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gonzalo a.

ramírez cleves **

Los artículos sobre libertad


de imprenta de Bentham y Miguel
Antonio Caro: divergencias y eventuales
correspondencias*

Sumario

Introducción. i. Los escritos sobre libertad de imprenta elaborados por Ben-


tham. A. El proyecto de ley de libertad de imprenta para Venezuela solicitado
por Miranda. B. La síntesis de las ideas de Bentham sobre la libertad de
imprenta realizada por Blanco White. C. Otros escritos de Bentham sobre
la materia. ii. El pensamiento de Miguel Antonio Caro sobre el tema de la
libertad de imprenta: divergencias y eventuales correspondencias con el de
Jeremy Bentham. A. La libertad de imprenta en los artículos publicados por
Miguel Antonio Caro en El Nacional en 1888. B. Divergencias y eventuales
correspondencias entre el pensamiento de Caro y el de Bentham sobre el
tema de la libertad de imprenta

Resumen

El artículo analiza los escritos del jurista inglés Jeremy Bentham sobre li-
bertad de prensa y su influencia en Venezuela y Colombia en el siglo XIX,
teniendo en cuenta la publicación que se hizo de un artículo sobre el tema en
La Bagatela de Antonio Nariño en 1811. El escrito compara el pensamiento
de Bentham sobre el tema con las ideas conservadoras de Miguel Antonio
Caro a finales del siglo xix publicadas en el periódico El Nacional.

* Fecha de recepción: 23 de febrero. Fecha de aceptación: 23 de abril.


** Docente-investigador del Departamento de Derecho Constitucional de la Universidad
Externado de Colombia. Doctor en derecho por la Universidad Complutense de Madrid. Especia-
lista en estudios políticos y constitucionales del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales
de Madrid. Profesor de filosofía del derecho. El autor dedica este artículo al maestro Carlos
Restrepo Piedrahíta.

Revista Derecho del Estado n.º 22, junio de 2009


160 Revista Derecho del Estado

Palabras claves

Jeremy Bentham, Miguel Antonio Caro, libertad de prensa, censura, liberta-


des públicas, historia del derecho, periodismo en el siglo xix, Regeneración,
utilitarismo.

Abstract

This article analyses the Bentham’s writings about the Liberty of the press and
it influence in Venezuela and Colombia at the beginning of the xix century.
The article compares the Bentham’s thought about the topic with Miguel
Antonio Caro’s conservative ideas published in the newspaper El Nacional
at the end of the xix Century in Colombia.

Key words

Jeremy Bentham, Miguel Antonio Caro, liberty of the press, censorship,


public liberties, history of law, utilitarianism, conservative thought in Co-
lombia, Regeneration

Introducción

La primera vez que se tuvo noticia pública de Jeremy Bentham en Colombia


fue el primero de diciembre de 1811 gracias a la publicación de un escrito
sobre la libertad de imprenta1 en el número 23 de La Bagatela de Antonio
Nariño. Nariño lo presenta a sus lectores bajo el título “Artículo extractado
de los manuscritos ingleses de Bentham y publicado por el señor Blanco en
su ‘Español’”.
La historia de este escrito, según Miriam Williford, se remonta al año de
1808 cuando Francisco de Miranda solicita a Bentham la redacción de una
propuesta de ley (The Proposed law) para Venezuela en donde se establecieran
los principios y bases que regularan la libertad de imprenta en dicho país2. Entre
los meses de agosto y septiembre de 1810 Bentham trabaja nuevamente en el
tema y añade unos artículos adicionales a su propuesta de ley conocidos como
The Particular Codes, artículos concebidos especialmente para definir y con-
ceptualizar aspectos relacionados con el derecho a la libertad de imprenta.

1. Hay que anotar que el término “press” en inglés puede ser traducido al castellano de
dos maneras: por una parte como imprenta y por otro como prensa. Utilizaremos en este escrito
indistintamente ambos términos, aunque la connotación de “prensa” se refiere más al periódico
en sí mismo y el de imprenta al instrumento de comunicación.
2. Es conocido como Proposed law for the establishment of Liberty of Press in Venezue-
la.
Gonzalo A. Ramírez Cleves. Los artículos sobre libertad de imprenta… 161

Por otro lado, el escrito que publica Nariño parece ser una síntesis que
realiza Blanco White de los manuscritos de Bentham sobre la materia3, ya
que no se relatan las medidas prácticas propuestas en el proyecto de ley para
Venezuela con tanto detalle y amplitud. Teniendo en cuenta estos aspectos, la
primera hipótesis de este escrito es que las ideas sobre libertad de imprenta
que llegaron a nuestro país fueron sólo la parte general de la propuesta más
completa que Bentham escribió para Miranda en el proyecto de ley elaborado
para Venezuela. Sostenemos dicha tesis teniendo en cuenta los comentarios
que realiza Williford sobre el documento redactado para Miranda en com-
paración con el publicado por Nariño en La Bagatela.
Del mismo modo, en este trabajo analizaremos los diferentes escritos en
donde Bentham introdujo alguna opinión sobre el tema general de la libertad
de imprenta como por ejemplo las opiniones sobre la importancia de la publi-
cación de las leyes que introdujo en algunos pasajes de su texto Tácticas de las
asambleas legislativas de 1816, en las cartas dirigidas a las Cortes en España
en 1820 tituladas Liberty of the press and public discussion y en el capítulo
“Distingos fingidos” del libro Falacias políticas de 1824. De esta manera
queremos realizar una aproximación general del pensamiento del jurista inglés
sobre el tema de la libertad de prensa mediante el análisis de sus escritos.
Por otro lado y en segundo lugar, haremos especial énfasis a las reflexio-
nes que realizó Miguel Antonio Caro en 1888 sobre el tema de la libertad
de imprenta en el periódico El Nacional, comparando las similitudes y las
divergencias entre el pensamiento de Caro y el de Bentham sobre dicho
tópico. Esperamos con este trabajo comprobar cómo un “escrito”, en este
caso el de Bentham sobre la “libertad de prensa”, puede dar lugar a diversas
interpretaciones y utilizaciones dentro determinados contextos dependiendo
de las necesidades y circunstancias del momento. Para comprobar dicha tesis
utilizaremos la interpretación “tangencial” que Miguel Antonio Caro hizo
de las consideraciones de Bentham sobre la materia.

I. Los escritos sobre libertad de imprenta elaborados por


Bentham

Existen varios escritos sobre el tema de la libertad de imprenta elaborados por


Jeremy Bentham4. En primer lugar, el documento más extenso sobre el tema

3. El autor inglés se los facilita a Blanco White, ya que considera que dichas ideas deben
prestar servicio a todos los países democráticos y liberales en el tratamiento de sus derechos, en
este caso de la libertad de prensa, y por tanto considera que no se deben monopolizar sus ideas
en una sola persona (ver: Miriam Williford. Jeremy Bentham on Spanish America: an account
of his Letters and Proposals to the New World, Baton Rouge, Lousiana State University Press,
1980, p. 71.
4. Hay que tener en cuenta que Bentham ya había hecho referencia al tema en 1789 cuando
redacta la serie sobre “derecho internacional” en donde el autor inglés lo lista como uno de las
162 Revista Derecho del Estado

se trata de una propuesta de ley redactada para que Francisco de Miranda


la introdujera en Venezuela una vez independizada de España, que consta de
ocho folios y unos artículos adicionales, Particular Codes, relacionados con
la coceptualización, definición y aplicación de los principios sugeridos en
la propuesta inicial5. En segundo término, se tiene el documento publicado
por Blanco White en el periódico El Español y luego reeditado en nuestro
país el primero de diciembre de 1811 en La Bagatela de Nariño, en donde
se hace un resumen de las ideas principales de Bentham sobre dicho tópico
tomadas de sus manuscritos y notas.
En tercer lugar se encuentran los escritos que produjo Bentham sobre la
materia en diferentes textos como Tácticas de las asambleas legislativas
de 1816, las cartas que envía el jurista inglés a las Cortes de Cádiz en 1820
sobre la protección a la libertad de prensa y de expresión pública en general 6
y las reflexiones que efectuó el jurista inglés en su obra Falacias políticas
de 1824. Explicaremos dichos documentos a continuación.

A. El proyecto de ley de libertad de imprenta para Venezuela


solicitado por Miranda

Se trata, según Williford7, del proyecto de ley más largo redactado por
Bentham para ser puesto en práctica en Venezuela, y fue escrito en el año de
18088. El texto nunca llega a manos de Miranda quien partió para su país sin
llevar consigo la propuesta elaborada por Bentham 9. En la redacción de este

seis medidas que deben ser tenidas en cuenta para crear un derecho internacional duradero y
eliminar la guerra (ibíd., p. 69).
5. Dice Williford respecto al documento que “El Proposed Law for the establishment
of Liberty of the Press in Venezuela se encuentra en la Universidad College de Londres (ucl),
xxvi, 2 -11, catálogo Milne. No se evidencia la fecha en el documento en sí mismo, que hoy es
fragmentario” (ibíd., p. 69, nota 1).
6. También se debe tener en cuenta un documento inédito sobre la materia redactado para
que Leander Miranda, el hijo de Francisco de Miranda, implementara un periódico al estilo
inglés en Colombia alrededor de 1829, que, según Williford, Bentham refiere en una carta al
líder guatemalteco José del Valle, pero que no se tiene seguridad de si es un documento nuevo
o la reedición ya elaborada para Francisco de Miranda entre 1808 y 1810. La carta de Bentham
a José del Valle en donde se refiere este aspecto es la del 19 de mayo de 1929 (en Add. mss
33546, BM, ibíd., p. 86).
7. No contamos con la fuente original y sólo podemos hacer referencia a dicho documento
teniendo en cuenta las apreciaciones de Miriam Williford en el capítulo V de su obra sobre
Liberty of press en Bentham (ibíd., pp. 69-86). En adelante las citas relacionadas con dicho
documento se refieren al texto comentado por Miriam Williford.
8. Se trata de un documento de ocho páginas, redactado especialmente para que fuera
utilizado en Venezuela una vez independizada. Con el proyecto de Junction Canal sería la pro-
puesta de ley más extensa redactada por Bentham para que fuera implementada en las colonias
americanas una vez liberadas de España.
9. Francisco de Miranda fue apresado por las autoridades españolas en 1812, poco después
de llegar a Venezuela. Miranda moriría cumpliendo pena de prisión en La Carraca de Cádiz
Gonzalo A. Ramírez Cleves. Los artículos sobre libertad de imprenta… 163

proyecto el jurista inglés tardó cerca de dos meses y complementó dicha pro-
puesta con una serie de “Artículos especiales” (Particular Codes) referentes
a las medidas particulares que se deben tener en cuenta para proteger dicha
libertad, redactados entre los meses de agosto y septiembre de 1810 10.
La propuesta de ley para Venezuela, por tanto, constaría de dos partes:
la primera, The Proposed law, es una exposición general sobre la libertad
de imprenta en la que se afirma que se trata “no solo de la prensa, sino de
cualquier forma de expresión visible en donde se comuniquen de forma per-
manente las ideas”11, y en donde se apunta que toda sociedad y estado que
quieran implementar la forma democrática y constitucional que se conjugue
con el principio utilitario deben consagrar la libertad de prensa como un
derecho no susceptible de limitación.
En esta misma primera parte, Bentham señala que la libertad de imprenta
puede vulnerar ciertos derechos, por ejemplo cuando mediante una publica-
ción se profiera una calumnia o una injuria que atente contra la reputación
de una institución de gobierno, un funcionario público o un particular. Por
tanto, dicha libertad puede ser regulada para prevenir los eventuales atenta-
dos a otros derechos y porque considera Bentham que en derecho más vale
la prevención que la sanción12. Por ende, y en consonancia con esta idea, el

en 1816. Hay que tener en cuenta, según Theodora McKennan, que Bentham también tenía
intenciones de reproducir sus ideas en las cortes de Cádiz por medio de su corresponsal José
María Blanco White, quien le pide una copia del proyecto de ley de libertad de imprenta para
Venezuela. Este proyecto tampoco llega a tener influencia en España, según la autora, quien
apunta: “Poco tiempo después de la partida de Miranda, Bentham ofreció enviarle una copia de
este proyecto de ley a José María Blanco, editor de El Español, periódico publicado en Londres
en lengua española […] Pensaba que este periódico podría despertar la atención de las Cortes
españolas hacia el proyecto, en el momento en que se reunían en Cádiz y consideraban, entre
otros asuntos, la legislación para establecer la libertad de prensa. Las Cortes, de hecho, ya habían
iniciado el debate sobre la ley de prensa preparada por su propia comisión. La mencionada ley
fue aprobada el 10 de noviembre de 1810, y cuando en 1811 se adoptó en Caracas una regla-
mentación que ordenaba la libertad de prensa, ésta se había hecho con base en el Decreto de las
Cortes (Decreto de 10 de noviembre de 1810) y no en la propuesta benthamiana; varios de sus
artículos copiaban palabra por palabra la ley española” (ver: Theodora McKennan. Bentham y
los hombres de la Independencia (traducción de Gloria Rincón Cubides, digitalizado por Red
Académica), Bogotá, Universidad Pedagógica Nacional, pp. 3 y 4, en [www.pedagogica.edu.
co/storage/rce/articulos/rce29_05ensa.pdf].
10. Williford. Ob. cit., p. 69.
11. Ibíd., p. 71. Esta misma definición se utilizaría para el texto de los Distingos fingidos de
las Falacias políticas en donde Bentham afirma que: “La prensa, entendida como instrumento
de cualquier género empleado para la difusión del discurso humano mediante signos visibles de
cualquier tipo” (Bentham. Falacias políticas, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitu-
cionales, 1990, p. 157).
12. Sin embargo, Bentham considera que en caso de presentarse una atentado contra la
reputación de una persona de forma injustificada se tendrá la posibilidad de ejercer la defensa
de su nombre mediante la misma prensa, lo que se conoce modernamente como el derecho de
“rectificación”, y además el poder enjuiciar al periódico por la ofensa cometida (Williford. Ob.
cit. p. 72). Hay que subrayar que Bentham cambiaría de opinión sobre este postulado en su obra
Falacias políticas de 1824, como veremos más adelante.
164 Revista Derecho del Estado

jurista inglés recurre a sistematizar legalmente una serie de requisitos que


garanticen el pleno ejercicio de la libertad de imprenta sin llegar a vulnerar
los derechos de los demás.
En la segunda parte del escrito, The Particular Codes13, Bentham explica
normativamente los procedimientos y las medidas concretas que evitarían que la
libertad de prensa se convierta en una forma de transgredir otras prerrogativas
fundamentales mediante la publicación de textos difamatorios, calumniosos
e injuriosos que dañaran la reputación de una persona o institución. Para lo-
grar esta finalidad, Bentham diferencia en una primera instancia los sujetos
e instituciones que pueden ser afectados con el ejercicio de dicha libertad
y que pueden ser en su orden: una institución estatal, una persona pública
(funcionario público) o una persona privada. En segundo lugar, el pensador
inglés se encarga de discernir mediante qué tipos de publicaciones se puede
llegar a producir dicho atentado y distingue entre publicaciones noticiosas
que se realizan día a día en los periódicos y que necesitan de la primicia y
las publicaciones políticas o de opinión.
Por otra parte, se especifica que el ejercicio de libertad de imprenta debe
seguir unos presupuestos para dotar a dicha potestad de responsabilidad y que
de esta manera se evite los males que se pueden presentar con la utilización
de dicha facultad, estableciendo ciertas obligaciones como la veracidad de la
noticia, la imparcialidad de la información y la posibilidad de rectificación
del afectado con la publicación14.
Así mismo, Bentham diseña un procedimiento complejo que relaciona
a los que tienen el derecho a la libertad de imprenta con la responsabilidad
que se deriva de la posible vulneración de la reputación de una persona o
una institución por difamación o calumnia. Los responsables estarán com-
puestos por el dueño de la imprenta (publicista), el editor de la publicación
y el autor del artículo. Bentham establece que la mayor responsabilidad
sobre los posibles daños que puede generar la libertad de imprenta estará
en cabeza del publicista y del editor y luego del autor, ya que los primeros
están encargados de seleccionar e impedir publicaciones que atenten contra
la verdad o el buen nombre de las personas o que sean injuriosos o calum-
niosos por no ser veraces15.

13. Los Particular Codes se encuentran divididos de la siguiente manera: capítulo primero:
ley del impresor; capítulo segundo: leyes para los vendedores o distribuidores de publicaciones;
capítulo tercero: leyes dirigidas a los publicistas, directores y propietarios de periódicos (news-
papers) y de otro tipo de publicaciones periódicas; capítulo cuarto: el periódico del gobierno y
leyes dirigidas a los comunicadores de los periódicos (ibíd., p. 76: Chap. 1. Printers law; Chap.
2. Booksellers and Publishers Law; Chap. 3. Laws concerning the Printers, Conductors and
Propietors of Newspapers and other periodical political work; Chap. 4. Government Newspaper;
Chap. 5. Newspaper [Communicators] Correspondents law).
14. Bentham lo llama derecho de “self - defense by the press”, la defensa propia por medio
de la prensa (ibíd.)
15. Ibíd., p. 79.
Gonzalo A. Ramírez Cleves. Los artículos sobre libertad de imprenta… 165

Asimismo, los publicistas deben contar con un libro de anotaciones en


donde se hará un inventario de periódicos o panfletos en general que vayan
a ser publicados y formula que en dicho cuaderno se debe establecer el nom-
bre del autor, la fecha de entrega del artículo, el título de la obra, etc. En la
publicación de los artículos se debe seguir el orden de entrega, pero puede
dársele prioridad a un escrito noticioso ya que la pérdida de actualidad de
éste no posibilitaría que la libertad de imprenta se ejerciera efectivamente.
Por otra parte, se establece en el proyecto de ley que el Estado debe contar
con un “Diario Oficial” o “Gaceta Oficial” en donde se publiquen constante-
mente las correcciones y rectificaciones de los artículos de periódicos que no
guarden el deber de imparcialidad o que calumnien o injurien a las personas
o instituciones faltando a la verdad16. En este caso, el Estado será un juez
imparcial que se obliga a informar sobre las rectificaciones para reparar los
eventuales males producidos con la publicación injuriosa o calumniosa. Según
Bentham, la rectificación se debe redactar de la siguiente manera:

In respect of such wrong, it is therefore my intention to call you to account in


due court of justice within (---) months vig. As the day (month) (year) or as soon
after as conveniently may be at the (designate here the judicatory) at which time
you or the person by whom the aforesaid passage was communicated to you, and
who acknowledge hereby summonded to appear. 17

Por este motivo, Bentham propone que se establezca una serie de juramentos
o promesas para el director de la imprenta estatal, que fortalezca la obligación
legal con un deber moral y ético, que logre impedir que la publicación vulnere
los derechos de los individuos y de las instituciones, y redacta personalmente
cada uno de los juramentos de la siguiente manera:

In the presence of (---------) I A.P, being by choice of (-------) nominated to the


office of Printer of the Government Gazzette for the State of Venezuela do so-
lemny promise and declare as follows 1. That so long as I continue in possession
of my said office, I will, to the best of my ability in the execution of the cause,
do justice to all men alike, to high and to low, to rich and to poor (to those of one
race and those of another race) no aspiring myself ----- by personal interest, by
hope or by fear, or by favour or aversion towards any individual or class of men
or party in the state.18

16. Este periódico estatal es el encargado de guardar la imparcialidad entre los medios y es
una especie de árbitro que se encarga de mediar entre las publicaciones y la sociedad civil. La
idea del periódico oficial también se tendría en cuenta en las cartas a Cádiz de 1821.
17. Williford. Ob. cit., p. 81
18. Ibíd.
166 Revista Derecho del Estado

Bentham considera que al publicar, expresar y difundir las ideas por los
medios escritos se tiene un gran poder e influencia, pero considera, a su
vez, que restringir o constreñir este derecho sería un grave atentado contra
la democracia misma. Por ende, aboga en su proyecto por que la difusión y
la capacidad de imprimir y difundir por escrito las ideas se extiendan pau-
latinamente cada día, de tal manera que mientras más periódicos existan se
podrá decir que una sociedad es más democrática, por las posibilidades que
tiene la opinión pública de vigilar sus instituciones y funcionarios 19.

B. La síntesis de las ideas de Bentham sobre la libertad de


imprenta realizada por Blanco White

Una vez descrita someramente la propuesta de ley sobre libertad de imprenta


que debía ser implementada en Venezuela, analizaremos comparativamente
el documento publicado por Nariño en La Bagatela titulado “Artículo ex-
tractado de los manuscritos ingleses de Bentham y publicado por el señor
Blanco en su ‘Español’ ”. Este segundo documento guarda relación temática
con el primero en lo que se trata con el Proposed law de 1808, pero omite
cualquier referencia a los Particular Codes de 1810, ya que no explica
ninguna medida particular que salvaguarde a la libertad de imprenta de los
daños que pueda causar.
El texto publicado por Blanco White en El Español20, y reproducido en
la Nueva Granada en 1811 por Nariño, es un texto más corto y sintético
que consta de tres partes fundamentales. En un primer lugar, una explica-
ción introductoria sobre las ventajas de contar con la libertad de imprenta
como derecho a pesar de las molestias que pueda causar en ciertos casos,
principalmente cuando se utiliza dicha libertad para calumniar o injuriar a
una persona o institución injustamente. En segundo término, de una manera

19. Aunque por intermedio de sus corresponsales y amigos, Bentham se da cuenta de que
en Hispanoamérica se esta atentando con la posibilidad de fundar periódicos y que se está res-
tringiendo el ejercicio pleno de la libertad de prensa, en el momento mismo en que propone el
proyecto de ley. Esta vulneración se presenta principalmente durante el gobierno de Bolívar;
su amigo Francis Hall, quien había fundado el periódico bilingüe Anglo - colombiano, fue
trasladado de Caracas a Bogotá para que no siguiera disfrutando de su libertad de imprenta (ver
carta de Francis Hall a Bentham sobre la fundación del periódico Anglo - colombiano y de su
traslado ibíd., p. 85).
20. Theodora McKennan da cuenta de la relación entre los dos documentos. El artículo
del diario bilingüe londinense El Español publicado por Blanco White Salió a la luz en enero
de 1811, tras el envío del proyecto venezolano por parte del mismo Bentham a White. Dicho
artículo fue reproducido posteriormente por Nariño y cinco meses después, por la prensa ve-
nezolana en la Gaceta de Caracas, el 26 de abril de 1812. McKennan objeta la tesis sostenida
por Gutiérrez Ponce según la cual entre Bentham, Blanco White y Nariño existía una estrecha
amistad porque las fechas en que coincidieron los tres autores en Inglaterra no concuerdan entre
sí (ver: McKennan. Ob. cit., pp. 3 y 4; también Williford. Ob. cit., p. 71, en cuanto a la relación
entre el documento de Bentham y el artículo publicado en El Español).
Gonzalo A. Ramírez Cleves. Los artículos sobre libertad de imprenta… 167

lógica Bentham compara las ventajas y las desventajas de la libertad de


imprenta21 exponiendo que esta libertad se relaciona con el “saber” y que
sólo es un medio y no un fin, y por ende no puede ser juzgada como “mal
en sí mismo”.
En tercer lugar y siguiendo el mismo esquema de tipo cartesiano, el autor
inglés enumera cuáles son “los medios para reducir al mínimo los inconve-
nientes que puede traer el ejercicio de la libertad de imprenta” y “los medios
para disminuir parcialmente los males que puede causar la libertad de imprenta
en los casos en que es imposible evitarlo del todo”. En relación con estos
temas, se expone que dicho medio puede ser mal utilizado y por ende lo que
se debe medir es el grado de “cooperación” o “influencia” del delito que se
cometa con este “instrumento”, diferenciando los afectados entre gobierno,
funcionario público y particular, y disponiendo en uno y otro caso distintas
formas de responsabilidad22.
Como vemos, el esquema de este segundo escrito se diferencia radical-
mente del primero ya que es más teórico que práctico, carece de la institu-
cionalización de medidas concretas y se trata de un experimento lógico de
colisión entre derechos, el de imprenta y el de reputación, resueltos por la
razonabilidad de la ponderación con base en los presupuestos de veracidad y
capacidad de informar o comunicar por medio de la prensa; siempre teniendo
como argumento de fondo que a mayor crítica mejores serán las instituciones
de gobierno y los funcionarios públicos.

C. Otros escritos de Bentham sobre la materia

Bentham vuelve a analizar el tema de la libertad de imprenta en la obra


Tácticas de las asambleas legislativas de 1816, en donde expone que es ne-
cesario que la “opinión pública” se forme por medio de la publicidad de las
discusiones parlamentarias y la aprobación de las leyes que les regulan. En
este sentido apunta el pensador británico que “la publicidad de los debates
parlamentarios asegura una supervisión del público cuya capacidad crítica
se da por sentada”23.

21. Titulado “Ventajas de la libertad de imprenta e inconvenientes que pueden provenir del
ejercicio de la libertad de imprenta”.
22. En el caso de los particulares, Bentham sólo admite que pueda darse una crítica a estos
cuando produzca en la sociedad un bien positivo o evite un peligro. Los castigos propuestos
en el escrito por la no veracidad de la información que cause males a un particular serán, res-
pectivamente, el castigo por dilación o injuria y la compensación a la persona privada por los
perjuicios producidos.
23. Bentham. Tactic des assemblées legislatives, París, ed. al cuidado de Dumont, 1822.
Original publicado en 1816 bajo el título An essay on Political Tactics, en The Works of Jeremy
Bentham, vol. ii, ed. al cuidado de Bowring. Versión en castellano: Tácticas de las asambleas
legislativas o el Tratado de los sofismas políticos. Citado por Jürgen Habermas. Historia y crítica
168 Revista Derecho del Estado

Igualmente, Bentham retoma el tema en las cartas enviadas al pueblo


español en octubre de 1820 tituladas Consejos que dirige a las Cortes y al
pueblo español Jeremías Bentham, en donde por medio de unas reflexiones
sobre la libertad de expresión pública se hace un esbozo de sus ideas iniciales
sobre la libertad de publicar opiniones por escrito y efectúa un reclamo al
gobierno español tras enterarse de la noticia de la detención de un editor que
publicó críticas al sistema de policía de Madrid 24.
En estas cartas, Bentham reitera que no se puede restringir la libertad de
imprenta mediante detenciones arbitrarias so pretexto de conservar el orden
y la tranquilidad. El jurista inglés en este escrito retoma la idea de que la
prensa se constituye en un intermediario entre el gobierno y la sociedad civil
y que sólo mediante la libertad de expresión se puede evitar la corrupción
de las instituciones.
Por último, en el capítulo “Distingos fingidos” del libro Falacias polí-
ticas, de 1824, el pensador británico explica cómo se produce la confusión
entre libertad y libertinaje, tomando como ejemplo el tema de la libertad de
imprenta, y apunta que ésta tiene una doble función: la moral para “poner
freno a los desordénense de la conducta de la vida privada”25 y el uso político
para “poner el mismo freno a los desórdenes de la conducta pública” 26.
Sin embargo, explica Bentham que muchos gobernantes han restringido
esta libertad por considerar que ésta puede causar males y, por ende, que
constantemente se está incurriendo en el distingo fingido de limitar dicha
prerrogativa so pretexto de los daños que pueda causar.
Apunta Bentham al respecto:

Para cerrar el paso a las acusaciones injustas e inútiles, dejándolo expedito para
las justas y útiles, se necesita una completa, exacta, determinada y precisa defi-
nición del término mediante el que haya de calificarse de abusivo, incorrecto o
prevalerte pernicioso el uso de la prensa. Esta definición habría de ser establecida
por aquellos en quienes reside el poder supremo del Estado. Nunca ha sido dada
hasta ahora y no podría razonadamente esperarse de quienes detentan este poder,
pues, estableciéndolas, limitarían su poderío y perjudicarían su propio interés. 27

de la opinión pública: la transformación estructural de la vida pública, Barcelona, Gustavo


Gili, 5.ª ed., 1997, pp. 133 y 134.
24. Bentham. Liberty of the press and public discussion (septiembre-octubre de 1820), en:
[www.laitz.utexas.edu/labyrinth/bsp/index.html]. Benigno Pendas apunta que dichas cartas son
traducidas al castellano por José Joaquín de Mora; ver: Benigno Pendas. J. Bentham: política
y derecho en los orígenes del Estado constitucional, Madrid, Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, 1988, p. 76.
25. Bentham. Falacias políticas, cit., p. 157.
26. Ibíd.
27. Ibíd., p. 159.
Gonzalo A. Ramírez Cleves. Los artículos sobre libertad de imprenta… 169

Como vemos, el pensamiento del jurista inglés sobre la libertad de impren-


ta se expresa en diferentes épocas desde que por primera vez formula sus
postulados en 1808. Sin embargo, se constata que se conserva a lo largo del
tiempo la idea inicial de que la imprenta debe considerarse como una libertad
básica o fundamental en la consolidación de los estados democráticos por
ser un poder moderador del gobierno y de las instancias de poder, y que por
este motivo los posibles males que pueda causar dicha facultad no pueden
explicar su limitación.

II. El pensamiento de Miguel Antonio Caro sobre el tema


de la libertad de imprenta: divergencias y eventuales
correspondencias con el de Jeremy Bentham

Miguel Antonio Caro, baluarte de la Regeneración conservadora, realiza en


el año de 1888 una serie de reflexiones en el periódico El Nacional sobre el
tema de la libertad de imprenta en donde se refleja el pensamiento reaccionario
del autor colombiano28. En dicho escrito se hace una referencia tangencial
al pensamiento de Bentham, cuando Caro se refiere a las consideraciones
del jurista santandereano Cerbeleón Pinzón, en donde especifica que “en el
Tratado de Ciencia Constitucional […] después de aducir la opinión de Ben-
tham, partidario de la libertad de imprenta dice: es una verdad incontestable
en ciencia constitucional, una sólida y positiva garantía el dejar a todos los
individuos la libertad de publicar sus pensamientos y opiniones por medio
de la prensa, sin necesidad de examen, revisión o censura previa […]” 29.
Y más adelante Caro indica: “Creía Bentham que la libertad de imprenta
debía graduarse y atemperarse a cada país, puesto que, en frase citada por
Pinzón, opina que la libertad de imprenta que existía y existe en Inglaterra

28. Jaime Jaramillo Uribe describe las ideas políticas de Miguel Antonio Caro como una
vuelta a la tradición española. Jaramillo Uribe explica: “La obra de Miguel Antonio Caro repre-
senta la fidelidad completa y sin reservas a la tradición española, en cuanto a ésta significa una
concepción típica de la vida personal y de la organización del Estado, y en cuanto simboliza una
gestión histórica […] Caro poseía una idea metafísica de la sociedad y del hombre muy diferente
de las de entonces en boga, una comprensión de la historia que daban a su pensamiento mayor
realismo, mayor vigor, y un aire de perennidad que no se encuentra entre sus contemporáneos.
No acoge la concepción optimista de la sociedad que considera a ésta compuesta de individuos
libres, que al perseguir y buscar su propio interés logran automáticamente el equilibrio social y
el beneficio de todos; ni acepta el moderno hedonismo que declara ser misión de la sociedad y
del Estado buscar el confort del ciudadano, o el mayor placer para el mayor número, como lo
expresaba la escuela de Bentham” (Jaime Jaramillo Uribe. El pensamiento colombiano en el
siglo xix, Bogotá, Planeta, 1997 (reeditado recientemente por ceso, Bogotá, Universidad de los
Andes, 2001, p. 65).
29. Miguel Antonio Caro. Libertad de imprenta: artículos publicados en la “Nación”,
Bogotá, Imprenta Nacional, 1909, p. 30.
170 Revista Derecho del Estado

podía existir en otras partes con algunas modificaciones que prevengan los
grandes abusos de ellas”30.
Este comentario aislado sobre el pensamiento de Jeremy Bentham, a tra-
vés de un tercero o intérprete, Cerbeleón Pinzón, no se corresponde en una
primera instancia con un autor que como Caro se había dedicado a fustigar
y criticar reiteradamente los principios morales del benthamismo a lo largo
de su vida31. Este enfrentamiento indirecto con la doctrina de Bentham so-
bre la materia en cuestión –la libertad de imprenta– no puede ser explicado
en este trabajo; lo que sí analizaremos serán las divergencias y eventuales
concordancias entre los dos pensadores –Bentham y Caro– sobre el mismo
tema y teniendo en cuenta para esta tarea el análisis de sus escritos.

a. La libertad de imprenta en los artículos publicados por


Miguel Antonio Caro en El Nacional en 1888

Los artículos sobre libertad de imprenta que Caro publica en El Nacional


van dirigidos todos a defender el Decreto 151 de 1888 sobre la regulación
de la libertad de prensa que se desarrolla con base en las disposiciones del
artículo 42 y el literal K de la Constitución de 1886.
El artículo 42 de la Constitución de 1886 establecía: “La prensa es libre
en tiempo de paz pero responsable, con arreglo a las leyes, cuando atente a

30. Ibíd. El texto de Cerbeleón Pinzón y el “atemperamiento” o “graduación” que comenta


Miguel Antonio Caro puede hacer referencia a la carta que Bentham envía a Blanco White
cuando se discute el proyecto de ley sobre libertad de imprenta en las cortes de Cádiz en donde
apunta el jurista inglés que aunque él elaboro un proyecto de ley en este sentido para Venezuela
(“otras latitudes”) “con unas modificaciones insignificantes se puede acomodar a las necesidades
de España”. El pensador británico envía dicha carta en 1810 cuando Blanco le informa que en su
país ya se ha reunido una comisión de ocho personas para redactar un proyecto en tal sentido. La
respuesta de Bentham es la siguiente: “You know, without my telling you, the latitude for which
my draught was calculated; but a very trifling alteration would, I relieve, suffice for rendering
it as fit for the purpose now in question, as for that which is was designed” (Williford. Ob. cit.,
pp. 70 y 71). Como vimos en la nota 9, a pesar de los esfuerzos de Bentham para influir en la
legislación venezolana y española no lo logra, y paradójicamente fue la legislación española la
que influyó en la venezolana y no como pensaba Bentham, que a “Venezuela le correspondería
la gloria del ejemplo” (ver en este sentido el artículo citado de McKennan, p. 2).
31. Carlos Valderrama Andrade en su artículo “Relación polémica de Miguel Antonio
Caro con el benthamismo” reseña los diferentes escritos en donde Caro hace una crítica directa
al pensamiento de Bentham y al “benthamismo” colombiano representado principalmente en
la figura de Ezequiel Rojas. Por ejemplo las obras, artículos de prensa y discursos de Miguel
Antonio Caro como: Estudio sobre el utilitarismo, Bastiat y Bentham, Estudios virgilianos,
Muerte del doctor Ezequiel Rojas y funerales del doctor Rojas (publicados en El Tradiciona-
lista el 26 de agosto y el 2 de septiembre de 1873), Escritos sobre don Andrés Bello, Estudios
constitucionales y jurídicos y Discursos y otras intervenciones en el senado de la República
1903-1904 (ver: Valderrama Andrade. “Relación polémica de Miguel Antonio Caro con el
benthamismo”, en Ideas y Valores, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, n.º 80, agosto
de 1989, pp. 121-143).
Gonzalo A. Ramírez Cleves. Los artículos sobre libertad de imprenta… 171

la honra de las personas, al orden social, y la tranquilidad pública. Ninguna


empresa editorial de periódicos podrá, sin permiso del Gobierno, recibir la
subvención de otros Gobiernos ni compañías extranjeras”. Que se comple-
mentaba con la disposición K que señalaba que “Mientras no se expida la
ley de imprenta, el Gobierno queda facultado para prevenir y reprimir los
abusos de la prensa”32.
Para el año de 1888 no se había dado ninguna legislación al respecto y
el gobierno presidido por Rafael Núñez entra a regular la materia con el
Decreto 151 de 188833, que fundamentalmente dispone una serie de requisi-
tos y sanciones que limitan el derecho de libertad de imprenta. Este decreto
establece una serie de modalidades para catalogar a una publicación como
subversiva u ofensiva según se trate de “daños” o “alarma” contra la sociedad
las primeras; o por delitos y culpas que vulneren derechos individuales, las
segundas34. Estas medidas, especialmente las que se dirigían a proteger “la
tranquilidad pública y el orden social”, que eran controladas por el gobierno
y su fuerza de policía35, en la práctica hicieron nugatorio este derecho como

32. Luz Ángela Núñez afirma que la cláusula en tiempos de paz daba lugar a entender que
“en tiempos de guerra” no se tendría dicha libertad. Apunta dicha autora: “El artículo 42º de
la Constitución Política de 1886, estipulaba que la prensa era “libre en tiempos de paz, pero
responsable con arreglo a la leyes, cuando atente contra la honra de las personas, el orden social
o la tranquilidad pública”. De donde se desprende que sólo podría haber libertad de prensa (par-
cial) en tiempos de paz, pero en períodos de guerra o conmoción quedaría a discrecionalidad del
ejecutivo el manejo de la prensa y los medios de publicidad (carteles, libros, folletos, etc.) (Luz
Ángela Núñez. El obrero ilustrado. Prensa obrera y popular en Colombia 1909-1929, Bogotá,
Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Historia, Centro de
Estudios Socioculturales e Internacionales, 2007, p. 10). Del mismo modo y en relación con que
la prensa es libre “pero responsable, con arreglo á las leyes, cuando atente a la honra de las
personas, á la tranquilidad pública y al orden social”, apunta Miguel Antonio Caro que al “orden
social” corresponde los criterios de la Iglesia ya que el artículo 42 sobre libertad de imprenta de
la Constitución de 1886 se debe complementar con el artículo 38 de la misma Constitución, en
donde se señala que “La Religión Católica es esencial elemento del orden social”(ver: Caro.
Ob. cit., p. 22).
33. Este decreto deroga el Decreto 635 del 5 de noviembre de 1886 “Sobre libertad de
imprenta y juicios que se sigan por los abusos de la misma” (el Decreto 151 del 17 de febrero
de 1888 fue publicado en el Diario Oficial de 1888, p. 143).
34. En el capítulo I artículo 1.º del decreto se dispone: “Los delitos y culpas que se cometen
por medio de la prensa se dividen en dos clases: 1. Delitos y culpas contra la sociedad; y 2.
Delitos y culpas contra particulares. Son publicaciones subversivas las que dañan o alarman a
la sociedad y publicaciones ofensivas las que vulneren derechos individuales” (ibíd.)
35. Según el artículo 2.º del título i, la responsabilidad por los males causados al “orden social”
era controlada por el gobierno como asunto de “alta policía” y las faltas contra particulares serán
dirimidas por los jueces con arreglo al código penal. Estipula dicho artículo que “La intervención
del Gobierno como asunto de alta policía, en la regulación del ejercicio de la prensa, se refiere
a las publicaciones subversivas y a la responsabilidad personal de los impresores; sin perjuicio
de que por la vía judicial se exija a los autores la responsabilidad que puede corresponderles con
arreglo al Código Penal y las leyes complementarias, en consonancia con las disposiciones de
este decreto relacionadas con la materia”. Y el artículo 3.º de la misma reglamentación disponía:
“La represión de las publicaciones ofensivas, y el castigo de sus autores, corresponde, como el
juzgamiento de cualesquiera delitos comunes, al Poder judicial” (ibíd.).
172 Revista Derecho del Estado

denunciaron los afectados en su momento y como se comprobó cuando se


ordena suspender y cerrar varios de los periódicos opositores de la época 36.
Las medidas consideradas “subversivas” según el artículo cuarto del de-
creto se referían a que con la publicación se pudiera atentar contra “la fuerza
obligatoria de las instituciones y las leyes”, se “ataque a la religión católica”,
se “desconozca u ofenda la dignidad y prerrogativas de cualesquiera autoridad
en el orden civil o eclesiástico”, se “ataque a las instituciones militares”, se
“tome el nombre y la representación del pueblo como propias”, se “combata
la legitima organización de la propiedad”, se “concite a unas clases sociales
contra otras”, se “ataque la inviolabilidad de la cosa juzgada”, se “coarte la
libertad de los jueces con dicterios amenazantes”, se “publiquen noticias
falsas”, se anticipe con la publicación a “a publicar, sin competente permiso,
actos oficiales”, se haga “revelaciones que comprometan los intereses de
la República”, se “impugne directa o indirectamente la moneda legal, o se
propenda su depreciación”, y finalmente si se ofende con la publicación en
“la decencia pública con escritos obscenos o noticias escandalosas” 37.
En estos casos el gobierno puede ordenar medidas como la amonestación,
la rectificación o enmienda de la noticia, multas 38, la prohibición de vender
la publicación por el término de quince días39; y medidas más graves como
la suspensión definitiva de la publicación y “el secuestro y anulación de los
ejemplares impresos”40.

36. Comenta Mario Aguilera en la discusión que sostuvieron Santiago Pérez y Carlos
Holguín en El Relator y en el Correo Nacional respectivamente, durante el primer semestre
de 1893, que: “Respecto a la persecución de la prensa, Holguín tuvo que reconocer que en su
gobierno habían suspendido siete periódicos y multado doce, y que la cifra por ese concepto
ascendía a 2.740 pesos. Pérez, citando un informe del Ministerio de Gobierno, rectificó seña-
lando que los periódicos suspendidos fueron catorce y que las multas sumaban 3.220 pesos”
(Mario Aguilera Peña. “Santiago Pérez y Carlos Holguín: censura de prensa y responsabilidad
presidencial”, en Revista Credencial Historia, Bogotá, n.º 31, julio de 1992). El mismo Aguilera
describe irónicamente que la polémica entre Santiago Pérez y Carlos Holguín “la dirimió”
Miguel Antonio Caro, suspendiendo el periódico El Relator donde escribía Pérez. Apunta
Aguilera: “La polémica la concluyo un tercero, el vicepresidente Miguel Antonio Caro, cuando
en los primeros días de agosto de 1893 ordenó el cierre indefinido de El Relator y el destierro
de Santiago Pérez. La medida se originó en el descubrimiento de un plan guerrillero contra los
cuarteles de Barranquilla, encabezado por el general Avelino Rojas, un decidido partidario de
enfrentar el gobierno con las armas. Pérez ignoraba el asunto y, aunque acreditó pruebas que
demostraban su postura pacifista, se llegó a sugerir que el castigo le venía bien por su impotencia
para evitar las consecuencias de sus ‘enardecidos’ artículos. Su vida se extinguió en París, el 5
de agosto de 1900” (ibíd.).
37. Decreto 151 de 1888, artículo 4.º.
38. Las multas se establecen cuando no se cumple con lo establecido en el artículo 21 del
Decreto sobre los datos de la publicación, el publicista, el impresor y el autor. Establece el artículo
22 del decreto: “El impresor que infrinja cualquiera de las precedentes disposiciones incurrirá
en una multa de veinte a trescientos pesos, que no se hará efectiva administrativamente”.
39. Artículo 7.º del decreto.
40. El artículo 8.º del decreto estipulaba: “En el caso de desobediencia o reincidencia, la
autoridad podrá decretar: 1. Secuestro y anulación de los ejemplares impresos, 2. Suspensión
absoluta de la publicación bajo el mismo título que tuvo u otro distinto”.
Gonzalo A. Ramírez Cleves. Los artículos sobre libertad de imprenta… 173

La adopción del Decreto 151 de 1888 produjo un rechazo general dentro


de los liberales y los conservadores ospinistas41. Famosas fueron las disputas
parlamentarias como por ejemplo las protagonizadas entre Juan de Dios Uribe
y Miguel Antonio Caro, y entre Carlos Holguín y Santiago Pérez42. Así
mismo, la adopción de esta reglamentación generó en la práctica un enorme
poder para el gobierno, a partir de la amplitud de interpretación de las faltas
calificadas como “subversivas”43, presentándose suspensión y clausuras defi-
nitivas de periódicos y publicaciones, y posteriormente medidas de destierros
y confiscación para autores, impresores y propietarios 44.
En defensa de este Decreto 151 de 1888, Caro realiza un sesudo análisis
de la libertad de imprenta basando su discurso en un réplica a las apreciacio-
nes realizadas en el informe del señor Uribe respecto de los inconvenientes
de esta reglamentación. Caro fundamenta su discurso sobre la libertad de
imprenta en la historia, y apunta que “Uribe no quiere oír la enseñanza de la
historia […]”45, ya que “La extraordinaria variedad de los sucesos que han
ocurrido y de los sistemas que se han ensayado hace que en Colombia, más
que en ninguna parte, la historia sea ‘madre de la verdad’, depósito de las
acciones, aviso y ejemplo de lo presente, advertencia de lo por venir” 46.
Siguiendo este presupuesto, Miguel Antonio Caro empieza a explicar
las regulaciones que desde los griegos y romanos se han venido dando a la
libertad de imprenta47, y explica que

41. Por ejemplo el caso de Uribe, quien en su debate con Miguel Antonio Caro proponía
acoger los preceptos de la Iglesia católica en relación con la libertad y en donde se expresaba
las bondades de la legislación en que la libertad de prensa se daba sin ninguna limitación ni
responsabilidad desde la Constitución de 1853, y especialmente en la Constitución Confederal
de 1858, en donde Mariano Ospina Rodríguez (conservador) se acoge a esta tesis.
42. Las más famosas fueron las de Miguel Antonio Caro con el “Indio” Uribe en el artículo
“Libertad de prensa”, publicadas en el Nacional por Caro, y las de Santiago Pérez y Carlos
Holguín publicadas en El Relator y en el Correo Nacional respectivamente, durante el primer
semestre de 1893.
43. Se trata de la expresión contra “el orden social” que se encuentra dispuesto en el mismo
artículo 42 de la Constitución. Qué se entiende por éste, debe ser determinado por la misma
autoridad que aplica la sanción.
44. Apunta Germán Silva Losada que “La prensa se amordazó con el ‘Artículo transitorio
K’, de puño y letra de Núñez que rezaba: “Mientras no se expida la ley de imprenta el Gobierno
queda facultado para prevenir y reprimir los abusos de la prensa”. La medida rigió de 1886 a
1910, y régimen cerró periódicos, encarceló, torturó y expulsó periodistas del país. El decreto
151 de 1888 sobre prensa creó delitos “subversivos y ofensivos”, juzgados por el ministro de
gobierno contra la prensa. Juan de Dios Uribe, el indio Uribe, de El Correo Liberal, Cesar Conto
de El Liberal; y Nicolás Esguerra fueron las primeras víctimas El Consejo Nacional Legisla-
tivo con la Ley 61 de 1888, o Estatuto de Seguridad apodada “La ley de los Caballos”, para
reprimir al pueblo, autorizaba al presidente para reprimir delitos y culpas contra el Estado, las
conspiraciones contra la propiedad pública o privada” (Germán Silva Losada. “Antecedentes
históricos, constituciones y violencia: causas de la violencia y salidas del conflicto armado”, en
[www.escritoresyperiodistas.com/Ejemplar11/violencia.html].
45. Ibíd., p. 51.
46. Ibíd., p. 56.
47. Ibíd., p. 12.
174 Revista Derecho del Estado

En Atenas los Jueces del Areópago condenaron los libros de Protágoras á ser
quemados, y á su autor á destierro, porque se inclinaba al ateísmo. Prohibióse
que en el teatro se designase á nadie personalmente: Cicerón dice que con estas
providencias se reprimió en Atenas la difamación y se impuso silencio al ateís-
mo. En Roma Augusto propuso una ley por la cual los libelos difamatorios eran
condenados al fuego y sus autores castigarlos. Ovidio fue desterrado al Ponto
por un motivo secreto y misterioso, pero la opinión interpretó su desgracia como
castigo por la inmoralidad de sus escritos. 48

Posteriormente, Caro se concentra en las reflexiones que desde la autoridad


de la Iglesia católica se han realizado al respecto, y señala:

La historia eclesiástica nos presenta un serie continua de condenaciones y prohi-


biciones de doctrinas falsas y de los libros que las contienen. De aquí las censuras
impuestas á los que guardaban libros prohibidos; de aquí los Índices expurgato-
rios, cuya formación está confiada á una Congregación romana especial; de aquí,
desde lejanos siglos, el Decreto del Papa San Gelasio (c. 494) sobre esta materia;
de aquí las reglas que más tarde Gregorio IX, y en siglos posteriores el Concilio
Lateranense y el Tridentino, y Pío IV, San Pío V, Clemente VIII, Benedicto XIV,
dieron sobre el método y orden que ha de seguirse (como dice la Constitución del
Pontífice últimamente citado) en el examen y proscripción de libros contrarios
a la moral y el dogma.49

Por otra parte, Caro expone el pensamiento sobre la materia de personajes


extranjeros y colombianos como Santander, Cerbeleón Pinzón, Bentham y
Blackstone. Sobre Sir William Blackstone50, Caro apunta que

La libertad de la prensa propiamente dicha – escribe en sus Comentarios el ju-


risconsulto inglés Blackstone – es esencial á la organización de un Estado libre;
pero esta libertad consiste en que no haya previa censura para la publicación de
cualesquiera escritos, y no en la exención de censura ulterior a la publicación.
Todo hombre libre tiene incuestionable derecho para exponer ante el público sus
sentimientos; impedirlo sería destruir la libertad de imprenta; pero si publica

48. Ibíd., p. 12.


49. En relación con la “regulación” de la imprenta por parte de la Iglesia católica (ibíd.).
50. Recordemos que la primera obra de Bentham, Fragment of Government, de 1776, se
dedica a criticar el modelo jurisprudencial que propone Sir William Blackstone en su obra
Commentaries on the Laws of England (1765-1769). Bentham escribe esta obra de manera
anónima, que tuvo un gran reconocimiento entre el público inglés. Para una edición reciente de
esta obra ver Jeremy Bentham. Un fragmento sobre el gobierno (estudio preliminar, traducción
y notas de Enrique Bocardo Crespo), Madrid, Tecnos, 2003.
Gonzalo A. Ramírez Cleves. Los artículos sobre libertad de imprenta… 175

cosas inconvenientes, dañinas o ilegales, justo es que sufra las consecuencias de


su temeridad.51

Además, Caro señala que dicha liberalidad debe ser mayor ya que

La definición de Blackstone es deficiente; la completa libertad política de imprenta


excluye no sólo la censura previa sino toda condición que pueda ser impediente,
como son las fianzas que haya de prestar, ó los títulos de idoneidad que haya de
presentar el autor para obtener el permiso de sus escritos. 52

Por otra parte, el filólogo bogotano resalta en su estudio las contribuciones


que sobre la libertad de imprenta han realizado personajes como Florentino
González53, el prelado Perujo, Mariano Ospina Rodríguez y su padre José
Eusebio Caro. Parece que el pensamiento de Caro sobre la materia está
inspirado por su padre, quien en 1841 decía en el periódico La Civilización,
defendiendo a Mariano Ospina:

Para prevenir las revoluciones “debe – entre otros medios – ponerse coto al
desenfreno de la imprenta haciendo que sea efectiva la responsabilidad de los
que abusan de ella” (ibíd., p. 20). Opina José Eusebio Caro que: “Esto no lo ha
creído el doctor Ospina; esto lo han creído cuantos legisladores han hecho leyes
en el mundo, desde el norteamericano Livingston hasta el inglés Fox, desde los
legisladores franceses de 1793 hasta los legisladores colombianos de 1821. No ha
habido absolutista, ni conservador, ni moderado, ni liberal, ni demócrata, ni rojo,
ni demagogo, ni anarquista, ni ateo, que ose emitir seriamente la opinión de que
la palabra debe tener freno y la imprenta nó, y de que toda injuria, toda calumnia,
toda infamia es permitida desde que se emita por medio de tipos acumulados en
orden en una galera, y por medio de tinta de humo, recibida en papel sin goma,
al golpe de una prensa de hierro ¡Nó: nadie hasta ahora ha osado sostener eso! 54

Por último, Miguel Antonio Caro termina haciendo en su escrito un resu-


men de las diferentes regulaciones sobre libertad de imprenta que se han
realizado en la historia constitucional colombiana, desde la época de San-

51. Ibíd., p. 23.


52. Ibíd., p. 24. Sin embargo, más adelante afirma: “Pero la libertad bien entendida y ra-
zonable no incompatible con la inspección y vigilancia que según la Constitución debe ejercer
la autoridad sobre las industrias y profesiones “en lo relativo á la moralidad, la seguridad y la
salubridad públicas” (art. 44), ni tampoco con las condiciones que no siendo impedientes se
exigen con el objeto de que llegado el caso pueda hacerse efectiva la responsabilidad” (ibíd.)
53. En su obra Lecciones de derecho constitucional, que según Caro cita Uribe en su informe
(ibíd., p. 24).
54. Caro. Ob. cit., p. 27.
176 Revista Derecho del Estado

tander en 181955 hasta la última Constitución adoptada antes de la del 86,


la Constitución federal de 1863. En relación con la Constitución radical de
1863, Caro apunta:

Volviendo á nuestra historia constitucional, en relación con la materia de que


tratamos, sabido es, por último, que la Constitución de 63, sacando las postreras
consecuencias del error, borró la contradicción que el señor Colmeiro notaba en la
del 53 y consagró sin limitación alguna, esto es irresponsable, toda manifestación
del pensamiento oral, escrito ó impresa. Qué vino después, todos lo sabemos.
Hemos sido durante largos años el Sísifo de la historia moderna. La serie de
revoluciones ha sido incontable, y la prensa su principal motor 56.

Para Caro, el Decreto 155 de 1888 no regula la “censura previa” de carácter


medieval y eclesiástico, aunque no desecha esta posibilidad como provecho-
sa57, pero tampoco se establece la libertad de prensa sin limitaciones y sin
responsabilidad, como sí se hizo en Colombia con las constituciones de 1853,
1858 y 1863. Para Caro, esta “libertad” sin restricción se convierte en “liber-
tinaje” y la no responsabilidad del propietario, editor y articulista conduce a
la anarquía y al desorden. En relación con este aspecto, Caro afirma:

El liberalismo, sin criterio religioso ninguno, ó fingiendo no tenerlo, y encubriendo


bajo esta ficción su fanatismo antirreligiosos, su odio á Cristo, declara en teoría,
que toda opinión, toda doctrina, cualesquiera que sea, tiene derecho á manifes-
tarse y propagarse, sin restricción ninguna, por todos los medios de publicidad; y
como de todos éstos es la imprenta el más eficaz y poderoso, la libertad absoluta
ó irresponsable de imprenta ha venido á constituirse el principio fundamental, ó
capital aplicación al liberalismo58.

55. La circular expedida por Santander de 19 de diciembre de 1819 que dotaba a la Iglesia
católica en cabeza de Francisco José Otero, cura de la parroquia de Las Nieves, para que la
protegiera contra los principios subversivos del dogma y la disciplina (ibíd., p. 27).
56. Ibíd. pp. 55 y 56.
57. Caro explica por ejemplo que desde la invención de la imprenta la Iglesia previó la cen-
sura previa como medida para “proteger a la religión”. Apunta Caro al respecto: “La invención
de la imprenta fue sólo un medio, aunque nuevo y poderoso, de publicidad; no introdujo ni podía
introducir novedad en la doctrina que la Iglesia profesó siempre en esta materia; pero por su
novedad instrumental pedía reglas especiales; y los Concilios citados, las dieron estableciendo la
censura previa, ampliamente reglamentada en el siglo pasado por el citado pontífice Benedicto
xiv. Todo católico que intente publicar un escrito en que se toquen asuntos teológicos ó mora-
les está obligado á someterlo á la censura eclesiástica y á no publicarlo sin la prohibición del
Ordinario. Esta regla se ha observado y se observa en todo el mundo católico sin inconveniente
alguno” (ibíd., pp. 12 y 13).
58. Ibíd., p. 20.
Gonzalo A. Ramírez Cleves. Los artículos sobre libertad de imprenta… 177

En el mismo sentido, y desde el punto de vista conceptual, Caro apunta en


su escrito que en materia de libertad de imprenta no se debe confundir la
libertad con la tolerancia, y señala: “En un momento dado la libertad puede
equivocarse en la práctica con la tolerancia; pero en principio la diferencia
es esencial: la libertad es absoluta y no reconoce limitación de derecho ni
de conveniencia; la tolerancia es relativa y se atempera á las necesidades de
los tiempos y lugares”59.
Caro complementa todos estos argumentos “racionales” con su idea de lo
justo que proviene de la idea del “bien” y del “mal” propias del cristianismo
católico practicado y conocido por éste que pueden ser interpretadas siguiendo
las escrituras60y los parámetros de interpretación de éstos dados por la Iglesia
católica a través de sus encíclicas, constituciones y concilios.
Del mismo modo, Caro justifica las restricciones y las sanciones descritas
en el Decreto 151 de 1888 como una forma de garantizar el orden de una
sociedad y “de prevenir los males antes que castigarlos” 61. En este sentido,
apunta el político conservador: “[…] una legislación que reprime y nunca
previene es realmente una legislación bárbara y ajena al espíritu previsor del
Cristianismo”62. Tomando el argumento de la prevención antes que la san-
ción, Caro explica que la limitación de una libertad como la de imprenta se
hace posible y es recomendable. En este sentido, explica: “Así por ejemplo,
la suspensión oportuna de un periódico alborotador, como providencia de

59. Ibíd., p. 22.


60. Caro cita por ejemplo a San Pablo, quien en Epístolas i, ii afirma: “Estad pues sumisos
(y esto por respeto a Dios), ya al rey, como que está sobre todos, ya a los gobernadores, como
puestos por él para castigo de los malhechores y alabanza de los buenos: pues esta es la voluntad
de Dios, que obrando bien, selléis los labios de los necios; obrando como libres, pero cubriendo la
malicia con capa de libertad, sino como siervos de Dios. Honrad á todos, amada a los hermanos,
temed á Dios, respetad al rey” (ibíd., p. 45).
61. Citando a el doctor Perujo, Caro señala: “Para corregir los abusos de la prensa – dice el
doctor Perujo – no basta la represión, ó sea el castigo después de cometido el delito; es preciso
el sistema preventivo. La legislación perfecta y digna de hombres grandes y profundos es la que
impide los delitos, y no aquella que los castiga sin prevenirlos; Si permite la perpetración de
los delitos para castigarlos, es una legislación imbécil, ó mejor dicho, es una legislación feroz y
sanguinaria. Sería además una legislación inútil que las más de las veces no conseguiría sus fines.
La represión llega siempre después que se ha hecho el daño. Prendido el fuego de la revolución
sediciosa por los periódicos, cundido el cáncer de la inmoralidad en la sociedad por los impresos
licenciosos tarde e inútilmente acudirá la autoridad con la aplicación de la ley para impedir los
estragos consiguientes” (ibíd., p. 24).
62. En este sentido Caro explica que tenemos “la manía” de llevarlo todo ante los tribunales.
Así, apunta: “La manía, heredada tal vez de nuestros mayores ‘letrados’ de llevarlo todo a los
tribunales, de empapelarlo todo y enredarlo en las dilaciones de la justicia, de que se quejaba
Hamlet como una de las calamidades de la existencia, manía que a veces resucita á título de
reivindicación de la ‘justicia’ del ‘derecho’ de la ‘verdadera libertad’ el rabulismo sentimental,
en suma, es contrario a la prevención bien entendida, y perjudicial por lo mismo al buen orden
y a la tranquilidad de las familias y de los Estados” (ibíd., p. 25).
178 Revista Derecho del Estado

policía, produce mejores resultados que un largo juicio que haya de parar en
absolución con escándalo, ó en condenación estrictamente legal […]” 63.
Caro termina la defensa del Decreto 151 de 1888 aludiendo a la Iglesia,
a las familias, a “los grandes autores” y a todos aquellos que en general
prefieren la moral y el orden y que desechen la anarquía y la demagogia. Al
respecto apunta al final de su escrito:

Y áun hay hombres de dura cerviz que gritan: “!Más libertad de imprenta!” Nó,
no es ese el clamor de las familias cristianas; no es ese el clamor de los que se
dedican á estudios serios, ó al trabajo fecundo; no es ese, ¡jamás lo ha sido!
el clamor de los sacerdotes; nó el de los jurisconsultos, de los médicos, de los
ingenieros: nó el de los institutores, de los inventores, de los comerciantes, de
los agricultores, de los industriales; no es ese el clamor de los benefactores de
la humanidad, de los que descienden á las últimas capas, sienten los dolores y
necesidades del pueblo y acuden a remediarlas en la medida de sus fuerzas; no es
ese el clamor de los que quieren que la actividad nacional se regule y moralice y
no se extravié por las sendas de la pasión y del odio. Ese grito sedicioso, propio
de los clubs demagógicos y de políticos envenenados. 64

B. Divergencias y eventuales correspondencias entre el


pensamiento de Caro y el de Bentham sobre el tema de la
libertad de imprenta

A pesar de las medidas draconianas que se establecieron en este decreto para


considerar un escrito publicado en prensa como dañino a la sociedad, se pue-
den verificar ciertas coincidencias de la reglamentación con las propuestas
establecidas por Bentham en sus Particular Codes de 1810. Por ejemplo,
en la propuesta de ley de Bentham en 1810, al igual que en el decreto de
1888, se presenta la clasificación de las personas responsables de una pu-
blicación65, el derecho de pedir rectificación66, lo referente a la obligación

63. Ibíd., p. 25. Sin embargo, Caro explica que cuando se hace necesario el castigo a pesar
de la prevención, éste se debe aplicar: “En suma, una legislación debe estar informada por el
espíritu preventivo, sin dejar de ser represiva siempre que la prevención no baste” (ibíd.).
64. Ibíd., p. 56.
65. En el decreto se les llama genéricamente periodistas, y esta categoría está compuesta,
según el artículo 12 del decreto, por el propietario, el director, los redactores y los colaboradores
de la publicación periódica (Decreto 151 de 1888, art. 12).
66. Artículos 14 al 19 del título iii del Decreto 151. En donde se establece, por ejemplo, en
el artículo 14, que “Toda persona – individuo particular, funcionario, corporación o sociedad – a
quien se censure o se atribuyan hechos falsos o desfigurados, tiene derecho a hacer insertar en el
mismo periódico una rectificación o aclaración que no exceda del doble del espacio del suelto
o artículo que lo haya motivado”. El artículo 15 dispone: “La inserción de que trata el anterior
artículo es obligatoria y gratuita, y se hará en el número que siga inmediatamente al día en que
Gonzalo A. Ramírez Cleves. Los artículos sobre libertad de imprenta… 179

de los impresores de establecer los datos de la publicación y la prohibición


de publicar artículos anónimos o seudónimos que no quedaran registrados
por el impresor67.
Del mismo modo, se puede decir que ambos autores defienden sus propues-
tas “regulatorias” partiendo de la idea de que es mejor evitar o prevenir los
males que sancionarlos y de que la prevención se encuentra en la definición
de los supuestos y las autoridades y personas que están insertos en el ejerci-
cio de dicho derecho. Sin embargo, hay que tener en cuenta, como informa
Benigno Pendas, que Bentham cambiaría de opinión respecto de esta idea 68
afirmando que dicho razonamiento “conduce sin más a establecer la censura
y por ende hay que seguir el camino opuesto de este postulado ”69.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que las medidas adoptadas en el
decreto y defendidas por Caro en sus escritos daban lugar a una gran posi-
bilidad de interpretación de parte de la autoridad en la consideración de qué
conductas eran violatorias del “orden social” o de la “moral pública”. Como
preveía Bentham en las Falacias políticas, este poder de interpretación de lo
qué podía ser lesivo otorgaba la posibilidad a la autoridad de impedir dicho
“daño” por conveniencia u interés de su propia idea de “orden”.
De esta manera la autoridad encargada de juzgar dichas conductas que
se producían por medio del ejercicio de la libertad de imprenta se convertía
al mismo tiempo en juez y parte de su propia causa, cuando por ejemplo se
consideraba que cierta publicación crítica de una institución o autoridad del
gobierno podría vulnerar los intereses de ese mismo gobierno.
Por otra parte, se tiene que subrayar que los dos autores parten de razo-
namiento distintos. En el caso de Bentham no se tiene en cuenta una idea

la explicación haya sido entregada en la imprenta, bajo pena de cinco pesos por cada día que
transcurra desde el día en que debió hacerse la inserción, ó de arresto equivalente”. Finalmente,
el artículo 16: “La inserción será obligatoria, aunque exceda del espacio indicado en el artículo,
pero la parte excedente se hará a costa del comunicante al precio establecido por el periódico
por los remitidos […]”.
67. Establece el artículo 21 del decreto: “Es prohibido a los impresores: 1. Hacer publicación
alguna en que no se exprese el nombre del establecimiento tipográfico, 2, Imprimir periódicos
que no cumplan con la condiciones establecidas en el artículo 13, y continuar la publicación del
que hay sido suspendido por la autoridad, 3. Hacer publicaciones anónimas o seudónimas que
no sean artículos de periódico sin que el autor haya dejado en la imprenta el original firmado. El
impresor la mantendrá en reserva, si el autor lo exige, bajo pena de violación del secreto, pero lo
presentará a la autoridad competente cuando se exija la responsabilidad. No es admisible para
ningún escrito la firma del editor responsable, en vez de la del autor verdadero. 4. Publicar, sin
licencia de la autoridad eclesiástica, obras sagradas, morales, catequísticas ó devotas” (Decreto
151 de 1888).
68. Formulada por ejemplo en el artículo publicado por Nariño en La Bagatela n.º 23.
69. Informa el autor español: “[…] Bentham recuerda la regla general de que “más vale
prevenir los delitos que castigarlos” y se pregunta por qué no aplicar también esta regla en materia
de opinión; pero cuando es consciente de que este razonamiento conduce sin más a establecer la
censura, se limita a decir que este medio está tan lleno de inconvenientes, “que más vale seguir
el camino opuesto” (Pendas. Ob. cit. p. 314).
180 Revista Derecho del Estado

presupuesta que provenga de un dogma, del orden y la autoridad como lo


hace Caro, sino del presupuesto de utilidad o beneficio para la sociedad del
ejercicio de dicha libertad. Como veíamos anteriormente, el análisis de Ben-
tham pondera entre males y beneficios de la libertad de prensa y concluye
que ésta es más benéfica que dañina en la consolidación de una sociedad
plenamente democrática por la posibilidad de que la opinión pública se forme
un criterio de sus instituciones y gobernantes.
Bentham sólo admite la regulación de la libertad para evitar la irresponsa-
bilidad, pero una vez que se presenta el daño, el individuo es responsable de
su acto, por tanto se debe evitar que dichas limitaciones queden sujetas a la
interpretación de la autoridad administrativa, y se subraya que las sanciones
sólo pueden ser impuestas por la autoridad judicial.
Por otro lado, se debe tener en cuenta que a pesar de que Caro conocía
muy bien la obra de Bentham, aquél no utiliza las consideraciones del autor
inglés, publicadas por ejemplo en La Bagatela, sino que, de una manera
tangencial, utiliza la referencia que Cerbeleón Pinzón hace del jurista inglés
para determinar que éste abogaba por una idea de libertad sin limitación y
responsabilidad, pero que en determinados casos ésta se podría regular para
evitar “males” y “daños”. En esta referencia indirecta se comprueba que
Caro cita parcialmente el pensamiento de Bentham sobre la materia, y que
lo utiliza de forma maniquea para respaldar su posición de que dicha libertad
se debe regular por parte de la autoridad.
Como vemos, el autor inglés y el colombiano parten en un principio de
la misma idea: la delimitación normativa de la libertad de imprenta, pero en
la estructuración y finalidad de esta regulación difieren de forma evidente.
Para Bentham, la finalidad de la “ley de imprenta” es determinar la eventual
responsabilidad del individuo basados en un marco de libertad con respon-
sabilidad, mientras que para Caro la regulación del tema va dirigida a la
prevención y el castigo y tiene como objeto establecer un orden legal que
vele por la protección del dogma religioso y la autoridad civil.

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