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Camille Paglia: Sexual Personae (I)

Camille Paglia: Sexual Personae. Arte y decadencia desde Nefertiti a Emily Dickinson. Pilar Vázquez Álvarez (tr.) Madrid:
Valdemar, 2006.

Apuntes del primer capítulo de Sexual Personae, la obra fundamental de Camille Paglia.

I. Sexo y violencia, o naturaleza y arte


 La búsqueda de la belleza, de la forma, de lo apolíneo, significa en la civilización occidental una huida de lo telúrico,
lo ctónico, lo dionisiaco, es decir, de la Naturaleza. Frente a una Naturaleza idealizada, típica de humanistas del estilo de Rousseau,
Paglia defiende una visión demónica de la misma, en la estela deNietzsche o Sade. La vida instintiva no es un edén como supuso
Rousseau. El conflicto y la jerarquía son consustanciales a la Naturaleza. No existen las "relaciones sexuales placenteras,
desproblematizadas, sin complicaciones..." El Romanticismo, la vuelta a la Naturaleza, siempre termina en sado-masoquismo.

 En la tragedia griega se resume el movimiento mil veces repetido de la cultura occidental. Edipo intenta escapar por todos
los medios de la Naturaleza pero la acción lo devuelve al útero-tumba del que pretendía escapar. La tragedia es el desesperado intento
masculino por huir de la fatalidad de la nuestro origen.

 El carácter despiadado de la Madre Naturaleza puede percibirse claramente en la diosa Kali de la cultura budista. Símbolo de
fertilidad y, al mismo tiempo, rodeada de calaveras. Al tiempo que da la vida, puede borrar del mapa a miles de individuos con un simple
monzón.

 La última de las sociedades occidentales que adoró al principio femenino, dionisiaco, fue la Creta minoica. Fue aplastada por
la cultura guerrera micénica descrita por Homero. Micénicos y dóricos se unieron para formar la Atenas apolínea que marca el inicio de
la nuestra civilización.

 La visión occidental de la historia como progreso lineal en el tiempo es una formulación masculina. La percepción cíclica
del tiempo es típicamente femenina. La historia es un invento masculino, un "apogeo fálico", para liberarse de las cadenas de la
Naturaleza.

 La igualdad que persigue la mujer es siempre una autonomía a costa de su propio cuerpo. Cuanto mayor sea la cota de
igualdad más feroz será la lucha contra su cuerpo, contra la Naturaleza. Esta se expresa de forma palmaria en el aparato reproductor
femenino. Cada mes la menstruación recuerda a la mujer la materia viscosa de la que provenimos y a la que nos encaminamos. Como
individuos, sentimos una repulsión evolutiva hacia ese origen informe. Sentimos pánico ante esa herida sangrienta, esa "raja".
Intentamos superarlo mediante los eufemismos del amor y la belleza pero en el hombre vulgar se manifiesta la verdad: la naturaleza y el
sexo son soeces, procaces.

 El arquetipo de la femme fatale es una especie de formación reactiva. A medida que nos apartamos de la Naturaleza resurge
el arquetipo de la mujer fatal como una especie de mala conciencia o retorno de lo reprimido. Paglia entiende el sentido estéticocomo
una "forma de huir de las fuerzas ctónicas", "análogo al paso de los cultos terrenales a los cultos celestes". Cuando decimos que la
Naturaleza es bella hemos seleccionado y realzado lo que queremos ver. La femme fatale, bella y distante, también es una idealización.
En realidad, las hembras de las especies suelen ser más feas que los machos. "La belleza, un éxtasis visual, nos droga y nos permite
actuar".

 La venganza del hombre contra la Naturaleza, Medusa castradora, es la homosexualidad masculina, un intento valiente para
liberarse de sus grilletes. No es extraño que nuestros grandes logros culturales siempre hayan ido acompañados por una alta incidencia
de la homosexualidad masculina: "la Atenas clásica y la Florencia y el Londrés renacentistas". La lascivia y lapromiscuidad propias de
la homosexualidad masculina son factores vigorizantes para la cultura. En las mujeres la promiscuidad es una mala idea. Incluso la
mujer liberada o la lesbiana escucha el susurro de la Naturaleza: "mantén limpio el canal de nacimiento". El homosexual artista es de
hecho quien más se aparta de la madre castradora. Y, sin embargo, sus logros son insuficientes. La Mona Lisa representa bien esa
soberbia e indiferente autonomía de la mujer.

 La función excretoria, común a hombres y mujeres, está presente en la comedia. Pero el arte no puede nada contra la
menstruación y el parto. Esa fealdad gigantesca es imposible de transformar, de sublimar.

 El dominio masculino en el arte, la ciencia y la política es necesario. Al hombre le corresponde ir más allá de la Naturaleza:
las matemáticas, la poesía o el amor a todas las cosas son un alejamiento de ese fondo ctónico que nos amedrenta. La explicación es
también fisiológica:
La proyección masculina de erección y eyaculación es el paradigma de toda proyección y conceptualización cultural: desde el arte y la
filosofía a la fantasía, la alucinación y la obsesión. Si las mujeres han tendido a conceptualizar menos históricamente no es porque los
hombres se lo hayan impedido, sino porque no necesitan hacerlo para existir... Una erección es una idea... La concentración y la
proyección quedan notablemente demostradas en la micción, una de las compartimentalizaciones de la anatomía masculina más eficaces.
Freud cree que el hombre primitivo se vanagloriaba de su habilidad para apagar un fuego con un chorro de orina." (p. 51-52)
 La historia se ha equivocado al suponer que el judeocristianismo venció al paganismo. Este ha resurgido con fuerza en
la cultura de masas: el porno, el arte pop o la publicidad.

 El arma más eficaz contra el carácter demónico de la Naturaleza es el arte, que comenzó siendo uno con la religión. El arte es
orden frente al caos, pero no siempre el orden es moral. El arte y la crueldad pueden ir de la mano.
El arte hace cosas. En la naturaleza, como ya he dicho, no hay objetos, sólo la agotadora erosión de las fuerzas naturales, salpicando,
dilapidando, triturando, reduciendo toda materia a líquido, el espeso caldo primigenio del que asoman nuevas formas, boqueando,
luchando por vivir. A Dioniso se le identificaba con los líquidos: la sangre, el esperma, la leche, el vino. Lo dionisíaco es la secreción, la
fluidificación telúrica de la naturaleza. Apolo, por otro lado, da forma, moldea, diferenciando un ser de otro. Todos los artefactos son
apolíneos. La confusión y la unión son dionisíacas; la separación y la individuación, apolíneas. El muchacho que deja a su madre para
hacerse hombre enfrenta lo apolíneo a lo dionisíaco. El artista que se siente obligado para con su arte, que necesita crear palabras o
imágenes como otros necesitan respirar, está utilizando lo apolíneo para vencer a la naturaleza ctónica. En el sexo ... el hombre posee esa
cosita que tiene que estar metiendo continuamente en la disolución dionisíaca: ¡peligroso asunto! (p. 66-68)

 El marxismo es una huida a un paraíso perdido. Sólo es viable en sociedades preindustriales. El impulso apolíneo es más
acorde con el capitalismo, continuo productor de objetos.

 Uno de los peores reflejos del feminismo es criticar la sociedad patriarcal, pero es la sociedad patriarcal la que ha liberado a la
mujer. "Si la civilización hubiera quedado en manos de las mujeres, seguiríamos viviendo en chozas" (p. 77)

Camille Paglia: Sexual Personae (II)


Apuntes del segundo capítulo de Sexual Personae, la obra fundamental de Camille Paglia.

II. El nacimiento del ojo occidental.


El ojo primitivo es el "ojo gorgónico", el ojo que enlaza con las antiguas cosmogonías dominadas por la Gran Madre.
Extrañamente está ligada al culto a la virginidad pues la Gran Madre engendra sin necesidad de hombre. Sus herederas
son Hera y Afroditaque renovaban anualmente su virginidad, la Virgen medieval que desciende de Isisuna vez que se le ha
extirpado el "terror telúrico", la Molly Bloom de Joyce que llama "él" a todos los hombres de su vida volviéndolos
intercambiables.

Estas cosmogonías son las culpables de la hipótesis de un matriarcado minoico, hipótesis sostenida por Bachofen en el s. XIX,
recuperada por Jane Harrison en el s. XX y reavivada continuamente por el feminismo académico. Ese matriarcado pacífico
vencido posteriormente por el violento mundo masculino micénico simplemente no existió.

La divinidad femenina originaria suele ir acompañada de algún elemento masculinocomo serpientes enrolladas en sus brazos o
su cuerpo. "Omnipotens y omniparens", origen de todo.

Durante los rituales de adoración los sacerdotes podían tomar el camino de laautocastración para asimilarse a ella. Otras
formas menos drásticas de adoración primitiva a la Gran Madre son la circunsición o el travestismo.

La Gran Madre inspira los arquetipos del horror femenino que son la vagina dentata y la Górgona. El mito de la vagina
dentata tiene un evidente origen biológico: realmente el pene desaparece en la vagina. Este mito pagano reaparece en A
contrapelo de Huysmans (1884) donde "un hombre es atraído magnéticamente hacia los muslos abiertos de la madre naturaleza,
hacia las ensangrentadas profundidades de una flor carnívora de hojas afiladas como un sable" (p. 91)

La Górgona es otra versión de la vagina dentata. Los hombres, nunca las mujeres, quedan petrificados al
mirarla. Freud interpreta el mito como la condensación del pánico infantil a la castración. Se usó la Górgona
como apotropaion o amuleto para espantar a los malos espíritus. La Gioconda era para Da Vinci un amuleto apotropaico pues se
negó a separarse de ella hasta su muerte. El lenguaje laberíntico de Joyce es en cierto modo apotropaico puesto que le permitía
separarse de Irlanda, la Madre Cerda, la Górgona, que devora a sus hijos.

La Górgona es el ojo de la Naturaleza, demónico, telúrico, paralizante, propio de vampiros y mujeres fatales: Afrodita, Circe,
Lilith.

El paganismo de la Gran Madre sobrevive en el arte cristiano. En La pietà de Miguel Ángel María, diosa madre siempre joven,
siempre virgen, contempla a su bello Adonis, sin fuerzas, volviendo a su regazo, a la madre tierra. Esta interpretación le sirve a
Paglia para lanzar sus dardos envenenados contra el pensamiento políticamente correcto: "El dominio masculino en el
matrimonio es una ilusión social, alimentada por las mujeres" (p. 99)

Occidente inventó una nueva mirada, el ojo contemplativo, disco solar, conceptual, el ojo del arte. Egipto inventó la elegancia
apolínea que luego desarrollarían los griegos. Para constatar la evolución desde el primitivo mundo telúrico al nuevo mundo solar
basta con comparar la Venus de Willendorf y el busto de Nefertiti.

La Venus de Willendorf ni siquiera es arte, no es bello, es un mero artefacto mágico para invocar a la fertilidad.
El busto de Nefertiti, por el contrario, con su contorno limpio, puro, apolíneo está diseñado para ser contemplado por el ojo. Si en
la Venus de Willendorf se exageran los pechos y las caderas, en Nefertiti destaca ante todo la cabeza, preludio de la
poderosa Atenea. Sin embargo, al contrario que en el mundo griego donde lo apolíneo se libera decididamente de cualquier
elemento dionisiaco, en el mundo egipcio ambos elementos permanecen unidos. Esto puede observarse en la imagen de Nefertiti.
Despliega belleza, pero también inspira temor. Conserva el elemento paralizante del arquetipo de la Górgona. Es un androide
asexuado, dice Paglia.

Camille Paglia: Sexual Personae (III)


Apuntes del tercer capítulo de Sexual Personae: "Apolo y Dioniso".

Sexual Personae, las "personas del sexo", no "las personas del Verbo", del "Logos". Es el sexo quien nos constituye y no el
lenguaje o la razón. Este es el pilar psicoanalítico en el que se fundamenta el libro de Paglia.
Las "personas del sexo" no son sólo tres, como las del Verbo: Padre, Hijo y etc. Las "personas del sexo" son tan múltiples y
variadas como lo es el deseo humano, pero dos son especialmente necesarias para explicar el origen de la cultura
occidental: Apolo yDioniso. En el fondo, el discurso de Paglia es una transcripción psicoanalítica de las ideas fundamentales
de Nietzsche con la gran diferencia de que para Paglia el auge de lo apolíneo simboliza el triunfo del hombre sobre la naturaleza
enemiga y para Nietzsche el despegue de lo apolíneo es el principio del declinar de la civilización occidental.

Al situar Paglia las categorías de apolíneo y dionisiaco en el interior la naturaleza humana las dota de una inmediatez de la que
carece el "todavía hegeliano" Nietzsche de El nacimiento de la tragedia. Sin embargo, al mismo tiempo, la variante de Paglía
parece ciertamente repetitiva y demasiado fácil. Prosigo.

Según Paglia el sentido de los dioses del Olimpo fue reprimir "el monstruoso gigantismo de la naturaleza ctónica, ese lóbrego
mundo nocturno del que la sociedad ha de ser rescatada día a día" (p. 127) Es decir, rescatar la individualidad humana del fondo
indiferenciado de las pulsiones, garantizar el orden social y legal de la polis griega.

Como dijo Nietzsche, el dios que mejor representa esta tarea es Apolo. Zeus y Poseidón conservaron rasgos viriles como la
barba, pero el arte griego desvinculó para siempre a Apolo de la "madre naturaleza" al convertirlo en un hermoso joven
andrógino con genitales diminutos, en un efebo. En el mundo helenístico esta visión evolucionó hacia el afeminamiento. Apolo
es, además, rubio, ario. La visión del mundo griega es racista: el ideal de belleza reside más allá de cualquier noción moral.

Artemisa, hermana gemela de Apolo, es otro ser andrógino. Pertenecía a las amazonas, pueblo de mujeres guerreras que no
dudaban en cortarse un pecho para disparar mejor con el arco. Atenea también se aparta de la naturaleza, pues nace directamente
de la cabeza del padre Zeus. Pura partenogénesis. La androginia de Atenea se complementa con su característica esencial que no
es la belleza ni la fuerza sino el intelecto. Ni Artemisa ni Atenea pertenecen al universo de Safo. Son paradigmas de "virginidad
militante".

Dioniso, la antítesis de Apolo, es un varón que, como sus sacerdotes, aparece con frecuencia travestido. Así interpreta Paglia esta
sumisión del hombre a la naturaleza:
El travestismo de Dioniso simboliza, por consiguiente, su identificación radical con las madres. Yo
relaciono esta identificación con su asociación con el agua, la leche, la sangre, el esperma, la miel
y el vino... El carácter líquido de Dioniso es el mar invisible de la vida orgánica que inunda
nuestras células y nos une a las plantas y los animales. (p.151)
El principio femenino al que se somete Dioniso está relacionado con el tabú ligado a lamenstruación, representación de la
"ciénaga primigenia", de aquello que carece de forma y de nombre. A partir de aquí el discurso de Paglia se orienta de un modo
algo caótico hacia el sexo oral, las almejas crudas, el pescado, las mujeres y lo salado.

En las ceremonias dionisiacas el placer se torna dolor, desmembramiento y antropofagia. Es lo que ocurre en la naturaleza, cada
don tiene un precio. "Dioniso libera destruyendo".

Usando ambos conceptos, apolíneo y dionisiaco, Paglia analiza en los dos siguientes capítulos el ideal de belleza en la Grecia
clásica y en el Renacimiento.

Apuntes del cuarto capítulo de Sexual Personae: "La belleza pagana".

Mientras la cultura egipcia fue capaz de sintetizar el culto a la claridad solar y a los misterios terrenales, al ojo y al laberinto,
unificando a todas las clases sociales en un solo sistema de creencias, la cultura griega siempre estuvo dividida. Puede decirse
que existió una aristocracia seguidora de los dioses del Olimpo frente a la clase campesina, que continuaba adorando a los
"espíritus primigenios de la tierra".

En cualquier caso, la cultura griega del s. V es marcadamente apolínea. Pero estos períodos gloriosos para el arte no suelen durar
demasiado: Dioniso no tardó en resurgir con la llegada del helenismo. Paglia insiste en la inversión de la tesis fundamental
de Nietzsche para quien fue la victoria de lo apolíneo (Platón) el principio de la decadencia de la cultura occidental. Para Paglia
ocurre a la inversa. Es lo dionisiaco, la disolución de todas las formas, el principio de la decadencia. Paglia analiza
la evolución de lo apolíneo a lo dionisiaco en la tragedia y la escultura.
La Orestíada de Esquilo simboliza el triunfo de lo apolíneo. En su vuelta de Troya,Agamenón sacrifica a su hija Ifiginea para
que la mar le sea favorable. Su esposaClitemnestra se venga y, junto a su amante Egisto, asesinan a Agamenón a su
llegada.Electra y Orestes, hijos de Agamenón, se confabulan contra los asesinos de su padre. Orestes mata a Egisto y a su
madre. Las Erinias, las Furias, encargadas de castigar los crímenes innombrables persiguen a Orestes hasta que se celebra un
juicio. El fallo es favorable a Orestes gracias a la intervención de Apolo y Atenea que sitúan a Agamenón por encima de
Clitemnestra.

Las Bacantes de Eurípides simboliza el retorno de lo dionisiaco. El rey Penteo se niega a reconocer a Dioniso como dios. Este
recluta entre sus seguidoras, las bacantes, a la madre de Penteo. Cuando este quiere ver los prodigios que realizan las poseídas
por Dioniso se camufla vistiendo ropas de mujer. Es descubierto y descuartizado por su propia madre. Las Bacantes es una
inversión absoluta de la Orestíada y, como tal, marca el declive físico y mental de la cultura griega.

Otra tragedia de Eurípides, Medea, refleja la expansión del caos dionisiaco entre los griegos. Medea, personaje sexualmente
ambiguo con facultades mágicas, es rechazada por la sociedad y se venga del modo monstruoso que todos conocemos. Paglia cita
un pasaje de Medea muy significativo: para vengarse de la prometida de Jasón le envía un traje de boda envenenado y la pobre
víctima se descompone como los nazis que abrieron el Arca Perdida. La anulación de la forma es típica de la victoria de lo
dionisiaco.

En la escultura griega Paglia observa el tránsito desde la primitiva representación de influencia egipcia del kouros (joven) en el
s. VII a. C. al Efebo de Kritios del s. V. a. C primer ejemplo histórico del contraposto. La figura adquiere por vez primera
movimiento y personalidad individual.

Ya no se trata de un tipo, sino que es un joven de verdad, serio y regio. Su cuerpo suave y bien
formado tiene una sensualidad pura. En el kuros arcaico, que era calipigio, se realzaban y se
valoraban más que la cara las nalgas grandes y bien formadas. Pero las nalgas del Efebo Critios
tienen un refinamiento femenino, tan erótico como el pecho en la pintura veneciana. Es una figura
en contrapposto: aprieta una nalga y relaja la otra. El artista las imagina como una manzana y una
pera, brillantes y compactas... La pederastia griega alababa el magnetismo erótico de los
muchachos adolescentes de una forma que hoy puede llevarle a uno a vérselas con la justicia. (pp.
180-185)
El efebo griego es el ídolo del ojo apolíneo, reproche definitivo a la madre naturaleza, rechazo del laberinto del cuerpo
femenino, marcado por los fluidos y la procreación. La decadencia de la escultura griega comienza cuando el desnudo masculino
es sustituido por el femenino.

La representación del efebo tuvo continuación en el arte romano y, a través del arte bizantino, en la imaginería cristiana. Así,
por ejemplo, el San Sebastián de Botticelli.

La civilización romana supuso la decadencia del ideal apolíneo por varios motivos. EnCatulo y Ovidio se percibe
la proliferación infinita de las personas del sexo. En el poder omnímodo de los emperadores se hizo realidad esta fantasía que
significó la decadencia del imperio. Paglia observa en la historia de Roma el argumento perfecto contra el ideal contemporáneo
de libertad absoluta. Se aprecia aquí el ladoconservador de Paglia.

Las vidas de los despilfarradores emperadores demuestran lo inapropiado del mito moderno de la
libertad personal. Aquellos eran hombres a quienes la libertad había enfermado. La liberación
sexual, ese engañoso espejismo, termina en cansancio e inercia. El día del emperador era la
androginia en acción. Pero ¿era acao más feliz que sus antecesores republicanos, con sus rígidos
roles sexuales? La represión da un sentido y un fin a las cosas. (p.215)

Apuntes del quinto capítulo de Sexual Personae: "La forma renacentista".


El Renacimiento supuso, tras la larga represión medieval, una nueva explosión de laspersonas del sexo. Curiosamente,
observa Paglia, la peste negra que había puesto fin al período clásico en Grecia, será la culpable del surgimiento de una nueva
era libertaria.
Mi opinión es que la brutalidad y el espanto de la Peste rompió el tabú cristiano con respecto a la
exhibición del cuerpo. La desnudez pagana volvió a aparecer en su angustiada forma helenística de
tortura, masacre y desintegración. Al reducir las personas a simples cuerpos, la Peste instaló la
identidad en una dimensión puramente física o profana. (p. 222)
El retorno del motivo del efebo es sintomático de una nueva victoria de lo apolíneo. Así, en Perseo con la cabeza de
Medusa de Cellini.

Perseo fue la respuesta de Cellini al David de Miguel Ángel realizado cuarenta años antes para la misma plaza en Florencia.
Ambos son herederos del David de Donatelloque combina un físico infantil y un lenguaje corporal femenino.

Frente a la invitación sexual propia de los golfillos de la calle que pinta Caravaggio la espada del David de Donatello nos
mantiene a distancia. Es un icono verdaderamente apolíneo.

El nacimiento de Venus de Botticelli también es un ejemplo de arte apolíneo. El amor aparece purificado, libre de misterio y
peligro.

Por último, el arte de Leonardo y Miguel Ángel es también un ejemplo de resistencia a la Gran Madre Naturaleza. Ambos
fueron homosexuales lo cual sirve para explicar algunas características de sus obras.

Paglia considera que en la lucha contra el principio dionisiaco, femenino, Leonardotuvo menos éxito que Miguel Ángel. El
misterioso rostro de la Mona Lisa o la duplicación de figuras en Santa Ana con la Virgen y el Niño son símbolos de la amenaza
perpetua de lo femenino, de su absoluta autonomía y dominio, de la servidumbre de lo masculino.

Miguel Ángel tiene más éxito en su lucha contra la Naturaleza. Su exaltación de la figura masculina alcanza su clímax en
el David y, sobre todo, en su Moisés.

A tal punto llega el desprecio de Miguel Ángel por lo femenino que deforma la representación de las mujeres. Así, la Sibila de
Cumas (Recuérdese que la Sibila de Cumas es la protagonista del epígrafe de The Waste Land de T. S. Eliot: "Quiero morir")

De todos modos, al final de su vida la materia triunfa sobre lo apolíneo tal y como se refleja en el pesimismo de este
autorretrato: San Bartolomé sosteniendo el pellejo deforme en que se ha convertido el artista.

Lady Gaga y La Muerte del Sexo

¿Es una sensual destructora de tabúes o una imitadora asexual?


Camille Paglia, la principal crítica cultural de América,
destruye a un ícono.
Lady Gaga es la primer gran estrella de la era digital. Des-
de su llegada al éxito, ha estado constantemente en gira.
Por lo tanto, es un blanco móvil que ha escapado del
análisis serio. Ha sido fotografiada constantemente tambaleán-
dose por las calles en ropas extravagantes y pelucones de mie-
do. Muchas de las cosas que ella ha dicho de si misma no han
sido comprobadas de manera independiente... "La música es men-
tira", "el Arte es mentira", "Gaga es mentira", y "Soy profun-
damnente mentirosa" están entre sus declaraciones, aunque sus
fans se tragan todo el discurso.

Constantemente pregona sus lazos simbióticos con sus fans,


sus "little monsters", a quienes pide que "se amen a ellos
mismos" como si fuesen mercancías dañadas que necesitan su
reparación terapéutica. "¡Eres una superestrella, no importa
quien seas!" dice con seriedad desde el escenario, mientras el
dinero de ellos termina en sus bolsillos. Declaró a una
revista con entusiasmo mesiánico: "Amo a mis fans más que cual-
quier otro artista que haya existido". Afirma haber cambiado la
vida de las personas con discapacidad, emocionados por sus
muletas falsas enjoyadas en el video de Paparazzi.

Ella se presenta a si misma como la voz estandarte de los


raros e inadaptados, ya que hay evidencia de que ella alguna
vez lo fue. Su crianza fue cómoda y en cierto momento desahogada,
asistió a la misma escuela privada de lujo en Manhattan, jun-
to a Paris y Nicky Hilton. Hay una enorme desconexión
entre la Gaga melodramática retratada por ella misma como una
solitaria, rebelde, artista marginada, y el poderoso aparato
corporativo, que ha financiado su transformación y llevó sus can-
ciones a una gran rotación en la programación del radio de
todo el mundo.

Lady Gaga es una personalidad fabricada, y eso ha ocurrido


recientemente. Las fotos de Stefani Germanotta de hace apenas
unos años muestran a una morena redondita de expresión
entusiasta. La Gaga del mundo de la fama, sin embargo, con sus
pelucas y enormes lentes oscuros (llevados groseramente duran-
te las entrevistas) la dejan ver como ingenua muñeca o incluso
macabra, sin un rastro de espontaneidad. Cada aparición
pública, inexplicablemente en aeropuertos donde la mayoría
de las celebridades prefieren pasar desapercibidos, ha sido
rigurosamente planeada con anterioridad con un atuendo extra-
vagante y un cabello estrafalario producido por una compañia
invisible de duendecillos.

Además, a pesar de enseñar grandes pedazos de carne pálida en


atuendos fetichistas bondage de prostitución urbana, Gaga no
es sexy después de todo - ella es como una marioneta desarre-
glada o androide plastificado. ¿Cómo pudo una figura tan cál-
culada y artificial, tan clínica y extrañamente aséptica, tan
desprovista de genuino erotismo, volverse un ícono de su gene-
ración? ¿Será que Gaga representa el gastado final de una revo-
lución sexual? En la mimesis maniática de Gaga de la persona
tras el personaje, sobre-conceptualizada y claustrofóbica,
hemos llegado al fin de una época...

Gaga ha tomado prestado tanto de Madonna (como es visto en


su reciente video- Alejandro) que debemos preguntarnos, ¿hasta
que punto el homenaje se convierte en plagio? Sin embargo, el
punto principal es que la jóven Madonna estaba en llamas. Ella
era realmente la heredera de Marlene Dietrich. Para Gaga, el
sexo es principalmente decoración y superficie; ella es como
una pieza láminada de un mueble rococó de mala calidad.
Preocupantemente, la Generación Gaga no encuentra diferencias.
¿Es ésta la muerte del sexo? Quizá el estatus simbólico que
tuvo el sexo el siglo pasado se haya venido abajo, su trayec-
toria ardiente ha terminado...

Gaga es similar a un cometa, una estimulante explosión de no-


vedad, a pesar de que sea una recicladora despiadada del tra-
bajo de otros. Es la diva del dejavú. Gaga se ha apropia-
do con artificiosidad de artistas como Cher, Jane Fonda en el
papel de Barbarella, Gwen Stefani y Pink, así como de musas de la
moda como Isabella Blow y Daphne Guiness. Las Drag queens, a quie-
nes Gaga les rinde admiración, son por lo general mucho más sexys
que muchos de los trajes más elaborados que ella porta.

Viendo seriamente todos estos asuntos está el limitado rango


de expresiones faciales de la Gaga. En sus videos constantemente
expone su inexpresivo, sombrío rostro ,ante la cámara y
nosotros; temible e inevitable. Marlene y Madonna daban la impre-
sión, verdadera o no, de ser pansexuales. Gaga, con sus movimientos
y comportamientos, es asexual. Haber ido al gimnasio a plena luz del
día, tal como lo hizo recientemente, vestida con un bustier negro,
medias de red y tacones de aguja, no es sexy - es sexualmente dis-
funcional.

Comparar las insípidas canciones de Gaga, incluidas sus rimas


repetitivas de canción de guardería, con el título e hipnótico
estribillo de la primera canción y video de Madonna que le dieron
relevancia en la MTV, "Burning Up", con su imagineria sobre
el fuego y su entonces escandalosa referencia a la felación. En
lugar de la fuerza vital de la atrevida Madonna, encontramos en Gaga
una inquietante tendencia hacia la mutilación y la muerte...

Gaga está sobre sí misma con sus pretenciones vanguardistas... Ella


quiere ser ambas manifestaciones - ser moderna, vanguardista y al mismo
tiempo popular y universal, una profesional del gung-ho en el mundo
del espectáculo. La mayoría de sus incondicionales parecen haber tenido
poco o ningún contacto con artistas del alcance de Tina Turner o
Janis Joplin, con sus personalidades eminentes y sus profundas pasiones.

La Generación Gaga no se identifica con estilos vocales potentes ya que


sus propias voces se encuentran atrofiadas: ellos se comunican a través
de un fragmentado flujo silencioso, breves mensajes de texto. Su inexpre-
sividad no les molesta ya que ellos mismos no están en sintonía con
sus propias expresiones faciales.

Los fans de Gaga se encuentran sumergidos en una tecnocracia global


de gadgets lujosos pero en la pobreza emocional. Han desaparecido las
fronteras entre lo público y lo privado: proliferan los reality shows,
el alboroto de las conversaciones por celular está en todas partes; los
secretos son revelados indiscriminadamente en Facebook y Twitter.
Luego, Gaga revela trivialidades sobre su vagina...
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Camille Paglia

Camille Paglia: Vamps & Tramps


Camille Paglia: Vamps & Tramps. Más allá del feminismo. Santiago García (tr.) Madrid: Valdemar, 2001.

Paglia es profesora en la University of the Arts de Filadelfia desde 1984. Su obra másacadémica, Sexual Personae [versión
castellana de Pilar Vázquez, Madrid: Valdemar, 2006], fue publicada en 1990. A grandes rasgos es una revisión de la Historia del
Arte Occidental, desde Nefertiti a Emily Dickinson, que toma como hilo conductor el enfrentamiento de los principios apolíneo y
dionisiaco, masculino y femenino.

Tras el éxito de Sexual personae se convierte en una presencia constante en la prensa, radio y televisión estadounidense,
polemizando desde una posición radical acerca del feminismo, la universidad, la pornografía, las drogas o la prostitución.

Algunas de las polémicas tesis que Paglia defiende en dicho ensayo son las siguientes:
1. El excesivo proteccionismo legal logrado por el triunfo de los movimientos gaysy feministas convencionales
impiden el desarrollo, la eclosión, del verdadero potencial de hombres y mujeres.
2. El feminismo tiende a una victimización constante de la mujer y el niño, amenazados por un patriarcado
feroz. La inocencia originaria de niño y mujer tienen su fundamento filosófico en Rousseau. Frente a esto, Paglia
propone otra visión del ser humano, más consciente de su perversidad, que se apoye en Freud, Darwin, Nietzsche,
Sade...
3. El objetivo feminista de terminar con la violencia de género reeducando o reprogramando a los hombres es
una estupidez que ignora los abismos del inconsciente. Son las mujeres quienes tienen que aprender a defenderse por sí
mismas. Afirma Paglia que en la mujer maltratada hay no sólo una víctima sino una perversa personalidad masoquista.
Cualquier mujer maltratada que permanezca con su agresor después del primer incidente se convierte en su cómplice.
4. El argumento feminista habitual en defensa del aborto se asienta en la idea de que el feto no es todavía un
ser humano con derechos. A Paglia le parece una flagrante hipocresía. Reconoce, por el contrario, que el aborto es
asesinato. Sin embargo, considera que abortar, rebelarse contra la Madre Naturaleza, es un acto pagano legítimo en el
que la mujer afirma su libertad. Para la Naturaleza las mujeres no son más que sacos de leche y depósitos de grasa.
5. Los estrictos límites legales al acoso sexual que se han impuesto en Estados Unidos perjudican más que
favorecen a las mujeres. Dichos límites las infantilizan, las convierten en seres necesitados de la protección
permanente de la Madre-Estado. Según Paglia, las mujeres pueden defenderse por sí mismas si recuperan la conciencia
del irresistible poder de su sexualidad. Eliminar el excesivo proteccionismo legal es la única manera de que se rompa
definitivamente el conocido "techo de cristal".
6. Cuando el feminismo convencional reduce a la prostituta a víctima se comporta de un modo arrogante y
mojigato. "Entre las grandes personalidades sexuales que he visto a lo largo de mi vida, las prostitutas de Filadelfia
rayan muy alto. Son intrépidas y agresivas, saludan a los hombres de negocios en sus berlinas o interrumpen el tráfico
para charlar con los taxistas. Gobiernan la calle. ¡Diosas paganas!" (p. 123)
7. La incapacidad del feminismo para asimilar la pornografía es un síntoma de su conservadurismo político.
Afirmar que "la pornografía degrada a las mujeres", dice Paglia, es no haber visto nunca pornografía. Según Paglia,
"en las cavernas del porno, las luces de la cámara son las antorchas de los Misterios eleusinos, arrojándonos flashes de
los secretos de la naturaleza". (p. 133)
8. Ser gay nunca podrá ser considerado socialmente algo natural. La naturaleza existe o en los términos gruesos
de Paglia "el pene encaja en la vagina" (p. 138) Sin embargo, en este tema como en el del aborto, Paglia considera que
no sólo tenemos el derecho sino la obligación de desafiar la tiranía de la Naturaleza. "Los gays son héroes y mártires
que han entregado sus vidas en la mayor guerra de todas" (p. 138)
9. "El feminismo lesbiano sólo ha producido la marginación y la miniaturización de las mujeres. No ha surgido
ninguna gran obra de arte o intelectual a partir de él. Por el contrario, ha asfixiado con propaganda a las jóvenes y ha
obstruido su talento, limitando su visión y constriñendo sus emociones". (p. 150)
10. En la línea clásica de Freud, "cualquier mujer, gay o hetero, que no pueda responder a los penes o que los
encuentre horrendos o risibles es que ha quedado traumatizada por alguna temprana experiencia" (p. 155)
11. El activismo gay considera que la homofobia puede desaparecer con la educación adecuada de las jóvenes
generaciones. Por el contrario, Paglia llama la atención sobre la Naturaleza: un hijo afeminado o artístico es siempre
una amenaza para el padre. Los hombres gays serán siempre hombres malditos.
12. "La bisexualidad es nuestra mejor esperanza de huida de las animosidades y falsas polaridades de las
actuales guerras sexuales. La pongamos o no en práctica, la bisexualidad es un gran ideal pagano" (p. 169). La
sensibilidad bisexual fue la que inspiró al homosexual Botticelli una obra como El nacimiento de Venus.

Entre los artículos de prensa destacan los dedicados a la decadencia de los estudios de Humanidades en las Universidades de
Estados Unidos. Paglia se queja amargamente de que los grandes pensadores de los sesenta, Allen Ginsberg, Norman O.
Brown o Leslie Fiedler, no crearon escuela. El hueco que dejaron fue ocupado por mediocres que importaron de Francia los
inofensivos juegos de palabras de Foucault, "un charlatán habilidoso que llevó demasiado lejos una investigación demasiado
pobre" (p. 175). Aún peor ha sido la creación de departamentos específicos sobre estudios de la mujer o estudios gays. Estos
departamentos, endogámicos y estériles, deberían ser sustituidos por el estudio interdisciplinar del sexo, desde la historia, la
antropología, la psicología y la ciencia.
Ahora, el campus no es un circo de las ideas, sino una guardería donde la madurez se puede
posponer indefinidamente. (p. 178)
Leer a Paglia es como un viaje en una montaña rusa: en la misma página conviven ellibertarismo y la extrema derecha, la
legalización de las drogas y la pena de muerte. En su discurso se mezclan opiniones bárbaras, ridículas, certeras... En cualquier
caso, el mérito de polemistas como Paglia es su capacidad para cuestionar la tiranía de lo políticamente correcto. Aunque no se
compartan sus opiniones, la parte libertaria de su pensamiento ayuda a reflexionar sobre algunos prejuicios establecidos y a
desenmascarar ciertos falsos ídolos.

Ju is Ju: Camille Paglia


ESCRITOS — BY X ON NOVIEMBRE 2, 2010 AT 23:53

Paglia ha sido etiquetada como la más prominente “niña terrible” del círculo académico norteamericano desde la publicación, en 1990, de su
tesis Sexual Personae: Art and Decadence from Neferiti to Emily Dickinson.Esta obra fue nominada al National Book Critics Circle Award
por sus teorías sobre la cultura Occidental, desde el antiguo Egipto hasta Elvis Presley, además se convertirse en un bestseller. Sus
siguientes publicaciones tampoco pasaron desapercibidas. En Sex, Art and American Culture, Paglia expone su visión sobre íconos de la
cultura pop norteamericana como Madonna, Elizabeth Taylor y Robert Mapplethorpe.Vamps and Tramps (también un bestseller), es una
recopilación de artículos en los cuales Paglia ofrece su visión sobre el feminismo, la carreras de Bill Clinton y de Barbra Streisand y la vida
de Jacqueline Kennedy.
Paglia nació en 1947 en Endicott, Nueva York. Su padre era profesor en Le Moyne College de artes liberales y su madre trabajaba en un
banco. Si bien creció en una familia tradicional de origen italiano, Paglia desarrolló una personalidad explosiva que ella atribuye a la época
que le tocó vivir. Cuando le preguntan cómo resultó ser así ella responde: “Creciendo con mi familia en los cincuenta. Yo trataba de escapar a
los cincuenta. Fue una década de horror” (Playboy, 1995). Camille se dejó influenciar fuertemente por la agitación política y social de las
décadas del sesenta y setenta. Es fanática de los Beatles, Rolling Stones, Led Zeppelin, Jimmy Hendrix,Van Halen y Guns n’ Roses.
Estudió en Yale, donde obtuvo un Ph.D. en Inglés en 1974 e hizo clases en el Bennington College en Vermont. Después de ser acusada de
patear a una estudiante y pelearse a puñetazos con otra, se le pidió su renuncia en dicha institución. Sin embargo, con la ayuda de un
abogado pudo quedarse dos años más, hasta que renunció para empezar una carrera como profesora en la Universidad de las Artes en
Filadelfia, donde sigue haciendo clases hasta el día de hoy.
“El feminismo ha traicionado a las mujeres, ha alienado a los hombres y a las mujeres y ha reemplazado el diálogo por intentar ser
políticamente correcto” (Playboy, 1995). Para Paglia, la idea de que el feminismo, entendido como la liberación de la mujer de la prisión
doméstica, conlleva felicidad, es errada. Las mujeres, dice, no son necesariamente más felices de esa forma, deben tener el derecho de
elegir mantener su rol en el hogar o emanciparse de él. Otra de las consecuencias perversas del feminismo que identifica es la división
destructiva entre los sexos. Los hombres quedan en una terrible posición. “Las chicas que veo en los campus, son a menudo inocuas, con
personalidades homogenizadas, miserables, anoréxicas y bulímicas. El movimiento feminista les enseña que es culpa de los hombres, pero
no lo es. ¡Entonces dejen de quejarse de los hombres!” (Playboy, 1995).
Cree que el feminismo también ha arruinado la calidad de la industria del porno. Con la excepción de los videos gay masculinos, cree que
todos son aburridos: “sólo hay un montón de actrices profesionales del porno fingiendo orgasmos” (Playboy, 1995). Destaca como buenas
películas las del período de Russ Meyer, de finales de los sesenta y principios de los setenta. Garganta Profunda, para ella, fue una
revelación.
Su postura frente al SIDA también es controversial. Lo considera como un precio que hay que pagar por los pecados cometidos desde los
sesenta. Para ella no tiene nada que ver con la moral, sino con la naturaleza, ya que ésta recompensa las cosas que son de su interés, como
la procreación, y castiga aquéllas que no lo son, como la promiscuidad homosexual. Sin embargo, Camille considera que la bisexualidad es la
cura para muchos problemas. El mensaje de la liberación gay, según ella, debiera haber sido de liberación sexual, no de antagonismo contra
algún tipo de sexualidad distinta de la homosexual. En este sentido, cree en la liberación de todos los medios de placer y que la gente viva sin
las etiquetas de preferencia sexual.
Sobre la academia dice que no puede abandonarla, a pesar de las críticas que ha recibido durante su carrera. Su intención es llevar el mundo
real a la academia, para hacerla relevante nuevamente. Para lograr este objetivo, considera que hace falta gente que haga de bisagra entre
ambos mundos. Sobre su posición, asume que es popular entre algunos grupos y que sus libros se venden, pero que todavía está marginada
delestablishment. “Odio ese incestuoso mundo. Me da náuseas. Es imposible que algo realmente original se haga. Pensar no está permitido.
Todo es políticamente correcto. Es horrible, porque es una versión fosilizada y parasitaria de la filosofía de los sesenta” (Playboy, 1995).

Paglia en el ojo ajeno


Vicente Molina Foix
ESCRITOR

SEXUAL PERSONAE. ARTE Y DECADENCIA DESDE NEFERTITI A EMILY DICKINSON


Trad. de Pilar Vázquez Álvarez Valdemar, Madrid 1.054 pp. 28 €

Camille Paglia
A+ a-
Camille Paglia ya está en las enciclopedias, y –más que eso– da con su nombre título a una publicación seria recién
aparecida en Estados Unidos, Sex from Plato to Paglia: todo un logro que la relativamente joven profesora (está aún
por cumplir los sesenta) sea en vida la omega del alfa de Platón en esa extensa «enciclopedia filosófica» en dos
volúmenes compilada por Alan Soble. Hay, sin embargo, críticos adversos y académicos de su país que verían más
apropiado colocar su nombre no junto al de Plato sino junto al de Pluto, el esforzado perro de Walt Disney,
aventurándome yo a pensar que ella misma no se sentiría a disgusto sacada de la caverna de Platón y puesta en el
mundo de los dibujos animados.
Confieso una debilidad por esta escritora, a la que vengo leyendo desde los primeros años noventa y hasta intentando
hacer publicar en España por una prestigiosa editorial de ensayo, que llegó a adquirir sus derechos por insistencia mía
y nunca los usó; afortunadamente intervino un tiempo después la siempre estimulante y atrevida Valdemar, que editó
primero su recopilación de ensayos Vamps & Trampsy ahora ofrece a los lectores españoles este «mamut» de un millar
de páginas en la colección que llaman «Intempestivas». Pero Camille Paglia no es, a mi juicio, intempestiva, sino lo
contrario: una mujer rabiosamente de su tiempo que, después de estudiar con Harold Bloom, a quien sigue llamando
maestro, tomó del autor del Canon occidental tres ejemplos: la voracidad lectora, la logomaquia y el instinto del
espectáculo. Yo había leído por casualidad durante un viaje a Londres en el verano de 1991 su artículo sobre Madonna,
«La Venus de las ondas radiofónicas», publicado en el suplemento dominical del diarioThe Independent, y me quedé
con el nombre de la autora. Tres años después, en otro viaje, esta vez a Nueva York, lo que me llamó la atención fue la
foto de la portada de su segundo libro, el antes citadoVamps & Tramps (que Valdemar llamó así, en inglés, pudiendo
haberle puesto el atractivo y fiel título deVampiresas y tigresas). En esa portada de la edición estadounidense, la
catedrática de Humanidades de Filadelfia evocaba sin ambigüedad la imagen andrógina de un cuatrero del Oeste, con
botas negras, pantalón de pitillo, blusa abierta vaquera y un cuchillo en el cinto; después abrías el libro y venía un
índice con textos sobre «El pene desenvainado», el «Estalinismo Gay», la «Nefertiti de Brooklyn, Barbra Streisand» y
otros temas no menos provocativos, todos unificados por la premisa que Paglia establecía en su introducción:
reivindicar las «personas sexuales» ausentes (o silenciadas) en el feminismo contemporáneo. Sus heroínas en ese libro
eran las fulanas (o broads) de Hollywood, las «superzorras» de opulencia mamaria de la pornografía yanqui, las diosas
más efímeras del santoral moderno. Y alguna otra figura que pasaba, en su tratamiento de choque, de ángel a demonio,
como Susan Sontag, venerada al leer, siendo aún Camille estudiante, Contra la interpretación, y descalificada años
después por su intelectualismo francófilo, su desprecio de la cultura popular y por algo que resulta absurdamente
grotesco proviniendo de Paglia, su «modo superficial de posar estilosamente».
Sontag, infinitamente mejor escritora que Paglia, es también acusada por ésta de cierto esnobismo vanguardista (lo que
es cierto) y de haber nacido con el talento de Simone de Beauvoir y haberlo dilapidado por su falta de tenacidad, cua-
lidad precisamente que le sobraba a la autora de La enfermedad y sus metáforas. Paglia no tiene la agudeza de Sontag
ni el «mundo» de Beauvoir, pero ha leído mucho, ha aprovechado las enseñanzas más académicas de Bloom (circula,
por ejemplo, con gran soltura entre los poetas románticos ingleses) y no carece de un ingenio malicioso a veces de
devastadora eficacia, como cuando describe a Michel Foucault como el Cagliostro de nuestro tiempo. También es
pintoresca y caprichosa en la elección de sus «personajes», revelando en ello dotes novelescas, como muy bien apunta
Jesús Palacios al escribir, en su introducción al libro que reseñamos, que su lugar en las estanterías está junto
a Plegarias atendidas de Capote, American Psycho de Easton Ellis, El secreto de Donna Tart, La dalia negra de James
Ellroy y –ahí ya no le sigo por ignorancia– el Neuromante de William Gibson.
Sexual Personae tiene un extenso dramatis personae, que empieza, antes de la Nefertiti del subtítulo, con nuestros
primeros padres: Adán muy apocado, casi un castrato por la falta del hueso que crea a la mujer, y Eva compareciendo
como la primera y activísima femme fatale de la historia. Mil páginas después, el libro desemboca en Emily Dickinson,
sobre la que Paglia escribe un extenso capítulo final lleno de sorpresas, aunque en la edición española algo estropeado
por el verso (Pilar Vázquez Álvarez ha hecho una buena traducción de la obra, pero fracasa, y uno, que ha traducido a
la norteamericana, simpatiza con ella, en las abundantes citas poéticas de quien, junto a Manley Hopkins, es
seguramente el autor más difícil de la literatura en lengua inglesa). En su recorrido ensayístico, Paglia pasa de lo
escolar a lo fantástico, y esa mezcla es uno de los atractivos de Sexual Personae. El segundo capítulo, «El nacimiento
del ojo occidental», manifiesta a las claras, y no es el único, su origen lectivo, como sucede en tantas publicaciones de
profesores; aun así tiene pasajes de gran brillantez, como el dedicado al «ojo intenso» de los más ilustres gatos
literarios, desde Egipto a Baudelaire.
Paglia es morbosa, y sabe hacer uso de su capacidad llamativa, que algunos dirán chillona. Su recorrido desde el Edén
perdido a la Nueva Inglaterra de Dickinson resulta vertiginoso, y no siempre el vuelo de sus reflexiones está a la
misma altura; se nota mucho cuándo el tema que desarrolla ha de estar ahí por necesidades de guión y cuándo la figura
o el período acotado le interesan de veras. En «La belleza pagana» desarrolla uno de los motivos centrales del libro, la
androginia, y describe muy graciosamente al emperador Heliogábalo en sus anhelos de pasar por mujer o, cuando
menos, hacerse puta de la soldadesca. Paglia va describiendo todas las estrategias del augusto «travesti», quien,
disuadido por los dignatarios del imperio de la operación de cambio de sexo que planeaba, ofreció una fortuna a los
médicos para que le construyeran una vagina artificial. A lo que añade Paglia: «La ciencia, que sólo recientemente ha
conseguido perfeccionar este tipo de operación, va siempre a la zaga de la imaginación sexual».
En su relectura andrógina y libertina de numerosas obras literarias, la autora sí que muestra una fogosa imaginación,
tanta que a veces se confunde con el wishful thinking. Así, no cabe duda del carácter abismal y regenerativo que el
dolor adquiere en las obras del Marqués de Sade y Swinburne (y las páginas sobre este poeta inglés están, con las
dedicadas a la pintura de Rossetti y Burne-Jones, entre lo mejor del libro), pero, ¿hay tanto acento lésbico en las
imprecaciones líricas de Emily Dickinson? Paglia desmenuza con sagacidad la imaginería lacerante de su poesía (en
mi opinión penitencial, no sádica), pero en más de una ocasión se deja arrastrar por el parti-pris de su tesis de partida,
favorable a ver en féminas reales o de ficción una virilidad simbólica.
Sexual Personae tiene un colofón que más se diría un pliego de intenciones: «Voyeurismo, vampirismo, necrofilia,
lesbianismo, sadomasoquismo, surrealismo sexual: la Madame de Sade de Amherst [la población natal de Dickinson]
sigue esperando a que sus lectores la conozcan». Paglia es una gran «mirona» de textos y autores, una entrometida
chispeante. Pretende rescatar los renglones suprimidos de la gran historia literaria y lo hace con desparpajo y una
cualidad que ella misma achaca a la poetisa norteamericana: el desaire. En la página 925 del libro escribe que
«Dickinson es una pionera entre las escritoras que han renunciado a la buena educación», significando con ello que la
descortesía y el reto a las expectativas del lector son el mejor patrimonio de la libertad creadora. Paglia sigue esa senda
a su manera: cumpliendo con el syllabus pero aspirando a ser una pin-up.

CAMILLE PAGLIA
Me dispongo a escribir sobre una ultra-feminista (aunque ella no se considere como tal), por lo que,
estrechos de mente, seguidoras de ladyfests, y posteadores aneuronales, absténganse de seguir leyendo.
Por su propio bien.

Lo lógico para acometer este noble ensayo, sería haber dedicado una entrada previa a Susan Sontag, adalid
del rancio feminismo norteamericano, y alumbradora de neofeministas robotizadas. Porque, entendiendo el
calado social de la Sontag, resulta más fácil comprender a Paglia. La ya fallecida Susan, aportó en su
juventud (allá por los años 60) una mirada fresca y renovadora a la cultura femenina, pero, "se quedó ahí".

Su primero admiradora y después furibunda detractora, Camille Paglia es una radical en todos los aspectos.

Se ha mofado siempre de los varones y de las feministas "academicistas", que, según ella vienen a ser un
club de señoritas bienpensantes dispuestas a dictar cómo comportarse a las mujeres.

Le llegó el reconocimiento público (o lo que para ella es lo mismo: la fama) pasados ya los 40, gracias a una
obra polémica, difícil, cubista e insultantemente extensa llamada "Sexual Personae", que nadie se ha
animado a traducir al castellano aun. (Y que unas cuantas colgadas unilingües agradeceríamos poder leer).
Muy pequeña vio la película de Blancanieves de Walt Disney, y quedó fascinada con el personaje de la
madrastra. No es para menos, siempre he defendido que es una de los mejores villanos de la historia del
cine, y que supura una hermosura que bien merece una próxima entrada en éste, su blog de referencia
intelectual.

Las tesis que sostiene Camille son a ratos contradictorias, extremas y siempre fascinantes. Viene a defender
a través de sus libros y artículos, su soledad. No la soledad de la mujer, sino la suya propia. Porque Camille
Paglia, se considera un icono, una reina, un modelo.

Aunque en la madurez parece que ha encontrado una pareja, siempre ha abanderado la soltería, la
autosuficiencia, y el uso de la sexualidad como instrumento de poder.

Ella, que es norteamericana, no admira a las sufragistas o al academicismo feminista. Ella defiende a
Madonna, el poder, la excentricidad, el artificio...

Como resulta imposible resumir su teoría (fundamentada en torno a su propia persona sobre todo), les voy a
copiar aquí alguna de sus frases más definitorias.

No comulgo con todas, y de muy pocas conozco la procedencia exacta.

-"Nunca desde Simone de Beauvoir ha habido una feminista que tenga el marco de referencia que tengo yo".

-"Soy un modelo fantástico para las jóvenes. Tengo una confianza en mí increíble. No busco la aprobación de
nadie. Nunca he vivido con un hombre".

-"El sexo es un poder mucho más oscuro de lo que ha reconocido el feminismo".

-"Los genitales femeninos tienen un color desagradable, son indefinidos en cuanto a su contorno, y resultan
incoherentes arquitectónicamente. Por el contrario los genitales masculinos [...] tienen un diseño
matemático racional".

-"Debería plantarse cara al esquema fascista de la naturaleza, la menstruación, y la procreación, como craso
ataque a la libre voluntad de la mujer".

-"Creo que las mujeres más importantes y de mayor talento -me refiero a las mujeres realmente
importantes como yo- han pasado dificultades en cuanto a ajuste sexual, de un modo que no
necesariamente les ocurre a los hombres muy importantes".
-"En los 70 me prometí no llevar vestido jamás, porque lo veía como una señal de servidumbre. Estaba
decidida a sabotear mi propio personaje sexual".

-(Refiriéndose a las parejas o matrimonios) "Cuando miro a los demás me asombro; ¿Qué pretenden cuando
forman esos dúos? En apariencia es porque necesitan consuelo, apoyo, tener a alguien a quien poder decirle
que están bien. Necesitan cariño. Yo no necesito nada de eso".

-"Empecé a ver a Sontag como la reina del sistema literario exclusivista de Nueva York, cuya obra iba
perdiendo seriedad y valentía, aunque era preferible todavía a la de todas esas impostoras y falsas que
dirigen los programas de estudios de la mujer. [Susan Sontag] en la revista Time negó haber sentido nunca
un interés especial en el pop; -tampoco es que hubiera escrito un ensayo sobre las Supremes-, y se ufanaba
de no tener televisor en casa. Todo aquello me dejó bastante disgustada. No tener televisor es algo así como
decir: No sé nada de lo que ocurre en el presente ni del país en el que vivo".

-"Sonstag y su camarilla son como fósiles de tiranos de pacotilla".

-(Refiriéndose también a S. Sontag): "¡Llevo 25 años persiguiendo a esa zorra y ahora por fin la he
superado!"

-"Quiero explotar la puta en la sombra que camina junto a cada una de nosotras".

¿Pero qué quieres hacer? Una sola persona no puede


-"La gente me decía hace tiempo:
hacer nada...Pues yo les digo: Perdonen, pero una persona puede mover montañas.
Ese es el ejemplo de los santos."

(*De la obra de Camille Paglia, en España sólo se ha editado "Vamps & Tramps")

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