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ramírez cleves **
Sumario
Resumen
El artículo analiza los escritos del jurista inglés Jeremy Bentham sobre li-
bertad de prensa y su influencia en Venezuela y Colombia en el siglo XIX,
teniendo en cuenta la publicación que se hizo de un artículo sobre el tema en
La Bagatela de Antonio Nariño en 1811. El escrito compara el pensamiento
de Bentham sobre el tema con las ideas conservadoras de Miguel Antonio
Caro a finales del siglo xix publicadas en el periódico El Nacional.
Palabras claves
Abstract
This article analyses the Bentham’s writings about the Liberty of the press and
it influence in Venezuela and Colombia at the beginning of the xix century.
The article compares the Bentham’s thought about the topic with Miguel
Antonio Caro’s conservative ideas published in the newspaper El Nacional
at the end of the xix Century in Colombia.
Key words
Introducción
1. Hay que anotar que el término “press” en inglés puede ser traducido al castellano de
dos maneras: por una parte como imprenta y por otro como prensa. Utilizaremos en este escrito
indistintamente ambos términos, aunque la connotación de “prensa” se refiere más al periódico
en sí mismo y el de imprenta al instrumento de comunicación.
2. Es conocido como Proposed law for the establishment of Liberty of Press in Venezue-
la.
Gonzalo A. Ramírez Cleves. Los artículos sobre libertad de imprenta… 161
Por otro lado, el escrito que publica Nariño parece ser una síntesis que
realiza Blanco White de los manuscritos de Bentham sobre la materia3, ya
que no se relatan las medidas prácticas propuestas en el proyecto de ley para
Venezuela con tanto detalle y amplitud. Teniendo en cuenta estos aspectos, la
primera hipótesis de este escrito es que las ideas sobre libertad de imprenta
que llegaron a nuestro país fueron sólo la parte general de la propuesta más
completa que Bentham escribió para Miranda en el proyecto de ley elaborado
para Venezuela. Sostenemos dicha tesis teniendo en cuenta los comentarios
que realiza Williford sobre el documento redactado para Miranda en com-
paración con el publicado por Nariño en La Bagatela.
Del mismo modo, en este trabajo analizaremos los diferentes escritos en
donde Bentham introdujo alguna opinión sobre el tema general de la libertad
de imprenta como por ejemplo las opiniones sobre la importancia de la publi-
cación de las leyes que introdujo en algunos pasajes de su texto Tácticas de las
asambleas legislativas de 1816, en las cartas dirigidas a las Cortes en España
en 1820 tituladas Liberty of the press and public discussion y en el capítulo
“Distingos fingidos” del libro Falacias políticas de 1824. De esta manera
queremos realizar una aproximación general del pensamiento del jurista inglés
sobre el tema de la libertad de prensa mediante el análisis de sus escritos.
Por otro lado y en segundo lugar, haremos especial énfasis a las reflexio-
nes que realizó Miguel Antonio Caro en 1888 sobre el tema de la libertad
de imprenta en el periódico El Nacional, comparando las similitudes y las
divergencias entre el pensamiento de Caro y el de Bentham sobre dicho
tópico. Esperamos con este trabajo comprobar cómo un “escrito”, en este
caso el de Bentham sobre la “libertad de prensa”, puede dar lugar a diversas
interpretaciones y utilizaciones dentro determinados contextos dependiendo
de las necesidades y circunstancias del momento. Para comprobar dicha tesis
utilizaremos la interpretación “tangencial” que Miguel Antonio Caro hizo
de las consideraciones de Bentham sobre la materia.
3. El autor inglés se los facilita a Blanco White, ya que considera que dichas ideas deben
prestar servicio a todos los países democráticos y liberales en el tratamiento de sus derechos, en
este caso de la libertad de prensa, y por tanto considera que no se deben monopolizar sus ideas
en una sola persona (ver: Miriam Williford. Jeremy Bentham on Spanish America: an account
of his Letters and Proposals to the New World, Baton Rouge, Lousiana State University Press,
1980, p. 71.
4. Hay que tener en cuenta que Bentham ya había hecho referencia al tema en 1789 cuando
redacta la serie sobre “derecho internacional” en donde el autor inglés lo lista como uno de las
162 Revista Derecho del Estado
Se trata, según Williford7, del proyecto de ley más largo redactado por
Bentham para ser puesto en práctica en Venezuela, y fue escrito en el año de
18088. El texto nunca llega a manos de Miranda quien partió para su país sin
llevar consigo la propuesta elaborada por Bentham 9. En la redacción de este
seis medidas que deben ser tenidas en cuenta para crear un derecho internacional duradero y
eliminar la guerra (ibíd., p. 69).
5. Dice Williford respecto al documento que “El Proposed Law for the establishment
of Liberty of the Press in Venezuela se encuentra en la Universidad College de Londres (ucl),
xxvi, 2 -11, catálogo Milne. No se evidencia la fecha en el documento en sí mismo, que hoy es
fragmentario” (ibíd., p. 69, nota 1).
6. También se debe tener en cuenta un documento inédito sobre la materia redactado para
que Leander Miranda, el hijo de Francisco de Miranda, implementara un periódico al estilo
inglés en Colombia alrededor de 1829, que, según Williford, Bentham refiere en una carta al
líder guatemalteco José del Valle, pero que no se tiene seguridad de si es un documento nuevo
o la reedición ya elaborada para Francisco de Miranda entre 1808 y 1810. La carta de Bentham
a José del Valle en donde se refiere este aspecto es la del 19 de mayo de 1929 (en Add. mss
33546, BM, ibíd., p. 86).
7. No contamos con la fuente original y sólo podemos hacer referencia a dicho documento
teniendo en cuenta las apreciaciones de Miriam Williford en el capítulo V de su obra sobre
Liberty of press en Bentham (ibíd., pp. 69-86). En adelante las citas relacionadas con dicho
documento se refieren al texto comentado por Miriam Williford.
8. Se trata de un documento de ocho páginas, redactado especialmente para que fuera
utilizado en Venezuela una vez independizada. Con el proyecto de Junction Canal sería la pro-
puesta de ley más extensa redactada por Bentham para que fuera implementada en las colonias
americanas una vez liberadas de España.
9. Francisco de Miranda fue apresado por las autoridades españolas en 1812, poco después
de llegar a Venezuela. Miranda moriría cumpliendo pena de prisión en La Carraca de Cádiz
Gonzalo A. Ramírez Cleves. Los artículos sobre libertad de imprenta… 163
proyecto el jurista inglés tardó cerca de dos meses y complementó dicha pro-
puesta con una serie de “Artículos especiales” (Particular Codes) referentes
a las medidas particulares que se deben tener en cuenta para proteger dicha
libertad, redactados entre los meses de agosto y septiembre de 1810 10.
La propuesta de ley para Venezuela, por tanto, constaría de dos partes:
la primera, The Proposed law, es una exposición general sobre la libertad
de imprenta en la que se afirma que se trata “no solo de la prensa, sino de
cualquier forma de expresión visible en donde se comuniquen de forma per-
manente las ideas”11, y en donde se apunta que toda sociedad y estado que
quieran implementar la forma democrática y constitucional que se conjugue
con el principio utilitario deben consagrar la libertad de prensa como un
derecho no susceptible de limitación.
En esta misma primera parte, Bentham señala que la libertad de imprenta
puede vulnerar ciertos derechos, por ejemplo cuando mediante una publica-
ción se profiera una calumnia o una injuria que atente contra la reputación
de una institución de gobierno, un funcionario público o un particular. Por
tanto, dicha libertad puede ser regulada para prevenir los eventuales atenta-
dos a otros derechos y porque considera Bentham que en derecho más vale
la prevención que la sanción12. Por ende, y en consonancia con esta idea, el
en 1816. Hay que tener en cuenta, según Theodora McKennan, que Bentham también tenía
intenciones de reproducir sus ideas en las cortes de Cádiz por medio de su corresponsal José
María Blanco White, quien le pide una copia del proyecto de ley de libertad de imprenta para
Venezuela. Este proyecto tampoco llega a tener influencia en España, según la autora, quien
apunta: “Poco tiempo después de la partida de Miranda, Bentham ofreció enviarle una copia de
este proyecto de ley a José María Blanco, editor de El Español, periódico publicado en Londres
en lengua española […] Pensaba que este periódico podría despertar la atención de las Cortes
españolas hacia el proyecto, en el momento en que se reunían en Cádiz y consideraban, entre
otros asuntos, la legislación para establecer la libertad de prensa. Las Cortes, de hecho, ya habían
iniciado el debate sobre la ley de prensa preparada por su propia comisión. La mencionada ley
fue aprobada el 10 de noviembre de 1810, y cuando en 1811 se adoptó en Caracas una regla-
mentación que ordenaba la libertad de prensa, ésta se había hecho con base en el Decreto de las
Cortes (Decreto de 10 de noviembre de 1810) y no en la propuesta benthamiana; varios de sus
artículos copiaban palabra por palabra la ley española” (ver: Theodora McKennan. Bentham y
los hombres de la Independencia (traducción de Gloria Rincón Cubides, digitalizado por Red
Académica), Bogotá, Universidad Pedagógica Nacional, pp. 3 y 4, en [www.pedagogica.edu.
co/storage/rce/articulos/rce29_05ensa.pdf].
10. Williford. Ob. cit., p. 69.
11. Ibíd., p. 71. Esta misma definición se utilizaría para el texto de los Distingos fingidos de
las Falacias políticas en donde Bentham afirma que: “La prensa, entendida como instrumento
de cualquier género empleado para la difusión del discurso humano mediante signos visibles de
cualquier tipo” (Bentham. Falacias políticas, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitu-
cionales, 1990, p. 157).
12. Sin embargo, Bentham considera que en caso de presentarse una atentado contra la
reputación de una persona de forma injustificada se tendrá la posibilidad de ejercer la defensa
de su nombre mediante la misma prensa, lo que se conoce modernamente como el derecho de
“rectificación”, y además el poder enjuiciar al periódico por la ofensa cometida (Williford. Ob.
cit. p. 72). Hay que subrayar que Bentham cambiaría de opinión sobre este postulado en su obra
Falacias políticas de 1824, como veremos más adelante.
164 Revista Derecho del Estado
13. Los Particular Codes se encuentran divididos de la siguiente manera: capítulo primero:
ley del impresor; capítulo segundo: leyes para los vendedores o distribuidores de publicaciones;
capítulo tercero: leyes dirigidas a los publicistas, directores y propietarios de periódicos (news-
papers) y de otro tipo de publicaciones periódicas; capítulo cuarto: el periódico del gobierno y
leyes dirigidas a los comunicadores de los periódicos (ibíd., p. 76: Chap. 1. Printers law; Chap.
2. Booksellers and Publishers Law; Chap. 3. Laws concerning the Printers, Conductors and
Propietors of Newspapers and other periodical political work; Chap. 4. Government Newspaper;
Chap. 5. Newspaper [Communicators] Correspondents law).
14. Bentham lo llama derecho de “self - defense by the press”, la defensa propia por medio
de la prensa (ibíd.)
15. Ibíd., p. 79.
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Por este motivo, Bentham propone que se establezca una serie de juramentos
o promesas para el director de la imprenta estatal, que fortalezca la obligación
legal con un deber moral y ético, que logre impedir que la publicación vulnere
los derechos de los individuos y de las instituciones, y redacta personalmente
cada uno de los juramentos de la siguiente manera:
16. Este periódico estatal es el encargado de guardar la imparcialidad entre los medios y es
una especie de árbitro que se encarga de mediar entre las publicaciones y la sociedad civil. La
idea del periódico oficial también se tendría en cuenta en las cartas a Cádiz de 1821.
17. Williford. Ob. cit., p. 81
18. Ibíd.
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Bentham considera que al publicar, expresar y difundir las ideas por los
medios escritos se tiene un gran poder e influencia, pero considera, a su
vez, que restringir o constreñir este derecho sería un grave atentado contra
la democracia misma. Por ende, aboga en su proyecto por que la difusión y
la capacidad de imprimir y difundir por escrito las ideas se extiendan pau-
latinamente cada día, de tal manera que mientras más periódicos existan se
podrá decir que una sociedad es más democrática, por las posibilidades que
tiene la opinión pública de vigilar sus instituciones y funcionarios 19.
19. Aunque por intermedio de sus corresponsales y amigos, Bentham se da cuenta de que
en Hispanoamérica se esta atentando con la posibilidad de fundar periódicos y que se está res-
tringiendo el ejercicio pleno de la libertad de prensa, en el momento mismo en que propone el
proyecto de ley. Esta vulneración se presenta principalmente durante el gobierno de Bolívar;
su amigo Francis Hall, quien había fundado el periódico bilingüe Anglo - colombiano, fue
trasladado de Caracas a Bogotá para que no siguiera disfrutando de su libertad de imprenta (ver
carta de Francis Hall a Bentham sobre la fundación del periódico Anglo - colombiano y de su
traslado ibíd., p. 85).
20. Theodora McKennan da cuenta de la relación entre los dos documentos. El artículo
del diario bilingüe londinense El Español publicado por Blanco White Salió a la luz en enero
de 1811, tras el envío del proyecto venezolano por parte del mismo Bentham a White. Dicho
artículo fue reproducido posteriormente por Nariño y cinco meses después, por la prensa ve-
nezolana en la Gaceta de Caracas, el 26 de abril de 1812. McKennan objeta la tesis sostenida
por Gutiérrez Ponce según la cual entre Bentham, Blanco White y Nariño existía una estrecha
amistad porque las fechas en que coincidieron los tres autores en Inglaterra no concuerdan entre
sí (ver: McKennan. Ob. cit., pp. 3 y 4; también Williford. Ob. cit., p. 71, en cuanto a la relación
entre el documento de Bentham y el artículo publicado en El Español).
Gonzalo A. Ramírez Cleves. Los artículos sobre libertad de imprenta… 167
21. Titulado “Ventajas de la libertad de imprenta e inconvenientes que pueden provenir del
ejercicio de la libertad de imprenta”.
22. En el caso de los particulares, Bentham sólo admite que pueda darse una crítica a estos
cuando produzca en la sociedad un bien positivo o evite un peligro. Los castigos propuestos
en el escrito por la no veracidad de la información que cause males a un particular serán, res-
pectivamente, el castigo por dilación o injuria y la compensación a la persona privada por los
perjuicios producidos.
23. Bentham. Tactic des assemblées legislatives, París, ed. al cuidado de Dumont, 1822.
Original publicado en 1816 bajo el título An essay on Political Tactics, en The Works of Jeremy
Bentham, vol. ii, ed. al cuidado de Bowring. Versión en castellano: Tácticas de las asambleas
legislativas o el Tratado de los sofismas políticos. Citado por Jürgen Habermas. Historia y crítica
168 Revista Derecho del Estado
Para cerrar el paso a las acusaciones injustas e inútiles, dejándolo expedito para
las justas y útiles, se necesita una completa, exacta, determinada y precisa defi-
nición del término mediante el que haya de calificarse de abusivo, incorrecto o
prevalerte pernicioso el uso de la prensa. Esta definición habría de ser establecida
por aquellos en quienes reside el poder supremo del Estado. Nunca ha sido dada
hasta ahora y no podría razonadamente esperarse de quienes detentan este poder,
pues, estableciéndolas, limitarían su poderío y perjudicarían su propio interés. 27
28. Jaime Jaramillo Uribe describe las ideas políticas de Miguel Antonio Caro como una
vuelta a la tradición española. Jaramillo Uribe explica: “La obra de Miguel Antonio Caro repre-
senta la fidelidad completa y sin reservas a la tradición española, en cuanto a ésta significa una
concepción típica de la vida personal y de la organización del Estado, y en cuanto simboliza una
gestión histórica […] Caro poseía una idea metafísica de la sociedad y del hombre muy diferente
de las de entonces en boga, una comprensión de la historia que daban a su pensamiento mayor
realismo, mayor vigor, y un aire de perennidad que no se encuentra entre sus contemporáneos.
No acoge la concepción optimista de la sociedad que considera a ésta compuesta de individuos
libres, que al perseguir y buscar su propio interés logran automáticamente el equilibrio social y
el beneficio de todos; ni acepta el moderno hedonismo que declara ser misión de la sociedad y
del Estado buscar el confort del ciudadano, o el mayor placer para el mayor número, como lo
expresaba la escuela de Bentham” (Jaime Jaramillo Uribe. El pensamiento colombiano en el
siglo xix, Bogotá, Planeta, 1997 (reeditado recientemente por ceso, Bogotá, Universidad de los
Andes, 2001, p. 65).
29. Miguel Antonio Caro. Libertad de imprenta: artículos publicados en la “Nación”,
Bogotá, Imprenta Nacional, 1909, p. 30.
170 Revista Derecho del Estado
podía existir en otras partes con algunas modificaciones que prevengan los
grandes abusos de ellas”30.
Este comentario aislado sobre el pensamiento de Jeremy Bentham, a tra-
vés de un tercero o intérprete, Cerbeleón Pinzón, no se corresponde en una
primera instancia con un autor que como Caro se había dedicado a fustigar
y criticar reiteradamente los principios morales del benthamismo a lo largo
de su vida31. Este enfrentamiento indirecto con la doctrina de Bentham so-
bre la materia en cuestión –la libertad de imprenta– no puede ser explicado
en este trabajo; lo que sí analizaremos serán las divergencias y eventuales
concordancias entre los dos pensadores –Bentham y Caro– sobre el mismo
tema y teniendo en cuenta para esta tarea el análisis de sus escritos.
32. Luz Ángela Núñez afirma que la cláusula en tiempos de paz daba lugar a entender que
“en tiempos de guerra” no se tendría dicha libertad. Apunta dicha autora: “El artículo 42º de
la Constitución Política de 1886, estipulaba que la prensa era “libre en tiempos de paz, pero
responsable con arreglo a la leyes, cuando atente contra la honra de las personas, el orden social
o la tranquilidad pública”. De donde se desprende que sólo podría haber libertad de prensa (par-
cial) en tiempos de paz, pero en períodos de guerra o conmoción quedaría a discrecionalidad del
ejecutivo el manejo de la prensa y los medios de publicidad (carteles, libros, folletos, etc.) (Luz
Ángela Núñez. El obrero ilustrado. Prensa obrera y popular en Colombia 1909-1929, Bogotá,
Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Historia, Centro de
Estudios Socioculturales e Internacionales, 2007, p. 10). Del mismo modo y en relación con que
la prensa es libre “pero responsable, con arreglo á las leyes, cuando atente a la honra de las
personas, á la tranquilidad pública y al orden social”, apunta Miguel Antonio Caro que al “orden
social” corresponde los criterios de la Iglesia ya que el artículo 42 sobre libertad de imprenta de
la Constitución de 1886 se debe complementar con el artículo 38 de la misma Constitución, en
donde se señala que “La Religión Católica es esencial elemento del orden social”(ver: Caro.
Ob. cit., p. 22).
33. Este decreto deroga el Decreto 635 del 5 de noviembre de 1886 “Sobre libertad de
imprenta y juicios que se sigan por los abusos de la misma” (el Decreto 151 del 17 de febrero
de 1888 fue publicado en el Diario Oficial de 1888, p. 143).
34. En el capítulo I artículo 1.º del decreto se dispone: “Los delitos y culpas que se cometen
por medio de la prensa se dividen en dos clases: 1. Delitos y culpas contra la sociedad; y 2.
Delitos y culpas contra particulares. Son publicaciones subversivas las que dañan o alarman a
la sociedad y publicaciones ofensivas las que vulneren derechos individuales” (ibíd.)
35. Según el artículo 2.º del título i, la responsabilidad por los males causados al “orden social”
era controlada por el gobierno como asunto de “alta policía” y las faltas contra particulares serán
dirimidas por los jueces con arreglo al código penal. Estipula dicho artículo que “La intervención
del Gobierno como asunto de alta policía, en la regulación del ejercicio de la prensa, se refiere
a las publicaciones subversivas y a la responsabilidad personal de los impresores; sin perjuicio
de que por la vía judicial se exija a los autores la responsabilidad que puede corresponderles con
arreglo al Código Penal y las leyes complementarias, en consonancia con las disposiciones de
este decreto relacionadas con la materia”. Y el artículo 3.º de la misma reglamentación disponía:
“La represión de las publicaciones ofensivas, y el castigo de sus autores, corresponde, como el
juzgamiento de cualesquiera delitos comunes, al Poder judicial” (ibíd.).
172 Revista Derecho del Estado
36. Comenta Mario Aguilera en la discusión que sostuvieron Santiago Pérez y Carlos
Holguín en El Relator y en el Correo Nacional respectivamente, durante el primer semestre
de 1893, que: “Respecto a la persecución de la prensa, Holguín tuvo que reconocer que en su
gobierno habían suspendido siete periódicos y multado doce, y que la cifra por ese concepto
ascendía a 2.740 pesos. Pérez, citando un informe del Ministerio de Gobierno, rectificó seña-
lando que los periódicos suspendidos fueron catorce y que las multas sumaban 3.220 pesos”
(Mario Aguilera Peña. “Santiago Pérez y Carlos Holguín: censura de prensa y responsabilidad
presidencial”, en Revista Credencial Historia, Bogotá, n.º 31, julio de 1992). El mismo Aguilera
describe irónicamente que la polémica entre Santiago Pérez y Carlos Holguín “la dirimió”
Miguel Antonio Caro, suspendiendo el periódico El Relator donde escribía Pérez. Apunta
Aguilera: “La polémica la concluyo un tercero, el vicepresidente Miguel Antonio Caro, cuando
en los primeros días de agosto de 1893 ordenó el cierre indefinido de El Relator y el destierro
de Santiago Pérez. La medida se originó en el descubrimiento de un plan guerrillero contra los
cuarteles de Barranquilla, encabezado por el general Avelino Rojas, un decidido partidario de
enfrentar el gobierno con las armas. Pérez ignoraba el asunto y, aunque acreditó pruebas que
demostraban su postura pacifista, se llegó a sugerir que el castigo le venía bien por su impotencia
para evitar las consecuencias de sus ‘enardecidos’ artículos. Su vida se extinguió en París, el 5
de agosto de 1900” (ibíd.).
37. Decreto 151 de 1888, artículo 4.º.
38. Las multas se establecen cuando no se cumple con lo establecido en el artículo 21 del
Decreto sobre los datos de la publicación, el publicista, el impresor y el autor. Establece el artículo
22 del decreto: “El impresor que infrinja cualquiera de las precedentes disposiciones incurrirá
en una multa de veinte a trescientos pesos, que no se hará efectiva administrativamente”.
39. Artículo 7.º del decreto.
40. El artículo 8.º del decreto estipulaba: “En el caso de desobediencia o reincidencia, la
autoridad podrá decretar: 1. Secuestro y anulación de los ejemplares impresos, 2. Suspensión
absoluta de la publicación bajo el mismo título que tuvo u otro distinto”.
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41. Por ejemplo el caso de Uribe, quien en su debate con Miguel Antonio Caro proponía
acoger los preceptos de la Iglesia católica en relación con la libertad y en donde se expresaba
las bondades de la legislación en que la libertad de prensa se daba sin ninguna limitación ni
responsabilidad desde la Constitución de 1853, y especialmente en la Constitución Confederal
de 1858, en donde Mariano Ospina Rodríguez (conservador) se acoge a esta tesis.
42. Las más famosas fueron las de Miguel Antonio Caro con el “Indio” Uribe en el artículo
“Libertad de prensa”, publicadas en el Nacional por Caro, y las de Santiago Pérez y Carlos
Holguín publicadas en El Relator y en el Correo Nacional respectivamente, durante el primer
semestre de 1893.
43. Se trata de la expresión contra “el orden social” que se encuentra dispuesto en el mismo
artículo 42 de la Constitución. Qué se entiende por éste, debe ser determinado por la misma
autoridad que aplica la sanción.
44. Apunta Germán Silva Losada que “La prensa se amordazó con el ‘Artículo transitorio
K’, de puño y letra de Núñez que rezaba: “Mientras no se expida la ley de imprenta el Gobierno
queda facultado para prevenir y reprimir los abusos de la prensa”. La medida rigió de 1886 a
1910, y régimen cerró periódicos, encarceló, torturó y expulsó periodistas del país. El decreto
151 de 1888 sobre prensa creó delitos “subversivos y ofensivos”, juzgados por el ministro de
gobierno contra la prensa. Juan de Dios Uribe, el indio Uribe, de El Correo Liberal, Cesar Conto
de El Liberal; y Nicolás Esguerra fueron las primeras víctimas El Consejo Nacional Legisla-
tivo con la Ley 61 de 1888, o Estatuto de Seguridad apodada “La ley de los Caballos”, para
reprimir al pueblo, autorizaba al presidente para reprimir delitos y culpas contra el Estado, las
conspiraciones contra la propiedad pública o privada” (Germán Silva Losada. “Antecedentes
históricos, constituciones y violencia: causas de la violencia y salidas del conflicto armado”, en
[www.escritoresyperiodistas.com/Ejemplar11/violencia.html].
45. Ibíd., p. 51.
46. Ibíd., p. 56.
47. Ibíd., p. 12.
174 Revista Derecho del Estado
En Atenas los Jueces del Areópago condenaron los libros de Protágoras á ser
quemados, y á su autor á destierro, porque se inclinaba al ateísmo. Prohibióse
que en el teatro se designase á nadie personalmente: Cicerón dice que con estas
providencias se reprimió en Atenas la difamación y se impuso silencio al ateís-
mo. En Roma Augusto propuso una ley por la cual los libelos difamatorios eran
condenados al fuego y sus autores castigarlos. Ovidio fue desterrado al Ponto
por un motivo secreto y misterioso, pero la opinión interpretó su desgracia como
castigo por la inmoralidad de sus escritos. 48
Además, Caro señala que dicha liberalidad debe ser mayor ya que
Para prevenir las revoluciones “debe – entre otros medios – ponerse coto al
desenfreno de la imprenta haciendo que sea efectiva la responsabilidad de los
que abusan de ella” (ibíd., p. 20). Opina José Eusebio Caro que: “Esto no lo ha
creído el doctor Ospina; esto lo han creído cuantos legisladores han hecho leyes
en el mundo, desde el norteamericano Livingston hasta el inglés Fox, desde los
legisladores franceses de 1793 hasta los legisladores colombianos de 1821. No ha
habido absolutista, ni conservador, ni moderado, ni liberal, ni demócrata, ni rojo,
ni demagogo, ni anarquista, ni ateo, que ose emitir seriamente la opinión de que
la palabra debe tener freno y la imprenta nó, y de que toda injuria, toda calumnia,
toda infamia es permitida desde que se emita por medio de tipos acumulados en
orden en una galera, y por medio de tinta de humo, recibida en papel sin goma,
al golpe de una prensa de hierro ¡Nó: nadie hasta ahora ha osado sostener eso! 54
55. La circular expedida por Santander de 19 de diciembre de 1819 que dotaba a la Iglesia
católica en cabeza de Francisco José Otero, cura de la parroquia de Las Nieves, para que la
protegiera contra los principios subversivos del dogma y la disciplina (ibíd., p. 27).
56. Ibíd. pp. 55 y 56.
57. Caro explica por ejemplo que desde la invención de la imprenta la Iglesia previó la cen-
sura previa como medida para “proteger a la religión”. Apunta Caro al respecto: “La invención
de la imprenta fue sólo un medio, aunque nuevo y poderoso, de publicidad; no introdujo ni podía
introducir novedad en la doctrina que la Iglesia profesó siempre en esta materia; pero por su
novedad instrumental pedía reglas especiales; y los Concilios citados, las dieron estableciendo la
censura previa, ampliamente reglamentada en el siglo pasado por el citado pontífice Benedicto
xiv. Todo católico que intente publicar un escrito en que se toquen asuntos teológicos ó mora-
les está obligado á someterlo á la censura eclesiástica y á no publicarlo sin la prohibición del
Ordinario. Esta regla se ha observado y se observa en todo el mundo católico sin inconveniente
alguno” (ibíd., pp. 12 y 13).
58. Ibíd., p. 20.
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policía, produce mejores resultados que un largo juicio que haya de parar en
absolución con escándalo, ó en condenación estrictamente legal […]” 63.
Caro termina la defensa del Decreto 151 de 1888 aludiendo a la Iglesia,
a las familias, a “los grandes autores” y a todos aquellos que en general
prefieren la moral y el orden y que desechen la anarquía y la demagogia. Al
respecto apunta al final de su escrito:
Y áun hay hombres de dura cerviz que gritan: “!Más libertad de imprenta!” Nó,
no es ese el clamor de las familias cristianas; no es ese el clamor de los que se
dedican á estudios serios, ó al trabajo fecundo; no es ese, ¡jamás lo ha sido!
el clamor de los sacerdotes; nó el de los jurisconsultos, de los médicos, de los
ingenieros: nó el de los institutores, de los inventores, de los comerciantes, de
los agricultores, de los industriales; no es ese el clamor de los benefactores de
la humanidad, de los que descienden á las últimas capas, sienten los dolores y
necesidades del pueblo y acuden a remediarlas en la medida de sus fuerzas; no es
ese el clamor de los que quieren que la actividad nacional se regule y moralice y
no se extravié por las sendas de la pasión y del odio. Ese grito sedicioso, propio
de los clubs demagógicos y de políticos envenenados. 64
63. Ibíd., p. 25. Sin embargo, Caro explica que cuando se hace necesario el castigo a pesar
de la prevención, éste se debe aplicar: “En suma, una legislación debe estar informada por el
espíritu preventivo, sin dejar de ser represiva siempre que la prevención no baste” (ibíd.).
64. Ibíd., p. 56.
65. En el decreto se les llama genéricamente periodistas, y esta categoría está compuesta,
según el artículo 12 del decreto, por el propietario, el director, los redactores y los colaboradores
de la publicación periódica (Decreto 151 de 1888, art. 12).
66. Artículos 14 al 19 del título iii del Decreto 151. En donde se establece, por ejemplo, en
el artículo 14, que “Toda persona – individuo particular, funcionario, corporación o sociedad – a
quien se censure o se atribuyan hechos falsos o desfigurados, tiene derecho a hacer insertar en el
mismo periódico una rectificación o aclaración que no exceda del doble del espacio del suelto
o artículo que lo haya motivado”. El artículo 15 dispone: “La inserción de que trata el anterior
artículo es obligatoria y gratuita, y se hará en el número que siga inmediatamente al día en que
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la explicación haya sido entregada en la imprenta, bajo pena de cinco pesos por cada día que
transcurra desde el día en que debió hacerse la inserción, ó de arresto equivalente”. Finalmente,
el artículo 16: “La inserción será obligatoria, aunque exceda del espacio indicado en el artículo,
pero la parte excedente se hará a costa del comunicante al precio establecido por el periódico
por los remitidos […]”.
67. Establece el artículo 21 del decreto: “Es prohibido a los impresores: 1. Hacer publicación
alguna en que no se exprese el nombre del establecimiento tipográfico, 2, Imprimir periódicos
que no cumplan con la condiciones establecidas en el artículo 13, y continuar la publicación del
que hay sido suspendido por la autoridad, 3. Hacer publicaciones anónimas o seudónimas que
no sean artículos de periódico sin que el autor haya dejado en la imprenta el original firmado. El
impresor la mantendrá en reserva, si el autor lo exige, bajo pena de violación del secreto, pero lo
presentará a la autoridad competente cuando se exija la responsabilidad. No es admisible para
ningún escrito la firma del editor responsable, en vez de la del autor verdadero. 4. Publicar, sin
licencia de la autoridad eclesiástica, obras sagradas, morales, catequísticas ó devotas” (Decreto
151 de 1888).
68. Formulada por ejemplo en el artículo publicado por Nariño en La Bagatela n.º 23.
69. Informa el autor español: “[…] Bentham recuerda la regla general de que “más vale
prevenir los delitos que castigarlos” y se pregunta por qué no aplicar también esta regla en materia
de opinión; pero cuando es consciente de que este razonamiento conduce sin más a establecer la
censura, se limita a decir que este medio está tan lleno de inconvenientes, “que más vale seguir
el camino opuesto” (Pendas. Ob. cit. p. 314).
180 Revista Derecho del Estado
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