna diferencia en el cuadro típico descrito, estaremos frente a un
homicidio consumado y no va a haber problema, puesto que el delito de homicidio castiga
el “matar a otro” y no “matar a Juan”. Esta situación no es tan discutida porque estamos en
presencia del error en que el sujeto pasivo se confunde con el objeto del delito.
El problema puede producirse cuando las características del sujeto pasivo cambian
el cuadro típico. Así por ejemplo ocurre, cuando el victimario quiere matar a Juan y resulta

20
Cury, Derecho Penal, Parte General, p. 315.

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que lo confunde con Pedro, siendo éste a quien realmente mata y quien, más encima, es su
padre. En este caso, por lo tanto, queriendo matar a un extraneus (Juan), el hechor termina
matando, por error a un intraneus (su padre Pedro).
Algunos dicen que debería aplicarse la misma penalidad del homicidio simple
porque se va a castigar al sujeto por lo que quiso producir y no por lo que realmente
produjo. Según esta postura, la calificación jurídica correspondería a la de un homicidio
simple y no a un delito de parricidio, porque el hechor quiso matar a un extraño y,
únicamente por error, terminó matando a su padre.
El Código Penal, en el inciso final del artículo 1° dice que éstas son las
circunstancias que agravan la responsabilidad del sujeto como consecuencia del error no
se toman en consideración, y en ese caso el sujeto se castigaría como autor de homicidio
simple.
Otros sostienen la tesis de que debería castigarse por homicidio frustrado en
concurso con un parricidio imprudente, sin embargo resulta cuestionable concebir el
parricidio a título de imprudencia, por la expresión “el que conociendo las relaciones que lo
ligan”, que reduce la imputación subjetiva al dolo y, a nuestro juicio, al dolo directo21.

d. El error en el golpe (aberratio ictus) en el delito de homicidio simple


El error en persona es distinto del error en el golpe, el cual es una desviación
causal, en que Pedro quiere dispararle a Juan y sabe quién es Juan y le dispara sin ningún
error en relación a la persona, pero como Juan está conversando con Diego, la bala impacta
y mata a Diego, porque la puntería falló o porque en ese momento los que conversaban se
movieron. En este caso estamos en presencia de una desviación causal en que el muerto es
una persona a quien el sujeto no quería matar y el que se salva es la persona a quien sí
quería matar.
Parte de la doctrina española se inclina por una interpretación de un art. semejante a
nuestro art. 1° inc. final, entendiendo que estamos en presencia de un homicidio consumado
porque da lo mismo matar a Diego o a Juan cuando no tienen ninguno de los dos calidades
especiales que hagan cambiar el tipo.
La doctrina alemana dice que hay que tomar en consideración lo que el sujeto quiso
hacer y lo que resultó. De ahí que castiguen en concurso ideal dos delitos: Homicidio
frustrado respecto de Juan a quien quería matar, respecto del cual hizo todo lo necesario
para que la muerte se produjera y no lo consiguió por causas independientes a su voluntad.
Ese homicidio doloso frustrado se castigaría en concurso (un solo hecho constitutivo de
dos delitos: concurso ideal) con el delito imprudente de homicidio de Diego, quien murió
no obstante que el autor no quería matarlo22.
Estos son los problemas que se plantean básicamente en relación al error en la
identidad de la persona o bien en la desviación causal en el delito de homicidio.

21
Matus y Ramírez, Lecciones de Derecho Penal Chileno, Parte Especial, T. I, p. 69.
22
Cury, Derecho Penal, Parte General, pp. 313-314.

19
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Delito de homicidio simple

7. El delito de homicidio simple en comisión por omisión


En el homicidio es posible la comisión por omisión, porque el verbo rector matar,
empleado para describir la conducta típica, contraria al bien penalmente tutelado de la vida
humana independiente, debe entenderse en un sentido social y normativo y no meramente
naturalístico. Los tipos penales no son meras descripciones de procesos físicos de
causación, sino fórmulas de atribución de responsabilidad penal. Al igual que para el
hombre de la calle, no existe mayor diferencia entre la madre que deja morir de hambre a su
hijo y la que lo arroja al río.
Además, la admisibilidad de la omisión impropia en el delito de homicidio,
encuentra respaldo sistemático tanto en el art. 1º Código Penal que define delito como
acción u omisión, como en el art. 492 Código Penal, en cuanto expresa que: “Las penas del
artículo 490 se impondrán también respectivamente al que, con infracción de los
reglamentos y por mera imprudencia o negligencia ejecutare un hecho o incurriere en una
omisión que, a mediar malicia, constituiría un crimen o un simple delito contra las
personas”. Sabido es que cuando se hace referencia a los delitos contra las personas, se
alude a aquellos reglados en el Título VIII del libro II del Código Penal, entre los cuales se
encuentra, precisamente los delitos asociados al tipo base de homicidio y las lesiones y
entre ellos no se describe expresamente ningún tipo omisivo (omisión propia), de manera
que implícitamente se está reconociendo que los tipos penales allí señalados, pueden
realizarse de manera omisiva23, en aquellos casos en los que concurra un delito de resultado
y de medios abiertos, como ocurre en el delito de homicidio, por lo que el resultado puede
ser alcanzado por cualquier medio apto para provocarlo, esto es, tanto de manera activa
como omisiva.
Admitida la omisión en el delito de homicidio, hay que señalar que la diferencia
entre acción y omisión se produce en el análisis categorial de la teoría del tipo de injusto24.
Atendiendo a la naturaleza de la norma infringida los tipos penales pueden ser de acción o
de omisión. Si la norma infringida es prohibitiva el tipo penal será de acción, por cuanto el
injusto consiste en llevar a cabo una conducta activa prohibida peligrosa o lesiva para el
bien jurídico. Por el contrario, si la norma infringida es de naturaleza preceptiva o
prescriptiva el delito será de omisión25, ya que el injusto consiste en infringir una norma
preceptiva, que obliga a realizar una determinada conducta deseable, a fin de evitar la
lesión o puesta en riesgo de un determinado bien jurídico.
El positivismo planteaba que la omisión formaba parte del concepto causalista de
acción, pero Radbruch señaló que lo que es, es y no puede dejar de ser y viceversa, con lo
cual dejó de manifiesto que la omisión era una categoría independiente de la acción. En
efecto, el tipo omisivo no requiere la pasividad física del autor, por cuanto el no hacer nada
también es una conducta.

23
En el mismo sentido Cury, DP, PG, T. II, p. 303, y Bustos p. 55.
24
Mir Puig, DP, PG, pp. 224-225 y Silva Sánchez, El delito de omisión, concepto y sistema, Editorial Bosch,
Barcelona, 1986, p. 134 y ss.
25
Jescheck y Weigend, DP, PG, p. 648.

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Delito de homicidio simple

El fundamento del castigo en la omisión radica en realizar una conducta activa


distinta de la ordenada. Así quien encuentra a una persona en despoblado en grave peligro
de perecer y pudiendo ayudarla se marcha del lugar comete omisión de socorro (omisión
propia), pese a que en la especie su comportamiento no fue de pasividad sino de actividad
(marcharse del lugar). Sin embargo el injusto de su actuar consiste en no llevar a cabo la
conducta que en la situación concreta le era exigida por la norma prescriptiva, porque
dadas las circunstancias concretas del hecho, estaba en condiciones de actuar. Así, para
decidir la existencia de una omisión en Derecho Penal, debe contemplarse y atenderse al
respectivo tipo legal26. Por lo tanto, podemos afirmar que la omisión es una modalidad del
tipo de injusto que depende de la naturaleza de la norma infringida: prescriptiva en el caso
del delito omisivo o prohibitiva en el caso del delito de acción, y no de la especie de
conducta consistente en hacer algo o no hacer nada y, en tal sentido, Roxin refiere que el
contenido de sentido relevante para el Derecho Penal viene dado por el tipo27. Como los
pensamientos no son punibles (cogitationis poenam nemo patitur) la presencia de un
comportamiento es requisito previo de todo tipo penal sea éste omisivo o de acción.

I. La conducta en el delito omisivo


En el delito de omisión, la conducta positiva realizada en lugar de la ordenada
debe tener el carácter de toda conducta previa al análisis del tipo penal, consistente en la
voluntariedad28 y, por ello, faltará por las mismas causas que excluyen la conducta en los
tipos de acción, esto es: fuerza irresistible, actos reflejos o inconsciencia29.

II. El tipo penal en el delito omisivo


Ya en el análisis del tipo penal, en el delito omisivo, a la conducta efectivamente
realizada se le atribuye o imputa un determinado sentido, en base a que no responde a la
pretensión de protección activa de un bien jurídico, en una determinada situación recogida
en un tipo penal.
A priori, la conducta no es constitutiva de un delito de comisión o de omisión, sólo
deviene en una u otra clase en sentido penal, mediante la interpretación o imputación típica
que relaciona a la conducta con la expectativa de protección del bien jurídico y es esta
expectativa la que permite atribuir a la conducta un sentido jurídico penal30.
Los tipos penales de acción y de omisión tienen bases estructurales distintas, cuya
importancia se traduce en que los elementos del tipo son mayores en el caso de la comisión
por omisión porque agregan un elemento adicional consistente en la posición de garante
del autor31.

26
Mir Puig, DP, PG, p. 309.
27
Roxin, Problemas básicos de DP, p. 94.
28
Mir Puig, DP, PG, p. 310.
29
Silva Sánchez, El delito de omisión, concepto y sistema, p. 137.
30
Silva Sánchez, El delito de omisión, concepto y sistema, pp.135-136.
31
Mir Puig, DP, PG, pp. 311-312.

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a. Concepto de tipo omisivo


De todo lo dicho, podemos concluir que se entiende por tipo de omisión aquel juicio
típico (omisión concepto normativo, infracción a un deber), mediante el cual, al
protagonista de un comportamiento voluntario (activo o pasivo), se imputa la no-
realización de una prestación positiva de salvaguarda típica (no cualquiera, sino la que el
tipo señala) estimada “ex-ante” como necesaria y posible para la protección de un bien
jurídico.
b. Clasificación de los tipos omisivos
De la definición de omisión se desprende claramente que se trata de un concepto
normativo, valorativo o axiológico y en ella están decantados los elementos de toda
omisión sea de omisión propia o de omisión impropia o de comisión por omisión.
La omisión propia, dice relación con aquellos casos en los cuales es el propio
legislador quien ha regulado expresamente la hipótesis omisiva.
La omisión impropia o comisión por omisión en cambio, regula aquellas situaciones
en las cuales la conducta omisiva no se señala expresamente en la ley y, por lo tanto, hay
que desprenderla del verbo rector utilizado por el legislador. Es por ello que se discute si
estamos en presencia de un atentado al principio de lex certa ínsito al principio de legalidad
y regulado en el art. 19 N° 3 de la Constitución.

c. El delito de homicidio en comisión por omisión


Siendo el delito de homicidio un tipo resultativo y de medios abiertos, que consiste
en la prohibición de causar el resultado de muerte a otro, el resultado letal puede realizarse
por cualquier medio, incluido los omisivos, por lo que el medio utilizado para provocar la
muerte de la víctima sólo tiene importancia en figuras como el homicidio calificado, como
podría ser, por ejemplo, el uso de veneno. Por lo tanto, no hay inconveniente en admitir la
comisión por omisión u omisión impropia.
En todo caso, es importante tener en cuenta que el homicidio en comisión por
omisión, es un delito especial, porque requiere de un autor o sujeto activo calificado, que
debe cumplir con características particulares. Además, se trata de un delito especial propio,
porque de no concurrir este sujeto calificado, no hay otro tipo penal genérico en subsidio.
Así por ejemplo, si la niñera contratada para cuidar al niño, de quien se espera salvará a la
criatura que le fue confiada, y que se aproxima hacia un pozo donde puede ahogarse, no
hace nada, es responsable de la omisión, sin embargo, no se da cuenta, con el actuar de un
casual paseante o de la acompañante de la niñera, quienes, a lo sumo, podrían ser autores de
omisión de socorro si se dan los requisitos de este tipo penal de omisión propia. No ocurre
lo mismo en el caso del homicidio por acción, que es un delito común, porque su autor
puede ser cualquier persona.

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Delito de homicidio simple

d. Elementos del tipo de homicidio en comisión por omisión


Admitido que no hay obstáculo constitucional para castigar el homicidio en
comisión por omisión u omisión impropia, ya que la ley penal en sus artículos 1°, 2° y art.
492 del Código Penal acepta su existencia, deben fundamentarse dogmáticamente los
requisitos que permitan asimilar la no evitación de la muerte a su producción.

d.1. Tipo objetivo del delito de homicidio en comisión por omisión


Tipo objetivo del delito de homicidio en comisión por omisión
a) Situación típica.
b) Ausencia de la conducta determinada esperada por el ordenamiento jurídico.
c) Capacidad del sujeto obligado para realizar la conducta esperada.
d) Imputación objetiva del hecho a la conducta ex ante peligrosa:
i. Posición de garante,
ii. Producción de un resultado consistente en la muerte del sujeto pasivo y
iii. Capacidad o posibilidad real de evitar el resultado fatal.

a) Una situación típica


Consiste en una situación de hecho que amenaza o pone en peligro el bien
penalmente tutelado de la vida humana independiente y que opera como presupuesto del
deber jurídico del sujeto activo de actuar. Ej.: Situación de inanición de un bebé.

b) Ausencia de la conducta determinada


Ausencia de la conducta determinada esperada por el ordenamiento jurídico de
parte de quien estaba en posición de garante. El sujeto activo realiza una conducta positiva
distinta a la ordenada por la norma. Ej.: En vez de cumplir con su obligación de amamantar
a su bebé, la madre prefiere concurrir a sus clases de yoga.

c) Capacidad del sujeto obligado para realizar la conducta esperada.


El sujeto activo debe tener la posibilidad efectiva y real de realizar la conducta
ordenada por la norma, en el caso concreto y a partir de consideraciones objetivas. El sujeto
debe tener la fuerza física y la capacidad técnica para llevar a cabo la conducta debida. De
lo contrario, el comportamiento distinto a lo ordenado por la norma, es atípico, porque a lo
imposible nadie está obligado. Ej.: No tiene sentido plantear la comisión por omisión
respecto de un hecho que se está mirando por la televisión.

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d) Elementos necesarios para la imputación objetiva del hecho a la conducta ex ante


peligrosa:

i. La posición de garante
El no impedir un resultado es normativamente equivalente a causarlo, sólo cuando
para el sujeto existe la obligación jurídica de actuar, y como existe una obligación
jurídica, es legítimo contar con ella.
El deber de garante tiene su fundamento en la posición del sujeto y es exigible sólo
cuando existe capacidad de evitación del resultado. Este análisis es realizado por el juez
mediante un criterio ex post.
Así, por ejemplo, se cuenta, con que el actuar vigilante de una niñera contratada,
salvará a la criatura que le fue confiada, y que se aproxima hacia un pozo donde puede
morir ahogada, pero no se cuenta, en cambio con el actuar de un casual paseante. Sin
embargo, la solidaridad humana es un deber genérico para todos los individuos y su
infracción puede determinar sanciones, aun penales, por ejemplo, a través del delito-falta de
omisión de socorro, contemplado en el art. 494 números 13 y 14 del Código Penal. No
obstante lo anterior, la posición de garante que consiste en la obligación específica de
actuar, guardar y resguardar un determinado bien jurídico a fin de impedir el resultado
típico, sólo la tienen determinadas personas.

i.a. Las fuentes de la posición de garante en el homicidio en comisión por omisión


Hay que determinar cuáles son las fuentes de la obligación jurídica de impedir la
muerte, las cuales convierten, por una atribución normativa, al sujeto en garante y en autor
de un delito de homicidio si no evita la muerte de la víctima pudiendo hacerlo, siempre y
cuando concurra además, dolo o imprudencia y las demás exigencias positivas o negativas
comunes a todo hecho punible.
La Comisión Redactora del Código Penal Tipo para Latinoamérica concluyó que era
inconveniente un numerus clausus respecto de las fuentes de posición de garante, cuya
selección queda entregada necesariamente a la Jurisprudencia y a la doctrina.
Las fuentes de posición de garante, por lo tanto, no están descritas en la ley penal,
pero se encuentran en el ordenamiento jurídico positivo, por lo que en ella el juez no crea
Derecho, sino que lo reconoce.
La teoría formal del deber jurídico, atiende a las fuentes formales para determinar
las fuentes de la posición de garante, reconociendo entre ellas a la ley, al contrato y a la
injerencia o actuar precedente. En la actualidad, sin embargo, se impone la teoría de las
funciones de Armin Kaufmann, acorde con la cual, la posición de garante debe
fundamentarse en la relación funcional materialmente existente entre el sujeto y el bien
jurídico.

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i.a.1. Fuentes de la posición de garante según la teoría de las funciones


Fuentes de la posición de garante, conforme a la teoría de las funciones
• a) Función de protección de un bien jurídico (garantes de protección)
– a´) La existencia de una estrecha relación familiar
– b´) La comunidad de peligro
– c´) La asunción voluntaria de una función de protección

• b) Deber de control de una fuente de peligro (garantes de vigilancia)


– a´) El actuar precedente (o injerencia)
– b´) El deber de control de fuentes de peligro que operan en el propio ámbito
de dominio
– c´) La responsabilidad por las conductas de otras personas

i.a.1.a. Función de protección de un bien jurídico (garantes de protección)


Comprende aquellas situaciones en que una relación familiar o social, o una
conducta voluntaria, someten a un bien jurídico determinado a la dependencia de un sujeto,
en términos en que éste se hace responsable (garante) del mismo. Comprende los siguientes
supuestos:
a´) La existencia de una estrecha relación familiar.
Abarca las relaciones familiares más próximas que implican dependencia absoluta,
existencial y asumida. Así, por ejemplo ocurre con la protección que los padres deben dar a
sus hijos recién nacidos, hasta que puedan valerse por sí mismos. Más allá de estos
supuestos es discutible la existencia de una posición de garante. La situación de
dependencia debe haber sido asumida en el caso concreto. Ej.: Sí el recién nacido está a
cargo del facultativo, no concurre respecto de la madre que desatiende a su hijo, aunque
hubiera podido evitar su muerte.
En caso de duda hay que negar la presencia de posición de garante. Si concurre una
dependencia absoluta y asumida pueden ostentar la posición de garante los cónyuges, los
hermanos o los familiares más lejanos. Cuanto más se aleje la relación familiar, mas
precauciones hay tomar a la hora de decidir sobre la existencia de una posición de garante.

b´) La comunidad de peligro


Consiste en la participación voluntaria en una actividad peligrosa en que
intervienen varias personas tácitamente obligadas a socorrerse entre sí. Así ocurre, por
ejemplo, con la protección y socorro que se deben recíprocamente los alpinistas que
participan en una misma expedición, así como en otras actividades colectivas riesgosas.
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c´) La asunción voluntaria de una función de protección


Concurre en quien asume la protección voluntaria del sujeto u objeto protegido,
llevándolo a una situación de dependencia, porque al confiar en quien ofrece
voluntariamente su protección, la víctima se atreve a correr riesgos mayores o deja de
tomar otras precauciones. Parte de la doctrina prefiere acudir al contrato, pero su existencia
formal no es siempre necesaria ni suficiente para establecer la equivalencia real. Lo
decisivo es la asunción voluntaria del riesgo. No se puede agravar penalmente la situación
de quien inicia el auxilio de otro, si ello no aumenta el peligro, ni disminuye las
posibilidades de que operen otras ayudas. Lo importante es que el interviniente no haga
imposible otra clase de auxilio eficaz. Así acontece, por ejemplo, en la actividad médica
con los riesgos que asume el médico respecto de sus pacientes.

i.a.1.b. Deber de control de una fuente de peligro (garantes de vigilancia)


La indemnidad de los bienes jurídicos puede depender personalmente del control de
determinadas fuentes de peligro por parte de quien las ha creado o de aquél a quien se ha
atribuido su vigilancia. Comprende los siguientes supuestos:

a´) El actuar precedente (o injerencia)


Consiste en que quien con una conducta precedente voluntaria o consciente provoca
una situación de peligro para un bien jurídico, está obligado a evitar que el peligro se
convierta en lesión, a riesgo de ser sancionado como si hubiese cometido positivamente un
delito doloso. La posición de garante requiere que concurra una creación o aumento del
peligro típicamente relevante atribuible subjetivamente a título de dolo o de imprudencia a
su autor y lo mismo ocurre en casos de falta de antijuridicidad en la conducta anterior. Ej.:
El peligro para la víctima de un accidente no es atribuible al causante del accidente si éste
no pudo o no debió preverlo (falta la imprudencia), por lo que la falta de
“antinormatividad” anterior excluye la posición de garante.
En cambio si el empresario que introduce al mercado un Spray para el cuero, que
luego resulta ser dañino para la salud, no retira el producto del mercado, una vez enterado
del problema, responderá penalmente.

b´) El deber de control de fuentes de peligro que operan en el propio ámbito de dominio
Quien posee en su esfera de dominio una fuente de peligro para bienes jurídicos,
(instalaciones, animales, máquinas) es responsable de que tal peligro no se realice. Así
ocurre con el encargado del zoológico, quien debe cerciorarse de cerrar la puerta de la jaula
del león, ya que de lo contrario será responsable de la muerte del visitante provocadas por
el león que se arrancó de la jaula.

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c´) la responsabilidad por las conductas de otras personas


Quienes tienen el deber de vigilar a otras personas, se hallan en posición de garante
respecto de los males que éstas puedan causar. Como sucede en el caso de los padres que
son responsable de vigilar que sus hijos menores no cometan delitos como por ejemplo
daños en una tienda de cristales32.

ii. La producción de un resultado consistente en la muerte del sujeto pasivo


Los delitos de comisión por omisión como el homicidio, son tipos de resultado, es
decir, requieren para su consumación de la concurrencia de un resultado, separado temporo-
espacialmente de la conducta típica. En este caso, el resultado consiste en la muerte de la
víctima.

iii. La capacidad o posibilidad real de evitar el resultado fatal


Faltará cuando la acción indicada no sirva para evitar el resultado, porque éste
igual se iba a producir. Hay que hacer un juicio hipotético sometido a un margen de error
siendo el parámetro (baremo) el siguiente: Si ex post se comprueba que el resultado se
habría evitado con una “probabilidad rayana en la seguridad” mediante la intervención
omitida, el sujeto activo tenía la capacidad de evitar el resultado fatal. La imputación
objetiva del resultado, requiere que el riesgo creado se realice efectivamente en el
resultado
Así, si un salvavidas se enferma y no asiste a su trabajo y se ahoga otro sujeto, el
salvavidas no será responsable ya que no estuvo en condiciones de evitar el resultado de
muerte y por lo tanto, no se le puede exigir que lo evite. Tal poder faltará cuando la acción
positiva indicada, de nada sirva para evitar el resultado, porque de todas formas vaya a
producirse.
Como la omisión es normativa y no ontológica, no es correcto decir que entre la
conducta omisiva y el resultado deba existir un vínculo de causalidad, toda vez que resulta
imposible sostener que un resultado positivo pueda haber sido causado, en el sentido de las
ciencias de la naturaleza, por la realización de una conducta distinta de la esperada por el
ordenamiento jurídico penal y posible de realizar por el sujeto activo. La causalidad
pertenece a lo ontológico y no a lo normativo, como es el caso del tipo omisivo.

d.2. Tipo subjetivo del delito de homicidio en comisión por omisión


El homicidio en comisión por omisión puede ser doloso o imprudente.

32
Al respecto ver Mir Puig, DP, PG, pp. 318-330

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a. Homicidio en comisión por omisión dolosa


En la comisión por omisión dolosa, el elemento cognoscitivo debe abarcar: La
situación típica, la ausencia de la conducta debida, la posibilidad y necesidad de evitar el
resultado y la situación que determina la posición de garante. El sujeto conoce ex ante que
la realización de una conducta distinta de la exigida por la norma, constituye un riesgo
típicamente relevante para el bien jurídico de la vida que se encuentra en peligro, (dolo
directo), o bien deja de llevar a cabo la conducta exigida por la norma, pese a representarse
ex ante o contar seriamente con la posibilidad de que se produzca el resultado mortal de la
víctima (dolo eventual).

b. Homicidio en comisión por omisión imprudente


En la comisión por omisión imprudente, la imprudencia puede ser consciente o con
representación o inconsciente o sin representación según el grado de conocimiento del
peligro inherente a la conducta imprudente.
La comisión por omisión llevada a cabo con imprudencia consciente o con
representación, dice relación con aquellos casos en los cuales pese a que el autor advierte o
reconoce la peligrosidad, en abstracto, inherente a su conducta omisiva, actúa de manera
distinta a la exigida por la norma, creyendo erróneamente, que no se producirá el
resultado33, por lo tanto, desconoce la efectiva virtualidad de la situación de riesgo en que
se encuentra el bien penalmente tutelado (peligrosidad en concreto)34, infringiendo con ello
el deber de cuidado externo, que lo obligaba, una vez previsto el riesgo, a comportarse de
manera tal de evitar que el riesgo se materialice en la lesión del bien jurídico.
La comisión por omisión realizada con imprudencia inconsciente o sin
representación, en cambio, supone el desconocimiento, por el autor, de la efectiva
peligrosidad de la situación que amenaza al bien penalmente tutelado35. El agente ni
siquiera prevé la posibilidad de que el actuar en modo distinto del exigido por la norma,
traerá como consecuencia un eventual resultado lesivo, ya que no advierte el peligro
inherente a la situación típica36. En la imprudencia inconsciente el autor, a consecuencia de
la infracción del deber de cuidado interno, que le exigía actuar en una determinada manera,
no piensa en la posibilidad de poder realizar el tipo legal37.
Entre ambos tipos de imprudencia no existe una relación gradual, porque la
conducta de quien ni siquiera percibe el riesgo derivado de la realización de una conducta
distinta de la obligada por la norma y posible de realizar, puede resultar desaprobada más
intensamente que la negligencia de una imprudencia consciente en la que simplemente se
sobre valoran las fuerzas38.

33
Corcoy Bidasolo, El delito imprudente, p. 270.
34
Si la conociera estaríamos ante un caso de dolo.
35
Corcoy Bidasolo, El delito imprudente, p. 239.
36
Mir Puig, DP, PG, op. cit., p. 285 y Corcoy Bidasolo, El delito imprudente, p. 239.
37
Jescheck y Weigend, DP, PG, p. 611.
38
Jescheck y Weigend, DP, PG, p. 612.

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c. Esquemas del tipo de homicidio en comisión por omisión doloso e imprudente

Tipo de homicidio en comisión por omisión doloso


Tipo Objetivo
a) Situación típica: Consistente en una situación de peligro para la vida de la víctima
b) Ausencia de una conducta determinada de salvaguarda para la vida del afectado
c) Capacidad de realizar esa conducta
d) Imputación objetiva del hecho
d.1) Posición de garante
d.2) Producción del resultado: consistente en la muerte de la víctima
d.3) Posibilidad de evitar el resultado fatal
Tipo subjetivo
Dolo
Directo
De las consecuencias necesarias
Eventual

Tipo de omisión impropia imprudente


Tipo Objetivo
a) Situación típica: Consistente en una situación de peligro para la vida de la víctima
b) Ausencia de una conducta determinada de salvaguarda para la vida del afectado
c) Capacidad de realizar esa conducta
d) Infracción de un deber de cuidado
e) Imputación objetiva del hecho
e.1) Posición de garante
e.2) Producción del resultado
e.3) Posibilidad de evitar el resultado
Tipo subjetivo
Imprudencia
Consciente
Inconsciente

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6. El delito de homicidio imprudente

6.1. Concepto de imprudencia


Actúa imprudentemente quien sin quererlo realiza el tipo penal a consecuencia de la
infracción de un deber de cuidado y, contrariamente a su obligación no se da cuenta de ello
o lo tiene por posible pero confía en que el resultado no tenga lugar.

6.2. Clasificación del homicidio imprudente

a. Atendiendo a la naturaleza de la norma infringida el delito de homicidio imprudente


puede ser:

1. Homicidio imprudente de acción


Infringe una norma prohibitiva y la infracción del deber de cuidado, en la
realización de la conducta creadora de riesgo, se concreta en la muerte de otro.

2. Homicidio imprudente en comisión por omisión


Infringe una norma prescriptiva o preceptiva que ordenaba la realización de una
conducta positiva destinada a salvaguardar un bien jurídico en peligro, realizando el hechor
un comportamiento distinto del jurídicamente esperado, pese a existir una posición de
garante, produciéndose en tal situación típica, un resultado mortal evitable.
Ambas modalidades de homicidio imprudente (acción u omisión) son punibles por
los arts. 490 y 492 del Código Penal.
En general, actúa imprudentemente quien realiza el tipo de una ley penal a
consecuencia de la infracción de un deber de cuidado y, contrariamente a su obligación, o
no se da cuenta de ello o lo tiene por posible pero erradamente confía en que el resultado no
tendrá lugar, en virtud de su capacidad de evitación39.
El contenido del injusto del delito de homicidio imprudente es inferior al de un
hecho doloso similar, pues aquí el autor no contraviene voluntariamente el mandato del
ordenamiento jurídico sino que sólo ha actuado en contra del mismo distraídamente. Por
este motivo, dolo e imprudencia se excluyen recíprocamente40.

b. Según el grado de conocimiento del peligro inherente a la conducta imprudente se


distingue entre homicidio con imprudencia consciente o con representación y
homicidio con imprudencia inconsciente o sin representación.

39
Incorpora en el concepto el elemento volitivo, Jescheck y Weigend, DP, PG, op. cit., p. 606.
40
Jescheck y Weigend, DP, PG, op. cit., p. 606.

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1. Homicidio con imprudencia consciente o con representación


El homicidio con imprudencia consciente o con representación, dice relación con
aquellos casos en los cuales pese a que el autor advierte o reconoce la peligrosidad
homicida, en abstracto, inherente a su conducta, actúa creyendo erróneamente, que puede
evitar la producción del resultado mortal41, por lo tanto, desconoce la efectiva virtualidad
efectiva del riesgo creado (peligrosidad en concreto)42. El error puede provenir de la
sobrevaloración del autor de sus posibilidades de control43. La falta de dominabilidad en el
autor sobre su propia conducta puede fundamentar el error sobre la propia capacidad de
evitación44. El error sobre la capacidad de evitación es el elemento que permite calificar a
estos hechos como imprudentes45. Sin embargo, este error no puede apreciarse cuando el
autor no tiene control sobre las posibles consecuencias de su comportamiento, es decir,
cuando una vez creado el riesgo y conociendo su efectiva virtualidad, deja de controlarlo,
por lo que no puede tener una confianza racional en la ausencia del resultado46 y, de
acuerdo con la teoría de la probabilidad, habiendo conocido ex ante el concreto riesgo que
entraña la conducta, al no poder controlarlo, ésta debe ser considerada como dolosa47. Por
lo tanto, habiendo un riesgo típicamente relevante, no basta con la mera afirmación de
haber confiado en la capacidad de evitación, sino hay un dato o elemento objetivo que la
respalde.
La importancia de definir el homicidio con imprudencia consciente, consiste en
diferenciarlo del homicidio con dolo eventual, lo cual trae consigo importantes
consecuencias prácticas, por cuanto, la realización del homicidio con imprudencia
consciente tiene aparejada menor pena que el homicidio doloso. En cambio, la
diferenciación entre homicidio imprudente consciente e inconsciente no posee gran
relevancia, pues el legislador nunca vincula a ellas diferentes consecuencias jurídicas 48, sin
embargo, dependiendo del caso concreto es posible considerar dicha diferenciación, a la
hora de graduar la pena en atención a la mayor o menor antijuridicidad material del hecho,
conforme a lo dispuesto en el art. 69 del Código Penal.
Al igual que en el dolo, la imprudencia consciente no solo puede aparecer referida a
un resultado de lesión sino que también puede estarlo a un resultado de peligro: en este caso
el autor estima posible la realización de un peligro pero confía en que este no tenga lugar49.

2. Homicidio con imprudencia inconsciente o sin representación


El homicidio con imprudencia inconsciente o sin representación, en cambio, supone
el desconocimiento, por el autor, de la efectiva peligrosidad mortal de su conducta 50. El
41
Corcoy Bidasolo, El delito imprudente, op. cit., p. 270.
42
Si la conociera estaríamos ante un caso de dolo.
43
Corcoy Bidasolo, El delito imprudente, op. cit., p. 270.
44
Corcoy Bidasolo, El delito imprudente, op. cit., p. 270.
45
Corcoy Bidasolo, El delito imprudente, op. cit., p. 270.
46
Corcoy Bidasolo, El delito imprudente, op. cit., p. 270.
47
Corcoy Bidasolo, El delito imprudente, op. cit., pp. 270-271 y Mir Puig, DP, PG, op. cit., p. 285.
48
Roxin, DP, PG, op. cit., p. 997.
49
Jescheck y Weigend, DP, PG, op. cit., p. 611.
50
Corcoy Bidasolo, El delito imprudente, op. cit., p. 239.

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agente ni siquiera se prevé la posibilidad de un eventual resultado lesivo para la vida de la


víctima, ya que no advierte el peligro inherente a su comportamiento51.
En el homicidio con imprudencia inconsciente el autor, a consecuencia de la
infracción del deber de cuidado, no piensa en la posibilidad de poder realizar el tipo legal
de homicidio imprudente52.
En ambas clases de imprudencia el contenido de injusto reside en la ausencia de una
atención obligada puesto que también la imprudencia consciente descansa sobre un
desconocimiento contrario a deber que, si bien no está referido a la existencia del peligro, sí
lo está al grado de éste, de la extensión del deber de cuidado o de las limitaciones de las
propias capacidades53. Entre ambos tipos de imprudencia tampoco existe una relación
gradual pues la conducta de quien ni siquiera percibe el riesgo existente puede resultar
desaprobada más intensamente que la negligencia de una imprudencia consciente en la que
simplemente se sobre valoran las fuerzas54.
En relación con el delito de homicidio se discute como debe sancionarse al autor
cuando a partir del hecho imprudente resultan muertas varias personas. Según Garrido
Montt, como en el homicidio culposo existe una voluntad dirigida a realizar una actividad
cualquiera, generalmente atípica, pero por llevarla a cabo sin el cuidado debido o esperado
según las circunstancias, se concreta en la lesión de un bien jurídico, la vida de varias,
nunca esa voluntad va dirigida a matar a la víctima, de modo que, siempre habrá un
cuasidelito con resultado múltiple. Para Bustos Ramírez, cada muerte o lesión constituye un
cuasidelito, siempre que la falta de cuidado objetivo se pueda relacionar con cada una de
ellas, por lo tanto, se trataría de un solo hecho constitutivo de dos o más delitos, por lo que
habría que aplicar el art. 75 del Código Penal, imponiendo la pena mayor asignada al delito
más grave55.
La Jurisprudencia ha mantenido ambas tesis.

51
Mir Puig, DP, PG, op. cit., p. 285 y Corcoy Bidasolo, El delito imprudente, op. cit., p. 239.
52
Jescheck y Weigend, DP, PG, op. cit., p. 611.
53
Jescheck y Weigend, DP, PG, op. cit., p. 612.
54
Jescheck y Weigend, DP, PG, op. cit., p. 612.
55
Juan Bustos Ramírez, El delito Culposo, pp. 114-115. En el mismo sentido NAQUIRA

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c. Esquema del tipo de homicidio de acción imprudente

Tipo de homicidio de acción imprudente


A. Tipo objetivo
a. La conducta
Supone la infracción de una norma de cuidado interno o externo (desvalor de la acción)
b. Un resultado
Consistente en la muerte de la víctima (desvalor del resultado)
c. Relación de causalidad
d. Imputación objetiva

B. Tipo subjetivo
1. Elemento volitivo
Haber querido realizar la conducta descuidada
2. Elemento cognoscitivo
a. Imprudencia consciente
Con conocimiento del peligro que en general entrañaba para la vida de la víctima, pero
confiando en la capacidad de evitación o en que el resultado fatal no se producirá o
b. Imprudencia inconsciente
Sin siquiera haber previsto la posibilidad de que se produzca la muerte de la víctima,
pero debiendo haber anticipado dicho resultado

7. Dolo de lesionar y dolo homicida


Los supuestos en los que, concurre un dolo homicida, pero una vez concluida la
conducta típica, el sujeto pasivo resulta únicamente con lesiones, dan lugar a un delito
frustrado (tentativa acabada) de homicidio56/57, cuya pena en la actualidad es de presidio
mayor en su grado mínimo.

56
González Rus, “Las lesiones”, op. cit., pp. 147-148.
57
En España, un problema interpretativo de difícil solución puede plantearse por la redacción del art. 148.1,
toda vez que entre sus hipótesis agravadas contiene la de utilizar armas, instrumentos, objetos, medios,
métodos o formas concretamente peligrosas, para la vida o la salud física psíquica del lesionado. En verdad,
no es fácil saber en estos casos si se debe aplicar el tipo penal de homicidio en grado de tentativa (arts. 138,
16 y 62 del CP), con una pena por lo general que va desde los cinco a los diez años de prisión, o el de lesiones
consumadas del art. 147, con la agravación del art. 148.1 del CP, con una pena que va desde los dos a los
cinco años de prisión, pues, por un lado, casi siempre que el autor utiliza un arma de las características de este
último art. habrá tenido, al menos, conocimiento del peligro (concreto) de su acción para la vida de la víctima,
y, por tanto, dolo (en su caso eventual) de matar, esto es, habrá obrado con animas neccandi, y, por otro lado,
el propio legislador, en el art. 148.1, señala que las armas deben ser concretamente peligrosas para la vida o
salud, física o psíquica, del lesionado (Jaén Vallejo, DP aplicado, op. cit., pp. 187-188).

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Si se trata de un homicidio que queda sin consumar por el desistimiento o porque el


propio autor impide la producción del resultado, quedando el sujeto lesionado, será impune
el homicidio, pero, de acuerdo con la teoría de la unidad, el hecho se castigará a título de
lesiones, porque el dolo de matar comprende el de lesionar, por lo que concurrirán tanto los
elementos objetivos como los subjetivos del delito de lesiones; previsión que se extiende a
los partícipes58.
El dolo de matar y el dolo de lesionar, aunque diferentes, pueden coincidir en los
medios elegidos, que pueden ser idóneos para uno u otro resultado. Además, la realidad
demuestra que, cuando se lleva a cabo una conducta homicida, se puede prever un resultado
de lesiones, respecto del cual existirá por lo menos dolo eventual, e incluso esas lesiones
pueden ser el paso obligado para causar la muerte, lo cual demuestra que el elemento
fundante del dolo es el conocimiento y no el querer59. Así ocurrirá por ejemplo si A da un
veneno a B y después, arrepentido, le da un antídoto evitando que B muera, A no puede ser
condenado por tentativa de homicidio calificado, porque el desistimiento voluntario activo
excluye la penalidad de su conducta; pero puede ser castigado por lesiones60.
Evidentemente todo lo anterior dependerá en buena medida de las pruebas vertidas en el
proceso penal.
Conforme al criterio de alternatividad, propio de los concursos de leyes penales,
puede castigarse por delito de lesiones en caso de tentativa de homicidio, cuando las
lesiones producidas tengan mayor pena que la que corresponde al homicidio intentado61.
Así podría ocurrir, por ejemplo, si a raíz de la conducta homicida, la víctima pierde, por
ejemplo, un órgano o miembro principal, lesión encuadrable en el art. 397 N° 1 del Código
Penal, que conlleva en abstracto, una pena superior (presidio mayor en su grado mínimo) a
la correspondiente a un delito tentado de homicidio, es decir, el que lleva aparejado una
pena equivalente a presidio menor en su grado máximo62.
Lo relevante para distinguir entre un dolo homicida o un dolo de lesionar es, en el
caso del primero, determinar si el autor apreció, captó o aprehendió ex ante con su
conducta, un peligro típicamente relevante idóneo para generar el más grave de los
resultado lesivos, esto es la muerte de una persona. Toda vez que, para que nos
encontremos en presencia de un delito de homicidio, aun en grado de tentativa, el autor
tiene que haber apreciado no sólo que su comportamiento entrañaba la posibilidad de
desencadenar consecuencias típicas lesivas para la salud individual de la víctima, sino que
debe añadirse además, la captación de aquellos datos imprescindibles para calificar
jurídicamente la conducta homicida, los cuales deben dar cuenta de la creación de riesgo
típicamente relevante para un determinado objeto jurídico, en este caso la vida, bien
jurídico que debe haber sido expuesto, mediante la conducta, a un curso causal

58
González Rus, “Las lesiones”, op. cit., p. 148 y Romeo Casabona, Delitos contra la vida, la integridad y los
relativos a la manipulación genética, op. cit., p. 58.
59
Bustos Ramírez, Obras completas, PE, op. cit., T. III, p. 93.
60
La teoría de la voluntad afirma que el dolo en ambos delitos es diferente y que, por tanto, si no se castiga el
homicidio no pueden castigarse tampoco las lesiones, ya que el dolo de este delito no se da (Muñoz Conde,
DP, PE, op. cit., pp. 123-124; Bustos Ramírez, Obras completas, PE, op. cit., T. III, pp. 92-93 y García y
García Cervigón, Delito de lesiones. Tipos agravados y cualificados, op. cit., pp. 216-217).
61
González Rus, “Las lesiones”, op. cit., p. 156.
62
Bustos Ramírez, Obras completas, PE, op. cit., T. III, p. 93.

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incontrolable; los cuales dan cuenta de riesgos a los que uno suele ajustarse en el sentido de
evitarlos, por la peligrosidad que para el bien jurídico de la vida entrañan63.
Cuando existiendo dolo de lesionar se provoca imprudentemente la muerte de la
víctima, estamos ante un concurso ideal de delitos, castigado con la pena mayor asignada
al delito más grave, conforme a lo dispuesto en el art. 75 del Código Penal64, siempre y
cuando concurran los siguientes requisitos: 1. Antecedente doloso de lesionar; 2.
Consecuente más grave consistente en la muerte de la víctima, imputable a título de
imprudencia; 3. Nexo causal y de imputación objetiva entre el antecedente doloso y el
consecuente imprudente y 4. Es fundamental que el resultado fatal sea previsible por el
sujeto, de no ser así se podría estar en presencia de un caso fortuito y, por lo tanto, la
muerte no sería subjetivamente imputable.

8. Antijuridicidad (causales de justificación)

a. La legítima defensa
Rigen las reglas generales. En el homicidio la causal de justificación más frecuente
es la legítima defensa. El sacrificio de la vida humana por un bien jurídico de mayor valor
es imposible pues no hay un bien de mayor valor.
La legítima defensa es una causal de justificación que atiende al criterio del interés
preponderante. El Código Penal ha reglado esta justificante entre las eximentes de
responsabilidad criminal, en el art. 10, N°4° (defensa propia), 5° (de pariente) y 6° (de
extraño), distinción recogida del Código Penal de 1848, sustituida en el Código Penal
español, en el artículo 20. 4 por la distinción entre defensa propia o ajena, con los mismos
requisitos.
Según Jiménez de Asúa, consiste en la repulsa de la agresión ilegítima por el
atacado o tercera persona, contra el agresor, sin traspasar la necesidad de la defensa y
dentro de la racional proporción de los medios empleados para impedirla o repelerla65.
La legítima defensa se funda en el criterio de la necesidad racional, en cuanto la
reacción autorizada por el ordenamiento jurídico es indispensable para salvar el interés del
agredido y amparar al mismo tiempo al orden jurídico que lo protege. La protección de ese
interés tiene un valor superior al del agresor, por lo que falta en el hecho aquel daño social
que justificaría la imposición de la pena en otro caso. Si bien ambas vidas, la del agresor y
la del agredido valen lo mismo, la concurrencia de los requisitos de esta causal de
justificación, hacen que la balanza se cargue a favor del que se defiende, de manera que si
bien en términos generales es un hecho típico y antijurídico dar muerte a otro, se encuentra
justificado quien mata a otro en legítima defensa, por lo que su conducta, si bien, típica, no
es antijurídica.

63
En tal sentido, Frisch, Comportamiento típico e imputación del resultado, op. cit., pp. 621-622.
64
Calderón Cerezo y Choclán Montalvo (Coord.), CP comentado, op. cit., p. 283.
65
Jiménez de Asúa, Tratado de Derecho Penal, Editorial Losada, 1961, T IV, p. 26.

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Los requisitos básicos de la legítima defensa son: a) La agresión ilegítima,


entendiendo por agresión la conducta humana objetivamente idónea para lesionar o poner
en peligro un interés ajeno jurídicamente protegido; por ilegitimidad de la agresión, que sea
antijurídica y por actualidad de la agresión, el hecho de que sea actual e inminente. b)
Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla, obliga a que la defensa
sea necesaria, lo cual supone la existencia de bienes defendibles, la necesidad de la defensa
y el elemento subjetivo de la defensa y c) La falta de provocación suficiente de parte del
que se defiende, para lo cual no bastan viejas rencillas, sino que se necesita que la
provocación sea a lo menos próxima e inmediata y de una relativa gravedad66. En lo demás,
nos remitimos a los contenidos pasados en la Parte General del Derecho Penal.

b. El consentimiento en morir. La eutanasia


La Ley N° 20.584, regula los derechos y deberes que tienen las personas en relación
con conductas vinculadas a su atención en salud. Dicha ley fue publicada en el Diario
Oficial el 24 de abril de 2012. Según la Ley N° 20.584, tratándose de enfermos terminales
en estado de muerte cerebral, acreditada la muerte, ya no existe obligación de mantener
artificialmente la sobrevida de los otros órganos de un cadáver, porque muerto el cerebro la
imposibilidad de volver a tener vida en sociedad es irreversible.
Luego, el problema se presenta en los casos de eutanasia, es decir cuando se acelera
el proceso de la muerte del que padece de una enfermedad incurable, mediante la aplicación
o la omisión de un procedimiento médico, con el propósito de evitar una muerte dolorosa al
paciente que solicita una muerte digna y sin sufrimientos. Así las cosas, debemos distinguir
entre eutanasia activa directa o indirecta y eutanasia pasiva.
De acuerdo con el artículo 16 de la Ley, la persona que fuere informada de que su
estado de salud es terminal, tiene derecho a otorgar o denegar su voluntad para someterse
a cualquier tratamiento que tenga como efecto prolongar artificialmente su vida, sin
perjuicio de mantener las medidas de soporte ordinario, pero en ningún caso, el rechazo de
tratamiento puede implicar como objetivo la aceleración artificial del proceso de muerte.
En el mismo sentido, el artículo 14, afirma que en ningún caso el rechazo a tratamientos
puede tener como objetivo la aceleración artificial de la muerte, la realización de prácticas
eutanásicas o el auxilio al suicidio.
De lo anterior, puede concluirse que la realización de prácticas eutanásicas en
pacientes que no se encuentran en estado de salud terminal se encuentran penalmente
prohibidas y, en consecuencia, el tercero que la realiza es castigado como autor de
homicidio.
Luego, si la persona se encuentra en estado de salud terminal, está también
prohibida la eutanasia activa directa, es decir, aquella que consiste en provocar directa o
activamente la muerte de una persona, que la ha solicitado, por sufrir una enfermedad

66
Politoff y Ortíz (Dir.), Texto y comentario del Código Penal chileno, Editorial Jurídica de Chile, 2003, pp.
127 y ss.

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incurable y dolorosa o terminal67. Por lo tanto, la regla general en materia de eutanasia, es


la ilicitud penal de la eutanasia activa, consistente en administrar deliberadamente
sustancias letales para provocar la muerte, a petición del enfermo que desea morir.
Por el contrario, la Ley N° 20.584, en el referido artículo 16 (también el artículo 23
del Código de ética del Colegio Médico de Chile), permite la eutanasia activa indirecta,
que consiste en disminuir el dolor de un paciente en estado terminal, pese a saber que el
tratamiento acorta sustancialmente su vida68, al referir: “Las personas que se encuentren en
este estado tendrán derecho a vivir con dignidad hasta el momento de la muerte. En
consecuencia, tienen derecho a los cuidados paliativos que les permitan hacer más
soportables los efectos de la enfermedad…”. De esta manera la ley legaliza la eutanasia
indirecta o aceleración no artificial de la muerte del paciente a consecuencia de la
administración de fármacos, cuando no siendo posible con un tratamiento terapéutico la
curación de un padecimiento, sí lo es al menos el alivio de sus penosos y dolorosos efectos,
antes generalmente aceptada por la lex artis médica, bajo la doctrina del doble efecto.
Del mismo modo, se encuentra permitida la eutanasia pasiva o la no realización o
la retirada de tratamientos curativos destinados únicamente a prolongar artificialmente la
vida del paciente. En tal sentido, la Ley N° 20.584, otorga al paciente en estado de salud
terminal, el derecho de denegar a otorgar o denegar su voluntad para someterse a cualquier
tratamiento que tenga como efecto prolongar artificialmente su vida, sin perjuicio de
mantener las medidas de soporte ordinario. Sin perjuicio de lo anterior, el artículo 16 de la
ley en comento, establece el derecho del paciente a recibir tratamientos paliativos y a morir
con dignidad, una vez denegado el consentimiento para la conexión (o para mantenerse
conectado) a medios artificiales de sobrevida, e impone, como única limitación, que ello no
tenga por objetivo “la aceleración artificial del proceso de muerte”.
Del mismo modo, el artículo 16 Ley 20.584, establece como limitación al derecho
de elección a la no realización o a la retirada del tratamiento que producto de la falta de esta
intervención, procedimiento o tratamiento, se ponga en riesgo la salud pública, en los
términos establecidos en el Código Sanitario. En tales casos, el profesional tratante debe
dejar constancia en la ficha clínica de la persona.
Por lo tanto, en nuestro ordenamiento, se prohíbe de manera absoluta la eutanasia
activa o aceleración artificial de la muerte y parcialmente la eutanasia indirecta y la pasiva
cuando, como producto de la falta de esta intervención, procedimiento o tratamiento, se
ponga en riesgo la salud pública.
Si el médico debe decidir entre varias personas con posibilidades de sobrevida,
quien debe beneficiarse con la momentánea ayuda de aparatos de sobrevivencia artificial,
siempre escasos ante situaciones de emergencia, en virtud de los principios de
proporcionalidad y subsidiariedad, que subyacen a las causales de justificación, debe
preferir salvar una vida que ninguna, debiendo justificar la decisión entre uno y otro
paciente, en que existe una prognosis rayana en la certeza acerca de las posibilidades de

67
Corcoy y Gallego, “Política criminal en el ámbito de la disponibilidad de la vida humana” (Eutanasia), en
Política criminal y reforma penal, Editorial B de F, 2007, p. 237.
68
Corcoy y Gallego, “Política criminal en el ámbito de la disponibilidad de la vida humana” (Eutanasia), op.
cit., p. 237.

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sobrevida del beneficiado, y siempre que la utilización del escaso recurso vital sea el
único medio disponible para dicha sobrevida69.

9. Culpabilidad
En el campo de la culpabilidad cobra importancia la causal de inexigibilidad de otra
conducta adecuada a derecho, recientemente incorporada en nuestro Código Penal,
correspondiente al estado de necesidad exculpante. Dicha causal se encuentra contemplada
en el artículo 10 N° 11 del Código Penal, que dispone:
“El que obra para evitar un mal grave para su persona o derecho o los de un tercero,
siempre que concurran las circunstancias siguientes:
1ª. Actualidad o inminencia del mal que se trata de evitar
2ª. Que no exista otro medio practicable y menos perjudicial para evitarlo.
3ª. Que el mal causado no sea sustancialmente superior al que se evita.
4ª. Que el sacrificio del bien amenazado por el mal no pueda ser razonablemente
exigido al que lo aparta de sí o, en su caso, a aquel de quien se lo aparta siempre que ello
estuviese o pudiese estar en conocimiento del que actúa”.

10. Concursos de delitos


Cuando las víctimas son dos o más, se discute si hay un concurso ideal compuesto
por varios delitos autónomos o un hecho constituido de varios delitos distintos, esto es, un
concurso real o material. Si el sujeto actuó dolosamente existen tantos delitos de homicidio
como personas mueran, porque el delito de homicidio doloso, se consuma con la muerte de
“otro”, porque protege la vida humana independiente individual, por lo que cada una de las
vidas a que se puso término constituye un delito de homicidio distinto de los demás, de
manera que no tiene importancia el medio que empleó el autor para concretar su voluntad
de ponerles fin. Por lo tanto, en el caso propuesto, hay un concurso material de delitos
dolosos de homicidio castigado conformidad al artículo 74 del Código Penal o al artículo
351 del Código Procesal Penal, según sea más beneficioso para el acusado, pero no un
concurso ideal tratado conforme a lo previsto en el artículo 75 del Código Penal, porque las
diversas muertes no pueden considerarse como un hecho único, porque jurídica y
materialmente, cada una de las muertes dolosamente cometida por el autor, es un hecho
distinto. De esta manera, objetiva y subjetivamente habría varias muertes y delitos de
homicidio. Así, por ejemplo, si Pedro quiere matar a tres sujetos y los pone en fila para
matarlos, habría un concurso real homogéneo70.

69
Matus y Ramírez, Lecciones de Derecho Penal, Parte especial, T. I., p. 29.
70
Garrido Montt, Derecho Penal, Parte Especial, Editorial Jurídica de Chile, 2010, T. III, p. 40

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Si el resultado múltiple se encuentra comprendido por una muerte cometida con


dolo y otra con imprudencia, hay un concurso real entre un homicidio doloso y otro
imprudente71.
En cambio, si Pedro mata a Juan y después lesiona a Diego, concurre un concurso
material o real heterogéneo.

10.a. Homicidio cometido a través del uso de armas


Un problema de actualidad concursal, lo constituye el nuevo el artículo 17 b. de la
Ley 17.798, introducido por la Ley 20813, de acuerdo con el cual, las penas por los delitos
sancionados en la ley 17.798, deben imponerse sin perjuicio de las que correspondan por
los delitos dolosos o imprudentes que se cometan empleando las armas o elementos
señalados en las letras a), b), c), d) y e) del artículo 2º y en el artículo 3º de la ley 17.798,
conforme a la regla contenida en el artículo 74 del Código Penal, que regula el concurso
real de delitos72. Por lo tanto, tratándose de homicidios provocados con armas o elementos

71
Garrido Montt, Derecho Penal, Parte Especial, op, cit., T. III, p. 40
72
El artículo 2° letras a, b, c, d y e dispone: “Quedan sometidos a este control (control de armas y elementos
similares): a) El material de uso bélico, entendiéndose por tal las armas, cualquiera sea su naturaleza, sus
municiones, explosivos o elementos similares construidos para ser utilizados en la guerra por las fuerzas
armadas, y los medios de combate terrestre, naval y aéreo, fabricados o acondicionados especialmente para
esta finalidad; b). Las armas de fuego, sea cual fuere su calibre, y sus partes, dispositivos y piezas; c). Las
municiones y cartuchos; d) Los explosivos y otros artefactos de similar naturaleza de uso industrial, minero u
otro uso legítimo que requiera de autorización, sus partes, dispositivos y piezas, incluyendo los detonadores y
otros elementos semejantes; e) Las sustancias químicas que esencialmente son susceptibles de ser usadas o
empleadas para la fabricación de explosivos, o que sirven de base para la elaboración de municiones,
proyectiles, misiles o cohetes, bombas, cartuchos, y los elementos lacrimógenos o de efecto fisiológico.
En tanto que el artículo 3° de la señalada Ley, dispone que: “Ninguna persona podrá poseer o tener armas
largas cuyos cañones hayan sido recortados, armas cortas de cualquier calibre que funcionen en forma
totalmente automática, armas de fantasía, entendiéndose por tales aquellas que se esconden bajo una
apariencia inofensiva; armas de juguete, de fogueo, de balines, de postones o de aire comprimido adaptadas o
transformadas para el disparo de municiones o cartuchos; artefactos o dispositivos, cualquiera sea su forma de
fabricación, partes o apariencia, que no sean de los señalados en las letras a) o b) del artículo 2º, y que hayan
sido creados, adaptados o transformados para el disparo de municiones o cartuchos; armas cuyos números de
serie o sistemas de individualización se encuentren adulterados, borrados o carezcan de ellos; ametralladoras,
subametralladoras; metralletas o cualquiera otra arma automática y semiautomática de mayor poder destructor
o efectividad, sea por su potencia, por el calibre de sus proyectiles o por sus dispositivos de puntería.
Asimismo, ninguna persona podrá poseer, tener o portar artefactos fabricados sobre la base de gases
asfixiantes, paralizantes o venenosos, de sustancias corrosivas o de metales que por la expansión de los gases
producen esquirlas, ni los implementos destinados a su lanzamiento o activación, ni poseer, tener o portar
bombas o artefactos explosivos o incendiarios.
Además, ninguna persona podrá poseer o tener armas de fabricación artesanal ni armas transformadas
respecto de su condición original, sin autorización de la Dirección General de Movilización Nacional.
Se exceptúa de estas prohibiciones a las Fuerzas Armadas y a Carabineros de Chile. La Policía de
Investigaciones de Chile, Gendarmería de Chile y la Dirección General de Aeronáutica Civil, estarán
exceptuadas sólo respecto de la tenencia y posesión de armas automáticas livianas y semiautomáticas, y de
disuasivos químicos, lacrimógenos, paralizantes o explosivos y de granadas, hasta la cantidad que autorice el
Ministro de Defensa Nacional, a proposición del Director del respectivo Servicio. Estas armas y elementos
podrán ser utilizados en la forma que señale el respectivo Reglamento Orgánico y de Funcionamiento
Institucional.

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señalados en las letras a), b), c), d) o e) del artículo 2° o en el artículo 3° de la Ley 17.798,
no es posible sostener que existe un concurso aparente de leyes penales resuelto por
consunción, como sostenía parte de la doctrina y de la jurisprudencia nacional, antes de la
Ley 20.813. Ahora, el texto legal expreso, obliga al tribunal a aplicar la regla del concurso
material entre el delito de homicidio y el porte o tenencia de las armas o elementos antes
referidos.
Además, el referido artículo 17 b. de la Ley 17.798, introducido por la Ley 20.813,
establece, además, reglas especiales de determinación de la pena en los delitos previstos en
los artículos 8º, 9º, 10, 13, 14 y 14 D de dicho cuerpo legal, y en todos los casos en que se
cometa un delito doloso o imprudente empleando alguna de las armas o elementos
señalados en las letras a), b), c), d) y e) del artículo 2º y en el artículo 3º de la ley 17.798, el
tribunal no debe tomar en consideración lo dispuesto en los artículos 65 a 69 del Código
Penal y, en su lugar, debe determinar su cuantía dentro de los límites de cada pena señalada
por la ley al delito, en atención al número y entidad de circunstancias atenuantes y
agravantes, y a la mayor o menor extensión del mal producido por el delito. En
consecuencia, el tribunal no puede imponer una pena que sea mayor o menor a la señalada
por la ley al delito, salvo lo dispuesto en los artículos 51 a 54, 72, 73 y 103 del Código
Penal, en la ley Nº 20.084 y en las demás disposiciones de la ley 17.798 y de otras que
otorguen a ciertas circunstancias el efecto de aumentar o rebajar dicha pena.
Por lo tanto, el tribunal únicamente puede imponer una pena distinta del marco
penal abstracto, cuando ello corresponda por aplicación de: a) las reglas sobre
determinación de pena contenidas en los artículos 51 a 54, relativas a la autoría y
participación y al iter criminis; b) del artículo 72, es decir, cuando aparezcan responsables
en un mismo delito mayores de 18 años y menores de esa edad; c) del artículo 73 del
Código Penal, cuando concurre una eximente incompleta de responsabilidad penal; d) del
artículo 103 del Código Penal, norma que regula la llamada media prescripción; e) de la
Ley Nº 20.084, sobre responsabilidad penal adolescente; o f) de otras disposiciones de la
ley 17.798 o de otras leyes que otorguen a ciertas circunstancias especiales, el efecto de
aumentar o rebajar dicha pena.

10.b. Homicidio y Ley de tránsito (modificada por la llamada “Ley Emilia”)


Es frecuente que el conductor luego del accidente no detenga la marcha, no preste la
ayuda que fuese posible o no de cuenta a la autoridad más inmediata. Al respecto, la Ley
del tránsito 18.290, modificada por la Ley 20.770, llamada Ley Emilia, dispone en el
artículo 195 inciso 3° que en caso de incumplimiento de la obligación de detener la
marcha, prestar la ayuda posible y dar cuenta a la autoridad de todo accidente, si las
lesiones producidas fuesen de las señaladas en el número 1º del artículo 397 del Código
Penal o si se produjese la muerte de alguna persona, el responsable será castigado con la
pena de presidio menor en su grado máximo, inhabilidad perpetua para conducir vehículos
de tracción mecánica, multa de once a veinte unidades tributarias mensuales y con el
comiso del vehículo con que se ha cometido el delito, sin perjuicio de los derechos del

En todo caso, ninguna persona podrá poseer o tener armas denominadas especiales, que son las que
corresponden a las químicas, biológicas y nucleares”.

40
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tercero propietario, que podrá hacer valer conforme a las reglas generales del Código
Procesal Penal. Para los efectos de determinar la pena prevista en estos casos, es aplicable
lo dispuesto en los artículos 196 bis y 196 ter de la Ley 18.290, los cuales establecen reglas
especiales de determinación de pena, en vez de los arts. 67, 68 y 68 bis del Código Penal.
También es frecuente que el conductor que provoca un accidente en forma
imprudente, pese a ser detenido por la policía, se niegue injustificadamente a realizarse
exámenes respiratorios o científicos. Por ello, el artículo 195, inciso 3° y 4° de la Ley del
tránsito N° 18.290, modificado por la Ley 20.770, establece que en caso de accidentes que
produzcan lesiones de las comprendidas en el número 1º del artículo 397 del Código Penal
o la muerte de alguna persona, la negativa injustificada del conductor que hubiese
intervenido en ellos a someterse a las pruebas respiratorias evidenciales o a los exámenes
científicos señalados en el artículo 183 de la ley de tránsito, para determinar la dosificación
de alcohol en la sangre o la presencia de drogas estupefacientes o sicotrópicas, o la
realización de cualquier maniobra que altere sus resultados, o la dilación de su práctica
con ese mismo efecto, son castigadas con la pena de presidio menor en su grado máximo,
multa de once a veinte unidades tributarias mensuales, inhabilidad perpetua para conducir
vehículos de tracción mecánica y comiso del vehículo con que se ha cometido el delito, sin
perjuicio de los derechos del tercero propietario, que puede hacer valer conforme a las
reglas generales del Código Procesal Penal.
Si bien en principio podría ser discutible en qué relación concursal queda el delito
doloso o delito imprudente derivado de la conducción de vehículo motorizado y las
conductas ahora tipificadas consistentes en no detener la marcha, no prestar la ayuda que
fuese posible o no dar cuenta a la autoridad más inmediata, o bien, aquella que dice
relación con negarse injustificadamente a realizarse exámenes respiratorios o científicos,
es la propia Ley de Tránsito, modificada por la Ley 20.770, la que resuelve expresamente el
problema concursal, al establecer en el inciso 4° del artículo 195, que las penas previstas en
esa disposición deben imponerse al conductor conjuntamente con las que le correspondan
por la responsabilidad que le pueda caber en el respectivo delito o cuasidelito, de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 74 del Código Penal. Por lo tanto, el texto
expreso obliga a aplicar la regla que regula el concurso material de delitos.
Como dijéramos más arriba, la actual Ley de Tránsito establece reglas especiales de
determinación de penas. En tal sentido el artículo 196 bis, señala que para determinar la
pena en los casos previstos en los incisos tercero y cuarto del artículo 196 de la Ley
18.21673, el tribunal no debe tomar en consideración lo dispuesto en los artículos 67, 68 y
68 bis del Código Penal y, en su lugar, debe aplicar las siguientes reglas:

73
Dichos casos corresponden a accidentes en los que se producen lesiones de las señaladas en el número 1º
del artículo 397 del Código Penal o la muerte de alguna persona y el conductor incumple su obligación de
detener la marcha, prestar la ayuda posible y dar cuenta a la autoridad de todo accidente (artículo 195 inciso
3°), o bien, se niega injustificadamente a someterse a las pruebas respiratorias evidenciales o a los exámenes
científicos señalados en el artículo 183 de la ley de tránsito, para determinar la dosificación de alcohol en la
sangre o la presencia de drogas estupefacientes o sicotrópicas, o la realización de cualquier maniobra que
altere sus resultados, o la dilación de su práctica con ese mismo efecto (artículo 195 inciso 4°).

41
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1. Si no concurren circunstancias atenuantes ni agravantes en el hecho, el tribunal


puede recorrer toda la extensión de la pena señalada por la ley al aplicarla.
2. Si, tratándose del delito previsto en el inciso tercero del artículo 196, concurren
una o más circunstancias atenuantes y ninguna agravante, el tribunal debe imponer la pena
de presidio menor en su grado máximo. Si concurren una o más agravantes y ninguna
atenuante, debe aplicar la pena de presidio mayor en su grado mínimo.
3. Si, tratándose del delito establecido en el inciso cuarto del artículo 196, concurren
una o más circunstancias atenuantes y ninguna agravante, el tribunal debe imponer la pena
en su grado mínimo. Si concurren una o más agravantes y ninguna atenuante, la debe
imponer en su grado máximo. Para determinar en tales casos el mínimo y el máximo de la
pena, se divide por mitad el período de su duración: la más alta de estas partes forma el
máximo y la más baja el mínimo.
4. Si concurren circunstancias atenuantes y agravantes, se debe hacer una
compensación racional para aplicación de la pena, graduando el valor de unas y otras.
5. El tribunal no puede imponer una pena que sea mayor o menor al marco fijado
por la ley, pero puede imponer la pena inferior en un grado si, tratándose de la eximente del
número 11 del artículo 10 del Código Penal, que se refiere al estado de necesidad
exculpante, si concurre la mayor parte de sus requisitos, pero el hecho no puede entenderse
exento de pena.
Por último, la Ley 18.290 actual, establece una regla especial en materia de penas
sustitutivas, al señalar en el artículo 196 ter que respecto del delito previsto en el inciso
tercero del artículo 196, es aplicable lo previsto en la ley Nº 18.216, conforme a las reglas
generales, pero la ejecución de la respectiva pena sustitutiva queda en suspenso por un
año, tiempo durante el cual el condenado debe cumplir en forma efectiva la pena privativa
de libertad a la que fuere condenado. Con todo, no se aplica en estas situaciones lo
dispuesto en el artículo 38 de dicha ley74, relativo a las anotaciones a que diere origen la
sentencia condenatoria; y en ningún caso, la sustitución de la pena privativa de libertad
implica la sustitución o suspensión del cumplimiento de las multas, comiso e
inhabilitaciones impuestas.

74
El artículo 38 de la Ley 18.216, dispone que: “La imposición por sentencia ejecutoriada de alguna de las
penas sustitutivas establecidas en esta ley a quienes no hubieren sido condenados anteriormente por crimen o
simple delito tendrá mérito suficiente para la omisión, en los certificados de antecedentes, de las anotaciones a
que diere origen la sentencia condenatoria. El tribunal competente deberá oficiar al Servicio de Registro Civil
e Identificación al efecto.
Para los efectos previstos en el inciso precedente no se considerarán las condenas por crimen o
simple delito cumplidas, respectivamente, diez o cinco años antes de la comisión del nuevo ilícito.
El cumplimiento satisfactorio de las penas sustitutivas que prevé el artículo 1° de esta ley por
personas que no hubieren sido condenadas anteriormente por crimen o simple delito, en los términos que
señala el inciso primero, tendrá mérito suficiente para la eliminación definitiva, para todos los efectos legales
y administrativos, de tales antecedentes prontuariales. El tribunal que declare cumplida la respectiva pena
sustitutiva deberá oficiar al Servicio de Registro Civil e Identificación, el que practicará la eliminación.
Exceptúanse de las normas de los incisos anteriores los certificados que se otorguen para el ingreso a
las Fuerzas Armadas, a las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública y a Gendarmería de Chile, y los que se
requieran para su agregación a un proceso criminal”.

42
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Delito de homicidio simple

10.c. Homicidio y Ley Antiterrorista


Si bien el caso de quien pone una bomba en un lugar público y al hacerla
explosionar resultan muertas varias personas, suele utilizarse como ejemplo para discutir si
estamos ante un concurso ideal o real de delitos, lo cierto es que el empleo de armas
automáticas y medios estragosos se encuentra asociado en la práctica a “conductas
terroristas”, cuya penalidad hiperagravada, fijada por la Ley 18.314, modificada por la Ley
20.519, permite evitar las inconsistencias penológicas que fundamentan esta discusión.
Dicha Ley permite aumentar la pena señalada a ciertos delitos, en la forma referida en el
artículo 3° de dicha ley. Sin embargo, se trata de hechos en los cuales resulta difícil probar
la participación y el elemento subjetivo del tipo penal.
Según el artículo 1°, de la mentada ley, constituyen delitos terroristas los
enumerados en el artículo 2°, cuando el delito se cometa con la finalidad de producir en la
población o en una parte de ella el temor justificado de ser víctima de delitos de la misma
especie, sea por la naturaleza y efectos de los medios empleados, sea por la evidencia de
que obedece a un plan premeditado de atentar contra una categoría o grupo determinado
de personas.
La Ley antiterrorista no se aplica a las conductas ejecutadas por personas menores
de 18 años, pero dicha exclusión no se extiende a los mayores de edad que sean autores,
cómplices o encubridores del mismo hecho punible, caso en el que la determinación de la
pena se realiza en relación al delito cometido de conformidad a esta ley.
Por su parte, el artículo 2° de la misma ley, contiene el catálogo de delitos que
pueden constituir delitos terroristas, cuando cumplen lo dispuesto en el artículo 1° de la Ley
antiterrorista:
1. Los de homicidio sancionados en el artículo 391; los de lesiones establecidos en
los artículos 395, 396, 397 y 398; los de secuestro y de sustracción de menores castigados
en los artículos 141 y 142; los de envío de cartas o encomiendas explosivas del artículo 403
bis; los de incendio y estragos, descritos en los artículos 474, 475, 476 y 480, y las
infracciones contra la salud pública de los artículos 313 d), 315 y 316, todos del Código
Penal. Asimismo, el de descarrilamiento contemplado en los artículos 105, 106, 107 y 108
de la Ley General de Ferrocarriles.
2. Apoderarse o atentar en contra de una nave, aeronave, ferrocarril, bus u otro
medio de transporte público en servicio, o realizar actos que pongan en peligro la vida, la
integridad corporal o la salud de sus pasajeros o tripulantes.
3. El atentado en contra de la vida o la integridad corporal del Jefe del Estado o de
otra autoridad política, judicial, militar, policial o religiosa, o de personas
internacionalmente protegidas, en razón de sus cargos.
4. Colocar, enviar, activar, arrojar, detonar o disparar bombas o artefactos
explosivos o incendiarios de cualquier tipo, armas o artificios de gran poder destructivo o
de efectos tóxicos, corrosivos o infecciosos.
5. La asociación ilícita cuando ella tenga por objeto la comisión de delitos que
deban calificarse de terroristas conforme a los números anteriores y al artículo 1° de Ley
antiterrorista.
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Por último, el artículo 3° de la Ley antiterrorista, sostiene que los delitos señalados
en los números 1. y 3. del artículo 2° de esta ley, se sancionan con las penas previstas para
ellos en el Código Penal, en la Ley N° 12.927, sobre seguridad del Estado o en la Ley
General de Ferrocarriles, en sus respectivos casos, aumentadas en uno, dos o tres grados,
pero en el caso de los numerales 1º y 2º del artículo 476 del Código Penal, que castiga el
delito de incendio calificado en virtud del lugar de comisión del ilícito, la pena se aumenta
en uno o dos grados, y en el caso del numeral 3º del artículo 476, se aplican las sanciones
previstas en dicha disposición, con excepción de la pena de presidio mayor en su grado
mínimo.

11. Concursos aparentes de leyes penales


Puede desplazarse la tipificación de la muerte de otro, a título de homicidio, a otro
delito cuando la muerte ha sido tomada en consideración por otro tipo, como ocurre, por
ejemplo, en los casos de violación seguida de muerte (violación con homicidio) o de
secuestro seguido de muerte (secuestro calificado). En estos casos los tipos especiales del
artículo 372 bis y artículo 141 ambos del Código Penal, permiten desplazar el tipo de
homicidio simple y aplicar el delito complejo en el que la muerte de la víctima, constituye
un elemento más del delito complejo. Así también ocurre en el caso no menos frecuente, en
que el autor mata a otro para robar o con motivo del robo, de manera que la calificación
jurídica se desplaza hacia el delito de robo con homicidio, especie de robo calificado
regulado en el artículo 433 número 1 del Código Penal.
Del mismo modo, no resulta aplicable el tipo básico de homicidio simple, cuando
concurren circunstancias especiales que agravan o disminuyen el injusto o la imputación
personal y que desplazan la calificación jurídica del tipo penal base. Así por ejemplo, si
concurre entre el sujeto activo y pasivo alguno de los lazos filiales o fácticos mencionados
en el artículo 390 del Código Penal, la calificación jurídica se desplaza a la figura de
parricidio. Si el sujeto es de aquellos que menciona el artículo 394 del Código Penal y la
conducta típica es realizada dentro de las 48 horas siguientes al parto, la calificación
jurídica se desplaza al delito de infanticidio.
Si la muerte es provocada por el vencedor de un duelo, conforme a lo prevenido en
el artículo 406 del Código Penal, la calificación jurídica se desplaza al delito de duelo, en
virtud del principio de especialidad.
Se ha discutido si el enterrar a la víctima por parte del homicida constituye un delito
autónomo de inhumación ilegal, previsto y sancionado en el artículo 320 del Código Penal,
que debe castigarse en concurso real, o si constituye un concurso aparente de leyes penales,
en que el disvalor del delito de homicidio, por ser de mayor entidad, absorbe al de
inhumación ilegal. En España la mayoría de la doctrina considera que enterrar a la víctima
por parte del homicida constituye un acto de auto encubrimiento y como el encubrimiento
es subsidiario de cualquier otra forma de participación, porque que artículo 17 dice que son
encubridores “los que no estando comprometidos en los artículos anteriores” y en los
artículos anteriores están comprendidos el autor y el cómplice, un acto de encubrimiento de
ese delito no puede generar una penalidad adicional. Enterrar al muerto para que no se le
descubra y mantener la impunidad, es un acto de autoencubrimiento por lo que la

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inhumación ilegal no debiera considerarse como un delito aparte, sino que debe estimarse
absorbido por el disvalor del delito de homicidio, como un acto copenado, operando, en
consecuencia, un concurso aparente de leyes penales en que sólo se aplica una norma, de
acuerdo con el “principio de absorción”.

12. Iter criminis


Desde el punto de vista del Iter Criminis se aplican las reglas generales. Sin
embargo, puede que el resultado de muerte de la víctima no acaezca porque el autor
interrumpió su conducta típica, en cuyo caso, y siempre que esa interrupción sea voluntaria
y definitiva, concurrirá un desistimiento eficaz y los actos que el sujeto activo alcanzó a
realizar, serían atípicos, a menos que constituyeran por si mismos un delito diferente, como
acontecería si la víctima quedó lesionada o fue amenazada por el hechor.
Si el sujeto a dado principio de ejecución al delito de homicidio, pero la ejecución
se interrumpe por causas independientes de la voluntad del autor, conforme al artículo 7 del
Código Penal, concurre un delito de homicidio tentado, siempre que el sujeto no hubiera
alcanzado a realizar toda la conducta típica, es decir, le quedaban aun actos por ejecutar.
Ello acontecería, por ejemplo, si Pedro saca su pistola, apunta hacia el rostro de María, pero
Juan alcanza a empujarlo antes de que jalara del gatillo), quedando, en consecuencia
incompleta la conducta.
Si el sujeto logra disparar hacia la cabeza de la víctima, pero apuntó mal y la bala
pasó por al lado de esta o dio en el encendedor metálico que el afectado guardaba en su
chaqueta, pese a que la conducta típica está completa, el resultado lesivo no se ha
producido y, en consecuencia, el delito de homicidio estará frustrado.
Si el hechor dispara en contra de un cadáver, no existe el bien jurídico protegido por
el tipo de homicidio correspondiente a la vida humana independiente, por lo que el sujeto
activo incurre en un error de tipo al revés en perjuicio del autor, denominado técnicamente
como un delito imposible, estudiado en el marco de la tentativa inidónea.

13. La participación
Se aplican las reglas generales. Pueden darse las diversas formas de participación.
Rigen, por lo tanto, los principios de: exterioridad, convergencia, accesoriedad,
eventualidad y comunicabilidad. Si dos o tres se conciertan para matar a otro y hay
convergencia en los hechos y se cumplen con los requisitos de accesoriedad, cada uno de
los sujetos actúa ayudando al autor ejecutor: tenemos que se cumplen las exigencias de la
participación hay un dolo común; la actuación de cada uno está destinada a la realización
del plan común, consistente en dar muerte a otro y todos serán responsables de la muerte
con mayor o menor grado sean o no autor directos o bien ayudadores del hecho ajeno. El
autor del hecho propio es autor como tal. El autor de algo que en opinión clásica es hecho
ajeno es cómplice. Esa es la esencia de la diferencia entre el autor y el participe. El autor
actúa en un hecho propio y lo controla. El participe actúa en el hecho de otro, el ejemplo
más gráfico de esta diferenciación es el inductor, no obstante la importancia de la labor que
ejecuta, que es convencer a un sujeto a ejecutar un delito; es un simple participe porque el
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dueño del hecho no es él sino el persuadido o inducido. El que en definitiva toma la


resolución de cometer el delito, es el autor y ejecutor principal material del hecho.
En el homicidio se puede dar la calidad de autor, cómplice o encubridor. En
materia de participación criminal en relación al homicidio no hay problema de
comunicabilidad, pero en relación a figuras derivadas del homicidio (asesinato
específicamente, el parricidio e infanticidio), en que el sujeto activo tiene una calidad
distinta. Por lo que habrá que dilucidar la calificación jurídica que corresponde al intraneus
y al extraneus, conforme a las teorías sobre la comunicabilidad.

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