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ORDENES SUCESORIOS

“Artículo 816.- Órdenes sucesorios

Son herederos del primer orden, los hijos y demás descendientes; del segundo
orden, los padres y demás ascendientes; del tercer orden, el cónyuge o, en su
caso, el integrante sobreviviente de la unión de hecho; del cuarto, quinto y sexto
órdenes, respectivamente, los parientes colaterales del segundo, tercer y cuarto
grado de consanguinidad.

El cónyuge o, en su caso, el integrante sobreviviente de la unión de hecho


también es heredero en concurrencia con los herederos de los dos primeros
órdenes indicados en este artículo.”

PRIMER ORDEN: Sucesión de los descendientes

De acuerdo con el régimen sucesorio peruano, existe lo que se conoce con el


nombre de legitima, que es la parte de la herencia de la que el testador (el que
dará la herencia), puede disponer libremente cuando tiene herederos forzosos, es
decir, la porción de la herencia que el causante necesariamente tiene que
transmitir a los denominados herederos forzosos.

¿Por qué es este el primer orden sucesorio? Porque “la primera sucesión de los
bienes aplicase a los hijos; pues entiéndase que los padres quisieron
ubérrimamente proveerlos como a partes de su cuerpo, no solo de lo necesario,
sino también de aquello que contribuye a hacer pasar con mayor suavidad y
honestidad la vida, principalmente desde aquel tiempo en que ellos no puedan
gozar de sus cosas”.

Igualdad entre los hijos

La filiación fuera del matrimonio ha venido evolucionando paulatinamente hasta


reivindicar todos los derechos correspondientes a esta. La prédica de igualdad de
Rousseau inspiró a la Revolución francesa a igualar en la sucesión a los hijos
naturales con los legítimos. No obstante, la compilación napoleónica limitó a los
primeros al tercio de la porción que hubieran recibido de ser legítimos,
aumentando su participación a la mitad, por Ley del 25 de marzo de 1896,
cuando concurrieren con hijos legítimos, Nuestro Código de 1852 consideraba
hijos ilegítimos a los no nacidos en el matrimonio ni legitimados (artículo 235),
calificando entre ellos de natural al hijo concebido en tiempo en que los padres no
tenían impedimento para casarse (artículo 236). Los hijos naturales reconocidos
por el padre eran herederos forzosos, correspondiéndoles en conjunto la quinta
parte de la herencia cuando concurrían con los descendientes legítimos (artículo
892.3). En otras palabras, no todos los hijos ilegítimos heredaban; solamente los
naturales, y siempre que hubieren sido reconocidos por el padre. El proyecto de
Código Civil de 1890, en sus artículos 790 y 1038.3, otorgaba a los hijos
ilegítimos solo naturales la mitad de lo que les correspondía a los hijos legítimos.
Juan José Calle, Presidente de la Comisión Reformadora del Código Civil que
redactó el Código de 1936 y ponente en la misma del Libro de Sucesiones, abogó
por la igualdad de los hijos legítimos y naturales en materia hereditaria,
aduciendo que para favorecer al matrimonio no podía castigarse a quienes no son
responsables ya que los hijos no pueden escoger a sus padres y que, además, la
legislación positiva no puede imponer una sanción por un acto que no es un
delito, y menos la ley civil, castigando a seres inocentes como los hijos naturales.
Echecopar opinó en el sentido de que debía favorecerse la situación de los hijos
legítimos; no por razón de que los ilegítimos llevaran algún vicio o pecado
personal, sino porque existe interés social por proteger a la familia legítima y
porque no hay posibilidad material de que la ley favorezca por igual la existencia
simultanea de varias familias para una sola persona.

El Código de 1936 eliminó esta subclasificación de los hijos ilegítimos,


distinguiendo la filiación únicamente en legítima e ilegítima. Desapareció así el
concepto del hijo natural. Quiere decir que la regla que finalmente estableció su
artículo 762 si hay hijos legítimos e ilegítimos cada uno de estos últimos recibirá
la mitad de lo que reciba cada legítimo significó un avance verdaderamente
significativo, no solo por haber mejorado sustancialmente la cuota de los hijos
ilegítimos, sino sobre todo por haber ampliado a todos estos el radio de la
aplicación de la norma.

El último párrafo del artículo 6 de la Constitución prescribe que todos los hijos
tienen iguales derechos, y que está prohibida toda mención sobre el estado civil
de los padres y la naturaleza de la filiación de los hijos en los registros civiles y en
cualquier otro documento de identidad. Esta declaración constitucional ha sido
repetida en el Código Civil de 1984, el cual expresa en su artículo 235 que todos
los hijos tienen iguales derechos; en su artículo 682, que en la línea recta
descendente la representación es ilimitada en favor de los descendientes de los
hijos, sin distinción alguna; en su artículo 818, que todos los hijos tienen iguales
derechos sucesorios respecto de sus padres, aclarando que la disposición
comprende a los hijos matrimoniales, a los extramatrimoniales reconocidos
voluntariamente o declarados por sentencia, respecto a la herencia del padre o de
la madre y los parientes de estos, y a los hijos adoptivos; y en su artículo 819,
que en la misma igualdad de derechos rige la sucesión de los demás
descendientes.

Los hijos extramatrimoniales que heredan son los reconocidos voluntariamente o


declarados por sentencia, respecto de la herencia del padre o de la madre y los
parientes de estos.

Los hijos adoptivos heredan al adoptante, pues adquieren la condición de hijos


(artículo 377). Igual regla se aplica a sus descendientes. De la misma forma,
suceden a los ascendientes de adoptante, pudiendo representar a ese frente a la
sucesión de aquellos. El adoptado no hereda a su familia consanguínea (a sus
ascendientes), pues el artículo 377 prescribe que deja de pertenecer a ella.

Cuando no son hijos, heredan por estirpes. Opera la representación sucesoria.


Este principio permite que las personas con grado de parentesco más remoto
reciban más que otras de un grado más cercano.

SEGUNDO ORDEN: Sucesión de los padres y demás ascendientes

En línea ascendente y en línea colateral, el Código de Napoleón divide la sucesión


en dos partes iguales: una, para los parientes paternos, y la otra para los
parientes maternos. Conforme al artículo 733, así se realiza la división.

En nuestro ordenamiento, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 820, a falta


de hijos y otros descendientes heredan los padres por partes iguales. Si sobrevive
solo uno, le toca toda la herencia.

Sucesión de los abuelos

Si no hubiera padres, heredan los abuelos por partes iguales. Si sobrevive solo
uno, le toca toda la herencia.

Al igual que el padre adoptante, los abuelos y demás ascendientes de la rama


adoptiva heredan al adoptarlo, no así su familia consanguínea.

TERCER ORDEN: Sucesión del cónyuge, en su caso, del integrante


sobreviviente de la unión de hecho

Históricamente, la participación hereditaria del cónyuge ha ido mejorando


paulatinamente, extendiéndose su derecho al integrante sobreviviente de la unión
de hecho. En la antigüedad, cuando faltaban parientes consanguíneos, quienes
en el derecho justinianeo eran llamados sin limitación de grado, heredaba la
mujer por la bonorum possessio unde vir et uxor. Si era pobre, tenía derecho a un
cuarto, reducido a una parte viril, cuando había más de tres hijos. Así lo
establecieron las Novelas.

En efecto, en el derecho romano y, posteriormente, en la Edad Media, el marido


no era heredero de la mujer. Primitivamente, el cónyuge heredero era solamente
la viuda. Después, el tratamiento jurídico a la sucesión del cónyuge fue más
restrictivo. Muchas legislaciones le negaron todo derecho hereditario. Otras, como
el Código de Napoleón, consideraron al cónyuge como heredero después de todos
los parientes, incluso los colaterales. Nuestro Código de 1936 otorgaba solo la
mitad de la herencia al cónyuge cuando concurría con hermanos, concediéndoles
a estos la otra mitad.

A diferencia del Código derogado que planteaba el derecho hereditario del


cónyuge alternativamente a su derecho a los gananciales, el Código de 1984 lo
hace en forma copulativa; es decir, el supérstite recoge los gananciales que le
corresponden y, además, su cuota hereditaria, sin importar el monto de aquellos.

Posteriormente, la Ley 30007 publicada en el Diario Oficial El Peruano el 17 de


abril del 2013, reconoce los derechos sucesorios entre un varón y una mujer,
libres de impedimento matrimonial, considerando que conforman una unión de
hecho. Así, tanto, el cónyuge como el integrante sobreviviente de la unión de
hecho, es heredero de tres niveles, pues tal como dispone el artículo 816,
concurre con los herederos de los dos primeros órdenes. Inclusive, es heredero
preferencial, pues es el único que puede optar por el usufructo de la tercera parte
de la herencia cuando concurre con hijos o con otros descendientes y ejercer el
derecho de habitación sobre el hogar conyugal, cuando concurre con cualquier
heredero.

Es necesario contemplar que el artículo 826 dispone que la sucesión que


corresponde al viudo o a la viuda no procede cuando, hallándose enfermo uno de
los cónyuges al celebrarse el matrimonio, muriese de esa enfermedad dentro de
los treinta días siguientes, salvo que el matrimonio hubiera sido celebrado para
regularizar una situación de hecho.

Debe tenerse en cuenta lo dispuesto en el artículo 827, que determina la nulidad


del matrimonio por haber sido celebrado con persona que estaba impedida de
contraerlo no afecta los derechos sucesorios del cónyuge que lo contrajo de buena
fe, salvo que el primer cónyuge sobreviva al causante.

Esta disposición no existía en el Código anterior aunque su enunciado se infería


del artículo 157, que señalaba que el matrimonio declarado nulo produciría
efectos civiles respecto de los cónyuges e hijos, si se contrajo de buena fe. La
disposición agregaba que si había mala fe en unos de sus cónyuges el matrimonio
no produciría efectos a su favor, pero si respecto del otro y de los hijos , y que el
error de derecho no perjudicaba la buena fe.

Unión de hecho

Como hemos señalado, con la dación de la ley Nº 30007 dictada el 16 de abril del
2013, nuestro ordenamiento ha incluido entre los herederos forzosos al
integrante sobreviviente de la unión de hecho, otorgándole así derechos
sucesorios.

La Ley expresa que para que la unión de hecho dé lugar a derechos sucesorios
requiere que el varón y la mujer estén libres de impedimento matrimonial,
siempre que la relación haya durado por lo menos dos años continuos.

Los derechos sucesorios se reconocen a los miembros de uniones de hecho


inscritas en el Registro Personal, de conformidad con lo establecido en el artículo
49de la Ley Nº 26662, Ley de Competencia Notarial en Asuntos No Contenciosos,
o reconocidos por la vía Judicial.

Sin perjuicio de lo establecido, el integrante sobreviviente puede solicitar el


reconocimiento judicial de la unión de hecho si antes del fallecimiento del
causante no se hubiere realizado la inscripción registral indicada en el párrafo
anterior.

Al integrante sobreviviente de la unión de hecho se le considera heredero forzoso


con el nuevo artículo 724, y conforme al artículo 725 puede disponer libremente
hasta el tercio de sus bienes. Si no tiene herederos forzosos, cuenta con la libre
disposición de la totalidad de sus bienes, de acuerdo al artículo 727. Por otro
lado, la legítima que le corresponde es independiente de sus gananciales.
Además, le es extensivo el derecho de habitación a que se refieren los artículos
731 y 732.

Asimismo, se establece que heredará igual que un hijo. Si no opta por el derecho
de habitación, podrá hacerlo por el usufructo de la tercera parte de la herencia.
Si concurre con los padres o ascendentes, heredará una parte igual a la de uno
de ellos. Si el causante no deja descandientes ni ascendientes, le corresponderá
toda la herencia.

Su eminencia el Cardenal Juan Luis Cipriani es de opinión que no procede una


ley de unión de hecho no matrimonial porque la población la ha rechazado
mayoritariamente. El representante de la Iglesia agrega que el Derecho civil
permite figuras hereditarias que no tienen por qué beneficiarse de la figura
matrimonial, y que si lo quieren hacer pueden asimilar de alguna manera un
beneficio patrimonial. Sentencia que lo no se puede hacer es romper la realidad
de que el matrimonio es entre un hombre y una mujer, y para toda la vida.

CUARTO, QUINTO Y SEXTO ORDEN: Sucesión de los parientes colaterales

Son los herederos del cuarto, quinto y sexto orden sucesorio. El cuarto se refiere
a los parientes colaterales del segundo grado, estos son los hermanos. Estos eran
herederos del tercer orden en el Código de 1936, concurriendo con los
ascendientes. Tambien concurrian con el cónyuge, quien era heredero del cuarto
orden. Actualmente heredan solo a falta de cónyuge y ascendientes.
Consideramos sabio este reordenamiento, pues al no ser los hermanos herederos
forzosos no resultaba equitativo que concurriesen con los de esta condición.

El código derogado establecía en su artículo 771 una regla uniforme para toda la
linea colateral, determinando que la herencia correspondía por partes iguales
entre los del mismo grado, sin distinción de lineas ni el doble o simple vínculo. El
actual Código mantiene implícita esta norma, a excepción del caso de
concurrencia de hermanos, en cuyo caso los del padre y madre reciben doble
porción que los medio hermanos, a tenor de lo prescrito en el artículo 829. Está
en su artículo 921, señala que cuando concurran hermanos de doble vínculo con
hermanos de vínculo sencillo, corresponde a aquellos doble porción hereditaria.

Bien decía Aristóteles que “los primos y demás parientes únense por los padres,
en cuanto tienen origen de ellos; de suerte que unos están más unidos, otros
menos, según la razón de la procedencia” (156, p. 94).

El fundamento de la distinción según el vínculo lo encontramos en una


presunción natural de mayor o menor afecto. Nada tiene que ver con ella la
igualdad consagrada en la Constitución para la filiación. No obstante, Vattier
(349, p. 270) la invoca señalando que “la diversidad de vínculos encubre una
discriminación entre hermanos o sobrinos por razón de la filiación no
matrimonial”, llegando a sostener que entiende derogada la regla del duplo dentro
del marco constitucional, criterio con el cual disentimos. Además la extraña (349,
p. 269) que era “regla singular y discriminatoria” haya sobrevivido a la reforma de
1981. De lege ferenda, piensa (349, p. 270) que debe eliminarse, y que de
ninguna manera debe extenderse a los sobrinos, cualquiera que sea el modo en
que estos sean llamados a la sucesión.

A diferencia del Código derogado, con el actual heredan los hermanos adoptivos.
Si la adopción la hicieren el padre y la madre, heredarán como hermanos de
doble vínculo; si la hiciere solo uno, como medio hermano. A su vez, en caso de
adopción, los hermanos consanguíneos ya no heredan. Lo expuestoresulta
aplicable a las adopciones realizadas con el Código vigente, pues si fueron hechas
con el anterior regirán las normas de este.

Los hermanos y los sobrinos son herederos colaterales privilegiados, pues se da


entre ellos el derecho de representación. Los demás colaterales son herederos
ordinarios.

El quinto orden nos remite a los parientes colaterales del tercer grado, que son
los tíos y los sobrinos; y el sexto orden, a los del cuarto grado, que son son los
tíos abuelos, los sobrinos nietos y los primos hermanos.

Resulta importante anotar que tratándose de derechos de autor, la anterior ley de


la materia. Ley Nro. 13714, disponía, en su artículo 84, que en lo que respecta a
las facultades patrimoniales de esos derechos, solo podían concurrir a la herencia
legal los familiares hasta el cuarto orden inclusive, excluyendo a los colaterales
del tercero y cuarto grado. Además, agregaba que la norma era aplicable también
a los herederos del cesionario. La vigente Ley sobre el Derecho de Autor, Decreto
Legislativo Nro. 822, se limita a señalar que el derecho patrimonial de autor se
transmite por causa de muerte de acuerdo a las disposiciones del Código Civil.

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